#La prepotencia se une al pánico
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«Me gustaría»
Me gustaría nacer en todos los países, tener un pasaporte para todos que provoque el pánico de las cancillerías; ser cada pez en cada océano y cada perro en las calles del mundo. No quiero arrodillarme ante ídolo alguno ni hacer el papel de un ruso ortodoxo hippie, pero me gustaría hundirme en lo más hondo del Lago Baikal y salir resoplando en otras aguas, ¿por qué no en las del Mississippi?
En mi maldito universo amado me gustaría ser una hierba humilde, nunca un Narciso delicado que se besa en el espejo. Me gustaría ser cualquiera de las criaturas de Dios, incluso la última hiena sarnosa, pero nunca un tirano, ni siquiera el gato de un tirano. Me gustaría reencarnar como hombre en cualquier imagen: víctima de una cárcel de tortura, un niño vagabundo en los tugurios de Hong Kong , un esqueleto viviente en Bangladesh, un pordiosero sagrado en el Tíbet, un negro de Ciudad del Cabo, pero nunca encarnar la imagen de Rambo. Sólo odio a los hipócritas, hienas sazonadas en espesa melaza. Me gustaría tenderme bajo el bisturí de todos los cirujanos del mundo, ser un tullido, un ciego, sufrir todo mal, toda deformidad y herida, ser un mutilado de guerra, o el que recoge las colillas del suelo, con tal de que no las penetre el infame microbio de la prepotencia. No quisiera formar parte de la élite, ni, por supuesto, del rebaño de cobardes, ni perro de manada, ni pastor servil al abrigo de su rebaño. Y quisiera ser feliz, pero no a costa de los infelices. Y quisiera ser libre, pero no a costa de los que no lo son. Quisiera amar a todas las mujeres del mundo, y ser también una mujer sólo una vez. .. La madre naturaleza ha menospreciado al hombre. ¿Por qué no lo hizo capaz de ser madre? Si se agitara un niño bajo su corazón, acaso el hombre sería menos cruel. Quisiera ser el pan de cada día, digamos, ser la taza de arroz de la sufriente madre vietnamita, el vino barato en las tabernas de los obreros napolitanos, o el tubito de queso en la órbita lunar. Que me coman que me beban, dejadme ser útil en la muerte. Quisiera pertenecer a todas las edades, atolondrar la historia y atontarla con mis travesuras. Quisiera llevarle a Nefertiti en una troika á Pushkin. Quisiera multiplicar cien veces el espacio de un instante para que al mismo tiempo pueda beber vodka con los pescadores siberianos, y junto a Homero, Dante, Shakespeare y Tolstoi sentarme a beber cualquier cosa, salvo, por supuesto, Coca-Cola. Y bailar al ritmo de los tam-tam en el Congo, estar en huelga en Renault, jugar a la pelota con los muchachos brasileños en la playa de Copacabana. Quisiera hablar todas las lenguas, como las aguas ocultas bajo la tierra, y hacer todo tipo de trabajo de una vez. Me aseguraría de que sólo fue poeta un Yevtushenko, el otro un clandestino en alguna parte, no puedo decir dónde por razones de seguridad. El tercero, un estudiante en Berkeley, y el cuarto un entusiasta huaso chileno. El quinto sería tal vez un maestro de niños esquimales en Alaska, el sexto un joven presidente en cualquier parte, modestamente digamos Sierra Leona, el séptimo podría entretenerse en la cuna con un sonajero, y el décimo, el centésimo, el millonésimo… Para mí, ser yo mismo no es bastante, ¡dejadme ser todo el mundo! Estaré en miles de ejemplares hasta mi último día para que la tierra vibre conmigo y las computadoras enloquezcan procesando mi censo universal. Quisiera combatir en todas tus barricadas, humanidad, y morir cada noche como una luna exhausta, y amanecer cada día como sol recién nacido con una suave mancha inmortal en la cabeza. Y cuando muera, un Francois Villon siberiano, que no descanse mi cuerpo ni en la tierra francesa, ni italiana, sino en la tierra rusa, amarga, en una colina verde, donde por vez primera me sentí todo el mundo.
Yevgeny Yevtushenko
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Poesía de Yevgeny Yevtushenko:
«Me gustaría»
Me gustaría
nacer en todos los países,
tener un pasaporte
para todos
que provoque el pánico de las cancillerías;
ser cada pez
en cada océano
y cada perro
en las calles del mundo.
No quiero arrodillarme
ante ídolo alguno
ni hacer el papel
de un ruso ortodoxo hippie,
pero me gustaría
hundirme
en lo más hondo del Lago Baikal
y salir resoplando
en otras aguas,
¿por qué no en las del Mississippi?
En mi maldito universo amado
me gustaría
ser una hierba humilde,
nunca un Narciso delicado
que se besa
en el espejo.
Me gustaría ser
cualquiera de las criaturas de Dios,
incluso la última hiena sarnosa,
pero nunca un tirano,
ni siquiera el gato de un tirano.
Me gustaría
reencarnar como hombre
en cualquier imagen:
víctima de una cárcel de tortura,
un niño vagabundo en los tugurios de Hong Kong ,
un esqueleto viviente en Bangladesh,
un pordiosero sagrado en el Tíbet,
un negro de Ciudad del Cabo,
pero nunca encarnar
la imagen de Rambo.
Sólo odio a los hipócritas,
hienas sazonadas en espesa melaza.
Me gustaría tenderme
bajo el bisturí de todos los cirujanos del mundo,
ser un tullido, un ciego,
sufrir todo mal, toda deformidad y herida,
ser un mutilado de guerra,
o el que recoge las colillas del suelo,
con tal de que no las penetre
el infame microbio de la prepotencia.
No quisiera formar parte de la élite,
ni, por supuesto, del rebaño de cobardes,
ni perro de manada,
ni pastor servil al abrigo de su rebaño.
Y quisiera ser feliz,
pero no a costa de los infelices.
Y quisiera ser libre,
pero no a costa de los que no lo son.
Quisiera amar
a todas las mujeres del mundo,
y ser también una mujer
sólo una vez. ..
La madre naturaleza ha menospreciado al hombre.
¿Por qué no lo hizo capaz de ser madre?
Si se agitara un niño
bajo su corazón,
acaso el hombre
sería menos cruel.
Quisiera ser el pan de cada día,
digamos,
ser la taza de arroz
de la sufriente madre vietnamita,
el vino barato
en las tabernas de los obreros napolitanos,
o el tubito de queso
en la órbita lunar.
Que me coman
que me beban,
dejadme ser útil
en la muerte.
Quisiera pertenecer a todas las edades,
atolondrar la historia
y atontarla con mis travesuras.
Quisiera llevarle a Nefertiti
en una troika á Pushkin.
Quisiera multiplicar
cien veces el espacio de un instante
para que al mismo tiempo
pueda beber vodka con los pescadores siberianos,
y junto a Homero,
Dante,
Shakespeare
y Tolstoi
sentarme a beber cualquier cosa,
salvo, por supuesto,
Coca-Cola.
Y bailar al ritmo de los tam-tam en el Congo,
estar en huelga en Renault,
jugar a la pelota con los muchachos brasileños
en la playa de Copacabana.
Quisiera hablar todas las lenguas,
como las aguas ocultas bajo la tierra,
y hacer todo tipo de trabajo de una vez.
Me aseguraría
de que sólo fue poeta un Yevtushenko,
el otro un clandestino
en alguna parte,
no puedo decir dónde
por razones de seguridad.
El tercero, un estudiante en Berkeley,
y el cuarto un entusiasta huaso chileno.
El quinto sería tal vez
un maestro de niños esquimales en Alaska,
el sexto
un joven presidente
en cualquier parte, modestamente digamos Sierra Leona,
el séptimo
podría entretenerse en la cuna con un sonajero,
y el décimo,
el centésimo,
el millonésimo…
Para mí, ser yo mismo no es bastante,
¡dejadme ser todo el mundo!
Estaré en miles de ejemplares hasta mi último día
para que la tierra vibre conmigo
y las computadoras enloquezcan
procesando mi censo universal.
Quisiera combatir en todas tus barricadas,
humanidad,
y morir cada noche
como una luna exhausta,
y amanecer cada día
como sol recién nacido
con una suave mancha inmortal
en la cabeza.
Y cuando muera,
un Francois Villon siberiano,
que no descanse mi cuerpo
ni en la tierra francesa,
ni italiana,
sino en la tierra rusa, amarga,
en una colina verde,
donde por vez primera
me sentí todo el mundo.
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La corona del virus es el pánico
Por Gerardo Cadierno* (Buenos Aires, Argentina)
“La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar”, sostiene Albert Camus en La peste.
En estos tiempos de Covid-19 hemos visto varios ejemplos de dos fenómenos derivados de la estupidez: la prepotencia y el egoísmo. Así pudimos enterarnos de gente que se niega a cumplir la cuarentena al punto de golpear a otros y asistir al espectáculo de hordas de consumidores asolando negocios para acopiar provisiones con una desesperación propia de una invasión zombie.
Si bien este tipo de conductas son las más visibles, hay otras que tal vez no tengan esa cuota de escándalo pero que pueden ser tan o más peligrosas pues su propia pequeñez las invisibiliza y las vuelve, así, potencialmente letales: aglomerarse, reunirse sin necesidad, no cumplir normas elementales de higiene…
LA MATEMÁTICA DE LA COMPRA
Al respecto, quiero compartir algunas sugerencias para evitar el pánico que lleva a saturar supermercados, comprar alimentos innecesarios y crear desabastecimiento que no es otra cosa que gastar de más sin necesidad y, al mismo tiempo, quitarle a otro la posibilidad de adquirir ese producto que sí necesita.
El primero es -obviamente- no comprar de más sino en función de la prioridad y el uso.
Luego, se recomienda hacer una lista de compra, no sólo para evitar olvidos y, así, salir lo menos posible sino para organizar la actividad cotidiana. Por ejemplo, pensar “¿cuántas veces voy a comer pollo durante los próximos 15 días?”.
Si vamos a necesitar 250 gramos por persona y por comida y somos tres personas esto da 750 gramos. Si pienso comer tres veces, son 2.250 kg. Es decir, un pollo mediano. Es decir, matemática. De paso, los pequeños que no están yendo a la escuela pueden tener una interesante practica de regla de tres.
Es decir comprá un pollo, no media docena. Y así con todo, no vas a consumir dos docenas de latas de durazno en dos semanas.
EL DESABASTECIMIENTO, SE CREA.
SEAMOS CONSCIENTES.
Otra recomendación: tener los alimentos no perecederos como prioridad para que el freezer y la heladera se destinen a cosas necesarias como en el caso de las carnes a las que se recomienda porcionar y congelar. No guarden un pollo entero o un costillar. Dejemos eso para tiempos más propicios.
En el caso de los lácteos es mejor comprar la que viene envasada en cartón o la leche en polvo -en especial si se consume mucho- para almacenar sin ocupar espacio en la heladera y dejarlo para queso, yogur o vegetales.
Los huevos son fuente de vitaminas, proteínas y grasas, se cocinan de muchas maneras y siempre te salvan. En el caso de las verduras tené en cuenta que las de hoja duran poco en la heladera, así que procesalas y al freezer. En cambio zapallitos, ajíes, zanahoria, papa, batata, la berenjena, calabaza y cebolla son muy gauchitos. No compres una docena de sandías, no tenés una posada en la playa.
NO SIGAS RUMORES, AUDIOS APÓCRIFOS DE WHATSAPP
Y NO TE DEJES GANAR POR EL MIEDO.
El pánico hace que para evitar el riesgo de quedarnos sin una lata de paté nos hacinemos en esas granja de virus que son los espacios cerrados en los que compartimos toses, salivas y mocos que luego compartiremos con nuestra gente. Un secreto: esa lata de paté, ese paquete de papel higiénico o ese limpiador lo vende el almacén de al lado, la perfumería de a la vuelta o el kiosco de enfrente. Otra cosa: no sigas rumores, audios apócrifos de WhatsApp y no te dejes ganar por el miedo. Es tan peligroso el que le pega al portero que le indica que debe guardar cuarentena como el que toma por asalto una guardia rodeado de ocho familiares porque el nene estornudó una vez.
ÉTICA DEL CUIDADO CONTRA ÉTICA DEL MIEDO
En su sitio de Facebook el profesor de Filosofía Diego Singer cuenta que año pasado su padre estuvo a punto de morir por “una neumonía muy grave producida por el virus de la gripe A”. En primera persona narra su vivencia de hijo cuyo padre pasó “de estar en su casa con fiebre y tos”, a yacer “en coma farmacológico con médicos que te explican que están haciendo todo lo posible, pero no saben si va a ser suficiente.”
Por suerte, su padre tras pasar “quince días intubado” y superar “por un pelo” se encuentra completamente recuperado. Lo que Singer busca advertir es que desde la ciudadanía es necesario “constituir éticas y políticas del cuidado y no confundirlas y reducirlas a éticas y políticas del miedo.”
“Una ética del cuidado se distingue de una ética del miedo porque tiende lazos en lugar de aislarse”, reflexiona Singer.
A diferencia del virus, controlar el pánico depende de nosotros. Y es tan o más importante que el alcohol en gel.
Imagen: Alexa Fotos
*Publicado en Inforegion.
*Es licenciado en Periodismo y en Comunicación Social. Columnista de Inforegión y especializado en medios de industria y economía, es docente de la Universidad del Salvador y titular de Mejor es Posible.
facebook.com/Mepconsultores
facebook.com/cadierno
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La prepotencia se une al pánico
Cartel de ‘Quiero hacer una película’ (Archivo/Cortesía)
LA HABANA.- Después de las “Palabras del Cardumen” —declaración de jóvenes cineastas que dio continuidad a la polémica comenzada entre las instituciones gubernamentales y los creadores y organizadores de la 17 Muestra de cine—, se han sucedido varias críticas de funcionarios y comisarios culturales y muchas muestras de apoyo por parte de especialistas y personas relacionadas con el cine.
El crítico y bloguero Juan Antonio García Borrero no tuvo reparos en confesar su emoción ante ese texto y su respaldo “con las dos manos en alto, porque nos habla del gran capital cívico acumulado en quienes lo suscribieron”.
Después de aquel primer enfrentamiento a partir de la censura contra Quiero hacer una película, el Cardumen vuelve a declararse ahora partiendo de que “nuestro cine se opone al de la falsa esperanza” y de que “no aceptamos zonas de silencio en nuestra historia ni obstáculos para el conocimiento y la representación artística de esta, aun de aquellos sucesos más cuestionables”, pues “el dolor acallado solo genera represión, odio e hipocresía social”.
Después de oponerse a la censura arbitraria, la actuación institucional caprichosa e impositiva, la difamación contra críticos y realizadores, el secuestro de los espacios públicos, la intolerancia ideológica, aseguran que tienen “derecho a participar con nuestra visión en la toma de decisiones” y que “se impone construir un diálogo con las instituciones y sus representantes” pero “a partir de una lógica no autoritaria, patriarcal y paranoide”.
Terminan prometiendo que “encontraremos palabras nuevas, frases nuevas, lenguajes nuevos para contarnos. Pero nunca guardaremos silencio”, y cierran subrayando que dicen estas palabras “a 50 años de los sucesos del Mayo francés y a 5 de la Asamblea de Cineastas Cubanos que daría origen al ya extinto g-20”.
Este último grupo sentó las bases para refundar la institucionalidad del cine cubano, exigiendo una ley de cine, la legalización de la producción independiente y varios reclamos capitales que se han hecho imprescindibles para la salud del arte y la industria cinematográficos.
El Cardumen actualiza ahora esas exigencias, y así sigue ganando apoyo en el mundo del cine y más allá, aunque algunos se preocupan porque esta situación puede prestarse a la irrupción de “injerencias nocivas” y, en definitiva, los vigilantes han dado la alarma por tal conato de revuelta y los inquisidores tratan de imponer lo que algunos dan en llamar la Contrarreforma.
Lo primero es identificar las posibles cabezas de la asonada, y cortarlas, de ser posible. O acallarlas por medio de la descalificación. El muy conocido “asesinato de reputación” no es intentado contra Gustavo Arcos —y otros especialistas que apoyan a los “sediciosos”— por primera vez, pero ahora hacen más evidente aún la sordidez autoritaria.
Tampoco es la primera vez que se ataca a Dean Luis Reyes, pero ahora, por ejemplo, la directora de Programas Culturales del Ministerio de Cultura, Bárbara Betancourt Martínez —tan disgustada por lo que dice el Cardumen— ha declarado a La Jiribilla que aquí “los creadores realizan sus obras en la más completa libertad” y que nadie ha difamado al mencionado crítico de cine.
Claro, según ella, lo que pasa no es que se quiera desacreditar a Reyes. No es que se quiera matar al mensajero por el mensaje que trae. No. Es que el mensajero se lo ha buscado por las malas compañías que se busca: “el vínculo de Dean Luis Reyes con Tania Bruguera, verificado con todas las evidencias”, dice Betancourt Martínez.
Ah, resulta que Reyes y Bruguera colaboraron en “Cine cubano bajo censura”, la muestra del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), en marzo, que recogió filmes prohibidos a lo largo de más de 50 años, desde PM, de Jiménez Leal y Sabá Cabrera, hasta Nadie, de Miguel Coyula. Eso no es colaboración artística, sino complot político, pues, como decretó la Seguridad del Estado, Bruguera no es artista, sino contrarrevolucionaria, como todo el que se le acerque.
Para colmo, en Miami se organizó una muestra, “Rebeldes con causa”, que se inspiró en aquella del MoMA donde Reyes hizo la curaduría, pero que recogió ejemplos de cine independiente, intentando una mirada más amplia, más representativa e inclusiva, con criterio temático más que cronológico, que tampoco gustó en los aposentos de la política cultural.
Ya Dean Luis Reyes venía sufriendo “escarmientos” desde hace rato por cometer la pesadísima e inoportuna fechoría de pensar con su propia cabeza y, luego, escribir lo que pensó para por fin, colmo de agresividad, atreverse a publicar lo escrito. Ya el Viceministro de Cultura Fernando Rojas le había advertido que sus opiniones eran muy molestas.
De hecho, en 2016, Rojas decretó que “cuando se arremete en nombre de confusas nociones ultrademocráticas contra los principios, es fácil equivocar el rumbo. Desde la verborrea anarquizante pudiera darse el paso siguiente: otorgarle al capitalismo un potencial emancipador que por naturaleza es incapaz de tener”.
Ante las críticas de Reyes a los burócratas culturales, Rojas afirmó que “a ellos y a mí nos anima una vocación de servicio, inspirada en un claro compromiso con la Revolución y sus valores. Tenemos criterios, los ejercemos y los defendemos”. Y se atreve el Viceministro: “Dedicamos mucho tiempo a pensar con cabeza propia y nos ufanamos de ello”. Así mismo.
Entre otros, ahora el fustigador es Alexis Triana, también alto funcionario cultural, que ha expuesto nada menos que sus “20 razones para desmontar a Dean Luis Reyes”, entre las cuales hay de todo. Con el tramposo sonsonete de apariencia límpida de Bruno Rodríguez, repitiendo “Falta a la verdad Dean Luis Reyes”… una y otra vez, lo acusa, por ejemplo, de mentir “cuando acusa a La Jiribilla y El Caimán Barbudo de hacer campaña contra los intelectuales cubanos”. Ah.
Hay que ver, en fin, qué sorpresas se trae ahora la política policíaca cultural del gobierno, si, como se comenta, hubiera cambios en la dirección del instituto cubano de cine, que, por desgracia, no será para bien del cine cubano ni de los cineastas, de acuerdo con el principio sagrado de “cambiar lo que deba ser cambiado” para que nada cambie.
Puede parecer que esos funcionarios y burócratas olvidan que tienen un puesto porque hay artistas generando para ellos un trabajo, que debiera ser el de apoyarlos, porque se supone que esas instituciones están para respaldar y difundir la obra de los creadores. Los hechos demuestran cada vez más una realidad muy distinta.
Los oficiales de la policía política —cultural— no pueden publicar textos atacando a Gustavo Arcos o a Reyes firmando “Camilo”, “Michel” o algún otro seudónimo. Sería anacrónico. Por eso existen libelos como los de estos funcionarios. Lo mismo si se los piden sus superiores que si los escriben por propia voluntad, el hecho es que son un brazo represor de ese cuerpo de acoso y derribo de todo lo que signifique, según ellos, el menor peligro para el gobierno.
Como los que apoyen a esos jóvenes cineastas revoltosos. Como esas cartas abiertas y esas irritantes declaraciones colectivas exigiendo algo. “Hasta que no consiga exhibir en La Habana Santa y Andrés no podré decir si los tiempos cambiaron o no”, dice el director Carlos Lechuga. ¿Qué responderán los jefes a esa esperanza de cambios?
La reacción del Tiburón contra los que apoyan al Cardumen da una idea. El autoritarismo terminal que tiene miedo de cualquier mínima transformación real, de la voz propia de los jóvenes y, en fin, de los ciudadanos, nunca busca dialogar de veras, sino solo ganar tiempo en el poder. Lo que vemos ahora es la prepotencia que se hace una con su pánico.
La prepotencia se une al pánico
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19/03/2018
21:30
Me costó recuperarme del ataque de mi mamá. Luego tuve una pelea con A. Fue una semana muy dolorosa. Quise matarme, o morir. (?) Pensé en tomarme mi frasquito de clonazepam.
Luego de ese día uno de mis gatos se perdió por casi un día entero. Lo encontré fallecido el 14 de marzo a las 19hrs.
El 13 de marzo estaba tan mal que no lo busqué, no le vi la gravedad. Lo busqué tan tarde, pienso que de haberlo buscado antes…no entiendo qué le pasó. Si no hubiese hablado con A. Lo odio. Siento mucha rabia, mi gato me necesitó y yo no estuve. Estaba en la parte donde se va el agua… al lado de la llave para regar. Pero estaba tibio, tenía moscas y hormigas. Su pelaje estaba bonito.
No recuerdo bien que hice el 13 de marzo, pero me quería morir. Salí del trabajo, caminé a la psicóloga, luego me fui a mi casa y estaba mal. Mi gato no estaba, grité su nombre en el patio. Nada. Ese fue mi esfuerzo.
El 14 en la mañana me desperté muy tarde, ni salí a buscarlo. De haber salido al patio temprano lo encontraba vivo (?) ¿Y si alguien lo mató? R. dice que mi gato me amaba pero que era su momento. Lo extraño, siento que pude hacer más pero estaba tan mal.
Odio a la gente dañina, siento que tanto dolor mató a mi gato.
Tuve problemas con el rector de mi universidad. Todas sabemos que es un acosador.
Por favor un respiro
El fin de semana con mi mamá hicimos más cosas. Cavamos un hoyo y lo enterramos. Al menos nos unió. ¿Mi gato se tuvo que sacrificar? Me da mucha pena.
Es terrible pensar que la muerte de mi gato, o que mejor dicho cómo luchó por su vida hizo que valorara la mía. Cometí el error de darlo por perdido antes de buscar y de buscar en todo el barrio menos en mi patio. Aun pienso que alguien le hizo daño.
Hoy hablé por audio con T y fue triste. Me decía que era lo suficientemente inteligente para poder entenderme pero yo necesitaba empatía. Obviamente fue nula. No sé si fue una pérdida de tiempo, pero fue desgastante. El desgaste hace que nos dejemos de preocupar por nosotros mismos.
No entiendo cómo nadie se puede imaginar el sufrimiento.En un momento me dijo “no hablamos de víctimas” y yo pensaba, yo lo soy!!!
A veces le deseo lo peor. Que los intenten violar en la calle para que sepan que es el miedo. Qué es sentirse abusado. Los odio y me odio a mí misma.
¿Dónde está mi gato? Se lo llevó mi dolor. O quizás era su momento.
Siento como si tuviera un hoyo en el pecho. O una piedra gigante.
¿Papá por qué abusaste de mí?
¿Gato, por qué te moriste justo ahora?
¿Amigos por qué no entienden?
¿Por qué me abandono o abandoné?
¿Por qué el dolor me ha hecho perder tanto tiempo?
Es como si hubiese tenido los ojos vendados, las manos atadas.
“Centro de apoyo a víctimas de delitos violentos, ministerio del interior” “Carnet de citación”
El día que agendé hora en ese centro fui a la fiscalía. No era mucho lo que se podía hacer.
Empecé a llamar desesperada a todo número que me dieron para ayudarme. Me atendió una persona joven, me escuchó y me agendó hora. Me quería morir.
Me retrasé ese día para encontrarme con S y me reclamó mi retraso, me insinuó unas disculpas, sin mucha empatía. No entiendo nada ¿Cómo le digo? ¡No me digas mal agradecida cuando tengo miedo y me quiero morir!
No me gusta mi vida, pero ahora que estoy un poco más libre me siento aliviada. Me entristece sufrir tanto para lograr sentir ese alivio.
¿Por qué no pude tener amigos comprensivos, contextos más amables?
Me duele el pecho del dolor, al escribir sale a la luz.
En el trabajo tengo esa sensación de que nada me importa. Pero me distrae.
Actualmente me interesa sobrevivir. Sanar. Por mí. Por mi mamá. Por mi gato.
Definitivamente hablar con ese grupo me hace muy mal.
Me anima que con mi mamá estemos bien, a pesar de todos somos un equipo. Mis otros gatos también aunque me da miedo que mueran. Me anima que esté de buen humor.
Creo que le diré al T que no me hable un largo tiempo.
:( quiero mucho ir a ver a la M al sur. Todo duele
Tengo ganas de hacerme Reiki.
La vida sin mis “amigos” de infancia me parece más esperanzadora.
No me gusta ese dolor (literal) en el pecho, es como si me doliera el músculo.
Otra cosa que me duele es que me traten con condescendencia o con prepotencia. Esos “amigos” me dan a entender que sin ellos estoy sola y eso no es cierto. Y me hace mucho daño que me lo digan. Cerdos.¿Y si no tengo muchos amigos, qué? ¿Si soy solitaria, qué? Hijos de puta ¿Y si tengo un par de amigos, qué? Enfermos de mierda.
El día que me escapé de ese Uber en la luz roja supe lo que era el miedo. Sentí que me iba a hacer en los pantalones. Orinar y defecar. Parálisis, llanto e impotencia. ¿Qué mierda sabe alguien que nunca ha sentido eso? ¿Qué mierda sabe de vivir? ¿Qué me van a enseñar esos pendejos de mierda sobre estar bien?
La M me dijo “nunca se sabe que tipo de dolor ese ese, pero quiero ayudar”…”Acompáñame, le dije, es todo.” Nos juzgues el dolor y el miedo a cagarse en los pantalones. Esa es la lección.
Después de ese día me dieron antipsicóticos. Me hizo peor.Pensé conmigo misma internarme, pero era muy caro. Aún hoy en estados de mucho estrés me disocio. Entro en pánico.
Me gustaría que alguien me dijera: “Te necesito”.A veces siento que necesito que alguien me lo diga.
No es justo que solo mi gato me lo de a entender. Ni para él, ni para mí.
Ayer instalé sola mi tele en la pared. Fue sanador.
Me vinieron recuerdos de básica. Cuando quería ser como mi hermano y entrar a un buen colegio. El profe me dijo: “Con esas notas nunca vas a lograrlo”. Me condenó a los 10 años: “Con esas notas no llegas a ningún lado”
La niña abusada no llega a ningún lado.
En algo tenía razón. No llegué al colegio que quería pero fue lo mejor que me pudo pasar. Tener un mal desempeño académico me llevó a una educación más suave. Más sensible. Pero no me protegió de los adultos. Me aterraba cualquier muestra de amor de personas extrañas. La gente adulta decía que miraba feo.
Una profesora me imitó frente a toda la clase. No había nadie para defenderme. No se me ocurrió reclamar.
Lluvia.
La G.
Olor a húmedo.
Amor.
Libertad de ser una niña.
Abusada o no, libre de amar.
Ese instante de amor, que luego fue rechazado, lo recuerdo hasta hoy. Lo guardo como un consuelo hasta el día de hoy. En ese instante lluvioso, ella me quería, yo la quería. Muchos años posteriores seguí esperándola, sobretodo cuando estaba nublado o llovía. Esos lugares de encuentro aún me duelen.
Amores inconclusos, amores cobardes, amores que nunca existieron, amores fantasmales. Ya no espero eso, espero la libertad. La libertad y ese instante de lluvia. Amores sin forma ni valor.
Amores imaginarios
Amores reales.
Amores que quieren justicia y un lugar.
Cada viaje en micro de mi primer año de universidad, esperaba encontrarla. Nunca pasó hasta que años después me la encontré, luego de toda la negación. Nunca sabré por qué dijo eso. Ni esas disculpas vagas y borrachas. Amor sin forma, ni lugar. Yo si te amaba.
Este año se cumplen más años. “Qué es un trauma, que es una idealización, que era una época muy triste, qué te olvides.” Posiblemente si te veo hoy, jamás te encontraría. Pero ese amor sin forma y absolutamente negado, es un consuelo. Consuelo de que quise.
Esas mujeres no salen de mí, y creo que son tesoros, ya no tristezas. Yo en algún momento pude amar, querer. En algún muy breve tiempo me sentí amada.
El otoño y el invierno son así conmigo.
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¿Por que amo a Dios?
Les contare mi historia, les daré mi testimonio, mas específicamente les daré la respuesta del “porque” de muchas cosas, como lo son ¿Porque cambiaste?,¿Porque te la pasas metida en una iglesia?,¿Porque te gusta orar?,¿Porque ya no disfrutas hacer ciertas cosas que hacías antes?
La respuesta es bastante fácil...Conocí a mi papa
Si,pero antes de llegar a ese maravilloso momento de mi vida, les contare como era yo antes.Resulta ser que desde muy pequeña he tenido pequeñas heridas que a medida que paso el tiempo crecieron, a tal manera que su grosor y profundidad no tenían cura alguna.
Aunque cuando era pequeña no eran muy notorias, desde ese momento mi carácter empezó a formase, un carácter el cual no era muy bueno, pues se planto en mi la semilla del orgullo, de la prepotencia, de la dureza de corazón, de la insensibilidad, de la frialdad, etc. Y mientras transcurría el tiempo, esto iba creciendo, se aferraba mas a mi estilo de vida, a mi forma de ser y comencé a crear mi propio castillo de naipes, donde solo importaba yo y mi propio mundo, donde de cierta manera el egoísmo era el que prevalecía, y donde solo importaba lo que yo pensara. En parte si tiene que ver con mi crianza, y con las personas que participaron de ella, no los culpo, porque desde ese momento ya se estaba estipulando un propósito en mi vida.
Fui creciendo y seguía gobernando en ese castillo, que fui construido en la arena prácticamente, pues con esos muros de mala actitud, absolutamente nada se sostendría, resulta que llego una etapa a mi vida a la cual le tengo que agradecer muchas cosas, si, la adolescencia llego como un vendaval a cambiar el curso de mi vida para siempre, pues empezaron a llegar crisis, ansiedades y momentos difíciles pero que hicieron que llegara hasta donde estoy ahora.
¿Cual fue la etapa? fue cuando mi castillo de naipes se derrumbo, fue donde me di cuenta que con mis propias fuerzas no seria capaz de vivir, si , de vivir, porque cuando la depresión esta hablándote al oído, la ansiedad, las crisis nerviosas, el dolor, un trastorno alimenticio, el pánico y el mundo en general te das cuenta, que vivir en la oscuridad es el tope mas bajo, es abrir los ojos y entender que vivir bajo tus propias reglas no es tan confortable como pensabas.
Cuando llegas a una etapa tan critica en tu vida, solo necesitas luz, necesitas a alguien que te escuche, que te comprenda, que te abrace, que limpie tus lagrimas, que se acueste a tu lado cuando no tienes fuerzas de levantarte, que te haga sentir amado, y la persona que me hizo sentir exactamente eso fue...Dios.
Y por ese simple pero tan significante hecho , es que hizo que un corazón dañado, destrozado y partido en muchos pedazos, fuera reconstruido, hizo que una mujer vacía, se sintiera completa, que una persona egoísta, empezara a amar profundamente servir a otros, hizo que una persona cambiara su mala esencia para convertirse en un aroma agradable. Enseño a una mujer sin ilusiones a creer y seguir soñando a pesar de las circunstancias. Esa persona fui yo, y no soy ni la primera ni la ultima en experimentar este cambio de vida, tu también lo puedes hacer, corre a los brazos del Padre, pues te están esperando, quiere armar esas piezas rotas, quiere hacerte una nueva criatura... ¿Te acuerdas que al comienzo mencione unas heridas sin cura alguna?,pues encontré mi remedio, mi antídoto, encontré la cura de ese dolor. Y anhelo de corazón que puedas hallarla también, por esa razón te cuento esto
No dejes pasar esta oportunidad...Créeme no te arrepentirás.
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Sueños: Él
Pues no se, estos sueños me coparon y pienso escribirlos, cuestión que es mi tumblr y escribo lo que quiera
Era la salida del colegio, la esquina estaba completamente llena de gente, por algún motivo que escapa a mi razón yo está en la esquina del frente con Martina, y el estaba ahí delante nuestro, llevaba el uniforme y se había detenido por el semáforo en rojo, nos sonrío, no se porque en el sueño me gustaba su sonrisa, Martina se acercó a saludarlo y me tiro tras de sí, el la envolvió en un abrazo y le dio un beso en la mejilla, aunque seguía en su linda moto negra, luego Martina me dice "Salúdalo boluda", a lo que obedezco, bajo a la calle y me acerco a darle otro beso en la mejilla, imitando enteramente a Martina, cuestión que el también me abraza pero quedo de espaldas a el, intento darle un beso en la mejilla algo nerviosa por su mano en mi cintura, elevo el rostro y con ello la vista para acercarme a él, dañando un poco mi visión por el sol del mediodía, pero algo sale mal, el corre un poco el rostro y nos besamos, entró en pánico tratando de soltarlo, tiene novia, pero el me aferra más cerca y profundiza el beso, estoy de piedra, el jamás había sido mi crush, incluso lo odiaba un poco, pero ahí estábamos besándonos en medio del tránsito, y el semáforo no cambiaba más.
Quizás me haya despertado un poco después de eso, pero al toque volví a dormir y el seguía ahí , en mis sueños.
Estábamos en el colegio y el agarraba mi mano, yo me asustaba y se la soltaba pero el volvía a agarrarla, entonces le digo "¿En serio queres que te vean conmigo?" A lo que el me responde "¿No es algo que te gustaría?", lo miró sonrojada y continúo "Pero a vos no, no te conviene".
El se detiene y me mira, "Pues quiero que me vean con vos" me sujeta la mano más fuerte y entramos al salón o al patio no recuerdo, yo lo sigo apresurada, pero no veo a nadie, solo lo miro a él , "Y quiero que nos vean así" continúa, para darse media vuelta, agarrar mi cintura y volver a besarnos, pero esta vez dura un poco más que antes, recuerdo pensar que me convenía mucho salir con él, así me quitarían la etiqueta de lesbiana que me puse sola, recuerdo pensar eso porque el no me gustaba, en la vida real no me gusta, lo odio.
Seguíamos besándonos y comienza a bajar su mano hacia mis glúteos, recuerdo haber pasado por la misma situación por tres personas antes, a ninguno lo había dejado, pienso en subir su mano pero dejó que baje, me aprieta fuerte pero delicadamente, entonces si subo su mano, no quiero ser como Tatiana que se deja toquetear por cualquiera y me alejo de el , creo ver a la monja venir hacia nosotros, es la hermana Mery, me avergüenzo intensamente y meneó la cabeza para ocultarme tras mi cabello.
Otro intervalo donde supongo estuve semi despierta, pero el sueño continúa
Estábamos en el lugar secreto del colegio, ese que muy pocos conocen, están las camas dispersas y yo entro lentamente recordando momentos con los animadores en aquel lugar ( momentos que no existieron), recordando a Felices saliendo por la puerta al balcón (que tampoco existe), el me mira sentado desde la cama con sábanas rosas, "¿Conoces este lugar?" , asiento "Vinimos un par de veces con Santi, y Felices me contó que estaba aquí, Franco me enseñó cómo entrar " le digo sin mucha preocupación , "Todos mis amigos y yo conocemos este lugar, nadie más " dice, yo sonrío "Es la guarida secreta".
Luego voy a la cama con el, nos acostamos sobre las sabanas y el me abraza, le pido que me bese y el me dice que yo soy la cagona que nunca se anima a terminar un beso de verdad, me siento algo estupida al recordar a su ex novia, con más experiencia y de su misma edad, le digo que soy más chica, pero después me callo , el ya sabe eso, entonces soy sincera.
"¿Sabes lo qué pasa? No entiendo qué haces conmigo, no soy linda, ni delgada, ni seductora, ni inteligente, ni divertida, no soy nada de lo que te mereces, vos sos mucho para mí", cuando todo eso sale de mi boca me doy cuenta de que no es lo que iba a decir, iba a decirle que lo odio, que odio que por su culpa haya llorado aquella vez, que odio lo competitivo que es, que odio lo inteligente que es, que odio que siempre esté superándome y ganándome sin esfuerzo alguno, que odio que a su lado nunca voy a ser la mejor, que odio estar comparándome siempre con el, que odio su soberbia y prepotencia, que lo odio y ya, pero eso no me sale, no es lo que quiero decir en el sueño, en el sueño me siento muy poco para el y lo admiro , quizás esa sea la realidad de las cosas también.
"Córtala con tu autoestima baja" me dice," estoy con vos porque quiero estar con vos desde hace mucho tiempo, lo del otro día en la salida, había planeado todo con Martina para que saliera bien, simplemente me gustas y te aseguro que eres todo eso que dices no ser"
Eso es todo lo que necesito para besarlo profundamente, a veces las personas necesitamos un par de elogios, a veces necesitamos sentirnos amados realmente, y el me hacía sentir querida, muy querida, me aferro con fuerza a el y su mano regresa a mis glúteos, dejo que me toque y lo beso más apresurada, siento que lo quiero mucho, hasta siento que lo amo, que amo su forma de ser, que amo todo lo que odio de el , siento que estoy segura ahí con el , me siento bien, me siento feliz.
Pero despierto y recuerdo que no lo amo, que no me gusta, apenas lo conozco, pero quizás tampoco lo odio, quizás jamás dejé de admirarlo, lo recuerdo tocando la guitarra con esa canción tan bonita que había escrito para su novia, yo sé que éramos muchos a su alrededor, pero el sueño afecta mi memoria y nos veo a los dos solos, sentados sobre el piso fresco, mientras la poca luz que entra lo vuelve todo sobras y cabello oscuro , se me ocurre que es lindo y que le falta algo a la vez, no se, ya ni sé que siento por el, solo sé que me pone nerviosa y que perdí toda oportunidad con el hace mucho tiempo, esa vez que lloré, la perdí completamente , quisiera tener otra pero realmente no sabría qué hacer con ella, entonces resuelvo que no lo odio, ni me gusta, que simplemente está ahí y tiene esa capacidad de ponerme nerviosa pero nada más , no dejaré que sea algo más .
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gangrena caos Elgar suspenso explosión
Los nidos de procesionaria se están inflando como pupas idiotas de algodón gangrenado. Los blancos escrotos oscilan al viento pegados a las ramas de los pinos, y por mucho que pienso no consigo encontrar el objeto a las asquerosas orugas, su articulación en la maquinaria de la naturaleza; son un error lamentable del caos de la materia. Su ciclo reproductivo me es completamente ajeno, no tengo ninguna intención de averiguarlo salvo para impedirlo. El mes que viene empezarán a eclosionar, y derramarán de nuevo las filas de diminutas mierdecitas desorientadas sobre el asfalto, sin dirección ni momento definido, que me provoca pánico pisar.
El sábado en una tienda de maquetas, figuras diminutas de prostitutas, del tamaño de un pulgar, esperaban en un expositor captar la atención de algún comprador despistado. ¿Qué clase de aficionado le pone putas a su maqueta? O lo que es peor, ¿qué clase de maqueta lleva prostitutas? ¿Existen maquetas con burdeles? Mejor lo dejo aquí.
Vi Penda’s Fen, por fin. Rara de narices. Tremendamente inglesa, anclada firmemente en las raíces de la sociedad de la época. Y muy rupturista por eso. Muy conceptual: Elgar, la religión, la brujería, el paganismo, la homosexualidad, la patria, el maltrato, la identidad, etcétera, etcétera, etcétera. Me esperaba algo más centrado en el fantástico, pero mereció la pena, es singular y buena.
Sigo con el Quijote. Muy divertido. Y sigo detectando comportamientos de aquí y ahora a cada página: la miseria, la mentira, la chulería, la prepotencia, el chismorreo…
Ayer empecé a publicar una serie de entradas en el blog sobre la Weird Fiction. La primera introductoria, la segunda sobre el significado de weird, y la tercera, que espero sacar los próximos días, sobre la traducción de “weird fiction”. Estoy aprendiendo. Parece que la cosa va avanzando.
Aquí pongo el link, por si interesa:
https://www.bernardjleman.com/blog/
Una muy buena idea sobre una historia que tenía en la cabeza, llena de tópicos, que, consecuentemente, no sabía cómo desarrollar. La idea es una puta locura, pero supone un chute de combustible imposible de ignorar. Apuntado queda para cuando le llegue el turno.
Alguna otra idea para relatos breves. He comenzado a escribir uno, “Voces en la noche” de título provisional, que forma una especie de díptico con otro que envié a un concurso, los dos en segunda persona.
Semana muy ajetreada en la Macchina. Histeria, quejas, lloros, patetismo, gritos, descontrol, caos. Me pregunto si la nave tardará mucho en reventar y cómo se deformarán los
Suspenso.
En compensación, una foto de una explosión al amanecer.
Buenas noches.
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𝙃𝙄... 𝙃𝙊𝙂𝙒𝘼𝙍𝙏𝙎 ; #francxsc #Act02HP #HogsmeadeP Francesc era sencillo de impresionar con cosas que le resultaban desconocidas aún para su joven mente, o tan solo descubriendo la verdadera naturaleza de relatos que escuchaba de su padre cuando se encontraba en casa, o su madre cuando no paraba de hablar estando ambos en la cocina preparando cualquier tipo de merienda para él; o bien, de su hermano en los últimos dos años cuando regresaba en vacaciones con cientos de historias nuevas para el joven metamorfomago, todas sobre lo increíble y misterioso que era Hogwarts. La grandiosa Hogwarts. —Y entonces, ¿de verdad es tan grande? ¿tan mágico? ¿tan… genial? —Lo es. —respondía Jonah, seguro y firme; el pequeño Cesc no creía. Hace unos meses, había recibido su carta de Hogwarts (y vaya alivio el que sintió porque pensó que quizá no la obtendría); obligándolo a hacer sus compras rutinarias para cualquier chico de primer año, obteniendo así su añorada varita y cosas más que siempre deseó fuesen propias y no las recicladas por su familia. Ahora, en este mismo instante yacía subido al tren que lo llevaría a su colegio de magia y hechicería, donde se encontraba pegado como garrapata a su hermano por temor de que preguntaran muchas cosas de él y su naturaleza de metamorfo. No era que se avergonzara, tampoco que se creyera a sí mismo un fenómeno; pero él sencillamente no podía hablar con las personas. A diferencia de cómo era con su hermano mayor, Cesc era un libro cerrado con cerradura de última generación encerrado en un baúl dentro del sótano de la casa más remota en el mundo. No dejaba a nadie acercarse porque le era difícil comunicarse, tampoco le gustaría que vieran cómo su cabello cambiaba de color sin él poder controlarlo al punto de llamarlo inútil. Se quería a sí mismo con toda y su naturaleza extraña (porque ser metamorfo tampoco es que fuese muy frecuente), pero no quería que nadie más se acercara debido a que él no sabía ser social. Su soledad y su hermano eran su única compañía; era funcional para él. Llegó el momento en que el tren se detuvo, las palabras de su hermano diciendo “debemos ir separados ahora, los de primer año van por su propia cuenta en las canoas” ¿Canoas? ¿Era en serio? Cesc se negaba, odiaba la idea; pero sabía que nada podía hacer, nada además de un pequeño berrinche que bien podría descolocar y hacer enojar a su hermano mayor porque de por sí estuvo lejos de sus amistades por cuidar del infantil menor que tenía por hermano. “Sonríe y habla, no te ha comido la lengua ningún animal hasta donde sé” Muy gracioso, su hermano lo era. Sin poder poner más resistencia, lo aceptó, saliendo del vagón tras su hermano para encontrarse con un hombre gigante (a la perspectiva de cualquiera) llamando por los alumnos de primer año para que se acercasen a él. Tragó saliva, quizá sería más difícil de lo que pensaba. La época llamaba a comienzos de otoño y aires fríos, por lo cual, el gorro que llevaba puesto era perfecto para ocultar su cabello y evitar posibles burlas debido al poco control que tenía en sí mismo; así que, acomodándolo mejor, dio unos pasos hasta acercarse al gigante barbudo y colocarse a un lado de él tras asentir la pregunta de “¿eres de primer año?”. Un rato después había logrado subirse a una canoa sin caer o hacer una bobería, típicas torpezas de un niño como él; y estaban navegando sin el más mínimo esfuerzo a través de lo que deducía era el gran lago del que Jonah muchas veces le contaba. —Dicen que dentro de este lago hay una bestia gigante, enorme, ¡espantosa! —habló un niño de su misma canoa; era rubio y la prepotencia le brotaba de cada poro. —¿De verdad? Yo he escuchado que hay sirenas y grindylows, no una bestia gigante. —alguien más se le unió, poniendo de pelos a Cesc quien solo bajaba aún más su gorro como si quisiera esconderse. —Puede ser, solo hay una manera de averiguarlo… una noche vendré a investigarlo yo mismo. —¿No te daría miedo? Digo… los grindylows son espantosos. —¿Miedo? ¿Yo? ¡Nunca! ¡Incluso capturaré uno! Inevitablemente, Cesc rodó los ojos. Sabía lo imposible que era eso, no por nada se había manteniendo leyendo muchos libros sobre criaturas mágicas en el despacho de su padre, quería estar informado antes de parecer un ignorante. Además, amaba a cada una de las bestias mágicas. El tiempo transcurrió más lento de lo que esperaba, las ansias le comían la boca del estómago al solo poder visualizar desde su transporte las luces iluminando todo el castillo (o su mayoría), escuchando parloteos viniendo desde los pasillos y algo que, desde su posición, lucía como el gran salón del que había escuchado cientos de veces gracias a su familia. Ansiaba, añoraba poder pisar ahí y saber de una vez por todas a qué casa pertenecería. ¿Slytherin como Jonah? ¿Ravenclaw como su madre? ¿Hufflepuff como su padre? ¿O terminaba siendo la sorpresa y acaba en las filas escarlatas? Interesante sería, pero pánico le daba. Por fin, llegaron a las bases del castillo tras volver a tener el mayor cuidado de no cometer una torpeza al bajar de la canoa, habían caminado un tramo hasta llegar a las faldas de la imponente construcción y ahí les esperaba un viejo que a leguas se notaba que tenía resentimiento con la vida, y, ¿por qué no? Resentimiento con los recién llegados. Filch, supuso, por los relatos que escuchaba de su hermano. Éste, les hizo avanzar por unas escaleras inicialmente, siendo Cesc el primero en quedarse atrás al detenerse a observar la estructura del medieval edificio. Y no mentía cuando decía que era gigante, asombroso y… antiguo. Muy antiguo para alguien como Francesc que admiraba la tecnología muggle. —¡Eh, niño! ¡No te quedes atrás! —¡V-voy! Corrió lo más que pudo, alcanzando pronto al grupo de otros treinta y nueve niños más que lucían igual de desesperados como él por conocer qué sala común les recibiría esta noche. Si Cesc no tuviese cuidado, estaría dando el show de su vida a sus próximos compañeros con el cambio de color en su cabello, de celeste producto de los nervios a un púrpura adjudicado al pánico de ser observado. Amaba su gorro, lo amaba más que nunca en este instante. Siguieron recorriendo el castillo por escaleras y algunos pasillos más amplios que su propia habitación, más largos que las distancias que recorría cuando salía a explorar los territorios de su casa; no lo creía, Hogwarts era gigantesco, y lo amaba; lo amaba porque significaba que tenía muchos sitios a los que ir en sus tiempos libres, sitios para recorrer, investigar, curiosear, cotillear. Porque venga, se sabe que Cesc es más curiosidad que cualquier otra cosa. Y por fin, sin el enano darse cuenta, ahí estaban. Frente a él se imponían dos grandes puertas que impedían el paso de un sonido de multitud, donde seguramente estaría su hermano y todos los demás estudiantes residentes en el castillo. Además, frente a ellos, permanecía en pie firme la profesora McGonagall con su muy notoria avanzada edad, pero siempre imponiéndose ante el pequeño ejército de jóvenes magos. —Buenas noches, jovencitos. —inició su corto discurso con el que daría las indicaciones previas al ingreso dentro del recinto donde les esperaban con ansias para asignarles sus casas. Y a Cesc le temblaban las rodillas, no solo por los nervios de saber en qué casa quedaría, sino, también porque temía que su gorro volara y quedara expuesto antes los ojos de (más o menos) doscientos cuarenta personas. ¿Qué haría? ¿Correr? Tragó saliva y prestó mayor atención a lo que la profesora decía, en vano, porque quedó su atención fija en los pequeños detalles de las enormes puertas, de las columnas, de los pasamanos de las escaleras más cercanas; distraído como él, nadie, ni siquiera en un momento tan importante podía guardar la atención debida. —… así que yo entraré primero, y en cuanto se abran las puertas, lo harán ustedes, ¿entendido? —Entendido, profesora. —todos en coro, todos menos él quien abrió los ojos como platos al darse cuenta de que, sí, sería como una oveja perdida una vez ingresara al comedor. No sabría qué hacer. La profesora se fue y él quedó en el aire. ¿Qué es lo que había dicho? Escuchó algo de un sombrero, pero eso lo sabía, escuchó algo de caminar hacia el centro… también algo de esperar a que las puertas abrieran y luego… y luego no escuchó nada más. Ni siquiera tendría el valor de preguntarle a alguien, no había abierto la boca desde que se despidió de su hermano en los vagones, hace quizá una hora atrás. Cesc era el único niño de once años con la capacidad de guardar silencio todo el día si no se sentía cómodo para hablar, definitivamente. El sonido de una cerradura vieja moverse captó por completo su atención, asustándolo, podía sentir su cabello cambiarse, aunque no sabía si estaría de un amarillo preso de las ganas de vomitar o púrpura. Las puertas ahora estaban abiertas de par en par, cientos de pares de ojos giraron en curiosidad a ver a los nuevos reclutas (y el metamorfo se sentía una presa frente a una cantidad exagerada de cazadores esperando para comerlo vivo). Todo el grupo avanzó de una sola vez, chocando unos con otros, siendo él quien espero a que todos pasaran porque desde un inicio tenía claro que odiaba las multitudes desordenadas; de paso, veía a los alrededores en búsqueda de su hermano, lo que era difícil con la cantidad de estudiantes ahí dentro. Pasó el tiempo y la selección terminó, ¡era un león! Vaya sorpresa saber que en su hogar había un miembro de cada casa, seguramente nadie esperaba que el enano temeroso de Francesc acabara en la casa de los valientes, ¿ironías? El banquete había sido, sin duda, lo que más disfrutó, siendo la única razón por la que el nuevo escarlata se permitió abrir la boca: para comer. Aun así, no pudo evitar preguntas por parte de los antiguos alumnos, como, “¿Cuál es tu nombre?” “¿Tus padres son magos o muggles?” o expresiones tales como “¡Es hermano de Jonah de Slytherin!” y claro, lo que más temía: “¿Por qué llevas un gorro? No hace tanto frío como para vestir uno.” Se asustó mucho, demasiado, no quería revelar su naturaleza aún, y casi podía declarar lealtad al prefecto que le salvó con un “No lo molestes y déjale comer en paz, Smith”. Le salvó la vida, al menos esa noche. Tras terminar el banquete, se levantó de su banqueta esperando encontrar a su hermano al menos por un momento, encontrándose con que este ya estaba esperándolo al pie de las enormes e intimidantes puertas. Sin más, corrió en búsqueda de aquella zona de confort que obtenía en compañía de su hermano. —Así que un león, ¿eh? —el mayor arqueó una ceja, notablemente sorprendido. —¡Somos enemigos ahora, Jonah! —No te tomes esas rivalidades en serio, después de todo, seguimos siendo hermanos, enano. El mayor amenazó con quitarle el (para el más alto) molesto gorro que Cesc llevaba, el metamorfo moviéndose antes al tomar práctica de todas las veces que lo intentó dentro del tren, ya que este no comprendía la intención de ocultar algo maravilloso de ser lo que el menor de los Lee era. —Eso no quita que le ganaremos a tu casa en los puntajes. —Sí, claro. La voz de su anterior salvador alertó a ambos, puesto que, como prefecto, era su deber llevar a los de primer año a la sala común, dirigiéndoles en el camino y enseñándoles la contraseña de la Señora Gorda. —Te esperan, ve y haz amigos, por el amor a la magia. —Nunca. —el Gryffindor se rió de su hermano antes de partir hacia sus nuevos compañeros, una vez más, rehuyendo del intento de su hermano por quitarle el odiado gorro. Se juntó con el grupo cerca del prefecto con quien pensaba podría llevarse bien, ahora, mucho más animado tras pasar las pruebas más difíciles (o eso creía). Unas últimas indicaciones y el prefecto les hizo seguirlo a través de un pasillo que llevaba a lo que parecía el centro de toda la infraestructura, puesto que ahí, hacía arriba, estaban las escaleras que se movían cuando querían. Una última advertencia del líder a los nuevos, antes de seguir y dirigirse al metamorfo quien iba diligentemente a su lado. —Pensé que no te vería reírte o hablar con nadie hasta dentro de semanas. Las cosas cambian cuando están en familia, ¿no? —Francesc se vio sorprendido, no pensó llamar tanto la atención del prefecto como para que llegase a comentarle algo del cambio de sus actitudes. —Yo… bueno, me cuesta mucho hablar con personas desconocidas. —Es entendible… pero dime, ¿puedo preguntar sobre qué hay debajo de ese misterioso gorro? —ahora sí, el menor se asustó, no quería mostrarse ante nadie; aunque agradeció de sobremanera que el otro entendiera su lenguaje físico— Si no quieres decirlo, esperaré a que tengas confianza. Soy Ethan MacClain y estaré listo a ver los secretos bajo la tela. —Yo soy Francesc Lee y… quizá tendrás que esperar un poco. El mayor se encogió de hombros en aceptación a las palabras del nuevo, concentrándose ahora sí en el camino que debía enseñar al resto de su mini ejército de cachorros de león. Por su parte, Francesc estaba algo aturdido. Entre miles de caminos que veía y quería seguir en ese instante porque le llamaban la atención, las palabras de Ethan y claro, el hecho de que ahora estaría la mayor parte del tiempo conviviendo con personas que en su vida había conocido. Quizá… solo quizá, pensaría en los consejos de su hermano. Por el amor a la magia, haz amigos, Cesc.
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La censura de los censurados
‘Santa y Andrés’ junto a su director, Carlos Lechuga (Facebook)
LA HABANA, Cuba.- La censura que ejerce el régimen cubano sobre la expresión artística es severa y ocupa el núcleo duro de su política cultural, pero no puede ser ya tan hermética como en los años 70 y, además, tiene que lidiar con el asunto de la imagen del propio régimen, pues permitir ciertas críticas puede servir para exportar una apariencia muy útil de tolerancia y hasta de reformismo.
Por eso la censura no tiene un manual de instrucciones para aplicar fríamente a cada obra de arte o declaración de artista —pues, además de lo que este haga, está también lo que diga—, sino que es una reacción que depende de diversos factores en cada caso y que, incluso, puede variar y ceder ligeramente, como ocurrió con el documental Fuera de liga, de Ian Padrón.
Fresa y chocolate, hace más de veinte años, no fue bien vista por la censura, pero sirvió para mejorar la fotografía de la revolución y, en definitiva, no se mostró mucho al público cubano. Ahora, con Santa y Andrés, la segunda película de Carlos Lechuga —que tiene cierta semejanza con el filme de Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, pero va más allá y no endulza la píldora—, se nos viene a recordar con crudeza quién cree tener la última palabra.
Melaza (2012), primer largometraje de Lechuga, casi fue excluido del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, pese al reconocimiento en otros festivales del mundo, experiencia que llevó al cineasta a indagar en la censura y la represión que se denuncian en documentales como Conducta impropia, de Néstor Almendro y Orlando Jiménez, y Seres extravagantes, de Manuel Zayas.
De ahí su segundo filme, Santa y Andrés, sobre el hostigamiento que sufre un escritor gay y contestatario que decidió permanecer en Cuba, pero que en los 80 no pudo soportar más y escapó del país. La película recorrió muchos eventos de Europa y las Américas, pero la mano peluda no se limitó a excluirla del último Festival habanero de cine y se extendió nada menos que hasta el corazón cultural de Estados Unidos.
Allí, la directora ejecutiva del Havana Film Festival de Nueva York, Carole Rosenberg, declaró que “sin que mediaran presiones de las autoridades cubanas”, había decidido excluir Santa y Andrés de la competencia oficial para no participar en “chismes políticos” y que el evento “permaneciera lo más apolítico posible”. Parecía una broma de mal gusto, pero era cierto.
Ese festival comenzó en el año 2000 gracias a la organización American Friends of The Ludwig Foundation of Cuba, que apoya a la Fundación Ludwig cubana, supuestamente “una institución cultural y artística no gubernamental, autónoma y sin fines de lucro en La Habana”. Toda una ONG. Este año, entre varios actores y directores cubanos, había sido invitado Carlos Lechuga con su nuevo filme. Y también el escritor y político Miguel Barnet.
Como se ha comentado, y resulta evidente —aparte de cualquier llamada desde el Instituto de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC)—, la Fundación Ludwig y Miguel Barnet tienen un papel muy importante en este iracundo acto de censura del régimen cubano que ha alargado su alcance hasta una ciudad donde la libertad y la pluralidad son norma, despertando la protesta de reconocidos críticos, artistas y entidades, no solo de cineastas.
Ya el director del ICAIC, Roberto Smith, había advertido que Santa y Andrés “presenta una imagen de la Revolución que la reduce a una expresión de intolerancia y violencia contra la cultura, hace un uso irresponsable de nuestros símbolos patrios y referencias inaceptables al compañero Fidel”.
Miguel Barnet compartió ese veredicto y cumplió su misión, aunque siempre ha asegurado haber sufrido mucho durante el llamado “quinquenio gris” que “para algunos fue un quinquenio visto con benevolencia, pero para otros —como para mí— fue un decenio negro”. Ese ostracismo no le dejó ninguna huella de rencor, dice él. ¿Y qué le dejó? ¿Acaso la convicción de que otros deben sufrir lo mismo?
El alto funcionario gubernamental no se considera “un escritor puro”, sino “algo así como un híbrido de halcón y jicotea: veo desde lo alto de las cumbres inasibles y expurgo en lo más raso de la tierra para recoger la savia y despejar los caminos de los residuos y el estiércol”. Más aún, confiesa: “Yo soy el que anda por ahí empujando un país. Con grandes piedras del camino y mis zapatos gigantes, he ido poco a poco empujando un país”.
Parece una broma de mal gusto, pero lo dice seriamente: “Contra los grandes vientos y la noche que chirría en sus goznes, he hecho lo indecible por empujar un país”. Y qué importan los otros: “Perdonen si no escucho las quejas de mis contemporáneos. Yo no puedo hacer otra cosa que seguir empujando un país”. Pobre país que debe ser empujado y arrastrado por encima de su gente, cuyas quejas no valen.
Para Carlos Lechuga lo más importante es que la gente vea su película. Y eso ocurrirá, porque ya todos vemos lo que queremos ver, aun con dificultades como la censura. Pero no en los cines. Para los que creen que en Cuba ocurren transformaciones, el director ha dicho que “hasta que no consiga exhibir en La Habana Santa y Andrés no podré decir si los tiempos cambiaron o no”.
El pasado día 15, un gran operativo de la Seguridad del Estado y la policía bloqueó el tráfico en la calle 10 entre 13 y 15, en El Vedado, para impedir la proyección en la Casa Galería El Círculo del documental independiente Nadie, de Miguel Coyula —premiado director de Cucarachas rojas y Memorias del desarrollo—. Basado en la vida y opiniones del poeta Rafael Alcides, Nadie fue laureado como Mejor Documental en el Festival de Cine Global Dominicano.
No sé si esto es un gesto de pánico o de prepotencia, pero creo que puede dar una idea a Lechuga, y a todo el que quiera saberlo, de cuáles son los vientos que soplan en el país.
La censura de los censurados
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Sueños: Él
Pues no se, estos sueños me coparon y pienso escribirlos, cuestión que es mi tumblr y escribo lo que quiera
Era la salida del colegio, la esquina estaba completamente llena de gente, por algún motivo que escapa a mi razón yo está en la esquina del frente con Martina, y el estaba ahí delante nuestro, llevaba el uniforme y se había detenido por el semáforo en rojo, nos sonrío, no se porque en el sueño me gustaba su sonrisa, Martina se acercó a saludarlo y me tiro tras de sí, el la envolvió en un abrazo y le dio un beso en la mejilla, aunque seguía en su linda moto negra, luego Martina me dice "Salúdalo boluda", a lo que obedezco, bajo a la calle y me acerco a darle otro beso en la mejilla, imitando enteramente a Martina, cuestión que el también me abraza pero quedo de espaldas a el, intento darle un beso en la mejilla algo nerviosa por su mano en mi cintura, elevo el rostro y con ello la vista para acercarme a él, dañando un poco mi visión por el sol del mediodía, pero algo sale mal, el corre un poco el rostro y nos besamos, entró en pánico tratando de soltarlo, tiene novia, pero el me aferra más cerca y profundiza el beso, estoy de piedra, el jamás había sido mi crush, incluso lo odiaba un poco, pero ahí estábamos besándonos en medio del tránsito, y el semáforo no cambiaba más.
Quizás me haya despertado un poco después de eso, pero al toque volví a dormir y el seguía ahí , en mis sueños.
Estábamos en el colegio y el agarraba mi mano, yo me asustaba y se la soltaba pero el volvía a agarrarla, entonces le digo "¿En serio queres que te vean conmigo?" A lo que el me responde "¿No es algo que te gustaría?", lo miró sonrojada y continúo "Pero a vos no, no te conviene".
El se detiene y me mira, "Pues quiero que me vean con vos" me sujeta la mano más fuerte y entramos al salón o al patio no recuerdo, yo lo sigo apresurada, pero no veo a nadie, solo lo miro a él , "Y quiero que nos vean así" continúa, para darse media vuelta, agarrar mi cintura y volver a besarnos, pero esta vez dura un poco más que antes, recuerdo pensar que me convenía mucho salir con él, así me quitarían la etiqueta de lesbiana que me puse sola, recuerdo pensar eso porque el no me gustaba, en la vida real no me gusta, lo odio.
Seguíamos besándonos y comienza a bajar su mano hacia mis glúteos, recuerdo haber pasado por la misma situación por tres personas antes, a ninguno lo había dejado, pienso en subir su mano pero dejó que baje, me aprieta fuerte pero delicadamente, entonces si subo su mano, no quiero ser como Tatiana que se deja toquetear por cualquiera y me alejo de el , creo ver a la monja venir hacia nosotros, es la hermana Mery, me avergüenzo intensamente y meneó la cabeza para ocultarme tras mi cabello.
Otro intervalo donde supongo estuve semi despierta, pero el sueño continúa
Estábamos en el lugar secreto del colegio, ese que muy pocos conocen, están las camas dispersas y yo entro lentamente recordando momentos con los animadores en aquel lugar ( momentos que no existieron), recordando a Felices saliendo por la puerta al balcón (que tampoco existe), el me mira sentado desde la cama con sábanas rosas, "¿Conoces este lugar?" , asiento "Vinimos un par de veces con Santi, y Felices me contó que estaba aquí, Franco me enseñó cómo entrar " le digo sin mucha preocupación , "Todos mis amigos y yo conocemos este lugar, nadie más " dice, yo sonrío "Es la guarida secreta".
Luego voy a la cama con el, nos acostamos sobre las sabanas y el me abraza, le pido que me bese y el me dice que yo soy la cagona que nunca se anima a terminar un beso de verdad, me siento algo estupida al recordar a su ex novia, con más experiencia y de su misma edad, le digo que soy más chica, pero después me callo , el ya sabe eso, entonces soy sincera.
"¿Sabes lo qué pasa? No entiendo qué haces conmigo, no soy linda, ni delgada, ni seductora, ni inteligente, ni divertida, no soy nada de lo que te mereces, vos sos mucho para mí", cuando todo eso sale de mi boca me doy cuenta de que no es lo que iba a decir, iba a decirle que lo odio, que odio que por su culpa haya llorado aquella vez, que odio lo competitivo que es, que odio lo inteligente que es, que odio que siempre esté superándome y ganándome sin esfuerzo alguno, que odio que a su lado nunca voy a ser la mejor, que odio estar comparándome siempre con el, que odio su soberbia y prepotencia, que lo odio y ya, pero eso no me sale, no es lo que quiero decir en el sueño, en el sueño me siento muy poco para el y lo admiro , quizás esa sea la realidad de las cosas también.
"Córtala con tu autoestima baja" me dice," estoy con vos porque quiero estar con vos desde hace mucho tiempo, lo del otro día en la salida, había planeado todo con Martina para que saliera bien, simplemente me gustas y te aseguro que eres todo eso que dices no ser"
Eso es todo lo que necesito para besarlo profundamente, a veces las personas necesitamos un par de elogios, a veces necesitamos sentirnos amados realmente, y el me hacía sentir querida, muy querida, me aferro con fuerza a el y su mano regresa a mis glúteos, dejo que me toque y lo beso más apresurada, siento que lo quiero mucho, hasta siento que lo amo, que amo su forma de ser, que amo todo lo que odio de el , siento que estoy segura ahí con el , me siento bien, me siento feliz.
Pero despierto y recuerdo que no lo amo, que no me gusta, apenas lo conozco, pero quizás tampoco lo odio, quizás jamás dejé de admirarlo, lo recuerdo tocando la guitarra con esa canción tan bonita que había escrito para su novia, yo sé que éramos muchos a su alrededor, pero el sueño afecta mi memoria y nos veo a los dos solos, sentados sobre el piso fresco, mientras la poca luz que entra lo vuelve todo sobras y cabello oscuro , se me ocurre que es lindo y que le falta algo a la vez, no se, ya ni sé que siento por el, solo sé que me pone nerviosa y que perdí toda oportunidad con el hace mucho tiempo, esa vez que lloré, la perdí completamente , quisiera tener otra pero realmente no sabría qué hacer con ella, entonces resuelvo que no lo odio, ni me gusta, que simplemente está ahí y tiene esa capacidad de ponerme nerviosa pero nada más , no dejaré que sea algo más .
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