#Niagara2018
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Niágara, desde el lado de Estados Unidos #niagara2018 https://www.instagram.com/p/BrFehBDAt3-/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=arfjpknfo7nb
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Son inmensas... #niagara2018 https://www.instagram.com/p/BrEebFCg9rd/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=1qulor8ughjku
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Río Niágara #niagara2018 https://www.instagram.com/p/BrEeVKIgNWt/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=az4ssyqqr4ts
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Más rincones del parque #niagara2018 https://www.instagram.com/p/BrEeF5cg6Xa/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=1kg45jz9fawyw
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Y va llegando el otoño a Niágara...#niagara2018 (en Niagara Falls State Park, USA) https://www.instagram.com/p/BrEd-SHAzkx/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=1j67qlgmsowa5
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Aventura Americana Cuenta la historia que, cuando Marco Polo regresó a Venecia tras sus periplos por China, le preguntaron qué había visto; y que su respuesta fue condensada en una sola palabra:
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Álbum de fotos: Niágara
Álbum de fotos: Niágara
Sólo fue un día; pero fue suficiente para maravillarnos con esta obra de la naturaleza.
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Ascenso a la Cueva de los Vientos #niagara2018 https://www.instagram.com/p/BrEef_eAtSy/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=17qndjru6bs58
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¿Qué tan permanente será esto en Niágara? #niagara2018 https://www.instagram.com/p/BrEeLhmAN_R/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=17l80bg4k9sa0
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Octubre 19
Niágara, NY
Tras una noche rodando, llegamos a las 6.00 a.m. a Niágara. Fue una noche dura para todos: yo no dormí; Pipe ahí, más o menos; y el papá a los trompicones. Y los buses, francamente, son infinitamente mejores en México, donde ya habíamos tenido este tipo de paseo aventurero (link); así que digamos que no estábamos en nuestro mejor momento…pero, aun así, habíamos llegado. Ante nosotros se extendía no sólo el pueblo de Niágara, sino el parque nacional homónimo. Uno de los lugares más famosos del planeta.
Quiero aclarar que Niágara queda en la porra, desde el lugar que se mire; exceptuando quizás Toronto, que ya queda retiradito. Y que, aparte del parque nacional (que es una cosa de locos que ya paso a describir), no hay nada más para ver; porque las ciudades de los alrededores pueden ser tan divertidas como el mismo pueblo. Es decir, quien viene a Niágara viene a las Cataratas del Niágara; o viene a algo de trabajo en Buffalo; o a alguna convención. A nada más; y eso se nota en el ambiente del pueblo: algunos hoteles, algunos casinos indios**, tiendas outlet para los canadienses y el Parque Nacional. En parte, eso motivó a que el paseo fuera solamente de un día: ¿qué diablos haríamos el resto del tiempo?
Pues, por lo pronto, desayunar. Encontramos un Starbucks; y de ahí fuimos a dejar nuestro equipaje en una consigna. El Centro Oficial de Visitantes, situado afuera del parque nacional, tiene este servicio mientras dura abierto (chequear horarios en la página web) a un precio muy favorable para todos aquellos viajeros prácticos que lo necesiten, pues visitan Niágara por el día. Justo como nosotros.
Después de un cambio de ropa y algo de aseo, fuimos al Parque Nacional. Y aquí sí empieza mi historia de asombro con Niágara; lugar que, a pesar de estar en la porra, recomiendo con todo mi corazón que visiten; al menos una vez en la vida (una es suficiente).
Comienzo con las cataratas. Aunque me habían dicho que me iban a parecer más pequeñas, la verdad no me pareció así. Tal vez es que, realmente, nunca había prestado mucha atención; o tal vez que siempre me hacía el cargo mentalmente de que las fotos eran contrapicados diseñados para eso…no sé. Pero la impresión no disminuyó por verlas “en vivo y en directo”; más bien al contrario: me parecieron infinitamente más poderosas e imponentes que viéndolas en video.
Me sentía viendo el Muro de Game of Thrones: al ser tanta agua, da la impresión de ser una masa compacta, como un muro. Una masa que cae sobre el lecho del río. Es uno de los espectáculos más increíbles y casi hipnóticos que he visto. Podría haberme quedado mucho más tiempo simplemente viéndolas, y me encantaría visitarlas estando congeladas. Debe ser mágico.
Fuimos un día de otoño; o sea que eso estaba casi a punto de congelación. Hacía un frío espantoso, que calaba hasta los huesos estando seco; y que, estando mojado, era el preludio a la hipotermia. O al menos, eso decían Pipe y el papá; porque, si bien yo sentía los dedos engarrotados por el frío, no lo hacía hasta el punto de ellos. De alguna manera, alcanzaba a secarme antes; y mis manos (a diferencia de las de ellos) siempre estaban calientes.
También rugía el viento; al punto, de que vi un pájaro esforzándose y aleteando para avanzar. Sin resultado: el viento era tan fuerte, que parecía congelado en movimiento y en el aire. Una imagen imborrable, que no obstante lamento no haber alcanzado a tomar con mi cámara.
Dedicamos la primera parte del día a caminar por el parque. Las atracciones que permiten acercarse a las cataratas, por supuesto, son los focos de atención en el mismo; pero los senderos para caminar y seguir el trayecto del río (que es enorme) que lleva hacia las cataratas no son menos encantadores: serpentean junto al cauce, van a las pequeñas islas que quedan cerca de las Cataratas y permiten la observación de aves y animales. Caminando, conocimos también la estatua a Tesla que hay en la Isla de las Cabras. Tesla probó en Niágara su corriente alterna para la transmisión de electricidad; que ha sido crucial hasta nuestros días.
De ahí, nos fuimos a las atracciones. No son de tipo “parque de diversiones”; pero sí buscan que las personas se acerquen todo lo que sea física y seguramente posible a las cataratas para que las aprecien. La primera a la que entramos fue la Cueva de los Vientos; un sendero que desciende hasta el pie de la Catarata del Velo de Novia; y que permite ver de dónde surgió el apodo:
De ahí, emparamados y con las sandalias que dan al entrar todavía puestas, nos fuimos al barco. Esa es la atracción más importante; ya que acerca a los visitantes a La Herradura; la catarata más importante del conjunto. Aunque técnicamente queda en el lado canadiense por una de esas minucias de la geografía, ambos países tienen servicio de barcos turísticos (llamados igual, Maid of the Mist, o Doncella del Rocío) que acerca a los turistas lo más posible a las cataratas.
Así que allá nos fuimos a hacer la fila. Primero, hay una plataforma de observación desde la que es posible tomar fotos…y tomar el sol; porque el clima estaba realmente otoñal. Luego, descendimos por unos ascensores hacia el muelle desde el que pudimos tomar le barco. La cara de Pipe y el papá cuando les dije que, con ese clima, planeaba estar en el segundo piso y en la proa, para poderme acercar lo más posible a las cataratas, fue un poema al amor familiar:
“Estás loca!”
“Dios mío!”
“Te tengo que querer mucho para subirme con vos a este barco en estas condiciones!”
(Risas silenciosas del papá)
“Gorda de Hielo! Muero de frío!”
“No puedo ver!” (esa fui yo)
(Carcajadas silenciosas del papá)
Fueron sólo algunas de las frases que, para mi risa, salieron de la boca de los dos mientras duró el recorrido. El viento y el agua eran tan fuertes que, conforme nos acercábamos a La Herradura, menos podíamos ver. Terminamos ensopados, usando las gafas de sol para protegernos los ojos, dándole la cara a ese animal a una temperatura cercana a los cero grados. Una de las experiencias más increíbles de mi vida; incluso pasada por agua.
…pero todo tenía que terminar. El barco -para alivio de varios, pues incluso había un hombre con su pie enyesado- se devolvió a puerto; y procedimos a quitarnos los ponchos y a secarnos lo mejor que pudimos. Nos calzamos, y decidimos irnos porque la temperatura no daba para hacer más; y menos después de semejante despliegue de poder de la Madre Naturaleza. Nos fuimos a tomar algo caliente al centro de visitantes; y de ahí nos fuimos a reclamar el equipaje.
Tomamos un bus a Buffalo (recorrido 40, urbano, rápido, fácil y barato; que se toma justo afuera del centro de visitantes donde queda la consigna) que nos dejó a todo el frente de la terminal de transporte. Ahora, esperaríamos nuestro bus a Boston. Tomamos café en la estación, mientras Pipe reposaba un poco.
Al despertar, decidimos ir a un sitio que ofreciera alitas de pollo; ya que, ¿cómo, estando en Buffalo, no íbamos a comer alitas Buffalo; llamadas así en honor a la ciudad? Me puse a buscar en GMpas, y dimos con un bar cercano a la estación de buses llamado Washington Square, en 295 Washington St, Buffalo, NY.
Ni la pensé (mi papá sí; como tres veces al verme entrar) y entré; pregunté si tenían las alitas, y le hice señas a mis compañeros de que vinieran. Comimos unas alitas Buffalo deliciosas, que empañamos, por supuesto, con cerveza IPA. Comimos, y nos fuimos a la estación a esperar nuestro bus, que salía a las 10.00 p.m.
**Ah! Casi se me olvida: en los Estados Unidos las naciones indias tienen derecho a operar casinos y centros de apuestas, debido a que apenas hay jurisdicción del Gobierno Federal sobre sus territorios (son territorios de naciones); así que los ingresos por juegos de azar se han convertido en una fuente de negocio muy lucrativa para ellos, que les ayuda con programas sociales destinados a paliar el desempleo y la drogadicción.
Un muro blanco Octubre 19 Niágara, NY Tras una noche rodando, llegamos a las 6.00 a.m. a Niágara. Fue una noche dura para todos: yo no dormí; Pipe ahí, más o menos; y el papá a los trompicones.
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