#LHjalowin2023
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🎃 Noche de Brujas 🦇
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Luna llena (Argenmex; AU)
Esto no estaba planeado, pero forma parte del mismo AU de hombres lobo que Balas de plata y Transformación, así que recomiendo leer esos dos primero.
Luna llena
Ser un hombre lobo es algo muy diferente a lo que Martín esperaba. Había imaginado que los cambios sólo se notarían en su resistencia física y en sus sentidos más agudos, o en la transformación que ocurría cada luna llena, pero iba más allá. Estaba preparado para descubrir qué tan distintos serían los aromas, los sonidos y los colores, o para correr a gran velocidad o tener una fuerza sobrehumana. Pero nada, absolutamente nada, lo había preparado para sentir el poder que la luna ejercía sobre él.
Es incapaz de describir lo que siente en ese momento. Es una mezcla de dolor y temor: dolor porque su cuerpo intenta adoptar otra forma, y sus músculos se reacomodan de manera dolorosa pero sin llegar a completar del todo el cambio. Siente que su cuerpo es demasiado pequeño para sí mismo y quiere correr, alejarse lo más que pueda, llegar a un lugar abandonado y solo aullar, aullar, aullar.
Tiene miedo.
Las sensaciones son distintas a cualquier cosa que haya experimentado antes y teme a lo que está por ocurrir: su primera transformación completa en un lobo. Ha practicado su transformación parcial, aquella en la que solo sus dientes se hacen más largos, sus uñas se convierten en garras y sus ojos brillan en tonalidades doradas, pero desde que Pedro lo mordió, esta es su primera transformación total.
El resto de la manada le habló al respecto. Itzel y Pancho le dijeron que solo se dejara llevar; Miguel, Coco y Blanca que sus propios instintos le dirían qué hacer llegado el momento. Gregorio le recomendó que no comiera nada pesado el día de su primera transformación porque podría vomitar del dolor, lo cual no le ayudó demasiado. Y Pedro le aseguró que lo acompañaría en todo momento.
Martín sabe que está rodeado de las personas que lo aprecian, que estando su manada ahí no hay nada malo que pueda ocurrirle, pero lo desconocido le aterra… y por eso su transformación no se puede completar, porque su mente sigue aferrada a pensar como humano y no a dejar que sus instintos lobunos hagan su trabajo.
—Respira profundamente —dice Pedro mientras acaricia su espalda en círculos—. Necesito que respires e intentes relajarte.
—Eso… intento —responde Martín entre dientes.
—Yo sé —agrega el otro—, pero lo estás pensando demasiado. Solo deja que todo pase.
Martín gime por lo bajo cuando el dolor aumenta y apenas es consciente de que Pedro lo abraza.
—Déjate llevar. Yo estoy aquí.
—Tengo miedo.
—Es normal, pero todo estará bien.
Tincho cierra los ojos y decide concentrarse en algo que está ahí desde el inicio, presente y constante: el latido del corazón de Pedro. Se enfoca en eso y continúa respirando lentamente, inhalando, exhalando, inhalando, exhalando, hasta que logra relajarse un poco. No sabe exactamente cuánto tiempo pasa, pero después de un rato el dolor cesa y siente que hay algo distinto en él. Abre los ojos y todo se ve diferente: más brillante aún, más nítido a pesar de que es de noche. Cuando mira a su lado, ve que Pedro le sonríe.
—Lo lograste —dice, y algo en su voz le transmite ese amor que sabe que Pedro siente por él.
En esta forma lobuna no es capaz de hablar, pero acerca el morro al rostro de su novio, a quien escucha reír.
—Muy bien. ¿Estás listo para correr?
Antes de que Martín-lobo pueda responder de alguna manera, Pedro comienza a quitarse la ropa y al estar completamente desnudo se transforma también: su pelaje es gris y su cuerpo es esbelto, pero fuerte. Es un poco más grande que Martín, contrario a como ocurre con sus estaturas humanas, lo cual probablemente se deba a que es el líder de la manada.
Pedro-lobo alza el rostro al aire y emite un aullido fuerte, que resuena hasta en los huesos de Martín-lobo, quien siente la necesidad de responder, por lo que así lo hace. Casi al instante, los aullidos del resto de la manada se unen a ellos en un coro que resuena por todo su territorio Entonces Pedro comienza a correr y Martín lo sigue. Casi de inmediato otros lobos se unen a ellos y juntos (Pedro, Martín, Itzel, Miguel, Coco, Blanca, Pancho y Gregorio), bajo la luz de la luna llena, dejan a sus instintos fluir.
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Dibujos que hice para el evento halloween 🎃
Amaya como enfermera de Silent Hill
Julio vampiro sangre pura referencia a la condesa Erzsébet Báthory
María versión cisne negro
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Películas de terror (México N)
Pedro no soportaba las películas de terror. Cuando salía una nueva película de miedo optaba por ignorarla hasta que el hype de la misma hubiera pasado, o simplemente buscaba algún resumen en internet para tener algo de qué hablar si alguien le preguntaba. Algunos de sus amigos más cercanos sabían que películas de terror y Pedro no podían ir juntos en la misma oración, y por lo mismo, la mayor parte del tiempo no lo invitaban si iban al cine o planeaban alguna maratón de películas por Halloween. A veces se reían un poco de él; pero, en general, solían tomar bastante bien cuando se negaba a ver esas películas.
—No tiene sentido —le decían a veces—. Tienes el Día de muertos y a la Catrina y te dan miedo las películas de horror.
Pedro les había dicho muchas veces que no era igual. Que la Muerte no le daba miedo, que era más el asunto de los efectos especiales o los sonidos estridentes lo que lograba asustarlo, pero la verdad es que ni él lo entendía. De vez en cuando incluso se iba con Itzel a pasar las noches del 1 y 2 de noviembre en algún cementerio y ahí no sentía miedo. Solo paz y serenidad, nostalgia y melancolía; pero miedo, no. Era raro.
Sin embargo, aunque le daban miedo ese tipo de películas, ella tarde de aquel 30 de octubre no pudo evitar decir que sí cuando los mismos amigos de siempre le invitaron a ver algunas películas de terror, por las fechas y todo eso. Al principio se negó, como era su costumbre, pero cuando supo que alguien especial iría, al final sí aceptó. No importó lo mucho que odiara las películas, ni que mantuviera cerrados los ojos durante la mayor parte del tiempo o que se sobresaltara cuando alguno de los personajes gritaba, porque esos eran los pretextos perfectos para sujetar la mano de Martín.
El problema real vino por la noche, cuando ya estaba en casa intentando dormir. Había logrado conciliar un sueño intranquilo por unos cuantos minutos, aunque pronto las pesadillas no se hicieron esperar. Intentó volver a dormir, pero con solo cerrar los ojos imaginaba mil y un cosas de las que habían pasado en la pantalla. Después de media hora de dar vueltas y vueltas en la cama, decidió optar por su último recurso. Se armó de valor y atravesó el pasillo a toda velocidad antes de abrir una puerta con mucho cuidado y entrar a otra habitación.
—Itzel —murmuró, sin obtener respuesta—. Itzeeeeeel —repitió.
—¿Hm?
—Hazte para allá.
Su hermana abrió un ojo, y más dormida que despierta, preguntó:
—¿Por qué?
—Oh, tú hazte para allá.
Hubo un momento de silencio durante el cual él no se movió y su hermana siguió mirándolo con solo un ojo abierto.
—Otra vez aceptaste ir a ver películas de miedo solo porque estuvo Martín, ¿verdad?
Pedro no contestó de inmediato y después de unos segundos Itzel le hizo espacio junto a ella en la cama.
—Te toca invitar el desayuno.
—Sí, ya solo hazte para allá.
—De nada —murmuró ella antes de darle la espalda y quedarse dormida una vez más.
Pedro no respondió pero poco a poco sintió como el sueño lo vencía mientras escuchaba la respiración serena de su hermana a un lado. Al menos esa noche, las pesadillas lo dejaron en paz.
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Noche mágica (Haití)
Hace un par de horas que René llegó al vado. Ha permanecido de pie por un buen rato, dentro del agua que le llega hasta los tobillos y que está más fresca que tibia, aunque sin llegar a estar fría del todo. Puede sentir la energía que fluye por él desde sus pies hasta su cabeza en un flujo constante que poco a poco aumenta la intensidad. La luna aún no está en su punto más alto, pero falta poco para ello, así que René solo espera.
Escucha los sonidos a su alrededor: el zumbar de algún mosquito, el de las hojas de los árboles al mecerse con el viento y los pocos animales que se encuentran cerca de él. Si se concentra lo suficiente, incluso puede percibir la presencia de alguien más, aún lejos pero que podría acercarse en cualquier momento. Decide, después de un rato, ignorar a esta última, pues sabe quién es, y que esa persona no se acercará hasta la mañana siguiente, como lo hace cada fin de octubre.
Hay noches, como esta, en la que René se prepara para recibir una carga de energía que le será benéfica a su magia. Tiene que ver con la luna y con las líneas ley que en este momento se cruzan bajo sus pies, dentro del agua. Esta es, después de todo, la noche en que el mundo espiritual y el mundo mortal se unen por unos momentos.
Espera con paciencia, a veces solo respirando con calma, a veces tarareando alguna canción. Cuando da la medianoche puede sentir que la energía mágica aumenta drásticamente. Se siente eufórico y ríe, ríe, ríe mientras la magia llena su cuerpo y fluye por su sangre, por sus músculos y sus huesos.
Horas después, cuando el sol está casi a punto de salir, sale del agua y regresa a su casa, caminando lentamente. Le espera un día de descanso, pues aunque se siente lleno de magia en ese momento, también se siente exhausto por la noche en vela. Después, cuando se sienta menos cansado y se acostumbre a la nueva magia dentro de él, podrá pensar en cómo usar sus poderes recargados de forma entretenida. Quizá sea un buen momento para visitar a su vecino…
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