#el caballo ligero
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CUANDO VUELVA (FIC) (AGNES/AGATHA X LECTORA) Una historia de Agnes of Westview
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La oficina sucia, vieja, pobremente iluminada y llena de pilas de papeles mezclados con carpetas de archivos se sentía helada a pesar de tener las ventanas cerradas. Cualquiera podría entrar y sentir un intenso frío al instante, las paredes húmedas empeoraban la situación y si alguien no llegaba a hacer una limpieza profunda muchas cosas importantes ahí se estropearían debido a la invasión de moho que empezaba en el techo. La luz del foco parpadeaba y nadie parecía haber llamado a un electricista en meses pero no se veía que fuese una prioridad debido a que estuvo vacía un buen tiempo. El bote de basura estaba reventando de papel arrugado (a saber de hace cuánto) y vasos de cartón vacíos, pero lo más deprimente en aquel entonces era la persona que volvió a pasar días de su existencia sentada en ese lugar.
La detective Agnes no recordaba la fecha exacta en la cual te conoció. Ni siquiera estaba segura de qué día era en aquel momento (como si pudiese ver el calendario sin que los días desaparezcan), pero tu llegada a la oficina se grabó en su mente con todos los detalles, incluyendo la ropa que usabas y las palabras que decías. Cómo tocaste tímidamente la puerta y el jefe te presentó, te asignó a apoyarla en un caso nuevo después de mucho tiempo de no haber ido a trabajar por motivos que le disgustaba mencionar y la primera vez que te observó. La detective recuerda haber levantado la cabeza y ver tu bello rostro de aspecto nervioso, sonreías pero notó que jugabas un poco con tus manos. Recuerda la vestimenta que traías, una camisa beige, un blazer sastre de botonadura sencilla que hacía juego con tu falda a cuadros, pocas joyas, sólo un par de perlas pequeñas en las orejas y el cabello recogido hacia atrás. En cualquier otro caso Agnes no hubiese querido trabajar con una persona así de temerosa como ayudante de investigación (asumió que te desmayarías con sólo ver la uña de un cadáver), y por un momento pensó que sólo te habían contratado por ser pariente o amiga de alguien pero en tu caso fue distinto, ella parecía sentir una especie de curiosidad hacia ti. Te observó por unos segundos y te invitó a pasar bruscamente como solía hacer con todo el pueblo.
"Ella es la agente T/A, y te va a ayudar con el caso desde ahora" Decía el jefe, pero Agnes no prestaba atención, su mirada se había fijado en tus características. Estudió tu imagen corporal cual escáner y apoyó su mentón en una de sus manos, la que llevaba el bolígrafo. La mujer se veía agotada, sus ojeras lucían marcadas, sus ojos algo irritados y la cola de caballo desaliñada como si hubiese salido directamente de la cama, incluso su ropa tenía un aspecto desordenado. Sin embargo, nadie tenía que ser un experto en la materia para darse cuenta de que te sentiste fascinada con ella al verla sin tener explicación alguna.
"Pasa. Me imagino que ya te dijeron que empiezas hoy, ¿verdad?...¿Nombre?"
Preguntó Agnes secamente, expulsando cada pregunta como si fuesen disparos. Ni siquiera le dirigió la palabra al jefe, quien se retiró poniendo los ojos en blanco y murmurando algo sobre Agnes siendo el problema de alguien más.
"T/N...T/A...De hecho...Agente T/A" Respondiste. Agnes dio un largo suspiro y se puso de pie para caminar hacia donde estabas con unos papeles en la mano.
"Así que, señorita T/N...primera misión del día. Saca copias de estos archivos sin perderte en el camino...para hoy" Dijo Agnes entregándote los papeles en la mano con firmeza sin dejar de observarte detenidamente. Miraba tus ojos y fingió una sonrisa a propósito, sin embargo notaste un ligero brillo en sus ojos. "Y tráeme un café ¿Quieres? No he dormido en toda la noche, me imagino que estas cosas no se van a repetir mientras estés aquí, ¿Hm?"
"Si...iré enseguida...oh, ¿Detective Agnes?" Agnes volteó a verte de nuevo "¿Cuántas de azúcar? ...En su café" Preguntaste. El hecho de oír tu voz la hacía sentirse extraña, se quedó pegada por un segundo pero salió rápidamente de sus pensamientos y contestó de la misma forma seca.
"Dos, pero...oh...no hay. Se acabó, sírvelo sin azúcar" Ordenó tras acomodar una pila de hojas de papel de su escritorio golpeándolas contra la mesa unas tres veces. Asentiste con la cabeza y te dirigiste inmediatamente a hacer lo que Agnes te pidió. La mujer se quedó sentada con los codos en la mesa y cuando finalmente decidió concentrarse en los archivos que tenía en su escritorio, notó que eran sólo un montón de hojas blancas. Algo había pasado, "Por fin el imbécil del jefe llamó al sujeto de la estufa?" Se preguntaba Agnes, mirando hacia ambos lados y con las pupilas dilatadas, algo no cuadraba. Agnes no podía señalar exactamente qué era, pero algo no encajaba, y esa sensación extraña era inexplicable en aquel momento. "No hace más frío. No es normal, es Westview"
Cuando volviste con el café caliente, las copias y una tierna sonrisa, Agnes se sobresaltó un poco y soltó otro suspiro.
"Lo siento detective, no podía tocar la puerta con ambas manos ocupadas..." Respondiste pasando a la oficina y dejando todo cuidadosamente en su escritorio. Agnes se puso de pie para tomar el vaso rozando ligeramente tu mano con la suya.
"Encontré azúcar, detective" Comentaste mientras le entregaste el vaso, sus dedos estaban colocados sobre los tuyos. "Espero que no le haya molestado que le agregue dos cucharadas" Agnes no dijo nada, sólo se volvió a dibujar una ligera sonrisa en sus labios. Agnes no había conocido a alguien que le produzca esa inusual mezcla de pensamientos, muchos tipos de pensamientos, pero trató de mantenerse firme en su enfoque hacia el caso mientras entrenaba a su nueva asistente.
"¿De dónde vienes, T/A?" Preguntaba Agnes mientras caminaban hacia los espacios que debías conocer y aparentemente el jefe no se molestó en mostrarte. "No te había visto por aquí"
"De Eastview, detective. Me mudé aquí hace poco" Respondiste y Agnes trató de no mostrar mucho lo extraño que le parecía que te hayas mudado justo a Westview, sólo asintió con la cabeza y se acomodó un mechón de cabello oscuro detrás de la oreja.
"Bien" Dijo Agnes. "Ahora...Lo que harás será investigar lo que te pida del caso, organizar lo que encontremos, recolectar información, básicamente apoyarme en el caso. Hay uno nuevo del que te hablaré al volver..." Agnes te hablaba como si acabases de llegar de mirar un par de episodios de CSI Las Vegas y no tuvieses idea de qué trataba el trabajo.
"Lo sé, detective" Respondiste. "Vine para eso, mi objetivo es apoyarla con la investigación" Tu tono seguía siendo neutro pero Agnes notó tu intento de imponer tu argumento y algo de firmeza. Al parecer, tú no eras ninguna pasante o algo por el estilo pero Agnes debía empezar a tomarte en serio. Caminó hacia tí hasta quedar a una distancia muy reducida, a tal punto que lograste ver todos los detalles de su rostro.
"Eso ya lo veré" Murmuró Agnes. Empezaba a ponerte nerviosa, pero quien tenía las palpitaciones era precisamente ella. No entendía el motivo, una posible desconfianza cruzó por su mente pero había otra cosa que no podía señalar.
"Va a necesitar apoyo. ¿No le parece?" Preguntaste, algo confundida por su tono. "Todos los detectives necesitan un respaldo. Además, ni siquiera sabe de mi experiencia en el área..."
Agnes te interrumpió, dando otro paso hacia ti.
"Cuida lo que dices, T/A, y te recuerdo que en sitios como este, lo mejor es no esperar un Great Place to Work. Investigamos casos de ASESINATOS, tratamos con sospechosos de CRÍMENES, personas DESAPARECIDAS, no somos un maldito retiro espiritual" Respondió bruscamente, haciendo que des un pequeño salto.
"Si voy a ser su mano derecha, creo que lo mejor es el respeto básico como mínimo. Lo importante es resolver el caso que viene, no tiene sentido trabajar en ello con alguien que le desespera todos los días de la semana"
Agnes no respondió. Exhaló por la nariz y trató de calmarse al volver a verte. No le gustaba pensarlo, pero verte le producía una extraña sensación de calma, no podía describirlo con palabras y apenas te conocía, no había forma de que tenga sentido para Agnes. Sin embargo, tal vez, trabajar con alguien sin esa irritabilidad le vendría bien a la investigación, pensó.
El resto del día Agnes te estuvo explicando sobre el caso de mala gana mientras te mostraba las demás oficinas, aún se notaba algo malhumorada por la forma en que insultaba a algunos oficiales de policía e incluso a la bibliotecaria (con quien intercambió algunas burlas). Te mostró a dónde ir en caso necesites información de algo, procedimientos, nombres de calles, te presentó a algunas personas y te tuvo que dejar nuevamente en la oficina a que organices documentos de casos anteriores que te pidió mientras ella fue a una escena del crimen de un caso reciente.
"Voy a necesitar que tengas esto listo para cuando vuelva. Y quiero el pizarrón para empezar a juntar lo que llegue, ¿Entendido?" Ordenó Agnes mientras cruzaba la puerta dejándote tomando nota de todo el trabajo pendiente, sus miradas se volvieron a cruzar antes de que su mano alcance la puerta para cerrarla y lo último que vio antes de salir fue a ti, de pie, en medio de la oficina con una libreta de apuntes en la mano observándola con la misma curiosidad.
"Sí, detective" Murmuraste sin que Agnes te oiga. Agnes tiró la puerta y el viento hizo que el sonido de ésta se intensifique. Había mucho que hacer.
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"Mujer de unos veintiocho años, un metro setenta, ojos verdes, y cabello color escarlata" Repitió Agnes de camino de regreso en el auto sintiendo un enorme fastidio, pero a la vez una tristeza indescriptible. Miró al cadáver y no entendía cómo es que llegó ahí. Escuchó que cargaron al cadáver y fue llevado hasta ese terreno pero no había evidencia de nadie que haya llegado en auto. Debía analizar bien todas las pistas al llegar y más te valía estar lista para empezar, si ibas a ser su ayudante, te exigiría un rendimiento excepcional. No quería ni imaginar cómo estaría esa oficina, qué habrás hecho en toda la tarde o si tal vez simplemente no aguantaste su trato y te fuiste. Eso ocurría con frecuencia con otros colegas, Agnes podía ponerse especialmente insoportable. Aún así, había algo que la hacía esperar volver a verte ahí con esa estúpida actitud servicial y esa mirada que podía hacerla sufrir de taquicardia o calmarla si así lo deseaba por alguna fuerza sobrenatural, no lo comprendía, pero esperaba que te hayas quedado.
Al volver a la oficina y abrir la puerta la mujer se quedó con la boca abierta. Habías organizado absolutamente todos los cajones, limpiaste cada rincón, te deshiciste de la basura, telas de araña, hasta las manchas en el piso, e incluso arreglaste el problema de la luz. Agnes no recordaba la oficina así, hasta el frío y la humedad habían desaparecido misteriosamente.
"Detective" Agnes oyó tu voz acercándose, habías salido de detrás de su escritorio cerrando uno de los cajones para ponerte de pie. "Le hice un par de cambios a su oficina, no tenía espacio en su mesa, espero no le moleste" Dijiste mientras caminabas hacia otro de los cajones y te inclinaste a sacar algo mientras Agnes observaba, con la vista fijada en ti. No abriste un cajón pero sacaste una enorme pizarra de corcho que colgaste en otra pared de la habitación.
"Espera...espera" Agnes caminó a paso rápido hacia donde estabas y tomó el otro extremo de la pizarra porque te costó un poco alcanzar el clavo para engancharla. "¿Tú hiciste esto hoy?" Preguntó y tú sólo le sonreíste amablemente.
"Así es. Que comience la investigación, entonces..." Respondiste. "...Estoy lista para empezar" Agnes volvió a perderse en tu mirada, algo que se quedaría en su mente el resto del día. Se preguntó muchas veces quién diablos eras tú, y qué buscabas, por qué aceptarías trabajar en un lugar así. ¿Por qué en su oficina?
"Desea otro café?"
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Les comparto esta Reflexión... La vida es simple, nosotros la complicamos. Bebe agua del manantial donde beben los caballos. El caballo nunca beberá agua en mal estado. Coloca tu cama donde duerme el gato. Come la fruta que haya sido tocada por un gusano. Siéntete libre de elegir el hongo sobre el que se posan los insectos. Planta el árbol donde cava el topo. Construye tu casa donde se sienta la serpiente para calentarse. Cava tu fuente donde los pájaros se esconden del calor. Duérmete y despierta al mismo tiempo que los pájaros: cosecharás todos los granos de oro del día. Come más verde: tendrás piernas fuertes y un corazón resistente, como los seres del bosque. Nada con frecuencia y te sentirás en la tierra como pez en el agua. Mire al cielo con la mayor frecuencia posible y sus pensamientos se volverán ligeros y claros. Cállate mucho, habla poco y el silencio vendrá a tu corazón y tu espíritu estará tranquilo y lleno de paz”. ~San Serafín de Sarov
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Alfa Dulce Omega Peligroso
Part 11 Part 12
*WOSH* *TACK*
La flecha quedo incrustada en el árbol, el venado al que apuntabas salió corriendo en segundos.
“Wow, la cena esta lista, corteza de árbol con salsa de tierra” Daniela demostraba su apoyo arduamente.
“He perdido un poco la práctica, además carpintería se me da mejor” Dijiste defensivamente.
“Jamás lo había imaginado pensé que solo tenías un odio extremo hacia la flora” Daniela uso tu hombro como reposabrazos. “Después de que le clavaras dos flechas a los árboles y una a un arbusto era una buena teoría”
“Voy a checar las trampas tu atrapa al venado” Dijiste prácticamente entre dientes
“¿Me estas ordenando?” Se alejo y cruzo los brazos mirándote con los ojos entrecerrados.
“Por favor Daniela” A pesar de que trataste de contenerla, la frustración en tu voz era más que clara.
La pelirroja te miro por unos segundos antes de hablar.
“Cassie te está volviendo loca con su encargo, ¿cierto?” Daniela dijo mientras rodaba los ojos.
Pateaste una piedra con fuerza.
“No importa que sigas sus instrucciones hasta la mínima letra siempre rechaza el caballete” Te agarraste el caballo mientras caminabas de un lado a otro. “Primero lo rechazaba quejándose de que era muy grueso, muy delgado, muy pesado, muy ligero, mucho barniz, poco barniz” Te sentaste encima de un tronco “¡Ahora ni siquiera me da una razón solo lo destruye!” La desesperación de tu voz era evidente.
Daniela siempre empática se rio suavemente de tu lamento.
“¿Enserio?”
“Pues ayer...”
°FLASHBACK°
Te agachaste para esquivar el caballete que se terminó estrellando contra la pared quebrandose en pedazos.
Ese había sido tu intento número cincuenta y dos.
“¿Y se supone que eres la sustituta de Relia?” La burla y el desdén eran notables en su voz.
Volteaste a ver al caballete destrozado en suelo, no sabias que te molestaba más el hecho de que todos los caballetes que has construido han sido destruidos sin misericordia o que tuvieras que aplicar autocontrol pues tanto tu alfa como tu movían la cola por el simple hecho de que Cassandra estaba cerca de ti, interactuando contigo, su aroma bailando libremente alrededor taller.
Manteniendo la calma agarraste tu libreta y un lápiz.
“¿Cuál fue el error esta vez?” Pensaste que finalmente habías logrado el equilibrio adecuado.
Te miro llamándote estúpida con los ojos.
Pudiste suprimir el ronroneo que quería salir de tu pecho, pero no tu aroma, mientras era muy ligero para que tus compañeras Betas pudieran percibirlo era claro para ella.
Su ceño se frunció con molestia.
No dijiste nada, con lápiz y libreta en mano le mantuviste la mirada no tenías intención de dominarle solo querías demostrarle que ella acaparaba toda tu atención.
Su rostro se relajó ligeramente, viste que trago saliva suavemente y notaste el ligero placer en su aroma. Mordiste tu labio para evitar sonreír, en estos pocos días habías confirmado algo que sospechabas durante su Celo pasado: Cassandra adoraba ser el centro de tu atención.
“¿Lady Cassandra?”
Parpadeo y su mirada se llenó de ira.
“Hazlo de nuevo y deja de hacerme perder el tiempo tengo muchos proyectos atrasados por tu incompetencia” Dijo prácticamente en tu cara, ahora eras tu quien tragaba saliva ella estaba tan cerca, parpadeo de nuevo y soltó un gruñido mostrando sus colmillos antes de marcharse.
El taller se quedó en silencio por unos segundos.
Sentiste una mano en tu hombro, Relia te miro con simpatía.
“Ya lo lograras, Tea me hizo construir el mismo gabinete más de cincuenta veces por que no cumplía con sus expectativas, ten paciencia”
Tus compañeras siguieron su ejemplo brindándote palabras de apoyo.
“Solo te falta un poco más”
“¡Ya casi lo tienes!”
“Mira que esta vez no amenazo con quebrártelo en la cabeza, un buen progreso”
Respiraste profundo para luego asentir con la cabeza.
“Un poco más”
°Fin°
“¿Por qué intento vas ahora?”
“Por el numero cincuenta y siete” Hiciste cuatro más en un solo día y todos fueron rechazados sin dar detalles sobre sus fallas “No importa si cumplo al detalle sus instrucciones no está conforme y lo destruye en segundos" Te sentaste en un tronco cubriendo tu rostro con las manos “Y aun así no quiero termínalo porque esto es lo más cercano que he estado con ella desde su Celo”
Sentiste un peso en tu regazo y por costumbre pusiste una mano en la cintura de Daniela para evitar que se cayera.
“No te desanimes, Cassandra solo está siendo extra dramática” La pelirroja te palmeo la cabeza consolándote.
“Lo peor es que no sé qué siente o piensa de mi exactamente” Apoyaste tu cabeza en el hombro de Daniela “Su aroma me dice algo y de su boca sale otra cosa” Abrazaste a la Dimitrescu “Si voy a ser un compañero de Celo al menos deseo que nos llevemos bien”
“¿Eso es todo lo que deseas ser?” La pelirroja pregunto sin juicio alguno en su voz mientras acariciaba tu espalda “Solo pasar una semana con ella y nada más, simple sexo y ya”
“Ya te dije que los Celos no son solo sobre sexo Dani” Dijiste rodando los ojos, detestabas como todas las habitantes del castillo creían que un alfa buscaba solo placer sexual durante los Celos, todo por la culpa de las alfas del pueblo que actuaban como cerdos hacia las mujeres Beta y como absolutas bestias hacia las Omega, podrías contar con una mano los Alfas que respetaban a sus compañeras omegas y cumplían su deber de manera adecuada.
“No respondiste mi pregunta”
Respiraste profundamente antes de responder, el dolor del rechazo de Cassandra aun te pesaba en el pecho.
“Pensé que jamás alguien me escogería como compañero, temporal o permanente, me resigne a vivir el resto de mi vida en miseria mientras trataba de hacer las paces con el hecho de morir en soledad” Dia tras día, la misma rutina, solo sobreviviendo “Cassandra fue el primer Omega que no huyo al verme, en su lugar me reto sin miedo alguno, demostró su pasión cuando entro en celo, sabia lo quería y haría todo para conseguirlo” Sonreíste recordando las acciones de la castaña “En ese momento tanto mi Alfa y yo supimos que jamás podríamos negarle nada”
“Cassie no es una omega tradicional” Daniela dijo con suavidad “Jamás lo será”
“Con que pudiera llamarle mi omega es más que suficiente” Susurraste con anhelo.
La pelirroja no dijo más, acaricio tu cabeza y te dejo reposar.
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Daniela atrapo a dos venados mientras tu recogías a los conejos atrapados por tus trampas, uno de ellos tenía un pelaje absolutamente blanco, que no había sido maltratado por tu trampa.
“Sería un buen regalo de corteja para la omega”
“¿Daniela puedo quedarme con este?”
“No estoy segura ¿para qué lo quieres?”
“Quiero dárselo a Cassandra como regalo de cortejo” Te sonrojaste al escuchar el chillido emocionado de la pelirroja que soltó su carga para agarrarte de los hombros y sacudirte al punto de marearte.
“SÍ, ¡tienes mi permiso total!”
“G-Gracias”
Después de entregar los animales al personal de cocina, pediste permiso a Dorotthea para usar sus herramientas mientras procedían con las preparaciones de la carne.
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A fuera de la habitación de Cassandra juntabas todo tu coraje para tocar la puerta, cada vez que levantabas la mano el recuerdo de su cruel trato te congelaba.
“¿Vas a quedarte ahí todo el día?” La voz de Bela te sorprendió y antes de que pudieras responder, toco la puerta sonriendo antes de desvanecerse en su enjambre.
Oíste pasos y con los nervios a tope procediste arrodillarte con el pelaje de conejo alzado en tus manos.
El sonido de la puerta siendo abierta hizo que agacharas la cabeza, en parte para cumplir con la pose de ofrenda y para evitar mirar la reacción de la castaña.
“Para usted Lady Cassandra”
Esperanza ardió en tu pecho al sentir como el pelaje era quitado de tus manos, alzaste la cabeza para ver como Cassandra lanzaba el pelaje al suelo.
“Patético” Con desinterés en su voz continuo “Ni siquiera has podido completar mi encargo y vienes con más basura, fuera de mi vista”
Te moviste para levantar el pelaje no deseando hacerle odiarte más, pero una mano fue más rápida.
“Si no lo quieres me lo quedo yo, después de todo es un regalo muy bonito como para ser desperdiciado” Bela lo sostenía con cuidado en sus manos “¿No hay ningún problema, ¿cierto Alfa?”
Cerraste los ojos para controlar tus emociones, tu alfa no tenía esa capacidad gimoteando en tu cabeza dolido por fallar de nuevo en cortejar a la Omega.
“No hay problema, Bela” Tu alfa gruño molesto por tu decisión, pero jamás te había gustado desperdiciar además Bela era parte de la manada de Cassandra un regalo para ella no estaba mal.
“¿El blanco me queda bien no lo crees?”
Te paraste asintiendo no tenías energía para hablar más.
La rubia acaricio tu mejilla y apoyaste tu rostro sin pensarlo cerrando los ojos.
“Eres tan linda querida Alfa”
*THUMP*
El sonido de la puerta te asusto te alejaste de la mano de Bela, pero te acerco colocando tu frente contra la suya.
“No te desanimes, si quieres ganar el corazón de mi hermana tienes que ser perseverar y sobrevivir su desprecio”
Sobrevivir, sabias hacer eso.
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*CRASH*
Ahí va tu intento ochenta y cuatro.
“¡De nuevo!” Cassandra grito antes de irse.
Silenciosamente recogiste tus herramientas para empezar con el nuevo caballete.
Días habían pasado y el único cambio es que la Dimitrescu estaba más agitada e irritada contigo. Cada vez que ibas a cazar con Daniela te asegurabas de buscar el animal perfecto para entregar como regalo de cortejo, lo preparabas de la manera mas cuidadosa para luego ir al cuarto de Cassandra y ser rechazada brutalmente.
Daniela y Bela te consolaban aceptando tus regalos mientras halagaban tu habilidad, tu alfa dejo de quejarse cuando les dabas los regalos que Cassandra rechazaba dolido por la cruel manera de la Omega, las dulces palabras le brindaban algo de paz.
¿Tal vez deberías tallar una estatuilla de madera? Daniela te había dicho que Cassandra era fan del arte algo que era obvio por su encargo, mostrar tu habilidad para construir y crear era parte importante del cortejo, un Alfa debía ser capaz de crear un refugio con sus manos.
Pero si no podías crear un simple caballete no había forma que aceptara otra creación tuya.
¿Qué regalo podías darle?
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Terminaste tu intento ochenta y cinco, pero Cassandra no fue al taller a verificar algo que te pareció extraño sin embargo te distrajiste cuando Daniela entro.
“Hey Relia hubo un pequeño accidente en la librería y uno de los estantes se rompió”
“¿Accidente?” La carpintera pregunto con una sonrisa burlona.
“Accidente” Daniela se cruzo de brazos haciendo un puchero.
“¿Estas bien?” Preguntaste mientras te acercabas a revisar si tenía heridas a lo que la pelirroja soltó una risa.
“Te preocupas mucho” Dijo dando una vuelta en su lugar para mostrar que estaba en perfecto estado a pesar del polvo en su ropa.
Viendo que estaba en perfecto estado, te alejaste para empezar a trabajar sin embargo Daniela agarro tu mano y te acerco para abrazarte frotando su mejilla contra el lado derecho de tu cuello. Te soltó luego de unos segundos sonriendo de una manera maliciosa.
“¡Bye!”
Sacudiste el polvo que te dejo pegado sonriendo mientras negabas con la cabeza ante la broma infantil de la pelirroja.
Estabas a mitad de la construcción cuando Bela llego.
“Alfa ven aquí”
Dejaste tus herramientas y te acercaste a la rubia quien al tenerte cercar te agarro de las mejillas-
“¿Bela?”
La mayor rio suavemente.
“Tus clases se suspenden hasta nuevo aviso” Dijo mientras frotaba sus manos en tu rostro.
“¿Ocurrió algo?” ¿Acaso hiciste algo para ofenderle?
“No estas en problemas conmigo” Hablo con calma mientras soltaba tu cara para masajear tus hombros y luego frotar tus brazos.
Bostezaste, el aroma de Bela era relajante más de una vez has terminado durmiendo en su oficina debido a eso.
Se acerco y se froto contra el lado izquierdo de tu cuello para luego alejarse sonriendo con la misma malicia de Daniela.
“Recuerda descansar” Sin más se fue.
Después de terminar tu labor te irías a dormir temprano.
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Cassandra no fue al taller en todo el día trataste de no pensarlo mucho probablemente Lady Dimitrescu pidió su ayuda con algún asunto.
O se resignó a que jamás pudieras completar su encargo.
Negaste con la cabeza pensar así solo te traería dolor, tenías que perseverar.
Entrando a tu cuarto notaste un olor que estaba incrustado en tu mente.
El aroma de Cassandra.
Tragaste saliva mientras dirigías la mirada hacia tu cama con la esperanza de encontrar a la castaña acostada encima. Sin embargo, lo único que podías ver era el colchón.
Solo el colchón. Sin sabanas ni almohadas.
Miraste el cesto de ropa sucia para encontrarlo igual de vacío.
Respiraste profundo finalmente notando las feromonas incrustadas en el aroma.
“Omega está en Celo”
El celo de Cassandra había empezado.
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Capítulo XXXV: El regreso de Seth a Morthal
¿Has llegado hasta aquí? Wow! Gracias! No sé ni qué decir...
a) ¿Y el capítulo?
b) No, si yo no lo leí.
>a) Adelante, que lo disfrutes.
>b) Ah... que estás aquí por error. Ya veo. Este es el último capítulo del libro, así que he escrito esto para evitarte spoilers. Y ya que estás aquí, ¿por qué no le echas un ojo? Puedes hacerlo en Tumblr desde el ÍNDICE o leernos en otras plataformas, como AO3, Wattpad, Inkspired o Inkitt.
Ya había caído la tarde cuando Seth llegó a Morthal. Desmontó a Sombra, su caballo, y lo hizo desaparecer. Había entrado por la parte de atrás, movido por la nostalgia. Quería volver a ver los restos de la Cabaña del Taumaturgo, lo único que le quedaba allí de Alicent.
Bordeó el jardín, observando con apatía entre la niebla los restos del edificio que el fuego había devorado. A cada paso que daba, brotaba un recuerdo. Cada recuerdo hacía daño. En el castillo había sido fácil desprenderse de la culpa, pero ahora que estaba lejos de la influencia de su padre sentía que lo devoraba por dentro, como si él fuera una manzana y tuviera un gusano. Esa culpa tenía tal poder en él que, desde que había vuelto a Myrwatch no había sido capaz de mantener la mirada a Joric.
Myrwatch. Solo había pasado una noche allí, pero el recuerdo de Alicent estaba por todas partes. Era insoportable. Tanto que hasta visitar a su madre parecía más agradable que pasar allí solo la Saturalia. Tanto que ya habría partido a Soledad, si no fuera porque tenía algunas cuentas que ajustar. Ahora que era el adalid de Molag Bal, estaba dispuesto a cumplir con su cometido a cualquier precio. No permitiría que la muerte de Alicent fuera en vano.
Se detuvo cuando dos figuras aparecieron entre la bruma. Reconoció a Thonir, pero este no lo vio. Se acababa de dar la vuelta y se marchó rápido en dirección al aserradero. Sintió un tirón en el brazo. Seth giró la cabeza, sorprendido. El latido de asombro dolió en su pecho cuando reconoció a la mujer
—¿Lami? —preguntó, confundido.
La madre de Alicent lo miró desde el interior del chal que cubría su cabeza y sus hombros. Había vuelto a perder peso. No lo había dejado de hacer desde el ataque de los nigromantes.
¿Así es como me veré yo en un tiempo? Sabía que no. Aun así, una risa burlona en su cabeza le hizo desear que así fuera. Que los demás supieran que la había querido de verdad, lo suficiente como para que su aspecto lo evidenciara.
No digas tonterías.
Lami se quitó la capucha y Seth tuvo que contenerse para no retroceder un paso. El ambiente frío no ayudaba; quizá con un poco de sol se hubiera visto de otra forma. Su rostro estaba tan cadavérico como rojos estaban sus ojos, sus manos también tenían un ligero temblor. Pero Lami no parecía sudorosa, así que no estaba enferma.
Skooma. Seth no había probado nunca aquella droga, pero conocía sus efectos. Aunque el Skooma estaba prohibido en todo el Imperio, sobraban sitios donde comprarlo. Sobre todo en Skyrim, donde la situación era tan difícil que siempre había alguien necesitado de evadirse de la realidad. Por ejemplo, de perder a un hijo. A Seth se le hizo un nuevo nudo en el estómago. Él también había perdido a un hijo. Lo había matado.
—¿Qué…? ¿Qué querías? —preguntó, tras carraspear, fingiendo normalidad.
—Voy a pedir una nueva partida de ingredientes —empezó Lami, con un tono de urgencia—. Hace semanas que no haces un pedido. Si me acompañas puedo tomarte nota y…
Seth tiró del brazo por impulso, para soltarse. No lo pudo evitar. No, ya no necesitaba ingredientes. Ya no había nadie que los preparase para él. La miró en silencio y Lami le devolvió la mirada expectante, con los ojos tan abiertos que, sumado a su aspecto entre la bruma, daba auténtico miedo.
Ante la ausencia de respuesta, Lami siguió.
—Me vendría muy bien el dinero, tengo que… tengo que reconstruir la casa, y para eso hace falta mucho dinero, y…
Y estaba mintiendo. Mientras hablaba, había empezado a rascarse un brazo a la vez que miraba a su alrededor con ojos agitados. Seth suspiró, suponiendo que necesitaba el dinero para la droga. Lami lo miró angustiada.
—Por favor. Cualquier pedido estará bien, por muy pequeño que sea.
La mirada de aquella mujer lo estaba incomodando demasiado. Estaba cargada de expectativas. Seth desató una pequeña bolsa de monedas de su zurrón y se la dio. No era mucho, porque no había ido allí con la intención de gastar, pero tendría suficiente para una botella.
Lami la cogió entre ambas manos, pero no se molestó en contar las monedas. Forzó una sonrisa. Por algún motivo, sus ojos seguían brillando con desesperación. Seth supuso que estaría así hasta que pudiera aliviarse el mono.
—Yo… Muchas gracias, Seth. Dime lo que quieres y lo anotaré en el pedido. Podrás venir a recogerlo…
—No quiero nada —interrumpió, incómodo—. Solo… La Cabaña del Taumaturgo… Es lo único que me queda de Alicent. Por favor, reconstrúyela.
Lami se quedó sin habla. Apretó los dedos alrededor de la bolsa de séptims y se le escaparon un par de lágrimas. Después de eso se volvió a cubrir con el chal y se marchó, dejándolo allí, pasmado.
Seth cruzó los restos del puente principal, derrumbado durante el ataque de los nigromantes. Todavía no lo habían restaurado. Al otro lado, la villa estaba completamente desierta. Cuando los edificios calcinados aparecían entre la bruma, el pueblo parecía abandonado. Morthal nunca había vuelto a ser la misma desde aquel día.
Se superpuso a la mala sensación que le dejó el camino hasta el Salón de la Luna Alta. Tras hablar con Movarth la noche anterior, Seth había tomado una determinación. Quizá no lo había perdido todo, sino casi todo. A fin de cuentas, Idgrod seguía viva. Había perdido la cordura, sí, pero, con suerte, eso podría jugar en su favor.
Ya casi había llegado cuando escuchó dos voces entre la niebla. Discutían.
—¿Por qué Falion sigue en la corte, Aslfur? —increpó la voz de Benor.
—Benor —Aslfur sonaba conciliador—. Entiendo tu preocupación, pero debemos mantener la calma. Falion tiene el respaldo de la jarl.
—¡Y eso me preocupa! —Benor alzó la voz—. ¿Por qué lo protege? Su magia es oscura, trae el mal al pueblo, ¿qué más tenemos que perder para que entre en razón?
Si no fuera por el mal cuerpo que tenía tras el encuentro con Lami, Seth habría sonreído. Al menos el plan para volver las sospechas de los vecinos en contra de Falion estaba yendo como esperaba. Había pasado los últimos meses esparciendo rumores y, por fin, el malestar estaba germinando. Era cuestión de tiempo que lo hiciera, tras lo ocurrido. El pueblo necesitaba un chivo expiatorio; Seth se había asegurado de que ese título lo ostentase otro. Falion, concretamente. El mago de la corte sospechaba de él desde hacía tiempo, tras el ataque de los nigromantes. Tanto que hasta se atrevió a acusarlo de practicar magia negra durante una clase, la última que habían tenido. Con ello, había firmado su propia sentencia.
Cuando escuchó que unos pasos se alejaban, Seth retomó la marcha. Aslfur estaba apoyado contra la entrada del Salón de la Luna Alta, pensativo.
—Seth, cuánto tiempo —saludó el nórdico. Su tono, cansado, reflejó sorpresa.
—He visitado a la familia —compartió, y miró discretamente a su alrededor para asegurarse de que no había nadie escuchando—. No quería irme con el pueblo todavía en reconstrucción, pero necesitaba un respiro después de todo lo que ha pasado este año.
—Ya, lo entiendo. Tampoco me habría sorprendido que te hubieras ido para siempre —admitió Aslfur antes de abrir la puerta de la casa comunal.
Seth entró después que el padre de Idgrod y ambos caminaron en dirección al trono.
—Aslfur, antes no puede evitar oír lo que te dijo Benor. ¿Llegasteis a investigar a Falion? Me cuesta decir esto, pues ha sido un buen mentor, pero siempre ha sido… raro.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Aslfur con suspicacia.
Seth cargó un suspiro de dramatismo.
—Hay… detalles. En su día, Alicent me contó que él parecía muy interesado en su familia. Le hacía muchas preguntas sobre su padre —forzó un silencio y carraspeó, fingiendo incomodidad—. Además está lo que vi. Tenía una gema negra en casa, Aslfur. Sabes lo que eso significa, ¿verdad?
La mirada del nórdico se endureció. Claro que lo sabía. Las gemas de alma negras eran un artefacto prohibido. Arrancaban las almas humanas y las convertían en consumibles que los brujos podían usar para dar más poder a sus encantamientos.
—¿Estás seguro de eso? —preguntó el administrador cuando ya habían llegado a la altura del trono.
Seth asintió y Aslfur se hizo a un lado, con el ceño fruncido. Seth, por su parte, se dirigió al trono, hasta quedar frente a la jarl. Era una Idgrod Cuervo Viejo muy diferente a la que lo había recibido por primera vez en aquella misma sala, hacía poco más de un año. Su presencia seguía imponiendo respeto, pero su sabia mirada se había teñido de paranoia.
—Veo que has vuelto —saludó despacio, lo estudió con recelo.
Seth inclinó la cabeza en señal de respeto.
—Aunque no por mucho tiempo, jarl Idgrod. Pasaré otra temporada en Soledad, probablemente un mes.
¿Buscando el regazo de mamá después de sufrir a papá? Seth ignoró el pensamiento, forzando la apariencia de calma que necesitaba para hacer su petición.
—¿Y por qué has vuelto?
—Tengo asuntos que tratar. Asuntos importantes —la jarl lo estaba tratando de una forma tan fría que Seth se tensó— ¿No soy bienvenido? —preguntó, tanteando el terreno.
Idgrod Cuervo Viejo lo observó en silencio, antes de mirarlo a los ojos. A pesar de todo, su mirada seguía imponiendo respeto.
—Eres un chico intrigante, Seth Athan. Te has vuelto indispensable para nosotros y es innegable la ayuda económica que nos has aportado tras la catástrofe. Pero Falion tiene razón cuando apunta que la tragedia siguió tu llegada. Y mi pequeña Idgrod no deja de repetir que te acompaña una sombra oscura.
En un arrebato de orgullo, Seth perdió la compostura y alzó una ceja, altanero. Aunque lo que había dicho era verdad, ella no tenía ninguna prueba.
—¿A qué viene eso?—se defendió—. No busque enemigos donde no los tiene, jarl Idgrod. En vez de verme como lo que no soy, ¿por qué no me mira como lo que podría ser?.
—¿Y qué podrías ser? —preguntó la jarl con un cinismo afilado, aferrada al reposabrazos de su trono.
Se le alzaron las comisuras al escuchar esa pregunta. Había practicado aquel momento.
—Aproveché el tiempo que pasé con mi familia en Soledad para hacer una propuesta formal. Ahora que sé que ellos están de acuerdo con mi decisión, solo falta que usted lo esté también.
Aunque su expresión se mantuvo plana, la jarl se acomodó mejor sobre el trono, revelando que sí estaba interesada en lo que él tuviera que decir.
—Te escucho. Aunque antes quisiera dejar bien claro que, por más dificultades que estemos pasando, Morthal no está en ven…
—No es eso, mi jarl —interrumpió Seth, ignorando la mirada de advertencia que la mujer le dedicó por hacerlo—. Se trata de su hija.
El semblante de la jarl se volvió vulnerable en cuanto Seth terminó de hablar. Saltaba a la vista que eso era lo último que esperaba oír.
—¿Qué pasa con mi niña?
—Me gustaría casarme con ella.
Idgrod Cuervo Viejo se quedó en silencio, sorprendida. Tardó casi un minuto en recuperar el habla y, cuando lo hizo, habló muy despacio.
—¿Quieres… casarte… con mi Idgrod? ¿Por qué?
Seth suspiró, teatrero. Se llevó una mano a la nuca y bajó la mirada a las botas, fingiendo nerviosismo. Un entreacto de vulnerabilidad previo a erguirse y adoptar la seriedad del joven lord que debía ser ante su mirada.
—No crea que no estoy al tanto de las noticias. Son tiempos oscuros para todos, no solo en Morthal, sino en toda Skyrim —Seth se llevó las manos a la espalda, para dar más seriedad a su enunciado—. Con una guerra civil en ciernes… Nadie sabe lo que pasará el día de mañana, mi jarl. Su hija Idgrod es… —vaciló. No necesitó fingir el paso de la tragedia por su mirada y su voz, no en aquel momento. No cuando el dolor de la pérdida era cierto y la reflexión subyacente, una verdad a medias—. Idgrod es todo lo que me queda, aunque ya no siga siendo ella misma. Solo quiero asegurarme de que, pase lo que pase, estará a salvo. Mi familia no es como la suya, Jarl Idgrod. No dependemos de un título. Ambos sabemos que yo tengo más posibilidades que usted de asegurarle una buena vida si estalla el conflicto.
—¿Quieres que crea que no haces esto por mi título? —preguntó la jarl, incrédula.
Seth apretó la mandíbula y la miró en silencio, antes de suspirar. Pagó su cinismo con condescendencia.
—Con todo respeto, es solo un título. Un título en un pequeño pueblo en ruinas, además. Y no crea que no la admiro, porque lo hago. Puedo imaginar que incluso una comarca tan deshabitada como esta es más difícil de gobernar de lo que aparenta. Pero lo cierto, le guste o no, es que usted no es mucho más poderosa aquí de lo que mi familia lo es en la capital, y sin necesidad de ningún título. —La jarl lo miró en silencio, con una ceja alzada. Tras analizar su mirada, Seth decidió subir la apuesta—. Mi madre está de acuerdo, pero no del todo feliz. Usted sabe cómo funcionan las cosas. Ella quería que me case con Ingun Espino Negro pero… —apretó los puños y desvió la mirada, amagando tristeza y frustración. Ingun pertenecía a otra de las familias más ricas de Skyrim y quería ser alquimista; Seth confió en que la jarl entendiera el conflicto interno que aquello le podría causar—. Lo único que quiero es cuidar de su hija, jarl Idgrod. Déjeme hacerlo, por favor. Por la memoria de Alicent. Y por la de Joric. Tu hija es lo único que me queda de ellos.
La mención de Joric pareció funcionar, porque la expresión de Idgrod Cuervo Viejo se suavizó. La jarl desvió la mirada, ausente.
—Saber que a Idgrod no le faltaría de nada incluso cuando yo ya no esté… —musitó—. Eso es más de lo que he podido siquiera soñar desde que perdió la cordura.
Seth apretó los puños tras la espalda, tenso.
—¿Eso es un sí?
—Las cosas han empeorado para ella —contestó con una evasiva, volviendo a mirarlo—. A veces corretea por ahí y habla con Alicent y con su hermano. Otras incluso contigo, aunque no estés. Como si nada hubiera cambiado. Todo apunta a que irá a peor con el paso del tiempo.
Seth frunció el ceño, curioso y extrañado. Aquello no era lo que esperaba oír. Había estado demasiado liado como para descubrir cómo habían cambiado las cosas para Idgrod desde el ataque de los nigromantes. A decir verdad, lo había evitado activamente, acobardado por la idea de tener que confrontarla.
—¿Conmigo?
—Contigo. Siempre que juega a ese juego que le regalaste, al ajedrez, habla contigo.
Seth miró inconscientemente hacia las escaleras y sintió un interés sincero por saber qué se iba a encontrar. Idgrod era una rareza entre los mortales. Una mente tocada por dos daedra; Hermaeus Mora y Sheogorath, destino y locura.
—¿Quieres subir a verla? —ofreció la jarl.
—¿Puedo?
—Vé —invitó. A continuación Seth la escuchó hablar en voz baja, para sí misma—. Quizá a tu lado… con el tiempo… vuelva a ser ella misma… —murmuró, pero Seth fingió no oír nada y puso rumbo al cuarto de Idgrod.
Subió lentamente las escaleras, escuchando el crujido de la madera vieja bajo sus pasos. La petición estaba hecha, solo quedaba esperar. La jarl era inteligente, aceptaría la propuesta. No encontraría a nadie mejor. Ni tampoco a nadie peor. Tarde o temprano, Idgrod Cuervo Viejo tendría que aceptar que Seth era la solución a sus problemas y él se haría con el control de la Comarca del Hjaal.
Cerró la puerta al entrar y encontró a Idgrod tumbada en la cama, sumida en la lectura de La Habitación Cerrada. La chica reaccionó al ruido levantando la mirada, pero no lo miró a él, sino a la puerta. Tras esto, dejó caer la cabeza y suspiró por la nariz. Lo hizo tan fuerte que Seth la oyó. Era como si estuviera esperando a alguien más. Seth apretó los labios, incómodo.
—¿Por qué parte vas? —empezó, con la intención de romper el hielo. Había leído aquel libro hacía algún tiempo.
Idgrod sonrió de un modo críptico, indescifrable.
—Aunque Yana sabe que su maestro es un hombre malvado y horrible, se resiste a creer que pueda usar el asesinato como método didáctico —dijo con la voz apagada y la mirada clavada en él, de tal forma que Seth sintió que lo atravesaba.
Le mantuvo la mirada sin dejarse intimidar, a la vez que contenía un escalofrío. Estuvieron casi un minuto así, en silencio, hasta que Seth se hartó y bufó, siendo el primero en romper el contacto visual. Se acercó a la mesa del escritorio, sobre el que estaba el tablero de ajedrez. Sacó la silla y se sentó, apoyando el antebrazo en una de las esquinas del espaldero.
—¿Qué crees que sabes, Idgrod? —preguntó directo, sin miedo a su respuesta.
Dijera lo que dijera, siempre la podría acusar de loca, pero no estaba preparado para su reacción. Donde esperaba un reproche, la chica abrió los ojos de par en par y le entró un tembleque. Bajó la mirada a su propio hombro y recorrió su propio brazo, antes de alzar de forma lenta la mirada hacia el techo, donde la dejó clavada. Aunque Seth miró en la misma dirección, no vio nada. Sí que está loca, pensó decepcionado.
—Tú también los conoces, ¿verdad? —preguntó tras el silencio, con un hilo átono de voz.
Seth parpadeó un par de veces antes de entrecerrar los ojos, tras comprender que se refería a los daedra.
—No sé de qué estás hablando, Idgrod —replicó de forma seca.
Su vieja amiga bajó la mirada, lentamente, desde el techo hasta él. Luego la posó en la pared a sus espaldas e Idgrod esbozó una sonrisa sabihonda.
—¿Ah no? Tu sombra ha cambiado desde la última vez que te vi.
La forma en que lo dijo le hizo dudar. Tocada por el destino y la locura, se repitió, ¿es posible que esté pasando algo por alto? Invocó un hechizo simple que amplificó sus sentidos y entonces lo vio. O mejor, lo pudo percibir. Había haces de energía verde por toda la habitación, expandiéndose como tentáculos, uno de los cuales estaba sobre el hombro de Idgrod, donde ella había mirado antes con espanto. La mayor cantidad de energía pendía sobre sus cabezas, donde ella clavó la mirada. Seth contuvo un nuevo escalofrío mientras se giró, para encarar a su sombra. Parpadeó un par de veces, sin dar crédito a lo que vieron sus ojos. De entre sus rizos salían dos cuernos finos y no muy largos, con una sutil curvatura a media asta. De repente la sombra abrió los ojos. Unos iris del color de la nieve, gélidos como los de su padre, le devolvieron la mirada. Seth apartó la vista por acto reflejo y, al hacerlo, vio otra sombra al lado. Una que no correspondía a ninguno de los allí presentes. Era más pequeña, como de un animal, y salió corriendo al ser percibida.
¿Qué demonios…?
Estaba por encarar a Idgrod cuando la puerta del cuarto se abrió. Aslfur se asomó y los miró con gesto grave, antes de relajar los hombros.
—¿Está todo bien? —preguntó, mirando a su hija.
Seth se giró hacia Idgrod, a tiempo de verla asentir.
—Si queréis tomar algo…
—Está todo bien, papá —lo cortó Idgrod.
Aslfur asintió antes de irse, pero dejó la puerta abierta. Seth permaneció mirando a Idgrod, que le devolvió la misma sonrisa sabihonda de antes. Pero aunque sonreía, sus ojos estaban cargados de odio.
—Tu madre dice que has estado practicando al ajedrez —comentó Seth, buscando cambiar de tema.
—¿Quieres jugar? —preguntó Idgrod. De nuevo, tenía esa expresión indescifrable que le ponía los pelos de punta. Estaba muy cambiada.
—Claro…
Respondió sin demasiado entusiasmo, todavía con la cabeza dando vueltas a lo que acababa de ver. Idgrod montó el ajedrez sobre la cama mientras él contemplaba su propia sombra, en silencio. El hechizo se terminó antes de que ella hubiera colocado todas las piezas y su sombra volvió a ser normal, pero el malestar no abandonó a Seth. Preferiría no haber descubierto aquello; vivir con la incertidumbre de que su padre pudiera espiar cada uno de sus pasos era mejor que hacerlo con la certeza de que lo hacía.
Cuando Idgrod colocó la última pieza, comenzaron la partida. Aunque supuso que sería tan fácil como siempre, en esta ocasión Seth encontró a una rival formidable. Se fue estresando poco a poco al comprobar que daba igual lo que hiciese, porque Idgrod parecía ir siempre un paso por delante. En un momento dado, cuando Idgrod consiguió llevar a uno de sus peones a la octava línea, Seth estaba tan frustrado que volcó el tablero, impidiendo el jaque mate. Lo hizo despacio y sobre la cama, para no formar un estruendo. Luego miró a Idgrod a los ojos, tan cabreado como ofendido.
—Estás haciendo trampa. Ya has visto esta partida —acusó.
Era la única forma que se le ocurría de que Idgrod pudiera ganarle. Tensó la mandíbula y frunció el ceño, esperando que ella lo negara. Pero, en lugar de eso, Idgrod solo se rió en un tono bajo y lo volvió a mirar igual, con el odio en las pupilas, pero también con una satisfacción que no logró entender.
—Ah, si eso fuera todo, Seth.
Idgrod volvió a mirar al techo y Seth sintió que los pelos se le ponían de punta.
—¿Qué más has visto? —preguntó, con una mala sensación creciendo en el pecho.
—Tu futuro —respondió ella, volviendo a reír de aquella manera lunática.
Seth sintió cómo se le encogía el estómago.
—Idgrod, estás loca… —acusó entre dientes.
Fuera lo que fuera, no lo quería saber. Lo supo por la forma en la que sonreía.
—Quizá sí, quizá no. No lo podrías saber, pero yo sé algo que tú no. Cuando el ojo de Hermaeus Mora se abra e intentes comer una torre, un peón se convertirá en reina. Y entonces no podrás evitar el jaque mate. Pero no importa. Nada lo hace, porque cuando él nos mire, todos estaremos condenados.
Esta vez Seth no pudo contener el escalofrío que, como un soplo helado, entró por su nuca y bajó por su espalda.
#skyrim#libros#magia#fantasía oscura#terror psicológico#morthal#fanfic español#the elder scrolls#fantasía#vampiros
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((It's August 10th, which means... it's Lemmy Day!!
Here are some facts about him:
• His full name is Lemster Koopa
• He is 15 years old like Roy
• His birthday is November 12th
• His sign is Scorpio and his birthstone is topaz
• He is the lightest of all as well as the shortest, which he likes and at the same time he doesn't, because nobody usually takes him seriously. In fact, they think that he is the youngest or that he is 6 years old.
• His short stature is due to the fact that he was born very prematurely, about three months early. In fact, he should have been born after Roy.
• Not only his height, but part of his development was diminished, such as the lack of fangs or his limbs being smaller than usual
• He has the ability to divert his eyes, as if he were a chameleon, as well as return them to normal at will
• His ponytail has not always been with him but since he turned 13 when he entered puberty and wanted to attract attention. Ironically, he ended up liking that ponytail and decided to keep it as his trademark.
• His favorite food is fruit salad and his favorite drink is freshly squeezed orange juice.
• His favorite sweets are all those that are multi-colored, like lollipops.
• His voice is usually very high-pitched, but he deepens it when he is upset or sad, similar to how a cat would do, in addition to curling up in a ball in a corner so that no one sees him.
• His favorite sport is the triple jump and pole vault.
• He has the best balance of all his brothers, in addition to being able to stand at great heights without being afraid.
• He greatly admires the acrobatics of the circus, wanting to imitate them. Many times Bowser was shocked to see him climbing the walls and ceiling lamps, and when he jumped off them, Bowser ran to catch him, but Lemmy landed on his feet as if he were doing a circus act. The poor king ended up dizzy and had a minor heart attack.
• He likes to balance on a ball made of rubber with six-pointed stars.
• His favorite number is six.
• He not only has good balance but also good stability, since he can stretch out and skate on the ice without slipping, and unlike Wendy, Lemmy can do it with his bare feet.
Happy day, Lemmy!!
//
Es 10 de Agosto, lo que significa que... es el día de Lemmy!!
Aquí unos datos sobre él:
Su nombre completo es Lemster Koopa
Tiene 15 años al igual que Roy
Su cumpleaños es el 12 de noviembre
Su signo es escorpio y su piedra natal es el topacio
Es el más ligero de todos así como también es el más bajito, cosa que le gusta y a la vez no, porque nadie lo suele tomar en serio. incluso, piensan que él es el menor o que tiene 6 años.
Su baja estatura se debe a que nació con mucha prematuridad, unos tres meses antes. De hecho tendría que haber nacido después que Roy.
No solo su altura, sino que parte de su desarrollo se mermó, como la falta de colmillos o que sus extremidades sean más pequeñas de lo habitual
Tiene la capacidad de desviar sus ojos, como si fuese un camaleón, así como regresarlos a la normalidad a voluntad
Su cola de caballo no ha estado siempre con él sino desde que cumplió 13 cuando entró en la pubertad y quiso llamar la atención. Irónicamente le terminó gustando esa coleta y decidió quedársela como su seña de identidad.
Su comida favorita es la ensalada de frutas y su bebida favorita es el zumo de naranja recién exprimido.
Sus dulces favoritos son todos aquellos que son multicolor, como las paletas o lolipops.
Su voz suele ser muy aguda, pero la engrosa cuando está molesto o triste, similar a cómo un gato lo haría, además de hacerse bolita en un rincón para que nadie lo vea.
Su deporte favorito es el triple salto y el salto con garrocha.
Tiene el mejor equilibrio de todos sus hermanos, además de poder estar a grandes alturas sin que le dé miedo.
Admira mucho las acrobacias del circo, queriendo imitarlos. Muchas veces Bowser se escandalizaba por verlo trepado por los muros y lámparas del techo, y cuando se lanzaba de ellos, Bowser corría a atraparlo, pero Lemmy caía de pie como si estuviese haciendo un numero de circo. El pobre rey terminaba mareado y con un microinfarto.
Le gusta balancearse sobre una pelota de hule con estrellas de seis puntas.
Su número favorito es el seis
No sólo tiene buen equilibrio sino buena estabilidad, ya que puede explayarse y patinar sobre el hielo sin resbalarse, y a diferencia de Wendy, Lemmy puede hacerlo con los pies descalzos.))
Feliz día, Lemmy!!
#my au#my art#Lemmy day#Lemmy Koopa#digital art#digital sketch#august 10th#casual clothing#headcanon#koopa week#koopalings
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EL RESTO ES LA LOCURA DEL ARTE
Lo siento por el que baila: yo me quedo sentado. Si hay fiesta en algú lugar, Decido bajar las persianas, y Me pongo a corregir El poema que te prometí mañana. Nada más despreciable que una promesa Incumplida, nada más original Que la muerte afilando su guadaña. Los plazos hacen sonar la viejas campanas, Y, pronto, el más ligero viento te arrancará uñas y carne, y Ni siquiera dolerá. Sientes que debiste haber puesto Ese alfil para proteger a tu reina, Y querrás haber enterrado A tus caballos en tierra consagrada, no ahí, Junto al tablero, donde sospechas que irá a parar Tu cabeza en estos días. Y me dispongo A escribir: ya es tarde, nos hemoos Incrustrado en la noche, algo nos hizo Girar como tornillos en el sentido de la estética y Nuestras grandes cabezas nos hibieron más difícil la tarea De mantenerlas bien calientes. No es la gran cosa Poner una palabra ahí, donde hacía falta. No puedes Decir que naciste con la edad equivocada o con La vocación de otro, a quién suplantaste, sin éxito. Finges sobreponerte a cada fin del mundo, Y el fin del mundo fue aparecer En el poema. Salomón Mars.
#Poesía#Salomón Mars#El resto es la locura del arte#La única cosa que es probable que rompas es todo
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Beasts — Centro del Mundo: 5
Localización: Centro comercial
Arashi:
[ Huff Huff ] ... ¡¡Tetora-kuuun!! ¡¿Dónde estás?!
( ¿Cómo es que me ha dejado atrás?— ¡Soy del Club de Atletismo! ¡Sólo tardé unos minutos en el cajero! )
( ... ¡Diablos! ¡Lo perdí completamente de vista! )
( Ahh, ¿por qué tuvo que pasar esto...? )
( Confió en mí... Creyó en mí, y me pidió ayuda de una forma educada... )
( Pero lo único que hice fue arremeter contra él por preguntarme cómo ser "varonil". )
( El ni siquiera hizo nada malo... Sólo intentaba acercarse a su imagen ideal... )
( ... Ahora estoy actuando como una reina malvada de algún cuento de hadas... )
( Soy exactamente como todos los que me han hecho daño. Lo único que hice es convertirlo en un juguete para reírme, burlarme de él y luego dejar que se pudriera, al igual que ellos— )
Madara:
¡¡Heeey!! ¡¡Arashi-saaaaaan!!
Arashi:
¡¿...?! ¡Mama!
Madara:
¡Sí, soy yooo! ¡Y tu amigo también está aquí! ♪
Arashi:
¿... Amigo?
Ritsu:
Hola, Nacchaaan~...♪
Arashi:
¡Ritsu-chan! Vaya, ¿son cercanos? Nunca pensé que los vería a ustedes dos juntos.
Ritsu:
En realidad no, pero Mikejimaman es el sucesor de mi hermano, o algo así... Es como su pupilo, así que a veces viene a nuestro jardín en la casa.
Así que decidimos comprobar si estaban bien juntos... Excepto que es súper cansado caminar, así que hice que me cargara.
Llegamos muy rápido, y fue un paseo tranquilo arriba de él. Te mereces algunos elogios por ser un caballo tan excelente~
Madara:
Jajaja, ¡esto es sólo trabajo ligero! ¡Oh Caballero, me siento tan honrado por sus elogios!
... Aunque el "man" en "Mikejimaman" me hace sonar demasiaaado a un héroe...
Arashi:
Ermm... Bueno, verás, han pasado muchas cosas, y ahora no sé dónde ha ido Tetora-kun.
Si les parece bien, ¿podrían ayudarme a encontrarlo?
El estaba muy avergonzado en el vestidor, no podía salir... Pero luego malinterpretó algo que le dije, así que ahora está corriendo por la ciudad.
Se va a avergonzar aún más cuando se le pase— o peor aún, lo traumatizará... Puede salir gravemente herido de esto, aunque sea un chico tan honesto y bueno.
Ritsu:
Mm... Estará bien, sólo respira hondo. Esto no es propio de ti, ¿sabes?
Madara:
Sí, sé que es difícil hacer esto, pero primero tienes que calmarte. Tomar una decisión precipitada podría resultar en un desastre aún mayor.
Ritsu:
Mhm. Cálmate, analiza la situación y tratala como corresponda.
En primer lugar, ese chico Nagumo debe tener un teléfono, ¿verdad? ¿Has intentado llamarle?
Quiero decir, no es un animal. No es como si tuvieras que tratar de perseguirlo.
Arashi:
Ah... Sí, pensé en hacer eso al principio, pero—
Su teléfono estaba en la cartera que me dio para pagar su ropa...
Ritsu:
¿Por qué pondrías un teléfono en una cartera...?
Parece del tipo descuidado, así que debe preferir poner todo lo importante en el mismo sitio... Apuesto a que si no lo hiciera, probablemente perdería uno de ellos cada vez que está fuera.
Madara:
Hm, así que no lleva un teléfono ahora mismo.
Esto hace que encontrarlo sea un poquiiito más difícil... Aunque eso no significa que no haya una forma de encontrarlo.
Separémonos y busquémoslo por la zona.
Revisaré cada lugar al que pudo haber ido, y te enviaré cualquier información que consiga de gente que lo haya visto.
Ritsu:
Mikejimaman, ¿no puedes poner un perro policía a trabajar? Lo encontraríamos fácilmente a través del olor... Quiero decir, huele de una manera bastante específica, ¿no?
Madara:
Hm... No me gusta del todo depender de mi padre, pero le pediré que traiga uno.
Arashi:
Um, no hagas un escándalo por esto, ¿de acuerdo...?
No es como si hubiera ocurrido un crimen... Si hacemos un gran problema de esto, podría sentirse aún más avergonzado de sí mismo.
Madara:
Sí, soy consciente de ello. Hacemos esto para estar tranquilos— No es algo de lo que deba ocuparse la policía.
Aún así... Este es un problema muuuy serio. No podemos dejarlo estar.
Resolveremos esto lo antes posible, ¡juntos! ¡A toda velocidad!
Arashi:
¡Sí! Gracias, es maravilloso contar con séniors y amigos de confianza. ♪
Ritsu:
Jajaja, no hace falta que me des las gracias. Este soy yo devolviéndote el favor por cuidar siempre de mí. De todas formas no deberías tener ninguna reserva con un vampiro. No somos buenos con el agua corriente... [ 1 ]
Madara:
¡Sí! Además, es deber de Mama ayudar a su adooorable hija...✩
Arashi:
Jajaja... Wow, eres tan confiable que casi podría llorar... ♪
━━━━━━━━━ Notas:
[ 1 ]: "Reservado" en japonés es "acuoso", de ahí que Ritsu mencione que los vampiros no son buenos con el agua corriente.
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#enstars translation#ensemble stars#enstars#arashi narukami#tetora nagumo#madara mikejima#ritsu sakuma
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Zacarías 9:9 - RV1960
Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
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Zacarías 9:9
43 Referencias Cruzadas
1 Reyes 1:38
Y descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los peleteos, y montaron a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón.
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Salmos 149:2
Alégrese Israel en su Hacedor; Los hijos de Sion se gocen en su Rey.
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Salmos 2:6
Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.
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Salmos 45:1
Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.
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Isaías 12:6
Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.
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Isaías 30:6
Profecía sobre las bestias del Neguev: Por tierra de tribulación y de angustia, de donde salen la leona y el león, la víbora y la serpiente que vuela, llevan sobre lomos de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre jorobas de camellos, a un pueblo que no les será de provecho.
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Isaías 33:22
Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.
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Isaías 40:9
Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!
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Isaías 43:11
Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.
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Isaías 43:3
Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
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Isaías 45:21
Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.
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Isaías 52:7
¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: Tu Dios reina!
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Isaías 57:15
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
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Isaías 62:11
He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra.
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Jeremías 30:9
sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
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Ezequiel 21:32
Serás pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre; no habrá más memoria de ti, porque yo Jehová he hablado.
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Oseas 1:7
Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.
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Miqueas 4:8
Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sion, hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén.
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Miqueas 5:2
Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
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Zacarías 2:10
Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová.
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Mateo 1:21
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
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Mateo 11:29
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
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Mateo 2:2
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
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Marcos 11:7
Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.
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Lucas 24:27
Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.
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Juan 1:49
Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
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Juan 19:15
Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.
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Carreras, caballos y julepes de menta
Un julepe de menta en el antiguo Savoy de Gijón No se por qué, pero el nombre de nuestro protagonista siempre me ha sonado fatal; julepe. ¿Qué es un julepe? y encima de menta. Así por el nombre no parece muy llamativo, sin embargo, estamos ante todo un clásico de la coctelería y sobre todo en el sur estadounidense, donde es casi bebida patria. Refrescante y ligero combinado, del que os voy a…
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Abro el portal.
"Anacoluto que sólo quiere divertirse"
Al empujar el pomo, abrir la puerta y asomarme hacia la nébula, logro identificar (más que una visión) una sensación, la cual radica en una canción.
Corría el año '95, y en aquel entonces estudiaba en la escuela de monjas del pueblo. Esta escuela fue en sí misma mi primer acercamiento a muchas cosas: aprendizaje, amistades, amores, desamores, deslealtades, penas y alegrías. En aquellos balcones de esa escuela me escondía con mi primer novia a besuquearnos escondidos de todo el mundo (hasta que una de las monjas nos pilló in fraganti; llamada al apoderado, anotación negativa y la vergüenza pública). En aquellos patios corrí jugando al pilla, saltando la cuerda, jugando basquet, jugando "a las teleseries", donde siempre interpretaba al antagonista de las novelas de Sabatini o de la Rencoret de -en aquellos tiempos- Televisión Nacional de Chile. En aquellas aulas también aprendí música, y fue lo más hermoso que pudo haberme sucedido en mi etapa de básica. De igual modo, conocí desde temprana edad lo que era viajar solo desde mi casa a la escuela; como ya lo he mencionado, vivo a 3 km del centro del pueblo, por lo que si o si debía viajar en la micro que pasaba 13:45 la cual venía desde El Tártaro o Piguchén (cáchense los nombrecitos), localidades aún más rurales, con viajes 4 veces al día, entonces me bajaba en la plaza como todo el mundo, y luego atravesaba la calle para llegar a la escuela. Cuando comencé la jornada de la mañana, era aún más conflictivo porque las micros venían mucho más llenas que las de media tarde, y a veces ni siquiera me paraban. El frío en las mañanas de invierno calaba mis huesos; no había plata para buenos zapatos ni tampoco buenas parkas (en realidad nadie), y cuando llovía a cántaros, lo mejor era faltar a clases, pero todos sabíamos que faltar a clases cuando llovía era todo menos entretenido, porque a la escuela iban pocos alumnos, las tías de la cocina nos regalaban lechecita caliente y galletitas, y los profesores a veces no hacían sus clases y contábamos anécdotas, disfrutando de aquellas instancias donde uno sentía que la escuela si era un segundo hogar. También recuerdo las primaveras, los ensayos de desfile eternos, todos con el pelo corto, ordenados... ¡Cuánto odiaba cortarme el pelo! o también los paseos de fin de año, cuando la noche anterior nadie dormía pensando en las emociones de la piscina, la poza, las canciones en la micro y todo muy bonito...
...Pero miento. No todo fue bonito. Y mi sensación ni siquiera se remonta al interior de la escuela, si no que afuera, en la plaza, aún más pequeño, 1° básico, tipo 17:30 hrs. esperando la micro que iba al Tártaro.
Sólo éramos dos niños quienes tomábamos la micro: la Coni y yo. Y ese lapso entre salir del colegio hasta tomar la micro se transformaba en media hora de juegos por la plaza, correr alrededor de la pileta, subirse al pimiento donde José de San Martín amarró a su caballo (y que el día de hoy hay una estatua de esa historia, ahí mismo, en el mismo pimiento), y también ir a la iglesia, específicamente a las escaleras y a los soportes de los pilares de esa gigantesca mole de ladrillo colonial, que para un niño de 1,20 m era como una montaña. Y fue ahí, donde una de esas tardes, fuimos a parar con la Coni, jugando a no se qué, pero encaramándonos en esos soportes, saltando y creyéndonos escaladores. Y fue ahí, en ese momento, en el que apareció la Mayuya.
La Mayuya era una chica un poco más mayor que nosotros, pero ella no iba a escuela alguna porque tiene una deficiencia mental. Físicamente, la Mayuya era lo más parecido a la mezcla entre un duende y una gitana; de muy baja estatura, rechoncha, rubia y de andar ligero. Su rostro era redondo, sus ojos rasgados y malévolos, la nariz ganchuda y sonrisa permanente, todo era acorde con su voz de no-cascabeles y no-arpegios de arpas celestiales. Su voz era chillona, un graznido de garza albina que viciosa se posa en los árboles de la alameda matándolos hasta la raíz con su acidez fecal. Para mi, ver a La Mayuya era un terror, me paralizaba y no reaccionaba, y siempre andaba dando vueltas por ahí y por allá, era imposible no topársela, y cada vez que la veía, apretaba la mano de mi mamá, y me empezaba a poner nervioso, a esconderme, a querer salir de ahí.
Esa tarde mientras esperábamos la micro encaramados como monos en esos soportes de la iglesia, fue tanto el jolgorio que no vi a La Mayuya, no la sentí, no presentí su vaho enanezco, no se ni como, ni por qué, habiendo tanto espacio en la iglesia, en la plaza misma, detrás de la iglesia, en el río, en Granallas o llegando al mar, ella apareció frente a nosotros, en esos miserables 2 m2 de algarabía infantil. La vi de frente, y vi su sonrisa maldadosa, su nariz de pico de águila, sus ojos de zíngara bordeados por arruguitas de anciana-niña, anciana-monstruo, anciana-diablillo, anciana-niña-bruja. Tampcoo recuerdo el por qué de lo que sucedió después, solo la vi tomándome del buzo y con todas sus fuerzas lanzarme desde aquel soporte al suelo de la iglesia, y salir arrancando y riendo como si se tratase del acto infernal como cuota de su día a día.
Quedé tan adolorido, y me dolía mucho la garganta porque me aguanté el llanto, me sorbí los mocos, con vergüenza porque todos vieron y nadie dijo nada, nadie me ayudó, nadie movió los labios ni gesticuló una mímica.
En aquel entonces, en la plaza de mi pueblo habían parlantes instalados en las alturas, en unos pilares de fierro que daban muy fuerte la corriente. Y este suceso tiene por soundtrack "Girls Just Want to Have Fun" de Cyndi Lauper, porque a todo chancho sonaba esa canción, alegrando la tarde pueblerina de los rostros cansados pero dichosos y tranquilos de la gente... menos del mío, magullado y colorado por la paliza que esa niña gitanesca me dio.
"Girls Just Want to Have Fun" ha sido por siempre un clásico atemporal. Van a seguir pasando 10, 30, 80, 100 años y seguirá sonando fresco, cristalino. Es difícil que a alguien no le guste, independiente del estilo personal de música que uno profese, o tan rockerito o metalerito pueda ser la persona. Todos la bailaremos, todos la cantaremos, todos nos transformamos en Cyndi cuando suena la canción, aún con audífonos, colocando cara de malo, no vaya a ser que la gente no sospeche que escucho un hitazo del pop ochentero, porque para mi también significa esto y más. Con el tiempo, superé el suceso de La Mayuya, pero jamás logré sacar de mi memoria la canción que sonaba mientras me atacó ese enano del bosque, esa gitana bruja de la caravana errante que "robaba" niños y maldecía por doquier. Girls Just Want to Have Fun tiene los acordes y los ritmos de La Mayuya, la Chica Jenny (así también le decían), y logré darles la mano cuando crecí, y sigo creciendo, y la sigo viendo, casi 30 años ahora, en el presente, cuando aún ese enlace no se ha ido. Y la observo sin miedo andando en bici, y devolviéndome el saludo con alegría cuando de lejos le grito: "CHAO MAYUYA!!!", y ella mira hacia atrás, con una risa de oreja a oreja, mostrando sus chocleros en esa boca que intersecta con su nariz aguileña, y me sonríe también con sus ojos de gitana ya verdaderamente vieja, brillando en colores, riendo a carcajadas, porque ella solo ha sido feliz, y también porque ella sólo quiere divertirse.
Cierro el portal.
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Leonardo da Vinci CV
"Ilustrísimo Señor, que ya cuenta suficientemente con los ejemplares de todos aquellos que se proclaman con los artìfices calificados en los instrumentos de guerra, y que la invención y el funcionamiento de dichos instrumentos no son diferentes de los de uso común: me esforzaré, sin perjuicio de cualquier otro, a dar explicaciones a su Excelencia, mostrando a su señoría, mi secreto, y luego ofrecer a su mejor gusto y a su aprobación para trabajar con efectos en los momentos oportunos sobre todas las cosas que, en parte, le señaló brevemente a continuación.
1. Tengo una especie de puentes muy ligeros y resistentes, adaptados para ser más fáciles de llevar, y con ellos puede llevar a cabo, y en cualquier momento huir del enemigo, y otros, seguros e indestructible por el fuego y la batalla, fácil y cómodo para levantar del lugar. También los métodos de quemar y destruir los del enemigo.
2. Yo sé cómo, cuando se ve asediado un lugar, para tomar el agua de los fosos, y hacer interminable variedad de puentes y caminos cubiertos y escaleras, y otras máquinas relacionadas con tales expediciones.
3. Si, por causa de la altura de los bancos, o la fuerza del lugar y su posición, es imposible, al asedio de un lugar, a valerse del plan de bombardeo, tengo métodos para la destrucción de la fortaleza de otros, incluso si se basa en una roca.
4. Una vez más, tengo toda clase de morteros, gran terror, más convenientes y fáciles de llevar, y ellos arrojan piedras pequeñas casi asemejando una tormenta, y con el humo de estos, motivos para el enemigo, en su detrimento y confusión.
5. Y si la lucha debe ser en el mar tengo muchos tipos de máquinas más eficientes para el ataque y defensa, y los buques resistirán el ataque de las mayores armas de fuego, el polvo y el humo.
6. También conozco modos de llegar sigilosamente a un determinado lugar por cuevas y pasajes secretos, aunque para ello fuera necesario pasar bajo un río.
7. Haré carros cubiertos, seguros y inatacables, que, entrando en el enemigo con su artillería, no hay ningún cuerpo de hombres tan grande, que los resista. Y detrás de estos, la infantería podría seguir muy ilesa y sin ningún obstáculo.
8. En caso de necesidad, haré cañones, morteros y artefactos explosivos sin luz de formas sutiles y útiles, fuera del tipo común.
9. Cuando la operación de bombardeo puede fallar, me gustaría inventar catapultas, cañones, trabocchi, y otras máquinas de la eficacia maravillosa y no de uso común. Y, en definitiva, de acuerdo a la variedad de los casos, puedo inventar diferentes y un sinfín de medios de ataque y defensa.
10. En tiempos de paz creo que puedo dar satisfacción perfecta y al igual de cualquier otro en la arquitectura y la composición de los edificios públicos y privados, y en el agua rectores de un lugar a otro.
11. Puedo realizar esculturas en mármol, bronce o barro, así como pinturas, y mi trabajo puede compararse al de cualquier otro, quien quiera que sea.
Además, yo podría asumir la obra del caballo de bronce que sería una gloria inmortal y honor eterno de la memoria feliz de su señor padre y de la ilustre casa de los Sforzas.
Y si alguna de las cosas mencionadas le pareciesen a alguien imposibles o no factibles, me declaro dispuesto a hacerle una demostración en su parque o el lugar que prefiera Vuestra Excelencia, a quien me encomiendo con toda humildad."
#IZarchivo
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"¡David Brabham Revela Secretos Jamás Contados de su Padre, el Legendario Jack Brabham! ¡No Podrás Creerlo!" ¡Buenas, apasionados de los motores y los caballos de fuerza! Este artículo sobre David Brabham me ha puesto a pensar bastante. David es un personaje clave en la Fórmula 1. Este hombre aprendió a conducir en los autos que su padre, Jack Brabham, creó. ¡Hablando de raíces automotrices! #F1 #Legend #DavidBrabham ¡Fascinante! Pero, bueno, veamos los detalles. Como muchos ya deben saber, Jack Brabham es un nombre legendario en F1, tres veces campeón del mundo y el único piloto en ganar un título en un auto con su propio nombre. Este artículo tiene algunos detalles increíbles sobre Jack Brabham, desde su enfoque frío e inquebrantable hasta su increíble habilidad como ingeniero. Verán, no todos los pilotos podrían ser también constructores brillantes, como lo era Jack. Ah, y hablemos de su vuelta en Monaco en 1970 cuando se estrelló en la última curva... y decidió simplemente empujar el auto sobre la línea. ¡Eso es determinación! Pero aquí viene el verdadero negocio. David. Hijo de Jack Brabham, y alguien que ha vivido la vida de F1 a través de las experiencias de su padre. Leído en este artículo, David dice que creció entre los autos de F1, literalmente, ya que la fábrica de su padre quedaba detrás de su casa, y más tarde, fue piloto en la F1 él mismo. ¡Incluso ganó las 24 horas de Le Mans! En cuanto a los autos, aunque no se detalla mucho en este artículo, el BT19, el auto que Jack Brabham construyó y condujo hacia el campeonato mundial 1966, merece mención especial. Presentaba una configuración de motor trasero, simples líneas aerodinámicas y una carrocería de aluminio ligero que resultó en un rendimiento espectacular. ¡Pero eh! Tenemos que admitir que pese a que somos admiradores del legado de Jack Brabham, hay algo que siempre nos hará rascar la cabeza. ¿De verdad se puede comparar la increíble destreza que requiere conducir una bestia de la F1 con nada más en el mundo del automovilismo? Detesto decirlo, y sé que provocará un debate intenso, pero en mi opinión, el automovilismo de baja cilindrada como los karts es más emocionante y requiere más habilidades en términos de destreza de conducción que la F1. Sé que es una opinión polémica, pero es la mía. #ControversiaAutomotriz Así es, pasé de cantar los elogios de la F1 a un comentario potencialmente sacrílego. ¿Qué opinan, amantes del motor? ¿Los karts son realmente la verdadera prueba de habilidad o estoy completamente perdido? Recuerda, la discusión siempre es bienvenida en el mundo de los automóviles. Juntemonos y hablemos, apasionados del mundo automotriz, pero recuerda: ¡Siempre con respeto! #DebateAutomotriz
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Y que suene al ritmo de la:
Música Folclórica de Sinaloa.
La música típica para bailar folclor sinaloense es la tambora. En realidad la historia de la banda o tambora sinaloense toma lugar principalmente en Mazatlán.
A finales del siglo XIX, en todas las regiones de México existían ensambles de instrumentos de viento, que tocaban en regimientos militares, fiestas de pueblo y procesiones religiosas.
Fue en la década de 1880 cuando en algunos pueblos de Sinaloa, especialmente los de la zona serrana, donde tenían integrada su propia banda de música, usaban bombardinos y tubas e incluso saxofones entre otros instrumentos lo que originó el surgimiento de "bandas orquestas".
Actualmente, estos grupos cuentan con instrumentos como trompeta, trombón, clarinete, saxofón, bombo o tambora, tarola y platillos.
Algunas de las canciones o bailes son el Sinaloense, El Sauce y la Palma, El Toro Mambo, entre otros.
El singular acento de la banda sinaloense muestra mucha similitud con los de las bandas de viento alemanas y francesas, circunstancia que se marca notoriamente en la marcada diferencia entre las ejecuciones musicales entre las bandas de la región centro-norte y las del sur de la entidad.
El fraseo musical en las bandas de las regiones del Évora y Culiacán es más ligero y matizado, un estilo un tanto más occidental europeo, en tanto que en la región de Mazatlán, muestran un fraseo mucho más marcado y un tanto menos matizado en la ejecución, denotando una marcada influencia del estilo bávaro.
hoy por hoy las piezas musicales que conforman el repertorio tradicional de la Música de Viento en Sinaloa son:
El Sauce y la Palma.
El Niño Perdido.
El Sinaloense.
El Caballo Bayo.
Las Isabeles.
Brisas de Mocorito
El Coyote.
Amor de Madre
Tecateando
La Cuichi y tantas otras más.
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Capítulo XXIV: Bienvenida a casa
Cuando llegaron al nacimiento del río Hjaal, Seth la ayudó a desmontar del caballo. El majestuoso frisón tenía un aura morada que no recordaba, aunque la verdad es que sus recuerdos del día en que la rescató de los falmer eran algo borrosos. Miró a su alrededor, inquieta y llena de dudas. Había imaginado que irían al Cerro, pero allí estaban, en mitad de la nada. Lo único que había allí era un islote en cuyo centro había una vieja torre en ruinas. Alicent abrió la boca para preguntar dónde estaban, pero no tardó en cerrarla; él ya le había repetido en varias ocasiones que se lo explicaría todo a la vuelta, ya que ahora el tiempo apremiaba.
Miró hacia el islote, preguntándose si ese sería su destino. Como si Seth hubiera notado sus dudas, alzó una mano y frente a ella hubo un ligero destello blanco seguido de una vibración sutil bajo sus pies. Poco a poco, un camino de piedras empezó a emerger de las profundidades del lago. Las piedras eran lo bastante grandes como para pasar despreocupadamente, pero aunque parec��an estables, Alicent vaciló, temerosa de caer al agua helada. Seth la tomó de la cintura, pegándose a su espalda
—Puedes cruzar —susurró con cariño desde atrás, sobre su pelo—. Quiero que conozcas ya nuestro nuevo hogar.
¿Viviremos en unas ruinas? Alicent giró la cabeza para mirarlo, dubitativa. Sonreía. De hecho, parecía estar de muy buen humor. ¿Cómo puede estar tan tranquilo? Ella tenía un nudo en el estómago, estaba de los nervios pensando en su madre y en Idgrod, pero también en todos sus vecinos.
Seth le dio un empujón suave para animarla a cruzar. Alicent sujetó los pliegues de su vestido con las manos y lo levantó un poco. Tras juntar algo de valor, se subió a la primera piedra tras tantear su estabilidad. Una vez lo hizo, saltó a la siguiente y así hasta seis veces hasta que alcanzó el islote. Conforme se iba acercando, algo empezó a cambiar a su alrededor. Como si cayera un velo o, mejor, como si lo cruzara, la torre en ruinas se fue transformando ante sus ojos. La maleza desapareció, revelando un bonito jardín, y también lo hicieron los escombros. La torre mostró su forma original, tal y como debía haber sido antaño, antes de que las guerras y el paso del tiempo la hicieran trizas. Era magnífica, de piedra gris clara y tan alta que imponía. Su arquitectura no se parecía a ninguna que ella hubiera visto antes; parecía mágica.
Se bajó del puente, ya en el otro extremo. Un pequeño camino empedrado bordeado de campanillas moradas llevaba hasta la entrada y Alicent correteó hasta la mitad, fascinada, olvidando por un momento lo que qué estaba pasando en Morthal. Allí se giró hacia él. Seth bajó de la última piedra del puente y caminó hacia ella con parsimonia. Cuando estuvieron frente a frente, él volvió a coger su cintura para pegarla contra sí y besarla.
—Bienvenida a casa.
Alicent sonrió, con el corazón latiendo tan fuerte que podía sentir el pulso en los oídos. Vivirían en una torre escondida donde nadie podría encontrarlos salvo que ellos quisieran. Parecía un cuento de hadas.
—Ahora debo irme, Ali —siguió él—. Entra y ponte cómoda. A mi regreso te lo explicaré todo —prometió una vez más.
—Vuelve pronto —pidió ella en un susurro.
—Te lo prometo.
Tras decir esto, Seth se alejó, desandando el camino hacia el puente.
—¡Ten cuidado! —gritó, viendo cómo desaparecía de su vista.
Cuando quedó sola, Alicent se abrazó a sí misma. Todas las preocupaciones volvieron a su mente y se le hizo un nudo en la garganta. Por un lado quería que él volviera a Morthal rápido para poner a salvo a sus seres queridos, pero, por otro, tenía miedo de que le pasara algo durante el combate. Esa parte deseó que se quedara con ella allí, donde nadie podría hacerles daño nunca.
Una nueva ráfaga de viento le provocó un escalofrío y la hizo volver en sí. Cogió aire y recorrió el camino que la separaba de la entrada. Las puertas de metal eran pesadas, pero se abrieron solas en cuanto posó la mano sobre ellas, como si la torre la aceptara y le diera la bienvenida. Aunque sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad del exterior, la luz del interior era tenue y no la molestó en absoluto. En cuanto se dio cuenta de los pequeños orbes azules que flotaban junto a las paredes, emitiendo luz, jadeó impresionada. Si por fuera la torre parecía mágica, el interior dejaba claro que lo era.
Avanzó mirando todo a su alrededor. A la izquierda, nada más entrar, había unas escaleras de piedra que daban al piso superior, y un gato recostado sobre uno de los escalones se quedó mirando hacia ella. A la derecha había otras escaleras que bajaban. Alicent siguió al frente y llegó a una gran sala circular, en cuyo centro había otra otra sala más, también redonda. Había tanto por explorar que se sintió abrumada. Desde su posición pudo apreciar que en la sala exterior había varias mesas. Una se parecía a la que Falion tenía en su casa, donde a veces encantaba armas, joyas o armaduras. Al otro lado había una parecida que tenía varios bastones al lado. Aunque la curiosidad la invitó a rodear el anillo exterior de la torre, escuchó voces hablando en la sala interior. ¿Serán los criados? Como noble que era, tenía sentido que Seth los tuviera. No supo cómo sentirse al respecto, ya que ella siempre había tenido que hacerlo todo por su cuenta. Como fuera, se animó a entrar para presentarse.
La puerta era de madera oscura y no chirrió cuando Alicent la empujó. Abrió la boca para saludar, pero lo que vio en el interior la dejó sin habla. Había cuatro personas en el centro de la habitación. Un hombre al que no conocía, calvo y fuerte, estaba de pie frente a un atril sobre el que dibujaba algo en unos planos. Cerca suyo, sentadas junto a la mesa, reconoció a Alva y a Laelette. Entre ellas había otro hombre, arrodillado en el suelo y con la mirada clavada en este. No llevaba más que un taparrabos harapiento y parecía herido. Que Alva estuviera allí era raro, sin embargo, ella y Seth eran amigos. Pero, ¿Laelette? ¿Qué hacía ella allí? ¿Y por qué estaba así ese hombre?
Cuando se quiso dar cuenta, todos salvo el esclavo la estaban mirando. Alicent les devolvió la mirada uno a uno, deteniéndose en Laelette. Sus ojos, extrañamente rojos, se cruzaron con los suyos y la mujer sonrió de par en par.
—¡Alicent! —exclamó, levantándose de la mesa y abriendo ambos brazos—. ¿Te acuerdas de mí?
—Laelette —murmuró, demasiado confundida como para articular alguna de las muchas preguntas que tenía en aquel momento—. Pero tú… te fuiste con los Capas de la Tormenta.
Laelette se acercó hacia ella, pero Alicent retrocedió por instinto. Aunque Laelette seguía sonriendo, había algo extraño en ella, algo que no le inspiraba confianza. Sus ojos brillaban con el tono de Masser, su piel tenía el color de Secunda y contrastaba con su pelo oscuro. Esto, mezclado con sus rasgos finos y afilados, la hizo sentir bastante intimidada. Recordaba a Laelette como una mujer frágil y dulce que siempre parecía un poco confundida, pero ahora eso se había desvanecido. Seguía pareciendo frágil, pero de otro modo. Ya no parecía dulce, sino salvaje. Y la confusión se había convertido en algo más. Inestabilidad. Esta se transmitía en su mirada, pero también en su voz aguda.
—Me fui para empezar una nueva vida, como tú —respondió Laelette, indiferente a su aversión—. Si te conviertes ahora serás joven eternamente. Qué envidia no haberlo hecho a tu edad —lamentó. De pronto sus ojos se abrieron, como si hubiera tenido una idea. Luego, brillaron con ilusión. Su sonrisa se ensanchó y se hizo más fina—. Alva me ha contado que Lami pasa mucho tiempo con mi marido. Si ella se va a quedar con mi pequeño Virkmund, es justo que yo me quede con su hija. Siempre quise tener una niña, ¿sabes? —Laelette giró su cintura en dirección al hombre calvo y batió las pestañas, coqueta—. ¿Qué me dices, Movarth? ¿La adoptamos?
El hombre rodó los ojos como respuesta y Alicent retrocedió un paso más. Quiso gritar que mentía, que su madre no se había buscado otra familia sin contárselo a ella, pero los recuerdos del último año cayeron sobre Alicent como una revelación. Lami había pasado mucho tiempo con Thonnir y ella se había alegrado por tener un poco de libertad, ¿era posible que se hubieran hecho novios? Sacudió la cabeza, negando para sí. Se aferró a la única incógnita que se atrevió a confrontar en aquel momento.
—Yo no me voy a convertir en nada, ¿de qué hablas? —preguntó con un hilo de voz.
Alicent miró a Alva, buscando una explicación. Y la obtuvo, aunque no como esperaba, cuando ella se inclinó sobre el esclavo. Abrió su boca pintada de rojo y sus dientes se volvieron afilados y grotescos antes de hincarse en el cuello del hombre.
Alicent tardó unos segundos en asimilar lo qué estaba viendo. Vampiros. Son vampiros. Su rostro se descompuso en una expresión de pánico y rompió a temblar.
—¿Te encuentras bien, cielo? Te has puesto pálida —dijo Laelette.
Alicent la miró a tiempo de ver que le acercaba una mano, dispuesta a tocar su frente. La apartó de un manotazo.
—¡No me toques! —exclamó, retrocediendo un paso más, aterrada.
Giró sobre sí, buscando la entrada con la mirada. Estaba a punto de salir corriendo cuando Laelette la agarró de la muñeca y la sujetó con fuerza. Su piel estaba helada y su agarre era tan brusco que le hizo daño.
—¿Es que Lami no te ha enseñado modales, niña? —preguntó enfadada. El falsete agudo desapareció y dio paso a una voz ronca de tono frío—. Muy bien, si piensas comportarte así, tendré que enseñarte algo de respeto.
—¡Suéltame! —gritó Alicent, asustada, y empezó a forcejear. Se volvió hacia Alva—. ¡Alva! ¡ALVA, AYÚDAME! —suplicó.
Pero Alva levantó la mirada despacio y, luego, negó. Tenía un poco de sangre en la comisura del labio y la retiró con el pulgar. Lo chupó para limpiarlo antes de pronunciarse.
—Te avisé de que te alejaras de él, pero no me hiciste caso. Ahora, te aguantas.
Laelette tiró de ella hasta las escaleras y la obligó a bajar. Por más que forcejeó, no consiguió zafarse de su agarre. El sótano estaba oscuro, tanto que Alicent no podía ver nada, aunque por la soltura con la que se movió su captora, parecía que ella sí que podía ver. La arrastró por la sala y Alicent avanzó a ciegas tras ella, a la fuerza. Cuando pararon, sintió un empujón seguido de un chirrido metálico; no tardó en descubrir que venía de la puerta de la celda en la que Laelette la acababa de dejar encerrada.
Aterrada, gritó y lloró en la oscuridad. Suplicó que la sacaran y amenazó, también a voces, con que Seth se lo haría pagar cuando volviera. En algún momento comprendió que, si Seth sabía que ellos estaban allí, entonces no podrían hacerle daño; él no lo permitiría. Aquello la consiguió calmar algo pero, aunque dejó de gritar, lloró tanto que se quedó sin lágrimas. La oscuridad era insoportable y aterradora. De vez en cuando sonaba algún gemido tenue, vacío, que le daba escalofríos. Recordó al hombre semi desnudo y se preguntó si habría más así en aquel sótano. ¿Cómo puede Seth permitir algo así? La pregunta se repitió en su mente, pero se negó a ella. Quizá había algún motivo, quizá él no lo sabía. Había prometido que se lo explicaría todo a su regreso, pero no imaginaba cómo podría justificar algo así.
No supo cuánto tiempo pasó allí encerrada. Sentía los ojos hinchados por el llanto cuando escuchó un chasquido de dedos, tras el cual varios orbes rojos repartidos por las paredes se encendieron, iluminando el sótano, también circular. Cuando la luz iluminó la estancia, Alicent vio a Seth acercándose a ella, pero también que la sala estaba llena de jaulas como la suya, la mayoría ocupadas por esclavos, hombres y mujeres con aspecto cansado, atolondrados, semi desnudos y casi sin vida, como el hombre que había visto antes. Se le revolvió el estómago y, por un instante, creyó que iba a vomitar.
Seth abrió la puerta. Cuando Alicent alzó la mirada vio que, además de cansado, parecía enfadado.
—S- Seth —murmuró, con la voz seca y ronca. Lloriqueó sin lágrimas, con un nudo en la garganta y los ojos entumecidos—. Sácame de aquí, por favor. Me… Me quiero ir —suplicó cuando él se agachó junto a ella.
Alicent intentó abrazarse a él, pero él la sujetó por los hombros y la miró con severidad.
—¿Qué has hecho? —preguntó. La agarró por debajo de los brazos y la levantó—. Laelette dice que te portaste con ella como una…
Las piernas de Alicent fallaron en cuanto se puso en pie y cayó de bruces contra su pecho, cortando su reproche. Seth olía a sudor, a cenizas y a sangre. Era desagradable, pero no lo suficiente como para apartarse. Se abrazó a él, desesperada.
—Te dije que te lo explicaría todo a la vuelta —reprendió él, acariciando su espalda para tranquilizarla—. ¿Es que no podías esperar?
Alicent negó, apoyada contra su pecho.
—Quiero volver a casa, Seth —pidió, ignorando sus palabras—. Tengo miedo. Esto no me gusta. Esto… ¿Qué es esto? —levantó la barbilla para poder mirarlo a los ojos. Pese a la duda, seguía teniendo la certeza de que él no le haría nada malo, así que no se alejó incluso cuando preguntó—: ¿Eres un vampiro?
Seth parpadeó, perplejo.
—¿Qué? No, claro que no soy un vampiro Alicent. Venga, vamos a nuestra habitación y te lo explicaré todo.
Alicent se tensó contra él.
—No. No voy a ir a ninguna habitación —aseguró. Lo hizo con tal firmeza que hasta ella misma se sorprendió—. Quiero… —vaciló al ver que él la miraba con el ceño fruncido, entre extrañado y cabreado—. Quiero ir a casa, Seth.
Seth frunció todavía más el ceño.
—Alicent, no puedes ir a casa. Y lo sabes. Además, esto es lo que querías. Lo que queremos.
—¿Que esto es lo que quería? —negó, sorprendida—. ¡SETH! —alzó la voz, y él levantó ambas cejas—. ¡VIVES EN UN NIDO DE VAMPIROS!
Las cejas de Seth volvieron a su lugar, pero apretó la mandíbula. Parecía aún más enfadado que antes.
—Ya veo. —Su voz sonó fría, decepcionada—. Lo tenías todo planeado, ¿verdad? —Alicent parpadeó—. Querías que te mantuviera a salvo durante el ataque para luego buscar cualquier excusa para volver a Morthal sin mí. ¿Cómo puedes ser tan egoísta?
—¿Qué? Eso no…
—¿Es cierto? Pues muévete —ordenó Seth. Fue tan brusco que Alicent quedó helada.
A pesar del miedo y la angustia, a Alicent le bastó un nuevo vistazo a su alrededor para devolverle la mirada con firmeza. No tenía ninguna intención de quedarse en aquel lugar horrible. Desvió la mirada hacia las escaleras. Su plan todavía no había terminado de coger forma cuando Seth se adelantó a sus intenciones.
—¡SUÉLTAME! —gritó cuando la cargó sobre uno de sus hombros, como un saco de patatas—. ¡SETH, BÁJAME! ¡QUIERO IRME!
Seth la llevó escaleras arriba varios pisos, hasta llegar a lo que debían de ser sus aposentos. Alicent no dejó de patear y sacudirse todo el trayecto y estuvieron a punto de caer un par de veces, pero no le importaba, solo quería irse de allí cuanto antes. Cuando llegaron, Seth estaba tan harto que prácticamente la arrojó de su hombro. De no ser porque chocó de espaldas contra la pared, se habría caído al suelo. Ni siquiera se molestó en ver cómo era la sala sino que, cuando recuperó el equilibrio, clavó sus ojos en los de él, desafiante, antes de dirigirse a la puerta. Pero Seth se interpuso entre ella y la salida.
—Déjame ir, Seth —exigió.
—Tú no vas a ir a ninguna parte —replicó despacio, enfatizando cada sílaba.
Para esas alturas saltaba a la vista que no le quedaba ni una gota de paciencia. Aunque en cualquier otra ocasión se habría sentido intimidada, estaba tan enfadada que intentó empujarlo. Alicent no tenía demasiada fuerza, así que Seth ni se movió. Frustrada, empezó a golpear su pecho con los puños.
—¡Déjame ir! ¡Déjame ir! ¡Quiero volver a casa! ¡Déjame ir! —exigió sin alzar la voz, atragantándose por los nervios con sus propias palabras.
—Alicent, si sigues así me vas a obligar a hacer algo de lo que te arrepentirás —avisó. Lo hizo en un tono tan frío y afilado que la consiguió frenar.
Alicent se detuvo y lo miró, procesando sus palabras. La amenaza avivó su enfado y volvió a empujarlo. Nuevamente, no consiguió nada, así que se dispuso a hacerlo otra vez, pero en esta ocasión Seth la paró a tiempo. Le apartó las manos con las suyas hacia los lados y Alicent perdió el equilibrio. Aunque estuvo a punto de caer de culo al suelo, solo retrocedió dos pasos tambaleándose, hasta que se volvió a erguir. Lo miró a los ojos, con la rabia encendida. No recordaba haber estado así de enfadada con nadie.
—¡Déjame marchar! No quiero vivir contigo, ¡TE ODIO! —chilló.
Seth quedó ojiplático, tan sorprendido que tardó en reaccionar cuando Alicent lo esquivó y se escurrió entre él y la puerta. Ya había puesto un pie fuera cuando, de repente, los dedos de Seth se enredaron en su pelo y tiró de ella hasta el interior de la habitación. Aunque su primer impulso fue gritar por la sorpresa, la ira escaló la violencia. Alicent se giró como un resorte y le pegó un bofetón con todas sus fuerzas. El impacto sonó tan fuerte que hasta ella abrió los ojos como platos al ser consciente de lo que acababa de hacer.
Ambos se miraron a los ojos unos segundos, congelados. Luego, Seth alzó la mano y le devolvió el golpe. También lo hizo con fuerza, tanta que la cabeza de Alicent se giró tan de golpe que le giró la cara tanto como su cuello dio de sí. Tanta que, en esta ocasión, sí que cayó de culo al suelo. Lo miró desde allí, con la boca abierta, sin dar crédito a lo que acababa de pasar. La había pegado. La había pegado, y con ganas. Puede que ella lo hubiera hecho antes, pero él ni se había movido. Él sin embargo tenía más fuerza y ella notó el dolor ardiendo en su mejilla. Me ha pegado. Se llevó una mano a la cara, temblando. Su labio tembló y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Quedó tan desconcertada, tan incrédula por lo que acababa de pasar, que ni se enteró de que Seth había salido de la habitación hasta que escuchó el sonido de la llave cerrando la puerta. Alicent levantó la mirada despacio, comprobando que Seth se había ido. Su pulso se volvió frenético. Tengo que escapar. Se puso de pie casi de un salto, con la adrenalina dirigiendo sus acciones. Alicent giró el pomo plateado varias veces pero la puerta, de madera robusta, no se abrió. Se agarró al pomo y volcó en él todo su peso pero, aunque la zarandeó con todas sus fuerzas, la puerta siguió cerrada. La desesperación continuó creciendo en su pecho.
Miró a su alrededor por primera vez desde que había llegado, buscando alguna otra vía de escape. Igual que la primera planta, la estancia tenía la forma de una rosca, aunque en este caso las paredes concéntricas eran medios muros que definían la zona del dormitorio. Nuevamente, la iluminación venía de unos orbes que, en este caso, emitían una luz anaranjada y tenue. Alrededor del círculo interior había varias zonas, delimitadas por la organización de los propios muebles; Alicent vio muchos armarios, un tocador e incluso un pequeño hogar alrededor del cual había varias butacas y estanterías llenas de libros. Siguió caminando y llegó a un escritorio y otra mesa que dedujo que sería para comer. En otra zona vio una bañera inmensa, cuadrada y de piedra blanca. Aunque el espacio era magnífico y estaba decorado con gusto, Alicent no sintió ninguna fascinación.
Había unas cuantas ventanas alrededor de la habitación. Una de ellas era especialmente grande, como una puerta. Alicent se acercó y comprobó que podía abrirla. Con el corazón palpitando y la esperanza en el pecho, la atravesó para comprobar que daba a un balcón tan espacioso que incluso parecía una terraza. Se acercó a la balaustrada, solo para comprobar que la altura era inviable. Si saltaba desde allí, lo más probable es que se partiera las piernas, si es que no moría en el intento.
Agobiada, sintió el pánico creciendo todavía más en su pecho. Retrocedió hasta volver a entrar en la habitación e intentó abrir la puerta una vez más, sin éxito. Sus pensamientos eran cada vez más difusos. El ambiente, agobiante ante la creciente certeza de que no había escapatoria. Finalmente se dejó caer sobre el suelo, agotada. Se tapó los ojos con las manos y rompió a llorar desangelada, sintiendo que cada vez le costaba más y más respirar por el pánico. Tanto que las últimas bocanadas de aire que tomó sonaron ahogadas entre los sollozos.
No podía estar pasando aquello. Estaba en una torre lejos de todo el mundo, donde nadie la encontraría nunca si él no quería. Lo que al principio pensó que sería un cuento de hadas se había convertido en una pesadilla.
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Los rurales del México antiguo
Los rurales, soldados que se destinan en el campo al servicio de policía, son fuertes, altivos y aguerridos. Montados en magníficos y ligeros caballos, vestidos con el traje caprichoso y genuino mexicano: ancho sombrero, chaqueta corta, pantalones de cuero y corbata roja flotante; diestros en el manejo del temido lazo, forman un cuerpo militar digno del más alto encomio y del examen más…
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Nuevas y aterradoras criaturas para 5e
El miedo a lo desconocido es una de las emociones más poderosas que podríamos experimentar. Pero yendo un paso más allá son las cosas inexplicables, aquellas experiencias en las que no podemos anticipar lo que está ocurriendo, estas nos dejan con una sensación visceral, un vacío que nos hace sentir vulnerables y desamparados. En historias de terror, es una de las herramientas más efectivas para que los narradores podamos mantener a los jugadores atentos y al filo. Una de las formas más efectivas de evocar este miedo es a través de criaturas que podríamos conocer, pero que fueron transformadas por alguna mente distorsionada en algo más.
La región de Latinoamérica no es solo variada en su flora y fauna, también es rica en una cultura de misterio y superstición. Las junglas, montañas, pantanos y hasta las playas esconden oscuros secretos y criaturas que podrían desafiar la comprensión humana.
Aquí te presento 5 criaturas compatibles con 5e que son una mezcla entre animales e insectos de Latinoamérica. Cada una con su descripción y bloque de estadísticas para que puedas usarlas fácilmente en tus partidas. Ojalá te sirvan para aterrorizar a tus jugadores.
La Tucabeja
Esta extraña criatura de aproximadamente 30 centímetros de largo se compone de un cuerpo esbelto y aerodinámico. Su plumaje de brillantes colores es llamativo y fácil de detectar al igual que el enorme y robusto par de alas translúcidas que salen de su espalda.
Cuando te acercas a ella, podrás ver cómo su pico se abre en 4 partes, dejando ver varias hileras de dientes que podrían descuartizar tu mano en cualquier momento.
Ocelote de la Fruta
Una criatura de más o menos 1, 5 metros de cabeza a cola. Su cuerpo esbelto está cubierto por un pelaje suave de un color dorado o amarillo ligero, con manchas oscuras que recuerdan a las del ocelote real, pero en una escala mucho más pequeña y densa. Estas manchas son irregulares y se distribuyen a lo largo de su cuerpo, proporcionando camuflaje en su entorno natural. Además de el par de alas transparentes que lleva en la espalda, su cabeza es más grande que lo habitual, especialmente por sus enormes multifacéticos y brillantes ojos, lo que le otorga una visión excepcional y sus orejas puntiagudas y móviles, capaces de girar en diferentes direcciones para detectar sonidos y movimientos.
Aullador Dorado
Una criatura parecida a un mono de tamaño mediano, con un cuerpo que mide aproximadamente un metro de largo desde la cabeza hasta la cola. Su pelaje es de un color dorado brillante, similar al caparazón de una mariquita y que presenta manchas negras. Su rostro presenta rasgos que recuerdan a un mono aullador, con una mandíbula poderosa y colmillos afilados que rara vez usa. Si se siente amenazado, comenzará a secretar un nauseabundo líquido dorado por toda su piel.
Mosquimán
Cerca de los 2 metros de largo un caimán con gruesas y duras escamas. Su hocico, largo y afilado muestra en lugar de dientes una serie de finas agujas dentadas con las que puede atrapar a cualquier criatura con facilidad. Pero ese no es su aspecto más aterrador. Su cuerpo posee 6 largas patas terminadas en garras, las cuales le permiten aferrarse de criaturas mucho más grandes que él, mientras les succiona la sangre.
Jaguar Hércules
Una criatura colosal, con un cuerpo robusto y una presencia imponente. Su tamaño puede alcanzar los 4,5 metros de longitud, lo que lo convierte en uno de los mayores depredadores terrestres del mundo animal. Su cuerpo está cubierto de una piel suave y aterciopelada, similar a la de un jaguar, y su enorme musculatura deja en evidencia su poderío. Además de todo esto sus enormes fauces podrían partir el cuerpo de un caballo fácilmente, y entre medio de sus ojos, un enorme cuerno, parecido al de un escarabajo.
Estas criaturas son solo parte de los misterios que pueden encontrarse en Latinoamérica. Estas mezclas son aterradoras, ya que desafían casi por completo la lógica.
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