#Del barro y la sangre. Potencias del alma. Parte 12 | Explore Tumblr Posts and Blogs

carlosparadamiranda-blog · 7 years

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La segunda señal: La conversión del herodiano. (Juan 4:43-54)

INTRODUCCIÓN El itinerario que recorre de Jesús es muy significativo, los hechos se suceden y dicen algo. Jesús viene de Jerusalén, donde ha asestado un golpe al corazón del sistema religioso del Templo. Pues cuando expulsa a los cambistas, hace más que una crítica o una protesta, no fue sólo una denuncia; fue un acto profético, una acción que golpeó el ídolo que los secuaces de Herodes Antipas habían levantado. El Templo, más que un lugar de reconciliación y misericordia, más que un espacio para celebrar el Pacto de Dios con su pueblo, era en esta época un lugar de ostentación de poder, era el signo de la colaboración con Roma, el almacén de los impuestos que empobrecían aún más a los campesinos y artesanos de Israel; no era un santuario dedicado al perdón, sino que más bien una jugosa manzana en la gorda boca la clase sacerdotal y de la aristocracia. Esos que le daban la espalda al dolor de las personas y desoían aquello de que “Misericordia quiero y no sacrificios” (Oseas 6:6-7, Mateo 9:10-13; 12:1-8), esos que emparentados con el poder querían que las cosas siguieran sin ningún cambio porque así les convenía. Ellos no querían el Reino de Dios, no querían a Dios como rey, ya que se servían a sí mismos, se postraban ante la entronización de sus mezquinos intereses. Y Jesús de camino se encuentra con una mujer samaritana, la escucha, la atiende, le enseña, le apunta hacia la profunda verdad del reino de Dios que Él trae, dónde la adoración no dependerá más de los rituales simbólicos, sino que de la realidad de una relación con el Padre Celestial “En espíritu y en verdad”. Fíjense en la secuencia del relato. Basta retroceder un par de hojas en nuestras biblias.Viene de Jerusalén dónde ha roto formalmente con el sistema del templo, se encuentra en secreto con Nicodemo y le enseña, habla con una mujer doblemente impura por pertenecer a un pueblo que era considerado como él más infectado por la mezcla y la falsa religión… y ahora, arriba de nuevo a Galilea en donde hará su segunda señal. En la primera señal veíamos como el Mesías viene a abolir lo viejo de una religión basada en el mérito propio y a inaugurar un nuevo tiempo de alegría desde el servicio y el disfrute de la suficiencia de Jesús mismo quien es el Vino Bueno de la fiesta del reino. En la segunda señal veremos de nuevo a Jesús haciendo un milagro en Caná de Galilea. El Mesías sanando al igual como sanaba la serpiente de bronce colocada en lo alto del asta. El Cristo con un poder y una autoridad superior a la de los profetas. 1. Como los profetas pero distinto a ellos vv. 43-45 Jesús es uno que anuncia el reino de Dios. Es uno que pronuncia con fuerza la verdad no sólo diciéndola con la boca, sino que haciendo gestos específicos que apuntan al mensaje. Jesús predica y hace milagros y todo ello es anuncio del Nuevo Testamento en su vida y en su sangre. De la nueva alianza de Dios con los suyos, del pacto de gracia que se hace carne en su carne. Jesús es un profeta, y más que un profeta. No deja de ser interesante nuevamente la mención a Galilea. ¿Cuál es el único profeta galileo antes de Jesús? Eso es muy decidor. ¿Saben quién fue? Fue Jonás, quien provenía de Gat-Hefer a unos cinco kilómetros de Nazaret. ¿Y esto que tiene que ver? Pues que Jesús es de muchas maneras un anti-Jonás. Jesús es por esencia la Palabra abierta para todos, es el latido misericordioso del corazón de Dios, clemente y compasivo. Jonás no. Él tiene un corazón porfiado y encerrado dentro de duras fronteras. Es un israelita que odia a sus enemigos y que les desea la destrucción. Jesús da su vida por aquellos que le matan, muere perdonando y dando el Espíritu. Jesús, como Jonás, es un profeta que no es oído en medio de los suyos, es uno que “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” (Juan. 1:11) ¿Qué profeta es cómodo de oír? ¿Qué profeta verdadero dice palabras dulces y cómodas? El profeta más que hablar sobre el futuro dice la verdad del presente, y eso molestia. Nos empuja de nuestra zona de confort. Nos desarropa y nos saca al frio. Nadie quiere al profeta, ni los ricos ni los pobres, el profeta no deja a gusto a nadie. Fíjense que los galileos habían sido testigos de las obras de Jesús en Jerusalén. ¿Qué habrán pensado cuando Jesús volcó las mesas de los cambistas? ¿Cuándo expulsó a grito y látigo a los que profanaban la Casa de Dios? El texto dice que “le recibieron” (La Biblia de Jerusalén traduce “le hicieron un buen recibimiento”), creo que eso puede ser interpretado como una reacción esperanzada de parte de quienes eran los que sufrían de manera más dolorosa lo gravoso de los impuestos. Ellos, los alejados de la clase sacerdotal de seguro que aplaudieron esta acción profética de su vecino. Pero igual se asoma un desconcierto “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?” (Mateo 13:55) Y Jesús les dice con enojo: “Si no viereis señales y prodigios no creeréis”. (¿Sientes que Jesús te dice esto mismo a ti? ¿Tenemos con el Señor un trato de vulgar trueque? ¿”Yo creo en ti pero si tú haces tal o cual milagro en mi vida”?) 2. El ruego de un padre humilde. vv. 46-49 Y llegamos al punto más alto de este pasaje. Dios ha venido a su mundo de la forma más desconcertante posible, se ha hecho hombre, un hombre a la estatura de lo ordinario, no como uno que apabulla a los humildes, sino como quien no atemoriza. Sí despertará el odio y la desconfianza farisea, la de los moralmente correctos y orgullosos; pero los que saben de la impotencia de sus virtudes, los que saben de fracasos y se enfrentan a la realidad de su propio barro se acercan a Jesús con una confianza inusitada. Se atreven a pedir lo que no le pedirían a nadie porque saben que nadie puede hacer lo que Él puede. Y nos encontramos con este oficial del rey, y en él vemos algo de lo que hay en todos nosotros. La enfermedad es una de las consecuencias de la caída. Nos limita, nos quita vida, es una dura espina que no se sale de nuestra carne. Y cuando se trata de la enfermedad de un hijo… ¡Cuánto más duele ese aguijón! La impotencia se siente al doble, el dolor supera toda nuestra capacidad, y caemos de rodillas. ¡Cuánto más cuando la enfermedad es de muerte! La agonía es lento y prolongado padecimiento, pesado y largo aguijón que se ensarta en lo más hondo del alma. Pero demos un paso más para entender el texto bíblico. ¿Quién es este hombre que suplica? Un oficial del rey. Otras traducciones dicen, “funcionario real” u “oficial del gobierno”. Podemos ver que era un hombre con recursos ya que posee siervos que velan los asuntos de su casa. Cabe la posibilidad de que haya sido un gentil, un no judío al servicio de Herodes Antipas, y si no fuera este el caso, igualmente sería uno que pertenecía al partido de los herodianos. ¿Quiénes eran los herodianos? Estos correspondían a la aristocracia israelita que apoyaba a Herodes en su política de colaboración con las autoridades romanas. En otras palabras los herodianos eran ricos traidores de los intereses del pueblo de Israel. Gente que usufructuaba de la cautividad de su nación, y que hacían el sucio negocio de beneficiarse de una situación que a la mayoría le reportaba sufrimiento. Hoy les llamaríamos “vende patrias”. ¿Qué hace Jesús? ¿Le da la espalda? ¿Lo desprecia por su militancia política? ¿Se pone a discutir con él? ¿Le enrostra su compromiso con el despreciable Herodes Antipas quien había encarcelado y ejecutado a Juan el Bautista? ¿Qué hace Jesús? ¿Qué habríamos hecho nosotros? Y vemos que el Señor nuevamente no actúa según nuestros criterios. La semana pasada veíamos como Jesús rompía con las normas de los antiguos rituales convirtiendo el agua de la purificación en vino, hoy vemos como rompe con los prejuicios políticos tratando con compasión a un oficial de Herodes Antipas. Es que Jesús ha venido a reconciliar con misericordia todo lo que estaba roto por el pecado, él ha venido a sanar no solo las enfermedades de la carne, sino que también el corazón de los pecadores. El fuego del Espíritu de Cristo cauteriza la herida sangrante y la desinfecta. El alma del que se baja del pedestal del “poder” es acogida por Jesús, Verbo encarnado lleno de gracia y de verdad. El despreciable funcionario real es amparado por la ternura de un Dios que perdona y que llama a ser hijos a los que estaban lejos. El amor de Jesús carga sobre sus hombros el dolor de esta oveja que estaba perdida. Él se acerca a la samaritana y al funcionario de un gobierno corrompido. 3. Jesús sana al hijo moribundo. vv. 50-54 Decíamos al comienzo que Jesús es un profeta, y más que un profeta. Es más, mucho más… el nazareno es Dios encarnado y como tal es capaz, es hermano pero también Señor. Y acá obra un milagro inusitado. El hijo agonizante estaba en Capernaum, y el padre le suplicaba a Jesús en Caná, ¡Estaban a 39 kilómetros de distancia del lecho de la agonía del hijo! ¡Desde aquí hasta Dichato! ¿Qué hace Jesús? ¿Le pide que se vista de blanco y que se vaya a dormir en ayunas dejando un vaso de agua pura en el velador? ¿Le pide que se vaya de rodillas hasta Yumbel y que le prenda una vela a San Sebastián, o que encienda un incienso delante de una piedra de cuarzo, o que beba de tal o cual brebaje traído de tierras lejanas y místicas? No. Jesús sencillamente le dijo a este afligido padre: “Ve, tu hijo vive” Esa es la simpleza de Dios. El que creó el mundo de la nada con la potencia de su Palabra, restaura la salud y la vida de este hijo en agonía apenas con una frase. El poder sin aspavientos, el poder sin parafernalia, la misericordia de una mirada, la ternura de Dios que escucha y atiende. Pero el milagro más grande no fue la sanación a distancia. ¿Se fija usted que hablamos de esta segunda señal en Caná y no en Capernaum? El milagro más profundo, la segunda señal es que Jesús acogiera y sanara el corazón de un pecador. ¿Te fijas que este hombre de prácticas, sin lugar a dudas viles y corruptas, le creyó a Jesús? “y creyó él y toda su familia”. Maravilloso. Potente. ¿Nos damos cuenta cómo esta segunda señal destruye otro muro? La iglesia primitiva se parecerá mucho a esta primera comunidad de creyente en Galilea. Será una iglesia abierta a los impuros, será una iglesia que no le temerá al distinto, una iglesia que vivirá el milagro del arrepentimiento y de la vida nueva en Cristo. Será una iglesia que no les enrostrará el pasado a las personas, que perdonará todo lo que Dios perdona. No será una iglesia de mojigatos, en definitiva será una familia abierta, acogedora como son acogedor el corazón de Jesucristo nuestro Señor y Salvador. ¿Y nosotros somos iglesia de Jesucristo o de la tibia tradición de nuestras costumbres? ¿Le prestamos oído al que piensa distinto o a quien ha actuado con maldad y que recurre a nuestro socorro? Miremos a Jesucristo. No nos cansemos de poner los ojos en él. Que el Espíritu Santo nos haga según su estatura y su estilo. Tarea. 1. Normalmente hablamos de la discriminación al pobre, pero ¿Discriminamos a las personas acomodadas que también tiene necesidad de Jesús? 2. ¿Discriminamos por política? ¿Nuestras ideas, opiniones e ideologías se han convertido en un ídolo en nuestro corazón? 3. Combatamos uno de los canceres más nefastos que sufre hoy la iglesia: El “G.C.U.” (Gente como uno). Atrevámonos a ser inclusivos. No somos una secta de perfectirijillos.

OREMOS

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