#Q VIVA EL INVIERNO
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rowiiii · 20 days ago
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no es tan tarde solo es invierno me apetece ir a la playa quiero meterme en el mar quiero congelarme sentir el frío morirme d miedo taparme al salir con una toalla y volver a hundir los pies en el agua y sentir la arena
tambien q sea verano ir a una cala aprender a nadar todavia queda tiempo todavia me puedo divertir todavia puedo vivir como si fuera inmortal porq lo he descubierto y lo siento (ahora) quizá solo durante un instante pero nada importa (tanto)
conocer todos los lugares que pueda me voy a sentir muy muy viva no puede ser que no haga nada ahora tengo que hacerlo ahora tengo que hacer ahora todo lo que quiero hacer y luego también
quiero volver he estado en la terraza y he vuelto a descubrir que es un sitio genial (no solo la terraza hahah) es la tercera vez q he ido y me parece un sitio que concentra todo el amor del mundo y no quiero estropearlo
porq todo el amor del mundo lo siento cuando veo que se van y solo pienso en cuando van a volver
quiero hacer galletas que sea navidad quiero sentir el amor de la navidad el calor la cálidez de la estufa la calidez de la toalla, de la toalla cuando salga del mar que estará tan fríooo
frío frío fzzzszss
como despertarse temprano y tener q destaparte
y pum un témpano de hielo toodo tan frío
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ivanreydereyes · 1 year ago
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Esto de ayer..se lo debemos a RAUL del REAL MADRID que está apunto de entrar en PRISION y que dio una rueda de PRENSA en el hotel EMPERATRIZ para justificarse..y a que me di una Vuelta en HARLEY para seguir RECARGANDO BATERIA pues la ALARMA se la CHUPA y la cojo muy poco en INVIERNO
..si me hubieran REGALADO una NUEVA como la FAST JOHNNIE q fotografie hace poco en SEMAFORO dela Avda LOGRo+cOÑO frente al parque JUAN CARLOS I tras fotografiar el camión cisterna de limpieza de ALCANTARILLAS de la Empresa CAPARROS=entrenador con LEUCEMIA nacido en UTRERA como malogrado J.A. REYES y el grupo LOS MUERTOS DE CRISTO..con el q me fotografie en bar SAN ELOY [SEVILLA] al día siguiente de fichar x el Granada [29_5_14] tras dar la patada o renunciar al LEVANTE y el cual hizo debutar al malogrado PUERTA q murio con 22 años cuando tenía embarazada a su novia de 42 años q fue al funeral con camiseta de GSUS..o si me hubieran dado mi cuantiosa INDEMNIZACION en vez tocarme los HUEVOS con cosas como los cargos en BANKINTER ..incluso el día anterior tampoco hubiera rodeado MADRID o haber dado una vuelta a la M_40 tras el accidente de Helicóptero de cara a pasar la ITV en la calle AGUAS VIVAS
Por cierto..la mujer de RAUL o MAMEN [=CHUPEN] es amiga de la mujer de MORIENTES alias el MORO llamada MARIA VICTORIA LOPEZ
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hatingfood · 2 years ago
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Avance gente, mis ojeras waaa esq muero de la felicidad, o sea ando más mareada q nunca x lo poco q comí hoy pero de q estoy viva, estoy viva, bno de paso no puedo dormir pq mi estómago está totalmente vacío, llevo mucho tiempo sin poder dormir en las noches por el hambre que siento y además de que me da demasiado frío, pero igual hay que pensar de q eso es pq estamos pasando al invierno, pero el frío quema calorías asiq estamos bn, eso x hoy lostkm
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ladybsky · 2 years ago
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Extraño a mi mamá todos los días, al despertar, al irme al trabajo, en el trabajo, al volver a casa y no verla y me siento una estúpida pq el último mes q estuvo aquí estuve dms alejada de ella x la mierda de mi cabeza q siempre me hace evitar a todos y tmb la evité a ella, no quería pasar mucho tiempo con ella tampoco pq me negaba a la idea de q se iría xddd incluso discutimos más en ese mes por mi y como llevo mi vida. No pude decirle q me iba a hacer falta todos los días y quería quedarme con sus cremas corporales para echarmelas y sentir su olor dulce, ni que extrañaría la forma en la q me hacía masajes de la nada o cuando me calentaba los pies y las manos con masajes en invierno porque me congelo y me pongo a llorar. Hablo todos los días con ella, pero sigue siendo insuficiente para mí, quiero sentirla cerca, abrazarla después de un mal día de trabajo, pedirle que me haga algún postre en la tarde y que lo haga con amor mientras me habla de algún plan a futuro, quiero llorar en sus brazos, quiero discutir con ella, sentir enojo y luego abrazarla o esperar a que ella me pida perdón. Extraño a mi mamá y me pone triste no poder decirle que poco a poco me estoy apagando y ella es una de las mayores razones por la que me esfuerzo todos los días y sigo viva.
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sweetandcrime · 4 years ago
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“Sunshine”, III.
Lilian Jie, en su juventud, fue una mujer de belleza irresistible. Kazuki puede comprobarlo mediante las fotografías colgadas en la pared de la sala, que son pocas en realidad.
Ha descubierto que la mujer gusta de la simplicidad y el orden; no hay demasiados adornos, sólo los justos, y todo permanece pulcro y reluciente. Piensa que, con la vejez, también llega el aburrimiento, supone que ella no tiene en qué emplear su tiempo más que en mantener su casa en las mejores condiciones. Kazuki no sabe si es así como a él le gustaría llegar a viejo: solo, aburrido en una casa enorme.
—Es mi hora de ir al supermercado —ella dice, tomando sus llaves del perchero de la pared—, me toma media hora llegar al otro pueblo. Los autobuses aquí son escasos, pero de eso ya te irás dando cuenta cuando decidas salir a conocer. ¡Ah! Sólo hay un teléfono público en toda la comunidad, es importante que lo sepas, la señal no es muy buena aquí, pero si deseas hacer una llamada, puedes ir a la tienda de abarrotes. Está a menos de diez minutos caminando.
— ¿Señora Jie?
—Dime, hijo.
—El otro inquilino, ¿nunca está en casa?
—No, casi nunca —ríe—, trabaja en la granja, con mi hijo. Vas a verlo muy poco por aquí. Pero es un buen chico y muy buen inquilino; nunca hace escándalos, es educado y muy puntual con el alquiler.
Kazuki asiente y ahí termina la conversación. La mujer abandona la casa después de ponerse un suéter.
Son las siete de la mañana del primer martes que Matsumoto pasa en Yeoryang-myeon, una comunidad perdida en una provincia de Daegu. Su primera noche fue más tranquila de lo que esperaba, aunque el sueño tardó en llegar, como era usual. Pero no hubo ruidos de autos acelerando en la distancia, ni discusiones de vecinos ebrios, ni gatos peleando en los techos, ni despertadores digitales. Sólo rayos del sol colándose por las ventanas, entre la fina tela de las cortinas blancas.
Cuando bajó, después de lavarse la cara y enjuagarse la boca, Lilian ya estaba despierta, preparándose té de limón. El desayuno estaba recién hecho. Sopa de verduras, arroz con kimchi, entre otros platillos dispuestos para los tres habitantes de la casa. El recién llegado pensó que el inquilino haría acto de presencia, pero ni siquiera había sido mencionado por Jie.
Mentiría si dijera que no moría de hambre. Devoró como si llevase días sin probar bocado.
Fregó los platos mientras la mujer se encargaba de otras tareas y se preparaba para salir. Hacía tanto que no convivía con alguien de esa manera tan cotidiana y sencilla. Sintió la calidez de un hogar, por primera vez en mucho tiempo; sin sirvientes que hicieran todo por él, empleados a su disposición, listos para cumplir cualquiera de sus caprichos; sin amigos ruidosos que le invitaran a irse de fiesta entre semana y lo mejor de todo... Sin novios desleales, mentirosos.
Cuando comienza a pensar en él, algo se revuelve en su interior, se agita haciéndole sentir un malestar indescriptible. Es el sabor de la decepción y el rencor en su lengua.
Decide que no se quedará ahí encerrado a ahogarse en recuerdos que ya de nada sirven, así que se apresura a salir del domicilio. Pero apenas pone un pie fuera, pasando el gran portón, su frente choca con la espalda de quién sabe quién. Él refunfuña. Huele a hierba, a tierra mojada y tabaco. Lentamente levanta la vista, al mismo tiempo que el hombre se gira. Esta es la primera vez que se ven a los ojos, no hay lentes de por medio, pero sí el mismo pañuelo del día anterior, y también el sombrero de ala ancha. Es un hombre mayor, por lo menos tendrá unos treinta, se le nota maduro, con voz gruesa, imponente.
— ¿Tú? —resopla. Discretamente le echa un vistazo, lo ve cargando un par de tablas de madera. Suda, las gotitas resbalan desde su frente ligeramente arrugada.
—Gracias por abrir —dice, empujando suavemente a Kazuki desde el hombro, para que se hiciera a un lado. El hombre entra y Matsumoto se apresura a correr tras él, con una expresión de pura incredulidad. ¿Y este quién se creee para entrar así nada más?
— ¡Oye! ¿A dónde crees que vas? ¿Quién te dio autorización? Ugh, m-me ensuciaste la camisa —masculla entre dientes, al ver el resto de tierra impreso a la altura de su hombro—. ¿No tienes educación? ¡Hey!
El hombre se detiene. Voltea a verlo, con una ceja alzada, con una expresión que dice "¿por qué no cierras la boca?". Kazuki desvía la vista, de pronto se siente indimidado.
—La señora Jie no está. ¿Quién eres tú y qué haces aquí en su casa? Ella no me dijo q...
—Mi madre es olvidadiza —contesta, bajando las tablas y soltando un suspiro pesado. Se quita el sombrero y saca un pañuelo de su bolsillo trasero, para limpiarse la frente húmeda. Tiene el cabello alborotado, negro como la noche. Y es condenadamente guapo, Kazuki lo sabe aunque ni siquiera le ha visto el rostro completo. No haría falta una cara bonita, piensa, con esa presencia que tiene podría derretir al mismísimo polo norte.
Un momento. ¿Qué? ¿Su madre?
— ¿Tu... madre?
El hombre se retira la gruesa tela de la cara y a la vista, queda la evidencia de que Kazuki tenía toda la razón: es muy atractivo.
—Me habló de ti, dijo que vendrías a vivir por un tiempo con ella. Sabía que eres un niño de ciudad, pero ayer que te vi, me preguntaba cómo harías para sobrevivir aquí —esto último lo dice exhalando una risita discreta. Se da media vuelta, toma las tablas y sigue avanzando, desviándose por todo el exterior de la casa, rumbo al jardín trasero, supone Matsumoto. Él lo sigue, apurando el paso.
—Espera, ¿así que cuando me encontraste ayer en el camino, tú ya sabías que se trataba de mí?
—Por supuesto. Nadie que viva por lo menos a tres pueblos de aquí conduciría un auto como ese, ni usaría la ropa que tú, o tu perfume costoso.
— ¡¿Y por qué no me acompañaste?! ¡Pude haberme perdido, o encontrado con asaltantes, o animales peligrosos! ¿Y si me atacaba un oso, huh?
— ¿Dónde diablos crees que estás, niño? —ríe. Hay una pequeña cerca de madera, él empuja la puerta y se dirige al patio de atrás. Hay una pila de madera acomodada bajo un árbol. Kazuki no se había dado cuenta de la extensión de aquel terreno, tan verde y lleno de vida, flores y árboles. Es precioso, piensa—. Como mucho te encontrarás con ranas, serpientes, avispas...
— ¿S-serpientes?
—Y si tienes muy mala suerte, probablemente te cruces con algún lince, leopardo... —la carcajada que suelta cuando ve la expresión del chico hace que Kazuki pase de pálido a sonrojado en cero coma—. Esas especies están en peligro de extinción y no se encuentran en esta región. Pero abundan los animales de granja, las ardillas, ratones, uno que otro perro salvaje...
—Pe-pero... pero, si no los molesto, no van a atacarme, ¿cierto?
—Los animales son animales, Kazuki Matsumoto —hace énfasis en la forma en que pronuncia su nombre, tiene el acento característico de Daegu; su satoori es fuerte, no como el de Kazuki, que a leguas deja ver que es un chico de ciudad. Le causa un placer extraño oírlo decir su nombre con esa voz tan profunda—. Su instinto los vuelve impredecibles, incluso los que están adiestrados.
Mientras habla, se dedica a ordenar la pila de madera. Matsumoto echa un vistazo a su alrededor y suspira, preocupado.
—Toda esta madera sirve para la chimenea y la estufa de leña. Los inviernos son duros aquí —comenta cuando ya ha terminado—. En fin. Mucho gusto, Matsumoto. No hace falta que le digas a mi madre que vine, vengo todas las tardes.
Kazuki asiente y el hombre comienza a alejarse, hasta que al chico cae en cuenta de que olvidó una cosa.
— ¡Oye! ¿Cómo te llamas?
—Seokjin.
Despejada la duda, Seokjin se retira.
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17allbw-blog · 6 years ago
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Corneador sin saberlo (1º parte)
 (un relato real)
Fiel a la realidad, tal como ocurrió. Todo lo que voy a relatar pasó hace años, cambiare nombres y lugares porque aunque parte de estos personajes ya no están, si hay gente de su entorno o que nos conoció. Unos años después de lo ocurrido y por unas cintas de video VHS, me di cuenta que sin saberlo había ejercido de corneador de un matrimonio, no sé si para placer del marido, de la esposa o de los dos. Por aquel entonces acababa la década de los 80, España estaba de obras, Olimpiadas, Expo, me encontraba con 24 años, lleno de juventud, ganas de diversión, sexo y sin ninguna atadura. Conocí a una señora alemana con nombre alemán, pelo rubio alemán y mentalidad alemana, la llamaré “Q”, y aunque ya éramos europeos, las mujeres norte europeas nos seguían volviendo locos, una de esas mujeres espectaculares que hacían volver la cabeza a su paso, con la que fantaseas aún más de lo habitual, era señora de “C”, y en una ciudad pequeña como la mía no pasaban desapercibidos, si los buscabas, no era difícil coincidir con ellos, en un concierto, fiesta o jornada de deporte en la sierra o playa, porque como buena alemana hacia deportes de invierno y frecuentaba la playa haciendo topless, era más avanzada que las mujeres de mi entorno, entonces ella contaba con 42 años, aunque me parecía mayor, hoy veo lo joven que era, tenía un hijo pequeño de “otro marido”, un niño que vi una sola vez, ya que pasaba gran parte del tiempo con los abuelos en Alemania, esas cosas aún no estaban demasiado afianzadas en nuestra sociedad, la edad de él no la recuerdo, creo que era algo menor que ella, si tuviera que compararla con alguien diría que era la viva imagen de Úrsula Andress en la escena del bikini y el cuchillo al cinto en James Bond, el cuerpo ojos y labios similar, pelo rubio y piel dorada, aún no había llegado esa moda de transformar a las mujeres en un modelo único, de mismo pecho, mismos labios, mismos pómulos y mismo culo. Ella entonces fumaba “More”, le daba ese aire de sensualidad extranjera, bebía vino tinto después de las comidas, y le gustaba el sexo como a nadie, y aquí es donde entro yo en escena. Perdonar que insista, pero un joven como diríamos ahora “con las cinco rayas de la batería encendidas” después de haber fantaseado durante años con las “Chicas Bond”, de haber estudiado en un colegio de curas y donde mis conocimientos del sexo eran prácticamente nulos, nunca pensé que me podía tocar el premio gordo, por descontado me eligió ella, no jugábamos en la misma liga, “se lo trabajo” a conciencia, en cada encuentro bien al azar o provocado se interesaba por mí, y yo por ella, me dejaba pistas de donde pasaría el fin de semana o a que evento asistiría, atraído por el halo que dejaba a su paso como los dibujos animados que persiguen la tarta hasta la ventana de la cocina, acababa en el concierto, playa o evento coincidiendo con ella y su marido. En una ocasión se presentó en mi lugar de trabajo con una tita alemana a la que tenía mucho interés en presentarme, mis compañeros de trabajo me idolatraban y me decían las ganas que tenía ella de mí, y aunque yo quería quitarle importancia, el interés era mutuo. El destino se confabulo conmigo, una mañana de sábado en la ruta habitual de mi zona de deporte veo a “Q” junto a su coche con el motor abierto, me acerco y la saludo, le pregunto qué le pasa, y su respuesta es: “No sé, se ha parado”, ella lucía una indumentaria muy preparada de chica jovial y natural, gafas de sol sujetando su pelo rubio, blusa blanca con un botón abierto de más, pantalón corto color kaki y tenis blancas, me pide si puedo intentar algo, vivíamos en una época sin móviles y sin seguro del automóvil de presencia inmediata, se te podía ir la mañana esperando, a lo más que podías aspirar era a una cabina o un teléfono en un bar, y nada de eso a la vista, con mis escasos por no decir nulos conocimientos de mecánica, miro con interés el motor como esperando que aquello iniciara como por arte de magia, y haciendo alarde de sabiduría apunto: “lo mismo es la batería”, ella me mira y yo la miro de nuevo y repito: “va a ser de la batería, pero voy a probar”, me introduzco en el coche, percibo el olor de su perfume que impregna el interior, veo un bolso abierto sobre el asiento, un paquete de “More” y un mechero Cartier de acero y oro, muevo enérgicamente la palanca de cambio y doy el contacto, y como si una luz celestial me hubiera iluminado, el motor decide arrancar, ella sonríe desde fuera y hace palmas dando pequeños saltitos que hacen que su pecho rebote cómplice de la ley de la gravedad, se apoya desde el exterior en la ventana abierta y me ofrece una sonrisa y la vista de su canalillo en aquel sujetador de encaje blanco, mi cerebro tuvo que hacer un esfuerzo nivel 10 para ordenar a mis ojos que volvieran a mirar a la cara de “Q”, me salgo del coche y me abraza tan efusivamente como puede, a lo que yo correspondo menos efusivamente, siento su cuerpo junto al mío, la presión de su pecho y mi discreto agarrar de su cintura, “Vamos te llevo”. Me pregunta que para donde voy, yo pretendo dejar claro que he salido a hacer deporte, que no voy a ningún lugar en concreto, ahora a eso se le llama hacer “footing” , ella dice que va a dar un paseo al campo, a una zona que le encanta y que en esta fecha esta preciosa: Porque no me acompañas?, accedo sin creerme lo que me está pasando, a solas en el coche de la mujer de mis sueños, con la mujer de mis sueños y teniendo la sensación de “me debes una”, ella habla y habla, gesticula, se toca el pelo que se revuelve con el aire de la ventana abierta, me pide que le encienda un cigarrillo, me quedo un poco bloqueado y se da cuenta que no soy fumador, “Ya, tu eres deportista, no hay nada más que verte” mirándome de arriba abajo y sonriendo pícaramente, lo enciende y observo como a cámara lenta el humo que sale de su boca, ella me mira y se ríe, cometo el error de romper ese momento mágico y pregunto por el señor “C”, contestó que está de viaje de negocios, volverá esta noche o mañana domingo, de nuevo sonríe diciendo: “Ya ves, todo el fin de semana sola2. Nos salimos de la carretera , a menos de cien metros paró el coche en un camino de tierra, una zona de hierba junto a unos pinos, realmente un sitio más solitario que bonito, nos bajamos y me preguntó: “No te parece hermoso este lugar?”, respondí afirmativamente pensando para mí, que aquello era un sitio ideal para venir a follar con ella, porque a nadie se le ocurriría venir aquí, y de eso se trataba, abrió el maletero y saco una bolsa de picnic y una manta de cuadros, la extendió en la zona de hierba y quitándose las tenis me invito a que la acompañara, me senté en la manta y ella junto a mí, tomamos un aperitivo y una copa de vino, nos tumbamos y miramos como viajaban las nubes por el cielo azul de primavera, después recostada pude ver su escote, el vino comenzó a liberar mis sentidos y ella se dio cuenta, me sonrió diciendo: ¿quieres verlas?, me quedé atónito,, seguidamente se abrió la blusa al completo y se sacó el sujetador, cogió mi mano y la puso sobre ellas: te gusta?, mis manos acariciaron, tocaron y casi exprimieron aquellos pechos que había imaginado y deseado. “solo quiero agradecerte lo que has hecho por mí”, beso mis labios y después más, yo la correspondí, y eso nos llevó a acabar medio desnudos uno sobre otro, unir nuestros cuerpos desnudos bajo el sol y hacer el amor, cuando llegó el momento de venirme, saque mi verga de su cuerpo y descargue sobre sus muslos, no fue demasiado salvaje pero sí muy sensual y lleno de deseo, la primera vez nunca es lo que imaginas, después cuando olvidas la pasión, llega el verdadero sexo. Pasamos el resto de la mañana retozando, entre risas me confeso que había provocado el encuentro, solo escuchamos pasar un coche y unos excursionistas con un perro que se paró a mirar, se ofreció para llevarme a casa, me negué de una forma poco convincente, entonces decidió que podíamos ir a tomar un aperitivo en la suya, allí ella se encontraba en su terreno, una casa en la parte más alta de mi ciudad, la casa tenía un gran muro de piedra y una balaustrada, en el centro una torre redonda que le hacía parecer la torre del homenaje, entramos en el garaje y por el jardín llegamos a la entrada, nos abrió una chica del servicio, sonrió, la miré y ella a mí, podía tener mi misma edad, esa mirada me delataba, o algo así como que no era el primero que visitaba aquella casa en mis mismas condiciones, “Q” se sacó las tenis y anudó su blusa a la cintura, mientras me indicaba un sofá de loneta blanca en un porche, me dijo: siéntete como en tu casa, riendo me ofreció tomar una ducha, dijo: “Con tanto deporte has debido sudar mucho”, agradecí la oferta aunque la decliné y ella se perdió por la casa. La chica del servicio llegó con una bandeja para traernos unos aperitivos, le sonreí, ”Q” no tardó en volver con el pelo mojado y recogido, se había cambiado de ropa, pude ver un pequeño morado en su cuello, fruto del combate amoroso que habíamos mantenido, por un momento pensé que yo podía tener alguno, me inquieto pero no podía revisar mi cuerpo, más tarde en casa descubrí uno en la parte alta del pecho , se sentó junto a mí, recogió sus piernas sobre el asiento con un vestido blanco de algodón semitransparente que dejaba poco a la imaginación, sus braguitas blancas y aquellos pezones que una hora antes habían estado en mi boca, los muslos dorados que había acariciado, levanto la copa y dijo: “Brindemos por todo lo bueno que nos espera”. La chica del servicio le pregunto si el caballero se quedaría a comer, yo me inmiscuí en la conversación diciendo que me tenía que marchar. Pues ya ves, nos quedamos sin él, se marcha, pero tienes que prometerme que vendrás el próximo viernes a cenar, y en un tono más bajo y con una sonrisa picarona en la boca dijo: estaré sola, Terminé la cerveza y salí intentando poner en orden el cumulo de cosas que me habían ocurrido esa mañana, volví la vista y la vi en la balaustrada despidiéndome con una atractiva sonrisa y el vestido blanco como si estuviera tras rayos x, tras un corto paseo llegue a casa y en la ducha me masturbe recordando su cuerpo y cuando gemía teniendo el orgasmo. El domingo volví a salir por la misma carretera donde todo había comenzado, la pude ver con su marido en el coche, ella me vio y me sonrió, el resto del día pasó lento, esperando iniciar la semana, no se hizo esperar su llamada telefónica el lunes en la mañana: -Buenos días queridos, que tal el fin de semana? - Bien, le contesté, y tú? -Sabes que muy bien, pero me faltaron horas contigo, Nos podemos ver esta semana para tomar un café?, -Ok, cuando quieras, tengo libre la tarde del miércoles, -De acuerdo, mejor así, te recojo y te invito a comer, conozco un tranquilo merendero en la sierra, después podemos ir a nuestra cabaña para descansar, te apetece? -Estaré deseando que llegue el miércoles.
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