#dejo esto un rato porque alguien hizo mal las cuentas y no le guardo suficientes starters
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una rabia visceral se acomoda en sus entrañas conforme pasan las horas en aquella fiesta donde se siente tan ajena y expuesta, lejos de la comodidad y en la palma de un lÃder de corona floja que parece gustar de tener a gente que habla tan mal de él en cercanÃa. en el frÃo de los jardines que ignora, no pasa por alto la presencia de un vástago cerca. ' ¿crees que alguien haya conseguido formar algún tipo de camaraderÃa? ' incluso cuando en cualquier otro momento lo evitarÃa, resulta inevitable aquel intento liberar la tensión sobre su quijada quejándose. ' deberÃamos hacer un censo asà la próxima vez no gastan tanto tiempo con sus grandes discursos '.
#dejo esto un rato porque alguien hizo mal las cuentas y no le guardo suficientes starters#https://i.pinimg.com/736x/64/2d/af/642daf55bb49ee669afc3be0410e9b91.jpg#cuento likes!#sigo con el otro mientras
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Fruk Week- DÃa 1. Espacio.
Temas: Drama familiar. Amor adolescente. Universo alterno.
El mar en la oscuridad se revuelve con parsimonia, el azul claro es remplazado por un negro inquietante, pareciera una bestia que se extiende por playa y es en esta noche que un pequeño bote es tragado por el océano sin claridad, en el un pequeño niño rubio parece entusiasta y feliz de navegar, observa el silencioso mundo, observa el cielo cubierto en estrellas, una brilla con especial, no hay luna a la que seguir pero ese destello en el cielo parece cumplir su labor.
Arthur, el nombre del pequeño se ha decidido por huir esta noche, al fin del mundo o donde sea que le guié la marea, aun es joven y tiene la ilusión de que los sueños pueden cumplirse, aún no sabe que pronto el mar intentara devorarlo, se aleja cada vez más de la tierra firme, se adentra al océano, este va perdiendo su calma, volviéndose furioso pero el infante aún tiene esa valentÃa absurda de la inocencia y avanza en su pequeño bote con decisión.
Deja que el viento revuelva sus cabellos, se deja guiar por el deseo de estar en un hogar donde nadie le odiase, por el anhelo de ir al fin del mundo y encontrar a su madre. Scott su hermano mayor un dÃa le contó el maravilloso cuento de que su madre se habÃa ocultado en el fin del mundo, un lugar que se encuentra en el centro del mar, una mentira blanca para ocultarle al menor que ella habÃa fallecido en mar abierto. Y ahora no se imagina lo que pagara por decirle mentiras tan piadosas a Arthur.
Más lejos de este mundo terrenal una estrella observa con atención al intrépido niño, es una estrella joven de larga cabellera y dos ojos azules, esta estrella era aquella que brillaba con intensidad, su nombre que no era tan extraño como sus compañeras llamadas CJ7 pero tampoco era tan especial como Syrius, su nombre era Francis, bastante simple pero adecuado. Esta estrella debÃa vigilar hoy este mar por primera vez y la felicidad que le invadió cuando en su primera noche pudo observar a un humano con claridad la hizo deslumbrar. No entiende nada de lo que hace el niño montando en un bote pero esta fascinado con su imagen.
Los humanos habÃan sido tan solo una palabra que resonaba en las clases, eran una palabra definida en un diccionario pero ahora era algo más, era real y Francis casi desciende para poder mirarle con más atención, quiso acercarse; hablarle y preguntarle todo tipo de cosas, quiso preguntar su nombre, quiso saber su vida.
Un murmullo le saco de sus pensamientos, las otras estrellas le veÃan con extrañeza, desaprobando su rostro tan emocionado. Una incluso en tono escueto le dijo:
—Es tu primer dÃa pero debes recordar que no podemos interactuar con los humanos de forma directa. No te entusiasmes tanto.
Francis guardo silencio y asintió con su cabeza, regañándose a si mismo pero sin poder evitar volver a perderse en un millón de preguntas que tal vez nunca podrÃan tener una respuesta.
Scott ha despertado por una terrible pesadilla, cuando se decidÃa a volver a dormir observo con curiosidad la cama de hermano más pequeño, tenÃa una forma extraña y pensó divertido en que tal vez Arthur dormÃa en una posición vergonzosa; algo travieso se acercó y le destapo para admirarle mejor pero encontró un montón de cojines en lugar de a su hermano.
Se paralizo unos instantes y comenzó a revolver el cuarto entero. No encontró nada, salió para buscar por toda la casa, le llamo una y otra vez, gritando con fuerza para que le escuchara pero no recibió ninguna respuesta, sintió sus piernas flaquear por un instante, el pánico le invadió y pensó agobiado en que esta deberÃa ser una pesadilla, que el mundo no podÃa ser tan cruel, no podÃa serlo...
Arthur cubrió sus ojos y se agacho temeroso la primera vez que una ola azoto con fuerza su bote pero intento recuperar su compostura con rapidez hasta que fueron muchas olas las que hicieron tambalear el bote y a la vez los pasos de Arthur que se cayó pegándose contra su pequeña maleta. Intento ponerse de pie pero el mar estaba decidido a evitar que eso sucediera y el agua empezó a colarse en el bote.
Asà que pronto se sintió morir cuando se sumergió en el mar, cuando de lleno el agua lo abrazo y penetro en su interior, inundando sus pulmones, haciéndolo toser y patalear para intentar salir a flote.
Fue un sentimiento desesperado y de pánico, tenÃa mucho miedo, llamo a su madre, al molesto de Scott, pidiéndoles ayuda, querÃa que le salvaran e hicieran un milagro, se sintió tan tonto, el solo querÃa ir con su madre, quiso descubrir los secretos del mar y estaba fallando, se sintió tan inútil, tan mal...
Hubo un momento en el que dejo de pelear y cayo, con extraña calma, resonó en su cabeza una canción de cuna, podÃa sentir sus parpados pesados, su pulso se detenÃa y un par de manos delicadas le sacaron, al inicio estaba entumecido, no sabÃa bien que sucedÃa, se aferró a la persona que le habÃa sujetado, miro al mar un instante y vio que este estaba lejos, como si flotara y lo viera desde una gran altura, después el viento helado le golpeo, se alejaba de todo y cuando volteo de nuevo vio la arena, lo botaron en ella, por un segundo vio lo que el creyó era un ángel, alguien vestido en ropas blancas y etéreas, alguien de cabello largo y rubio, con una penetrante mirada azul pero tan pronto como apareció... desapareció en un parpadeo.
Arthur permaneció en silencio, abatido, sintió la arena y por fin se desmayó.
Y en algún momento en el pasado temprano Francis, una estrella nueva en su universo habÃa roto todas las reglas que habÃa aprendido y acababa de salvarle la vida a un humano. Cuando el agua habÃa atrapado al niño todas las estrellas se habÃan alterado, vieron a las mas jóvenes y se lamentaron por ser este su primer dÃa, ninguno entendÃa lo que decÃan las viejas estrellas hasta que una con cierto cansancio les explico que debÃan apagarse.
Todos comprendieron lo que ello significaba, las estrellas se apagaban por un instante para dar luto a los humanos muertos en mar, Francis se paralizo y vio como uno a uno todos sus compañeros se fundÃan con la oscuridad, sin pensar bien quiso detenerlos y causo mucho revuelo, todos le veÃan como si estuviera loco y tal vez lo estaba para haber hecho lo que hizo. Ahora corrÃa entre las nubes, con el pleno conocimiento de que le castigarÃan, se sintió ridÃculo y sus acciones le resultaron incomprensibles. Pero en el fondo no se arrepentÃa de nada.
El sol se acercaba y mientras una estrella era reñida con gran furia en un universo oculto tras las nubes, en la playa un grupo de personas caminaba, tenÃan un aspecto descuidado y preocupado, una persona vio de lejos al pequeño niño en la arena, dijo algo y pronto varios grupos que estaban buscando en los alrededores se acercaron con prisa, Scott se abrió paso para ir por su hermano, al que abrazo con temor, reviso que aun respirara y después de su arranque corrió con los otros en dirección a un hospital.
Y asà inicia esta historia, Arthur un simple humano que fue rescatado por una estrella.
Conforme pasaron los años esta extraña relación comenzó, aun cuando le castigaron y desapareció del cielo nocturno por varios meses Francis regreso a su mal hábito de observar con gran interés a los humanos; especialmente a uno muy distinguido, no sabÃa si el salvarle la vida a alguien provocaba esto, el estar tan interesado en lo que hacÃa, en verle por horas cuando podÃa, sin poder evitar intervenir de vez en cuando en su camino. Corriendo entre las nubes, esperando con ansias encontrarlo, deseando hablarle.
La vida de Arthur habÃa cambiado radicalmente desde esa noche, su tensa relación con Scott se habÃa aligerado un rato para volver a quebrarse con rapidez, cuando despertó desorientado en un cuarto blanco y el fantasma de una persona irreal que le habÃa salvado asediando su mente, le tuvieron muy confundido pero no paso mucho tiempo para que tuviera que enfrentarse a su hermano, quien tuvo que confesar la verdad que habÃa querido ocultarle sobre su madre, provocando el resentimiento del menor.
Hubo dÃas de tregua pero tan pronto su salud mejoro a Arthur le invadió esa furia que surgÃa tras la decepción, tras enterarse de una horrible verdad y sin saber a dónde dirigir ese mar de emociones contradictorias se enojó con la persona más cercana que tenÃa y para mejorar sus conflictos no tardó mucho en darse cuenta que el océano que antes le parecÃa tan fascinante y mágico se volvÃa aterrador, cada que se intentaba acercar a la orilla su cuerpo dejaba de responder y se quedaba allÃ, incapaz de avanzar, con el pulso acelerado, sudando. DebÃa alejarse para no sentirse asà de nuevo.
Eso poco a poco lo alejo del resto de niños de su edad, nunca aprendió a nadar y aun cuando le gustaba soñar con historias de piratas y viajeros recorriendo el mundo se vio incapaz de cumplir sus sueños infantiles, pasaba el tiempo, el crecÃa, sin muchos amigos, oculto entre los libros, se creÃa un solitario pero sin saber no lo estaba, una estrella se aseguraba de hacerle compañÃa en las noches, mismas donde a ratos creÃa ver a quien le rescato de ese incidente del pasado, pues juraba que vio en alguna ventana un reflejo muy similar pero siempre desechaba la idea.
Nunca hablo con nadie de esa memoria extraña e irreal, la dejo pasar como una fantasÃa rara producto del nerviosismo y pánico que le azoto en esa noche.
Francis que permanecÃa silencioso como su vigilante en una noche oscura y casi sin estrellas se decidió a hacer una locura, él muchas veces habÃa descendido lo suficiente para poder estar frente a frente al humano que le atraÃa pero siempre se escabullÃa, por sà mismo o porque alguien le descubrÃan y le reñÃan al verlo tan cerca del suelo pero se habÃa decidido a acercarse incluso si destruÃa miles de reglas al hacerlo, estaba harto de actuar de forma espeluznante observando al joven que salvo, sin dirigirle ni una palabra y soñando con posibilidades imposibles.
En un balcón Arthur observaba las estrellas y garabateaba en una libreta, bastante aburrido, pensando con tristeza en lo que harÃan otros chicos de su edad ahora mismo pero dejo de pensar en eso, se burló de sà mismo, convenciéndose de que no necesitaba tales idioteces como salir con amigos y perderse en las calles. A veces reflexionaba sobre su vida y se sentÃa un extraño con todo lo que habÃa vivido, dejo de garabatear y se adentró por su cena, pues Scott le habÃa llamado para que comiera.
Descender no era algo inusual para el pero ciertamente fue extraño pisar la madera y detener su brillo, Francis ya no tenÃa el cuerpo de un infante, era más alto, su piel era tersa y rosada, estaba envuelto en esas togas blancas tan usuales en su mundo, su cabello tenia pequeñas bolitas brillantes, estaba ansioso y no supo que hacer, sintiéndose algo ridÃculo por haber logrado tomar este paso tan alocado y quedarse en blanco, sabÃa que deberÃa dar ciertas explicaciones, intento pensar en las palabras que dirÃa, intento distraerse observando los objetos a su alrededor, una maceta con unas rosas capto su atención y se entretuvo admirándolas.
Cuando Arthur entro Scott estaba sentado y comÃa en silencio, con gestos vagos le indico donde estaba su plato, Arthur lo tomo y parecÃa dispuesto a marcharse hasta que lo detuvo la voz de su tutor:
—No puedes comer a fuera.
Iba a protestar pero algo en la mirada que le dirigió el mayor le puso incómodo y decidió no quejarse. Tomo asiento, fue una cena de silenciosa, ambos intentaron llenar el silencio pero tan pronto hablaban se arrepentÃan de hacerlo. Scott nunca fue bueno con las palabras ni para leer el ambiente a menos que este fuera muy obvio, los mismos defectos habÃa heredado su hermanito quien además tendÃa a ponerse histérico con gran facilidad, asà que esta lucia como una batalla ya escrita, una donde nadie ganaba y nada se arreglaba
Ninguno estaba dispuesto a dar más, asà que cuando Scott abandono la mesa solo le dio las indicaciones que siempre le daba desde que habÃan cambiado su horario de trabajo, por este Arthur se quedaba solo en esa gran casa hasta casi el mediodÃa del dÃa siguiente, acato las instrucciones y se encamino al balcón una vez más, tenÃa la cabeza en otro lado por eso no vio a la persona que estaba desenterrando las rosas en un rincón. Hasta que este se pinchó con una espina y se quejó. Pronto Francis lanzo la rosa y se dio la vuelta para encontrarse a Arthur que veÃa el cielo con un rostro nervioso.
—Eres tú —dijo en un susurro de emoción la estrella, de inmediato se le acerco sin ser consiente del concepto del espacio personal. Arthur estaba congelado, claro que cuando escucho un quejido volteo y vio una maceta casi vacÃa, pero más importante vio a una persona tirar una rosa, alguien que ahora mismo se habÃa acercado y casi pisaba sus pies de la cercanÃa que tenÃan ahora.
— ¿Qué miras? —le cuestiono el desconocido enarcando una ceja porque esta era una reacción rara él se esperaba algo más como lo que ocurrió a continuación. Arthur lo vio frente a frente y antes de que pudiera decir algo el astro fue pateado brutalmente. Luego Arthur desapareció tras la puerta y lo espió con cautela.
Le habÃan dicho que los humanos podrÃan ser salvajes asà que se habÃa preparado para escenarios asà aunque nada lo habÃa preparado para el dolor y tuvo que abrazarse a sà mismo para no caerse. Se molestó y le vio muy feo en dirección a su obvio escondite. El muchacho noto la mirada e impresionado por ser descubierto se alejó más de la puerta, se sentó en el suelo y se ocultó en una pared. La estrella respiro y se habÃa dicho a si mismo que debÃa ser paciente, solo debÃa explicarle las cosas, forzó la cerradura al ver que no era sencilla de abrir e ingreso al hogar del niño que salvo.
Claro que sabÃa qué hacer si un intruso entraba a su hogar, no era tonto pero si le ponÃa nervioso estar en esta situación. Pensó en que igual nada malo sucederÃa mientras no entrara, se felicitó al recordar que habÃa cerrado bien la puerta, estaba a punto de ir por un teléfono cuando Francis abrió la puerta y se metió campante a su hogar...
La mente de Arthur Kirkland durante un robo:
-El ladrón ha entrado a la casa.
-El ladrón ha dicho que se llama Francis y que está encantado de conocerme.
-El ladrón no es muy alto... de hecho no luce viejo...
-Trae ropa rara y chilla cuando lo empujo.
-¡Este no es un ladrón! y si lo es, es uno de pacotilla.
Como relato la lÃnea de pensamiento de Arthur, frente a el habÃa un chico afeminado, probablemente de su edad que parecÃa feliz de verlo hasta que lo empujo y le tiro al suelo. Arthur no entendÃa nada y estaba seguro que nunca los ladrones habÃan sido tan débiles. Hasta se sintió mal de verlo lloriquear con tanta facilidad.
— ¡No me pegues! —Le grito— ¿Por qué me pegas?, ¡No te he hecho nada para que reacciones asÃ!
Esas palabras resonaron en la mente del humano porque eran ciertas. El desconocido no habÃa hecho nada para ser golpeado más allá de aparecer en su casa a una hora anormal. Aunque claro era un desconocido, era razón suficiente para ser echado. Le ofreció su mano para que se levantara en un ataque de confusión.
Cuando se alzó volvió a estar alerta, se fijó en su ropa y se sintió extrañado al verlo con usar algo tan simple como una toga, que era muy ligera y no era adecuada, le quedaba algo pequeña, de hecho lo vio bastante delgado y de pronto una idea se formó en su cabeza. Asà que sin mucho tacto algo triste le pregunto:
— ¿Eres un vagabundo?
— ¿Un qué?
—Un vagabundo. Alguien sin casa, sin comida.
— ¿Es malo ser uno? —le cuestiono Francis porque el concepto de hogar no le era tan lejano pero no tenÃa nada asà en su cielo, no existÃa la propiedad privada y ciertamente las estrellas no comÃan. Asà que estaba en blanco pero quiso saber lo más importante y lo que más comprendÃa: lo bueno y lo malo.
Si era algo bueno y lograba que el humano al que querÃa conocer dejara de darle golpes estaba dispuesto a decir que era uno, si era malo indudablemente le darÃa una respuesta negativa.
Arthur guardo silencio, abrió la boca y la cerro un par de veces.
La respuesta de Francis era literal pero para Arthur habÃa sido más que una afirmación. Los vagos tampoco debÃan entrar en los hogares de la gente sin permiso pero al pensar en la edad que él creÃa tenÃa el otro se sintió algo abatido. Se fue a abrir la puerta y con un suspiro le mostro la salida.
—Vete no le diré a nadie lo que hiciste. Solo no vuelvas.
Francis se estaba desesperando.
—No me voy a ir. ¡No aun!, yo realmente querÃa hablar contigo.
El único chico de su edad que querÃa entablar una conversación con Kirkland era un callejero, "Realmente puedo tener esa clase de suerte tan desafortunada" pensó. Pero no era un callejero sino una estrella, aunque claro él aun no sabÃa eso.
— ¿Por qué quieres hablar conmigo?
Francis se revolvió nervioso, pensó si ser sincero era la mejor opción o deberÃa decir otra cosa, al final creyó que ir con la verdad era la mejor opción.
—Yo...llevo toda mi vida intentando conocerte, aproveche que nadie me observaba y me atrevà a hablarte por una vez en la vida.
— Eso sonó intenso...y perturbador. ¿No eres psicópata verdad?
— Psico-que? —Arthur se le queda mirando fijo—.
— ¿Quién eres?
—Yo soy... una estrella.
"Un callejero lunático se ha infiltrado en mi casa" pensó Arthur. Se alejó y considero encerrarle, golpearle o hacer algo para perderlo de vista.
—Tú estás demente. Y antes de moverse Francis lo sujeto del brazo, —Escúchame. Sé que para ustedes somos un montón de puntos inmóviles en el cielo pero no estoy mintiendo. Tú mismo nos has visto descender—replico Francis recordando el accidente de hace años y se puso al nervioso al pensar en que el mortal lo hubiera olvidado, ¡Si le habÃa salvado la vida!
—No puedes venir aquà y comenzar a decir todas estas tonterÃas y ¡esperar que te crea!, además... ¿A que te refieres con que ya te he visto descender?
Francis suspiro y se alejó, cerró los ojos escuchando las quejas del adolescente y espero a prenderse, sabÃa que eso le darÃa problemas pues con su brillo era visible para otras estrellas.
Arthur considero una posibilidad que no se habÃa planteado antes y ahora mismo sonaba con mayor lógica que las otras y es que fuera el quien se habÃa vuelto loco al ver un joven atractivo con poca ropa, destilar luz, flotar, que decÃa ser una estrella. Asà que en automático fue a pellizcarse para despertar o lo que fuera que estuviera viviendo. No funciono como era de esperar y se sentó en el suelo, en shock.
—Debo ir al psicólogo.
— ¿Al qué?
Francis no entendÃa el sufrimiento en el rostro de Arthur.
— ¿Estas bien?
— Al parecer he perdido la cabeza. No estoy bien.
—No creo que hayas perdido la cabeza. La tienes en su lugar según veo —intento bromear en un tono comprensivo—.
—Esa es una de las peores bromas que he escuchado en toda mi vida —le contesto perturbado pero con una sonrisa. Francis se sintió feliz.
El sol se acercaba. Francis alzo la vista y suspiro agotado.
—Es mi hora...
Arthur no lo escucho y Francis volvió a invadir su espacio para decirle esas palabras que marcarÃan su camino:
—Ya no tenemos tiempo hoy pero mañana vendré a verte de nuevo. Espero que no intentes matarme a golpes de nuevo —. Y desapareció.
Arthur pensó en que era muy exagerado decir que habÃa intentado matarlo y cuando iba a replicar ya no estaba esa persona. Saltaron sus ojos y se encontró solo con un amanecer brillante.
Esa fue su gran desastroso encuentro, el primero de muchos. TomarÃan varias semanas para que Arthur que era muy testarudo aceptara la situación y cuando dejo de intentar echarle comenzaron a hablar, Francis pudo sacarle varias cosas con su insistencia y encanto, supo su nombre, supo de su molesto hermano, de su amor a los libros y su aparente aislada vida.
Francis pudo escabullirse con frecuencia gracias a cierto escandalo ocurrido entre Syrius y un ser humano; Francis no era el único que se habÃa interesado en ellos y para su fortuna todos a su alrededor parecÃan más atentos a las acciones de esa estrella que de las suyas, pudo esfumarse y descender para hablar con Arthur. Se fueron acercando, podrÃa decirse que eran amigos, a pesar de que el inglés se la pasara actuando como si le molestara su compañÃa, entre esas quejas y muecas se ocultaba una risa muy agradable y alguien que se veÃa tan triste cuando debÃa despedirse.
En una de estas noches Francis vio a Arthur especialmente alterado, refunfuñaba y estaba molesto. Se preguntó el porqué de esta reacción y cuando descendió el simplemente le ignoro.
El balcón era algo asà como el escondite habitual de Arthur, solÃa pasar gran parte del dÃa allÃ, alejado de su hermano y en ese momento en especial el parecÃa necesitar alejarse de todo, despejar su mente por eso no saludo a Francis, la estrella simplemente le observo con curiosidad y con precaución se le acerco, iba a decir algo pero la expresión frustrada en el rostro de Artie le indico que lo mejor era guardar silencio, parecÃa herido. Y sin duda no estaba interesado en escuchar a Francis.
—Creo que será mejor que te vayas —susurro con la voz quebrada—. El rostro de horror que puso la estrella fue digno de enmarcar.
— ¿Por qué dices eso?
—Hoy no, Francis —respondió más frágil de lo que quisiera y se levantó dispuesto a marcharse. Francis quiso detenerlo pero el otro lucia tan agotado. Asà que por una noche le dejo solo, muchas dudas inundaron a Francis. El resto de su noche se sintió aburrida y vacÃa sin las quejas de Arthur, se desanimó y su tristeza se hizo visible para el resto de estrellas, especialmente porque su luz parecÃa más opaca en comparación con otras estrellas.
El sol llego y de nuevo la vida dio una vuelta, Francis pensó toda la noche y todo ese dÃa en una forma para afrontar al mortal sobre lo sucedido hace tan solo unas horas, sabÃa que Arthur era reservado con sus emociones, bastante celoso de su privacidad y resultaba complejo descubrir lo que deseaba expresar en realidad pero esa noche le habÃa visto con cierta angustia que le recordaron al dÃa en el que le conoció, a cuando casi se ahogaba y perdÃa su vida. Se decidió allà mismo a confrontarlo en su próxima visita y obligarle si era necesario a compartir sus sentimientos, no era bueno que soportara todo en silencio solo porque odiaba verse débil ante los demás.
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¿Continuara?
Con este fragmento comenzamos la #FrukWeek :D
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