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#DirectoresEnGuerra
rosebudblog · 4 years
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DIRECTORES EN GUERRA
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DEATH MILLS DE BILLY WILDER
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EL DE HUSTON PROHIBIDO 30 AÑOS
Por todos es conocido que al inicio de la Segunda Guerra Mundial el pueblo norteamericano vivía al margen de esos acontecimientos y consideraba la guerra un asunto totalmente ajeno a sus intereses y problemas. El gobierno deseaba entrar en la guerra junto a Inglaterra, pero todas las encuestas denotaban una escasísima atracción por el conflicto. El ataque japonés a Pearl Harbour dinamitó, nunca mejor dicho, este pensamiento y el país declaró la guerra a los países del Eje. (Hay alguna teoría que indica que el gobierno norteamericano conocía la inminencia del ataque y que se mostró pasivo para de esa forma tener un motivo patriótico y entrar en el conflicto armado… creo que nunca conoceremos la verdad).
Una vez instalado en la guerra, el gobierno se planteó qué tipo de ayuda podía recibir de la sociedad civil. En esa faceta entró el mundo el cine. Por una parte, las estrellas colaboraron en las giras para recaudar fondos para los Bonos de Guerra o con iniciativas como la Cantina de Hollywood de la que ya hablamos en otro capítulo. Pero había otras necesidades más ideológicas y estas requerían la colaboración de los directores de cine y de sus equipos. Necesitaban que se hicieran películas que estimularan el sentimiento patriótico, que justificaran el ingreso del país en el conflicto y que estimularan a la población para ayudar al ejército. Un género cinematográfico se iba a hacer cargo de esta responsabilidad: el documental de guerra.
Desde 1942 a 1945 prácticamente toda la producción cinematográfica norteamericana se dedicó a la guerra. Se realizaron hasta algunos musicales de exaltación patriótica y esos años nos aportaron varias obras maestras de ficción: El gran dictador de Charles Chaplin y To Be or Not to Be de Ernst Lubitsch, posiblemente la más feroz sátira contra los nazis que se ha realizado (curiosamente fue criticada por algunos por abordar de forma cómica la invasión de Polonia). Películas de género bélico se realizaron recreando determinadas batallas en diferentes lugares del planeta. De esos años nos han quedado clásicos de ese género como: Objetivo Birmania, Destino Tokio, Cinco tumbas en El Cairo (la segunda película de Billy Wilder) o la eterna Casablanca de Michael Curtiz.
Pero sobre todo, el esfuerzo se decantó en la realización de documentales de guerra. Los años 20 y 30 habían sido especialmente brillantes en el género documental. Los documentales soviéticos y sobre todo, los de la directora alemana Leni Riefenstahl habían elevado ese género a una gran categoría estilística. La alemana había realizado varios documentales para el partido nazi entre los que destacaba esencialmente El triunfo de la voluntad, obra maestra del cine político y de enardecimiento de las masas. Las Fuerzas Armadas norteamericanas se plantearon una propaganda cinematográfica de guerra en base a ese modelo publicitario de Riefenstahl.
El planteamiento del ejército fue reclutar a los directores de más prestigio, enrolarlos en sus filas y ofrecerles todos los medios técnicos disponibles para la realización de documentales que mostraran a la población civil de la retaguardia y a los propios soldados el esfuerzo, el sacrifico de los combatientes y que sirviera de elemento propagandístico de las victorias que se iban consiguiendo. Se puede decir que el cine bélico de los últimos años del siglo XX fue esencialmente antibélico, pero en esos años de la IIGM y en los años inmediatamente posteriores fue un cine de exaltación patriótica y de los valores militares. Durante esos años el cine demostró la gran capacidad que tenía para penetrar en las masas (recordemos que aún no había llegado la televisión). Bajo esas premisas directores como John Ford, John Huston, William Wyler o Frank Capra se fueron incorporando a las Fuerzas Armadas norteamericanas.
John Ford trabajó para el Ejército de tierra y para la Marina. Fue herido en combate, condecorado, y recibió el grado de contraalmirante de la Armada de los Estados Unidos. Ford recibió dos Oscar por 7 de Diciembre y La batalla de Midway. En 1944 participó junto a George Stevens en el Desembarco de Normandía y los dos acompañaron al ejército en la liberación de Francia y Alemania filmando los campos de concentración nazis (imágenes que luego se usaron como pruebas en el juicio de Nuremberg).
William Wyler trabajó para la aviación a la que dedicó en 1944 dos excelentes documentales, Memphis Belle y The Fighting Lady. 
El caso de Billy Wilder es diferente a los demás. Exiliado de origen austriaco, se inició en la dirección durante la IIGM y fruto de su trabajo fue un documental poco conocido, Death Mills, que rodó en el campo de Bergen-Belsen, en Alemania, tras su liberación por parte de tropas estadounidenses. Este documental fue exhibido y visionado obligatoriamente en todos los cines de Alemania. Mientras lo rodaba, Wilder descubrió que su madre, y prácticamente el resto de su familia había muerto en los campos de exterminio nazis. Su madre, en concreto, en Auswitch. 
La aportación de John Huston fue controvertida, algo lógico tratándose de un iconoclasta. En Italia rodó La batalla de San Pietro con una consecuencia muy dolorosa: tres cámaras de su equipo murieron durante la filmación y él mismo estuvo a punto de morir. Realizó también Report from the Aleutians y el documental más conflictivo: Let There Be Light, en 1945, rodado en el Hospital Militar Mason en Long Island, NY, dónde siguió a un grupo de soldados veteranos con trastornos psiquiátricos derivados de la guerra y que la censura militar prohibió durante 30 años por considerarlo un reportaje desmoralizador.
Pero sin duda el director que más aportó a ese cine bélico documental fue Frank Capra. El que se conocería como realizador de un cine edulcorado y “buenista”, pero eso sí, de magnífica factura, nos dejó los mejores documentales sobre la IIGM. Encargado por el general Marshall del departamento documental del ejército, organizó un grupo de trabajo que se hizo legendario, la 834th Photo Signal Detachment, con el que John Huston y Ernst Lubitsch colaborarían ocasionalmente. Instalado en un viejo estudio propiedad de Darryl F. Zanuck, el grupo llevó a cabo entre 1942 y 1945, una serie de siete películas tituladas Why we fight, Por qué luchamos, que explicaban a la población y a sus propios soldados las razones de la intervención norteamericana en Europa mostrando imágenes a menudo muy crudas sobre las consecuencias de los ataques del ejército alemán. Las 7 películas se convertirían en material obligado en los centros de entrenamiento militar: Preludio de la guerra (1942), Los nazis atacan (1942), Divide y vencerás (1943), La batalla de Gran Bretaña (1943), La batalla de Rusia (1943), La batalla de China (1944) y La guerra llega a los Estados Unidos (1945).
El primero, Prelude to War es considerado una obra maestra de documental didáctico. También fue notable Tunisian Victory (1944), sobre la acción anglonorteamericana en Africa. Capra fue el director que más se distinguió en los documentales de propaganda y sus películas ejercieron una enorme influencia en la moral de las tropas y de los civiles.
Curiosamente algunos de todos esos documentales sufrieron avatares al rodarse en la primera línea del conflicto: rollos de película perdidos o en mal estado, imágenes de baja calidad. En varios de los casos las imágenes que hoy día vemos no son reales llegándose a filmar ficticiamente recreando la guerra en el desierto de Arizona.
Cuando terminó la guerra se siguieron realizando documentales, aunque los directores más conocidos abandonaron ese género. Así surgieron títulos como Jasenovac (1945) de Gustav Gavrin y Costa Hlavaty, El juicio de las naciones (1946) de Roman Karmen, o Nuremberg (1948) de Pare Lorentz.  Tendrían que pasar muchos años tras la finalización de la guerra para que se realizaran los mejores documentales sobre ella, especialmente sobre los nazis y los campos de exterminio: en 1955 el corto de 32 minutos Noche y niebla dirigido por Alain Resnais  y en 1985 Shoah de Claude Lanzmann de nada menos que 566 minutos… pero esa es otra historia.
2/12/2020
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