#ProyectoIndeleble

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“Vivimos en una sociedad donde ser delgado DEBER SER sinónimo de felicidad, donde te inculcan desde pequeño que si no lo eres “nadie te va a querer, nadie te va a aceptar”, ni siquiera tú mismo, porque tienes tan dentro esta cultura que empiezas a crecer y sin saber cómo dejas de quererte por no encajar en sus estándares imposibles. Sin importar a qué costo, debes serlo. Y cuando lo eres, todos te halagan, pero nadie te pregunta si tienes buena salud, si tienes algún trastorno, si estás comiendo, lo importante es mostrar lo que ellos quieren ver. Ser la “gordita” de la familia y estar rodeada de primas que parecen modelos de revista, nunca ha sido fácil, pero gracias a tan duras pruebas he podido construir lo fuerte que soy hoy en día. Mi gran carácter para enfrentarme a esto no dejó que me derrumbara tras las críticas por no ser delgada de quienes se supone debían amarme.

Durante años odié todo mi ser, pero me di cuenta que no podía vivir así. Subir y bajar de peso constantemente, desordenes hormonales, cicatrices, estrías, celulitis, acné, formas diferentes en la silueta y demás imperfecciones no me iban a detener. Entonces, ¿Qué odio de mí? TODO. Pero también, ¿Qué amo de mí? TODO. Es una lucha constante entre mi mente consciente y mi autoestima que debo pelear todos los días y que a veces siento que pierdo, pero siempre vuelvo a levantarme... Y cada vez que lo hago, lo hago más fuerte, más verraca, más mamasita.

En el sin fin de imperfecciones que soy, mis brazos son con lo que más me ha costado luchar a través de los años, aunque puede existir otras cosas más grandes o más notorias por las cuales acomplejarme, no me interesan, simplemente decidí que debo vivir con ellos, aunque no me gusten, todos los días los veo y todos los días me gustan menos, son difíciles de disimular y se encuentran a simple vista, pero todos los días también los abrazo por enseñarme a que no todo debe ser perfecto para ser amado”.

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“¿Qué me acompleja sobre mi cuerpo? Todo, ¿por qué? Porque no me desarrollé rápido como las otras niñas, eso me convirtió en objeto de burla y preferí esconderme vistiéndome como un skater de 14 años. Si nadie me ve, nadie se burla. Si proyecto un aspecto para nada atractivo, nadie se burla porque no soy bonita”

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“Lo que más me acompleja de mi cuerpo es mi celulitis, cuando era más joven mi piel era firme, no me molestaba usar ropa que dejara ver mis piernas y amaba tomarme fotos, ahora todo está lleno de celulitis y cada vez es peor. Me pongo cremas, me hago masajes y nada cambia, pienso que es la marca más contundente de que poco a poco estoy dejando de ser joven y eso que apenas tengo 28 años. ¿Podré afrontar mi vejez con dignidad sabiendo que me perturba algo tan tonto y cotidiano como la celulitis?”

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“Lo que más me acompleja de mí son los rollitos de mi espalda. Ha sido un proceso muy largo el aceptar mi cuerpo en sus distintas transformaciones, mi parte trasera en general me acompleja un poco, ya que tengo rollitos en la espalda, una nalga con una forma no tan definida y unas piernas tirando hacia adentro. Esto es algo que he trabajado mucho para aceptar y amar y hoy en día me quiero tal cual soy y trabajo en mejorar este aspecto de igual forma”

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“En realidad, poco me acompleja de mi cuerpo y cada vez es menos. De mi cuerpo, lo que menos me gusta es mi abdomen, pero con el tiempo he ido aprendiendo a amarlo”.

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“En mi pubertad mis nalgas y piernas crecieron muy pronto y a pesar de ser virgen me vi atrapada en la popular opinión de que si una mujer se desarrollaba era porque había perdido la virginidad. Está característica resaltaba sobre las demás y siempre me acomplejó tener muchas miradas encima, por mucho tiempo busqué ropa que disimulara mis caderas y nalgas, pero no dio mucho resultado y al final aprendí a aceptarlo y tratar de llevar la incomodidad de saber que te están mirando. Por otra parte, mis pies, grandes, con sus juanetes y dedos largos nunca fueron de mi agrado y desde muy joven, me acostumbré a llevar zapato cerrado, hasta el día de hoy lo hago”.

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“Me acomplejan mis glúteos, gracias a su flacidez no poseen la forma que deseo. Me gustaría que tuvieran firmeza”.

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“Suena tonto, pero sentía mal por tener vellos en las piernas, de hecho, cuando estaba más joven me las afeita, pero ahora, ¡me gustan tanto! Es genial sentir que yo odio algunas partes de tu cuerpo. Actualmente siento que aún me hace falta trabajar mi autoestima, ya que no me gusta tanto mi abdomen, porque siempre subo y bajo de peso, y por ellos tengo muchas estrías en mi cuerpo, sé que es normal y que las demás personas me quieren así, pero para mí es algo difícil”.

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“Me acompleja cómo me han enseñado a "ser gorda". Desde pequeña, siempre tuve un relativo aumento de peso, relacionado a la ansiedad que me dió la separación de mis padres. Para la adolescencia, pesaba 45 kilos, pero tenía un acné severo, donde mi cara estaba cubierta por barros quísticos. A pesar de este problema, era ovacionada por mi cuerpo, mi abdomen y el ensanche de mis caderas levantadas. Cuando llegué a los 16 años, comencé a planificar para mejorar mi acné, pero también por la vida sexual que había comenzado con mi primer novio. Era completamente nueva en el tema y no sabía todo lo que representaba esta acción. Pasaron muchas cosas y una de ellas fue un aumento de 90 kilos, al principio lo relacioné con las pastillas, el cambio de adolescentes a joven adulto y hoy, después de casi 10 años pude entenderlo: me acompleja cómo la sociedad me ha culpado en que la materialización de mis errores se ve en el aumento de peso, de martirizarme por haber perdido mi principal atributo. He comprado productos que prometen rebajar todo eso que mi familia, amigos y conocidos me han reprochado. También vomité y aguanté hambre, creyendo que ello me devolvería ese cuerpo con el que lo podía todo. Compraba ropa ancha y negra para ocultar ese error, pero lo único que hacía era negarme a mí misma, ocultar lo que soy. Con ayuda psicológica y una red de amigas que esa gordura me regaló, entendí que me había equivocado en satanizar mi proceso, pero al igual que cualquier error: podía aceptarlo, escucharlo y por qué no, enmendarlo. Tomarme este tipo de fotos me ha hecho descubrir lo bello que son mis senos caídos, mi cintura que se niega a desaparecer y la fuerza de mis piernas para seguir llevando mi nalga, pero también para caminar en esto llamado amor propio. No niego que ver mi abdomen no me complace, pero cada vez que los tengo frente a mi espejo, los agarro fuertemente y les digo que no me duelen esas hamburguesas doble carne con tocineta que me como, pero ya no lo hago porque estoy triste, sino porque quiero recordarles lo delicioso que puede ser comer sin sentirte mal. Estoy aprendiendo a comer, a agradecer lo que he construido. Sé que quiero cambiar algunas cosas de él, pero primero debo aprender a desdibujar esa idea de ser "la gorda", a ser esa gorda que se ama enormemente, pero que decide mejorar su apariencia para amarse más”.

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"Nos tenemos que mirar con el amor con el que miramos a los demás". Siempre estoy admirando la belleza diversa que hay a mí alrededor, y veo muchas mujeres y hombres inconformes con lo que ven en el espejo, y la mayoría de los pensamientos son "No le voy a gustar", "¿Qué van a decir?"... Y olvidamos lo más importante, nuestra propia opinión, nuestra responsabilidad de amarnos tal y como somos, pero no lo hacemos por miedo a no ser aceptados socialmente. No puedo decir que actualmente tengo la mejor autoestima del mundo, pero sí sé que he trabajado en mí, en mis pensamientos y he aprendido a quererme. Me siento insegura muchas veces por no tener un abdomen plano, por no ser delgada y que muchas veces me guste ropa que no me queda, por no tener firmeza en los senos, por tener estrías, y más que todo tener cicatrices. Pero las cicatrices significan que puedes curarte y sobrevivir, por esto cada día me recuerdo que esta soy yo, y que, si no me respeto y amo así, ¿Cómo pretendo qué otros lo hagan? No puedo ser perfecta, pero hey, ¿quién lo es? No sé por qué tenemos en la mente que "PERFECCIÓN" es solo tener un cuerpo con las medidas impuestas por una sociales superficial... la verdadera perfección y belleza está en las diferencias, en nuestra mentalidad, en nuestra manera de tratar a las demás personas”.

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“De mi cuerpo me gusta todo incluso mi miembro (algo que acompleja a muchos hombre) pero hay algo que si me avergüenza revelar y es a pocas personas se lo he dejado ver y es mi espalda debido a una serie de manchas producto de un accidente con fuego que tuve de pequeño, es algo que no todo el mundo ha visto”

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“Bueno... Yo la verdad toda la vida he tenido muchos complejos: Las cicatrices eran las que más duro me daban y solo tener los 4 dedos causo que siempre me excluyeran. Todo eso fue el factor detonante para una ansiedad social y ansiedad en general. También me acomplejaba mucho el hecho de no tener ni cejas ni uñas por las quemaduras”.