#en el baño de una ypf
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Sentí cosas
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'ello, darlin'.
#mary earps#muwfc#z gifs#te pido en nombre de dios y los santos evangelios que me hagas el orto en el baño de una ypf
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no me pongan a coqui en mi feed que me descontrolo
#dios como me gustaria hacer un upgrade y en vez de 3 que sea un postre. no se. 6 o 7 leches#Y ROMPERLE EL ORTO EN EL BAÑO DE UNA YPF#.txt
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I can't keep fucking doing this people I can't take it
#vos de josema VOS QUERÉS QUE LA PONGA???#con ese bombón casamiento#etc etc en el baño de una ypf#d#m#sasha
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' no lo pensé eso. ¿será algo así como ese capítulo de los simpson? donde se meten en una secta, les prometen que serán salvados en una nave y al final les terminan robando la plata ' ni sabe de lo que habla. vio ese capítulo hace mucho tiempo en medio de un vuelo, seguro se inventó la mitad de las cosas ' no iba a comerlo, pero gracias por el aviso ' ha comido muchas cosas cuestionables en su vida, la mayoría salidas de esos puestos de la calle que seguramente pasaron las pruebas de seguridad e higiene pagándole al inspector ' no, aún no bebí nada. mi cabeza funciona así estando sobria ' se considera brillante ella, poseedora de una mente maravillosa ' ¿me estás invitando una? '
' jé, parece una nave espacial ' apenas arribó al lugar estuvo toqueteando cada rincón posible para comprobar la textura del papel decorando las paredes. con las palabras femeninas resonando dentro de su cabeza, niega un par de veces. ' no lo es, aunque es probable que no debas comerlo— entonces sí te haría daño... dolor de estómago y todas esas cosas horribles ' encoge los hombros antes de darle un sorbo a su trago. ' un gusto flower, soy xander — ¿estás bebiendo algo? '
#hola mi amor#discupala no sabe lo que dice#y respondi a las 3 am#estoy como si me hubiese dado con polvo blanco mágico en el baño de una ypf
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dónde es la fila para que el cuti romero me rompa el orto en el baño de una ypf
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agustina estas CANCELADA que es esto que escucho que querés que te haga un joven en el baño de una ypf????????? le voy a decir a tu mamá
JAJWJWJDJDJJD ES UN TWEET, TRANCA GENTE
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para ser un grupo de gente que todos los dias lloran q quieren que alguien les haga el orto en el baño de una YPF muy pocos de ustedes estan votando omega dejen de mentir
ando al pedo
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Columnas de Humo
Domingo – 1:30 p.m.
—9-1-1, ¿Cuál es su emergencia?
La señora Ruíz abrió la boca con miedo. Quiso hablar, pero de ella solo salieron sollozos.
—Usted se ha comunicado con una línea de emergencia —dijo el oficial, al otro lado del teléfono—. ¿Se encuentra ahí?
—Ss… sí… —tartamudeó la señora Ruíz—.
—¿Cuál es su emergencia?
—Necesito que venga rápido —susurró ella—. Me quiere matar —Más sollozos. —Tiene un… un arma…
—Señora necesito que mantenga la calma y me diga dónde se encuentra.
—En el cuarto del fondo. No puedo salir. Hubo… una explosión. Hay mucho fuego. Creo que los... los mató a los dos, ¡oh Dios, creo que los mató a los dos!
—Señora, ¿cómo se llama?
—Yanina, Yanina Ruíz. Vivo en San Isidro.
—Bien, señora Ruíz. Necesito que me explique lo que… espere ¿dijo San Isidro?
—¿¡Se lo tengo que delet…!?
El sonido de un escopetazo provino de afuera. Yanina Ruíz ahogó un grito y se llevó las manos a la boca. Del otro lado de la línea se oía la voz ininteligible del oficial. Yanina miró a través de la ventana. Sus ojos iluminados por el fuego.
Vio la escopeta levantarse una vez más. Esta era una sombra proyectada contra la ventana, por las llamas que provenían de afuera.
—Vengan… rápido, por favor.
—San Isidro, ¿Qué dirección exactamente?
—El humo —murmuró—. Sigan la columna de h…
Hubo una explosión.
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Domingo - 10 a.m.
Darío Ruiz seguía espiando por la mirilla de la puerta. Ya habían pasado cinco minutos desde que sus indeseables visitantes llegaran tocando las palmas desde el otro lado del portón, a tres metros del pórtico. Comenzaba a sentirse irritado. Si aquellos entrometidos no se iban, tendría que salir con un repelente y cruzar los dedos para que no lo denunciaran a alguna entidad de derechos humanos.
Podría salir con mi escopeta en mano, eso les daría un buen susto, pensó con una cuasi sonrisa.
—¿Crees que vas a salir hoy? —inquirió Yanina con sarcasmo, desde la cocina. Batía un bizcochuelo para una torta.
Darío volteó malhumorado, con sus manos aun pegadas a la puerta.
—Todo depende de esos fanáticos de ahí afuera —dijo—. Parece que les dijeron que San Isidro era un pueblo de paganos inconversos, presto para la invasión. ¿No leyeron el “San” antes de “Isidro”? Es bastante obvio para mí. Además, ¿quién tiene tanta determinación para calarle la cabeza a alguien… —Miró el reloj de pared. — a las diez de la mañana? Esta es la tercera vez en la semana que vienen.
Yanina dejó de batir, y el tenedor que usaba reposó retintineando al fondo del bol.
—Decime que es una joda —vociferó—. Pensaba que seguías buscando tus zapatillas. Dejá de dar vueltas y andá de una vez. ¿Querés comer a las tres de la tarde? Suficiente con que te vengo bancando la idea de un asado para dos personas. Será tu cumpleaños, pero si no salís ahora, comeremos lo primero que encuentre en la heladera. Sin gas y sin carne, no esperes ni asado ni torta.
—Si queres podes ir vos. ¿Ya sabes qué les vas a responder cuando comiencen a preguntarte si habrá fin para el sufrimiento, o si es posible que los muertos resuciten? Y no cuenta el que está al fondo del inodoro.
—¡Sos un asqueroso! Qué… —Yanina suspiró. —Esa imagen borró el bello recuerdo de la lluvia de estrellas de anoche. Sabélo.
Ahora, esa es tu señal, salí ahora, pensó Darío. Salió sin volver a comprobar por la mirilla. Para su alivio, los mensajeros del más allá se habían ido. No muy lejos, sin embargo. Don Vargas, el vecino del predio de al lado, estaba con su cara de pensar frente a una señora de metro y medio con pollera, y otra mujer más joven, más alta, y de igual atuendo. Seguramente esperaban saber qué diría don Vargas sobre si era posible que los muertos volviesen a vivir. ¿Sí?, ¿no?, ¿tal vez? Respondas lo que respondas, vecino, suerte con los próximos diez minutos de monólogo. Y cuidado con echarle el ojo a la jovencita. Nadie querría que cambiara su fe por un don Juan como usted. ¿Qué tendría para opinar su difunta esposa de eso?
Darío fue hasta su Ford 100. Cargó tres garrafas vacías para cambiarlas en la ciudad de Salta. Subió, encendió el motor, y comenzó a conducir hasta la salida del pueblo. Salta quedaba a poco más de cinco kilómetros. Haría una parada en Los Patronos por la carne primero. En San Isidro había carnicerías, claro. Reses en condiciones dudosas, en heladeras de condiciones más dudosas. El olor a carne pasada se sentía desde las veredas. Ofrecer su salud a la Salmonella o Escherichia coli no estaba en sus planes. En cambio, Los Patronos tenía frigoríficos cercanos, y Don Bife recibía de las mejores carnes. Motivo suficiente para justificar el tirón. Pero, además, estaba el tema de las garrafas, y los burócratas de la YPF local no recibían las amarillas. Sólo las blancas y con una etiqueta en particular. En Salta, no se fijaban ni en colores ni etiquetas. Con el viaje, mataría dos pájaros de un tiro. Sobre ruedas.
Llegó al Portón de los Gauchos, punto de referencia de entrada y salida de San Isidro, y dobló a la derecha. Delante de él, se extendía una recta de cuatro kilómetros hasta Los Patronos. Sendas filas de eucaliptos de tronco pálido, tan extensas como la ruta misma, daban al paisaje un detalle encantador a la vista. Detrás de esos árboles, se extendían hectáreas y hectáreas de caña de azúcar. Los campos eran un océano de verde, ahora humedecido por la fuerte lluvia de la noche anterior.
La ruta era para él. No había nadie circulando. Los únicos allí, eran unos policías de tránsito que tendrían una mañana de no trabajo muy aburrida. Al principio, miraron la F100 con sospecha, pero luego decidieron que Darío era un conductor matriculado, sin actitudes temerarias, y sin droga dentro de las garrafas. Lo dejaron pasar sin hacer preguntas.
Los eucaliptos pasaban a gran velocidad. Al costado de la ruta, Darío vio a su mano izquierda, la cola distintiva de un Renault 12 azul, como escondido entre la caña. No llegó a distinguir nada en su interior, pero vio la tapa del capot levantada. El conductor estaría revisando algo. Eso, o se estaría escondiendo de los de Tránsito más adelante. Parte del paisaje, muchas veces, eran los conductores y motociclistas sin papeles que pacientemente esperaban en la banquina por horas, hasta que desaparecieran los oficiales para que no los multaran y les retuvieran los vehículos. Darío hizo un gesto de desaprobación con la cabeza y continuó su camino sobre el asfalto, salpicando agua de lluvia bajo sus ruedas.
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Sábado 9:30 p.m.
—“Y la liberación llegó a través del fuego y el humo. Como columnas se alzó el Amo en medio de ellos para sacarlos del valle de esterilidad y muerte.” —El ministro cerró el rollo y se puso de pie junto al púlpito—. Hermanos, estamos aquí porque esta noche seremos copartícipes de la segunda liberación.
—Somos el pueblo que traerá la luz en medio de la oscuridad —respondió la congregación.
—Para la segunda parte de esta celebración —dijo el ministro—, iremos al monte. Ahí vamos a ofrecer nuestros dones y expresar nuestra gratitud como cuerpo que somos. Los invito a que juntos vayamos a prepararnos antes del gran ofrecimiento, con el cual seremos incluidos en el Testamento…
—De aquellos que completaron la obra —musitó la congregación.
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Domingo - 11:30 p.m.
El viaje había sido un dolor de cabeza. En Los Patronos, los comercios estaban cerrados, y el pueblo parecía haberse esfumado. Sólo vio merodear a unos coches patrulla y dos camionetas del departamento de bomberos voluntarios de la ciudad.
Salta, un caos de gente. Parecía que todo el mundo había decidido salir a hacer sus estúpidos trámites. La carnicería que Darío encontró no era Don Bife, pero tenía su prestigio. De todas maneras, no tuvo mucha más suerte. Consiguió unas costillas, y un poco de vacío. Pero tuvo que olvidarse de la morcilla; cortesía del gordo pelado que sacó número antes que él. Al ir por el cambio de garrafas, los imbéciles de la YPF habían decidido que preferían las blancas, después de todo. Sin embargo, algo vieron en los ojos de Darío que los hizo hacer una excepción, no sin antes gastar un poco más de su tiempo.
Darío venía con el pedal a fondo, todavía dedicándole cortesías en voz alta tanto a los dos estúpidos de la YPF como al gordo ladrón de morcillas. Cuando pasó nuevamente el Renault 12 azul a su mano derecha, vio un hombre con la ropa mugrosa y hecha girones caminando por la banquina a los tropezones. Miró detenidamente y no llegó a reconocerle el rostro. Se detuvo, encendió las balizas, y salió de la F100.
El hombre venía a unos veinte metros, con la mirada al piso. Darío apresuró un poco el paso.
—Oiga, señor, ¿está bien? —gritó.
El hombre alzó la vista. Tenía sangre seca en el rostro.
—¿Darío? —dijo.
Y el aludido reconoció al hombre detrás de aquel sujeto demacrado.
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Domingo - 12 p.m.
Yanina dejó la muda de ropa limpia sobre la cama en el cuarto de huéspedes. El sonido de la ducha llegaba enmudecido desde el baño. Yanina salió del cuarto y cerro la puerta tras de sí. Entró a la cocina. Darío salaba la carne.
—¿No te dijo nada más? —inquirió ella.
—Nada— respondió él—. Así como lo viste, lo encontré. Ya sabes cómo es mi primo. Lo único que logré sacarle en los diez minutos que nos llevó llegar hasta aquí, fue lo que ya te dije. Salió de su casa anoche. Mis tíos fueron para Salta, y él quiso venir hasta aquí a visitarnos.
—Por tu cumpleaños —aventuró Yanina.
—Supongo. Lo agarró la lluvia a mitad de camino, y el auto se le quedó. Aparentemente se durmió esperando a que pasara la tormenta. Capítulo siguiente, lo encontré caminando por la banquina.
—¿Y la sangre que le maquillaba la cara? —inquirió Yanina—. Intenté llamar a tus tíos y no me responden los mensajes.
Darío se encogió de hombros.
—Le pregunté, y no dijo nada. Comprobá la casilla de mensajes enviados, ahí tiene que decirte si llegaron o no.
Yanina comprobó su celular, y vio que los mensajes habían sido enviados, pero ninguno de los destinatarios los había recibido.
—¿Les llegan?
—No —dijo Yanina—, todavía no los recibieron.
—Deben estar sin señal, o sin batería. Imagínate, mi tío tiene 75 años, y mi tía 70. Deben haberse ido a Salta sin cargador. Si uno no está atento por ellos, son capaces de irse sin tomar demasiados recaudos.
—Es todo muy raro —dijo Yanina—. Tu tío no será un nativo digital, pero sabe usar un celular. Tu tía es más… especial.
—No hables así —dijo Darío en tono moderado—. No sé que tan avanzada estará su senilidad; hace mucho que no los visito. Sé que estaba cada vez más… ausente. La verdad, no sé qué utilidad le puede dar a un celular.
—¿Un cable a tierra? —sugirió Yanina.
—Al presente, diría yo.
—Fui al almacén porque me quedé sin esencia de vainilla, y en los dos segundos que me llevó, escuché que hablaban de una tragedia en Los Patronos. Algo sobre varias viviendas incendiadas. ¿Viste algo?
— No —Darío pensó unos segundos. Volvió a negar con la cabeza—. Vi unos policías y bomberos circulando, pero no les presté mayor atención. ¿Viviendas incendiadas? Qué calvario. Aunque, la tormenta de anoche habría apagado cualquier incendio.
Desde el cuarto de huéspedes llegó el sonido de un portazo.
—Franco terminó de bañarse —dijo Yanina. Veamos qué más puede decirte.
—No lo voy a acribillar mucho a preguntas. Se lo vio muy aturdido. Sospecho que lo asaltaron en algún momento de la noche. Debe darle vergüenza hablar.
—Vergüenza… ¿por qué? Si alguien lo asaltó hay que hacer la denuncia, no podemos no hacer nada.
—Los hombres somos muy… ¿Cuál fue la palabra que usaste recién? Especiales, eso. Nuestro orgullo es delicado. Si alguien lo hiere, lo confinamos. Eso significa que no se habla del tema.
—Eso significa que son medio tarados.
—¿Qué palabra te confundió entre: “hombre”, “orgullo”, y “delicado”? Repasemos la fina relación entre ellas otra vez.
—En otro momento. Ahora tenés que hacer un asado, y averiguar lo que le pasó a Franco. Yo tengo que terminar una torta.
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Domingo - 3:00 p.m.
—Muy buenas tardes a todos. Esto es Canal 4. Vamos a irnos inmediatamente con el móvil. Los reportes que no acaban de llegar desde San Isidro son un poco confusos. Lo que sabemos hasta el momento, es que se produjeron varias explosiones en una vivienda. Fabián estamos con vos.
—Hola Selena, buenas tardes. Sí. Es una historia que… no acabar. Aquí estábamos conversando con uno de los vecinos que se acercaron a nosotros. La policía no está disponible para ofrecernos comentarios aún. Siguen buscando al… mientras los bomberos intentan controlar las llamas. Los oficiales creen que puede haber más personas dentro de la residencia.
Según el testimonio de los vecinos, se oyó una serie de disparos de un calibre importante. Se sugirió que podía tratarse de un… tipo escopeta. A momentos nada más de que se produjeran los primeros disparos, ocurrió la primera de dos explosiones. Esto no es más que una conjetura, pero es posible que estallaran unas garrafas. Este pueblo no cuen… con gas natural, así que es común que los vecinos tengan más de una garrafa en las viviendas. Esto es lo que sabemos por… momento. Volveremos a insistir con las autoridades aquí presentes para que nos den mayor claridad respecto de lo ocurrido. Estámos atentos ya que este incendio ocurrido en el día de hoy, podría estar relacionado con los ocurridos… la madrugada, en… localidad de… otras viviendas… incend…
—Bueno, estamos experimentando problemas técnicos. En cuanto se resuelva, retomaremos la comunicación con Fabián.
Vamos con el informe meteorológico.
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Domingo - 12:15 p.m.
Darío insistió por segunda vez.
—Voy a pasar —dijo.
Abrió la puerta y vio a su primo, Franco, sentado al pie de la cama. Ya estaba vestido, pero con el pelo húmedo y enmarañado. Enseguida pudo notar, ahora que la sangre seca no estaba, que Franco tenía un corte en la ceja izquierda. Había cerrado, por lo que dedujo que había sido superficial. También tenía una hinchazón en el pómulo derecho.
Franco levantó la cabeza y miró a Darío con la sorpresa de alguien que es pillado hurgando cosas ajenas.
—No te escuché pasar —dijo con una sonrisa forzada.
—¿No? —respondió Darío —. Golpeé la puerta dos veces.
—Hmm…
—Estaba por ir a preparar el fuego, pero primero necesito bajar las garrafas. ¿Me das una mano con eso? Tenemos que conectar una al horno.
—Sí, seguro… —respondió Franco con la mirada perdida en sus pensamientos. No se levantó.
—Franco… —insistió Darío.
—Sí… —Lo miró entrecerrando los ojos. — Perdón, sí. Vamos.
Darío se paró bajo el umbral y esperó a que su primo se levantara. Dejó que Franco pasara delante de él, para darle una mirada detenida y cercana a ese rostro que acarreaba más que cortes y moretones. Llevaba perturbación, y a Darío le quedó muy clara otra cosa. Escondía algo.
Salieron a un patio que estaba en medio de dos estructuras edilicias. La principal, con la sala de estar, dos habitaciones, dos baños y la cocina. Y la otra, también con dos habitaciones, un lavadero y una galería con fines de quincho.
La camioneta estaba en la entrada de la casa. Darío fue y la introdujo al garaje, el cual tenía un acceso al patio. Con ayuda de Franco descargó las garrafas. Dos de ellas quedaron allí mismo, y la otra la llevaron hasta la cocina, para conectarla al horno. Después de esto ambos fueron al quincho para preparar el fuego.
Darío quebró varias maderas y comenzó a colocar bollos de papel en lugares estratégicos, para que el fuego se armara de manera adecuada. Decidió retomar la conversación, sutilmente.
—Tenemos que ir a buscar tu auto. No puede quedar más tiempo en esa banquina. Alguien podría robárselo, o pueden remolcártelo los de...
—No, no quieras hacerte problema por eso. Pero podés prestarme una llamada. Tengo un mecánico amigo que puede ir a buscarlo.
—¿Seguro? Es mucho más rápido que vayamos y lo remolquemos hasta aquí. Estamos más cerca.
—En serio. No te hagas drama. Prestáme un teléfono que yo lo soluciono enseguida.
Darío le prestó su celular. Franco comenzó a marcar un número. Mientras lo hacía, notó algo en la pared.
—Lindo juguete. ¿Es la Remington 1100?
—Ah, ¿eso? —respondió Darío animado—. Divina. Semiautomática, calibre 410, 4 rondas. Ayer hice tiro al disco. Me hubiera terminado todos los cartuchos, si no fuera que me olvidé una de las cajas en el armario. La tuve que importar, y casi…
—¡Hola cumpita! —dijo Franco al teléfono—. Necesito un favor.
Franco se alejó para hablar. A Darío le dio la sensación de verlo repentinamente más animado. Eso lo tranquilizó, pero todavía necesitaba saber.
Distribuyó el carbón, y encendió el primer bollo de papel, colocado en el centro de la pila de maderas.
La idea de que Franco estaba rehuyendo al tema de lo acontecido, empezó a gestarse en su cabeza. Darío recordó que siempre había sido un tanto reservado. De chicos, viviendo en el mismo barrio, pasaban más tiempo juntos. Era toda una odisea extraerle información, o hacerlo hablar cuando algo lo había molestado, o hecho llorar. Se sellaba herméticamente, y la única forma de entender lo que le había sucedido era averiguando por otro lado. Pasarían días hasta que Franco finalmente contara los hechos por su cuenta. Diría: “¿Se acuerdan cuando me puse a llorar, aquella vez? Fue porque fulanito de tal me había sacado del equipo y todos ustedes siguieron jugando como si nada.” A lo que el resto respondería: “Ya lo sabemos Franco, hubieras hablado y lo solucionábamos ahí nomás.” Pero el patrón se repetiría, Franco se empacaría y lloraría sin dar explicaciones.
Su hermetismo empeoró de grande, más que disminuir, cuando hizo amistades en ese grupo espiritual. No pertenecían a ninguna de las ramas evangélicas. Algunos los identificaban como una secta. Se decía que hacían sus retiros en carpas en medio del monte, y las reuniones las tenían en locales alquilados o lugares retirados. A veces, por las noches, se los podía oír cantando y celebrando. Poco se llegaba a saber de ellos si uno no era parte. Algunos datos se conocían por personas que habían sido “desplazadas” por falta de compromiso. Otros decían que esos grupos se reunían en nombre de algo que nada tenía que ver con Dios.
Darío nunca se hizo mayores cuestionamientos. Para él, las personas encontraban a Dios donde querían buscarlo. Su primo parecía estar bien, como si hubiera encontrado un propósito. Lo único que le reprocharía, sería el hecho de haberse vuelto tan reservado. Fuera de eso, y mientras no jodiera a nadie, era libre de hacer su vida como quisiera. Vivir y dejar vivir.
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Sábado – 10:00 p.m
—Esta noche, hermanos, es la noche en que subiremos con la lluvia de estrellas —dijo el ministro.
La congregación murmuró palabras de afirmación.
—Por eso —continuó el ministro—, debemos ceñirnos de valor y presentar nuestras ofrendas. Tengamos en la memoria que, a mayor sacrificio, mayor recompensa. Hemos sido comprados por precio de sangre, ahora es nuestro tiempo de devolver parte de aquello que hemos recibido. El mensaje nos ha sido dado, y la misión encomendada de llevar ese mensaje. La invitación está abierta. Aquellos que creyeron en nuestro testimonio, y decidieron sumarse a la legión, tendrán el privilegio de ser incluidos en el Testamento de aquellos que completaron la obra. No servimos a un señor mezquino. Nuestro Amo está dispuesto a mostrar misericordia aún con aquellos que tan obstinadamente lo rechazaron, dedicándose a calumniarlo y manchar su nombre con declaraciones blasfemas. Pero en eso, tenemos que estar convencidos, hay un propósito. Ellos, por más que aún no lo comprendamos, tienen un papel muy importante en el cumplimiento de la obra. ¡Alégrense, porque han sido comprados por precio de sangre!
—Nos alegramos —repitió la congregación.
—¡Anímense —prosiguió el ministro—, porque la ofrenda de sangre les ha sido dada!
—Y de lo que recibimos—convino la congregación, también damos.
—¡Vayamos, y ofrezcamos nuestros sacrificios!
—Iremos y ungiremos la tierra.
—Y nuestras cenizas se encontrarán en la lluvia de estrellas.
Los bombos y las panderetas resonaron en el aire. Los siervos de la danza bailaron al son de la música con gritos de alegría. El sonido se elevaba en el aire y viajaba hasta los oídos de los pueblerinos, más allá del monte. Ellos escuchaban el eco resonante de bombos y panderos.
Y los alaridos.
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Domingo 12:45 p.m.
Darío entró a la cocina y, desde allí, vio a Franco a través de la ventana de la sala. Seguía al teléfono, caminando de un lado a otro a paso lento.
—¿Y? —dijo Yanina.
—Nada. No quiere que traiga su auto. Pero está hablando con un conocido de él, para que lo haga.
—Hmm…
Yanina puso el bizcochuelo en el horno. Encendió la garrafa bajo la mesada, abrió la llave de paso del gas, y encendió el horno.
Darío buscó la bandeja con la carne preparada. El fuego ya estaba listo.
—Amor, ¿me prenderías el televisor antes de irte? Por favor, tengo las manos llenas de harina y demás.
—¿El noticiero?
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Domingo 12:20
Don Raúl despertó en el asiento de acompañante de su auto. Se sentía un poco mareado. Las ventanas estaban empañadas. Al moverse, sintió cómo su cabeza se despegó del asiento. Se llevó una mano a la nuca, sintió el pegote de sangre y un dolor punzante.
Franco —pensó.
Comprobó el auto y vio que se encontraba solo. Frotó uno de los vidrios con la mano. Afuera tampoco veía a su hijo por ningún lado.
Salió del vehículo para ubicarse. Estaba en la banquina, sobre la ruta de la caña. No recordaba cómo había llegado ahí, pero le era evidente que lo habían llevado. Calculó que estaba cerca de San Isidro al ver los campos de caña alrededor suyo y las largas filas de eucaliptos blancos. Decidió que debía actuar rápido. Franco lo había abandonado en el auto, pero podría volver.
Volvió a subir al Renault 12. Tenía las llaves puestas. Eso le aceleró el pulso. Su hijo seguía en ese lugar. Hizo contacto, pero el auto no respondió. Volvió a insistir, pero los motores no encendían. Comprobó la palanca de las luces y estas estaban en posición de encendido.
La batería está muerta —dedujo —. ¡Desgraciado! —masculló—. No descartaste ninguna posibilidad, ¿no?
Bajó del auto, miró hacia ambos lados de la ruta, y comenzó a caminar hacia San Isidro. Su sobrino vivía allí. Si alguien podía auxiliarlo, era Darío.
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Domingo 3:10 p.m.
—Estamos de vuelta con Fabian en San Isidro, donde ocurrieron dos explosiones producto de un incendio aparentemente producido por garrafas. Aunque eso lo determinarán los especialistas. Recomendamos discreción a los televidentes, porque el siguiente contenido puede herir sensibilidades.
Fabián estamos con vos.
—Gracias Selena. Sí, haces bien en advertir a nuestros televidentes. Luego de que se nos cortara la comunicación, pude indagar un poco con los vecinos. Entre ellos, había dos hermanas de la localidad, pero que prefieren no revelar su identidad. Ellas estuvieron aquí por la mañana haciendo rondas de lo que llaman “evangelización”, y justamente pasaron por la casa donde se produjeron los siniestros. Pensaron que no se encontraba nadie en la vivienda porque no fueron atendidas. Imaginarás su consternación al encontrarse con este panorama. Ellas volvían de hacer sus rondas cuando se oyeron los disparos, y atestiguaron la primera de las explosiones. Inmediatamente lo reportaron al 9-1-1.
—Entonces, Fabián, hablamos de que las explosiones fueron provocadas, ¿es así?
—No podríamos descartar esa hipótesis, teniendo en cuenta los hechos ocurridos durante la madrugada. Por lo que nos cuenta otro vecino, de apellido Vargas, el propietario de la vivienda, Darío Ruiz, posee un rifle de calibre importante y acostumbra realizar tiro al disco en campo abierto. Podríamos estar hablando de un accidente o, también, podría tratarse del agresor que te mencionaba que la policía buscaba, hace minutos. Los bomberos han logrado controlar las llamas, y unos rescatistas ya han ingresado a la vivienda. Y aquí un dato sensible, porque se han encontrado por lo menos tres personas dentro. No nos han brindado información todavía, pero podría tratarse de víctimas fatales.
—Qué horror.
—Una verdadera tragedia, Selena. Como te decía, lo que sabemos por los informes de anoche, no se descarta que este incendio guarde una estrecha relación con los otros que se reportaron, y que se adjudicaron al grupo sectario conocido como Los Zapallos. Si fuera así, el incidente de Los Zapallos ya sumaría más víctimas a su lista. Con esta vivienda ya serían 15 las casas incendiadas, y el número de víctimas fatales superaría las 50 personas.
—Gracias Fabian, estamos pendientes de más…
—At… ción. Perdón… Selena. Los rescatistas… saliendo con… trataría de… masculinos… y… sin vida…
—Fabián, repetínos por favor. Te estamos perdiendo. Bueno, si bien no podemosreestablecer el audio, … las imágenes hablan por sí solas.
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Domingo 1:00 p.m.
— Y fue cuando me quedé dormido en el auto —dijo Franco—. Estaba agotadísimo para cualquier otra cosa.
—Hijos de su madre —protestó Darío—. Lo bueno es que no te hicieron mayor daño, pero tus documentos y la guita… ¡ah! Ojalá los hubieras visto. Seguro son uno de esos vagos mantenidos por el estado. Ganas de arrancarles la cabeza me dan.
—Che, ojo que yo soy uno de esos “mantenidos por el estado”.
—Bueno, pero con vos es distinto, primo. Vos no estás sin hacer nada. Tenes tu taller, estás con Los Zapallos… —Notó la expresión de molestia en Franco. — perdón, con tu grupo de la iglesia —se corrigió—. Olvidaba que el otro término era ofensivo. Me refiero a que no estás desperdiciando tu día a día. Sí, reciben una pensión por tu vieja, pero no hay vergüenza en ello. En cambio, estos malandras ¿qué hacen? Te engañan en medio de la noche diciendo que te van a ayudar a empujar el auto. Lo próximo que sabes es, que estás tirado en el piso, sin billetera, sin celular, y con un corte en la ceja.
A lo lejos se oyó el timbre, seguido por dos golpes en la puerta.
—¡Voy yo! —anunció Yanina.
Franco quiso ver de quién se trataba, pero las cortinas en la puerta y las ventanas de la cocina se lo impidieron.
—¿Más invitados para la fiesta?
—No —dijo Darío—, nunca me gustó hacer cosas grandes y sociales. Ya me conoces. Deben ser esas hermanas que andan dando vueltas intentando engatuzarnos con sus folletos. “5 pasos para no irse al infierno.” —Soltó una carcajada. —Creo que, si todo eso existe, me voy derechito para ahí, en primera clase. Ya tengo mi bronceador factor 60. Lo voy a necesitar allá abajo.
Franco no lo acompañó en la broma. Prácticamente no lo escuchó, porque intentaba oír lo que sucedía adentro de la casa.
La puerta de entrada se cerró. Momentos después, el celular de Darío le vibró en el bolsillo. Vio, sin necesidad de desbloquear la pantalla, un mensaje de texto de Yanina. Al desbloquear la pantalla, esta se abrió en el teclado numérico donde Franco lo había dejado. El número que todavía figuraba en pantalla, no correspondía a un teléfono fijo, ni celular. Simplemente, esos números no tenían sentido.
Abrió el mensaje de texto: Vení.
—Che, Franco —dijo Darío guardando su celular nuevamente en el bolsillo —. Pasáme un poquito más de carbón. Mirá, ahí la tenés a la bolsa.
Franco volvió en sí, y llevó la bolsa con mirada preocupada. Luego cambió su expresión.
—Dejáme que lo haga yo, primo. No queremos que arrebates la carne. No en tu cumpleaños.
Darío le dio lugar a Franco. La puerta de la cocina, que llevaba al patio, chirrió. Por ella se asomó Yanina con ojos perturbados. Darío volteó y una mano temblorosa de ella lo llamó.
—Aguantáme un rato, Franco —dijo—. Voy a traernos unas cervezas.
—Negra para mí, Darío. —Volteó él también, y vio a Yanina. Sus ojos se encontraron y ella le sonrió. Franco le devolvió el gesto—. No me lo robes mucho tiempo que esto lo tiene que terminar él— bromeó—. ¿Cómo espera aprender, si no?
Darío entró a la cocina. Yanina le indicó que cerrara la puerta tras de sí, con gestos rápidos de la mano. Él lo hizo.
—Tenemos que llamar a la policía —susurró Yanina.
—¿A qué te referís? Ya hablé con él, no quiere llamar a nadie. Me explicó que lo asaltaron cuando el auto se le quedó, y que… —No logró terminar la frase, cuando una figura conocida apareció desde la sala—. ¿Tío? ¿Qué…?
—Hacé lo que ella dice. No tenemos mucho tiempo.
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Momentos antes
Sonó el timbre y la puerta fue golpeada dos veces.
Qué gente más molesta, pensó Yanina —¡Voy yo! —anunció desde la cocina, esperando que los dos del quincho la oyeran.
Llegó hasta la puerta y observó por la mirilla. El aspecto del hombre afuera le hizo pensar en un vagabundo que venía a pedir algo para comer. Pero luego de verle las heridas en el rostro, no supo bien qué pensar. Se vio a sí misma llamando a emergencias pidiendo ayuda para un hombre que había sufrido una suerte de accidente. Abrió.
—Yanina —dijo don Raúl—. Gracias a Dios que te encuentro.
—¡Raúl! —exclamó Yanina con una voz ahogada por el susto —. ¿Qué te pasó?
—Es una historia complicada —dijo—. Mi hijo… él… —Rompió en sollozos, y se llevó una mano a la frente. Parecía que iba a desplomarse.
—Tome asiento, don Raúl —dijo Yanina tomándolo del brazo —. Déjeme traerle un vaso de agua.
—No, no necesito agua. —Miró a través de las cortinas de la cocina y vio a Franco que, desde una galería exterior, miraba hacia adentro de la casa, pero sin ver, ya que la luz del patio se lo impedía. Raúl sintió terror—. Está aquí…
Yanina llegó con el vaso de agua para don Raúl en una mano, mientras redactaba un mensaje de texto con la otra.
—Aquí tiene. Voy a buscar a Darío y a…—Vio que don Raúl estaba petrificado, señalando con la mano temblorosa hacia afuera.
—Está aquí… no puede… ser —tartamudeó don Raúl—. Tenemos que llamar a la policía. Ya.
—Estaba por decirle que Franco estaba aquí con nosotros. Voy a traerlo.
— ¡No! Está loco Yanina. —Comenzó a hablar de manera muy acelerada—. Me mató a la vieja. ¿Dónde está Darío? Los necesito a los dos. No puede lastimar a más personas. Hablaba de quitarse la vida, Yanina, pero primero tenía que hacer algo. —Se puso de pie, tambaleante. —Tenía que… esa secta. Prendieron fuego las casas. Eran tantas casas. La vieja quedó adentro, Franco me impidió salvarla. Luché con él, pero… estaba en trance, Yanina. No sé cómo sigo vivo. No sé cómo estoy aquí. Me desperté en mi auto. Seguro creyó que había muerto ahí. Tenemos que hacer algo.
—Espéreme aquí…—dijo Yanina con consternación. Se levantó y caminó hacia la cocina pesadamente—. Voy por Darío.
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Darío lo miró consternado. El aspecto de don Raúl era muy parecido al que Franco tenía cuando lo halló esa mañana. Ropa sucia y hecha girones. Pero llevaba la cara más lastimada. Su cabello estaba pegoteado, y uno de sus ojos estaba prácticamente cerrado.
—Nos estuvo engañando, Darío —dijo Yanina—. Él le hizo esto a don Raúl. Mató a tu tía. Creo que esta aquí para…—Se llevó las manos a la boca, espantada por sus pensamientos.
—Vamos a hacer lo siguiente —dijo Darío.
Pero no hubo tiempo para lo siguiente.
Detrás de la puerta de la cocina se produjo un clic. La puerta que daba al patio se abrió. Primero se vio el cañón de una escopeta automática, ingresando cautelosa como un perro curioso. Los presentes dirigieron miradas amenazadas, y del patio apareció Franco. Al cerrar la puerta, las llaves que colgaban de la cerradura tintinearon. Franco las giró. Luego las tomó y las colocó en su bolsillo.
—Ahora —dijo Franco mirando a Darío—, vas a ir a la puerta de adelante y hacer lo mismo. —Cargó la recámara de la escopeta y la apuntó hacia Yanina. Las lágrimas brotaron de los ojos de ella como bolsas de agua pinchadas —. Y no vas a actuar como un imbécil.
—Bien, pero por favor…—comenzó a decir Darío.
—¡VAS A HABLAR CUANDO YO TE DIGA QUE PODÉS HABLAR! —Disparó al techo. Recargó la recámara, y apuntó otra vez a Yanina—. Ahora… héroe.
Darío fue hasta la puerta de entrada y la llaveó. Volvió a la cocina y le entregó las llaves a Franco sin que este se lo solicitara con palabras. Su mirada hablaba claro.
—Hijo, ¿qué estás haciendo? —intervino don Raúl—. ¿Hasta dónde tiene que llegar todo esto? ¿Qué te metieron en la cabeza?
—No tendrías que estar aquí —le reclamó Franco.
—Lo sé, tendría que estar muerto, ¿no? Como tu mamá. Pero estoy aquí. Algo tiene que significar eso. Bajá el arma por favor.
—Tendrías que haber muerto en el auto —dijo—, o en casa, con mamá. Si estás aquí es porque cometí un error. No va a pasar otra vez. —Miró hacia la bajo mesada, y apuntó el rifle a la delgada puerta de madera, tras la cual se encontraba la garrafa recientemente colocada por él.
—Que ellos se vayan —, dijo don Raúl—, dejálos fuera de esto.
—A mayor sacrificio, mayor recompensa —dijo Franco. Sus ojos vacíos. Posicionó el gatillo—. Y la liberación vendrá en columnas de humo y fuego. —Yanina y Darío no lo pensaron y comenzaron a moverse —. Con sangre ungiremos la tierra —continuó Franco, que estaba allí con ellos, pero se encontraba en otro lugar. Dirigió el rifle hacia Yanina o Darío —, y nuestras cenizas se encontrarán en la lluvia de estrellas.
Hubo un disparo, don Raúl se interpuso y voló dramáticamente hacía atrás. Darío se encogió y tomó a Yanina de la mano sin mirar. Ambos se arrastraron por el piso hasta salir de ese lugar.
Franco los vio atravesar la puerta del costado que llevaba hacia el garaje. Ni siquiera lamentó haberla olvidado. Todavía tendrían que atravesar el portón eléctrico.
Vio a su padre tendido en el piso, que aún se movía. Volvió a apuntar hacia la garrafa detrás de la delgada puerta de la bajo mesada.
—Y nuestras cenizas se encontrarán en la lluvia de estrellas —musitó.
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Darío y Yanina salieron para el garaje.
—Agacháte —dijo Darío a Yanina—. Tenes que correr al cuarto de huéspedes, encerrarte ahí, y llamar a la policía.
—Tenes que venir conmigo —le suplicó Yanina.
—No tenemos tiempo para eso —la interrumpió—. Tengo que sacar a mi tío, quizás aun…
—Es una locura, él…
—Andá —la urgió mientras espiaba a Franco por una ventana—. No salgas hasta que yo vuelva. ¡Ahora!
—Pero…
—¡Ahora!
Yanina salió corriendo hacia un de los cuartos de huéspedes. No había visto a Franco alzando la escopeta hacia la garrafa en la bajo mesada junto al horno. Darío sí. Se acurrucó contra la pared y se llevó las manos a los oídos.
Hubo una explosión. Darío fue lanzado contra la F100, estacionada a dos metros de él. Vidrios, madera y escombros volaron por los aires, y un soplo caliente lo envolvió por completo. Darío pensó en el viento sonda. Aturdido y con un dolor en el hombro se incorporó. La casa se incendiaba. No veía a Franco por ningún lado. Solo un hueco en la pared del garaje, y del otro lado del polvo y el humo, la ruina de la cocina. Vio también, las otras dos garrafas volcadas en el suelo. Observó la habitación de huéspedes, y rogaba que Yanina estuviera allí. No le importaba la casa, no le importaba su propia vida. Solo quería que algo le dijera que ella estaría bien al finalizar el día.
Rodeó la F100 y miró desde la ventilla del conductor. Las llaves estaban colocadas. Pensó en sacar la camioneta e ir por Yanina. No, eso le llevaría mucho tiempo. Decidió abrir el portón eléctrico primero. Rápidamente abrió la puerta de la camioneta, fue hasta la guantera y sacó el control remoto. Lo accionó. El portón comenzó a deslizarse. Giró las llaves y la camioneta se encendió. Solo le faltaba ir por Yanina. Salió de la camioneta y cerró la puerta. Le costaba pensar con claridad.
Vio a Franco al otro lado de la camioneta. No entendía cómo podía estar vivo, así envuelto en llamas y con el rostro bañado de sangre. Estaba en un trance que parecía haberlo vuelto inmune al dolor. Vio su rostro sonreír mientras volvía a apuntarlo con la escopeta a través de la ventanilla cerrada del acompañante. Lo hacía con un solo brazo, el otro lo había perdido.
Darío se lanzó al suelo y hubo un disparo. Llovieron vidrios.
—¡Dejános en paz! —gritó Darío.
—Ahora no entienden —dijo Franco, con la expresión de éxtasis que Darío vio segundos antes—. Pero la liberación está aquí, en columnas de humo y fuego. —Levantó el rifle una vez más, apuntándolo a las garrafas volcadas en el piso—. Ungiremos la tierra con sangre y nuestros nombres figurarán en el Testamento de los que completaron la obra.
—¡Estás loco, hijo de p…!
El viento sonda.
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Lunes – Nota del diario “Reporte Salteño” Policiales
Secta religiosa se cobra cerca de un centenar de vidas
Se trataría del grupo conocido como Los Zapallos. El grupo liderado por Guillermo Zapallo llevó a cabo un ritual que se cobró la vida de 89 personas, entre la noche del sábado y madrugada del domingo.
Los miembros de una secta religiosa conocida como Los Zapallos, liderada por Guillermo Zapallo, llevaron a cabo un ritual por medio del cual asesinaron a 89 personas en Los Patronos.
Los miembros, que generalmente concertaban sus reuniones en salones alquilados o adentrados en el monte, tenían instrucciones de volver a sus casas luego de una de las reuniones para llevar a cabo un ritual, según testimonios. El acto consistía en inmolarse en sus casas con sus familiares dentro, de acuerdo al crudo relato de algunos sobrevivientes que pudieron dar testimonio a “Reporte Salteño”.
Las autoridades dieron con un número de sectarios ya que algunos vieron frustrados sus intentos de ejecutar el ritual, y otros desistieron de hacerlo por considerarlo “demasiado”.
Uno ex sectario, que fue desplazado por el líder espiritista, pudo explicar a Reporte Salteño los argumentos tras la masacre. Según el entrevistado, se creía que entre la noche del sábado y la madrugada del domingo (momento en que se produjo el avistamiento de la lluvia de estrellas) la entidad a la que adoraban, recogería en el cielo a aquellos que estuvieran dispuestos a ofrecer un sacrificio de sangre por medio del fuego. Las cenizas de los inmolados se elevarían con el viento y encontrarían a su amo en la lluvia de estrellas.
La tragedia provocada no concluyó el sábado a la noche. Entre los que vieron frustrados sus intentos de suicidarse y matar a su familia con ellos, se encontraba un vecino de la localidad de Los Patronos, Franco Barbero (36). Según los testimonios de Yanina Ruíz, una sobreviviente, Franco acometió a su madre provocándole la muerte, pero no logró matar a su padre, quien luego moriría bajo circunstancias poco claras. Por razones que sólo pueden ser conjeturadas, Franco decidió conducir hasta la casa de Yanina y su marido en San Isidro, a la mañana siguiente. El agresor murió en esa residencia luego de provocar una serie de explosiones al efectuar disparos a garrafas.
Continúan las investigaciones y las autoridades han establecido como “máxima prioridad” la captura de Guillermo Zapallo. Quienes puedan aportar datos que contribuyan en la búsqueda, pueden hacerlo de manera gratuita al número 0800 40 001.
Lunes 10:00 a.m.
Al salir del drugstore lamentó la tarea que tenía por delante. Los periodistas y fotógrafos podían ser un verdadero dolor en el culo. Apresuró el paso y bajó la mirada. Los comunicadores sociales se lanzaron al ataque, armados de cámaras, grabadoras, micrófonos y celulares.
—Señorita Ruiz, ¿qué nos puede decir del ataque de los Zapallos en su residencia…? señorita Ruiz, ¿puede comentarnos como fue que…? señorita Ruiz, ¿qué sintió al momento de ser…? señorita Ruiz, ¿habló con las hermanas que…? señorita Ruiz… señorita Ruiz… señorita Ruiz…
El ascensor cerró sus puertas y el silencio bramó. Yanina tenía la respiración agitada, y dio un fuerte suspiro. Sostuvo la botellita de agua mineral recién comprada con el dedo índice y el pulgar, y se peinó un flequillo que estaba fuera de lugar gracias al palito selfi del reportero de canal 4. Las puertas volvieron a abrirse en el tercer piso y para su alivio, el lugar estaba despejado. Caminó unos cuantos pasos hacia la habitación 5, e ingresó.
—Ahí esta mí “héroa” —dijo Darío desde la camilla.
—Se dice “heroína”, y no soy eso. Guardále el título a esas hermanas de la fe que pidieron ayuda antes que yo. También a Vargas que me escuchó gritando (y eso no tuvo nada de heroico) y que, por si fuera poco, proveyó la amoladora con que los presuntos rescatistas cortaron la reja de la ventana para que sacarme. No hubieran llegado nunca hasta mí, con los derrumbes bloqueándoles el paso, y sin herramientas de trabajo.
—No los culpes. El estado es responsable por la falta de equipamiento. Al menos tenían un generador.
—¿Cómo te sentís? —dijo Yanina, cambiando el tema.
—Creo que bien. Aunque todavía pienso en que fui yo el que te mandó a ese cuarto. Podrías haber....
—Pero no fue así, y gracias a Dios por esa ventana.
Darío se acomodó en la camilla e hizo una mueca de dolor. Yanina fue a auxiliarlo.
—Estoy bien, estoy bien —dijo él—. Creo…
—¿Creo?
—Sí. Podré tener el brazo quebrado, un corte en la cabeza y, quizás aún, algo de humo en mis pulmones… —Rio pesadamente—. Es lo de menos.
—Pero…
—Pero sigo pensando en tu bizcochuelo. ¿Segura que no se salvó nada? Mirá que no me importa si tiene un poquitito de sabor a quemado.
Yanina le revoleó los ojos y se sonrió.
—Evidentemente, humo tenés— dijo sentándose al costado de la camilla—. En la cabeza.
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Un tiempo después
—¿Para que diario dijo que trabaja, señor…? —inquirió el remisero, mientras giraba en la rotonda de acceso a Quebrachal, un pueblo al norte de San Isidro.
—Tolaba, pero dígame Ricardo. Soy periodista de “Reporte Salteño”.
—¡Ah! ¿Viene para cubrir la lluvia de estrellas, Ricardo? Cerca de Quebrachal hay un mirador, creo. Es lo único interesante de ese lugar, sin ánimos de ofender.
—No necesito viajar hasta aquí para ver la lluvia de estrellas. Puede ser vista prácticamente desde toda Salta. Tengo familia aquí, y me queda cerca de San Isidro. Estoy redactando la historia de lo ocurrido con…
—¡Ah! los Zapallos —. Todavía lo pienso y no puedo creerlo. Llevarse esa gente de esa manera. ¿Se supo algo del loco que los lideraba?
—Lo atraparon el mes pasado, en Santa María de Catamarca. Pero hay sospechas de que se trate de un chivo expiatorio. La policía no está convencida, y sigue investigando. Parece tratarse de una red que supera nuestras fronteras.
—Chivo expiatorio o no, deberían encerrarlo igual.
Avanzaron por la ruta, en medio de la noche, la zona urbana comenzaba, y ya podían verse las casas, pálidas a la luz de la luna, como fantasmas.
Ricardo observaba por la ventanilla del acompañante. En la distancia, detrás de las casas que tenía delante, observaba una tenue aura que iluminaba la niebla suspendida.
—Han mejorado el alumbrado público, por lo que veo —dijo—. Aunque no en esta calle, precisamente. Hace meses que no vengo.
—¿El intendente de Quebrachal? —cuestionó el conductor—. ¿Mejorar el alumbrado público? Ni aunque le sobrara medio centavo de lo que se roba, ese sin vergüenza.
Ricardo observó, con mayor atención, el aura anaranjada a la distancia y algo lo perturbó.
Lo que le pareció niebla, se movía, y el esplendor anaranjado fulguraba. Por una fracción de segundo, creyó sentir una vibración en el ambiente, como si de afuera provinieran temblores. Bien podría ser el auto, pero eso no explicaba la súbita emanación que llegó a su nariz.
—Eso huele a… —comenzó a decir Ricardo.
El remisero aminoró la marcha del vehículo mirando a Ricardo con turbación.
—Humo… — concluyó.
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Córdoba, Hotel Zapata y un poco del Cosquín Rock
Cuatro amigas, un auto y un Hotel Zapata esperándonos con torta fritas para alegrarnos la mañana. Así arrancaba una aventura que sabíamos daría mucho para hablar con nuestras amigas la semana siguiente.
Poco planeado es la forma en que describiría este viajecito express a nuestra querida Córdoba. El programa giraba en torno al Cosquín Rock, el festival de música que te hace sentir un poco más parte del mundo curtido del rock n roll. Después de una sensación de haber ido y vuelto de chapa en un mismo día, llegamos a Córdoba. Muy austeras, simples, poco complicadas y con mucha calle comimos unos sanguchitos de miga en una YPF cerca del hotel donde nos quedamos, el hotel ZAPATA.
El nombre del hotel se esforzaba por bajar las expectativas del viaje en todo sentido. Sin embargo el ZAPATA fue un claro ejemplo de no quedarse con lo superficial, nos enseñó que lo que importa es lo de adentro porque si entrabas te encontrabas con las medialunas, las torta fritas de desayuno y con Joaquín. Joaquín, un chico de 14 años muy amoroso que nos recibió tarde por la noche cuando llegamos, el mismo que encontramos dormido en el sillón del comedor a la mañana siguiente. Seguramente nuestro horario de llegada le provocó algún tipo de jet lag.
El primer día nos hicimos las deportistas y fuimos a hacer trekking al mástil. Teníamos la sierra toda para nosotras 4. Mientras Fran tiraba tips de que había que hacer breaks cada 10 minutos, yo pensaba en esos cuentos de chicas que se fueron hacer trekking y nunca más volvieron. Cande por otro lado, siempre con datos muy interesantes, decía que nunca había que frenar, eso le habían dicho. Pero la verdad es que el tip pasó bastante desapercibido a medida que íbamos frenando cada diez mins como había ordenado la escaladora del Himalaya.
El sábado fue el gran día del evento tan esperado. El Cosquín del Rock. Twitter lo apodó Cosquín del POP. Nosotras lo apodamos Cosquín de las FILAS. No vamos a mentir, vimos más filas que bandas. Filas para todo, filas para comer, ir al baño, comprar Fernet, respirar. Fila para hacer fila. Filas de todo tipo, filas largas, filas cortas, filas cancheras, filas más aburridas, filas rebeldes, filas respetuosas, filas seguras, filas que pasaban más desapercibidas. Pero siempre ante la duda fila. Si no tenias gente por delante y atrás probablemente te habías ido del festival sin darte cuenta.
Mientras una de nosotras comentaba, sorprendida, que le parecía que habían muchos cordobeses en un recital en Córdoba, una señora se ocupaba de contestarle lo inesperado y extraño que le parecía tal fenómeno. La señora se llamaba María Marta Ironía, mujer intolerante a las mujeres engafadas que vienen de Buenos Aires a tirar comentarios estúpidos. Fue seguramente la misma señora que veía como nos intentamos colar en una fila que duraba más de 4 vueltas a una de las manzanas del barrio sólo para retirar las entradas.
Con caras de¨ cansadas de hacer tanta fila ̈ nos escabullimos entre las personas paradas en la fila que habían estado ahí toda la tarde y habían forjado amistades con sus vecinos de fila, los de atrás y los de adelante. Se había formado una especie de comunidad con reglas internas y sanciones si eran transgredidas. Cuestión que ya todos sabían quienes tenían a su alrededor, ya sabían quienes eran, su estado civil , ocupación y hasta su signo astral. Claro que nuestros atuendos tan llamativos los desconcertaron. O alguien nos había parido ahí en esa fila; mellizas, fruto de alguna relación que se dió en esa espera. O claramente nos estábamos colando. Y todos votaron la segunda opción. Fue unánime. Todos juntos, todos unidos por una misma causa, empezaron a gritarnos¨se colaron¨, ¨sáquenla¨.
Con mentón arriba, dando por pérdida la batalla, haciéndonos un poco las maduras como si ya estuviésemos grandes para seguir peleando por cosas tontas, como si supiéramos que hay cosas más importantes en la vida, dimos un paso al costado. Y ahora qué hacemos.. nos miramos. Nos pusimos al lado de un chico muy rockero con pelo violeta que hacía una fila un poco más corta al lado de la fila principal donde estaban todos nuestros enemigos. Yo por dentro pensaba, no importa que estemos llegando tarde a ver a Turf, esto es experiencia, esto es CALLE, RE KURTIDAS.
La cuestión es que el amigo de pelo violeta nos dejó colarnos. No es que le haya encantado sumar a dos personas, pero fue como un común acuerdo entre las dos partes que se manifestó en el silencio y la ausencia de quejas y berrinches. Nos íbamos acercando, estabamos casi ahí, por primera vez el dúo dinámico, Adán y Eva, Hipocan y Vife, habíamos podido cumplir con una misión súper desafiante.
No lo decíamos pero por dentro las dos veíamos venir esa satisfacción que íbamos a sentir cuando tuviéramos las entradas en mano y le contáramos a nuestros súper agentes, Fran y Rochi, todos los obstáculos que tuvimos que atravesar. Toda esa ilusión se pinchó el minuto en que apareció una de nuestras colegas. Una de las involucradas en la misión tomó un papel activo y se camufló con su remera color piel entre los monstruos que empujaban contra las rejas desesperadamente para entrar en el corralito para retirar las entradas.
Dejando expuesta nuestra ineficiencia, Rochi de repente había logrado entrar en el corralito de las entradas en menos de 5 minutos. Contentas con las entradas en mano, pero frustradas con nuestro fracaso ahora si podíamos encarar por fin las puertas del Cosquín.
Para resumirlo, sólo puedo decir que fue uno de los eventos más argentos a los que asistí en mi vida. ̈Entrada obligatoria con barbijo ̈ gritaban señores grandotes y transpirados con un stock de barbijos a la venta en la mano. Otros te decían ¨Entrada obligatoria con choripán¨ mientras prendían su parrilla llena de choris. Por supuesto que la entrada la pasabas sin barbijo, sin pase sanitario, casi que sin entrada.
Fue una linda experiencia. Fue divertido estar rodeada de gente saltando con sus pelos pegados a mi nariz escuchando música y mirando un espectáculo que se iba dando en el escenario. Personalmente me faltó estar rodeada de más fanáticos, faltó que la barra brava fuera un poco más brava. Faltó pogo, faltó un desubicado que esté pasado de droga, faltaron más Nicky Nicoles, más efectos sorpresas. Faltó unión, un sentimiento compartido. El único sentimiento compartido fue el de la gente haciendo fila haciéndole frente a las coladas. Faltó un público que se volviese homogéneo a pesar de la diversidad, un público conectado entre sí a través de un artista.
Faltó Rock y un poco más de Roll.
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mary at the men's game 🫶🏻
#mary earps#muwfc#mufc#also. you know what i'm about to say#te pido en nombre de dios y los santos evangelios que me hagas el orto en el baño de una ypf
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I HAVENT BEEN THIS HORNY ON MAIN FOR SO LONG BUT I JUST I CANT. DO YIU HAVE ANY IDEA FOR HOW LONG I HAD THIS INSIDE MY CHEST WANTING JUST PATIENTLY WAITING TO COME OUT ???¿?? QUIERO QUE ME ROMPA EL ORTO EN EL BAÑO DE UNA YPF Y ME LO DEFLORE COMO UNA MARGARITA GENTE
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Sé que existen aristas más importantes del problema, pero una de las cosas que más me llama la atención de este movimento es la autodenominación como “economías colaborativas”. Pienso: ¿no estamos viviendo hace rato en un “modelo”, en un “modo de producción” -es decir, de vida- que es forzosamente colaborativo? Regreso a casa. Al principio me cautiva la cantidad de vida vegetal que tiene mi casa. Lo interpreto como un privilegio espiritual. Luego lo explico como un privilegio de clase. Voy hasta el patio del fondo. Hay una silla de madera, pintada de rojo, que tiene una bandeja en el asiento y hay muchas macetitas, todas brotadas, hechas de vasos de plástico. La pileta está llena de agua, la borrachera me hace ver el agua de la pileta como algo sumamente abstraco, la perspectiva me engaña, y me entristecen, de repente, los postulados de los empiristas. Por supuesto que cuento únicamente con mi experiencia, por supuesto que mi existencia no es garantía de nada. Capaz por eso la pileta fantasmagórica, y también mis ansias de copular con la chica donde terminamos haciendo previa.
Me siento en el piso, atrás de la silla. Es de pino, está pintada de rojo. Una de las macetas, brotada con algo, es un vasito de una YPF. Es marrón y beige. Dice full. Lleno. LLENO. ¿Cuándo lo lleno se volvió algo positivo? A full. Pienso en los cimientos de la pileta, veo la camioneta japonesa en el garage de caños y chapa. Atrás, otro auto de marca japonesa.La casa tiene aberturas de aluminio, entrepiso de madera dura. ¿A costa de cuánto trabajo estoy viviendo? Esa es una nueva característica de la condición humana: vivimos a costa de muchísimo trabajo ajeno.
No pudimos haber hecho nuestra propia pileta. Instalar la cocina. Hacer todos los muebles, asentar el piso. Hacer el equipo de música, el proyector. Comemos leche de vaca procesada de distintas formas. La pirámide alimenticia dice: lácteos dos o tres veces al día. Y dejamos que el gráfico canónico de nuestra dieta sea una pirámide. A la altura del ojo, distintas comidas chatarras. Regreso. Regreso a perderme en las pastillas de cloro, en mi perro que es un ovejero alemán, cría de dos perros cuyos dueños tienen unos papeles que certifican que sus perros son puros y hace más caros a sus cachorros. A nuestro perro fui yo el que le puso Django. En honor a una película de Hollywood sobre un negro esclavo que se subleva de sus captores y que se llama Django. Tiene que matara a golpes a otros negros antes de poder vengarse. Mi Django, en cambio, me mira aburrido mientras huelo las plantas del patio, que me parecen dinosaurios. Me acuerdo de la boca de Cami. Me abrazó en algún momento, yo le pedí dos cigarrillos. Le escribo en mi mente.
Antes de llegar a casa había meado en una Shell. El baño estaba inmundo. Papeles, agua, barro. Insoportable olor a pis. Ocupo el tercer mingitorio. Migitorio. Me cuesta hasta pensar esa palabra. Miro la marca: ferrum. Me duele el oligopolio en la punta de la verga. Un dolor en forma de f, encasillada en un cuadrado azul. Pierdo doblemente: escucho en el pasillo a una chica insultándose a sí misma por estar borracha. Entra al baño que tiene dibujado al monigote con pollera y pelo largo.
Salgo. Pido un taxi. Bajo la ventanilla y me inclino sobre el hueco todo el trayecto. La ciudad es barullo.
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CFK: QUE DIOS Y LA PATRIA TE LO DEMANDEN...
Editorial de Marcelo Longobardi.
Tuvimos 200 muertos en Cromañón en el 2004.
Tuvimos 52 muertos en el Sarmiento. Tuvimos 180 muertos en La Plata y Luján por las inundaciones.
Tuvimos 12 muertos en Tucumán en el 2013 por los saqueos, y tuvimos un Estado ausente y un Gobierno que festejó igual el día de la Democracia.
Tuvimos esos muertos y miles más... porque les recuerdo que la corrupción mata.
Tuvimos 7 precios distintos de dólar y un pueblo callado. No solo cerraron las importaciones de encendedores y pilas, sino que al cerrar la importación nunca midieron los insumos, prótesis, medicamentos ni repuestos, y nadie dijo nada.
Sacaron subsidios a la luz y el gas, pero estaba bien.
No podíamos ahorrar en dólares, pero estaba bien.
Nos quisieron convertir en Venezuela, pero también estaba bien.
Construyeron rutas en el sur que llegan a la base de una montaña, pero sin túnel, y nadie dijo nada.
Entregaron terrenos en Neuquén a china para que construya una base "científica"- militar, y tampoco nadie dijo nada.
Una embajadora K en Francia que no quiere dejar su cargo y no quiere retornar al país y nadie dice nada.
Nos dibujaban los precios del INDEC, la canasta familiar, la inflación, la devaluación, el costo de vida, la pobreza, la muerte infantil y la inseguridad, pero también estaba bien.
Te obligaron a sacar la tarjeta sube y de $0.75 subió de golpe a $3.00 el precio del colectivo, y eso también estuvo bien.
Si a Martín Báez, Rossi, y el abogado de Lázaro, los ves contando dólares del pueblo, y eso para algunos... es solo gente contando plata.
Uno de los planes de vivienda de Milagro Sala tenía final de obra, se cobró... pero nunca se inició, y eso también estuvo bien.
La valija de Antonini Wilson, los medicamentos para jubilados ya fallecidos en el PAMI, la sobre facturación en los gastos de viajes de Cristina en el exterior, el faltante de municiones en fabricaciones militares, y adivinen... NADIE dijo NADA.
Tuvimos un fiscal muerto, pero eso también estaba bien, El caso Skanka, Lázaro Báez, De Vido, Ciccone, Lorenzino que se quería ir, un vice presidente procesado que además decía vivir en una duna, Oyarbide que sobreseía, una ministra de economía que le encontraron guita en el baño, Pero eso también estaba bien.
Retuvo fondos x decretó a todas las provincias, y nadie dijo nada.
Pagaron 7 millones de pesos que concepto de intermediación para la reestructuración de la deuda de Formosa a Alejandro Vandenbroele socio del vice... y adivinen qué? Tampoco pasó nada.
Estatizaron Aerolíneas, pero metieron gente de la Cámpora, y eso también estaba bien.
Nos mintieron con YPF, pero preferimos creer que es argentina y no del grupo Chevron, y eso también estuvo bien.
Nos persiguió la AFIP, tuvimos que hacer declaraciones juradas con compras superiores a los 1.000 pesos, ¡pero todo estaba bárbaro!
Tuvimos a De Elía complicado con la causa AMIA, pero tuvimos que soportar que nos llamen OLIGARCAS y FACHOS. Aníbal Fernández complicado con la efedrina, y el triple crimen de general Rodríguez, y nadie dijo nada.
Se llevaron los fondos de Santa Cruz que nadie sabe dónde están pero... adivina! Eso también estuvo bien.
Kristina incrementó su patrimonio un 900%, eso sí por ser una abogada exitosa en Santa Cruz. Pero claro, todo eso era culpa de los medios de comunicación.
Hoy los escuché exigir el 82% móvil -que les recuerdo Cristina VETÓ la ley, y eso también estuvo bien.
Escuelas que se caen a pedazos, hospitales desabastecidos, y eso también estaba bien.
Hermanos Paraguayos que cruzan la frontera por plata para votar en Formosa y Chaco, y eso también estaba bien.
Defienden a Milagros Sala, mal llamada militante social, que robó de la manera en que robó, y eso no importa, eso también lo ven bien.
Compramos vagones x 6 millones de dólares a España que no sirven... y nadie dijo nada.
Crearon "Fútbol para todos" que nos salió 6 mil millones de pesos entre 2009 y 2015, y eso también estuvo bien.
Después de todo esto, la verdad, no entiendo qué reclaman? A qué le hacen resistencia? Tanto duele no poder seguir viviendo del Estado? Apenas 3 años tiene este gobierno y ya exigen y exigen que todo el despilfarro de estos 12 años que causaron se solucione ya, pero va a llevar mucho tiempo pues el País quedo con las cajas de las Provincias y del ANSES vacías!!!!! Y agrego: Hebe de Bonafini se asocia a un parricida, el Gobierno la pone al frente de "Sueños Compartidos", desaparece plata... y no pasa nada.
Moreno saca de su bolsillo un revólver que deposita sobre un escritorio a modo de amenaza, y no pasa nada.
La agrupación "Vatayón Militante" es acompañada un par de veces por presos que tienen condena perpetua como el caso del ex de "Callejeros" por matar a su esposa, y no pasa nada.
Hay tanto más... lástima que no da ni el espacio ni el tiempo. Entiendan que antes no salían a las calles porque le endulzaban los bolsillos a los sindicalistas, no porque el trabajador estuviera bien! Entiendan que las marchas que se vieron y se hicieron durante el anterior gobierno fueron a causa de la inseguridad que había y todavía hay. Y sobre todo entiendan que, si a este gobierno le va mal, nos va mal a TODOSSSSSS!!!! se redujeron un PBI, vaciaron Anses, y la plata de las afjp? nos trataron con prepotencia y con soberbia, nos mataron con el impuesto a las ganancias... Duelen los aumentos? Sí que duelen. Estamos pagando los "Sueños compartidos", "Los "milagros".. de Sala, Los "contar panes" en "la rosadita", los chistes de Jaime "jaimito", los "puestitos" en la administración pública, las "moneditas" de Cristóbal López, las habitaciones "colmadas" de los hoteles K, las "dunas" de Amadito, las pensiones a los "jóvenes idealistas", el traslado de don Colón y la llegada de doña Juana, los "muertos vivos " de PÁMI, el plan "cunitas ", los "bolsos" de Cristóbal López, los "ahorros" de Florencia K, etc., etc.
Duele...? Sí que duele. Qué pretendíamos?? Seguir con la joda?? No seamos hipócritas...
Si todo esto, amigo KIRCHNERISTA, no te preocupó, no te pido que dejes de ser opositor, te pido que dejes de ser HIPÓCRITA!!!!
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El pasado viernes, la Sociedad de Bomberos Voluntarios de Berisso llevó a cabo la reinauguración del Salón ubicado en el primer piso de la entidad ubicada en Avenida Génova y 164.
Del acto, que contó con la presencia del intendente Municipal de Berisso Jorge Nedela, participaron referentes de empresas que acompañan a la institución, integrantes de la Comisión, colaboradores y vecinos de la ciudad.
Respecto de la inauguración del remodelado salón, el presidente de Bomberos Voluntarios Ariel Ochandorena indicó: “Después de varios meses de trabajo y sacrificio, por parte de esta Comisión Directiva y el Cuerpo activo logramos culminar con el embellecimiento de este salón tan querido y recordado por la gente de Berisso”.
En cuanto a los trabajos realizados, Ochandorena detalló: “comenzamos a mediados de marzo de 2016 con el cambio completo del techo parabólico, los baños e incluimos un baño apto para el uso de personas con capacidades diferentes”. “También remodelamos las cocinas y sumamos un espacio de living, sonido e iluminación”.
Seguidamente, el presidente de la institución explicó: “Para concretar esta obra tan anhelada contamos con la colaboración de muchas empresas como YPF que realiza su aporte a través del servicio de emergencias médicas que bridamos, más la tasa de seguridad pública, lo recaudado en la Fiesta del Inmigrante y el subsidio nacional”.
“El salón, que ya está reservado para eventos, se encuentra operativo y abierto a aquellos vecinos que deseen acercarse a conocerlo. Es un espacio de la comunidad, es para todos”, especificó.
Por su parte, el intendente de Berisso Jorge Nedela aseguró: “es una muestra más de lo que remarcamos sobre Bomberos Voluntarios, saben administrar muy bien los recursos, han realizado un gran inversión y es un claro reflejo para todos los que confían en Bomberos Voluntarios de Berisso”.
El jefe Comunal berissense felicitó a la entidad por las remodelaciones y “por el trabajo de vocación, desinteresado que realizan cotidianamente”. “Como institución están creciendo constantemente”.
“Una vez que llegamos a la gestión, pudimos ordenar las cuentas y concretamos que Bomberos reciba un aporte por el trabajo que hace a la comunidad. Estamos orgullosos de Bomberos Voluntarios de Berisso”, resaltó
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@JorgeNedela participó del acto de reinauguración del Salón de Bomberos de #Berisso El pasado viernes, la Sociedad de Bomberos Voluntarios de Berisso llevó a cabo la reinauguración del Salón ubicado en el primer piso de la entidad ubicada en Avenida Génova y 164.
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A veces me la mando. Parece que mi hijo invisible jugo con mis pinturas o como si la hubiese dejado en el baño de una YPF ISO9001. (en Mármol, Buenos Aires, Argentina)
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