Tumgik
#dios siempre al borde de matarse está
mantecol · 1 year
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@skz. stop making interviews in english, can't you see my little meow meow lee know is suffering?
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Una promesa
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En la costa este de Neoinferno… El fragmento de concha se desintegró entre la espuma de la penúltima ola de ese día, antes del anochecer. Acababa San Valentín… y los de la expedición a Australia aún no habían vuelto. De todas formas, había aprendido a no preocuparme mucho por ellos. Si realmente estuvieran en aprietos, Alaska ya nos habría avisado con su telepatía. En lugar de eso, no podía dejar de pensar en el pasado. No como alguien que deseaba rebobinar el tiempo hacia atrás, sino para recordar lo ingenuo e idiota que fui y cómo habíamos llegado a esta situación, y me refería a Tess y yo, porque hoy me sentía romántico, porque con esa primera vez que habíamos tenido en la playa, realmente nos grabamos su esencia en el alma y ya no podía pensar en otra cosa cuando estaba en una playa al anochecer.
En ese entonces, los dos éramos tan ingenuos y estábamos al mismo tiempo emocionados y preocupados por las profecías de ese tal Enoc que ahora me hacía sonreír ver que estábamos bien enteros (bueno, me faltaba un brazo, pero… minucias). No nos habíamos convertido en estrellas de fuego encadenadas y arrojadas a un abismo infernal. Ahora que caía, ¿no era Uriel el Vigilante y el Santo que le decía todas esas cosas? ¿Las habría dicho realmente Urian? Quizás, algún día, si le veía en una fiesta y de buen humor, se lo preguntaría. Él siempre parecía demasiado preocupado por las consecuencias de sus acciones y no le culpaba, viendo su suerte, pero Tess y yo nos habíamos arriesgado, y sí, habíamos tenido una suerte impresionante, por eso ya dudaba de si simplemente era suerte o que al destino se le había metido entre ceja y ceja que debíamos ser felices juntos. De ser así, me caía bien el Destino. Tess y yo habíamos logrado ser felices juntos en un mundo donde lo que tenía más sentido era matarse los unos a los otros. Creo que cuando estás en el borde de la piscina tienes que saltar, luego ya te las apañarás en el agua, pero siempre hay que saltar o las cosas nunca cambiarán. —Creo que de todos los guerrilleros, vosotros sois, sin duda, los más felices –habló Menadel. Él había estado a mi lado en silencio todo este tiempo, por lo que sabía que le habían llegado todos mis pensamientos y más. El ángel se veía imponente con su figura recortada al atardecer y sus plumas negras, parecían más oscuras todavía; sus ojos, más vibrantes. —Supongo que no puedo evitarlo —le dije—. Hubo un tiempo donde me daba miedo estar feliz, porque estaba convencido de que, después, algo malo pasaría. Pero es que la vida no es una línea recta. Pasan cosas tristes y felices todo el tiempo. Gracias a las tristes, disfruto aún más de las felices. Y gracias a estas, las tristes me afectan menos. —Antes solía ser optimista, como tú… ¿Sabes? Creía que por haber leído El Principito y haber visto a miles de personas enamoradas abrazarse, sabía lo que era el amor. Pero ahora me doy cuenta de que el Principito es una sarta de convicciones con cierta profundidad dichas de forma encantadora. —¿Y tenías que elegir San Valetín para arruinar un clásico? A este paso, también la tomaba contra Albert Espinosa. —Es solo que los humanos os enamoráis cuando queréis un reconocimiento especial. Al igual que los ángeles estábamos obsesionados con obtener el reconocimiento de Dios. Se podía decir que amábamos a nuestro Creador y, cuando dejamos de hacerlo, nos acostamos con otras personas. —¿Por qué lo dices? —me interesé. ¿Qué le había hecho sentirse así? Aunque me hacía una idea... —Según el Principito, cuando domesticas a alguien, querrá volver a verte y al ganarte su amistad, deja de ser alguien cualquiera… ¿Pero y si el Principito nunca hubiese regresado y se hubiese olvidado de su Rosa y del zorro? —Seguirían siendo únicas en el mundo, estén donde estén. —No si el Principito se olvida de que existieron… No puedes domesticar a alguien, Leo. —Si Tess decidiese dejarme, no quiero ni imaginarlo, pero de eso se trata el plan de hoy -–Guiñé un ojo—. Trato de esforzarme para que no me olvide tan fácilmente. « ¿Me juras que va a valer la pena? Promete que siempre estarán tus ojos cuando no sepa dónde poner mi sonrisa, que siempre estará tu piel cuando los besos no me quepan en los labios, promete que cuando me sienta sola vas a volver, así como la marea siempre vuelve hasta la playa.  » Le había hecho muchas promesas a Tess aquella noche. Y todavía no tenía la certeza de que las hubiese cumplido, aunque Dios sabía, donde quiera que esté, que lo intenté y lo sigo intentando en cada segundo de esta segunda vida que Ambrose me había concedido. A veces la sentía junto a mí y junto a mi familia y, tal vez, estaba imaginándome cosas, pero podía sentir que era feliz, que no se arrepentía de lo que había hecho porque siempre le habría gustado saltar a la piscina por mí, pero eligió protegerme. Los ojos se me humedecieron ante el sentimiento tan abrumador que me causaba su sacrificio y Menadel lo notó. —En fin, cuando quieras –-anunció. Le prometí a Tess en la Antigua Era que haríamos todas las cosas que apuntó en una lista: disfrutaríamos del helado italiano, bailaríamos toda la noche hasta caer rendidos en la orilla… y muchas de ellas no habíamos podido cumplirlas porque en Neoinferno no existían ya esas cosas. Pero resulta que un par de conocidos que simpatizaban con la causa guerrillera me debían un par de favores- Sergio dormía tranquilamente y había conseguido convencer de nuevo a Noah que se quedara con él esta noche. Siempre que Noah le cuidaba, Sergio debía de respetarle mucho porque se portaba mejor que nunca. Contemplé la pulsera de plata en mi muñeca. Tenía grabadas dos runas enoquianas: verdad y justicia. El regalo que me había hecho Tess para hacerme saber que ya no creía en Abaddon. Me la llevé a los labios y sentí su cálida energía envolverme mientras llamaba a mi mujer. Ella acudió a mi llamada y yo debí sonreír con la misma cara de bobo que ponía siempre al verla, incluso diez años después. Aunque conocía cada rincón de su cuerpo, aunque el uniforme guerrillero que llevaba no era inmune al polvo y a la tierra de Neoinferno, aunque tenía grabado a fuego una imagen muy graciosa de Sergio tirando con todas sus fuerzas de esa trenza que llevaba, era consciente de que ella era un ángel, una criatura divina de miles de años, y aún no comprendía que había visto en mí y que, contra todo pronóstico como nos vaticinó el Infame, no se había cansado de mí. —Hola, amor. —La saludé acabando con la distancia que nos separaba, aunque para ello me mojé los pies con la primera ola de la noche y me los llené de barro. Una vez frente a ella, la besé como si llevara días sin verla y me tuve que recordar que Menadel nos estaba esperando, sino, habríamos hecho el amor en esa orilla antes de partir—. Me preguntaba si querrías acompañarme a tomar helado italiano...
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La Oscuridad Interior: Alarmas por la Mañana
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Parte 11 de La Oscuridad Interior (English Version)
Sumario: Bucky se ha autoimpuesto la misión de matar al líder de un pequeño país que le perjudicó y no espera que haya ningún testigo. Pero es descubierto por una joven que no reacciona como él espera
Recuento de palabras: 1391
Advertencias: Se discute el suicidio, el odio a si mismo, y básicamente toda la angustia.
“¿Qué estás viendo?” 
Bucky salió con un sobresalto de la bruma de odio roja en la que se encontraba al escuchar la voz de T/N. Aún estaba tumbada, pero tenía los ojos fijos en él. 
“Pareces un rinoceronte encerrado que acabara de ver como algo se está comiendo a sus hijos y se preparara para atacar.” 
Bueno, no estaba muy lejos de la verdad. Shuri había sido capaz de desarrollar un programa rápidamente una vez que Bucky le explicó lo que quería. En lugar de tener que pasarse horas mirando imagines horribles, el programa lo hacía por él. Desestimaba todo el metraje no esencial, y si había algún dialogo esencial durante algún momento particularmente horrible, el programa le quitaba el audio para dejar solo lo esencial. 
Aún así, conseguía sacar a la superficie toda la ira y el asco de Bucky. 
“No es justo que todos esperéis que responda a vuestras preguntas,” dijo mientras él permanecía en silencio, “pero vosotros nunca contestéis las mías.” 
“Hay algunas cosas que no tienes por qué saber.” Su voz sonaba tensa, apenas escapaba de sus labios. Ella rodó y se levantó, lo que hizo que Bucky cerrara de golpe su portátil. Ante la ceja levantada que le dedicó ella, Bucky supo que solo tenía dos opciones. O bien respondía a su pregunta, o cambiaba de tema. “¿Cómo te encuentras? ¿Necesitas un remedio para la resaca?” 
Puso los ojos en blanco mientras se dirigía a la puerta. “Ni siquiera estoy segura de que pueda tener resaca ya.” 
“¿T/N?” le preguntó Bucky mientras ella comenzaba a girar el pomo de la puerta. Se detuvo y le miró, expectante. “La pasada noche dijiste—”
“Un montón de cosas que no debería haber dicho.” Terminó la frase por él. “Y no quiero hablar más de ello.”
Antes de que pudiera abrir la puerta, Bucky se puso a su lado, con la mano sobre la suya para evitar abriera. Necesitaba respuestas. Necesitaba escuchar su voz. Después de todo lo que había visto durante las ultimas cinco horas, no podía dejarla ir así. “T/N.”  
“Para de decir ni nombre.” 
Mantuvo los ojos fijos en la puerta que tenía delante, con el cuerpo tenso y manteniendo intencionadamente los ojos lejos de Bucky. “Entonces dime qué querías decir cuando dijiste que no te podías matar a ti misma, literalmente.”
“No te tenía por un idiota. Creo que esa frase se explica bastante bien por si sola.”
Tomó aliento. A Steve se le daba mejor esto que a él. Hacer que la gente se abriera. Usar palabras antes que los puños o las balas. Pero era Bucky el que se encontraba de nuevo en esta posición, sabiendo que Steve no sería capaz de comunicarse con T/N. Qué demonios, ni siquiera sabía si él iba a ser capaz de comunicarse con ella. Pero de alguna manera sabía que, de todos los que estaban en ese complejo de edificios, era él quien tenía la mejor posibilidad de hacer que se abriera. “T/N, entiendo que esta es una situación de mierda para ti. Estas en un país diferente y todo te parece—“
“Guárdate eso para alguien a quien le importe, Soldado,” replicó. “Ese estúpido balbuceo de psicólogo puede que haya funcionado para ti, pero no va ha lograr una mierda para mi.” 
“Solo estaba intentando decirte que sé por lo que estás pasando, T/N. Puedes hablar conmigo.” 
“Eso si que está bien. Tú sabes por lo que yo estoy pasando. Estás usando la tortura que sufriste para formar de alguna manera un vínculo conmigo y la tortura que yo sufrí. Pero hay una pequeña diferencia que estás olvidando.” Se volvió finalmente y le miró a los ojos con una mascara vacía de emoción. “Tú tenías a alguien para apartarte del borde. Aún tienes a Steve. Han pasado ¿cuánto? ¿Setenta años? Y aún le tienes a él. Pero yo no. Yo ya no. Así que ahórrate el aliento, Bucky. Porque no sabes por lo que estoy pasando.”
Esta vez, cuando ella abrió la puerta, Bucky le dejó irse.
“Os veo a ti y a Steve en la sala de reuniones en veinte minutos. Os daré más información.”
Justo cuando estaba girando la esquina, apareció Bucky por el otro lado del pasillo, levantado la ceja al ver su espalda en retirada y a Bucky apoyándose en la puerta. “¿Alguna novedad esta mañana?”
Bucky asintió y entró de nuevo en su habitación con Steve pisándole los talones. “He llamado a Shuri y ella ha obrado su magia para que el ordenador busque entre todo el metraje y nos muestre únicamente las partes importantes. Una vez esté hecho, te daré el metraje ya censurado. Es horrible también y preferiría no tener que ver nada, pero…”
“¿Pero ella sigue siendo una caja-puzle china??”
“Está… está fatal. Está suicida, pero dice que no puede matarse a si misma. Literalmente.  Como si fuera físicamente imposible. Con suerte, la parte última del metraje nos ayudará a entenderlo, pero cuando le he preguntado a ella esta mañana, se ha cerrado en banda completamente.”
Steve le dio una palmada en el hombro a su amigo y esperó hasta que Bucky le miró para empezar a hablar. “No te tortures por esto, Bucky. Averiguarás lo que está pasando tarde o temprano.”
Bucky observó como Steve retiraba la mano y pensó en lo último que había dicho. ¿Averiguar qué, exactamente? ¿Por qué se siente atraído hacia T/N?  ¿Qué le había hecho a T/N el general para cambiarla? ¿Qué estaba planeando Cherut? Había demasiadas preguntas, y Bucky no podía deshacer los nudos lo suficiente para siquiera ver lo quería que respondiera.
No obstante, miró un par de minutos más de metraje antes de dar cruzar el complejo en dirección a la sala de conferencias. Puede que averiguara algo que le ayudara a aclarar un poco esta confusión. O quizás T/N hablara solo con acertijos y lo enredara todo mucho más.
“Entiendo que eres rápido y ágil y lo que sea, solo digo que ese escudo no te tapa mucho,” T/N estaba diciendo mientras Bucky se acercaba a la sala.
Steve le respondió, “un escudo más grande sería más difícil de manejar en una batalla.”
“Serías fácilmente derribado por un equipo bien entrenado. Alguien va por tu cabeza, alguien va por tus piernas ... Si además tuvieran el elemento sorpresa en su costado, estarías perdido. Es lo único que digo.”
“Sabes, no dependo solo de mi escudo.”
“Espero que no.”
“De todas formas, ¿cuándo te has convertido en experta en escudos?”
Bucky entró en la habitación justo a tiempo para ver a T/N sonreír ligeramente ante esa pregunta. Era la primera sonrisa genuina que le había visto. No parecía mucho, pero era un gran paso. T/N miró a Bucky antes de volverse para responder la pregunta de Steve.
“Mi hermana y yo solíamos organizar batallas en nuestro cuarto de estar. Le encantaba la historia e incluso cuando era una niña leía ya un montón de libros sobre Troya, Las Cruzadas, La Guerra del Peloponeso… lo que pudiera encontrar. Bueno, pues mi abuela tenía una bandeja que Jen usaba como protección contra mis balas de lana. Le tiraba una a la cabeza, seguida de una a las piernas… siempre caía en ese truco.”
Su sonrisa se desvaneció junto con el recuerdo. Ese vistazo a la vida de T/N cuando aún mantenía su inocencia hizo que Bucky sintiera aún más rabia contra el General. Ya no existían esas dos niñas pequeñas que se tiraban lana y se reían en una falsa batalla. Ahora una estaba muerta y la otra era un caparazón vacío.
“De todas formas,” dijo T/N sentándose recta y sacudiendo imperceptiblemente la cabeza, como tratando de apartar el recuerdo. “El otro día estuvimos hablando del Cartel de Delarave.”
A Bucky le importaba una mierda el Cartel de Delarave. Steve podría averiguar si había algo conveniente en lo que T/N estaba diciendo, lo que le daba a Bucky la posición para estudiar todo lo demás sobre T/N.
Había repasado los primeros meses del metraje. Había visto a T/N crecer unos seis meses en el espacio de unas pocas horas. Aún quedaba casi un año y medio por ver, pero le parecía que ya había visto lo suficiente para manejar su lenguaje corporal y notar la diferencia entre la T/N que pasaba el tiempo en el dormitorio del General y la T/N que se sentaba en frente de él ahora.
Aquí, no estaba nerviosa. Se mantenía rígida, claro, pero había una tranquilidad subyacente cuando explicaba lo que sabía sobre las amenazas a su país. En los videos, los movimientos de T/N cuando estaba con el General se relajaban considerablemente mientras seguía la regla de hacer que se lo creyera. Para un ojo cualquiera, su actuación podría incluso ser creíble. Cualquiera que lo viera desde el exterior, podría creerse que ella estaba ansiosa por sus citas semanales con ese hombre. Pero Bucky sabía la verdad. Había estado en su posición. Manipulado por los agentes de Hydra, despojado de toda su voluntad… él sabía lo que estaba buscando. Ella odiaba al general. Odiaba esos encuentros. Y, incluso en los seis meses de metraje que había visto, había podido el odio por si misma aumentar también.
Sentada enfrente de él ahora, Bucky vio que ese odio aún empapaba todo su ser.
Le costó un minuto, pero Bucky salió de sus pensamientos lo suficiente para notar el completo silencio. Sus ojos enfocaron de nuevo y vio a T/N mirándole fijamente con los ojos hechos dos rendijas, pensativa.
“¿Qué?” preguntó, desviando la mirada de T/N a Steve.
“Sabes algo. Algo sobre mi que yo no te he dicho.”
“¿Qué te hace pensar eso?” Steve preguntó desviando la atención de Bucky por un breve instante.
Miró por la ventana y se mordió los labios antes de responder. Cuando finalmente habló, lo hizo directamente a Bucky. “Se te da realmente bien esconder cosas. Tienes control total sobre tu cuerpo, sin duda de tu entrenamiento con Hydra, o a lo mejor fue en los cuarenta. Pero hay algo detrás de tu mirada. Estas comparando algo, y ya que obviamente no me estás escuchando… es algo distinto.”
“Entonces, ¿qué es? Suenas como si ya lo supieras todo,” Bucky se inclinó hacia delante, retándola. Ella le estaba ofreciendo echar un buen vistazo a su proceso de pensamiento y él no estaba dispuesto a dejarlo pasar.
“No es lo que estoy diciendo…” mantuvo los ojos fijos en los suyos mientras pensaba en alto. “Así que debe ser algo que estoy haciendo. Pero tú solo me conoces desde hace unas semanas… en realidad dos o tres días, ya que nuestro primer encuentro fue muy breve. Eso no te deja mucho material para comparar. No estoy segura que—oh.” Y ahora se cerró en banda, cruzando los brazos y echándose de nuevo hacia atrás en la silla. “Has encontrado los videos. Los videos del General.”
“¿Sabías que existían?”
Se quedó quieta y se sentó en silencio. Steve abrió la boca para romper el silencio, pero Bucky le lanzó una mirada para detenerle. T/N hablaría. Siempre lo hacía para llenar el silencio.
Y estaba vez, tampoco se equivocaba. “¿Sabes que los atletas ven sus jugadas una y otra vez para aprender y mejorar? El General me los hacía ver a mi.”
Jodido bastardo enfermo.
“Y ahora estas furioso. ¿Ves, Bucky? No eres el único que sabe leer el lenguaje corporal.”
“El General te lo enseño, ¿verdad?” interrumpió Steve, desviando la mirada de T/N a Bucky.
“Sí. Pero tú ya lo sabías.”
“No los detalles,” Steve le aseguró rápidamente. “Aunque sí teníamos lo esencial. ¿Para que te estaba entrenando?”
“Para ser espía. Y ahora creo que hemos acabado por hoy.” Justo cuando se apartaba de la mesa y comenzaba a levantarse, todas las alarmas del edificio comenzaron a sonar. Bucky y Steve se pusieron inmediatamente en marcha y no paso mucho tiempo antes de que estuvieran mirando la Tablet de Steve, viendo como dos jets acababan de tomar tierra, con el logo de Cherut pintado en uno de los laterales.
PARTE 12: Demasiado Tarde
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artaudwords · 7 years
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El sastrecillo
el sastrecillo estaba muy contento. sentado allí, cosiendo. fue cuando la mujer llegó allí a la puerta y llamó al timbre cuando se inquietó. “crema agria, tengo crema agria para vender”, dijo ella. “lárgate, apestas”, dijo él, “¡no quiero tu crema de mierda!” “¡eeeh!”, dijo ella, “¡aquí huele a demonios! ¿por qué no saca la basura?” y se marchó corriendo. y entonces el sastre recordó aquellos tres cadáveres. uno estaba en la cocina, tumbado allí en el suelo, frente al fogón. otro estaba de pie, colgado por el cuello en el armario, rígido, de pie allí. y el otro en la bañera, sentado, tieso, bueno, no exactamente tieso, porque podía verse la cabeza justo asomando por el borde. estaban empezando a aparecer las moscas y eso no le gustaba. las moscas parecían muy contentas con aquellos cadáveres, se emborrachaban con aquellos cadáveres, y si las espantaba se enfadaban muchísimo. nunca había oído zumbar a las moscas con tanta rabia. le atacaban, le picaban incluso, y, en fin, las dejó en paz.se sentó otra vez a coser y volvió a sonar el timbre. parece que no me van a dejar coser, pensó.era Harry, su compadre.-hola, Harry.-hola, Jack.Harry entró.-¿qué peste es ésta?-cadáveres.-¿cadáveres? ¿bromeas?-no, echa un vistazo.Harry los encontró con la nariz. encontró el de la cocina, luego el del armario, luego el de la bañera.-¿por qué los mataste? ¿te volviste loco? ¿qué vas a hacer? ¿por qué no ocultas los cuerpos, te libras de ellos? ¿estás loco? ¿por qué los mataste? ¿por qué no llamas a la policía? ¿has perdido el juicio? ¡dios mío, qué PESTE! ¡oye, amigo, no te me ACERQUES! ¿qué vas a hacer? ¿qué va a pasar ahora? ¡ARRG! ¡QUÉ PESTE! ¡ME VOY A PONER MALO!Jack seguía cosiendo. él cosía y cosía y cosía. como si intentase ocultar algo.-Jack, voy a llamar a la policía.Harry fue hacia el teléfono pero se sintió mal. entró en el baño y vomitó en el cagadero con la cabeza del cadáver de la bañera asomando en el borde.salió, cogió el teléfono, descubrió que quitando el micrófono podía meter el pene en aquel chisme. metió y sacó y estaba bien. muy bien. pronto completó el acto, colgó el teléfono, subió la cremallera, se sentó frente a Jack.-Jack, ¿estás loco?-Becky dice que ella cree que estoy loco. me amenaza con encerrarme.Becky era la hija de Jack.-¿sabe lo de esos cadáveres?-todavía no. anda de viaje, por Nueva York. es jefa de sección de uno de esos grandes almacenes. se consiguió un buen puesto. estoy orgulloso de esa chica.-¿lo sabe María?María era la mujer de Jack.-María no lo sabe. ya no aparece por aquí. desde que consiguió el trabajo de la panadería se cree que es alguien. vive con otra. a veces pienso que se ha vuelto lesbiana.-bueno, mira, yo no puedo llamar a la policía por tí. eres amigo mío. tendrás que arreglar esto solo. pero, ¿te importa decirme por qué los mataste?-no me gustaban.-pero no puedes andar por ahí matando a la gente que no te gusta.-es que no me gustaban nada.-¿Jack?-¿eh?-¿quieres usar el teléfono?-si no te importa.-el teléfono es tuyo, Jack.Jack se levantó y se bajó la cremallera. metió el pene en el teléfono. metió y sacó y estaba bien. completó el acto. subió la cremallera. se sentó y empezó a coser otra vez. luego sonó el teléfono. volvió al teléfono.-¡ah, hola, Becky! ¡cuánto me alegra que llamaras! estoy perfectamente. ah sí, es que le sacamos una pieza al teléfono, es por eso. Harry y yo. es que está aquí Harry ahora. ¿Harry es qué? ¿de veras piensas eso? yo creo que es buen chico. nada. sólo cosiendo. Harry está sentado aquí conmigo. una tarde algo oscura. realmente sombría si te fijas. no hay nada de sol. pasa gente por la ventana, unas caras tan feas. sí, estoy perfectamente. me siento muy bien. no, aún no. pero tengo una langosta congelada en la nevera. me gusta mucho la langosta. no, no la he visto. ahora se cree muy importante. sí, se lo diré. no te preocupes. adiós, Becky.Jack colgó y volvió a sentarse, se puso a coser otra vez.-sabes -dijo Harry- eso me recuerda cuando yo era joven…¡estas malditas moscas! ¡yo no estoy MUERTO!…pues sí, de joven trabajé en esto, sí, yo y aquel otro chico. lavábamos cadáveres. de vez en cuando, caía alguna mujer que estaba buena. y entré un día y allí estaba Mickey, el otro muchacho, encima de una. “¡Mickey!” le dije, “¿qué estás HACIENDO? ¡NO TE DA VERGÜENZA!” pero él me miró de reojo y siguió dándole. cuando bajó, me dijo, “Harry, me he tirado por lo menos a una docena. ¡es cojonudo! ¡prueba! ¡verás!” “¡oh, no!”, le dije, una vez que estaba lavando a una que estaba realmente buena, anduve metiéndole el dedo. pero nunca pude pasar de eso.Jack seguía cosiendo.-¿crees que tú habrías probado con una, Jack?-¡demonios yo que sé, cómo voy a saberlo!siguió cosiendo. luego dijo:-oye, Harry, he tenido una semana muy dura. quiero comer algo y dormir un poco. tengo una langosta. pero ya sabes lo raro que soy. me gusta comer solo. no me gusta comer delante de la gente. así que….-¿qué? ¿ya quieres que me vaya? te veo un poco raro. bueno, está bien, me voy.Harry se levantó.-no marches enfadado, Harry. seguimos siendo amigos. dejemos así las cosas. llevamos mucho tiempo de amistad.-claro, desde el treinta y tres. ¡qué tiempos aquellos! Roosevelt. la RNA. la WPA. pero lo conseguimos. estos chavales de ahora no saben nada.-desde luego que no.-bueno, hasta luego, Jack.-adiós, Harry.Jack acompañó a Harry hasta la puerta, abrió la puerta, le vio marchar. los mismos viejos pantalones andrajosos. siempre vestía como un pordiosero.luego Jack entró en la cocina, sacó la langosta del congelador, leyó las instrucciones. siempre aquellas jodidas instrucciones. luego vio aquel cadáver que había junto al fogón. tenía que quitarlo. la sangre se había secado debajo hacía ya mucho. la sangre hacía ya mucho que se había endurecido en el suelo. el sol salió pr fin de detrás de una nube y era el final ya de la tarde, casi el oscurecer y el cielo se hizo rosa y parte de aquel rosa entró por la ventana. casi podía vérsele entrar, muy poco a poco, como la gigantesca antena de un caracol. el cadáver estaba bocabajo, la cara vuelta hacia el fogón con el brazo izquierdo doblado debajo del cuerpo. la mano abierta y vuelta hacia arriba justo apuntando hacia el costado izquierdo. la antena rosada del caracol iluminó la mano, volvió la mano rosa. Jack se fijó en la mano, tan rosa, qué aire tan inocente. sólo una mano, una mano rosa entregada a sí misma. como una flor. por un momento, Jack pensó que se había movido. no, no se había movido. era una mano rosa, sólo una mano, una mano inocente. Jack estuvo allí un rato, de pie, mirando aquella mano. luego se sentó con la langosta. miró la mano. luego empezó a llorar. dejó la langosta y apoyó la cabeza entre los brazos, allí en la mesa, y se puso a llorar. lloró un buen rato. lloró como una mujer. lloró como un niño. lloró como suele llorarse, luego se fue a la otra habitación, cogió el teléfono.-telefonista, la comisaría de policía. sí, ya sé que suena raro. le falta una pieza. póngame con la comisaría. sí, por favor.luego esperó.-¿sí? bueno, escuche, yo maté a un hombre. ¡tres hombres! ¡en serio, sí! en serio. quiero que vengan a cogerme. y traigan una furgoneta para los cadáveres. estoy loco. he perdido el juicio. no sé cómo pasó. ¿qué?Jack dio la dirección.-¿qué? eso es porque falta la pieza del micrófono. fui yo. jodí el teléfono.el hombre seguía hablando, pero Jack le colgó.y volvió a la cocina, se sentó a aquella mesa y volvió a apoyar la cabeza en los brazos. ya no lloraba. sólo era estar sentado allí con aquel sol, que no era rosa ya; y se fue el sol y estaba oscureciendo, y entonces pensó en Becky, luego pensó en matarse y luego ya no pensó en nada. la langosta sudafricana estaba allí junto a su codo izquierdo, empaquetada. nunca llegó a comerla.
Bukowski.
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dear-selene-blog · 6 years
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Existe un mundo en donde las personas temen amar. No por miedo a una relación fracasada o por verse débiles al hacerlo, sino por una extraña enfermedad que comenzó a surgir repentinamente. Muchos ignoraron dicha cosa e igual se aventuran a sumergirse en las mieles del amor, algunos incluso cayendo por accidente. Lo cierto es que ni el ser humano ni los más terribles demonios podían dominar a su corazón, deseando estar junto a la persona que robó su cordura hasta saciar su obsesión.
El proceso es simple. Ambos seres se sumergen en el mismo sentimiento al ser algo mutuo: se abrazan, besan y a veces hasta unen sus cuerpos para formar uno nuevo, como si se tratara de una fusión. El tiempo pasaría y su amor mejoría hasta convertirse en el más delicioso vino. Con solo mirarse a los ojos podrían comunicarse. Muchos escritos los llamarían almas gemelas o destinados, seres que llegan a un estado de plenitud y a estar completos... y es ahí en donde la enfermedad ataca de verdad, reventando en metástasis.
Los recuerdos comenzarían a desvanecerse como cenizas en el viento, tanto en la pareja como en las personas relacionadas a ella. El tiempo parecería haberse retorcido, no tendría lógica, llevándose con él pertenencias, hechos e incluso a otras personas... siendo la principal el ser amado. Lo único que quedaría en el corazón del afectado es un profundo dolor y vacío, la más pura sensación de haber perdido lo más importante en su vida.
Una herida en su pecho sería lo único físico que le quedaría como remanente y prueba de sufrir la enfermedad, a veces siendo algo tan grave que lo mataría al poco tiempo. Lágrimas, depresión, intentos de suicidio, insolación, homicidio, ira, melancolía, náuseas, locura; las consecuencias de esta terrible enfermedad siempre dependerían de la fortaleza del afectado y solo el tiempo dirá cuándo y cuánto podrá cicatrizar, ya que la herida mental y física podría continuar abriéndose durante años o siglos.
Fue un poderoso demonio el primero en solicitar que esta enfermedad fuera investigada a profundidad apenas comenzó a percibir los síntomas. Su cuerpo y mente comenzaban a debilitarse con el pasar de los días, odiando aquel sentimiento de amnesia en creces, estaba comenzando a desesperarse. Varios de sus sirvientes parecían haber caído también en aquel espiral, siendo el menor de estos el primero en intentar suicidarse a los pocos meses. 
El siguiente en caer ante las consecuencias fue el mayor de sus hijos, lo había llevado a la locura. Su madre le había rogado de rodillas que hiciera algo para curarlo, que lo liberara de ese dolor lo más pronto posible, aunque en sus ojos veía que también ella había sido fuertemente contaminada. No recordaba quién era el padre de su segundo hijo, el pequeño parecía haberse quedado sin alma, pero su mayor preocupación era que el mayor realmente muriera y terminara desapareciendo. Ahí lo encontró en su habitación, tapando sus oídos y murmurando en su lengua madre cosas inentendibles. Había dejado a un lado su apariencia humana y había tomado su forma original. Estaba empapado de su propia sangre, se notaba que había intentado matarse considerables veces como el patético y débil ser que sabía que era... pero esta vez, a diferencia de muchas veces, aquel lado paterno suyo no pudo estar más conmovido en su vida. Su hijo lo necesitaba más que nunca.
El pobre lloraba tanto y cuando lo vio acercarse gritó y mostró más de su actitud rota y confundida, preguntándole por alguien cuyo nombre ni siquiera él mismo recordaba. Con toda razón su madre se había preocupado de esa manera, y fue por ello que no tuvo otra opción más que aliviar su dolor y someterlo a un profundo sueño. Prefería  mantenerlo a salvo de sí mismo hasta encontrar una cura, y aunque se desmoronara en llanto al entregárselo, su madre también aceptó la decisión.
Las noticias del sirviente a quien le había asignado la misión de investigar más llegaron al poco tiempo y no eran nada alentadoras. Una de las bandas rivales compuesta por judíos había colisionado y perdido misteriosamente a parte de sus integrantes, el resto, incluyendo su líder, estaban dejando un rastro de sangre y homicidios mayor al que se había registrado en los últimos siglos. Parecía que su melancolía podía ser saciada solo por sangre inocente y sufrimiento ajeno. Lo mismo parecía haber ocurrido con el líder de la mafia japonesa, cuya actitud había cambiado hasta parecer un ser sin corazón ni compasión. 
Algunos demonios al servicio de sus conocidos también habían tenido que ser neutralizados y aislados debido a su poca resistencia ante la enfermedad: Un asesino serial coreano había intentado asesinar a sus compañeros, otro de origen estadounidense, que se había quedado sin maestro, se había quitado incontables veces los ojos y dañado sus oídos para evitar escuchar o ver la realidad en la que se encontraba, un buitre maltrecho que casi muere de hambre por la desaparición de su familiar, dos hermanos se encontraban ahora perdidos...
Parecía que todos tenían un mismo patrón: Alguien, posiblemente un amante, novia, esposa, hijo o su pilar habían desaparecido de sus memorias y vidas. Sabía muy bien como se sentía, y la herida en su pecho se lo recordaba cada día: Había perdido al amor de su vida, su destinado. La explicación de su sirviente era la posible colisión de sus dimensiones, en la cual cada participante ahora se encontraba en una diferente y apartada del otro ¿Estarían sufriendo lo mismo que ellos? ¿O simplemente los habían olvidado y reemplazado con alguien más? Aquella idea le perseguía cada noche, no podía conciliar el sueño. Ni las largas pláticas sobre el tema, ni los libros, el trabajo, alcohol o el sexo podían aliviar el dolor en su pecho. Su yo del pasado estaría riéndose de él por haber sucumbido de tal manera ante alguien que no existía y a quien lloraba como si hubiera fallecido, y es que esto era peor a cuando descubrió que su esposa había muerto años atrás.
Dejó de ir a su trabajo y puso a cargo a alguien más, prefería encerrarse en su habitación y dormir ahí a oscuras durante días y días. Sabía que sus sirvientes estaban profundamente preocupados y que ellos mismos también sufrían por haberse contagiado, pero en esos momentos no era su Sire, no como antes... Ya no era el hombre fuerte y valiente que se había atrevido a desafiar a dios, aquel que durante años disfrutó de demonios y humanos para estar a sus anchas y probar distintos placeres con descaro, el hombre que logró crear un imperio con sus negocios y vivía tan libremente.
No, ya no era él desde que le olvidó... ¿o desde que los olvidó...? Sentía que no solo había perdido a una persona, sino a alguien que también le había dado orgullo. 
Sus lágrimas mancharon una vez más su rostro y lo tapó con sus manos, sentado en uno de los bordes del sofá. La sangre de la herida había aumentado exponencialmente, pero simplemente no terminaba por morir aunque hubiese llegado al estado de desearlo. Si... prefería aquello en lo que jamás había pensado y que varias veces mencionó que solo era para débiles de alma, pero él había perdido la suya ¿Era este el verdadero castigo de su padre por haberse atrevido a negarlo? Un sollozo salió de sus labios y esta vez llevó una de sus manos a su herida, clavando sus garras en esta.
- ¿Tiene nombre esta enfermedad?
- No, mi Sire. Esperaba que usted la escogiera. Fue usted quien me pidió investigarla, después de todo.
- Oh...
- ¿No tiene algo en mente? Generalmente se le pone algo de origen latín, o la combinación de dos palabras... Incluso el nombre de su patrocinador o quien lo descubrió.
Profirió un quejido ante el incremento del dolor que provocaba que rasgara la carne enrojecida, entrecerrando sus ojos y dejando que su forma original saliera a flote por la pérdida de control en sí mismo.
- Hay... hay algo que ha estado flotando en mi mente y siento que está relacionado a mi... mi "pérdida". No he dejado de anotarla en mis documentos desde entonces...
- Podría servir ¿quiere que lo use para identificarlo?
- Si, por algo lo menciono... Y realmente preferiría no olvidarlo.
- Entonces ¿cuál será su nombre?
La respiración irregular hacía que produjera un notable vaho, sintiendo que la habitación disminuía su temperatura drásticamente. Sus lágrimas, antes transparentes, habían comenzado a adquirir un color negro, desbordándose como el alquitrán en todos lados. Había introducido sus dedos en la herida mientras su memoria vagaba en recuerdos nublosos. No podía recordar su rostro, su voz era solo estática, algo inoloro y sin textura, la pérdida de aquellas sensaciones lo estaba volviendo loco. Más cerca de su corazón, lo único que había conservado como regalo de su padre aunque este no fuera tan cálido como el de un ser humano.
- Carmelle.
Arrancó aquella parte palpitante de su cuerpo de un fuerte tirón, viéndolo con ojos tan abiertos como perturbadores. Sentía que el resto de su cuerpo se contaminaba rápidamente de algo que había estado evitando que lo consumiera desde que bajó a la tierra. Había destruído sus alas y su halo en medio de un inmenso dolor, pero esto no se le comparaba. Se sentía asfixiado y deseaba vomitar, había colocado el resto de sus virtudes y poderes otorgados por dios en aquel simple órgano. Sin más lo encendió en llamas y lo arrojó a un lado antes de terminar de desplomarse sobre un charco de sangre y alquitrán. Estaba exhausto y su cabeza daba vueltas... ya nada importaba, nada tenía sentido... Lo único a lo que se aferraba como un pequeño niño era a ese extraño nombre: Carmelle, el nombre de una enfermedad crónica que llevó a la locura.
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