#NarrativasZhera
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𑁍
⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀ 𝐀 𝐧𝐞𝐰 𝐬𝐩𝐞𝐥𝐥
⠀⠀⠀ ⠀⠀ 𝒊𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒃𝒐𝒐𝒌 𝒐𝒇 𝐀𝐮𝐫𝐚𝐥𝐢𝐧𝐞
⠀⠀ ❛𝐋𝐀𝐒 𝐑𝐀𝐈𝐂𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐒𝐔𝐄Ñ𝐎❜
⠀⠀⠀ 𝘄𝗿𝗶𝘁𝘁𝗲𝗻 𝗯𝘆 #𝐦𝐢𝐬𝐬𝐳𝐡𝐞𝐫𝐚 ⠀ ⠀
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Zhera siempre había crecido bajo las expectativas de su padre. Un hombre imponente, orgulloso y respetado en el barrio de su infancia, que le había enseñado a mirar el mundo como si fuera una batalla que se ganaba con disciplina y esfuerzo. Sin embargo, la vida no siempre seguía las reglas que uno creía tener controladas.
Cuando Zhera tenía diecisiete años, su padre fue encarcelado. No por un error, sino por decisiones equivocadas que él había tomado en el pasado, decisiones que le habían costado la libertad en el presente. La cárcel le arrebató todo; su casa, su familia y el futuro que ella había soñado con él. De repente, su vida dio un giro que no había anticipado y la joven se encontró sola, con la responsabilidad de cargar con la pena y el peso de la situación.
Al principio, intentó mantenerse en su hogar, pero los recuerdos de su padre, de lo que había sido su vida en el vecindario antes del encierro, se volvieron insoportables. Así que tomó la difícil decisión de mudarse a un barrio completamente diferente, lejos de todo lo que había conocido. Aprovechó de vender todo antes para saldar un poco las deudas que su padre había acumulado con las personas. El nuevo lugar era más modesto, más ruidoso, y las calles estaban llenas de personas luchando por sobrevivir, tal como ella lo hacía.
En su nuevo barrio, se convirtió en una más en medio de las pequeñas tiendas y vendedores ambulantes. Se vio obligada a aprender nuevas formas de ganarse la vida, más humildes y duras. Cada mañana, se levantaba temprano para ir a clases en el último año en un colegio aún acomodado gracias por su tío y en las tardes vendía comida a los trabajadores del mercado, preparando los platillos que había aprendido a cocinar de su madre. Los olores del pan recién horneado, el arroz con carne y las sopas humeantes le recordaban los días pasados, cuando su vida aún tenía sentido y su familia no estaba rota.
A menudo, miraba hacia el horizonte mientras se daba un respiro por las tardes, sentada al borde de un bote abandonado que solía encontrar a la orilla del río que cruzaba la ciudad. Desde ahí, podía ver el sol elevarse, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa. No importaba cuán agotada estuviera, o cuántas horas hubiera trabajado sin descanso, el atardecer siempre le daba un pequeño respiro.
En esos momentos, el viento la acariciaba y las olas golpeaban suavemente el bote, como si tratara de que tenía que seguir viviendo. Pero Zhera era una persona pragmática, y no le gustaba perder el tiempo soñando despierta. La universidad, que había sido su meta desde pequeña, parecía un sueño lejano. Había ahorrado cada centavo que había ganado, pero el dinero nunca parecía suficiente. Las clases, las tarifas, los libro, todo era un muro de ladrillos que parecía más alto con cada día que pasaba.
La chica tenía en mente un plan que era estudiar medicina. Su madre siempre había dicho que las mujeres podían lograr lo que se propusieran, y ella lo creía firmemente. Su padre, incluso encarcelado, había dejado en ella una profunda ambición, la idea de que su destino no estaba sellado por la cárcel o por las circunstancias, sino por lo que ella decidiera hacer con su vida.
Durante las tardes, cuando ya no tenía que vender comida, Zhera se sentaba en el borde de ese mismo bote, mirando el horizonte en la oscuridad. A veces pensaba en lo que había sido, en lo que perdió, pero la mayoría de las veces pensaba en lo que vendría, en lo que podría ser si lograba juntar lo suficiente para inscribirse en la universidad.
No se lo decía a nadie, pero Zhera se sentía atrapada entre la lucha por sobrevivir y la esperanza de alcanzar algo mejor. En la universidad, veía la salida de ese ciclo. Sabía que la educación era su única arma para romper el destino que le había tocado. No podía rendirse.
Un día, mientras caminaba por el mercado con una bandeja de pan y pasteles en las manos, se cruzó con un joven llamado Serhan, un chico del barrio que había notado su esfuerzo día tras día. Él la vio sentada en el bote una vez y le preguntó si siempre se encontraba ahí, mirando al horizonte. Zhera no había esperado una respuesta. Él simplemente se quedó observando, sin hacer más preguntas.
Pero Serhan no era de los que se quedaban callados por mucho tiempo. Al día siguiente, apareció con un pequeño libro entre las manos. Era un cuaderno de notas viejas con páginas amarillentas. — Encontré esto en un puesto de libros usados. Puede serte útil para tus estudios. — Dijo.
Zhera, sorprendida, le agradeció con una sonrisa tímida. En ese momento, ella ya no estaba sola. Había personas que, aunque no pudieran ayudar con grandes cantidades de dinero, sí podían ofrecer algo más valioso, su apoyo y su fe en ella. Así comenzó una amistad que cambiaría muchas cosas en su vida. Él trabajaba en una tienda y le vendía sus comidas sin tener que vender afuera y trabajar por horas durante la noche.
Serhan, aunque su vida también estaba llena de dificultades, tenía una forma diferente de ver las cosas y le motivaba ver las cosas de una manera diferente. Él le recordó que, aunque la vida no siempre fuera justa, siempre había una manera de avanzar. Con el tiempo, y con pequeñas contribuciones de su parte, Zhera comenzó a tener acceso a libros, materiales y otros recursos que le ayudaron a prepararse mejor para el futuro y en el exámen que se venía en unos meses. Juntos, crearon un pequeño círculo de apoyo entre los jóvenes del barrio, personas que soñaban con más, pero que sabían que, para llegar a ese futuro, debían ayudarse mutuamente.
Su vida se había reducido a algo humilde, conociendo que la verdadera familia no es la de sangre y aunque los secretos se traten de ocultar bajo el tapete; siempre había una forma de verlas brillar.
𑁍
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⠀⠀⠀𝐚𝐛𝐨𝐮𝐭 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐬𝐭… 𝐝𝐚𝐭𝐞: 20 de Octubre, 2024. 𝐰𝐨𝐫𝐝 𝐜𝐨𝐮𝐧𝐭𝐞𝐫: 1.016.⠀
── ・ ・ ・ ・ 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐥𝐚𝐢𝐦𝐞𝐫𝐬⠀⠀⠀
⠀ ㅤ。・☆ 𝘁. 𝐀𝐮𝐫𝐚𝐥𝐢𝐧𝐞 ⠀ ⠀ 。 ・★ 𝗳. 𝐟𝐚𝐢𝐫𝐲𝐝𝐮𝐬𝐭.𝐩𝐬𝐝
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