Tumgik
#Ruido Blanco
iamkrisis · 5 months
Text
Tumblr media
Ruído branco.
Mólame como quedou o T de reconectar porque semella unha torre de alta tensión.
Existe un libro pop-up infantil (ou non) sobre o ruído branco.
Existirá algún libro pop-up que che dea un hostión directamente ao abrilo? 👊🏾 Que título lle poñerías?
0 notes
osaka81 · 11 months
Text
proyecto audio sensorial creado y editado por pequeño sasquatch♥
0 notes
lonely-soul28 · 4 months
Text
A veces, solo un abrazo, nada de palabras bonitas, nada de mensajes bonitos, solo un abrazo, un abrazo fuerte, silencioso, que te deja sin aire por unos segundos, que te reinicia, a veces solo un abrazo hace la diferencia, a veces solo un abrazo se necesita...
104 notes · View notes
Text
Nunca voy a entender la gente q se queja x el ruido de fiestas de los vecinos, yo siento q con cumbia de fondo se duerme mejor
1 note · View note
ovch8 · 6 months
Text
Minimalista la vida al sentirle.
Al acto poco,
Frente al intento caótico siempre el resultado.
Hablo de más, en ruidos que vienen de adentro
Una confusion
Casi siempre el descontento.
Busco el ideal,
solo enuentro lo real,
lo que soy y no lo entiendo
Me callo, lloro
Me minimiso.
En la existencia recostada,
Ante el espejo la misma mirada,
Remolinos que bucan vientos,
Seriedad de sonrisas de
Dias perdidos en el mudo blanco.
0 notes
srxanny · 1 year
Text
Tumblr media
1 note · View note
americangroupie · 8 months
Text
꩜ dirty little thing ꩜
enzo vogrincic x reader
tw: +18, phone sex
a/n: mi primera fic, no juzgar 😭pero no doy más de pensar en este chabon, disfruten
୨୧┈┈┈┈୨୧┈┈┈┈୨୧
“¿y este milagro?”
sonreíste con los ojos entrecerrados, dándote vuelta en la cama con tu celular en la mano mientras soltabas un quejido. “¿qué milagro?”
“me contestaste el celular, a las–” escuchaste a enzo resoplar a través del altavoz “–¿dos, son allá?”
“dos y media.”
“disculpáme, chiquita. te prometí que te iba a llamar a penas pudiera. ¿te desperté? aún no me acostumbro a la diferencia horaria.”
enzo llevaba varios días viajando al participar de la premiere de su nueva película; premiere a la cual decidiste no asistir por la privacidad de ambos. lo último que querías era que los titulares de los artículos pasaran de habla de la película a prejuicios sobre tu relación con el.
“no, amor.” respondiste suspirando, acomodándote en la cama. “estaba dormitando nada más. yo te extraño el triple, sabés. no es lo mismo sin vos.”
se rió por lo bajo. “yo te dije que vinieras. no era necesario que me acompañaras a los eventos, podrías solo haber–”
“enzo–” interrumpiste.
“pero escucháme, ángel. te podrías haber quedado acá conmigo en la habitación, hasta tarde.”
“¿hasta tarde, hm?” soltaste una risita al escucharlo reír, imaginándotelo agarrandose la cara por tu comentario. “¿haciendo que?”
“no sé, mi amor. ¿que se te ocurre?”
mordiste levemente tu labio inferior, apretando las piernas en el momento que tu cabeza comenzó a imaginar escenarios en los que podrías estar con tu novio si estuviera cerca.
“¿estás solo?”
lo escuchaste reír. “si nena, acabo de llegar a la habitación. ¿por qué?”
“ya sabes porqué.”
“no, ángel.” pusiste los ojos en blanco. “decime.”
“porque te extraño mucho.” exclamaste en voz baja, suspirando.
prácticamente lo podías escuchar sonreír. “¿cuánto?”
“deja de molestarme, enzo.”
“pero si recién estoy empezando, mi amor.” te quejaste al escuchar sus palabras, mientras el se recostaba en su cama de hotel. “¿dónde me extrañas?”
“¿dónde?”
“¿entre tus piernas, será?”
guardaste silencio por unos segundos, estremeciéndote al escuchar sus palabras cerca de tu oído a través del celular, ganándote una suave risa burlesca del otro lado de la llamada.
“¿si, mi amor?”
“sí, enzo. mucho. no es lo mismo tocarme solita.”
gruñó. “yo también extraño estar ahí, chiquita. no hay lugar mejor que entre tus piernas, escuchando los ruidos que hacés. no sabés como extraño comerte.”
te quejaste en voz alta en forma de suplica, acomodándote en la cama una vez más al no poder estarte quieta.
“extraño tocarte,” continuó enzo en voz baja. “besarte, cogerte. un par de días sin vos y me estoy volviendo loco.”
“enzo–”
“tocáte para mi, hermosa.” es como si fuera capaz de leerte los pensamientos. “dejáme escuchar los ruiditos que hacés para mi, ¿si?”
“mhm” fue lo único que fuiste capaz de escupir, bajando tu ropa interior por tus piernas y colocando tu mano entre las mismas, frotando circulitos al ímpetu de sus palabras. “hazlo conmigo, enzo.”
lo escuchaste reír por lo bajo. “si, mí amor. yo te necesito tanto como vos a mi.”
“te necesito acá, conmigo. en serio.” dijiste frustrada, quejándote por lo bajo mientras te lo imaginabas masturbándose en una pieza de hotel en españa.
“¿que querés de mi?”
“c-cualquier cosa.”
“¿cualquier cosa? ¿me dejarías hacerte lo que yo quiera, ángel?”
asentiste con la cabeza, como si te pudiera ver. “sí enzo, sí. lo que vos quieras.”
“hm.” lo escuchaste gruñir a través del altavoz, gimiendo como respuesta. “primero te comería a besos, como siempre..” se interrumpió a sí mismo con un casi inaudible gemido, haciéndote juntar las piernas con tu mano entremedio en respuesta. “.. y luego bajaría por tu cuerpo, pasaría mi lengua por todos lados, mi amor. como siempre.”
“¿y que más?” dijiste con la voz temblorosa.
“te daría besos por los muslos, y pasaría mis dedos para ver lo mojada que estás.” gemiste, interrumpiéndolo. “te dejaría probarte. no sabés como me pones, princesa. lo que más quiero es que te corras en mi boca, y luego me dejes cogerte hasta que no puedas más.”
“quiero que lo hagas como la última vez que nos vimos.”
te ganaste una risa de su parte. “¿ah, sí? ¿en la cocina otra vez, mi amor?” asentiste entre quejidos. “no tardaste nada en acabar mientras te cogía encima de la mesa. ¿o estás hablando de cuando te metí los dedos mientras cocinabas, chiquita?”
“enzo..”
“¿ya, mi amor?”
“mhm..” gemiste, entreabriendo la boca sin poder controlar los sonidos que hacías.
“esperáme.”
“no me puedes hablar así y hacerme esperar.” lloriqueaste, haciéndolo reír. “no aguanto nada escuchando tu voz.”
“ni yo la tuya, chiquita. extrañaba tanto los ruiditos que hacés. no sabes como me tienes.”
“por favor, enzo.”
“¿por favor qué?”
“acaba conmigo.” ocultaba sus gruñidos, pero podías escuchar su respiración agitada y la forma en la que movía su mano. “por favor enzo, te necesito.”
“hazlo.”
tus oídos cesaron por un par de segundos al dejar de esperar, pero logrando escuchar los gemidos y gruñidos que soltaban ambos al mismo tiempo. después de unos segundos, lo único que se escuchaba en ambas líneas eran las respiraciones agitadas de los dos, seguidas de una risa burlesca por parte de enzo.
“un par de días más aguanta, mi amor.”
te quejaste. “no aguanto ni un par de segundos sin ti acá, amor.”
“dios.” suspiró. “me tenés como un idiota, sabelo.”
739 notes · View notes
ritmos-eternos · 2 months
Text
Parece que estoy bien.
Hago todas las cosas que debería hacer; río, como, me baño, pero no estoy bien. Estoy agotada mentalmente, físicamente, despertar y mirar el techo blanco me abruma, me abruma escuchar el ruido de la gente a mi alrededor, prefiero dormir. Mientras duermo no necesito pensar en nada, ni sentir nada, y es lo que más anhelo.
–V.
78 notes · View notes
deepinsideyourbeing · 21 days
Text
(Des)Horas - Matías Recalt
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
+18! MeanDom!Mati. Un poco de Brat!Reader, biting, CM/NF, (posible) dacrifilia, marking, sexo sin protección (kind of/mención de anticonceptivos orales), spanking, spitting, spit kink, breve aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Y cuento las horas Que no pasé a tu lado Son como hojas de un papel En blanco
El tren avanzaba con un suave balanceo sobre los rieles mientras observabas la forma en que el mundo exterior comenzaba a despertar.
El cielo todavía era de unos pálidos tonos grises y azules cuando en el horizonte vislumbraste los primeros rayos de sol, los cuales comenzaron a cegarte una vez que el vidrio empañado por el frío de la madrugada se despejó.
Los árboles bordeando las vías y las siluetas lejanas de algún pueblo eran una constante promesa de serenidad que hacía que tus músculos se relajaran, por no mencionar el ruido mental ahora nulo.
Contabas en voz baja cada camino de tierra serpenteante, los destellos de agua aquí y allá, las suaves colinas cada vez más pronunciadas.
-Veo, veo.
Parpadeaste rápidamente.
-¿Qué ves? - preguntaste sin dejar de admirar el paisaje.
-Alguien con cara de culo.
Volteaste para centrar tu atención en Matías, sentado frente a vos, sosteniendo su teléfono en una mano y el termo en la otra. Estaba concentrado en la pantalla, en lo que fuera que estuviera viendo allí, pero de todas formas se tomó el tan arduo trabajo de apreciar tu semblante para molestarte.
-Tengo sueño- explicaste, pasándole el mate que sostenías hacía siglos-. Y me colgué.
-Me di cuenta- dijo y arrojó el teléfono sobre su regazo-. Falta poco.
-Mentiroso.
Una advertencia cruzó su mirada, pero su postura permaneció igual de desenfadada y mientras jugaba con la bombilla del mate (curioso, pensaste, porque siempre te decía que no hicieras eso) examinó el resto del vagón vacío.
Llevaban horas sentados en la misma posición y el cielo, estrellado e iluminándose cada vez más con el correr del tiempo, era la única compañía.
-¿Querés dormir? Te despierto antes de llegar- ofreció mientras hacía lugar en el asiento disponible con lo que él creyó era el mayor disimulo.
Te divirtió recordar su audible protesta cuando ocupaste el asiento frente a él y la sutil sugerencia que te hizo sobre tomar su lugar: esto le habría permitido estar a tu lado sin delatar sus deseos, pero sabés que también le gusta estar junto a la ventana y por eso la rechazaste. Te pareció tentador dormir sobre su regazo o en su hombro, pero también molestarlo.
-Bueno.
Mientras recogía sus cosas para hacerlas a un lado, con una sonrisa de satisfacción que intentaba ocultar, buscaste una posición más cómoda en tu lugar y cerraste los ojos. Luego de unos instantes de tenso silencio volviste a abrirlos para encontrarte con su cara de molestia y sus ojos fijos en la pantalla del dispositivo nuevamente.
Una risa escapó de tu boca.
-Sos una boluda.
-No te enojes, tonto- estiraste una pierna y tocaste con tu pie descalzo su rodilla-. Vos siempre me hacés lo mismo y yo no me enojo.
-Es diferente.
Capturó tu pie y comenzó a masajearlo distraídamente.
-¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos?
-Vos, dormir.
-¿Y vos?
-No sé.
Ignoraste su intento de despertar tu curiosidad y obligarte a preguntar. Él continuó con el masaje en silencio, procurando ayudarte a relajarte porque sabía que necesitabas dormir –consciente de los días que llevabas sin pegar ojo–, fingiendo abstraerse en el paisaje del otro lado de la ventana y en los asientos sin dueño.
El silencio del ambiente y sus manos sobre tu piel eran como un somnífero y tus ojos se cerraban en contra de tu voluntad una y otra vez, tu cabeza caía repentinamente en más de una ocasión y él reía en silencio cuando te veía despertar sobresaltada. No recordaba cuándo fue la última vez que te vio batallar tanto para mantenerte despierta.
-Vení acá, dale.
El tono de su voz era firme y notaste un deje de preocupación que rara vez te permitía oír. Dejaste en tu asiento tu mochila y tu teléfono, como si existiera la mínima posibilidad de que alguien fuera a ocuparlo por accidente en caso de estar vacío, y cuando te sentaste a su lado tu cuerpo se mantuvo tan cerca del suyo como era posible.
-Despertame antes de llegar- le recordaste-, no quiero olvidarme nada.
Besaste su mejilla y cuando te recostaste sobre su hombro él besó tu cabello. Los minutos pasaron y Matías podía sentir la manera en que te relajabas, oír tu respiración ralentizándose y sentir la tensión abandonando tus dedos, cerrados débilmente sobre su brazo, pero sabía que aún estabas muy despierta y que probablemente no fueras a dormir en lo absoluto.
-¿Escuchamos música?- propusiste cuando ya llevabas varios kilómetros recostada en su hombro. El cielo vestía ahora con tonos rosados y los girasoles cobraban vida nuevamente-. ¿Mati...?
Estaba dormido.
Cuando te reincorporaste, lentamente y cuidando no despertarlo, permaneciste en tu lugar para contemplar su perfil. Mientras dormía juraste que podía ser un ángel, alguien diferente, sereno y desprovisto de sarcasmo, pero no estabas segura de querer que fuera así... Porque también era un ángel cuando te ordenó ponerte de pie cada dos horas -molestándose porque intentaste negarte y amenazando con castigarte- para recorrer el vagón.
La primera vez que preguntaste, cuando te hizo dejar tu asiento durante un vuelo, la única explicación que recibiste fue algo entre las líneas de “las pastillas”. No comprendiste qué intentaba decir y cuando te inclinaste hacia él para preguntar, argumentando que te sentías perfectamente bien, su respuesta fue:
-Porque yo lo digo. Punto.
Más tarde ese mismo día, en uno de esos escasos momentos en los que expresa verbalmente los motivos que lo preocupan, explicó que intentaba asegurarse de que no sufrieras una trombosis. Intentaste no reír por su expresión de horror y besaste su mejilla, conmovida por un detalle tan pequeño pero valioso, mientras él –avergonzado– intentaba apartarte.
Volviste a recostarte sobre su hombro, todavía recordando ese momento. No dormiste.
Horas más tarde llegaron a destino y se registraron en el hotel que Matías escogió sin comentarte los detalles. Mientras él se encargaba del papeleo vos te perdiste observando los cuadros expuestos en el salón principal, leyendo las inscripciones que los acompañaban, memorizando a través de las ventanas los detalles en el interminable y vacío jardín.
Durante el desayuno, con sus teléfonos apagados y olvidados intencionalmente en la habitación, te prohibió tomar café. Intentaste confiar en él y no protestar porque, después de todo y sin importar sus métodos, Matías sabe qué es lo mejor para vos... pero tu rostro te traicionó.
-¿Qué te pasa?- preguntó mientras sorbía de su taza.
-¿Por qué no puedo?
-Quiero que duermas bien esta noche.
-Son las diez de la mañana, Matías.
-¿Y…? Te conozco.
Escogiste morderte la lengua en lugar de argumentar en su contra y en tu mente se sucedieron las imágenes de los últimos días: café o una bebida energizante por la mañana, cerca de media tarde y también cuando el reloj marcaba las siete. Matías se aseguró de vigilarte, pero cualquier mínima oportunidad que tenías, la tomabas. Literalmente.
Tu novio dejó pasar tus contestaciones malhumoradas y tus expresiones de molestia, consciente del efecto de la falta de descanso, esforzándose por distraerte con las actividades del lugar y arrastrándote con él para una larga caminata. Si conseguía agotarte lo suficiente para que tomaras una siesta, su plan podría considerarse un éxito.
Estaba convencido de que lo había logrado hasta que salió de la ducha cerca de las cinco. Encontró la habitación vacía, la cama fría como evidencia de que te habías marchado hacía tiempo –y en absoluto silencio, tenía que reconocer tu habilidad-; depositó sobre la pequeña mesa de noche el vaso donde colocaron las flores que recogiste mientras caminaban, ahora colmado con agua, y abandonó la habitación.
Te sorprendió en el jardín, ocupando una de las mesas más lejanas y tecleando rápidamente sobre la pantalla de tu celular, en trance. Sobre el cristal descansaba una taza y Matías supo de inmediato que contenía restos de café. Tomó aire antes de recorrer la distancia que los separaba y carraspear para llamar tu atención.
-¿Qué?- preguntaste con fingida inocencia.
-¿Qué hacés?
-Nada.
Fue su turno de morderse la lengua.
-¿Estaba rico el café?
-Re.
Volteó para corroborar que nadie estuviera cerca.
-Escuchame una cosa- dijo mientras tiraba de tu cabello para obligarte a mirarlo-. ¿Yo no te dije que…?
-Tenía sueño.
Tiró más fuerte y evitaste quejarte. No querías darle la satisfacción.
-¿Y por qué no te quedaste durmiendo?
-No podía.
Te soltó bruscamente y tomó tu teléfono. Permaneciste en silencio sólo por la amenaza que dejaron entrever sus ojos, en el brillo de sus pupilas la promesa de una noche interminable, pero aún así resultaba tentadora la idea de seguir provocándolo, exigirle que te entregara tu teléfono, enloquecerlo en frente de otras personas, hacer que centrara toda su atención en vos.
Qué bueno que no lo hiciste, pensás ahora, porque no creés soportar más que esto.
En algún momento dejaste de contar las nalgadas, perdida en un mar de lágrimas y súplicas, pero Matías encontró una solución rápida y eficiente para no tener que escuchar tus lamentos: te despojó de tu ropa interior, que ya relucía con las gotas de tu excitación, para luego introducirla en tu boca.
De vez en cuando finge sentir compasión y sus manos se deslizan, con cariño y cuidado, sobre tu piel ya sensible; luego de unos segundos recuerda el café, la manera en que le faltaste el respeto desafiando su autoridad, ignorando y arruinando sus intentos de cuidarte, y reemplaza las suaves yemas de sus dedos con sus uñas no tan cortas para hacerte llorar.
Ignora tu cuerpo tiritando sobre su regazo y continúa sosteniendo tus muñecas contra tu espalda, empleando más fuerza de la necesaria. No le preocupa que te resulte doloroso, obvio, porque no le importa provocarte dolor y la prueba de ello son también los golpes en la parte posterior de tus muslos. Es una zona que procura evitar, consciente de cuánto cuidado necesitará posteriormente, pero…
-Cómo te gusta romperme las pelotas- reclama-. Siempre lo mismo con vos.
Por fin suelta tus muñecas, regocijándose con un último golpe que impacta entre tus muslos, para luego manipular tu cuerpo de manera brusca y arrojarte sobre el colchón. El impacto te hace quejarte y retirás la prenda de tu boca, sin ser consciente de lo excitante que es para tu novio ver que esta está empapada con tu saliva.
Las lágrimas se deslizan por tus mejillas como un río y caen directamente sobre las sábanas cuando las mordés, esforzándote inútilmente por soportar el ardor que recorre todas las zonas que Matías marcó sin consideración. Escuchás el lejano sonido de su ropa y suspirás, pero el alivio es fugaz porque pronto lo sentís sentándose sobre tus muslos.
Aún lleva puesto el pantalón y el material reaviva el fuego en tu piel.
-Calladita- ordena.
Tomás aire y reprimís un gemido cuando desliza su punta entre tus pliegues húmedos, presionando sobre tu entrada por unos pocos segundos, como una advertencia, para luego enterrarse en tu cuerpo con una estocada que te corta la respiración. Golpeás el colchón con tu puño y sentís su respiración golpear tu oreja cuando ríe, encantando con tu reacción.
La piel sensible de tus muslos arde tanto o más que tu entrada y tu interior estrecho –no importa, tu cuerpo siempre hace lugar para él- o tus ojos.
Matías te concede un momento, probablemente para cerciorarse de que podés con esto, pero pronto se deja caer sobre tu espalda y te sorprende con movimientos profundos y un ritmo que pretende torturarte más que otorgarle placer.
Es un castigo, lo sabés en cuerpo y alma, pero junto con tus lágrimas se escapan también un sinfín de gemidos. Su miembro llenándote por completo hace desaparecer el recuerdo de todas las noches que pasaste intentando satisfacer tu necesidad con tus dedos o con los diferentes e inútiles juguetes que sólo lograron frustrarte más.
Gemís su nombre una y otra vez y él muerde tu cuello. Tus paredes se contraen en torno a su miembro y su ritmo se vuelve irregular, jadea contra tu piel antes de liberarte y besar tu cabello entre suspiros; es algo que normalmente evitaría, siempre reacio a demostrarte cuánto poder tenés sobre él, pero todo el tiempo que pasaron lejos del otro también pesa sobre sus hombros.
Jurás que podés sentir las venas que recorren su extensión y la casi inexistente curva que provoca que roce tu punto dulce de manera constante. Intentás contenerte, fingir que todavía no delataste cuánto lo estás disfrutando, porque sabés que en cualquier momento podría retomar la sesión de spanking sin importarle cuánto necesita utilizar tu cuerpo. O peor.
Sus movimientos son lentos pero profundos, su punta besando tu cérvix y estimulándote sin más esfuerzo. Y aún así no es suficiente. Matías percibe la histeria, el hartazgo y tu impaciencia, todo con sólo observar la forma en que mantenés los ojos fijos sobre la pared frente a ambos.
Sabe que intentás sacar ventaja de la situación en lugar de empeorarla. También sabe que no podés. Sos más débil que él.
-Mati…
-No, callate.
-Pero…
-¿Qué?- pregunta casi en un grito-. ¿Qué querés?
Escondés tu rostro entre las sábanas y gemís.
-Más- suplicás moviendo tus caderas. Cuando rodea tu cuello con su brazo agregás:- Ya sé que estás enojado, pero…
Su mano impacta contra tu mejilla y te obliga a mirarlo. Ejerce presión hasta que tus labios se separan en contra de tu voluntad y sin pensarlo dos veces escupe en tu boca, sin permitirte tragar y disfrutando ver cómo parte de su saliva cae por la comisura de tus labios hasta tu mentón. Cerrás los ojos y sacude tu rostro con fuerza. Su miembro palpita en tu calidez.
-Sólo por esta vez.
Abrís los ojos, desconcertada, pero comprendés el porqué de su generosidad en cuanto abandona tu interior y se arroja de espaldas contra las almohadas.
Señala su regazo, invitándote, tentándote con su erección que brilla y gotea con la excitación de los dos –manchando su ropa de una forma que te hace morderte el labio-, pero no podés evitar mirarlo con recelo porque sabés cuánto va a doler.
-Elegí- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Esto o…
Dirige la mirada hacia las cuerdas que dejó junto a tus flores. No, negás rápidamente.
Toma tu cintura cuando te posicionás sobre él y sonríe (arrogante, hermoso, insoportable) mientras sigue tus manos temblorosas guiándolo hacia tu entrada. Te dejás caer hasta que su miembro desaparece casi por completo en tu interior y buscás apoyo en su pecho desnudo, el ritmo de tus caderas creciendo gradualmente.
Arroja la cabeza hacia atrás y sus uñas se clavan en tu piel.
El orgullo que llena tu pecho no es suficiente para olvidar el maltrato sufrido bajo sus manos y tus sollozos resuenan en la habitación junto con los obscenos sonidos de humedad provocados por sus cuerpos allí donde se unen. En otro momento un castigo sensorial sería la peor de las condenadas pero, después de semanas sin verse, te parece la mejor recompensa.
El placer nublando tu juicio no te permite saber que estás llorando y tampoco te deja ser consciente de la fuerza con la que te movés sobre Matías. Sólo sabés que se siente muy bien y lo repetís un centenar de veces, rogando porque él comprenda lo que intentás comunicar cuando tus palabras se cortan por tu respiración desesperada y errática.
El vaivén de tus pechos llama su atención y se felicita mentalmente por haberte despojado de toda tu ropa, -tu cuerpo desnudo resaltando todavía más tu vulnerabilidad y entrega- complacido por la facilidad con la que le permitís tomar el control. Ojalá eso bastara para perdonarte por desobedecerlo, ¿no?
-¡No!- te quejás cuando su palma golpea uno de tus pechos, dirigiéndose hacia el otro rápidamente-. Me duele, Mati, no…
-¿Y?- tira de tus pezones con fuerza y tus lágrimas caen sobre su abdomen. Puede sentir tus uñas rozando su piel-. Jodete por no hacer caso.
Interrumpís tus movimientos en un intento de detenerlo, esforzándote inútilmente en concentrar todas tus fuerzas para impedir que continúe con sus acciones, pero es más rápido, más ágil, más fuerte, así que capturar tus muñecas para él no es más que un juego. Tira hasta que terminás recostada sobre su pecho y planta firmemente sus pies sobre el colchón.
Gritás contra su clavícula cuando comienza a abusar de tu interior, aún sujetando tus muñecas entre su pecho y el tuyo mientras recorre con su otra mano la zona de tus costillas, tu cintura, tu cadera, finalmente encontrando su lugar en la parte posterior de tu pierna para dejar allí su huella.
Mordés su hombro para contenerte cuando el roce constante de su pelvis contra tu clítoris amenaza con llevarte hacia el orgasmo. Tus paredes se contraen aún más, succionando su miembro con desesperación, prácticamente imposibilitando sus movimientos, pero Matías continúa con su ataque sin importarle nada más.
Intentás preguntar, un hilo de palabras indescifrables dejando tus labios junto con su nombre y unos suspiros delirantes, pero no estás segura de su respuesta hasta que sentís sus labios besando delicadamente tu mejilla. Un acto de misericordia que termina por desdibujar la línea que separa el dolor del placer. Te desborda.
Los nervios de tu cuerpo son fuego puro y su miembro todavía deslizándose entre tus paredes –imposiblemente apretadas, calientes, más húmedas que nunca- es combustible. El ruido de piel contra piel es nulo cuando tus gritos eufóricos llenan la habitación, seguidos de unos patéticos sollozos acompañando su nombre y ese par de palabras que tanto disfruta oír.
Te amo jura contra tu cuello. No está seguro de que en tu estado lo comprendas.
El violento palpitar de su miembro es la única advertencia que recibís antes de sentir los hilos de semen que brotan, caen y te marcan como suya una y otra vez. Gemís y buscás sus labios, desesperada por un poco más de contacto, besándolo con voracidad.
Te obliga a romper la distancia para ayudarte a regular tu respiración. Tus ojos aún están repletos de esa bruma, tu razonamiento luchando por retomar el lugar que le corresponde.
-Perdón- decís contra sus labios-. Perdón, perdón, perdón.
-Ya está, ya pasó.
Sus nudillos acarician tu pómulo con suavidad, un roce casi inexistente, antes de que su palma acune tu rostro y sus dedos desaparezcan en tu cabello.
-Te extrañaba mucho.
-Yo también- seca una lágrima de tu mejilla y suelta una risa-. Sabés que podías decirme, ¿no? En vez de portarte como el…
-Sí- lo interrumpís-, pero llegaste del viaje re cansado y no quería hacer que te canses más.
Finge indignación.
-Dejame que te cuide, ¿sí?- besa tus labios ante tu protesta cuando se desliza fuera de tu interior-. Vos no tenés que preocuparte por nada.
Ignora su liberación goteando por tus muslos mientras te conduce lentamente hacia la ducha, también tu saliva secándose en su hombro y tus lágrimas aún frescas corriendo por su torso, porque no cree ser capaz de controlarse en caso de prestar atención a esos detalles.
Odia recordar que pasaron tanto tiempo separados, sí, pero el consuelo es poder recuperarlo de esta manera.   
Masajea tus hombros, tu espalda y tus piernas mientras el agua caliente corre por tu cuerpo, llevándose los vestigios de la noche y actuando como somnífero; besa tu piel con una dulzura exagerada, deteniéndose en las marcas que dejó, capturando juguetonamente entre sus dientes la carne de tu cadera, tus brazos, tu mejilla y tus labios.
Matías percibe el agotamiento en tu rostro y en tus respuestas letárgicas mientras sus dedos recorren tu piel para deshacer el bálsamo. La impronta de rojos y violetas que su mano dejó en tu cuerpo tardará en desaparecer, un no-tan-sutil y firme recordatorio de porqué siempre tenés que confiar en sus órdenes y ser paciente. Finge que no considera otro castigo para los días venideros.
-Tengo sueño- susurrás cuando se desliza bajo las mantas.
-Me di cuenta.
-¿Mañana podemos dormir hasta tarde?
-No.
-¿Por qué?
-Tenemos un taller de cerámica a las nueve.
-¿Tenemos?- soltás una risa de escepticismo-. ¿Vos haciendo cerámica?
-¿De qué te reís? Vos nunca hiciste.
-No, pero…
-Callate porque te hago cosquillas- amenaza.
Besás su mejilla.
El alivio lo recorre cuando minutos más tarde nota que estás, por primera vez en muchos días, profundamente dormida.
Dejo por acá esta historia que quedaba pendiente porque es de mi agrado informarles que... ✨por fin se me cayó una idea✨, así que ya voy a dejar de robar con publicaciones atrasadas. Espero que les guste y sí, ya sé, tengo que dejar de relacionar a Matías con Babasónicos 😔
taglist: @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @madame-fear @creative-heart ♡
37 notes · View notes
suzukis-posts · 5 months
Text
𝗜'𝗺 𝘆𝗼𝘂𝗿𝘀...
𝗠𝗔𝗡𝗝𝗜𝗥𝗢 𝗦𝗔𝗡𝗢 - 𝗕𝗢𝗡𝗧𝗘𝗡
Tumblr media
Bonten!Manjiro sano x Male!Reader
𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Dom!Male!Reader, degradación, estimulación, híbridos, NSFW en general.
────────────────────────────
── ¿Sabes, lo que estamos haciendo es ilegal de varias maneras? ── Dijiste observando a tu jefe mientras te bajaba los pantalones junto con tu ropa interior.
── ¿Crees que me importa? Quiero que tengamos sexo y lo quiero ahora. ── Mikey exigió, empujándote en la cama antes de sentarse encima de ti, frotando tu erección semi dura entre su trasero.
Su pequeña y linda nariz se rascaba en el sentimiento, sus orejas de conejo flotando hacia arriba y hacia abajo, su pequeña cola meneando de emoción.
── Por lo menos consigue algo de lubricante. ── Su propia cola esponjosa se movía, el hormigueo que irradiaba de ustedes dos era inmenso.
── No lo necesito, ya me preparé antes. ── Antes de poder hablar sus palabras quedaron atrapadas en su garganta por como Manjiro se hundió en tu enorme miembro.
── Tienes que ser más paciente, Manjiro espera... ── La diferencia de tamaño entre ustedes dos fue humillante para el conejito más pequeño, que apenas podía bajar y ya se sentía tan lleno.
Tus manos se asentaron en la cadera del híbrido, manteniéndolo en su lugar y admirando su pequeño cuerpo en la parte superior del tuyo.
── ¡V-Vamos M-Muévete! ── El más pequeño soltaba gemidos, moviendo su cadera en círculos con la esperanza de conseguir que tu te muevas.
El chico agarró tus orejas de zorro, tirando y frotándolas. Gemidos vinieron de tu boca, la estimulación en sus oídos, las estocadas y el tocar tus orejas lo aún encendió aún mas. Tomas a Manjiro y lo das la vuelta, agarrando sus piernas y empujándolas hasta las orejas.
── He dicho paciencia. ── Bonitos gemidos brotaron de Manjiro, no siendo capaz de manejar tu brusco movimiento. Tomaste sus piernas, obligándolos a permanecer allí mismo antes de empezar a empujar en su pequeño agujero apretado.
── ¡A-ah~! ¡E-espera~! ── No estando preparado para tus duros golpes, Manjiro se quejó, queriendo que disminuyeras la velocidad.
Una sonrisa danzó en tus labios antes de que se incliné y besó al pobre conejito, el sonido de la piel golpeando contra la piel y los ruidos húmedos de tus besos llenaron toda la habitación.
Empujas tu lengua en su boca, inmediatamente tomando el control de la dominación, sin dejar siquiera un poco de espacio para la resistencia.
Las manos de Mikey apretaron tu espalda, aplastando las uñas en tu espalda en el proceso y apretando su miembro.
Sueltas varios gemidos, dejando ir su boca en el proceso. ── Siempre tan ansioso conejito, siempre tomando lo que te doy. ── Una de tus manos exploró su pecho, jugando con sus pezones.
── S-Siempre estoy ansioso por ti... ── Él gaseó, la sensación de tu mano en su pecho lo hizo débil.
── Hmh... creo que sólo debo mantenerte como mi pequeño conejo. ¿Qué piensas de eso, eh? ── Las embestidas se hacían aún más rápidas, dejando a Manjiro con la mente en blanco.
── ¡A-Ah~! ¡Sí! ── Él se quejó, arrojando la cabeza hacia atrás. Aprovechas esta oportunidad, marcando su bonita piel con todo tipo de besos húmedos.
── Más, por favor. ── Aceptas a sus súplicas, empezando a mover tus caderas más rápido y más duro que antes, cada vez que empujas adentro Manjiro temblaba con cada empuje, siendo empujado hacia arriba cada vez.
── ¡S-se siente tan bien! ¡Ni siquiera pienses en p-parar! ── Su mente solo pensaba en como lo penetrabas, estaba en las nubes en este momento por el placer que recibía por tu parte.
── Mmm.. p-por supuesto, Manjiro... ── El nombre se deslizó tan fácilmente de tus labios, con Manjiro buscando aire.
Lo observabas de cerca, mirando cada reacción que venía del muchacho y mirando la protuberancia prominente de tu miembro dentro de él. ── Mira eso, eres tan pequeño, ni siquiera puedo tomar mi polla bien. ── Tu mano dejó su pecho, presionando fuertemente sobre la protuberancia de su estómago.
── ¡A-Ah! ¡No puedo soportarlo! ── Ríes de sus patéticos gritos, sus ojos fueron a rodar por la parte posterior de la cabeza, él puede tomar todo, es un buen conejito, dispuesto a hacer cualquier cosa por ti.
Fue muy divertido ver al jefe de Bonten deshacerse bajo tus órdenes.
57 notes · View notes
nanao57 · 1 month
Text
Tumblr media Tumblr media
De vuelta a casa 🫀
Hoy es viernes, regrese a casa. Soy de la costa, soy de Manzanillo; y lo que amo de volver cada fin de semana, además de ver a mis papás, es poder ver a mi familia animal.
Canela (canina) lleva unos 10 años conmigo, si lo recuerdo bien, llegó rescatada de la calle cuando yo tenía unos 8 años. Nunca la volví a dejar sola, a veces siento que no ha olvidado la época de la calle, hay cosas inexplicables ,para mí, por las que se asusta, quizá tenga que ver con su vida anterior. Hoy en día es una viejita cascarrabias.
Catalina (felina) lleva por lo menos dos meses conmigo, ella también es rescatada de la calle, aún tiene miedo de salir y de que la toquen, le aterran los ruidos ruidos fuertes y que la tomes por sorpresa. Me está tomando un poco de tiempo establecer confianza, pero vamos bien, le gusta recostarse a tu lado, amasarte, y aunque parezca que no quiere que la toques, ronronea muy fuerte.
Cada fin de semana que regreso, aprovecho para fotografiarles, van a crecer, se van a ir, y yo me quedaré con todos los recuerdos posibles. Es lo que más me gusta de la fotografía, capturar momentos y revivirlos después; por esto decidí tomar y publicar estás fotografías hoy.
Pd: Estoy explorando el blanco y negro de la cámara :3
Por: Naomi E. Regla
22 notes · View notes
jartita-me-teneis · 2 months
Text
Tumblr media
¿Por qué los aviones de reacción hacen un halo extraño cuando pasan la velocidad del sonido?
Los aviones de reacción son máquinas increíbles que pueden volar más rápido que la velocidad del sonido, que es de unos 1.192 km/h (741 mph) a nivel del mar y 20 °C (68 °F). Cuando lo hacen, a veces crean un extraño halo alrededor de ellos, que parece un anillo o cono blanco. Este fenómeno se llama cono de vapor o collar de choque, y está relacionado con el auge sónico que produce la aeronave.
Un boom sónico es un ruido fuerte que se produce cuando un objeto viaja a través del aire más rápido que las ondas de sonido que crea. Esto hace que las ondas de sonido se acumulen y formen una onda de choque, que es un cambio repentino en la presión y densidad. La onda de choque viaja en forma de cono detrás del avión, con el avión en su punta. El ángulo del cono depende de la velocidad del avión, y cuanto más rápido sea el avión, más estrecho será el cono.
La onda de choque afecta el aire alrededor del avión y baja su presión y temperatura. Esto hace que la humedad en el aire se condense en pequeñas gotas, que forman una nube visible. La nube aparece como un halo alrededor del avión, siguiendo la forma de la onda de choque. La nube desaparece rápidamente, a medida que el aire vuelve a su presión y temperatura normales, y las gotas se evaporan.
El cono de vapor no siempre es visible, y depende de la humedad y temperatura del aire. Cuanto más alta sea la humedad y menor sea la temperatura, más probable es que se forme el cono de vapor. También depende de la altitud y el ángulo de la aeronave, y es más probable que se forme cuando el avión está cerca del suelo y vuela en un ángulo escarpado. El cono de vapor no es dañino para la aeronave o los pasajeros, y no afecta el rendimiento o la estabilidad de la aeronave. Es sólo un efecto visual que muestra la potencia y velocidad del avión de reacción.
23 notes · View notes
caostalgia · 1 year
Text
Tengo miedo de no lograrlo.
Me asusta lo que viene y a veces simplemente me quedo en blanco, hay demasiado ruido en mi cabeza, necesito un respiro, y me quedo quieta pensando que parara todo, pero no lo hace.
Sé que puedo, en mi cabeza hay una débil vocecita que me lo repite cada vez que todo me pesa demasiado, pero a veces, por segundos, pierdo y comienzo a cuestionarme.
¿Será que puedo?
¿Soy lo suficientemente valiente?
Y si, si puedo, si soy valiente, pero es allí donde me doy cuenta el poder inmenso que tiene la mente, solo necesita un segundo para aplastarte y si no eres lo suficientemente rápido, lo logra.
— flores in caelum
131 notes · View notes
tiempoydestino · 7 months
Text
Como atento a un radio mal sintonizado, solo escucho el ruido blanco de tus enigmas, descifrando tu muda ausencia e imaginando lo que podría impedirte una respuesta.
29 notes · View notes
Text
Tumblr media
Me sigue pareciendo
un milagro
cuando las palabras
vienen rociadas
con tu perfume.
En cada letra
se va formando
lentamente
tu cuerpo
ante mis ojos.
Te dejas caer
suavemente
sobre un folio
en blanco.
El sorbo del café
lleva el aliento
de tu boca.
Todo es tan tú,
que hasta
cuando respiro,
el aire me cuenta
como juega
a desnudar el cuello
con tu pelo.
Sí,
que veloz
pasa el tiempo,
cuando sin estar,
ocupas todos
los espacios
entre los ruidos
y el silencio.
Que fácil entonces,
resulta escribir,
si eres tú
la que le hablas
a mis manos.
Si tu pudieras
por un solo instante
respirarme
como yo te respiro,
leerme desde lejos,
sin ver lo que escribo,
como tu me dictas
desde lejos,
sin que tu voz
llegue a mis oídos.
Que sería
de la poesía
sin tu recuerdo,
o que sería
del recuerdo
sin que tú,
fueras poesía.
Que bonita
es la locura
cuando viene
envuelta
con tu piel.
Solo
me queda decirte,
que el café
sobre esta mesa,
se nos ha vuelto
a quedar frío.
49 notes · View notes
bruisesscratches · 1 month
Text
╭ ••• ╮
𝑳𝒂 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅
╰ ••• ╯
Tumblr media
TW: Triste, rompimiento, Tom 2009
"Your Best American Girl - Mitski"
1:05 ───⊙─────── 3:35
Verlo en este momento era impactante. Tocar la guitarra con tal pasión y alegría en el escenario, el ruido de los gritos casi evitaba que escuchara la música. Incluso si estaba en un lugar especial apartado de todos los demás, podía sentir su energía, la emoción. Gritaban el nombre de Bill, el nombre de Georg, de Gustav y el de Tom. Gracias a mi posición, podía verlos a todos claramente; se veían claramente felices, pero yo no me sentía así. Ya tenían tiempo de haber comenzado su carrera y, aun así, su popularidad seguía creciendo y yo me estaba quedando atrás.
Salir con Tom no era algo a la ligera. Ambos veníamos del mismo pueblo, ambos habíamos sido igual de discriminados, criados en un lugar lleno de gente trastornada, y eso no nos eximía. Habíamos formado una gran amistad, éramos Bill, Tom y yo contra la mierda de pueblo en el que estábamos. Nos habíamos defendido de los insultos de los demás y habíamos recibido golpizas juntos. Pero los años pasaron, descubrieron su talento junto con Gustav y Georg, una compañía discográfica los había contratado y se habían convertido en un fenómeno mundial rápidamente. Tan pronto como pudieron, abandonaron el maldito pueblo. Nosotros nunca perdimos el contacto; religiosamente hacíamos llamadas cuatro veces a la semana para ponernos al tanto. Yo contaba lo basura que seguía siendo el pueblo y ellos me contaban de sus grandes fiestas, las celebridades que conocieron, las entrevistas y conciertos que hicieron. Incluso para quejarse de algunas cosas, sonaban realmente felices, siempre con historias nuevas, y yo siempre con la misma rutina. Ni siquiera sé cómo fue que Tom y yo terminamos juntos, tampoco estoy segura del momento en que me enamoré de él o él de mí. Pero recuerdo perfectamente el momento en que comenzamos a salir. Estábamos en mi cuarto. Los chicos habían venido a visitarme por mi cumpleaños número dieciocho; aunque nos habíamos visto hace menos de un mes, en el cumpleaños de ellos, quisieron venir a visitarme para celebrar el mío. Ese día hacía frío y estaba lloviendo. Habíamos decidido estar en mi cuarto poniéndonos al día. Curiosamente, Bill había decidido acompañar a su mamá por un encargo, dejándonos a Tom y a mí solos. Yo estaba recargada en la cabecera de mi cama, viéndolo tocar algunos acordes en la guitarra, tarareando algunas letras al azar mientras arrugaba el entrecejo cuando algo no sonaba bien. Me sentía tranquila; su voz y el sonido de la lluvia me hacían sentir cómoda y mi pecho se sentía caliente. En un momento, por el frío que sentía, me acerqué a él. Siempre había tenido una temperatura corporal alta, así que me recargué en su hombro, respirando el olor de su perfume. Dejó su guitarra y comenzó a jugar con la palma de mi mano, trazando figuras desordenadas. Su calor corporal me hizo acurrucarme y empezar a cerrar los ojos lentamente. Pasaron unos cuantos minutos y sentí un beso en mi mejilla que me hizo abrir los ojos. Pude ver su rostro frente al mío; miraba sus ojos detenidamente y él los míos. Lentamente bajó su mirada, como si intentara memorizar todos mis rasgos. Su mirada se detuvo en mis labios. Yo, con la mente en blanco, lo sujeté de la nuca y lo atraje hacia mí. Ya no podía escuchar nada más que los latidos de mi corazón y el sonido de su respiración. No sentía nada más que la piel erizada de su nuca, sus labios, lo caliente de su saliva y su lengua jugando con la mía. Ese día nos confesamos sentimientos que no imaginábamos que el otro tendría y descubrimos que todo fue un plan de Bill, cansado de que solo nos viéramos con ojos de amor.
Pero ahora estoy en este concierto. Ha pasado más de un año que estamos juntos, pero ¿por qué me siento tan lejos de él ahora? Solo podemos vernos ocasionalmente. Ellos viajan a muchos lugares por todo el mundo, pero yo tengo que seguir en el pueblo con toda mi familia y mis estudios. Él es una estrella mundial que dejó la escuela hace mucho para dedicarse a su carrera, pero yo me estoy preparando para ser maestra. Nuestras llamadas se han vuelto más complicadas con su agenda tan apretada y la dificultad de mis estudios. Además, gracias a las órdenes de su empresa, ni siquiera nos pueden ver juntos en la calle para evitar que la imagen de chico playboy de Tom se desmorone. Incluso el hecho de estar en este concierto es prácticamente un milagro. Yo lo amaba igual de fuerte como el primer día y podía ver en sus ojos que él me amaba también. Pero me comenzaba a preguntar en qué momento este amor nos comenzaría a hacer daño. Sabía que él había rechazado ofertas muy buenas por mí y yo por él, pero poco a poco eso nos estaba pasando factura. Mantener mis calificaciones era cada vez más difícil. Ver las constantes noticias donde relacionaban a Tom con cientos de chicas comenzaba a consumir mi mente. Aunque los chicos dijeran que estaba bien cuando Tom quería rechazar alguna oferta por mí, sabía que no lo estaban. Él tenía mucho por delante, sus sueños y sus metas, pero yo no tengo nada. Lo conozco muy bien; sé que ha tenido el mismo pensamiento en su cabeza, igual que yo, que hemos ignorado la realidad de lo que nos rodea. Pero yo lo amo mucho. Sé que es tiempo; si no lo hacemos ahora, el amor que tanto sentimos nos terminará ahogando. Estuve tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de que su mirada llevaba un rato puesta sobre mí. Tenía una mirada desconcertada, pero cuando le devolví la mirada correctamente, él lo entendió. Así como yo lo conocía a él, él me conocía a mí. Sabía que era tiempo de hablar con la verdad.
Tumblr media
8 notes · View notes