#Colinas de Agua Caliente
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La toscana
La Toscana es uno de aquellos lugares donde uno queda sorprendido dondequiera que lleve su mirada. La mayoría de sus pueblos tienen un encanto único con sus calles de estilo medieval que te transporta a tiempos pasados. Y sus paisajes espectaculares que no se quedan atrás en cuanto a belleza se refiere.
En la Toscana podemos encontrar por ejemplo al magnífico pueblo de San Gimignano, situado en lo alto de una colina, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se trata de un pequeño pueblo amurallado que te conquista enseguida uno comienza a perderse en sus calles de piedra. Hoy cuenta con 14 de las 72 torres de piedra que tenía en la época medieval.
La ciudad de Florencia es, sin lugar a dudas, uno de los sitios obligados para visitar gracias a su centro histórico lleno de atractivos. Algunos de los imprescindibles son la Piazza del Duomo, con tres edificios increíbles como la Catedral, el Battistero y el Campanile y la Piazza della Signoria con el Palazzo Vecchio. Tampoco debemos olvidar los museos donde se encuentra una de las esculturas más famosas a nivel mundial, como lo es el David de Miguel Ángel.
La Via Chiantigiana, que conecta Florencia con Siena, es una carretera con vistas panorámicas de campos y viñedos de gran colorido. Imagina la sensación de recorrer la región a bordo de una vespa, sintiendo el viento y los aromas que ofrece la Toscana.
Como ya nombramos, Siena es otro de sus pueblos que cuenta con un centro histórico bellísimo. Se destaca la Piazza del Campo donde se encuentran la Torre de Mangia, el Palacio Público y la fuente Gaia, y el Duomo construido en su totalidad de mármol blanco y verde oscuro que cuenta con una biblioteca impresionante.
Para los más aventureros, una de las mejores experiencias es, sin vacilar, sobrevolar en globo aerostático, admirando los paisajes del Chianti y de Colle Val D´Elsa. Descubrir las colinas de Chianti desde una perspectiva totalmente diferente mientras se observa un amanecer mágico. Contemplar desde el cielo a sus asombrosos pueblos, como Florencia y su emblemático centro histórico, y maravillarte con la vista una y otra vez. Es una de esas aventuras que no se olvidan fácilmente y donde obtendrás fotos espectaculares.
Siguiendo el recorrido, la ciudad de Lucca conserva en perfecto estado las murallas del siglo XV que rodean a la ciudad, donde se pueden apreciar sus torres e iglesias en este sitio conocido como la ciudad de “las 100 torres y las 100 iglesias”. Otro punto de interés es la Plaza del Anfiteatro, considerada un lugar único en toda Italia por contener un antiguo anfiteatro romano del siglo I en su interior. De características similares por ser otra de las ciudades medievales de La Toscana se encuentra la ciudad de Volterra, con vistas admirables de su entorno por encontrarse en la cima de la colina.
Pisa y su torre inclinada atraen a miles de turistas para tomar la característica foto sosteniendo la torre, pero no es lo único que esta ciudad puede ofrecer ya que cuenta con otras maravillas arquitectónicas que también destacan.
Para los amantes del buen vino se encuentra Montalcino, una de las zonas de cultivo de la vid más prestigiosas de toda Italia. Las extensiones de viñedos que se pierden en el horizonte ofrecen una vista majestuosa de este lugar de cuento. Es obligación pasar por una de sus bodegas y degustar un buen vino.
También recomendamos sus centros termales en Bagno Vignoni. En el centro del pueblo se encuentra una plaza con una gran pileta de la época romana, con aguas calientes debido a su suelo volcánico. Esta pileta se encuentra rodeada de edificios medievales que le dan al lugar un aspecto muy particular. Además de la pileta de libre ingreso hay dos centros termales en forma de hoteles a los que se pueden acceder abonando una entrada.
La isla de Elba
Se trata de la tercera isla más grande de Italia y la más grande de la Toscana. Tiene 30 kms. de largo y 19 kms. de ancho. Pertenece al Archipiélago Toscano declarado Parque Natural por su increíble belleza. Elba es, según cuenta la leyenda, una de las perlas de la diadema que la diosa Venus perdió en el mar Tirreno.
Es conocida como uno de los lugares de exilio de Napoleón en 1814 y en su recorrido se puede visitar una de las dos villas donde él vivió en aquel tiempo. Entre otras de las múltiples opciones que ofrece esta isla se pueden recorrer ciudades y castillos en la cima de la colina. En Portoferraio, capital de Elba, se encuentran los fuertes Falcone, Stella e Inglese que preservan el ingreso marítimo a la ciudad. Tiene un puerto pintoresco que vale la pena conocer, especialmente en el horario de la mañana donde los pescadores venden lo capturado.
Para recorrer admirando sus ciudades fortificadas y aguas turquesas se puede hacer senderismo o ir bordeando la costa en bicicleta o en moto; acabando muchos de sus caminos en el monte Capanne. Y para los amantes del mar, el encanto de descubrir la ciudad a bordo de un velero es una experiencia inolvidable imposible de rechazar.
Sea por aire, mar o tierra la Toscana es un viaje para agudizar nuestros sentidos y satisfacer nuestras expectativas, recorriendo la belleza de sus paisajes urbanos y campos con viñedos.
Originally published at on https://estilosviajes.com/January 30, 2023.
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Excursion al Valle sagrado conexion a Machu picchu 2 dias
El tour Combo Valle Sagrado a Machu Picchu implica la mejor experiencia de visitar el famoso Valle Sagrado de los Incas, Maras, Moray y Salineras o Minas de Sal. Este tour suele ser privado y podrá descubrir y explorar todo el Valle Sagrado de los Incas. Visite el sitio arqueológico de Pisac, Moray, Chincheros y Ollantaytambo, las Minas de Sal o Salineras y el pequeño pueblo colonial - Maras. Por la tarde tomará el tren a Machu Picchu y pasará una noche en Aguas Calientes antes de visitar el sitio al día siguiente. Al día siguiente te levantarás temprano y tomarás el bus hasta Machu Picchu. Allí visitará la ciudad de Machu Picchu y tendrá la oportunidad de escalar la montaña Huayna Picchu (debe comprarse con anticipación) o caminar por las ruinas.
El Valle Sagrado, Vilcamayo para los Incas, traza su sinuoso y sorprendentemente hermoso curso hacia el noroeste de Cuzco. Conocido hoy como el río Urubamba - Valle de las Arañas - Todavía es fácil ver por qué los Incas consideraban este un lugar especial. Continúe conduciendo hasta Moray, un sitio Inka extraordinario que consta de muchas terrazas enormes formadas por depresiones circulares. Luego tomamos el auto hacia Maras, este pequeño pueblo de la época colonial, fue muy importante para la agricultura. Después de Maras, nuestro guía lo llevará a Salineras, estas son minas de sal que se han utilizado desde la época preinca. La sal proviene de un arroyo subterráneo de minerales salados que brota en una colina sobre las minas de sal. El caudal del arroyo desemboca en un complicado sistema de diminutos canales que riegan una gran cantidad de pequeños estanques salados. Terminando la visita a las Minas de Sal, nos dirigiremos a Ollantaytambo - es un pequeño y magnífico pueblo donde un gran templo - fortaleza sube a los escarpados acantilados del lado del valle.
Que esperar del tour al Valle conexion a Machu Picchu
La antigua ciudadela de Machu Picchu (Pico Viejo en lengua nativa quechua) es una atracción turística muy popular a nivel mundial y la obra arquitectónica inca más famosa. Se encuentra a 74,7 km de Cusco en el departamento del mismo nombre. La ciudadela Inca se encuentra a una altitud de 2.430 metros sobre el nivel del mar en la montaña Machu Picchu, cerca del río Urubamba, en medio de una exuberante vegetación de bosque nuboso.
Después de pasar un buen rato aquí, regresará a Aguas Calientes para tomar el tren de regreso a la estación de tren de Ollantaytambo, luego tomará un autobús de regreso a Cusco y lo dejarán en la plaza principal de Cusco.
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Alcaldesa de Quilpué Valeria Melipillán: juntos saldremos adelante de una de las tragedias más grandes de nuestra historia.
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Alcaldesa de Quilpué Valeria Melipillán: juntos saldremos adelante de una de las tragedias más grandes de nuestra historia.
La primera autoridad quilpueína, realizó un fuerte llamado a la unidad de los vecinos y vecinas para sobrellevar y salir adelante de esta verdadera catástrofe que azotó a la comuna, consumiendo al menos 1.300 viviendas, dejando a cientos de personas damnificadas, y lamentablemente cobrando vidas humanas que según se informan, alcanzaría a un número preliminar de seis víctimas.
Durante la jornada destacó la llegada del Presidente de la República Gabriel Boric a la comuna de Quilpué, entregando todo el apoyo del Gobierno para superar esta emergencia. Entre las medidas, se adoptó la continuidad del toque de queda, el despliegue de militares, la investigación del origen del fuego y sus posibles responsables, entre otras.
La jefa comunal enfocará sus energías y las del equipo del Municipio Abierto de Quilpué en seguir con un fuerte trabajo en la remoción de escombros y en la gran tarea de reconstruir la comuna, “vamos a enfocar todos nuestros esfuerzos en la remoción de escombros y también en la entrega de ayuda inmediata, alimentación, agua, requerimientos básicos de la gente que está en los territorios y, por supuesto, también el levantamiento de fichas”.
La alcaldesa Melipillán, agradeció a la comunidad por la solidaridad que les caracteriza, “vecinos y vecinas, desde ya quiero agradecer el apoyo de aquellos que se han puesto a disposición, que ya nos han cooperado con mucha ayuda en nuestro centro de acopio, quien también ha sido canalizador de esos sectores donde tenemos que llegar. Con esa voluntad y esa solidaridad que destaca el Quilpueíno y Quilpueína, vamos a salir adelante. Así que este es un mensaje de esperanza también. Sabemos que es un momento difícil, pero tenemos la certeza que vamos a salir adelante con el apoyo de todas y de todos”.
Respecto a los focos de incendio, la alcaldesa señaló que, “hoy día quedan puntos calientes sobre todo en el sector o en el incendio del complejo Las Tablas, que es lo que está al frente de Colinas de Oro, Los Pinos, Teniente Serrano, pero son focos menores donde han estado trabajando los equipos de CONAF, principalmente con un ataque aéreo y brigadistas y los equipos de emergencia”.
El Municipio Abierto de Quilpué atenderá en los sectores afectados con ayuda veterinaria, salud móvil y con las donaciones que han llegado al centro de acopio municipal (Liceo Gastronomía y Turismo, calle Diaguitas #1751, sector Belloto 2.000). Al igual que el trabajo de remoción de escombros.
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LAS DUNAS DE ICA... Desafían también al histórico tiempo universal ... Mudos testigos del ingenio, esfuerzo y organización política del antiguo hombre peruano sureño y costeño, quienes sacaron todo el provecho posible para asentar firme cultura que sigue causando admiracion al mundo ... Todo eso le explicaba a mi menor hijo Arturito sobre las ardientes arenas de nuestras icónicas DUNAS adyacentes a la joya preciada o el oasis sagrado de la Huacachina, el orgullo iqueño... Y bajo la amorosa y piadosa sombra (en medio del terrible calor ambiental) del viejo Huarango, -árbol único por su dureza, vitalidad y necesidad alrededor de la tradicional laguna Huacachina-, recios y retorcidos Huarangos cual eternos vigilantes de la Diosa que mora en ese mágico oasis, pues les explicaba a Doña Sugey y a mi párvulo Arturo que la Cultura Paracas y NAZCA vivieron ahí entre las imponentes y extensas y calientes dunas y para controlar el uso del escaso recurso vital del agua tuvieron que hacer una plataforma política y religiosa que les permita progresar en orden y paz ... Y lo lograron, porque sorprendieron al mundo con su Medicina de avanzada vía las trepanaciones craneales que salvaban la vida de valientes guerreros y otros, y para ello obviamente que tenían tecnología avanzada también en metalurgia y orfebrería... Sorprendieron al mundo con su tecnología en materia textil, no solamente por el perfecto tejido sino por sus firmes colores que pervivieron eternos y por sus bellos y geniales diseños... Sorprendieron al mundo con sus avanzadas técnicas de embalsamamiento y entierros de sus muertos que nada tienen que envidiar a la milenaria Cultura Egipcia... Precisamente les decía, que no necesitamos viajar al Egipto o al Cairo que surgió también en medio del desierto o a los inmensos arenales ardientes del Sahara o Dakar en las zonas arábigas, etc., porque aquí en nuestro amado Perú tenemos todas las maravillas del mundo en nuestras diferentes regiones... Y no solamente disfrutamos de la belleza del Oasis de la Huacachina y su fauna exclusiva como la bella y delicada polla de agua, etc., sino que nos dimos el lujo de recorrer las dunas bajo comento, montados en poderosas camionetas 4x4 tubulares, diseñadas especialmente para correr en medio del desierto, lo que brinda una sensación de placer, emoción y disfrute espectacular, impactante e inolvidable... Y por si fuera poco eso, paras en medio de las DUNAS y si gustas te deslizas sobre tablas disfrutando las caídas de las poderosas colinas del desierto... Arturito lo disfrutó al máximo obviamente... Todo fue realmente ES-PEC-TA-CU-LAR... lo dejo ahí...
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...y anduvo.
Un pedalo abandonado en la playa, un par de metros metido en al arena húmeda a causa de la bajada de marea. El islote se encuentra a medio kilómetro de la isla principal, apenas una plataforma de roca y arena, flotando en un mar caliente como un caldo.
Siguiendo el reguero de huellas, presionadas contra la arena, aparece hecho un burruño, un poncho negro de lino.
El viento cálido del Mediterraneo levanta algo de arena y mece las plantas, pequeñas, acostumbradas a sobrevivir del poco agua que es filtrada por la arena, de la isla.
Unos metros más adelante, unos shorts también negros. El contenido de sus bolsillos, unas llaves, una cartera y un reloj de dial negro, amontonados a un lado.
Al final de la isla hay un acantilado. No es particularmente alto, no es particularmente escarpado, pero la caída hasta el agua es considerable. Y justo en su extremo más elevado, a apenas un palmo de la llamada al vacío, amontonadas a un lado hay tres cadenas, un Ankh, símbolo de la vida eterna, el Ojo de Ra, un símbolo de protección ante el mal, y los anillos de Zacian y Zamacenta, símbolos del poder de la corona galariana, reposan sobre la roca.
Una caída.
Un zambullido.
Nada.
Eddie había pasado la noche anterior en la cabaña. Había sido una velada divertida, cree, los cuatro solos. Se había ido a dormir tarde, después de que ni las pastillas ni los aceites le mantuvieran despierto. En cierto punto de la noche había notado a alguien meterse en su cama, puede recordar el movimiento del colchón, el rozar de las sábanas, pero a partir de ahí está en blanco hasta algunos minutos antes del amanecer.
Antes de que los primeros rayos de sol de la mañana entraran por su ventana pudo ver a su propio cuerpo, tumbado en la cama, desnudo y sudoroso, hecho una mojama. También miró al cuerpo que dormitaba a su lado, completamente incapaz de reconocerlo o recordarlo.
Su cuerpo, aún cercenado de su consciencia, se levanta y sale de la cama. Coge su ropa, sus cosas, y se arrastra hasta la puerta. Eddie no tiene más remedio que seguirle, como atado a él por un cabo de barco.
Ve como vagabundea por la playa, aullando a la luna antes de que se desvanezca, como un perro abandonado por sus dueños en una gasolinera. Como arrastra los pies por la arena de la playa. Saluda a unos chicos, lo reconocen de la comuna, bien ignorantes de su estado, bien en un estado similar ellos mismos.
Es capaz de reunirse consigo mismo en alta mar, subido a un pedalo arrastrado por las corrientes, que naufraga en un islote cercano. Pero aunque puede ver a través de sus ojos, su cuerpo parece moverse en piloto automatico, escalando por la colina, quitandose la ropa, dejando caer sus cosas.
Apoya todo su peso en el borde del acantilado. Agarra con fuerza la alianza de Amèlia, la sostiene con fuerza en su mano. Adelanta el pie derecho. El viento acaricia su pelo, las olas rompen contra la pared de roca. Y se deja llevar.
La llamada al vacío.
Un zambullido.
Y luego, nada.
Su cuerpo golpea el agua de espaldas, repartiendo un latigazo por toda la longitud de su espina dorsal. La oscuridad y el frío no tardan en envolverle. Parece que la caída no termina nunca, no hay un fondo que encontrar. Se hunde, se hunde, se hunde y se hunde.
En ningún momento suelta la alianza, la tiene bien cogida con la mano por si la corriente se la arranca del cuello. La miraría, pero la luz del Sol no llega tan abajo, no lo suficiente para distinguir el oro y las amatistas.
Y cuando cree que no puede más, que finalmente lo ha hecho, sucede. Una luz, justo delante de él. Y su cuerpo está yendo hacia ella, propulsado por el mismo agua que le sostenía y le empujaba hacia el fondo.
El oxigeno burbujea en la superficie y una cabeza teñida emerge, cogiendo una enorme bocanada de aire.
Estoy vivo... Se murmura. Se toca el cuerpo. Mira al cielo, el Sol tosta su piel quemada. ¡ESTOY VIVO!
¡ESTOY VIVO, HIJO DE PUTA! Agita el puño al cielo. ESTOY VIVO Y NO VOY A MORIR.
Nada hasta la playa y se arrastra por la arena. Se queda echo una bolita en la arena, dando besos a la alianza.
¿Lo has visto, Amèlia? Sus ojos llenos de lágrimas, el agua salada aún en su boca. Ni siquiera dios todopoderoso... ha podido conmigo.
Estoy vivo, joder. Se solloza una vez más, porque resulta aparente que sigue condenado a vagar por este valle de lágrimas. Y no puedo seguir fingiendo que no lo estoy, Amèlia.
Tenemos dos hijos que crecieron sin un padre, y que nunca van a tener una madre. Tengo amigos que me quieren y me aprecian. Lo entiendes, ¿Verdad? Mira el anillo, la luz del sol baila entre destellos dorados y púrpuras. Tengo que seguir viviendo. Y tengo que hacerlo por los dos.
Eddie se queda tumbado, mirando al cielo, y tiene que admitir que, pese a todo, con la alegría, el miedo, la tristeza, la melancolia, el extasis, el horror, que pese a todo ha vivido más en estas vacaciones que en los últimos treinta años.
Y ahora entiende que debe seguir así.
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Las olas
Un hospital junto al mar.
Mientras el cuerpo sana o se deteriora, mirarlo desde la ventana. Escuchar el graznido de las gaviotas. Ver las barcas de pescadores que se adentran. Y cuando cae el sol, vuelven.
Las enfermeras son muy amables. Blancas. Pulcras. Como salidas de algún cuento. No están pensando en cuándo termina el turno y qué ganas de tomarme un café. No están en otra parte. Simplemente están allí. Viendo cómo sus pacientes sanan o se deterioran y sabiendo que su lugar es a su lado. Como sabe la gaviota hacia dónde volar, en qué roca pararse en la escollera. Hay cosas que simplemente se saben.
En invierno nieva sobre el mar. Los copos caen sobre él formando una capa fina que se balancea con las olas. En las casas cocinan sopa de pescado. Grandes tazones de donde sube el vapor caliente. Tenerlo entre las manos reconforta. Una vez, cuenta uno de los pacientes, atrapé un gorrión. Estaba herido. Lo tuve entre las manos. Su corazón latía muy rápido y fuerte... Tener una vida entre las manos es un regalo.
Los genios de las profundidades estaban tranquilos. Dormían un sueño donde las décadas caían rápidamente y se acumulaban unas sobre otras. Como los copos de nieve. Pero un día fueron despertados por el pequeño demonio del terremoto que, ágil e inquieto, corría de acá para allá soplando en sus oídos palabras de fuego. Iracundos, se irguieron al fin. Y comenzaron a avanzar hacia la costa. A medida que avanzaban, se volvían más y más altos. Una oscura, temblorosa pared de agua desplazándose veloz. Acercándose al lugar donde los pequeños seres humanos vivían. Y temían.
Había que correr hacia la colina para salvarse. Pero ¿cómo abandonar a los que no podían moverse? Toshi vio la expresión de angustia en el rostro de la señora Edo. Cuando tomó su silla de ruedas para alejarla de la visión del temporal detrás de la ventana, la anciana la miró. No dijo nada; pero sus ojos parecían implorar algo. La enfermera se sintió conmovida. No se preocupe, señora Edo; yo cuidaré de usted. No la dejaré. Era su día libre, pero igual había corrido hacia el hospital al escuchar las noticias en la radio.
Cuando la inmensidad azul se cierne, lo único valioso es apretar con fuerza la mano de alguien. No importa quién sea; esa persona se vuelve única, con la nitidez de las cosas últimas. Nos acompaña a atravesar el agua; a llegar al otro lado. Cuando los niños se adentran en el mar por primera vez, van de la mano de sus padres. Luego aprenden a flotar; a dejarse ir mecidos por las olas. Los padres quedan en la orilla; los miran con alegría y también con aprensión. No es fácil dejar ir los hijos hacia el mar.
Alguien dijo que el pequeño demonio causante de todo había salido de las mismas manos de los hombres.
Luego todo se redujo a una ceremonia y un monumento conmemorativo. A cierta distancia apenas podía verse, por los muchos paraguas; llovió ese día. La lluvia se hizo aguanieve; cuando los paraguas se retiraron, pequeñas gotas duras impactaban contra los nombres escritos, ya sin nada que los protegiera. Ahora quedaba mirar viejos álbumes de fotos. Intentar comprender. Recordar. O intentar olvidar.
El festival de las luces volvió a celebrarse, varios años después. Las linternas volvieron a encenderse y navegar con su esperanza encendida. Los fuegos artificiales volvieron a espejarse sobre el agua, hasta que las últimas chispas desaparecieron. Y el mar volvió a ser oscuro e inmutable; y luego fresco y riente al brillar el sol sobre él. El mar es a la vez viejo y niño; suave y terrible. Temido y amado. Generoso en sus dones y codicioso de las bellas almas. Inexplicable como todo lo que se contempla en profundidad y reverencia.
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La mejor época para visitar Machu Picchu
Ubicado en lo alto de la Cordillera de los Andes y rodeado de una exuberante vegetación, Machu Picchu es sin duda uno de los destinos más emblemáticos de América del Sur. Para aquellos que planean un viaje a este increíble sitio arqueológico, elegir el momento adecuado para visit Machu Picchu puede marcar la diferencia entre una experiencia memorable y una olvidable. Entonces, ¿cuándo es el mejor momento para visitar Machu Picchu? ¡Únase a nosotros mientras exploramos todo lo que necesita saber para visitar este maravilloso mundo en su mejor momento!
Cuándo visitar Machu Picchu
Machu Picchu es uno de los destinos turísticos más populares de América del Sur y por una buena razón. Sin embargo, hay diferentes épocas del año en las que visitar Machu Picchu tiene sentido. Aquí hay cuatro consejos sobre cuándo visitar: Primavera: Machu Picchu está en su mejor momento en la primavera. El clima es soleado y cálido, lo que lo convierte en condiciones perfectas para caminar. Además, las vistas a la montaña son las mejores y hay mucha vida salvaje para ver, incluidas llamas, vicuñas, cóndores andinos y coatíes. Verano: Machu Picchu puede ser muy caluroso en verano, así que asegúrese de llevar suficiente agua. El sitio también se llena bastante, así que considere visitarlo más temprano en el día o más tarde en la noche cuando esté menos ocupado. Otoño: el otoño es un buen momento para visitar Machu Picchu porque es más fresco que el verano y no hay tanto tráfico en los senderos. También hay muchas hojas de colores brillantes que caen alrededor del sitio, lo que agrega una sensación otoñal. Invierno: El invierno definitivamente no es un buen momento para visitar Machu Picchu debido a las fuertes nevadas y las condiciones peligrosas en el Monte Huayna Picchu (el pico del volcán donde se encuentran las ruinas). ¡Asegúrese de verificar la información actualizada antes de su viaje si es posible!
Qué esperar en su viaje a Machu Picchu
Machu Picchu es un lugar surrealista y puede ser difícil saber qué esperar cuando lo visite. La mejor manera de prepararse es leer todo lo que pueda sobre la historia de este increíble sitio antes de su viaje. Para llegar, toma un bus desde Cusco o Aguas Calientes. Deberá comprar un boleto con anticipación y asegurarse de bajarse en la parada correcta: ¡no se puede acceder a Machu Picchu en transporte público una vez que esté allí! También es importante tener en cuenta que las experiencias de Machu Picchu tienden a agotarse rápidamente, ¡así que no espere demasiado para reservar sus boletos! Una vez que llegue a Aguas Calientes o Cusco, diríjase al centro para encontrar puestos de información turística. Estas cabinas proporcionarán mapas con todos los detalles necesarios sobre cómo llegar a Machu Picchu, incluido el punto de recogida del autobús que debe usar.
Consejos para visitar Machu Picchu
Si desea visitar Machu Picchu, hay algunas cosas que debe saber. En primer lugar, la mejor época para visitar es durante los meses de invierno (noviembre-febrero), cuando es más fresco y menos húmedo. Segundo, ¡asegúrate de reservar tus boletos con anticipación! El sitio puede llenarse bastante durante la temporada alta. Finalmente, prepárese para largas caminatas por colinas empinadas: use zapatos cómodos y traiga agua y bocadillos.
Conclusión
Machu Picchu es uno de los destinos turísticos más icónicos de Perú, y por una buena razón. El sitio es increíblemente hermoso y está lleno de una historia fascinante. Sin embargo, hay algunas cosas a tener en cuenta si desea hacer la mejor visita posible a este increíble lugar.
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LANM - Capítulo 139
Lo que pudo ver tan pronto como abrió los ojos estaba ardiendo en color rojo. Era la puesta de sol. Sezh estaba acostada en la colina. Como en el sueño anterior, la colina es diferente a la de ahora. Se veía completamente diferente. Bajo el morado, el narciso estaba en plena floración. Esta vez percibió y sintió, que esto también era un sueño. Lo entendía. ¿Por qué estoy soñando así? Intentó levantarse, pero su cuerpo no la escuchaba. Fue doloroso. Todo su cuerpo se sentía como si se estuviera rompiendo. Ni siquiera podía respirar bien. Sangre de color rojo oscuro fluía de su boca abierta. “...” Sin saberlo, su cabeza se volvió lentamente hacia un lado. Lo que le llamó la atención fue una daga rota y una piedra con sangre. 'Sangre….’ Sezh se miró la mano por reflejo. Pero no se veían sus manos. Ambas muñecas fueron cortadas. Sangre viva brotaba de los vendajes que la envolvían. Sezh lo observó y luego miró fijamente hacia el cielo. El resplandor rojo del sol poniente caía sobre su rostro. Pero había algo extraño. ¿Por qué fluían tantas lágrimas? “...Dije que tu vida no tiene fin”. Muy lentamente, una voz desconocida escapó de sus labios. “Mi vida termina aquí”. Era una voz llena de agua. “Y continuará”. Cada vez le faltaba más el aire. Sezh con una tos seca brotó sangre. Luego habló con dificultad. “Así que espérame. Voy a verte". Lágrimas calientes comenzaron a humedecer su rostro. Era una tristeza incontrolable. Sezh luchó en silencio. Odio esto, pero fue en vano. Pronto, su visión comenzó a oscurecerse. La puesta de sol resplandeciente brillaba sobre los ojos oscurecidos. Y entonces, sin saber por qué, escuchó una voz familiar. Su corazón, que había estado latiendo débilmente, se detenía lentamente. Todo su cuerpo comenzó a enfriarse y su conciencia se desvaneció gradualmente. Y sobre el sol rojo, se escuchó la voz de una mujer, lejana como en un sueño. “Entonces espero poder vivir una vida para ti completamente…” “Después de vivir una vida sucia llena de vergüenza, bajeza y dolor...” “Viviendo una vida terrible”. Ya no se escuchaba la conversación de espaldas, eso fue lo último. Sezh despertó del sueño. ══════ ∘◦❁◦∘ ══════ "¡Sezh!". Lo primero que escuchó fue la voz urgente de Raytan. Sezh, que abrió los ojos con un rostro azul pálido, miró a Raytan, que la miraba desde arriba. "Ven... Marie". Sezh jadeó levemente. Raytan ayudó a Sezh a levantarse durante este día extraño. Luego, con su gran mano, le sostuvo la mejilla empapada de lágrimas. "Sezh". “...” "Tu tez no es buena". No se podía encontrar un solo rastro de sangre en su rostro pálido. Y eso no era todo. El aliento exhalado, los dos ojos devastados. Además, Sezh estaba poseída por un sinfín de lágrimas justo antes de abrir los ojos. Por mucho que Rayan intentó despertarla, fue inútil. La llamó por su nombre y sacudió su cuerpo, pero era lo mismo. Se sentía como si su corazón se hundiera. Raytan sostuvo con mucho cuidado a Sezh en sus brazos. "Está bien". Luego escupió palabras que no sabía si se refería a él o a Sezh. “Está bien… Sezh. Lo que sea está bien, estoy a tu lado”. Escuchó el sonido de un corazón latiendo. Era de Raytan. Sezh, enterrada en los brazos de Raytan, respiró hondo y escuchó también los latidos de su corazón. Pronto, el sonido de su respiración se estabilizó y Sezh cerró los ojos con fuerza. "Hermano…" "Sí. Dime, lo que sea". "Tuve un sueño…" Ante la palabra sueño, Raytan vaciló. Sezh también dejó de hablar. ¿Cómo podía explicar? Era una pesadilla de la que ni siquiera ella lo sabía. ¿Decir que le cortaron las muñecas con cenizas sin un motivo estando de pie en esa colina?, mientras murmuraba cosas extrañas. "...No. Acabo de tener una pesadilla…” Sezh, que estaba acunada en sus brazos, se estremeció levemente. Lo primero que le llamó la atención fue la mesita de noche junto a la cama. Un anillo yacía en la mesita de noche. Era el anillo que Eton le había dado. Sezh retiró su cuerpo y miró a Raytan. ‘Te diste cuenta’. ‘Sobre Eton’. "¿Cómo pasó?". Sezh preguntó lo más rotundamente posible. Raytan se mordió los labios por un momento, luego le dio unas palmaditas en la espalda y abrió la boca. "Belkiel te encontró". "… ¿Belkiel?". Los ojos de Sezh se abrieron un poco. ‘¿Fue Belkiel?, ¿No Eton?’. "¿Qué pasa con alguien más?". "… ¿Otros?". Los ojos de Raytan se entrecerraron ligeramente. Incluso si no lo era, no tenía sentido. Fue por las palabras de los soldados de que Sezh estaba conmigo. "¿Había alguien más?". "No, no." Sezh respondió rápidamente. “...Belkiel dijo que estabas sola. Pero los soldados-" "Estaba sola". “…” “Belkiel vino corriendo justo antes de que me alcanzara una flecha”. "...Si. Lo evitó de inmediato.” Sus dudas aún no se disipaban, pero no tenía el menor deseo de presionar a Sezh, quien estaba cansada y pálida. Asintió como si se hubiera convertido en Raytan. "Aparte de eso". "¿Y?". "¿Tienes algo más que decirme?". Ante la cautelosa pregunta, los ojos de Sezh temblaron violentamente. Porque parecía saber lo que estaba preguntando. Sezh frunció los labios. "... Lo escuchaste de Belkiel". “...” "Perdón. No quise ocultarlo desde el principio…” "No te estoy culpando, Sezh". “Pero no podía decirlo. Ni siquiera sabía que podía usar magia…” Las palabras que un día dijo Raytan pasaron por sus oídos. Sezh continuó con un día miserable. "Pensé que lo odiarías". “...” "Perdón". Raytan miró a Sezh con ojos tranquilos. El odio, o lo que no le gusta. No era algo que pudiera definirse tan simplemente. Por supuesto, a él tampoco le gustaba. ¿No es la magia el poder de los dioses? Tanto más cuanto Raytan odiaba a Dios y no creía. Pero… “… No lo odio”. “Hermano…” “Si tiene que ver contigo, sea lo que sea. Absolutamente no lo odio”. ‘Si Sezh sabía cómo usar la magia, eso estaba fuera de discusión. Solo… Pues, de todas las cosas, a Sezh’. Simplemente le dolía el corazón que una niña tan enfermiza y débil tuviera tanto poder. Tener poder significaba que el precio a pagar era alto. “... La razón por la que perdiste el conocimiento fue porque estaba dañado el anillo que te dio Belkiel”. La mirada de Sezh se volvió hacia el anillo roto. Mientras estaba inconsciente, Belkiel parecía culparse a sí mismo por darle el anillo. “Dijeron que el maná que se acumuló regresó de una sola vez. Por eso me sorprendió”. ¿Era así? Sezh murmuró para sí misma el consejo que le había dado Belkiel. "Y…" Raytan dejó de hablar y mantuvo la boca cerrada. "… ¿Hermano?". "Nada". No podía decirle eso a Sezh. Y tampoco permitiría que sucedan las cosas que dijo Belkiel. Raytan apretó los puños. “¿Recuerdas lo que dije? Sezh". "¿Qué quieres decir?". “Dije que nunca te decepcionaría”. “....” "Pase lo que pase, dijiste que no perderías". Sezh asintió levemente. “Siempre será lo mismo. Quien quiera que sea el oponente”. ‘Ya sea Dran Regent o Berna’. ‘Y… Incluso si es un Dios quien te dio poder mágico. Raytan tragó, conteniendo sus palabras’. "Nada pasará". Raytan dijo con fuerza, por lo menos ignorando la ansiedad que seguía floreciendo. "De ahora en adelante, tienes que quedarte conmigo". “Quedarme aquí”. “Porque es más seguro tenerte a mi lado. Incluso si no te gusta, no te escucharé". Sezh miró a Raytan en silencio. … ¿Estaba bien? Así delante de los ojos de todos. Sezh también lo sabía. El hecho de que quien le disparó la flecha probablemente fuera un asesino de la Casa del Regent. Pero aun así, ya no le importará. “No, me gusta. Haré lo que dices”. ‘No es solo para salvar mi vida. Si estás a mi lado, siempre estaré contigo...’ ‘Yo también podré proteger a Raytan de las pesadillas que lo acosaban constantemente’. ‘Y yo quería estar contigo. Aunque pasen muchas cosas’. Raytan empujó a Sezh hacia atrás y la sostuvo en sus brazos. Sezh también se acurrucó en sus brazos. Los dos no se movieron durante mucho tiempo. Solo se estaban abrazando. Como si el uno al otro fuera el único refugio seguro para el otro. …Si Raytan no hiciera eso, no sería capaz de calmar el siniestro sentimiento que seguía creciendo. La habitación estaba en silencio. Ni siquiera podía encontrar una sola luz en sus ojos que ardían rojos como el sol poniente. Thiston miraba al vacío con un rostro inexpresivo. Junto con su propia voz de un día, pasó el aura roja que se elevaba desde la frente de Sezh. Una bendición grabada en el alma, dejado con mis propias manos. Era una protección que protegía la vida de uno del peligro. Fue por eso que Lize, sobrevivió durante varios años. Y solo había dos situaciones donde esa protección podía continuar. Al igual que Lize, heredó la sangre de Sharwina. …El alma de Sharwina reencarnada. "Por qué…” La voz de Eaton se quebró ¿Por qué ahora? No, por que estas. Por qué… El día que nos conocimos, la cara de Sezh cuando abrió la puerta casualmente y entró me vino a la mente con claridad. Y… “Shar…wina…” Incluso el rostro de Sharwina, que sonreía alegremente. Eton se rió en ese triste día. Era una risa sutil que parecía que derramaría lágrimas en cualquier momento. Y entonces, escuchó la puerta abrirse. “...Eton”. Era Belkiel, con el rostro endurecido. Atrás Novelas Menú Siguiente Read the full article
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El Dragón de Wawel
Según cuenta una leyenda polaca, hace muchos siglos, en las tierras gobernadas por el príncipe Krakus,
empezaron a suceder hechos muy extraños que nadie lograba comprender.
Dice la historia que en sus dominios había una colina conocida como la colina de Wawel.
Un día, sin saber por qué, comenzaron a faltar personas que vivían en los pueblos colindantes, gente que de repente un día se esfumaba y de la que nunca jamás se volvía a saber nada. Por si esto fuera poco, los pastores empezaron a notar también que, cada vez que hacían recuento de ovejas, en sus rebaños siempre faltaba alguna.
Los habitantes de la zona estaban desconcertados ¿Cómo era posible que personas y animales desaparecieran como si se los hubiese tragado la tierra? Algo iba mal, pero nadie tenía ni idea de cómo solucionar el misterio.
Un día, un muchacho que paseaba por la colina, descubrió una enorme cueva tapada por unos matorrales. Asomó la cabeza y se quedó paralizado de miedo: allí dentro dormía un dragón verde de piel brillante y tamaño descomunal .Tenía un aspecto que daba pavor y cada vez que roncaba, las paredes de la cueva vibraban como si fueran de papel.
Temblando como un flan salió pitando de allí y bajó al pueblo más cercano para avisar a todo el mundo. Después, fue al castillo para comunicárselo también al príncipe Krakus, quien consciente de la terrible amenaza que suponía el reptil alado, mandó a los soldados más valerosos de su ejército a luchar contra él.
Un grupo enorme, armado hasta los dientes, tomó rumbo a la colina con una única misión: ¡abatir al temible enemigo! Pero el dragón, que ya estaba despierto, vio que el ejército se acercaba e intuyó que iban a por él.
Muy airado, salió de su guarida, cogió aire y los expulsó de allí lanzando bocanadas de fuego por su enorme boca. Los soldados salieron volando como muñecos de trapo, envueltos en una especie de huracán caliente y con el culo un poco chamuscado.
Evidentemente, la operación resultó un fracaso. El dragón era demasiado fiero, demasiado fuerte y demasiado peligroso como para acercarse.
El príncipe Krakus, como último recurso, promulgó un bando real: quien consiguiera vencer al monstruo, se casaría con lo que él más quería: su dulce hija Wanda.
Una noticia de tal magnitud no tardó en extenderse como la pólvora y llegó a oídos de un joven y guapo zapatero. El muchacho, que era muy humilde pero inteligente como el que más, decidió intentarlo y elaboró un plan infalible.
¿Quieres saber qué hizo?… Consiguió la piel de un borrego, la rellenó con azufre y alquitrán, y por la noche, cuando el dragón dormía, la colocó en la entrada de la caverna. En cuanto se despertó de su profundo sueño, el animal vio la falsa oveja, se relamió y la devoró con ansia.
La comió tan rápido y con tantas ganas, que al terminar sintió mucha sed y bajó al río Vístula a beber. El agua penetró a borbotones en su inmenso estómago, y al entrar en contacto con el azufre y el alquitrán que se había zampado sin darse cuenta, la tripa le explotó en mil pedazos.
El zapatero fue aclamado como un auténtico héroe y recibió todos los honores posibles, aunque el mejor de todos los premios, fue casarse con la hermosa princesa Wanda. Dicen que fueron muy, muy felices, durante toda la vida.
Hoy en día, en Polonia, existe una población en torno a la colina donde vivió, hace tantos siglos, el peligroso dragón. Está considerada una de las ciudades más importantes y bellas del país y se llama Cracovia, en honor a uno de los protagonistas de esta historia: el príncipe Krakus.
Si algún día vas a visitarla, podrás comprobar
cómo muchos de sus habitantes todavía recuerdan esta preciosa leyenda que sus abuelos les contaron cuando eran niños y que va pasando de generación en generación.
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EL SICOMORO segunda parte
Cuando desperté, me encontré solo en la habitación. El sol entraba por la ventana, me estaba cegando. No sabía cuánto tiempo había dormido, pero todas las horas en aquella cómoda cama, no eran suficientes para recuperarme del cansacio acumulado desde que dejé la casa de Jeff y Raúl. Mi polla recordó aquella sesión en el cuarto mágico y su dureza no me permitía bajar al salón para desayunar. Como la habitación de Alberto tenía un lavabo con un espejo, me arcerqué en pelotas y empecé a meneármela. Me acordaba de Óscar y su tremenda tranca. Aún conservaba su frasco con esencia de eucalipto macho. También me vino a la mente el martirio que Fede y el cazador me infligieron bajo el aromático algarrobo, qué delicia. Los días con Luis y el Rubio bajo el gran roble, me llevaron al borde del orgasmo, pero el impresionante y tragón culazo de Ramón en el acebuche, hizo que soltase unos lefazos que pringaron el espejo donde me reflejaba. Qué delicia de pajote, de alguna manera, disfruté de algunos de los amantes que hicieron mi periplo mucho más agradable en la habitación del último. Pero a pesar de lefar el lavabo y el espejo, mi rabo seguía durísimo. Necesitaba mear, pero la erección no me lo estaba poniendo fácil. Apreté cuanto pude, y al fin noté una sensación de quemazón por mi uretra hasta que empecé a mear el lavabo. Fue una gran meada a consecuencia de la sidra.
De repente, escuché voces por la ventana. Eran demasiadas voces como para ser una conversación entre Alberto y Tiburcio. Me asomé, y vi a seis jóvenes charlando y gastando bromas bajo el sicomoro. Todos iban vestidos con una especie de uniforme. Llevaban un polo azul marino, pantalón corto blanco y una mochila amarilla. Me lavé por partes en el lavabo lefado y meado, y bajé a la cocina a desayunar.
-Hombre, Matt —dijo Tiburcio invitándome a la mesa—. Ya están aquí los chicos de la universidad.
-Ah, sí. Algo me dijo ayer Alberto.
Una buena taza de café y unas tostadas calientes era todo lo que necesitaba para acabar definitivamente con la resaca.
-Alberto les está explicando todo lo que van a hacer. Van a quedarse hasta el lunes.
-¿Y qué día es hoy? —pregunté desorientado.
-Hoy es viernes, Matt. ¿Hasta cuando te quedarás tú?
-Pensaba irme mañana. He de seguir mi camino. Además, no tengo más dinero.
-Calla, no seas tonto. No te preocupes por eso. Desde hace meses no he visto a mi nieto tan contento como esta mañana.
Alberto entró al caserón con el grupo de universitarios e hizo las presentaciones antes de instalarlos en sus habitaciones. Los seis se pusieron en fila de mayor a menor altura, parecían los hermanos Dalton, todos vestiditos iguales y supermonos. Para colmo, sus nombres también seguían un orden alfabético, era curioso:
Anuar, el más alto, era un bellezón de piel negra con el pelo rapado y una figura esbelta espectacular.
Berto, un italiano muy gracioso, llamaba la atención por el gran tamaño de su nariz. Llevaba el pelo moreno repeinado hacia atrás con mucha gomina. Era muy atractivo, la verdad.
Carlos era mulato, cubano para más señas. Tenía una boca de escándalo, menudos labios. Era el que más relajado se veía por la torsión de sus caderas.
Dimitri, el cuarto, no era el típico ruso, lo tenía todo excepto la altura. Flacucho, rubio rapado, ojos azules y labios rojos. Su nuez era la más prominente, pero eso, alto, lo que se dice alto, no era.
Eneko, un chico de Bilbao bastante neutro en su expresión, tenía el cabello negro, los ojos negros y la piel blanca. Era el más ancho de hombros y piernas, y tenía un morbo curioso, era el que más paquete marcaba en aquellos pantaloncillos blancos universitarios.
Fausto, el más bajito de todos, no llegaba al metro sesenta. Paticorto, con el pelo anillado color cobre y cara de ángel, sus hechuras estaban muy proporcionadas a su altura.
Como no podía ser de otra manera, hice un escaneo rápido de cada uno de ellos e imaginé sus potenciales sexuales. Alberto hablaba y hablaba, pero yo no escuché ni una palabra. Uno a uno, en fila india, lo siguieron escaleras arriba para llevaros a sus habitaciones, momento que mis ojos hicieron el visionado final de cada uno de sus culitos en pantalón blanco. Todos diferentes pero igualmente sugerentes.
Alberto no esperó para comenzar con las actividades. Fue un espectáculo verlos salir a todos en bañador pitufo, también uniformados con los colores de la universidad, unos speedo con la parte trasera amarilla y la delantera bicolor en blanco y azul marino. Fueron a dar una vuelta en uno de los pequeños barcos de pesca por el embalse. Yo me abstuve de participar, preferí quedarme con Tiburcio preparando la comida de aquellos jabatos de último curso.
-Deberías haberte ido con ellos, yo me las apaño solo.
-No hombre, estoy seguro que puedo aportar más en la cocina. A Alberto se le ve muy suelto en el agua dulce. Yo soy más de mar abierto.
Congenié mucho con el viejo. Hicimos un gran banquete de bienvenida. Cuando llegó la expedición del embalse, comieron como cachorros hambrientos. Después fueron a descansar a sus habitaciones y Alberto y yo estuvimos charlando bajo el sicomoro.
-¿Qué tiene de especial este árbol? —pregunté acariciando el relieve descascarillado de su tronco.
-Mi abuelo le puso su nombre al caserón como señal de respeto. El viejo sicomoro estaba ya aquí antes de construir la casa. Creo que fue su tatarabuelo el que lo trajo desde Egipto hace más de 100años. Estas tierras siempre han sido de mi familia hasta que el gobierno las expropió para construir el embalse. A cambio, además de una miseria de dinero, le dejaron construir la casa, el embarcadero y manejar la explotación del negocio que quisiera poner. Y mira, aquí estamos.
-A tus 28 años, ¿esta es la vida que quieres?
-¿Crees que esta es mi vida? En temporada baja nos vamos a la ciudad, no queda lejos de aquí en coche. Tengo más vida que el embalse, tío. ¿Y tú? ¿Qué coño haces dando tumbos por el mundo y sin rumbo a tu edad? —Alberto me devolvió la cuestión con un guantazo sin manos.
-Perdón, no te estaba juzgando. Ayer, cuando te observaba borracho y desnudo en tu cama, después de follar en la piragua, me pregunté cómo te apañabas para desahogar el fuego interior que tienes.
-¿Crees que me mato a pajas? —dijo cogiéndome el paquete—. Mira Matt, lo de ayer fue algo que nunca olvidaré, nadie me ha follado como tú, pero tranquilo, que yo no me aburro.
-Los chavales de la universidad no tienen mala pinta —dije pellizcándole un pezón.
-Veo que ya vas entendiendo. En casi todas las expediciones que vienen al Sicomoro, hay algún tío que termina deslechándose en mi cama, y mira —dijo señalando un par de montañas al otro lado del embalse—, entre aquellas colinas, se llega a un bosque donde la caza habitual es el cruising. De vez en cuando, cuando me pica el culo, cojo mi barca y me voy a cazar. Siempre hay quien me lo rasque.
Alberto tenía su vida sexual muy bien montada. Cuando deseaba caña, siempre se buscaba la manera de recibirla.
-Un día que estaba cachondo como un perro, me adentré en el bosque, me senté en el suelo apoyado en el tronco de un árbol, y esperé a que apareciese algún nabo inquieto. Me hice un cartel con un cartón que ponía "SE CHUPA", y lo clavé en el tronco. No tardó en aparecer el primero. Se sacó el rabo, y sin mediar palabra me puse de rodillas a comérselo. Pero antes de terminar con él, se sumaron dos más. Ese día tenía unas ganas locas de mamar rabo, pero no uno solo, me apetecía comerme varios a la vez. Me pusieron perdido de lefa.
-Joder, tú si que sabes venderte, cabronazo.
-No hay nada como un mensaje directo, jajaja.
La jornada vespertina consistió en una carrera de piraguas por equipos. En esta ocasión sí me apeteció participar, quizá fue porque la piragua me traía buenos recuerdos. Alberto y yo seríamos los capitanes de los equipos y elegimos a tres universitarios cada uno. Mi equipo, estaba compuesto por Anuar el negro, Dimitri el ruso y Eneko, el vasco de piernas recias. Lo llamé "Equipo Flecha" para animarnos a lograr la mayor velocidad. Alberto hizo equipo con Berto, el italiano de nariz prominente, Carlos, el cubano de caderas cachondas y el pequeño Fausto ricitos de cobre. Sus ideas cachondas no podían estar ausentes. Congregó a su equipo para hablar en secreto y desvelaron el nombre de su equipo de una forma morbosa y divertida. En la línea de salida, se pusieron de espaldas a nosotros y de rodillas y al unísono, gritaron haciéndonos un calvo:
-Somos el "Equipo Diana".
Nos reímos a morir. Sus cuatro culos redondos parecían decirnos "clavadnos vuestras flechas".
-¡Todos a sus puestos, chicos! —gritó Alberto.
-Un momento —dije yo—. Deberíamos apostarnos algo, ¿no?
-Buena idea —dijo Berto.
-¿Qué os parece si el equipo que pierda hace las camas del ganador? —sugirió Dimitri—. Es algo que no soporto.
-Qué cutre —comentó Eneko—. Mejor que saque las canoas del agua y las limpie, eso sí que es un coñazo.
-Dejaos de tonterías —exclamó Anuar—. El equipo que pierda se la mamará a los ganadores.
-Eso. Y además, habrá rotación, todos probarán las pollas de todos —apostilló el pequeño Fausto.
Los demás nos miramos un tanto confusos pero nadie dijo que no, entonces Carlos el cubano sentenció.
-A ver, todos sabemos la fama que tiene "Aventuras Sicomoro". El que viene virgen, vuelve resabiado.
-¿Estamos todos de acuerdo? —preguntó Alberto orgulloso de su negocio.
Todos asentimos mirándonos con media sonrisa.
-Muy bien, pues 3, 2 1... ¡Adelante!
Comenzamos a remar como locos. A mí me daba lo mismo mamar que ser mamado, pero se notaba que en mi canoa había superioridad de activos. Se lo tomaban muy en serio. Sin embargo, el equipo Diana, estaba más a las risas y el cachondeo. Aún así, íbamos muy igualados. Desde el equipo Diana, Fausto gritaba:
-Vamos chicos, ¿no os apetece ver como Anuar me come el rabo?
La verdad es que la imagen no tendría precio. Ese pedazo de negro de casi dos metros comiéndole la picha al angelote de cabellos rizados tenía que ser todo un espectáculo.
-No cantes victoria, pequeñajo —dijo Anuar—. Te voy a reventar la garganta hasta agravar tu voz angelical.
Por un momento, la piragua naranja, la del equipo Diana, tomó la delantera para entusiasmo de sus ocupantes.
-Joder, dadle caña —gritó Eneko desde la piragua azul—. Estos mamones necesitan nuestra leche. ¿No veis la cara de comerabos que tienen?
Nunca hubiera pensado que aquellos niñatos pudieran ser tan descarados. Tenían las hormonas descontroladas.
-Subo la apuesta —propuso Carlos dando fuertes brazadas—. El equipo perdedor, no solo mamará, también pondrá el culo.
-¡Joder con el cubano! —dijo Berto—. Nunca había visto a un pasivorro como él con tantas ganas meterla.
-¡Vamos chicos! —arengó Dimitri—. ¡A por ellos! ¡A ganar! ¡Están pidiendo rabo a gritos!
Nos coordinamos de tal forma, que nuestras brazadas superaron en pocos metros a la piragua naranja del Diana. La boya de meta estaba ya muy cerca y llegamos a sacar unos cuantos metros de ventaja. Así, el equipo Flecha se hizo con la victoria.
Tras la carrera, estuvimos gozando de un baño antes de volver al Sicomoro. Allí nos estaba esperando Tiburcio con una gran comilona, pero antes debíamos pasar por las duchas para quitarnos el olor a agua embalsada. Hubo un ademán por parte de Anuar de cobrarse la apuesta. Tenía a Fausto de espaldas en la ducha contigua y le dio una patada en las corvas, cayendo de rodillas frente a mí.
-¿No tienes ganas de mamar, enano? —dijo el negro—. Empieza por Matt, tiene buena tranca.
-¿Qué haces cabrón? —exclamó Fausto intentando levantarse.
Tuve que ayudarlo para que no resbalase. Creí que no era el momento.
-Anuar, no te pases —le reprendí el gesto brusco—. Tiburcio se ha pasado toda la mañana cocinando para nosotros y no se merece que le hagamos esperar. Ya habrá ocasión de cobrar lo que nos pertenece.
Anuar me miró con cara de pocos amigos y siguió quitándose el jabón. A pesar de tener un buen pollón negro como el carbón, Dimitri la tenía más grande, un rabaco blanco recto y con poco prepucio le colgaba sobre dos pelotas rosas bien gordas.
Disfrutamos de los manjares de Tiburcio hasta altas horas de la tarde. A la comida le siguió una deliciosa tarta de queso horneada, y con el café y los licores caseros del abuelo, nos dieron las tantas.
Yo no tenía el cuerpo para más deporte, pero Alberto se debía al compromiso de las actividades programadas, así que salió de nuevo con los chicos a practicar paddle surf mientras yo dediqué mi tiempo a charlar con Tiburcio.
-Quédate unos días más, Matt —suplicó el abuelo—. Si no lo haces por Alberto, hazlo por mí. Él suele estar muy ocupado con los campamentos, ahora empieza la temporada alta, y yo a veces no doy abasto con las comidas, ya estoy viejo.
-Créame que me encantaría quedarme, pero no puede ser.
-No deberás pagar nada, al contrario, recibirás un sueldo, no mucho, pero te será de utilidad cuando decidas irte —insistió Tiburcio—. Ah, y trátame de tú, cojones.
-Tiburcio, tu oferta es muy tentadora, pero seguro que habrá algún chaval perfectamente preparado para ayudarte con todo esto.
-Sí, bueno. Siempre contratamos a alguien. Me caes bien, ¿sabes? Me viene bien tu compañía, y para Alberto puedes ser de gran ayuda, últimamente lo veo descentrado.
-Eso ya es chantaje emocional, abuelo —dije entre sonrisas—. Alberto sabe apañárselas muy bien solo. Sabe cómo conseguir lo que quiere.
Me vino a la cabeza la imagen de su nieto tragándose tres rabos bajo el cartel de "SE CHUPA" en el bosque del cruising.
Me costó zanjar la conversación pero la verdad es que Tiburcio era un viejo de puta madre, de esos que tienen el alma joven y da gusto aprender de sus historias.
Tras la ducha de los universitarios y la cena preparada a cuatro manos por un servidor y el dueño del Sicomoro, volvimos a disfrutar de una noche estrellada al calor de la lumbre junto al árbol centenario que daba nombre a aquel precioso lugar.
Aunque el día había sido intenso, yo estaba más bien descansado, y los chicos, que estaban entre los 22 y los 25 años, tenían energía suficiente como para organizar la orgía que estaba pendiente. Ellos estarían un par de días más allí, pero yo quería partir por la mañana temprano, así que guiñé un ojo a Alberto y me comprendió a la primera.
-Chicos, sé que estáis muy a gusto, pero hemos de ir a descansar —dijo Alberto cortando el buen rollo que había.
-¿No podemos pasar de la excursión de mañana? —sugirió Fausto.
-Ni de coña. —respondió Carlos el cubano—. Tengo mucha curiosidad por ver qué se cuece en ese bosque del que tanto habla Alberto.
Qué cabrón. Alberto les había preparado una excursión al bosque del cruising con la excusa de recolectar hierbas aromáticas con las que elaborar licores en un taller posterior con el maestro Tiburcio, gran alquimista en sus viejos tiempos.
-Quedaos un rato más, tenéis juventud suficiente como para aguantar un par de horas. Yo ya me retiro.
Habiéndose ido el abuelo, teníamos vía libre para dar rienda suelta al morbo y cancelar la deuda de las piraguas.
-Chicos, ha llegado la hora —dijo Alberto impaciente—. Estamos de suerte. En las habitaciones íbamos a armar mucho follón, pero en los vestuarios podemos hacer lo que queramos.
Todos nos levantamos y entramos por la puerta lateral.
-Coged un par de bancos y llevadlos a las duchas —pedí al equipo perdedor que obedeció sin rechistar.
El equipo Flecha, despelotado, nos pusimos de pie entre la pared y los bancos, y el equipo Diana se sentó para pagar su fracaso. Anuar dio el pistoletazo de salida cogiendo la cabeza rizada de Fausto y metiéndole el nabo negro morcillón en la boca. A pesar del rifirrafe en las duchas de la mañana, Fausto no podía negarse. A Eneko le tocó Carlos, a Dimitri Alberto y a mí, el italiano.
Berto comenzó por olisquearme las ingles y lamerme los cojones. Sujetaba mi polla medio dura acariciando mi prepucio. En un par de minutos, en el equipo Flecha estábamos totalmente empalmados. Los perdedores succionaban nuestras pollas con mucha maestría, cualquiera hubiera pensado que estaban deseando perder la carrera tras conocer el castigo.
Alberto disfrutaba tragándose el tremendo rabo de Dimitri intentando llegar hasta las pelotas pero era demasiada polla para su pequeña boca.
-Eres un puto monitor tragón —decía el ruso asiéndole la cabeza—. Traga, cerdo.
Eneko, cuyo rabo era bastante ancho, aunque no muy largo, no tenía problemas para follarle la boca hasta los cojones al mamón de Carlos. La boca del cubano era descomunal. Con todo el nabo dentro, aún sacaba la lengua para lamerle los cojones peludos sin en mínimo atisbo de arcada.
-Eso es, mírame, puto mamón —decía sudando de gusto el vasco—. Te gusta mi pollón, eh...
-Está delicioso, papi. Nunca había probado una tan gorda —afirmó Carlos.
A mí me encantaba cómo en el intento de Berto por tragarse mi polla entera, me clavaba su tremenda nariz en el pubis, igual que cuando me chupaba los cojones y la hundía en mi escroto. Su nariz era un preciadísimo órgano sexual a la altura de cualquier polla. Era un puto morbazo gozar de su boca y sus lametazos, aunque más morbo me daba mirar como los otros tres perdedores devoraban las pollas de mi equipo.
-¡Rotación! —solicitó Anuar.
Por orden, ahora Berto debía ocuparse de la polla del negro y los otros tres, correrse un puesto a la derecha. Berto lo hacía con una sensualidad suprema, daba gusto verlo engullir aquel pedazo de carne carbonizada con la punta de color fresa ácida.
Fausto tenía otro reto, encajar el ancho de polla de Eneko. La sujetaba con ambas manos como si fuera un bocadillo. Era como un puto angelote tocando la flauta celestial. Nada más que el glande del vasco, era como un fresón reventón en su boquita.
(Por razones decespacio, Tumblr no permite más de 100 párrafos, así que este capítulo sigue en una segunda parte plus).
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Simplemente un pensamiento...
Un día despiertas de una gran larga noche de sueño, pero sientes que no has descansado lo suficiente y durante toda la mañana del día, las ganas de dormir se mantienen hasta que te bañas sea con agua fría o caliente, y la sensación de sueño para “Temporalmente” claro está, luego de ponerse ropa llega la hora del almuerzo y después de comer tan sabrosa comida, el sueño regresa, si es un día en el que no se está haciendo nada interesante, llámese trabajo, estudiar o cualquier otra actividad, es posible que se termine acostado en algún sofá, cama, mecedora o hamaca, teniendo un móvil en la mano es casi seguro que poco a poco se termine sucumbiendo a la llegada del sueño y sin mas solo dejarse ir. Nuestra mente en un estado de libertad absoluto, nos lleva a lugares, nos enseña cosas realmente nuevas es inesperadas, creando memorias y recuerdo que en algunos casos pueden incluso llegar a ser inolvidables y hasta sentimentales.
Cuando llega el momento de abrir los ojos y vemos cuanto tiempo ha pasado, nos damos cuenta que solo cuestión de minutos o quizás una hora, preguntándonos el como es posible que tantas cosas que se vivió y recordando todo el tiempo que pasó...
Después de haber tenido una corta pero interesante siesta, nuestra mente activa llena de pensamientos, buscamos un espacio en donde poder estar tranquilos, libres de ser nosotros mismos, quizás... ¿por que no un espacio en donde se pueda ver las estrellas y la luna en el hermoso firmamento nocturno? ¿por que no en una terraza sintiendo el soplar del viento en nuestra piel, en todo nuestro cuerpo, susurrando al oído “Aquí estoy contigo para acompañarte”? ¿Por que no en una colina viendo las hermosas estrellas del universo, el sentir de la naturaleza, acompañado de buena música, y de los mismos sonidos de la vida que nos rodea?
Simplemente dejarnos llevar por nuestra mente y el momento y hasta quien sabe, ser felices por vivir aquella experiencia siendo nosotros mismos con nosotros mismos, disfrutando ese espacio que no siempre se suele dar...
Simplemente ser consigo mismo y con la vida...
Simplemente un pensamiento...
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La niña Carmela
Bajo la bochornosa luz de las cinco de la tarde, la niña Carmela fregaba con letanía sus trapos y mejunjes, entre los empolvados geranios y un rumor de radio, sonando las canciones enrevesadas de estática y solemnidad. Todos los días a las cinco de la tarde hago mis quehaceres, enjuago mi ropa, barro el comedor…, mientras se hacía un té de mil olores, come flor, come miel.
La niña Carmela a veces se creía perder el juicio, cuando entre trementinas, vapor de arte, desenmascaraba la verdadera cara de su óleo, dos y tres veces, se sonreía en pequeño momento de aprehensión, sólo para oír a la guacharaca Lola haciendo estropicio afuera de la ventana, tres pisos abajo, a través del corredor de árnicas, revoltijo de alas, goznes, pico y bullicio.
¡Ya basta!, vociferaba la niña, manos en la cintura y la frente borrada en color carmín, ¡Lola, vieja loca, ya basta!, abría cortina quitaba seguro exhalaba brisa dominical, y abajo, el ave torpe hervía en fiesta, picoteando flor y helecho, dañando las lechosas.
No podía sino relajar el ceño, exhalar su aliento de hierbabuena, tibio, dar los pasos, regañar al pájaro travieso, e iba a hacerlo, pues, mecánica, rodó del banquito oxidado al trapo, lavando sus manos de dedos largos, uñas pulidas, dirigiéndose descalza entre su bruma de telas transparentes, telas frescas.
Se adivinaba su juventud entre las curvaturas sabrosas, higo en mano, y la brisa le daba, apretó las piernas en colorido dolor, el frío piso y el cabello que le hacía cosquillas en la cintura. Vivía en su paraíso frutal, creyéndose niña infinita, besando mangos, peleándose con Lola, su fortaleza tropical, bañándose desnuda en el estanque del patio, sonriéndole al roce del nenúfar con sus senos, que le dolían de duros los pezones, erizados, tibios, el dolor ahí en el centro, ay.
A la niña Carmela le gustaba jugar a solas, entre la sombra de los aromáticos pasillos se acariciaba las orejas, se apretaba la nariz, rozaba su cuello con los plumeros, así así, hasta no soportar el calor que se le abría del vientre, le removía las entrañas, la ponía tonta, y se tocaba detrás de las rodillas, se sentía derretir, toda ella jugos y sabores, hasta rendirse, tirada en el piso, gimiendo al nacimiento de un sollozo.
Le gustaba pintar, llenarse de fruta, andar descalza en la casa, clarividente en su libre encierro, tomaba el agua de las lluvias, hablaba en sueños y se vestía con las más livianas telas.
Se abrazaba, enfebrecida, el abdomen, raspaba su suave espalda con las uñas, su piel siempre besada de sol, y añoraba algo que no sabía, no creía, no imaginaba; sus labios, llenos y mojados se apretaban, se los mordía, cuando adivinaba en los reflejos su silueta de apacible leona, los muslos duros, la cintura virgen, imposible casi, capaz de ahuyentarle el sueño hasta a los viajeros más nobles.
Se tumbaba al sol, risueña, entre los mullidos jazmines, embriagándose de olor, glotona, sintiendo caliente, abriendo las caderas, invitando al viento a pasear entre sus más profundos recovecos, humos de almizcle, aguardando inocente entre los arbustos alguna magia que pusiera freno a sus alucinaciones, que le hacían crujir el cuerpo, suplicante. A veces, adivinaba sensualidad en los más absurdos lugares, mirase complaciéndose ante la suave textura de la nube esponjosa, la apacible calma del oleaje entre sus sábanas, la traviesa curva de aquella colina, que la invitaba a tenderse, meterse, jugar a los amantes.
Carmela se complacía jugando los más coloridos juegos, se columpiaba con las piernas abiertas, mostrábale a las flores la suya propia, golpeando su lindo botón en cada vaivén con algún fruto que colgaba entre las ramas bajas, hasta girar, reír, temblar casi, sintiendo abrirse toda su magia cálida desde su centro hasta cada esquina. También, cuando la luz de la tarde se volvía azul, podías encontrarla, la niña Carmela, tan bella, rozando sus labios con los delicados pétalos en el pasillo de árnicas, hasta que le cosquilleaban, le picaban, se derretía, volvía a ella la fiebre y el calor, y en su abanico de transparencias coloridas, corría a zambullirse al estanque, para sentir el agua tocándola, rozándola, haciéndola pedir, suplicante.
No fue hasta el día que encontró, chorreando entre sus piernas, el primer recuerdo de la violencia de su humanidad, que comprendió el grito de fuego que la consumía desde las entrañas. La habían mantenido niña los tés de hierbas mágicas y su constante baile, escapándole y burlándose de su condición de ser del más acá. Ese día, pues, no pudo jugar sin llenar de estropicio los frutos, el suelo del pasillo floral, la gota roja, viva, en el pétalo más blanco del jazmín, y entonces no pudo evitar sentirse tímida, su sangre gritando tras cada cosquilleo, llenándole los dedos, los helechos, las piernas, el alma.
Empezó a ocultarse para practicar sus rituales, y su bosque, entristecido de ya no ser partícipe del disfrute de la niña, empezó a perseguirla entre sus sombras y desvaríos. Encontrábase Carmela plácida en su banquito oxidado, caderas partidas, para rozar con la punta del pie una tímida flor entre los maderos de su habitación, que se asomaba, curiosa, cosquilleándole los dedos, veíase también, bajo la sombra del almendro en la esquina más alejada de su estanque sintiendo su fuego hervir el agua, para ser besada por un nenúfar en el hombro, con un sonido de burbujita de amor, y hasta Lola, la guacharaca tonta, caminaba como triste entre los geranios, sin asomo de la vieja fiesta.
La hojas empezaban a caer, enamoradas, sobre los hombros de Carmela a las cinco de la tarde, el viento le soplaba, anhelante, sus cabellos aromáticos, para hacer volar su frescura sobre el despechado jardín, y mientras ella lavaba sus ropajes, delicada, inaudita, comprendía que su fuego no podría ser aliviado a solas, sus dedos de artista, los plumeros cosquilludos, los frutos duros que colgaban de ramas bajas, y todos aquellos simples divertimientos de niña floral, no saciarían jamás su anhelo, su hambre, su necesidad.
Los altos helechos, junto a los árboles floridos, curiosos, escucharon las ansias que nacían del corazón de Carmela, y cuando ella se retiró, inocente, a su cuarto de arte y ardor, flores, frutos, suculentas, árboles y helechos, idearon un plan.
Despertó Carmela al día siguiente siendo rodeada por el más suave abrazo, gimió, complacida, entre sueños y sonrisas, sintiendo el delicioso beso que se deslizaba por su cuello, sus hombros, su garganta, bajaba lento, hasta aprisionar uno de sus dulces pezones en el más esplendoroso beso, chupaba suave, mojaba, y Carmela se removía entre sus sábanas, decidida a nunca abandonar este sueño, no abriré los ojos, no los abriré, mientras el roce de una mano se deslizaba por su abdomen, cosquilleaba su ombligo, aprisionaba su cintura, le hacía temblar tras el roce en su espalda baja, ella toda erizada, dichosa, gozando.
La dulce boca se deslizó, pues, dejando los más suaves besos en su camino, que le ardían a Carmela en la piel como pequeñas fogatas, trazando un sendero de estremecimientos, anhelaba ella la llegada al destino, y probase entonces la floral boca la más dulce miel, que nacía entre las piernas de Carmela, ella abriéndose toda, llorando casi, y la boca en el botón, la lengua cosquilleando, traviesa, los dedos adentro, haciéndola vibrar.
Sintió Carmela entonces como si las nubes la hubiesen levantado, escogido, porque se volvió toda lluvia, gemidos, llovía ella en el jardín, temblaba, se estiraba sintiendo ese caluroso cosquilleo no sólo en ella, sino alrededor y todo le supo a fruta todo le olió a flores, sólo veía colores, y se dejó caer, siendo toda ella no más que una gota de fuego, líquida, animal, que se abrió en los más hermosos pétalos al tocar el suelo, y su fragancia la más divina, ella la flor más salvaje del jardín.
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Los dibujantes no están eximidos del vértigo estresante de la jornada laboral moderna.
Es verdad que trabajan bajo techo. No manejan maquinaria pesada. La vida de nadie depende de su pericia. Pero no por eso los dibujantes llevan una vida menos trepidante.
Lo cierto es que pasan todo el día procurando las condiciones ideales para desarrollar su tarea y la mayoría de las veces fracasan.
Es muy fácil subestimar el nivel de concentración profunda necesaria para dibujar algo trascendente.
Un ambiente cómodo, eficientemente ventilado, con una temperatura agradable y sin distracciones frecuentes, es fundamental para, por lo menos, atreverse a dibujar algo que valga la pena.
Todas las obras de arte que hoy se exhiben en los museos importantes son el resultado de incontables horas de trabajo profundo e ininterrumpido en condiciones ideales.
Es por esto que los dibujantes siempre están persiguiendo la soledad. Prefieren renunciar a la compañía de sus pares porque que valoran el silencio.
Parafraseando al autor de “Colinas como elefantes blancos”: “La vida del dibujante, en el mejor de los casos, es una vida solitaria”
Lamentablemente es cada vez más difícil estar solos. Que no es lo mismo que sentirse solo.
Todos podemos sentirnos solos en el metro en hora pico.
Por eso los dibujantes que perseveran en su oficio, buscan alternativas al escurridizo silencio para tomarse la vida con mas calma y poder concentrarse.
Muchos recurren a la música heavy metal. Otros se aíslan en baños turcos abandonados y algunos extremistas dibujan por la noche cuando todo el mundo duerme. Último recurso del artista desesperado. Nada recomendable.
Sólo después de procurar las condiciones mínimas para trabajar empiezan a resolver temas propios del oficio como la teoría del color, proporciones anatómicas y el manejo de herramientas y materiales.
Los siguientes versos son el testimonio de dos dibujantes del Rio de La Plata. Uruguaya y argentina, habitantes de Colonia y Buenos Aires respectivamente.
Ellas enfrentan sus ajetreados días con la ayuda de una infusión ancestral, obteniendo resultados para nada despreciables.
Dejemos que nos cuentan ellas mismas.
Primero la uruguaya.
Si al ponerme a dibujar
la blancura del papel
paraliza mis movimientos
Busco el paquete de yerba y ………. preparo un mate.
Cuando la punta del lápiz
se rompe bajo la presión
de mis manos inseguras
y la tengo que reafilar
Busco el paquete de yerba y ……… preparo un mate.
Los días que la pintura,
en mi paleta rebelde,
me niega sus armonías
Y no se deja controlar
Busco el paquete de yerba y …... preparo un mate.
Si después de varios intentos
los trazos de mis retratos
no me logran fascinar.
Busco el paquete de yerba y ….. preparo un mate.
Lo importante es perseverar
Cuando hablamos de dibujo
Y no considerar un lujo
Algunas veces descansar
Toda obra terminada
De perfección aparente
Tuvo que ser rescatada
De algún colapso inminente
Si no fuera por el respiro,
De un artista reflexivo
Que antes de romperlo todo
Paró,
Buscó el paquete de yerba y …. preparó un mate.
Evidentemente la dibujante uruguaya a conseguido en la yerba mate la tranquilidad necesaria para sobrellevar los contratiempos sin desfallecer.
La situación con la dibujante argentina es un poco diferente.
Después de pasar años escuchando tangos me melancólicos e introspectivos, nuestra amiga porteña tiende a dramatizar un poco sus padeceres. Por suerte cuenta con la yerba mate pero dejemos que sea ella la que nos cuente.
Al momento de dibujar
Un murmullo me castiga
Mi mente se desperdiga
Silencio debo encontrar
No me puedo concentrar
Cuando me acorrala el ruido
El más mínimo zumbido
Me provoca desconcierto
Enseguida caigo muerto
Y doy todo por perdido.
Cada vez dibujo menos
Por las muchas interrupciones
Que ocasionan crispaciones
en mis momentos serenos
Fragores, Chasquidos, truenos
Alborotos y bullicios
Constructores del edificio
Se cuelan por mi ventana
Sin falta por la mañana
Sacándome de mi quicio.
Por qué soy tan delicado
Algo debe andar muy mal
Un problema neuronal
O algun trauma del pasado
Que el silencio perturbado
Me afecta sobre manera
Ignorarlo quien pudiera
Yo no, tengo que admitir
Pues no paro de sufrir
Por un susurro cualquiera.
Acabo de percatarme
Que necesito un momento
Casi olvido prepararme
La cura de mi tormento
Preciso dar cumplimiento
Al ritual, la solución
Prepararme la infusión
La medicina temprana
Que en mi vida de artesana
Le da descanso a mi mente
La yerba, el agua caliente
Del mate de la mañana.
- Joel Betancourt
youtube
#arte#ilustración#dibujo#Argentina#Uruguay#Fountain pen#poetry#pluma fuente#poesía#illustration#drawing#art
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lolita, vladimir nabokov
“sin duda todos ustedes conocen esos fragantes resabios de días suspendidos, como moscas minúsculas, en torno de algún seto en flor o súbitamente invadido y atravesado por las trepadoras, al pie de una colina, o en la penumbra estival: sedosa tibieza, dorados moscardones”
“pero ese macizo de mimosas, el racimo de estrellas, la comezón, la llama, el néctar y el dolor quedaron en mí”
“como esas nevadas matinales parecidas a papel usado y que el pasajero del tren ve arremolinarse tras el último vagón”
“cuando evoco esos días, los veo nítidamente divididos en una amplia zona de luz y una estrecha banda de sombra: la luz pertenecía al solaz de investigar en bibliotecas suntuosas; la sombra a los deseos atormentadores y los insomnios sobre los cuales ya he dicho bastante”
“mis rodillas eran como reflejos de rodillas en agua rizada, y mis labios eran como arena, y…”
“empezó a jugar con la fruta brillante. la arrojó al aire lleno de puntos luminosos, la atrapó y oí el ruido como de ventosa que hizo en su mano”
“debo traducir en una secuencia de palabras el impacto de una visión instantánea; su acumulación física en las páginas desfigura el verdadero fogonazo, la indisoluble univocidad de mi impresión”
“era demasiado preciosa cada una de esas minúsculas ciruelas, cada sistema planetario microscópico, con su viviente polvo de estrellas”
“habría pintado un lago. habría pintado un árbol flamígero de flores. habría pintado estudios del natural: un tigre persiguiendo a un ave del paraíso, una serpiente atragantándose al deglutir el cuerpo machacado de un animalejo. habría pintado un sultán, con expresión de doliente agonía (desmentida, por así decirlo, por su moldeante caricia), ayudando a una joven esclava calipgia a trepar por una columna de onix. habría pintado esos glóbulos luminosos de resplandor ovárico que viajan por los costados opalescentes de las máquinas de discos, en los bares. habría pintado toda clase de actividades del grupo intermedio en el campamento: remo, risas, rizos al sol, junto al lago. habría pintado un ópalo de fuego disolviéndose en un estanque ondulado, un último latido, un último dejo de color, rojo penetrante, rosa punzante, un suspiro, una niña que se aleja”
“una celda paradisíaca con visillos amarillos, corridos para crear una ilusión matinal de venecia, de sol resplandeciente, cuando en realidad no estábamos sino en pensylvania y llovía”
“nunca he visto caminos tan suaves y amenos como los que ahora se abrían frente a nosotros, a través de la absurda colcha de retazos de cuarenta y ocho estados. consumíamos vorazmente esos largos caminos, nos deslizábamos en extasiado silencio sobre esas pitas de baile negras y brillantes”
“pero poco a poco los modelos de esas rusticidades elementales se fueron haciendo tanto más extraños ante mis ojos cuanto más de cerca los conocía. más allá de la llanura cultivada, más allá de los tejados de juguete había una lenta difusión de inútil encanto, un sol bajo, en medio de un halo platinado, de tintes tibios, color durazno pelado, que invadía el borde superior de una nube bidimensional, gris-paloma, medio fundida con la distante niebla amorosa. podría haber una fila de árboles espaciados recortándose contra el horizonte, y cálidas lunas inmóviles sobre un páramo de trébol, y nubes a lo claude lorrain inscritas remotamente en el brumoso azul, apenas destacadas por sus cúmulos contra el desleimiento del trasfondo. o bien podía haber un severo horizonte del greco, preñado de lluvia negra, y la fugaz visión de un granjero con pescuezo de momia, y todo alrededor franjas alternadas de agua rápida, y argéntea y áspero maíz verde, formando como un abanico abierto, en algún lugar de kansas”
“por la noche, grandes camiones con luces de colores, como temibles y gigantescos árboles de navidad, asomaban en la oscuridad y pasaban junto al tardío sedán”
“fichas de huéspedes empaladas, visiones de helados celestiales, medio pastel de chocolate bajo una campana de vidrio y varias moscas horriblemente experimentadas, zigzagueando sobre el azucarero, en el innoble mostrador”
“un bosque en arkansas y, sobre el hombro tostado de lo, una hinchazón rosa púrpura (obra de algún jején) cuyo veneno de hermosa transparencia extraje apretando con las largas uñas de mis pulgares”
“montañas distantes. montañas cercanas. más montañas, belleza azulada, nunca accesibles, o que se convierten cada vez en colinas desiertas; cadenas al sudeste, fracasos de altura como alpes; grises colosos de piedra, vetados de nieve, que traspasan el cielo y el alma; picos inexorables que aparecen de improviso en un recodo de la carretera; enormidades arboladas, con un sistema de oscuros pinos netamente superpuestos, interrumpidos a veces por la pálida espuma de los álamos; formaciones rosadas y lilas, faraónicas, fálicas, «demasiado prehistóricas para las palabras» (lo, hastiada); montes de lava negra, montañas de comienzos de primavera, con vello de elefante sobre sus crestas; montañas de fines de verano, gibosas, con sus pesados miembros egipcios doblados bajo pliegues de felpa pardusca comidas por polillas; colinas de avena, manchadas por rotundos robles verdes; una última montaña bermeja con rica alfombra de alfalfa a su pie”
“a pesar de la vulgaridad, y del peligro, y de la horrible tragicidad de todo ello, yo me empecinaba en mi paraíso escogido: un paraíso cuyos cielos tenían el color de las llamas infernales, pero con todo un paraíso…”
“habíamos estado en todas partes. no habíamos visto nada en realidad. y hoy me sorprendo pensando que nuestro largo viaje no había hecho otra cosa que ensuciar con un sinuoso reguero de fango el encantador, confiado, soñador, enorme país que entonces, retrospectivamente, no era para nosotros sino una colección de mapas de puntas dobladas, libros turísticos estropeados, neumáticos gastados y sus sollozos en la noche —cada noche, cada noche— no bien me fingía dormido”
“entre el furor del viento, el titilar de las estrellas y los coches y los bares, y los cocineros, todo agostado, roto, muerto”
“o abriendo el garaje, un cuadro de luz que se traga el automóvil y se extingue”
“uno de los paneles de un ventanuco lleno de telarañas que había en el recodo de la escalera tenía un vidrio rojo, y su posición asimétrica —una jugada de alfil desde la punta— siempre me perturbaba extrañamente”
“a través del ventanuco de la escalera vi un fantasma impetuoso que se deslizaba entre los arbustos, un punto plateado en la oscuridad—llanta de rueda de bicicleta— que se movía, centelleaba y desaparecía”
“la piscina azul turquesa, a cierta distancia del parque, no estaba ya en el extremo sino dentro de mi tórax y mis órganos nadaban en ella como en el mar azul de niza”
“sólo deseo dar la impresión general de una puerta lateral que se abre en pleno fluir de la vida, y de una ráfaga de negro tiempo rugiente que sofoca con el latigazo de su huracán un grito de solitaria desesperación”
“my car is limping, dolores haze, and the last long laps is the hardest. and i shall be dumped where the weed decays, and the rest is rust and stardust”
“sean cuales fueren las evoluciones por las que tal o cual personaje popular ha pasado entre las tapas de un libro, su destino está fijado en nuestra mente y, de manera similar, esperamos que nuestros amigos se ajusten a tal o cual molde convencional que hemos acuñado para ellos. así, x nunca compondrá la música inmortal que no armonizaría con las sinfonías de segundo orden a que nos ha habituado. y nunca cometerá un asesinato. en ninguna circunstancia z nos traicionará. lo hemos dispuesto todo en nuestra mente, y cuanto menos vemos a una persona determinada, es tanto más satisfactorio comprobar la obediencia con que se ajusta a nuestra noción de él cada vez que nos llegan noticias suyas. cualquier desviación del destino que hemos ordenado nos impresionaría no sólo por anómala, sino también por su falta de ética. preferiríamos no haber conocido a nuestro vecino, el vendedor jubilado de salchichas calientes, si un día publica el libro de poesía más importante de su tiempo”
“de nuevo en el camino, de nuevo al volante del viejo sedán azul, de nuevo solo”
“y al final me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiaparabrisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de detener mis lágrimas”
“un poco más allá, en la misma calle, unas luces de neón titilaban dos veces más lentas que mi corazón: la silueta del anuncio de un restaurante, una gran taza de café, se animaba a cada segundo con una vida esmeralda y, cada vez que desaparecía, letras rosadas que decían «comida excelente» la reemplazaban. pero la taza aún podía distinguirse como una sobra lenta que los ojos discernían antes de su inmediata resurrección esmeralda. nos hacíamos radiografías. esa ciudad furtiva no estaba lejos de el cazador encantado. lloraba de nuevo, borracho de pasado imposible”
“pero, ay, me sentía incapaz de trascender el simple hecho humano de que ningún solaz espiritual que pudiera encontrar, ninguna eternidad litofánica que pudiera entregárseme, nada podía hacer que mi lolita olvidara la insensata lujuria que le había contagiado. a menos que se me pruebe —a mi tal como soy ahora, con mi corazón y mi barba y mi putrefacción—que en el infinito importa un comino que una niña norteamericana llamada dolores hace haya sido privada de su niñez por un maniático, a menos que se me pruebe eso (y si tal cosa es posible, la vida es una broma), no concibo para tratar mi miseria sino el paliativo melancólico y demasiado local del arte anticuado. para citar a un viejo poeta: the moral sense in mortals is the duty we have to pay on mortal of beauty”
“más allá de los terribles clichés juveniles, había en ella un jardín y un crepúsculo y el portla de un palacio: regiones vagorosas y adorables, completamente prohibidas para mí, ajenas a mis sucios andrajos y a mis convulsiones. pues a menudo había advertido que en esa vida que llevábamos, en ese mundo de mal absoluto, sentíamos un extraño pudor toda vez que discutíamos algo que podían haber discutido ella y un amigo más antiguo, ella y un pariente, ella y un muchacho sano al que quisiera de veras, yo y annabel, lolita y un harold haze sublime purificado, analizado, delicado; una idea abstracta, un cuadro, el moteado hopkins o el trasquilado baudelaire, dios, shakespeare, cualquier cosa genuina”
“su piel brillaba a la luz de neón que llegaba del camino pavimentado, a través de las varillas de la persiana, y tenía las negras pestañas pegadas y los ojos más vacíos que nunca”
“entre el limpiaparabrisas y el vidrio, un ticket rojo. lo rompí cuidadosamente en dos, tres, ocho pedazos”
“para entonces la noche había eliminado ya casi todo el paisaje, y mientras seguía el estrecho y tortuoso camino, una serie de postes bajos, espectralmente blancos, con reflectores, anulaban mis propias luces para indicar tal o cual curva. pude discernir un valle oscuro a un lado del camino y una ladera arbolada al otro. frente a mi, como copos de nieve indecisos, las mariposas nocturnas surgían de la negrura en mi aura”
“de nuevo la corriente de pálidas mariposas nocturnas succionadas de la noche por la luz de mis faros. oscuros granjeros se inclinaban aquí y allá, junto al camino. la gente seguía yendo a ver películas. mientras buscaba un alojamiento nocturno, pasé a un motocine. en un fulgor selénico, realmente místico por su contraste con la noche maciza y sin luna, sobre una pantalla gigantesca que se esfumaba entre oscuros campos soñolientos, un minúscula fantasma levantó una pistola”
“quiero que me atienda. morirá dentro de un instante. lo que siga, por cuanto sabemos, será un estado eterno de locura atormentadora. ya fumó ayer su último cigarrillo”
“se me ocurrió —no como protesta, no como símbolo ni nada por el estilo, sino tan sólo como experiencia inédita— que habiendo violado todas las leyes de la humanidad, podía violar ahora las reglas de circulación. de modo que me deslicé hacia la izquierda de la carretera, experimenté la sensación, y la sensación era buena. era una placentera fusión diafragmática, con elementos de vaga tangibilidad, todo sostenido por la idea de que nada podía estar más cerca de una eliminación de las leyes físicas esenciales que conducir deliberadamente por el lado prohibido de la carretera. en cierto modo, era una comezón muy espiritual”
“pequeños saltamontes surgían entre la maleza agostada, a los lados del camino. una nube muy leve abría sus brazos y se movía hacia otra ligeramente sustancial que pertenecía a un sistema más lento. a medida que me acercaba al abismo amistoso, adquiría conciencia de una melodiosa unidad de sonidos que subía, como vapor, de una pequeña ciudad minera tendida a mis pies, en un pliegue del valle. se divisaba la geometría de las calles, entre manzanas de tejados grises y rojos, y los verdes penachos de los árboles, y un arroyo sinuoso y el rico centelleo mineral del vertedero de la ciudad, y más allá de ella, caminos que se entrecruzaban sobre la absurda manta formada por campos pálidos y oscuros, y más allá de todo eso grandes montañas arboladas. pero aún más luminosa que todos esos colores apaciblemente alegres —pues hay colores y sombras que parecen divertirse en buena compañía—, más brillantes y soñadores para el oído que los ojos, era esa vaporosa vibración de sonidos acumulados que no cesaban un solo instante, mientras se elevaban hasta el labio de granito junto al cual me secaba la boca manchada. y pronto comprendí que todos esos sonidos tenía una misma naturaleza, que eran los únicos sonidos provenientes de las calles de la ciudad transparente, en cuyas casas permanecían las mujeres esperando a los hombres. ¡lector! lo que oía no era sino la melodía de los niños que jugaban, no era sino eso. y tan límpido era el aire, que dentro de ese vapor de voces mezcladas, majestuosas y minúsculas, remotas y mágicamente cercanas, francas y divinamente enigmáticas, podía oír de cuando en cuando, como liberado, un estallido de risa viviente casi articulado, o el bote de una pelota, o el tintineo de un vagón de juguete, pero en realidad, todo estaban demasiado lejos para distinguir un movimiento determinado en las calles apenas esbozadas. me quedé escuchando esa vibración musical desde mi suave pendiente, esos estallidos de gritos aislados, con una especie de tímido murmullo como fondo. y entonces supe que lo más punzante no era la ausencia de lolita a mi lado, sino la ausencia de su voz en ese concierto”
“esta es, pues, mi historia. la he releído. se le han pegado pedazos de médula, y costras de sangre, y hermosas moscas de fulgor verde”
“pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de los pigmentos perdurables, en los sonetos proféticos, en el refugio del arte. y ésta es la única inmortalidad que tu y yo podemos compartir, lolita”
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vladimir nabokov, lolita
“sin duda todos ustedes conocen esos fragantes resabios de días suspendidos, como moscas minúsculas, en torno de algún seto en flor o súbitamente invadido y atravesado por las trepadoras, al pie de una colina, o en la penumbra estival: sedosa tibieza, dorados moscardones”
“pero ese macizo de mimosas, el racimo de estrellas, la comezón, la llama, el néctar y el dolor quedaron en mí”
“como esas nevadas matinales parecidas a papel usado y que el pasajero del tren ve arremolinarse tras el último vagón”
“cuando evoco esos días, los veo nítidamente divididos en una amplia zona de luz y una estrecha banda de sombra: la luz pertenecía al solaz de investigar en bibliotecas suntuosas; la sombra a los deseos atormentadores y los insomnios sobre los cuales ya he dicho bastante”
“mis rodillas eran como reflejos de rodillas en agua rizada, y mis labios eran como arena, y...”
“empezó a jugar con la fruta brillante. la arrojó al aire lleno de puntos luminosos, la atrapó y oí el ruido como de ventosa que hizo en su mano”
“debo traducir en una secuencia de palabras el impacto de una visión instantánea; su acumulación física en las páginas desfigura el verdadero fogonazo, la indisoluble univocidad de mi impresión”
“era demasiado preciosa cada una de esas minúsculas ciruelas, cada sistema planetario microscópico, con su viviente polvo de estrellas”
“habría pintado un lago. habría pintado un árbol flamígero de flores. habría pintado estudios del natural: un tigre persiguiendo a un ave del paraíso, una serpiente atragantándose al deglutir el cuerpo machacado de un animalejo. habría pintado un sultán, con expresión de doliente agonía (desmentida, por así decirlo, por su moldeante caricia), ayudando a una joven esclava calipgia a trepar por una columna de onix. habría pintado esos glóbulos luminosos de resplandor ovárico que viajan por los costados opalescentes de las máquinas de discos, en los bares. habría pintado toda clase de actividades del grupo intermedio en el campamento: remo, risas, rizos al sol, junto al lago. habría pintado un ópalo de fuego disolviéndose en un estanque ondulado, un último latido, un último dejo de color, rojo penetrante, rosa punzante, un suspiro, una niña que se aleja”
“una celda paradisíaca con visillos amarillos, corridos para crear una ilusión matinal de venecia, de sol resplandeciente, cuando en realidad no estábamos sino en pensylvania y llovía”
“nunca he visto caminos tan suaves y amenos como los que ahora se abrían frente a nosotros, a través de la absurda colcha de retazos de cuarenta y ocho estados. consumíamos vorazmente esos largos caminos, nos deslizábamos en extasiado silencio sobre esas pitas de baile negras y brillantes”
“pero poco a poco los modelos de esas rusticidades elementales se fueron haciendo tanto más extraños ante mis ojos cuanto más de cerca los conocía. más allá de la llanura cultivada, más allá de los tejados de juguete había una lenta difusión de inútil encanto, un sol bajo, en medio de un halo platinado, de tintes tibios, color durazno pelado, que invadía el borde superior de una nube bidimensional, gris-paloma, medio fundida con la distante niebla amorosa. podría haber una fila de árboles espaciados recortándose contra el horizonte, y cálidas lunas inmóviles sobre un páramo de trébol, y nubes a lo claude lorrain inscritas remotamente en el brumoso azul, apenas destacadas por sus cúmulos contra el desleimiento del trasfondo. o bien podía haber un severo horizonte del greco, preñado de lluvia negra, y la fugaz visión de un granjero con pescuezo de momia, y todo alrededor franjas alternadas de agua rápida, y argéntea y áspero maíz verde, formando como un abanico abierto, en algún lugar de kansas”
“por la noche, grandes camiones con luces de colores, como temibles y gigantescos árboles de navidad, asomaban en la oscuridad y pasaban junto al tardío sedán”
“fichas de huéspedes empaladas, visiones de helados celestiales, medio pastel de chocolate bajo una campana de vidrio y varias moscas horriblemente experimentadas, zigzagueando sobre el azucarero, en el innoble mostrador”
“un bosque en arkansas y, sobre el hombro tostado de lo, una hinchazón rosa púrpura (obra de algún jején) cuyo veneno de hermosa transparencia extraje apretando con las largas uñas de mis pulgares”
“montañas distantes. montañas cercanas. más montañas, belleza azulada, nunca accesibles, o que se convierten cada vez en colinas desiertas; cadenas al sudeste, fracasos de altura como alpes; grises colosos de piedra, vetados de nieve, que traspasan el cielo y el alma; picos inexorables que aparecen de improviso en un recodo de la carretera; enormidades arboladas, con un sistema de oscuros pinos netamente superpuestos, interrumpidos a veces por la pálida espuma de los álamos; formaciones rosadas y lilas, faraónicas, fálicas, «demasiado prehistóricas para las palabras» (lo, hastiada); montes de lava negra, montañas de comienzos de primavera, con vello de elefante sobre sus crestas; montañas de fines de verano, gibosas, con sus pesados miembros egipcios doblados bajo pliegues de felpa pardusca comidas por polillas; colinas de avena, manchadas por rotundos robles verdes; una última montaña bermeja con rica alfombra de alfalfa a su pie”
“a pesar de la vulgaridad, y del peligro, y de la horrible tragicidad de todo ello, yo me empecinaba en mi paraíso escogido: un paraíso cuyos cielos tenían el color de las llamas infernales, pero con todo un paraíso...”
“habíamos estado en todas partes. no habíamos visto nada en realidad. y hoy me sorprendo pensando que nuestro largo viaje no había hecho otra cosa que ensuciar con un sinuoso reguero de fango el encantador, confiado, soñador, enorme país que entonces, retrospectivamente, no era para nosotros sino una colección de mapas de puntas dobladas, libros turísticos estropeados, neumáticos gastados y sus sollozos en la noche —cada noche, cada noche— no bien me fingía dormido”
“entre el furor del viento, el titilar de las estrellas y los coches y los bares, y los cocineros, todo agostado, roto, muerto”
“o abriendo el garaje, un cuadro de luz que se traga el automóvil y se extingue”
“uno de los paneles de un ventanuco lleno de telarañas que había en el recodo de la escalera tenía un vidrio rojo, y su posición asimétrica —una jugada de alfil desde la punta— siempre me perturbaba extrañamente”
“a través del ventanuco de la escalera vi un fantasma impetuoso que se deslizaba entre los arbustos, un punto plateado en la oscuridad—llanta de rueda de bicicleta— que se movía, centelleaba y desaparecía”
“la piscina azul turquesa, a cierta distancia del parque, no estaba ya en el extremo sino dentro de mi tórax y mis órganos nadaban en ella como en el mar azul de niza”
“sólo deseo dar la impresión general de una puerta lateral que se abre en pleno fluir de la vida, y de una ráfaga de negro tiempo rugiente que sofoca con el latigazo de su huracán un grito de solitaria desesperación”
“my car is limping, dolores haze, and the last long laps is the hardest. and i shall be dumped where the weed decays, and the rest is rust and stardust”
“sean cuales fueren las evoluciones por las que tal o cual personaje popular ha pasado entre las tapas de un libro, su destino está fijado en nuestra mente y, de manera similar, esperamos que nuestros amigos se ajusten a tal o cual molde convencional que hemos acuñado para ellos. así, x nunca compondrá la música inmortal que no armonizaría con las sinfonías de segundo orden a que nos ha habituado. y nunca cometerá un asesinato. en ninguna circunstancia z nos traicionará. lo hemos dispuesto todo en nuestra mente, y cuanto menos vemos a una persona determinada, es tanto más satisfactorio comprobar la obediencia con que se ajusta a nuestra noción de él cada vez que nos llegan noticias suyas. cualquier desviación del destino que hemos ordenado nos impresionaría no sólo por anómala, sino también por su falta de ética. preferiríamos no haber conocido a nuestro vecino, el vendedor jubilado de salchichas calientes, si un día publica el libro de poesía más importante de su tiempo”
“de nuevo en el camino, de nuevo al volante del viejo sedán azul, de nuevo solo”
“y al final me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiaparabrisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de detener mis lágrimas”
“un poco más allá, en la misma calle, unas luces de neón titilaban dos veces más lentas que mi corazón: la silueta del anuncio de un restaurante, una gran taza de café, se animaba a cada segundo con una vida esmeralda y, cada vez que desaparecía, letras rosadas que decían «comida excelente» la reemplazaban. pero la taza aún podía distinguirse como una sobra lenta que los ojos discernían antes de su inmediata resurrección esmeralda. nos hacíamos radiografías. esa ciudad furtiva no estaba lejos de el cazador encantado. lloraba de nuevo, borracho de pasado imposible”
“pero, ay, me sentía incapaz de trascender el simple hecho humano de que ningún solaz espiritual que pudiera encontrar, ninguna eternidad litofánica que pudiera entregárseme, nada podía hacer que mi lolita olvidara la insensata lujuria que le había contagiado. a menos que se me pruebe —a mi tal como soy ahora, con mi corazón y mi barba y mi putrefacción—que en el infinito importa un comino que una niña norteamericana llamada dolores hace haya sido privada de su niñez por un maniático, a menos que se me pruebe eso (y si tal cosa es posible, la vida es una broma), no concibo para tratar mi miseria sino el paliativo melancólico y demasiado local del arte anticuado. para citar a un viejo poeta: the moral sense in mortals is the duty we have to pay on mortal of beauty”
“más allá de los terribles clichés juveniles, había en ella un jardín y un crepúsculo y el portla de un palacio: regiones vagorosas y adorables, completamente prohibidas para mí, ajenas a mis sucios andrajos y a mis convulsiones. pues a menudo había advertido que en esa vida que llevábamos, en ese mundo de mal absoluto, sentíamos un extraño pudor toda vez que discutíamos algo que podían haber discutido ella y un amigo más antiguo, ella y un pariente, ella y un muchacho sano al que quisiera de veras, yo y annabel, lolita y un harold haze sublime purificado, analizado, delicado; una idea abstracta, un cuadro, el moteado hopkins o el trasquilado baudelaire, dios, shakespeare, cualquier cosa genuina”
“su piel brillaba a la luz de neón que llegaba del camino pavimentado, a través de las varillas de la persiana, y tenía las negras pestañas pegadas y los ojos más vacíos que nunca”
“entre el limpiaparabrisas y el vidrio, un ticket rojo. lo rompí cuidadosamente en dos, tres, ocho pedazos”
“para entonces la noche había eliminado ya casi todo el paisaje, y mientras seguía el estrecho y tortuoso camino, una serie de postes bajos, espectralmente blancos, con reflectores, anulaban mis propias luces para indicar tal o cual curva. pude discernir un valle oscuro a un lado del camino y una ladera arbolada al otro. frente a mi, como copos de nieve indecisos, las mariposas nocturnas surgían de la negrura en mi aura”
“de nuevo la corriente de pálidas mariposas nocturnas succionadas de la noche por la luz de mis faros. oscuros granjeros se inclinaban aquí y allá, junto al camino. la gente seguía yendo a ver películas. mientras buscaba un alojamiento nocturno, pasé a un motocine. en un fulgor selénico, realmente místico por su contraste con la noche maciza y sin luna, sobre una pantalla gigantesca que se esfumaba entre oscuros campos soñolientos, un minúscula fantasma levantó una pistola”
“quiero que me atienda. morirá dentro de un instante. lo que siga, por cuanto sabemos, será un estado eterno de locura atormentadora. ya fumó ayer su último cigarrillo”
“se me ocurrió —no como protesta, no como símbolo ni nada por el estilo, sino tan sólo como experiencia inédita— que habiendo violado todas las leyes de la humanidad, podía violar ahora las reglas de circulación. de modo que me deslicé hacia la izquierda de la carretera, experimenté la sensación, y la sensación era buena. era una placentera fusión diafragmática, con elementos de vaga tangibilidad, todo sostenido por la idea de que nada podía estar más cerca de una eliminación de las leyes físicas esenciales que conducir deliberadamente por el lado prohibido de la carretera. en cierto modo, era una comezón muy espiritual”
“pequeños saltamontes surgían entre la maleza agostada, a los lados del camino. una nube muy leve abría sus brazos y se movía hacia otra ligeramente sustancial que pertenecía a un sistema más lento. a medida que me acercaba al abismo amistoso, adquiría conciencia de una melodiosa unidad de sonidos que subía, como vapor, de una pequeña ciudad minera tendida a mis pies, en un pliegue del valle. se divisaba la geometría de las calles, entre manzanas de tejados grises y rojos, y los verdes penachos de los árboles, y un arroyo sinuoso y el rico centelleo mineral del vertedero de la ciudad, y más allá de ella, caminos que se entrecruzaban sobre la absurda manta formada por campos pálidos y oscuros, y más allá de todo eso grandes montañas arboladas. pero aún más luminosa que todos esos colores apaciblemente alegres —pues hay colores y sombras que parecen divertirse en buena compañía—, más brillantes y soñadores para el oído que los ojos, era esa vaporosa vibración de sonidos acumulados que no cesaban un solo instante, mientras se elevaban hasta el labio de granito junto al cual me secaba la boca manchada. y pronto comprendí que todos esos sonidos tenía una misma naturaleza, que eran los únicos sonidos provenientes de las calles de la ciudad transparente, en cuyas casas permanecían las mujeres esperando a los hombres. ¡lector! lo que oía no era sino la melodía de los niños que jugaban, no era sino eso. y tan límpido era el aire, que dentro de ese vapor de voces mezcladas, majestuosas y minúsculas, remotas y mágicamente cercanas, francas y divinamente enigmáticas, podía oír de cuando en cuando, como liberado, un estallido de risa viviente casi articulado, o el bote de una pelota, o el tintineo de un vagón de juguete, pero en realidad, todo estaban demasiado lejos para distinguir un movimiento determinado en las calles apenas esbozadas. me quedé escuchando esa vibración musical desde mi suave pendiente, esos estallidos de gritos aislados, con una especie de tímido murmullo como fondo. y entonces supe que lo más punzante no era la ausencia de lolita a mi lado, sino la ausencia de su voz en ese concierto”
“esta es, pues, mi historia. la he releído. se le han pegado pedazos de médula, y costras de sangre, y hermosas moscas de fulgor verde”
“pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de los pigmentos perdurables, en los sonetos proféticos, en el refugio del arte. y ésta es la única inmortalidad que tu y yo podemos compartir, lolita”
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Carta #6
Hola, compi de aventuras. En esta carta iba a continuar la anterior, donde te hablaba de Monte O Pindo y sus alrededores. La verdad es que fue una carta muy escueta por falta de tiempo y me sabe mal. Esta no sé si será muy larga, pero espero al menos poder superar las dos hojas.
Como te decía, uno de los pueblos que limitan con O Pindo es Carnota, fundada en el siglo diecisiete y que destaca por dos cosas: su playa y su hórreo.
La playa de Carnota mide siete kilómetros de largo, por lo que está confirmado que se trata de la playa más larga de Galicia. Al igual que las de toda la costa gallega, es de una arena finísima, con agua cristalinas y además tiene forma de media luna con una anchura en ocasiones (cuando hay bajamar) de hasta un kilómetro donde encontramos dunas por las que atraviesa un pequeño riachuelo y también encontramos marismas en el norte (Espacio Natural de las Marismas de Caldebarcos). Al igual que muchas otras zonas similares (como la playa de Traba) aquí también se ven aves migratorias y ejemplares tanto vegetales como animales muy interesantes (como el chorlitejo patinegro).
La playa está dividida en dos por el río Vadebois que une el espacio dunar con las marismas de Caldebarcos. Es un lugar muy tranquilo, por lo que es fácil escuchar la naturaleza entre la inmensidad: aves, el mar golpeando la costa, la brisa… Además de su interés ecológico, destaca que en sus arrecifes en 1596 se hundieron varias naves de la Armada Invencible de camino a conquistar Inglaterra.
Dada la importancia que tiene el lugar, es obvio que lo hayan protegido dentro de la Red Natura 2000. Hay en la playa un observatorio ornitológico donde se puede parar a ver aves que acuden al lugar a invernar y a hacer sus nidos: mirlo acuático, halcón peregrino, garza real, arao común, cormorán moñudo (el cual tiene su mayor colonia continental en Galicia), jilgueros, charrán patinegro o el chortilejo grande, entre otras mucho más comunes. También se pueden observar delfines desde la costa del puerto de Lira.
Además tiene muy buenas condiciones para la práctica de deportes como el surf por el gran viento que batea el lugar, aunque también hay muchas rutas de senderismo en el lugar o escalada, ya que han optado por un turismo mucho más natural para mantener el contacto con la naturaleza.
Carnota también se hace conocida por uno de sus más de ochocientos hórreos, y es que aunque en Galicia es muy típico que haya hórreos en la mayoría de casas de pueblo o en las fincas, este es especial. Imagino que sabes lo que es un hórreo, pero sino por si un caso, que sepas que se trata de una construcción alargada (unos tres-cuatro metros mínimo) y elevada sobre unos pies de granito (haciendo que tengan una altura de más de dos metros), casi siempre son de piedra y es donde se almacena sobre todo el maíz y otros cereales para que se sequen antes de desgranarlos y molerlos (en mi familia paterna también se utilizaba algunas épocas para guardar patatas). En gallego vulgar muchas veces (al menos en mi familia) les llamamos cabazo, que realmente hace referencia solo a una tipología de hórreo pequeño, y es que hay mucha variedades de construcciones en Galicia, en total hay veinte formas diferentes de construcción (desde los primitivos, los de madera, de piedra, mixtos o los especiales).
Además, los hórreos están muy extendidos por el norte aunque con diferentes construcciones: en Asturias por ejemplo son cuadrados y mucho más grandes que los gallegos (también está la panera que es rectangular) y suelen ser de madera, en León también de madera y más parecidos a los asturianos (aquí se encuentra el hórreo más antiguo del país, datado del siglo diecisiete), en Cantabria a pesar de que quedan muy pocos, también son cuadrados y normalmente de madera; en Vizcaya se conocen como garaia y son de madera y rectangulares y dejaron de construirse al empezar a utilizar los fayados de las casas como graneros; por último, en Navarra los escasos hórreos son construcciones mucho más evolucionadas, parecen una casa construida de piedra sobre arcos también de piedra en vez de pies como hacen en las otras comunidades autónomas, y también se las conoce como garaia.
En Galicia los hórreos de más de cincuenta años están automáticamente protegidos y declarándolos Monumento Histórico-Artístico, como es el Hórreo de Carnota, considerado el más grande de Galicia de estilo Noia y reconocido Monumento Nacional. Como te digo, este hórreo destaca por ser una construcción de 1768 (ampliado once pies en 1783) y medir actualmente treinta y cuatro metros de largo y casi dos de ancho, sostenido sobre el suelo con veintidós pares de pies. Sin embargo, el más grande de Galicia está en Rianxo, en el pueblo de Araño y mide treinta y siete metros de largo con una altura de ocho metros y medio (porque en vez de estar sobre pies, está sobre una base rectangular (es de estilo especial) debido al desnivel de la tierra, que es el motivo de su fama.
Aparte de los hórreos, en Carnota también destaca la construcción de molinos de agua, habiendo más de ciento veinte, entre los que destaca el de Punta Insua. Estas construcciones evidencian la importancia agrícola que tuvo esta comarca, aunque también hay un gran volumen de casas de pescadores, almacenes de sal y fábricas de salazón y también se marisquea mucho (destaca la captura de longueirón, que es primo de las navajas aunque un poco más grande).
Igual que en Vimianzo, aquí hay bastantes restos del neolítico, desde mámoas, petroglifos con figuras atribuidas a los fenicios o castros celtas como el de Mallou que se encuentra en una colina en estado natural, ya que no se ha excavado.
El siguiente lugar a destacar diría que es Noia, otro municipio de A Coruña, y muy antiguamente llamado el puerto de Santiago de Compostela porque se trataba del más cercano a la ciudad del Apóstol (casi cuarenta kilómetros). Destaca que se ubica en la desembocadura del río Tambre y en el centro urbano desemboca el Traba.
El nombre de Noia es muy antiguo, aproximadamente de entre el 3500 y 2500 antes de Cristo ya que proviene del protoindoeuropeo (Noega es como se habría llamado en aquel momento) y del cual surgió el celta; por tanto, Noia se relaciona con nouika, palabra celta que significa nueva. También existe una leyenda sobre el origen del pueblo, en la cual éste fue fundado por Noé y nombrado Noia como homenaje a su nieta política Noela, ya que se cuenta que Noé desembarcó el Arca debido a quedarse estancado en la zona de la sierra de Barbanza (identificado con el monte Ararat de la Biblia) que abarca desde la ría de Muros y Noia y la ría de Arousa.
Tiene una gran trayectoria histórica a raíz de la Edad Media: los bretones la saquearon y secuestraron a jóvenes, los piratas se instalaron en la isla que se encuentra en la ría de Noia (conocida como Creba) para poder protegerse durante su saqueo a toda la comarca (motivo por el cual se modificó la ubicación de la villa a la desembocadura de los ríos ya mencionados, porque originalmente estaba un poco más al norte). También tuvo su presencia durante la época de los irmandiños, en la cual se quemó la fortaleza del Tapal.
Aunque es un pueblo muy bonito, natural y elegante, no me llama la atención contarte nada más sobre Noia. Destacaría que también rinden homenaje a la Virgen del Carmen con una procesión marina como en Camariñas, el propio día (16 de julio). Además, si eres fan de la serie Hispania, el actor que hacía de Alejo de Urso es natal de Noia, que también hacia de Mateo Ruíz en la serie Velvet.
En medio de la península de Barbanza, en la costa, se encuentra el castro de Baroña, un castro de pescadores. La verdad es que no recuerdo si te lo mencioné en la carta que te hablaba sobre Vimianzo, pero es un castro que se encuentra en una pequeña península rocosa en la playa. Excavado por primera vez en 1933, data del siglo uno antes de Cristo, habiendo sido ocupado durante dos. Fue rehabilitado en 2012 y actualmente se conservan una veintena de viviendas entre sus dos murallas y un foso de cuatro metros de ancho y tres de profundidad.
Si seguimos un poco más hacia el sur de Galicia llegamos a Corrubedo, que destaca por su gran duna móvil en la playa de Vilar (o la playa de Vilar en el Parque Natural de las Dunas de Corrubedo). Se trata de uno de los Parques Nacionales más visitados del país. Aparcando en el lugar indicado te adentras en la maleza por una pasarela de madera que va a recorrer las dunas del lugar de forma responsable (se construyeron como medida preventiva y protectora de las propias dunas). El camino llega a una bifurcación que te da tres opciones para seguir tu aventura. La arena blanca refleja tanto el sol que en verano parece que te achicharras y al llegar a la costa solo se escucha naturaleza, la arena está caliente, el sonido del mar se te adentra en el organismo, los pies se te hunden en la arena húmeda. Y aunque en Galicia se dice que el mar está muy frío, esto sucede sobre todo en las Rías Baixas (en las altas está más templada) y en este punto en concreto ha habido años de tener una temperatura muy buena, aunque como pasa con toda la zona de Coruña, no puedes fiarte mucho del mar.
La duna de esta playa mide más de un kilómetro a lo ancho de doscientos cincuenta metros con una altura de veinte metros. Como te digo, está protegido porque han ido perdiendo mucho volumen, entre muchas cosas por la irresponsabilidad de la gente; se dice que esta duna medía más de sesenta metros de alto al final del siglo diecinueve. Cada año se calcula que disminuye dos o tres centímetros al año.
Al igual que en Carnota, esta duna también está acompañada por dos lagunas, la de Vixán de agua dulce y la de Carregal de agua salada, en las que se pueden observar más de tres mil aves acuáticas autóctonas (cercetas, zarapitos, patos-cuchara, entre otros) y también nutrias. Esta diferencia de las lagunas viene porque la de Vixán está alimentada por el riachuelo del Muíño, mientras que la de Carregal surge de la comunicación con el océano, por lo que divide la playa en dos.
En el lugar también hay un Centro Centro de Interpretación do Ecosistema Litoral de Galicia, que realmente es un museo sobre los aspectos naturales, geológicos e históricos del parque. También hay un mirador, conocido como mirador de Castrocidá,
Aunque ahora me voy a saltar un gran trecho de tierra, te voy a hablar sobre otro punto gallego a destacar, tal vez por tratarse también de un Parque Natural o porque es lo único de lo que te hablaré de las Rías Baixas. Imagino que alguna vez has oído hablar de as islas Cíes. Como te digo, técnicamente se llaman Parque Nacional Marítimo – Terrestre de las islas Atlánticas. Se dice que en ellas está la mejor playa del mundo. ¡Ojo, que no lo digo yo! Lo dice el Periódico The Guardian.
Estas islas famosas entre los antiguos piratas en busca de refugio están deshabitadas y solo se pueden visitar durante el verano para poder conservarlas de forma natural. Perdón, es mentira, la Illa de Ons sí está habitada, solo por pescadores (sobre todo del pulpo).
En la ría de Vigo están las illas Cíes están acompañadas por otras: Ons frente a la ría de Pontevedra y Sálvora y Cortegada en la ría de Arousa. A cada cual más especial: en Ons hay cuevas marinas de granito que la leyenda dice que bajan hasta el mismísimo infierno.
El archipiélago en conjunto forma la mayor colonia de gaviota de Europa, así que ya puedes imaginarte como debe ser estar en uno de los miradores de tierra firme que mira hacia Cíes: con la brisa del mar, las olas y el viento, de fondo escuchas todo el griterío de miles de gaviotas.
En total el Parque son ochomil cuatrocientas ochenta hectáreas marinas y terrestres que se encuentran protegidas por su enorme y delicada biodiversidad, que va desde praderas de altas hasta cetáceos y aves. Parece común la protección de los ovíparos en Galicia, y es que en estas islas es costumbre ver reservas para la cría de aves marinas.
Son unas islas tan protegidas que no hay ni vehículos y no se permite que haya más de dos mil doscientas personas diarias en ellas. Sus playas también contienen dunas y acantilados, ¡y también hay caramiñas! Protegidas igual que en Area de Trece.
Las illas Cíes son tres islas: Monteagudo y illa do Faro están unidas por un estrecho arenal (arenal de Rodas) y el lago dos nenos, y la isla de San Martiño está separada de sus hermanas por el canal Freu da Porta. Puestos a comparar, es un paraje al nivel del Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera que tenemos aquí en Baleares.
El arenal de Rodas de más de un kilómetro tiene forma de media luna, con arena blanca y aguas turquesas y cristalinas, con un pequeño lago (aunque realmente se trata de un humedal masivo lleno de vida), todo rodeado de pinares a sus extremos. Esta es la playa más bonita del mundo de 2007 según The Guardian y la mejor de España en 2017 según una encuesta de Antena 3.
Me parece llamativo el faro del Monte Faro de Illa do Faro (original, ¿verdad?). Construido entre 1851 y 1853 por petición de los ingleses, mide trece metros que originalmente iluminaba con una lámpara de aceite. Actualmente sigue en funcionamiento, alcanzando cuarenta kilómetros con el acetileno. El faro se eleva en lo alto del monte, el punto más alto de la ría de Vigo, con un desnivel de ciento setenta y cinco metros, permitiéndonos ver una maravilla panorámica. El camino hacia el faro me recuerda un poco a la carretera de Sa Calobra, pero esta cuesta arriba y teniendo que hacer sus más de tres kilómetros solo de ida a pie (y luego la vuelta).
La illa de Ons está acompañada por pequeñas islas, la de Onza y la de As Freitosas. Rodeadas de playas por u lado, por el otro están compuestas de cuevas marinas. Bajo el mar están repletas de paredes. Se dice que estas islas fueron habitadas por primera vez durante la Edad del Bronce: consta del castro Castelo dos Mouros sin excavar y el castro A Cova da Loba. El primero, romanizado aproximadamente es del siglo uno. Y es que fueron los romanos quienes dieron nombre a la isla, aunque al presencia de esta no fue importante hasta la Edad Media, cuando se iniciaron las construcciones modernas durante los asedios de piratas y corsarios ingleses: el Castelo de Rodas y la Fortaleza de Pereiró, además de la fábrica de salazón que el siglo pasado se convirtió en un secadero de congrio y pulpo. Durante el Franquismo se expropió con intenciones de construir una base de submarinos que finalmente no llegó a suceder. Pronto se edificaron iglesias y colegios aunque al poco tiempo empezaría a despoblarse. Destaca también el faro de Ons, que se dice que es uno de los más grandes y de mayor alcance en España, construido antes de 1965, fue uno de los últimos faros de petróleo a presión hasta 1990. Al igual que en Vimianzo, muchas costas gallegas también tienen leyendas sobre la Santa Compaña, como pasa en estas islas.
Sálvora, como te he dicho, está en la ría de Arousa, formada por pequeños islotes (Vionta, Sagres, Herbosa y Noros), a tres kilómetros de la península. A diferencia de las anteriores, esta es mayormente de costa rocosa, por lo que solo tiene tres playas. Tiene un tamaño de un kilómetro de largo y entre doscientos y trescientos de ancho. Tuvo un gran uso estratégico como base militar para vikingos, sarracenos, piratas y corsarios en diferentes épocas. Hasta incluirla en el Parque Nacional, fue propiedad privada de la iglesia y la nobleza desde la Edad Media. Solo se puede acceder a ella desde 2010 y con un máximo de ciento veinticinco personas al día.
En ella encontramos la primera fábrica de secadero y salazón de Galicia, construida en 1770 y que en el siglo pasado se convirtió en un Pazo residencial. También aquí se dio el trágico naufragio del Titanic gallego, el Vapor Santa Isabel en 1921 donde fallecieron la mayoría de sus tripulantes, que fueron ayudados por los vecinos de la isla, pudiendo rescatar entre quince y veinte personas. Esta historia se está documentando actualmente en la película “El Santa Isabel” de Paula Cons.
Destaca en la isla la figura de la sirena que homenajea la leyenda que cuenta que un caballero romano naufragado se topó en la playa con una sirena muda. Tras casarse y tener un hijo con ella, ante la mudez que seguía teniendo, el caballero saltó con su hijo en brazos sobre la hoguera en la noche de San Juan para asustarla, lo cual logró su objetivo, que tuviera voz. Por la cantidad de piedras con formas que hay en el lugar, también se dice que los habitantes prerromanos podían petrificar con la mirada.
La isla de Cortegada y sus hermanas Malveiras y las Briñas destacan por las lecciones de marisqueo que ofrecen en sus parques de cultivo de almeja y berberecho. Cuando la mar está baja se puede llegar andando desde Santiago de Carril. Es muy importante su bosque de laurel, ya que llega a medir los doce metros.
Bueno compi, por hoy lo dejamos aquí. Muchas gracias por seguir leyéndome. La semana que viene te hablaré sobre A Coruña, subiremos hasta uno de los sitios más espectaculares que he visto en mi vida, y luego viajaremos a Lugo para contarte sobre sus leyendas e historia.
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