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#amai choubatsu watashi wa kanshu sen`you pet
hinahijirikawa · 6 years
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* I fall in love with this man! my husband <3 <3
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littleichigo77 · 4 years
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La serpiente y el dragón
Declaración: Los personas del h****  Amai Choubatsu Watashi wa Kanshu Sen`you Pet no me pertenecen.
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Capitulo 1: El encuentro
...Aquella noche soplaba un viento frio remeciendo salvajemente sus largos cabellos tan negros y brillantes como el vinilo, su mano helada intento contenerlos acomodándolos detrás de sus oídos,  aferró su bolso de ejercicio con fuerza ignorando el cansancio acumulado en sus pequeños huesos, en su lugar, apresuró su andar con la incómoda sensación de sentirse observada en el centro de Tokio.
A esas altas horas de la madrugada algunos bares y clubes clandestinos permanecían abiertos, bebedores deambulaban tambaleándose mientras que otros eran acaparados por prostitutas portando grandes abrigos de piel que dejaban al descubierto sus interminables piernas con medias de rejilla y tacones rojos. El humo de los cigarrillos se filtraba por sus regordetes labios, algunos hombres peleaban alcoholizados a las afueras de un local.
La joven volteó varias veces atrás dudando si pedir ayuda o no, nadie parecía seguro, tampoco tenía pruebas de que ese extraño acosador la estuviera siguiendo, solo la sensación de esos grandes ojos acechadores vigilando sus pasos. De pronto, chocó con un hombre de traje esquivándolo rápidamente mientras inclinaba la cabeza en son de disculpas, el fuerte aroma a licor que desprendía la había ahuyentado a alejarlo.
Su corazón comenzó a latir con fuerza y su pulso a acelerarse. Sabía que se había excedido en su práctica, pero nunca era suficiente, realmente nunca lo era. Maldijo internamente haber perdido el sentido del tiempo, pero allí había estado, forzándose a dar más, siempre más...su vida dependía de ello, obtener una beca deportiva era lo único a lo que podía aspirar para cambiar el rumbo de su vida.
El extraño continuó con el acecho sintiéndose cada vez más cerca y más rápido, su buzo deportivo era discreto, nadie parecía percatarse de lo que estaba sucediendo, su bolso se hacía cada vez más pesado cuando no notó que había empezado a correr por calles interminables. De pronto, dobló en una esquina, entonces…La atrapó.
Un grueso brazo rodeó su cuello arrastrándola a un sucio callejón, ella instintivamente lo mordió, lucharía y al infierno si ella no iba dar todo de sí para escapar de esa situación, pero el tipo desaliñado gruñó empujándola solo para darle un puñetazo en su mejilla aturdiéndola brevemente atrayéndola nuevamente amenazando su cuello con la navaja empuñada.
-Si gritas te mato perra.
El dolor comenzó a expandirse por todo su rostro, la punzada en su cuello le hizo saber que era real, la navaja se presionaba contra su carne tierna cuando ella comenzó a patearlo gritando con todo el aliento que almacenaban sus pulmones, pero lo sabía, a nadie le importaba, cada uno en esa ciudad estaba metido en sus propios asuntos. Ella era insignificante mientras todos hacían oídos sordos… lo único que consiguió es que el tipo la empujara contra la pared con un fuerte golpe en su estómago a la vez que cubría su boca.
-¡Dije que te callaras!
Sus sucias manos comenzaron a ultrajarla mientras ella saboreaba su propia sangre mezclada con sus lágrimas que habían comenzado a brotar vertiginosas sin su consentimiento. Las sucias manos se perdieron por entre su ropa tocando y destrozando su intimidad con frenesí, sintiendo sus mordiscos por toda su carne, y su ropa ser desgarrada en girones. El asco regurgitó por sus entrañas apretando los ojos con fuerza, peleando y resistiéndose hasta el final.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
El líder de los yakuza conducía a toda velocidad sintiendo la adrenalina de haber acabado con los últimos mafiosos opositores en su lista, el cañón de su pistola todavía estaba caliente y humeante en su funda cruzada en su espalda. Detuvo su Ferrari en la luz verde parpadeante del semáforo para tomarse un respiro y deleitarse en la venganza que rodaba en su lengua, probablemente pasaría al barrio rojo hasta saciar su instinto animal que se había despertado prepotente hace unos minutos.
Alargó su cuello hacia atrás girando su rostro a la derecha cuando sus afilados ojos captaron largos e interminables cabellos negros moverse precipitadamente hacia los adentros de un callejón. Los dedos y uñas femeninas se aferraron a la esquina de ladrillo con máxima fuerza hasta ser atraída por completa hacia la oscuridad.
Hizo rugir el motor y aceleró, aceleró por unas cuantas calles para finalmente golpear con fuerza el volante y estacionar mientras maldecía. El líder de los yakuza se bajó y con pasos alargados caminó al callejón.
El sabia mejor que nadie que no era un héroe, que por sus manos corría la sangre de cientos de hombres miserables a los que le había arrebatado la vida sin piedad ni compasión, pero al entrar sus ojos se encontraron con la silueta de esa joven de cabellos interminables y en la expresión de dolor en sus ojos apretados y su rostro golpeado lo alborotó.
Se abalanzó sobre su agresor con un puñetazo que lo noqueó arrastrándolo varios metros más allá, se vio golpeándolo una y otra vez  con fuerza desmedida como el fuego encendido que se asemejaba a su cabello rojizo.
Pulverizó el rostro del agresor incasablemente mientras este gemía de dolor pidiendo clemencia, luego, con una navaja cortó su frente escribiendo “violador” mientras la sangre se derramaba en ríos mezclándose entre la basura del callejón.
Se puso de pie con una media sonrisa de satisfacción  girándose cuando vio que la chica corrió hacia él y sus  temblorosos brazos lo rodearon con fuerza hundiendo su rostro en su pecho, humedeciendo su camisa con sus lágrimas, moviendo su rostro apegado en negación.
-Gracias, gracias.
El calor de ese pequeño cuerpo aferrado con fuerza al suyo lo envolvió, sus manos masculinas vacilaron unos segundos en corresponder el abrazo antes de posarse sobre ella protectoramente.
-Tranquila, estoy aquí.
Ella elevó su rostro para observar a su salvador, fijándose en la profundidad y soledad de sus ojos turquesa, parecían dos témpanos de hielo ocultando un fuego interno, había extremo dolor e intensidad, había bondad y un corazón roto, ira apagándose y una muralla que a nadie dejaba entrar.
El rostro de ella pálido como la luna todavía estaba teñido de carmesí, la comisura de su labio sangraba y él pudo sentir el ritmo acelerado de su corazón apresado por el miedo recorriéndola y entumeciéndola, el lila de su mirada aterrada sin aliento, sus manos todavía no lo soltaban y un sudor frio recorría su espalda, su ropa estaba desecha y ella no se atrevió a levantar la mirada de nuevo.
El yakuza la guió suavemente hacia la salida posando su brazo sobre sus estrechos hombros. La llevó hacia su deportivo abriéndole la puerta y ella entró buscando refugio para tomar el control de sus manos temblorosas, parecía incapaz de hablar, presa del pánico y el terror en su mirar.
En silencio condujo el deportivo en dirección a su cuartel donde sabía que lograría calmarla. Al llegar le abrió la puerta para bajarse colocándole su saco negro sobre sus hombros para cubrir su cuerpo. Ella se dejó hacer gimiendo de dolor por el puñetazo en su estómago mientras él la llevaba por el ascensor hasta llegar al último piso de esa gigantesca torre.
Entraron al departamento, Yamato encendió las luces iluminando un espacio que ostentaba lujo. Las terminaciones de los muebles acababan en negro y gris, parecía el departamento de un hombre soltero y con poder.
El líder de los yakuza la orilló a sentarse mientras se perdía en la cocina y regresaba con una botella de agua.
-Bébela, te sentirás mejor – Su voz era demandante y grave mientras le entregaba la botella. Ella la recibió y él se sentó a su lado.
-¿Cuál es tu nombre? – pronunció mientras encendía un cigarrillo. Fijándose en la insignia de su buzo y en sus rasgos demasiados jóvenes dilucidó que era una chica de la preparatoria Shinwa.
- Takahashi…Reika – Murmuró mintiendo sin querer revelar su verdadero nombre, aquel que solo le provocaba dolor y un amargo sentimiento. El hecho es que no sabía porque le había mentido, porque lo había alejado de un pasado que quería ocultar, porque ese desconocido le importaba en medio del pánico y el terror que la atravesaban.
-Ya veo…- dijo antes de sentir como ella hundía su cabeza en su brazo nuevamente y rompía en un llanto incontrolable. Él se quedó un largo momento deslizando su mano por su espalda mientras la consolaba y ella repetía “lo siento”.
En los brazos del yakuza se sentía pequeña y segura, el sentimiento era nuevo y estremecedor. Nunca antes se había sentido así de desprotegida, vulnerable y protegida al mismo tiempo. Sentía una tristeza que la tragaba mientras más recordaba que nunca se había sentido así de segura y confortada, que no tenía realmente a quien recurrir, que nunca lo tuvo y probablemente esto era lo más cercano a calor humano que había recibido.
Lilith se secó las lágrimas respirando agitadamente, se estaba aprovechando de la bondad de un hombre que no conocía, robándole su tiempo y espacio personal, pero a él francamente parecía no importarle. A simple vista parecía rudo y ella pudo sentir la pistola que portaba cuando lo había abrazado, pero sin dudas no era policía o la hubiera llevado a la comisaria a tomar declaraciones y hubiera arrestado al violador, pero todo eso a ella tampoco le importaba, él había ido en su ayuda.
Yamato continuó consolándola hasta que ella cesó su llanto, él se detuvo en su frágil rostro magullado, con sus dedos limpió la sangre suavemente de la comisura de su boca. Absorto en su belleza, ella era verdaderamente hermosa, el grosor de sus pestañas era acentuado por un pequeño lunar debajo de su ojo izquierdo mientras que sus labios eran llenos y enrojecidos. El simplemente deseó haber golpeado más fuertemente al maldito que le había hecho daño.
Lilith se rindió ante el calor que emanaba el cuerpo de Yamato, el cansancio la hizo emular que eran los brazos de su padre cuidando de ella. Yamato la observó cerrar los ojos vencida por el sueño y las emociones que había vivido esa noche, él pensó en moverse para acomodarla en el sofá, pero no pudo hacerlo.
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Where did you watch the anime (the one that someone recommended) and is the website/ app available on mobile
I don’t know if the website is working on mobile (but I guess it should?)
but I watched it here:
https://hanime.tv/hentai-videos/amai-choubatsu-watashi-wa-kanshu-sen-you-pet-season-1
good shit lemme tell you ugh
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sinful-liesel · 6 years
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Amai Choubatsu Watashi Wa Kanshu Sen`you Pet [AMV] - Cruel Intentions
I’m screaming! This is so damn good lol
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trendstee · 6 years
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甘い懲罰~私は看守専用ペット第4話 Amai Choubatsu Watashi wa Kanshu Sen`you Pet – 04
Episode4計画
2018年4月22日(日)放送
八雲に脱獄計画を持ちかけられた陽菜。それはシャワー室のダクトを使った脱出方法で、既に八雲の方で最短ルートを入手済だという。不安はあるものの、すがる思いでその作戦に乗ることを決めた陽菜は、シャワーを浴びる機会を増やすため炊事係に異動。そこで作った料理を比嘉に褒められ、初めての充実感と喜びを感じるが…
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littleichigo77 · 4 years
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La serpiente y el dragón
Declaración: Los personas del h****  Amai Choubatsu Watashi wa Kanshu Sen`you Pet no me pertenecen.
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Capítulo 5: La sangre no distingue rostros ni lamentos.
Mantener bajo vigilancia a Lilith se había transformado en una de sus prioridades, bajo la promesa hacia sí mismo que no le arrebatarían a esa pequeña mujer de donde sus tenaces ojos pudieran observarla. Su relación se había comenzado a forjar por el impulso que lo llevaba a ir a visitarla entre semana cada vez que ansiaba encontrar una paz que creía perdida…Por supuesto, ella puso una firme resistencia en un principio que; finalmente fue cediendo a medida que se daba cuenta que ambos estaban parados en la misma línea de muerte.
Su extensa trayectoria criminal lo acercaba a ella enlazando hilos de sangre, tinieblas y desgracias. El pasado de Lilith la condenaba a compartir esa agotadora oscuridad que quemaba sus almas, habían pisado el infierno en la tierra solo para seguir caminando en la cuerda floja de un futuro incierto.
“¿No le tienes miedo a la muerte, Higa-san?”
“Tengo miedo a morir y no ser capaz de arrepentirme por los crímenes atroces que he cometido…Al fin y al cabo seré un monstruo más en este mundo”
Sus conversaciones con Lilith eran profundas como no las había tenido con nadie desde la muerte del viejo Kensaki Mamoru, aunque tampoco había sido capaz de confesar como el viejo había sido la única figura paterna que había tenido luego de que lo recogiera de niño, ambos conservaban todavía intactos sus secretos más dolorosos. Había más de donde escarbar…
“Lilith… ¿Qué es lo has sido capaz de ver?”
“No se trata de lo que fui capaz de ver…Se trata de lo que me obligó a presenciar…”
El velo negro que la cubría lo arrastraba a querer levantarlo para admirar que era lo que yacía debajo. Ella era dura y blanda; y él lo sabía perfectamente…Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Igarashi tocó la puerta de su despacho. Yamato se irguió saliendo, escuchando a Igarashi decir.
-¡Yamato-san, estamos listos!
Plantear su estrategia para infiltrarse en el territorio Rokujō en la sala de reuniones no dejó ningún detalle al azar. Desde que había asumido el liderazgo de los yakuza en Tokio había seguido conservando las extenuantes doctrinas de preservación del clan. La torre yakuza disponía de varias salas destinadas a pulir las destrezas criminales de sus miembros, ellos estaban preparados ferozmente en distintos estilos de combate y armamento. Los métodos empleados por Yamato era infalibles y visionarios, aunque sus viejas costumbres arraigadas en sus venas palpitantes le otorgaban un halo de temible respeto y reputación.
-¡Les cortaremos la cabeza a esos malditos! ¡Esta noche vamos recuperar lo que es nuestro!
Los hombres de traje bramaron al unísono en respuesta mientras Yamato murmuraba con una sórdida sonrisa – Vamos a hacerlo de la forma tradicional…
Las camionetas blindadas rodearon al cuartel enemigo bajando las ventanas de vidrios polarizados asomando la punta de dos pistolas con silenciador con las que se encargaron de matar y callar a los matones fuera del local, sus cuerpos se desplomaron al instante por la precisión de las balas impidiendo que alertaran a los de adentro. Los feriantes y personas que caminaban en los alrededores comenzaron a dispersarse con pavor.
Todos saltaron comenzando a bajarse de las camionetas en grupos de cinco irrumpiendo con bombas de humos. La orden era disparar a los puntos no vitales logrando inmovilizar brazos y piernas sangrantes mientras otro grupo adiestrados con katanas letales cortaba manos, pies y cuello, en ese orden.
La masacre se suscitaba entre gritos de horror y agonía, los cuerpos lanzaban chorros de sangre salpicando las paredes. Yamato avanzaba vertiginoso con una katana en la mano infringiendo cortes fugaces y mortales tan rápidos como un parpadeo. Su fuego interno nutría sus movimientos audaces y veloces sin disminuir ni un ápice su precisión.
Finalmente, llegó al despacho de Rokujō abriendo las puertas de par en par, una gota de sangre resbalaba por su barbilla con una retorcida sonrisa.
Rokujō extendía su brazo tembloroso apuntando directamente al pecho de Yamato, pero su campo de visión estaba lejos de fijarse en él, por el contrario, su rostro pálido no podía dejar de mirar las sangrientas sobras de sus secuaces.  
El hombre no tuvo los cojones de dispararle a él cual sabandija asustada; pero sí al joven de cabellos castaños que desafortunadamente se atravesó en el momento equivocado. Yamato se giró por el sonido explosivo del disparo percatándose a quien le había dado.
-¡Igarashi! – Entonces se nubló…la ira ardiente comenzó a desparramarse por todo su interior. Dos yakuzas cubrieron el cuerpo de Igarashi, otros dos entraron reteniendo a Rokujō por los brazos, quien se precipitó con una sórdida risa enloquecida.
Los yakuza lo pusieron de rodillas y la figura imponente de Yamato oscureció su semblante desde lo alto, la escabrosa risa de Rokujō inmediatamente cesó. Yamato tomó su camisa abriéndola salvajemente, los botones saltaron lejos…Desenvainó la katana cortándole los pies desde los tobillos, cortó sus manos desde sus muñecas. Fumio agarró la cabeza del hombre jalándolo del cabello hacia atrás arqueándolo cuando Yamato enterró la katana cortándolo verticalmente desde su ombligo hasta su cuello, chocó con el esternón cuando un crujido sonó, pero aplicó mayor fuerza avanzando prologando su sufrimiento.
Realizó un rápido y preciso movimiento con la katana escurriendo la sangre antes de volver a envainarla. Sus manos se enterraron pegajosas sujetando los bordes del corte abriéndolo, los órganos y tripas cayeron en el piso provocándole finalmente la muerte.
Yamato se acercó al cuerpo de Igarashi agonizando, se puso de rodillas a su lado, Igarashi extendió su mano tomando la de Yamato, apretándola con una suave sonrisa.
-Yamato-san… -Su voz se fue esfumando poco a poco en la última silaba, su vida se extinguió.
Ira…prepotencia…dolor. Igarashi era un muchacho alegre y vital, Igarashi se había convertido en su mano derecha, Igarashi lo había sacado de su encarcelamiento en Black Wing Prison, juntos derrotaron a los opositores...
Estaba hirviendo, estaba trastornado.
Cubierto de sangre sus pies y manos lo arrastraron mecánicamente a conducir una de las furgonetas chocando con un poste de luz. Probablemente estaba en el barrio rojo donde esnifaría el sudor de las prostitutas por varios días embriagado hasta la inconciencia; pero no, estaba frente a su preparatoria.
La oscuridad lo estaba tragando, pesadas cadenas jalaban de él hacia sus hambrientos demonios. Él se sentó en la penumbra mientras ella nadaba.
Lilith emergió con una bocanada de aire dirigiendo su rostro hacia la figura masculina oculta tras las sombras.
Caminó lentamente hacia él sentado en las gradas, la oscuridad le impedía ver su rostro, sus mangas estaban arremangadas hasta los codos y la sangre…oh, la sangre estaba en todas partes. Lilith tomó sus grandes manos entre las suyas con la confianza que habían estado labrando con sus visitas frecuentes, sus lúgubres conversaciones sobre la vida y la muerte, sus risas para aligerar la carga que los hundía cada vez más y más hondo.
Preguntarle si estaba bien era incorrecto, preguntarle sus razones era una estupidez cuando ella misma sabía que la mafia era mafia sin importar los porqués, siempre habría una razón para que la sangre chorreara por montones penetrando los rincones de cada alma involucrada. La dureza no los volvía impune, incluso si exteriormente disfrutaban macabramente de sus actos. En la soledad de su cuartos, en sus pesadillas; no, incluso en no conciliar el sueño…resurgiría.
-Te sientes sucio… ¿no es así? Sígueme…vamos a tomar un baño – Con mucho tacto lo atrajo llevándolo al borde de la piscina. Lo desvistió con sumo cuidado dejando sus ropas a un lado, los zapatos, la pistola  – Necesitaras tus pantalones después.
Los separó de lo completamente ensangrentado, el cuerpo trabajado de Yamato se alzó en la orilla con sus bóxer negros puestos. Lilith lo guio bajando la escalinata, el agua rápidamente se tiñó de rojo alrededor de sus cuerpos. Lilith enjuagó sus antebrazos relajando las raíces de sus venas, su pecho y su rostro gentilmente, pausadamente…Ella retiró las salpicaduras de sangre de su mandíbula cuando sus ojos conectaron con los suyos en una intensidad melancólica y explosiva, un huracán de infinita tristeza e ira. Su mirada todavía era mortalmente atemorizante.
-Recuéstate…estarás bien.
Yamato accedió recostándose, flotando, sintiendo que inmensas olas lo empujaban, golpeándolo, estrellándolo en inexistentes roquerios, aplastado. Su cuerpo se sobresaltó, la mano de Lilith en su centro lo tranquilizó – Shh…shh… - Ella lo rodeó quedando detrás de su cabeza, las puntas del cabello de Lilith rozaron sus hombros en el agua.
Sus delicadas yemas cerraron sus parpados, ella acercó sus manos a su cuello ejerciendo sutiles masajes hasta llegar a su cabello rojizo. Dibujó ondas y remolinos circulares lo bastante suaves para dispersar la espesa neblina que lo atormentaba.
-Incluso los corazones honorables pueden albergar violencia, no te sientas inhumano por estar navegando en un destino que tú no pediste.
-Estas allí por los tuyos, mueres por los tuyos, matas por los tuyos…Yamato.
- Es lo único que conoces...Lo sé – Lilith presionó un beso en su frente.
La paz y relajación que lo arrullaron lo hicieron naufragar hacia los recuerdos de su niñez brillando como luciérnagas. Las acogedoras manos de su madre acariciando una herida en su rodilla. La incomprensión que sintió como un puñal cuando ella nunca más regresó a casa. Yamato se quedó flotando entre dormido y despierto.
Lilith se alejó despacio subiendo por la escalinata, ella fue a un lado de los vestidores abriendo el casillero que guardaba los artículos de la piscina que cayeron desordenados en sus pies, cogió un soporte de cuello y regresó. Estiró sus brazos sin ingresar al agua y lo acomodó entre los fornidos hombros de Yamato.
-Puedes dormir si quieres, nadie vendrá a molestarte - Lilith prometió desde arriba.
…No supo cuánto tiempo transcurrió, aletargado y desorientado recobró la movilidad de sus extremidades levantándose…agua cristalina lo rodeaba. Subió por la escalinata agarrando una toalla doblada que lo esperaba en la banca. Tomó sus pantalones, calcetines y zapatos mientras se secaba adentrándose un momento a los vestidores, encendió la pantalla de su celular que Lilith había apagado, era muy tarde en la madrugada y ella lo había estado cuidando todo ese tiempo.
Regresó vestido de la cintura para abajo, miró hacia el patio de la piscina, un denso humo salía por un recipiente de basura en el césped, Lilith estaba parada atisbando el fuego con una rama, quemaba sus ropas ensangrentadas.
Yamato elevó la comisura de sus labios en una media sonrisa avanzando.
-¡Ah! ¡Qué extraña situación! ¿No te enseñaron a pedir una cita antes de desnudar a un hombre? – El revolvió sus cabellos.
Las mejillas de Lilith se sonrojaron esquivando su rostro – No estabas completamente desnudo.
 Los brazos de Yamato la rodearon cruzándose sobre su cuello y pecho atrapándola desde atrás.
-Gracias…-murmuró en su oído.
Lilith se mordió la esquina de su labio inferior, los brazos de Yamato eran cálidos y fuertes. Él resistiría cada una de sus perdidas, cada alma que él arrebató con sus manos.
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littleichigo77 · 4 years
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La serpiente y el dragón
Declaración: Los personas del h****  Amai Choubatsu Watashi wa Kanshu Sen`you Pet no me pertenecen.
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Capítulo 4: La serpiente soy yo.
El misterio que la envolvía lo motivaba a querer averiguar todo sobre ella, no podía bajar la guardia ante un posible acercamiento de la mafia rusa. Ivan Viacheslav era un reconocido jefe del crimen organizado, su nombre resonaba por todo el bajo mundo en las transacciones ilícitas que se llevaban a cabo entre continentes, era increíblemente respetado y admirado, pero sobre todo…temido. Sus métodos sanguinarios y poder de gran alcance lo habían posicionado como el mayo líder del contrabando internacional, sus conexiones políticas lo mantenían impune y sus pactos comerciales siempre terminaban en una destrucción masiva de la organización rival.
Le había encargado la misión a Igarashi de reunir toda la información de Lilith y de su padre. Reclinado sobre el asiento de su escritorio bebía whisky escoses mientras leía todos los documentos recopilados. Ivan había iniciado la cacería de su propia hija hace dos años ofreciendo una jugosa suma de dinero a cambio de recuperarla, la única condición es que estuviera viva y que por supuesto, presentará el tatuaje de serpiente que la caracterizaba “El tatuaje es una trampa en sí. Algunos ilusos han querido engañarlo, pero el tatuaje tiene un detalle minúsculo e insignificante que solo él puede identificar. Ya sabes…hubieron desmembramientos y las cabezas rodaron en el piso por eso” Yamato recordó la voz de Igarashi explicándolo.
Adjunto a los documentos había fotografías, en una de ellas se visualizaba una mujer idéntica a Lilith, pero un poco más mayor, no sobrepasaba los 23 años “Es realmente hermosa, ¿no crees? Es de nacionalidad japonesa, la esposa de Viacheslav y la madre de Lilith. Según los registros se dice que murió durante el parto, no logré obtener mayor información, solo una persona se atrevió a mencionar que existe una gran tragedia familiar al respecto. Lo que me pareció inusual, es que no había registros de la existencia de Lilith hasta que escapó. Solo entonces su supo que Viacheslav tenía una hija”.
-Claro…ningún mafioso quiere dar a conocer a su familia, pero… ¿ningún registro?, incluso con su poder es imposible ocultar a los hijos – Yamato murmuró tocándose el mentón. Los otros documentos detallaban información de los negocios que actualmente llevaba Ivan.
Yamato guardó los documentos en un cajón de su escritorio cerrándolo con llave, salió caminando hacia la cocina, abrió el refrigerador y tomó el bento que Lilith le había preparado hace tres días, lo desenvolvió. Todo parecía casero y preparado con dedicación, había un pastelillo de crema batida con frutillas cortadas y una caja de bento koraku.Yamato calentó la comida y se sentó a comer.
“Delicioso…” pensó con una sonrisa en el rostro. Lilith le había mentido solamente respecto a su nombre, posiblemente todo lo demás era cierto, de ser como los documentos describían…ella estaba viviendo en un peligro constante.
Lilith había escapado hacia Japón, tenía agallas, ella era la clase de persona que se esforzaba por sus objetivos…pensó Yamato recordando las palabras que le había dicho el yakuza que se había encargado de ir a dejarla “… ¡Jefe, esa chica se atrevió a tomar mi arma! ¡Está loca! ¡Perdió los estribos! Insistió en que la dejara en la preparatoria Shinwa…la esperé como me encomendó y la seguí hasta que llegó a su departamento. No, no encontré nada raro o sospechoso en ella, solo llevaba el cabello mojado”
Yamato había ordenado seguirla desde que Lilith había abandonado la torre de los yakuza. Katsuo notificada sus movimientos con una impecable vigilancia, aunque no variaban mucho, lo que persistía usualmente es que ella pasaba largas horas en la piscina de la preparatoria hasta el anochecer. Yamato era un hombre impulsivo, él tomó las llaves del deportivo y salió de su departamento dirigiéndose hacia unos pisos más abajo. Un salón destinado para el almacenamiento de armas e implementos utilizados por los yakuza a disposición de todos los miembros.
Yamato deslizó la mano por la estantería de implementos de tortura hasta que encontró lo que buscaba, un aparato de electrochoque, lo guardó dentro del bolsillo de su saco y salió; mientras conducía realizó una llamada – Katsuo, puedes retirarte. Sí, yo me encargo – Colgó.
La construcción de la preparatoria lucía tétrica de noche, Yamato estacionó el deportivo y se dispuso a llegar a la piscina atravesando el gimnasio del equipo de basquetbol. Sus pasos resonaban firmes y peligrosos en el silencioso tramo. La puerta emitió un chirrido que Lilith no distinguió, su concentración era máxima nadando estilo crol. Yamato se sentó en las gradas observándola detenidamente, las luces estaban apagadas.
Yamato exclamó sintiendo como el aire se evaporaba por sus labios, creyó ver una serpiente negra deslizándose velozmente por aguas turbulentas. El largo cabello de Lilith estaba suelto cubriendo todo su cuerpo y este fluía ondeante, cual forma sobrenatural inmersa en el agua, sus brazadas eran agudas, rápidas y efectivas.  
Un escalofrió lo recorrió, pero se sintió extasiado como un niño.
Lilith nado, nado y nado, Yamato se vio incapaz de interrumpirla ante lo majestuoso de su visión. La luz de luna emitía reflejos en el agua acariciando la figura abstracta de la rápida serpiente negra.
Él había perdido la noción del tiempo cuando su entrenamiento terminó, Lilith llegó a la barandilla agotada tomando una gran bocanada de aire emergiendo del agua.
Ella ascendió por la escalinata, de pie, deslizó las manos por su cabello escurriendo el agua mientras las gotas resbalaban eróticamente por el contorno de su cuerpo. Los ojos de Yamato siguieron cada una de las gotas resbalando por sus curvas. Ella no era una niña, era una mujer.
Yamato pudo apreciar su piel descubierta, perlada y tan suave al tacto como sus yemas pudieron comprobar la última vez que la tocó, sus proporciones femeninas eran compactas y bien definidas. El líder de los yakuza tragó saliva e intentó actuar normalmente, aunque no podía dejar de contemplarla ni ignorar lo duro que se había puesto.
-¡Oye tú! ¡¿Acaso no sabes usar un gorro de nado?!  
Lilith se sorprendió girándose hacia dónde provenía la voz frunciendo el ceño  –Higa-san -murmuró tensándose, agarró una toalla y comenzó a secarse compulsivamente. Yamato se acercó recobrando la compostura.
-Cuando nado quiero sentirme libre, es por eso que no lo uso.
-Tiene sentido si estas huyendo de Viacheslav – Yamato seguía escudriñando en sus gestos y reacciones. Lilith no dejó de secarse a la defensiva.
-¿Qué decisión tomaste Higa-san? ¿Viniste a capturarme personalmente?
-Creí que confiabas en mí.
Lilith detuvo lo que estaba haciendo para mirarlo fijamente. Él sonreía para ella – Tu comida estaba deliciosa.
Entonces Lilith supo que él había probado su comida y que sus dudas hacia ella se habían despejado parcialmente. Le sonrió de vuelta antes de relajarse observando como el agua de la piscina regresaba a su perfecta quietud – Eres un hombre amable.
-¡Que va! Tengo recursos suficientes, no me interesa una maldita recompensa.
El líder de los yakuza se sentó a su lado colocando una mano sobre su cabeza diciendo – No has aprendido nada ¿verdad? ¿Qué demonios haces todavía aquí?
-Olvido que alguien allá afuera me persigue.
-…. ¿No haz pensando en cubrirlo?
Lilith comprendió que se refería a su tatuaje y sonrió sarcásticamente sabiendo que él la había investigado.
-El tatuaje es una forma de maldecirme, él me reconocería incluso si no lo tuviera.
-Maldecirte… ¿Qué quieres decir? – Yamato apartó su mano suavemente -¿Puedo...verlo?
Lilith asintió poniéndose de pie colocando su cabello hacia el lado y por delante de ella, caminó unos pasos hacia el borde de la piscina donde la luz de luna entraba. Quitó los volantes que sujetaban su traje de baño azul marino entero y lo fue bajando hasta el final de su espalda a la vez que cubría sus senos con un brazo. Por la curva pronunciada de su espalda avanzaba el tatuaje acaparándola en todo su centro.
Los ojos de Yamato brillaron de lujuria e indignación, se puso de pie acercándose hasta que su aliento rozó significativamente su nuca. Lilith no sabía que lo que estaba experimentando en ese momento era un fuerte deseo de ser tocada. Yamato así lo hizo, sus yemas trazaron lentamente aquel suave lienzo deslizándose de abajo hacia arriba ocasionando que el cuerpo de Lilith reaccionara crispándose. Todavía podía sentir el metal helado de la mesa aplastando su mejilla, el ruido del motor de la maquina tatuadora mientras las correas de cuero aprisionaban sus muñecas y tobillos, una gruesa mano avejentada agarrando toscamente y ferozmente su cuello en sumisión. Yamato la sintió encogerse cuando él había alcanzado su hombro.
-Así que esto es…- dijo Yamato fijándose en el lunar tatuado en la serpiente de tinta negra debajo de su ojo izquierdo, igual que el de ella. Un detalle imperceptible que los estafadores pasaban por alto cada vez que pretendían engañar a Viacheslav.
-Sí, la serpiente… soy yo –dijo Lilith girándose clavando sus ojos en Yamato.
El rigor de sus ojos atormentados era increíblemente amenazante. El líder de los yakuza no entendía muchas cosas, pero él tampoco pretendía presionarla ni inmiscuirse en su pasado.
-Puedo brindarte la protección de los yakuza.
-No es necesario, puedo cuidarme bien por mí misma – Lilith comenzó a subir sus tirantes de su traje de baño – Logré escapar de él ¿sabes? Me he mantenido a salvo y pienso seguir haciéndolo por mi cuenta.
-Necesitaste de mí antes – Se molestó Yamato.
-No esperaba que eso pasará – Ella lo cortó - Tuve un momento de debilidad…eso es todo.
Lilith agarró su bolso comenzando a caminar hacia los vestidores. Yamato estaba realmente molesto, el pateó la banca donde habían estado sentados, la impotencia lo embravecía cuando ni siquiera él podía explicarse porque quería mantenerla a su lado. Quizás era porque ella era una sobreviviente igual que él de la mafia.
A los minutos después Lilith regresó con una toalla sobre su cabeza, Yamato estaba recargado contra la pared fumando un cigarrillo. Lo apagó con la suela de sus zapatos – Vamos, te iré a dejar.
-Pensé que estos días estarías ocupado.
-No me cuestiones pequeña mujer, tu orgullo no te llevara a ningún lado.
-Vale…vale.
Juntos caminaron hacia la salida, Yamato la fue a dejar a su complejo de departamentos. Al llegar, Yamato metió la mano al bolsillo agarrando el aparato de electrochoque, él pretendía dárselo para que ella se cuidara por su cuenta dado que él ya no tenía más razones para volverla a ver, pero en el último minuto decidió que él se encargaría personalmente de eso. Todavía no había descifrado el misterio que era Lilith Viacheslav.
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La serpiente y el dragón
Declaración: Los personas del h****  Amai Choubatsu Watashi wa Kanshu Sen`you Pet no me pertenecen.
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Capítulo 3: ¿Quién eres tú?
Era una experta en cubrir sus heridas, físicas y psicológicas, prisionera de sus propias memorias buscando los retazos blandos y perdidos en un centenar de espinas que se incrustaron en su mente, se había formado para que sus problemas se mantuvieran enterrados. Lavó su rostro abundantemente, lista para cubrirse con el disfraz que le entregaba al mundo. Su jornada laboral comenzó a las 9 en punto en la cafetería que la había acogido cuando decidió que tenía edad suficiente para escapar de su destino, ella quiso trazar una nueva vida lejos del dictador que la atormentaba en sus pesadillas. Los clientes y el personal eran amables con ella, su apariencia la había ayudado a encajar un poco más, a pesar de esa distancia que siempre se interponía en enlazar corazones cercanos.
-Los clientes de la mesa ocho esperan sus malteadas – anunció su compañera de cabello castaño mientras alisaba su uniforme y tomaba una nueva orden.
- Enseguida – le respondió Lilith tomando la charola y caminando rápidamente hacia los clientes que agitaban los brazos entusiasmados. La cafetería estaba repleta ayudándola a distraerse de las manos ponzoñosas que la habían ultrajado.
Su turno consumió toda su energía alegrándola por momentos porque todo estaba funcionando. Al acabar el día se sentía bien consigo misma, era increíble lo buena que era para enmascarar sus emociones o eso pensó; cuando los ojos del líder de los yakuza aparecieron acusadores y delatores en un breve instante que la desorientó.
Negó con su cabeza queriendo ignorar el hecho de que él bajaba todas sus defensas, hacia añicos su perfecta fachada alborotando su sistema. No obstante, no tenía tiempo para pensar en eso, debía completar su jornada.
Las estrellas la acompañaron mientras caminaba por su habitual ruta hacia su apartamento pasando frente a una tienda de comestibles, se detuvo iluminada por los vitrales antes de pensar en una idea para agradecerle al hombre que la había ayudado. Compró algunos ingredientes y se los llevó consigo a casa. No era muy tarde, pero decidió esperar un par de días antes de intentar ir a visitarlo. Lo que no se esperaba, era la llamada que recibió esa misma noche.
Se aplicaba la pomada que Yamato le había entregado sentada en la cama cuando su celular comenzó a sonar. Al notar el nombre contuvo el aliento.
-Hola, habla Reika – decir su nombre falso nuevamente la hizo sentir incomoda. La voz de Yamato se emitió grave y calmada.
-Reika, no quiero recordarte lo que pasó, pero quiero saber cómo te encuentras.
Extrañamente su corazón comenzó a latir fuertemente – Estoy bien, gracias – Lilith no pudo evitar pensar que él todavía seguía preocupado por ella – Por cierto, el mentol es refrescante.
Ella lo sintió sonreír en la otra línea.
– Mm, es una antigua receta de nuestra familia. Funcionará mejor si la pones en la nevera.
-Sí, me puse una bolsa de guisantes fríos esta mañana.
-Eso debería ayudarte.
-Higa-san… ¿Puedo ir a visitarte? – Ese revuelo en su estómago volvió de nuevo. Ella sintió como la saliva pasaba por su garganta – Tengo algo que quisiera entregarte.
Yamato guardó silencio unos segundos que parecieron eternos para Lilith.
-Realmente me gustaría, pero no quiero que te veas involucrada con nosotros. Eso sería problemático.
-Procurare que nadie me vea, solo será una vez.
-…- Yamato se mantuvo pensativo antes de resolver – Está bien, hubiera ido a recogerte yo; pero estos días estaré ocupado.
-Envíame la dirección y hora en la que puedes recibirme.
-Lo haré, cuídate, Reika – Colgó cuestionándose por qué ella había contestado su llamada, cualquier chica de preparatoria normal hubiera preferido romper todo nexo con él, pero ella no parecía temerle, tampoco a las fechorías que profesaba su organización, era bien sabido que eran sanguinarios asesinos, traficantes de armas y viles delincuentes, que cualquier contacto con ellos evocaba a la desgracia, lo que Yamato no sabía…es que ella ya había conocido a su propio verdugo.
Ella lo intrigaba, él también necesitaba volver a verla.
Una especial alegría la recorrió  la tarde que recibió el mensaje de Yamato luego de salir del instituto. Normalmente ella se quedaría nadando en la piscina del instituto más allá del anochecer. Sin embargo, se apresuró en llegar a su departamento preparando todo lo que necesitaba. Una vez finalizado, tomó el bento y se marchó a la dirección que Yamato le había indicado.
La torre Yakuza se localizaba en uno de los distritos comerciales con mayor reputación criminal e índices de delincuencia. Sin embargo, Lilith se adentró caminando indiferente e inexpresivamente por sus calles plagadas de locales.
Cuando estuvo de pie frente a la torre unos hombres de traje portando armas la recibieron en la entrada. Uno le abrió la puerta sin decir ninguna palabra, ella entró siguiendo las instrucciones de Yamato. Subió por el ascensor hasta el piso dieciséis, giró a la derecha, cuando de pronto una hermosa mujer con curvas exuberantes caminó hacia ella, su escote era demasiado revelador usando una yukata tradicional japonesa, así mismo era su peinado con cascabeles y joyas ostentosas.
La mujer mayor la miró con desdén chocando a propósito con la muchacha; Lilith quiso ponerle el pie para que ella también tropezara, pero se abstuvo al intuir que esa mujer causaría un alboroto, en su lugar, avanzó hasta el final del pasillo por donde había salido recientemente la mujer.
Abrió la pesada puerta encontrándose con una sala de reuniones, la mesa de grueso roble era larga y en la cabecera principal estaba sentado Yamato mirando al exterior a través de los enormes ventanales que proponían una vista panorámica del atardecer de la ciudad.
Lo reconoció al instante, su pelo del color de las llamas era inconfundible, él giró su silla para recibirla.
-Adelante, Reika – su voz directa y tenaz se dirigió hacia ella mientras avanzaba y tomaba asiento a su lado. Dejó el bento envuelto sobre la mesa frente a él.
-Higa-san, quizás no sea suficiente, pero por favor acepta esto como muestra de mi gratitud – Inclinó la cabeza levemente, el líder de los yakuza entreabrió los ojos ante el gesto sintiendo que una cálida sensación confortable se apoderaba de él.
-Está bien, este lugar puede resultarte intimidante.
-No es así - “me trae viejos recuerdos” Lilith clavó su mirada violeta en la suya y Yamato pudo ver que no mentía – Quiero decir…sigues siendo tú.
Yamato asintió – Pensé enviar a uno de mis hombres a recogerte, pero eso hubiera llamado la atención. Además, creo que no te hubieras sentido segura con uno de ellos. Sin embargo, viniste hasta aquí por tu propia cuenta, realmente lo aprecio.
-Quería venir, quería verte de nuevo – Lilith esbozó una sonrisa que la iluminaba, Yamato quedó perplejo pronunciando con coraje cuando ella se tocó por impulso el extremo de su labio que aún no había sanado.
-Tú…tuviste que pasar por todo eso – Tomó su mentón con una mano – Déjame ver.
-Por favor, no lo hagas – Lilith giró su rostro, ella había maquillado perfectamente el color que todavía no desaparecía. Yamato se contuvo soltándola suavemente para enseguida golpear brutalmente la mesa.
-¡Debí haberlo matado!
Lilith negó susurrando – Esta bien, ya cargas suficiente sangre contigo.
-Reika…
Cada vez que Yamato pronunciaba ese nombre una presión punzaba sobre su pecho “Tengo que decirle….tengo que decirle quien soy en realidad. Él…me importa”. Lilith apretó los puños por debajo de la mesa con miedo a que él se molestara por su mentira. Sin embargo, tenía que decirle o seria consumida por ese peso – Mi nombre….en realidad no es Reika.
Yamato se sorprendió inclinándose hacia atrás pensando si era un espía o si había caído en alguna trampa, Lilith esquivó su mirada prosiguiendo – Es Lilith Viacheslav.
-¿La mafia rusa? – Yamato tanteó su arma, no podía despegar la mirada de ella ni de cada maldito movimiento que hacía -¡¿Qué es lo que estas ocultando?!
El semblante de Lilith se apagó apretando sus puños con mayor fuerza – Lamento haber traicionado tu confianza, pero no estoy preparada para hablar de eso. No puedo explicarlo.
Yamato se levantó súbitamente extendiendo los brazos sobre la mesa. Las mujeres siempre parecían traicionarlo o buscar algo de él.  Lilith acercó su mano lentamente a uno de sus brazos atreviéndose a mirarlo a los ojos enfurecidos.
-Sabes que puedo ponerte bajo vigilancia, puedo encerrarte…- Él no pudo continuar, ella reflejaba inocencia matizándose con un dolor que él conocía muy bien – Es doloroso, ¿verdad?
Lilith no respondió cuando sus uñas se habían incrustando en su palma aguantando la angustia que cargaba. Yamato tomó su mano abriendo dedo por dedo sobre la mesa.
-Por eso me comprendes demasiado bien, conoces este mundo desde antes. No te pediré que me cuentes todo ahora, pero tengo que saber porque viniste aquí.
Lilith dejó que la sinceridad de su voz lo recompusiera –No sabía quién eras tú.
-¿Eso es verdad? –Cuestionó frunciendo el ceño.
-¡Lo es!
Lilith sintió como la afilada mirada de Yamato estudiaba sus expresiones. Ella añadió.
-Mi padre…no me envió aquí para matarte o infiltrarme. Hace mucho tiempo que no tengo contacto con él – Lilith recordó que también era importante que nadie pudiera localizarla – Por favor, te pido que no reveles mi identidad. La suma de dinero que ofrece mi padre es tentadora, pero trabajaré con tal que guardes silencio – terminó diciendo con determinación.
-Entiendo…, escapaste y te estás ocultando –Yamato reflexionó –No obstante, todavía sigues siendo sospechosa – apartó sus ojos de ella girando su rostro.
- Honestamente no tienes de que preocuparte, no creo que nos volvamos a ver –Lilith se levantó agarrando su bolso con el mentón en alto. Su mirada se desvió al bento sobre la mesa – Y descuida…no está envenenado.
-¡Espera! Tks –maldijo internamente el líder de los yakuza – Enviaré a alguien para que te escolte hasta tu casa. No puedes negarte – amenazó decidiendo que lo mejor era mantenerla bajo vigilancia, Lilith lo entendió aceptando mientras salía de la sala de conferencias.
Dentro de la camioneta blindada Lilith veía las luces de la ciudad, la sombra de su padre siempre lograba alcanzarla sin importar donde estuviera. Se sintió tonta al haberle revelado su verdadero nombre al líder de los yakuza, probablemente este reportaría su ubicación a la mafia rusa regocijándose con el dinero de su captura; era un hombre amable, pero la avaricia arrastraba a los peores criminales a deleitarse con las recompensas obtenidas. No podía regresar el tiempo para no haberle revelado su identidad, ahora, ambos sentían que habían caído en una trampa mortal.
-Lléveme a la preparatoria Shinwa.
-Las órdenes del jefe son…
Lilith en un rápido movimiento tomó la pistola del conductor apuntándole, este último estuvo a punto de poner sus manos sobre ella o darle un puñetazo para noquearla recuperando el arma tan brutal como era, pero recordó la amenaza del jefe “No te atrevas a tocarla”. El yakuza maldijo gritando improperios conduciendo hacia la preparatoria.
El agua limpiaba sus lamentos, sus piernas y brazos hondeaban vertiginosos huyendo de la nebulosa, sumergida aguantando el oxígeno, azul marino, la sensación desgarradora de quedarse sin aire era adictiva.
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La serpiente y el dragón.
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Capítulo 2: Una parte de ti.
Su mano empezó a moverse sutilmente tintineante a medida que se acercaba a la enorme sombra en su sueño profundo. Avanzó por el nebuloso y tétrico pasillo retrocediendo en el tiempo hasta volverse una niña pequeña que se quedó paralizada frente a su figura paterna. Los gritos que se arrastraban como arañazos en las paredes la llamaban, clamando para que se acercara y escuchara atentamente “Tú…la mataste… ¡TÚ LA MATASTE!, ¡todo esto es tu culpa!” El sonido y el ardor fugaz de la sórdida bofetada impactando con su mejilla la despertaron súbitamente.
-¡Papá! –Gritó con su respiración acelerada sobresaltándose cual gato en el sofá. Le siguió el hombre pelirrojo a su lado despertando agarrando su glock 9mm apuntando directamente a su cabeza, listo para matar. Enseguida, el yakuza bajó su brazo devolviendo el arma en su funda, se sentó imitando la postura de su pequeña acompañante.
El silencio reinó por unos segundos antes de que la voz directa y profunda de Yamato se deslizara hacia ella -¿Te encuentras bien? –sus ojos rápidos y sigilosos estudiaron su cuerpo encontrando que su mano agarraba su estómago maltrecho, su saco negro todavía la cubría, pero fue capaz de verlo.
Lilith se reincorporó recordando lo sucedido anoche mientras se secaba el sudor de la frente. Le dolía mucho el cuerpo con los parpados pesados por las lágrimas que se habían desbordado. Sus emociones la habían traicionado, se sentía decepcionada consigo misma por dejar que algo así le afectara.
-Estoy bien – respondió fríamente tratando de recobrarse así misma– Lamento haberte despertado – se fijó en el reloj de la sala de estar, eran las 5 de la madrugada. Descendió sus rostro unos centímetros meditando antes de levantarlo  – Gracias por haber ido en mi ayuda  – Esbozó una sutil sonrisa que se marchitó en una mueca de dolor al girarse.
El yakuza se puso de pie preocupado agarrando su muñeca para que ella lo imitara, ella accedió, él se inclinó y sin ceremonias deslizó suavemente la tela de su camiseta rota revelando parte de su estómago, el área expuesta estaba notoriamente teñida de morado con bordes irregulares de rojo. Se sorprendió también al ver un tatuaje de serpiente negra que avanzaba por su vientre y se perdía por su espalda.
-No lo estás, estás lastimada – la punta de sus dedos masculinos le provocaron un cosquilleo a Lilith teniendo que apartar su mirada avergonzada de él. Yamato se incorporó y le dijo antes de alejarse –Espera.
Regresó con un frasco de una pomada, se la entregó, Lilith la recibió abriéndola curiosa, un aroma a mentol se esparció en la cercanía de sus cuerpos, supuso que era un anti inflamatorio.
-Puedes ir al baño – le indicó la dirección al cuarto.
-¿Por qué haces esto por mí?
-¿Hee? – el líder de los yakuza arqueó una ceja y luego esbozó media sonrisa  - No creas que eres especial, eres solo una niña asustada, de cualquier forma…recibe mi ayuda.
Lilith asintió intuyendo que las palabras del yakuza estaban bien camufladas, ella pudo encontrar la amabilidad que quería ocultar por encima de su dura fachada. Caminó en dirección al baño percatándose que él había traído su bolso deportivo en medio del terror. Lo cogió entrando al cuarto de baño, comenzando a desvestirse cuando frente al espejo vio su forma desnuda maltratada.
Él realmente la había ayudado, ella abrazó su desnudez sintiéndose realmente aliviada de que él hubiera llegado justo a tiempo. Sentía un nudo en la garganta y la gratitud reverberando en su interior.
Había dormido con él y él la había protegido. No había tenido intenciones maliciosas a pesar de estar en su departamento, él solo estuvo allí para ella.
Se aplicó la pomada cambiándose a su otra playera blanca y salió ignorando el dolor punzante. Pensó en pedirle unos analgésicos, pero no quería tomar píldoras de un desconocido; incluso si interiormente sentía que no podía desconfiar de él, si él hubiera querido…ya le habría hecho daño. Por el contrario, él la estaba esperando sentado con su cuello hacia atrás en dirección al techo sumido en sus propios pensamientos a ojos cerrados. Se acercó hacia él extendiendo la pomada en su mano mientras que su voz salió en un murmulló apenas audible –gracias…
-Puedes conservarla – dijo sin mirarla, luego se levantó – Te llevaré a casa, tus padres deben estar preocupados, podrán hacerte algunos exámenes médicos si los necesitas.
-Me encuentro bien – dijo firmemente con una voz sombría y calculadora, Yamato se percató de ello, parecía natural en ella emitir esa aura sombría. Una chispa se encendió dentro de él ocasionando que quisiera romper esa barrera, en su lugar frunció el ceño con molestia tomando su mejilla.
- No es algo que debas decidir tu misma.
El calor de su mano se propagó contra su piel en una sensación desconocida, cada vez que observaba la claridad de los ojos de Yamato a pesar de poder ver una oscura neblina eclipsándolos se veían preocupados y sinceros.  
- Démonos prisa – pronunció tomando las llaves del deportivo.
- Esta bien, nadie notara mi ausencia, vivo sola hace un par de años – dijo Lilith mientras salían del departamento. Yamato abrió un poco los ojos, pero luego la observó, a pesar de hablar unas cuantas palabras notaba que era más madura que la edad que aparentaba.
Salieron de la torre yakuza camino a la dirección que Lilith le había especificado. El cielo comenzaba a aclarar alzando al alba, el sol todavía seguía escondido. Él la observaba de vez en cuando mientras conducían, era realmente hermosa a pesar de la comisura de su labio roto. Él creyó que nunca había visto a una mujer tan bella provocarlo así, se sentía inquieto a su lado, pero extrañamente cómodo con sus silencios.  
-Todavía no me has dicho tu nombre – Lilith le preguntó girándose hacia él.
El líder de los yakuza dudo en decirle su verdadera identidad pues era bien sabido que era uno de los criminales más buscados. Sin embargo su mirada era pura y él no fue capaz de ocultarle nada – Higa Yamato. Seguramente me has visto en las noticias.
-No veo mucha televisión debido a mi trabajo y prácticas de natación, pero puedo deducir que perteneces al mundo de la mafia.
-Estas en lo correcto  – dijo Yamato sin cuidado – Si quieres huir puedo detener…
Sin embargo, no logró terminar la frase cuando sintió un beso tibio posarse sobre su mejilla sorprendiéndolo, sintiéndose como un soplo de luz de primavera, pero lo suficientemente intenso para sobresaltarlo. El yakuza la miró volver a su sitio con sus mejillas y parte de su nariz completamente encendidas con una mano tratando de ocultar su rubor y temeraria acción.
Lilith sintió como ese golpe de valor la había traído de regreso a la vida, una sensación adrenalinica y atrevida subió súbitamente por sus emociones desestabilizando su acostumbrado control.
Ella inspiró profundo recobrando la cordura – Puedo confiar en ti.
-Reika…
-No voy a juzgarte – dijo mirando el horizonte, estaban próximos a llegar –Puedo entender que toda la maldad que has tenido que ejercer en tu vida ha sido para sobrevivir. Sé de la corrupción de la justicia…El mundo es un lugar salvaje y cruel.
¿Por qué…por qué ella no quiso bajarse? El líder de los yakuza se sorprendió al escuchar a la joven que apenas conocía, era como si comprendiera parte de su vida solamente con ver a través de él. Ninguna mujer se había tomado la molestia de ver más allá de su poder, incluida…Hina.
Yamato elevó la voz poniéndola a prueba – ¿Cómo podrías entenderlo? ¿Qué sabes tú del bajo mundo?
Lilith se giró hacia él – Oh, sé unas cuantas cosas,  es una lucha constante para todo aquel que fue marginado de la sociedad.
-Cierto, cuando la desesperación te atrapa comienzas a hacer lo que sea para sobrevivir, incluso tomar vidas humanas. Sin embargo, es un camino que tarde o temprano te llevara a la perdición.
Lilith suspiró pesadamente comentando -Tampoco puedes confiar en nadie, siempre habrá falsas amistades que en momentos cruciales si tuvieran que elegir entre su vida o la tuya, escogerán su vida rompiendo todo vínculo que pudiera existir.
-Como líder de los yakuza trato de impartir la confianza suficiente, especialmente con los novatos aunque resulten ser hombres experimentados. No hay traidores en mi equipo.
-¿Y si es así?
– Ya sabes lo que sucede.
Lilith descendió su rostro - Siento escuchar eso,  seguramente lo has tenido que hacer en alguna oportunidad – Yamato se quedó en silencio y Lilith encontró sus ojos cristalinos albergando tanto dolor.
Yamato tomó una calada de aire - En los yakuza… todo el clan se considera una familia donde se profesa la fidelidad absoluta hacia la organización.
-Entonces es probable que permanezca así durante bastante tiempo Higa-san, no tienes de que preocuparte – Lilith se encontró tocando al hombre alto de nuevo, su palma trazó la línea de su mandíbula porque simplemente quería sentir que estaba para él como él estuvo para ella.
Yamato se sintió en conflicto consigo mismo pues sentía que no debía dejar que ella se fuera, algo dentro de él se manifestaba fuertemente a detenerla. Sin embargó apartó su mano tocando sus finos dedos pronunciando –Llegamos.
Lilith asintió bajándose del auto, Yamato la ayudó a cargar su bolso mientras subían por una escalinata que daba al tercer piso del condominio. Lilith abrió la puerta y Yamato depositó el bolso a sus pies, se enderezó con voz autoritaria exclamando – No vuelvas a caminar sola por las calles a esas horas. Puedes llamarme si tienes problemas.
Lilith quería su número para luego agradecerle apropiadamente, por lo que aceptó e intercambiaron números telefónicos  – Gracias, eres muy amable por ofrecerlo.
- Está bien, no dudes en llamarme. Adiós – Yamato se giró marchándose, tenía serios asuntos que atender ahora que había derrocado a los opositores.
Lilith se adentró en su vivienda reuniendo el coraje para enfrentar el amargo recuerdo de lo vivido en la soledad de su departamento. Ella era fuerte y aunque sabía que le costaría olvidar ese horrible episodio había superado cosas peores en su vida. Todavía tenía un par de horas para maquillar ese golpe en su rostro, camuflar los mordiscos y tomar unos analgésicos antes de volver al trabajo. Ella lo hizo en modo automático, no se detendría hasta conseguir su objetivo.
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Capítulo 6: Estás advertida
    Grandes senos rebotaban de abajo hacia arriba enterrando sus largas y puntiagudas uñas en los hombros de su amante montándolo salvajemente. Su sexo apretaba sus paredes resbaladizas alcanzando la cima que tanto ansiaba con desesperación. La mujer de curvas exageradas y prominentes gimoteaba enloquecida tratando de que su hombre pelirrojo respondiera de la misma forma que ella, pero él no parecía ser el mismo desde hace semanas.
Él había dejado de requerir sus servicios sin ninguna explicación haciéndola enfurecer. Yamato era un hombre que la tomaba sin ninguna razón empujando tan fuerte y lujuriosamente dentro de ella, tanto así que ponía a temblar sus rodillas experimentadas. Tsuru se había acostado con cientos de hombres en su vida, pero ninguno se comparaba al bravío insolente, al fuego devastador que él poseía. Su deseo era abrumadoramente abismal e insaciablemente oscuro.
Algo andaba terriblemente mal, Tsuru lo intuía. Sus sospechas se confirmaron cuando las pupilas del hombre alto se contrajeron perdido para sus adentros; y no era debido al saque que lo había incitado a beber con sus juegos mentales. Tsuru no lo sabía, pero su cuerpo había dejado de ser el de ella para parecerse al de una sombría muchacha. Su silueta que encandilaba hombres haciéndolos despilfarrar todo su dinero como viles cerdos sin gracia se había transformado en una figura mucho más menuda.
Yamato la agarró de las caderas empujándola hacía la cama quedando sobre ella, sus empujes adquirieron un nuevo vaivén pasional, demoledor, que la dejó estupefacta cuando Yamato juntó su boca con la de ella besándola arrolladoramente. Él sabor de la saliva de Yamato era un vino exquisito diluido con saque que Tsuru quería saborear a toda costa, pero rara vez él la besaba y si lo hacía…era con un sabor insulso que secaba su boca.
-Lilith…- el líder de los yakuzas jadeó el nombre al borde de venirse.
Tsuru estalló en rabia “¡¿Quién demonios es ella?!” pensó sin poder actuar sobre su propio cuerpo que empezaba a convulsionar de placer. Ella no podía resistirlo, las fervientes manos de Yamato la sujetaban como si fuese lo más preciado que él poseía.
Alcanzando la cima de su propio éxtasis Tsuru gritó el nombre de Yamato por todo lo alto rompiendo el hechizo que lo tenía embrujado, Yamato parpadeó un par de veces antes de que sus ojos se entrecerraran gélidos. La giró boca abajo sin querer ver su cara con unos últimos empujes que la dejaron llena y satisfecha.
Yamato se levantó de la cama cruzando su fría mirada con ella, haciendo que Tsuru pudiera entender que no se volvería a repetir, no era justo para ella.
Yamato avanzó en dirección al baño, pero la voz enfurecida de Tsuru lo detuvo - ¡¿Quién demonios es Lilith?!
-No es asunto tuyo – dijo sin girarse.
-¡Yamato! ¡Yamato! – Lilith exasperó agarrando el vaso de vidrio de la mesita de noche, lo lanzó furiosa hacia él, pero Yamato lo esquivó y este impactó en la puerta del baño rompiéndose en pedazos.
-¡Tsuru! Tienes               que aprender a controlarte –Yamato amenazó alzando una milésima la voz –Voy a tomar un baño, no quiero encontrarte aquí cuando salga.
Tsuru apretó los dientes y las sabanas sin poder hacer muchas protestas. Su piel comenzó a erosionar de rabia, odiaba cuando Yamato no mostraba interés en ella. Tsuru siempre había adorado y presumido que Yamato al igual que el viejo Kensaki le comentaran sus movimientos de ataque, le hicieran algunas consultas que pudieron serle de utilidad. “Soy la antigua concubina de Kensaki. ¡Merezco respeto!” Ella quería toda la atención de Yamato ahora que finalmente el viejo estaba muerto.
Yamato era un poco más retraído en compartir información, por el contrario del viejo, que tenía la lengua suelta. Tsuru había quedado fascinada cuando Yamato asumió el liderazgo de los yakuza, era joven, atractivo y manejaba mejor el dinero. Tsuru no lo iba a dejar escapar tan fácilmente, Yamato era el boleto ganador definitivo.
Tsuru agarró la botella de saque de la mesita de noche y bebió grandes sorbos directamente de la botella, se secó la boca alcoholizada con el dorso de la mano. Agarró el celular de Yamato desbloqueándolo con prisa, recordando que había visto de reojo el patrón de la contraseña.
Su seño se fruncía indagando entre sus contactos y llamadas, pero Yamato era listo y nunca pondría el nombre de Lilith entre sus contactos para mantenerla fuera de peligro. Ella siguió buscando, su sonrisa se ensancho grotesca, la había encontrado leyendo sus mensajes.
Haku (Lilith): ¿Haz probado la comida americana? Me aventuraré un poco con eso, espero que resulte como la que provee en el aeropuerto. Te llevo :)
Haku (Lilith): El atardecer está hermoso hoy, ¿no crees?
Haku (Lilith): Están transmitiendo un reportaje de ustedes en el canal 22, me preocupa que estén muy cerca de ustedes…
Haku (Lilith): El licor no se considera un alimento.
Haku (Lilith): Tuve una pesadilla, soñé que morías…En cuanto veas este mensaje llámame por favor. Necesito comprobar que estas bien.
Hora del último mensaje, cuatro y media de la madrugada. Le siguió una llamada casi al instante, Tsuru sintió ganas de vomitar, a esa hora Yamato todavía estaría en algún club concretando acuerdos comerciales y sin embargo, se había tomado la molestia de llamarla enseguida. Tsuru sintió la cólera quemar sus entrañas, cada mensaje fue respondido con una llamada…lo que significaba que él quería escuchar su voz o que estaba muy ocupado para mensajear. “No, Yamato prefiere una conversación directa y esa maldita prefiere enviarle mensajes, puesto que una llamada podría importunarlo o ponerlo en una situación de riesgo…”. Tsuru era buena leyendo a las personas, no podía dejar que la rabia disminuyera su astucia, aunque todo indicaba que Yamato borraba los mensajes gradualmente, él la estaba protegiendo… “¿Por qué demonios te importa? Esto no se va a quedar así… ¡Maldita sea!”
Tsuru escuchó cesar el agua de la regadera, salió disparada de la habitación no sin antes revisar rápidamente sus fotos para averiguar de quien se trataba. Ella se arrepintió de eso, había una foto de Lilith durmiendo acomodada en el asiento de un auto, inclinada hacia el conductor.
…….
El arte de la seducción la había ayudado a ir escalando de posición en posición, Tsuru usó sus atributos y encantos para obtener todo lo que quería, embaucando y contrabandeando información. Tenía su propia red de contactos a la cual acudir con solo enseñar su exuberante desnudez; así mismo embaucó a uno de sus hombres para recopilar información de Lilith, pero no encontró nada, todos sus archivos habían sido eliminados.
“¡Eres un inútil! ¡No sirves para nada!” Tsuru había bramado y abofeteado al pobre hombre cayendo de rodillas. Sin embargo, ella usaría sus propios medios para conseguir la información. Una mañana en la que Yamato se encontraba fuera de la torre yakuza, Tsuru entró a su departamento de la misma forma en la que se había colado aquella noche que averiguó que su plan estaba fracasando por una mocosa.
Frente a la puerta del despacho de Yamato, sacó uno sus palillos para el cabello insertándolo en la cerradura, la forzó y el seguro cedió. Sigilosamente entró revisando los papeles sobre su escritorio, al no encontrar nada que implicara a Lilith continuó, cuando sus ojos fueron a parar a un cajón con llave sonrió con soberbia.
Aplicando el mismo método anterior abrió el cajón comenzando a hurgar entre los documentos. Sus manos agarraron una carpeta que en el interior tenia documentos y fotos relacionados con Lilith. Los leyó sintiendo el impulso de arrugar los papeles, salió de allí cuanto antes.
…..
La cafetería en la que trabajaba Lilith era común y corriente, Tsuru se bajó de la camioneta enseñando una de sus largas piernas escoltada por dos hombres armados de traje negro. Entró al recinto llamando la atención de todos los clientes y personal debido a la elegante yukata que vestía de gran escote y su porte magistral, su cabello verde olivo brillaba sujeto por sus palillos con pequeños cascabeles.
-¡Lilith Viacheslav, tenemos que hablar! – la mujer la llamó haciéndole un gesto con el mentón hacia afuera.
Lilith observó la cara asombrada de los clientes, detestaba llamar la atención. Entregó los cafés y sándwiches a los clientes, acercándose a un caballero avejentado de rasgos afectuosos, inclinó la cabeza sutilmente – Jefe, si me disculpa…- el señor mayor asintió y Lilith salió de la cafetería con rumbo al callejón, su mirada estaba enojada.
-¿Quién eres tú y por qué estas incomodando a los clientes? – Lilith le preguntó sin dejarse intimidar por la notoria rabia y desdén que irradiaba la mujer.
-Escúchame bien niña, te vas a alejar de Yamato…
-No lo haré.
Lilith la cortó sin inmutarse cuando la mujer la empujó contra la pared agarrando su uniforme de camarera  – Pero… ¿Qué dices?
-Yamato necesita contar sus experiencias, no lo haré, no me alejare de él.
-Tú…maldita mocosa ¡¿Qué clase de relación tienes con él?! –La mujer exasperó sin soltar su agarre del centro de la ropa de Lilith. Lilith no dejó que perturbara su equilibrio, ella le entregó una media sonrisa.
-No tengo porque decírtelo. ¿Acaso crees que exigiendo y amenazando lograras que todos se inclinen ante ti? Tienes ese aspecto…el de una mujer desesperada y avariciosa.
-Tú…no sabes con quien te estas metiendo.
Lilith pronunció con un tono frio – Eres tú la que ha venido a molestarme. No tienes derecho a decidir sobre las acciones de otras personas.
Tsuru abrió los ojos grandemente sacando uno de sus palillos de su cabello, tenía la punta de un alfiler con la que comenzó a acariciar suavemente la mejilla de Lilith – Oh, tengo ese derecho porque me convertiré en la mujer de Yamato-sama, de hecho…técnicamente ya lo soy. Oh, es un pervertido en realidad, nunca puedo saber que me pedirá en la cama, pero… ¿Qué vas a saber tú? No tienes lo necesario para estar a su lado y mucho menos para complacerlo.
Las palabras ponzoñosas de la mujer ocasionaron que Lilith se preguntara porque le dolía tanto el corazón. Ella lo disimuló – Si Yamato te quisiera como proclamas, no estarías aquí amenazándome.
-Lo hago porque conozco tus secretos, solo le traerás problemas.
Lilith tomó la mano que empuñaba su ropa soltándola firmemente mientras se separaba – Él también podría traérmelos a mí y sin embargo, eso ya no me importa. Si dices ser su pareja, entonces no te entrometas en sus asuntos, si Yamato tuviera algo que decirme… me lo diría personalmente.
-Aléjate de él mocosa…estás advertida.
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