#NarrativasMargot
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storiesauraline · 16 days ago
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𑁍
⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀ 𝐀 𝐧𝐞𝐰 𝐬𝐩𝐞𝐥𝐥
⠀⠀⠀ ⠀⠀ 𝒊𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒃𝒐𝒐𝒌 𝒐𝒇 𝐀𝐮𝐫𝐚𝐥𝐢𝐧𝐞
⠀⠀ ❛𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐋𝐀 𝐂𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀❜
⠀⠀⠀ 𝘄𝗿𝗶𝘁𝘁𝗲𝗻 𝗯𝘆 #𝐭𝐡𝐞𝐟𝐨𝐮𝐧𝐝𝐞𝐫 ⠀ ⠀
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Margot ajustó su postura en la silla con mucho cuidado, intentando aliviar la tensión que se acumulaba en sus hombros después de varias horas frente a la computadora y de pie en la sala de urgencias durante la madrugada. La jornada en Urgencias había sido particularmente larga, pero había un caso en particular que mantenía su mente ocupada incluso después de que la sala se hubiera vaciado. En la pantalla frente a ella, las imágenes de una resonancia magnética mostraban sombras. No eran claras, pero tampoco insignificantes. Su paciente, un niño de apenas seis años llamado Liam, había llegado acompañado por su madre. Una mujer joven cuya ansiedad era notoria desde el momento en que entró por la puerta.
— Hace semanas que dice que le duele ir al baño. Pensé que era una infección, pero ahora también tiene fiebre y le duele el abdomen. — Había explicado la madre, sus ojos enrojecidos por el cansancio y la preocupación que denotaban en sus expresiones.
Margot había escuchado en silencio mientras sostenía la pequeña mano de Liam. El niño demasiado agotado para participar en la conversación se limitaba a mirar fijamente el techo, sus labios apretados para no quejarse. Margot le dedicó una sonrisa cálida, aunque por dentro ya sentía cómo las piezas del caso comenzaban a moverse en su mente como un rompecabezas. Dolor abdominal, fiebre persistente, molestias al orinar. No era algo que pudiera tomarse a la ligera.
Dejó el teléfono sobre la mesa y volvió a concentrarse en las imágenes. Abrió varios artículos médicos en su pantalla, buscando referencias que pudieran ayudarla a interpretar lo que veía. Los minutos se convirtieron en horas mientras comparaba los resultados de Liam con casos similares. La fatiga comenzaba a pesarle, pero no podía permitirse un error.
Finalmente, una posible explicación comenzó a tomar forma en su mente, un tumor benigno en el riñón derecho, posiblemente un nefroblastoma. Aunque el diagnóstico era delicado, también significaba que existía una posibilidad real de tratamiento exitoso. Margot respiró hondo, sintiendo una mezcla de alivio, pena y urgencia.
Sabía que no podía avanzar sola. Llamó a una colega cirujana pediátrica, la doctora Evelyn Hunt, quien tenía amplia experiencia en casos renales pediátricos complicados. En cuestión de minutos, Evelyn estaba frente a la misma pantalla, analizando las imágenes junto a Margot.
— Definitivamente parece un tumor de Wilms. No parece haber metástasis, pero está comprimiendo los tejidos circundantes. Si crece más, podría comprometer la función renal. — Dijo Evelyn después de un rato.
— ¿Crees que podemos extirparlo sin perder el riñón? Aún es muy joven para tener tantas complicaciones. — Preguntó Margot, consciente de lo importante que sería preservar el órgano.
— Será complicado, pero posible. Si intervenimos pronto, podemos evitar daños mayores. — Evelyn asintió lentamente mientras daba su opinión del caso.
Margot agradeció su honestidad. Aunque no era la respuesta más tranquilizadora, era lo que necesitaba escuchar para planificar los próximos pasos y explicarle a la madre el plan de tratamiento de su hijo.
Antes de regresar a ver a Liam y su madre, Margot se permitió un momento para procesar lo que venía. Cada decisión que tomara en las siguientes horas sería crucial no solo para el bienestar de Liam, sino también para la confianza que su madre había depositado en ella.
Cuando llegó a la habitación donde descansaban, encontró a Liam dormido, su pequeño cuerpo casi perdido entre las sábanas del hospital. Su madre estaba sentada a su lado, acariciándole el cabello con una ternura que solo una madre podía expresar.
—¿Doctora? — Preguntó la mujer en un susurro, alzando la vista hacia Margot. La doctora se acercó, hablando en un tono calmado pero seguro de todo lo que le decía.
— Tenemos un diagnóstico. Liam tiene un tumor en el riñón derecho. Es benigno, pero necesita una cirugía para removerlo antes de que cause más complicaciones. — dijo.
— ¿Qué significa eso? — La madre parpadeó, procesando la información y con su voz cargada de miedo.
— Significa que vamos a necesitar operarlo para remover el tumor y preservar la función del riñón. Es una cirugía delicada, pero creemos que es la mejor opción para que Liam pueda recuperarse. —explicó Margot.
— ¿Qué posibilidades tiene? — La mujer asintió lentamente con sus ojos llenos de lágrimas.
Margot se sentó en el borde de la cama para estar a su nivel, mirándola directamente a los ojos. — Es un niño fuerte, y tiene muchas posibilidades de salir adelante. Pero necesitamos actuar pronto. — Dijo con sinceridad.
La madre apretó la mano de Margot, como si esa simple acción pudiera transmitirle toda la preocupación y desesperación que sentía.
Los días siguientes fueron una ola de preparativos. Margot trabajó junto a Evelyn y su equipo para planificar cada detalle de la cirugía. Liam fue sometido a pruebas adicionales, y Margot se aseguró de explicarle cada procedimiento de una manera que pudiera entender.
— ¿Me va a doler? — Preguntó el niño en un momento, con la voz apenas audible.
— Tal vez un poco, pero yo estaré aquí todo el tiempo para asegurarme de que estés bien — Respondió Margot, apretando suavemente su mano.
La cirugía fue programada para la mañana siguiente. Margot pasó la noche en el hospital, revisando nuevamente los estudios y asegurandose de que todo estuviera listo. Cuando finalmente llegó la hora, acompañó a Liam hasta la sala de operaciones, sosteniendo su mano hasta que el anestesiólogo hizo su trabajo.
La operación duró más de cinco horas, cada minuto lleno de preocupaciones por su futuro. Margot observó desde la sala de observación, su corazón latiendo con fuerza mientras Evelyn y su equipo trabajaban con precisión. Finalmente, la noticia llegó, el tumor había sido removido con éxito y el riñón no había sido extirpado.
Margot dejó escapar un suspiro de alivio mientras salía para informar a la madre de Liam.
— La cirugía fue un éxito. Liam está en recuperación y si todo va bien, podrá irse a casa en unas semanas. — Dijo, sonriendo por primera vez en lo que parecía una eternidad.
La madre rompió a llorar, pero esta vez de alivio. Margot se quedó con ella un momento, permitiéndole procesar la noticia. La abrazó y ambas se apoyaron en ese momento tan doloroso.
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⠀⠀⠀𝐚𝐛𝐨𝐮𝐭 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐬𝐭… 𝐝𝐚𝐭𝐞: 28 de Diciembre, 2024. 𝐰𝐨𝐫𝐝 𝐜𝐨𝐮𝐧𝐭𝐞𝐫: 1.020.⠀
── ・ ・ ・ ・ 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐥𝐚𝐢𝐦𝐞𝐫𝐬⠀⠀⠀
⠀ ㅤ。・☆ 𝘁. 𝐀𝐮𝐫𝐚𝐥𝐢𝐧𝐞 ⠀ ⠀ 。 ・★ 𝗳. 𝐟𝐚𝐢𝐫𝐲𝐝𝐮𝐬𝐭.𝐩𝐬𝐝
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storiesauraline · 2 months ago
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⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀ 𝐀 𝐧𝐞𝐰 𝐬𝐩𝐞𝐥𝐥
⠀⠀⠀ ⠀⠀ 𝒊𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒃𝒐𝒐𝒌 𝒐𝒇 𝐀𝐮𝐫𝐚𝐥𝐢𝐧𝐞
⠀⠀⠀⠀ ⠀ ❛𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐀𝐋𝐅𝐀❜
⠀⠀⠀ 𝘄𝗿𝗶𝘁𝘁𝗲𝗻 𝗯𝘆 #𝐭𝐡𝐞𝐟𝐨𝐮𝐧𝐝𝐞𝐫
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La cazadora aguardó hasta la hora precisa para salir del motel en las afueras de la ciudad. Había guardado rápidamente en su bolso todos los documentos que encontró sobre la posible ubicación de la manada de Sage, con quien había acordado colaborar tras su complicada relación pasada. Ya había sanado las heridas de aquella pelea, y se sentía lista para enfrentar lo que viniera en esta confrontación. No deseaba pelear, pero estaba dispuesta si ellos aún no conocían el nuevo acuerdo entre los seres sobrenaturales. Algunos cazadores ya lo habían aceptado, aunque aún desconocía si Matteo estaba a favor, pero no quería arriesgarse a ir sola. Necesitaba una persona común y corriente para revisar las heridas, en caso de que alguien las tuviera, y analizarlas detenidamente.
Se movió rápidamente de un extremo a otro de la ciudad, como solía hacerlo, y llegó a una estación de gasolina en una zona poco concurrida, lo cual le gustaba porque así no se sentía observada. En ese lugar esperaba a que llegara en su auto la chica morena, quien, sin experiencia alguna, había decidido ayudarles. Todavía no comprendía sus motivos, pero a Buffy le agradaba; tenía experiencia y estaba dispuesta a arriesgar su vida si era atacada. Era un riesgo, pero estaba lista para asumirlo, especialmente en los casos que le llamaban la atención, y este era uno de ellos. Sacudió la cabeza al notar que se había perdido en sus pensamientos por unos minutos. Al final del camino, vio cómo el auto de la chica se acercaba para estacionarse a unos pasos de ella. Finalmente, suspirando largamente, se subió al vehículo, lista para enfrentarse a otro largo y complicado caso.
Por su parte, Margot había solicitado unos días libres en su trabajo. Aún era nueva en este ámbito, y los problemas personales que le había causado tomar esta decisión habían sido mayores de lo esperado. Sin embargo, el tema que le mencionó Buffy cuando se encontraron por casualidad le había intrigado, y además, la cazadora le prometió protegerla de cualquier peligro. Aún tenía grabado en su memoria el ataque que sufrió el año pasado, algo que sabía no era tan normal como parecía.
Guardó su móvil en su pequeño bolso de hombro y dejó una nota para Tate, por si volvía a casa; él había mencionado sus planes de salir por la carretera y ella no quería quedarse sola tras la última conversación sobre el mismo tema. Cerró todo y, manejando rápidamente, se dirigió hacia la estación de gasolina indicada por la rubia. No tardó mucho en llegar y, con el motor encendido, esperó a que Buffy subiera y dejara el bolso en el asiento trasero. La miró un tanto insegura al ver su rostro, pero le dedicó una ligera sonrisa para hacerla sentir cómoda.
— ¿Encontraste la información que necesitabas? —le preguntó antes de comenzar a conducir, sin saber aún a dónde se dirigían. La cazadora le pasó una nota con una dirección y Margot rápidamente comenzó a manejar hacia allí, respondiendo a la pregunta que Buffy le había hecho. Buffy le explicó que iban a buscar a otra persona, y Margot simplemente asintió, obedeciendo sin cuestionar. Para ella, era mucho mejor ir con más gente que sola, ya que se sentía en desventaja.
Escuchaba todo lo que Buffy le decía mientras ponía música y trataba de entender el acuerdo que estaban formando, así como la curiosa ubicación de todos los involucrados. No supo cuánto tiempo transcurrió hasta que llegaron a una casa escondida, quizá horas, y se estacionó al costado, asintiendo a la propuesta de dejar el auto allí para usar el que estaba en la entrada. Ambas bajaron sus cosas rápidamente y se acercaron a la puerta, preguntando si conocían al chico. Ante la respuesta negativa de la chica, Buffy revoleó los ojos.
— Entonces, seremos dos. —murmuró finalmente mientras se apoyaba en la baranda de la entrada, esperando a que el cazador saliera.
Matteo había recibido la invitación de Buffy para unirse a esta misión, aunque no se sentía del todo cómodo con la idea. Siempre había preferido trabajar solo, concentrado exclusivamente en su objetivo, el mismo que lo había llevado a convertirse en cazador. Trabajar en equipo le parecía un riesgo, pues sentía que tendría la responsabilidad de proteger a todos, y ya era bastante complicado cuidar de sí mismo. Sin embargo, al ver que su meta personal no avanzaba, decidió aceptar la propuesta y probar.
Cuando se acercaba el día de la reunión, empezó a preparar lo que consideraba esencial, guardándolo en el compartimento secreto de la cajuela de su auto. Dentro de la casa donde se hospedaba, se sentó frente a su ordenador, investigando más información mientras tomaba una cerveza. De repente, escuchó el ruido de un automóvil acercándose. Se levantó de la mesa y, desde detrás de una cortina oscura, observó el vehículo y distinguió a las dos mujeres en su interior. Entrecerrando los ojos, tomó algunas cosas más y las guardó en el bolsillo de su pantalón antes de salir.
— Hey. —saludó con tono seco al abrir la puerta, viendo a ambas chicas frente a él. Cerró la puerta tras de sí y se dirigió a su auto, abriendo el maletero para que pudieran guardar sus cosas. Cuando todo estuvo listo, esperó a que subieran, Margot en el asiento trasero y Buffy como copiloto.
— Aquí vamos. —murmuró, encendiendo el motor mientras giraba el cuello hacia ambos lados, arrancando el vehículo y esperando las instrucciones del destino.
Apenas vio a Matteo salir de la casa, Buffy le dedicó una pequeña sonrisa de cortesía, ocultando lo poco interesada que estaba en entablar relaciones después de tantos años trabajando en solitario. Levantó una ceja hacia Margot para que ambas se movieran rápidamente y no perdieran más tiempo. Tras cargar sus bolsos en el maletero, se acomodó en el asiento del copiloto.
— Gracias. —dijo amablemente Margot al subir, sintiéndose en deuda por la compañía. Luego, como recordando la falta de presentación, añadió. — Matteo, ella es Margot, doctora de Chicago. Por razones distintas a las nuestras decidió involucrarse. Ahora solo me acompaña porque prometí llevarla al centro, pero... es una historia larga. — dijo, frunciendo el ceño mientras ajustaba una daga en su bota derecha. — Margot, él es Matteo, es cazador. No te puedo decir mucho más, ya que en realidad hemos hablado muy poco. — agregó Buffy con una mueca, y luego le dio a Matteo indicaciones detalladas del lugar al que se dirigían.
— Para que te hagas una idea, han estado asesinando a varias manadas últimamente, pero no parece obra de cazadores sino de otros seres sobrenaturales. No entiendo todavía los motivos, pero es lo que intento descifrar. Ahora formo parte de un centro donde hemos establecido un pacto, no matamos a nadie salvo demonios, mientras mantengan la paz. Si cruzan la línea, quienes han firmado el acuerdo estamos autorizados a actuar —explicó Buffy, cruzándose de brazos antes de dirigir su mirada hacia Margot. — Tú tendrás que revisar qué tipo de heridas tienen si los encontramos muertos. Aún no le he mencionado esta posibilidad a Sage, el lobo, porque probablemente saldría huyendo sin saber realmente lo que está pasando con su manada.
Luego miró a Matteo, levantando una ceja con determinación.
— Si están vivos, nosotros intervenimos. Si nos atacan, prefiero tenerte a ti aquí; tú te encargas de neutralizarlos, y yo de proteger a Margot.—dijo señalando a la chica mientras terminaba de explicar, observando cómo el auto avanzaba a toda velocidad por la carretera.
Margot escuchaba atentamente las palabras de Buffy mientras miraba por la ventana, anticipando lo que estaba por suceder. No estaba acostumbrada a estar en ese “mundo” y ya imaginaba el momento en que sus planes fallarían y tendría que escapar por su cuenta; de hecho, ya tenía claro cómo hacerlo sin ser atrapada.
— Hola, Matteo, un gusto. —dijo con una sonrisa amable y, discretamente, envió un mensaje, indicándole dónde estaría y qué hacer si desaparecía. Luego volvió su atención a Buffy, quien le había hecho una pregunta. — Intentaré revisar las heridas rápidamente y sacar algunas muestras para llevarlas al centro. Veré si me permiten usar el laboratorio para sacar conclusiones lo antes posible. —respondió con naturalidad, revisando su bolso para asegurarse de tener a mano lo necesario.
El resto del viaje transcurrió en silencio. Pronto llegaron a un oscuro rincón del bosque, donde Buffy le explicó que se reunirían con Sage, el lobo del que ya le había hablado. Margot fue la primera en bajar al ver una figura en la penumbra; a pesar de no conocer a Sage, intuía que no tenía intenciones de atacar... al menos, no todavía.
— Soy Margot, doctora. — Se presentó con rapidez, ajustándose el bolso y dedicándole una breve sonrisa. Luego miró a su alrededor, analizando cada detalle del sitio.
— Estamos a pocos metros de donde se encuentran. Puedes "oler" a tu propia manada, ¿no? — dijo Buffy con una pizca de ironía, mirándolo mientras se adentraban en el bosque. — Ya sabes que, si están hostiles, no habrá piedad. —agregó, avanzando cautelosamente, con su pistola cargada de balas de plata lista en la mano, preparada para reaccionar ante el menor movimiento.
Sage había pasado las últimas semanas aislado, centrado únicamente en sí mismo. Desde el ataque de los cazadores, había abandonado la búsqueda de su manada y se refugió en Alaska, sin saber que una semana se convertiría en muchas. Cuando recibió el mensaje de Buffy, apenas se dio cuenta del tiempo que había pasado. Sabía que debía regresar a su ciudad y reanudar la búsqueda de su familia, aunque eso implicara colaborar con cazadores, cosa que odiaba; llevaba demasiado tiempo huyendo de ellos como para confiar en un grupo.
No conocía bien a ninguno, y su último encuentro con Buffy había terminado en una pelea. Sin el apoyo de una manada, no sabía si tendría la fuerza para enfrentarse de nuevo a esos conflictos, pero su familia lo necesitaba. Aunque el instinto le gritaba que evitara esa “alianza”, sentía inexplicablemente que Buffy era alguien en quien podía confiar.
La rubia le había dicho que llegarían alrededor de medianoche. No le había dado muchos detalles, solo que esta era la única manera de acercarse a donde podrían estar su familia o quienes los retenían. Así que esperó en una pequeña casa de madera perdida en el bosque, lejos de la civilización y visiblemente deteriorada. El sonido de un motor lo puso en alerta, pero el aroma de Buffy lo tranquilizó. Reconocía olores; era un sentido afilado que su naturaleza le otorgaba. Salió a la puerta y levantó una ceja con una expresión irónica al ver a los otros dos acompañantes.
— Vaya, rubia, no sabía que necesitaríamos todo un ejército. —comentó, sarcástico, cuando bajaron del auto. Saludó con un leve movimiento de cabeza al escuchar a Margot presentarse como doctora, desconcertado por la inusual compañía. Se volvió hacia Buffy, perplejo.
— ¿Están cerca? — preguntó mientras trataba de captar el rastro de su manada. No había intentado encontrarlos hasta ese momento, quizás por temor a lo que podría hallar.
Sin perder más tiempo, se adentró en el bosque, esperando que los cazadores y la doctora lo siguieran. Si realmente estaban cerca, no le tomaría más que unos segundos rastrear su olor. Así fue, después de unos momentos corriendo entre los árboles, llegó a una casa más apartada, donde su manada estaba retenida. Sin detenerse a comprobar si los demás lo seguían, trató de acercarse a la casa, pero antes de salir del límite del bosque, una mano lo sujetó firmemente del brazo.
Un gruñido bajo se escapó de sus labios al notar que lo habían retenido. Sabía que tenía razón; entrar solo sería un suicidio. Además, ni siquiera sabía si su manada seguía con vida, y si estaban muertos... el rencor se apoderaría de él.
Respiró hondo, intentando calmarse mientras fijaba la vista en la casa, esperando a que todos se prepararan antes de lanzarse solo. Había pasado más de media hora de caminata ininterrumpida; adentrarse más en el bosque era un riesgo que asumían todos, especialmente porque ignoraban cuántos enemigos podrían estar acechando. Aun así, los dos cazadores mostraban una seguridad que contrastaba con la ansiedad creciente del lobo, algo comprensible dada la expresión de la rubia cazadora, quien no parecía esperar un panorama alentador.
Un destello a lo lejos, una casa con una luz tenue, atrajo la atención del cazador, quien alzó las cejas para avisarle a la cazadora que estaban cerca. Rápidamente se ocultaron tras los árboles para planificar, al ver que no solo estaba la manada, sino que también parecían ser atacados. Cuando el lobo intentó lanzarse a salvar a su grupo, Buffy lo sujetó firmemente del brazo y lo atrajo hacia sí para susurrarle:
— Estamos aquí los tres, no puedes ir solo y a ciegas; solo mira cuántos han caído. Sería un suicidio. —dijo con firmeza, tirando de él para que retrocediera.
— Nosotras iremos a por uno de los lobos caídos. Ustedes encárguense de los que quedan en pie. Sage, si no logras que nos acepten, mátenlos. —indicó, y aguardó a que el cazador asintiera antes de avanzar hacia la casa con Margot, ambas expuestas en el claro del bosque.
Frente a ellas, los atacantes parecían humanos, pero Buffy sabía bien que no lo eran, así que comenzó a disparar a quien se interpusiera, mientras sentía disparos del otro lado. Avanzaron hasta llegar a un lobo caído en una esquina. Observó cómo algunos enemigos se replegaban, aunque el verdadero problema seguían siendo los licántropos restantes, no menos de cinco. Buffy cubrió a Margot mientras la doctora comenzaba su trabajo; formó un perímetro y atacó con agilidad, dispuesta a eliminar a cualquier adversario sin dudar. Con un movimiento rápido, golpeó a uno en la mandíbula, dejándolo tirado en el suelo, y luego gritó al ver que Sage no había logrado hablar con su manada.
— ¡Sage! —exclamó, frustrada al ver que todo intento de diálogo estaba perdido.
Margot, mientras tanto, extraía muestras de la piel del lobo caído, guardando con rapidez lo necesario en su bolso. Miró de reojo a Buffy en el preciso instante en que un lobo la rasguñó y la lanzó al otro extremo del claro. Instintivamente, Margot se escondió, asegurándose de no ser vista.
Tras escuchar las indicaciones de Buffy, el cazador asintió y observó cómo los atacantes se retiraban, esperando que con eso la situación se aliviara. No se imaginaba que los licántropos, su propia manada, fueran los más feroces en la pelea. Entró en la casa detrás del cazador, con los sentidos en alerta. La escena era caótica, los lobos atacaban a los cazadores como si fueran sus peores enemigos, y Sageno había logrado hablar con el alfa; su padre no estaba a la vista, o al menos aún no lo había visto.
Sage intentaba llamar la atención de los que una vez consideró su familia, pero todos parecían haber perdido la razón. Su mente dividida luchaba entre el deber y los meses que pasó fuera, distanciado. La voz de Buffy lo sacó de sus pensamientos cuando la vio caer por el ataque de un lobo, dejándola indefensa frente al cuerpo sin vida de otro lobo... su hermano. Una ola de odio lo invadió; Sage se lanzó contra el atacante, arrojándolo contra la pared. Su rostro, ahora completamente transformado, reflejaba años de ira contenida hacia aquellos que decían ser su familia.
Los golpes y humillaciones que había soportado de quien se hacía llamar su padre ya no significaban nada; esta ya no era su manada. Sage se giró hacia Buffy, quien se reincorporaba, asintiendo antes de lanzarse sobre los lobos que intentaban atacar. En un rincón, otros licántropos trataban de ayudar al alfa, herido, a escapar, pero Sage, al verlo, se abalanzó sobre él, decidido a detenerlo.
— El pacto era no atacarnos. —le gruñó a su padre, sujetándolo por la garganta y estampándolo contra la pared—. Y por tu culpa, todo terminó así. —espetó, casi escupiendo las palabras mientras apretaba la garganta del lobo. Antes de que pudiera continuar, otro licántropo lo derribó, lanzándolo contra una mesa que se astilló bajo el impacto. Se sacudió los restos y empujó a los lobos que lo atacaban.
Cuando Buffy presentó a Margot al grupo, el cazador apenas hizo un gesto y centró su vista en la carretera, acelerando a medida que avanzaban en la noche. La autopista estaba despejada, lo que le permitió conducir a gran velocidad. Al escuchar a Margot, la vigilaba de reojo por el retrovisor, no confiando en la idea de incorporar a alguien nuevo a la misión. Le preocupaba que fuera una carga, pero decidió guardarse sus opiniones y dejar que Buffy tomara la decisión.
Después de largos minutos en la carretera, comenzó a reducir la velocidad al internarse en el bosque, bajó las luces y estacionó justo donde Buffy le indicó. Notó una sombra entre los árboles cuando Margot bajó del auto; él negó ligeramente y descendió detrás de ella. Caminó junto al grupo, manteniendo cierta distancia para reaccionar ante cualquier peligro, con un cuchillo oculto en la manga de su chaqueta. Observó cómo el lobo olfateaba el suelo, aunque no encontró huellas.
De repente, el lobo comenzó a correr en una dirección, lo que lo molestó. Apuró el paso, y al llegar a una casa vieja, se ocultaron detrás de un árbol. Resignado, aceptó la sugerencia de Buffy sin quejarse en voz alta. Apenas cruzaron el umbral de la casa, estallaron los ataques; sin piedad, disparó y usó su cuchillo para defenderse.
Al ver el rasguño en el brazo de Buffy y escuchar el grito hacia Sage, observó la furia en su reacción y, sin más, disparó al lobo que había atacado a la cazadora, despejando el área para ayudarla.
— Se nota que tu manada de "pelos sucios" te tiene en alta estima. —le murmuró a Sage con ceño fruncido mientras se inclinaba para revisar el brazo herido de Buffy.
El cazador se mantuvo atento mientras Sage se lanzaba contra su alfa. Sabía que aquello era un asunto personal y no intervino, aunque vigilaba con cautela, listo para actuar en caso de cualquier imprevisto.
Buffy, tras caer al suelo, apenas percibió el rasguño en su brazo debido a la adrenalina. Estaba más concentrada en proteger a Margot, asegurándose de que ella saliera sin un solo rasguño. Observó con alivio cómo el cazador eliminaba rápidamente al lobo que la había atacado, lo cual le permitió recuperar su arma y recomponerse.
— Gracias. Ahora terminemos con esto, ya no me importa ningún estúpido tratado. —le dijo a su compañero con furia contenida mientras su mandíbula se tensaba. Sin perder tiempo, disparó directamente al corazón de los licántropos que aún intentaban alcanzar a Sage, facilitando el trabajo en equipo y conscientes de que el tiempo no estaba de su lado.
— ¿Tienes todo listo? —preguntó Buffy mientras apretaba su brazo herido y se acercaba a Margot, quien ya tenía las muestras necesarias guardadas. Buffy asintió ante la respuesta de la doctora, instándola a buscar refugio seguro mientras la zona seguía peligrosa. Buffy se volvió, notando que solo quedaban Sage y el alfa frente a frente, y que su compañero cazador había eliminado al resto de los lobos. Sabía que la historia entre Sage y su padre era compleja, aunque él apenas le había contado fragmentos de la verdad.
Con un gesto decidido, Buffy se colocó al lado del cazador, manteniendo su arma lista mientras observaba la confrontación final entre Sage y su padre.
— ¿Qué opinas? ¿Deberíamos dejarlos resolver esto entre ellos? —murmuró con frialdad, sus ojos entrecerrados mientras esperaba su respuesta. Ambos estaban listos para salir de aquel lugar y regresar al auto, sabiendo que la batalla que se libraba ante ellos era más profunda y personal.
Margot, escondida tras la pared, intentaba calmar sus nervios y asimilaba el caos en el que se había involucrado. Aunque había sido advertida de los riesgos, no se arrepentía de estar allí, pues era su oportunidad de estudiar y comprender el peligroso mundo sobrenatural que había elegido investigar.
— La próxima vez, pensaré mejor en mis decisiones —se murmuró a sí misma mientras guardaba la última muestra con precisión. Al escuchar los disparos y el violento enfrentamiento entre los cazadores y los lobos, se pegó contra la pared y rodeó la casa en busca de un lugar seguro donde resguardarse.
Una vez que vio a Buffy acercarse, Margot asintió rápidamente y comenzó a moverse con sigilo entre los árboles, dirigiéndose al auto. Con cada paso, recordaba el camino a través del bosque, confiando en su memoria mientras se mantenía alerta, esperando que los demás regresaran sanos y salvos.
Dentro de la casa, Sage observaba cómo los cazadores acababan con los licántropos restantes. En otra época, habría sentido rabia o rencor, pero en este momento estaba agradecido; mucho había cambiado en los últimos meses. Con un último impulso de furia, se lanzó contra su padre, el alfa, antes de que este pudiera escapar. Sage lo sujetó por el cuello, estampándolo contra la pared mientras un gruñido escapaba de sus labios. Su ira crecía, y cada golpe que daba era una liberación de los años de abuso y humillación que había soportado.
Las garras de Sage atravesaron el cuerpo del alfa, abriendo heridas en su pecho. Con un movimiento decisivo, enterró sus garras en el cuello de su padre, hasta que el alfa cayó al suelo, derrotado. Exhausto y respirando con dificultad, Sage observó los cuerpos inmóviles en el suelo, sus manos manchadas con la sangre de su padre. Todo había terminado, aunque no de la manera que él había deseado. Ahora, tras la batalla, él era el nuevo alfa, pero la victoria se sentía hueca.
Sage se quedó allí unos instantes antes de salir de la cabaña y dirigirse al auto de los cazadores. Buffy, Margot y el cazador ya se habían ido, y él supo que habían llegado a salvo; su instinto le daba esa certeza. Al llegar al auto, leyó el mensaje que Buffy le había enviado: Lo siento, nos fuimos. Pensé que querrías un tiempo a solas para decidir qué hacer. Si necesitas ayuda, solo mándame un mensaje. —Buffy.
Con un suspiro cansado, Sage arrojó el celular contra una pared, frustrado. En ese breve momento de soledad, comprendió que todo había cambiado para siempre.
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