#Por eso pueden ajustarlos a sus headcanon
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i-must-be-complete · 3 years ago
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Día 29.
Sin brazos, sin piernas, con el rostro desfigurado o con una apariencia aterradora digna de una criatura dentro de un filme cinematográfico, fueron las condiciones en que terminaron todos ellos tras la explosión de sus naves espaciales durante un enfrentamiento con el ejército corneriano. Algunos de ellos ni siquiera lograban explicarse cómo continuaban convida, pues muchos de ellos se habían resignado a la muerte en el instante que su enemigo superó su poder destructivo como generales, capitanes y comandantes de guerra, destrozando sus oportunidades con un disparo certero. 
Granga, Attaking Carrier, Meteo Crusher, armaduras estelares, Saucerer, Mechbeth y Sarumarine, grandiosas creaciones del Imperio, fueron reducidos a cenizas en el altercado más absurdo que pudieron haber protagonizado y aún así no tuvieron la voluntad para maldecir su milagrosa supervivencia en mitad de su desdichado fracaso. A pesar de que su actualidad constara de una humillación peor que la muerte.
Al Consejo Galáctico debió parecerle muy gracioso verlos pudrirse en ese show después de que las penalizaciones de sus juicios no los satisficiera lo suficiente. Más que saberlos derrotados querían verlos degradados y doblegados a su absoluta voluntad, ansiaban que se hundieran en el excremento de sus nuevas vidas mientras alababan el nula respeto dirigido a sus patéticas existencias. Los espectáculos fueron duros al principio, pues muchas veces los avergonzados primates no tuvieron más salida que llorar en aquel inmundo cuarto que habían llamado su camerino especial. Condenados a sus muletas y sillas de ruedas, solían preguntarse cuánto tiempo más tendrían que soportar este vil trato.
—¡He tenido suficiente de esto! —exclamó Caiman desalmado—. ¿Qué más quieren de nosotros? ¡Ya basta! ¡No puedo más!
El antiguo piloto de Granby tuvo el impulso de extender un brazo hacia el hombro de su desconsolado hermano de flota reptil pero recordó que carecía de la extremidad con la que pretendió dedicarle el gesto, así que sólo pudo bajar la cabeza y resistir el llanto formando un nudo en su garganta.
—Nadie niega que esto es una mierda pero, ¿qué más nos queda? —intervino uno de los primates, una vez piloto de Granga—. ¿Otra huelga de hambre? No conseguiremos nada más que morir ¿y de qué sirvió haber vivido todo este tiempo? Si pudiéramos cambiar algo, lo hubiéramos hecho la primera.
El piloto de Attaking Carrier gruñó al no poseer las cuerdas bocales necesarias para articular palabras o emitir cualquier otro sonido, mientras golpeaba con la mitad de sus piernas la silla de ruedas en que yacía postrado.
—No nos dejarán morir —señaló el piloto de Meteo Crusher avanzando lentamente con ayuda de sus muletas instaladas en lo que fueron alguna vez sus brazos—. Ellos son capaces de reanimar nuestros corazones antes de que muera nuestro cerebro. Escuché que lo robaron del laboratorio de Andross.
—Ya lo probaron conmigo  —afirmó el Shogum, encogiéndose sobre el aparato con el cual podía trasladarse de lugar con cierta dificultad, pues a diferencia de sus compañeros que pudieron moverse en sus naves de combate, su armadura había cobrado lo más posible durante la explosión, dejándolo con nada más que su cabeza y torso. El conductor de Mechbeth sólo deslizó una mano contra su rostro quemado sin poder siquiera opinar.
—Agh, agh. Maldita sea —susurró el piloto de Sarumarine desde su respirador, más irritable que nunca. Entonces se vieron unos a otros unos momentos en completo silencio. Aceptando por fin su destino como fenómenos de circo.
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