#cualquier cosa avisanos!
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latinotiktok · 2 years ago
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ya que uds no tienen tiempo yo voy a hacer un torneo para literatura latinoamericana! voy a taguear este blog para que personas lo vean y puedas por fin decir tus hot takes de literatura
dale pero queda prohibido vincular mis opiniones con esta cuenta.
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cronicasterrestres · 6 years ago
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La vez en la que hablé sobre una balanza en un casamiento
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Regresamos a la academia en absoluto silencio. Desde que había empezado las clases para aprender a conducir, el silencio había sido la excepción: quizás en algún semáforo, en el que el instructor aprovechaba para mirar su celular, o tal vez en uno de esos tiempos que las personas a veces se toman antes de decir algo absolutamente trivial. Sea como sea, siempre teníamos algo para decir –sobre todo él, que disponía de un variado abanico de anécdotas y chistes malos–. Sin embargo, acababa de perder la mitad del examen y la poca distancia que nos separaba en la parte delantera del auto no estaba para bollos: “Al menos salvaste la pista, que es lo más bravo”, se limitó a decir mientras dejábamos atrás la zona de la prueba.
Dejé mi expediente sobre el escritorio y le pedí a la administrativa que volviera a anotarme para el examen y que me marcara dos clases más. Me colgué la mochila al hombro y me fui, un poco frustrado, un poco enojado y un poco triste. Llegué a la parada del ómnibus y esperé por cualquiera de las dos líneas que me servían para ir al trabajo. Saqué el celular, abrí Whatsapp y vi que tenía un mismo mensaje que se repetía en al menos cuatro chats: “¿Y? ¿cómo te fue?”. Pero, para mi sorpresa, había otro distinto a todos y que nada tenía que ver con la prueba de conducir.
“¡Hola, nene! ¿Todo bien? ¡Espero que sí! Te queremos pedir, si tenés ganas, que digas unas palabras después de la ceremonia”, empezaba diciendo el mensaje de mi primo. De repente, dejé de pensar en la frustración y la tristeza por el examen, y sonreí. “Nuestra idea es que en el casamiento hable solo una persona, además de la jueza, y nos gustaría que esa persona seas vos. Nuestra idea era algo sobre las parejas, no algo específicamente sobre nosotros ni personal. No sé, pensalo tranquilo y avisanos. Gracias, de antemano”.
Levanté la mirada y vi que venía el ómnibus. Alguien se acercó al cordón para pararlo, así que, antes de subir, me apuré a responder: “¡Siiií, qué linda propuesta!”.
Avancé hasta el fondo y me acomodé como pude entre tanta gente: bajé la mochila al piso, agarré la campera con el brazo izquierdo y saqué el celular del bolsillo. Cuando miré otra vez la pantalla, mi primo había vuelto a escribir: “¡Qué bueno! Nuestra idea es que puedas disfrutar de hacerlo, no que te pese o te resulte incómodo”. Le dije que entendía perfecto, y le agradecí por pensar en mí para algo tan importante. Regresé el celular al bolsillo derecho del vaquero, me agarré del pasamano y me quedé mirando sin mirar a través de la ventanilla, con el corazón acelerado, una sonrisa nerviosa en los labios y un “¿qué carajo voy a decir?” en la cabeza.
No sería la primera vez que hablaba frente a un grupo de gente. Ya lo había hecho ante muchas más personas que las que habría en el casamiento –cerca de 100, según recordaba me había dicho mi primo–. Y mi formación académica incluía estar preparado para cualquier tipo de oratoria –en teoría, claro–. Sin embargo, esto era distinto a todo. No solo implicaba hablar sobre sentimientos frente a mi familia –aunque ponerse nervioso por eso me resultase demasiado adolescente– sino que también incluía abrir mi corazón y exponer mis ideas sobre el amor, los vínculos y todo lo que tuviese que ver con eso –cosa que también me pareció tonta: ¿cómo iba a ponerme nervioso por tener que hablar sobre el amor si tantas veces había escrito sobre eso y hasta había ganado un concurso por un cuento tan meloso y amoroso que a veces todavía creía que el jurado seguía empalagado–. Ahí quizás estaba el asunto: una cosa es escribir, otra cosa diferente es escribir para decir en voz alta, para poner en mi propia voz lo que siento y pienso.
¿Qué tenía yo para decir sobre el amor o las parejas que no supiesen los demás –al menos, que no supiesen los que estarían en la ceremonia–? Nada, poco o tal vez mucho. No lo sabía con certeza.
Tenía dos semanas por delante, y eso era bueno, pero también extremadamente malo. Bueno porque tenía tiempo para pensar. Y malo porque, conociéndome, sabía que no podría hacerlo hasta último momento, como solía pasarme con los trabajos de facultad o las cartas que les hacía a mis amigos por sus cumpleaños. Ese era mi problema: podían pasar meses entre que me surgía la idea para un cuento y finalmente la escribía. Hacía un par de semanas, por ejemplo, había logrado escribir un cuento cuya idea original la venía pensando desde hacía año y medio –y el texto no superó las seis carillas–.
Pensé, mucho, y varias veces a lo largo del día me daba cuenta de que ese era el error: pensar sobre el amor. Sabía que lo mejor que podía hacer era sentarme frente a la computadora y empezar a escribir sin pensar una sola palabra, pero no lo conseguía. Probé con un cuaderno, con una nota del celular y hasta con encerrarme en el cuarto y empezar a decir en voz alta las ideas que me fueran surgiendo.
Cuando faltaba menos de una semana para el viernes del casamiento, y todas las hojas que me rodeaban seguían en blanco, decidí acudir a ideas sobre el amor que ya hubiese escrito antes. Revisé el archivo de la computadora, donde estaba el 90 % de lo que había escrito desde el 2008 a la actualidad: separé algunos textos, pero nada me convenció del todo. Luego, fui a ese 10 % restante que se repartía entre distintos cuadernos y libretas de todos los tamaños y colores. Leí algunas cosas que me dieron ideas, pero nada me despertaba esas ganas incontrolables de ir corriendo al teclado y no parar de escribir hasta no llenar hojas y hojas.
Esa noche me acosté, igual de frustrado que cuando acababa de perder la prueba de conducir, y me quedé mirando el techo. Otra vez, cometiendo el error de pensar sobre algo en lo que no se puede pensar: el amor. Cerré los ojos e intenté leerme a mí mismo para entender lo que estaba sintiendo. Y me sentí triste, extremadamente triste. Extrañaba a mi madre, muchísimo. Y me dolía mucho el imaginar que no estaría presente en un momento tan importante para la familia como el casamiento del primo que todos creíamos jamás habría de casarse. Me sentí triste, por su ausencia y por lo silenciosa que solía estar la casa desde que se había ido.
Estiré la mano hasta la mesita de luz, agarré el celular, abrí una nota en blanco y escribí todo lo que sentía en ese momento. Sin pensar. Solo escribir.
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A la mañana siguiente, cuando ya estaba en el trabajo, mi padre me mandó un audio de Whatsapp en el que me preguntaba cómo estaba y me contaba que había estado leyendo uno de los tantos cuadernos que había escrito mi madre a lo largo de su vida. Se tomó un par de segundos para intentar replicarme de memoria un párrafo que había leído y que le había quedado especialmente en el corazón. Y fue ese audio, cuando faltaban solo tres días para el casamiento, el que me dio la clave para escribir todo lo que quería decir sobre el amor.
En cerca de media hora terminé de escribir –sin corregir, claro–. Cerré el archivo, me serví otro vaso de agua y volví a abrir el documento –un ritual que siempre hacía cuando acababa de terminar un texto–. Comencé a leer en voz alta todo lo que estaba en la pantalla, y así estuve largo rato en la soledad de mi cuarto y el silencio de la casa. La tarde caía afuera como también caían mis dedos sobre las teclas para reescribir, borrar y poner más y más espacios entre párrafo y párrafo.
Miré hacia mi derecha y vi sobre la cama el saco y la moña que planeaba usar el viernes. Pensé en que tenía que planchar la camisa, el pantalón y, tal vez, el vestido que mi novia había dejado en mi placard. También pensé en lustrar los zapatos y en aprovechar para esa noche ya recortarme la barba y ganar tiempo para poder dormir siesta el viernes de tarde. Pero me sentí tan bien y realizado por haber podido escribir lo que tanto venía deseando desde hacía días que decidí tomarme un rato para disfrutar la sensación. Salí al balcón y respiré las últimas luces que dejaba el sol en el cielo de otoño.
El viernes empezó como empiezan todos los viernes: con pereza, pero con la ansiedad de que al fin se termina la semana. En cuanto abrí los ojos, la frustración de los días anteriores, y que se había vuelto euforia la tarde anterior, se transformó en un remolino de nervios y ansiedad. Fui a trabajar sin ir, con la mente en todo lo que iba a decir a la noche y preocupado por descifrar cómo anudar la moña que tanto me había empeñado en usar, pero no así en aprender cómo tenía que hacer para dejarla inmóvil en la base de mi cuello.
Después de la siesta y de una merienda cortita y al pie, comenzó la batalla: por un largo rato, el discurso sobre el amor quedó en segundo plano y toda mi atención se centró en la bendita moña floreada.
–Ya está, no te toques más que ahí quedó bien –dijo mi novia mirándome desde el reflejo del espejo. –Está torcida, ¿si la ajustamos un poco más? –insistí, igual de fastidiado que ella.
Llegamos al salón, con la moña derecha –al menos, eso me hicieron creer– y con el discurso en el bolsillo interno del saco. Los novios ya estaban por llegar –entrarían juntos porque así lo habían decidido– y la jueza ya se había instalado en el atrio que habían armado en el jardín. “La jueza te va a llamar en un momento de la ceremonia”, me había dicho mi primo el día anterior. Sin embargo, no imaginaba que ese momento sería apenas después de que entraran los novios.
–Y ahora, Sebastián va a compartir con nosotros unas palabras dedicadas a los novios.
El estómago me dio vueltas y el corazón pareció salirse de su lugar. Mi novia me apretó fuerte la mano y me soltó enseguida: tuve miedo de quedarme inmóvil, pero sentí las miradas de mi padre, de mi hermana, de mi madrina y de todos mis primos, y lejos de ponerme más nervioso, me sentí lleno de confianza y de seguridad, y avancé por el sendero de entre las dos filas de sillas hasta pararme al lado del atrio, de la jueza y de los novios.
Con la voz entrecortada por los nervios y la emoción, comencé un poco a hablar y otro poco a leer.
Cuando M. y G. me pidieron que me parara acá, en su casamiento, y hablara sobre las parejas, pensé: ¿qué puedo decir yo sobre las parejas o sobre el amor que no puedan saber o sentir los demás? La respuesta puede ser nada, quizás un poco o tal vez mucho. Sin embargo, enseguida quise salir de mí mismo y mirar para el costado o para arriba, y ahí vi a mis padres, al amor que supieron mantener vivo durante más de treinta años, un amor que no se cortó ni se cortará aunque ella ya no esté con nosotros.
Mi madre hablaba mucho, le gustaba contar lo que sentía y confesarse con quienes la escuchaban con el corazón abierto. Pero también, de vez en cuando, escribía. Le escribía a su padre, a quien, al igual que yo a ella, perdió siendo muy joven. Le escribía a Dios. Y también escribía como una forma de charlar consigo misma. Hoy por hoy, por suerte, tenemos muchos de sus cuadernos para volver a leerla y escucharla.
Mirando uno de esos cuadernos, vi que allá por noviembre de 2001, cuando la crisis económica ya rondaba Uruguay, mi madre estaba en un verdadero caos de incertidumbre: tenía dos hijos adolescentes, y a eso no hay más nada que agregarle, y otro que empezaba la escuela. Y un marido compañero, pero que también compartía su misma preocupación: la estabilidad laboral.
En ese contexto, un día, entre asamblea y asamblea del sindicato de su trabajo, se tomó un rato para escribir. Y entre las tantas cosas que escribió, me gustaría rescatar una.
“Mi familia es la riqueza más grande que tengo, todo lo que yo les pueda dar materialmente jamás va a valer lo que ellos me dan en amor, cariño y orgullo. Los amo a los cuatro con toda mi alma y eso me parece poco: quisiera tener un corazón más grande para quererlos más”.
Después de leer eso, pensé en que ese era el amor del que quería hablar hoy, acá, y el que quiero para G. y M.
Un amor compañero, que haga de la palabra juntos una manera de vivir y no solo un parche para cuando algo se pone difícil. Un amor sincero y honesto, que diga en la cara lo que piensa, lo que siente, y que no tenga miedo de agachar la cabeza o de reconocer un error.
Un amor con raíces firmes, que no se vaya a la primera de cambios y que tenga el coraje de pelear por lo que está convencido: esa persona que está ahí enfrente me quiere, me hace bien, me cuida y me acompaña día a día, pero también me va a dar dolores de cabeza cuando no estemos de acuerdo, también va a querer ir al cine cuando yo no tenga ganas de moverme del sillón, y también va a llegar cansada de trabajar y no va a tener ganas de hablar.
Creo que de eso se trata el amor, y muchas otras cosas de la vida, de hacer eso que tanto me enseñó mi madre: poner siempre todo en los dos platitos de la balanza, y ver qué lado pesa más, aunque sea un ejercicio que haya que hacer todos los días. Si el amor todavía está vivo, si todavía vale la vida y alguna pena, si todavía merece nuestro tiempo, habrá sin dudas un lado de la balanza que pesará mucho más que el otro.
Pero el amor no es tan sencillo. Sí es fácil enamorarse, salir a bailar, tomarse unas cervezas, ir a caminar por la rambla, mirar juntos una serie y hasta puede ser fácil ir a los eventos familiares del otro. El amor va más allá de eso. El amor se construye, todos los días; incluso, el amor se construye cuando entendemos que el otro está demasiado abatido como para levantarse, y lo único que necesita es un abrazo en silencio.
Por esa razón, a G. y a M. les deseo un amor que siempre tenga la fuerza necesaria como para acordarse de la balanza y poner todo en los platitos, lo bueno, y lo malo. Que discutan, sí, porque uno demora mucho en vestirse o porque el otro siempre está apurado, y que también sepan seguir siendo genuinos, fieles a sí mismos y distintos entre sí.
Pero que siempre, al final del día, se puedan mirar a los ojos y sentir con certeza que se vuelven a elegir porque así lo quieren, que se vuelven a elegir porque quiere elegirse entre todas las personas del mundo, y que se vuelven a elegir porque sienten cómo en su corazón, más allá de todo, hay un lado de la balanza que sigue pesando más que el otro.
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Después de los abrazos, las lágrimas, los aplausos y el emotivo final de la ceremonia, todos fuimos a acomodarnos en las mesas que teníamos asignadas. 
Me saqué el saco, lo colgué en el respaldo de la silla y me senté. Miré a mi alrededor y observé los rostros de todos, emocionados y sonrientes. A mi derecha estaba mi novia, más allá mi hermana y su novio, y a mi izquierda estaban mi padre y los padres del mejor amigo de mi primo. Miré hacia el frente y me encontré con una silla vacía. Me quedé mirándola unos segundos y después volví a mirarlos a todos para ver si alguien notaba lo mismo que yo, y descubrí a mi hermana, mirándome con lágrimas en los ojos.
Volví a mirar la misma silla vacía. La miré, sin poder dejar de verla. La miré, y supe que aunque ella no estuviese, estaba.
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sociedadfire-blog · 4 years ago
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🔥LEE LA DESCRIPCIÓN🔥⁣⁣ _⁣⁣ 🥂Brindemos por esas cosas que suceden debajo de nuestras sábanas😈 y quedan sólo quedan en nuestra memoria.😏⁣ . ⁣ 🤔¿Podemos estar de acuerdo en lo siguiente con unanimidad? ⁣ .⁣ 😍¡Cualquier actividad que "involucre" sábanas es maravillosa! ⁣ . ⁣⁣ 😎Fijate bien en que momento las usas y te darás cuenta que siempre es en una actividad placentera...♥️⁣ . ⁣ 😜¿Lo ves? Estamos en lo correcto. ⁣ . ⁣ ☝️Ahora, para dejarte volando y pensativ@... 🤭Te apostamos lo que quieras a que mientras estabas leyendo los primeros párrafos se vino a tu mente una película de experiencias que has vivido debajo de las sábanas😅, SUPER HOT🔥 y quizás tierna en algunos casos.😊⁣ . ⁣ 😏Ahora, lo más probable es que tienes una sonrisa pícara en este momento. ⁣ .⁣ 😜Y no te estamos espiando, así que deja de pensarlo. ⁣ . ⁣ 🤭¿Acertamos? ⁣ . ⁣ 🤗Avisanos en los comentarios. ⁣ . ⁣ 🥰Te queremos, gracias por leernos y acompañarnos en nuestros pensamientos locos. ⁣ . ⁣ 🔥Sociedad fire⁣ _⁣ ✔️Déjanos tu opinión sobre este post y envíaselo a tus amistades para que sean parte de la comunidad. ⁣ . ⁣ 🧐Pregunta seria: ¿Se puede matar pasiones según el tipo de sábanas que tenga una persona? ⁣ . ⁣ ☝️Ejemplo: colores serios vs Bob esponja. ⁣ . ⁣ 💪A lo mejor ya sabemos la respuesta a esto pero igual queremos conocer tu opinión. 😅⁣ . ⁣ 🔔Recuerda activar las notificaciones para que no te pierdas nuestro contenido diario. ⁣⁣ _⁣⁣ 👉@sociedadfire ⁣⁣ 👉@sociedadfire ⁣⁣ 👉@sociedadfire⁣⁣ _⁣⁣ #relacionesgoals #couplegoals #pensamientohot #todofluye #amorypaz #pervertido #parejasexitosas #comunidadfire #fireheads #emocionespositivas #amordelbueno #poesiasexual #motivacion #refugiomental #sentimientosescritos #comunidadactiva #dejalofluir #tmblr #pnl #apoyototal #lectura #santiagodechile #cambiatumente #respira #metas #apoyo #goodvibes (en Santiago, Chile) https://www.instagram.com/p/CB6j1T7nZ1f/?igshid=1m57kcvptyeef
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lacosanostra-rpg · 7 years ago
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Guys, quiero reservar a Jim Sturgess como civil. Mañana mando audicion y cuenta, aunque esta ya la tengo creada.
Dale! Queda reservado para vos, cualquier cosa si no llegas a mandar la audición mañana avisanos y te damos mas tiempo :) 
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-Escobar
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eagomezg · 7 years ago
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Procesos de Subjetivación Política en el Espacio Virtual.
Decidí generar un nuevo proyecto que consiste en crear cuentas de falsas de Facebook con fotos de perfil y portada intervenidas con código QR con el propósito de solicitar amistad a sus cuentas originales y cuestionar sus construcciones de sí mismos a través de la plataforma virtual. Dentro del código QR se incluye además de otra imagen intervenida, un link donde el sujeto seleccionado tendrá la oportunidad de retroalimentar cualquier cosa que surja de esta intervención.
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1.    Se seleccionó usuarios de Facebook que tengo de amigos en mi cuenta para acceder a su información. El proceso de selección se limitó a personas que tengó de amigos para poder acceder a toda la información que pudiesen mantener privada a personas que no acepten como amigos. Se cuidó que dichas personas no se conociesen entre sí para tratar de evitar que se contacten entre ellas al momento de intervenir con sus perfiles.
2.    Por la complejidad, se tuvo que reducir el número de personas seleccionadas a solo 5 de las 10 que pensé inicialmente hacer. (Verdes cuentas seleccionadas, rojas cuentas rechazadas).                                            
3.    Una vez seleccionadas, fue necesario crear cuentas falsas tanto de Hotmail como de Gmail.
4.    Una vez teniendo las cuentas abiertas de correo electrónico, se creó una cuenta de Facebook a cada uno.
5.    Se procuró que cada cuenta tuviera la fecha de nacimiento del original (en caso de que no estuviera esa información, la inventaba), los nombres estuvieran escritos de la misma manera y fueran las mismas fotos de perfil y portada con excepción de la ausencia de sujeto y presencia de código QR semejante al de “Metáforas Virtuales de Mi Proceso del Yo”.
6.    Detrás de cada código QR, al momento de escanearse te lleva a imágenes donde encuentras al sujeto ausente. Alrededor de este, aparece información que el sujeto del perfil original colocó en la información que proporcionas a Facebook como: estudios, trabajo, citas con las que se identifican, películas favoritas, género, relación sentimental, familia, etc.
7.    Al mismo tiempo les incluí un link para una cuenta de Curious Cat, una aplicación que permite que me envíen comentarios o preguntas anónimas y yo pueda responderlas, con la idea de que las personas que seleccione tengan oportunidad de responderme.
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8.    Procuré al mismo tiempo que todas las cuentas falsas fueran amigas entre sí y fueran públicas. Cuando se accede a una de ellas puedes ver que sus únicos amigos son cuentas similares con fotos de perfil intervenidas.
9.    Para evitar que pensaran que mis cuentas eran falsas o producto de un virus, agregue el factor “humano” al escribir en la descripción de perfil y un estado fragmentos de mi diario virtual que pensé que podrían funcionar para validar que no fue falso y al mismo tiempo que invite a la reflexión.
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10.  Por último, la forma en que estas cuentas salían al exterior es únicamente enviando una solicitud de amistad desde cada perfil falso a sus cuentas originales respectivamente.
La respuesta al mandar las solicitudes de amistad a los perfiles originales fue casi inmediata. De mandar un mensaje a las casi 1 de la mañana de un 1ero de Mayo de 2017, para las 8:00 de la mañana del mismo día casi todos ya habían sido denunciados por sus dueños.
Varias cosas me llamaron la atención con respecto a aquellos que me denunciaron. Primero que nada, el hecho de que denunciaran un perfil que básicamente ellos construyeron. En mi intervención yo solo copié el perfil que tenían ellos mismos y moví un poco la información. Especulando un poco, esto me hace que pensar que el miedo de alguien intentando suplir su identidad o demostrar que su subjetividad es inestable y basada en construcciones es igual de terrorífico que en el mundo real.
Llegue a confrontar a uno de los chicos que denunció su propio perfil, Cesar Álvarez Ibarra. Esta fue su respuesta:
“Cuando vi el código a escanear pensé que habían nudes o fotos filtradas mías o de mi familia. Pensé en el peor de los escenarios. Pensé que, si alguien me llegó a hackear y se metió con mis cosas, me hubiera dado mucha pena que pudo haber puesto ahí y por eso no quería ni escanearlo. Si vi su estatus. Cuando lo leí pensé, ¡qué pedo! Si llegue a pensar que era un virus, pero el estado me hizo pensar que al menos tiene un mensaje filosófico. Aun así, no me podía quitar de la cabeza que era alguien que me quería joder. Si noté que todos sus amigos eran perfiles también iguales, pero no me detuve a verlos. Pensé, vergas, ¿qué es esto? Lo denuncié básicamente porque no quería que llegara a mis alumnos, familia amigos o alguien más. Decidí que si me llegó lo mejor que podía hacer era denunciarlo de una vez”.
Este fue el único que confronté y le admití la verdad después de todo. DE los otros 4 que también les hice un perfil falso, 2 me denunciaron, otro de ellos supe después que nunca lo vio, y la última (Almendra Isabel) no me denunció pero si me mando este mensaje lúdico dirigido a su propia cuenta falsa: (y no al Curious Cat)
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Mis objetivos realmente no fueron cumplidos por completo. Logré a través de la práctica creativa tener un mejor entendimiento del mi propio proceso y el proceso de otros de subjetivación a través del espacio virtual. Sin embargo, como objetos de reflexión para los dueños de los perfiles no sirvieron mucho hasta donde sé.
El proyecto no fue un fracaso al fin de cuentas. Todo lo contrario, me abre más dudas y posibilidades de reflexionar aún más a través de la práctica y teoría. Logre notar que cuando te denuncian por posible robo de identidad te cancelan la cuenta y se abre la siguiente página al ingresar:
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Al hacer click en el hipervínculo de “avisanos”, se abre lo siguiente:
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Facebook te da la oportunidad de argumentar si eres o no quien dices ser. Por si fuera poco, te da también la oportunidad de enviar documentos oficiales para que pasen a un proceso de comprobación de identidad donde se dictamina si la identidad coincide o no y; por ende, se decide si se libera o no la cuenta.
Este es un listado de los documentos oficiales que Facebook te da la oportunidad de mandar para comprobar tu identidad:
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Esta red social, la más usada en el mundo y en México tiene la capacidad de validar o no tu identidad en el espacio. Mi investigación no está terminada, solo me abre más puertas. Mi siguiente paso es claro: Tengo que investigar más. Tengo que seguir adelante con esto.
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lacosanostra-rpg · 7 years ago
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Holis, vengo a reservar a mi bebe Lauren Jauregui. (?)
Hi, la carita de Lauren queda reservada para vos. As always si la vas a hacer hija de alguna familia avisanos! Tenes 24h para mandar la audición, cualquier cosa nos decís y te damos mas tiempo.
-Escobar 
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lacosanostra-rpg · 7 years ago
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Hola, soy el anon que reservo a Jennie Kim, quisiera pedir más tiempo para mandar la audi si no es mucha molestia ¡Gacias!
Hola bby, dale te damos 24 horas mas. Cualquier cosa avisanos :)
-Escobar
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