#YO CREO EN EL AMOR ENTRE DOS HOMBRES (NUESTRO AMOR NO HACER DAÑO TU ODIO SI) (VIVA EL AMOR ENTRE DOS HOMBRES) 👬❤🏳️‍🌈
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fernando12sstuff-blog1 · 3 months ago
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ojoquevea · 4 years ago
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la sal del ojo
Sentí cómo se me drenaba la sangre, como si de repente hubiese sido halada por una gravedad de la magnitud de Júpiter y no de la tierra. No lo había visto desde ese último día en que todo entre los dos había cesado. Esta no es una historia de desamor, aunque no puedo decir que no haya desamor en ella. Esta es una historia sobre una fractura que sana mal y siempre duele. Una historia sobre un tendón que es proclive a volver a doblarse por donde ya se ha lastimado. Es decir, la historia de cualquier dolor que no se olvida. Y no, quisiera de antemano responder, no es falta de voluntad. Es el rayo que no cesa, la sángre pálida hasta el temor y hasta el destello basta la imagen diferida para que la respiración se corte basta con la memoria de un espacio la sombra por el rabillo del ojo el recuento ajeno que habla de lo mismo basta con que el cuerpo no baste para contener el pasado y se quiebre.
Es difícil. He vuelto de la Ciudad de I hace poco pero no veo a nadie. Quizá esto sea lo único afortunado de la crisis sanitaria del momento: mi localidad es mi nación, mi ciudad son tres ventanas y mi casa es mi universo. Poco hay más allá. Entonces no temo tanto cruzar por los mismos lugares, no temo que en una reunión de amigos terminemos por vernos. Porque eso es algo que me perturba, todos nuestros amigos. Cómo decirle a alguien lo que hay debajo de un rostro, debajo de capas y capas de discurso, anécdotas, cenas en conjunto, momentos en donde estuvimos reunidos antes de los quiebres, cómo decirles que nada luego de ese punto tiene sentido, y que nada antes de ese punto es ahora creíble. Respiro corazones por la herida hasta  cuándo será suficiente el tiempo que ha pasado para mitigar el horror lo incómodo y el asco para hablar sin la verguenza que dicen que no debe tenerse pero se tiene por la culpa que dicen que no debe tenerse pero que hace que todo hieda hasta el hartazgo hasta que haga falta un nuevo cuerpo que no conozca nadie ni yo si fuera posible Ha sido una temporada inviable de acusaciones por diversos delitos y agresiones sexuales. Cada día nuevas noticias. Lo curioso es que entre más macabras las historias más distantes se sienten. Es quizá por eso que uno no se atreve a decir ‘esto es un abuso’, ‘esto es una violación’. Sumado al estigma, cualquier situación en la que haya estado palidece frente a la de una niña violada por un grupo de soldados. Palidece, sí, pero no deja de existir. Un daño es un daño. 
Este pedazo es para ti: te voy a explicar algo simple. Un hombre y una mujer se quieren, como dice Sabines,  se van quedando solos poco a poco, algo en su corazón les dice que están solos, solos sobre la tierra se penetran, se van matando el uno al otro. Te voy a explicar la muerte. Estás tú, que eres el hombre, y estoy yo, que soy la mujer. Estamos los dos sentados en la sala de tu casa. Te extiendes, te recuestas sobre mis piernas un momento para descansar. Estamos ebrios, cansados, hartos. Mi cuerpo eléctrico está lleno de tierra. Nos besamos. Esto continúa. He dicho que sí. Tengo miedo de retractarme. Tengo miedo y nunca he sabido hacerlo. Siempre te he dicho que sí, siempre he pensado que así vas a quererme. Pero me estás lastimando. Estás haciendo algo que disfrutas, con lo que sientes que tienes poder sobre mí pero yo no lo estoy disfrutando. Te hago un gesto para que pares. Te digo 'para, no puedo más'. Me dices que no, que ya te falta poco. Corro al baño. Hay sangre, mocos, lágrimas, mierda.
Sabines dice luego 'todo se hace en silencio'. Te voy a explicar el silencio. Yo sigo. Y me vas a decir, y a lo mejor los amigos también, y a lo mejor el público también, los peritos y conocedores que saben de mí más que yo, ‘¿por qué seguiste?’. No lo sé, esa es la verdad, no lo sé. Ya no pensé nada. ¿Puedo decir que mi cuerpo se movía más allá de mí? Intentaste de nuevo del mismo modo en que dolía y me acomodé de alguna manera para impedirlo. A la mañana siguiente estaba hastiada pero una vez más viniste. Cualquier día despiertan el hombre y la mujer y piensan que lo saben todo. Te dije que sólo éramos buenos para eso. Para dañarnos. Pero no sé qué daño te hice yo a ti que pudiera ser tan grande.
Tuve mucho tiempo en la Ciudad de I para pensar. Para aprender. Para fraccionar los recuerdos y ejecutar un análisis. Para llorar y gritar y tener ataques de pánico. Para hacer terapia por síndrome post-traumático. Para lidiar con los picos y los valles maniaco-depresivos. Gracias. No habría sabido que tengo transtorno bipolar si no hubieras desatado una crisis psicótica, si no hubiera creído que estaba loca, oyendo voces y tratando de arrancarme la piel. Te escribí, le escribí a este hombre, esa mujer le escribió a ese hombre, uno o dos correos sueltos y toda una tesis. Y vomitó. Y hubo sangre, mocos, lágrimas, mierda.
Ahora que he regresado solo le he contado a una persona todo esto, con los detalles que no fui capaz de admitir ni siquiera en terapia. Ese día salí con mi tapabocas y tuve tanta rabia de llorar a medias por no ir a ahogarme. Pero era mejor que nada. Era mejor que el encierro multiplicado del no decir. Hablé del carnívoro cuchillo y las pestañas, de lo imposible de esta labor de darle nombre a lo que ha pasado, labor de huracán, amor o infierno. Y cada día desde ahí he vivido con la imagen que trae por fin la honestidad del relato, en el alivio y el dolor que la admisión conlleva. Declarar que existe. Declarar que hoy, cuando llegué por casualidad a una charla donde él era un ponente, un experto, se me durmió la sangre en la camisa.
Localicé mi pena en un punto y traté de contenerla: este es mi texto. 
Es una pena muy sola. Y ahora que la escribo creo que es una manera de hacer que no me toque cargarla sola pero es falso. Lo que ha pasado es mío y lo que venga de eso lo tendré que resolver yo. Pero estoy agotada de estar sola. Estoy agotada de que no sepamos qué decirnos. Aún pienso en la mujer de este hombre, en todas sus amigas, en todos nuestros amigos (de nuevo) que no saben nada. A los que no les digo nada porque tengo miedo. Y porque, en el fondo de mi perversión, no quiero que lo sepan. Porque no puedo evitar imaginar cómo se desdice todo lo que he contado. Porque podría pasar que me quedara todavía más sola, abandonada por incredulidad o porque reiteraran que se trata de mi delirio. No quiero que lo sepan para que la imagen de este hombre no se caiga. Qué es lo que estoy diciendo. Cuando todos los días en que vivo con esto mi imagen de mí vive en la fractura tengo miedo de este hombre y su imagen. Tengo miedo de su poder de pequeño conocedor en un pequeño gremio en esta ciudad diminuta en este pais pequeñito en la esquina de un continente. Su cuerpo me parece una masa capaz de curvar la realidad. Y yo solo tengo esto para defenderme: este lenguaje precario. 
Este odio, a veces. Esta ira, a veces. Esta impotencia, a veces. Repito a Miguel Hernández, digo, ¿a dónde iré que no vaya mi perdición a buscar? 
Todo lo que quiero es disipar el dolor de astilla que no sana, una revolución dentro de un hueso, desaparecer
el rayo de esa memoria un rayo que no cesa
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ernestoperezvallejo · 7 years ago
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Un año sin ti. Querido: No te gustaría nada esta ciudad, no tiene mar y siempre llueve cuando eres más feliz. El sol sale por nostalgia, para que eche de menos el barrio. Luego se esconde y deja todas las heridas a merced de un gris que no se parece a la duda, ni a la incertidumbre; se parece a ti y a tu falta de cariño. A veces te añoro, te lo digo de verdad, no de esas verdades a medias que me hacían torcer la boca. Supongo que sigues respirando, jamás te dio por cumplir una promesa. Que has visto el violeta del sobre y ya sabías que era yo. Que luego antes de abrirlo has buscado un remite y el odio te ha acorralado. Debe ser duro tener tanto que decir y que te hagan un nudo en la punta de la lengua. Bendita lengua, querido, bendita fue. Se llama Marcos. Seamos realistas, ninguno de los dos podemos estar solos. Tú porque te odias más y yo porque me quiero menos. Y no, yo no quiero saber su nombre; a diferencia de ti, yo no necesito un nombre para llegar al rencor. Marcos, como tú, también fue casualidad, aunque imagino que todavía sigues sin creer en ellas. Es un poco más alto que tú y bastante más guapo. Tienes los ojos verdes y las manos grandes, en su pecho puedo dormir ochos horas del tirón. Es sobre todo más hombre, sobre todo eso. Con él no hay columpios en la cabeza y en lugar de los te quiero que pegabas en la nevera hay una lista de la compra. El amor de verdad es así, hay que llenar la despensa, que no siempre los besos quitan el hambre. Con él, la paz no parece una trinchera y la guerra no admite rehenes. No le tiene miedo al bullicio ni a la alopecia, no necesita pastillas para la ansiedad, le basta una caricia y sabe decir "para siempre" sin que le tiemble el labio inferior. Parece un actor y tú sólo un poeta. Sin embargo, en ocasiones, más de las que quisiera, apareces en sus abrazos y en su silencio. También cuando se apaga la luz, no te imaginas lo jodida que llega a ser la oscuridad sin tu boca. Incluso en las caricias ciertas veces, sus dedos parecen cuchillos y al rozarme donde lo hacías tú, duele tu ausencia. Pero estoy bien, en poco más de seis meses ya hemos hablado de hijos y de boda; él es una gacela, tú una tortuga. Su madre es maravillosa y moderna y no me observa como si su hijo estuviera a punto de pagarme un servicio. Su alrededor es cercano y cariñoso. Yo, que nunca tuve una familia digna, casi podría decir que he tocado casa y me he quedado dentro. Una vez me dijiste "si alguna vez te marchas, lo único que espero es que seas más feliz que conmigo". Supongo que lo he conseguido, así que ahora podemos sonreír los dos, ¿no? Ojalá no fumes tanto, no hayas necesitado la barra de otro bar; si lo haces, recuerda (esto es importante), que detrás haya un camarero, nunca camareras; a ti las camareras siempre te han dado sed. No dejes que tu talento se duerma; escribe, no pierdas la fe, ni dejes que nadie te robe tus sueños. (Para esto último omite la parte que me toca.) Dale un beso de mi parte a todo esos sitios que fueron nuestros y que lo serán siempre, porque mientras haya memoria, no hay cadáveres. Te quise mucho, querido; aún te quiero, pero para avanzar a veces hay que elegir entre el amor que das y el que te quitas y, por una vez en la vida, quise ganar yo. Contigo tenía esa sensación de ir siempre cuesta arriba y a mitad de camino me cansé y rodé hasta a mí misma. Ha sido un placer hallarme de nuevo. Pd: En el amor no hay que querer más, sino mejor y en el sexo justamente al contrario. Estabas equivocado. Pd2: Cuídate. *** Un año sin mí. No tan querida: Hay una diferencia abismal entre querer saber dónde estás o que resulte irrelevante. Ha sido sencillo dar contigo, tú te amas demasiado a ti misma como para no dejar huellas y yo sigo manteniendo este maldito olfato de perro para todo aquello que me hace daño. De esa ciudad no me gusta ni el nombre y a partir de ahora mucho menos. Si te sirve de consuelo, aquí el verano sin ti fue más malo que el peor de los inviernos. Ya sabes que opino que el clima lo marcan las compañías. Del mar es curioso. Después de marcharte, cada vez que lo contemplo es como si te hubieras llevado la orilla. Como si fuera incapaz de hacer pie, me da más miedo que tregua. Sigo respirando y me hace gracia que seas tú la que hables de promesas incumplidas, podría enumerar las tuyas hasta aburrirte y que esto en lugar de una carta pareciera el inventario de un hombre hecho de humo. Nunca soporté tu memoria selectiva, tú (y tú más) infantil como una niña sin espejo, tu humor cuando no conseguías lo que querías (rara vez) influía en el mío al no ser yo, lo que querías conseguir. Hablas de paz, de trincheras y rehenes, como si la guerra hubiera sido contigo, cuando la verdadera batalla se ha producido sin ti. Y la he perdido. Intentar olvidarme de ti ha sido como recordarte dos veces, la que pasaba porque sí y la que no quería que ocurriese. Una vez me dijo un amigo que en el amor hay que irse cuando todavía queda fuego, porque si lo haces cuando la relación está apagada, la sensación que te queda es como de haber perdido el tiempo. Tú lo hiciste en plena hoguera, en un jodido incendio, es normal que todavía sigan las llamas y aunque mi sensación no sea de haber perdido el tiempo, sí creo que el tiempo me ha perdido a mí, o que sigo en él, anclado en la manecilla de un reloj que en lugar de un "tic, tac" consecutivo, marca tu nombre una y otra vez hasta el infinito. A veces eres muy inteligente, se llama Ariadna. No entraré en una descripción de ella con la crueldad como base, como has hecho tú, sólo te diré que no se parece en nada a ti y esa es su mejor cualidad. No hemos hablado de boda y su vientre tiene la edad de la paciencia. Me importa una mierda cómo sea su madre, su tíos, o su alrededor. Yo tuve un hogar y me lo arrancaste de los sueños, supongo que entenderás lo poco que importa a estas alturas la palabra casa. Mi madre, por cierto no te miraba como a una puta, sólo que siempre supo que te acabarías marchando (se llama lógica), pero a mí el amor me metía una nube en cada ojo y nunca vi más allá de tu boca. Ni quise. Una vez me dijiste " te quiero tanto que si algún día me separo de ti me tendrás que llevar flores al cementerio". Supongo que no puedo sonreír tranquilo, por si acaso. Ojalá ya no tengas esas pesadillas que te hacían sudar, ese estúpido complejo del kilo de más, ojalá y (esto también es importante) hayas aprendido que "nunca" significa "a lo mejor"; y "siempre", "mientras tanto". Espero que nadie intente acortar tus faldas, ni aligerar tu vuelo, que jamás dejes que te dinamiten el ego, que consigas hallar en el espejo la mitad de lo que veían mis ojos. Con sólo esa mitad debe bastarte para creerte la mujer más bonita del mundo. Yo también te quise. Contigo tenía la sensación de estar flotando. Fue en tu ausencia donde empezó mi cuesta arriba, pero ya la he subido y, desde aquí arriba, mi amor por ti se parece demasiado a la indiferencia. Al ya no me importas, al ya no te espero, al ya ni me dueles. Pd: Si intentas querer mejor, el amor se parece a una estrategia y las estrategias no se sienten, se pactan. En el sexo el más nunca fue mucho y el mejor me pareció poco. Era una cuestión de límites y todos eran tuyos. Pd2: Mi mejor modo de cuidarme, es no tener cuidado. Tú me lo enseñaste. Pd3: Cuando estés triste di mi nombre, no voy a aparecer pero estarás menos sola. A mí me funciona. Pd4: Laura.
Ernesto Pérez Vallejo
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noticiaspuntodevista · 6 years ago
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CADENAS DE WHATSAPP LLENAS DE ANTICULTURA Y ODIO. NO QUEREMOS MACHITOS EN PASTO, QUEREMOS  MUJERES Y HOMBRES RESPETUOSOS DE SUS SEMEJANTES Y DE SU ENTORNO.
Jueves 15 de marzo del 2019 - Pregúntese por un momento que haría y sentiría usted si por sus redes sociales le llegan fotos de una mujer desnuda, alcoholizada y privada de todo sentido racional. Algunos dirán “que lastima, esta pobre mujer”, “qué vergüenza”, “cómo es posible”; muy pocos se cuestionarán más allá de la foto y su deplorable escenario, y se sentirán decepcionados por la clase de sociedad que le entregamos a nuestros sucesores; y la mayoría sólo difundirá el mensaje atreviéndose a pensar para sí o en voz alta “pa´que da papaya”, “¿esta vieja no tendrá hijos?”, “¡les tengo el chisme! . Ahora, imagínese el mismo escenario, pero cambie a la mujer desconocida por su hija, madre, hermana, prima, sobrina, amiga, vecina, PAISANA y dígame ¿le cambia el pensamiento?. Seguramente si, ahora esa mujer deja de ser alguien que merece su reproche y pasa a un plano personal, ahora si le afecta la difusión de esas imágenes, ahora si siente rabia e impotencia de ver a esa persona cercana a usted siendo denigrada y tachada de cualquier apelativo machista.
Hay solo una verdad para mí, nadie, ni hombre ni mujer, merece ser víctima de una cadena de difusión en donde se divulguen fotos tomadas SIN SU CONSENTIMIENTO. Esto no debería ser motivo de chismorreo entre amiguitos, ni burla entre el canalla y el ignominioso. Es algo que debería sembrar en cada uno de nosotros un sentimiento de desprecio por todo el que participa en estos actos deshonrosos, pues es igual de culpable el que toma las fotos, como el que las reenvía.
En particular, una fotografía de una persona en su esfera privada involucra la protección de derechos fundamentales tanto de intimidad, honra e imagen, como protección de datos personales. La Corte Constitucional ha determinado que el derecho a la intimidad es “la esfera o espacio de la vida privada no susceptible de la interferencia arbitraria de las demás personas” (C-1011 de 2008); el derecho a la honra señalado como “la reputación o el concepto que de una persona tienen los demás” (T-634 de 2013); y la protección de datos personales entendido como la información vinculada o que se pueda asociar a una o varias personas determinadas o determinables (Ley 1581 de 2012). En definitiva, podemos dilucidar que para publicar una foto en una red social se requieren dos requisitos indispensables: obtener la autorización expresa del titular del derecho, e informar la finalidad de usar la fotografía.  
¿Ahora ya no parece tan gracioso verdad? En efecto, hablamos de consecuencias penales en caso de que alguien se aproveche de la imagen de otro y más aún cuando se encuentra en un estado de indefensión. Tal vez uno o tres años de cárcel y multa de diez a mil salarios mínimos legales mensuales vigentes le logren quitar lo gracioso al tema de la difusión de los conocidos “packs”. Creo que ahora si pensarán dos veces en hacer parte de esa cadena podrida de personas que se encarga de atentar contra la dignidad de otra.
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Pero nuestra ciudad no solo se reduce a este tipo de casos, centrémonos en el poder de las redes sociales y la bomba que generamos cuando las combinamos con el chisme. Nada peor que ser el protagonista de un chisme que irá pasando de boca en boca, bajo las sombras de la clandestinidad y cambiando su forma según el interés del que lo cuenta. El chisme es tan antiguo como el mundo, hasta los filósofos le dieron relevancia, Epícteto se ocupó de él dejándonos un consejo: “Si te vienen a decir que alguien ha hablado mal de ti, no te empeñes en negar lo que ha dicho; responde solamente que no sabe tus otros vicios, y que de conocerlos, hubiera hablado mucho más”.
Es difícil creer que la perversidad humana no tiene límites y que se alimenta de virus como este, que aun teniendo cura, preferimos propagarlo a través de una red de contagios que va dejando daños y resentimiento en sus víctimas. Este es el ciclo endémico de la mentira y la calumnia. Siempre nos refugiamos en el hecho de que por ser nuestra ciudad pequeña, estamos predestinados a padecer su infierno y nos quedamos ahí, caminando entre el caos, sonriendo hipócritamente, envidiando los logros de este y regocijándonos por la derrota de aquel.
Varios casos se han presentado, donde las víctimas hablaron de fotos íntimas circulando sin su permiso por cada medio social existente, otras sobre tratos discriminatorios e injuriosos, y unos cuantos se refirieron a abuso sexual, Bullying y extorsiones. Si te pasó algo así no dudes en denunciarlo, el silencio de las víctimas es el mejor aliado de esta gente inescrupulosa.
Muchos dirán “esto pasa en todas las ciudades”, SI, claro que pasa, pero hablamos de nuestra tierra y el que no empieza por lo suyo, no logra nada con los demás. Abordemos primero lo nuestro, no nos dañemos entre nosotros, no promovamos el chisme ni el morbo, no tengamos miedo a denunciar, no nos acobardemos, si creemos que algo está mal en nuestra ciudad cambiemoslo. Sembremos el principio de que al paisano se le da la mano, y no la espalda. Yo soy Sur y soy respeto, soy cultura y soy amor.
Escrito por: Mariajose Peñaranda Alvarez
#SoyPastusoSoyRespeto
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dan-cast1 · 6 years ago
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Mensaje para Clara
Siento más que tú tener que escribir esto, mucho más. No sabes el profundo dolor que acongoja mi pecho, ni las lágrimas que verteré durante estas noches siguientes –casi tantas como las ya vertidas en el pasado. Pero necesito hacer lo mejor para mí, también para ti. Para los dos. Espero que sepas leer esto con el mismo cariño y amor con el que te lo escribo (aunque sé que también para ti será doloroso) y que lo puedas entender. De alguna forma, a su manera, esto también es una carta de amor.
Sé perfectamente que llevas más de un mes entrando a mi página de tumblr. Puedo ver las estadísticas. No quería engañarte sobre esto y creo que debía contártelo. Esperaba que ello no influyera en mis publicaciones, ni mucho menos a nivel personal y emocional, pero ha sido imposible. Me abandonaste al borde de la muerte, de hecho ya podría estar muerto, me abandonaste muchas veces, me deseaste lo peor y me expulsaste de tu vida de la manera más vulgar y ruin. No me extrañó pues que terminases regresando a mí, ya sé que no por amor (es cosa de tu cabeza, como más adelante verás), sino por algo que te falta dentro. Algo que te falta dentro y que yo no puedo proporcionarte, pues cada vez que te lo proporciono me dejas sin energía, me manipulas, me mientes. Me dejas sin vida. Y todo ello se reflejó en mis publicaciones, en todas las veces que comencé a mencionarte sin que anteriormente lo hubiera hecho. Porque te había olvidado, porque te he olvidado.
Desconocía tus intenciones pero de acuerdo a mi ingenuidad, a mi bondad y a mi alegría infantil, no podía haber nada malvado detrás de aquello. Creí incluso en un nuevo renacer de nuestra relación (¡así de tonto soy!), en poder perdonarte y darte amor, pero pronto descubrí tus vacías intenciones. Tan solo deseabas cotillearme, stalkearme a cada momento, (también como yo hice contigo, y ya sé que es algo que te aterroriza que te hagan, por tus problemas mentales), es decir, solo deseabas saber algo de mí, aferrarte a mí cuando más lo necesitabas. Tal y como ya te dije hace años, como ese juguete con el que jugar para luego tirar al suelo.
¿Qué he pretendido yo en todos estos días? Varias cosas. En primer lugar, he querido darte una oportunidad para que comenzáramos de nuevo, para que tuviéramos una nueva relación (aunque ahora las emociones al leer esto te hagan decir que nunca me has querido, en realidad no dudaste en escribirme “te quiero”, aunque debido a tus problemas mentales cuando ya no te sientes necesitada de atención y de amor vuelves a olvidar que alguna vez me quisiste. Es un rasgo muy típico del trastorno límite de la personalidad que yo sufro. Por eso vuelves una y otra vez, y siempre lo harás, sea conmigo o con otro.) En segundo lugar, quise mostrarme tal y como soy, desnudándome en mi día a día, contando toda mi vida, mis secretos familiares, mis problemas y mi personalidad, todo, absolutamente todo. Al contrario que tú, que ni me dijiste tu nombre, ni tu ciudad, pues nunca tuviste dignidad alguna, porque a decir verdad yo nunca fui un hombre real con sentimientos y vida sino un chico al que poder recurrir en tus momentos difíciles. Quise abrirme a ti, y no recibí nada a cambio. Y recuerda, ese stalkeo obsesivo que tanto te molesta que te hagan a ti es igualmente comparable al que tú haces: no somos tan distintos; aparca las emociones y sigue leyendo fríamente. En tercer lugar, además de mostrarme tal y como soy, relatando mi vida entera, mis secretos, mis problemas mentales que no he revelado a nadie nunca, también he querido unirlo con mi primer punto, el de darte amor y brindarte ayuda. Por eso cada día era una tentativa a que me hablases, a que yo pudiera escucharte, a tenderte la mano no para salvarte a ti sino para que tú me salvaras a mí y, de alguna manera, pudieras redimir sin saberlo el daño que me causaste. Pero ni siquiera tampoco eso.
Voy a continuar contándote los problemas que sufres. Lo voy a hacer sin conocerte, por supuesto, solo eres una extraña a la que nunca veré (tú decías que te daba miedo encontrarte conmigo: estás llena de contradicciones). No voy  abordar en profundidad, pues, todo lo que te pasa, porque no conozco tu genética, ni tu pasado, ni nada. Pero en base a lo que he visto en estos horribles años, y en base a todo lo que sé por lo vivido y lo estudiado, te diré algo. No dudes en contactar conmigo después de leer esto si deseas que yo pueda ayudarte en tu diagnóstico y en tu cura, esto solo es una reseña según nuestra relación.
Lo más importante en esto es una cosa: olvidar que yo soy Daniel, dejar las emociones al lado, olvidar esta ruptura total y poder ver esto completamente de manera objetiva, y solo así será algo bueno para los dos. Ahora mismo te encontrarás dolida, temblando, avergonzada, enfadada, y a la vez triste. Pero alguien debía de hacer esto, y yo lo hago con amor.
Tú, que eres una mujer débil, siempre has tenido muy poca autoestima (aunque no lo reconozcas y el orgullo te engañe creyendo que no es así), sea por genética o por lo que sea, encontraste en mí al hombre perfecto, y ahora explicaré por qué. Yo no soy un hombre como los demás: soy un poeta, un hombre emocional, FEMENINO. (Puedes indagar sobre este concepto leyendo el libro “El camino del hombre superior” de David Deida, y encontrarás ahí algunos conceptos que voy a usar). Lo iba a explicar, pero paso. Eso explicaría por qué cuando estoy bien con mi vida no cesas de interesarte tanto por mí, y cuando muestro necesidad de querer estar contigo como en estos últimos días entonces te asustas, te llenas, y desapareces.
Digo que soy el hombre perfecto porque al ser un hombre femenino y débil soy la persona perfecta para abusar de ella, y para evitar esta palabra, digamos alimentarse, o aprovecharse. O simplemente recibir amor. Para abusar de ella, de la misma manera que nuestras madres lo hicieron con nosotros dos, no porque realmente fueran malas madres, sino por el vínculo femenino que existe entre ambos, que es de amor verdadero, pero a la vez de abusador-víctima, como en una relación abusiva donde la mujer no desea dejar a su marido.
¿Qué tiene que ver todo esto? Como no me apetece escribir largas hojas que ni vas a molestarte en leer, diré que tú, como una mujer femenina y débil, necesitas a su vez de otro más femenino y débil de quien aprovecharte momentáneamente, no por maldad sino por enfermedad. Pongamos un ejemplo (y espero que puedas replanteártelo para entender el CÍRCULO en el que se ha convertido nuestra relación): tú, probablemente debido a tus emociones (trastorno límite de la personalidad, o excesiva feminidad) acabas teniendo problemas con tus amigas, con varias, dependiendo del momento, da igual, y además de ello no tienes a ese hombre que te haga sentir importante y querida. ¿Qué sucede entonces? Que tu ESENCIA (tu deseo profundo, más allá de la vida superficial, es decir, lo que busca tu corazón) se encuentra dañada, vacía. Porque la esencia femenina necesita felicidad, y esa felicidad solo puede hallarse a través del amor. Si no tienes amor o reconocimiento de tus amigas, de la gente en general o de los hombres, obviamente te sentirás infeliz, aunque tu mente trate de defenderte con el engaño del orgullo. Reconócelo: sin amor de alguien (entiéndase por amor la atención o el reconocimiento) no eres nadie. Solo una víctima cada vez más encerrada y triste. Y, por supuesto, añadámoslo a esa situación hipotética y real, que tu mente debe y tiene que hacer lo que sea para evitar ese sufrimiento de tu esencia. ¿Cómo lo hace? Pues buscando aquello que llena la esencia femenina de felicidad, con el amor. El hombre masculino, simple, tonto, manipulable, puramente racional, animalizado y sexualizado puede prestarte el amor necesario para que tu relación dure años (como sucedió con Juan, alguien peor que yo) que te proporcionaba esa fuente inagotable de masculinidad, es decir, de amor, de seguridad, de sentirte importante, porque tienes a tu “novio”, porque tienes amor, porque eres una más. Pero como en el ejemplo que hemos comenzado poniendo ningún hombre se acercaba a ti, tal vez por tu cerrazón derivado de tus problemas (como yo), entonces tu esencia se siente infeliz, vacía como un embalse que necesita del agua. Así funcionan las mujeres. ¿Entonces, qué hace tu mente para protegerte? Sencillo: buscar donde sea esa agua, ese amor, esa atención. Y ahí es donde parezco yo, y es por eso que soy el hombre “perfecto” para tus planes: soy emocional, y mi corazón es exactamente como el tuyo. Cuando comienza nuestra relación y yo trato de entregarme a ti y de recibir a cambio, de repente tu inconsciente comprende que yo no puedo proveerte de esa masculinidad, de esa estabilidad que buscas que te llena de ego, y pasas así del amor absoluto al odio completo hacia mí. No es cosa de nosotros como personas, sino de nuestros cerebros.
Peeeero, ahora pongamos el ejemplo inverso: imagínate que tienes unos meses magníficos: eres la chica más popular de clase, todo el mundo te admira, todos los chicos van detrás de ti, tienes novio, tus amigas están muy contentas contigo y vuestra relación es perfecta, etc. ¿Qué crees que sucederá? ¡Exacto! Que tu esencia femenina, tu cerebro, estará completamente lleno de significado: será feliz, tendrá amor, se sentirá importante, guay, y de la baja autoestima se pasará a una forma engreída y arrogante de ser. Ahí ya no hay lugar para política o feminismo: solo para el amor y para disfrutar de la felicidad. Pero… ¿y qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con Daniel, ese chico REAL, con sentimientos, con ilusiones? ¿Qué haces o harás con él en ese momento? Efectivamente: ese hombre sensible no tendrá espacio en tu vida ahora llena y feliz, e incluso le tratarás como a alguien inferior. Es normal que en estos casos, al cambiar la bioquímica de tu cerebro, a ese mismo hombre que antes le decías “te quiero” ahora le trates con completa insensibilidad, con carencia de empatía y con maldad, sin tener en cuenta sus sentimientos. Porque ese chico, que era alguien de internet que te daba amor cuando estabas vacía, ya no tiene espacio, debe ser abandonado. Y aquella preciosa historia de amor que llenaba tu mente cuando te sentías sola, ahora se ha convertido en algo imposible, en una historia de un chico “extraño” de internet al que no quieres para nada. E insisto, como la bioquímica de tu cerebro cambia, tu propia mente te autoengaña y te hace creer que nunca le quisiste y que nunca estuviste enamorada de él. Es normal, a mí también me sucede, y es algo característico de los cambios de personalidad y del trastorno límite de la personalidad. Tiene explicación científica.
Pido disculpas si lo anterior lo he explicado de manera confusa, pero es que no he tenido tiempo de revisarlo, y no pretendo extenderme mucho. Date cuenta que esta carta de despedida (otra más por mi parte, de la tuya ninguna) va más encarrilada a ayudarte a ti que a despedirte para siempre. En el fondo deseo ayudarte. Debes entender que todo lo anterior, y cuando reflexiones objetivamente (ahora o dentro de unos años) lo comprenderás, explica a la perfección ese círculo vicioso en el que hemos estado estancado durante años, sin solución. Es tan sencillo como admitir que los polos iguales se repelen. Es tan sencillo como decir que nunca nos vamos a conocer, tristemente, y que no estamos hechos el uno para el otro. Solo fuimos compañeros de soledades, de un momento de nuestras vidas que no recordaremos dentro de unos años, y que ambos nos hemos utilizado y nos hemos hecho mucho daño. Primeramente, cuando nos conocimos y yo estaba en el lado dominante, yo abusé de ti, y después, cuando tú estabas en el lado dominante, tú abusaste de mí. Los dos hemos hecho lo mismo, y cuando sacíabamos nuestro vacío interior a costa del amor del otro nos comportábamos como sociópatas, insensibles, crueles. Somos compañeros lejanos en momentos difíciles. Una historia de almas que se ayudaron.
Te recomiendo que busques ayuda, que leas, que aprendas sobre ti misma y te conozcas. Practica el perdón, aunque superficialmente parezca fácil en el fondo no lo es, de hecho yo no consigo hacerlo. Aprovecha tus conocimientos para que te ayuden a trazar tu vida y logres ser muy feliz. Yo deseo enormemente que seas feliz, que seas una persona sana y tengas una vida maravillosa. No bromeo con todo lo anterior, tienes problemas (como todo el mundo) y sería conveniente que comenzases a tratarlos, si no te verás envuelta en una espiral autodestructiva que te acompañará toda la vida. Ábrete, deja de cerrarte, de ser tan extraña, y predica la confianza, muestras tus emociones y acéptalas. Quizás esto solo lo consigas entendiendo primeramente tu cerebro, y comprendiendo que yo no soy tu enemigo.
He estado otra vez al borde del suicidio, y lo sigo estando, y ha parecido no importarte. Porque lo único que de verdad te interesa es tú misma, llenar ese vacío con amor, así sucede que incluso cuando te interesas por mí lo estás haciendo con una intención inconsciente que recae sobre ti misma y sobre tu felicidad. Por eso no me amas incondicionalmente, lealmente: por eso me dices te quiero y después me abandonas a mi suerte. Pero como he estado a punto de morir y me has abandonado en esos momentos, como siempre que te presto atención, espero que sepas que no quiero volver a saber nada más de ti.
Clara, yo te quiero, y puede que siempre te recuerde como una amiga lejana, y puede que nunca debamos vernos en vida para que una vez llegado nuestro último aliento los dos nos recordemos en la brevedad de un suspiro, y pensemos: “ese fue el amor de mi juventud, el amor de mi vida.” Pero como nuestro amor nunca será factible, y siempre nos haremos daño, te pido que no vuelvas a aparecer en mi vida.
Te deseo lo mejor, para ahora y para siempre.
Daniel.
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