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[raulhgonzalez-blog]

¿Qué estás buscando?

Haruki Murakami escribió: “Buscar algo cuando uno no sabe qué está buscando es muy complicado”.

Hace algunos años me correspondió organizar un evento no tan grande pero que requería algo de planificación. A unos días del evento, junto con mi esposa, empezamos a hacer las compras de varias de las cosas que necesitaríamos. Buscamos en varias tiendas tratando de encontrar los precios más económicos y luego de varias horas invertidas concluimos con ese proceso. El evento se hizo y para cuando concluyó, había que sentarse para poder ordenar todas las notas de compras a fin de preparar el informe de la actividad. Fue cuando terminé de ordenar las facturas y hacer la sumatoria que me di cuenta que había extraviado una. Busqué nuevamente en mi cartera, en mi mochila, en la oficina y nada. Ese día, cuando llegué a casa, le conté a mi esposa de la factura faltante y me dijo: Vamos a buscar aquí. Quizá la dejaste acá y no lo recordamos. Y empezamos nuestra búsqueda en el escritorio, en la sala, en los cuartos y nada. La angustia y desesperación empezó a apoderarse de nosotros y tratamos de reconstruir nuestros pasos para ver opciones de dónde podía haber quedado; fue así como movimos literalmente toda nuestra ropa para ver si la habíamos dejado entre ella, buscamos en la cocina en medio de los trastes que había e incluso en el baño. La noche había avanzado y no habíamos logrado nuestro cometido. Fue cuando le dije que dejásemos la búsqueda, que durmiéramos y que al otro día, ya más tranquilos, Dios nos mostraría dónde estaba. A la mañana siguiente salí hacia la oficina ya con dolor de cabeza por la angustia de saber que si no aparecía, yo tendría que pagar el monto de la factura y mi esposa me dijo que volvería a buscar, que no me preocupara, que aparecería. Cuando ya estaba resignado a que me descontarían el importe, moví una carpeta en el escritorio y debajo de ella, encontré una hoja doblada. Mi corazón empezó a latir con mayor fuerza cuando al abrirla, me di cuenta que esa era la factura que faltaba. Me llené de alegría y terminé mi informe. Unas horas más tarde, me llamó mi esposa para decirme que nuevamente había hecho una inspección minuciosa en la casa y que no había tenido buenos resultados. Hasta ese momento, me acordé que debía haberle avisado que había encontrado lo perdido y que debía dejar de preocuparse porque el informe estaba terminado. No sabía cómo decirle que se me había pasado avisarle, pero al final, le dije que todo estaba arreglado y que no se preocupara más.

¿Has perdido algo de importancia alguna vez? Entonces podrás comprender la angustia que tuve al extraviar esa factura. Perder algo hace que te desesperes, que pienses en lo que vale y en las consecuencias que habrá por no encontrarlo. Perder algo valioso es sentir angustia, sentir un vacío que nada más puede llenar y percibir que no hay forma de remediar lo ocurrido. Ahora, si eso pasa cuando perdemos una cosa o a un ser querido, imagina lo que significa perder a Dios. Ese proceso de alejarnos de Él, que en muchas ocasiones suena atractivo, pero que nos produce ruina, tristeza y dolor. ¿Te has alejado tanto que crees que no hay más esperanza para ti? Este día el Señor te da una promesa maravillosa: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13). Por favor, inicia tu búsqueda, realmente saldrás beneficiado si lo haces. No hay ruta que Él no haya recorrido, no hay camino tan lejano al que Él no pueda acudir. Búscalo de todo corazón. ¿Empezamos?

Busca primero el reino de Dios. Lo demás, es lo de menos.