#Calza Gris
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Tendencias en Calzas Deportivas para Mujer: Colores y Estilos de Moda
Introducción
Las calzas deportivas han evolucionado mucho en los últimos años, convirtiéndose en una prenda esencial no solo para hacer ejercicio, sino también para crear looks casuales y modernos. Las mujeres buscan cada vez más prendas que combinen comodidad, funcionalidad y estilo, y las calzas deportivas para mujer cumplen con esos requisitos a la perfección. En este blog, exploraremos las últimas tendencias en calzas deportivas cortas y largas, centrándonos en los colores que dominan esta temporada, como el gris ceniza y el clásico negro.
1. La versatilidad de las calzas negras
Las calzas negras han sido siempre un básico en el armario de cualquier mujer. No solo son fáciles de combinar, sino que además ofrecen un look estilizado y elegante. Ya sea para hacer ejercicio, salir a correr o simplemente para un día de recados, las calzas negras son una opción que nunca falla. Este color neutral permite crear una gran variedad de combinaciones con tops deportivos de colores vibrantes o neutros.
Otra ventaja de las calzas negras es que son ideales para cualquier tipo de cuerpo, ya que tienen la capacidad de estilizar la figura. Si estás buscando calzas deportivas mujer que te proporcionen comodidad y estilo, no dudes en optar por unas calzas negras. Ya sea en versiones largas o en calzas deportivas cortas, son perfectas para cualquier ocasión.
2. El estilo único de las calzas gris ceniza
El gris ceniza es otro color que ha ganado popularidad en el mundo de las calzas deportivas. Aunque las calzas negras siguen siendo un clásico, el gris ceniza aporta un toque de frescura y modernidad a tus looks. Este tono neutro es ideal para quienes desean alejarse del clásico negro sin perder la capacidad de combinar con diferentes prendas. Además, el calza gris es perfecto para quienes buscan un estilo más relajado pero elegante.
Las calzas gris ceniza combinan perfectamente con tops de colores vivos, como los halter tops o los crop tops. Puedes llevarlas tanto para actividades físicas como para un look casual, haciéndolas muy versátiles.
3. Tendencias en calzas deportivas cortas
Las calzas deportivas cortas se han convertido en una prenda esencial para los días de calor o para entrenamientos de alta intensidad. Este tipo de calzas no solo te mantienen fresca durante los entrenamientos, sino que también te permiten lucir un look moderno y juvenil. Las calzas deportivas cortas son perfectas para combinar con tops deportivos ajustados, creando un conjunto equilibrado y estiloso.
Este año, las calzas cortas en tonos como el negro y el gris ceniza son tendencia, aportando elegancia y funcionalidad al mismo tiempo. Además, las calzas cortas son ideales para actividades como ciclismo, yoga o caminatas al aire libre, permitiéndote moverte con libertad sin sacrificar el estilo.
4. Cómo combinar tus calzas deportivas mujer
Una de las claves para crear un look moderno y estilizado con calzas deportivas mujer es saber cómo combinarlas adecuadamente. Por ejemplo, si optas por calzas negras, puedes combinarlas con un top de color llamativo, como un halter top o un tank top en tonos neón o pastel. Esta combinación te permitirá destacar sin perder la funcionalidad que ofrecen las calzas deportivas.
Si prefieres el gris ceniza, puedes combinarlo con tonos más neutros para un look sofisticado, o arriesgarte con colores más vivos para un contraste moderno. Los crop tops o poleras deportivas son excelentes opciones para combinar con calzas grises.
Además, los accesorios juegan un papel importante a la hora de completar tu look. Unas zapatillas deportivas de diseño y una gorra pueden darle el toque final a tu conjunto, haciéndote sentir cómoda y a la moda al mismo tiempo.
5. Materiales y tecnología en las calzas deportivas
No solo los colores y estilos son importantes cuando se trata de calzas deportivas. Los materiales también juegan un papel crucial en la comodidad y el rendimiento. Las calzas deportivas mujer de hoy en día están diseñadas con materiales transpirables, elásticos y que se ajustan perfectamente al cuerpo. Esto te permite moverte con total libertad, ya sea en el gimnasio o en tu día a día.
Elige calzas que incluyan tecnología de absorción de humedad para mantenerte seca durante los entrenamientos más intensos. Además, muchas marcas han incorporado tejidos sostenibles, alineándose con la tendencia de la moda ecológica.
Conclusión
Las calzas deportivas se han convertido en una prenda fundamental en cualquier guardarropa, tanto para entrenar como para crear looks casuales y modernos. Los colores como el negro y el gris ceniza dominan las tendencias de este año, ofreciéndote versatilidad y estilo. Ya sea que elijas calzas deportivas cortas o largas, estas prendas te permiten combinar comodidad con las últimas tendencias de moda.
Si estás buscando renovar tu armario con las últimas tendencias en calzas deportivas mujer, te invitamos a explorar nuestra colección en RAAK. Encuentra la opción perfecta para ti y disfruta de la comodidad y el estilo que nuestras calzas tienen para ofrecerte.
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ayer
fui a tocar a galería cima
me preparé, me puse bellaka , exporté mis tracks y partí
ya en el lugar elegimos nuestros horarios sacando un papelito al azar
me tocó a las 11 (xupalo ebtonce aa xd ) mentira pero sí y más encima era en el pisso 11 de la calle 22 todo calza
bueno me dio hambre así que pensé aaaaa iré a u católica siempre venden comida rica ahí
llegué y de pronto vi una xica que vendía xoco hongos y yo kheee bueno compramos, comimos sin muxa fé y le dimos pues
volví a la galería, hablé con gente cuando de pronto fuaaaaaaaaaaaaaa coño e madre estaba demasiao drogao dios mio
me fui a la orilla de la galería a ver los árboles y coño e madre todo estaba vivo y se movía ay dio mio eran como enormes animales, veia a mi novio con piel verde a veces morada y otras de gato y felino , cielo morado rosado naaranjo, gatitos, suaves , nubes asyyyy coño e madre ay coño e madre pensé estoy muy drogao para trabajar ahora xdddddd nooooo bueno me calmé y josié
dsps fui al baño pq estaba ya muy drogao y sentíaa que iba a vomitar o algo aasí me sobrepasó el ver todo y reir y dsps de unas hrs me di cuenta de que habia llorao y reido y llorado y reido y asustado y calmado mil veces xddd (nota que aqui ya se me habiaa xingado todo mi makillaje asi que me empapele de welta en bloqueador y labial y alegria alegria)
bueno fui al baño y wey te juro estuve 10 min con la luz apagada oscuro modl gris tenue ambiente pq aprete el boton y no encendia la luz , me eche awa en la car y cuello y tipo me bañe en el lavamanos pq tenia que estar vía pa tocar pos ajahahsshss y de pronto fuaaaaaaaaa ese no era el interruptor de la luzzzzz era otro , la prendí y me miro al espejo y fuaa veia como mis ojos se movian y las ceramicas una por una se fusionaban en olas diablooooo
sali y volvi a la galeria principal, los djs se empezaron a poner más y más classy a medida que avanzaban las horas y pensaba qué coño tocooooooooooo ? tenia como 4 posibles sets whatever
me recontra reí y atrapé y desatrapé hartas varias de muchas veces más, atrás bailaban personas de varios países francia, brasil, chile, usa, holanda y random , cantantes, de too en vdd, diseñadores, productores
cuando al fin pude reapuntar mi cuerpo y mente hsdhjsdhhdhshdhshshshs pq estaba como zariwella renacida josie más con mi novio y mis amigos, me sentí súper segura porque son buena gente y nunca sentí intenciones raras en algo.
escuché muuuuchas historias interesantes y chistosas y rei y llore otra vez con todas ellas whdhshshs aqui van algunas:
mi amigo gianni me contaba que estaba tomando 11 con dos señoras de 60 años del reino unido y me dice que tomaron tecito y despues queso bri con M kheeeeeeeeeeee con M? pensé tremendo joseo
o la historia de cómo mi amiga cony abrió su tienda de vinilos premium y estableció un negocio importando vinilos de todo tipo, fuaaa pensaba qué premium ellaaaa
ya me paré finalmente carajo ya mierda cuenta regresiba a tocar , prendi un tabaco, me armé de too el valor y empecé a tirar los pasos prohibidos
era mi hora, llego a la tarima y la dj que estabaa tocando estaba mas loca que una cabra y me dice dejame poner la ultima y bailaba y aplaudia como no seee una wea muy frita no sabria decir ahdhshdhhdhddhhdhd peri bien bueno le dije ya es la hora a lo que se enoja y me dice que no, que ese no es mi horarioo
y yo kheee le muestro el papel impreso y decia pululosz a las 11 xupalo entonces
aaa
y me dice noooo y me apuntaba cualquier otra wea y me decia miraaaaaa con voz de roboido y los ojos desorbitados como fuera de si y de onda de todo
y yo YA me aburri no weona mira 11 YO
fracataa y chante mi wea noma sgdhwhdhdhehdhdhddhs ya mierda
dsps me dice puras weas fritas agarras mis audifonos y me dice yaaa amiga uno siempre tiene que tener un finaal porqje es mas profesional caxai? y yo ya weona suficiente ese es mi audifono pa juera xd demasiao
empiezo a darle disyokeo que disyokeo y paaaáaaaaa
ya masacro todo eeeeeee
me bajo y eeee me esperaban con tremendo bastaldo mis panas eeeeeeeeeeeeeeee quede redyyyyy
agradezco a los amigos de la galeria porque weyyyyyy se pasaron muy buenisimo todo
hice nuevas conexiones de disyokeo mundial
bebi una vaina de jengibre fermentado re rico
tan rico que dsps queria robarme
la formulini secretini xdddd
y bueno aqui estoy
xddddd
estuvo bueno
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Historias De Galería #8
Shenna 3ª Parte
Él Ardilla fue el primer hombre que me hizo sexo oral. Una tarde de miércoles. Tres días antes de que tuviéramos sexo por primera vez. Fue en ese momento que supe que nunca había tenido un orgasmo real. Mis juegos masturbatorios con la almohada, o el Peluche gigante de Mickey de mi hermana no eran nada, comparado a esa lengua recorriendo mi vagina. A sus labios chupando mi clítoris. A sus manos calientes apretando mis tetas y recorriendo mi cuerpo.
En la pieza del lado, la Nelly esperaba a que volviera del baño para que termináramos la maqueta de una montaña para la clase de Historia.
Mientras yo, en la pieza de su hermano, acostada y semidesnuda sobre su cama, con los pantalones en los tobillos y con el peto y el sostén a medio sacar, dejaba que hiciera lo que quisiera conmigo. Yo era su juguete. Si me la hubiese querido meter, lo hubiese dejado. No había nada que deseara más en ese instante que su verga en mi boca; o abriéndose paso en mi vagina.
Pero no lo hizo, solo me la chupo hasta que mi cuerpo no dio más y termine en un orgasmo en el que tuve que ahogar mis gemidos en una almohada.
La Nelly me pregunto porque estaba tan roja. Yo solo le pedí un cigarro.
La tula del Ardilla medía 22.8 centímetros. Lo sé porque un día la medimos. La verga más grande que me había comido hasta el momento media, no sé, creo que unos 17 centímetros. Casi seis centímetros más sobre mi promedio.
Ese viernes estábamos solos. No sé por qué. Recuerdo estar sentada en el borde de su cama casi desnuda. Sin calzas ni calzones, sin mi polera del uniforme y sin sostenes. Solo vestía mi falda gris del colegio y mis zapatillas de lona negra, que usaba los días viernes.
Nos habíamos besado por casi una hora, escuchando canciones de metal y punk, mientras el me desnudaba sin yo darme cuenta.
Sentí escalofríos al sentir su lengua recorrer mis muslos.
Mi vagina estaba húmeda, por mi calentura y su saliva.
Lo observe sacarse los pantalones.
De cierta forma su cuerpo me intimidaba, y a la vez me alentaba.
Se sacó los boxers.
Cuando vi su figura desnuda ante mí, con su verga, larga y gruesa, apuntándome, mi cuerpo se llenó sensaciones contradictorias. Me aterraba el solo hecho de pensar que esa cosa de 23 centímetros iba a estar dentro de mí pero a la vez, sentía la ansiedad de saber que sensaciones me provocarían, cuando se la chupara, cuando me la metiera, cuando terminara.
Yo estaba ahí, analizándola, mirando cada centímetro, cada vena, como sus bolas estaban duras y llenas, esperando por mí, disfrutando de la visión de esa verga afeitada. Nunca he estado más caliente que en ese instante, al ver como el Ardilla se despojaba de cada prenda y para quedar totalmente desnudo ante mí.
Se acercó y acaricio mi cara. Después sus dedos se afirmaron en mi nuca.
Su verga estaba a centímetros de mí.
La tome entre mis manos.
Acaricie sus testículos.
Con la punta de mis dedos recorrí cada centímetro de ella.
Sabía que era lo que quería. Y también sabía que estaba dispuesto a dárselo.
Me la metí en la boca.
Sentí como se estremecía cuando se la empecé a chupar.
Esa vez fue la primera vez que me sentí una estrella porno. En esa pieza llena de afiches de películas de terror de los 80’s, con las canciones de D.R.I. y Slayer sonando de fondo, mientras le lamia la verga tal como lo había aprendido en todas esas películas porno que había visto en los dos últimos años. Recorriéndola con mi lengua. Mordiéndole suavemente la cabeza. Apretándola con mis manos. Saboreándola. Sintiendo sus escalofríos. Escuchando sus gemidos. Viendo de reojo como cerraba los ojos y disfrutaba de mis labios.
Deje de chupársela y baje su tula hacia mis tetas. El se sorprendió, pero eso solo duro un segundo. Quería que supiera que estaba dispuesta a todo, que era una mina virgen pero no una mosca muerta.
Esa fue mi primera paja rusa.
Mientras con sus manos, con sus dedos, hurgaba en mi vagina.
Nunca había estado tan mojada. Tanto, que la falda que usaba también se humedeció.
Le rogué que me la metiera. Que estaba demasiado caliente por él.
Me acosté en la cama mientras lo observaba ponerse el condón, mientras me preguntaba si todo eso iba a caber dentro de mí.
Con condón se veía más larga.
Me saque la falda.
Me quede con las zapatillas puestas, porque él me lo pidió.
Sentí su verga entrar suavemente en mi vagina totalmente húmeda, mientras me mordía la oreja, y yo le susurraba lo rico que era. Comencé a moverme. El sigui�� mi ritmo, mientras yo lo agarraba de las caderas para acercarlo más a mí. Se apoyaba en un brazo, mientras que con su mano libre juega con mi pezón. Su verga caliente era deliciosa. Tanto, que me corrí enseguida.
Como los pendejos a los que odiaba. Sonreí. Lo abrace y bese, mientras aun sentía su verga dura dentro de mí.
Fue mi segundo orgasmo real.
Y así fue como perdí mi virginidad.
Después, en esa tarde, tuvimos sexo cuatro veces más.
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esto es lo que pasa
Una sensación extraña en mi pecho. Una mente nublada. Pensamientos entrecruzados y nublados. Ojos perdidos en el horizonte. Sin emociones y muchas emociones a la vez. Ganas de reír y al mismo tiempo llorar. Ganas de gritar y a la vez mantener silencio. Hay que alistarse para salir. labial caramelo, máscara de pestañas, pelo suelto, perfume, gafas, polerón negro, jeans hasta los tobillos, zapatillas negras... mejor el pelo amarrado, sin gafas y mejor lentes. El polerón incomoda, mejor el sweater gris. Hace frío, mejor calcetines largos. Las zapatillas no hacen juego con el sweater, mejor botas negras. Entre tanto movimiento y cambios, ahora hace calor. Es tarde. Es mejor no salir, es más fácil la ropa de cama. Desmaquillante, polerón suelto, calzas deportivas, pantuflas de lana, pelo suelto, lentes. Al final de todo solo quedó en mí... el perfume.
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La piba que conocí en la Patagonia
La conocimos el día que llegamos al primer camping del camino de los 7 Lagos. Me acuerdo que estaba vestida con muchos colores. Tenía puesta una bufanda gris (a pesar de que hacía 30 grados a la sombra), unas calzas azules y una campera multicolor.
Tenía el pelo revoltoso, algo pajoso, corto pero enredado. Sin forma. Su cara evidenciaba cierto cansancio que sospecho, debe haberse debido al largo camino de tierra que había que atravesar para llegar hasta la entrada al camping. Cuando nos acercamos más, pude notar que tenía la cara llena de pecas a la altura de la nariz y los pómulos y la frente rosada mal quemada por el sol.
Una de las mañanas de los tres días que estuvimos en ese lago, la encontré en la orilla leyendo un libro. No me sorprendió verla con la campera cerrada hasta el cuello y la capucha puesta. Lo que sí me sorprendió fueron las pausas que hacía después de leer una página para mirar al horizonte. Sonreía. Cerraba los ojos y expandía la sonrisa aún más. Su pecho se inflaba con una inhalación profunda. Dejaba que el calor del sol se le fundiera en la piel y poco a poco se fue desvistiendo hasta quedar completamente desnuda.
A lo lejos percibí que la brisa que soplaba le erizaba la piel y casi como bajo el efecto de un hechizo, caminó hacia el agua y se sumergió.
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LOS ITALIANOS DE SEVILLA
Para mi sobrina política Vivi, la última italiana que conquistó Sevilla
En Noviembre de 1248 el rey de Castilla-León Fernando III conquista o reconquista, según las diferentes opiniones, la ciudad de Sevilla y expulsa a los almohades. El rey contó con ayuda procedente de todos los reinos y tierras de España: navarros, vascos, catalanes y sobre todo castellanos y leoneses. En agradecimiento el monarca regaló tierras y títulos a los caudillos más destacados en la guerra contra los árabes y a las órdenes religiosas para que rápidamente instalasen sus conventos y monasterios. Diferentes posesiones de la Baja Andalucía que hoy vemos tienen su origen en estos años (hay que señalar que la mayoría de esos aliados del rey no eran más que buscadores de fortuna ante unas tierras más feraces y un clima más agradable que los campos castellanos tan yermos y fríos). En el nomenclator de la ciudad quedan todavía las huellas de las calles que el rey regaló: así podemos andar por el Muro de los Navarros o por la calle Gallegos.
Permanecen aún en Sevilla calles y plazas que evocan la función que en su día tuvieron; Plaza del Pan, calles Alcaicería o de la Feria; igualmente permanecen los nombres relacionados con el asedio del rey castellano a la ciudad almohade: Calles Huestes, Campamento o Valme e incluso los nombres de algún asediador, aliado del monarca católico, como la trianera calle de Pelay Correa.
Pronto llegaron a Sevilla mercaderes no solo del Norte de España sino del resto de Europa asentándose en diferentes collaciones de la ciudad lo que dio origen a que determinadas calles se llamaran bien por el origen de su habitantes o por los oficios en que se especializaron (es curioso que esa costumbre ha continuado hasta hace bien poco: recordemos la calle Pagés del Corro saturada de concesionarios de automóviles o la calle Cuna especializada en bodas, aunque sus nombres no hagan referencia a esa especialización).
A principios del siglo XX el historiador Antonio Ballesteros publicó un interesante libro, Sevilla en el siglo XIII, y uno de sus capítulos lo dedica a los extranjeros que llegaron a la ciudad por las facilidades que Fernando III ofreció al comercio. Transcribo tal cual los párrafos dedicados a los italianos:
“A la noticia de la protección dispensada y de la riqueza de la tierra, vinieron otros comerciantes que comprendían la privilegiada posición de Sevilla, hermoso puerto interior, única comunicación directa con los reinos de Castilla y León, separados hasta aquella época del comercio con el Mediterráneo y el Oriente, por esta causa llegaron más tarde los Biualdo, micer Bonauia, micer Pagan y mice Jacobo, Juan Espilla y Alamariego de Valerosa, mercaderes de Plasencia.
La comunidad de los genoveses adquirió tal incremento que tuvieron una calle entre la Plaza de san Francisco y la carrera de Alemanes, con un cónsul que dirimía sus contiendas en la llamada casa del consulado, situada en el extremo de su barriada, frente a la mezquita mayor. En el Prado de las Albercas tuvieron una ermita dedicada a San Sebastián su patrono, y detrás de ella se dedicaban en un pozo de abundantes aguas, al lavado de las lanas y ya preparadas las enviaban a Génova donde de antiguo cultivaban este género de industria de fama mundial en aquella época.
Notables en la población fueron los llamados D. Ensald, de la familia Ansaldo, a quien dio el Rey Macarabenrromath que de su nombre se llamó Ensaldina; micer Niculoso apellidado Nicolás de la Torre del Oro, pues le fue confiada su guarda, y su hermano micer Caxico, que tenían el arriendo de los molinos de la acequia de Alcalá de Guadaira con la obligación de abastecer de aguas a la ciudad; Gallardo encargado del repartimiento de la calle de Génova; Per de la Cisa con casas en la Plaza de Santa María y el trovador Bonifacio Calvo, amigo del juez poeta Lanfranco Cigala y protegido por el Rey Alfonso.
Rivales de los genoveses fueron los de Pisa, república mercantil que, con ansias de prosperidad y tendencias gibelinas, había ofrecido al soberano de Castilla la corona imperial a cambio de lucrativos privilegios para su comercio. No podían dejar una ciudad nueva ni un mercado tan propicio para negociar como lo era entonces Sevilla y así suena el nombre de Pedro Pisano entre los traficantes italianos más en boga.
Los venecianos en pos de otras repúblicas marítimas vinieron a vender sus famosas estofas de Adria, distinguiéndose por su actividad financiera.
Los lombardos abrieron sus casas de banca en una calle estrecha, perpendicular a la de Monteros y allí se dedicaron al descuento y a la usura en tal forma que hicieron buenos a lo judíos. Desde 1236 se hallaban establecidos en Londres y más tarde en Francia; prestaban sin prima, pero cada mora suponía fuertes intereses defendidos con argucias y distinciones escolásticas.
En linde con el barrio de los castellanos estaban los mercaderes de Placencia de Lombardía en una calle que recibió su nombre, dedicados al negocio de las joyas, que hubo que extenderse más tarde a la llamada calle de la Joyería, afluente de la Plaza de San Francisco.
Los mercaderes italianos usaban un traje característico que indicaba al punto su procedencia y contrastaba con la indumentaria del resto de la población; tocados con un gorro puntiagudo de forma cónica y ladeada, vestían un ropón amplio hasta los pies, con mangas falsas que dejaban entrever la túnica verde, calzas blancas y zapato negro; sus servidores iban en la misma forma, pero más modestos; las mujeres llevaban un largo velo transparente caído hacia los hombros, manto y saya gris, coselete blanco y negro sin nada en el pecho y brazos. Sus tiendas eran sencillas de pocos muebles, su adorno principal una mesa grande de color amarillo, con tapetes de dibujos rojos sobre fondo blanco, las arquetas y balanzas completaban el mobiliario.
Genoveses y placentines sacaban los géneros por aduanas especiales sin pagar derechos. Ellos vendían la mejor escarlata de Imola, el cendal sencillo, doble y reforzado de Luca, el llamado cecir de Sicilia, trayendo a Sevilla las telas de Siria y la púrpura del Este”.
30/3/2021
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Bueno como mi primera publicación :)
Ella es mi beba :3
Nombre: Cloudyne Sans.
Genero: Hetero.
Padres: Science Sans ( padre ), Geno Sans ( madre ), AfterSci (?.
Hermanos: Ninguno.
Edad: 5 a 10 ( imagínenla con la edad que quieran )
Vestimenta: Ella usa una bufanda roja como su madre, usa una bata que le queda grande con detalles turquesas y rojos, usa un vestido con una cinta roja, tiene una calza gris y unas botas negras con blanco y usa un monóculo para ocultar el desperfecto en su ojo.
Miedos: Chara y las cuCharas :|
Le gusta: Los lobos, chocolate, animes ( Saint Seiya ), las películas de terror.
No le gusta: Que le quiten el monóculo, que la ignoren, estar sola ( puede llegar a enloquecer )
Ella admira mucho a su media hermana Neon ( SciFresh ) y siempre quiso entender la magia que esconden sus halos.
Neon Sans ----> A @pepper-mint
Cloud Sans ----> A yo :3
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Good as my first post :)
She is my baby :3
Name: Cloudyne Sans.
Gender: Hetero.
Parents: Science Sans ( father ), Geno Sans ( mother ), AfterSci (?.
Brothers: None.
Age: 5 to 10 ( imagine her at whatever age you want )
Dress: She wears a red scarf like her mother, wears a lab coat that is too big for her with turquoise and red accents, wears a dress with a red ribbon, has gray leggings and black boots with white accents, and wears a monocle to hide the flaw in his eye.
Fears: Chara
Likes: Wolves, chocolate, anime ( Saint Seiya ), horror movies
Dislikes: Having her monocle taken away, being ignored, being alone ( she can go crazy )
She greatly admires her half-sister Neon (SciFresh) and always wanted to understand the magic behind her halos.
Not cute?
Neon Sans ----> @pepper-mint
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Todos los sábados desde hace cinco o seis años me tengo que levantar temprano para ir a trabajar. Lo hizo mi mamá durante muchos años, cuando vivíamos en la casita del fondo del pasillo en la calle Asunción, y ahora me toca a mí. Hace poco aprendí que se llama “derecho de piso”.
Hace algo así como cuatro años empecé a salir con un chico que me enseñó a ir a la cancha aunque no fuera hincha, y también me enseñó que si quiero puedo ser hincha del equipo que quiera porque ser hincha de un equipo es así de fácil como ver unos colores y que te hagan sonreír. Yo vivía en Devoto, él trabajaba en Agronomía y a veces, en sus horas de almuerzo, íbamos a comer a un lugar que quedaba atrás de la cancha de Comunicaciones. Un día me hizo leer un poema —creo que también me enseñó a leer poemas— que hablaba de un chico de la barra de Comu que se había enamorado de un negrito hincha de Lamadrid, que era algo así como su clásico barrial. Después Lama descendió a la C y después a la D y Comu estuvo al borde de la quiebra y después a punto de ascender a la B Nacional y la historia del negrito de Lama y el poeta hincha de Comu se perdió en esa zanja gris que es el fútbol del ascenso. Y yo me fui de Devoto y ese chico empezó a gustar de otro alguien o a des-gustar de mí y dejamos de ir juntos a la cancha y a cualquier otro lado pero me quedó esa tendencia a ver algo negro y amarillo y sonreir, como un acto reflejo, parecido a llorar al ver una vaca después de haberte quemado con leche, pero sin lágrimas ni leche. Entonces decidí que si esos colores me hacían sonreír era porque después de todo un poco hincha de Comu era, y que ahora iba a tener que hacer algo con eso.
Más o menos por esa época, mi hermana —que como patinadora ya era socia del club pero jamás había visto un partido entero ni mucho menos ido a una cancha— se fue a vivir sola a un monoambiente a tres cuadras de la avenida San Martín y yo, que no tenía otra cosa mejor que hacer, decidí que era la excusa perfecta para ejercer mi incipiente fanatismo y hacer la cosa más de hincha que hay que es convencer a otros de que sean hinchas del propio equipo del que uno es hincha. Así fue que empezamos a ir juntas a la cancha a ver partidos que no valían ni un cuarto de pena, a sufrir por cosas que no sabíamos que eran sufribles, a alegrarnos por otras que meses atrás ni nos hubiéramos imaginado. En suma, a estar un rato juntas sin saber bien lo que estábamos haciendo pero con el sol en la cara y comiendo garrapiñada.
Ser hincha de un equipo del ascenso es acostumbrarte a que tu equipo juegue en horarios inhóspitos, casi siempre de día porque la iluminación de la cancha es bastante precaria, casi siempre un sábado porque el domingo es para los equipos de verdad, casi siempre ante un rival mitad de tabla, porque en el ascenso todas las fechas son una final aburridísima en la que si hay más de dos goles hay que desconfiar.
Mis sábados se dividían en los sábados de ir a ver a Comu y los otros. Los primeros consistían en levantarme a la mañana, alrededor de las 7 de la mañana, ponerme mis calzas negras, mis zapatillas Nike, buscar algo amarillo en el placard, subirme al auto e irme a trabajar. El DNI, la plata y la franelita para limpiar los anteojos no me podían faltar. En el trabajo aprovechaba los tiempos muertos para informarme sobre el partido: contra quién jugábamos, en qué posición de la tabla estaba el rival, quiénes más jugaban a esa misma hora y si me tenía que preocupar por cruzarme con ese chico con el que salía o no. Al mediodía apuraba los últimos movimientos, llenaba mi botellita con agua del dispenser y me iba. Agarraba el auto, subía a la General Paz y en la bajada de San Martín manoteaba el celular y escribía:
si podés andá comprándome la entrada
llego medio jugada
después te doy la plata
estoy en 15 pero hay que ver
si encuentro lugar para estacionar
Cuando llegaba mi hermana siempre me puteaba. “Loco, a ver cuándo vemos un partido juntas desde el principio”. Igual después se le pasaba. El transcurso de la tarde era casi siempre igual: entrábamos apuradas, nos revisaban las mochilas así nomás, nos acomodábamos en la popular —que era igual que la platea pero de este lado— a la derecha de las banderas de la barra, en el tercer o cuarto escalón, dependiendo de la hora y de cómo pegaba el sol. Cada tanto algún saludo a alguien conocido, a alguien del barrio, a algún amigo de algún amigo. Después de un rato, con el partido todavía 0-0, mi hermana sacaba alguna selfie que después subía a instagram y yo alguna que otra foto pretendidamente profunda para subir a twitter. Si veíamos pasar al señor que vendía helados de agua lo llamábamos y le comprábamos un par: dos por sesenta, uno de limón y uno de frutilla. Si hacía más frío el helado se cambiaba por garrapiñada, o si nos sentíamos particularmente audaces, por una hamburguesa en el entretiempo. Ahí, cumplidos los primeros 45 minutos, aprovechábamos y nos cambiábamos de lugar. Nos gustaba irnos más cerca del alambrado que nos separaba de la platea, del otro lado de donde se instalaba la barra. Pasábamos por abajo de las banderas, agachándonos para no molestar, esquivando charcos y cochecitos de bebé, para volvernos a instalar a la misma altura pero más allá.
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En la habitacion de alado, vive una pareja de 19 y 20 años, ambos españoles, son simpaticos, cuando llegamos en pleno comienzo del verano, me extraño muchisimo ver como no salian de su habitacion para nada, tenian baño privado, y solo salian a cocinar y para comer se metian nuevamente en esa habitacion. Me extrañaba por uqe la casa tiene un living enorme y ademas, por que estamos en una isla paradisiaca del mediterraneo, de verdad no salis nunca de tu casa?
Mediados de julio, ya me habia acostumbrado a sus encierros, ya no me parecia tan extraño, igual pensaba que yo no podria ser asi... todo el dia en una habitacion, encerrada, comer ahi, despertarme ahi, merendar y volver a dormir en la misma gran habitacion de siempre. Yo y Matias para este entonces todavia viviamos saliendo a conocer cada rincon de mallorca, playa y mar todo el dia...
Cuando empezo a trabajar Matias, emepce a salir sola, andaba en bici, limpiaba, ordenaba, disfrutaba demasiado la soledad que no tenia hace mucho. Me hice vegetariana y me puse las pilas con la cocina, aprendi a cocinar mil cosas. Pasaron los dias y entusiasmada, planee mi cumpleaños, todos los dias compraba algo nuevo, o el look o los globos... salia a ver ropa... hasta que llego el gran dia y la pase increible, todos los bajones se me fueron, agradeci eternamente la vista del restaurant que habiamos reservado, entendi que lo importante era la salud y las ganas de salir adelante... pero el cumpleaños termino.
Un dia me desperte, me di cuenta de que habian pasado unos 10 dias, solo habia salido de la casa el martes que Matias tuvo libre y siempre hacemos algo.. no habia salido ni para dar una vuelta, ni para comprar nada, ya no tenia nada que planear y de repente todo empezo a tener un filtro gris, igual, me habia reido de los de la habitacion de alado cuando, me vi yo en esa misma situacion, todo el dia encerrada, sola, sin dinero y sin saber que iba a pasar cuando el invierno llegara. Ahi comenzaron los demonios a aparecer de nuevo, los replanteos, el latigo con el que me pego cuando no estoy bien conmigo misma.. problemas con Matias, me habia visto no ser la misma y eso me mato.
Empece a replantearme todo. Por que estoy aca? Me siento bien? Esto era lo que queria cuando empece a viajar? Quiero viajar o quiero seguir viviendo aca? Como puedo tener plata? Empece a sentirme chiquita, llorar todo el dia, buscando felicidad o consuelo en los recuerdos de cuando vivia con mi mama, en corrientes en mi casa.. todo es mas facil, todo me calza mejor. Mi lugar a salvo. Empece a pensar que es realmente lo que me hace feliz, hacia donde estoy corriendo tan rapido? Empece a sentir culpa por no querer limpiar, o cocinar. Entocnes me ponia mal por eso. Llore tanto que un dia decidimos con Matias que hacer ejercicio era lo que necesitaba, compramos zapatillas a pesar de que no debiamos gastar plata, empece a correr, al tercer dia ya tenia este peso sobre mi pecho que no me dejo salir. Por no salir me senti peor y asi un circulo vicioso de culpas, y despertarme todos los dias queriendo sentir direfente, sentir un poco de esperanza, ver una luz, pero no. Todos los dias iguales hasta que quebre de nuevo. Llore todo el dia despues de haber discutido con Matias, el pobre Matias..que si me ve a mi caida, le cuesta mas todo.. hable con mi mama, y con los ojos hinchados de tanto llorar, me fui a dormir, sin ningun tipo de esperanza de sentirme mejor al otro dia, solo queria que ese se acabara.
Al otro dia, martes, salimos a pasear con Matias, caminamos, nos divertimos como siempre y fuimos a un barsito de noche, ahi se me vino una idea, queria tener un bar como esos escondidos entre las calles, pequeñito, soñador, buena musica y buen alcohol... soñe despierta mientras caminabamos. No me pasaba hace muchisimo tiempo. Me puse contenta, me agarro una ilusion en el pecho, y nos encontramos amigos, nos reimos un rato, vimos gente y tomamos birra.. me senti viva y bien despues de mucho tiempo de universo virtual, cama y desanimo... esa noche no pude dormir soñando que haria si tuviese 70 millones de dolares... tres horas nocturnas, ideando plan para todo el mundo a mi alrededor si tuviese esa guita. Me levante muy temprano al otro dia, contenta, estaba contenta de estar contenta, cocine, limpie, hable con mi mama, con mi papa, simplemete salio el sol de nuevo un ratito mas..la cabeza es lo mejor y lo peor que nos puede pasar... tenemos que elegir y ser fuertes para ver que queremos que nos haga a nosotros... Estos tiempos que estamos viviendo son una mierda, la gente cada vez es mas una mierda, se escudan ellos, no hay empatia, y necesitamos tanto una hermandad que nos cure de este sistema tan cruel... hoy me puse a escribir mi historia despues de muchos dias sin poder enfrentarme a ella.. hoy volvi a pensar en la pareja que vive al lado de mi habitacion...sera que ellos viven bien y son felices encerrados en una habitacion jugando a la play y mirando tele, trabajando de cajeros en un supermercado, pero son felices... y que mas necesitan que esa simpleza en la vida?
creo que yo estoy buscando demasiado y se me esta yendo de las manos tanto que a mi cabeza no le vale la pena. Tengo que volver a replantear mis prioridades... una vez mas y como siempre, reinventarme y amoldarme a los tiempos que corren... para sobrevivir y despues volver a vivir.
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1: Introducción
Para introducir esta especie de breve bitácora semanal, es importante señalar que va mayoritariamente dirigida a los juegos y luego, en segundo lugar, a las redes sociales. Esto es porque, si bien las redes sociales entregan unión y comunicación, los juegos son, en cierto modo, uno de los escapes de realidad mas cotidianos y utilizados hoy en día. Contando con una infinidad de títulos, y con una variedad inagotable de opciones, los juegos pueden representar una gran oportunidad de aprendizaje si se utilizan o adaptan correctamente. Por dar algunos ejemplos y unirlos con algunos contenidos en las que pueden calzar (no es en el único contenido que resulta acetado incluirlo): Matemáticas, “Minecraft”; Lenguaje, “Universo (”Lore”) LoL”; Artes Visuales, “Gris”; Artes Musicales, “Music Maker”; etc.
Ahora bien, durante estos días de cuarentena es importante crear otro ambiente dentro de nuestra cabeza y poder tener un pensamiento, aunque consciente, lo mas alejado posible del Covid-19. Para ello, una de las tácticas que muchos internautas utilizan es entretenerse a través de juegos, tanto offline como online. Lamentablemente, al haber tanto uso de los computadores en estos meses debido a la cuarentena, los juegos online se han visto mermados en torno a su latencia normal. Por lo mismo, los juegos offline son una gran alternativa para estos momentos. Estos juegos usualmente están enfocados a seguir una historia llamativa o a tener características despampanantes, como apartados visuales o musicales, para un gran numero de jugadores. Por ello, del primer juego que se hablará aquí es Gris, un título offline disponible en la tienda Xbox y Steam. Este juego, además de tener un apartado visual excelente, consiste, precisamente, en insertarse en la mente de una mujer. Lamentablemente, es mas temprano que tarde cuando el jugador se da cuenta que la protagonista representa su estado anímico a través del inicial color Gris. No obstante, el juego intenta mostrar una historia de superación, mientras pule aun mas, mediante la inclusión de nuevos colores, el contenido visual. Este juego calza de forma excelente con la realidad que estamos viviendo hoy en día, debido que nos sentimos presos y presas en nuestras cabezas. Se suma a esto al desaliento que produce la constante amenaza del virus y su potencial resultado hacia nuestras familias. Entonces, la realidad actual puede coincidir, naturalmente, con la realidad que nos presenta el juego entorno al ámbito anímico, por lo que se puede hacer una unión para presentar una progresión emocional positiva durante el clima adverso de la cuarentena.
Fin del primer post.
Imagen referencias de Gris.
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2 de diciembre: cumple britney y corrí alrededor de una plaza por primera vez.
Entré a nuestra casa lista para estrenar mi conjunto deportivo, una calza ajustada con manchas azules de cada lado, y una remera larga y gris, insulsa de aspecto, pero abundante de precio. Necesito sentir que tengo el vestuario adecuado para cada escenario de mi vida.
Comimos un yogurt, vos mango y maracuya, yo arándanos, 42 pesos cada envase desde ayer. Llené la cantimplora que tiene mi nombre de agua mineral y salimos, sin celular, ni documentos, muy audaz de nuestra parte. En primer grado no podía correr porque usaba zapatos ortopédicos, mi mamá dice que lloraba cuando veía mis pies arqueados. Me llevó al Dr Seijo y me curé, en realidad la palabra que usan es corrección; me correguí. Comenzamos trotando despacio, te pregunté si este lado es el correcto, no hay mano y contramano en las plazas y eso me parece peligroso. Corrimos a la par unos segundos, yo voy quedando atrás pero hago pequeños trotes para alcanzarte, me pongo de meta saltear las baldosas, con pasos más alargados: por un microsegundo estoy volando. Un aroma me vuelve a la época en la cual no podía - me dejaban - correr, un mix de plastilina con palo santo y vinagre, repelente de piojos y de acompañante de asiento en el micro escolar. Que cara le salí a mis papás: zapatos especiales, piojos, ortodoncia, colegio bilingüe y colegio alemán. Inhalo porque todos los bebés son de mis amigas, y yo recién estoy aprendiendo a correr. ¿Y si no noto que mi bebé necesita ortopedia? Todavía no aprendí a caminar con tacos, ni tengo una salsa con un ingrediente secreto.
La próxima vuelta la hacemos caminando rápido, leemos que la plaza se llama 25 de agosto, no tengo idea qué pasó ese día. Muerte o nacimiento, me decís. Una guerra, pienso yo, pero ahora estamos haciendo algo a la par.
Hoy es dos de diciembre, cumplen Britney Spears, y Camila, una chica con la que nos seguimos en redes hace años porque nos gusta mucho la misma banda y ambas soñamos con ser biólogas marinas en otra vida. En el 2020 voy a ser mitad italiana, pero no maratonista, ni biologa marina. Una mujer le dice al hijo que devuelva a ese perro, ¿quién le presta su perro a un desconocido?.
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Cómo Estilizar Leggings para Entrenamientos y Usos Diarios
Los leggings se han convertido en un básico en el guardarropa de las mujeres, gracias a su increíble versatilidad y comodidad. Ya sea que te estés preparando para ir al gimnasio, corriendo recados o saliendo a desayunar con amigas, los leggings son una opción elegante y funcional. En este blog, exploraremos cómo estilizar leggins, leggins mujer y calzas de manera efectiva para diversas ocasiones, asegurando que te sientas segura y cómoda sin importar a dónde vayas.
El Atractivo de los Leggings
Antes de sumergirnos en los consejos de estilo, tomemos un momento para apreciar por qué los leggings han ganado tanta popularidad:
Comodidad: Hechos de materiales elásticos y transpirables, los leggings brindan una comodidad inigualable durante los entrenamientos y a lo largo del día.
Versatilidad: Los leggings se pueden vestir de manera formal o informal, lo que los hace adecuados tanto para actividades deportivas como para salidas casuales.
Ajuste Atractivo: Vienen en varios estilos y tamaños, permitiendo que mujeres de todas las formas corporales encuentren el ajuste perfecto.
Ahora que entendemos el atractivo de los leggings, exploremos cómo estilizaros para diferentes ocasiones.
Elegir los Leggings Correctos
Cuando se trata de estilizar, el primer paso es seleccionar el par adecuado de leggins mujer que se adapte a tus necesidades:
Material: Opta por telas de alta calidad, como poliéster que absorbe la humedad o suaves mezclas de algodón para mayor comodidad y rendimiento.
Ajuste: Elige un estilo que favorezca tu forma corporal. Los leggings de cintura alta ofrecen un soporte adicional, mientras que los estilos cortos ofrecen transpirabilidad.
Color y Diseño: Mantente en tonos neutros como negro o gris para mayor versatilidad, o elige opciones estampadas para un look llamativo. RAAK ofrece una variedad de elegantes calzas para satisfacer cada preferencia.
Looks para el Entrenamiento
1. Estilo Athleisure
Para un look chic y cómodo, combina tus leggings con un sujetador deportivo ajustado y una camiseta suelta. Este conjunto es perfecto para hacer recados o ir al gimnasio. Completa el atuendo con zapatillas de moda y un bolso cruzado para un estilo moderno.
2. Capas con Prendas Exteriores
A medida que cambia el clima, las capas se vuelven esenciales. Prueba usar un cárdigan largo o una chaqueta de mezclilla sobre tus leggings y una parte superior ajustada. Este look no solo es funcional para entrenamientos al aire libre, sino que también brinda un toque de moda para salidas informales. Opta por los leggins de RAAK para mantener una silueta elegante bajo tu ropa exterior.
3. Sporty Chic
Para un look más pulido, combina tus leggings con un blazer a medida y una camiseta básica. Esta combinación es perfecta para un brunch o reuniones casuales. Elige leggins mujer en un estampado sutil o color sólido para equilibrar el look. Añade botines o zapatos de moda para elevar tu atuendo.
Ropa Casual
4. Atuendo Casual de Fin de Semana
Los leggings son una elección perfecta para un look relajado de fin de semana. Combina tus calzas con un suéter holgado y botines para un atuendo sin esfuerzo y elegante. Esta combinación no solo es estilosa, sino que también es ideal para hacer recados o disfrutar de una cita para un café.
5. Vístete Elegante
Para una noche fuera o una cita, no dudes en elevar tus leggings. Opta por leggings de cuero o de imitación que añaden un toque audaz a tu atuendo. Combínalos con una blusa fluida o una parte superior ajustada, y termina el look con tacones y joyas llamativas.
6. Capas para Todas las Temporadas
Los leggings son increíblemente versátiles durante todo el año. En los meses más fríos, combina tus leggins mujer con leggings térmicos por debajo para mayor calidez. Durante el clima más cálido, elige telas transpirables para mantenerte fresca mientras te mantienes estilosa.
Accesorizar tus Leggings
7. Accesorios Llamativos
Los accesorios pueden hacer o deshacer un atuendo. Para un look simple, opta por un cinturón llamativo para definir tu cintura al usar partes superiores holgadas. Bufandas, sombreros y bolsos elegantes también pueden añadir personalidad a tu conjunto.
8. Opciones de Calzado
El calzado adecuado puede cambiar completamente la vibra de tu atuendo. Elige zapatillas para un look deportivo, botines para una sensación casual, o tacones para una apariencia más formal. Las calzas de RAAK pueden fácilmente hacer la transición desde zapatos de gimnasio hasta calzado chic, lo que las convierte en una adición versátil a tu guardarropa.
Consejos de Cuidado para tus Leggings
Para mantener tus leggings luciendo frescos y que duren más, sigue estos consejos de cuidado:
Lavar con Cuidado: Siempre sigue las instrucciones de la etiqueta de cuidado. Lavar tus leggings con agua fría y secarlos al aire puede prevenir el desgaste.
Evitar Suavizantes de Tela: Estos pueden romper las propiedades de absorción de humedad de la tela, haciéndolas menos efectivas.
Rotar tus Leggings: Tener múltiples pares te permite rotarlos, reduciendo el desgaste en cualquier par único.
Conclusión
Estilizar leggins, leggins mujer y calzas para entrenamientos y usos diarios se trata de versatilidad y estilo personal. Al elegir los materiales, ajustes y accesorios adecuados, puedes crear atuendos que transicionan sin esfuerzo desde el gimnasio hasta escenarios casuales. La colección de RAAK ofrece una variedad de opciones elegantes que se adaptan a todas las preferencias, asegurando que te mantengas a la moda y cómoda sin importar la ocasión.
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OASIS
(Capítulo 2) para leer el capítulo 1 click acá
— ¡Ah, vos sos un hijo de puta Santiago! —
Escuché gritar a Abril desde la cocina de nuestro departamento. Yo estaba en mi mundo, escuchando el disco de Jeff Buckley, tomando un vinito y disfrutando del cómodo sillón que el papá de Abril nos había regalado. En ese momento me encontraba en el proceso de escribir una especie de texto poético sobre lo que me generaba el “amor/Odio" de los hermanos Gallagher, los líderes de la banda Oasis. Mientras lo escribía, recordaba lo distinta que era mi vida hace algunos años, Cuándo deseaba más que nada ser una estrella de la literatura Moderna. La fantasía del escritor joven, guapo y exitoso era una mentira. Algo que me había inventado para lidiar con mi realidad. A nadie le interesaba un carajo mis textos, El sueño se había ido en picada después del fracaso de mi primera novela “Los cuentos oscuros de Borges“. Honestamente a mi me parecía un título de mierda, pero a la gente de la editorial le pareció “Revolucionario“ o como le decían ellos “Ideal para sorprender a las nuevas generaciones“. Claramente no sorprendió a nadie y eso fue lo más doloroso. Me sentí un fracasado. Un ridículo, que exponía su intimidad hablando de temas que a nadie le interesaban. También de alguna manera fue un fracaso económico para mí y para la editorial, la cual me hizo un contrató mediocre escondido detrás de la ilusión de un joven que soñaba ser el nuevo Julio Cortázar pero que quedó solamente como un simple escritor frustrado. De alguna forma había encontrado la felicidad detrás de todo lo malo, mi vida era diferente a lo que había soñado, pero no era mala. Sin querer, después de mi derrota, entendí que algunas veces encontramos un camino que no es el nuestro, pero no siempre es el camino incorrecto. Muchas veces la vida termina mostrándonos otras zonas de luz en ella, no solo la que buscábamos. Mi presente era eso. Trabajaba de algo que no era mi pasión, pero era lo suficientemente cómodo como para darme tiempo a dedicarme a mi segunda actividad favorita, perder el tiempo. Vendía muebles por Internet, desde mi casa. No tenía jefes, ni ningún pelado imbécil que me diga que no podía llegar tarde. Abríamos las puertas, o mejor dicho me levantaba de la cama a las doce, Trabajamos hasta las dieciséis y después descansaba. Me dedicaba a hablar con amigos, mirar porno y escuchar música. Al terminar volvía, enviaba mails y hacía envíos. A las diecinueve apagaba la computadora y me dedicaba a mí. Todos pensamos que no lograr nuestros sueños es malo, pero la verdad creo que a veces está perfectamente bien fallar. Y si equivocarme me había llevado a encontrarme con el presente, en el que estaba abril, deseaba fallar todos los días de mi vida.
— ¿Por qué Abril? —
— ¡Te comiste todo el helado nene! ¿Por qué siempre sos tan glotón? —
— Perdón, te juro que pensé que no querías más. —
Sospechaba que Abril quería. Pero esas últimas cucharadas eran un pecado que deseaba cometer. Incluso un arriesgo de fumarme los reproches interminables de ella.
— ¡Que suerte que hice panqueques! Me acordé recién. Compré dulce de leche hoy… Quedan solamente dos, mala suerte por vos mi amor. Son para mí. —
Me sentí estafado, como no me iba a dejar sumergirme en esa oscura tentación que eran sus panqueques caseros.
— ¿Cómo dos para vos? Me tenes que dar uno. No podes tener tanta maldad. —
Realmente no podía quejarme. Abril era el tipo de chica que prefería quedarse con hambre, solo para que la persona que amaba coma un poquito más. Ella era eso. Siempre que pedíamos empanadas, eran cuatro de carne picante y dos de pollo para mi. Ella se pedía cuatro de verdura, y dos de carne cortada a cuchillo. Al final, yo terminaba comiéndome las mías a una velocidad increíble y me quedaba mirándola. Se daba cuenta que seguía con hambre y ella me ofrecía las últimas dos. Mi orgullo decía que no, pero con un amor infinito me respondía —se que seguís con hambre, tranqui, no me hace nada, es comida. — en el momento no entendía el enorme gesto que era. Pero más tarde comprendí que ella era capaz de quedarse insatisfecha con tal de que yo quede satisfecho. Detrás de esos actos se escondía la esperanza, esa luz que había perdido cuando estaba con la cabeza en Maite.
— ¡Vos ya comiste helado, perdiste Santi! Aparte, vos no me compartiste ni una cucharada. —
Se acercó y me beso en los labios. Tenía sabor a dulce de leche, crema y amor. Se sentó al lado mío, puso el plato con panqueques entre sus piernas y tomó el control.
— Siempre haces lo mismo. me equivoco y haces cosas ricas para tentarme. Detrás de esa cara de buena se esconde un demonio con planes maquiavélicos y vengativos — le dije.
— ¡Ahora soy maquiavélica y vengativa! Usted señor se come todo, incluso el helado. Pero yo soy la mala. Vos te comiste el helado, yo los Panqueques, estamos mano. —
— No pero…— Me interrumpió.
— No seas chiquilín mi amor, no te enojes. Una déjame pasar, ¿dale? Contame que estas escribiendo. —
Mientras tanto encendía el televisor, y apagaba la música de fondo.
— No me enojo, ¿pero me das un poquito? —
Tomo la cuchara y la llenó de dulce de leche. En un gestó casi maternal la metió en mi boca con delicadeza.
— Listo, Ahora contame, que escribiste. —
— Estoy escribiendo sobre la banda Oasis. —
Yo sabía que era muy difícil que Abril conozca a Oasis, ella era el tipo de chica que tenía en su Playlist un repertorio completo de canciones de Arjona, Reik y Cristian Castro pre platinado rubio.
— Me gusta la relación amor/Odio de los hermanos Gallagher. Ellos eran una de las mejores bandas de la historia, pero se llevaban tan mal que se separaron y no volvieron a hablar. Imagínate el odio que se tienen… —
— Rencorosos los chicos….. —
— Encima podes creer que se hicieron solistas. —
— ¿Como los Jonas brothers? Que se separaron, e hicieron carreras solistas. —
— ¡No los podes comparar! — No puedo creer que me comparaba, Oasis con los Jonas Brothers.
— No los comparo, pero ellos también se separaron. —
— Lo que quiero decir es: que estos hermanos se odiaban. Pero musicalmente, juntos eran la voz de una generación. Sus canciones son hermosas. Claro, no puedo negar lo tóxica que era su relación. Liam era la magia, pero Noel era la mente detrás de la banda. —
— Mira vos, mejor que se separaron…—
— Abril la separación de Oasis es una de las peores cosas que le paso a la humanidad.—
— Pero me decís que se amaban y odiaban. ¿Para que seguir, no? Si el vínculo no es sano, mejor alejarse, tomar un aire y hacer cosas solos.—
— Si, eran tóxicos ¡pero no importa! en el escenario funcionaban muy bien. Se llevaban pésimo en la vida, pero eso era parte de su arte. —
— Pero se odiaban Santi. De nada sirve que funcionen bien en un aspecto. Tienen que funcionar bien en todos, sino claramente tienen que seguir caminos diferentes. Es como en las relaciones… —
No le alcanzo con comparar Oasis con los Jonas Brothers que ahora los compara con las relaciones.
— Estas hablando de relaciones. Ellos eran una banda de rock, era su forma de vivir su música. Sexo, drogas, alcohol y peleas. El sueño de dos simples chicos de Manchester. —
— Lo que digo, también se aplica para una bandita de rock. — No podía creer lo que escuchaba. —
— ¿Como una “Bandita de rock “? —
— Bueno amor, una banda de rock. —
Me hizo la señal de cuernitos típica del rock y saco la lengua. Se veía hermosa. Estaba despeinada, con un buzo gris tejido y una calza negra. Tenía los pies manchados por la suciedad del piso y aún con la poca luz del Living se veía como un ángel. Como mi ángel de la guarda.
— Soy tu rockerita, fan de tu banda — Me dijo sonriendo.
Me acerque lentamente a ella. Saqué el plato de sus piernas y lo puse en la mesa.
— Se dice groupie mí amor. — Le dije.
— Bueno soy tu groupie. —
Me beso otra vez, y subió sobre mi cuerpo. Comenzamos a besarnos arriba del sillón.
— Vos sos mi wonderwall — agregué.
Seguramente sospechaba que le había dicho algo lindo, pero dudaba que supiera realmente que era wonderwall. Una palabra inventada, a la que yo le puse un significado especial y único. Un significado que solo tenía el valor necesario dicho por mí para Abril.
— Si, soy lo que vos quieras que sea. — Ella ya era lo que yo quería. Era más de lo que yo había pedido al universo.
La volví a besar con intensidad, tocaba su cuerpo por debajo de la ropa, la textura de su piel era increíblemente suave y delicada. Ella me sacó la remera, me empezó a besar el pecho y el cuello. Sentía sus labios en mi piel y eso me exitaba de una manera increíble. Se saco el buzo gris y pude ver su cuerpo. A diferencia de mis otros amores del pasado tenia un cuerpo perfectamente imperfecto. Era natural, su cuerpo no fingía ni pretendía ser amado por nadie más que por ella. Eso me hacía amarlo más a mí. Era delgada, con pechos firmes, un lunar en el abdomen y un tatuaje de una frase en las costillas. Mientras hacíamos el amor pensaba en todo lo que sentía por ella. Por primera vez en mi vida entendía qué era realmente hacer el amor, muchas veces en el pasado lo había intentando y no lo había disfrutado. Nunca me había gustado ese tipo de sexo, me gustaba lo salvaje de coger. El sentido frenético de explorar otro cuerpo. Tener una hembra en celo arriba mío y ver como toda esa inmensidad quemaba solo por mi. Hacer el amor era eso para mí. Con abril pude descubrir que el sexo y el amor están más relacionados de lo que creía. Deseaba a la persona que amaba, y deseaba el amor que ella me daba. A diferencia de otras personas con las que estuve, yo no quería estar con nadie más. No tenía una Maite viviendo en mi cabeza.
Terminamos de hacer el amor. Y nos quedamos felices y satisfechos. Sentimos frío y fui a la habitación a buscar una sabana para abrigarnos. Nos acostamos desnudos en el sillón y por un momento pensé en que si hubiera realizado mi sueño de ser escritor jamás hubiera vivido eso, ese hermoso momento. Y si algún dios místico me daba la oportunidad de vivir ese “Éxito literario” y borrar este presente, mi presente ¿lo haría?. La mire a ella, y entendí que estaba en el lugar correcto. Me alegré de fallar, pero más me alegré de decidir y de arriesgarme a volver a amar.
— ¿Vemos la peli al final? ¿hago zapping o metemos una película de Netflix? —
Entre los muchos dones que tenia Abril, se encontraba el de tener suerte. Encontraba películas increíblemente buenas, sin buscarlas. Recuerdo que una vez encontramos Un tranvía llamado deseo, de Elia Kazan. De las primeras películas de Marlon Brando, con un Marlon diferente. Joven, apuesto y sin tanto odio por la sociedad y más precisamente por Hollywood. Lo primero que me dijo cuando terminó la película fue que Marlon era excelente, pero que no podía creerle el papel de malo. Que un hombre tan oscuro, no podía ser interpretado por un chico con una mirada tan dulce. Pocas veces en la vida, logré coincidir en la mirada de Marlon con alguien. Él era una de las personas que más admiraba en la vida, no tanto por sus películas, sino por su historia y su personalidad fuera de las cámaras. Para la prensa americana Marlon era un Playboy, que no le pedía permiso a nadie. Podía acostarse con la mujer que el deseará, podía llegar a cualquier lugar solamente por el poder que tenía. Una mentira. Marlon era una persona totalmente intimo, estaba muy lejos de los rumores que hablaban mierda de él. Yo me había criado observando al detalle su personalidad. Con los años formé la opinión más cercana a lo que realmente creía que el fue. Un pobre chico que nunca pudo superar la mierda de su infancia. Un pibe que cuando creció no pudo formar nada, por las inseguridades y miedos de su pasado. Marlon era la persona más cercana a mí, pero yo estaba muy lejos de querer ser él. Yo no quería volver a sentirme así.
Abril continuaba taladrando el control.
— ¿Santi, ¿mañana no tenemos el cumpleaños del bebé de Gomez? —
Realmente no recordaba y no quería pensar en el bebé en ese momento.
— ¿Podes ir más lento? No puedo ver. —
— La atención que me prestas… — Me susurro. Preferí volver a ignorarlo.
— ¿Qué estás buscando? Deja algo Abril. —
— No, quiero que mi intuición me diga : ¡Abril Shur Alto!
— Dale amor elegí, me duermo. —
— Bueno a ver…. —
El zapping se detuvo, y casi como una cachetada inesperada a mis recuerdos, volvió aparecer una película que me llevaba a un lugar que yo no quería volver. Recuerdos que venían acompañados con un personaje que había sido muy importante para mí.
— ¿Cuál es? Se me hace conocida. —
— Es, si tuviera 30 —
— Este el actor es….. El que aparece en la película de los vengadores. —
— Mark Ruffalo y la otra es Jennifer Garner —
Con el paso de los años aprendí que la actriz que hacía el rol protagonista, no era Julia Roberts, sino Jennifer Garner. Eso también era crecer.
— ¡Para, si la vi! Me encanta! La vamos a ver! —
— No me gusta mucho… ¿podemos ver otra? —
— No. La vamos a ver. Siempre elegís vos, ahora me toca. No seas egoísta, Santi. —
— No quiero. Me trae malos recuerdos. —
— ¿Acaso te recuerda a tu ex? — Me dijo, con una mirada pícara. —
— No, de momentos feos. Bueno, vamos a verla. —
— Viste, por eso te amo… —Me beso y volvió a mirar la película.
Hacia algunos años que no sabia nada de Maite. Un día toda esa relación que habíamos tenido durante tantos años terminó muriendo. O mejor dicho, Maite la mato.
En los meses que le siguieron al distanciamiento de ella, miraba Si tuviera 30 tres veces por semana, ese era el vínculo por el cual yo me volvía a encontrar con ella. Con lo bueno y lo malo. Un día en la vida de Maite apareció un tal, Francisco. El tema es que el tipo apareció y le voló la cabeza. El era ingeniero, unos años mayor que ella y tenía “Todo lo que yo no tenía” más que nada plata. Algo que para ser honesto, en ese momento no tenía. Ahora tampoco igual, pero por lo menos tengo una estabilidad laborar. Más mental que económica. Un día ella apareció por mensaje después de meses sin saber nada y me dijo que me iba a borrar de todos lados. Que no la busque y tampoco trate de contactarme con ella. Se limitó a decirme — Fran no quiere que siga teniendo contacto con vos — y — Lo que vivimos fue hermoso pero solamente quiero estar viviendo el presente, necesito borrar mi pasado para ser mejor, para ser ideal para él — así como si yo fuese menos que nada, ella me descartó. No pude hacer más que despedirme y pedirle que se cuide. Me dijo gracias y desapareció. Unos años me enteré por conocidos en común, que Maite se había casado con Francisco, se habían ido a vivir a un country por Canning , y tenían hijos. Llevaban una aparente vida feliz. Por un lado me puso contento que Maite siguió como si yo fuera un mal recuerdo de su pasado. A diferencia de ella, a mi me costó. Al año después de muchas amantes (Entre ellas belén) conocí a Mariana, creo que ella era un ruido en el vacío que Maite me había dejado en mi cabeza. Me obligue a sentir amor, intenté llevar una relación feliz y todo salió mal. A los meses, mi falso romance se fue desarmando en pequeñas partes. Ella Me termino engañando con quien fuera su mejor amigo. Realmente no me Importó, con el paso de los meses la vida me fue poniendo otras personas, mujeres que de alguna manera fueron las responsables de alejarme de ese vacío existencial. Estuve soltero algunos años, vagando de cama en cama, buscando paz. Hasta que un día cuando menos lo esperaba esa paz apareció. Y apareció en forma de Abril.
— Boludo, no puedo más… — Abril lloraba, sobre mi hombro.
— Es muy hermosa esta película, por qué lo va a dejar casarse si ella lo ama! — Me dijo.
— Porque no en todas las historias de amor terminan juntos, mi amor — Le dije acariciando su cabeza.
— Es verdad. Pero eso es lo lindo, quedarse con los recuerdos de algo que fue hermoso. Incluso con sus partes negativas. Aprender, volverte una persona mejor. Creo que la vida nos da segundas oportunidades, siempre. — Esa era la principal diferencia entre ellas. Maite es el tipo de chica que la vida te pone para entender que cruel puede ser estar vivo, y Abril era el tipo de chica que la vida te pone para darte cuenta que el mundo no es tan malo como parece.
Aún sabiendo eso decidí sumergirme en mi dolor. Escarbé en mis recuerdos para desenterrar un cofre. Uno que había enterrado definitivamente la noche en la que Abril había llegado a mi vida. Un cofre pesado que había jurado que no iba a volver a ver la luz del sol. Adentro de él contenía todo lo que había sido mis interminables noches de insomnio. Estaba mal, no era el camino correcto, pero quien puede detener la curiosidad, quien puede decirle que no a la imaginación y quien tiene el valor de matar definitivamente lo que un gran amor fue para uno, simplemente que pudo haber pasado entre nosotros. Como cerrar una historia que nunca tuvo un punto final. Yo merecía eso, una despedida, un último adiós al fantasma de Maite. Abril era el presente que había decidido vivir, yo era feliz con ella y por primera vez en mi vida estaba seguro del amor que sentía por alguien, ella era mi casa. Pero algo tan simple como una comedia romántica había despertado en mí un hilo de preguntas interminables sobre qué había sido de la vida de Maite. Si esos datos que me habían dado esas amistades era reales o no, si ella era tan feliz como decía ser y peor aún, si Maite me pensaba y extrañaba de la forma en la que yo algunas noches cada varios meses volvía a abrazarme a su recuerdo al mirar la luna. Abril se levantó del sillón y fue a bañarse. Antes de eso puso la canción Stop Crying your heart out de Oasis. Era energía pura. Sentía como la voz de Liam Gallagher me conducía al desastre. Tomé mi celular y busqué entre mis contactos el viejo número de Maite, para ver si todavía estaba guardado. Efectivamente estaba y simplemente le escribí — Hola, tanto tiempo Maite ¿Cómo estás? — Dejé el celular sobre la mesa y comencé a cantar Stop crying your heart out.
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TAMANGUR (1). Di con este librito la semana pasada en un viaje a Tabasco. No conocía a la autora -Leta Semadeni- por lo que me aventuré a leerla. Tremendo. La lectura se va en dos noches bien invertidas y te deja un resabio de melancolía y tristeza notables. El lenguaje es claro y no rebuscado; la autora es, de hecho, poeta, pero no se pasa de verga con términos ininteligibles ni abstracciones cósmicas: en tanto que s�� tiene sus adornos y recovecos de lenguaje bien estructurado y correctamente seleccionado, se va directo a lo que le truje. Y el efecto es contundente. Dejo aquí algunos fragmentos que me gustaron mucho: "Desde el patio, la escalera sube hasta la casa amarilla. A la derecha, en el prado que pertenece a la casa, es donde más crece el diente de león. Hoy el prado está solo, ningún raro, ninguna rara están sentados en la banca a la orilla del prado, no hay nadie que salude a la niña. Tampoco Elsa está hoy. La abuela sabe exactamente qué tipo de gente son estos raros. Para ellos, la normalidad es como un par de zapatos que no les gusta usar, pero eso no es lo malo, dice ella, a quien también le gusta caminar descalza con sus piecitos de porcelana, a veces es mejor dejar los zapatos a un lado, porque aprietan los callos. Y como a los raros no les calza la realidad, sienten las sacudidas de las emociones mejor que los demás. Los raros tienen esta visión fresca del mundo, dice. Una se asombra cuando trata de ver con los ojos de los raros. El mundo está para ellos impecablemente limpio, libre del velo gris. Cuando este pueblo cae en la modorra del aburrimiento, pasa inesperadamente un raro o una rara, despierta al pueblo entero y reaviva la charla. La gente siempre diría o callaría lo mismo si no fuera por los raros" https://www.instagram.com/p/B8LQsBIncHd/?igshid=1k9cww12ix0o6
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Subsuelo
Hay un momento del día en el que nada calza
Todo es más grande
Y yo soy más pequeña
En ese momento el único camino es desaparecer
Borrarme del plano terrenal y descender al subsuelo
De donde estoy convencida, provengo
Mientras bajo
Mi pecho se achica y me cuesta pensar
Mientras la tierra del subsuelo ingresa a mí cuerpo y mente
Abriéndose paso
Inundándome
Suele detenerse después de dejarme caer
Todo se vuelve más grande
Y yo paso de ser pequeña a miserable
A insignificante
A inexistente
-Alba gris
#poemas#poemas tristes#poesía#autoestima#escritos#sadness#ed#tristeza#no les pasa que las cosas iban bien y de pronto todo es una mierda otra vez#detesto eso
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Epiphany ; BSD (bungo stray dogs) ; 6k [span]
Author: Petrov
Date of original publishing: 2/28/2017
Language: Spanish
Warnings: Angst.
Other things: The characters aren’t mine, this fanfiction does not claim them and it doesn’t intend to commit OoC.
El único paisaje que había alrededor de la mansión era tan singular como el interior. A sus alrededores la niebla se paseaba en túnica de seda entre las paredes llenas de moho y las ventanas redondas como ojos. La exquisita arquitectura victoriana reposaba en esa enorme construcción, no obstante, se veía opacada por el l��gubre jardín principal, con troncos cortados y de matices de gris, la hierba lacia al igual que las muchas flores, que por sorprendente que fuera estaban aún vivas
Sin duda alguna, allí residía alguien o algo, podía sentirse en el aire, pesado pero melancólico con un fuego azul latente. Oh, ese era el desdichado lugar al que solo podía llamarle hogar, ningún otro a la altura, ¡simplemente único! El interior de la residencia también latía, todo estaba tan vivo como muerto, en ese pequeño trance de la realidad al abismo negro y abrupto que es la muerte, sensación única con la que el cosquilleo invadía su vientre de emoción. La verja estaba abierta y emitía largos quejidos a medida que el viento arreciaba contra ella, las aguas del color turquesa apagado que reposaban frente a la tumba estaban en calma y el zumbido del recuerdo apaciguado. Claramente, daba la impresión de ser una casa embrujada y, ¿qué sería sino aquello? Quien era el dueño de casa no podía describirse de una forma alternativa a “fantasma”. Su consciencia nublada y errática perturbó ligeramente al corazón del hogar, en otras palabras, el grandioso tocador de las visitas —al que lamentablemente se le han roto dos espejos de tres— que dejó caer unas cuantas esquirlas al piso. El vidrio chocando con la madera resonó con fuerza y se concentró en su cabeza, explotando como pequeñas burbujas de sueños antes de volver a la calma. A pesar de ello, se deshizo de la telaraña entre sus pestañas y, la utilizó para ocultar el hueco de una cuenca ocular arrancada de la cabeza animal expuesta a su lado, en la pared. Por sus hombros resbalaba un pesado cansancio y se desvanecía en su espalda baja como una noche de verano que nunca terminó, pero cuando se irguió aún en camisa de dormir, la cascada de esta sensación abrumante le llegó a los talones y se hizo una fina capa de un color marrón profundo. Pronto se hallaba correctamente vestido, con un pañuelo adornando el cuello, una camisa sobre otra para que el frío no se lo llevara y sus calzas y botas de siempre, no había razón alguna para cambiar su atuendo. Por los corredores colgaban más de aquellos insectos que sólo hacían que el lugar se viera tan viejo, como sus propios dientes amarillos con el tiempo, y que su piel pálida resaltase por tanto contraste con el aura sombría del lugar. Los tragaluces estaban cubiertos por una tela cualquiera para impedir el paso de la luminosidad a la vivienda, pero su ausencia no era motivo de tristeza, las ventanas desnudas bastaban para traer la luz necesaria a tan triste lugar, en donde los tocadiscos ya no podían hacer saltar sus agujas con las melodías en los vinilos. También, las ropas de un futuro bebé estaban esparcidas, como si quien las utilizaba sólo se hubiera desvanecido por un corto período de tiempo. De entre estas prendas emergió un humo, que con poca gracia ascendió, abultándose sobre sí mismo para tomar forma del rechoncho mapache que le hacía compañía. —Karl…— susurra vagamente el ente, llamando la atención de la silueta que, juguetonamente daba vueltas y rasguñaba el techo antes de saltar a su huesudo hombro. Cuando la sutil presencia de la silueta se aferró a él estuvo seguro de seguir avanzando a paso lento, al fin y al cabo, esperar visitar en su remoto hogar era impensable, por lo que contaba con todo el tiempo del mundo. El suave sonido de sus pasos sobre la madera porosa era lo único audible entre un silencio eterno que siempre envolvía al lugar, aunque pronto estos pasos adquirieran suficiente ritmo para despertar al reloj de la sala de estar, no pasaban de ser simples murmullos perfectamente acallados. Lo que más le gustaba de su hogar no eran los lujos materiales, sino, el halo de calma y completo silencio que a cualquiera volvería loco. Sin contar los pequeños incidentes, como el que acababa de ocurrir. Una de aquellas ventanas se había abierto bruscamente, dejando pasar al frío que mata todo a su paso, colándose en su interior, dando vueltas antes de explorar a su alrededor rápidamente. El frío comenzaba a cobrar vida en él, con pequeñas sensaciones como la gelatina hasta sentir pequeños reptiles subir y bajar por su cuerpo. Odiaba al frío por esa razón. Karl se removía inquieto sobre sus hombros, rascando con sus pequeñas zarpas de tonos oscuros para llamar su atención, al parecer el frío tampoco era de su agrado al ver cómo su cola se desdibujaba más y más entre las corrientes que entraban de la pequeña abertura. Hizo una mueca cuando el cabello le abandonó el rostro por una de aquellas corrientes y, aunque Karl se hubiera ido a un lugar calmado para recuperar su forma, se aventuró a cerrar el pedazo de vidrio, a pesar de que le costaría un poco. Los primeros pasos no fueron complicados, pero a medida que se acercaba el viento le golpeaba, entonces, cuando el vidrio se veía cerca, dándole una leve vista del exterior a pesar de que el aire aún golpeaba contra sus cuencas oculares y silbaba en sus oídos. Extendió su brazo y abrió el puño, bloqueando momentáneamente a la ventolera que se le venía encima aun cuando ambos párpados estaban cerrados, con la misma fuerza que iba a emplear para cegar esa fuente de aire antes de ser lanzado para atrás. Un mueble se quejó en seco cuando se estrelló estrepitosamente, el florero vintage de metal se cayó y dejó esparcidos los restos de los laureles que alguna vez estuvieron allí mientras que los cuadros vacíos de todas las formas temblaron en las paredes osando a caer también, de todos modos, era sorprendente que esa ventana se hubiera cerrado por sí misma. Con la mano temblorosa sobó las partes que le punzaban por el golpe, preparándose para erguirse y buscar al pequeño Karl de nuevo, pues debían de hacer lo que les correspondía sobre el papel, después de todo, la soledad no era buena para el escritor que llevaba dentro y su único confidente era el animal de humo. El labio inferior se despegó del superior, dejando escapar el poco aliento que resguardaba su cuerpo, formando una nubecilla blanca que pronto desapareció, acercándose a una de las cuantas ventanas del corredor y luego mezclándose con el aura del sitio. Sus uñas largas por el tiempo rascaron las yemas de los dedos y luego las clavó en los bolsillos del hábito marrón que no lo había abandonado, buscando la calma mientras agujereaba de a poco la tela y, al no conseguir nada, ambos pies cobraron vida, tirando de él por las escaleras de caracol hasta llegar al ático, por consiguiente, su rincón lleno de cuentos sin terminar, papeles apilados y una vieja mesa de roble con una pluma y un tintero viejo. Dudó si seguir a esos impulsos sería lo correcto, en cambio, esa pequeña parte de sí lo alentó a acercarse al mueble, rodearlo a pasos cortos y en círculos cual depredador estudiando a su presa que tardó en darse cuenta de que ya se hallaba sentado en la butaca. Así pues, su mirada curiosa se posó en el tintero y su mano derecha se hizo con él para revisarlo a fondo; la tinta era vieja, a pesar de ello, su textura reafirmaba que aún era útil. Luego se hizo con la pluma, que la dejó reposar sobre la tinta junto a una hoja en blanco esperando a por él. Con paciencia extendió las piernas y tomó un buen respiro que lo mantuvo un rato, notando que a su alrededor las cosas cambiaban, el ambiente llano ahora era acompañado por suaves sonidos de los instrumentos esparcidos por todo el ático, de este modo, su mente comenzaba a divagar en la oscuridad, rescatando las vagas ideas del subconsciente. Realmente amaba escribir, no por el reconocimiento que podría llevarle, su gusto iba más allá, formar una trama, darle vida al personaje y colocarse en sus zapatos era una sensación reservada a aquellos que saben jugar con palabras y a quien lograba comprenderle no sólo a este, sino al autor. A pesar de poder simpatizar con el lector, lo que su musa busca ahora iba más allá de lo conocido para su inquieta imaginación, puesto que no gozaba de la experiencia de haberse enamorado, por consiguiente, no podría escribir a gusto y un escrito sin el aprobado del autor es otro proyecto sin terminar por completo. Pero lo que más le atormentaba era el hecho de no tener a quién pedirle ayuda al respecto, por esos lares juraba que ninguna otra alma se atrevía a pasar, ni su propia actitud era la adecuada de un amante, pero aquella idea era demasiado buena, ¡una obra maestra! Privarse de compartirla en el papel era demasiado egoísta para su gusto. Se aseguró de tener los ojos bien abiertos a pesar de que con la habitación así no parecía serlo. Los viejos objetos flotaban frente a él, ya que era lo único que se mantenía en el piso junto al escritorio y los objetos sobre este. Una jaula para pájaros se había abierto, dejando salir a un montón de lampírides de caleidoscopio, que jugaban a las rondas sobre su cabeza, separándose por instantes, pero en lo pronto se reunía, huyendo de los pedazos del espejo roto y de la tétrica mirada de una dama en pintura. El color de la habitación ya no era de una oscuridad uniforme, sino que había adquirido unas tonalidades verdes y azules, algunos destellos amarillos, de todos modos, un ambiente de fantasía. Aunque todo le parecía ajeno de un principio, un pequeño objeto surcó cerca de él, lo pudo reconocer como la misma palma de su mano, su colección de canicas, jugaba con ellas de pequeño y en esos tiempos gozaba de la gran habilidad para ir consiguiendo más de estas al paso de los años. Antes de cualquier cosa, se hallaban esas esferas de colores que, con mirarlas fijamente parecía verse otro universo desconocido para el hombre, el secreto de la bola del número ocho en el ojo del gato, como el murmullo de un nuevo arroyo. Como si no quisiera que eso acabara, intentó atrapar una luz con su mano, pero se deshizo en esta al intentarlo y, no le quedó más que respirar profundamente de nuevo y dejarse llevar. El caleidoscopio ahora se había tomado su cabeza con sus montones de colores en formas geométricas, llevándole a la mente vagos recuerdos del pasado, su niñez, la verdad tras esas antiquísimas paredes y sentimientos del más allá. No obstante, fue interrumpido por unos chasquidos que eran acallados por los cajones del escritorio, llamando su atención de tal modo que tiraba de la manilla de madera tallada con sumo cuidado, revolviendo entre los objetos que se alzaban contra la gravedad como los otros, excepto uno, una brújula para ser exactos. Bajo la aguja había un dibujo de una caricatura sonriéndole, era un gato negro, de seguro que tendría nombre, pero no lo recordaba en ese instante. La aguja giraba del sentido levógiro en busca del norte y, al dar con este se mantuvo fija, como si insistiera en llevarlo. Pensó en negarse y dejar la brújula en su sitio, pero unas manos enguantadas se posaron sobre sus hombros, haciendo círculos con los dedos que le parecían tan delgados. Por muy cómodo que fuera el tacto, el dueño de ambas palmas ocultaba su identidad con una pomposa apariencia, gran gabardina de un azul medianoche como su sombrero de copa hecho de estrellas fugaces, sin embargo, tras ellos se ocultaba la taciturna mirada de algún ser entre una máscara plateada. El juicio no pudo oponerse cuando aquellas palmas lo empujaron suavemente hasta la puerta, la cual fue abriéndose con un ronco quejido. Una extraña sensación se posó al colocar un pie en el umbral y con el segundo paralelo a este miró sobre su hombro, avistando a las pequeñas canicas volver al sitio en donde estaban guardadas y al polvo caer sobre ellas, así que tomó confianza y atravesó el umbral. Sus sentidos se nublaron y en su pecho se alojó el pavor, más allá de su nariz no había nada o eso quería creer, el arriba se hizo abajo, pero la aguja de su brújula no cambió, por lo tanto, no perdió el camino hacia un balcón que se avistaba a lo lejos. A paso lento se acercó al balcón que brillaba en esa estancia etérea y cuando se halló en él, las estrellas se mostraron, deslumbrándolo al primer momento para cubrirse con la mano. Una llamarada pasó cerca de su palma, no obstante, el frío volvió a él haciendo como si nada hubiera pasado. Poco a poco separó sus dedos para colar su vista entre estos, observando de soslayo pequeños asteroides en fila militar, como un gran anillo gris a su alrededor. Asombrado dejó que su mano descendiera, que sus orbes observasen con detalle el panorama y aguardó a la débil luz zodiacal para que bañara la estancia con su presencia. La brújula no había cambiado, seguía apuntando al mismo sitio, por lo que pensaba que se había descompuesto, pero, al instante en el cual los asteroides abrieron un camino cambió completamente de parecer, ya que Júpiter, el soberano de la suerte se presentaba ante él, con ambos polos pintados con la más exquisita pintura e imaginación. Su boca se desfiguró de asombro, pero pronto formó una línea casi recta a modo de respeto. “Frágil mortal, vuestra musa ha exhalado de tristeza, se recostó en las hierbas de Ceres y buscó consuelo en el escudo de Palas, por lo que sus súplicas llegaron a mis oídos.” Habló una voz en su cabeza. “Fue así como Piscis se compadeció, llamándoos a este encuentro.”Por un momento ignoró a su interlocutor para mirar sobre su hombro, contemplando el eterno rendezvous de Venus y Marte girando uno frente al otro, compartiendo órbita. “Os veo confundido, pero no temáis, las figuras en el cielo se han trazado y los pactos están firmados.” Mercurio y Plutón se detuvieron en Capricornio cuando la voz hizo una pausa, mientras que Urano comenzó a acercarse a la constelación de Escorpio. Los pies se separaron del balcón y Júpiter comenzaba a divisarse muy lejano cuando se percató de que caía en la atmósfera terrestre.
(…)
Débilmente sus párpados se abrieron, no sabía con exactitud el tiempo de su letargo, pero realizar este acto le llevó más tiempo de lo que esperaba. Nuevamente se hallaba sobre la mullida cama en la que despertaba todas las veces después de cualquier suceso, con la misma camisa de dormir y la misma cabeza de ciervo al lado de su lecho. Sacudió la cabeza y se deshizo de las capas de polvo que lo mantenían sepultado en la litera, hurgando en el mismo mueble para vestirse ahora más formal, no tenía una explicación para la corazonada al momento que se miraba al espejo y dejaba esa habitación. En los cuadros de los corredores comenzaba a dibujarse un rostro que no era el suyo, lo supo al mirar uno de reojo, pero cuando quiso sacar uno de la pared, el amigable Karl se coló entre la vieja pintura con una gran sonrisa que nunca había visto. Quiso preguntar el motivo de la repentina alegría de su compinche, sin embargo, este le atravesó fácilmente y luego se fundió entre las ranuras del piso para pasearse por la planta inferior, dejándole confuso. Aún incrédulo de lo que había ocurrido probó sujetar su muñeca izquierda con la mano derecha dado que, no creía posible que hubiera dejado de ser tan material después de una siesta, y de allí concluyó que su temor a hacerse etéreo se estaba volviendo realidad, ya que sus dedos podían atravesar su propia carne. No pudo procesarlo en pocos instantes, pero pasó del tema rápidamente al percibir una sonajera bajo sus pies que, lo llamaba a echar un vistazo. Una vez en la planta inferior oyó pasos desde el recibidor, sonidos en seco que dudaba que fueran el eco de alguno de los suyos, sabía que la entrada formal con la gran puerta estaba bloqueada pero aún quedaban huecos por donde acceder. Sólo esperaba que quien fuera que fuera el extraño que se las había arreglado para colarse al interior no tuviera en posesión el espíritu aventurero y curioso. Desechó toda plegaria cuando una mano emergió de entre un biombo desgarrado que usaba para tapar ese trecho, luego le siguieron una pequeña cabeza cubierta por un sombrero y la pequeña anatomía que la sostenía y, así se preguntaba en su mente una y otra vez “¿No era suficiente para cortarle el paso?”. El extraño luego de recuperar la respiración miraba hacia arriba con asombro el balcón en lo más alto de la escalera de caracol frente al recibidor, medianamente tapada por una cortina raída de color vino, después, sus diminutos orbes se posaron en la pared de los relojes y finalmente a ambos lados, examinando los eternos corredores desordenados, con polvo en el aire y habitaciones abiertas. Se quedó estático, observando a detalle hasta el mínimo movimiento del forastero ahora encantado con el aura del lugar, que había comenzado a explorarlo y revisar los objetos como un niño de cinco años. El aspecto de su visitante era singular a su vista, sus prendas humildes de color marrón dejaban resaltar al hombrecillo que las llevaba, que sus ojos rasgados casi como dos finas pinceladas se entornaran al inspeccionar los objetos de anticuario, dos finos labios soñados por Venus frunciéndose y siendo mordisqueados por una dentadura de perlas y una cabellera descuidada como las plumas de un cuervo se meneaban en su morada. Estaba embelesado, no sólo por ser quizás el primer ser que descubría aquel lugar, era más bien algo pegajoso en su mente, impidiéndole dejar en palabras lo que sucedía en ese instante que se detuvo a admirarle. No supo cuándo subió rápidamente los peldaños hasta el ático, que parecía ser que el tiempo se había detenido, tropezando hasta llegar a la pila de papeles con sus cuentos, vagos escritos que acumulaba sin razones, ya que le había surgido una buena idea, quizás así podría retomar su proyecto con la inspiración que ese extraño pudiera brindarle. Sus pasos alargados se detuvieron en lo alto del balcón, sosteniendo firmemente la torrecilla, aguardando que el joven se acercase para lanzar todos sus proyectos, quizás de este modo los leería, de ahí sería capaz de juzgar. El joven bajo sus pies se mantenía entretenido, siguiendo con la mirada la sinfonía que mantenían los péndulos de reloj, mientras que las agujas de estos estaban estancadas por telas de araña y, aguardó con la mirada entornada a que el joven se distrajera, por lo tanto, buscó un reloj de cadena que le fuera útil, pero sólo halló la brújula con el dibujo del gato en su bolsillo, la cual dejó en la cima de la torre de papeles. Se mantuvo atento del contrario por bastante tiempo, percatándose de más detalles en el otro, como el contenido en los bolsillos de su pantalón, que constaba de envoltorios de dulces y una buena cantidad de estas pequeñas golosinas sin consumir aún, cosa que le parecía tierna; sin ser consciente de ello, poco a poco dejaba ascender las comisuras de sus labios junto a risillas ahogadas. Planeaba apoyarse sin empujar la pila de papeles a su lado, pero esto fue lo primero en suceder. Desde lo alto pudo ver cómo aquellos pedazos de papel tomaban rumbos propios al descender, algunos chocando para dejar caer al pequeño instrumento. El rostro se le deformó de puro terror, pero lo peor vino al volver la vista al joven de sombrero, el cual se había hecho con su brújula y la inspeccionaba minuciosamente, ahora con la ayuda de unas gafas; luego, los nervios le paralizaron los pies al reparar en que el muchacho comenzaba a trazar rumbo hacia él guiándose con la saeta. Aquellos pasos hacían crujir los peldaños, el firme agarre al barandal y las uñas trazando su paso en el mismo eran los sonidos que llegaban. Bajo el flequillo, sus orbes oscuros se encontraron con dos ojos de color olivo que buscaban algo totalmente desconocido, observando insistentemente el artefacto que sostenía con la mano izquierda como si le fuese a responder, pasando a su lado, luego en círculos antes de suspirar frustrado y guardarse el objeto en el bolsillo. El labio inferior le temblaba y por poco no se lanzaba por las escaleras en ese preciso momento. Aquel intruso desechó la idea de seguir buscando y descendió nuevamente a la primera planta, aventurándose a deambular por los pasillos completamente desordenados. En ese tuvo que ir esquivo con estantes rotos cortando el paso, sábanas plagadas de agujeros hechos por polillas cubriendo los umbrales a cada habitación y pedazos de cristal esparcidos como dientes de pirañas, desdichadamente sin hallar algún objeto de su interés antes de devolverse sobre sus pasos. Ya de vuelta la sala principal, en donde se extendía un mar de papel, el forastero tomó una hoja, la dobló cuidadosamente y buscó el hueco por donde había ingresado, yendo en el sentido contrario, dejando la espeluznante mansión atrás, no obstante, cuando se hallaba al otro extremo de la verja, la curiosidad le hizo sacar la brújula. Por su semblante se imaginó que el norte aún apuntaba a su hogar. De todos modos, dio la espalda y fue desdibujándose entre la niebla, dejándolo con bastantes dudas de su repentina visita. No supo decir con exactitud cuánto tuvo que esperar para que la misma persona, con el mismo atuendo hiciera presencia en tal desaliñada vivienda a punto de caerse, llevándose una por una las hojas para leerlas en el jardín, lanzando pétalos al charco, de lado de una lápida ahora ilegible. Pecaba de mentiroso si llegaba a declarar que había visto semejantes expresiones en otros, pero aquel rostro cada vez le fascinaban más, la intriga en el transcurso de la lectura y ligeros gestos como acomodarse en su sitio o morderse el labio capturaban su atención tras unos cuantos mechones. Tiempo después la presencia del hombrecillo se le hacía hasta agradable, el hecho que la curiosidad del varón le alentara a investigar en las interminables habitaciones ya era una costumbre que, difícilmente visualizaba su vida sin esos pequeños repiqueteos de las uñas sobre los muebles, los suspiros decepcionados al volver accidentalmente al mismo sitio y la mera sensación de compartir espacio. Incluso estando embobado por su nuevo visitante se hizo consciente de que el tiempo seguía pasando, a pesar de que todos los días se veían como una copia del anterior, tuvo que darle cuerda a un reloj de supuestos cuatrocientos días que marcaría el paso del tiempo por otro año, cosa que sólo ocurría simultáneamente en esa ocasión en la que cumplía otro año de vejez. Luego supo que, con su extraño visitante el tiempo se volvía ligero y pasaba en un abrir y cerrar de ojos, el abdomen le hormigueaba en su presencia y, cada misterio que guardaban las muchas páginas esparcidas era resuelto con una sencillez del que cose y canta. Claramente estaba sorprendido por el talento del hombre al momento de unir piezas. Asimismo, el interior de la mansión poco a poco sufría leves cambios, el polvo ya no adornaba todo el amueblado, ahora sólo quedaban pequeñas marcas entre los surcos, en el ático ya no hacía frío y las camas de las muchas habitaciones ya no estaban deshechas, otra cosa de la que el extraño sería el responsable. Se sentía flojo en aquellos ratos en que la pacífica aura del extraño no se hallaba en ese lugar como si llegara a hacer falta para que el equilibrio se mantuviera. Fue así como le permitió, en su poca confianza, el acceso al ático, lugar que le fascinó al extraño, mirando todo de reojo y en donde a su vez, podían oírse sus pensamientos con una voz juguetona, no sabía que su mente era tan entretenida de oír hasta que por fin tuvo aquel privilegio. A pesar de esto, no cabía en su mente que su subconsciente le jugase una mala pasada, aunque no cualquiera, estaba revelando en esa singular habitación en donde se oyen los más profundo pensamientos el sentir que hace poco germinaba en su alma con tan sólo ver a su visitante; cuando su mente guardó silencio no oyó otra respuesta más que el eco la fecha de aquel día, en donde se había confesado sin reflexionar sobre ello, el catorce de febrero. Inevitablemente su curioso huésped había cambiado luego de su visita al ático, pues ahora se dedicaba a examinar hasta la última palabra que había escrito, fue entonces que quiso saber, no lo que pensaba al respecto, sino el cómo podría resolver un misterio, quería ponerlo a prueba y saber qué debía mejorar. Así, se acercó lentamente, prestando atención a la postura en la que se hallaba sentado en un sitial apartado, mezclando entre el movimiento apacible de las pupilas pasar entre las palabras y los gestos que imitaba su sombra y, cuando se hallaba lo suficientemente cerca, su dedo índice trazó un círculo en la frente del hombre antes de introducirse en su mente con el resto de su mano. Fue un respiro lo que bastó, lo profundo que era su pensamiento le dejó embobado que, al retirar su mano, comprendió que era tanta la intriga que su lector era ahora parte de la historia. Sus ojos ahora habían adquirido un tono grisáceo y sus brazos habían perdido fuerza, por consiguiente, tuvo que sostenerlos mientras buscaba otras hojas de la historia, pues lo mínimo que podía hacer era darle acceso a más de su pobre creación. Una sonrisa cómplice se dibujó en su rostro a medida que pasaban las páginas, dándose el gusto de acariciar aquellos cabellos como las más suaves hebras, dejando que el empalagoso sentimiento accediese a él, no sabía hasta ese momento que era amor de lo que padecía cada vez que miraba a ese individuo. No obstante, fue repentino el despertar, pero fue tomado por sorpresa al verse con que aquel hombre al que tomaba por ignorante, con tan facilidad ya había resuelto uno de los cuantos misterios que tanto tiempo le habían tomado construir; lo mismo sucedió con las siguientes lecturas, hasta acabar cada una con el mismo resultado, se prometió mejorar, pero cuando esto sucedió la presencia de su invitado ya no se hallaba en la sala como todas sus obras. En el primer instante se sintió derrotado como para no tomarle importancia, en cambio, el tiempo le hizo saber que obraba mal en hacerlo, pues ya le había dado cuerda cinco veces al reloj que paraba todos los años y no tenía noticias de su hábil lector y detective. La melancolía volvía a cobrar vida en esa mansión que, con el extravío del convidado a la lectura, volvía a envejecer y a corroer tan sólido sentir al contrario. Su presencia ahora estaba recluida en el pequeño ático, intentando capturar el carácter de su huésped, mas, las palabras quedaban estancadas en la pluma que sostenía su mano, aún inerte que le molestaba el hecho de no ser capaz de trazar letra alguna. De este modo, levantó la vista en modo de súplica y, ante él la máscara de platino apareció, estancando su mirada para descifrar de lo que requería; luego, el sombrero hecho de estrellas fugaces apareció a su lado, por lo que prácticamente se abalanzó sobre este, hundiendo la mano en un vacío inexplicable, tanteando con desesperación hasta extraer una brújula similar a la que había perdido, sin embargo, en el cuello del gato reposaba una franja blanca. Reflexionó un poco sobre aquel objeto, pensando de qué podría servirle si la saeta no marcaba el norte, pero de todas formas se retiró de la habitación, extrayendo de las más finas telas con las que vestirse para salir. Quizás encontraría al dueño de aquel caos en su mente. Cabe mencionar que nunca había puesto un pie fuera de la barrera que rodeaba la residencia, pues allí estaba seguro a pesar de la soledad, aunque tuvo que ir solo, pues Karl se negaba a dejar abruptamente el hogar en búsqueda del extraño, de todos modos, respetó su decisión y partió solo entre la niebla por un tiempo indefinido. Sus pasos eran inaudibles pero su mera presencia pesaba, eso lo tenía muy en claro cuando llegó a una ciudad vistosa cerca del mar, en donde ya caía una fina llovizna; las olas de gente llenaban las calles y carteleras con corazones llenaban el ambiente junto a parejas de enamorados, en cambio, se encontraba caminando a paso flojo, con la brújula en mano por si algo llegaba a pasar. A pesar de que no sabía desde cuando llevaba vagando, sentía cada vez más cerca la presencia de aquel curioso extraño, del que requería su presencia sin razón aparente Una corazonada la hizo ingresar a un edificio de color carmín, sin duda anticuado para mucha gente a la que había visto pasar frente a su fachada con total indiferencia, pero allí se hallaba, ingresando sin una nimia cantidad de duda en sus movimientos. Al interior del edificio se percató de muchas cosas que juraría haber visto en otra parte, como una chimenea tan estrecha y llena de hollín, un retrato de un cuervo y varios libros de todos los temas que se le podían venir a la mente. A fin de acallar sus dudas se escabulló en las habitaciones, revolviendo el amueblado como si fuera propiedad suya, hallando cuadernillos de llamativos títulos, primero pensaba que eran libros, luego, cambió de opinión al no hallar el nombre del autor, siendo que las páginas de sus obras se hallaban en el interior de estas agendas. Pronto ahogó un grito. No era por otra cosa más que su brújula perdida, idéntica a la que tenía, ahora maltratada y con su saeta fuera del vidrio. El corazón le saltó cuando alcanzó a oír unos pasos no muy lejos de él y, cerró todos los sitios en donde había hurgado antes de ocultarse tras un estante giratorio, mirando por el rabillo del ojo si algo llegaba a aproximarse demasiado. Quiso lanzarse encima de la silueta tan conocida para él cuando sus orbes apagados la captaron, no obstante, los pies le pesaban y sólo podía admirar las facciones del hombre desde su obscuro escondite; la ropa del individuo estaba húmeda, su color había adoptado un tono más oscuro a diferencia de aquella cabellera de cuervo que brillaba con la poca luz de entre persianas. La silueta dejó su sombrero en un perchero y se hundió en un sitial, cerrando ambos ojos a la par que la llovizna cobraba fuerza al exterior de la residencia. Si fuera cosa de adorar las únicas facciones que portaba el humano en palabras, en sus manos tendría una novela dedicada a esa persona sentada, aunque se sentía incapaz, con las manos amarradas y los pies congelados. “Cuánto amo la lluvia.” Susurró el hombre, dejándose llevar por el sonido de la lluvia mientras que su rostro adoptaba una calma singular, logrando que las yemas de los dedos le hormigueasen con cada segundo admirando al otro y que en su mente revolotearan preguntas sin sentido, de cuánto tiempo habría pasado. No supo cuándo contrarrestó las fuerzas que le impedían acercarse ni tampoco el instante en el que se hallaba acercando su mano a aquel rostro, en cambio, su acompañante parecía saberlo y le frenó con un “no” que le dejó aturdido, incapacitándole el interpretar al primer instante, poco después, se alejó aún titubeante. El otro se quejó, como si un mal recuerdo lo persiguiera y se reclinó en el asiento, por consiguiente, se acercó cual imán y recibió otra negación. Sin siquiera saberlo, el pecho le punzaba. Nuevamente se retiró, pero ahora buscando las agendas, sentía que la falta del autor no correspondía, por lo que con una especie de pluma prismática y con la tinta entubada escribió su nombre cuidadosamente bajo los títulos, sólo así se sintió conforme. Sin pensarlo dos veces se encontraba al lado del varón, volcando su preocupación en cada movimiento y, nuevamente fue negado. A la tercera vez se preguntó a sí mismo, “¿Qué habré hecho mal?”, esperando una respuesta de alguien o de la misma Venus si era necesario, mas, su pregunta quedó inconclusa en su mente. Mientras le daba vueltas al asunto, aquel varón ya no se hallaba en el asiento, sino contestando un aparato que parecía llamarse teléfono con un total desconocido al otro lado de la línea, por lo tanto, quiso poner atención pero no lograba oírle, entonces, prestó atención al movimiento de sus labios que formaban palabras como “cielo”, “querido” y “amor” haciéndole sentir que ya no pertenecía a su lado, sensación que cada vez era más obvia al punto de darle la necesidad de llorar sin razón. Se sentía vacío, pensando que tuvo a aquel ser al que llegó a apreciar tan cerca y tan lejos a la vez. Cuando el sentimiento era insoportable abandonó rápidamente el lugar de modo que su llanto no sería visto, con la lluvia traspasando su ser en una apagada caminata guiada por la brújula, su llanto silencioso marcó su camino hasta aquella residencia en la que siempre terminaba. Ahora las paredes llenas de moho presentaban pequeñas grietas casi imperceptibles entre la espesa neblina e inicios de una tormenta de granizos. Cruzó el jardín y no se molestó en cerrar la puerta tras de sí, ignoró a Karl que daba vueltas alegres por su regreso y se dirigió sin cuestionar el por qué al tocador, observando en el único espejo los rastros de su reflejo; las cuencas oculares le ardían y por su nariz bajaba un rastro acuoso, ambas mejillas habían adquirido un tono rojizo y estaba temblando, no sabía si era por el frío y la lluvia o era de la tristeza que lo consumía. El pecho subía y bajaba erráticamente y dejó que las lágrimas llegaran al piso mientras estaba apoyado en el mueble, de tal modo que podía ver la pared de los relojes que por una razón desconocida estaban rotos, el polvo ya no era gris sino amarillo, casi un polvillo dorado que se levantaba por todo el lugar que le impedía alzar la mirada más de la cuenta. De todos modos hizo en esfuerzo de levantar la mirada hacia la cortina que ocultaba la gran escalera, siendo invadido por los recuerdos de aquella persona que le había negado no una, sino tres veces, haciéndolo quebrarse y caer, únicamente sostenido por ambas rodillas y sus palmas temblorosas que pronto le fallaron. Pudo sentir el aleteo de un cuervo alrededor suyo entre el llanto descontrolado que liberaban sus ojos ya irritados seguido de unos graznidos que, al prestarles suficiente atención sonaban como “Nunca más”. Apenas recuperó la compostura, fue renqueando hacia su habitación, pisando cada tablón con cuidado. Sin darse la molestia de quitarse su atuendo se tendió sobre las sábanas carcomidas sin quitar la vista del techo, intentando quitarse el olor de aquella persona, cada expresión que realizaba en sus lecturas y el tono tranquilo y apaciguante de su voz. A pesar de todos sus esfuerzos, no lograba sacarse el vacío que ahora se alojaba en su pecho. Los graznidos continuaron y, no fue hasta que decidió cerrar los ojos para olvidar que la mansión crujió de arriba abajo, los muebles se sacudieron y las plantas finalmente cayeron al profundo abismo. Así fue como las grietas se ensancharon y todo se fue abajo, borrando el rastro del lúgubre dueño de casa y de sus memorias.
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