#DICTADURA DE ARAMBURU 1955
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Tres autores correntinos escribiendo sobre las tres dictaduras militares argentinas: 1955, 1966, 1976. Una "Carta Abierta" de Raúl Scalabrini Ortiz durante la dictadura de Aramburu. La novela periodística de María Laura Riba "Che, mataron al enano" sobre la dictadura de Onganía y "Culpa de los muertos", novela sobre la dictadura del '76. EDICIONES DE LA PAZ, 2022 www.libreriadelapazediciones.com.ar/
Envíos a todo el país. No es un libro caro, es un libro valioso, especialmente hoy que tendemos a olvidar el pasado como si nada.
#RAUL SCALABRINI ORTIZ#MARIA LAURA RIBA#ALEJANDRO BOVINOMACIEL#DICTADURAS MILITARES ARGENTINAS#DICTADURA DE ARAMBURU 1955#DICTADURA DE ONGANIA#PROCESO MILITAR 1976#A.B.M.#PROVINCIA DE CORRIENTES DURANTE LA DICTADURA MILITAR '76#EDICIONES DE LA PAZ 2022
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Homenajearon al General Juan José Valle en el cementerio de Olivos
Organizaciones Libres del Pueblo (OLP) le rindió homenaje al general Juan José Valle (1904-1956). Lo hizo frente a la bóveda donde descansan sus restos en el cementerio de Olivos. Hoy lunes 12 se cumplieron 67 años del fusilamiento del militar que se levantó en 1956 contra la dictadura de Aramburu que había derrocado al presidente constitucional, Juan Domingo Perón, en 1955. El acto tuvo lugar…
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En Argentina, el 9 de junio de 1956 un alzamiento cívico-militar buscó rebelarse frente a la dictadura que un año antes había derrocado al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Dirigido por el general Juan José Valle, el levantamiento fracasó, y el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas fusiló a gran parte de sus integrantes. Más allá de los reconocidos por el gobierno, en un basural de la localidad de José León Suarez se produjeron el fusilamiento clandestino de militantes peronistas que apoyaban la rebelión Por María Seoane Podría llamarse «la evidencia» este libro titulado «Detenidos especiales, 1956» de la Penitenciaría Nacional— bajo la órbita del Ministerio de Justicia, en el archivo del Servicio Penitenciario Federal— que está hoy guardado en el Museo Penitenciario, en el barrio de San Telmo. Contiene una prueba que ratifica, medio siglo después, que la represión estatal al levantamiento revolucionario de militares y civiles peronistas comandados por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco y el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno entre el 9 y el 12 de junio de 1956 fue ilegal y se buscó la impunidad de los delitos al borrar u ocultar registros. Este libro es, sin duda, una huella más de lo que se supo ya entonces a través de la investigación del periodista y escritor Rodolfo Walsh, publicada en artículos desde enero a marzo de 1957, y que luego constituyó su célebre libro «Operación Masacre». Pero ratifica que los procedimientos usados por la Revolución Libertadora, comandada por el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas, que derrocó al gobierno constitucional de Juan Perón en setiembre de 1955, fueron un anticipo, aún excepcional pero premonitorio, de los métodos represivos clandestinos que amplificaría hasta la tragedia el estado terrorista nacido en marzo de 1976. Continuar leyendo en fb @@casmelrey #SanMartínTuc https://www.instagram.com/p/CBOyrIghHxm/?igshid=877yt2vnl1sp
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Falleció el dueño de AM LT7 la radio de Corrientes que fuera entregada de modo irregular por los militares
Falleció el dueño de AM LT7 la radio de Corrientes que fuera entregada de modo irregular por los militares
Falleció en Corrientes el Capitán de Ejército Felix Gómez dueño de la Radio AM LT7 y que recibiera de manera ilegal la licencia de la misma en el año 1958 de manos de la Dictadura Militar del General Aramburu.
En 1955 el capitán Gómez como festejo del golpe de Estado derrumbó y arrastró con un tractor y cadenas un busto del Presidente Peron.
La usurpación de la licencia de la Radio y…
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I- Conjurar el morbo y restituir los efectos a las causas
El 6 de septiembre de 1974, en la víspera de conmemorarse el cuarto aniversario del “Día del Montonero” (en homenaje a Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus, caídos el 7 de septiembre de 1970 en la localidad bonaerense de Willian Morris), Norma Arrostito y Mario Eduardo Firmenich brindan en la revista Causa Peronista la que hasta el día de hoy será la versión oficial del “Operativo Pindapoy” (https://lahaine.org/dB1k) del Comando Juan José Valle que ambos integraron junto a otros ocho hombres para secuestrar a Pedro Eugenio Aramburu, someterlo a “juicio revolucionario” y dictaminar a través de un “Tribunal Revolucionario” –en un acto denominado de “Justicia popular”– que el dictador de 1955 era condenado a muerte.
En el Comunicado Nº 3, del domingo 31 de mayo de 1970, Montoneros informa que Aramburu se “reconoce responsable” de cuatro cuestiones: 1) haber “legalizado”, el 9 de junio de 1956, la matanza de 27 argentinos sin juicio previo ni causa justificada; 2) haber condenado a muerte a 8 militares considerados inocentes por un Consejo da Guerra; 3) haber encabezado la represión del movimiento político mayoritario representativo del pueblo argentino; y, 4) haber profanado y desaparecido el cadáver de Eva Perón.
“Corta la bocha”, como dice el dicho popular. Más allá de que se enuncian otras cinco cuestiones que el militar no reconoce, el general antiperonista es condenado a “ser pasado por las armas”, hecho que se consuma al día siguiente, según consta en el 4° comunicado del 1° de junio de 1970.
De allí en más, durante 46 años, el periodismo canalla ha intentado, cada vez, volver sobre el tema en búsqueda de quien sabe qué. Esa es la versión oficial de la organización, aparecida a la luz pública con ese acontecimiento (que pasó a al historia bajo el nombre de “Aramburazo”, apenas un año después de “El Cordobazo”) y no parece tener mucho más sentido que el morbo ahondar en búsqueda de algún otro detalle.
Tanto en la posición de Fernando Vaca Narvaja y Roberto Cirilo Perdía en su entrevista con Bernardo Nestaudt de 1991, como en otras numerosas entrevistas a Mario Eduardo Firmerich que hoy pueden encontrarse en youtube, la hipótesis central que restituye el efecto de la ejecución de Aramburu a sus causas históricas en la voz de la Conducción Nacional de la organización es la del argumento catalogado como “guerra civil intermitente”, fechado su inicio en 1955, cuando el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón es derrocado por un golpe de Estado extremadamente violento.
Golpe que bombardea población civil en Plaza de Mayo, y luego instaura una dictadura que llega no sólo a encarcelar, perseguir y obligar al exilio a peronistas, sino también a torturar y fusilar, en una dinámica que con sus idas y venidas, su intercalar gobiernos dictatoriales y gobiernos elegidos por el voto pero con el peronismo proscripto y con su líder en el exilio, perdurará hasta 1973, cuando Héctor Cámpora triunfa en las elecciones del 11 de marzo. El obrero metalúrgico Felipe Vallese (desaparecido) y los “Héroes de Trelew” (fusilados), son los nombres más conocidos de ese proceso permanente de violencia política ejercido desde lo más alto del poder del Estado para reprimir a la clase trabajadora y los sectores populares, mayoritariamente identificados con el peronismo.
Algo de todo esto queda plasmado, asimismo, en la introducción a las “Bases para la Alianza Constituyentede una Nueva Argentina”, texto firmado por el Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero, fechado en enero 1982, que sostiene incluso una temporalidad más larga:
“La historia nacional argentina está signada por una intermitente guerra civil a veces encubierta y a veces violentamente desembozada. Este enfrentamiento aún inconcluso se inició en los albores mismos de la independencia en 1810; su persistencia a lo largo de ya más de 170 años a pesar de las profundas transformaciones económicas, sociales y políticas acaecidas en el país, más aún, la continuidad de los mismos apellidos, como los Mitre, los Paz y los Martínez de Hoz, contra los mismos enemigos, como los montoneros; la reiteración de las mismas falsas opciones como civilización o barbarie, solo puede explicarse por la esencia misma de esta lucha ya casi bicentenaria. Se trata del enfrentamiento entre las fuerzas que pretenden el pseudo progreso del país a partir del capital imperialista venido desde el exterior, y las fuerzas que pretenden el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales expandiendo el mercado interno. Por eso es que con las abismales diferencias que separan a la formación social de hoy, de aquella de hace 170 años, los dos polos de este enfrentamiento aun inconcluso mantienen sus mismos nombres: pueblo y oligarquía”.
En otro lenguaje y temporalidad –por supuesto– pero en el mismo afán de conectar los efectos con sus causas estructurales, podemos situar las más recientes reflexiones del crítico cultural británico Mark Fisher, quien en su libro “Realismo capitalista” sostiene que, sobre “la sospecha posmodernista que se vierte sobre los grandes relatos”, en el siglo XXI suele soslayarse al capitalismo como la causa determinante de los diferentes problemas y malestares que se nos presentan por separado.
Tomar al “Aramburazo” como hecho aislado conlleva a un análisis unilateral, que es otro modo de negar la historicidad en la que dicho acontecimiento se inscribe. Así, y sólo así, nuestra bellas almas progresistas –junto con las reaccionarias– pueden escandalizarse ante un uso popular de la violencia política.
II- Gestar la propia Máquina de Guerra (Popular y Prolongada)
Lejos del morbo entonces, lo que nos interesa rescatar aquí son una serie de enseñanzas que la “ejecución” del dictador (ya haremos referencia a la importancia de disputar también en el lenguaje los sentidos de la historia) han dejado para las generaciones militantes. Por lo menos, quisiera rescatar cuatro:
1) La importancia de condensar en una figura emblemática, como fue Aramburu, al enemigo del proyecto popular (si bien podría haber sido Rojas, aún más odiado en el peronismo por su acérrimo gorilismo, Aramburu lograba combinar en sí la figura del enemigo histórico –uno de los responsables del derrocamiento del peronismo– y del enemigo inmediato –posible figura de recambio del régimen–).
2) La elección de un nombre claro de cara a las masas, fácil de recordar, de pronunciar, de gritar en cánticos, a diferencia de esas sopas de letras (FAR, ERP, PRT, FAP, PCML, OCPO, FAL) que confunden más de lo que aclaran (resulta emblemático, y ácidamente gracioso el poema “Siglas”, de Néstor Perlongher).
3) La capacidad de leer en clave “nacional” una tendencia Latinoamericana, e incluso mundial: carácter urbano de la guerrilla, identidad popular local del proyecto emancipatorio (resulta emblemático aquí el aporte en torno a izquierda y peronismo que realiza en 1971 Carlos Olmedo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en su debate con el Partido Revolucionario de los Trabajadores,).
4) Necesidad de dinamizar la propia justicia, institucionalidad y sistema de defensa popular, la “máquina de guerra”, dirían los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari, para referirse a esa otra justicia, ese otro movimiento, ese otro espacio-tiempo, con un origen y naturaleza radicalmente diferente al del Aparato de Estado (aparato que es necesario tomar en el camino de su disolución –en términos más estrictamente de la teoría crítica del Estado– para dejar lugar a esas otras formas de institucionalidad popular, más democráticas y participativas).
III- El ciclo montonero y los lugares comunes
La revisión histórica de la experiencia montonera, tal como el periodismo argentino la ha encarado en estas décadas, tiene el problema de volver una y otra vez sobre los mismos temas. En cada oportunidad en que se ha entrevistado a alguno de los miembros que han quedado vivos de la Conducción Nacional (se comienza por omitir, desde el vamos, la enorme cantidad de cuadros de conducción que han sido asesinados por la represión, o han caído en combate enfrentándola), se les ha preguntado, una y otra vez, acerca de lo mismo.
A saber: algún nuevo detalle que pueda “revelarse” del Caso Aramburu (1970); si los sucesos trágicos de Ezeiza fueron realmente una masacre o si Montoneros participó de (o “propició”) un enfrentamiento (1973); si mataron o no a José Ignacio Rucci y al sacerdote Carlos Mujica; por qué se enfrentaron con Perón aquél emblemático 1° de mayo o más bien, qué entienden del hecho de que Perón “los haya expulsado de la Plaza”; qué pasó con el dinero del secuestro de los hermanos Born y qué autocrítica se hacen por haber pasado a la clandestinidad durante un gobierno constitucional (todos episodios de ese intenso 1974); por qué atacaron el cuartel de Formosa (1975); por qué se exiliaron los miembros de la Conducción Nacional (1976/1977); por qué “mandaron a los perejiles [militantes de base] al muere” durante la Contraofensiva y qué hay de cierto del “pacto con Massera” (1979).
Hasta desembocar –ya en posdictadura– en la banalización de la experiencia de la organización guerrillera en ese entonces más poderosa de América Latina, reduciéndola a sus exponente más problemáticos: Patricia Bullrich y Rodolfo Galimberti [ex-dirigentes de la organización que luego asumieron posiciones muy derechistas].
Lo peor de todo es que ya casi todos estos temas fueron contestados, incluso tempranamente, al poco tiempo de producido cada uno de los hechos enumerados. Salirse de estos lugares comunes, entonces, resulta fundamental para poder hacerle “decir algo” a esta experiencia.
IV- El “trabajo” sobre el “archivo”
Tal vez sea la hora de asumir el desafío de promover un interrogante que pueda conducirnos a un debate profundo sobre los modos de revisitar la historia argentina de la segunda mitad del siglo XX: ¿no padecemos de un exceso de periodismo literario?
El abordaje de las décadas del sesenta y del setenta se torna un nudo fundamental para indagar el conjunto del pasado nacional, porque allí se concentran los núcleos centrales del enfrentamiento de los diferentes (antagónicos) proyectos de país. “Trabajar” el archivo, entonces, puede ser una tarea estratégica. El abordaje de los testimonios de quienes protagonizaron esos procesos es aún posible, aunque no por mucho tiempo más (y de hecho ya han partido de este mundo figuras fundamentales de esta historia). También es notable la cantidad de documentos a disposición de quien quiera estudiar, interiorizarse sobre el tema.
Así y todo, resulta sugestivo que sobre la experiencia global de Montoneros siga siendo “Soldados de Perón”, de Richard Gillespie, el libro sobre Montoneros de mayor referencia, publicado en 1982. También que sea de fines de los noventa el último (a su vez, quizás el único) intento por escribir una historia global de las militancias de los sesenta/setenta (los tres voluminosos tomos “La voluntad”, de Eduardo Anguita y Martín Caparrós). Incluso en el plano cinematográfico, es de 1996 lo que entiendo es el único film sobre Montoneros (“Cazadores de utopías, de Eduardo Blaustein), extenso documental que aborda el fenómeno de la organización en el contexto del peronismo, de Perón a Menem (pero incluso esta película, poblada de numerosos e importantes testimonios, no cuenta con la palabra de los miembros de la Conducción Nacional) [lamentablemente, son trabajos de ínfima calidad].
Obviamente, se han publicado trabajos específicos, entre los que podríamos mencionar los relatos en primera persona de los propios Perdía, “El peronismo combatiente en primera persona”, y Vaca Narvaja, “Con igual ánimo”, así como “Final de cuentas”, de Juan Gasparini; “Perejiles”, de Adriana Robles; “Recuerdo de la muerte”, de Miguel Bonasso; “Memorial de guerra larga”, de Jorge Falcone; “Los del 73: memoria montonera”, de Jorge Lewinger y Gonzalo Leónidas Chaves (y de éste último, también, “Rebelde acontecer”); “Lo que mata de las balas es la velocidad”, de Eduardo Astiz; “La buena historia”, de José Amorín; “La guardería montonera: la vida en Cuba de los hijos de la Contraofensiva”.
Y otros de investigación de personas ajenas a la experiencia, como “El mito de los doce fundadores”, de Lucas Lanusse; “El tren de la victoria”, de Cristina Zuker; “La montonera. Biografía de Norma Arrostito”, de Gabriela Saidón; “Un fusil y una canción. La historia secreta de Huerque mapu, la banda que grabó el disco oficial de Montoneros”, de Ariel Zak y Tamara Smerling; "Montoneros y Palestina. De la revolución a la dictadura”, de Pablo Robledo “Noticias de los Montoneros”, de Gabriela Esquivada; “Ideología y política en El Descamisado”, de Yamilé Nadra y “Fuimos soldados”, de Marcelo Larraquy (incluyo humildemente, en esta enumeración, mi libro “Montoneros silvestres. Historias de resistencia a la dictadura en el sur del conurbano: 1976-1983”, y el listado seguramente podría ser ampliado, sumando otras publicaciones).
Muchos trabajos, como puede verse, algunos muy buenos, unos cuántos pésimos. Todo ésto sin contar las numerosos poesías, obras de teatro, cuentos y novelas que, desde la literatura, también abordan la historia montonera (han sido omitidos los libros que abordan biografían de militantes montoneros, y también, aquellos de la industria cultural elaborados directamente con el fin, no de pensar la experiencia, sino de demonizarla, defenestrarla).
Finalmente, no puede dejar de mencionarse el inmenso trabajo de archivo elaborado por Roberto Baschetti, con su monumental obra de compilación de “Documentos del peronismo revolucionario”, que en siete volúmenes aborda el período 1955-1983.
IV- Las batallas de la memoria
El proceso abierto con la movilización del 24 de marzo de 1996 ha resituado la discusión sobre los años setenta, en general, y sobre la experiencia de Montoneros, en particular. Así y todo, los años macristas han sido un duro golpe a todo ese imaginario que durante dos décadas pujó por despenalizar la discusión política respecto del pasado y despejar del debate la “Teoría de los dos demonios” [que decía que la violencia guerrillera era igual a la de los militares de la dictadura]. Se sabe: la derrota electoral de un proyecto de gobierno conservador no implica necesariamente el retroceso social de los microfascismos que circulan por la sociedad.
De allí que la memoria siga siendo un campo de batalla, presente en tanto que abordar el pasado nacional implica una posición actual, y un proyecto de país por el que se lucha (soberanía política, justicia social, emancipación) o que se pretende abortar.
Los años progresistas de la larga década kirchnerista implicaron avances en muchos aspectos de la política de derechos humanos, pero también un memorialismo (por momentos moralistas), que en su combate a las más retrógradas miradas sobre el pasado no logró “hincar el diente”, “hundir el cuchillo” como quizás aún haga falta hacerlo para profundizar la discusión en torno a las identidades militantes, las estrategias, los proyectos políticos en pugna antes de la última dictadura, y el rol estructural que el terrorismo del “Proceso de Reorganización Nacional” [dictadura de 1976] vino a jugar en la metamorfosis de la Argentina, que en sus trazos gruesos aún padecemos.
El filósofo Walter Benjamin insistió, en sus “Tesis sobre la historia”, respecto de la necesidad de poner a salvo a los muertos cuando el enemigo vence, y también la importancia que la memoria de los pasados esclavizados tiene para no interrumpir ese secreto compromiso de encuentro que es susceptible de establecerse entre las generaciones del pasado y cada actualidad. Por su parte, otro filósofo maldito [y protofascista], como lo fue Nietzsche, supo destacar que la historia, en su modo “monumental”, podía empequeñecer la capacidad de creación en un presente determinado, pero también podía funcionar como imagen inspiradora cuando, en momentos de desánimo, el caminante puede detener la marcha, caminar hacia atrás y decirse: algo así de grande ha existido alguna vez; algo así de grande podrá llegar a existir de nuevo alguna vez, con otros modos, bajo otras condiciones.
Qué duda cabe que con sus aciertos y errores, la de Montoneros es una de aquellas grandes gestas que nuestro pueblo, o al menos amplias franjas de ese peronismo, supieron protagonizar. Si en toda época ha de intentarse arrancar la tradición al respectivo conformismo que se propone subyugarla –como insiste Benjamin–, se torna fundamental asumir aniversarios tan emblemáticos como el medio siglo transcurrido desde la aparición de Montoneros, como un desafío para encontrar en ese pasado la chispa que pueda encender toda la esperanza para la gran obra de transformación económica, política y cultural que los condenados de la tierra de este mundo aún se merecen protagonizar.
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Hoy se cumplen 3 aniversarios de tres momentos de la historia política y social en la Argentina, tres momentos que están relacionados tanto a los ataques de parte de la clase dominante contra los sectores populares así como a las lucha de los trabajadores, de los estudiantes. El primer momento es el 16 de setiembre de 1955, fecha en que se produce el golpe de estado que derroco a Juan Domingo Perón, que tuvo sus orígenes en aquella intentona de la Marina a través de los bombardeos a Plaza Mayo que generaron aquella feroz masacre del 16 de junio de dicho año, aquel golpe de estado como la mayoría de los golpes que se dieron en nuestro país desde 1930 en adelante, tuvo características proimperialistas, oligárquicas, eclesiásticas y profundamente antiobreras, el primer ataque de la dictadura fue la intervención de los sindicatos y el ataque permanente a todas las conquistas logradas por la clase obrera a sangre y fuego a través de décadas de luchas, esta dictadura estuvo encarnada primero por Lonardi luego por Aramburu que fue quien firmo los fusilamientos de José León Suárez, luego vendrían los gobiernos civiles primero el de Frondizi impulsando nuevos ataques contra la clase trabajadora mediante el tristemente y poco celebre plan conintes, después vendría el breve gobierno de facto de Guido y luego de tres años de mandato con algunas políticas progresistas como fue el gobierno de Illia, se produciría un nuevo golpe de estado apoyado por las clases dominantes y el imperialismo encabezado por Juan Carlos Onganía, los ajustes y la represión de parte de esta dictadura abriría un nuevo ciclo de luchas a partir de mayo de 1969 donde se produjeron los primeros Rosariazos y Cordobazos y en este contexto de estallido popular se da el segundo 16 de setiembre en 1969 con el segundo Rosariazo que fue una lucha puramente proletaria que se origino los primeros días de aquel mes a partir de una lucha ferroviaria, toda esta lucha se fue profundizando con el correr de los días hasta que finalmente exploto del todo con las huelgas obreras del 16 y 17 de setiembre de 1969, todo esto fue el inicio de permanentes movilizaciones populares, que se fueron dando a través de los años, no hay que olvidar que años mas tarde se dio una gran movilización obrera en respuesta al denominado Rodrigazo durante el gobierno de María Estela Martínez, luego de todo este periodo de movilización constante de la clase obrera, se da el último de los golpes de estado antiobreros y al servicio del capital y de las clases dominantes, el del 24 de marzo de 1976, que no solo vino a frenar las luchas y a liquidar definitivamente las conquistas obreras y populares sino que ademas vino a instalar un régimen terrorista donde las principales victimas fueron los trabajadores y los estudiantes, la gran mayoría de los detenidos, de los torturados, de los asesinados, de los desaparecidos eran trabajadores, en este contexto de represión se da el tercer 16 de setiembre en 1976 con la denominada noche de los lapices, cuando estudiantes secundarios que luchaban por el medio boleto estudiantil, fueron detenidos y secuestrados y la mayoría de ellos fueron desaparecidos. Estos 16 de setiembre deben permanecer en la memoria del pueblo, para aprender de aquellas resistencias y para no olvidarnos de los atropellos a los que fueron sometidos los trabajadores, los estudiantes, los sectores populares por parte de las clases dominantes.
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Se cumplen 61 años del crimen cometido contra el General Juan José Valle El General Don Juan José Valle Nació el 15 de marzo de 1904 y, con los años se Casó con Dora Cristina Prieto, el 16 de octubre de 1935. Sanmartiniano en el Arma de Ingenieros, defendió al gobierno constitucional del General Perón luego de los bombardeos del 16 de junio de 1955. Por este motivo fue dado de baja por los “Libertadores” el 14 de mayo de 1956 y se convirtió en héroe de la Resistencia Peronista cuando fue fusilado en la Penitenciaría Nacional luego de la fallida sublevación cívico-militar del 9 de junio de 1956 que lo tuvo como protagonista principal. Su idea era derrocar a la dictadura de Aramburu y Rojas y llamar a elecciones libres, con el fin que el pueblo, si lo deseaba, volviera a elegir presidente a Juan Domingo Perón. Aramburu, con quién fue compañero de estudios en la Escuela Superior de Guerra lo mandó a fusilar, luego que se entregara, a las autoridades, con la condición que cesaran la ola de ametrallamientos que se sucedía en varios puntos del país. En 1973 el Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, en ejercicio del Poder Ejecutivo, le otorgó, post-mortem, el grado de General de División con fecha 12 de junio de 1956, día dque fué criminalmente fusilado. Actualmente, desde 2006, por decisión del gobierno que encabezó Néstor Kirchner, la Escuela del Arma de Ingenieros de Campo de Mayo lleva su nombre. En la ciudad de Villa Mercedes, San Luis por ordenanza Nº 1362-o, del 20 de agosto de 2002, del Gobierno de Adolfo Rodríguez Saá, hay una calle con el nombre de “General Juan José Valle”.
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#efemerides :: 9 de Junio - Día de la Resistencia ✌️ En 1955, la oligarquía apoyada en un sector de las fuerzas armadas, da el Golpe contra el segundo gobierno constitucional de Juan Domingo Peron. Comienzan los años de la prescripción del Peronismo y las penurias de nuestro Pueblo. Pero también comienza la larga Resistencia que durante 18 años reclamará la vuelta de su líder. El 9 de junio de 1956 tuvo lugar el levantamiento cívico-militar contra la dictadura militar de Aramburu y Rojas, encabezado por el general Juan José Valle. La reacción del gobierno de facto fue rápida: tanques en las calles no se hicieron esperar y se decretó la Ley Marcial. El gobierno militar del General Eugenio Aramburu, comandado por el Almirante Rojas, decidió que debía llevar adelante un castigo que amedrentara la resistencia: Entre el 9 y el 12 de junio de 1956 veintisiete civiles y militares fueron ejecutados, algunos en fusilamientos clandestinos en una zona de os basurales de José León Suárez. Estos hechos son los mismos que relatará Rodolfo Walsh en su célebre “Operación Masacre���. Desde la Juventud Peronista consideramos necesario reinstalar en nuestra Patria la memoria histórica para que todos estos hechos nunca vuelvan a suceder. ✌️🇯️ 🇵️✌️
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En marcha el juicio por la verdad sobre los fusilamientos de José León Suárez
La Comisión Memoria Verdad y Justicia de San Martín, querellante de la causa, lo anunció días atrás en una conferencia de prensa en la sede del sindicato metalúrgico (UOM) del distrito. El viernes último se cumplieron 67 años de los fusilamientos clandestinos de la dictadura de Aramburu (1955-1958) -que había derrocado al gobierno democrático de Juan Domingo Perón- revelados por el periodista…
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#dictadura militar argentina#dictadura 1976#culpa de los muertos#dictadura de Ongania 1969#dictadura de Aramburu 1955#www.libreriadelapazediciones.com.ar/productos/dictaduras-correntinas/
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En Argentina, el 9 de junio de 1956 un alzamiento cívico-militar buscó rebelarse frente a la dictadura que un año antes había derrocado al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Dirigido por el general Juan José Valle, el levantamiento fracasó, y el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas fusiló a gran parte de sus integrantes. Más allá de los reconocidos por el gobierno, en un basural de la localidad de José León Suarez se produjeron el fusilamiento clandestino de militantes peronistas que apoyaban la rebelión Por María Seoane Podría llamarse «la evidencia» este libro titulado «Detenidos especiales, 1956» de la Penitenciaría Nacional— bajo la órbita del Ministerio de Justicia, en el archivo del Servicio Penitenciario Federal— que está hoy guardado en el Museo Penitenciario, en el barrio de San Telmo. Contiene una prueba que ratifica, medio siglo después, que la represión estatal al levantamiento revolucionario de militares y civiles peronistas comandados por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco y el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno entre el 9 y el 12 de junio de 1956 fue ilegal y se buscó la impunidad de los delitos al borrar u ocultar registros. Este libro es, sin duda, una huella más de lo que se supo ya entonces a través de la investigación del periodista y escritor Rodolfo Walsh, publicada en artículos desde enero a marzo de 1957, y que luego constituyó su célebre libro «Operación Masacre». Pero ratifica que los procedimientos usados por la Revolución Libertadora, comandada por el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas, que derrocó al gobierno constitucional de Juan Perón en setiembre de 1955, fueron un anticipo, aún excepcional pero premonitorio, de los métodos represivos clandestinos que amplificaría hasta la tragedia el estado terrorista nacido en marzo de 1976. Continuar leyendo en fb @@casmelrey #SanMartínTuc https://www.instagram.com/p/CBOynzBnWqy/?igshid=1dbnf43fs50g
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En Argentina, el 9 de junio de 1956 un alzamiento cívico-militar buscó rebelarse frente a la dictadura que un año antes había derrocado al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Dirigido por el general Juan José Valle, el levantamiento fracasó, y el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas fusiló a gran parte de sus integrantes. Más allá de los reconocidos por el gobierno, en un basural de la localidad de José León Suarez se produjeron el fusilamiento clandestino de militantes peronistas que apoyaban la rebelión Por María Seoane Podría llamarse «la evidencia» este libro titulado «Detenidos especiales, 1956» de la Penitenciaría Nacional— bajo la órbita del Ministerio de Justicia, en el archivo del Servicio Penitenciario Federal— que está hoy guardado en el Museo Penitenciario, en el barrio de San Telmo. Contiene una prueba que ratifica, medio siglo después, que la represión estatal al levantamiento revolucionario de militares y civiles peronistas comandados por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco y el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno entre el 9 y el 12 de junio de 1956 fue ilegal y se buscó la impunidad de los delitos al borrar u ocultar registros. Este libro es, sin duda, una huella más de lo que se supo ya entonces a través de la investigación del periodista y escritor Rodolfo Walsh, publicada en artículos desde enero a marzo de 1957, y que luego constituyó su célebre libro «Operación Masacre». Pero ratifica que los procedimientos usados por la Revolución Libertadora, comandada por el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas, que derrocó al gobierno constitucional de Juan Perón en setiembre de 1955, fueron un anticipo, aún excepcional pero premonitorio, de los métodos represivos clandestinos que amplificaría hasta la tragedia el estado terrorista nacido en marzo de 1976. Continuar leyendo en fb @@casmelrey #SanMartínTuc https://www.instagram.com/p/CBOykRxhZTv/?igshid=wddy91gspdo9
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Fusilamientos de Suárez: Llaves de la bóveda de la familia Valle, en custodia del sindicato de municipales de Vicente López
Fusilamientos de Suárez: Llaves de la bóveda de la familia Valle, en custodia del sindicato de municipales de Vicente López
Durante un acto conmemorativo en el cementerio de Olivos, la semana última, el sindicato de trabajadores municipales de Vicente López STMVT, que conduce Victorio Pirillo, recibió en custodia las llaves de la boveda de la familia Valle. El general Juan José Valle fue fusilado el 12 de junio de 1956 tras un levantamiento fallido contra de dictadura (1955-1958) del general Pedro Eugenio Aramburu,…
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Recordaron a los fusilados de José León Suárez
Recordaron a los fusilados de José León Suárez
A 63 años de los fusilamientos clandestinos de opositores políticos a la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu (1955-1958), en los basurales de José León Suárez, agrupaciones políticas de diversos espacios pero sobre todo peronistas, la central de trabajadores CGT Zona Norte, militantes, organismos de derechos humanos, familiares y el Partido Justicialista de San Martín recordaron y…
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