#dentro de las sombras
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Blue Lock XI
Starting Team
11 潔世一 ISAGI YOICHI
While he may not stand out in terms of achievements, technique, or physical prowess, his exceptional spatial awareness and positioning skills enable him to break through defences and score. Though he started from the lowest-ranked group in Blue Lock, he has steadily blossomed as a striker, evolving through fierce clashes with rivals and learning to draw out his own unique strengths.
ESP: Si bien no destaca en cuanto a logros, técnica o habilidades físicas, su excepcional capacidad para comprender el espacio y posicionarse le permite abrirse paso y marcar goles. A pesar de haber comenzado en el grupo con la clasificación más baja en Blue Lock, ha logrado florecer como delantero, desarrollando su talento a través de intensos enfrentamientos con sus rivales y aprendiendo a sacar a relucir sus propias fortalezas.
10 糸師凛 ITOSHI RIN
The ace striker of Blue Lock. His scoring ability is exceptional, thanks to his precise kicking and all-round skills, and his obsession with goals borders on madness. At the same time, he possesses a calm side, assessing his opponents’ abilities carefully and even controlling them to coordinate strategic plays. Itoshi Sae is his older brother.
ESP: El delantero estrella de Blue Lock. Su capacidad para anotar es excepcional, gracias a su precisión en los tiros y a sus habilidades integrales, y su obsesión por marcar goles roza lo demencial. Al mismo tiempo, muestra un lado sereno, evaluando cuidadosamente las habilidades de sus oponentes y, en ocasiones, controlándolos para coordinar jugadas estratégicas. Itoshi Sae es su hermano mayor.
7 凪 誠士郎 NAGI SEISHIRO
Though he has only been playing football for half a year, he is an extraordinary talent with unparalleled potential. With his impressive physical abilities and his incredible trapping skills, which seem to freeze time, he continues to create artistic goals that no ordinary person could replicate. The genius who has finally awakened now waits for the ball in the penalty area.
ESP: Aunque lleva solo medio año jugando al fútbol, es un talento extraordinario con un potencial inigualable. Con sus impresionantes habilidades físicas y una asombrosa capacidad de control del balón, que parece detener el tiempo, sigue creando goles artísticos que nadie más podría replicar. El genio que finalmente ha despertado ahora espera el balón en el área penal.
5 雪宮剣優 YUKIMIYA KENYU
Despite his smart appearance and work as a model, on the pitch he is a powerful and speedy dribbler who takes on opponents with sheer strength. He has a particular obsession and confidence when it comes to one-on-one situations, and the U-20 Japan national team will likely be forced to respond with a more organised defensive strategy.
ESP: A pesar de su apariencia elegante y su trabajo como modelo, en el campo de juego es un driblador imponente que se enfrenta a sus rivales con potencia y velocidad. Tiene una obsesión y una confianza particular cuando se trata de situaciones uno contra uno, y es probable que la selección nacional sub-20 de Japón se vea obligada a responder con una defensa más organizada.
9 乙夜影汰 OTOYA EITA
He comes from a rare lineage as a descendant of ninjas. Using his high agility as a shadow attacker, he applies pressure with off-the-ball movements that exploit defensive blind spots. His partnership with Karasu in midfield is among the top-tier in Blue Lock, with a level of completion that stands out in a place where individual skills usually dominate.
ESP: Proviene de una rara línea familiar como descendiente de ninjas. Aprovechando su alta agilidad como atacante en sombra, ejerce presión con movimientos sin balón que aprovechan los puntos ciegos de la defensa. Su asociación con Karasu en el mediocampo es de las mejores dentro de Blue Lock, destacando por su nivel de perfección en un entorno donde las habilidades individuales suelen ser lo más destacado.
6 烏旅人 KARASU TABITO
One of the most eccentric players in Blue Lock, he dominates the distance between himself and his opponents with keen observation and impeccable handwork. With his high football IQ, he carefully analyses his opponents' abilities and marks their weaknesses with precision. He tears apart defensive lines with feints that seem to mock the defenders he faces.
ESP: Uno de los jugadores más excéntricos de Blue Lock, domina la distancia con sus rivales gracias a su aguda capacidad de observación y su impecable manejo del balón. Con un alto coeficiente de inteligencia futbolística, analiza cuidadosamente las habilidades de sus oponentes y marca sus debilidades con precisión. Desgarra las líneas defensivas con fintas que parecen burlarse de los defensores a los que se enfrenta.
B 蜂楽 廻 BACHIRA MEGURU
His unique dribbling style, almost like a dance, is truly captivating. Due to his overwhelming personality, he struggled with discord among his teammates in his youth and became somewhat isolated. However, his encounter with Isagi in Blue Lock marked a turning point, leading to his mental growth. The unleashed monster now takes to the stage, dancing through the enemy's territory.
ESP: Su estilo de dribbling único, casi como si estuviera bailando, es verdaderamente cautivador. Debido a su personalidad arrolladora, en su niñez sufrió de desarmonía con sus compañeros de equipo, lo que lo llevó a sentirse algo aislado. Sin embargo, su encuentro con Isagi en Blue Lock marcó un punto de inflexión, llevándolo a un crecimiento mental. El monstruo liberado ahora pisa el escenario, danzando por el territorio enemigo.
3 二子一揮 NIKO IKKI
His sharp gaze, peering through his long bangs, constantly surveys the entire field, guiding him towards the path to goal. Unlike many strikers in Blue Lock who rely on physical ability, he excels in cerebral play. A hidden key player, he serves as the catalyst for both attack and defence in this hastily formed team.
ESP: Su mirada afilada, que se asoma a través de su largo flequillo, observa constantemente todo el campo, guiando su camino hacia el gol. A diferencia de muchos delanteros en Blue Lock que dependen de la habilidad física, él destaca en el juego táctico. Un jugador clave oculto, es el punto de partida tanto para el ataque como para la defensa en este equipo improvisado.
2 蟻生十兵衛 ARYU JYUBEI
A narcissist with a high sense of individuality and a unique, creative aesthetic. His weapon is his unusually long reach, which sets him apart from the average Japanese player. He values his unique sense of "fashion" above all else and shows respect to those he recognises as "stylish." Can he launch an artistic attack from the unfamiliar position at the back?
ESP: Un narcisista con un alto sentido de individualidad y una estética única y creativa. Su arma es su inusualmente largo alcance, que lo distingue de los jugadores japoneses promedio. Valora su sentido único de "moda" por encima de todo y muestra respeto a aquellos que reconoce como "estilosos". ¿Será capaz de lanzar un ataque artístico desde la posición poco familiar en la parte trasera?
4 千切豹馬 CHIGIRI HYOMA
His weapon is his blistering speed, with a 50m time of 5.77 seconds. As Blue Lock's No. 1 speedster, he is expected to make explosive, vertical runs on the pitch as an ultra-aggressive full-back. His incredible acceleration could become an option in any attack. If vigilance slips, the red leopard will quickly invade dangerous territory.
ESP: Su arma es su velocidad deslumbrante, con un tiempo de 50 metros en 5.77 segundos. Como el velocista número uno de Blue Lock, se espera que realice desbordes explosivos y verticales en el campo como un lateral ultracompetitivo. Su increíble aceleración podría convertirse en una opción en cualquier ataque. Si se baja la guardia, el leopardo rojo invadirá rápidamente la zona peligrosa.
1 我牙丸吟 GAGAMARU GIN
A "wild child" boasting an incredible physical spring. With little experience in football, he relies more on his potential than his technique, making him a physical elite. He excels in unorthodox movements and physical confrontations, using his body’s spring to full advantage. His physical abilities were recognised in the national team, where he plays as a goalkeeper.
ESP: Un "chico salvaje" que presume de una asombrosa elasticidad física. Con poca experiencia en el fútbol, se basa más en su potencial que en su técnica, lo que lo convierte en alguien de élite físico. Destaca en movimientos poco convencionales y enfrentamientos cuerpo a cuerpo, aprovechando al máximo la elasticidad de su cuerpo. Sus habilidades físicas fueron reconocidas en la selección nacional, donde juega como portero.
Substitute Players
13 馬狼照英 BAROU SHOUEI
A confident individual who calls himself the king, possessing a strong ego. An innate striker who boasts incredible physical strength and flawless shooting technique, regardless of friend or foe. His fierce self-assertion, capable of disrupting team harmony, creates a destructive power that forces open a crack in any wall.
ESP: Un individuo confiado que se llama a sí mismo el rey, con un ego fuerte. Un delantero nato que presume de un físico increíble y una técnica de tiro impecable, sin importar si es amigo o enemigo. Su feroz autoafirmación, capaz de alterar la armonía del equipo, genera una fuerza destructiva que abre una grieta en cualquier muro.
16 氷織 羊 HIORI YO
His weapons are precise passing, ball control, and an exceptional ability to read the movements of opponents, making him an incredibly skilled player. He has a keen sense for the scent of a goal, reliably turning it into a team score. Therefore, he demands high technical standards from his teammates as well.
ESP: Sus armas son los pases precisos, el control del balón y una capacidad excepcional para leer los movimientos de los rivales, lo que lo convierte en un jugador increíblemente habilidoso. Tiene un agudo sentido para detectar el aroma del gol, convirtiéndolo de manera fiable en un pasador para el equipo. Por ello, también exige altos estándares técnicos a sus compañeros.
14 御影玲王 MIKAGE REO
The heir to the large corporation, Mikage Corporation. A versatile player with game-making abilities that make the most of his broad perspective, he is a rare all-rounder in Blue Lock. On the flip side, he lacks a standout weapon, and for him, the U-20 Japan representative match will be a tough battle to face his own challenges.
ESP: El heredero de la gran empresa Mikage Corporation. Un jugador versátil con habilidades para crear jugadas que aprovechan su amplia visión, siendo un tipo de jugador poco común en Blue Lock. Dicho de otro modo, no tiene un arma destacada, y para él, el partido de la selección Sub-20 de Japón será una dura batalla para enfrentar sus propios retos.
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El hombre no es uno, sino verdaderamente dos; tiene una personalidad consciente y una sombra,cada uno de los cuales a menudo lucha por la supremacía dentro de su mente.
Robert Louis Stevenson
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Testigo en el gimnasio
La sombra apareció en el rabillo del ojo mientras estaba cambiandome. Verás, probablemente no debería haberla seguido, ya que probablemente era solo mi sexy compañero de gimnasio en los lockers, pero fui tras el de todos modos. Mi curiosidad no pudo.
—¿Hola? —dije en el pasillo, otro posible error de película de terror. Si esa cosa no quería que la vieran, ahora sabía que la había visto de reojo. Tomé una mancuerna antes de escabullirme en el pasillo para continuar con mi investigación. La puerta del baño estaba entreabierta y parte del vapor de la ducha de mi compañero de gimaniso se disipaba en el piso de madera. Con la mancuerna en la mano, empujé la puerta lentamente. Lo primero que escuché fue un gruñido y empujé la puerta hasta el final para asegurarme de que no se estuviera muriendo.
No se estaba muriendo. No lo creo. Lo que parecía una criatura peluda de seis brazos tenía la cabeza metida dentro de su espalda, la toalla alrededor de su cintura apenas se mantenía envuelta. Cuanto más empujaba, más se hundía. Parecía que se estaba fusionando con él. Podía ver hacia dónde tiraba la criatura para entrar porque las manos huesudas aparecieron debajo, presionando hacia afuera. La cola, que se movía por el baño, tirando botellas de colonia y productos viejos para el cabello, fue lo último en entrar. Se dobló debajo de sus piernas y se fusionó con su torso, sus abdominales se hincharon y luego se convirtieron en el cuerpo ligeramente firme que tenía antes. Ahora, no pude evitar mirar, trofeo todavía en mano, mientras tropezaba por el baño, tratando de evitar caerse. Las piernas que esta criatura tenía antes no se parecían en nada a las piernas humanas con las que estaba tratando de equilibrarse ahora.
Entonces me vio. Mi primer instinto fue correr, pero me quedé allí quieta, viéndolo levantarse finalmente y mirarme con miedo.
—Oh, lo siento, solo necesitaba un lugar donde quedarme... —dijo con voz temblorosa.
—No voy a hacerte daño. —Dejé el trofeo en el pequeño armario que había junto a la puerta, lo que pareció calmarlo un poco.
—Sé que esto puede parecer extraño, pero tu compañero de cuarto no está herido. Yo solo soy un pasajero. —Movió las manos por su cuerpo. Pude ver un pequeño bulto donde la punta de su cola creó un bulto y deslizó la mano sobre él, alisándolo nuevamente.
—¿Puedo tocarte? —pregunté, acercándome un paso más. Él inclinó la cabeza.
—Sí —estaba confundido. Extendí la mano hacia adelante y las yemas de mis dedos tocaron su pecho, lo que hizo que se le pusiera la piel de gallina mientras la deslizaba lentamente por su cuerpo. Sus abdominales se contrajeron y tracé las hendiduras hacia su toalla.
—Él nunca me dejaría hacer esto —dije en voz baja, mientras una erección crecía en mis pantalones. Lo que me sorprendió fue el hecho de que sus manos me rodearon, acercándome más a él. Rápidamente me quité la camisa, dejándola caer al suelo y sonreí mientras lo besaba. Sus abdominales se tensaron contra mí y terminé de empujar su toalla fuera de él. Estaba erecto y su pene presionaba contra el mío.
—Esto se siente bien —susurró en mi oído mientras yo me agachaba y comenzaba a acariciar su miembro. Gruñó en mi oído, el sonido de algo inhumano saliendo de él, y con una especie de adrenalina lujuriosa me dio la vuelta y se embistió dentro de mí.
—¡Mierda! —grité de placer. Su manera de tocarme me excitó aún más.
—Te voy a follar muy fuerte —dijo, empujando sus caderas dentro de mí. Me acercó más, levantando mi cuerpo para poder besarme el cuello. Gruñí con cada embestida, agarrando mi polla y masturbándola, sintiendo el placer hormiguear por todo mi cuerpo. Me corrí antes que él, gritando mientras chorros de pegajosidad blanca salían disparados de mí y caían sobre las baldosas. Mi compañero de habitación, por otro lado, embistió tan fuerte que tuve que agarrarme de algo cuando sus embestidas finales casi me hicieron caer en la ducha, gritando mientras me llenaba con sus propios jugos. En el espejo, podía ver su piel mientras la criatura se movía, el placer hacía que casi se viera obligado a salir de su anfitrión.
—Ya lo has hecho antes. —Me giré para mirarlo; su cuerpo brillaba.
—Está todo aquí. —Se dio un golpecito en la frente y luego tocó mi pecho, sintiendo los latidos de mi corazón.
—Era un matón. No tengo ningún problema con que te quedes dentro de él todo el tiempo que necesites. —Me acerqué para tocarle el pecho y luego me moví hacia el lugar donde sobresalía la punta de su cola. La sentí contra mi palma y sonreí.
“Lo sé. Como dije antes, todo está aquí”, me dijo.
—Bueno, gracias por no intentar atacarme —me reí entre dientes.
—No, gracias. —Me besó de nuevo y no pude evitar sonreír, sintiendo que su polla de repente se ponía dura, lista para otra ronda
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Ven, cuéntame de tu día.
Vení, te lo pido. Vení y quedate conmigo un ratito, en este pedacito de tiempo donde parece que el mundo no nos ve y todo se vuelve tan bonito. A veces, cuando te tengo cerca, siento que todo lo que llevo dentro empieza a calmarse, que las partes de mí que ni yo entiendo se ordenan solas, como si con tu presencia bastara para poner en paz cada rincón mío. No te pido mucho, solo que te sientes y me cuentes cómo te trató el día. Quiero saber qué cosas te hicieron sonreír y qué otras te pesaron, qué sentiste, que fue eso que quisiste decir pero que al final te lo guardaste y te dolió tanto.
A veces pienso que no sé cómo llegamos a este punto, en el que el simple hecho de verte y de tenerte acá, tan cerquita, me calma de una forma que ni siquiera puedo explicar. Y aunque hay un algo de tristeza que a veces me acompaña –esa melancolía de sentir que quizás esto es pasajero, que tal vez te vayas y me quede acá, solo, recordando triste el calor de este momento– cuando estás conmigo todo se disuelve un poco, como si el aire entre nosotros se volviera un refugio tan perfecto, de esos que no se encuentran dos veces, de esos que te hacen flotar en el cielo y pensar que el mundo, contigo, daña menos.
Vení, acercate, contame de vos, de esos pensamientos que te visitan en las noches y de ese cansancio que a veces ni el sueño te borra. No hace falta que encuentres las palabras, podés dejarte caer acá, en este espacio nuestro donde el silencio también es una forma de hablar, de decir lo que a veces no nos animamos. Este silencio no es vacío, es nuestro refugio, donde caben todas las palabras que no decimos, los suspiros que no soltamos, los sentimientos que no dejamos salir por miedo a que duelan un poco más.
Sabes que yo también suelo sentirme un poco triste, la tristeza es como una sombra que no se va del todo. Pero cuando estás acá, vos, justo vos, siento que todo tiene sentido, aunque sea un ratito. Porque en este rincón del mundo, en este momento que es solo nuestro, la tristeza nunca está en mí. Tenerte a mi lado siempre me hizo sentir feliz.
Así que ven, cuéntame de ti...
Denuczi
#sentimientos#escritos#pensamientos#amor#tristeza#caos#dolor#frases#escritos tristes#denuczi#en tu orbita#te quiero#abrazos#notas#citas#letras#triste#neuroconflictos#noviembre2024
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RECARGA ACONCHEGANTE
Ten x Reader
Gênero: Fluff, família feliz scr
W.C: 938
ᏪNotas: Essa aqui aqueceu o meu coraçãozinho, não costumo escrever muito sobre casais com filhos, mas acho que preciso, por que sempre me deixa feliz 😞🙏 (Pedidinho incrível!!!) Espero que gostem meus amores! Boa leitura!
Você chegou em casa depois de mais um longo dia no escritório de advocacia. O relógio marcava dez horas, e o cansaço pesava sobre você como um cobertor de chumbo. Cada passo no salto alto era um esforço, e finalmente poder retirá-los e atirá-los para longe foi uma dádiva.
Seu corpo clamava por um banho quente e a suavidade da cama, mas o silêncio da casa, que por um momento lhe trouxe alívio, começou a incomodá-la. Com duas crianças em casa, o silêncio absoluto era raro, especialmente numa sexta-feira, quando as noites eram mais longas e animadas.
— Shh, papai — Ouviu um sussurro vindo da sala, reconhecendo a voz de Chen Tao, seu filho mais velho, com apenas cinco anos. Uma risada suave de Ten, seu marido, acompanhou o sussurro, aquecendo seu coração.
— Ten? — Você chamou por seu parceiro, pousando a bolsa sobre a bancada da cozinha e seguindo o som das vozes.
Ao chegar à sala, deparou-se com uma construção improvável: lençóis pendurados sobre cadeiras e o sofá marrom, formando uma cabana improvisada, iluminada pela luz quente de um abajur que projetava sombras suaves nas paredes. Era uma visão encantadora, um toque de magia no cotidiano.
— Meu Deus — Murmurou, mas logo uma risada escapou de seus lábios — O que vocês estão aprontando?
— Vem cá, mamãe! — Chen Tao exclamou, a animação traindo o segredo que tentava manter.
Com cuidado, você se abaixou para espiar a cena dentro da cabana. A luz suave iluminava os rostos de sua família, criando um cenário que poderia ser facilmente confundido com o próprio céu. Chen estava sentado com as pernas cruzadas, balançando-se ansioso ao lado do pai. Ten segurava Liang, seu filho mais novo, que dormia profundamente nos braços fortes e protetores.
Era impressionante como Chen Tao herdara seus olhos e sorriso, mas era cheio de energia como o pai, enquanto Liang, a cópia exata de Ten, apesar de ter apenas dois anos, já demonstrava traços de sua personalidade, tranquila e observadora; "haviam nascidos trocados", você costumava brincar.
— Surpresa! — Chen gritou, erguendo os bracinhos em celebração.
No centro da cabana, a mesa de centro havia se transformado em um espaço para um piquenique noturno, coberta com lanches leves e frutas cortadas em formatos divertidos — claramente ideia de Ten, que sabia da sua preferência por refeições leves à noite.
— O que é isso? — você perguntou, um sorriso de orelha a orelha, enquanto se juntava à cena aconchegante.
— Foi ideia dos meninos. Como cheguei mais cedo, ajudei a preparar essa surpresa — Ten explicou, estendendo a mão livre para pegar a sua e depositar um beijo suave nela. — Você está se esforçando demais nesse novo escritório, precisa descansar mais.
— Mas o Liang já dormiu, mamãe! Nem te esperou — Chen Tao pontuou, orgulhoso por ainda estar acordado, mesmo que um bocejo ameaçasse trair seu esforço.
Você escorregou para o lado, levantando-se um pouco para dar um beijo em seu marido, e aproveitando para acariciar as madeixas de Liang antes de lhe dar um selar na testa.
— É que ele ainda é pequeninho, meu bem, não é um homenzinho como você — Você disse a seu filho, puxando-o para o colo enquanto ele inflava o peito de orgulho diante o elogio.
Era um fato irrefutável que desde que abriu seu próprio escritório, a rotina se tornara mais caótica. No entanto, seu amor pela profissão a fazia suportar as dores e noites mal dormidas, certa de que estava construindo um futuro melhor para seus filhos, ao lado de Ten, que também trabalhava duro. Nem todos os dias eram perfeitos, mas a certeza de que o amor de sua família a aguardava em casa tornava cada obstáculo mais fácil de enfrentar. Quando Ten ofereceu um pedaço de lanche, o levando até sua boca, você aceitou com prazer, saboreando o momento. A exaustão de minutos atrás parecia ter desaparecido, substituída por uma paz reconfortante. Se em algum momento naquela noite estava exausta o suficiente para apenas para ir dormir, ignorando tudo, não se lembrava mais, adentrar naquela cabana fora como encontrar o paraíso onde não havia mais dor ou preocupações, e mesmo se houvesse, um simples sorriso de seu marido ou filhos poderia acabar com tudo aquilo.
Você permaneceu ali, ouvindo Chen contar sobre seu dia na escola e as aventuras com o pai que chegou mais cedo. Riu ao ouvir sobre como Liang quebrou um jarro de flores e viu o desespero de Ten tentando impedir que o filho revelasse o incidente já resolvido. Cada segundo era precioso, e você se deleitou com a inocência de Chen, observando-o enquanto sua fala se tornava lenta e seus olhos começavam a se fechar, adormecendo profundamente semelhante ao irmão mais novo.
Você apoiou a cabeça no ombro de Ten e sentiu o carinho de sua mão em suas madeixas.
— É assim que eu descanso — Você confessou, olhando para aqueles olhos nos quais ainda se perdia. — Vocês recarregam minhas energias em segundos. Mas prometo que não vou exagerar, e você também não.
— Combinado — Ten respondeu, selando o acordo com um beijo gentil. — Obrigado por ter me dado essa família.
Você riu, tocada pelo agradecimento inesperado.
— Eu te amo — Sussurrou, entregue a aquela emoção transbordante.
Poderia ficar ali para sempre, cercada por esse amor inabalável. Era ali que você encontrava sua verdadeira paz, entre os lençóis desarrumados e a improvisação que transformava uma noite comum em uma memória preciosa. Nesse espaço apertado, longe do mundo, era onde a vida fazia sentido, e você sabia que nenhum outro lugar poderia oferecer essa sensação de completa paz.
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𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔, “太陽” — strip tease, lingerie, body worship, breeding kink(?), espelhos. [...] Esse cenário combina com o 𝑤𝑎𝑔𝑛𝑒𝑟 e o 𝑠𝑤𝑎𝑛𝑛, não consegui escolher um só, mas dá pra ler e imaginar quem você quiser!
⠀⠀ ⠀
𓇢𓆸 𝓔le te observa. Contempla. À escassa iluminação ambiente, as luzes que se sobressaem das luminárias de teor vermelho criam uma projeção enfeitiçante modelando a sua figura. Ainda é capaz de visualizar o tecido do robe que te cobre, mas é o desenho acentuado que a sombra forma do seu corpo que chama a atenção. Vê como a linha desmorona das costelas para marcar a cintura, e depois se abre novamente pra fazer o quadril. Escorregando, escorregando num infinito de se perder de vista até se encontrar na ponta do saltos finos.
Está sentado numa cadeira à sua frente, longe o suficiente para apreciar o show de luzes e perto o ideal pra conseguir notar alguns detalhes na performance. Embora o cômodo não disponha de um palco para o espetáculo, se bem utilizada, a cama redonda logo atrás de ti pode servir de picadeiro. Não estão em casa, segredados pelas quatro paredes creme. Pela primeira vez, dividem um quarto de motel. A localidade, sozinha, torna o momento mais sórdido. Proibido, também. Sente-se condenável, como se tivesse recorrido através de incontáveis cédulas, uma fortuna para ter a visão deslumbrante da silhueta feminina; como se não fosse você, cuja carne ele já arranhou e chupou tantas vezes, aquela quem está diante dos olhos dele.
Você o observa. Contempla. Foi específica quando pediu que ele viesse direto da reunião que teria mais cedo, porque precisava apreciar o torso masculino abraçado pela camisa de botões. O relógio no pulso, o perfume com frescor de madeira e mel. Só permitiu que ele saísse de casa pois sabia que o teria nos braços novamente ao fim do dia. Tem planejado esse encontro há semanas, cada parte: o endereço, as roupas e acessórios, os movimentos, a trilha sonora. Ao fundo, a batida lenta mistura instrumentos de percussão e sopro, ecoando baixinho. Quer se mostrar. Quer ser canalha e desejada por alguém em especial — por ele.
Empurra o robe pelos ombros, despedindo-se da seda até que a peça caia no chão.
A unhas afiadas cravam na própria coxa, arranham enquanto fazem o percurso até o quadril. Tanta selvageria consigo mesma só para, depois, deslizar com suavidade em direção aos joelhos quando os escora no chão. Se abaixa, arrepiada feito uma felina em posição de ataque sondando a presa. O olhar semicerra, provocante, enquanto espalma no assoalho. Uma palma na frente da outra, engatinhando. E mesmo em meio ao risco, nunca houve na natureza uma caça tão entregue ao predador, com um sorriso ladino ganhando os lábios e tudo. Você dá o bote, segurando nas coxas dele. Se ergue, ostentando o corpo bem abraçado pela lingerie.
Ele nota, mais de pertinho agora, particularidades que não havia captado antes devido à distância e iluminação rasa, à medida que você se levanta. O colo logo fisga a atenção, os seios bem arrumadinhos dentro do sutiã cujo modelo cai perfeitamente em ti. O espartilho esculpe a cintura, a cinta se funde numa harmonia algébrica ligando-se às meias ⅞ fininhas. Tão vestida, mas tão desnuda ao mesmo tempo. Sempre foi defensor da moda íntima aperfeiçoada, só que tem que admitir que a subestimou por tempo demais. Se tivesse noção do quão instigante seria te admirar adornada dessa forma, teria comprado o estoque de um departamento inteiro.
Eleva as mãos no ar, quer te tocar, porém nem sabe por onde começar ou se deve começar. Você, felizmente, tem o roteiro todo decidido. Traz as mãos para o laço do espartilho, “aqui”, orientando baixinho. O homem mantém o sorriso sacana na face, dessa vez ainda mais ardiloso, pendendo de leve a cabeça pro canto. Os dedos desfazem o nó, folgam os encaixes da fita nos ganchos da peça pra puxar até desfazer por completo e abandoná-la no chão. Os olhos se enchem perante à pele nua, com a mão aberta tem que tatear da costela até o cós da cinta. E não satisfeito com o calor da derme macia, também possui a necessidade incontrolável de tombar na sua direção.
Agarra as suas nádegas, firme. Esfrega a ponta do nariz na sua barriga, bem de levinho de uma forma que te faz arrepiar. À umidade calorosa da língua lambendo, o abdômen se contrai involuntariamente, as terminações nervosas irritadas te fazendo ter vontade de se contorcer nos braços dele. Permanece dona de si, entretanto, deixa que ele se divertir chupando ao redor do umbigo e descendo cada vez mais em sentido ao ventre.
Porque o tecido rendado da cinta atrapalha, cessa o trabalho da boca. Levanta o olhar, e as mãos dão continuidade ao serviço desempenhado antes. Massageando, tateando com a pontinha dos dedos. O polegar desliza pelo baixo ventre, faz pressão, até o monte de vênus. Do jeito que te encara... Como se preparasse a carne, domesticasse, para, em algum momento nesta noite, fertilizar.
Você se afasta, brusca. Não pode dar a ele a sensação de que está na posição de comandar aqui, e muito menos de fazer planos. Com passos preguiçosos, o salto estalando no chão, dá a volta na cadeira. Por trás, escorrega os braços pelos ombros do homem, se aventura tronco afora até as coxas. Não se priva da oportunidade de, ao retornar, perpassar as palmas na virilha masculina, e subir desfazendo cada um dos botões da camisa.
Contorna a cadeira mais uma vez, o par de olhos concentrado nas suas passadas, na espera do seu próximo movimento. Embora esperasse que fosse provocá-lo mais, não se surpreende quando você senta no colo dele. Pode, finalmente, agarrar as suas nádegas de novo. Mira as suas unhas arranhando das costelas ao peitoral dele, as mesmas unhas que se arrastam por cima dos ossos da clavícula, elevando e elevando. Traça uma linha pelo pescoço, apontando contra a carne, quase ferindo, e só para porque o dedo perde a força quando pula do maxilar.
O sorriso pequeno na face dele é calculado. Não vai te falar agora, mas gosta da indelicadeza, da dorzinha ardente que resta na pele. Vai te deixar saber que se agrada, só que contido, pra não alimentar um ego de que foi capaz de fazer algo que o deixa muito duro.
Vocês se olham. O silêncio — a ausência de conversa — dentro do quarto não é um incômodo. A tensão que se estabelece entre vocês é tamanha que ocupa todo o espaço para não dar falta de mais nada. Você lambe o lábio dele, e ele morde o seu em resposta.
Ri soprado, se levantando. Apoia a sola do salto na beiradinha da cadeira, entre as pernas separadas dele. “Tira pra mim”, se refere ao encaixe da cinta liga. Ele desenrosca o gancho, puxa a meia pelas pernas, livrando o sapato dos seus pés também. Repete a tarefa quando a outra perna é oferecida. Inclinado pra frente, não libera o aperto na sua panturrilha enquanto não deixa um beijo no seu joelho.
Você toca o queixo dele, o encara uma última vez no fundo dos olhos, porque agora vai se afastar para ir até a cama.
Engatinha sobre o colchão. Se ajeita virada para ele, ajoelhada, assim de quatro, toda empinadinha. Atrás de ti, a projeção da sua posição no conjunto em meia-lua de espelhos retangulares é um toque extra ao erotismo. E você aproveita a intensidade que os reflexos promovem, não é? Se enfatuando, caindo de canto. A pele roçando no lençol de cetim. Separa as pernas, aberta pra ele, as mãos são atraídas no sentido ao centro do próprio corpo.
“Satisfeita?”, ele pergunta.
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vale das bonecas
enzo vogrincic x reader
✨️ smut
n/a: smut não é exatamente onde eu brilho, mas eu sempre tento o máximo
lá estava você de novo, uma das únicas pessoas na plateia, afinal, as únicas pessoas que tinham interesse em assistir ensaios eram as que queriam pegar algum integrante do departamento de teatro, mas você era diferente, vinha em quase todos apoiar sua irmã, já tinham contado a história sobre você ter incentivado carina a entrar no mundo da atuação, o que começou como exercício para superar a ansiedade, se transformou em paixão, e aqui estão vocês agora, carina no palco, nem uma sombra da menina tímida que já foi, você na plateia, sem se incomodar com os erros e ajustes sendo feitos em tempo real, e enzo, sentado no canto do palco fingindo não estar com as pernas moles por causa das suas meias arrastão brancas.
professor vogrincic não era velho, mas definitivamente era experiente, foi pai com 19 anos e se viu obrigado a largar o sonho dos palcos para seguir uma carreira mais pé no chão, mas estava satisfeito em ajudar jovens sonhadores, como um dia ele foi, a realizarem seus sonhos; o uruguaio era rígido, não aceitava atores indisciplinados, exigia respeito pelos horários e que as falas estivessem na ponta da língua, boatos dizem que ele pediu a cabeça de um aluno que teve a coragem de chegar chapado em um dos ensaios finais, o rapaz não foi expulso, mas foi delegado a ser a árvore número dois quando antes era um dos protagonistas, algumas pessoas acusavam enzo de ser amargo, destrinchavam sua história e o pintavam como ator fracassado fadado a dar aulas e ver os outros brilharem enquanto ele continuaria sempre no mesmo lugar, o uruguaio não ligava, ele preferia estar em contato constante com a arte e depois chegar em casa e ver algum filme com sua filha, a vida de baladas, drogas e álcool não era sustentável, enzo sabia.
se bem que atualmente, isabella não estava muito interessada em ver filmes com o pai, tinha 14 anos, queria ir ver filmes com as amigas, no cinema, no shopping, de preferência depois de passar 2 horas dentro da sephora, estava ansiosa pela festa de 15 anos e quase todo fim de semana prendia enzo em infindáveis pastas do pinterest com vestidos, decorações e inspirações de maquiagem. a mãe de isabella aparentemente não tinha tanta paciência quanto enzo, quando a menina tinha 9 meses resolveu pedir o divórcio, ceder a guarda completamente para o homem e se mandar pra algum lugar na américa do norte.
perdido em seus pensamentos, ouvindo os alunos recitarem o mesmo diálogo de sempre, vogrincic te analisava, você era uma coisinha linda, os cabelos brilhantes, a roupa combinando perfeitamente, a maquiagem leve mas bem aplicada; mas seu rosto não mentia, estava exausta pobrezinha, a rotina da faculdade pegava qualquer um pelo pescoço, e enquanto você podia estar descansando você estava aqui apoiando sua irmã que princesinha você era.
- ok, por hoje é só, vou dar esse desconto pra vocês por ser sexta feira, mas segunda eu quero todo mundo dando seu melhor. - enzo encerrou a aula, agora que estava focado em você não conseguiria dividir a atenção, os alunos soltaram gritinhos de comemoração e foram se retirando do palco, o uruguaio viu você se levantar e ir ao encontro de sua irmã.
- que inferno carina já é a terceira vez que você fura comigo. - ele te ouviu rapidamente e aguçou os ouvidos, problemas no paraíso?
- desculpa, olha eu juro que vou compensar, semana que vem a gente sai pra beber ou ir numa livraria, o que você quiser, mas foi o simon que me convidou e eu não quero perder essa chance. - sua irmã respondeu, então você estava indo a todos os ensaios para apoiá-la e ela nem se dava o trabalho de ir tomar um café com você depois? decepcionante.
você saiu do teatro da universidade pisando forte, entendia que carina estava interessada no tal do simon, mas não esperava que ela fosse largar você de mão só pra estar perto dele, até onde você sabia o cara era um galinha que dava em cima de qualquer coisa com duas pernas, você foi até o bebedouro mais próximo encher sua garrafinha enquanto tentava se acalmar, presa em sua indignação, viu uma sombra mais alta emergir atrás de você.
- a água daqui tá geladinha? - a sombra disse, olhou e percebeu que era enzo, o coordenador do departamento de teatro, nunca tinha estado tão próxima do mais velho e naquele momento entendeu porque o departamento era 70% feminino, que homem lindo, os cabelos longos davam um contraste ao rosto sério, sabia que ele era o professor mais jovem da instituição, mas conseguia ver o ar maduro do uruguaio.
- tá sim. - foi a única coisa que conseguiu dizer, e quase bateu a própria cabeça na parede, o homem devia estar acostumado a garotas caindo aos pés dele, não queria ser mais uma.
- então. - o uruguaio começou enquanto enchia seu copo. - você sabe de algum lugar aqui perto onde eu posso comer uma pizza, ou qualquer besteira do tipo, sexta feira não é dia de cozinhar né.
você estava estática, não esperava que enzo vogrincic, de todos os professores, puxasse assunto com você, de repente sentiu uma onda de timidez, sua camisa polo cor de rosa e saia plissada pareciam denotar imaturidade perto do uruguaio.
- er… eu acho que aqui na frente, no recalt's eles servem uma pizza bem boa e não muito cara, quer dizer não que o senhor não possa pagar né, é que o senhor sabe, bom e barato, sabe? - você tropeçou nas próprias palavras, ótimo, agora o mais velho realmente te achava uma idiota.
- ah legal, quer ir rachar uma pizza comigo então? eu não acho que consigo comer tudo. - o moreno perguntou como quem pergunta as horas, você se resetou, não era uma desconhecida para ele?
- claro, tudo bem, meu nome é…- antes que pudesse se apresentar enzo respondeu seu nome para você.
- eu sei quem você é, bebita, você sempre vai assistir nossos ensaios, irmã da carina né? por que você não foi com os outros pra alguma baladinha ou bar? - foi pega de surpresa e corou, vogrincic tinha notado você, sabia algumas coisas de você, será que sentiria sua falta se algum dia você faltasse?
- não é muito minha praia, e acho que eles também não reparam se eu vou ou deixo de ir. - não era mentira, não se encaixava com a galera de carina apesar de já ter tentado.
- ah é impossível não reparar em você. - você foi pega desprevenida pelo flerte na cara dura, antes que pudesse responder o uruguaio continuou - vou pegar minha carteira e minha pasta, te encontro lá fora. - e saiu.
você se encontrava na portaria, estava fingindo naturalidade mas na verdade estava uma pilha de nervos, aquilo era um encontro?
- cheguei, princesa, vamos? eu venho de bicicleta mas vira e mexe deixo ela aqui, qualquer coisa eu vou pra casa de uber. - o mais velho chegou de surpresa, você só acenou e continuaram seu caminho até o recalt's.
o trajeto teria sido silencioso se não fosse por enzo, suas únicas palavras foram teatro e cinema e ele despencou como uma cachoeira, o amor pela arte transbordando.
chegaram e pediram uma pizza média, enzo não te deixou pagar, conversa vai e conversa vem você conseguiu encontrar uma aura de conforto nele, poderia se dizer que estavam conversando de igual para igual, sem a parede invisível da relação professor-aluna.
- acho que vou pedir um uber, tá ficando tarde né. - enquanto você tirava seu telefone do bolso o mais velho te impediu.
- eu peço. - e não disse mais nada, você também ficou em silêncio, ele iria pedir pra sua casa? ele não sabia seu endereço, mas você estava se afogando nas águas de vogrincic, ele dizia e você concordava.
o carro chegou e o uruguaio abriu a porta para você entrar, depois que ele mesmo se fez confortável, passou um braço pela sua cintura e te ergueu levemente.
- vem cá, vem. - o homem te chamou para sentar no seu colo, enzo envolveu os braços na sua cintura e colocou a cabeça em seu pescoço, inalando o cheiro, quem olhasse pensaria que vocês são só mais um casal, mas uma voz bem distante na sua mente te lembrava que até antes daquele dia você nunca tinha trocado uma palavra com o mais velho.
você temia que se dissesse a coisa errada enzo desistiria da pequena aventura de vocês, então se manteve calada, com o pescoço arqueado sentindo o homem que começava a dar selinhos na região, o uruguaio levou uma das mãos ao meio de suas pernas ainda segurando sua cintura com a outra, começou lentamente suas carícias, se o motorista notava, não dizia nada, você rezou em silêncio para não soltar nenhum barulho, quando pensou que não aguentaria mais, o carro parou, sinalizando que tinham chegado a seu destino, o prédio de enzo; saíram do carro, ele te guiava com a mão na sua nuca, você simplesmente seguia, o uruguaio decidiu ir pelas escadas, isso lhe causou a sensação de que ele estava repensando suas escolhas futuras, vocês dois eram adultos, e de acordo com as fofocas da faculdade esses tipos de relacionamento não eram incomuns, mas ainda assim existia o medo.
chegaram, enzo abriu a porta do apartamento e ainda segurando sua nuca, te levou ao seu quarto, chegando na porta ele te pressionou contra a mesma.
- você sabe o que eu quero, minha princesa, você quer tanto quanto eu? - ele perguntou, você engoliu em seco.
- quero. preciso. - sua resposta foi o suficiente, enzo sorriu e te conduziu, ainda de costas, para o quarto.
você não teve tempo de analisar o cômodo, enzo te levantou e instintivamente suas pernas se enrolaram na cintura do mais velho, ele te beijava enquanto esfregava sua ereção na sua calcinha, o mais velho te repousou na cama e tirou a calça, não se libertando completamente, gostava de jogos.
enzo se esfregava em você como se já estivesse te penetrando, sua saia estava levantada, o mais velho estava de olhos cerrados fortemente e seu pomo de adão se movia quando engolia em seco, estava se controlando para não arrancar suas roupas e terminar o trabalho ali mesmo, mas não queria se apressar, afinal, era um performer; seus lábios abraçavam o pênis do mais velho, toda aquele cenário somado a fricção das suas roupas foram o suficientes para que enzo alcançasse seu primeiro orgasmo, não sem antes tirar a cueca e fazer questão de se derramar em sua saia.
você não teve tempo de pensar até perceber que sua calcinha estava descartada no chão, você conseguia se ver no espelho do quarto de vogrincic, era uma visão quase pornográfica, o mais velho te colocou no colo.
- respira fundo, respira e inspira. - ele instruiu enquanto te penetrava tão fundo que se um terceiro olhasse, você parecia estar simplesmente no colo dele, tinha o engolido inteiro.
- boa menina, tão gulosinha.
ele guiava seus quadris pra cima e pra baixo, sua saia plissada pingando de sêmen acompanhava os movimentos, enzo segurava sua cintura como se fosse uma âncora, o moreno levanta sua camisa polo rosinha até enxergar seus seios, os mamilos rígidos, ele belisca e acaricia, o uruguaio continua dentro de você dedicado a atingir seu ápice.
- tão apertada, tão obediente, tão minha. - o mais velho delirava.
você sentia a mercê de vogrincic, e gostava disso, sentia que poderia viver uma vida inteira o agradando e recebendo prazer como recompensa.
- fica paradinha. - o mais velho disse enquanto segurava sua cintura agora com os dois braços e te erguia levemente, começou a estocar como louco, usando e abusando da sua submissão, vocês dois sabiam que você não iria a lugar nenhum.
enzo enfim chegou ao seu orgasmo, e por um momento você pensou que era aquilo, você foi fodida, ele conseguiu o que queria e fim, mas o uruguaio lhe surpreendeu te jogando na cama com a barriga pra cima, você sentiu frio nas suas partes íntimas, fez como se fosse fechar as pernas, mas foi impedida pelo mais velho.
- elas só fecham quando eu terminar meu trabalho.
enzo se posicionou com o pau na direção da sua boca, você tentou pegá-lo mas sua mão foi afastada pelo moreno, vogrincic se colocou em sua boca e começou os movimentos de vai e vem, ele usava sua boca e você aceitava, sentindo prazer em senti-lo e ficava cada vez mais molhada quando pensava em sua situação, uma bonequinha sendo jogada de um lado pro outro, deveria se sentir degradada mas queria entrar nessa peça, você estava atuando, seu diretor estava fazendo seu trabalho; uma das mãos de enzo foi até seu clitóris, finalmente seria recompensada por ter sido tão boazinha, ele começou massageando lentamente até enfim enfiar dois dedos, enzo decidiu buscar seu segundo ápice, se posicionou com as duas coxas uma em cada lado da sua cabeça e voltou a meter o pau em sua boca, ele agora estava mais rápido, as mãos voltaram ao seu clitóris agora em movimentos irregulares, estava mais focado em si mesmo, vogrincic finalmente gozou, se retirou da sua boca e ficou frente a frente com sua buceta que brilhava com o sêmen dk primeiro ápice do mais velho e sua própria umidade
- vou ser bonzinho, você merece hoje. - enzo se pôs a maltratar seu pontinho, lambia, mordiscava e chupava, não fazia mais questão de fechar suas pernas, gostava quando você o sufocava.
antes de você chegar ao seu ápice, o uruguaio pegou sua calcinha e a colocou de volta em você, agora chupando por cima do tecido, você gozou agarrando nos cabelos do mais velho, quase desesperada, enzo se afastou e apreciou sua obra, a calcinha encharcada quase transparente.
- você vai dormir aqui hoje, mas não vai tirar essa calcinha e nem sai desse quarto quando o dia raiar, me entendeu? - o uruguaio disse agora perto do seu rosto, você acenou que sim em seu torpor.
a porta da frente se abriu, você lembrou que enzo tinha uma filha, o uruguaio lhe pegou no colo e te depositou na banheira da suíte, ele tinha brincado com você e depois te guardado com cuidado para que não se danificasse, enquanto o ouvia dar as boas vindas à filha e uma leve bronca por chegar tarde, você se resignava ao seu papel de bonequinha de luxo.
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Lo más dulce
Enzo Vogringic x female oc +18
Este es mi primer fanfic, he intentado muchas veces pero esta es la primera que logro terminarlo. Seguramente tenga muchos errores, pero ahí les va. Les pido que me digan qué les pareció y si quieren una segunda parte, sí? Disfruten :)
warnings: sexo oral, todo muy explícito
Era un hermoso día de primavera, de esos en los que de repente te das cuenta de que el viento ya no es frío. Un dulce olor a flores inundaba las calles empedradas del pequeño pueblo de montaña en el que el cast de La sociedad de la nieve se había instalado durante el rodaje.
Tenían el día libre, así que Enzo había decidido dar una vuelta al mediodía. Su bicicleta rodaba por las calles bajo el sol, había olvidado lo agradable que es pasear de esa manera. Tan sólo el sonido de la cadena de la bici y de las cigarras llenaban el aire, al fin y al cabo, era la hora de comer y la gente se encontraba en sus casas protegiéndose del sol.
Hablando de eso, Enzo notó un pequeño gruñido en su estómago, el hambre comenzaba a formarse, sería mejor que encontrase un sitio donde comer.
Dejaba que la bicicleta le llevase pasivamente, sin pedalear, aprovechando una ligera cuesta hacia abajo.
Al doblar una esquina, no podía creer sus ojos: ¡un restaurante vegetariano! En un pueblo tan pequeño no esperaba algo como eso. No se lo pensó dos veces. Apoyó su delgada bicicleta en la puerta del humilde establecimiento, sin sentir la necesidad de atarla, ya que la honestidad y amabilidad de la gente no habían hecho más que acompañarlos durante su estadía allí. De todas formas, no había nadie a la vista.
Nada más entrar al pequeño restaurante, sintió el alivio inmediato de la sombra en su piel, caliente por el sol. Dentro se estaba fresco, y un maravilloso olor a comida le enamoró, no podía creer su suerte.
Tan sólo había cuatro mesitas de madera en ese local tan lindamente decorado. Junto a la barra, una vitrina albergaba deliciosos postres caseros: lo que parecía ser una tarta de zanahoria, una de chocolate y pequeños pasteles de manzana y crema. Los ojos de Enzo brillaban devorando los manjares ante él.
Una dulce voz le sacó de sus pensamientos.
¿Hola, puedo ayudarte?
Una hermosa chica de melena larga y negra le miraba con ojos curiosos, sonriendo. Llevaba una camiseta de tirantes y una falda debajo de un pequeño delantal. Ella debía ser la dueña del local, pensó Enzo.
Buenas, sí, eh…
¿Qué le pasaba? ¿Desde cuando era así de tímido frente a una mujer? Las palabras no le salían, lo que le hizo patearse a sí mismo mentalmente por que tenía que estar quedando como un tonto ante ella.
Ella se rio ante la falta de palabras del moreno.
¿Tienes hambre?
Soltó una risa.
Sí, sí… muchísima, vengo de pasear con la bici…yo… - explicó casi tartamudeando, con media sonrisa.
Bien, ¿por qué no tomas asiento y te traigo una carta y algo de beber?
Enzo tragó duro, y asintió mirándola fijamente. Ella, se dio la vuelta grácilmente provocando un soplo de aire perfumado con su melena. El olor a coco y mango de su champú no hizo si no despertar aún más su hambre, aunque quizás no tanto la que aquejaba su estómago.
Cuando se sentó, el uruguayo dejó su mochilita de tela en el asiento libre que tenía al lado. Sacó su móvil y comprobó sin mucha sorpresa que no tenía nada de cobertura y apenas batería, pero tampoco le importó, no tardaría en comer y volvería con los chicos a su residencia.
Antes de que se diera cuenta, la chica había regresado con un menú y un vaso de agua helada, lo cual él agradeció profusamente. Si bien no había muchos platos entre los cuales elegir, todos sonaban estupendamente para su estómago vacío, con el plus de que no tenía que limitarse entre una o dos opciones como normalmente, ya que casi todos los platillos eran veganos o vegetarianos. Se decidió por lo que más le apetecía: Wok de noodles con vegetales, salsa teriyaki y aceite de chile tostado. “Suena bárbaro”, pensó.
Enzo observaba discretamente a la que parecía ser la dueña, la camarera y la cocinera, todo en la misma persona. La chica danzaba en la cocina entre los fogones, manejando con soltura los utensilios; alguna llamarada ocasional salía de debajo del wok, alarmándole, pero ella parecía esgrimirlas como una hechicera, sin miedo.
No puede evitar reparar en como sus caderas y su trasero se contonean con los movimientos. “Quizá esté escuchando música” se dijo Enzo, no comprendiendo si no, el ritmo hipnótico de su cuerpo.
Y aquí está – dijo ella depositando el plato humeante frente a él.
Muchas gracias, tiene una pinta buenísima…
La camarera volvió detrás de la barra tras desearle buen apetito a su único comensal y él comenzó a devorar el plato con gusto.
Las miradas entre ambos no eran directas, si no veladas e intermitentes. Ella fingía no prestarle atención y dedicarse a sus tareas, mientras que él trataba de limpiarse constantemente la boca con la servilleta para no tener además de todo, pinta de boludo con la cara manchada de salsa.
¿Estaba loco o ese era el mejor plato que había comido en su vida? Quizás tan solo estaba hambriento… ¿O era porque ella lo había preparado?
Cuando hubo terminado el plato se levantó tomándolo y lo llevó a la barra junto con su vaso, también vacío, para ahorrarle a la chica el viaje hasta la mesa, siempre tan galante.
Ella sonrío y sacó el ticket de la caja registradora. Él le devolvió la sonrisa y le sostenía la mirada mientras buscaba su billetera en la pequeña mochila de tela.
Más pronto que tarde, su rostro se tornó preocupado. No puede ser. Su cartera no estaba más ahí. Un pensamiento le cruzó la mente como un rayo. Esa misma mañana la había cambiado de sitio a una riñonera nueva. Lo había olvidado completamente. ¿Qué carajo iba a hacer ahora?
No era muy difícil adivinar qué estaba sucediendo, él dirigía su mirada al fondo de la maldita mochila y después a los ojos de la chica, frenéticamente.
Te juro que no sabía, yo… A-ahora mismo voy a buscar mi bille-
Es que estaba por cerrar -dice la camarera sin perder la sonrisa, como divertida por la situación.
Entonces esta noche, y-yo … mierda, lo siento mucho- Enzo notaba sus mejillas y todo su rostro ardiendo por la vergüenza, se sentía como un idiota.
¿No se te ocurre otra forma de pagarme? - ronroneó ella.
Enzo se quedó congelado, aunque a decir verdad estaba totalmente acalorado. No podía ser que estuviera escuchando lo que acababa de escuchar. Pero tampoco cabía la posibilidad de que se estuviera refiriendo a ninguna otra cosa, ¿no?
Todas sus dudas se derritieron cuando ella paseó su mano por el pecho de él, acariciando el borde de su camisa.
¿Eso querés? -trató de sonar confiado.
Ella se mordió el labio, respirando el aliento cálido de él.
Enzo no esperó a que ella respondiera, pues sus ojos ya le estaban dando la respuesta que buscaba, y que en el fondo había anhelado desde que entró en el pequeño restaurante.
La verdad que me he quedado con ganas de algo dulce… ¿sabés, chiquita?, como con hambre de algo vegano ¿entendés?
En ese momento él lanza una rapidisima mirada por la ventana del local para comprobar que no haya nadie cerca que vaya a interrumpirles. No hay nadie. Entonces, como si algo en su cuerpo y mente hubieran mutado repentinamente, Enzo toma su rostro entre las manos con una firmeza que ella había intuido, pero que no había experimentado hasta ahora. Se lanza a besarla sin ambajes, como si no fuera la primera vez que lo hace con ella, como si ya supiera qué es lo que le gusta, qué tiene que hacer para derretirla. Su lengua entra en su boca de forma imparable, la diferencia de tamaños entre sus cuerpos cobra importancia desde ese mismo momento, siente que la va a devorar. Si bien hasta ese momento ella había llevado la voz cantante con su actitud de femme fatale, eso ahora no le servía más. Él era el que estaba al control, sus labios guiaban a los suyos, contenía su mandíbula como una pequeña jaula donde introducir su lengua como una serpiente. Lo único que ella podía hacer era intentar seguir su ritmo y disimular lo muchísimo que le costaba no empezar a gemir.
Sin casi darse cuenta, él la había ido empujando hacia el interior de la cocina, habían caminado al unísono enredados en un nudo de cuerpos en el que ya casi no quedaba ninguna pena.
Pasó sus grandes manos por su cintura mientras seguía besándola, redondeando sus formas. Agarró sus gluteos por debajo de la falda. Ella se felicitó a sí misma por haber escogido sus braguitas negras de encaje para ese día, por ninguna razón en especial. Enzo metió sus dedos por debajo del elástico que abrazaba sus caderas, amenazando con bajarlas en cualquier momento.
Me estabas poniendo malo, nena, ¿sabías?
Ella aprovechó el pequeño respiro que le dio a su boca para contestar un leve “sí”
Ah, sí, eh? Mirá vos… - sonaba divertido, pero también desafiado.
Sin ningún esfuerzo colocó sus brazos debajo de sus muslos y la subió a la encimera, junto a los fogones. Ante eso, ella no pudo contenerse más y gimió sin poder evitarlo, mientras clavaba sus uñas bien cuidadas en la nuca de él, de donde se estaba agarrando.
Me vas a dar algún dulce, gatita? Mirá que tengo mucha hambre…
Ella asintió rápidamente, como una niña obediente.
Sí…? - Decía mientras depositaba besos húmedos por su cuello, ¿qué me vas a dar? – ronrroneaba entre cada lamida.
Ahh…yo…
No podía parar de gemir, ninguna palabra, y mucho menos frase coherente iba a salir de su boca, simplemente no podía pensar, no mientras su lengua caliente recorría su cuello, no mientas sus manos invadieran el interior de sus muslos como si fuera el pan que ella misma había amasado esa mañana, sobre esa misma superficie. Sentía que estaba arruinando su ropa interior, no recordaba haber estado así de húmeda jamás.
¿Y? ¿qué me vas a dar? -comenzó a bajarle las bragas por la cintura ¿Una frutilla? ¿Eso tenés? – en lugar de pedirle que se levantara para poder sacarle la ropa interior la recostó en la encimera, tumbándola ligeramente, deslizando la prenda ya empapada por sus piernas.
Sin pedir permiso, abrió sus piernas para contemplar lo que sus bragas, ya tiradas por el suelo escondían. Enzo tragó saliva, provocando que su nuez se moviera por su garganta deliciosamente. De forma involuntaria apretó la mandíbula, había encontrado el postre más rico del restaurante.
¿Esta frutilla es tuya?- la miró a los ojos mientras un pulgar delíneaba sus labios ahora expuestos, como si nada.
Ella atinó a asentir con ojos suplicantes.
No,… no es tuya, es mía, chiquita. Es mía y me la voy a comer, ta? �� nunca una corrección le había parecido tan bien.
Sin más preámbulos bajó su cabeza hasta enfrentar su centro, que estaba húmedo estaba claro, pero es que además emanaba calor, parecía palpitar con deseo.
Y entonces empezó a comer.
Empezó a comer, comer y comer.
Abría la boca y manejaba su lengua como si en realidad le estuviera dando un beso francés, solo que en una boca distinta. Se introducía en ella como si no dispusiera de nada más que esa parte de su cuerpo para satisfacerla, con avidez.
Ella se deshacía en gemidos, no se retenía más, le daba igual gritar, sabía que nadie podía oirla, a esas horas no había nadie en la calle, no bajo ese sol abrasador. Pero, si así fuera, ¿sería capaz de parar?
Claro que no, aunque quisiera no podría pararle. Su boca mamaba de ella como un cachorro hambriento, no podría apartarle. Y sinceramente no querría por nada del mundo.
Qué rica que estás nena, sabes a miel … - dijo mientras introducía su dedo corazón en su vagina, con maestría, sin parar de lamer, en perfecta sincronía, como si su lengua y su mano fueran entes separados que sabían actuar de forma perfecta e independiente.
No faltaba mucho tiempo para que llegara a su clímax, lo notaba formándose en su bajo vientre, si seguía así no iba a durar nada.
Me voy a…!
A venir? Venite, princesa, vamos…- paró dolorosamente un par de segundos para pronunciar esas palabras, y al volver a tocarla con su lengua ella no pudó más y explotó en su boca como un fuego artificial. Grandes oleadas de placer arrasaban en ella, que gritaba y gemía. Él notaba como el único dedo que le había introducido quedaba aprisionado y recibía apretones entre sus paredes que pulsaban en su orgasmo. No lo sacó hasta que ella le hizo un gesto, recostándose ,agotada y sudorosa en la superficie donde normalmente trabajaba.
Aún le costaba recuperar el ritmo normal de su respiración, y por una vez, su mente no se encontraba preocupada por tonterías como si estaba despeinada, o qué le había parecido al otro su ropa interior o si había gemido suficientemente sexy. Esta vez su cuerpo simplemente estaba anegado por el placer tan animal que Enzo le había provocado. Todo lo demás no importaba.
Él se había parado y se estaba echando el pelo hacia atrás, también estaba sudando. Gracias a Dios que un pequeño ventilador metálico les estaba apuntando a los dos, de lo contrario habrían muerto de calor.
Qué linda que sos, muñeca.
#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic fanfic#la sociedad de la nieve#society of the snow#sociedad de la nieve fanfic
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Infidelidad
Una persona con el corazón roto es capaz de cualquier cosa por despecho. Cuando Antonio se enteró de que su esposa le había sido infiel, se volvió loco. 20 años de matrimonio se fueron directamente a la basura. Aparentaba estar tranquilo ante todos, incluso firmó los papeles de divorcio sin ninguna protesta. Pero de lo que nadie se había percatado era que Antonio cocinaba su venganza desde las sombras. Hasta donde él sabía, su esposa estaba por fugarse de la ciudad con su amante, varios años más joven que Antonio. Las piezas estaban en el lugar ideal para la venganza.
- Veo tu cara en el espejo, y por más que lo intento, no comprendo lo que vio ella en ti.
Germán, el joven hombre de 29 años, se dijo a sí mismo en el espejo, mientras con sus manos, acariciaba su musculoso cuerpo lampiño. Bueno, algo así. Si bien ese era el cuerpo de Germán, era Antonio quien lo utilizaba. El hombre había robado el cuerpo de este joven como parte de su plan.
- Quiero decir, eres guapo, bastante, a decir verdad. Y tienes un cuerpo bastante sexy. Pero yo también tengo lo mío. Para empezar, gano más dinero que tú. En lo que respecta a la apariencia, es verdad que no hago tanto ejercicio como tú, pero nunca he descuidado mi cuerpo.
Mientras estas palabras salían de su boca robada, Antonio continuaba sintiendo con sus nuevas manos cada centímetro del cuerpo de Germán. Poco a poco sus dedos se acercaron hacia su zona más íntima. Sin vacilar, sus dedos entraron por debajo de su ropa interior y le dio un buen apretón al largo y sensible trozo de carne circuncidada entre sus muslos.
Mientras estas palabras salían de su boca robada, Antonio continuaba sintiendo con sus nuevas manos cada centímetro del cuerpo de Germán. Poco a poco sus dedos se acercaron hacia su zona más íntima. Sin vacilar, sus dedos entraron por debajo de su ropa interior y le dio un buen apretón al largo y sensible trozo de carne circuncidada entre sus muslos.
- ¡Vaya muchacho! Puedes sacarle el ojo a alguien con esta cosa. Pero el mío es mucho más grueso.
Una sonrisa arrogante se dibujó en el rostro de Germán, una que el verdadero nunca haría. Antonio continuó con su monólogo frente al espejo, odiaba admitirlo, pero toda esta experiencia lo excitaba demasiado.
- Bueno, no importa lo sexy que seas, ahora todo esto me pertenece. Yo soy tu, al menos por ahora. No me malinterpretes amigo, esto tiene poco o nada que ver contigo. Tu no tenías idea de que te estabas metiendo con una mujer casada. Simplemente estuviste en las circunstancias incorrectas. Pero, en fin, eres justo lo que necesito para vengarme de ella.
Antonio terminó de quitarse la ropa que llevaba puesta, dejando al aire libre la hombría de Germán, además de su redondo y suave trasero. La figura redondeada del par de melones que ahora poseía fue irresistible para Antonio. Se dio una fuerte nalgada que hizo a sus glúteos temblar como dos gelatinas.
- La idea original era grabarme teniendo sexo con varias de las amigas más íntimas de mi ex, pero tengo una mejor idea. Llevo semanas con una inquietud en la cabeza, pero no me atrevo a intentar en mi propio cuerpo. Supongo que esta es mi oportunidad.
Antonio les dio un fuerte apretón a las suculentas nalgas de Germán. Estaba muy excitado por la emoción de estar en un nuevo cuerpo. Y más por el estar en uno tan sexy. Se dirigió a la mesa de noche junto a su cama, abrió el cajón, y de él sacó una bolsa negra. Dentro se encontraban un estimulador de próstata totalmente nuevo y una botella de lubricante. Solo Antonio sabía cuánto tiempo llevaban esos objetos guardados. Antonio sacó de su empaque el vibrador y se aseguró de cubrir meticulosamente todo lo largo del objeto de plástico con suficiente lubricante. Aún recordaba con recelo su último chequeo médico, cuando tuvo que consentir un tacto rectal. Salió del consultorio caminando como un cervatillo. Antonio se agachó casi hasta tocar sus pies, de tal manera que su trasero quedó expuesto al cielo.
Todo estaba listo, y con una mezcla entre emoción, duda y algo de miedo, Antonio acercó poco a poco el estimulador a su ano. Introdujo suavemente la punta en su culo virgen, y con toda la delicadeza que pudo, metió el objeto hasta el fondo. Antonio se incorporó y se vio de nuevo al espejo. Hasta el momento todo iba excelente, su rostro mostraba genuina emoción. Su pene incluso se había comenzado a poner erecto sin haberlo tocado. Antonio se recostó cómodamente en su cama y tomó el control del vibrador. La verdadera diversión estaba por empezar. Con mucha seguridad presionó el botón de encendido, haciendo así que un muy corto y rápido movimiento sacudiera el ano robado de Germán. Esto solo había sido el aviso de encendido, pero fue más que suficiente para que un gemido escapara de los labios de Antonio.
La mirada de Antonio se llenó de determinación. Configuró el aparato a una intensidad media y con vibración constante. Tan pronto cómo el estimulador comenzó a hacer su magia, Antonio comenzó a retorcerse de placer en la cama. Daba vueltas y vueltas por todos lados, intentando agarrarse de las sábanas. Las olas de placer recorrían su cuerpo, su respiración comenzó a agitarse. Gemidos, bufidos e incluso gritos se hicieron audibles por toda la habitación. Antonio estaba volviéndose loco de placer. Gotas de líquido preseminal salían de la punta de su pene erecto, que se sacudía erráticamente al ritmo de sus caderas.
Su parte consciente se repetía a sí mismo una y otra vez que debía controlarse, pero poco a poco la lujuria y el placer fue todo lo que su mente obedeció entre el caos sensorial. Constantemente Antonio tapaba su boca, en un intento deliberado de no dejarse llevar tanto por sus instintos. “¿Por qué hago esto?” pensó a la vez que apartaba sus manos de su rostro y se dejaba llevar por la excitación. Respiró profundamente, recuperando un poco el aliento, y a partir de ese momento dejó que el cuerpo que tanto trabajo le había costado robar fuera dominado por sus instintos más salvajes.
Los ruidos de placer se hicieron más intensos. Probablemente podían escucharse desde la calle, pero a Antonio no le importaba. Su cuerpo estaba empapado por el sudor. El olor que emanaba de él era exquisito. Con sus fuertes manos recorrió cada parte del cuerpo bien tonificado de Germán. Su pene se encontraba ya a reventar. Antonio quería llegar de una vez por todas al clímax, así que tomó la botella de lubricante, se untó las manos con él y comenzó a acariciar furiosamente su verga. No pasó mucho tiempo hasta que hilos de blanco y caliente semen salieron disparados en todas direcciones. El cuerpo de Germán terminó cubierto en sus propios fluidos. Varios chorros aterrizaron en su cara, uno incluso en su boca, permitiendo a Antonio probar por primera vez en su vida el jugo viril de otro hombre.
- No puedo esperar para que metan algo aún más grande por allí. Esto va a ser aún mejor de lo que había pensado. - Antonio apagó el vibrador y recobró su aliento. Tras unos minutos pudo ponerse de pie, tomó una toalla de su baño y se limpió un poco. Sabía que debería haberse duchado, pero le pareció más apropiado conservar su cuerpo cubierto por fluidos corporales. Se puso de nuevo sus Jens y se recostó de nuevo viendo hacia el espejo.
- Voy a matar dos pájaros de un tiro contigo. Tú no te preocupes amigo, descansa allí adentro. Cuando salga de ti no recordarás absolutamente nada de todo esto, y yo abre obtenido mi venganza contra esa perra que alguna vez llamé esposa.
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TEETH
primera parte.
¿se sellará la indescriptible atracción que sentías hacia Park Sunghoon con el pinchazo de un colmillo?
pair: vampire! park sunghoon x f!reader (no hay descripciones específicas de cómo luce físicamente, así que puedes imaginarla como quieras <3)
summary: sólo te diré que está inspirado en la canción teeth de enhypen, vampire academy y hierarchy ;)
warnings of part 1: menciones de mordiscos, sangre y ataques de pánico (si hay alguno más no dudes en decírmelo¡!). also, la academia se llama bram stoker en referencia al escritor de Drácula
words: 5501
segunda parte tercera parte
¿Qué tenía Park Sunghoon que siempre conseguía dejarte sin respiración? Podía ser su característica belleza principesca, casi digna del llanto de una voz poética romántica inglesa que la llamaba desde la desesperación de sólo ver fealdad. Podía ser su caminar, simple ante los ojos de los principales catadores de modelos que deben crear ellas mismas con cada paso la pasarela, pero demasiado elegante como para ser tan simple. O simplemente era el hecho de que era el ex de tu mejor amiga.
Él cortaba tu respiración desde la incertidumbre. Una chispa de interés provocaba que tu mirada quedase atrapada en su belleza, en su caminar, en su identidad. O, la identidad que él debe tener sin ningún juicio último que lo destinase así salvo la existencia de tu mejor amiga, la cual lo hacía en un ex y, por tanto, alguien que jamás debe traspasar las líneas de lo desconocido. Pues no debes saber quién es Park Sunghoon verdaderamente, no debes sentir interés ante él ni definirlo de una manera que no se resuma en tres catadoras palabras: frío, egoísta y narcisista.
Así debía ser Park Sunghoon en tu perspectiva, dentro de tu propio juicio crítico. Una sombra de fealdad y no de la belleza que tus ojos tan inocente e involuntariamente percibieron. Una imagen despectiva, para nada atractiva ya que, ¿por qué querrías a alguien frío, egoísta y narcisista en tu vida?
Pero aquella fijación silenciosa e indeterminada que tu persona padecía sufrir ante el imponente Park Sunghoon no coincidía con los asentimientos de cabeza que siempre le regalabas a Aerin, tu mejor amiga, cada vez que mencionaba a este "ser sin corazón", como ella lo definía. ¿Estaba bien juzgar a una persona sin conocerla? ¿Dejarse llevar por rumores emitidos por una clara e indiscutible subjetividad? No, claro que no lo estaba y tus padres, especialmente tu madre, te lo había inculcado, repitiéndote la misma reflexión cargada de tolerancia millones de veces, demasiadas este último verano, antes de ingresar en la prestigiosa academia Bram Stoker. Lugar en el que conociste a tu nueva y aclamada mejor amiga y lugar dónde tu secreta fijación tan vergonzosa ha nacido con el nombre de Park Sunghoon.
Jamás te habías sentido de esta forma hacia alguien en tu corta vida de veinte años. Era una constante consciencia que, si vuestros ojos se encontraban, se volvía similar al encierre que una historia produce sobre ti, llevándote consigo a lo más profundo de sus páginas, una absorción plácida que en ningún momento te hace considerar tu necesidad de libertad individual. Podía sonar demasiado particular e intenso esta comparación, pero de verdad lo sentías de esa forma: tan irreal. Más razones que hacían que tu curiosidad creciera hasta lo superlativo, quemara hasta tu propio sentido común.
Y es que cuando hacías contacto visual con Park Sunghoon, un indescriptible nacía. Una pregunta sin respuesta, una negación sin argumento. Pero, sobre todo, una atracción con, lo que parecía, una imaginaria justificación. Porque, a ver, sí, eras reservada y observadora. Una Luna que debe sentirse atraída a un Sol y no a otra Luna. En cambio, eso no sucedía así contigo. Sunghoon, otra Luna era el centro de tu capacidad de sentir atracción por alguien. Y no eras muy fanática de los romances entre personas similares, más atraída hacia los polos opuestos.
Esta ferviente situación comenzó a principio de curso, la primera vez que su persona, junto con la de su famoso grupo de amigos, entró en tu campo de visión. Con tu uniforme negro con corbata azul, te sentaste en lo que los alumnos denominaban Comedor -cafetería en tu antiguo instituto- y, jugando con la tirita de un corte en tu pulgar que el libro que te encontrabas leyendo la noche anterior causó, Park Sunghoon apareció.
No hubo una primera impresión. No hubo una reacción. No pensaste nada. Las acciones del protagonista de la novela que leías hicieron que, ante hombres reales, no hubiese estándar alcanzable. Sí, la belleza de Sunghoon era arrebatadora, digna de ser observada por más de cinco segundos o un minuto, pero no sentiste esa necesidad. Fue como ver una obra de arte que no resonaba contigo, aunque fuese la obra más destacada y más bella de todo un siglo de artistas galardonados.
No sentiste nada, pero al mirar de nuevo hacia tu mano para seguir observando la tirita, tu piel se encontraba lo más erizada que jamás la habías visto. Una piel de gallina casi enfermiza, con las puntas de las uñas de tus manos temblando. La confusión reinó por completo tu mente, expresándose en un ceño frunciéndose. Te acariciaste la piel cuestionándote su estado, y tus yemas de los dedos casi no la sentían. Te incorporaste un poco en la silla, colocando tus manos en tu regazo, intentando calentarlas un poco, mientras decidías no darle mucha importancia y pensar en otra cosa. Y, a la vez que decidías olvidarte de ello, tus ojos parecieron tener otra opinión distinta a la de tu mente, pues se dirigieron directamente a lo que habían visto antes de centrarse en la tirita. Tus párpados los cubrieron casi buscando detenerlos pero ya era demasiado tarde.
Unos ojos negros, profundos como el carbón, ocultos entre una piel extremadamente pálida, casi sin vida, asomándose entre dos líneas de oscuridad dada por pestañas, unos ojos brillantes ante la luz del comedor pero aun así tremendamente opacos, capturaron todo tu ser, aunque solo deberían haber capturado tu mirada. Ahora sí, la piel de gallina fue sentida. Ahora sí, los rápidos latidos de tu corazón dejaron de ser ignorados por tu cerebro. Ahora sí, tu lengua empezó a quejarse de su sequedad. Ahora sí, habías notado aquel indescriptible.
Desafíamelo con biología o con física, pero sentiste como si Park Sunghoon te hubiera activado, encendido, creado. Por aquella milésima de segundo que aquel contacto visual duró, Park Sunghoon pareció autodenominarse como dueño de tu cuerpo, controlando tus acciones con una simple mirada, manipulándote a su semejanza. Pero esto no era posible y, buscando ignorar la grandiosidad de las nuevas emociones que acababas de descubrir en ti misma, tras ver como él, sin inmutarse, rompía aquella conexión, miraste hacia otro lado.
Lado en el que se encontraba Aerin y el resto es historia.
Ahora que te encontrabas observándola durante largos periodos de tiempo, buscando que no se enterase de las miradas furtivas que le estabas lanzando a Park Sunghoon inconsciente de las mismas y el cual se encontraba bajando las barrocas escaleras de la entrada principal de la Academia, notaste la gran diferencia entre él y Aerin.
—Entiende que, por mucho que ya hayan pasado dos meses desde mi ruptura con el ser desgraciado...— Hizo una mueca con los dientes que los dejó pintados de su llamativo pintalabios rosa. Rápidamente gesticulé el mensaje y, sin vergüenza alguna, pues Sim Aerin nunca sentía vergüenza de ella misma desde el ser desgraciado; y tras una sonrisa que, como siempre, nunca le llegaba realmente a los ojos, continuó. —Lo que equivale a tres meses en el curso y por tanto, el final del semestre, he decidido dar un evento—.
Sonrió triunfalmente. No era la primera vez que Aerin hacía este tipo de "eventos", término con el que realmente definía una fiesta privada dónde lo ilegal se volvía legal por el dinero en la cartera de papá, el director de Bram Stoker, tataranieto del verdadero Bram Stoker. Nunca habías asistido a aquellas fiestas encubiertas porque eran para los alumnos SSR, es decir, los hijos de los principales dirigentes, tanto económica como políticamente, de la alta sociedad del país. Estos alumnos se diferenciaban del resto con una corbata carmesí y, aunque no pareciese real, no había un clasismo encubierto. No existía a diario una gran diferencia entre ellos y el resto de alumnos. De esta forma, que Aerin se hiciese mejor amiga de una de las estudiantes nuevas becadas de tercer año, tú, no le sorprendía a nadie.
Ni siquiera existía un trato especial para con estos alumnos por parte de los profesores. Es como si ellos hubiesen con su personalidad y acciones, hecho olvidar al resto de su verdadera posición social. Gesto que se observa en cómo no existía un grupo de populares diferenciados intocables. Salvo el grupo de Park Sunghoon, alumno obviamente SSR que junto a sus amigos Heeseung, Jay, Jake, Sunoo, Jungwon y Niki; se mantenían como el único grupo en todo Barm Stoker conformado por sólo alumnos SSR de distintos cursos.
Aerin y tú érais del mismo curso que Sunoo y, pese a lo anterior mencionado, Sunoo había mantenido plenas conversaciones amigables contigo e incluso él te consideraba una amiga. Pero no del grupo que, desde tu punto de vista, parecía una fraternidad llena de secretos.
Podía ser que era por malas experiencias del pasado, pero una parte de ti siempre esperaba lo peor de Aerin, o lo peor de Sunoo. Todos ellos compartían esa sonrisa que jamás llegaba a sus ojos, un gesto que, bajo tu juicio, resonaba a una amistad llena de un vacío que jamás se podría cubrir. Aunque también podía ser simples suposiciones, pues Aerin no había sido mas que amable y Sunoo, más de lo mismo.
Cierto era que habías notado una ausencia de envidia o celos de los alumnos de tu rango hacia ellos. Ni una queja, ni ningún mal deseo. Ni una revolución. Es más, parecía que estaban deseosos de tener la atención de los SSR, especialmente de Sunghoon, la cara de la Academia. Un deseo que no compartías y que, siempre que escuchabas conversaciones en el baño de las chicas o tus compañeros de clase te comentaban algo entre as líneas de "ojalá poder estar con ellos", la extrañez era sembrada en tu interior. No te habías acercado primero ni a Aerin ni a Sunoo y no creías que hubieras tenido esa necesidad si ellos no lo hubieran hecho. Y, con respecto a Sunghoon, mientras sus ojos no se encontrasen con los tuyos, escapar era todavía posible.
—¡Qué buena idea!— Dijiste sin saber muy bien qué responder ante la noticia de otro evento al que, por normas establecidas desde un criterio un tanto desconocido para ti, alumnos de tu rango no estaban invitados. Aerin frunció el ceño rápidamente y sentiste un miedo irracional a haber dicho algo equivocado o a que hubiese notado tus miradas furtivas hacia Park Sunghoon. —¿Por qué el desinterés?— Su comentario, como tantos otros que desde su ruptura con Sunghoon te había dirigido, volvió a descuadrarte por un instante. Pero, y similar a lo que siempre sucedía, como si se hubiese acordado de algo tremendamente importante, ignoraba su propio comentario, en este caso una pregunta, para continuar con su monólogo, volviendo a sonreír de esa forma tan... SSR.
Aquel cambio en la actitud de Aerin hacia ti en instantes como éste fue paralelo a su desastrosa ruptura con Sunghoon. Dos semanas tardó Aerin en darse cuenta de que verdaderamente Sunghoon iba en serio en aquella conversación que, sin querer, habías escuchado un sábado lluvioso de noche, volviendo de la biblioteca de la Academia, dirigiéndote a los dormitorios que te correspondían, los de los alumnos no SSR, los azules. Además del lujo, la única diferencia con los otros era que se encontraban en un edificio separado de la Academia, al aire libre.
El libro de Literatura Universal era bastante pesado y ocupaba incómodamente gran parte la circunferencia deforme que tus brazos doblados y unidos realizaban para poder agarrarlo. Tus bailarinas negras sin tacón conseguían no hacer ruido al entrar en contacto con el suelo de baldosa a cada paso, siendo sólo posible escuchar el ruido de la lluvia. Hasta que, justo cuando ibas a girar la esquina para seguir con tu recorrido, la voz de Aerin te hizo pararte en seco justo cuando te ibas a adentrar en el pasillo en el que ella estaba.
—¿Cómo que quieres romper conmigo? ¿Tú sabes con quién estás hablando ahora mismo?— Su voz sonaba con un toque de ferocidad que jamás habías escuchado en ella al sólo conocerla desde hace un mes en este momento. El silencio le respondió. —No sólo asientas con la cabeza, Sunghoon. Eso siempre me ha sacado de quicio— Recordaste cada vez que asentiste como respuesta a una pregunta de Aerin y fue ahí donde empezaste a notar esa sonrisa SSR y, así, el modelo de sonrisa SSR.
Escuchar el nombre del mencionado te cortó la respiración del susto. ¿Por qué del susto? ¿Qué es lo que pasaba? Seguías confundida por cómo te estabas sintiendo mientras tratabas de pegarte a la pared, escondiéndote. Apretaste más el libro contra ti.
Entonces escuchaste la voz que llamaba al latido de tu corazón a revolucionarse, como si fuese dueña de ellos, de él. Pero no de manera romántica, sino de una forma primitiva, casi depredadora. Sonaba grave, aterciopelada y un poco nasal. A tus oídos, estúpidamente un Beethoven. ¿Cómo era posible que una voz fuese catalogada de esta manera por cómo tu cuerpo se sentía al escucharla? No sabías.
—Cállate. Me tienes harto, Aerin— Frío.
—Nunca quise esto y sólo acepté por mi padre y lo sabes— Egoísta.
—Ah, espera... No me digas... ¿Te has enamorado de mi?— Narcisista.
Podías hasta casi oír la sonrisa ladina burlesca con la que había pronunciado aquellas palabras.
Fue tal y como Aerin en dos semanas te describiría a Park Sunghoon.
Sus palabras tan duras envueltas en el sonido tentador que su voz era te aterrorizó por completo porque, en vez de cesar todo aquel juego que considerabas individual del observar el efecto que Park Sunghoon tenía sobre ti, no cabía en tu cuerpo la necesidad de volver a jugar. Así, te fuiste de aquel pasillo sin escuchar más.
Dos semanas después te "enteraste" de lo sucedido y, a partir de ese encuentro, notaste el cambio en Aerin y el esquema, además del espejismo, en el que todos los SSR parecían estar dentro.
—Bueno, olvida eso. Lo importante es que, esta vez, estás invitada— Dijo Aerin cambiando de actitud mientras daba saltitos y te abrazaba efímeramente. No te dio tiempo a corresponder el abrazo. —¿Cómo? Pero, ¿eso es posible? ¿No va contra las normas?— Aerin te miró como si tuvieras tres ojos y no dos durante un momento, para después ignorar tu negación. —Todo está permitido y es legal, creo que ya sabes quién soy— Se rio y la mención de su identidad te produjo un escalofrío.
La principal razón por la que existía una aparente igualdad entre los alumnos era porque nadie hablaba de quienes eran en realidad. Todos lo sabían, pero ellos jamás habían forzado ese conocimiento en el resto. ¿La razón? Desconocida. Así, te reíste nerviosamente, haciendo como si no hubieses escuchado sus palabras. Los ojos de Aerin brillaron. Respuesta correcta.
—No acepto un no por respuesta. El impresentable va a estar allí y necesito a mi mejor amiga para que me apoye— Su brazo rodeó tus hombros mientras os girabais para ir a clase, apareciendo Park Sunghoon en tu campo de visión, el cual estaba hablando con Heeseung y Jake cerca de la escalera por la cual le habías visto bajar inicialmente.
Estabas tan centrada en Aerin que pensaste que Park Sunghoon sólo había bajado las escaleras para después desaparecer, pero parece que había estado ahí todo el tiempo tras encontrarse con sus amigos. Fue inevitable no mirarlo mientras se te secaba la garganta y decías un "Claro Aerin" al no poder dejar jamás que ella te pirase mirándole. Aerin casi paró en seco tras darse cuenta de la presencia de Park Sunghoon. Tras titubear un momento, retomó el paso a una gran velocidad que te sorprendió. Así, con tu mente sumergida en la sorpresa, tus ojos aprovecharon para dirigirse hacia él y tu corazón latió con fuerza. Como siempre, Park Sunghoon parecía inmune a hacer contacto visual contigo. Te miraba como si estuviera mirando al vacío, haciendo un contacto similar al que haces al confundirte y sonreírle a una persona que en verdad, estaba mirando a otra parte.
Así habías llegado a la conclusión de que, en verdad, debía de estar siempre mirando en otra dirección. No provocabas en él lo que el provocaba en ti. Además, no sentías que el mismísimo Park Sunghoon mirase en tu dirección las mismas veces que tú le mirabas.
Tu interior quería su atención, la necesitaba de una forma que nunca conseguía dejar de sorprenderte. Pero él seguramente miraba a Aerin, arrepintiéndose estos dos últimos meses de su decisión de abandonarla, de ser ese Park Sunghoon frío, egoísta y narcisista, de no ser él. La conexión tan individual que sentías hacia él te hacía pensar de esta manera, apenas sin conocerlo. Unos dirán idealización, otros dirán una búsqueda de entendimiento de tus propios gustos. Yo digo una satisfacción de los deseos de tu yo más profundo que parecía que sólo él podía brindarte...
Pero él estaba por Aerin. Estabas convencida.
Pero oh, cómo te equivocabas.
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Tras llegar al comedor casi escapando de su ex, Aerin te sentó en uno de los bancos, justo al lado de Sunoo. La miraste con duda, temiendo su reacción ante el encuentro con Park Sunghoon. Pero, para tu sorpresa, y en contradicción con sus apretados puños casi blancos por sus puntiagudas uñas, estableció. —El evento es este sábado, siento que te avisara tan tarde pero me estaba asegurando de que pudieras venir con seguridad y déjame decirte que... qué segura estoy— Pronunció esto último mirando hacia el horizonte, gesto que te descuadró un poco. Miraste a Sunoo, el cual te la devolvió con una sonrisa ladina. —¡Hay que prepararse!— Le sonreíste de vuelta mientras un sentimiento asfixiante se asentaba en tu pecho. Lo llamaste hambre pero y tras comer, el hambre no puede durar... ¿verdad?
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Park Sunghoon no estaba mirando a Aerin precisamente. Desde que te vio por primera vez, todas sus convicciones de haber estado vivo temblaron -y mira que ha estado vivo por mucho tiempo-, ya que fue observándote (y después de hacerlo) cuando fue totalmente consciente de que no estaba ciego, de que sus ojos observaban una realidad cuyos colores sólo podía conocer a través de ellos, que realmente observar es una acción impersonal en la que el objeto que ha conseguido toda su atención, se vuelve lo más importante para él, aunque sólo sea por un segundo, una milésima, un simple pestañeo.
Cuando Park Sunghoon te observaba, no podía centrarse en nada más. Pero esta esclavitud de su concentración no estaba producida por resultar cautivado ante tu presencia, no. Era porque, por muy irracional que sonase, Park Sunghoon se sentía responsable de cada movimiento que hacías, cada respiración, cada paso. Era totalmente exasperante. Poco a poco, su sanidad se veía intoxicada por ti y, cuando eran tus ojos los responsables de su gran carga, Park Sunghoon quería más de ti. ¿El qué exactamente? No tenía ni la remota idea. O de eso se intentaba convencer.
Tampoco, según él, tuviste ninguna influencia en su decisión de terminar su trato, su engaño con Aerin. Y, tras ahora abandonar el hall con su ex, tampoco sintió las inmensas ganas de que te dieras la vuelta, volviéndole a brindar toda tu atención.
—Parece que Aerin te sigue odiando, Sunghoon— Sim Jake mencionó mientras que, con los brazos cruzados en el pecho, hacía una mueca de cansancio hacia donde Aerin antes se encontraba contigo. Eran primos lejanos y, tantos años juntos (demasiados), habían creado una atmósfera un tanto extraña. Su pelo rubio se movió también, al nunca estar tan controlado por Jake como le gustaría. Esto lo distrajo por un momento y no se fijó en como Sunghoon siguió mirando hacia aquella salida, contemplativo. Gesto que no paso de largo por Lee Heeseung.
—Ah, ya.— Fue simplemente lo que Sunghoon le respondió. A esto, Jake gesticuló con cierta energía.
—¿Esa es tu reacción? ¿No estuvisteis saliendo juntos durante todo el verano?—Sunghoon miró a Jake con cierto aburrimiento.
—Nunca fue seriamente— Jake miró con shock a Heeseung mientras cerraba la boca.
Heeseung, tras mirar un segundo a Sunghoon, hizo contacto con Jake y tras ver su sorpresa, rompió su silencio. —¿Qué? ¿No lo sabías?— Jake negó con la cabeza un poco, todavía sorprendido. Heeseung rio mientras le daba un suave golpe en el brazo. —Eso te pasa por siempre irte a Australia en verano— Jake lo empujó y comenzó a caminar hacia el comedor, negando con la cabeza.
—No es mi culpa que mi familia sea de allí— Refunfuñando, fue seguido por Heeseung. Sunghoon, un tanto sonriente ante las reacciones de su amigo, les siguió también, unos pasos por detrás.
Jake, que iba unos pasos más por delante, se giró y, tras dirigirle una mirada de disculpa, se colocó junto a Sunghoon. —No pasa nada, Jake— Rio este último mientras Heeseung esperaba a que llegasen a su altura, aprovechando para seguir observando la actitud de Sunghoon. —¡Perfecto entonces! Porque me acabo de acordar de la gran noticia. Aerin hará otro de sus eventos este fin de semana—.
Llegaron a la altura de Heeseung y Sunghoon simplemente resopló. —Vamos Sunghoon, el rol de vegetariano no te va muy bien—
Heeseung miró a Jake de soslayo, esperando que no siguese por ese camino. Sunghoon se tensó al momento. —No soy un asesino—.
Su tono frío le recordó a Jake por qué era un tema sensible pero, buscando reconfortar a su amigo, continuó.
—Tranquilo Sunghoon, es sólo pasarlo bien. Nunca ha muerto nadie así que no deberías— Heeseung interrumpió. —Mejor cambiamos de tema, ¿vale?—
Siendo el mayor de los tres, tanto Jake como Sunghoon dejaron de mirarse para asentir y continuar caminando. —Ahora que lo pienso no se si suena tan bien... Aerin va a llevar a su amiga, así que será su protegida— Jake lo mencionó con toda la buena intención del mundo, pero a Sunghoon no le gustó ni un pelo el tono decepcionante que usó Jake ni la mirada compasiva que Heeseung le dirigió.
Una necesidad casi primaria de prohibir a todo aquel que no sea él de mencionarte en los términos a los que Jake se refería perforó sus instintos y casi llegó a hablar para expresar tu súbito estatus como suya. Claro que Sunghoon fue el primero que se paró a sí mismo, extrañado ante sus sentimientos y negando absolutamente una posibilidad de necesitar protegerte o, peor aún, de morderte.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Llegó el sábado sin anormalidad ninguna. Tampoco era como si estuvieses esperando algún cambio en la monótona vida académica que llevabas, o eso te repetías continuamente. El final del semestre se había dado el día después de que Aerin te invitara a aquel evento y de que te lo anunciara. Así pasaste el miércoles, jueves y viernes sin clases en tu dormitorio sólo compartido por ti y tu soledad. Aunque no sólo estuviste pudriéndote en tu cama con un buen libro, sino que también quedaste con Aerin y Sunoo en una especie de bosques interiores que existían en la Academia.
Un diseño arquitectónico que jamás habías visto, pues toda la academia se encontraba cubierta de patios interiores con la única excepción de la salida a los dormitorios de los alumnos azules.
Acostumbrada a las ventanas y, especialmente, a estar en contacto con el Sol, la estructura de las aulas y de la academia entera en general te resultó al principio un tanto agobiante. Techos infinitos que formaban triángulos afilados apoyados en altas paredes que sólo se encontraban agujereadas por ventanas en lo más alto. Escuchar por primera vez las campanadas de lo que parecía Notre Dame te había sorprendido. Antes de trasladarte, sabías de la apariencia tétrica de la academia, pero cada techo formaba un escondijo perfecto para el mismísimo Fantasma de la Ópera.
Pero nadie más que tú parecía extrañada, así que la normalidad fue sencillamente fácil de alcanzar.
La tela roja que conformaba tu vestido imitaba a tu propia piel al abrazarse con gracia y elegancia a la silueta de tu cuerpo. Sunoo te había convencido para elegir aquel vestido, haciendo hincapié en su gusto exquisito, cualidad que la misma Aerin no compartía pese a ser también una alumna SSR. Ella vestía bien, pero Sunoo más. La mirada indescifrable que Aerin te había regalado tras verte con aquel vestido a la salida de la academia (el evento se celebraba en una de las tantas casas sofisticadas de propiedad del director de la academia, es decir, del padre de Aerin), provocó una cierta inseguridad en tu apariencia. Fue Sunoo que, tras encargarse de tu pelo, asesinó cualquier sentimiento de duda.
—Estás exquisita—Estableció tras hacer contacto visual a través del espejo que el chófer de Aerin siempre traía consigo. Tu ceño se frunció ligeramente ante el uso de aquel adjetivo entre los tantos similares que podría haber usado pero, centrándote en la Luna que se dejaba ver a través del cristal, sonreíste con gratitud.
Aerin con su vestido verde oliva también lucía absolutamente preciosa y, la forma en la que había mencionado a Sunghoon con tono de venganza, entre las líneas de "se arrepentirá de haberme dejado" tras Sunoo alabarla, sonaba más a una auto convicción que una promesa.
No decidiste prestar atención a cómo siguió la conversación porque... Sunghoon. Una adrenalina provocada por un estímulo que no sabías muy bien identificar se había asentado en tu vientre, haciendo casi temblar tus manos. Ahora el hambre era adrenalina.
Tu intuición te avisaba de que hoy no iba a ser como las otras veces, una presa que consigue escapar por la indiferencia de su depredador. Hoy, tu intuición te hacía asesina de tu propio juicio, o eso es el destino que ésta selló. ¿Iba a ser así? No tenias la prueba científica... ni siquiera sabías exactamente por qué te sentías así. Pero, cada vez que Park Sunghoon se hacía camino entre tus otros pensamientos hasta llegar al centro de tu mente consciente, la adrenalina se descontrolaba. Morirías de hambre a este paso.
Aunque tu juicio, todavía vivo, no quiso atender, ya que ¿por qué pasaría algo con Park Sunghoon justo hoy tras tres meses de simple atracción no correspondida?
De nuevo, erraste en el primer momento en el que estableciste que a Park Sunghoon le eras indiferente.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
El trayecto fue corto y simple, lleno de ilusión. No sabías que te esperaba y la cantidad de anécdotas que Aerin y Sunoo te contaban hicieron que tuvieses grandes expectativas. Tenías pensado pasarlo bien, intentando ignorar tus presentimientos, ya sean malos o buenos. Además de que todo iría bien, como muchas veces Aerin y Sunoo habían repetido porque ibas en calidad de su "protegida". Todavía no habías entendido muy bien qué significaba aquel término y las respuestas evasivas de Aerin no te aclaraban nada. Pero como estabas centrada en disfrutar del momento buscando cesar tu personalidad de naturaleza tan responsable que te ahogaba con el constante recordatorio de la existencia de consecuencias que tus actos podían llegar a producir, no insististe más.
Hasta que los viste. Varios pares, casi centenares, brillantes y puntiagudos, escondidos, casi tímidos en las distintas bocas por las que se asomaban. Colmillos.
Entrar en la fiesta que se estaba dando en la piscina no supuso ningún alteridad de tu intención inicial: pasarlo bien porque todo iría bien. Ni rastro de colmillos, nada. Simplemente te extrañaron dos cosas. La primera: ¿cómo una fiesta con tanta gente tenía tan poca iluminación, dependiendo solamente de la luz de la luna para ver? Aerin te habló de un apagón temporal. La segunda: ver la cantidad de parejas que se encontraban besándose en el cuello. Sunoo te dijo que eras demasiado inocente, hecho probablemente cierto.
Nada alarmante, nada alterante. Hasta que, tras estar bailando cinco canciones seguidas con Aerin y Sunoo (realmente te lo estabas pasando en grande), un pin pon con un borracho Jungwon y un descanso en la cocina con Jake y más conocidos; te excusaste para ir al baño.
Llevabas cerca de dos horas en aquella fiesta y sin una gota de alcohol en el estómago (sorprendentemente sólo había vino y Aerin no te lo recomendó al ser de mala calidad, pese a, después y desde la cocina, verla bebiéndolo), pensaste que buscar el baño no iba a suponer un gran reto. Pero te perdiste y caminando por el segundo piso sin rumbo alguno, la suerte preció estar de tu lado cuando lo encontraste.
Todo iba tan bien, tan perfectamente bien que mientras acercabas tu mano al pomo de la puerta entreabierta sonreíste para ti misma, sintiendo que habías juzgado todo demasiado meticulosamente, dándole la razón a tu madre. Hasta que lo escuchaste.
—Muérdeme, por favor— Una voz femenina y un sonido de piel desgarrándose rompieron el silencio de aquel blanco pasillo del segundo piso y, levantando la cabeza, viste a un Heeseung mordiéndole el cuello a una chica que no conocías haciéndolo sangrar.
Tus mofletes se calentaron y te apartaste rápidamente. Los gemidos de ella y los gruñidos de él anularon cualquier sonido que pudiste llegar a hacer mientras te alejabas, buscando volver a la piscina. Buscabas quitarte aquella imagen de la cabeza, aunque la sorpresa era indudable. Sabías que había gente a la que el dolor le producía placer y nunca te habías considerado una de esas hasta que viste aquella sangre corriéndole por su cuello. ¿Por qué tu cuello no paraba de palpitar?
Bajaste la escalera y echando una ojeada al primer piso para distraerte, volviste a encontrarte con la misma posición. En este caso, era Jake con una chica que tampoco conocías. Rápidamente seguiste bajando las escaleras, llegando al porche. Tu corazón latía demasiado fuerte y decidiste pese a lo que Aerin te había dicho, beber el vino servido. Necesitabas alcohol para quitarte aquella sensación.
Así te llevaste el vaso a la boca en la soledad de una desierta cocina. Todos estaban en la piscina bailando o besándose el cuello, pues la cantidad de parejas parecía haberse multiplicado desde el inicio de la fiesta. Verlas así te devolvió el recuerdo de lo que minutos antes habías visto y, ya sin dudas, te llevaste el vaso a la boca.
Un sabor metálico y un tanto caliente hizo contacto con tu lengua. Escupiste al momento. ¿Por qué aquel vino sabía a sangre? Abriste la nevera con la necesidad de quitarte aquel horrible sabor de la boca y las viste.
Más de veinte envases de plástico con etiquetas que ponían nombres de distintos animales en rojo te recibieron tras abrir la nevera. Era sangre de animal. El estómago te dio un vuelco y sentiste arcadas. Rápidamente fuiste al grifo y bebiste agua pese a nunca gustarte beber de él.
Mientras te limpiabas la boca notando que el gloss todavía resistía en tus labios, lo que habías visto anteriormente ya no te pareció una simple coincidencia. Así, con el ceño fruncido y una valentía calculadora, te acercaste a la piscina y observaste tus alrededores,¡. Destellos blancos similares a perlas parecían reflejar la luz de la Luna en aquellas parejas que ya no estaban unidas por un beso. Mirándolo mejor, era un mordisco.
Tu respiración se aceleró casi entrando en un ataque de pánico hasta que viste la figura de Aerin y Sunoo. Sintiéndote infinitamente aliviada, ibas a empezar a caminar para ir hacia ellos hasta que Sunoo abrió la boca tras acercarse al cuello de Aerin y viste con tus propios ojos como los dientes de Sunoo se transformaban en afilados colmillos que perforaron la piel de Aerin, haciéndola sangrar.
Las caricias de Aerin y sus ojos cerrados por placer fue la señal que necesitaste para darte cuenta de que había un consenso, de que esto era normal, de que esto era lo que pasaba en estos eventos.
Tu mente empezó a dar muchas vueltas, especialmente por el hecho de que no sabías muy bien qué tipo de culto de imitación vampírica se estaba llevando a cabo. Tu respiración se aceleró y entraste de nuevo en la casa, buscando escapar. Subiste la escalera hasta el primer piso sin darte cuenta de que Jake podría seguir allí (tampoco pensaste en ello del estado de shock en el que estabas entrando). Esta vez subiste hasta arriba de todo, no parando en el segundo piso. Necesitabas alejarte de fuese lo que fuese que estaba pasando abajo y, por alguna razón, ir arriba del todo. Necesitar ir arriba del todo.
Rápidamente, llegaste a la cima de las escaleras que consistía en una puerta ligeramente normal para el lujo del resto de la casa. Estaba entreabierta y la brisa nocturna salía de aquella. Justo lo que necesitabas en ese momento, lo que más anhelabas en ese momento estaba detrás de esa puerta. Así, cumpliste esa necesidad abriéndola y penetrándola.
Con las manos en los bolsillos y sus dos mechones de flequillo moviéndose en un dócil aleteo que la brisa nocturna provocaba, la figura esbelta e imponente de Park Sunghoon te recibió y sus profundos y mortales ojos se clavaron en tu persona sin titubeo ni expresión, pero con la intensidad de un contacto anhelado en sueños.
"Él es lo que necesito, mi sueño cumplido"
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
notes 1: la segunda parte está en camino y esta semana estará terminada... no tengo pensado hacer más así que esto sería un one shot de dos partes (?). aunque si se me ocurre algún drabble pues quién sabe juju. espero verte en la segunda parte ilysm <3
ʕ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡
notes 2: omg!! el primer fic en español que escribo por aquí... veremos. si te ha gustado puedes dar un like y rebloguear y, si te sientes amable, un comentario me haría super happy. no he visto muchos blogs escribir en español de enhypen e intimida un poco 🙂↔️ solo espero que te lo hayas pasado bien leyéndolo como yo escribiéndolo jusjus. i love you <3
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A mi, para que deje de sufrir.
Todo comienza con el golpe seco. No sé si es el pecho o la mente, pero algo estalla. La primera etapa no es negación; es la incredulidad que se queda atorada en la garganta, como una astilla invisible. Dicen que no quieres creerlo, pero en realidad, no sabes cómo hacerlo. Todo sigue moviéndose a tu alrededor, los relojes no se detienen, y las voces suenan demasiado lejos. Es como si el mundo se hubiera vuelto un eco, un maldito eco de lo que solía ser.
Luego viene la rabia, esa que no pide permiso. Es una bestia que duerme en el estómago y se despierta cada vez que alguien respira cerca de ti. Te grita por dentro, pero no sale. Muerdes palabras, aprietas los dientes, y te duele la mandíbula de tanto contener lo que no se puede decir. La rabia no es solo enojo; es también impotencia. Es mirar al cielo y no encontrar respuestas. Es querer romper algo, pero todo lo que se rompe ya está dentro de ti.
La negociación es un juego cruel. Te sientas en la oscuridad de tu cuarto y hablas con nadie. Prometes cosas que no cumplirás, ofreces pedazos de ti que nadie quiere. "Si hubiera hecho esto... Si no hubiera dicho aquello..." Te conviertes en un comerciante de recuerdos, intercambiando culpas por un poco de paz. Pero la paz no llega, solo el cansancio.
La tristeza, esa sí, llega sin disfraz. Se sienta a tu lado, te toma de la mano y no se va. Es un silencio pesado que lo llena todo. Te duele respirar, te duele existir. Las lágrimas no siempre caen; a veces, se quedan en los ojos, como si también ellas hubieran aprendido a soportar el peso. Es mirar una camisa vieja y sentir que el corazón se deshace en trozos pequeños. Es querer dormir para no soñar, porque los sueños duelen más que la realidad.
Y la aceptación... dicen que es la última, pero ¿qué es aceptar? No es olvidar, ni estar bien. Es simplemente seguir. Es aprender a convivir con los fantasmas, a compartir el café con la ausencia. Es caminar por la ciudad y ver sombras en cada esquina. No desaparece, solo cambia de forma. Se vuelve un suspiro que nunca termina de salir.
El duelo no es lineal. No son etapas que se cruzan y se superan. Es un laberinto donde cada esquina esconde un recuerdo. Es un círculo donde siempre se regresa al principio. Porque el duelo no termina; se transforma en algo que llevas contigo, como una cicatriz invisible. Y cada día es un intento de aprender a vivir con el dolor que no pide permiso, pero siempre está.
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Hice girar el licor en mi boca mientras el sol caía sobre mi piel. No era necesariamente mi piel, técnicamente era la piel que ocupaba en ese momento, pero aun así se sentía bien. La sensación de ardor en mi garganta era agradable incluso mientras bebía el tequila de un trago y entrecerraba los ojos para mirar las nubes.
—Oye, tío, ¿puedo hablar contigo? —Una sombra se cernió sobre mí y me bajé las gafas de sol. Era Carlos, de pie con las manos en las caderas. Era un tío muy guapo y uno de mis mejores amigos. No mucha gente sabe de mi pequeña habilidad, pero le conté todo y ha guardado mi secreto durante años.
—¿Qué pasa? —Me sacudí el polvo y lo miré a través de las gafas de sol. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie pudiera oírme antes de hablar sobre mi poder, algo que realmente aprecié, ya que parecía mencionarlo con más frecuencia desde que lo probé.
—Sólo quería ver si te interesaría nadar conmigo. —Estaba nervioso. Me di cuenta porque sus mejillas comenzaron a sonrojarse.
—Sí, claro. No me importa. Vamos a darnos un chapuzón. —Dejé mi taza en la arena y le sonreí, comprendiendo que lo que realmente me estaba pidiendo era algo que sólo yo podía proporcionarle.
—No. Quiero decir, ¿podrías saltar sobre mí y nadar un poco? He estado pensando en eso desde que llegaste aquí. Sé que te gusta usar a Bryan, pero yo solo he estado, bueno, ya sabes. —Se quedó en silencio, aún más rojo que antes.
"¿Lo estabas deseando?" Lo miré con los ojos entrecerrados y la comisura de mi boca empezó a curvarse hacia arriba.
-Sí-dijo derrotado.
—Claro, pero tienes que dejarme entrar por tu pene. —Me quité las gafas de sol, las arrojé sobre mi toalla y le guiñé un ojo.
"Oh, mierda, nunca he hecho eso antes, pero supongo que sí. ¿Queríamos ir a los autos o...?"
"Aquí mismo. Sácalo".
"Pero los demás..."
"Están demasiado ocupados". Señalé al grupo que había estado ocupado hablando en su área y luego pasaron a jugar al voleibol mientras un par de personas más comenzaron a volar una cometa.
—Bien. —Miró sus pantalones cortos de baño y luego los bajó. Me sorprendió ver que estaba duro y con una de sus manos sacó su polla. Sonreí y me incliné, mirándolo mientras él me miraba ansiosamente y una vez que envolví mi boca alrededor de su miembro palpitante, solté el control que tenía sobre Bryan.
—Oh, joder. —Tensó todo su cuerpo al sentir mi cuerpo pegajoso deslizarse hacia la punta de su polla. Me quedé allí un momento, dejando que Bryan siguiera chupándole la polla mientras yo jugaba con su miembro. Me deslicé por su interior sintiendo que todo su ser se estremecía de placer. Empecé a sentirlo tensarse y, cuando sentí que sus bolas se tensaban, impulsé mi cuerpo dentro de él, provocando que su yo gemidor arqueara la espalda en éxtasis.
Bryan continuó, felizmente inconsciente de la repentina salida, y sentí que toda mi esencia rebotaba en el interior de Carlos. Sus abdominales se tensaron cuando me unté a lo largo del interior de su carne y lo llené hasta el borde. Parpadeé para abrir los ojos e inhalé con fuerza antes de explotar dentro de la boca de Bryan, acercando aún más su cabeza a mí mientras se atragantaba con mi nuevo miembro.
"No está mal, Carlos. Eso me hizo sentir muy bien". Me miré y escuché sus susurros tranquilizadores en el fondo de mi cabeza. No me sorprendió lo mucho que disfrutó de la toma de control, pero realmente disfrutó del hecho de que fuera yo.
—Qué demonios —Bryan me miraba con ojos suplicantes.
—Tranquilízate, B, siempre estoy dentro de ti. Deja que Carlos se divierta un poco. —Deslicé mi dedo bajo su barbilla y él parecía derrotado. Me volví hacia los demás y me aseguré de que mi polla ablandada regresara a su hogar enrejado hasta más tarde. Nadie se dio cuenta, pero fue realmente estimulante dar ese salto en público.
Bryan se sentó en la toalla que le había dejado y yo me estiré mientras miraba fijamente el océano. Cuando mis dedos de los pies tocaron el agua, temblé y sentí el arrullo de Carlos en mi mente.
-Vamos a nadar un rato. Sonreí y comencé a correr hacia el agua.
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La primera vez que lo vi algo se iluminó dentro de mí. Todas sus palabras, todos sus gestos, todo su ser emanaba luz. Cuando en mi cabeza había desorden, su calma me tranquilizaba. Cuando había cansancio y estrés, pasar tiempo juntos me liberaba.
Pero también cuando lo veía, había una sombra que me perseguía. La sombra me decía que pronto iba a terminar. ¿Qué sería de mí sin él? Sin su mar de atención, sin sus olas de tiempo, sin su sonrisa de luna.
Sentí soledad y seguí sus pasos. Tuve frío y me amarré a sus brazos. Sentí su distancia y me refugié en sus besos.
Dicen que hay que amar aunque no se tenga el estómago para ello. Yo lo amé con todo mi cuerpo, lo perdí con mis miedos.
Denise Márquez
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🍂 Escritura personal de un borrador 🍂
Reflexioné mucho antes de escribir esto, fue fundamental, pero después de otro ataque de ansiedad, sentí la necesidad de compartir algo que muchos no pueden entender. No estoy aquí para romantizar un trastorno mental ni para hacerme la víctima; Quiero contarte cómo es vivir con esto. Quizás estés pasando por algo similar o conozcas a alguien que lo esté pasando. Escribo para que, en algún momento de tu vida, no te sientas solo, como yo me he sentido tantas veces a lo largo de los años. Mi primer intento de suicidio ocurrió cuando tenía 17 años. No podía lidiar con el caos en casa y la muerte parecía la única salida. Me dominaban las crisis de llanto, la ira descontrolada y la sensación de estar sola. No entendía lo que estaba pasando, pero me sentía como una sombra entre la multitud, como si fuera blanco y negro en un mundo colorido. El dolor era tan profundo que ninguna idea le aliviaba. Confundida y herida, no podía abrirme a nadie; mi mecanismo de defensa fue el mal humor todo el tiempo con el confuso deseo de que alguien viniese a mi a preguntarme cómo era que yo me sentía y a la vez con ganas de mandarlo al carajo. Dos intentos después de quitarme la vida. Hoy, a mis 31 años, he perdido la cuenta de los días malos, de las veces que me desperté sin ganas de continuar, de las sonrisas forzadas cuando la tristeza me consumía y de los ataques de ansiedad que de alguna forma controlaban mi estado de ánimo. Un torbellino de emociones que vivían dentro de mí. He oído a gente decir que esto es una tontería o un drama. Pero por favor no minimices el dolor de otras personas. Nadie que intenta quitarse la vida lo hace a la ligera. También he oído que esto es falta de fe. Te sorprendería saber cuánto amo a Dios y creo en Él, incluso cuando mi alma sangra en silencio y nadie se da cuenta. Él está ahí, dándome la fuerza que no puedo ver. Tener depresión es una batalla interna diaria. ¡Es confuso! Es un proceso de aprender a quererse a uno mismo y encontrar alegría en las pequeñas cosas, buscando motivos para levantarse de la cama cada día. Nos ponemos nuestra mejor ropa y maquillaje para ocultar el dolor. A veces es difícil incluso hablar o sonreír. Como dijo Drummond: Estás soportando el dolor del mundo. Por dentro gritamos; por fuera llevamos mascarilla. Con los años, he aprendido que la única persona capaz de hundirme hasta el fondo soy yo misma. Habrá días más difíciles que otros y necesitaremos ayuda y comprensión. Con el tiempo, nos volvemos más fuertes ante esta batalla y aprendemos a afrontar los desafíos, aunque algunos días nos sintamos derrotados. En la vida podemos perder batallas, pero nunca la guerra. Aprendí a mirar el mundo con más empatía, ya que todos enfrentamos dificultades. Valoro a quienes están a mi lado en mis momentos más oscuros, apoyándome, por insoportable que sea. Aprendí a ser más perseverante en relación conmigo misma y con las situaciones de la vida.
Entonces, si sientes que tu alma se está fragmentando, debes saber que todavía hay alguien dispuesto a abrazarte y soportar tu dolor. Después de todo, todos somos frágiles. Abrázate y cuida tu salud mental. Puede que no desaparezca, pero encontrarás formas de afrontar la vida con más determinación. No te preocupes, todavía es posible ver color en este mundo y tener el corazón lleno de esperanza. Creer en la alegría y las cosas buenas que nos ofrece la vida sigue siendo una posibilidad.
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Carta 11.
Para J:
Odias tu segundo nombre, ni siquiera lo utilizas y yo, en el afán de ser diferente para ti, lo utilizo cada tanto. Porque engloba cosas importantes, esconde sueños rotos y revela secretos. Me pregunto como cuatro malditas letras pueden ser tantas cosas siendo tan pocas. Cuando a veces me faltan letras para definir lo que siento por ti.
Y es complicado, ¿sabes? El quererte de esta forma irracional y nada convencional. El quererte incluso doliendo al hacerlo. Es un poco enrevesado, no te voy a mentir ni voy a endulzar las cosas. No cuando lo que yo meto dentro de la definición de amor tiene tantos nudos, tantas intersecciones, cortes y remiendos. No cuando querer implica tantas cosas y, al mismo tiempo, tan poco.
Ya te lo dije una vez, yo quiero de una forma complicada, pero quiero de verdad. No lo hago ni bien ni mal, porque no creo que solo haya esos dos matices, sino que lo hago como aprendí a hacerlo y como me gustaría que a mi algún día me quisieran. Quiero los defectos, los fallos y los fracasos tanto, o más, que las virtudes, los aciertos y los triunfos. A ti te quise mucho más después de lo malo y eso quizá me hace masoquista o tonta, vete a saber, pero fue lo que pasó. De ti me enamoré después de la primera y última cita que pudimos tener. Me enamoré después de esa distancia que nos pusiste, después de la sinceridad que me regalaste en aquel preciso momento. Aunque no la entendiera del todo en aquel maldito instante.
Me enamoré tan despacio que no sé cuando empecé a estar enamorada de ti hasta la médula. No sé diferenciar los momentos previos y posteriores a este enamoramiento. Aunque sí que sé que todo este revoltijo de sentimientos que me acompañan son amor. Un amor un poco complicado y con más sombras y matices de lo normal. Pero es que nosotros tampoco somos normales, somos más increíbles que eso. Más nuestros. Creo que por eso me enamoré en primera instancia, por esa complejidad que te envolvía. Por lo humano que eras, con todas las cagadas que eso implica. Por lo distintos, y a la vez similares, que éramos. Y un poco por esos hoyuelos que me vuelven loca.
Y es que lo pienso y lo natural, para mi, es quererte. Lo difícil hubiera sido no hacerlo, ¿sabes? Al menos así lo siento yo al pensar en nosotros, en ti. Y es que me lo complicaste todo mucho, desde el primer momento. Te colaste por la rendija de mi corazón y terminaste adueñandote de lo que quedaba de él, pero fuiste silencioso y no me di cuenta hasta que fue tarde, porque ya había sentimientos implicados. Y aún así quererte no significa que me guste todo de ti o que acepte todas tus decisiones o movimientos, no. Joder, si a veces incluso siento que te odio, aunque sea poco y momentáneo.
Quererte, para mi, significa aceptar que no siempre aciertas, que cometes errores, que eres un poco impulsivo, que te domina la ansiedad, que eres sentimental, que huyes un poco cuando todo es demasiado, que te hundes en el insomnio y esas bebidas tan dañinas, que no te pones siempre como prioridad. Y enfadarme a veces por esas cosas, odiarte incluso. Pero aprender también de ti, pedirte perdón, apreciar tus rotos.
Quererte, para mi, también significa valorar que eres de corazón puro, que eres gracioso, que tu ingenio consigue salvarte muchas veces, que sonríes con los ojos, que eres sincero, que hablas de los sentimientos, que sabes pedir perdón, que nunca dejas de aprender, que escribes precioso, que te gusta la música y el rap, que eres profundo. Y recordártelo siempre que pueda, ser incluso empalagosa. Y sonreirte también con los ojos, acariciarte el alma.
Y si, a veces me estanco en odiarte, porque resulta más sencillo que quererte. Pero es que también soy humana y fallo, fallo mucho. Y me da miedo el amor y a ti te resulta tan natural, tan vital, que yo temo perderlo todo. Tu eres un poeta romántico y yo una poetisa nostálgica y, a veces, me da miedo que mi nostalgia eterna te engulla, devore y hunda. Pero todo se resume en que me da miedo que me hagan daño, me da pavor y me encierro en mi cueva mental. Y, aún así, tú conseguiste que te quisiera, con lo malo y lo bueno; contra toda barrera y todos los candados y muros. Fuiste muy persuasivo y convicente, a mi corazón te lo ganaste incluso antes de que te quisiera. Creo que incluso te ganaste a la parte de mi cerebro que escribe, porque hace tiempo que escribo con tu nombre como inspiración.
Y si, a veces soy impulsiva, huyo o me escondo. También soy algo testaruda y no sé decir las cosas despacio, soy bruta con los sentimientos. Incluso estoy un poco loca y tarada, aunque eso termina siendo lo mejor de mi esencia. Pero, aún con eso, puedo decirte que te quiero y que estoy enamorada de ti. Aunque no sea de vuelta o no sea nuestro momento, aunque me duela un poco este sentimiento que lleva tu nombre, aunque me pase los días pensando que quizá no debimos cruzarnos tan pronto. Pero lo que ya pasó, no puede reescribirse y siempre termino agradeciendo haberte conocido, quererte y recibir de vez en cuando sonrisas de tu parte.
Así que te quiero, sin adornos. Y te quiero por todo eso que eres, también por lo malo. Espero que algún día entiendas que cualquier chica que quieras, es afortunada.
Te quiere, muchísimo,
tu luciérnaga.
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Eres...
Eres fuego en la tormenta y faro en alta mar, un refugio en el que siempre me quisiera quedar. Eres camino y destino, un poema que no puedo acabar, y si el tiempo intenta borrarte de mi piel sin avisar, quedarás tatuada en mi sombra, imposible de borrar.
Eres la calma que nunca llegué a encontrar, la cura y el veneno que arden dentro de mí. Eres incendio y sosiego en esta tormenta sin fin. Y aunque mi voz se quiebre buscándote sin parar, cada verso que nace en tu nombre es mi forma de amar.
Eres mi brújula eterna y yo, tu fiel navegante, seguiremos un rumbo sin distancias ni instantes. Eres el faro en mis noches y el brillo en mi mirar, aquel sueño que temo perder al despertar.
Solo tú, mi sueño, a quien quiero dejar de anhelar, mi nostalgia y mi verdad, mi razón de continuar. Eres el principio y el fin de esta vida que se me va, la promesa de un refugio donde terminará mi afán, Serás en mis noches la estrella que no deja de brillar, un amor sin final, un adiós que no sé pronunciar. Mi paz, mi tempestad… mi eternidad. -R.
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