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HIJOS DEL CONFLICTO
La humanidad había alcanzado las estrellas gracias a la tecnología a un desarrollo tecnológico sin parangón. Colonias planetarias, naves espaciales y una red interconectada de sistemas solares eran la nueva frontera de la civilización humana. Sin embargo, no todo era paz y prosperidad. En el remoto planeta Meridian 6, una disputa por el control de los recursos energéticos había desatado una guerra entre dos facciones: los Renegados y la Alianza. Los Renegados, liderados por el ambicioso Aric, buscaban dominar el planeta para sus propios intereses egoístas. La Alianza, en cambio, representaba la resistencia, representando el orden y la justicia en esta región de la galaxia.
En medio de este conflicto, un grupo de jóvenes que se unen a la lucha. Entre ellos estaba Maia Estay, una valiente y determinada mujer que había perdido a su familia en esta guerra civil. Junto a ella, estaba su hermano gemelo, Marcos Estay, un brillante ingeniero que lidera el grupo que se había unido a la defensa de la Alianza.
Un día, los Renegados lanzan un ataque sorpresa y bien coordinado contra la colonia principal de Meridian 6. Equipadas con armas avanzadas, los Renegados logran tomar el control de la ciudadela central, donde se encuentra el generador de energía que abastece a todo el planeta. Maia y Marcos, junto con su equipo, se ven obligados a llevar a cabo una misión de infiltración para recuperar la ciudadela y detener la amenaza de los Renegados. Utilizando sus habilidades tácticas y el poder de sus rifles de rayos de doble calibre, se abren paso a través de las defensas enemigas, conquistando cuadra por cuadra de la ciudadela, En un momento, ven que en la última manzana, los Renegados están bien atrincherados. En el instante en que se cubren de una ráfaga de un mortero láser, Marcos habla con Alan, uno de los miembros de su equipo: “¡Al parecer estos Renegados no dan tregua y rendición!”.
Alan, responde: “¿Tienes alguna una brillante idea, líder?”.]
Marcos va observando la estructura donde se atrincheraron los Renegados, y ve que las vigas que están sobre sus cabezas están demasiado firmes para derribarlas con granadas de plasma o con sus rifles de rayos con doble calibre. Marcos, piensa, piensa, piensa y le pregunta a su hermana: “¿Maia, tienes el lanza misiles contigo todavía?”, Maia asiente con la cabeza, luego va en busca del arma, Alan se acerca a Marcos y le increpa: “¿Con eso se nos va a ir encima toda manzana?”, a lo que Marcos responde tranquilamente: “Es esto o quedarnos hasta que las municiones se nos acaben…”. Por un momento, los jóvenes meditan esas palabras y deciden unánimemente disparar el lanzamisiles, con mucha dificultad. Maia carga en gigantesco trasto que es el lanzamisiles con su cuerpo delgado y fino, se lo entrega a su hermano, que le ayuda a compensar el peso del arma, mientras que uno de los chicos le ayuda a cargar el misil, le da un pequeño golpecito a su casco y Marcos grita: “¡FUEGO EN EL AGUJERO!”.
El misil sale disparado como un rayo hacia la trinchera de los Renegados, le da al pilar que estaba detrás de la trinchera, ocasionando una gran explosión que derriba todas las estructuras de la cuadra, muriendo los Renegados que estaban atrincherados aplastados por los tremendos pedazos de escombros y parte del grupo de Marcos. Pasadas unas horas, Marcos, recostado y adolorido, mira hacia el cielo y ve una silueta de un hombre, que le dice: “Hoy es tu día de suerte, muchacho”, y lo golpea con un rifle, dejándolo inconsciente.
Al despertar, ve que su grupo está amarrado y vigilado por Renegados en el recinto de la planta de energía, cerca del generador. Entre los Renegados que los vigilan se encuentra el mismo líder de este bando, Aric, que revisa un dispositivo electrónico, mientras eso hace, le dice: “Te dije que estabas de suerte, muchacho, muchos soldados de la alianza esperaban conocerme en persona, lástima que la mayoría moría en las escaramuzas”. Marcos, desesperado, mira para todos lados buscando a su hermana, Aric le dice: “Tranquilo, uno de mis hombres la cuida por ti”. En ese momento, los Renegados se ríen burlonamente, mientras Marcos se mueve y forcejea sus amarras con ira.
Luego, Aric enciende el dispositivo, y esto hace que los hombres se retiren del lugar rápidamente. Marcos, asombrado, le deduce: “Tú no querías conquistar la planta de energía, la tomaste para destruir la ciudadela”.
Aric afirma con la siguiente frase: “Qué comes que adivinas, muchacho", con ello tendría a la Alianza cogida de los huevos y ganaría la guerra civil”. Marcos, con un rostro lleno de cólera, ve cómo Aric se despide de manera burlona. En el techo de la planta, donde hay un helipuerto, una nave aterriza verticalmente para recoger a Aric y a los Renegados y se los lleva lejos.
En ese instante, Marcos escucha en sus adentro los llantos de su hermana debido al silencio que comienza a imperar en el lugar. Los miembros sobrevivientes de su grupo que están atados comienzan a urgirse. Ven que queda poco tiempo y que, si el dispositivo logra hacer detonar el generador, una explosión atómica haría pedazos a la ciudadela, con ellos y su hermana incluida. Le fue difícil tratar de centrarse y tuvo que gritar al grupo para que guardaran calma y silencio. Luego que la tropa se calló, recordó que tenía una navaja escondida en la muñeca, hizo un esfuerzo por sacarla y cortó las amarras de sus manos y pies, luego arrojó la navaja a la tropa y corrió directamente a los controles del generador para desactivar el dispositivo. Con su pericia de ingeniero, desarmo el artefacto y noto que los circuitos eran tan complejos que no se podía saber en qué punto podría desactivarse. Marcos sudaba y estaba nervioso, de repente el desatornillado que estaba en su mano se le resbaló y cayó encima de los circuitos. Estaba asustado, esos segundos de torpeza fueron eternos, pero logrando detener la cuenta atrás y el dispositivo. Al segundo siguiente, Marcos respiró de alivio, de pronto se acordó: “¡ Mi hermana!”. Ordenó a la tropa buscar en todas las habitaciones del recinto y en una de esas Alan logró encontrarla, pero en segundo lugar, activó un explosivo lanzó una gran cantidad de metralla al cuerpo de Alan, terminando muerto en el momento en que golpea su cuerpo al muro. Al llegar, Marcos ve consternación al cuerpo de Alan, pero luego se urge al tratar de encontrar a su hermana entre la polvareda que levantó la explosión. Afortunadamente, Maia estaba viva, pero con su cara toda golpeada por las torturas de los Renegados.
Horas después llegan los superiores de Marcos y Maia, felicitando por el éxito de la misión. A pesar de que Aric y su gente lograron escapar y Alan murió instantáneamente, salvaron la ciudadela y los colonos que viven en ella.
Luego, Maia es atendida por un doctor, mientras Marcos le dice: “Aric era el hombre que mató a nuestros padres, escapó, pero ya nos cobraremos la muerte de nuestros padres, Maia”.
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