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MÚSICA INMORAL
¡Chale, pinche frío! Y me falta un buen para llegar a mí chante. Está de la chingada salir así nomás, de putazo al pinche frío. Cuicos ojetes, llegan bien gandallas a clausurar nomás de mierdas, se me hace que el patrón no se quiso mochar o se les hizo poco lo que les dio. Pero que huevos de los tiras sacarnos así, bien vale madres. ¡Como estuviéramos! ¡Va parejo! Los pinches borrachos, como están bien alcoholes les vale madre el frío. Pero las pobres viejas; se veían chistosas apretando los dientes, y es que neta la licra no quita el frío ni a mentadas de madre, y menos en esos pinches vestiditos que parece que se los guardan en el monedero. Y luego la pinche placa pasada de chorizo; no les dieron chance de cambiarse a las pobres viejas, cerdos ojetes.
Me caga tener que venir a pincel con este puto frío; ni modo que dejara a la Marlene irse así nomás. Pobre de mí jaina, valió madre que se hiciera un chingo de fichas, ni tiempo le dio de cobrar. Ojalá el varo que le di le haya alcanzado pal taxi, era todo lo que tenía. El pedo es que va a decir cuando llegue a su casa vestida así, ni su ropa pudo sacar. Qué mal pedo.
¡Cabrón! Siento como si me cortaran las yemas de los dedos con navajas de rasurar. Por eso siempre me descaliento un rato dentro del bar antes de largarme; está cabrón salir al frío de madrazo después de tocar toda la noche. Lo bueno que ya mero llego a mi chante.
Chido, por fin llegué. Vamos pa’ dentro y a jetear.
Pinche ruco vale verga. No pudo ni pintar la puta puerta. Ni una pinche lijada para que no astille las manos. Ni modo, me tendré que dar mañana mi hornazo con tíner, si no la pinto la madera se va a pudrir pronto.
Me duele todo el cuerpo, como si me hubieran dado mis macanazos. ¿Qué hago? Cabrón ¿Qué hago? Hasta el sueño se me va de ver mi chante así. Le quisiera parar bien chida su casa a mi jefa. ¿Pero con qué? ¡Y luego! ¿Cómo le hago con mi flaca? Por lo menos cambié la puerta, la otra ya parecía corcho.
Siento como si mi casita se nos fuera a caer, como si los clavos fueran más guangos e irreales que las putas ilusiones. Quisiera que las tablas fueran tabiques, que los hules fueran puertas, que mi jefa tuviera un güey que la ayudara, que sirviera de algo. Pinche ruco bueno pa’ nada.
¡Puta madre! Ahí está ese güey, cómo tiene la conciencia peor que la mía no duerme el viejo ojete. Ojalá no venga a joder. Su pinche tufo a maicena y siete machos lo anuncia desde lejos. Y luego este pinche sillón que ya huele a podrido, está más deforme que la nariz de ese cabrón. Aquí no se descansa ni madres, pero ni así me puedo parar, estoy muy madreado.
Neta lo mando a la verga si sale con una mamada:
— ¿Ya llegaste de tocar con tus pinches amigos marihuanos? Búscate un trabajo, vago inútil.
Perro mamador.
— ¡Güey! Toco en un bar. ¡Trabajo! No como tú, pinche vato mantenido.
¿Bar? Solo el patrón y yo le decimos bar a esa madre. Pinche receta de brujas. Échese en un cazo pa’ carnitas unos pelos de sobaco rancio, madera podrida, desinfectante de sanatorio, miados de borracho, vómito, y un leve toque de perfume de cincuenta varos. Todo eso sazonado lentamente en el fuego del infierno, neta que si lo meto en una botellita y lo vendo me hago millonario. “Las glorias de La Minerva número cinco”. ¿Qué pedo? Ya me mal viajé.
Ese olor no se me va a olvidar en toda mi perra vida. Y luego tanto pinche humo de cigarro, y como ni fumo, pues más me parte la madre.
— ¿Felpas, ya compuso el patrón la máquina de niebla?
— ¡Mamador! Mejor tócale que el patrón se pone roñoso. Y güey, dice tu jaina que le toques ya sabes cuál.
— ¿Felpas, se las sirves rebajadas a la flaca, de bandas?
— No hay pedo, sus clientes están bien briagos. Sirve que les meto unas de más en su cuenta y chupamos nosotros también. Tú aguanta.
— Pues como vas.
Chale, pinches gordas, se ven de la verga con sus vestiditos de licra que se les trepan a media nalga. Pero eso si, cómo la goza la banda. ¡Nereidas de a cartoncito de cheve! ¡Baaaaaaaailamela suavecita! Mira si nena, gózame…
¡Cómo va! Veinte varos por rola pal conjunto, cinco varos pa’ la dama… Y ahora si mi maistro. ¡Agasájese con ese bulto de naranjas chinas que la morra trae en vez de culo! El albañil de cincuenta kilos con la fichera de noventa; me acuerdo de una película pacheca del Mickey mouse. Estaba bien morrito cuando el difunto me llevó a verla al cine, casi ni me acuerdo, pero creo que un lagarto bailaba con una hipopótama.
Mi Marlene es la única que se ve chida vestida así. Neta ya no quiero verla fichando. ¿Pero qué hago? Cabrón ¿Qué hago? Neta no quiero dejar a mi jefa sola con este ojete. Se me hace que no la madrea porque sabe que, si la toca, le parto su madre.
¿Y si me traigo a la flaca? Chale, a duras penas cabemos aquí los tres. ¿Y su morrito? No, pues ya salió pior.
¿Neta no se darán color en su casa de que la rola mi jaina? Pinche familita. Empezando por el gañote de mi cuñado. Llega bien culón al bar a gorrear chelas con su pinche carita de, invitan o voy de chiva con mi jefa. Otra que vale verga la pinche vieja gorrona y quejumbrosa.
— Ay joven, imagínese usted, yo enferma, – puta vieja larga, sí parece toro –, las medicinas salen muy caras, y luego el bebé que necesita tantas cosas. ¿En qué trabaja usted joven?
Pobre de mi flaca, se le abrieron los ojos como si el trago de saliva se le hubiera hecho de piedra.
— Toco en fiestas con un conjunto, señora. – Me le quedo viendo a mi vieja como diciéndole: no aprietes, no hay pedo.
— Si mamá, lo conocí en unos quince años.
Mi suegro es banda. Ni se mete, y si habla siempre es en buen pedo.
— Muchacho. ¿Sabes hacer de comer? Porque esta mujer, el día que quiso hacer arroz, apestó a ajo toda la casa.
Y pensé: Uta… ni pedo, tragaré como japonés.
¡Madres! Maicena y siete machos. Me cortas el viaje perro. A que puta madre regresas, no estoy pa’ soportarte.
— ¡Hey tú!, Vago, vino a buscarte la niña esa bonita, la que se viste como en velorio, la del cochecito gris.
En buen pedo Chuchito, neta que te lo pido con fe, no dejes que este vato me encuentre, si me encuentra le parto su madre y nomás voy a inquietar a mi pobre jefa.
¡Güey!… neta, la Morgana. Chale, si me pasaría ir a tocar con ellos al Df. Pero… ¿La chamba? ¿Mi jefa? ¿La flaca?
También la banda de las tocadas ya me castra. Se dicen gente de mente abierta, progresistas, tolerantes, luchadores sociales, anarquistas, como todo punk, pero me tiran mierda en las tocadas porque toco cumbias en una cantina. ¡Cabrón, tengo que tragar, tengo que ayudar a mi jefa!
— Esa muchacha que se ve de buena familia. ¿Qué le ve a un pinche vago como tú?
— Es mi alumna, perro, le enseño a tocar la guitarra. Y ya bájale de huevos que yo aquí por lo menos coopero con un varo.
Chido, ya se va, a ver si mañana no caga el palo con mi jefa. Hoy no tuvo muchas ganas de chingar, gracias chuchito. Mejor me clavo a mi cuarto.
Pinche hule feo, si me traigo a la Marlene lo cambio por una puerta, aunque sea de triplay, aunque no sea maciza pero que tape. ¿Lo qué no sé, es cómo vamos a tapar el ruido de la cogedera?
Tengo más cansancio que sueño. Mi cerebro anda en quinta con tantos pedos, y mi cuerpo, a los madrazos, en segunda, la madriza y los pedos, pedo sobre pedo, como los dos pesos de Bartola. ¿Qué hago? Lo bueno que los cuicos no me bajaron mi iPod. ¿Qué hago? Cabrón ¿Qué hago?
“Puedes tomar un avión,
nave espacial o camión.
Puedes ver mucha televisión
para escaparte de aquí
más por muy lejos que tú vallas,
nunca podrás escapar de ti” …zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
(Fragmento de la canción
“Puedes”, de Rockdrigo
González).
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