#de verdad recompuso algo que él nunca rompió
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mikrokosmcs · 12 days ago
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Taeyong es un maestro de los instrumentos, con una increíble facilidad de pequeño de aprenderlos y componer pequeñas melodías cuando todo el mundo decía que de música no se podía vivir bien. Eso no detuvo a un joven y sus sueños de brindar felicidad a otros con sus canciones y dulce voz. La guitarra era su favorita y donde más inspirado se sentía desde que Sakmin apareció cual estrella y si bien él no era la primera persona de la cual se enamoraba, sí es con quien sueña pasar el resto de su vida, comenzando ahorrar en secreto para conseguirle un precioso anillo pronto. Y ahí estaba, sentado ahora junto al teclado y frente al hermoso chico de ojos rasgados que deseaba sorprender, sus dedos danzando entre las teclas con delicadeza, acariciándolas, mientras la cálida luz de la sala y las velas encendidas sobre el pastel creaban un ambiente romántico. “That I was made to fall in love with you, with every breathe with every move, I’m falling deeper, I’m falling deeper.” Todavía le cuesta creer que sus cumpleaños coincidan, es casi como si el destino le hubiese dado la señal más importante que él era su persona indicada. Una sonrisa se forma cuando hace contacto visual con su novio, abriendo la boca otra vez para continuar la canción. “Every melody I write for you, every symphony you are my muse. You’re all I want, all I want, just let me in.” se ríe suavemente, aquel sustantivo que definía cómo cambió su vida desde el primer el primer encuentro, lo cautivado que quedó por su belleza y personalidad, por esa radiante curva en sus labios y orbes llenos de ilusiones a pesar que no ha tenido una vida fácil. “And one day we could just share a home and we could travel far see the unknown, all you want, whatever you want. We’ll fall more in love each every day, we’ll break anything that’s in our way, the world is ours, the world is ours...” el ritmo comienza disminuir, tocando solo un par de notas con la diestra de tanto en tanto, extiendo la mano libre hasta sujetar la mejilla ajena, mimándola con el pulgar. “Won’t you lend your… heart?” se queda quieto tras finalizar la balada, su pecho se estruja ante las emociones que lo invaden y debe soltar otra risita para que las lágrimas no escapen de felicidad, aunque estas fuesen de alegría al poder compartir otro día más junto al dueño de sus sueños. “Feliz cumpleaños, mi hermosa musa, que tu corazón cante de alegría y tu sonrisa continúe iluminado el mundo, te amo.” ♡
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Sakmin  siempre  ha  sido  un  romántico  empedernido,  alguien  que  creía  en  el  amor  eterno  inclusive  cuando  la  vida  le  había  enseñado  muchísimas  veces,  que  no  siempre  todo  era  miel  sobre  hojuelas.  Su  primer  gran  corazón  roto  vino  cuando  su  propia  sangre  acepto  que  no  amaba  a  su  otro  progenitor  como  lo  hizo  alguna  vez,  y  debía  marcharse,  por  su  propio  bien.  Sakmin  de  aquel  entonces  entendió  que  Sakwon  y  los  dos  pequeños,  lo  hacían  infeliz  hasta  el  punto  donde  lo  ultimo  que  recuerda  es  su  espalda  saliendo  por  la  puerta  del  departamento.  Luego  vino  el  segundo  golpe  letal  a  su  frágil  órgano,  cuando  un  chico  tímido,  inclinado  a  las  artes  y  que  profesaba  el  amor  más  dulce  emanado  desde  un  par  de  labios  de  muñeca  de  porcelana,  rompió  su  corazón  una  segunda  vez  al  simplemente  dejarlo  y  no  volver  a  saber  de  él.  No  era  sencillo  cree  que  te  casarías  con  alguien  y  serían  felices  por  siempre  solo  para  que  luego  de  un  tiempo  terminasen  con  él,  pero  Sakmin  nunca  se  rindió  ante  su  concepto  de  amor  verdadero.  Se  nota  en  su  radiante  sonrisa  cuando  tiene  a  su  tercera  gran  oportunidad  delante,  recitando  las  más  bellas  notas  emanadas  por  labios  humanos,  con  una  sala  adornada  en  cálidos  colores  y  las  velas  del  pastel  indicaban  un  feliz  cumpleaños  para  los  dos,  el  destino  los  había  unido  y  Sakmin  no  podía  dudar  de  que  estaban  hechos  el  uno  para  el  otro.
Sus  ojos  brillan  con  cada  frase  que  el  otro  canta,  la  caja  con  el  obsequio  que  él  mismo  tejió  con  sus  propias  manos  para  regalarle  un  bonito  suéter  color  negro  con  detalles  en  blanco,  se  mantiene  en  contra  de  su  regazo  conforme  se  deja  endulzar  el  oído  con  promesas  y  deseos  que  sabe,  no  son  falsos  o  cosas  esporádicas  que  un  día  se  le  pasaran,  con  Taeyong  siente  la  sinceridad  y  como  su  corazón  volvía  a  latir  fuertemente  en  su  pecho,  como  su  ideología  del  amor  eterno  era  alcanzable  de  nuevo  gracias  a  aquel  doctor  del  corazón  que  se  encargó  de  sanar  algo  que  él  nunca  rompió.  El  pelirosa  alza  la  zurda  para  sostener  aquella  mano  contra  su  mejilla,  girando  la  cabeza  para  besar  la  palma  y  luego  inclinarse  sobre  el  teclado  para  dejar  un  beso  sobre  los  labios  del  artista.  -  —Mi  corazón,  mi  alma  y  mi  cuerpo  ya  son  tuyos,  completamente  y  absolutamente  Taeyong  —  -se  ríe  junto  con  él  porque  tampoco  deseaba  llorar,  era  un  día  feliz,  Sakmin  había  preparado  una  cena  exquisita  para  los  dos  y  la  habitación  estaba  adornada  con  pétalos  y  más  velas,  una  velada  completamente  intima  por  su  gran  día  especial.  Sakmin  extiende  la  caja  con  un  moño  negro  y  dorado,  esperando  que  le  guste  lo  que  ha  hecho.  -  —Feliz  cumpleaños,  mi  príncipe,  mi  estrella  brillante  en  la  oscuridad.  Te  amo  Taeyong,  gracias  por  todo.
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notstopingluca · 5 years ago
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No Name  Capítulo 1  El Regreso y Café
Sunrise, 11 am.
Se dice que Sunrise y Springfall son dos caras de la misma monera, y cualquiera que cambie de ciudad regularmente puede notarlo.
Lo primero que notas es que en Springfall hay mucha gente que camina con un brazalete negro en la muñeca izquierda. ¿Moda? Pues no. Esas personas son basers.
“Baser”, según mis estudios, tiene origen el ese idioma arcaico de Ty en el que están las primeras historias de los Reyes y sus Coronas. Solo pocas personas vivas, si es que así se les pude decir, lo hablan en la actualidad, y esa es una de las pocas palabras rescatadas: Peligro.
Los basers siempre han existido en Ty, y tal vez en todo el mundo, y siempre han sido vistos como una amenaza, como bombas a punto de detonar. En algunos casos se tratan de personas normales con vidas normales, pero en otros…
Tomemos por ejemplo a un individuo que caminaba desgarbado por las calles de Sunrise esa mañana, con los cabellos claros formando rizos sobre su rostro y su mirada seria. Nadie le prestaba mucha atención y eso lo tranquilizaba. Era una de las cosas buenas de visitar Sunrise: ya no tenía que ir con el brazalete expuesto y la gente no caminaba a más de un metro de distancia mientras murmuraban al verlo pasar. Era un poco liberador, pero no iba a durar mucho. Nunca duraba mucho.
La fuente de Sunrise era un lugar turístico muy famoso. Era el preciso centro de la ciudad, y se encargaban de mantener el mármol del que estaba hecha limpio y reluciente, el agua limpia, los árboles bien podados y las lámparas siempre eran cambiadas apenas comenzaban a decaer.
Había niños corriendo y muchos estudiantes con uniforme del Saint Mugen, un uniforme que él mismo había llevado durante 6 años antes de que su vida se viniera abajo. Los pasó de largo, ignorando que varias chicas murmuraban a su espalda. Sus ojos llamaban mucho la atención.
La Fuente de Sunrise se encontraba en medio de una gran plaza llena de locales bonitos y uno que otro café elegante. Justo al lado de un local con un rotulo que rezaba “Óptica de la Luz” había un reloj.
11:05.
—A esta hora él ya debería estar en su oficina —pensó, mirando el gran reloj.
Miró el reloj un largo rato sin hablar hasta que escuchó un ligero bip, bip, bip saliendo de su muñeca.
No estaba listo. Se sentó en una banca de la plaza un segundo pensando en lo que hacer. ¿Por qué siempre era tan difícil? No era la primera vez que lo veía, ¿Por qué se alteraba tanto?
Respiró hondo. Primero necesitaba despejarse un poco. Se levantó y se alejó de la plaza para escabullirse entre los edificios. Camino por unos quince minutos, pero finalmente llegó a una puerta de madera, con una pizarra al pie, todavía limpia, y un cartel de metal cuyo relieve revelaba “Steel Lotus”. Empujó la puerta y una campana anunció su llegada.
—¡Korgi! —Saludó el sujeto en la barra. Jake.
El Steel Lotus tiene su historia, claro. Se dice que lleva siglos existiendo. Se ha destruido y lo han vuelto a construir, ha pasado tiempo cerrado y ha tenido años de prosperidad. No era una atracción turística, ya que siempre se ocultaba entre los edificios, sino más bien estaba hecho para la gente que vivía y conocía Sunrise.
Pero todo eso eran leyendas posiblemente. Lo que a Korgi le sorprendía es que nadie parecía notar lo extraño de Jake en sí.
¿Cuántos años tenía ese sujeto? Korgi llevaba visitando ese lugar desde que salió del Centro, hace ya casi siete años, y Jake parecía no envejecer un día, y estaba seguro qué pasarían años y el seguiría con la misma apariencia.
Pero lo que lo asustaba más era las cosas que sabía, cosas imposibles de saber. La gente intentaba no meterse con él o con su negocio por eso mismo. Muchos creían que era un espía o un investigador privado, otros que simplemente tenía una mafia detrás, pero Korgi no lo veía tan claro. Sabía, casi con certeza, que no era un humano, aunque no podía probarlo.  
—¿Qué tal tu viaje? —Pregunto Jake, sonriéndole ampliamente mientras limpiaba la barra delante de él.
Korgi se sentó sin responder. No le gustaban las conversaciones casuales, y menos ahora que estaba tan cansado. Pensándolo bien no había dormido en casi un día entero. Pensaba dormir al acabar esa misión tan complicada que llevaba una semana planeando, pero en el momento en el que se recostó en su sofá, ese mensaje llegó a su nav.
Apoyo la frente en la barra y trató de recapitular lo que pasó la noche anterior.
Condujo hasta el depósito.
Apagó la moto.
Entro en su guarida.
Se recostó en su sofá y entonces…
Bip, un mensaje. Un mensaje de alguien que sabía la frecuencia que usar para contactarlo directamente. Pocas personas lo hacían.
Pensaba leerlo más tarde, pero podía ser importante. Y luego deseó no haberlo leído.
Ven a Sunrise ya. No decía quién era, pero solo una persona le podía ordenar algo como eso de esa forma.
Tenía que volver a ver a su padre.
Hacía casi un año que no le veía en persona y siempre evitaba hablar con él. Tal vez hablaba con Shion o si tenía muy mala suerte, con Chessire. Pero su padre…
La burbuja de recuerdos se rompió con la voz de alguien.
—¡Hey! —Dijo esta persona. Korgi miró entre sus mechones rubios al sujeto. Era un chico, pelo largo, piercing en la lengua, y una sonrisa amable— Disculpa, ¿Eres el perro de Springfall?
Genial. Alguien lo había reconocido. No sabía si preocuparse o no. El chico no tenía nada de amenazante, solo una voz muy estridente que le estaba comenzando a poner de malas.
—En las noticias no se dice que tuvieras nada que ver en la caída de Parva, pero yo sé que si ¿verdad?
Genial por dos. No solo lo había reconocido. Lo había reconocido un fanboy. Tal vez un mercenario novato que hablaba mucho como si fueran compañeros por hacer el mismo trabajo.
El tipo de mercenario que era comido vivo los primeros años. Si sobrevivía.
—Oye —Interrumpió Korgi el mar de palabras que salía de la boca de ese sujeto.
—¿Sí?
—Ya no hables. Me taladras los oídos. Ya vete.
Se levanto una cortina de silencio. Korgi se limitó a apoyarse en la barra, sin mirar al muchacho que le hablaba con tanta admiración, mientras este trataba de entender lo que le habían dicho.
Como si una luz de hubiese encendido, el muchacho se enteró de que había pasado: lo habían insultado.
–Pero ¿quién te crees que eres? –Le gritó, dando un golpe sobre la barra, pero sin inmutar ni un poco a Korgi– ¿Porque eres famoso crees que puedes tratarme así?
Korgi pensó por un segundo. No entendía mucho de emociones, pero estaba seguro de que lo que había dicho no podía hacer enojar a nadie.
–¿No me oyes? –Gritó, cogiendo el hombro del mercenario con brusqueza– ¡Mírame al menos, idiota!
La paciencia de Korgi era infinita, y en otra situación hubiera dejado que el chico se dejara la voz gritando, pero ahora le dolía la cabeza, no había dormido y estaba de mal humor. Lo pensó un poco, y decidió que solo necesitaba hacer una sola cosa. Si él que quería que lo miraran, claro que lo iba a hacer.
De repente volteó la mirada al muchacho, quien retrocedió de la impresión que le dejaron los ojos azules del mercenario. Lo atrapó con la mirada y comenzó el espectáculo.
El muchacho le sostuvo la mirada con cautela unos segundos antes de sentirse abrumado de pronto. Volvía a dar otro paso atrás, temblando cada vez más, y buscando asidero en la barra para evitar caerse. Su respiración se aceleraba y sentía que en cualquier momento iba a tener un infarto.
Korgi ya había notado que venía acompañado de dos personas más, un tipo alto de piel oscura y una chica que más bien parecía chico, los que estaban sentados en una mesa al fondo. Ambos se alarmaron y se acercaron, dispuestos a comenzar una pelea si era necesario. ¿Todo eso por decirle al muchacho de pelo largo que se callara? No le importaba enfrentarse a ellos, pero a alguien allí sí que le importaría si había una pelea en su establecimiento…
Un golpe sordo resonó en la habitación, deteniendo toda la acción que se estaba dando. Casi parecía que el tiempo se hubiera detenido. Korgi desvió la mirada al otro lado de la barra, y ahí estaba Jake de nuevo, después de haber dado en manotazo a la barra para llamar la atención de todos.
–Esto acaba ahora –Dijo, con una voz firme, y algo molesta, contraria a la que había recibido a Korgi al entrar–. Norris, Mara, regresen a su mesa o los tres se irán de aquí para no volver.
Korgi siguió con la mirada a los acompañantes, Norris y Mara, mientras volvían a la mesa de dónde venían. Tenían una expresión de abatimiento. Era increíble lo mucho que asustaba Jake a sus clientes.
–Y tú, Tyler –Continuó con el fanático azorado–. Si vas a ignorar que estoy aquí y buscar pelea, intenta que no sea con un oponente que solo con mirarte te deja temblando. Vete con ellos y haremos como que nada pasó.
Tyler se recompuso un poco y se marchó, aun con el mal humor en el rostro. Jake dejó una taza con café delante de Korgi. Siempre sabía que era lo que iban a pedir sus clientes habituales antes de que lo hagan.
–Disculpa por eso, Korgi. Tyler te admira mucho, es solo que a veces se exalta demasiado.
Korgi tomó un sorbo del café de Jake, sin tomar mucha importa a lo que este decía. Sabía que estaba haciendo tiempo ¿En qué momento iba a ir? Necesitaba algo que lo motivara a irse.
–Por cierto, ¿No tienes que ir a algún sitio? ¿A los Hunters?
Korgi casi se ahoga con el café. Bajó la taza lentamente, mirándolo con preocupación. Jake no lo notó de inmediato, puesto que estaba mirando a través de una ventana cerrada su derecha, un poco inquieto.
No le sorprendía que supiese quien era, qué hacía y quién era su padre. Le asustaba que supiera que hacía en la ciudad. El mensaje le había llegado apenas seis horas antes ¿Cómo alguien podía saber de eso?
Cuando se dio cuenta que Korgi lo miraba insistentemente, se sonrojó un poco.
–¡Lo siento! –Se disculpó–, no debí decir eso, Korgi. No es de mi incumbencia tus acciones de hoy.
Espera ¿Tus acciones de hoy? Pensó Korgi. ¿Qué más sabía de lo que iba a pasar ese día? Era inútil preguntarle porque él nunca develaba su secreto, e incluso amenazarlo era imposible. No por nada Jake asustaba a todo el mundo.
No sabía qué hacer en una situación como esta, así que opto por retirarse.
Dejo el café en la barra y se levantó rápidamente. Iba a pagar por el café, pero…
–Nonononono, El café va por la casa. Es la única forma que tengo de disculparme por decir algo así.
Korgi asintió con presura. Caminó con pasos largos por el establecimiento hasta la puerta, pero está ya estaba abierta antes de que él llegase. Alguien más había cruzado por ella. Korgi le dio una rápida mirada de arriba a abajo, para determinar que ese individuo no le interesaba, y salió por la puerta.
No notó que el sujeto lo miró salir y desaparecer por la calle, y sonrió, como si su presencia le divirtiera.
Tampoco notó que estaba rompiendo su perfil bajo al caminar tan rápido y la gente lo miraba. Aunque nadie lo reconocía por lo rápido que iba. A este paso llegó en menos de siete minutos a la plaza de Sunrise, y allí se detuvo abruptamente, recordando otro temor. Esta vez no escucho el bip de antes, puesto que ahora entendía que estar en Sunrise de por sí era un peligro. Respiró hondo e inició su camino hacia la Sede de los Hunters.
Caminó despacio, sin embargo. Tan despacio que comenzaba a notar el lugar en el que estaba. Había pasado su infancia en esa plaza, jugando con un amigo que siempre lo metía en problemas. En realidad, él solo se metía en problemas y arrastraba a Korgi consigo. Al final la libraban, y era divertido porque eran niños, y meterse en problemas rompía la rutina, pero ya de adulto no era tan atractiva la idea.
¿Qué habría pasado con él? Su amigo, un niño que nació un par de años después de él, pero que aun así era más alto e imponente. Se metían mucho con Korgi de niño y él siempre lo ayudaba. No lo veía desde que entró al centro y eso había sido hace muchos años. Tal vez él dejó Sunrise después de que Nana muriese.
Nana… otra parte de una infancia. Una mujer extremadamente dura que podría ser fácilmente la mujer más fuerte que uno puede llegar a conocer en su vida. Fría como el hielo, y aun así ¿cuántos días había pasado en su casa, jugando con su amigo mientras ella tomaba el café con…?
…Con su madre
Su madre
Un naipe.
Fuego.
(…)
Su padre.
Korgi se detuvo justo delante del gran letrero de piedra que delataba el conjunto de edificios como la “Sede de los Hunters de Sunrise”. No había cambiado en absoluto.
Explico a guardia su visita, deseando que este le prohibiese la entrada, pero simplemente lo dejó pasar, aunque le pidió que se pusiera una tarjeta de visitante.
Ya no había otra opción, debía entrar. Avanzó por el camino de cemento rodeado de césped y algún seto con flores y vio a otra persona caminando en dirección contraria. Esa persona casi ni lo veía pasar. Tan distraído iba que se chocó con él de forma torpe. Apenas lo miro y se disculpó, para luego seguir avanzando. Korgi se detuvo para verlo marcharse.
Levantó una ceja y luego reanudó su camino.
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