#artículo de José Luis Calle sosa
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El 7 de abril se 1803 nacía Flora Célestine Thérèse Henriette Tristán y Moscoso Lesnais más conocida como Flora Tristan (o Tristán), fue una escritora, pensadora socialista y feminista francesa de ascendencia peruana. Fue una de las grandes fundadoras del feminismo temprano. Su padre, Mariano de Tristán y Moscoso, hermano de Juan Pío de Tristán y Moscoso, fue un aristócrata y coronel peruano natural de Arequipa (en ese entonces parte del Virreinato del Perú) y miembro de la Armada Española, mientras que su madre, Thérèse Lesnais, era francesa. Sus padres se conocieron en la ciudad española de Bilbao durante la estancia de su padre allí. Este no llegó a reconocer legalmente a Flora como su hija. Tuvo una primera infancia de lujo, y su casa era visitada por personajes que luego serían hitos en la historia como Simón Bolívar, que con el padre de Flora compartía orígenes criollos y vascos. Esta situación de bondad económica y social se truncó con la muerte de su padre en 1808, cuando Flora apenas tenía 5 años, lo cual dejó a la familia en la pobreza. La falta de reconocimiento legal por parte del padre le impidió heredar los bienes que dejara éste. Dos años después de la muerte de su padre, Flora y su madre se trasladan a vivir a un barrio marginal de París, en los alrededores de la Plaçe Maubert, donde vivirán en condiciones penosas. A los 16 años comienza a trabajar como obrera colorista en un taller de litografía y con apenas 17 años se casa con el propietario de éste, André Chazal, el 3 de febrero de 1821. En los 4 años siguientes tienen tres hijos, uno de los cuales muere, al parecer, muy pequeño; el otro se llama Ernest, y la tercera, nacida en 1825, es Aline; será la futura madre del pintor Paul Gauguin. Este matrimonio de conveniencia se disolvió a causa de los celos y malos tratos del esposo hacia Flora. A los 22 años Flora huye del hogar llevándose a sus hijos. Su doble condición de hija natural y esposa separada la redujo a la marginal condición de “paria”, como le gustaba denominarse. Chazal la persigue incansablemente. Finalmente, logra un acuerdo judicial con Flora, por el cual se queda con la custodia del hijo varón, mientras ella se queda con la niña. No obstante, Flora desconfía de su marido y se marcha de París. Comienza su vida errante junto con su hija Aline. Gracias a la intervención del capitán Chabrié, en 1829 pudo remitir una carta a su tío Juan Pío Tristán y Moscoso que vivía en Perú, el cual durante cinco años le envía dinero para ayudarla contra su pobreza. Gracias a Pedro Mariano de Goyeneche, pariente de los Tristán, Flora viaja a Perú en 1832, dispuesta a cobrar su herencia y recuperar un puesto digno en la sociedad.
El 7 de abril de 1833, justo el día en el que cumplió 30 años, Flora se embarca en Le Mexican. El barco pertenecía al mismo capitán Chabrié, quien le había facilitado el primer contacto con sus parientes peruanos. La travesía hasta América dura cinco meses, y tras desembarcar en Islay, Flora pasa a Arequipa, donde permanece hasta abril de 1834. Reclama a don Pío su herencia paterna, pero éste se niega a dársela; ciertamente Pío la trata de “sobrina querida” pero al no haber ningún documento que acreditara que era hija legítima de su hermano Mariano, no podía proceder de otro modo. Únicamente accede a pasarle una pensión mensual. Flora se traslada a Lima, donde permanece hasta el 16 de julio de 1834, fecha en que se embarca en Callao con destino a Liverpool, en el Reino Unido. Durante su estancia en Perú fue testigo de la crisis política de 1833-34, la guerra civil entre los partidarios de Agustín Gamarra y los de Luis de Orbegoso.
Flora escribió un diario de viajes acerca de sus experiencias en Perú. El diario fue publicado en 1838, como Pérégrinations d'une paria (Peregrinaciones de una paria). De regreso a Francia, emprende una campaña a favor de la emancipación de la mujer, los derechos de los trabajadores y en contra de la pena de muerte. Ya había conseguido la separación legal de su marido y la custodia de sus hijos; sin embargo, André Chazal, enfurecido e impotente, intenta asesinarla, disparándole en la calle y dejándola malherida, en septiembre de 1838. Flora gana notoriedad en la prensa, y Chazal es sometido a un proceso que se le complica con la acusación de intentar violar a su propia hija Aline; finalmente es condenado a 20 años de trabajos forzados. Separada ya de Chazal, Flora publica en 1840 un coherente programa socialista en L’Union Ouvrière (La Unión Obrera), en donde clama por la necesidad de los trabajadores de organizarse y aboga por su «unidad universal» —la emancipación de los trabajadores debía ir unida a la emancipación de la mujer—; siendo la creadora de la consigna Proletarios del mundo, uníos. Se convierte así en la primera mujer en hablar del socialismo y de la lucha de los proletarios. Karl Marx reconoció su carácter de «precursora de altos ideales nobles» y sus libros formaron parte de su biblioteca personal. En el texto La Sagrada Familia (escrito conjuntamente por Karl Marx y Friedrich Engels) en el capítulo IV - escrito solamente por Engels - (Die kritische Kritik als die Ruhe des Erkennens oder die kirische Kritik ald Herr Edgar) se hace una defensa de la feminista comunista Flore Celestine.
Muere a los 41 años, víctima del tifus, mientras se hallaba en plena gira por el interior de Francia, promoviendo sus ideas revolucionarias.
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El Proyecto Hidroenergético Alto Piura:
Un problema de 613,5 millones de soles gastados sin resultados
José Luis Calle Sosa
Chulucanas, 08/04/2024
Desde sus inicios en el año 2007 hasta la fecha han pasado 16 años de ejecución del Proyecto Especial de Irrigación e Hidroenergético del Alto Piura (PEIHAP); en este transcurrir el Gobierno Regional Piura ha gastado 613,5 millones de nuevos soles. Pero estos 16 años no solo representa el tiempo de toda una deriva burocrática lenta, problemática, ineficaz, improductiva y poco íntegra, que ha hecho que esos 613,5 millones de soles no se traduzcan en los resultados ofrecidos y esperados. Además de ello, el PEIHAP presenta una deriva política y electoral que grafica claramente el funcionamiento disfuncional del Estado; así como una deriva social y organizacional desde la sociedad civil con una débil incidencia y vigilancia en la trayectoria del Proyecto.
Pero para darle una mirada más completa al gasto público en proyectos de inversión para el desarrollo agrario, hay que agregar al gasto ejecutado por el PEIHAP lo gastado por los gobiernos locales de la provincia de Morropón, los cuales como conjunto han gastado 97,8 millones de soles en proyectos agropecuarios en el periodo 2007 - 2023; y la Gerencia Subregional Morropón – Huancabamba del Gobierno Regional Piura, que ha ejecutado un total de 48,6 millones de soles en el mismo periodo. Sumando el PEIHAP, los gobiernos locales de la provincia de Morropón y la Gerencia Subregional Morropón-Huancabamba, en este periodo 2007 – 2023 se ha gastado un total de 760 millones de soles para proyectos agropecuarios.
Cuando veo el presupuesto ejecutado en este periodo me pongo (como ejercicio mental) en el año 2007 y me pregunto qué decisiones políticas y de políticas públicas para el desarrollo agrario del Alto Piura hubiéramos tomado si supiéramos que íbamos a gastar todo ese presupuesto; qué planes y estrategias hubiéramos elaborado y cómo nos hubiéramos organizado. Por otro lado, me pregunto qué mejoras en productividad y la competitividad agraria hemos logrado efectivamente con todo este presupuesto público que se ha gastado, y cómo estos resultados han impactado en el desarrollo integral y sostenible de la provincia de Morropón. Pero al tratar de obtener respuestas a estas preguntas la dura realidad me indica que esos 760 millones de soles se han ido al agua de las ilusiones, en especial los 613,5 millones de soles que se han gastado en el PEIHAP.
Y las causas de esta dura realidad en la que el presupuesto público gastado en proyectos agropecuarios no se han convertido en los resultados esperados, son las que dan origen al título del presente artículo, puesto que considero que tal como se ha gestionado el PEIHAP ha sido un problema más que una solución. El PEIHAP en sí mismo se ha convertido en un enorme problema que nos ha atrapado en un círculo vicioso de interminables discusiones y de ciclos perversos marcados por los hitos de cada proceso electoral regional. Un problema que al mirarlo -ilusamente- como una solución lo hacemos cada vez más denso, complejo y grande; se ha convertido una gran trampa mental colectiva que no nos permite mirar más allá, que no nos deja construir nuevas soluciones para romper con estos ciclos nada virtuosos que han marcado estos dieciséis años de ilusiones y frustraciones, alegrías e indignaciones.
Las razones por las cuales considero que a estas alturas el PEIHAP se ha convertido en un serio problema gubernamental, políticos y social que se ve reflejado en aquel gran gasto de presupuesto público sin resultados, son las siguientes:
Se ha centralizado y focalizado todo el desarrollo agrario de la provincia de Morropón al PEIHAP; nos hemos vuelto peihapcéntricos en la manera de pensar y hacer el desarrollo agrario. Lejos de pensar y hacer una estrategia más amplia, sistémica e integrada en términos estratégicos, territoriales, intergubernamentales y sociales, el PEIHAP ha ocupado todo el espacio del pensar y el hacer del desarrollo agropecuario. Por esa razón que todos estos años no hemos visualizado lo que han hecho y lo que pudieron hacer los gobiernos locales y la Gerencia Subregional Morropón-Huancabamba como actores claves para el desarrollo agrario. Al focalizarnos en el PEIHAP como “el proyecto solución” nos olvidamos de construir todo el sistema institucional de gestión, gobernabilidad y gobernanza agraria en la provincia, articulado a la matriz de desarrollo integral provincial y regional.
La manera como se viene impulsando el PEIHAP desde sus inicios afianza el mito de los recursos naturales en el desarrollo socioeconómico, creyendo que por el solo hecho de incrementar los volúmenes de aguas y las áreas cultivables habrá mayor desarrollo distributivo y mayor crecimiento económico; descuidando los reales factores que generan las ventajas competitivas en el sector, tales como las capacidades de las personas, el desarrollo tecnológico, la institucionalidad en términos de reglas de juego, la infraestructura productiva territorial, las organizaciones y las capacidades de gestión. Hoy abundan los ejemplos de regiones y países con pocos recursos de agua y suelo que son muchos más productivos y competitivos; así como abundan los ejemplos de la trampa de los recursos naturales en países con permanente crisis económica, política e institucional de gobernabilidad con abundantes recursos naturales.
Al estar centrados y a la espera de mayores recursos de agua y suelos bajo riego, nos olvidamos de afianzar aquellos factores subyacentes y determinantes para el desarrollo de la productividad y la competitividad agropecuaria. Determinantes que van desde la infraestructura física que genera las condiciones transversales (caminos, sistemas de canales, conectividad, servicios básicos, etc.), la dinamización del mercado local integrado al mercado nacional e internacional, hasta la expansión de las capacidades humanas productivas y competitivas que se logran con mejores niveles educativos y mejores condiciones de salud. Así, por ejemplo de acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda 2017 (INE), en la provincia de Morropón solo el 62% de los jóvenes de 18 – 19 años de edad cuentan con Secundaria; y solo el 11% de la población de 24 – 35 años de edad cuenta con estudios superiores concluidos. Con capacidades humanas así, no es de extrañar que cuando se incrementan la disponibilidad de recursos de agua y suelos bajo riego, mucha de nuestra población será la menos beneficiada con empleo de calidad, mayores ingresos y mayor igualdad de derechos.
Ante la inconsistencia técnica con la que nació y con la que se ha gestionado el PEIHAP, este proyecto ha adquirido forma de una narrativa sociopolítica más que una propuesta técnica estratégica, sólida, coherente y predictible. Es más una narrativa llena de perspectivas, aspiraciones, planteamientos diversos, demandas, puntos de vista, contradicciones, etc. Ejemplo de ello es que en la práctica hace años que dejó de existir el PEIHAP de acuerdo con su planteamiento primigenio, el cual se ha convertido en el llamado primer componente; y más hay voces de representantes que ahora privilegian el llamado cuarto componente. Ante la ausencia de un expediente técnicamente sólido, estas narrativas sociopolíticas han terminado por desnaturalizar el PEIHAP de sus planteamientos generales iniciales. El PEIHAP ya no es un proyecto, sino varios proyectos dispersos y fragmentados, que se van improvisando al calor de las demandas y las dinámicas políticas; por lo que ya no tiene sentido hablar del PEIHAP, sino de los proyectos de inversión de la Unidad Ejecutora llamada PEIHAP.
El PEIHAP como proyecto de inversión se ha hecho uno y se ha confundido con la unidad administrativa que es la Unidad Ejecutora, al punto que se cree que dicha unidad ejecutora es el Proyecto, por lo que no ha significado ningún problema que durante los últimos cinco años esta entidad administrativa haya funcionado de manera normal con el PEIHAP en estado de parálisis. Se genera la ilusión de que en tanto está funcionando la Unidad Ejecutora el PEIHAP sigue ejecutándose, sigue vivo. Sin embargo, la realidad es que tal como están las cosas hemos terminado con una unidad ejecutora llamada PEIHAP pero sin el PEIHAP, sin el proyecto que fue su razón de ser.
Con relación a lo anterior, lamentablemente la Unidad Ejecutora PEIHAP sin PEIHAP, ha quedado como una unidad administrativa que genera empleo para responder a las demandas políticas de las autoridades de turno y de actores sociales y privados que juegan con las presiones políticas. Es un aparato burocrático inercial, improductivo y poco útil para los objetivos y procesos de gestión que demanda el PEIHAP; un aparato burocrático que en este periodo 2007 – 2023 nos va costando un gasto administrativo (llamado de gestión del proyecto) de 86 millones de soles; el año 2022 el costo anual administrativo de esta unidad ejecutora nos ha llegado a costar casi 10,7 millones de soles. Esto nos debería llevar a cuestionarnos y debatir si necesitamos un aparato burocrático tan costoso para gestionar los procesos de contrataciones de obras, bienes y servicios que implican la ejecución del PEIHAP, y considerar otros modelos de gestión a la luz de experiencias nacionales e internacionales exitosas en la gestión de grandes proyectos.
Y por otro lado, el PEIHAP se ha convertido en un asunto de juegos políticos partidarios y de grupos de interés, de las agrupaciones políticos, actores privados, grupos de interés de la burocracia y actores sociales. El PEIHAP, al haber sido una entidad que ha movido 613,5 millones de soles en inversiones es un bien público muy codiciado por intereses extractivos de diversa índole que se alejan de los intereses públicos del bien común para lo cuales se creado el proyecto.
Por estas y otras razones el PEIHAP lejos de ser una real solución estratégica se ha convertido en gran problema, en el cual haber invertido cuantiosos recursos nos cuesta soltarlo. Se requiere tomarse un tiempo de pausa efectiva para dar un giro de 180 grados; no podemos seguir gastando el presupuesto público de la misma manera que se ha hecho en estos dieciséis años. Es momento de parar para analizar, debatir y tomar decisiones que den un nuevo rumbo; se hace necesarios desapegarnos de todos estos dieciséis años, para no seguir cometiendo los mismos errores y desatinos. La actual gestión del Gobierno Regional Piura tiene un gran desafío político y gerencial para estos cuatro años 2023 - 2026; junto a la sociedad civil altopiurana y regional, le toca tomar decisiones que marquen este urgente cambio virtuoso que requiere el PEIHAP.
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