#Jacques-Joseph Champollion-Figeac
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Books On Books Collection - Tiphaine Samoyault
Alphabetical Order (1998) Alphabetical Order (1998) Tiphaine Samoyault Casebound, illustrated glossy paper over boards, decorated doublures. H270 x W195 mm. 32 unnumbered pages. Acquired from World of Books, 15 August 2022. Photos: Books On Books Collection. Tiphaine Samoyault had the extraordinary experience of growing up in residence at the Château de Fontainebleau, where her father…
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DIC 23 – UN DIA COMO HOY – (1790) – NACE JEAN FRANCOIS CHAMPOLLION, FRANCÉS, CONSIDERADO EL PADRE DE LA EGIPTOLOGÍA.
Jean-François Champollion, nació en departamento de Lot; el 23 de diciembre de 1790 y falleció en París, 4 de marzo de 1832, fue un historiador (lingüista y egiptólogo) francés, considerado el padre de la egiptología por haber conseguido descifrar la escritura jeroglífica gracias principalmente al estudio de la piedra de Rosetta. Se doctoró en Historia Antigua por la Universidad de Grenoble.
Su padre, Jacques Champollion, procedía de Valbonnais, una pequeña población cercana a Grenoble, y se había dedicado a la venta ambulante de libros hasta que se trasladó a Figeac y consiguió abrir su propia librería en la plaza del mercado. Allí conoció a Jeanne-Françoise Gualieu, una chica de buena familia, aunque analfabeta, con quien se casó en 1773 cuando ambos tenían treinta años. Jean-François fue el último de sus siete hijos y tuvo tres hermanos: Jacques-Joseph, Guillaume, muerto al nacer, y Jean-Baptiste, fallecido cuando tenía dos años; además de tres hermanas: Thérèse, Pétronille y Marie-Jeanne.
Nacido en plena Revolución francesa, hasta los siete años no recibió ninguna educación formal ya que las escuelas, casi todas regentadas por órdenes religiosas, habían sido cerradas. Con su madre frecuentemente enferma y con un padre ausente debido a sus viajes laborales, Jean-François estuvo al cuidado de su hermano Jacques-Joseph, doce años mayor que él, y de sus tres hermanas mayores. Intentó aprender a leer, escribir y dibujar por su cuenta, hasta que Jacques-Joseph, autodidacta e interesado por la historia antigua, comenzó a darle clases, pero pocos meses después, en julio de 1798, tuvo que trasladarse a Grenoble, donde su padre le había conseguido trabajo.
En noviembre ingresó en la escuela primaria, que había reabierto de nuevo, pero aunque muy inteligente, no conseguía adaptarse a la exigencia escolar, era flojo en ortografía y tenía aversión a algunas asignaturas, sobre todo a las matemáticas, así que por sugerencia de su hermano se le consiguió un profesor particular. El elegido fue Dom Calmels, un benedictino con el que hizo grandes progresos en el estudio del latín y del griego, aunque seguía manteniendo una actitud errática y, cuando Calmels juzgó que no podía enseñarle nada más, sugirió a Jacques-Joseph que para desarrollar su talento tendría más oportunidades en Grenoble. Champollion llegó a Grenoble en marzo de 1801, recién cumplidos los diez años, y con el tiempo llegaría a considerar la ciudad como su verdadero hogar por delante incluso de Figeac.
Jacques-Joseph por aquel entonces se había cambiado el apellido por Champollion-Figeac y a Jean-François también le llamaron a veces así, pero él prefería diferenciarse como «Champollion le Jeune» (Champollion el Joven).
Su hermano primero le asignó un profesor particular y después le dio clases el mismo hasta que, en noviembre de 1802, lo matriculó en la escuela privada del abate Dussert, una de las mejores y más caras de Grenoble. Allí solo estudiaba idiomas (para las demás materias asistía a la escuela central) y al cabo de su primer curso había hecho tantos progresos en latín y griego que comenzó también a estudiar hebreo, árabe, siríaco y caldeo.
A los doce años de edad conoció a Jean-Baptiste Joseph Fourier, que había sido nombrado prefecto del departamento de Isère a principios de 1802, poco después de haber regresado de la expedición de Napoleón a Egipto. Fourier, que había trabajado en el Instituto de Egipto en El Cairo y estaba encargado de redactar el prefacio a la monumental Descripción de Egipto, se encontró con Champollion en una de sus visitas de inspección a las escuelas e, impresionado por su interés en Egipto, lo invitó a la prefectura para que viera su colección de antigüedades. Después de contemplar los hasta ese momento incomprensibles jeroglíficos salió de allí no solo decidido a intentar descifrarlos sino convencido de que lo conseguiría.
La piedra de Rosetta es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 aC. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Gracias a que presenta esencialmente el mismo contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para el desciframiento moderno de los jeroglíficos egipcios.
Originalmente dispuesta dentro de un templo, la estela fue probablemente trasladada durante la época paleocristiana o la Edad Media y finalmente usada como material de construcción en un fuerte cerca de la localidad de Rashid (Rosetta), en el delta del Nilo. Allí fue hallada el 15 de julio de 1799 por el soldado Pierre-François Bouchard durante la campaña francesa en Egipto. Las tropas británicas derrotaron a las francesas en Egipto en 1801 y la piedra original acabó en posesión inglesa bajo la Capitulación de Alejandría. Transportada a Londres, está expuesta al público desde 1802 en el Museo Británico, donde es la pieza más visitada.
Debido a que fue el primer texto plurilingüe antiguo descubierto en tiempos modernos, la Piedra de Rosetta despertó el interés público por su potencial para descifrar la hasta entonces ininteligible escritura jeroglífica egipcia, y en consecuencia sus copias litográficas y de yeso comenzaron a circular entre los museos y los eruditos europeos. La primera traducción completa del texto en griego antiguo apareció en 1803, pero no fue hasta 1822 cuando Jean-François Champollion anunció en París el descifrado de los textos jeroglíficos egipcios, mucho antes de que los lingüistas fueran capaces de leer con seguridad otras inscripciones y textos del antiguo Egipto.
Los principales avances de la decodificación fueron el reconocimiento de que la estela ofrece tres versiones del mismo texto (1799), que el texto demótico usa caracteres fonéticos para escribir nombres extranjeros (1802), que el texto jeroglífico también lo hace así y tiene similitudes generales con el demótico - Thomas Young en 1814 - y que, además de ser usados para los nombres extranjeros, los caracteres fonéticos también fueron usados para escribir palabras nativas egipcias - Champollion entre 1822 y 1824 -.
Más tarde se descubrieron dos copias fragmentarias del mismo decreto, y en la actualidad se conocen varias inscripciones egipcias bilingües y trilingües, incluidos dos decretos ptolemaicos, como el Decreto de Canopus del 238 aC. y el Decreto de Menfis de Ptolomeo IV, c. 218 aC. Por ello, aunque la Piedra de Rosetta ya no es única, fue un referente esencial para el entendimiento actual de la literatura y la civilización del Antiguo Egipto y el propio término «Piedra de Rosetta» es hoy usado en otros contextos como el nombre de la clave esencial para un nuevo campo del conocimiento.
Desde su hallazgo la piedra ha sido objeto de rivalidades nacionales, incluida su transferencia de manos francesas a británicas durante las guerras napoleónicas, una larga disputa sobre el valor relativo de las contribuciones de Young y Champollion a su desciframiento y, desde 2003, demandas para el retorno de la estela a Egipto.
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Ancient Egyptian race controversy
The question of the race of ancient Egyptians was raised historically as a product of the early racial concepts of the 18th and 19th centuries, and was linked to models of racial hierarchy primarily based on craniometry, anthropometry and genetics. A variety of views circulated about the racial identity of the Egyptians and the source of their culture.[1] Some scholars argued that ancient Egyptian culture was influenced by other Afroasiatic-speaking populations in Northeast Africa, the Maghreb, or the Middle East, while others pointed to influences from various Nubian groups or populations in Europe. In more recent times Afrocentric writers continued to challenge the mainstream view, some focusing on questioning the race of specific notable individuals such as the king represented in the Great Sphinx of Giza, native Egyptian pharaoh Tutankhamun, and Greek Ptolemaic queen Cleopatra VII.
Mainstream scholars reject the notion that Egypt was a white or black civilization; they maintain that, despite the phenotypic diversity of Ancient and present day Egyptians, applying modern notions of black or white races to ancient Egypt is anachronistic.[2][3][4] In addition, scholars reject the notion, implicit in the notion of a black or white Egypt hypothesis, that Ancient Egypt was racially homogeneous; instead, skin color varied between the peoples of Lower Egypt, Upper Egypt, and Nubia, who in various eras rose to power in Ancient Egypt.
A study published in 2017 described the extraction and analysis of DNA from 151 mummified ancient Egyptian individuals, whose remains were recovered from Abusir el-Meleq in the Cairo Governate. The study was able to measure the mitochondrial DNA of 90 individuals, and it showed that Ancient Egyptians had the greatest affinity for modern Middle Eastern (Arab, Levantine and Anatolian) populations, and had significantly more affinity with south-eastern Europeans than with sub-Saharan Africans. Genome-wide data could only be successfully extracted from three of these individuals. Of these three, the Y-chromosome haplogroups of two individuals could be assigned to the Middle-Eastern haplogroup J, and one to haplogroup E1b1b1 common in North Africa. The absolute estimates of sub-Saharan African ancestry in these three individuals ranged from 6 to 15%, which is significantly lower than the level of sub-Saharan African ancestry in the modern Egyptians from Abusir, who "range from 14 to 21%." The study's authors cautioned that the mummies may be unrepresentative of the Ancient Egyptian population as a whole, since they were recovered from the northern part of Egypt,[5] (closer to foreign populations) and they only dated from the late New Kingdom to the Roman Period. As a result mummies from the earlier classical periods of Egyptian history such as the Old Kingdom and Middle Kingdom further to the south were omitted.
History
The earliest examples of disagreement regarding the race of the ancient Egyptians occurred in the work of Europeans and Americans early in the 19th century. One early example of such an attempt was an article published in The New-England Magazine of October 1833, where the authors dispute a claim that "Herodotus was given as authority for their being negroes." They point out with reference to tomb paintings: "It may be observed that the complexion of the men is invariably red, that of the women yellow; but neither of them can be said to have anything in their physiognomy at all resembling the Negro countenance."[6]
In the 18th century, Constantin François de Chassebœuf, comte de Volney, wrote "The Copts are the proper representatives of the Ancient Egyptians" due to their "jaundiced and fumed skin, which is neither Greek, Negro nor Arab, their full faces, their puffy eyes, their crushed noses, and their thick lips ... the ancient Egyptians were true negroes of the same type as all native born Africans".[7][8]
Just a few years later, in 1839, Jean-François Champollion stated in his work Egypte Ancienne that the Egyptians and Nubians are represented in the same manner in tomb paintings and reliefs, further suggesting that: "In the Copts of Egypt, we do not find any of the characteristic features of the ancient Egyptian population. The Copts are the result of crossbreeding with all the nations that successfully dominated Egypt. It is wrong to seek in them the principal features of the old race."[9] Also in 1839, Champollion's and Volney's claims were disputed by Jacques Joseph Champollion-Figeac, who blamed the ancients for spreading a false impression of a Negro Egypt, stating "The opinion that the ancient population of Egypt belonged to the Negro African race, is an error long accepted as the truth. ... Volney's conclusion as to the Negro origin of the ancient Egyptian civilization is evidently forced and inadmissible."[10]
The debate over the race of the ancient Egyptians intensified during the 19th century movement to abolish slavery in the United States, as arguments relating to the justifications for slavery increasingly asserted the historical, mental and physical inferiority of black people. For example, in 1851, John Campbell directly challenged the claims by Champollion and others regarding the evidence for a black Egypt, asserting "There is one great difficulty, and to my mind an insurmountable one, which is that the advocates of the negro civilization of Egypt do not attempt to account for, how this civilization was lost.... Egypt progressed, and why, because it was Caucasian."[11] The arguments regarding the race of the Egyptians became more explicitly tied to the debate over slavery in the United States as the United States escalated towards civil war.[12] In 1854, Josiah C. Nott with George Glidden set out to prove: "that the Caucasian or white, and the Negro races were distinct at a very remote date, and that the Egyptians were Caucasians."[13]Samuel George Morton, a physician and professor of anatomy, concluded that although "Negroes were numerous in Egypt, but their social position in ancient times was the same that it now is [in the United States], that of servants and slaves."[14] In the early 20th century, Flinders Petrie, a Professor of Egyptology at the University of London, in turn spoke of a Nubian queen, Aohmes Nefertari, who was the "divine ancestress of the XVIIIth dynasty". He described her physically as having "had an aquiline nose, long and thin, and was of a type not in the least prognathous".[15]
Egypt was not a popular civilization with all African Americans at the time, because they often associated Egypt with slavery. Black spirituals such as Go Down Moses related the slavery of blacks in America to the bondage of the Israelites in Egypt.[16] As late as the 1960s, Martin Luther King and other civil rights leaders related the struggles of the Jews enslaved in Egypt to the struggles of African Americans.
https://www.wikiwand.com/en/Ancient_Egyptian_race_controversy
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lmao where’s the jean-françois champollion fandom. honestly you’d think on tumblr of all places he would be at least one (1) other person’s childhood hero
#HONESTLY ITS LIKE NO ONE ELSE SPENT THEIR CHILDHOOD DYING TO BE AN EGYPTOLOGIST OR ASTRONOMER#WHERES THE EGYPTOLOGY SQUAD AT#ALSO WHERES THE JACQUES JOSEPH CHAMPOLLION-FIGEAC FANDOM AT WHAT A HERO
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DICIEMBRE 23 – UN DÍA COMO HOY – (1790) – NACE JEAN FRANCOIS CHAMPOLLION, FRANCÉS, CONSIDERADO EL PADRE DE LA EGIPTOLOGÍA. -
Jean-François Champollion, nació en departamento de Lot; el 23 de diciembre de 1790 y falleció en París, 4 de marzo de 1832, fue un historiador (lingüista y egiptólogo) francés, considerado el padre de la egiptología por haber conseguido descifrar la escritura jeroglífica gracias principalmente al estudio de la piedra de Rosetta. Se doctoró en Historia Antigua por la Universidad de Grenoble.
Su padre, Jacques Champollion, procedía de Valbonnais, una pequeña población cercana a Grenoble, y se había dedicado a la venta ambulante de libros hasta que se trasladó a Figeac y consiguió abrir su propia librería en la plaza del mercado. Allí conoció a Jeanne-Françoise Gualieu, una chica de buena familia, aunque analfabeta, con quien se casó en 1773 cuando ambos tenían treinta años. Jean-François fue el último de sus siete hijos y tuvo tres hermanos: Jacques-Joseph, Guillaume, muerto al nacer, y Jean-Baptiste, fallecido cuando tenía dos años; además de tres hermanas: Thérèse, Pétronille y Marie-Jeanne.
Nacido en plena Revolución francesa, hasta los siete años no recibió ninguna educación formal ya que las escuelas, casi todas regentadas por órdenes religiosas, habían sido cerradas. Con su madre frecuentemente enferma y con un padre ausente debido a sus viajes laborales, Jean-François estuvo al cuidado de su hermano Jacques-Joseph, doce años mayor que él, y de sus tres hermanas mayores. Intentó aprender a leer, escribir y dibujar por su cuenta, hasta que Jacques-Joseph, autodidacta e interesado por la historia antigua, comenzó a darle clases, pero pocos meses después, en julio de 1798, tuvo que trasladarse a Grenoble, donde su padre le había conseguido trabajo.
En noviembre ingresó en la escuela primaria, que había reabierto de nuevo, pero aunque muy inteligente, no conseguía adaptarse a la exigencia escolar, era flojo en ortografía y tenía aversión a algunas asignaturas, sobre todo a las matemáticas, así que por sugerencia de su hermano se le consiguió un profesor particular. El elegido fue Dom Calmels, un benedictino con el que hizo grandes progresos en el estudio del latín y del griego, aunque seguía manteniendo una actitud errática y, cuando Calmels juzgó que no podía enseñarle nada más, sugirió a Jacques-Joseph que para desarrollar su talento tendría más oportunidades en Grenoble. Champollion llegó a Grenoble en marzo de 1801, recién cumplidos los diez años, y con el tiempo llegaría a considerar la ciudad como su verdadero hogar por delante incluso de Figeac.
Jacques-Joseph por aquel entonces se había cambiado el apellido por Champollion-Figeac y a Jean-François también le llamaron a veces así, pero él prefería diferenciarse como «Champollion le Jeune» (Champollion el Joven).
Su hermano primero le asignó un profesor particular y después le dio clases el mismo hasta que, en noviembre de 1802, lo matriculó en la escuela privada del abate Dussert, una de las mejores y más caras de Grenoble. Allí solo estudiaba idiomas (para las demás materias asistía a la escuela central) y al cabo de su primer curso había hecho tantos progresos en latín y griego que comenzó también a estudiar hebreo, árabe, siríaco y caldeo.
A los doce años de edad conoció a Jean-Baptiste Joseph Fourier, que había sido nombrado prefecto del departamento de Isère a principios de 1802, poco después de haber regresado de la expedición de Napoleón a Egipto. Fourier, que había trabajado en el Instituto de Egipto en El Cairo y estaba encargado de redactar el prefacio a la monumental Descripción de Egipto, se encontró con Champollion en una de sus visitas de inspección a las escuelas e, impresionado por su interés en Egipto, lo invitó a la prefectura para que viera su colección de antigüedades. Después de contemplar los hasta ese momento incomprensibles jeroglíficos salió de allí no solo decidido a intentar descifrarlos sino convencido de que lo conseguiría.
La piedra de Rosetta es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 aC. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Gracias a que presenta esencialmente el mismo contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para el desciframiento moderno de los jeroglíficos egipcios.
Originalmente dispuesta dentro de un templo, la estela fue probablemente trasladada durante la época paleocristiana o la Edad Media y finalmente usada como material de construcción en un fuerte cerca de la localidad de Rashid (Rosetta), en el delta del Nilo. Allí fue hallada el 15 de julio de 1799 por el soldado Pierre-François Bouchard durante la campaña francesa en Egipto. Las tropas británicas derrotaron a las francesas en Egipto en 1801 y la piedra original acabó en posesión inglesa bajo la Capitulación de Alejandría. Transportada a Londres, está expuesta al público desde 1802 en el Museo Británico, donde es la pieza más visitada.
Debido a que fue el primer texto plurilingüe antiguo descubierto en tiempos modernos, la Piedra de Rosetta despertó el interés público por su potencial para descifrar la hasta entonces ininteligible escritura jeroglífica egipcia, y en consecuencia sus copias litográficas y de yeso comenzaron a circular entre los museos y los eruditos europeos. La primera traducción completa del texto en griego antiguo apareció en 1803, pero no fue hasta 1822 cuando Jean-François Champollion anunció en París el descifrado de los textos jeroglíficos egipcios, mucho antes de que los lingüistas fueran capaces de leer con seguridad otras inscripciones y textos del antiguo Egipto.
Los principales avances de la decodificación fueron el reconocimiento de que la estela ofrece tres versiones del mismo texto (1799), que el texto demótico usa caracteres fonéticos para escribir nombres extranjeros (1802), que el texto jeroglífico también lo hace así y tiene similitudes generales con el demótico - Thomas Young en 1814 - y que, además de ser usados para los nombres extranjeros, los caracteres fonéticos también fueron usados para escribir palabras nativas egipcias - Champollion entre 1822 y 1824 -.
Más tarde se descubrieron dos copias fragmentarias del mismo decreto, y en la actualidad se conocen varias inscripciones egipcias bilingües y trilingües, incluidos dos decretos ptolemaicos, como el Decreto de Canopus del 238 aC. y el Decreto de Menfis de Ptolomeo IV, c. 218 aC. Por ello, aunque la Piedra de Rosetta ya no es única, fue un referente esencial para el entendimiento actual de la literatura y la civilización del Antiguo Egipto y el propio término «Piedra de Rosetta» es hoy usado en otros contextos como el nombre de la clave esencial para un nuevo campo del conocimiento.
Desde su hallazgo la piedra ha sido objeto de rivalidades nacionales, incluida su transferencia de manos francesas a británicas durante las guerras napoleónicas, una larga disputa sobre el valor relativo de las contribuciones de Young y Champollion a su desciframiento y, desde 2003, demandas para el retorno de la estela a Egipto. Revista El Mundo en Movimiento - [email protected]
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