#QUE MANGA DE INÚTILES POR DIOS TENÍAN UN SOLO TRABAJO Y NO LO HICIERON BIEN
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elbiotipo · 1 year ago
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encima, desde un punto de vista puramente estético, como vas a inventar un martillo sacado de los Picapiedras cuando los aztecas tenían una espada hecha con vidrio volcánico, posiblemente (desde un punto de vista estético, de vuelta), una de las armas más geniales de la historia
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como vas a hacer un juego de pelea con aztecas y no incluir un macuahuitl, es literalmente lo PRIMERO que te tendría que venir a la cabeza, que sos pelotudo o que te pasa
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matiasvillarreal · 6 years ago
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El Orejón Baraka
Con el orejón éramos amigos de la infancia, nos habíamos conocido en el barrio porque nuestras casas estaban situadas a una cuadra de distancia pero en la misma calle, por la misma que vivían todos los chicos de la banda que habíamos formado para andar en bicicleta e inspeccionar las casas abandonadas del barrio. Cuando el orejón, que se llamaba Ezequiel pero ninguno de los chicos lo llamaba por su nombre, se enteró que me iban a cambiar a una escuela privada decidió hacerme la cruz, no sé muy bien que lo llevó a reaccionar así. Todo se desencadenó una tarde de verano a la hora de la siesta mientras los dos más grandes: El Bebu y El Rodrigo se disputaban a los mejores jugadores para el partido de fútbol que íbamos a jugar. El orejón y yo quedábamos últimos en la selección porque éramos malísimos pero a pesar de eso nos tenían que elegir igual y yo estaba convencido de que era un buen defensor.
"¿Vas a ir a una escuela privada? Esas son de ricos y tu vieja no es rica." Me había dicho con una mirada de bronca, de indignación. "Ya sé que no somos ricos, mi mamá me dijo que nosotros nunca vamos a ser rico pero que ella y mi abuela quieren que yo estudie y sea alguien en la vida" "Pero en la escuela del estado también podés ser alguien en la vida" me dijo él, y le empezó a temblar el labio de arriba casi de una forma incontrolable. "En esas escuelas está lleno de piojosos me dijo mi mamá y que además seguro me van a cagar a palos" le dije yo y El Bebu pegó un grito para que me sumara a su equipo. El orejón me iba a decir algo pero fue inútil, lo dejé con la palabra en la boca y ese fue el último intercambio verbal que tuvimos durante mucho tiempo.
La piel del Orejón era casi naranja, y su pelo marrón claro, tenía la mirada punzante y la cabeza demasiado pequeña para sus orejas. Usaba la ropa de los hermanos que eran todos más grandes y se encargaban de hacerle bullying de forma constante. Él siempre aparecía con sus juguetes rotos, o siempre le compraban ropas que en realidad eran imitaciones de marcas originales y los chicos de mi barrio eran muy crueles con él... más de una vez lo hicieron llorar porque el Orejón se dibujó con tiza el logotipo de "Nike" en sus alpargatas negras y gastadas. Lejos de burlarme como los demás, había algo en el orejón que me remitía a Ron Weasley, quizás la cantidad de hermanos y su familia pudiente, las cosas usadas que lejos de renovarse se perpetuaban para los posibles nuevos miembros de la familia.
Crecimos, y cuando teníamos quince años nos cruzábamos en el barrio pero nuestras vidas habían atravesado procesos en que nos olvidamos muy bien de nuestra mistad. Una tarde que me lo crucé en la esquina, de la que decidió adueñarse, me escupió uniforme escolar: mocasines marrones, pantalón gris oscuro, camisa blanca y corbata verde con un guardapolvo horrendo en el que se leía "COLEGIO SAN ALBERTO". El orejón se puso iracundo al verme vestido así con el uniforme y era la primera vez que lo veía fumar porro y tan borracho. Tenía la boca llena de saliva y una botella de plástico llena de vino a la que le picaban pastillas como rivotril, decían todos. Eso lo ponía violento y terminaba por desconocer a la gente del barrio que pasaba todos los días para ir a tomar el bondi. Cuando le conté a mi mamá lo que El orejón me había hecho, lejos de enojarse, respiró profundo y me dijo "Ese pibe está mal, ¿ves ahora porqué yo insistí tanto con que fueras a una escuela privada?" y yo todas las noches dormía tranquilo, sonriendo y sabiendo que El Orejón era una lacra, una larva social y que incluso de seguir así merecía morir porque iba a terminar siendo delincuente.
Por pensar de esa forma, y verlo actuar de una manera tan extraña cuando me lo cruzaba empecé a tenerle miedo y él lo sabía. Ese mismo año que cumplí quince y ya me daban permiso para juntarme por las noches con mi primo Nico, que tenía 17 y compraba las cervezas, El Orejón estaba en su esquina sin luces jalando poxyran de una bolsita de plástico blanca que guardaba en la manga de su buzo re usado y sucio.
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Al año siguiente, durante la tarde antes de la cena de navidad, El orejón salió corriendo de la casa y atrás de él su padrastro, cuyos gritos inundaron la cuadra y todos salimos a ver qué pasaba.
El padrastro le gritaba "FLACO HIJO DE PUTA, DROGADICTO DE MIERDA, TE ROBASTE LA PLATA DE LA COMIDA, NO VUELVAS, NO VUELVAS".
Y era verdad: El orejón se había gastado la plata de la comida de navidad en una gira efímera pero efectiva. Había desaparecido cuatro días y su familia lo andaba buscando, incluso habían hecho la denuncia. Cuando apareció, no dijo dónde había estado ni con quién. Solamente tenía aspecto de que no había pegado un ojo hacía mucho tiempo, y aun así lo que menos sospechaban sus familiares era que iba a ser capaz de robarse la plata para la comida. Lo metieron en una granja de rehabilitación, no lo dudaron ni un segundo.
El 31 de diciembre de ese mismo año, en la granja, tuvo su primer intento de suicidio. No pudo porque lo engancharon cuando se quería cortar las venas con una botella rota, le suturaron el brazo y optaron por tomar medidas extremas aunque todo era indicador de que no había caso, el pibe no sabía cómo mejorar ni tampoco estaba dispuesto a aprenderlo. Pidió volver a la casa argumentando que se sentía morir, que él sabía que se iba a morir porque Dios se lo había dicho en un sueño, le había mandado un ángel que se lo comunicó. Durante esa instancia en la granja, El Orejón se volvió un evangelista bastante particular: él se podía conectar mejor con dios cuando se drogaba.
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Mi papá, que era dueño de una panadería, le dio trabajo muchas veces. Y aquella vez, cuando supo que El Orejón había cambiado -porque en todas las iglesias evangélicas del barrio se andaba contando su testimonio- decidió darle trabajo nuevamente aunque la queja perpetua siguió vigente: a las 3 semanas lo encontró fumando marihuana y no quería "empleados drogones" . Mi papá estaba bastante reacio a que sus empleados fumaran faso, porque al manipular maquinas que se encargaban de amasar las grandes mezclas de harina y agua que ellos mismos preparaban, también a causa de una distracción o un por un buen porro podían terminar perdiendo la mano o con las falanges rotas.
Así que El Orejón volvió al barrio, a la esquina de siempre. Empezó a consumir rivotril con vino nuevamente y sus alucinaciones se mezclaron con un misticismo abrumador. Muchas veces se ponía a hablar sólo o leía un nuevo testamento que se había traído de la granja. Miles de veces podías ver al Orejón hablando solo y levantando los dedos señalando cosas invisibles o haciéndose la señal de la cruz arrodillado y hablando en un idioma extraño, que al mismo tiempo no parecía nada congruente pero según él, eso le pasaba cuando lo tocaba el espíritu santo.
Llegaron los planes para limpiar veredas que Cristina Fernández de Kirchner impuso como alternativa para que un montón de personas desempleadas pudieran tener acceso a un monto financiero por hacer ese tipo de actividades. El orejón vio la luz ahí, y cuando se anotó y le dijeron que sí, que estaba seleccionado empezó a cobrar su mensualidad. El orejón trabajaba y empezó a tener plata, el orejón estaba feliz. Porque sólo se drogaba los fines de semana o después de trabajar. Había empezado a tener más alucinaciones con Dios. A medida que se drogaba cada más vez y con más sustancias, más cerca de sentir a Cristo estaba, según él.
Pero había algo en especial que impulsó al Orejón a juntar plata y fue que no tenía dientes. Uno por uno se le fueron cayendo, entre la poca higiene y el paco que consumía demás del poxyran. De algunas piezas dentales sólo conservaba restos puntiagudos que le hacían dar una apariencia intimidadora y por eso le empezaron a decir "Baraka", como un personaje de Mortal Kombat que es pelado, con las orejas grandes, de apariencia demoníaca que termina de culminarse en la parte de sus dientes: todos filosos y puntiagudos. Los más chicos del barrio, que disfrutaban de ir a molestarlo cuando lo veían en la esquina, hablando con Dios o manifestando al espíritu santo con su lengua extraña, le empezaron a decir "El Orejón Baraka"
Y lo más turbio, para mí, fue que se había enamorado de mi hermana (que en ese tiempo ella tenía 13) y le mandaba mensajes de texto cuando estaba sobrio, "Te voy a esperar siempre, hasta que cumplas los 18 bonita". El orejón Baraka discutía con todo aquel que dudara acerca de su evangelismo y compromiso con dios. Se negaba a entender que las drogas que usaba eran altamente mortíferas y contaminantes. Él decía que la batalla más grande su vida era contra sus propios demonios y que en las drogas encontraba a Dios, años más tarde cuando me tomé un ácido entero y creí haber entrado en contacto con Dios... se me apareció la imagen del Orejón Baraka en mi cabeza y entré en una espiral de dudas ¿habrá sentido lo mismo que yo estoy sintiendo ahora? En fin, cosas de la pepa. Pero en la iglesia lo odiaban y no se bancaban que tuviera dos caras así, que sea tan sinvergüenza. Lo empezaron a echar de todas, le decían que no era bienvenido. Y mi hermana, en su inocencia y compasión, le ofreció congregarse donde ella y toda mi familia iban.
La situación del orejón Baraka enamorado de mi hermana duró siete días o menos, mi hermana pierde la paciencia con mucha rapidez y ya cansada de tanto acoso le dijo "NO QUIERO SALIR CON VOS, NO TENES DIENTES Y SOY MENOR DE EDAD, NENE". El orejón enloqueció cuando mi hermana le contestó eso frente a toda la iglesia. Se puso tan nervioso que se aguantó las ganas de llorar pero se fue corriendo a su casa, a buscar su plata ahorrada, su esfuerzo remunerado, su salvación, su dentadura en billetes. Sin embargo, no había rastros del dinero. Como si nunca hubiese existido o como si se tratara de una ganancia ficticia. ¿Dónde está mamá, donde está mi plata? Le gritaba el orejón a su madre en el porche de su casa mientras le pegaba patadas al portón ¿Dónde está la platita que junté para hacerme los dientes? Se lo gritaba llorando a moco tendido.
Se la habían robado a su platita. El padrastro y el hermanastro le sacaron, a modo de venganza, la plata que el orejón les había robado para la cena de navidad.
"ah no sé, ah no sé, USTED ROBÓ PLATA Y AHORA LA TIENE QUE DE-VOL-VER, pedazo de mierda ¿o ya te olvidaste?" le gritaba el padrastro. El orejón Baraka lloraba a los gritos en la vereda y se pegaba en la cara.
Lo encontraron casi muerto en una avenida que se llama Croacia, el pibe se había querido ahorcar con unos cables de teléfono, que en ese tiempo eran comúnmente robados para vender el cobre que tenían. Tenía los cables alrededor del cuello y convulsionaba hablando en esa lengua que él decía que era propia del espíritu santo. Y por días enteros repetía "gracias dios, gracias padre amado, gracias por tus milagros, amén" sin parar mientras las botellas con vino y pastillas seguían desfilando por su organismo.
Pasó el tiempo y no se lo vio más. Había múltiples teorías de a dónde podía estar el Orejón Baraka ahora, pero a nadie realmente parecía importarle. Una mañana invernal decido acompañar a mi hermana a la parada del colectivo y apareció... a lo lejos, estaba destruido. Cuando nos vio levantó la mano e hizo señas para que lo esperáramos. Mi hermana tenía tanto miedo que sacó el cutter que siempre tenía en el bolsillo por si tenía que defenderse y me advirtió que a la mínima ofensa de él, le cortaba la cara. Pero por lejos, sucedió todo lo contrario. El orejón no estaba destruido. Se lo veía re bien, había recuperado la compostura y ahora se paraba derecho, podía mirar a los ojos sin sentir ese rechazo por parte de todos, porque realmente ninguno de nosotros en el barrio nos podíamos bancar semejante esperpento humano y sin embargo nos regocijábamos con su existencia porque siempre podíamos recurrir a él para sentirnos mejor con nosotros mismos y nuestros mambos, nuestros odios y culpas.
"—Te quiero pedir perdón, Belencita" le dijo a mi hermana, y puso su mejor cara de congoja. "Ya está, no te molesto más. Gracias a vos yo entendí lo que tenía que hacer para ser feliz y dios me mostró el camino, me dijo como seguir." El Orejón Baraka estaba vestido de traje, peinado para el costado y su piel rebozaba de brillo, daba la impresión de haber rejuvenecido. Le preguntamos en dónde había estado y cuando se empezó a reír notamos que seguía sin dientes, había carne negra en donde terminaban sus encías, de la misma boca que salía un olor a algo estancado y podrido, mi hermana arrugaba la nariz sin disimulo. El orejón nos contó que había estado buscando a Dios y que la última vez que se le presentó, le dijo que tenía grandes cosas para él, pero primero había que accionar y sacrificarse. No entendimos a que se refería, pero esa mañana de invierno que lo cruzamos, el orejón Baraka iba a al velorio de su padrastro. Lo que sí, nos dijo que se seguía drogando porque Dios elegía las fortalezas y debilidades de cada persona. Y que por ahí te entraba.
Pasaron varios días hasta que el escándalo pululó por el barrio. Escucharlo daba escalofríos, asco, sensaciones encontradas. El orejón llegó al velorio del padrastro bastante triste, cuando se reunió con sus familiares se mostró arrepentido de lo que había hecho y de la distancia que había tomado. Abrazó a su madre y a su hermanastro mientras se acercaba al cajón donde ahora descansaba su padrastro. Se quedó las seis horas que duró el velorio, y antes del entierro y de que se cerraran el cajón sucedió un acontecimiento que dejó a todos sus familiares en pleno desconcierto. El orejón Baraka pidió estar a solas con su padrastro, necesitaba llorarlo por última vez sin que nadie estuviese cerca porque había cosas que necesitaba decirle y eran secretos de dos personas, pidió por favor que le cedieran cinco minutos a solas con él cadáver.
Nadie lo vio salir y estaban todos expectantes de escucharlo llorar o gritar de dolor. Sin embargo, nada parecía salir de esa habitación. Sólo escucharon cuando el Orejón empezó a hablar en esa lengua rara que él decía que era en arameo y que era la voz del espíritu santo en manifestación, no él. Cuando transcurrieron más de quince minutos y el Orejón no salía, decidieron entrar pese a que éste tampoco contestaba a los llamados de la puerta. Primero entró la mujer del muerto, y después de soltar un grito desgarrador y de llanto, se desmayó. El hermanastro del orejón no podía creerlo y empezó a gritar "CERRALO, CERRALO" para que alguien cerrara el cajón. Estaba el padrastro del Orejón, muerto claramente, pero con los labios despegados y la boca abierta a la fuerza, la mandíbula totalmente salida de lugar que dejaba a la vista un hueco negro en donde todos comprobaron que le habían robado la dentadura.
El padre del Orejón tenía un amor por los dientes de oro, a tener metal en la boca. Y por eso mismo siempre le decía a sus hijos que el día que lo enterraran lo hicieran con su dentadura, que nadie se atreviera a sacársela porque de lo contrario iba a regresar como un espíritu para molestarlos a todos. Varias veces se ponía ebrio y le pegaba al Orejón cuando él no quería escuchar las indicaciones de cómo debían enterrar a su padrastro cuando le llegara morir.
Hace poco mi hermana me dice "Mirá, ¿podés creerlo?" y me muestra una charla de Whatsapp. Es un diálogo al que ella eligió no contestar y prefirió bloquear en el acto. Sin embargo, vimos la foto. Aparece el orejón Baraka, con sus orejas gigantes y casi puntiagudas, se lo nota totalmente cambiado. Su cara parece haber recuperado más vitalidad y en realidad es porque no puede ocultar su principal atributo, nuevo: aparece sonriendo con una dentadura ajena, con un par de dientes bien amarillos, como si estuvieran bañados en oro. Dientes que en algún momento estuvieron en la boca de su padrastro pero ahora le pertenecían a él. Su nick "Ezequiel: Dios es fuerte, " y su estado "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces."
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