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La verdad de la OMS: el lobo controlando el gallinero
Bienvenidos a La Verdad... de Matrix.
¿Sabías que la Organización Mundial de la Salud, la OMS, se presenta como la guardiana de nuestra salud, pero su financiación depende, en gran parte, de las farmacéuticas? Exacto. Vamos a meternos de lleno en este mundo donde los intereses económicos podrían estar, de forma sospechosa, por encima del bienestar de las personas. ¿Qué implica esto? Acompáñame, porque hoy destapamos cómo esta organización podría estar al servicio de otros intereses, más allá de la salud pública. Y no te digo más... prepárate para descubrir hasta dónde llega la manipulación.
Estamos hablando de una organización que, en teoría, debería velar por nuestra salud. Pero... ¿qué pasa si esos mismos que deberían protegernos son también los que se benefician de nuestra dependencia a ciertos medicamentos? ¿Qué pasaría si los que tienen el poder de decidir cómo cuidarnos son los mismos que sacan tajada de nuestras enfermedades? Suena fuerte, ¿verdad? Pues vamos a verlo al detalle, porque esto es solo el principio.
Vamos a analizar punto por punto cómo la OMS y el sistema de salud occidental est��n moldeados para mantenernos en una rueda de dependencia. ¿Cómo lo hacen? ¿Cuáles son sus tácticas? ¿Hasta dónde llega su influencia? No vamos a guardarnos nada. Este video es para los que quieren saber la verdad, aunque incomode. Si estás listo, allá vamos.
1. Dependencia de financiación por parte de grandes farmacéuticas
La OMS se financia, en gran medida, de donaciones privadas. Sí, has oído bien. Cerca del 80% de sus fondos no vienen de gobiernos, sino de contribuciones voluntarias de entidades privadas, incluyendo... ¡las grandes farmacéuticas! ¿Te imaginas que los mismos que se lucran de vender medicinas sean los que financien la organización que decide qué políticas de salud deben seguir los países? Pfizer, GlaxoSmithKline y Merck están entre los grandes contribuyentes. ¿Te sorprende? Pues espera, porque esto va más allá.
Un claro ejemplo es el papel de la Fundación Bill y Melinda Gates, que en 2022 fue uno de los principales donantes de la OMS, superando incluso a la mayoría de gobiernos nacionales. Bill Gates ha sido un gran defensor de las vacunas y otros tratamientos farmacológicos, y su fundación ha invertido millones en estas áreas. ¿Casualidad? Algunos dirían que no. Con una organización atada a estos donantes, ¿qué prioridades crees que dominarán?
Y este es solo un ejemplo. Con este nivel de dependencia, ¿cómo podría la OMS tomar decisiones totalmente independientes? Imagina lo que esto significa para la investigación, la promoción de medicamentos y, sobre todo, la exclusión de terapias no lucrativas. Esta es solo una de las formas en las que el poder económico controla la narrativa de la salud global.
2. Prioridad en investigación de tratamientos farmacológicos
¿Has notado cómo la mayor parte de los fondos de investigación van a parar a medicamentos nuevos? La razón es clara: las grandes farmacéuticas quieren rentabilidad y un flujo constante de ingresos. Mientras, los estudios en prevención o terapias sin fármacos quedan relegados. ¿Por qué no hay más fondos para prevenir enfermedades en lugar de tratarlas? Simple. Porque la prevención no llena los bolsillos de los que financian.
En 2021, en EE. UU., de los más de 500 mil millones de dólares invertidos en investigación médica, menos del 3% fue destinado a estudios de prevención o nutrición. No hay incentivos para prevenir cuando es más rentable que sigas necesitando medicamentos a diario. Mira, por ejemplo, el enfoque en los tratamientos para la hipertensión, el colesterol o la diabetes. ¿Por qué crees que no se promueven tanto los cambios de estilo de vida?
Y esto no termina aquí. Este enfoque no es casual, está diseñado para que sigamos dependiendo de medicamentos de por vida, creando una rueda de pacientes crónicos. Si esto no te hace pensar, sigue atento, porque cada vez se pone mejor.
Vamos a citar aquí el caso del tenista español Rafael Nadal por paradigmático:
Rafael Nadal recibió tratamiento con células madre en el año 2014, específicamente para tratar una lesión crónica en su espalda, y poco después para sus rodillas. En el caso de su espalda, se utilizó una terapia con células madre para abordar una afección en el área lumbar que le producía molestias intensas y limitaba su rendimiento.
El tratamiento con células madre en deportistas de élite como Nadal consiste en extraer células madre mesenquimales de la médula ósea del propio paciente y, tras un proceso de cultivo, se reinyectan en el área afectada para regenerar tejidos dañados o inflamados. En el caso de las rodillas, este tipo de tratamiento ayudó a regenerar el cartílago dañado, un problema común en deportistas debido al impacto continuo sobre las articulaciones.
Este tratamiento, aunque prometedor, no ha sido ampliamente investigado a nivel clínico para uso masivo debido a que las células madre tienen limitaciones en términos de patentabilidad y estandarización, lo cual reduce el interés comercial de grandes farmacéuticas. Por ello, se realizan principalmente en clínicas especializadas y bajo protocolos experimentales en casos específicos, como en el ámbito deportivo de alto rendimiento.
Si le preguntas a cualquier médico por este tipo de tratamiento, te dirá que es prometedor, pero faltan estudios que demuestren su efectividad. Y los estudios no se realizan porque cuestan mucho dinero y sólo los realizan las farmacéuticas si tienen una beneficio empresarial que compense. En este caso, como los tratamientos de células madre no se pueden industrializar, jamás habrá estudios que certifiquen su efectividad, y siempre quedarán en el ámbito de terapias alternativas. ¡Un auténtico escándalo!
3. Foco en soluciones de alto costo y menor promoción de medidas preventivas
No es casualidad que cada año tengamos una larga lista de “nuevos” medicamentos en el mercado, mientras las campañas de prevención apenas reciben recursos. Las políticas sanitarias están orientadas a gestionar enfermedades crónicas, no a prevenirlas. Cada paciente crónico es una fuente de ingresos, y esta es la verdadera cara de un sistema que no busca tu bienestar, sino tu dependencia.
Por ejemplo, en Estados Unidos, el costo de los medicamentos contra la diabetes se disparó un 160% en la última década, mientras que las campañas para promover hábitos saludables han quedado en segundo plano. ¿No crees que hay algo extraño en este enfoque? Las soluciones costosas se presentan como la única alternativa, mientras el sistema apenas dedica esfuerzos a la prevención.
Es decir, en lugar de invertir en campañas masivas de salud pública, tenemos una industria que nos convierte en clientes de por vida. Y eso, amigos, es un negocio muy lucrativo. ¿Coincidencia? No lo creo.
4. Regulación de terapias alternativas y complementarias
Las terapias alternativas, aunque no generen los ingresos de los tratamientos farmacológicos, podrían ser opciones para millones de personas. Sin embargo, las regulaciones suelen ponerles obstáculos o directamente desacreditarlas. ¿Por qué? Simple, porque son una amenaza para los gigantes de la farmacología, que no pueden monopolizar los beneficios de estas terapias.
Un ejemplo reciente es el endurecimiento de las normativas en la UE sobre terapias alternativas en 2020, en el que se cuestiona incluso el uso de plantas medicinales con siglos de tradición. Estas restricciones limitan el acceso del público a opciones no farmacológicas y fortalecen el monopolio de los tratamientos convencionales. ¿Cuántas alternativas naturales quedan fuera del sistema sanitario por esta presión?
Aquí no se trata de proteger al paciente, se trata de mantener el control. Cuanta más regulación, más dependientes seremos de los productos controlados por las grandes farmacéuticas. ¿Aún tienes dudas de a quién beneficia esto?
5. Cultura de la prescripción rápida de medicamentos
En países como Estados Unidos, es común que una consulta médica dure menos de 15 minutos. ¿Resultado? El médico receta rápidamente un medicamento y pasa al siguiente paciente. No hay tiempo para explorar otros enfoques, no hay tiempo para profundizar. Este sistema impulsa una cultura de la receta rápida, alimentando una dependencia farmacológica sin precedentes.
De hecho, en Estados Unidos, el 70% de la población toma al menos un medicamento prescrito al mes. ¿Sabías que en los últimos cinco años el uso de antidepresivos y ansiolíticos se ha duplicado? ¿Por qué? Porque es más fácil prescribir una pastilla que abordar las causas subyacentes. Aquí la velocidad mata dos pájaros de un tiro: satisface la demanda y alimenta los ingresos.
¿A quién beneficia todo esto? Desde luego, no al paciente. Porque la salud no se construye con parches temporales, y menos con una receta rápida en 10 minutos.
6. Falta de acceso a tratamientos naturales o de bajo coste
Aquí va otra más: los tratamientos naturales o de bajo costo no solo reciben menos impulso, sino que además enfrentan dificultades de acceso. Mientras que los fármacos patentados cuentan con respaldo económico y campañas de promoción, los tratamientos basados en suplementos o cambios de estilo de vida quedan relegados o incluso estigmatizados. ¿Por qué? Simple. Porque no son rentables.
Por ejemplo, en 2018, una investigación en la UE mostró que solo el 10% del gasto sanitario estaba orientado a medicina preventiva, y menos de la mitad de esos fondos fueron destinados a enfoques naturales o de bajo costo. Es más, en muchos sistemas de salud, los suplementos o vitaminas no están cubiertos por los seguros, a diferencia de los medicamentos. ¿Quién gana con esto? Ya sabes la respuesta: no es el paciente, es la industria.
Este enfoque no es un descuido, sino una estrategia diseñada para que dependamos de tratamientos costosos y controlados. ¿Te queda alguna duda?
7. Influencias de la industria en la educación médica
¿Alguna vez te has preguntado por qué los médicos tienden a recetar medicamentos en lugar de explorar otras alternativas? La respuesta es que las farmacéuticas tienen una fuerte presencia en la educación médica. Desde los primeros años de formación, los futuros médicos reciben una educación centrada en tratamientos farmacológicos, mientras que la nutrición o las terapias alternativas apenas ocupan espacio en el plan de estudios.
Un estudio de la Universidad de Harvard en 2019 reveló que el 80% de las facultades de medicina en Estados Unidos reciben fondos de la industria farmacéutica. Esto no solo genera conflictos de interés, sino que también moldea la práctica médica hacia la prescripción de medicamentos. El objetivo es claro: crear profesionales que receten fármacos, no que busquen la raíz de los problemas de salud. ¿Curioso, verdad? Y así, el sistema asegura una generación de profesionales leales al modelo de negocio farmacéutico.
La prioridad de la OMS son los beneficios farmacéuticos, no la salud
Estos puntos nos muestran una verdad incómoda: los sistemas de salud están diseñados para generar beneficios, no para prevenir. La OMS, financiada por los mismos que se lucran con la enfermedad, actúa como lobo en el gallinero. El enfoque en medicinas caras, la promoción de tratamientos crónicos y la desatención a la prevención no es un error... es la clave del sistema.
La pregunta que queda en el aire es... ¿seguiremos siendo piezas en este engranaje? Está en nosotros romper con esta dependencia, investigar, cuestionar, y exigir políticas de salud que busquen nuestro bienestar. Porque la salud no se vende, se cuida, y no hay nada más importante que salir de esta Matrix de dependencia para ver las cosas claras.
Despierta y decide por ti mismo. La información es poder, y hoy tienes en tus manos las claves para elegir con conciencia. Recuerda, solo los que ven más allá de la cortina logran salir del juego. Y tú, ¿estás listo para despertar?
[Bibliografía recomendada]
"Bad Pharma: How Medicine is Broken, and How We Can Fix It" – Ben Goldacre (2012). Una exposición detallada de cómo la industria farmacéutica manipula datos y ensayos clínicos.
"Deadly Medicines and Organised Crime: How Big Pharma Has Corrupted Healthcare" – Peter C. Gøtzsche (2013). Examina las prácticas corruptas en la industria farmacéutica.
Artículo de The Lancet (2020), sobre el impacto de las donaciones privadas en la OMS.
Documentales: "The Big Lie" (2021) y "Pharma: Greed, Lies and the Poisoning of America" (2020), donde se aborda la influencia de la industria farmacéutica en la salud pública.
"Overdosed America: The Broken Promise of American Medicine" – John Abramson (2004).
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