#Jorge Chikiar: “La post-verdad en el arte
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rocktails · 7 years ago
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Jorge Chikiar: “La post-verdad en el arte, también, existe”
Jorge Chikiar es uno de los productores musicales que sobresalen dentro de la escena indie nacional, gracias a sus trabajos con bandas como Nidos o Bröder; o por sus trabajos en conjunto con Jim O’Rourke (ex-Sonic Youth). Pero su curriculum es mucho más extenso, entre los que podemos resumir que laburo junto a John King, Lauire Anderson (la artista performática que conquistó a Lou Reed) y hace más de 10 años que es un invitado de lujo en su instalación The Kitchen, hizo música para obras de teatro, cine y además es compositor de música experimental contemporánea. Gracias a ello se ha adjudicado un par de nominaciones a los Latin Grammys,  y algunas estatuillas de Premios Clarín, Gardel, entre otros.
Si se preguntan cómo puede hacer todo eso y a la vez tener tiempo para cumplir su rol de padre de familia, deberían conocerlo una hora – como hice yo. Jorge es una de esas personas que te recibe como un amigo, te ofrece sus gentilezas y te habla con una sinceridad prístina. Ni bien puse un pie en su casa, desenfundó mate y comenzó con lo que yo interpreté como una primera respuesta a la entrevista: “La gente joven me conoce comúnmente por las bandas que produzco pero yo tengo una formación académica y, cuando toco, hago música experimental” – se excusa. Y comienza a contarme su próximo movimiento.
Jorge estrenará tres obras el mismo día como parte de su Ensamble Sincrosónico, el 26 de abril en el Auditorio UNTREF. Una experiencia con entrada libre y gratuita, que no deberían desaprovechar. Se trata de “La traición de Agnes” (a dúo con Bruno Lobianco), “Hypernea” (con el dúo Juliana Moreno y Patricia García) e “Intermodulaciones Cruzadas” (junto a un Cuarteto de Cuerdas). “El ensamble Sincrosónico – me cuenta – se armó para este ciclo que hace la UNTREF y me invitaron a presentar mis obras; y yo justamente yo tenía para estrenar mi cuarteto de cuerdas, un dúo de cuerdas y otro de percusión. Junte un grupo de gente conocida, todas ellas cracks. Son interpretes de música contemporánea, que tocan en el centro experimental del Teatro Colón“.
Jorge dispara respuestas que él ya tiene en mente, porque en su cabeza pareciera nunca detenerse esa vorágine en la que está inmerso. Entonces sigue: “Yo trabajo casi siempre con lo que se llama pensamiento sintético (la cuestión de los sintetizadores), pero trabajo a partir del objeto sonoro que quiero crear. Lo que quiero representar sónicamente, con los elementos tengo a mano”. Se levanta y va en busca de unas partituras. Me trae una carpeta en la cual veo que sobre el pentagrama no hay símbolos de negras, blancas, corcheas y tal, sino que él le imprime unas garabatos que pretenden imitar visualmente el sonido de la onda o los movimientos del arco del violín, para conseguir así – me explica – sonidos de distorsión o emulaciones a un sintetizador, pero sólo con el instrumento.
Me suelta un disparador y le pregunto sobre trabajar con los egos de otros artistas, ya que como les conté a trabajado tanto con músicos, como con dramaturgos o cineastas.
Uno aprende a manejar los egos de los artistas. Porque el ego del artista es importante, pero al ego hay que tenerlo canalizado. Y no hay que caer en esa del ‘córranse que vengo yo’. Todos vamos a pasar a ser cenizas y en tres generaciones tuyas no le va a importar a nadie. La historia te sepulta (ser ríe). Uno tiene que hacer las cosas que le gustan con respeto, con ética y con amor. Pero el Ego no tiene que ver con el arte, tiene que ver con las personas.
¿Cómo ves a las nuevas generaciones de músicos en cuánto a trabajar la creatividad, a la hora de componer?
Yo llamo a esta época la era de la inmediatez. que crea una situación fantasiosa acerca de lo que es hacer música. Muchos creen que ordenando ideas, una atrás de la otra, es hacer un tema. Componer es tener una estrategia; saber realmente lo que uno quiere decir en la narrativa musical; cómo le quiere llegar al otro. Que tengas algo que suene lindo en un Ableton, no quiere decir que tengas un tema. Y eso lo que trae es la frustración de los músicos. Por eso hay que ayudar – como productor – al músico que está empezando. Porque la música avanza a la misma velocidad que en la Grecia Antigua. Hay un tiempo de maduración, de una búsqueda real. Entonces, vos lo tenés que ayudar a direccionar esa canción. Como contar un cuento.
Hoy en día para una banda que comienza ¿Importa más tener la canción, hacer una buena producción o tener un buen laburo de management?
Es difícil responder eso ¿Depende para quién? Pero el manejo de la post-verdad en el arte, también, existe. Hay tipos que te inflan una cosa que está por suceder y no sabes si va a suceder. Es esa cuestión del miedo a la construcción real de las cosas, a la frustración. El que te va a decir que algo es groso o no, es el receptor. El auto-bombo a veces no existe. Pero cambió mucho el paradigma. Antes grababas un disco después de pasar por muchas etapas y alguien te decía “quieren grabar un disco” y ese era tu premio. Ahora la tecnología te presta las mismas cualidades técnicas que antes tenías en un estudio como ION o Panda. Entonces tenés el estudio antes que la canción. No me quiero poner en viejo choto y decir que antes era mejor. Sólo digo que cambió el paradigma y ahí entran en juego todas esas cosas. Para mí, lo más importante es la canción.
El estudio es para potenciar la canción…
Claro. Las comunicaciones y la prensa y todo lo que uno puede hacer en las redes sociales, también, serviría como para potenciarse. Pero hay una perdida de valor en la comunicación. Ahora cualquiera comunica algo y ‘descomunica’. Y en la música pasa lo mismo. El tipo que en pos de la producción produce sin saber, en realidad, ‘desproduce’ (ser ríe).
¿Entonces qué recomendas?
Hay una etapa más linda que el estudio. Que es la pre-producción. El ensayo. Ver como los tipos empiezan a genera su propio sonido, van aprendiendo a escucharse entre ellos. Y a veces ese es el trabajo del productor. Hay una cierta tarea de docente. Por ejemplo: le preguntas al batero de la banda cómo es la letra del tema y arranca ‘Hey nanana’. Y no la sabe. Porque el ensayo es un momento de fantasía, y uno mientras toca cierra los ojos y se imagina en River. Entonces, uno tiene que hacerlos bajar. Porque lo lúdico está buenísimo, pero hay que bajar a tierra y es difícil llevar el juego al trabajo. El ensayo es una hora de esparcimiento. Sos el jefe de tu instrumento ahí. Y por ende no vas a aceptar tan fácilmente que un productor te quiera hacer “trabajar” (se ríe).
¿Cuál es el error más común que notas en las bandas que te llaman para producirles el disco?
El error más común – piensa – es cómo encaran la producción y la pre-producción. Otro de los grandes errores lo determino de ésta manera: hay gente que es muy técnica. Es un nerd de su instrumento o de armonías y demás. Pero utiliza más la memoria que lo emotivo. Eso hay que saberlo administrar.
¿Para qué sirve el premio?
Es muy relativo. Es muy raro – busca la palabra adecuada y mientras piensa me trae una estatuilla que recibió y me la muestra – está ahí, tirada. Pero vivimos en una sociedad capitalista donde la chapa sirve para ciertas cosas, pero el que te tiene que premiar es el tipo que te elige. Como productor el premio es tener trabajo. En los ámbitos académicos, sirve porque suma en lo académico como ser doctor en música o magister en música, que es un premio por haber estudiado.
Es un mimo al ego del artista…
Es como otra cosa de la post-modernidad: el Like. Todo depende de lo que quieras mostrar de vos mismo, el premio es lindo recibirlo, pero a las dos semanas yo no lo ando mostrando, ya pasó. Yo soy muy capucha, muy de quedarme encerrado en mi zona de confort, no ando buscando el like. La gente que es muy likeable no se compromete con la realidad. Yo creo eso. Porque en el momento que te comprometes con la realidad de la gente, de la situación dejas de ser likeable. Hay cosas que la gente no quiere saber ni ver ni oír. Y los premios es lo mismo. Son muchos likes. ‘¿Le damos un premio a un likeable o a uno que no? Se lo damos al likeable‘.
¿En qué pones primero el oído en la canción? ¿Le das una chance o ya de entrada estás prestando atención a las cuestiones técnicas de la grabación?
Creo que esta es la pregunta más difícil, pero porque sé cuál es la respuesta. Yo estoy muy atento a lo que está pasando y estar analizándolas. Pero es verdad que soy de enamorarme de las canciones, después, con el tiempo. Soy de los que primero analiza y después un día la está cantando. A veces me pasa que muchas bandas me dejan cantando sus cosas acá. Y de pronto digo: ‘¿Quién era éste?’. Y quizás es un tema que todavía no salió. Pero digamos que si la canción groovea y tiene ritmo, me engancha, igual soy un tipo que le da dos oportunidades a todo.
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rocktails · 7 years ago
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Jorge Chikiar: “La post-verdad en el arte, también, existe”
Jorge Chikiar es uno de los productores musicales que sobresalen dentro de la escena indie nacional, gracias a sus trabajos con bandas como Nidos o Bröder; o por sus trabajos en conjunto con Jim O’Rourke (ex-Sonic Youth). Pero su curriculum es mucho más extenso, entre los que podemos resumir que laburo junto a John King, Lauire Anderson (la artista performática que conquistó a Lou Reed) y hace más de 10 años que es un invitado de lujo en su instalación The Kitchen, hizo música para obras de teatro, cine y además es compositor de música experimental contemporánea. Gracias a ello se ha adjudicado un par de nominaciones a los Latin Grammys,  y algunas estatuillas de Premios Clarín, Gardel, entre otros.
Si se preguntan cómo puede hacer todo eso y a la vez tener tiempo para cumplir su rol de padre de familia, deberían conocerlo una hora – como hice yo. Jorge es una de esas personas que te recibe como un amigo, te ofrece sus gentilezas y te habla con una sinceridad prístina. Ni bien puse un pie en su casa, desenfundó mate y comenzó con lo que yo interpreté como una primera respuesta a la entrevista: “La gente joven me conoce comúnmente por las bandas que produzco pero yo tengo una formación académica y, cuando toco, hago música experimental” – se excusa. Y comienza a contarme su próximo movimiento.
Jorge estrenará tres obras el mismo día como parte de su Ensamble Sincrosónico, el 26 de abril en el Auditorio UNTREF. Una experiencia con entrada libre y gratuita, que no deberían desaprovechar. Se trata de “La traición de Agnes” (a dúo con Bruno Lobianco), “Hypernea” (con el dúo Juliana Moreno y Patricia García) e “Intermodulaciones Cruzadas” (junto a un Cuarteto de Cuerdas). “El ensamble Sincrosónico – me cuenta – se armó para este ciclo que hace la UNTREF y me invitaron a presentar mis obras; y yo justamente yo tenía para estrenar mi cuarteto de cuerdas, un dúo de cuerdas y otro de percusión. Junte un grupo de gente conocida, todas ellas cracks. Son interpretes de música contemporánea, que tocan en el centro experimental del Teatro Colón“.
Jorge dispara respuestas que él ya tiene en mente, porque en su cabeza pareciera nunca detenerse esa vorágine en la que está inmerso. Entonces sigue: “Yo trabajo casi siempre con lo que se llama pensamiento sintético (la cuestión de los sintetizadores), pero trabajo a partir del objeto sonoro que quiero crear. Lo que quiero representar sónicamente, con los elementos tengo a mano”. Se levanta y va en busca de unas partituras. Me trae una carpeta en la cual veo que sobre el pentagrama no hay símbolos de negras, blancas, corcheas y tal, sino que él le imprime unas garabatos que pretenden imitar visualmente el sonido de la onda o los movimientos del arco del violín, para conseguir así – me explica – sonidos de distorsión o emulaciones a un sintetizador, pero sólo con el instrumento.
Me suelta un disparador y le pregunto sobre trabajar con los egos de otros artistas, ya que como les conté a trabajado tanto con músicos, como con dramaturgos o cineastas.
Uno aprende a manejar los egos de los artistas. Porque el ego del artista es importante, pero al ego hay que tenerlo canalizado. Y no hay que caer en esa del ‘córranse que vengo yo’. Todos vamos a pasar a ser cenizas y en tres generaciones tuyas no le va a importar a nadie. La historia te sepulta (ser ríe). Uno tiene que hacer las cosas que le gustan con respeto, con ética y con amor. Pero el Ego no tiene que ver con el arte, tiene que ver con las personas.
¿Cómo ves a las nuevas generaciones de músicos en cuánto a trabajar la creatividad, a la hora de componer?
Yo llamo a esta época la era de la inmediatez. que crea una situación fantasiosa acerca de lo que es hacer música. Muchos creen que ordenando ideas, una atrás de la otra, es hacer un tema. Componer es tener una estrategia; saber realmente lo que uno quiere decir en la narrativa musical; cómo le quiere llegar al otro. Que tengas algo que suene lindo en un Ableton, no quiere decir que tengas un tema. Y eso lo que trae es la frustración de los músicos. Por eso hay que ayudar – como productor – al músico que está empezando. Porque la música avanza a la misma velocidad que en la Grecia Antigua. Hay un tiempo de maduración, de una búsqueda real. Entonces, vos lo tenés que ayudar a direccionar esa canción. Como contar un cuento.
Hoy en día para una banda que comienza ¿Importa más tener la canción, hacer una buena producción o tener un buen laburo de management?
Es difícil responder eso ¿Depende para quién? Pero el manejo de la post-verdad en el arte, también, existe. Hay tipos que te inflan una cosa que está por suceder y no sabes si va a suceder. Es esa cuestión del miedo a la construcción real de las cosas, a la frustración. El que te va a decir que algo es groso o no, es el receptor. El auto-bombo a veces no existe. Pero cambió mucho el paradigma. Antes grababas un disco después de pasar por muchas etapas y alguien te decía “quieren grabar un disco” y ese era tu premio. Ahora la tecnología te presta las mismas cualidades técnicas que antes tenías en un estudio como ION o Panda. Entonces tenés el estudio antes que la canción. No me quiero poner en viejo choto y decir que antes era mejor. Sólo digo que cambió el paradigma y ahí entran en juego todas esas cosas. Para mí, lo más importante es la canción.
El estudio es para potenciar la canción…
Claro. Las comunicaciones y la prensa y todo lo que uno puede hacer en las redes sociales, también, serviría como para potenciarse. Pero hay una perdida de valor en la comunicación. Ahora cualquiera comunica algo y ‘descomunica’. Y en la música pasa lo mismo. El tipo que en pos de la producción produce sin saber, en realidad, ‘desproduce’ (ser ríe).
¿Entonces qué recomendas?
Hay una etapa más linda que el estudio. Que es la pre-producción. El ensayo. Ver como los tipos empiezan a genera su propio sonido, van aprendiendo a escucharse entre ellos. Y a veces ese es el trabajo del productor. Hay una cierta tarea de docente. Por ejemplo: le preguntas al batero de la banda cómo es la letra del tema y arranca ‘Hey nanana’. Y no la sabe. Porque el ensayo es un momento de fantasía, y uno mientras toca cierra los ojos y se imagina en River. Entonces, uno tiene que hacerlos bajar. Porque lo lúdico está buenísimo, pero hay que bajar a tierra y es difícil llevar el juego al trabajo. El ensayo es una hora de esparcimiento. Sos el jefe de tu instrumento ahí. Y por ende no vas a aceptar tan fácilmente que un productor te quiera hacer “trabajar” (se ríe).
¿Cuál es el error más común que notas en las bandas que te llaman para producirles el disco?
El error más común – piensa – es cómo encaran la producción y la pre-producción. Otro de los grandes errores lo determino de ésta manera: hay gente que es muy técnica. Es un nerd de su instrumento o de armonías y demás. Pero utiliza más la memoria que lo emotivo. Eso hay que saberlo administrar.
¿Para qué sirve el premio?
Es muy relativo. Es muy raro – busca la palabra adecuada y mientras piensa me trae una estatuilla que recibió y me la muestra – está ahí, tirada. Pero vivimos en una sociedad capitalista donde la chapa sirve para ciertas cosas, pero el que te tiene que premiar es el tipo que te elige. Como productor el premio es tener trabajo. En los ámbitos académicos, sirve porque suma en lo académico como ser doctor en música o magister en música, que es un premio por haber estudiado.
Es un mimo al ego del artista…
Es como otra cosa de la post-modernidad: el Like. Todo depende de lo que quieras mostrar de vos mismo, el premio es lindo recibirlo, pero a las dos semanas yo no lo ando mostrando, ya pasó. Yo soy muy capucha, muy de quedarme encerrado en mi zona de confort, no ando buscando el like. La gente que es muy likeable no se compromete con la realidad. Yo creo eso. Porque en el momento que te comprometes con la realidad de la gente, de la situación dejas de ser likeable. Hay cosas que la gente no quiere saber ni ver ni oír. Y los premios es lo mismo. Son muchos likes. ‘¿Le damos un premio a un likeable o a uno que no? Se lo damos al likeable‘.
¿En qué pones primero el oído en la canción? ¿Le das una chance o ya de entrada estás prestando atención a las cuestiones técnicas de la grabación?
Creo que esta es la pregunta más difícil, pero porque sé cuál es la respuesta. Yo estoy muy atento a lo que está pasando y estar analizándolas. Pero es verdad que soy de enamorarme de las canciones, después, con el tiempo. Soy de los que primero analiza y después un día la está cantando. A veces me pasa que muchas bandas me dejan cantando sus cosas acá. Y de pronto digo: ‘¿Quién era éste?’. Y quizás es un tema que todavía no salió. Pero digamos que si la canción groovea y tiene ritmo, me engancha, igual soy un tipo que le da dos oportunidades a todo.
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