#butgodknowsitried
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emmarkbelson · 5 years ago
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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀⠀( Un adiós que no se dijo )
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀ ( dos días antes del internado )
Había sido un cambio radical y no sólo mental, pues todo en ella había cambiado de un instante al otro, como si algo mucho mayor hubiese presionado el botón indicado en el momento más jodido. Actuaba por inercia, no dormía y aún así sonreía porque era lo que había que hacer. Se sentía completamente amenazada por ella misma, como si hubiesen dos Emma viviendo en un mismo cuerpo y no pudiesen encontrar la forma de vivir en paz, una siempre iba a querer estar por encima de la otra, pero ahí, en ese momento, la más débil salió a la luz con un vestido rosa y el cabello cayéndole suelto a los lados de la cara.
El vestido y los tacones eran nuevos, los había comprado específicamente para ese día y se había jodido los pies de tanto caminar buscando el tono indicado, idéntico. Condujo ella misma el auto de su madre, se había encargado de pinchar las ruedas de su moto para asegurarse de que no caería en ninguna tentación por su pasado, bajó del mismo poco después de la presentación de Rey y Reina, por lo que el baile se había puesto más "divertido" y la música había dejado de ser tan formal. Incluso se habían arriesgado a poner a Green Day a todo volumen, jamás fueron sus favoritos, jamás los escuchó demasiado y aun así disfrutaba ver a sus compañeros bailar por última vez.
Con las manos en la espalda se movía al ritmo de la música, y quizá haya sido sólo su imaginación pero la mirada fija de uno de sus compañeros de clase hizo que su ceño se frunciera. Alexander venía de Escocia, tenía el cabello rubio y las mejillas con tantas pecas que a Emma le causaban gracia y ternura por igual, al menos en ese momento, pues en el pasado él iniciaba en el tráfico cuando se convirtió en el confidente de Emma. Se llegó a sentir incómoda incluso, pocas veces usaba vestidos así y también eran pocas las veces en las que ella dejaba que le sostuviesen por tanto tiempo la mirada. Se volvió hasta la mesa de bocadillos y sacó un vaso de coca cola, bebiéndolo despacio.
Las miradas le siguieron toda la noche, cada una más sorprendida que la anterior, tampoco llegó al final de la ceremonia, se fue antes por la incomodidad que le causó la situación, lo ahogada que se sentía y falsa, como una maldita falsa. Deseó por un momento que su madre estuviese en casa, lo deseó con todas sus fuerzas, esperando que sólo desearlo fuese suficiente para hacer que apareciera desde Tennessee. Negó con la cabeza a la simple idea de entrar y se sentó en los escalones bajo la puerta encendiendo un cigarrillo. Dio una calada y lo dejó entre sus dedos antes de hundir su rostro entre sus manos para luego botar el humo, haciéndose a la idea de que pronto tendría que salir corriendo de ahí.
—Te fuiste.
La mirada la alzó enseguida, volviendo a encontrarse con el rubio frente a ella.
—¿En serio? No me había dado cuenta.
Se encogió de hombros, dándole otra calada, ésta vez, más larga que la anterior. Movió sus piernas jugando con la falda del vestido, aún no se lo creía ni ella misma, jamás pensó que llegaría a usar un color como ese, o al menos no en un conjunto entero.
—¿Te quedaste sin llaves? —En respuesta metió la mano al pequeño bolso, de donde sacaría el llavero en forma de gato, moviéndolo en el aire para enseñárselo. Él, por su parte, subió los seis escalones antes del camino liso hacia la puerta, donde, nuevamente, se encontraría con escalones. Emma fue más rápida y se levantó, acortando el camino entre ambos, lo suficiente solamente, aún tenían metros de distancia que les separaban, ella lo agradecía así. —Esto es una locura. ¿Por qué te vistes así? Tu cabello está más corto, incluso tu manera de caminar es diferente. ¿Qué carajos está pasando, Emma?
Quiso reírse, y lo habría hecho de no presionar sus labios en el filtro del cigarro. Recordaba haber hecho las mismas preguntas hace meses, cuando, después de haber sido el de la idea de destrozar la iglesia de la ciudad, se había unido a su familia para alejarse de la "vida en pecado" que estaba llevando.
—Te irás. ¿Es eso?
—¿No que todos nos vamos al terminar el último año?
—Tú te ibas a quedar aquí. Amas este lugar aunque todos lo odien.
Sus ojos ardieron y tuvo que bajar la vista, prefirió echarle la culpa al humo antes de admitir que había dado en el punto débil. Emma jamás tuvo en sus planes irse a vivir a otro lado, y aunque por momentos la idea de independizarse tan lejos de sus padres como fuese posible llegaba a su cabeza, nunca duraba demasiado. Lo suyo era la tranquilidad, ciudades pequeñas, no la locura que se armaba en las calles en ciudades lejanas.
Alex dió un par de pasos hacia ella y le tomó las manos. —Por favor, dime qué está pasando y te ayudaré a arreglarlo.
—Ay, mierda, no. No —Emma se soltó con cuidado, dando un paso atrás para darle una última calada al cigarro y dejarlo caer a un lado. —. Mi mamá está esperándome adentro. —Primera mentira. —Nada pasa, vete a casa. Es tarde y hace frío.
—¿Estás embarazada?
La pregunta le hizo detenerse en seco antes de acabar de voltearse por completo, el pestañeo fue instintivo, ni ella misma podía creer que alguien con quien no hablaba hace meses pudiera hacer una acusación así. Soltó una carcajada que acompañaron lágrimas cayendo por sus mejillas, las limpió de una pasada. Los acontecimientos eran claros, ella era la clase de persona que daba vida, o al menos no en ese momento.
—¿Parezco una TeenMom de MTV? No. No estoy embarazada y cómo carajos piensas eso. Ve con tu mamá, que seguro está preocupada ya y, bueno, ¿Cómo era lo de la hora de Jesús? Esa mierda, lo que sea.
Se volvió nuevamente, sus pies le llevaban directo a donde quería estar, en casa, encerrada, todo el tiempo posible antes de que la bomba estallara; su madre le había abandonado y su padre estaba en la cárcel.
—Te amo.
Emma pasó saliva, sosteniéndose de la manilla para no perder el equilibrio. Su frente estaba pegada a la madera rojiza de la puerta y tuvo que respirar hondo para no salir corriendo de ahí. Poco a poco quedó frente a él con un rostro casi angelical pero destruído, como las figuras de cerámica que su abuela se empeñaba en coleccionar por toda la casa.
—No tienes idea de lo que estás diciendo. No puedes amarme, no puedes arreglar esto y no puedes acompañarme tampoco. Las cosas están así y así serán. No van a cambiar. Y si tienes suerte, esta será la última vez que me veas, así que disfruta de tu verano, ve y conoce a alguien que pueda amarte de vuelta, alguien a quien puedas conocer. Lo siento, pero en unos años me lo agradecerás.
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emmarkbelson · 5 years ago
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💊💋
      places, places, get in your places     throw on your dress and put on your doll faces       everyone thinks that we're p e r f e c t  ��  please don't let them look through the curtains
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emmarkbelson · 5 years ago
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Un intruso
«No dejes a extraños entrar a casa. No dejes a extraños entrar a casa. »
Emma se lo repetía tanto que ya parecía agujerarle la cabeza. Caminaba a paso rápido por las calles repletas de gente, tenía la mirada perdida en cada uno de los rostros que cerca de ella pasaban, sudaba frío, incluso cuando llegó al estacionamiento donde tenía el auto. Una parte suya quiso decir que tenía calor, pero no sentía nada en lo absoluto, sólo miedo, adrenalina y el temblar de sus manos en los bolsillos de su chaqueta.
En el auto estaba su familia, personajes que suponían ser parte de su existencia pero no recordaba haberles visto. Aún así, el miedo le subía por la espalda y de metió en el auto, justo en la parte de atrás. Pensaba en eso y sus ojos se cerraban con fuerza. Se sostuvo de los asientos de adelante, hundiendo la cabeza entre ellos, se apoyaba en los asientos de adelante y se hundía en ellos. Se dormía tan profundamente que olvidaba las carreteras y su gusto al verlas y asegurarse de que no volvería a cruzar.
Llegar a casa sólo fue parte peor de aquella experiencia, la maleta estaba llena de bolsas, por lo que no tardaría en ayudar a sacarlas, incluso cuando se había quedado sola y todos habían decidido volver al centro, asegurando que volverían antes de que se diera cuenta. "No hables con extraños, no dejes a extraños entrar a casa." Volvía a decir, sin poder reprimirlo. Cierra las puertas y ventanas con pestillo tan rápido que tuvo que sostenerse con fuerza de las barandillas para no caer, y mientras se sentaba mirando a la ventana con el cuchillo entre las piernas y el labio inferior rojizo por las constantes mordidas que le daba.
Tocaban a la puerta, la piel se erizaba al darse cuenta de una nueva oportunidad al caer en cuenta de que, para llegar a la puerta, debían cruzar el portón. Maldijo en silencio, quiso quedarse ahí inmóvil. «Quizás es sólo mamá...» Se levantó aún con miedo, pero el suficiente para levantar el cuchillo. «Quizás sólo sea papá, por fin. » abrió sosteniendo con fuerza el cuchillo en la mano derecha. Pero no.
A estas alturas ya estaba a nada por lanzar gritos al aire, llorando de importancia. Intentó volver a cerrar, pero su cuerpo estaba contra la puerta, abriéndola por completo hasta finalmente entrar y rasgarle el brazo con el mismo cuchillo que resbaló de su mano. Tampoco de dió cuenta cuando el duelo de teñía de sangre y no podía hacer nada para detenerlo. La cabellera rubia sobresalía de la malla que se había puesto en la cabeza. Era demasiado grande, demasiado pesado. Intentó salir y con toda la rapidez del mundo sólo logró lanzarle el escritorio, manteniéndolo sosteniendo la pared.
De un momento al otro, los golpes de su padre impactaron contra su cuerpo y la debilidad le mantenía inmóvil en un rincón del suelo. Le golpeaba lo justo para mantenerle deshecha pero no lo suficiente para matarle. Emma entendía que su cuerpo ya no reaccionaba, le dolía hasta respirar, pero no reaccionaba ante sus órdenes. Elevó la vista y el miedo azotó su cabeza cuando vió como sus ojos se teñían de negro para luego, desaparecer. Seguía sangrando, seguía sin poder respirar con normalidad.
Poco tardó su madre en aparecer y culparle de la situación en la que le habían encontrado, en medio de la sala, golpeaba y sangrando, temblando de miedo y dolor. Había dejado entrar extraños a casa. Quiso acercarse a la ventana para ver si de había ido, si había desaparecido y sólo era algo de un ataque, incluso cuando el miedo le consumía. Se levantó como pudo, viendo todo dar vueltas a su alrededor. No pudo acercarse a la ventana, ni dar un paso hacia ella.
La alarma había estado sonando por los últimos treinta segundos, tenía el pulso acelerado y el pecho le subía y bajaba como si hubiese corrido una maratón. Se sentó de un sólo impulso en la cama y se llevó las manos a la cara, agradeciendo que todo hubiese sido un mal sueño y nada más, una pesadilla donde sólo ahí podía ser dañada. Al retirar lo dedos húmedos por las lágrimas, terminó de limpiar sus mejillas con la misma delicadeza que había tocado su rostro. Respiró hondo, apoyando su espalda en las almohadas. Estaba a salvo, sin golpes, sin él, por más que cada noche soñara con un atacante de cuerpo distinto, siempre volvía a la misma cara y acababa en la misma idea; alguien ahí afuera quiere dañarle.
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emmarkbelson · 5 years ago
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Charlotte
La noticia ya había llegado a mis oídos, susurrándome canciones que no volvería a escuchar, frases que no volverían a significar lo mismo. Cuando Charlie murió pensé que no volvería a ser feliz. Podría jurar que mi corazón se detuvo antes de que el suyo pudiese siquiera intentarlo en tierra firme, en los brazos de una madre y no dentro de ella. A su lado. A nuestro lado. Era difícil darse cuenta de la cantidad de miedos que se habían cumplido con sólo una acción, un dejar de respirar que hizo morir mis esperanzas y sueños, que traía y se llevaba la alegría cuando los recuerdos venían a mí mente con el silencio.
Cuando Charlie murió sentí lo que pocas veces había llegado a sentir, un deseo muerto de haber compartido una sonrisa, al menos. No tardé mucho en darme cuenta de los hechos. No tardé mucho en despertar después del impacto y fue ahí cuando supe que Charlie no vendría jamás. No la llevaría a comprar helado, ni le enseñaría a bailar mi canción favorita, ni la regañaría por usar mi método de escape cuando las amistades llaman más que el cumplir la palabra de un padre o una madre preocupada. Cuando Charlie entró a la iglesia en los brazos de mi madre, dentro de un ataúd hecho a su medida, blanco como la pureza de su alma que no llegó a ver más allá de un cordón umbilical enrollado en su cuello hasta dejarle la piel morada, supe que no había manera de que eso quedara atrás. Que dolería hasta el punto de no poder dormir por las noches y odiar el sol que se colaba por las ventanas en el día, que quizá había sido ese suceso lo que inició una oscuridad densa en el centro de nuestra alma. Que después del primer puñado de tierra que cayera sobre la madera y los gritos, los llantos, la desesperación y las muertes consiguientes, todo lo que les había acompañado después de eso había sido un llamado mudo a la salvación.
Cuando Charlie murió dejé de decir su nombre en voz alta, escalofríos me recorrían el cuerpo y lágrimas caían por mis mejillas. Cuando Charlie murió, se llevó, también, un trozo de mí.
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emmarkbelson · 5 years ago
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Y es que tú nunca vendrías a buscarme y yo no acababa de entenderlo. Estaba tan ocupada siendo tuya que no podía ser mía, no quedaba lugar ni tiempo para preguntarme a mi misma qué o cómo me sentía. Intentaba absorber un desastre que tarde o temprano explotaría, jamás se arreglaría. Jamás lo lograría.
En cambio, sólo quedaron promesas rotas, un vacío inexistente que no se ve, pero se siente. Me quedé pero también me fui, me quedé con la nada y me fui por mi misma. Y es que, tal vez, yo tendría que buscarme y acabar de entenderlo todo.
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