#el grupo queda en verano navidades Semana Santa y alguna más
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peaceeandcoolestvibes · 2 years ago
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QUEDADINHA EN GRUPINHO 🫶🏽🫶🏽🫶🏽
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nonasrevolution · 4 years ago
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Declaración de este año
El año 2020 empezó cuando al final de la nochevieja, Lassie nos confesó que tenía depresión. Parecía mentira, juro que la había visto bien, o es que sudaba tanto que no me di ni cuenta. Recuerdo que se tiró al suelo, como si estuviera loca y todo el grupo discutió por saber qué le pasaba. No estábamos bien, ni entre nosotras, ni con nosotras mismas, pero bailamos en un VIP reservado fingiendo que todo marchaba sobre ruedas, recordando como otros años habíamos estado bien, en los que aún ni siquiera nos conocíamos.
Enero sigue con la tercera guerra mundial de trending topic en Twitter y con cuatro exámenes finales, uno de ellos el más jodido. Voy a la universidad por la mañana, hago una exposición sobre el síndrome de Diógenes y nos hacemos unas birras para compensar el futuro disgusto de la tarde. Hago el examen, me quiero morir, y encima con redacción que implica una reflexión. El profesor Orujo nos miraba desafiante “No vais a hablar catalán en vuestra puta vida” pensaba mientras hacíamos el examen. A las dos semanas, Nia me habla y me dice que solo 6 han aprobado y que ella y yo estamos entre esos 6. Dios, jamás había triunfado tanto como aquel día tan horrible. Llega el último examen, filosofía cuando serás mía y paso de todo y ese sábado salgo de fiesta con 30 personas que no conozco de nada. Anita se pega el pedo de su vida conmigo y me lío en el portal de un local con un tío que quiere seguir conociéndome... Todo eso en enero, y sumemos que me anuncian que voy a ser tía, acojonante.
Febrero, empieza un nuevo cuatri y conozco a dos profesores de literatura hispanoamericana guapísimos e intensos. Cómo me hubiera gustado bailar tango con ellos o “Bruce Willis” en acústico. Aprendo un montón después de un año de carrera bastante neutro, por ejemplo “Destillatio me tenet” significa “Estoy que goteo” y el amor, lo inventaron los trovadores. (Y el tinder también), salgo todos los findes con mis amigas, me voy a Granada y me vuelvo a acostar con el que siempre me enreda, porque así soy, sigo sin saber decir que no y menos al placer.
Llega marzo, y no sé por qué sigo viva, si cada vez que salgo me bebo un bidón de gasolina y busco pelea. Alguno que otro ha caído ante mis encantos mientras rozábamos nuestros cuerpos al ritmo de Bad Bunny, pero tengo la regla, así que otra vez será, encantada, que dios te bendiga. Y de pronto, 13 de marzo, apocalípsis. Ese último finde me retiro de las pistas de baile “A dormir, que en casa se está mejor” y entonces Dios me miró y me dijo “Amén hermana, porque tú y todo el mundo vais a pasaros una larga temporada en casa”. Se paró el mundo, colapsó y comencé a vivir de recuerdos como la última vez que vi a Lassie, se pidió una horchata a principios de febrero. ¡Cuanto la iba a echar de menos! Noticias falsas y gente con bolsas en la cabeza perdiendo el poco juicio que les quedaba, mientras yo intentaba vestirme todos los días para no caer en el abismo de una cuarentena interminable.
Pasaba 4 horas en instagram, y las 20 restantes replanteándome mi existencia, volví a escribir hasta el cansancio mental hasta que al final, me acostumbré porque era lo que había. Ni fiestas, ni celebraciones, la televisión pasaba las grabaciones de las anteriores y era como sentir un navajazo desgarrante en el costado, quedándome el cruel consuelo de “No puedo llorar en fiestas si no hay fiestas” o “No pueden dejarme en fiestas, si no hay fiestas”
Llega mayo, y todo esto parece hacer ventosa, la gente olvida que el mundo se acaba, y sale a las calles. Celebro mi 20 cumpleaños en el patio de mi casa con distancia de seguridad y un pastel de semana santa, quejándome, como no, mientras otros atan sus vidas a respiradores. Me regalan segundo de carrera con exámenes online, jamás me había planteado hacer uno en pijama, 20 años y siento que ya lo he vivido todo, menudo desorden.
Con el curso regalado, me propongo un reto, conducir, y no mi vida, sino un coche. Ansiedad de golpe, porrazo en el pecho, 2 exámenes suspendidos y el sentimiento de fracasada n#1, lo dejo, quizás el año que viene mejor. Me perforo la oreja, como me lo había propuesto, era más fácil que conducir, y menos doloroso, lo juro. Me largo a la playa con el dulce sabor de pasar mis noches con un San Francisco frente al mar y mis amigas, a quienes creía que nunca iba a volver a ver. 
Acaba el verano, con 12 personas en mi grupo de amigos, éramos 4 gatos y ahora podemos montar una cofradía, así me gusta, que la familia crezca en mitad de una pandemia mundial con toque de queda. De paso, me vuelve a liar el mismo loco de siempre, pero pronto termina nuestra “no historia” cuando le digo que tengo más asuntos que atender que su “nardo” y le borro de mi lista de contactos tras días de reflexión. Dejo de escribir por unos meses y me doy cuenta de que me siento bien, que no lo hacía por desahogo, sino por masoquismo, y eso me mataba por dentro. 
Me largo a Valencia, y rechazo al tío más casanova de Blasco Ibáñez, y en un par de días, me enamoro en Tinder de alguien que ya había visto en otro lugar, en otro tiempo... ¡Sí! En las clases del señor Orujo. Quise hacerme un poco Hannah Montana, hasta que me descubrió y nuestro amor de segundos murió. Voy a batir el récord de relaciones cortas e intensas de la historia. Pongo “A puro dolor” de Son by 4 mientras recuerdo nuestras conversaciones: desde la Victoria de Samotracia hasta la tortilla cuajada o líquida. Me hubiera gustado largarme a París con él, trabajaríamos en el Louvre, viviríamos en un ático y leeríamos poesía en la bañera. Noches de bohemia y de ilusión.... pero se acabó.
Me hago la intensa un buen rato, mientras digiero mi fracaso en el amor y en tráfico con un plisplay a 3€ en el nuevo pub del centro, donde antes había un prostíbulo. Cada vez me gusta más el costumbrismo de mi ciudad, pero cada vez crecen más las ganas de irme de aquí. Mis complejos vuelven, al igual que algunas sombras del pasado, dios mío, cuánto me gustaría encerrarlas en una pocilga para siempre junto al virus y que ahí reventaran todas.
Por lo demás, sigo en mi línea, tiro navajazos sarcásticos a la gente que quiero y aun no me han matado (supongo que después de esto son invencibles, o no) y creo Alter Egos: Nona, Jacqueline... las mejores versiones de mí, separadas en diferentes egos. Y aunque las navidades no hayan sido las mejores, al menos me he librado del novio de mi prima, con quien había tenido una hija alias mi “sobrina segunda”, en fin... de buena me he librado. Duermo 10 horas, ni más ni menos, y pronto hará 1 año que no estudio ni salgo hasta ver el sol, he perdido facultades, es como si volviera a tener 5 años, pero con la inocencia y la ilusión nulas. Es como si enero y febrero hubieran sido del año anterior, y el verdadero 2020 comenzara en marzo. ¡Maldito año nuevo y lo que me trajo!
2020 me ha enseñado a no engañarme, si ha sido una puta mierda, se dice, no me pienso calentar más la cabeza, he tenido suficiente.
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