Tumgik
#Educación entre 1821 y 1823
aperint · 1 year
Text
La educación mexicana de Iturbide a Juárez
La educación mexicana de Iturbide a Juárez #aperturaintelectual #palabrasbajollave @tmoralesgarcia1 Thelma Morales García
Tumblr media
View On WordPress
2 notes · View notes
Photo
Tumblr media
010 - Años (1822-1823) – Bicentenario de la Independencia del Perú. --
1822 – 22 de noviembre. El Congreso de Verona decide la reinstauración del absolutismo en España. Celebrado el 22 de noviembre de 1822 en Verona, la conforman la Cuádruple Alianza, así como las potencias que formaban parte de la Santa Alianza.
Rusia, Austria y Prusia deciden la reinstauración del absolutismo en España reclamada por el mismo rey, tras el pronunciamiento llevado a cabo por Rafael del Riego que consiguió cercar políticamente a Fernando VII, jurando la Constitución de Cádiz e iniciando el Trienio Liberal que tuvo un gran efecto en el resto de los países europeos.
El 7 de abril de 1823 se produce la invasión de España por parte de los Cien Mil Hijos de San Luis, penetrando con escasa resistencia hasta Cádiz. Comienza así la Década Absolutista, conocida como la Década Ominosa por los liberales.
1822 – 1 de diciembre. El regente portugués proclama la independencia de Brasil y se corona como Pedro I de Brasil y IV de Portugal (12 de octubre de 1798-24 de septiembre de 1834) fue un monarca portugués que proclamó la independencia de Brasil y se convirtió en el primer emperador de Brasil y en el primer jefe de Estado de ese país. Ocupó brevemente el trono portugués con el nombre de Pedro IV, El Rey Soldado. Es uno de los pocos gobernantes que ha ostentado tanto el título de "emperador" como el de "rey".
1822 – 1 de diciembre. En Viena hace su debut el pianista Franz Liszt. Nació en Raiding, Imperio austríaco, 22 de octubre de 1811 y falleció en Bayreuth, Imperio alemán el 31 de julio de 1886, fue un compositor austro-húngaro romántico,  ​un virtuoso pianista, profesor, director de orquesta y seglar franciscano. Su nombre en húngaro era Liszt Ferencz, ​ y desde 1859 hasta 1865 fue conocido oficialmente como Franz Ritter von Liszt. ​
Liszt se hizo famoso en toda Europa durante el siglo XIX por su gran habilidad como intérprete. Sus contemporáneos afirmaban que era el pianista técnicamente más avanzado de su época y quizás el más grande de todos los tiempos. También fue un importante e influyente compositor, un profesor de piano notable, un director de orquesta que contribuyó significativamente al desarrollo moderno del arte y un benefactor de otros compositores y artistas, intérpretes o ejecutantes, en particular de Richard Wagner, Héctor Berlioz, Camille Saint-Saëns, Edvard Grieg y Aleksandr Borodín.
Como compositor, fue uno de los más destacados representantes de la Nueva Escuela Alemana. Compuso una extensa y variada cantidad de obras para piano en estilo concertante para piano y orquesta.
1823 – 4 de enero. En España, el desbordamiento del río Guadalquivir provoca la inundación total de Sevilla.
1823 – 28 de enero. En Chile abdica el director supremo: Bernardo O'Higgins, nació en Chillán, Capitanía General de Chile el 20 de agosto de 1778 y falleció en Lima, Perú, el 24 de octubre de 1842, fue un militar y político chileno reconocido como uno de los «padres de la Patria de Chile» por su participación crucial en el proceso de independencia del Imperio español, tanto en la respectiva guerra como en el cargo de director supremo entre 1817 y 1823, en el que consolidó su inicio como nación.
Era de ascendencia española e irlandesa. Hijo de Ambrosio O'Higgins, quien fue gobernador de la Capitanía General de Chile y virrey del Perú, y de Isabel Riquelme. Por instrucciones de su padre, estudió inicialmente en Chillán, luego en Lima y después en Londres, Inglaterra. En 1801 regresó a Chile y se radicó en su hacienda de San José de Las Canteras, recibida en herencia, dedicándose a las labores agrícolas.
Luego se convirtió en militar sin formación. Ejerció la jefatura del Estado bajo el título de director supremo, cargo al que después renunció, exiliándose en Perú hasta su muerte. Entre las obras de su gobierno destacaron la declaración de independencia en 1818, las constituciones de 1818 y 1822, la fundación de la Armada de Chile y las escuelas Militar y Naval, así como la creación de la bandera chilena actual y el primer himno nacional.
Considerado uno de los Libertadores de América, fue capitán general del Ejército de Chile, brigadier de las Provincias Unidas del Río de la Plata, general de la Gran Colombia, gran mariscal del Perú y el principal organizador de la Expedición Libertadora del Perú.
En 1790 su padre lo envió a Lima para que continuara sus estudios en el Colegio del Príncipe y en el de San Carlos de esa ciudad y en 1794 a Europa para que completara sus estudios. ​ En Lima su apoderado fue el rico comerciante irlandés Juan Ignacio Blake y en Europa Nicolás de la Cruz y Bahamonde. Al llegar a Europa, inicialmente estuvo viviendo en la residencia de Nicolás de la Cruz en Cádiz pero luego éste lo envió a Londres para que completara su educación. En Inglaterra recibía periódicamente las remesas de dinero que enviaba su padre. Este dinero fue bastante recortado lo que significó una constante preocupación para el joven Bernardo. Revista Bicentenario - Historia del Perú - (1821-2921) - [email protected]
0 notes
automatismoateo · 5 years
Text
Los libros que se han prohibido en Colombia
From Blog Sin Dioses http://bit.ly/2PDhKR4 (via IFTTT)
Desde 1988 se lleva a cabo la Feria Internacional del Libro en Bogotá. Un espacio donde es posible conseguir miles de títulos tanto en español como en otros idiomas. También la ciudad cuenta con muchas librerías de libros nuevos como usados. Además de la posibilidad de comprar cualquier título por Internet. Sin embargo, no siempre fue así. Principalmente por la religión, y en menor medida por el gobierno, varios títulos fueron prohibidos en estas tierras, y una obra colombiana fue puesta en el índice de Libros Prohibidos de la Inquisición católica. En tiempos del dominio español el rey Felipe III ordenó, el 25 de febrero de 1610 el establecimiento del Santo Oficio de Cartagena. Este ente inquisitorial no fue puesto en la capital, como ocurrió en el Virreinato de Perú y el de Nueva España (México), porque buscaba controlar los libros que ingresaran la Nueva Granada, además de ser sede para las islas del Caribe. Según La Historia de Colombia de Henao y Arrubla -texto oficial conmemorativo del Centenario- se dice que este órgano para la preservación de la fe católica se limitaba "a velar por la no introducción de libros prohibidos". La relación de los libros ilícitos fue hecha en el “Índice de los Libros Prohibidos” de la Inquisición española. Este listado fue reeditado y ampliado durante ocho veces mientras existió el Tribunal de Cartagena. Para cuando se hizo el último suplemento, en 1848, Colombia llevaba poco más de dos décadas de haber clausurado el tribunal de la inquisición de Cartagena, que cerró en 1821 como resultado de la Independencia. Años antes de la independencia el virrey José Manuel de Ezpeleta, en 1794, ordenó destruir todas las copias de la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”, traducida del francés e impresas por Antonio Nariño que las había repartido por las calles de Santa Fe. Después de la independencia la Iglesia Católica elevó una feroz batalla por mantener sus privilegios y evitar la educación oficial, hasta el punto de promover revueltas armadas de manos de los conservadores. Uno de los sacerdotes que predicó censurando libros en la Santa fe de inicios del siglo XIX fue el padre Francisco Margallo y Duquesne, que en sus delirios de fanatismo profetizó que Bogotá sería destruida por un terremoto un 31 de agosto, de un año que no quiso revelar. El constitucionalista y periodista santandereano Florentino González, quien asistía a las misas de Margallo, narra que él tomaba nota de los autores que el sacerdote fanático citaba en las misas para luego procurárselos clandestinamente. Entre las obras prohibidas estaban las de Voltaire, Rousseau, Raynal y Volney. Florentino sería, gracias a tales lecturas, un excelente pensador liberal.
Sacerdote Francisco Margallo Duquesne. Imagen: Uniandes período colonial
Durante los sermones Margallo llegó a expresar que los reyes del Antiguo Testamento habían podido gobernar sabiamente sin nunca haber leído “El Contrato Social”. Todas las obras de la Ilustración despertaban su furia inquisidora: “Libros que, prefiriendo el sistema de Epicuro al Evangelio, van a convertir el Mundo en un teatro capaz de horrorizar las Naciones más bárbaras, e incultas (…) ¡Ay! ¿En esto han venido a parar las luces del siglo XVIII?", se quejó por escrito el cura. Entre los años de 1820 y 1823 se generó una gran polémica por motivo de la enseñanza de las ideas del político y economista inglés Jeremy Bentham en el plan de estudios del Colegio de San Bartolomé. El escándalo de aquel momento puede compararse al revuelo actual con el enfoque de género y la no discriminación de ciudadanos LGBTI, que deschaveta a muchos religiosos de hoy. En el libro “Introducción a los principios de moral y legislación” (1789) Bentham argumentaba que «todo acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la utilidad que tienen, esto es, según el placer o el sufrimiento que producen en las personas». A partir de este principio se partiría para analizar y reformular las cuestiones políticas, sociales y económicas. Las ideas del utilitarismo de Bentham fueron la primera concepción del Estado y la primera filosofía política que se enseñó en Colombia. El sacerdote Margallo y Dusquene se descargó contra la lectura de las obras de Bentham afirmando que se trataban de “libros escritos en la academia del infierno, dictados por el fanatismo, y furor contra Dios, y la Religión Santísima de Jesucristo: organizados por la ignorancia y el engaño; escritos entre las tinieblas de la ceguedad; capaces de formar una educación irracional, y libertina, que compusiese, si posible fuera, no una República como la de Platón; sino de hombres, y de fieras, bajo de unas mismas leyes de libertinaje”. Posteriormente, alzaría su voz y su pluma contra la instauración de la Sociedad Bíblica, porque la Iglesia no quería traducciones al español no autorizadas por el Papa y sin notas explicativas católicas. Margallo era parte de un sector del clero tradicionalista, que inicialmente defendía la monarquía, pero que tras formarse la república decidió hacer una guerra frontal contra las reformas de carácter liberal.
José Hilario López, presidente que abogó por la libertad de imprenta y la laicidad en Colombia.
 En el año de 1851 el Congreso de la República de la Nueva Granada declaró que “1°. Es completamente libre la expresión del pensamiento por medio de la prensa. 2° Quedan derogadas todas las leyes sustantivas y adjetivas sobre libertad de imprenta”. Así llegó la libertad de prensa a nuestro país en el gobierno de José Hilario López. Pero estas medidas, junto con la expulsión de los jesuitas, la abolición de la esclavitud y la pena de muerte, llevó a que los conservadores del Estado del Cauca iniciaran una guerra civil.
Por los años de 1870 muchos clérigos se rebelaron contra la ley que establecía la educación primaria obligatoria y laica. De hecho, el Estado de Antioquia, tradicionalmente conservador, nunca la llegó a aplicar. El obispo de Popayán Carlos Bermúdez llegó incluso a amenazar con la excomunión a los padres que mandaran a sus hijos a las nacientes escuelas públicas porque, según él, la Iglesia era la única autorizada para impartir educación a los niños. El ensotanado afirmaba que las escuelas públicas eran resultado de un complot de masones y liberales para corromper a la juventud, y donde los expondrían a libros prohibidos por la Iglesia. Unas palabras que recuerdan las que actualmente dirigen uribistas y cristianos contra colegios y universidades públicas, en procura de su privatización.El siglo XIX no tuvo un final feliz para la laicidad y el libre acceso a libros. Pues una vez en el poder, el traidor a las ideas liberales, Don Rafael Núñez (más conocido por haber compuesto el himno nacional), firmó un concordato con la Iglesia en 1888 donde el gobierno colombiano se comprometió en impedir que en las asignaturas escolares se propagaran ideas contrarias al dogma católico. En la práctica esto significó prohibir en las escuelas a Voltaire, Rosseau, Tracy, Charles Darwin, Thomas Paine, etc. El Artículo 13 de tal concordato establecía que “El Arzobispo de Bogotá designará los libros que han de servir de textos para la moral y la religión… [E]ste prelado […] elegirá los textos para los demás planteles de enseñanza oficial.” En caso que se enseñase o se expusieran ideas o libros contrarios a la doctrina católica “el respectivo Ordinario diocesano podrá retirar a los profesores o maestros la facultad de enseñar tales materias”. El primer manual colombiano de censura literaria llegaría en 1910 gracias al sacerdote español, radicado en Bogotá, Pedro Ladrón Guevara. Las razones por las que un libro terminaría en tal lista son por ser: “Herético, impío, incrédulo, blasfemo, clerófobo, malo, de malas ideas, deletéreo, dañoso, peligroso, inmoral, obsceno, deshonesto, lascivo, lujurioso, libre, indecente, cínico, voluptuoso, sensual, apasionado, peligroso para jóvenes, imprudente, temerario”, según la introducción del libro. La lista de autores censurados llegó a 2.057. Además de los ya mencionados, incluyó a otros como, Carlos Baudelaire, Juan Jacobo Casanova, Daniel Defoe, Alejandro Dumas, Jorge Isaacs, Hermann Melville, Federico Nietzsche y Marqués de Sade. Una especial molestia les generaba a los censuradores el escritor bogotano José María Vargas Vila. Este liberal publicó la mayor parte de sus novelas durante la hegemonía conservadora (1886 – 1930). El clero afirmaba que sus libros eran fruto del ateísmo de Vargas, especialmente Aura o las violetas (1887). En “La Ubre de la loba” Vargas denuncia el adoctrinamiento de la Iglesia con estas duras palabras:“…Eran monjas catequistas dadas a la enseñanza, Mezclando el fanatismo más absurdo, a una pedagogía rudimentaria y bárbara; Eran, unos de los mil tentáculos, que Roma tiende sobre las ciudades y los campos de América, para apoderarse de las almas y aumentar sus inmensos rebaños de creyentes; Enviadas para catequizar salvajes en las montañas, ellas se quedan siempre en las ciudades, salvajizando niños con la lenta infiltración del virus religioso.” Con una pluma tan mordaz y afilada, era de esperarse la censura del clero.
También el escritor Bernardo Arias Trujillo, autor de “Por los caminos de Sodoma: confesiones íntimas de un homosexual” (1932), y el general Rafael Uribe Uribe, por su ensayo “El liberalismo colombiano no es pecado” (1912), se encontraban en la lista negra. Este último, fue hecho por Uribe Uribe como respuesta al ensayo “El liberalismo es pecado” (1884) por Félix Sardá y Salvany en España. La obra de Uribe Uribe, que defiende la libertad de expresión, es el único texto colombiano que sería incluido en el Índice de Libros Prohibidos del Vaticano, haciendo su censura global. Muchos de estos libros prohibidos podían conseguirse, con algo de dificultad, en alguna librería que dispusiera de una trastienda, para que no estuvieran a la vista de todos. Sin embargo, estuvieron ausentes de cualquier biblioteca de colegio hasta mediado del siglo XX. En muchos colegios y universidades estuvieron prohibidos algunos libros de Gabriel García Márquez, como Cien años de soledad (1967), por su lenguaje considerado soez y por describir escenas sexuales. Solo después de obtener el Premio Nobel de Literatura en 1982, empezó a levantarse el veto gradualmente. El caso de quema de libros más reciente lo encontramos el 13 de mayo de 1978, día de la fiesta de la Virgen de Fátima. En esa noche Alejandro Ordoñez Maldonado, actual embajador de Colombia en la OEA del Gobierno Duque, junto con varios miembros de la organización “Tradición, Familia y Propiedad” hicieron una hoguera en Bucaramanga, al mejor estilo de la Inquisición. Varios libros fueron sacados de una biblioteca pública y alimentaron las llamas obras de Descartes, Gabriel García Márquez, Rousseau, Freud, Marx, Thoman Mann, revistas y periódicos con fotografías de desnudos femeninos y hasta una Biblia, que juzgaron incorrecta por ser una “edición protestante”.
Alejandro Ordoñez en queAñadir leyenda
En 2017 Alejandro Ordoñez dijo en la radio que volvería quemar libros. Tal acción la consideró “un acto pedagógico”. Así pues, el espíritu de la Inquisición sigue vivo en funcionarios públicos actuales. Es probable que muchos fanáticos religiosos en la política colombiana como Alejandro Ordoñez, Marco Fidel Ramírez, Ángela Hernández o Jhon Milton Rodríguez, nuestros Margallos actuales, recurrirían a la censura de libros si en su poder estuviera tal potestad. Después de tantos años de censura, es asombroso ver que la libertad de leer ocupa un recién y menor porcentaje de tiempo de la historia de Colombia. Sería muy buena idea poder leer a los autores librepensadores que tanto quisieron los censuradores que no leyéramos.
1 note · View note
Photo
Tumblr media
030 - Año (1827) – Bicentenario de la Independencia del Perú --
José de La Mar, Presidente de la República del Perú (1827-1829). Fue el primer mandatario constitucional del Perú libre ya de toda influencia extranjera.
La Mar, que se hallaba en Guayaquil, fue informado de su elección, debiendo entonces partir hacia el Perú. Se dice que lo hizo de mal grado, pues detestaba el poder; aunque posiblemente también por su salud delicada (sufría al parecer de un mal hepático).
Mientras duraba su llegada, asumió el mando interino el vicepresidente Manuel de Salazar y Baquíjano. El 22 de agosto asumió por fin La Mar sus funciones como Presidente Constitucional del Perú.
El gobierno de La Mar fue el primero del Perú libre de toda influencia extranjera. Ya desde sus primeros meses, tuvo que sofocar tres conspiraciones:
La primera (diciembre de 1827), donde aparecieron complicados el jurista Manuel Lorenzo de Vidaurre (uno de los sostenedores de la candidatura de Santa Cruz) y el guerrillero Ignacio Quispe Ninavilca.
La segunda, promovida por el coronel Alejandro Huavique (23 de abril de 1828), fue sofocada por el entonces sargento mayor Felipe Santiago Salaverry, quien dio muerte al conspirador.
La tercera (mayo de 1828), dio origen a la dispersión de numerosos oficiales en apartadas guarniciones de provincia.
Estas conspiraciones fueron atribuidas a las intrigas de Santa Cruz, el cual fue alejado del país nombrándosele ministro plenipotenciario en Chile.
Pero se ha dicho que todos estos complots no eran sino episodios de una conspiración más vasta y profunda, en la cual se hallaban comprometidos, además de Santa Cruz, los generales Agustín Gamarra (prefecto del Cuzco) y Antonio Gutiérrez de la Fuente (prefecto de Arequipa).
Estos formaron una especie de triunvirato, cuyo propósito era la caída de La Mar, meta que momentáneamente aplazaron, a raíz de los conflictos con Bolivia y la Gran Colombia.
Poco después, Santa Cruz fue nombrado Presidente de Bolivia, hacia donde partió, con previa autorización del gobierno peruano. En dicho país, Santa Cruz realizaría una gran obra administrativa, aunque continuó intrigando contra el gobierno peruano.
Ya por entonces tenía en mente su plan de una Federación Perú-Boliviana, que años después haría realidad.
Por si fuera poco, La Mar tuvo también que enfrentar una peligrosa sublevación de los iquichanos, indígenas de la provincia de Huanta.
Estos aún luchaban a favor del rey de España y el 12 de noviembre de 1827 asaltaron y tomaron Huanta. Luego, avanzaron amenazadoramente sobre Huamanga pero fueron contenidos, y tras una cruenta campaña fueron finalmente sometidos.
El ministro encargado de Hacienda, José de Morales y Ugalde, presentó al Congreso una extensa memoria de todo lo hecho dentro de su ramo en el pasado gobierno y una relación de las entradas y gastos públicos en 1827.
Los ingresos calculados fueron de 5.203.000 pesos y los egresos de 5.152.000, dando un saldo o sobrante de 51.000 pesos. Pero este presupuesto no llegó a ser aprobado por el Congreso.
Promulgación de la Constitución liberal de 1828
El Congreso Constituyente dio la Constitución liberal de 1828, la segunda que tuvo la República del Perú, cuya promulgación y juramento público se dispuso para el día 5 de abril de 1828, lo que debió ser postergado para el día 18 de ese mes, por haber ocurrido el 30 de marzo un tremendo terremoto en Lima que dejó a la ciudad casi en ruinas. Y aunque sus bases fueron tomadas de la Constitución de 1823, fue enriquecida con normas que la experiencia aconsejó incluir.
En lo civil puso término a ciertos rezagos de la vida colonial, a saber: empleos hereditarios, mayorazgos, vinculaciones y privilegios. Se abolió la tortura y las penas infamantes y solo hubo pena de muerte en los casos de homicidio calificado.
En lo político estableció: la elección indirecta del presidente y el vicepresidente, para un período de cuatro años, inmediatamente renovable; cámaras de senadores y diputados, cuya renovación se efectuaría cada dos años por tercios y mitades, respectivamente; creación de un Consejo de Estado, al cual se encargaba la misión de observar y asesorar al poder ejecutivo; creación de las Juntas Departamentales, como medio de satisfacer y atenuar las tendencias federalistas.
Pero una disposición importantísima fue la autorización al Presidente de la República para suspender las garantías constitucionales e investirse de facultades extraordinarias, por un tiempo determinado y con cargo de informar al Congreso acerca de las medidas adoptadas durante el ejercicio de dichas facultades.
Ofreció el fomento de las industrias y la educación, la realización de estadísticas, la civilización de los indígenas y el apoyo a la inmigración, entre otras buenas intenciones que poco o nada llegarían a materializarse. Revista Bicentenario de la Independencia del Perú (1821-2021)
0 notes