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アライグマラスカル
『あらいぐまラスカル』は、スターリング・ノースの児童文学『ワイルド・アニマル・ブラザーズ』を原作とした日本のテレビアニメです。カナダの田舎町を舞台に、少年スターリングとあらいぐまのラスカルの交流を描いた物語です。スターリングが森で出会ったあらいぐまの子供をラスカルと名付け、様々な冒険や出来事を共に体験しながら、友情を育んでいきます。自然や動物との触れ合い、家族や友人との絆、成長や命の大切さなどをテーマに描いており、美しい自然の風景や心温まるストーリーが多くの人々に愛されました。
手抜きイラスト集
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𝒯𝒽𝑒 𝒶𝓇𝒸𝒽𝑒𝓇. // 2. Monster finger.
El insomnio siempre le llegaba con los cambios de luna, y sinceramente cuando vivía en su viejo departamento de la ciudad, odiaba el no poder dormir.
Ahora tenía una increíble cocina que utilizaba a su antojo, obviamente no era suya, pero el dueño de la enorme casa en esos tres meses que llevaba trabajando ahí, le permitió moverse sin problemas y Sam estaba encantado.
Siendo un viernes tranquilo, cerca de las 3 a.m., se preparaba una caliente taza de chocolate mientras un trozo de tarta de frutilla esperaba en el desayunador. Amaba el silencio que se expandía por cada rincón como una suave música, solo estaba el susurro de los árboles que se filtraba por la ventana que tenia abierta, pero nada más lo acompañaba.
Cuando llegó, trataba de permanecer en su habitación por las noches, había algo que lo ponía nervioso, podía culpar a la cantidad de cuadros con imágenes de ángeles, inscripciones en latín, el terrible mortal silencio o la pared de la sala de estar que estaba cubierta completamente por una serie de armas que solo conocía en fotos, claro, ¿pero quién no conoce una espada y un arco de flechas?, especialmente ese arco que tenia una inscripción en latín que desconocía pero le era completamente familiar, sobre todo las letras en dorado que afirmaban el nombre del dueño: SR.
Su encuentro de aquella noche con Seok no se volvió a repetir, lo cuál era un gran alivio, pero no quitaba el hecho de que se cruzaban siempre a la hora del desayuno, almuerzo y algunas horas en la tarde, pero luego, a la noche desaparecía completamente, comenzando la rutina al día siguiente con una resplandeciente sonrisa como también con alguna leve marca de rasguño o moretón.
“Deberían castigar al que daña tan hermoso rostro, eso es un terrible crimen”, su recurrente pensamiento mientras bebía café, ignorando al joven que no dejaba de tirarle guiños coquetos, riendo como si supiera que lo observa por el borde su taza.
¿A quién iba a engañar? El tipo era caliente, sexy, amable y siempre dispuesto ayudarlo cuando tenía algunos minutos libres, apareciendo en la cocina para ‘fingir’ que le cuidaba las cosas del horno, pero al final se iba con alguna chuchería dulce de contrabando.
Le gustaba demasiado, podía leer en sus ojos que el interés era mutuo, rayos, podría llamar a las chicas de su viejo colegio y gritarles que el apuesto Seok Redn le coqueteaba con elegancia, sin la necesidad de faldas cortas, senos exagerados y ojos con estilo mapache. Era todo un sueño.
Pero hoy no se había cruzado con él en todo el día, extrañaba su odiosa presencia.
- ¿Acaso se lo comió una de esas bestias que sale a cazar en la noche? Sería una lástima, tan joven para convertirse en el postre de un bicho con dientes. -murmuró con un dejo de preocupación mientras le colocaba las barras de chocolate a su enorme taza con el logo de Batman, recordando con tristeza que ya no lo vería cabalgar como si fuera Aragorn, su personaje favorito de su libro favorito.
Tomó la taza y el platito de tarta para sentarse en uno de los bancos del desayunador cuando sintió un ligero golpe venir de la sala, uno que lo puso alerta inmediatamente.
Estaba solo, completamente solo, lo supo cuando Tiberius le dio las buenas noches temprano, para avisarle que saldría a la ciudad, que no lo esperara, sin embargo, Seok no tardaría en llegar y le haría compañía.
Como todos los viernes, la casa quedaba vacía, todos tenían familiares que visitar y el Señor Morgenstern dejaba que se fueran a pasear, regresando el domingo por la mañana.
¿Entonces quién sería? Si fuera su hombre de ensueños, usaría la puerta, como toda persona normal.
Un nuevo ruido lo alertó, el golpe de una ventana… definitivamente no era Seok.
Agradeciendo el estar descalzo, dejó todo en la mesa y tomó dos cuchillos largos que usaba para cocinar, apretando el mango de uno con fuerza y el otro lo dejó detrás de su espalda, si era un ladrón, se aseguraría de darle una buena tunda para quitarle las ganas de hacer maldades.
Deslizándose con pasos lentos, terminó en la sala, debajo del arco de madera y pudo divisar entre la penumbra, una sombra que intentaba colarse por la ventana.
Tenia dos cuchillos, por lo tanto, eran dos tiros… bien, no sería difícil. Giró hábilmente el mango del primero para tener espacio sobre la hoja y lo lanzó justo en el momento que la figura levantaba el brazo para sostenerse ya dentro de la sala, el tiro limpio dio contra la manga de su ropa y lo dejó asegurado a la pared, encendió la luz rápidamente, para dar de lleno con una persona que conocía perfectamente bien.
Seok.
Tenia un aspecto deplorable, cubierto de cuero y con su cabello empapado de algo que tenia color negro, parecido a la brea, pero no fue su expresión sorprendida lo que llamó su atención, si no el hilo de sangre que venia de su mano derecha que estaba afirmada en la pared.
- Diablos, Sam, ¿cómo tienes tan buena puntería? -masculló con alegría, quitando el cuchillo de la pared y mirando la manga de su chaqueta ahora con completa decepción, ignorando el pequeño charco que se formaba a sus pies-. Era mi favorita… ¿y ahora como luciré genial en combate? ¿Sam? ¿Puedes bajar el otro cuchillo? Ya no quiero perder más dedos.
- ¿Dedos? -movió su cabeza completamente confundido, hasta que notó que en la mano derecha había algo que llamaba mucho la atención-. MIERDA, TE FALTA UN DEDO.
Para alguien que estaba arruinando una alfombra carísima, tenia un temple de acero.
Había avanzado varios pasos hasta su lugar, volviendo a sostener la mano contra su pecho, regresándole el cuchillo con un ligero ademán.
- Eres una persona extraordinaria, Sammy, ¿también sabes primero auxilios? -sacudió la mano como quién enseña un insecto muerto y el estomago de Sam dio una voltereta, ya no podría comer esa deliciosa tarta de frutilla.
- Claro, sígueme, pero deja de ensuciar, la pobre Mary va a llorar, o matarte, ojalá lo segundo, a mi casi me asesinó por manchar la alfombra con harina.
El camino hasta el baño fue acompañado de la melodiosa risa de Seok, que apretaba su mano sana con fuerza, como si no estuviera pegajoso, una ves allí lo obligó a sentarse mientras sacaba el botiquín de primeros auxilios.
Bajo la luz artificial, la acaramelada piel del joven brillaba, como siempre, pero la firme mirada de unos ojos castaños lo seguían en cada movimiento, poniéndolo nervioso, había algo en la atmósfera que le robaba el aliento.
- ¿Cómo hiciste para perder un dedo? Creí que ustedes se curaban de alguna forma mágica.
Necesitaba hacer charla para no empezar a temblar por los nervios.
- No puedo... -su voz sonaba apagada, mientras se dejaba limpiar sin hacer una sola mueca-. Esto es por una apuesta.
- ¿Una apuesta? -había levantado la mirada, incrédulo y sin creer lo que oyó, parpadeando varias veces como si el joven tuviera tres cabezas o más-. Oh, merlín, le gusto a la loca… -soltando un gemido doloroso, apretó la gasa cuando Seok fue quejarse por sus palabras-. Cuéntame que sucedió.
Terminó de vendar su dedo y con una sonrisa, apoyándose en la pared de la puerta, la idea era mantener una distancia entre ese bello guerrero que sin importar lo desaliñado que luciera, no podía quitar sus ojos de esos brazos bien formados.
Brazos que podrían sostenerlo con fuerza y quién sabe que otras cosas, el solo pensamiento le acaloró el rostro.
- Tuvimos que hacer patrulla, en un callejón de la ciudad, vimos un portal abierto, de donde salían unos bichos parecidos a escarabajos, horribles, al parecer demonios, ¿conoces la cafetería de Chuck’s? la que esta cerca de la tienda de ropa donde sueles ir seguido… -comentó con la mirada en su dedo, inspeccionando si estaba bien curado-. Si, si, a veces te sigo, desde que se apareció una criatura de la noche no me quedo tranquilo. -añadió ante el ceño fruncido de Sam-. Entonces le dije a Tibs que apostaba dinero con que lo agarraba uno con la mano y lo pateaba como un balón, entonces lo agarré, pero el tramposo se giró… Tengo fresco el recuerdo de mi dedo desaparecer dentro de la boca del insecto.
Sam lo miraba con una mano en la boca, cubriendo su inminente sonrisa que a los pocos segundos estalló en sonorosas carcajadas que inundaron el cuarto de baño y dejaron a un Seok perplejo.
- Solo a ti se te… te ocurren esas cosas, por favor, por favor, estás loco. -sostenía su estomago con fuerza, sin percatarse de que el joven herido estaba a un solo paso de distancia, con las manos en la cadera-. Años sin reírme así, madre mía, ahora ya no eres Aragorn, mi valiente rey, eres Frodo de la comarca. -levantó la mirada con brillantes lagrimas en sus costados, notando la diferencia de altura, lo que provocó otra ola de pequeñas risas-. Mira, hasta soy unos centímetros más alto, rayos.
Seok lo observaba serio, indignado y los labios apretados en una fina línea.
- Te ríes de mí, pequeño bribón. -fueron todas sus palabras antes de presionar el cuerpo de Sam contra la puerta del baño, manos firmes en su cintura y nariz contra nariz-. Pero vale la maldita pena esa jodida sonrisa.
No tuvo tiempo de hacer nada, sus pensamientos fueron robados en un profundo beso, uno que dobló la punta de sus pies desnudos.
Se sintió como una eternidad, infinita y caliente, en algún momento se encontró colgado del otro, con los brazos rodeando su cuello mientras luchaban por el control. Tantos meses de tensión se rompió como un fino cristal entre ellos y esperaba que siguiera hasta que ambos terminaran debajo de la ducha… oh, si, la ducha.
- Uh, Seok… oye, por mucho que me gustes, apestas a alcantarilla. -musitó entre los pocos respiros que le permitía, pero sin hacer nada para alejarlo-. La ducha, a la ducha.
Pero cuando consiguió una vez que soltara, no llegó a poner los pies en el piso, que el sonido de la puerta de la entrada al abrirse sobresalto a los dos.
- ¡SEOK, MALDITO BASTARDO! ¡ME DEJASTE LUCHANDO SOLO! TRAE TU TRASERO AQUÍ, TE DARÉ UNA PALIZA EN NOMBRE DEL ÁNGEL.
Ambos se miraron con la respiración agitada, sonriendo cómplices al salir del baño totalmente desaliñados, donde un muy enfadado Tiberius esperaba en el pasillo.
- Oh, el luce peor que tú. -comentó como si nada Sam, pasando al lado de su jefe, sin antes lanzarle un discreto guiño a su acompañante.
De regreso a la cocina, alcanza a escuchar a Seok exclamar con alegría.
- ¿Sabias que Sam arroja cuchillos con una adorable puntería? Creo que estoy enamorado.
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