#MónicaOjeda
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me-llaman-octubre99 · 4 years ago
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—Si me lo preguntaras, la neta, yo diría que todos los occidentales somos parte de la cultura BDSM.
—¿Sí?
—Y con occidente también me refiero a nosotros, los chamacos de la planta baja del continente americano, aunque no nos consideren occidentales pertenecemos a la misma cultura BDSM.
—México está en Norteamérica.
—No. O sea, depende de qué geografía hables. Los mexicanos somos el sur aunque estemos en el norte, ¿cachas? Somos como ustedes los ecuatorianos. Somos el sótano del continente. Bueno, digamos que nosotros somos las escaleras al sótano y ustedes ya el mismísimo sótano.
—Sí, es una buena forma de verlo.
—Pero al final hay que preguntarnos qué es lo que nos une a todos. Y lo que nos une, además del idioma, el pasado colonial y todas esas mamadas, es que venimos de una educación cristiana. No importa si creemos o no en Jesús, la paloma, Diosito que quita el pecado del mundo, María siempre virgen y demás chingadas. Lo que importa es que todos crecimos viendo las mismas imágenes: Jesús clavado en una cruz, con la mirada torcida hacia arriba, con la corona de espinas y la sangre corriéndole por la cara como un manantial, y que nos dijeron, a toditos, que eso era hermoso y misterioso, que eso, morir, sacrificarte, entregar tu cuerpo a los más horribles tormentos por y para alguien, era el amor. Con eso nos chingaron desde el principio, pero cuando a uno lo chingan desde tan temprano no se da cuenta de que lo han chingado, uno cree que las cosas son así y que está bien. Yo todavía recuerdo cuando mi abuela me llevó por primera vez a la iglesia y tenían una escultura de Jesús en la cruz de lo más gore. Yo era una niña en un lugar donde no se me permitía hablar, rodeada de rostros sufrientes que me daban pánico. No importaba en dónde posara la mirada, en cualquier sitio veía caras con los ojos torcidos, las mismas muecas que nos obligaron a identificar con lo sagrado. Mi abuela me decía que yo tenía que amar a esas muecas porque ellas me amaban a mí. Lo que en realidad me estaba diciendo, sin saberlo, era que yo debía amar el dolor que se representaba en esas imágenes y sentirlo en carne propia para purificarme. Güey, basta con entrar a una iglesia para entender lo que te estoy diciendo. Todas las personas que la visitan van allí a sufrir, al menos durante algunos minutos, porque eso les produce un placer espiritual. Son así porque han crecido con el discurso de que para alcanzar el amor hay que purificarse a través del dolor, porque sus ojos identifican la belleza con la sangre y las expresiones de mártires cristianos. El amor y el dolor son, para ellos, dos conceptos intercambiables.
...
Santas como Margarita María Alacoque, con la excusa de tener éxtasis místicos, comían vómito y mierda de enfermos, o incluso su propia mierda. María Alacoque sentía que a través de este tipo de actos Dios le hablaba y entraba en ella. Estaba convencida de que por el tormento de la carne accedería a la santidad, a un estado cercano a la divinidad, y esto, no nos confundamos, le producía placer. Y ahora te estarás preguntando, ¿cómo puede un cuerpo torturado sentir placer? Pues la respuesta es simple y compleja a la vez. No es que yo haya pasado por este tipo de experiencias luminosas, pero tengo imaginación y he pensado mucho sobre estos asuntos. Además, soy muy empática, incluso con las personas que nada tienen que ver conmigo. Pero volvamos al punto en el que estábamos: el placer de un cuerpo lesionado o/y humillado. No es, en realidad, el sufrimiento físico lo que hace que estas santas alcancen sus éxtasis, el sufrimiento es sólo un medio por el que pueden alcanzarlo. El placer no está en las heridas de la carne, sino en la idea de las heridas de la carne, en su significado, ¿y cuál es su significado?, te preguntarás, pues el de la absoluta entrega, el de la completa sumisión. Para las santas que se infligían todo tipo de castigos físicos no había nada más excitante que sacrificar su cuerpo por su amor: amo y señor. Sé que ahora sólo estoy poniendo ejemplos femeninos, pero lo mismo se podría decir de muchos hombres religiosos que se flagelan o los filipinos que se crucifican todos los años en semana santa. Liduvina de Schiedam pasó prácticamente toda su vida postrada en una cama, autoinflingiéndose heridas tan graves como úlceras, gangrenas, estigmas y dislocación de los miembros, y lo hizo porque a través de la enfermedad, de la mortificación de su propio cuerpo, alcanzaba el éxtasis, que no era otra cosa que un orgasmo producido por el significado del dolor carnal. En la religión cristiana hubo BDSM mucho antes de que Sacher-Masoch escribiera La Venus de las pieles, pero todo esto es sólo considerado perverso cuando no está vinculado a la religión cristiana. ¿Qué diferencia hay entre una santa mística y una mujer que le pide a su pareja que le eche cera caliente en la espalda y que le meta el puño por el culo? Tal vez la diferencia entre ellas radica en que la santa mística, como los crucificados en semana santa, es capaz de autodestruirse para alcanzar su éxtasis, mientras que muchas mujeres y hombres BDSM tan solo juegan a que se entregan.
Nefando, Mónica Ojeda
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polaridadelaimagen · 5 years ago
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Una vez le dije a Irene que lo que ese señor les había hecho era una monstruosidad y ella me miró como a un crío. “Él es un hombre, no un monstruo”, me dijo, y yo entendí lo que me estaba diciendo tan claramente que nunca más volví a tocarle el tema. ¿Tú entiendes lo que ella quiso decirme? Pues nada, tío, que ellos no fueron víctimas de una monstruosidad, sino de una humanidad; una humanidad abyecta que todos padecemos en nuestra carne y mente, con variaciones, claro, pero al final estamos conectados por esa misma naturaleza oscura, caótica, de carácter mítico, y lo paradójico es que ese nexo nos devuelve al mismo lugar de siempre: a la incertidumbre. No sé, no sé. Recuerdo que hubo un momento en el que no dijimos nada, ni Kiki, ni Iván, ni los hermanos, ni yo. No creo que eso haya sido el silencio. Apenas podíamos vernos las caras y, aunque las ventanas estaban abiertas, afuera sólo había grillos, el mundo parecía haberse apagado también, y tuve la seguridad de encontrarme rodeado de extraños y, además, de serlo para mí mismo. Después de todo, ¿qué sabía yo de las conciencias que tenía en frente? ¿Qué sabía yo de mi propia conciencia? Y lo más terrible fue intuirme parecido a esas sombras, anclado en un presente continuo, sin ninguna expectativa, sin ningún mañana, sólo esa caverna, ¿entiendes? La pregunta es: ¿crees que hay palabras para esta oscuridad? Supongo que tienes una opinión, y ahora es un buen momento para decirla. ¿Hay palabras para todo el silencio que vendrá?
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fraupelusa · 6 years ago
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«A pesar del fracaso no soltarás la cabeza del misterio:
la subirás a la montaña
con el peso de su mandíbula empujándote a los cuernos en manada.»
~ Mónica Ojeda
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#Poesía #MónicaOjeda
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polaridadelaimagen · 5 years ago
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MÁSCARA #1
Mi rostro es una columna desvencijada; una hernia en la velocidad del miedo que me impulsa a matar hasta los más bellos insectos del silencio. Ellos reproducen el ruido de la nada sobre los pedazos de mi cara. El rostro es eco en la construcción de lo invisible bajo los labios cosidos de nuestro último amanecer. Pero el viento golpea con la tierra del llanto de las bestias mis mejillas quebradas al sol:               ahora nidos carnosos se alojan en mi alma. El monstruo y la persona habitan la misma línea que parte la materia en dos hemisferios míticos de pulmones que respiran el aire de otras regiones desplazadas más allá del sur. El vacío de mí no es un abismo pero posee el corto cielo de las cabezas de los animales y el silencio que descompone las piezas de mis mejillas quebradas al sol:               ahora hay nidos carnosos alojándose en mi alma. En este mapa se trazan los límites de los fragmentos de mi semblante: arriba o abajo es un espacio que no existe. Toda descripción que nace de la observación es luz y excremento
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