#JornadaGAGES
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Apertura y eje: ¿De qué hablamos cuando hablamos de género?
Desde las ocho de la mañana las integrantes del grupo GAGES vamos llegando al salón de actos de Potosí. Recorremos el espacio moviendo mesas, probando los micrófonos, acomodando las medialunas para el break. Somos un grupo grande de compañeras entrando y saliendo. Se ven muchas sonrisas y caras de ansiedad. Saludamos con un gran abrazo a cada una que va llegando y se va sumando a la manada organizativa. Nos sacamos algunas fotos grupales, tomamos algunos mates… expectantes de este gran día.
De a poco van llegando lxs primerxs asistentes que pasan por la mesa de acreditación y van buscando su lugar en el salón. Muchxs son caras conocidas, trabajadores, compañerxs del hospital o del instituto. Miradas cómplices y sentir que si estamos acá es porque tenemos “algo en común”. Priman los pañuelos verdes…
Llegan algunas oradoras… y se sientan en primera fila...Viviana Mazur, Diana Maffía...
A las 9:30hs puntual damos inicio a las jornadas, dos compañeras, que ya hace varios minutos que están en el escenario, toman el micrófono para dar la bienvenida a todo el auditorio.
Las compañeras cuentan cómo se originó GAGES y algunos de los ejes del grupo que fuimos construyendo durante estos meses de trabajo. Aparecen palabras como: autogestión, horizontalidad, transversalidad, diversidad, en crecimiento, en revisión. Relatan cómo el grupo pasó de llamarse “Mujeres del Italiano” a “Género y salud”, para darle un marco más amplio… también como nos interesa construir/pensar/reflexionar en la institución: “queremos trabajar desde acá”, dice la compañera. Hacen hincapié en la importancia de trabajar para generar mayor equidad en las prácticas de salud y pedagógicas. Cuentan las actividades que el grupo y las integrantes venimos realizando en relación a la temática de género y salud y mencionan nuestras redes sociales, para que nos sigan y puedan comunicarse con el grupo.
Lxs asistentes siguen llegando y se acreditan en voz baja… pero los encuentros, los abrazos y las sonrisas siguen colmando el salón. Son las 9:40 de la mañana y el teatro está casi lleno.
Las compañeras que dieron la bienvenida, presentan a Edurne Ormaechea, la moderadora del primer eje: “¿De qué hablamos cuando hablamos de género?” y el teatro estalla en aplausos cuando sube al escenario.
Edurne presenta a Diana Maffía, primera oradora del panel. Diana comienza contándonos de su historia personal con el hospital, ya que trabajó aquí varios años. También menciona a Lohana Berkins, dirigente trans, que fue atendida en el hospital hasta su muerte y le rinde un homenaje por su activismo por los derechos humanos y de las personas trans. Se escuchan cálidos aplausos del auditorio cuando reconoce la humanidad con la que Lohana fue tratada durante su internación.
Luego de esta introducción, Diana nos habla de la modificación de los principios de Yogyakarta en 2007 en la que se amplía el nivel de protección de los derechos a las prácticas sexuales y las corporalidades. Durante su charla va a mencionar y conceptualizar cinco categorías en relación a la propuesta de la mesa: sexo, género, orientación sexual, prácticas sexuales y corporalidades. Y sobretodo hará hincapié en cómo el binarismo atraviesa estas categorías en todas sus dimensiones, por ejemplo, en relación al “sexo” en la asignación de género al nacer a partir de la genitalidad . Acá Diana nos interpela a pensar el lugar que tiene la Medicina en esto, y nos pregunta: ¿Qué sucede cuando hay genitales no binarios?
En relación a esto nos cuenta que hace 10 años figuraba en los protocolos clínicos la intervención quirúrgica del micropene o del clítoris externo, mutilando esa anatomía y transformándola así para que encaje en algunos de los dos casilleros posibles: hombre o mujer.
Entre algunas asistentes se observan suspiros y caras de horror, en otrxs una leve sonrisa. Estos gestos muestran cierta tensión en el auditorio… tensiones que descubren ciertas contradicciones. ¿Será que nos sentimos identificadxs o molestxs con estas contradicciones?
Entonces Diana nos vuelve a interpelar con un chiste para seguir reflexionando sobre el binarismo en las categorías: - “Una compañera travesti me contó que estaba saliendo con una chica, y me preguntó: ¿entonces soy lesbiana?” El chiste causa risas entre el público.
Diana también nos habla de la patologización de las identidades trans antes del 2012 como “disforia de género”, pero a la vez refiere que gracias a muchos de los psiquiatras que “diagnosticaban” esta “patología”, las personas trans podían iniciar el proceso judicial. Acá Diana nos recuerda la importancia de la Ley de Identidad de Género, que ya tiene 6 años de vigencia en nuestros país.
También nos llama la atención sobre ciertos procesos naturalizados en los servicios de salud, como por ejemplo, cuando en la entrevista para donar sangre se pregunta por la orientación sexual de la persona y no por si tuvo o no sexo sin protección, que sería la conducta “de riesgo”.
Mientras Diana nos habla con fuerza y claridad, en el auditorio la mayoría de lxs asistentes mira atento hacia el escenario. Pocxs miran su celular.
Cierra su enriquecedora presentación con un fragmento de uno de los primeros sexologos del Hospital Argerich, que definía a la “sexualidad normal” como aquella heterosexual, monógama y con penetración entre otras características, y todas las prácticas sexuales distintas eran entendidas como “sexualidad patológica”. Con esta cita Diana apela al poder de la medicina en crear categorías y definiciones de lo “normal” y lo “patológico”.
Diana termina su presentación y se escucha un gran aplauso de parte del auditorio.
Edurne presenta a Juan Carlos Escobar, el segundo orador de este eje. Juan Carlos, para distender la expectativa del auditorio, comienza diciendo: “Qué difícil hablar después de Diana”, haciendo referencia a la impecable exposición de la anterior oradora. También, observando el salón, reflexiona: “son pocos los varones en el auditorio, claramente estos temas no nos interpelan”. Juan Carlos celebra la existencia de grupo GAGES y agradece la invitación a las Jornadas.
Juan Carlos es pediatra y entonces nos trae, para comenzar su exposición, cuatro situaciones cotidianas de la consulta en la que se ponen en evidencia ciertas limitaciones en relación al género. Por ejemplo, cuando en la consulta médica el/la pediatra le da las pautas de cuidado del/a niño/a a la madre, y al padre le comenta del partido del domingo. Juan Carlos refiere a cómo en estas pequeñas y sutiles prácticas se refuerzan ciertos estereotipos de género.
También menciona que no sólo la medicina, sino otras instituciones como la escuela son grandes socializadoras del género. Además advierte que la brecha salarial entre varones y mujeres sigue existiendo y que la división del trabajo doméstico y de los cuidados no es equitativa.
Juan Carlos se pregunta y nos pregunta para interpelarnos: “¿Cómo los varones nos construímos en este contexto?” Juan Carlos nos dice que los varones “nos criamos con la pedagogía del privilegio, que nos da ciertas concesiones (por ejemplo la de circular de una manera particular en el espacio público), que nos hace importantes y con la pedagogía de la violencia”. En este sentido, nos cuenta de una encuesta que desarrollaron desde el ministerio, en la que indagaron en la construcción de la masculinidad de adolescentes del país. La encuesta arrojó como resultados que los varones recurren más a la violencia para resolver conflictos, por ejemplo en el patio del recreo y que esto tiene que ver con los mandatos de masculinidad hegemónica. Además que gran parte de la “ortopedia de ser varón” como refirió Juan Carlos, se construye por oposición a la mujer, a lxs niñxs y a la homosexualidad. A partir de estas oposiciones se refuerza el binarismo y los estereotipos de género.
Mientras tanto en el auditorio todxs escuchan atentxs y nadie se mueve de su asiento. Siguen llegando asistentes.
Juan Carlos nos vuelve a interpelar con otra pregunta: “¿Cómo operan los mandatos frente al cuidado de la salud en varones?” Acá menciona que en la década del 80 comenzaron los estudios de la masculinidad a partir de los cuales se empezaron a pensar los costos de la masculinidad hegemónica en nuestra sociedad, por ejemplo: el riesgo de la autosuficiencia y el poco cuidado de la salud y del cuerpo. El sistema de salud refuerza estos estereotipos, por ejemplo, al ofrecer en mayor proporción las ligaduras tubarias que las vasectomías, como si las mujeres o varones trans fueran las únicas responsables de la salud reproductiva.
Juan Carlos también nos advierte sobre la feminización de las profesiones de la salud, pero que sin embargo, las especialidades quirúrgicas y los puestos jerárquicos siguen ocupados por varones.
Juan Carlos, ya finalizando su exposición nos dice que el movimiento de mujeres y de las disidencias sexuales están marcando la agenda en materia de género y salud. También nos dice que es necesario no caer en la victimización del lugar de los varones en nuestra sociedad, pero sí cuestionar los privilegios que tienen.
El auditorio aplaude a Juan Carlos y Edurne presenta a Claudia Piñeiro y cuenta el contexto en el que la conoció: “en un Restaurante, ansiosas por que salga la ley del aborto libre, seguro y gratuito” y cuando dice esto, en el salón se escuchan muchísimos aplausos.
Claudia, que tiene el pañuelo verde atado en su muñeca derecha, comienza su exposición y menciona su “inquietud” y “nervios” respecto del auditorio, relacionado con las profesiones de la salud, ya que ella es escritora de ficción. Pero afirma que su presencia como expositora tiene sentido desde “el habla y la palabra como encuentro con otrxs”. Aquí nos invita a pensar que “si bien el aborto no salió, dejó de ser una palabra prohibida y eso crea una realidad”.
Claudia también elige comenzar a hablar relatando una situación traumática de atención en su adolescencia, en la mientras se hacía un estudio médico “fríamente” le avisaron que probablemente “no tenía útero”. Cuenta esta anécdota para remarcar la deshumanización que muchas veces se siente en los contextos de atención, pero en su caso, sin embargo lo que más recuerda de ese momento es cómo un residente le dió la mano y ese “detalle humano” quedó para siempre en su memoria.
Claudia también nos cuenta algunas conversaciones que tuvo con colegas sobre el uso del lenguaje inclusivo, y deja ver su posición: “la discusión por el lenguaje inclusivo sí o no es una discusión vana”, dice Claudia, “dado que eso depende del uso del lenguaje, es ahí donde se decide esto. El lenguaje es movimiento, el lenguaje lo crea la gente” y por eso, según la escritora, quien irá marcando el uso o no del lenguaje inclusivo, más que una academia, es la propia gente.
La oradora nos relata de un viaje a centroamérica en el que en una feria de escritura, escuchó nombrar a una una escritora trans argentina que ella desconocía: Camila Sosa Villada, quién iba a presentar su libro “El viaje inútil”. Claudia cuenta que a la presentación del libro concurrieron más de 800 personas y allí la escritora trans contó cómo el proceso de escribir le había permitido en su trayectoria “comprender quién era”, ya que no podía escribir de otra manera más que en femenino. Claudia nos trae esta anécdota, para hacernos reflexionar sobre cómo la escritura permite que nos nombremos y en ese gesto, podemos repensar(nos) y crear realidad.
El primer eje, de tan enormes expositores y reflexiones, finaliza con la participación de Claudia. Se escuchan muchos aplausos y caras con sonrisas entre el auditorio.
Edurne agradece a les participantes y da lugar a las preguntas del auditorio…
La primera en tomar la palabra es una médica del servicio de medicina familia, que menciona que está “feliz por el evento” y emocionada reflexiona sobre las presiones y controles del sistema médico sobre las mujeres, que a veces “se parece a la violencia, como en la violencia obstétrica”. Cierra su intervención diciendo “estuve en muchísimos eventos y ninguno me dio tanta felicidad como este”.
Otra de las participantes realiza una pregunta para Diana sobre el lugar de la filosofía y la perspectiva de género, y ahí Diana vuelve a tomar el micrófono y nos habla de las epistemologías feministas, trans y queer y cómo estás apuntan a impugnar el conocimiento tradicional. También de ciertas dicotomías que son parte de la ciencia, como racional/emocional y de cómo siempre se intenta dominar/objetivar a las emociones en la práctica científica.
Luego de estas intervenciones, Edurne invita a cerrar la primer mesa con un gran aplauso. Algunxs participantes hasta se paran para aplaudir!! Edurne entrega a les expositores un presente en nombre de GAGES.
Se percibe mucha emoción. Diana Maffía sonríe y agradece, al igual que Juan Carlos y Claudia. Fuertes aplausos de las participantes.
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Atención en salud con perspectiva de género
Luego del corte retoma la jornada. Ya se siente un poco el cansancio del dìa, en el público queda aproximadamente la mitad de la gente. Vilda presenta a Mario Sebastiani y Valeria Mulli, médico obstetra y médica pediatra del Hospital Italiano.
Mario se para en el medio del escenario y cuenta que es difícil tener todos los conceptos. Que no pudo memorizar todas las palabras con las que nosotras hablamos con facilidad. Que es difícil trabajar en el consultorio desde la perspectiva de género.
Dice que va a hablar del nacimiento que es lo que él hace. Retoma la reproducción desde una perspectiva histórica y de derechos. Va recorriendo la historia con anécdotas, escenas de nacimientos en las que las mujeres tuvimos poca posibilidad de decisión. Cuenta que cuando empezó a ejercer eran todos varones en el servicio, hace paralelismo con un vestuario de rugby. En ese momento la mujer “no pedía” cómo parir. No existía el ethos de los derechos. Hoy la mujer y cualquier paciente toma decisiones. Pero sigue siendo un vínculo complejo alrededor del parto. No es bidireccional. Una mujer se enfrenta a un médico que no es libre porque pertenece a un sistema regulado. La mujer recibe múltiples y contradictorios mensajes. Intervienen también las instituciones con sus departamentos legales para “no tener problema”. Intervienen el pagador que tampoco quiere problemas. Esto mantiene una brecha con los deseos de la mujer (parto más o menos intervenido), pero tenemos algunas cosas buenas producto de la reflexión: La jornada de hoy (se escuchan fuertes aplausos), la visibilización del problema, y aunque no la tengamos, la ley del aborto. Aprendemos porque estamos reflexionando. Dice, desde su perspectiva, que seguramente deban reflexionar todavía más los hombres que las mujeres. Le toca el turno a Valeria Mulli, ella no se reconoce como especialista de género sino como pediatra que se tuvo que adaptar y embarcarse en el género para acompañar a les adolescentes que consultan. Empieza relatando situaciones que observa en el consultorio en relación al cuidado, la satisfacción frente al cuerpo y la sexualidad. Anticipa que ese será su foco.
Cuenta que tenemos la idea de inmutabilidad de la sexualidad. Aunque haya evidencias concretas que nos muestran que no es así. Les adolescentes fluyen más entre “categorizaciones”. No se encasillan en la normativa tradicional. Hay más una preferencia que una orientación. Describe la diversidad en la adolescencia, presenta situaciones que la desafían en sus propias categorías. Menciona neoculturas que juegan con la ambigüedad sexual y de género. En ese contexto, cuenta que los varones no se sienten identificados con el lenguaje inclusivo.... y les dice Bienvenidos a esa molestia! Se pregunta ¿Qué hacemos frente a esto? Se refiere a los profesionales de la salud y enumera algunas recomendaciones. Tal vez la primera es la fundamental: ser sinceros respecto de la molestia, si es que la hay, y derivar si hace falta. Pero no intervenir si se hace desde el malestar, porque se genera un daño.
Nos cuenta dónde están sus focos: “Lo que me interesa es que se cuiden, no se embaracen si no quieren, no sean víctimas de violencia en el noviazgo, abuso, grooming... entonces les doy toda la información sobre cuidado hetero / homo y prevención de embarazos. Porque todos los chicos pueden tener eventualmente relaciones hetero”. En este sentido menciona que chicas tímidas y con alguna discapacidad son más proclives a sufrir estos abusos. Cuenta del acompañamiento a pacientes que encuadran dentro de ILE y de las que no se enmarcan, pero también acompañan con consejería para disminuir riesgos. Valeria aborda también un tema por demás complejo: la interseccionalidad entre categorizaciones hacen cada vez más vulnerable una situación: mujer / discapacitada / adolescente/ de bajos recursos. Finalmente, rescata que los jóvenes a veces definidos como “vagos” o “ninis” son quienes hoy en día han tomado una posición respecto al aborto, la maternidad y el lenguaje inclusivo.
Vilda, la moderadora de este eje, agradece a los expositores e invita al auditorio a realizar preguntas. Alguien menciona que le preocupa la edad de la operación de cambio de género. Valeria menciona que “lo que hacemos es que jueguen el rol durante un tiempo. Y tratar de que las operaciones, que generan cambios irreversibles, sean lo más retrasadas posibles con más tiempo para sentir y vivir esa identidad”. Frente a otras preguntas sobre la ILE y el aborto, tanto Valeria como Mario refuerzan la importancia de educar para acompañar la autonomía del paciente, que pueda decidir con la mayor información posible.
El cierre de una jornada que nos movilizó a todes
Cuando termina el panel exposición, muchos se van rápido… Gisela los invita a quedarse para compartir el cierre. Va a retomar los grandes temas y sensaciones del día. Se la ve cómoda sentada en el borde del escenario.
Menciona “cosas que aparecieron”: Emociones. Aunque parezca algo del ámbito femenino Ojalá sea compartido. Palabras que aparecieron: sororidad. Derechos. Reproducción humana como argumento de la desigualdad. reproducción en las instituciones. Lenguaje. Vínculos humanos. Gesto. Deconstrucción. Lo personal (es político): todos compartieron algo de cómo están atravesados por esto. Lo normativo. Lo colectivo. Aunque valoramos al héroe… hay que repensarlo en colectivo. Biología / cultura - Lo binario. El cuidado .
Pide ayuda al público para completar esas sensaciones y palabras. Surgen algunos aportes en ese momento: Ayuda / responsabilidad. En relación a que los hombres “ayudan a la mujer”. Aunque haya sido difícil el momento de la mañana, que haya habido dos representantes de la dirección del hospital, rescatamos que estuvieron y que hay un protocolo.
Retoma Gisela para afirmar: hay una fuerza especial en las mujeres jóvenes pero también hubo otras antes. Agrega que les asistentes fuimos mayoría mujeres. Pocos varones que se quedaron todo el día. Es un tema de varones y mujeres. Invita a participar hacia adelante. Muchos desafíos. Reconoce los límites de la circulación de la palabra y de la construcción de otros espacios en los que circule de otra forma la palabra. Agradece. Cuenta algo del espíritu del grupo.
Da lugar al grupo de teatro: La silla espontánea. Teatro de improvisación, con quienes tendríamos por delante un cierre de lujo para esta primera jornada.
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El cuidado de trabajadores de la salud desde una perspectiva de género
Al final el eje 2, comenzó un breve receso en el que esperaban a les asistentes algunas cosas dulces para compartir, preparadas por el propio equipo GAGES. El público se levantó de sus asientos para salir del salón y tomar un café o agua acompañado de unas medialunas, frutas o galletitas. El paso se estaba complicando por la gran cantidad de gente amontonada para buscar algo para comer. Aquelles que no estaban en la mesa de la comida, miraban el stand de libros que tenía muchos títulos feministas sobre infancias trans, derechos humanos y, además, la última novela de Claudia Piñeiro: Quién no. También podía observarse la muestra de fotografías de Guadalupe Gómez Verdi: “Deshilar”.
Uno de los fotógrafos continúa registrando imágenes de quienes se acercaban a la cámara.
Luego del break inicia la presentación del programa institucional de asistencia social “Acompañar”, comenzado a implementar recientemente y que incluye un protocolo de Violencia de género. Está a cargo de Horacio Guevara, Director de Gestión del Hospital Italiano de Buenos Aires, y Marcelo Marchetti, Director Médico de la institución. La presentación está moderada por Cristina Catsicaris, pediatra, quien los presenta.
Horacio Guevara cuenta que el programa incluye 3 protocolos: el de violencia institucional, violencia intrafamiliar y violencia de género. Aclara que va a profundizar en este último. Menciona sus objetivos, el plan de acción implementado, las capacitaciones que tuvieron lugar, la campaña de lanzamiento, cómo acceder a realizar una denuncia y cómo es el mecanismo para primera escucha y accionar posterior.
Luego, las jornadas volvieron a su curso con el eje 3: “El cuidado de trabajadores de la salud desde una perspectiva de género”, moderado por la Licenciada en Enfermería y Directora de la carrera de Enfermería, María Victoria Rosso. En este caso, las disertantes fueron Sabrina Balaña, Médica Generalista y Especialista en Epidemiología y Políticas Públicas y Débora Tajer, Doctora en Psicología y Mágister en Ciencias Sociales y Salud.
Antes de iniciar, VIctoria recuerda a Marcela Coronel. El auditorio aplaude. Se ven carteles con su cara pegados en la mesa del panel.
Sabrina comenzó haciéndose algunas preguntas: ¿Los profesionales de la salud nos sentimos cuidados? ¿Quién/es son responsables de esos cuidados?
—El sistema de salud invisibiliza las desigualdades de género y garantiza su reproducción —afirmó.
La médica hace referencia a los consultorios amigables que existen en las instituciones de salud como mecanismos de autopreservación y reflexiona: si se necesitan consultorios amigables en un hospital, ¿es porque el resto del sistema no lo es? Sabrina Balaña nos plantea cómo este tipo de recursos muchas veces quedan sólo en eso: en un consultorio con perspectiva de género y derechos, mientras el resto de los servicios sigue teniendo una impronta discriminatoria, excluyente, clasificatoria y que legitima las desigualdades.
Débora Tájer sube al escenario por un costado, se sienta a la mesa y se sirve un vaso de agua. Ella es la próxima en exponer sobre los cuidados de los profesionales de la salud. Mientras, algunes que se extendieron en el break, ingresan silenciosamente al salón y buscan con los ojos un lugar para sentarse y seguir escuchando.
Sabrina propone pensar a la salud como un campo de fuerzas, retomando al sociólogo Pierre Bourdieu, para poder visibilizar las desigualdades si se incluye la perspectiva de género.
—Este sistema de salud es patriarcal, biologicista, ahistórico, asocial, heteronormativo, pone el énfasis en la enfermedad y la medicalización —sentencia.
Finaliza afirmando que la incorporación de mujeres en el mercado laboral está generando incomodidad en la organización familiar, hasta ahora está generando sobrecarga femenina. Y que continuemos incomodando, que es lo que cada vez nos sale mejor. Esta afirmación genera algunas risas y aplausos.
Es el momento de Débora Tájer, que empieza su exposición hablando de la desigualdad que existe en el rol del cuidado. Dice que las feminidades han sido por excelencia las personas encargadas de ser cuidadoras tanto de niños y niñas como de adultos y adultas. En cambio, los varones no entraron tanto en este campo.
—Se nos ha criado para cuidar —explica—y en el campo de los cuidados no se nos reconoce ni se nos paga.
Reflexiona sobre que las tareas domésticas son realizadas en gran parte por las mujeres de las familias y no son remuneradas económicamente porque no son entendidas como un trabajo. Existe una frase conocida que dice: “Eso que llaman amor, es trabajo no pago” y podría agregarse también: e invisibilizado. Como consecuencia, explica Tájer, las mujeres abandonan este rol de cuidados para insertarse en el mundo laboral reconocido y pago.
Luego, Débora planteó dos tipos de cuidados: profesionales y domésticos. En el caso de los primeros, recalcó la importancia de incorporar la perspectiva de género en la formación de cuidadores y cuidadoras y resaltó la desigualdad que hay en la distribución de las especialidades médicas. A las mujeres se las incentiva a que sigan una residencia en pediatría, por ejemplo, mientras los varones eligen hacer una especialidad o posgrado.
Por otro lado, mencionó que los cuidados domésticos están a cargo de las mujeres y que, como ya se mencionó, no están reconocidos. Nosotras somos las que nos encargamos de la comida, de sacar turnos y de estar atentas a todas las necesidades.
Al cerrar, hizo mención a la violencia de género dentro de la carrera de Medicina y el disciplinamiento que existe. “No llores, no grites, no te quejes” suele escucharse, para poder llegar y aspirar a lugares de poder, explica. El público asintió al escuchar esta última frase.
Luego se dio lugar a preguntas o comentarios.
Una asistente menciona que la “Biología” del hombre y de la mujer son distintas y que entonces hay que atender esto a la hora de pensar la igualdad entre los géneros. Débora responde que antes decíamos que la Biología no cambiaba y que lo que cambiaba era lo social. Hoy no diríamos eso. La biología se entrena: se cambian los patrones, para bien o para mal. Está impactada e interactúa con lo social y lo psicológico. Afirma que está habiendo cambios muy fuertes en los cuerpos, en los comportamientos y que es central pensar con lo que las disciplinas tienen para darnos.
Por último, Débora afirma que “nadie larga privilegios”, que hay que ganarlos por otro lado, proponiendo pensar ¿Qué pierden los hombres con el modelo de masculinidad hegemónico? Menciona que hay estudios que demuestran que pierde 7 años de vida. Tiene que tener sentido para los hombres esta nueva forma de pensar.
Concluye que a la perspectiva de género la tenemos que hacer todos, ya que todos tenemos género, desde las políticas públicas.
Finalizó el panel con muy fuertes aplausos.
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¿Cómo se abordó y se aborda la formación en género en las carreras de grado y posgrado de los profesionales de la salud?
Luego de las exposiciones de Diana Maffía, Juan Pablo Escobar y Claudia Piñeiro, el desafío es continuar con el mismo clima. Gisela Schwartzmann hace el pase entre el eje 1 y el 2: “Formación de profesionales de la salud con perspectiva de género” y modera este último. Pide, por favor, que la gente se quede, que todavía no es el receso; muches de les asistentes se habían parado para ir al stand de libros y de comida. De a poco, las personas vuelven a acomodarse en sus asientos para seguir con la jornada.
Ahora es el turno de Viviana Mazur, Médica Generalista y Coordinadora de la Carrera de Especialización Docente en Educación Sexual, que comenzó su exposición con una pregunta disparadora para el público: “¿Se abordó la formación en género en las carreras de grado y posgrado de los profesionales de la salud”?. Expectante, se quedó a la espera de que algunas personas levantaran la mano. Lo hicieron unas pocas, tal como ella esperaba; la formación en género y en derechos sigue sin ser una prioridad en las currículas y carreras universitarias o, en otros casos, suele estar presente en materias optativas que no todes eligen cursar.
—Esto no es accidental, ni casual, sino una construcción que tiene que ver con negar el género. No es desconocer que el género existe, sino normalizar y continuar con la inequidad —explica.
Ahora, todes les asistentes ya están nuevamente concentrados y tienen su plena atención en Viviana. Mientras tanto, en el pasillo del salón, una cámara graba todo lo que va diciendo para luego tener un registro de las charlas.
La médica continúa problematizando su propia profesión y explica cómo los médicos y las médicas son las voces autorizadas para marcar y delimitar bordes; lo normal y lo anormal; lo aceptable y lo no aceptable. De esta manera, se elimina la posibilidad de la intersexualidad, dejando como única posibilidad lo binario, aquello que puede clasificarse: XX y XY, varón y mujer, pene y vagina.
En este sentido, es esencial que les estudiantes de carreras de la salud de grado y posgrado tengan contenidos de género y de derechos. Para ejemplificar esta necesidad, Viviana Manzur hizo referencia a un caso en particular: les estudiantes de Medicina de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y la comparación con otras universidades públicas. Como parte de la currícula, les alumnes debían asistir a un centro de salud para, luego, realizar una práctica en la que reflexionaban sobre lo que habían visto. En ese encuentro, aparecían cuestiones relacionadas a los roles de género, desigualdades y violencia de género. De este modo, teniendo una práctica comunitaria, les estudiantes, en el momento de la práctica reflexiva, respondían que entendían que su futura profesión debía tener una perspectiva de derechos y que el género era uno de ellos.
El público asiente con las palabras de Viviana. Este momento histórico requiere de un acompañamiento de todos los sectores de la sociedad: educación, política, cultura. La perspectiva de género debe colarse en todos los aspectos en los que nos desenvolvemos diariamente.
Viviana Manzur comienza a cerrar su exposición para dar lugar al debate y a la participación de les asistentes. Para finalizar, agrega que el modelo tradicional de formación está en crisis y que se han generado algunas rupturas, y enfatiza:
—Incorporar una perspectiva de género es incorporar una mirada social y políticas y revisar conocimientos. Hay que pensar en el #NiUnaMenos como un movimiento social que genera rupturas y cambios.
Gisela agradece a Viviana e invita a les participantes a realizar preguntas o aportes.
Uno de los participantes menciona el desafío de incluir estas temáticas en el currículum, ya que muchas veces se realizan anexos sin cuestionar el corazón del curriculum. Menciona el ejemplo del curriculum integrado como posibilidad para dar lugar a aspectos de género.
Otra de las participantes menciona que a veces hay que salir del lugar de saber pretendiendo normativizar las prácticas. Muchas veces el lugar del “no saber” y la pregunta ayudan en este sentido.
La presentación y las preguntas finalizan y el público aplaude a Viviana.
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