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La tragedia del gasto público en México
Tito S. Ortiz Valencia
@Titosov
Alguna vez alguien me dijo que si quería saber cuáles eran las verdaderas intenciones de un gobierno, más allá de cualquier discurso politiquero, entonces habría que prestar atención a lo que viene establecido en el presupuesto. Después de todo quién controla el gasto es influyente, pero quién lo ejerce lo es aún más. Y dado que todos los gobiernos tienen una restricción presupuestal, todas las decisiones que se realicen con recursos públicos presentan un cheque en blanco que tarde o temprano habrá que firmar.
Teniendo en cuenta lo anterior resulta contradictorio que quien se promociona como el presidente más humanista de la historia de México, en un momento de evidentes dificultades económicas por decir lo menos, siga insistiendo en dirigir una cuantiosa parte de recursos a proyectos de infraestructura (Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía). Incluso si asumimos que es posible desprender beneficios de estos proyectos, serían en el largo plazo mientras que los problemas los estamos enfrentando hoy. La promesa de beneficios inciertos en el futuro como moneda de cambio para los beneficios tangibles de atender hoy a los sectores vulnerables con esos mismos recursos es equivalente a luchar contra molinos de viento.
El contracaso más reciente se encuentra en el gobierno anterior donde ante una reducción en los precios del petróleo, sin ser tan significativa y drástica como la actual que presenta precios que bajaron hasta 10.37 dólares por barril, decidieron anunciar en enero de 2015 un recorte de 124 MDP, que incluía reducción presupuestaria a PEMEX y CFE, así como la cancelación indefinida del proyecto del Tren México - Querétaro. En años siguientes hubo recortes similares.
Resulta que ante una crisis de menor impacto que la que existe hoy, el gobierno de los corruptos y descarados de Peña Nieto, Videgaray, Lozoya y Ruiz Esparza asumió una mayor responsabilidad que el gobierno de AMLO.
Una posible respuesta de la 4T hacia lo anterior es que los daños generados por la corrupción del gobierno de Peña Nieto sobrepasan los beneficios de cualquier medida de austeridad. Puede que sea cierto. Sin embargo, no queda claro si estos costos son mayores a los costos de la incompetencia generalizada que se materializa en las erróneas decisiones económicas del gobierno actual. Los ejemplos se cuentan ya por montones. Cancelación de subastas eléctricas y de farmouts petroleros; cancelación de proyectos a partir de consultas con nula validez; insistir en aumentar producción de petróleo cuando este se da casi regalado en todo el mundo y esto a costa de casi quebrar PEMEX, lo que a su vez le ha quitado toda la credibilidad crediticia al país; no presentar ningún plan de reactivación económica ante pandemia del Covid-19.
Adicionalmente, la 4T podrá decir que sí que se han tomado medidas de “austeridad republicana” porque han realizado diversos ajustes y cambios al gasto público, lo cual es cierto. Lo que no dicen es que estos ajustes incluyen cancelaciones a programas importantes como las estancias infantiles, comedores comunitarios, microcréditos a PyMEs y PROSPERA, particularmente necesario hoy para poder garantizar al menos un ingreso a familias vulnerables en el contexto de la pandemia. A cambio, crearon programas no condicionados y sin reglas de operación claras como Jóvenes Construyendo el Futuro, Becas Benito Juárez y Sembrando Vidas. Ninguno de estos programas tiene el alcance que tenían los que fueron cancelados y presentan menores garantías de impacto en las condiciones de vida de sus beneficiarios.
(Foto: Reporte Indigo)
Si bien es cierto que hay factores externos que han incidido en los problemas del país, la incapacidad del gobierno en reconocerlos y lidiar con ellos los han agudizado significativamente. Como muestra tenemos la combinación de expectativas de crecimiento con cifras negativas para 2020, el esperado anuncio de las calificadoras crediticias de que ahora sí PEMEX ya no vale nada, así como las primeras reacciones retaliatorias al burdo posicionamiento de México en la OPEP, principalmente provenientes del mercado Árabe. Todo esto terminará por condicionar cualquier margen de maniobra presupuestal que pueda tener el gobierno el resto del año y del sexenio.
En conclusión, si revisamos cuáles son los principales intereses de este gobierno, a través de revisar el presupuesto que han presentado para 2020 y los lineamientos para la elaboración del presupuesto 2021, es posible darse cuenta que no son los pobres, aunque estos iban primero en los discursos, sino los caprichos del Presidente los que van hasta arriba en la lista de prioridades y que van desde el fomento a su deporte favorito hasta la construcción de grandes proyectos de infraestructura con nula planeación y viabilidad técnica.
Ya nos tocará a los contribuyentes firmar el cheque en blanco de las decisiones irresponsables de quienes hoy están en el poder, pero mañana quién sabe.
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