#cielos viejos tiempos aquellos
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24/7
Cada domingo al despertar, lo primero que hago es preguntarme dónde estás.
Te vuelves malestar y confusa necesidad que no puedo ocultar, entre cobijas decido matar tu ausencia porque no la quiero aceptar.
Con el lunes llega la monotonía, la soledad al mediodía. Tu partida y las cosas que de ti creía, aquellas que le dan el gris a cada uno de mis días.
El martes es desprecio constante.
El causante de los pesares al echar de menos lo que éramos antes, que por ti me he perdido al encontrarnos ahora distantes, y no sé cómo lidiar con la tristeza y sus helados instantes.
A la llegada del miércoles, el sinónimo de mediocridad cobra sentido en verdad.
Me consume la ansiedad y la falta de claridad, para poder aceptar que solo fuiste fugaz.
Amargura total por intentar disfrazar de eternidad lo que solo fue casualidad.
El dolor del jueves es sutil, me aísla del drama por no tenerte aquí.
A las ansias por ti les veo un fin y mi yo más cuerdo piensa que es mejor no volver a saber de ti.
Decido borrar tu nombre escrito en carmín, mi obsesión febril, el olor a agrio jazmín.
Pero con el primer segundo del viernes ya he vuelto a quererte, soy un ejemplo claro de ridiculez a la espera de un poco de suerte. La estupidez que piensa que aún me quieres, y mi yo codependiente pensando que sí vienes.
El sábado soy todo aquello que no quieres cerca pero sí lejos.
Viejos besos y crudos complejos, lo añejo de mis miedos.
Con pies descalzos tanteo el terreno entre tu cielo y mi desvelo.
Ruego encontrar un texto con el "hola" que me sirva de anzuelo y así correr a tu encuentro, aún sabiendo que el tiempo será pasajero y solo te vuelves veneno.
Con el vaso lleno en mano, de tu vacío me dreno, desordeno mi yo más enfermo, y no freno hasta sentir que ardo en queroseno.
Me pierdo en necio anhelo por consuelo ajeno.
Y así, el ciclo se repite sin final.
Cada domingo al despertar, lo primero qué hago es preguntarme dónde estás.
Coldissweet
#coldissweet#notas#citas#frases#escritos#caostalgia#textos#pensamientos#amor#tristeza#desamor#marzo2023#escritos de una mente en insomnio#BM
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¿QUIÉN SE VA A QUEDAR? ¿QUIÉN SE VA A IR?
En la escuela de la vida, este es un mundo de pruebas y redención, que está llegando a su fin
No estoy hablando del fin del mundo como muchos esperan, no es el fin de la raza humana en el planeta Tierra como muchos dicen, es el fin de los viejos tiempos, para el comienzo de una nueva era, donde muchos son llamados y pocos son elegidos, para ser parte de una evolución humana y una transición planetaria anunciada por largo tiempo, "La Tierra Prometida" no se trata de otro planeta, sino de un planeta limpio sin contaminación, un cielo nuevo y una Tierra purificada, una nueva conciencia en una dimensión superior a la actual, para todos aquellos que sufren las pruebas y forma
ganadores.
Se ha hablado de todas las maneras, a través de tiempos, por todas las razas, en sus creencias y religiones, en los cuatro rincones del mundo, en templos, al aire libre, en todos los idiomas, en cada dialecto, pero parece que lo que se dijo para traer conocimiento ha traído más confusión y poca comprensión, cuanto mas urge el tiempo, y las señales de los tiempos anuncian la llegada de un nuevo tiempo para la realización de un gran evento para un gran cambio, muchos lo llaman "la venida de Cristo" otros lo entienden como "transicion planetaria" no importa como lo llames, independientemente de lo que te llames de su comprensión, este gran evento va a suceder, pero antes de que eso suceda habrá una última señal, que llamamos “El Gran Despertar Espiritual” mejor conocido en el medio espiritualista con el gran despertar masivo, para los religiosos se anuncia en la biblia como “La Gran Tribulación” esto va a suceder porque muchos se han negado a pasar por su despertar espiritual a través del amor, y usted eligió estar despertando a través del llamado del Alma que la Biblia llama "veniendo a través del dolor" porque usted no tendrá comprensión de lo que está sucediendo en el momento oportuno de el gran despertar.
El consejo que doy a todos los que han llegado a este llamado, es que independientemente de su creencia o religión, vuelvas dentro de ti, y simplemente ser humano, para ser capaz de encontrar su conciencia crítica, su esencia divina y redimir sus plenos poderes y su soberanía divina intacta dentro de ti usted, si logra esta hazaña, su evolución está garantizada, porque nada desde fuera puede ayudarnos a dar el gran salto cuántico de nuestra evolución, el pasaporte a una nueva conciencia en su ascensión a la transición planetaria, porque este es un proceso individual y crucial para determinar su distinción en este evento.
#evoluçãohumana #transiçãoPlanetária
en amor Ángel
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Era un gato viejo y negro, que tenía algunos años viviendo en ese cementerio, conocía todas las tumbas y con gran orgullo podía decir que ya había dormido varias siestas en muchas de ellas. Pero hubo un día en que el viejo minino contempló un extraño suceso, había un fantasma sentado encima de una de las lapidas de aquel cementerio. El gato contempló al fantasma, pero el fantasma sólo contemplaba el cielo. Fueron varios los días y las semanas en las que el fantasma se la pasaba sentado viendo al firmamento, ya fuera de noche o en un día muy nublado. El viejo gato también buscaba en el cielo aquello que con tanta fascinación tenía embobado al fantasma, pero el gato nunca logró encontrar nada que fuera peculiar para sus gatunos ojos. Pasaron uno y dos años, tres y cuatro más… y el gato se volvió más lento y dormilón. El fantasma en cambio seguía como estaba y donde estaba, con la cabeza apuntando hacia el cielo y sentado encima de aquella tumba. Un cierto día en que hacía mucho frío y mucha neblina, el gato sintió sus huesos congelados, también cansados, caminaba lento y tenía mucho mucho sueño, tanto como no había tenido en toda su vida. Decidió que tomaría una siesta, llego a una tumba, dio un par de vueltas en círculo y cayó rendido. El gato comenzó a temblar y se dio cuenta que no se despertaría mas, abrió por última vez sus ojos y miró con asombro que la tumba que había escogido para tener su última siesta era la de aquel fantasma que ya no seguía viendo el cielo, ahora lo veía a él. El fantasma entonces extendió una de sus manos y acarició al gato y el gato dejó de temblar, ya no tuvo frió. Ese día nublado se escuchó algo en aquel cementerio y si hubiera habido alguien más a parte de los muertos lo hubiera escuchado con facilidad. "Te esperé durante mucho tiempo mi despistado y dormilón minino"
Autor desconocido.
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Fue triste decirme adiós, sabiendo que ya no será más un «hasta luego». Fue duro dedicarme la última canción.
Años han pasado y aún permaneces estancada; tus amigos te aconsejan que tires para adelante, que debes superarme y continuar con tu vida.
Pero cada vez que piensas en mí te ahogas en el océano de la memoria, recordando cuando reposabas tu cabeza sobre mi pecho mientras mis dedos acariciaban tu cabello y mis labios te llenaban de besos.
Sé que me guardarás en tu corazón, mencionarás mi nombre para que te persiga hasta perder la razón, como una melodía inolvidable. A veces, cuando lloras en tus noches de insomnio, escucho cuánto deseas estar muerta sólo para encontrarnos al otro lado y crear juntos un paraíso.
Oírte me desgarra. Me invade el impulso de pedirte que no te preocupes más por mí, que siempre y cuando te vea sonreír mi alma reposa en paz, que desde este desconocido pero apacible oasis te estoy cuidando y cuando te llegue la hora, te recibiré con brazos abiertos.
Y si rezas por mi descanso, entonces deja de culparte. Hiciste todo lo que pudiste, lo que tuviste entre manos. Te vestiste de negro para agradarme, poblaste el cielo de nubes brumosas, apagaste los soles en oscuros azules y escondiste las lunas para que te ajustaras al estado de ánimo de mi alma nocturna, te transformaste en una belleza negra para que más me gustaras y encontrara el sentido de la vida.
Sin embargo, todo estaba perdido para mí, nada iba a salvarme, por lo tanto, lamento haberte arrojado a la oscuridad cuando irradiabas aquel brillo especial que tanto te caracterizaba.
Siento haberme ido. Siento no haber ganado esta guerra conmigo mismo. Siento que la contienda te haya destruido; no debías formar parte del daño colateral.
Siento que ahora tengas que evocar los hermosos momentos que vivimos y escuchar las canciones que nos dedicamos para que no me pierdas completamente, aunque aquello implique perderte.
En días como estos, pones en repetición la misma lista de reproducciones, lees los poemas que alguna vez te escribí, repasas nuestros mensajes, abres nuestros álbumes y reproduces los viejos vídeos que por diversión grabamos, te preguntas qué pudiste haber hecho mejor, dudas sobre tus esfuerzos, si ofreciste lo suficiente, para abrazar fuertemente mi memoria para no dejar ir lo único que te queda de mí.
Lamento que tu corazón retenga un fantasma.
Quiero que tu mente deje de pensar que regresaré, que tu mascota evite esperarme mirando horas y horas la puerta, que tu imaginación pare de soñarme o que tus venas no naden más en una ola blanca.
Ojalá llegue el día en que puedas pensar en mí sin derrumbarte, sin que tu labio inferior tiemble, ya que, por el momento, no puedes ni decir mi nombre sin que las lágrimas en tus ojos se acumulen. Por eso, mi deseo es que dejes de acabar con tu vida, aún estás a tiempo de tomar la decisión correcta para no caer en un hoyo del cual no encontrarás una salida.
No esperes más por mí, no volveré y te diré que todo está bien. Quiero que seas fuerte, afrontes mi partida, y sigas adelante cumpliendo tus metas en una larga y prospera vida. Porque fui miserablemente egoísta al haberte dado y arrebatado una dulce alegría.
Quiero que dejes de vivir en una pesadilla, que dejes de disculparte y degradarte, porque fuiste el único motivo por el cual seguí luchando contra mis demonios.
Yo, en cambio, espero que puedas perdonarme por no haber sido fuerte para quedarme a tu lado.
-Dark prince
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Nethrim es un continente milenario que se caracteriza por su riqueza en escenarios y recursos naturales que, gracias a sus habitantes, han podido mantenerse tan bastos como desde su surgimiento eras atrás. Se cuenta entre los sabios de Arcana que el continente de Nethrim en realidad flotaba en los cielos, y que su descenso a los océanos fue producto de la muerte del primer hechicero supremo. Leyendas, mitos, cuentos, historias infinitas las que se cuentan, pero la verdad absoluta permanece incierta.
Entre valles y montañas, actualmente divididos por apenas un par de riscos y un largo puente, Arcana y Nocturne alguna vez se vieron unificadas bajo la jurisdicción del Alto Círculo de Hechiceros que brindaron paz a ambos reinos. Sin embargo, tras la muerte del Hechicero Supremo, las divisiones fueron claras, imposible recuperar los lazos que antaño parecían inquebrantables.
O bueno, eso dicen algunas historias, pues actualmente las rencillas se han olvidado con los años, sólo manteniéndose las disputas gracias a prejuicios y viejos rencores que han pasado entre generaciones hasta la época actual.
Ambos reinos se han mantenido fuertes, rodeados del misticismo que Nethrim desde su concepción acarrea, con más cercanía entre sus habitantes de la que se esperaría.
Arcana
El reino de los hechiceros, territorio donde la magia y las artes ocultas proliferan. Entre sus habitantes, sin embargo, figuran también humanos comunes y corrientes que viven su día a día como cualquier otro haría, adaptándose a la magia que les rodea. Arcana es una ciudad que combina distintos tipos de arquitectura, predominando el estilo gótico y barroco.
Es una ciudad cosmopolita donde reina el clima frío la mayor parte del año, así como también lluvias y torrentes, pero también con hermosos días soleados durante el verano, los que permiten visitar y pasar tiempos agradables en las playas cercanas. Hay pequeñas ciudades y pueblos esparcidos también a lo largo de todo el reino, cada una de ellas controlada por clanes que varían en fuerza y poder, pues es sabido que hay más discordia entre hechiceros de la que se pudiese esperar, todos ellos ansiosos de poder y reconocimiento.
En la ciudad capital se encuentra la Academia Aether, la máxima institución educativa que corre a cargo del Alto Círculo, hechiceros cuidadosamente seleccionados y entrenados para mantener la paz entre ambos reinos. En esta institución se entrena a todo habitante de este reino para convertirse en poderosos hechiceros, cazadores, brujas, pero también se les enseñan distintos oficios para que no exista desigualdad con aquellos que no han nacido con los dones necesarios para practicar la magia. Por supuesto, en la actualidad, ha dejado poco a poco esas costumbres para convertirse en una institución más inclusiva, conscientes de que no todos poseen las mismas habilidades.
Su director y actual hechicero supremo, regente de Arcana, aboga por hacer las paces con el reino Nocturne, pero muchos dudan incluso de su estabilidad mental como para sugerir tal blasfemia. Arraigados en su gran mayoría a las viejas costumbres, sólo quieren mantener las cosas tal como están.
Nocturne
Tiempo atrás asediada por la guerra, Nocturne pudo recuperarse tan rápido que parecía increíble. En contraposición a lo que representa Arcana, en este territorio la unidad es más fuerte de lo que jamás ha sido en otros lugares. Criaturas sobrenaturales coexisten entre sí, ignorando sus diferencias para sobreponerse a los peligros exteriores y las amenazas por la extinción.
Cuando los territorios se dividieron, en Nocturne se decidió que la unidad era mucho más fructífera, pues desde tiempos remotos distintas criaturas se habían unido para sobrevivir, incluso si entre ellas existían diferencias claras entre pensamientos o apariencias.
En Nocturne, aunque las lluvias también son algo común, lo es más el clima cálido la mayor parte del año, repleto también de manantiales y zonas fértiles donde las cosechas dan lo necesario para subsistir.
Rodeados también de cuerpos de agua que se formaron desde que Nethrim "descendió de los cielos" según las leyendas, seres de todo tipo han encontrado en ese territorio un lugar al que llamar hogar tras la terrible guerra que se desató generaciones atrás. En su mayoría de un estilo arquitectónico neoclásico y art decó, sus ciudades se caracterizan por la vida que las rodea, calles llenas de alegría y color, y los cielos despejados la mayor parte del año brindando un hermoso paisaje que disfrutar.
Aquí se encuentra el Instituto Nightshade cuya directora, y actual reina de Nocturne, dirige con mano de hierro, pero también con la justicia que requiere un país en el que cualquier diferencia sin resolver podría provocar una nueva guerra.
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—Era un gato viejo y negro, que tenía algunos años viviendo en ese cementerio, conocía todas las tumbas y con gran orgullo podía decir que ya había dormido varias siestas en muchas de ellas.
Pero hubo un día en que el viejo minino contempló un extraño suceso, había un fantasma sentado encima de una de las lapidas de aquel cementerio.
El gato contempló al fantasma, pero el fantasma sólo contemplaba el cielo.
Fueron varios los días y las semanas en las que el fantasma se la pasaba sentado viendo al firmamento, ya fuera de noche o en un día muy nublado. El viejo gato también buscaba en el cielo aquello que con tanta fascinación tenía embobado al fantasma, pero el gato nunca logró encontrar nada que fuera peculiar para sus gatunos ojos.
Pasaron uno y dos años, tres y cuatro más… y el gato se volvió más lento y dormilón. El fantasma en cambio seguía como estaba y donde estaba, con la cabeza apuntando hacia el cielo y sentado encima de aquella tumba.
Un cierto día en que hacía mucho frío y mucha neblina, el gato sintió sus huesos congelados, también cansados, caminaba lento y tenía mucho mucho sueño, tanto como no había tenido en toda su vida. Decidió que tomaría una siesta, llego a una tumba, dio un par de vueltas en círculo y cayó rendido. El gato comenzó a temblar y se dio cuenta que no se despertaría mas, abrió por última vez sus ojos y miró con asombro que la tumba que había escogido para tener su última siesta era la de aquel fantasma que ya no seguía viendo el cielo, ahora lo veía a él. El fantasma entonces extendió una de sus manos y acarició al gato y el gato dejó de temblar, ya no tuvo frío.
Ese día nublado se escuchó algo en aquel cementerio y si hubiera habido alguien más a parte de los muertos lo hubiera escuchado con facilidad.
"Te esperé durante mucho tiempo mi despistado y dormilón minino".
FIN.
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UN REZO EN LA LOMA
Las ráfagas de oriente que dan forma al solitario cerro de Cocotitlán tornaban su grito de guerra en susurros al pasar por la calle Águila que, sólo por esos nueve días, se convirtió en la más larga y empinada. Los ocotes, todo lo contrario, sacudieron sus ramas más jóvenes durante todo aquel tiempo, gozosos de tanto rociar al cielo con la humedad que atesoran en sus troncos. Nosotros fuimos al cuarto día. Mi amiga de la adolescencia y yo.
Un cartel pegado en la puerta indicaba que la cita era al anochecer, pero llegamos cuando los últimos rayos del sol todavía doraban la pedacería de adobe sobreviviente en la fachada. Tanta era la luz del atardecer, que el grueso nudo de tela clavado en el marco de la entrada simplemente no podía devorarla toda: por breves instantes, su brillo imitaba al del plumaje de una parvada entera de zanates.
Mientras el sol terminaba su recorrido en el cielo, mi amiga y yo regresamos cuesta abajo para caminar las faldas de la misma loma que tantas veces sufrió nuestras torpes y bruscas pisadas; cuando nos la pasábamos borrachos de tanta adolescencia y el elixir de sus magueyes atizaba nuestra inflamable juventud. Conforme recorrimos algunas calles, el tañido de las campanas de la iglesia que hacía eco desde otras eras iba y venía entre el ruido de ferias pasadas y canciones que nuestros pies reconocieron pronto. Voces de faunos y ninfas volvieron a habitar nuestras gargantas durante todo el trayecto y los buenos recuerdos nos provocaron un par de risas que más bien sonaron a suspiros, aunque el amargo y denso viento que se instaló en Cocotitlán durante aquellos nueve atardeceres se nos coló por entre los dientes, dejándonos una profunda tristeza mezclada con la pena que acompañaba a nuestra visita.
No fue hasta que una procesión de rebozos y suéteres negros hizo vibrar la tierra en su escalada por la ladera, que nos acordamos de revisar el horizonte, donde la primera estrella del anochecer derramaba los delgados chorros de luz producto de su escandaloso llanto.
El hogar de Doña Luisa nos abrió las puertas. Las docenas de sillas dispersas por todo el amplio patio, que estaba cercado por una selva ornamental, poco a poco fueron siendo ocupadas; todas miraban hacia un pequeño cuarto, el de la puerta más estrecha en toda la casa.
Al fondo, frente al gran muro rojo granada: la cruz de cal en medio de una pradera de flores blancas.
Por la puerta que enmarcaba al complejo altar se asomaban los tobillos y pies de Doña Luisa, enfundados en su calzado de cuero negro, por uno de los costados del marco de madera. En sus empeines y calcetas de lana color marrón, algo del blanco mineral removido por 4 días se hacía notar. Era la única allí dentro. Era lo único que se alcanzaba a ver de ella; no importaba el ángulo desde donde se le quisiera observar.
Silencio. Y en una esquina, terminando de desplegar la última silla de la última hilera, nuestro querido amigo.
No nos apresuramos a saludarlo y esperamos pacientemente a que levantara la mirada. En el novenario, la prisa no tenía lugar. Cuando por fin puso sus ojos en nosotros, esbozó una ligera y finísima sonrisa. La tibieza de nuestro abrazo lo dijo todo. Nos dio las gracias por haber acudido al tiempo que se lamía inútilmente la resequedad de los labios; su lengua estaba igual de sedienta y agrietada. Por suerte, su hermana mayor estaba atenta a su inquietud y aprovechó para acercarle una taza del té que se repartiría más tarde entre los asistentes. Al entregársela, lo miró con cariño. Nosotros insistimos en que esperaríamos hasta el final. Nuestro amigo bebió, miró los zapatos de su abuela y luego nos volteó a ver: la sincronía de nuestros suspiros nos envolvió en una silenciosa humareda, interrumpida solamente por una pequeña que llegó a abrazarse de la pierna derecha de nuestro viejo camarada. Fue entonces que lo reconocí en el rostro de su hija de 3 años, los mismos que llevábamos sin vernos, y cuando busqué la mirada de mi amiga para adivinar si compartíamos la sorpresa, ésta me respondió con el brillo de las lágrimas que se acumularon en la superficie de sus ojos, porque, simplemente y de tanto gusto, no encontraban la forma de arrojarse al vacío. Agobiada de la dulzura que provocó en nosotros, y de carácter sulfurante como el de su padre, la niña corrió a refugiarse de nuestras risas apenas audibles, no sin antes exigir un fuerte abrazo que la ocultara de nuestras miradas curiosas. Mi amigo siempre fue una persona ejemplar.
La llegada del cura nos invitó a sentarnos para dar inicio oficial al rezo.
Todos nos unimos en una sola voz.
Creencias aparte y la tradición de por medio, nos entregamos en cada frase pronunciada durante el ritual, convencidos del poder de la palabra.
En lo personal, me aproveché de la flexibilidad que adquirió el denso tiempo de aquella velada para detenerme a pensar con calma en cada verso.
Todos se levantaron cuando el cura aclaró que sólo los impedidos tenían permiso de seguir sentados; incluso aquellos que dependían de sus macizos bastones de madera de pirul y ése que, por alguna brecha mal librada en la vida, llevaba una pierna enyesada y muletas, rezaron de pie.
Pedimos por el eterno descanso de la madre de mi amigo y agradecimos porque el sufrimiento de este mundo había cesado para ella, la hija de Doña Luisa.
Bertha se había despedido del cerro famoso por sus generosas milpas dejándole algo de su carácter a Esther, su nieta; además de un padre amoroso y gentil.
Al terminar el rezo, bebimos café y fumamos, mientras los niños aprovechaban la huida de las personas, el laberinto de sillas y las volutas de humo de nuestros tabacos encendidos para jugar a esconderse. Mi amigo exhalaba el producto de su combustión con los ojos cerrados, hacia el cielo, y yo le sacaba la última bocanada de sabor amargo-caliente a mi cigarro mientras veía a Esther entrando al cuarto donde estaba la cruz de cal para ver a Doña Luisa, cuyo pie seguía asomándose por el mismo lado del marco de la puerta, en la misma posición; sólamente con un poco de más cal espolvoreada encima.
A mi amigo se le dibujó una sonrisa en el rostro cuando la mano de su abuela apareció por un costado del marco de la puerta y le revolvió el cabello a Esther.
Mi amiga y yo partimos tranquilos después de haber recordado los inviernos de nuestra adolescencia, cuando nuestro eterno compañero labraba la tierra con su padre previo a cada nueva siembra: él conoce bien el ciclo natural de nuestra tierra gracias al maíz que cosechó para que su madre pusiera a hervir. También recordamos, entre risas, aquella buena noche de día de muertos en la que nos invitó a celebrar al pueblo y nos propusimos no dormir hasta cazar 400 conejos vivos que dejaríamos libres al otro día, mientras embriagábamos con pulque y mezcal y rodábamos por las laderas del generoso monte.
Nos fuimos convencidos de que la verdadera vida eterna se hizo presente en la risa de los niños que se quedaron a jugar al final del rezo.
Me fui consciente de que la verdadera vida eterna se alcanza cuando se consigue habitar el presente a cabalidad.
En memoria de Doña Bertha.
Para mi amigo Fabián, su hija, Esther, y su abuela, Doña Luisa.
Y como forma de agradecimiento al noble y guerrero pueblo de Cocotitlán y todos sus habitantes, a quienes considero mis amigos, por el solo hecho de conocer a unos cuantos. Me consta, son de ley
Ahó.
INDALESIO.
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Del cuaderno... (VII)
MI SUEÑO DE NUEVA ZELANDA
Anoche tuve un sueño extraordinario, en el que me veía teletransportado a una fantástica Nueva Zelanda. Fastuosos paisajes románticos, al estilo de los lienzos de Caspar David Friedrich, se extendían de pronto ante mí. Majestuosos picos montañosos coronaban los confines; cinemascópicas dehesas se perdían en el horizonte. De los vastos ámbitos surgían ingentes estructuras arquitectónicas que semejaban cruces entre las edificaciones del Antiguo Egipto y los imponentes zigurats amerindios de los que en mi infancia daban gráfica y espléndida noticia, en sus láminas reproducidas en esplendorosa cuatricromía, las antiguas enciclopedias. Inmensos territorios, habitados por el éter, se perdían en verdes lejanías inconmensurables, y yo los contemplaba, a vertiginosa vista de pájaro, alfombrando la superficie de la tierra a mis pies.
Imagen espacial de Nueva Zelanda, tomada por la NASA en octubre de 2002
El sueño no era solo fantástico, sino totalmente imaginario, pues no he estado nunca en esas fabulosas antípodas (si atravesáramos un globo terráqueo con una aguja de hacer calceta, Nueva Zelanda se situaría en la punta de la varilla, y España en su extremo opuesto). Me sentía, en cualquier caso, alzado a las alturas de lo sublime, en alas de un baudelaireano Ideal, cuyo registro consciente podría ser el poema «Elevación», de Las flores del mal, del que recientemente hice una tentativa de versión española (antes de concluir que la del poeta Antonio Martínez Sarrión era perfecta, y que podía ahorrarme ese trabajo). Surcando aquellos espacios infinitos, de la mano de un cicerone que tal vez fuera Berlioz, o Armando Palacio Valdés (las extrañísimas circunstancias de los sueños, como ya sabemos, no tienen lógico parangón), yo me decía: «¡La cámara! ¡Se me ha olvidado la cámara! Bueno… Mañana tendré tiempo de sobra para sacar fotografías». Y aquí, muy de mañana, en la soledad sonora de mi despacho, dejo constancia escrita de algunas de esas imágenes, frescas todavía en el visor de mi memoria onírica inmediata.
Nuevo Mundo; Nuevas Iniciativas; Nuevos Periplos y Epopeyas. Junguianos augurios de gozo venidero e íntima gloria. Mágicas sincronías con el propio ser, en marcha.
ELEVACIÓN
Por encima de estanques, por encima de valles, De montañas y bosques, de mares y de nubes, Más allá de los soles, más allá de los éteres, Más allá del confín de estrelladas esferas,
Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad Y como un nadador que se extasía en las olas, Alegremente surcas la inmensidad profunda Con voluptuosidad indecible y viril.
Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas, Sube a purificarte al aire superior Y apura, como un noble y divino licor, La luz clara que inunda los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y los hondos pesares Que abruman con su peso la neblinosa vida, ¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!
Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras, Levantan hacia el cielo matutino su vuelo —¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo, La lengua de las flores y de las cosas mudas!
BAUDELAIRE Versión española de A. Martínez Sarrión
[04/02/24]
Les fleurs du mal, de Charles Baudelaire, en la edición de La Bonne Compagnie (París, 1943), ilustrada con litografías originales de Emilio Grau Sala
SIEMPRE EN DOMINGO
Muy agradable mañana —de once a dos y media— con mi amigo Rafael Sarmentero, por Conde Duque y Malasaña. En Conde Duque he esperado a Rafa en el Moderno, hojeando un ejemplar de bolsillo, tan viejo como yo, de la novela Las llaves del reino, de A. J. Cronin, autor que conozco pero no he leído. Se trataba de una añeja edición —de allá por 1962— del relato en cuestión, procedente originalmente de alguna biblioteca de colegio «internacional» de Madrid, que su anterior dueño había dejado en el Café de la plaza de Comendadoras, donde siempre hay una pequeña selección de libros y revistas de segunda mano a disposición de parroquianos ociosos.
Tras tomarnos un par de cafés con leche en el Moderno, Rafa y yo nos hemos ido paseando hasta el Pepe Botella, en la plaza del Dos de Mayo, y allí, en el umbroso y tranquilo espacio dispuesto a modo de reservado en el interior del vetusto local (en el lugar casi exacto en el que Thomas Canet me retrató magistralmente en 2007), nuestra charla ha continuado durante cerca de hora y media. Más tarde hemos subido caminando a la glorieta de Bilbao, y por la calle Fuencarral hasta Quevedo y Bravo Murillo. Me he despedido de Rafa en Cuatro Caminos, y regresado en metro a casa, haciendo trasbordo en Plaza Castilla.
Café Pepe Botella · Madrid, 4 de febrero de 2024
He llegado a mi domicilio con hambre de caballo, y disfrutado —¡siempre en domingo!— de un excelente arroz con pollo y suculentas especias. Hubiera correspondido siesta, porque hoy me he levantado a las seis de la mañana tras dormir tan solo cinco horas, pero si algo bueno tiene el ir cumpliendo años es que a uno no le hace falta tanto sueño como in illo tempore era el caso, de modo que me he pasado la tarde terminando de leer una breve biografía de Balzac, para luego emprender, sin solución de continuidad, los Contes drolatiques del maestro francés.
Y aquí estamos, devorando páginas todavía, y son ya las once menos veinte de la noche. ¡Ah! ¡Se lo he dicho a Rafa esta mañana! «A Dios o a los hados de nuestra elección demos gracias por el don de la lectura. Si no fuera por ella, quién sabe cómo soportaría uno la vida.» Lo cual es hipérbole de poeta, porque la vida es sagrada como el pan y es criminal desesperar de ella, pero toda hipérbole contiene su germen de verdad. Mejorando lo presente —lo digo curándome en salud, con un freudiano ojo puesto en Venus—, no conozco mayor ni más divino paliativo existencial que el de la lectura. Que no nos falte nunca.
[04/02/24]
ROGER WOLFE
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La historia de Lilith ..
Yo soy Lilith, la innombrable, la Shejinah, la primera
mujer de Adán. Soy mujer y soy demonio; el demonio
del deseo, la mujer que se introduce en los sueños
lúbricos, la de pubis de fuego; el demonio de la rebeldía,
la mujer insumisa; el demonio de la libertad, la
mujer nocturna de barro de la tierra; mis Lilim se han
mezclado con las hijas de Eva. Los vástagos de Adán
me niegan por que incapaz de reflejar mi imagen, soy
espejo de sus miedos.
Su mirada se perdió en la búsqueda; hubiera querido
traspasar montañas, atravesar vertientes, posarse
sobre las alas de un pájaro, como colibrí robar una gota
de miel de sus ojos. Sin embargo, la encontraba en un
recuerdo lejano, y ahora, en sus sueños. Cada día deseaba
permanecer dormido durante más tiempo para
gozar de sus visitas. ¿Sería éste un nuevo castigo? Soñarse
en aquellos brazos y al abrir los ojos, toparse
con la imagen gastada de la mujer con quien debía
permanecer hasta el fin de sus días. Ver ese abdomen
hinchado, los senos caídos, las canas; respirar ese olor
agrio, olor viejo. Él la amó, ¿la amó?; no recordaba,
había pasado mucho tiempo...
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Dijo;
“Sea la luz”. Y la luz fue; la separó de las tinieblas, hizo
el día y la noche. Apartó las aguas; hizo que surgieran
cielos, tierra y mares. Hizo florecer el verde, crecieron
los árboles y dieron frutos. El sol y la luna aparecieron
por su voluntad, alumbraron el día y la noche. Las
aguas produjeron vida; los cielos se poblaron de aves;
animales de variadas especies caminaron por la tierra.
Durante el sexto día decidió crear al género humano.
Tomó polvo y la tierra, los amasó y dio forma a un
cuerpo masculino. Al mirarlo se vio reflejado; sin embargo,
era un Él incompleto. De nuevo recogió tierra
debajo de un olivo y polvo del desierto, los unió y modeló
a la primera mujer. Al verlos, supo que juntos reproducían
mejor su imagen. Sopló sobre ellos y les infundió
vida. Los llamó Adán, que quería decir tierra,
y Lilith, viento; esos elementos fusionados les habían
dado origen. Les dio el poder de la palabra para que
nombraran el universo. Les confió Su Gran Nombre y
los bendijo para que viento y tierra multiplicaran su
especie...
Hombre y mujer se miraron deslumbrados; no sabían
hacía dónde dirigir la vista, si al cielo brillante,
al verdor que los rodeaba, o a sus propios cuerpos, al
cuerpo del otro o a Él, quien con una sonrisa se alejaba;
debía descansar. Un mareo intenso de colores, olores
y sonidos contrastaba con la leve brisa que acariciándolos
les revolvía los cabellos. Lilith, piel verde olivo,
negra guedeja, iris dorados. Adán, color arena, ébano
en los ojos, rizos de madera de cedro. Frente a frente,
comenzaron a explorar ese mundo nuevo que se les
acababa de reglar y a cumplir con su única misión, poblarlo.
Aprendieron a escuchar la voz del otro, oler las
fragancias ajenas, tocar suavidades y asperezas, degustar
néctares de piel. Adán y Lilith se conocieron.
Durante los encuentros ambos experimentaron la
revelación de esa Presencia Creadora que llevaban
dentro. Juntos rodaron por los pastos del paraíso;
Adán siempre quedaba sobre ella, aplastándola. Lilith
intentaba invertir las posición pero él la inmovilizaba.
Se le fue agotando el asombro, el peso del hombre era
asfixiante. Levantó la vista, encontró una faz sonriente
y satisfecha; sin embargo, ella se sentía atrapada en
una rendija del Edén. Deseó tener alas, correr como
antílope, rasgar cual pantera. Miró de nuevo hacia
Adán y suspiró. Intuyó que debía haber otras maneras
de unir esos maravillosos cuerpos nuevos. Le propuso
al hombre un cambio; él se negó.
—Tú debes ir debajo —le dijo; mira a tu señor hacia
lo alto, a tu señor hacia lo alto, con respeto.
—Mi señor es Elohim, no tú —respondió Lilith—;
nosotros fuimos hechos del mismo material, bien podría
yo estar sobre ti.
—¿No ves acaso la diferencia? —dijo Adán.
—Somos distintos pero iguales; Yahveh nos dio
vida juntos—dijo Lilith con mirada de águila.
—Mirame —dijo él—, soy como la luz del medio
día, tú como la sombra de la tarde, fuiste creada después
de mí, tu color lo dice.
—Todos los colores de la creación se concentran en
Adonai, Él nos ama por igual a ambos—lo retó.
El hombre enronqueció, era más alto, más musculoso;
podría someterla.
—Me debes obediencia mujer—le dijo tomándola dela
muñeca con una mano de tronco.
—Mientes. Adonai, Elohim, Yahveh ¿dónde estás?
Quiero saber si este hombre habla con verdad —
suplicó.
—¿Quién eres tú para interrogar al Creador? Si Él
así lo hubiera querido te habría hecho más grande que
yo, pero mira, con una sola mano puedo hacer que te
postres ante mí —la increpó el hombre mientras tiraba
de su brazo.
—Solamente me postraré antes Yahveh —respondió
Lilith; las piernas le temblaban por el esfuerzo,
debía permanecer erguida.
A cada palabra pronunciada por Adán, sentía que
el jardín se encogía, los árboles la cercaban, cubrían la
luz; el vaho de los animales humedecía la piel, restringía
su más leve movimiento. Adán, violento, la tomó
por los hombros, quería tenderla una vez más. Ella
odió esas manos, espinos que le traspasaron la carne;
se resistió con la rigidez aprendida de las rocas, pero
un golpeteo que se le desbordaba en el pecho y una
lluvia de aguijones se clavó en su espalda; el espacio
se estrechó entre ambos.
—Adonai, Elohim, Yahveh ¿dónde estás? —gimió.
Sintió un tirón de cabellos, la proximidad de esa cara
sudorosa, de ese aliento que se mezclaba con el de
ella; quiso girarse para evadirlo pero él era más fuerte.
Miró llena de rabia los del hombre, respiró hondo
y pronunció el nombre secreto de Adonai: con sus
doce, treinta y dos y setenta y dos letras a la vez. Adán
retrocedió asustado. Ella había hecho uso del poder
del nombre secreto; había recitado las letras que ni
siquiera el detentador del Gran Nombre se atrevía a
formular.
Las palabras de Lilith liberaron los vientos, que se
reunieron azotando a su paso cuanto encontraban; llegaron
hasta posarse debajo de sus plantas y la levantaron
—La negra cabellera de la mujer se agitaban en
cien brazos; sus ojos dorados centelleaban sonrientes
ante la mirada pueril del hombre; por fin podía respirar
a sus anchas. El paraíso había resultado un sitio
demasiado angosto para dos iguales. Se podía quedar
Adán con sus animales y sus árboles; la creación era
vasta, ya encontraría ella dónde vivir. Remontó sobre
las praderas, se despidió de las cuatro vertientes del
río que fluía a través de Edén. Voló hacía oriente, la
luna menguante iluminó su camino. Sólo la intranquilizó
ese calor que subía desde la parte inferior de
su cuerpo; bajó la vista, su pubis se había convertido
en fuego ardiente. Así viento en brazos de los cientos
abandonó el paraíso.
Ella flotaba sobre las corrientes aéreas, con el halcón,
recibía las caricias heladas de los bóreas y alcanzaba
con una mirada los rincones de tierra y mar al
alejarse de aquella planicie llamada Edén.
Yo la había visto antes, en compañía de Adán.
Ambos fueron la creación última de Elohim, los había
hecho a su imagen. Sin embargo. El barro tiene
imperfecciones propias, y Yahveh quiso obligar a los
espíritus puros a rendirle homenaje al hombre recién
moldeado. Adán nos miraba desafiante, altivo, seguro
de que Adonai los amaba por encima de sus otras
creaturas. Muchos accedieron obedientes. Yo me negué.
¿Por qué habría de arrodillarme Samael ante este
ser de barro y aire?
Ella era y no, la que había visto en el Edén. Coronada
por los céfiros que revolvían sus cabellos nocturnos;
cintura, pubis y piernas de fuego, incandescente.
Volaba hacia el Mar Rojo. Su parecido al Señor me inspiró
temor. Sentí que está otra mitad de la creatura sí
merecía mi homenaje. Me miró lenta, trató de recordar
mi nombre en vano, yo era un ángel caído. Suspiré a
su oído la pregunta. Sus ojos amarillos respondieron.
Decidí ofrecerle mi guarida. Jamás volvieron a verse
sobre Zmargad semejantes ráfagas de luz. Conocía a la
mujer Lilith sobre los vientos del Este que nos mecieron
durante siete días y siete noches. Estallábamos en giros
y vuelos circulares, provocábamos lluvias de estrellas,
simulábamos cometas. Nuestras cópulas iluminaron
las praderas y sus cavernas. Fuimos lunas carmesíes.
Samael había abrazado a la mujer viento y fuego.
—Señor, Lilith salió de Edén volando y yo estoy
solo. He intentado acoplarme con cabras de tersa piel,
bec3erras gordas y burras dóciles pero no se tienden.
Sin mujer no puedo acatar tu orden. Elohim, quiero que
vuelvas a Lilith para servirte y hablarte como es debido.
Yahveh miró que Adán se hallaba compungido y solitario.
Sintió pena por él. Llamó a Senóy, Sansenoy y
Semangedolf para que buscaran a Lilith y la invitaran
a regresar a Edén que era su lugar. El señor estaba dispuesto
a olvidar su huida.
Los ángeles la encontraron en las cavernas. Repitieron
las palabras de Adonai y la conminaron a volver
con Adán. Ella se rehusó; no quería volver a ver al
hombre, no quería someterse a él.
—No puedo retornar, he roto el pacto, soy impura
para pisar los pastos del Edén, acaso no han mirado a
mis Lilim, ellas son mi descendencia, Zmargad es su
tierra, les pertenece, como les pertenezco yo ahora, no
quiero partir.
—No puedo negarte, Elohim te lo ordena—dijeron
los ángeles en trío.
—Adonai es dulce como las uvas pero Adán es una
raza que rasga y hace sangrar. Yo llamé a mi Señor y Él
no me escuchó. No quiero volver a Edén.
—Por tercera y última vez. ¡Lilith, regresa!
—¿Acaso no saben que Elohim me regaló también
la voluntad? Pues bien, hago uso de ella y me quedo
aquí—respondió Lilith airada.
—Si has decidió ser libre, deberás pagar las consecuencias
de tus actos; vivirás y conservarás en tu rostro
Su semejanza, por que Yahveh aún te ama, a pesar
de que abandonaste el paraíso— dijo Senoy.
—Pero no volverás a ver la faz de Dios por toda la
eternidad, no disfrutarás de la luz del día— condenó
Sansenoy.
—No tendrás siquiera el consuelo de mirarlo en tu propia
cara, no reflejarás tu imagen nunca más. Tu nombre
y tu faz se volverán en tu contra— declaró Semangelof.
Lilith sentía que millones de hormigas le caminaban
por el cuerpo, que la sangre la abandonaba. El fuego
hervía en sus entrañas.
—Adonai, Elohim, Yahveh, ¿dónde estás?— clamó
Lilith.
—Él nos envió para llevarte con Adán—contestaron
los tres.
—Adán es culpable de que Elohim me abandone,
él deberá pagar—rugió convertida en leona.
—No podrás tocarlo; ni a su descendencia una vez
que se haya celebrado el pacto con Jehová, ocho días
después del nacimiento; mientras tanto, nosotros lo
protegeremos—respondieron los ángeles.
—Ustedes podrán cuidarnos por siempre, en su
ausencia, en su descuido estaré yo —amenazó Lilith.
—Si lo intentas siquiera frente a nuestros nombres
morirán cientos de Lilim y te quedarás sola —sentenciaron
los tres.
—Sea—dijo Lilith—. Pero él pagará.
—repetiremos ante Elohim tus palabras —conestaron
Semangelof, Senoy y Sansenoy.
—¿A qué repetirle algo que sabe ya?—gritó la mujer.
Fuera, fuera de mi casa, de mis tierras, vayan a
Edén a proteger al hombre.
Volaron los ángeles preocupados por ese don que
Dios había otorgado a estos seres corpóreos; al albedrío
podría convertir a esas nuevas creaturas en perpetuos
proscritos.
Lilith bajó la cabeza para contener las cascadas de
agua salada que brotaban de sus ojos. Esa noche, el
Mar Rojo se desbordó mientras ella murmuraba:
—Elohim, Adonai, Yahveh ¿dónde estás?
Adán dormía plácidamente confiado en Yahveh. Elohim
se le acercó sin hacer ruido, acarició sus rizos y lo
sumió en un sueño más profundo aún. Le extrajo la
quinta costilla, el barro no había fraguado del todo y
era maleable. Las hábiles manos de Dios modelaron a
una mujer más parecida al hombre que a Él mismo.
Le dio una alma inmortal y la libertad. La aderezó
con una tiara de flores y la llmó Eva, que quiere decir
en lenguaje humano fertilidad. Despertó al hombre y
le acercó la nueva mujer diciéndole:
—Esta es Eva, tu compañera
Juntos alimentábamos una hoguera en la que Adán
tendría que caer. El hombre era un ser habitado por la
soberbia y Yahveh no parecía notarlo.
Pensábamos que si demostrábamos al Señor que
Adán podía volverse en su contra, Elohim sabría que
Lilith y yo habíamos actuado con justicia, nos perdonaría
y podríamos volver a gozar de su presencia. Lilith
insistía en la sabiduría absoluta del Creador; de
día que con sólo una mirada, Adonai comprendería
que había diso Adán quien se había interpuesto. Pero
ella no podía acercarse al paraíso, ya que cada una de
las puertas estaba custodiada. Por los ángeles enviados.
No obstante, yo sí lograría introducirme en Edén.
Después de todo, Senoy, Sansenoy y Semangelof eran
viejos conocidos. Yo sabría burlarlos. La soberbia de
Adán quedaría al descubierto.
Fue así que me introduje en la piel de la serpiente,
trepé en el árbol que se hallaba justo en el corazón
del huerto y me dispuse a esperara al hombre.
Eva era más curiosa que Adán; sus ojos, más nuevos
que los de él, se maravillaban tan a menudo de
la grandeza de la creación que se negaba a cerrarlos
aún por las noches, abstraída en las formas estelares,
en el caminar de los animales nocturnos, en el
roció del amanece sobre los pétalos de las flores. Ella
se acercaba más al árbol, lo rondaba extasiada. No
fue difícil convencerla de que se aproximara más.
Al verme preguntó:
—¿Quién eres tú que vives entre las ramas del árbol
prohibido?
—Me llaman veneno de Dios—contesté.
—¿Eres tal vez el guardián del árbol?
—No lo soy—respondí.
—Entonces, ¿por qué no mueres, si el creados nos
ha dicho que con solo tocar las hojas del árbol caeríamos
fulminados por su rayo?
—Acércate, toca, verás que nada sucede—afirmé.
Eva apenas rozó las hojas y se escondió la mano, estupefacta
comprobó que seguía ilesa. Se le llenaron los
ojos de agua.
—¿Elohim... mintió?
—Para Yahveh no es necesario que Adán y tú tengan
la ciencia de reconocer el bien frente al mal, los
quiere en la inocencia—sentencié.
—¿Por qué?
—Porque podrían enfrentarlo. Él no desea que dudes.
Ustedes tienen el don de elegir, podrían optar por
el mal—le dije.
—¿Cómo podríamos buscar el mal si estamos hechos
a su imagen y Él es todo bien?
—Adán está moldeado en barro y tu de su costilla;
no son si no arcilla débil y maleable a Sus designios
y así seguirán, a menos que conozcan el sabor de la
sabiduría—me burlé.
—Somos hombre y mujer, la creación última... casi
como Él.
—Casi... pero no del todo—respondí.
—Sí comemos de este árbol seremos además sabios
como Él. ¿cómo podríamos equivocarnos?
—Entonces prueba...—le tenté.
—¿Seríamos como dioses?
—Por así decirlo.
Alargó la mano, cortó un fruto y lo mordió. Sus
ojos adquirieron un brillo de hielo. Miraba a su alrededor
asustada. El velo de vello que la cubría
se desprendió. Había comprendido que la naturaleza
recién creada no era continuación de su piel.
Supo Eva que podría crear, modificar y destruir...
Apareció Adán que la buscaba. Antes de que ella pudiera
proferir palabra, él vio la fruta en su mano y la
increpó.
—¿Que hiciste Eva? ¿Cómo te atreviste a comer
del árbol? ¡Nada te ha sucedido!... Muéstrame
el fruto—Se lo arrancó de entre los dedos.
Eva se quedó muda, no podía explicarle con las
palabra para él conocidas. Solamente le dijo:
Sé cosas que ignoraba. Veo cosas que tú no ves...
—Mientras, tú provienes de mí. No puedes conocer
más que yo—respondió Adán.
—Aun así, sé. Adán, tengo miedo...
—¿Miedo? ¿Que es el miedo? Habla mujer. ¿Por
qué te mueves como las hojas del sauce al atardecer?
—Tiemblo porque tengo miedo y frío, estoy desnuda—respondió
Eva.
—¿Desnuda? ¿Qué dices?—preguntó mientras se
acercaba a ella con mirada de ocelote.
—El fruto del árbol otorga sabiduría, sé que estoy
desnuda. Yahveh lo sabrá también.
—¿Sabes tanto como Yahveh?
—Pregúntale a la víbora.
El hombre levantó la vista, me miró enredado en
el árbol. Mordió el fruto que tenía en la mano y dijo:
—Yo también quiero ser como Él...
Adán y Eva tejieron hojas de higuera para cubrir
su desnudez; desde que fueron creados nunca
había sentido necesidad de proteger sus cuerpos.
Al escuchar el murmullo de la presencia de Dios, corrieron
a ocultarse, habían desobedecido y dentían to-
das las piedras del paraíso sobre sus hombros. Yahveh
los llamó.
—Estamos desnudos—contestaron.
—Han comido del árbol prohibido. Adán ¿por qué
desobedecieron?—dijo Eliohino con vos de relámpago.
—Señor, la mujer que me diste por compañera
me dio del arbol y yo comí—respondió Adán
de inmediato. Elohim se dirigió entonces a Eva:
¿Qué has hecho?
—La serpiente me engañó—contestó asustada.
Entonces Yahveh miró a Samael y lo maldijo:
—Por cuanto esto hiciste, maldito serás entre
todas las bestias y entre todos los animales
del campo; sobre tu pecho andarás y polvo comerás
todos los días de tu vida. Samael, nadie puede
mostrarme el camino a seguir, Yo soy tu Señor.
Y volviéndose hacia el hombre y la mujer dijo:
—Deberán salir de Edén. No quiero que prueben
del árbol de la vida. Eva, tú sentirás que se te abre el
cuerpo al parir a tus hijos, obedecerás a tu hombre.
Adán, habrás de labrar la tierra, arrancarás espinas y
abrojos. Y volverán al polvo del que han sido formados
—musitpo con tristeza mientras se alejaba. Desde
hoy tendrán conciencia de su finitud, conocerán la
muerte, pretenderán evitarla en vano. Enterrarán a sus
muertos, inventarán rituales. De poco les servirá el conocimiento,
mientras más sabios, mas sufrirán por sus
perdidas, no podrán curar el dolor por que excederá
sus cuerpos. No encontrarán el sitio que punza. Ese
será su castigo.
Mandó que se les entregaran unas pieles de
animales para que se cubrieran y ordenó al ángel
de la llamada de las espadas remolineantes
que guardara la gran entrada del Edén.
Más allá de las tierras colindantes con el paraíso se
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Avui és 15 d'agost, recordo les festes del meu barri, Gràcia, de la plaça del diamant, dels envelats, dels balls i les llumetes, del teatre i de nosaltres.
1/2 La Plaza del Diamante
"Junts anirem a ballar el ram a la plaça del Diamant…"
1951."Y el olor del grano, y el de las patatas y el de la bombona de aguafuerte… El cuchillo tenía el mango de madera atravesado por tres clavitos con la cabeza aplastada para que nunca se pudiera separar de la hoja. Llevaba los zapatos en la mano y cuando hube salido al patio ajusté el balcón movida por una fuerza que me arrastraba, que no me venía ni de dentro ni de fuera, y apoyada en una columna para no caerme me puse los zapatos. Me pareció que oía el primer carro, lejos, todavía medio perdido no sé dónde, en medio de la noche que se acababa… Al albaricoquero se le movieron unas cuantas hojas llenas de luz de farol y unas alas de pájaro escaparon. Una ramita tembló. El cielo era azul oscuro, y sobre ese cielo, azul de tan alto, se recortaban los tejados de las dos casas de pisos del otro lado de la calle con las galerías encaradas. Me parecía que todo lo que hacía ya lo había hecho, sin que pudiese saber dónde ni cuándo, como si todo estuviese plantado y arraigado en un tiempo sin memoria… Y me toqué la cara y era mi cara con mi piel y con mi nariz y con la forma de mi mejilla, pero aunque era yo veía las cosas nubladas, pero no muertas: como si les hubiesen caído encima nubes y nubes de polvo… Volví hacia la izquierda, hacia la calle Mayor, antes de llegar al mercado y más debajo de la casa de las muñecas. Y cuando llegué a la calle Mayor anduve por la acera de baldosa en baldosa, hasta llegar a la piedra larga del bordillo, y allí me quedé tiesa como un palo por fuera, con todo un chorro de cosas que me subían del corazón a la cabeza. Pasó un tranvía, debía de ser el primero que había salido de las cocheras, un tranvía como siempre, como todos, descolorido y viejo… y aquel tranvía a lo mejor me había visto correr con el Quimet detrás, cuando salimos como ratas locas viniendo de la Plaza del Diamante. Y se me puso un nudo en la garganta, como un garbanzo clavado en la campanilla. Me vino el marco y cerré los ojos y el viento que hizo el tranvía me ayudó a seguir adelante como si me escapase de la vida. Y al primer paso que di todavía vi el tranvía dejándose ir y levantando chispas rojas y amarillas entre las ruedas y los raíles. Era como si fuese por encima del vacío, con los ojos sin ver, pensando a cada momento que me hundiría, y crucé la calle agarrando fuerte el cuchillo y sin ver las luces azules… Y al otro lado me volví y miré con los ojos y con el alma y me parecía que aquello no podía ser verdad. Había cruzado. Y me puse a andar por mi vida antigua hasta que llegué enfrente de la pared de casa, debajo del mirador… La puerta estaba cerrada. Miré hacia arriba y vi al Quimet que, en medio de un campo, cerca del mar, cuando yo estaba embarazada del Antoni, me daba una florecita azul y después se reía de mí. Quería subir arriba. hasta mi piso, hasta mi terrado, hasta las balanzas y tocarlas al pasar… Había entrado hacía muchos años por aquella puerta casada con el Quimet y había salido por ella para casarme con el Antoni y con los niños detrás. La calle era fea y la casa era fea y el empedrado sólo era bueno para los carros y los caballos. El farol estaba lejos y la puerta estaba oscura. Busqué el agujero que el Quimet había hecho en la puerta, encima de la cerradura, y lo encontré en seguida: tapado con corcho justo encima de la cerradura. Y empecé a sacar migas de corcho con la punta del cuchillo. Y el corcho saltaba desmigado. Y saqué todo el corcho y entonces me di cuenta de que no podría entrar. Con los dedos no podía coger la cuerda y sacarla afuera y tirar y abrir la puerta. Tendría que haber llevado un alambre para hacer de gancho. Y cuando iba a dar dos puñetazos en la puerta pensé que haría demasiado ruido y golpeé la pared y me hice mucho daño. Y me volví de espaldas a la puerta y descansé y tenía mucha madrugada dentro...
2/2 https://www.tumblr.com/quandmeme/725746222402617344/22-la-plaza-del-diamante-y-me-volv%C3%AD-a-girar-de?source=share
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LA MUERTE EN LA RELIGIÓN DEL PUEBLO YORUBA:
COSTUMBRES RITUALES
La muerte es algo triste en la tierra, pero los Yorubas tienen miedo a la muerte como un niño le teme a la oscuridad.
Los rezos están encaminado a que la persona no muera tempranop, es decir, en la fecha de otro.
La tranquilidad de las personas es que mueran bien o se vayan realizadas en la vida para que la gente pueda hacerles fiestas en sus entierros. Los Yorubas comnsideran la cultura del entierro como una costumbre muy importante.
Cuando sus ancianos mueren dejan descendientes. “cuando el platano muere deja descendientes”. No es malo que estos descendientes buesquen dinero prrestado ara hacer los rituales.
Aunque los yorubas temen a la muerte,. ellos creen que esta puede ser, a veces, puede ser favorable (caso de un enfermo que no rebasa su situación). Tomese en cuenta estos proverbios: “Si uno muere joven con sus propiedades es mejor que uno que llegue a ser muy anciano sin tener addie irànà (gallina que se usa en ceremonias fúnebres); “mejor la muerte a perder órganos por partes” (que no ve, después que no camina, etc).
Las costumbres de nuestros antepasados nos enseña claramente que la vida es llegar, tocar, tener y dejar. Tambien exite el nacer y el morir en todos los casos. No hay nadie eterno. Cualquier persona que vive tiene el peligro de la muerte cerca de él. Antes que nazcamos la humanidad disfruta sus vida. Y cuando nacemos disfrutamos la vida con ellos. Aunque no sabemos, la humanidad va a seguir disfrutando sus vida . Nuestros padres pueden que ya no vian y estén en el cielo. La muerte que un dia se los llevó nos va a llevar a nosotros también.
Por eso la humanidad no tiene todo el tiempo para vivir. La vida no depende de una sola época. Debido a esta razón, los Yorubas creen que todo aquellos que nacieron en la tierra tienen que morir y regresar al cielo. El día que nos tapan los ojos, es el dia que el gallo canta sin la vida de uno. Es el dia en que el dedo gordo del pie recibe algodón(cuando muere la persona ponen algodón en todos los orificios). Sus dientes ya no sirven. El diente que suele comer obi, se convierte en diente que come gusano. El diente que comen carne y se usa para romper el hueso ya no sirven. Los ojos solamente verán tierra.
Hay muchos orikis de nuestros ancestros para la muerte. Es la muerte que destruye la casa de paz. Es la muerte que lleva al babalawo como si no supiera ifa. Es iku que se lleva al medico como si no conociera de medicina. Es la muerte que se lleva a los jefes de los musulmanes como si no conociera a dios. Es iku el que se llevó a abili y abili se murió. Es la muerte que mata a abili y este se fue al cielo.
Ikú òjègè olonà
Agbapá l’owo adáhunse
Ò so babalawo d’ogberi
Igba ti o bá fà la- rin ka so lu ko
A pé ki tulu lo be ona wò
A ni ki onisegun
Lo gba owo idá oori mu
L’owo okunrin
TRADUCCION
El silencio de la muerte
es el dueño del camino
el que ayuda a matar
antes que legue el médico
el que converte al babalawo en alejo
cuando jala al caminate
y lo cuelga
el que se junta
para buscar el camino
para la persona
que se va a llevar
le dijo al médico
que agarre la punta
de la espada de mano
del hombre
Hay tres maneras en que podemos analizar a iku (la muerte) 1) oku, 2) ofó 3) akenu o abiku.
1.- Cuando la persona es muy anciana y no queremos que se muera. La muerte del anciano se convierte en felicidad y buena suerte. Nuestro deseo es que enterremos a nuestros seres queridos muy ancianos. En este caso es que llamamos oku arugbo (muerte de viejos). Para ello hacemos fiesta. Tambien se le llama eku aseinde (cuide su ausencia); eku orire (buena suerte). Asi saludamos a los descendientes del que se murió. Nosotros saludamos con buena suerte a un muerto que tiene hijos. Eku orire es la frase con que saludamos a los hijos de ese anciano fallecido.
La ceremonia de ese tipo de fallecido es con felicidad (baile, comida, fiesta). Más bien donde enterramos a esa persona cuando tiene hijos se hace gran fiesta. Si esta persona se murió en un lugar lejano de su casa, la gente debe traer su cuerpo a la casa antes de enterrarlo y ofrecer adie iraná para limpiar su camino hacia el cielo. Ese gallina se carga en frente de la persona que esta cargando el ataúd hasta que llega el cuerpo a la casa en donde se va a enterrar el muerto.
Ofò (muerte prematura). Es algo muy triste en la tierra. La muerte de un joven o una muchacha que tiene padre y madre vivos es a lo que se le llama ofò. Este fallecido, es de tirsteza y se saluda e kù idágìrì, e kù àtehinkú, a kú àyòlò, e kú gbigba ohun t’olorun wi e kú afuojuri o eku ofò. No es en ofò en donde los yorubas preparan comida. Cuando la gentes vienen a dar condolencias en la casa hay que comprar comida hecha para ellos (no preparadas). No es bueno para ellos poner ñame a cocinar y ponerse a chiflar (alegrarse). Cuando ocurre ese tipo de ocasión en el campo o fuera de donde vive la persona se entierra allí mismo. Tampoco se usa adie iranà. Solamente cuando los mayores ordenan que a fuerza deben traerse el cuerpo a la casa es cuando requeire adie iraná.
Ese tipo de muerto cuandos e trae se entierra en el patio trasero de la casa o en un liugar escondido y no se construye sus tumba como la de los ancianos. Ni los padres, ni hermanos de ese muerto van a donde lo entierran.
Abiku (muerte de un bebe que aun se carga). Se considera este tipo de muerte como akenú. Por esta razón, cuando ocurre este tipo de deceso, se saluda a la gente e ku akenú omo. Los yorubas consideran ese tipo de situación como de mucha tristeza. Más bien cuando los padres de ese bebe viven, se considera que esa agua se tiro pero no el guiro (contenbedor). Si no se rope el guiro, tiene oportunidades para acarrear otra agua. Aquí no se prepara comida. Los que vienen a dar condolencias no son muchos. Deben comprar comida hecha. En este caso no se requiere adie iraná. Si muere en el campo se entierra allí mismo. Solamente si la madre quiere que lo entierren en la casa de su esposo entonces tiene que llevarlo con el padre para evitar problemas, porque los yorubas dicen si algo va a perder debe ser en presencia de su dueño. Si ese bebe se muere en la casa, se lleva al campo o al patio trasero de la casa para enterrarlo.
El rezo que se dice es que dios provea otro hijo con larga vida y que dios haga rico al nuevo niño. Asi se saluda a los padres. La razón de que se reza así es que nuestros ancestros aceptan que existen algunos niños abiku o ayorunbo (el que nace, viene muere y se va). Damos gracias a la civilización actual que nos enseña que nadie debe llamarse abiku porque la enfermedad o falta de cuidado es quien mata a los omokekere cuando no nos damos cuenta a tiempo. Si cuidamos al niño no debe haber olowoma (viaja mucho del cielo a la tierra). Todo lo queparimos va a vivir. Eso es algo de cómo hacemos preparación para entierro.
ITUFO (ANUNCIO DE LA MUERTE DE ALGUIEN)
Dependiendo de cómo se murió (posición, edad) los familiares anuncian sus muerte. Si es alguien que no le importa a familiares, amigos o familiares lejanos su anuncio no es relevante. De ese tipo de persona se dice que se murió como una gallina (sin nadie).
El comportamiento de cada cual determina el ipo de anuncio de la muerte. Por ejemplo, los que mueren en la guerra, desaparecen, o que trabajaron brujería o magia negra tienen un proverbio: la muerte de un campesino es como la muerte de la rata chiquita, la muerte del brujero es como la muerte en guerra, la muerte de un chismoso es como tirar agua afuera de la casa. Podemos analizar los procedimientos de anuncios en cuatro formas:
1) anuncio de la muerte de un rey
2) anuncio de la muerte de un anciano
3) anuncio de la muerte de un joven.
4) Anuncio de la muerte de un abiku.
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Sobre otro otoño
Mientras el frío se empieza a colar por la ventana, los gatos buscan el rayo de sol que les acompañe a dormir la siesta, allá lejos, estirados, líquidos aunados con el suelo. La piba se envuelve en una manta que heredó de su abuela y se pregunta por qué. Habla más de lo que dice, generalmente. Sus palabras le siguen anudando los músculos en la espalda, porque el remordimiento es un viejo amigo.
Cuando aún no amanecía, el cuerpo a su lado resultaba tentador como una promesa, pero al rodearlo con sus brazos recordó que no había dulzura en las cosas que se dijeron. Luego, con el pasar de los minutos todo terminó en el frío, otra vez, de la soledad. En la cama, cebándole mates a la indiferencia o a la tristeza que se acoraza debajo de una expresión de nada. Así han de ser los días de aquellos que no merecen el amor, es lo que pensó, y esa sensación amarga la sigue acompañando ahora, mientras lagrimea, y su pecho se comprime; mientras los gatos se derriten bajo el sol, pero lejos.
Hace años soñaba con una vida como la que tiene. Una casa, con su jardín, con sus gatos, con su perro, con una persona a su lado. Pero ahora que está en la cama, abrazando la nada se pregunta si eligió bien. Si la persona que eligió es la “correcta” o si fue todo un espejismo que su sediento corazón inventó para atenuar la depresión. O acaso todo este tiempo ella misma fue la persona incorrecta. De ser así, algo intuía desde siempre, con la cabeza gacha en la tierna infancia, sintiendo todo menos ternura.
Cuando está todo bien la vida parece un sueño. Él la abraza a veces con tanto cariño que le dan ganas de llorar. Las mañanas son dulces, con mate, con silencios cálidos y un eterno deseo de que el momento no termine. Pero la vida no conoce de pausas y el pan se lo gana saliendo al mundo, abriéndose paso entre el frío y la gente. Ella piensa que todo tiene sentido, que encajan como piezas de un rompecabezas.
Cuando todo está mal, empieza con un gesto. Un rostro compungido, unos labios sellados, una pregunta de qué pasa. La respuesta no suele ser bienvenida, porque al parecer hay una etiqueta o unos modos para existir, que a ella le son ajenos. Los sentimientos serán cómodos de ver y oír o no deberán ser. Y así los silencios se hacen más extensos, hasta desembocar en la locura.
Hay gente a quién acudir. Si. Solo que no hay palabras, ni movimiento, ni fuerza para salir de esa cama que cada vez se siente más como el deseado lecho de la muerte. Y las horas pasan y sabe que dijo cosas que dolieron. El sol sube en el cielo mientras los gatos le piden que los deje entrar.
La persona a la que más ames será la que más te hará sufrir. Y se pregunta si es verdad que a él le duele tanto como a ella. Si de verdad será la persona que más ama. Porque sus ojos esta mañana estaban tan fríos como la tierra húmeda al amanecer.
Desiste de enviarle mensajes a eso de las diez de la mañana. Espera un día entero sin hablar pero ella siente que pasaron años y que todo se marchita, su vida, su amor, su rostro.
Mientras tenga esta intimidad, esta soledad absoluta tal vez sobreviva, por eso renuncia a exponerse por hoy al mundo que la espera, a sus compañeros, a su familia, a la gente en la calle, en el colectivo, en cualquier lugar. Solo la habitación puede ser testigo de ese corazón hecho pedazos que no quiere más saber de culpas ni de desdén. No es la primera vez que sucede, tal vez sea la última y cree que eso es aún más desgarrador.
Sea lo que sea, huele a fin.
¿A qué?
A que algo termina.
Su gato está parado en la ventana mirando hacia adentro. ¿Ya paraste de llorar? Si pudiera lo haría, pero sus ojos parecen un río de gran caudal y su garganta solo emite sonidos lastimeros. El gato con sus ojos profundos sabe leer su tristeza y decide dejarla ser, dando un salto de nuevo al verde pasto, alejándose hasta perderse.
Va a volver, piensa. Siempre vuelve.
¿Pero él volverá?
Cuando por fin sus ojos pueden vislumbrar más que agua, se endereza. Se siente cansada de ser dolor. Se promete ser mejor esta noche o tal vez dejarse morir. Cuando el reloj dé las doce, tal vez se levante a cumplir con cada tarea que se fue juntando. Cuando él vuelva respirará el aliento que emana y verá qué es de su suerte. Mientras tanto escuchará el viento en los árboles mientras su vida se escapa. Es otoño. Otro otoño entre tantos. El dolor que le sigue desde su niñez sigue allí, resonando como un eco en cada rincón de la casa, haciéndola sentir desnuda y herida, apestando su presente y probablemente su futuro.
Cuando vuelve a pensar en desaparecer otra lágrima cae.
Huele a otoño, y huele a fin.
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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ. . ❲ 𓋼𖤣𖥧𓋼𓍊 ❳⠀ . .
ㅤㅤ ㅤ ㅤ ㅤ |ㅤ그들은 입에 숨어
ㅤㅤ ㅤ ㅤ ㅤ |ㅤ셀 수 없는 꿈
ㅤㅤ ㅤ ㅤ ㅤ |ㅤ그리고 엄청난 슬픔
ㅤㅤㅤ ㅤ ㅤ ⸻ Halloween rain ⸻
ㅤㅤ ㅤㅤㅤ ㅤ 영혼; 𝖥𝖺𝗋𝖿𝖺𝗅𝗅𝗂𝗇𝖺
ㅤㅤㅤ
ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤ𝑆𝑒𝑒 𝑚𝑜𝑟𝑒
ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ﹀
Cuán tétrica es la noche en la biblioteca. Con la tormenta que se asoma por las ventanas del techo y las gotas gruesas que le pegan al cristal con la furia muy propia del invierno que se avecina. Nibal imagina que en lugar de agua son lagartijas que se rompen cuandi se pegan contra la barrera que no ven y se estremece pensando que se los quieren comer. Los imaginarios que habitan entre las gruesas paredes buscan la oportunidad en que un relámpago ilumine el cielo el tiempo suficiente para buscar refugio en las páginas de algún libro que le brinde confort a lo asustadizo de sus corazones nobles.
Se desplazan todos juntos como manada de gorriones por los pasillos, persiguen las estelas de la luz esquiva que se asoma en las rendijas de los estantes sobre los caminos repetirivos del acomodo de los libros. Más cada ráfaga es distinta, nueva en su propia posición, torcidas en tiempo y en forma inclusi en iluminación. Sin darse cuenta se desplazan como hormigas en un círculo que recorre todas las secciones, cada una sin excepción. Nibal camina detrás del perro medusa, el sonido de sus patas de tentáculo húmedas contra el suelo sirve de guía para evitar que aquellos que no conocen bien la noche se pierdan en el recorrido. Se siente desprotegido pues Pockets ha decidido viajar en el lomo del viejo perro azuloso bigotón. Algo de paz encuentra en el hecho de que el inseparable Bunhong lo sigue por la espalda, con las pezuñas atoradas en las prendas.
Al menos sabe que ningún monstruo de la noche lo va a atrapar por detrás.
No pasa desapercibido para ellos cuando alcanzan el primer estante otra vez, en la hoja de información pueden leer autores que ya reconocen y las letras apenas iluminadas de un libro sobre aves les da la malísima noticia de que sólo han estado persiguiendo la luz sin tener éxito en alcanzarla.
— ¿Y si esperamos aquí a que vuelva a suceder? Podemos ir a la sección de historia y meternos en el primer libro que veamos.
— ¿Y si es el de dinosaurios? No pienso volver a entrar ahí. La última vez me persiguió uno en un fondo blanco.
El silencio ruidoso se interrumpe con la risa de todos los amigos imaginarios. En la mente de Nibal solo cabe la imagen de su compañera flotando en la deriva del vació que caracteriza a los libros mas serios, después de todo se trata de un sapo inflado como un globo anaranjado. Eso nunca pasaría en los que a él le gustan, pero parece que nadie tiene intenciones de esconderse en los libros fantasiosos del Dr. Seuss por esta ocasión.
Un nuevo relámpago ilumina los pasillos, es particularmente brillante y pueden ver la forma en que sus sombras se extienden como bestias efímeras sobre el blanco suelo, tragándose a medias los múltiples colores en el estantero. Apenas tienen tiempo de encogerse de hombros intentando esconderse del poderosísimo estruendo que le sigue a aquella explosión visual. Mucho más poderoso que todos los anteriores, ruge y crea un eco que hace temblar los cristales.
Cuán hórrida es la lluvia, ninguno de ellos se acostumbra nunca.
Caminan con premura, empujándose unos a otros, apretándose a las espaldas de los mas grandes esperando que aquello los proteja de los peligros que, si bien no existen, tienen miedo de atraer con su irracional temor.
Ante los ojos de uno de ellos el rumor de un tinte amarillesco se eleva por sobre la esquina de uno de los pilares. Persiguen lo que parece apenas una manchita en las paredes. Por fortuna crece y se convierte en un rinconcito en la biblioteca donde una de las ventanas deja entrar una luz desde el exterior
¿Qué es? No saben y tampoco les importa mucho. No se encuentran familiarizados con el área, o al menos no la mayoría. Uno de los felinos compañeros, Purringtón, vaya que la conoce bien, sus garritas extendidas señalan los libros y nombran a amigos imaginarios que la mayoría no reconoce.
— Es porque aquí se esconden los amigos más monstruosos. Ninguno es malo, pero sus niños tenían una imaginación muy oscura.
Oscura.
La palabra asusta a Nibal quien levanta a Pockets de la espalda del perrito y la regresa al bolsillo de su camiseta. Cruza los brazos sobre el pecho y aunque la acción podría parecer un gesto de negación, en realidad se está abrazando a su amiguita esperando que ella lo defienda si alguno de los que habitan esa sección en específico decide salir a saludar.
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누군가는 내게 품을 대주고 누군가는 내게 돈을 대주고 누군가는 내게 입술을 대주고 누군가는 내게 어깨를 대주고
대준다는 것, 그것은 무작정 내 전부를 들이밀며 무주공산 떨고 있는 너의 가지 끝을 어루만져 더 높은 곳으로 너를 올려준다는 것 혈혈단신 땅에 묻힌 너의 뿌리 끝을 일깨우며 배를 대고 내려앉아 너를 기다려 준다는 것
논에 물을 대주듯 상처에 눈물을 대주듯 끝모를 바닥에 밑을 대주듯 한생을 뿌리고 거두어 벌린 입에 거룩한 밥이 되어 준다는 것, 그것은
사랑한다는 말 대신
속 깊은 기침을 오래하더니 무엇이 터졌을까 명치끝에 누르스름한 멍이 배어 나왔다
길가에 벌(罰)처럼 선 자작나무 저 속에서는 무엇이 터졌길래 저리 흰빛이 배어 나오는 걸까 잎과 꽃 세상 모든 색들 다 버리고 해 달 별 세상 모든 빛들 제 속에 묻어놓고 뼈만 솟은 저 서릿몸 신경줄까지 드러낸 저 헝큰 마음 언 땅에 비껴 깔리는 그림자 소슬히 세워가며 제 멍을 완성��� 가는 겨울 자작나무
숯덩이가 된 폐가(肺家) 하나 품고 있다 까치 한 마리 오래오래 맴돌고 있다
눈앞이 슬슬 흐려지는가 순천만 가자 몸 안 어느 곳이 석회처럼 굳어지는가 순천만 가자 침을 뱉으면 끈적끈적한 검은 피가 나오는가 순천만 가자 순천만 가서 우리 살아 있는 것이 무엇인지 물어보자 순천만의 자연 생태관을 거쳐 갯벌 쪽으로 나가면 흑두루미 가족을 만나 왜 거기 사느냐고 물어보자 큰고니며 노랑부리저어새며 검은머리갈매기를 만나 왜 따뜻한 도시의 유혹을 물리치고 거기에서 겨울을 나느지 마른 몸들끼리 부딪치며 추위를 이기는 갈대들 서로 온기 나누려느지 서로 마른 뼈를 기대고 밭은기침을 삼키는 갈대들에게 물어보자 검은 사지를 있는 대로 뻗으며 촘촘히 제 몸을 조이는 저 촉촉한 습지에 귀 기울여 보자 깨끗한 생명의 숨소리가 왁자하게 고요한 울렁거림으로 다가서서
어두워지는 뜨락 위 한 켤레 신발을 바라본다 언젠가 누이가 해종일 뒤뜰 그늘에 말리던 고사리 같다 굵은 모가지의 뜰! 다 쓴 여인네의 분첩 긴 세월 몸을 담아오느라 닳아진 한 켤레 신발이 었다 아, 길이 끝난 곳에서도 적멸은 없다
Disco perfecto de luna, enorme y a fuego lento, rozando el horizonte sucio de la capital—¡Ay, qué luna más hermosa! dice ella empujando el cochecito de niño por Atocha. Y espléndidos también los muslos
de los muchachos de Lisboa a una manzana, que trabajan en la acera del Kilómetro Cero, la zapatería de neón donde se apoyan, escudando con la mano el fuego de extraños que pasean por allí.
El cielo sobre la Puerta del Sol toma otro tono de azul. ¿Quién dice que no se convierte en el único ojo de la noche al escalar: palideciendo y menguando antes de cruzar
el cielo de finales de junio? Y abajo, hombres persisten, dando vueltas por la plaza, las fuentes gemelas rebosantes de aguas luminosas. De aquí a unas horas con el calor desvaneciéndose, la misma luna verá
su figura pasando Neptuno, el Ritz, los monos de color naranja que saltan de los camiones a barrer y pulverizar, regando esas calles eléctricas.
Penélope desteje
Siempre hay adolescencia y nada en el atardecer.
Cuando el suave recodo de la tarde insinúa su curva desolada, algo también en nosotros se inclina. Muy pocas cosas tenemos entonces, ninguna posesión nos acompaña, ninguna posesión nos ultraja tampoco. Hay un lento desastre en estas horas que parecen las únicas del día, las que nos dejan en el viejo límite, las que no pueden entregarnos nada, a las que no pedimos nada. Hay un desastre tierno y descompuesto en las últimas horas de este día que ha pasado lo mismo que los otros, e igual que ellos ha alcanzado esa hermosura ardiente de todo cuanto se asoma hacia la nada. Inclinada sobre el hueco de mi ventana veo cómo resbala todo un tiempo; la tarde ha embalsamado suavemente el bullicioso suceder de la calle, se va agotando el cielo poco a poco y un estallido de paciencia envuelve al mundo en suaves abrazos de ceniza.
Mientras la noche se abre en las esquinas, cuaja la luna unas flores extrañas.
Dos horas entre clases. El viaje breve en Metro a casa. Mesa de salón, platos, vasos,
la tele luciendo noticias de tarde, a veces un coche-bomba… Y en la cocina el tono único
de su voz, sus chistes, contando esto y aquello—argumento de novela, libro que ha dejado, que le compré:
sus dosis mensual (cómo le encantaba leer en el parque lo que tardé madia hora en escoger). Sobre
todo, el sofá: la digestión una siesta, mi cabeza recostada en su regazo
Por este viaje a las profundas unidades de la soledad he conocido sin planearlo a la vieja vestimenta del mar;
he caminado con cuidado por los colores del cobre cuando el ocaso ya ha lanzado el último suspiro del día;
he llamado por estacionales puertas a los fantasmas del poniente en las esquinas de las calles angostas;
he permitido a mi boca eludir los versos necesarios para encontrar la frase terminante del atardecer;
he desarmado la equidad profunda de la noche para concebir un verso íntimo de su faz amurallada;
he desechado los duelos del ocaso cuando el cielo se cierne sobre el manto enamorado del crepúsculo:
he hecho y deshecho tantas cosas
Buscándote…
¡Biblia, mi noble Biblia, panorama estupendo, en donde se quedaron mis ojos largamente, tienes sobre los Salmos las lavas más ardientes y en su río de fuego mi corazón enciendo!
Sustentaste a mis gentes con tu robusto vino y los erguiste recios en medio de los hombres, y a mí me yergue de ímpetu sólo el decir tu nombre; porque yo de ti vengo, he quebrado al destino
Después de ti tan solo me traspasó los huesos con su ancho alarido el sumo florentino
Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París -y no me corro- tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos…
Soy Hombre: duro poco y es enorme la noche. Pero miro hacia arriba: Las estrellas escriben. Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea. Hermandad
Mata su luz un fuego abandonado. Sube su canto un pájaro enamorado. Tantas criaturas ávidas en mi silencio y esta pequeña lluvia que me acompaña
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ㅤ⠀⠀⠀⠀ㅤㅤ⠀⠀ ──── .⃝ ༄
˚ㅤㅤ ㅤ ༄ Actividad Bonus #8 Ireland Chaos ( 1980 ) Irlanda del Norte .* ㅤㅤㅤㅤ⠀⠀⠀⠀ㅤㅤ
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645 palabras. 「 *.˙ ˖ 」 HT: #Bonus8S28 ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀
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⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀
La luna roja siempre era un mal augurio para cualquier cultura, sin embargo, a Alecto le encantaba admirar al astro de sangre. La arena se levantaba con el aire y con el movimiento del entorno. Las pisadas de cada uno de los mortífagos se borraban cada vez que el aire se deslizaba sobre la arena roja. La sangre abundaba por todos lados y teñía a la arena con detalle. Cielo y tierra se unieron para revelar la masacre que ocurrió entre magos, brujas y muggles. Alecto no consideró nunca que podría existir alguna especie de consecuencia hacia los magos, debido a que ella era de las que creía que los magos eran superiores a los muggles y por supuesto, a los squibbs. La pelirroja estaba cansada, pero jamás admitiría que así se sentía. Alecto no pudo evitar mirar a Bellatrix, Rodolphus, Amycus, Rabastan, Nott, Mulciber, Regulus, Karkarov e incluso, la melliza Carrow se detuvo a mirar a Snape, un mago cuya reputación no era la mejor debido a su naturaleza, pero ella no se quejaba del mismo modo que Bellatrix solía hacer sobre mestizos y sangre sucias que su señor estaba admitiendo con la excusa de que “ahora eran magos, y no podían traicionar o abandonarlos cuando tan amablemente querían ser parte de la más gloriosa reivindicación de los magos y brujas”. Carrow sentía el mismo desprecio, pero ella era más reservada y de mejor temperamento que Lestrange, por lo tanto, no quería arriesgarse a cometer imprudencias en el momento en el que todos debían ser uno solo. El valle de la muerte, estaba repleto de huesos y las máscaras que solían proteger la identidad de cada uno de ellos, se encontraban en la tierra. Finalmente, la bruja levantó la mirada con la esperanza de ver a su luna favorita, su mirada divagó hasta encontrarse con la marca tenebrosa, la serpiente ondeaba hasta la boca del cráneo. Se le escapó un suspiro. Quería regresar a casa, quería que pronto terminara todo. E irónicamente ella sabía que todos ellos eran su familia. Alecto nunca quiso tener una familia más allá de su hermano y sin embargo, allí estaban todos aquellos que creían lo mismo que la bruja.
—¿De cuántos muggles y aurores te encargaste? —Los ojos del mago casi se le salían de la órbita. Barty, el joven de dieciocho años mostraba una especie de éxtasis que se revelaban en sus ojos. Alecto no quería encargarse de ningún neófito, sin embargo, el querer y el deber siempre estaban en polos opuestos. —Más de cincuenta. —La tranquilidad de la bruja no era ocasionada porque no disfrutara de quitar la vidª a muggles, traidores a la sangre, o peor, aurores. Voldemort les había indicado que cualquier vida mágica era importante, pero ellos no podían sacrificar su causa debido a los aurores. —¡Interesante! —Las risas de Barty Crouch Jr. estallaron sobre los oídos de la bruja. Era lo suficiente molesto para que un joven emocionado por la torturª invadiera su privacidad. —Todavía tendremos tiempo para ampliar el número. —Deberías ahorrar las energías, joven Crouch. —La ironía en las palabras de Alecto era su modo de burlarse de lo imprudente que podías ser si no cuidabas correctamente las espaldas del equipo. —¡No! Estamos aquí para poder demostrarle al Ministerio de Magia nuestro gran poder. ¡Qué nos teman! —¿Qué ocurre aquí? —Rodolphus no pudo evitar acercarse después del escándalo de un mortífago demasiado emocionado con la sed de sangre. —Tenemos a un mago sumamente divertido —Se limitó a decir la pelirroja al mismo tiempo que se levantaba del lugar. —Lestrange… ¿no será mejor que la marca desaparezca? Podrían encontrarnos… —No te preocupes… Ellos deben saber que estamos aquí… No estaba completamente de acuerdo, pero no iba a discutir con uno de los mortífagos más viejos de la secta. Si Rodolphus creía que eso les ayudaría para demostrar el poder, entonces, respetaría…
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Rechazar lo antiguo e introducir lo nuevo (1).
Versículos de la Biblia.
Lucas 1:5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
Lucas 1:13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas, porque tu petición ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Mateo 3:1-2 En aquellos días Juan el Bautista apareció en el desierto de Judea predicando y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Aunque Juan el Bautista nació como sacerdote, abandonó la posición de sacerdote. Era por nacimiento un sacerdote según las figuras y las sombras, pero no era en realidad un sacerdote verdadero. En 3:1 Juan apareció predicando en el desierto como verdadero sacerdote. La predicación de Juan el Bautista era la iniciación de la economía neotestamentaria de Dios. No predicaba en el santo templo ni en la ciudad santa, donde la gente religiosa y culta adoraba a Dios según sus ordenanzas bíblicas, sino en el desierto y de manera “salvaje”, o sea, sin observar los viejos reglamentos.
Esto indica que la vieja manera de adorar a Dios según el Antiguo Testamento fue renunciada y que una manera nueva estaba a punto de manifestarse. Aquí el desierto indica que la manera nueva de la economía neotestamentaria de Dios está opuesta a la religión y a la cultura. También indica que nada de lo viejo había permanecido y que algo nuevo estaba por ser edificado. La dispensación de la ley fue terminada con la llegada de Juan el Bautista. La predicación de Juan fue el comienzo del evangelio. Así que, la dispensación de gracia empezó con Juan.
2 Corintios 5:17 "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura (nueva creación) es ; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas." (La Nueva Biblia de los Hispanos 2005).
2 Corintios 5:16 NTV
Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo solo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora!
R. P. H.
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