#asociaciones y cooperativas dan la cara
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Te leemos las noticias aquí Grupo vecinal en el barrio de Patraix (Valencia), organizando envíos de alimentos y ropa a la zona cero de la DANA. María Dolores Pitarch. Instituciones internacionales como Naciones Unidas, la Comisión Europea y el Consejo Europeo vienen reconociendo la importancia de la iniciativa ciudadana organizada, claramente diferente de la gubernamental y de la privada lucrativa. Es hora de impulsarla decididamente porque, sin duda, será, como en esta ocasión, una fuerza de choque de enorme magnitud y eficacia para afrontar las crecientes crisis venideras. Por Rafael Chaves Ávila y María Dolores Pitarch Garrido* Ante crisis y catástrofes, como la de la covid-19, el huracán Katrina o los actuales conflictos armados, la iniciativa gubernamental presenta fallas o debilidades. En muchos de esos casos, la propia sociedad civil se organiza y actúa, movilizando la respuesta voluntaria y el asociacionismo, bastiones de la economía social. El sector privado lucrativo ni está, ni se le espera. A veces, agrava el problema, como veremos. Este cuadro, bien teorizado y contrastado por la literatura científica, se ha vuelto a repetir con las catastróficas inundaciones de la provincia de Valencia, en especial en la comarca de L’Horta Sud, este octubre de 2024. La situación de emergencia comenzó a materializarse en forma de un auténtico tsunami de varios kilómetros de frente, que avanzó rápidamente con aguas turbias de barro de 3 y 4 metros de profundidad. Una marea que arrastraba cañas, árboles, coches y todo lo que encontraba a su paso. Reacción tardía de las administraciones Ante esta emergencia, se esperaba que las administraciones tomaran la iniciativa y tuvieran una reacción rápida. Resultaba prioritario alertar a la población para que se resguardara en lugares seguros. Esa alerta llegó tarde, sorprendiendo a la mayor parte de la población en sus desplazamientos, en sus casas –algunas de ellas en plantas bajas susceptibles de inundarse– o en lugares de trabajo. Pueblos, infraestructuras, vehículos y personas fueron arrollados. Ya devastado el territorio, la iniciativa gubernamental volvió a fallar al poner escasos medios para atender a las personas perjudicadas y salvar vidas de quienes se encontraban atrapados. El panorama se agravó en los dos días siguientes con la aparición de nuevos problemas derivados del desabastecimiento y el corte de suministro de luz, agua e internet. Sin víveres, con los coches amontonados cual macabras fallas valencianas que impedían la movilidad, con acumulaciones inmensas de barro, vehículos y enseres, la iniciativa gubernamental volvió a fallar. Su respuesta ha resultado escasa, tardía y descoordinada. Irresponsabilidad en el sector privado lucrativo En lugar de contribuir a aliviar esta emergencia, la iniciativa privada lucrativa la agravó. De especial significación fue que muchas empresas decidieran continuar con su actividad económica y laboral hasta completar la jornada el martes, el día de la gran inundación de L’Horta Sud. Esta comarca del cinturón de Valencia alberga una enorme concentración industrial y de servicios, es decir, de puestos de trabajo. Los empresarios desoyeron los avisos de alarma del día. Al menos hasta que llegó el mensaje oficial por SMS a las 20 horas. Hasta entonces continuaron con su actividad laboral y pusieron en peligro a sus propios trabajadores. La vuelta de estos a sus casas coincidió con la llegada inexorable de la inundación, entre las 18 y las 21 horas. Muchos de ellos se vieron sorprendidos por la riada mientas viajaban en sus propios vehículos. La catástrofe es de dimensiones históricas para Valencia, España y el mundo. Todos los países se han hecho eco de tamaña desgracia. Aún se desconoce el número final de víctimas mortales. La sociedad civil fue más rápida y efectiva Lo dice la teoría científica: cuando fallan el sector público y la iniciativa privada lucrativa, es la propia sociedad civil la que da respuestas. O, como indica la sabidur?...
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