#Boca Barranca
Explore tagged Tumblr posts
Text
De las bondades del Domingo/ Mar de historias
Retoños/Cristina Pacheco.
Sara: –Perdónenme, doctora Linares, llegué tarde porque tuve un problema con Narciso y discutimos muy fuerte. No pude controlarme y lo amenacé con abandonar la casa y no volver. No sé cómo se me ocurrió eso. Antes, a cada rato, por cualquier cosita que le disgustaba él me salía con lo mismo y yo, la tonta de Sara, le suplicaba que por favor no se fuera.
Dra. Linares: –Y él, ¿cómo reaccionaba?
Sara: –Repitiéndomelo y repitiéndomelo hasta el cansancio. Una vez, me acuerdo, se metió en su cuarto y se puso a guardar sus cosas en una maleta porque según él se iba en ese momento. Aunque me dé vergüenza, tengo que confesarle que me le hinqué para suplicarle que lo pensara bien, que no en todas partes iba a tener las ventajas que le daba en la casa: comida humilde, ropa y cama limpias, y un dinerito para sus gastos.
Dra. Linares: –¿Él nunca intentó cubrirlos por su cuenta?
Sara: –A veces, cuando encontraba algún trabajo. Entonces me prometía las perlas de la Virgen para cuando le mejoraran el puesto. Los domingos, mientras le hacía el desayuno, él se sentaba muy formal a ver la sección de casas en venta del aviso oportuno y me iba preguntando si me gustaría un departamento de tres recámaras, dos para nosotros y una para montar su estudio; o una más grandecita, por si se me antojaba reinstalar mi taller de costura. (Se frota el pecho.) No sé qué me sucede: tengo la boca seca, como de papel, ¿podría regalarme un vaso de agua?
II
A su regreso, la doctora Linares encuentra a Sara frente a la ventana, mirando arrobada la calle:
Dra. Linares: –Sara, ¿en qué piensa?
Sara: --Veía a la gente que pasa y pensé si todas tendrán el mismo problema que yo.
Dra. Linares: –Si no los mismos, otros. Por cierto, ¿qué edad tiene Narciso?
Sara: –En diciembre cumplirá 40 años. Quiere celebrarlos en la Barranca del Cobre porque sus amigos le han dicho que es una maravilla. La discusión de esta mañana fue precisamente porque yo, con el sueldo que gano en la fábrica, por el momento no puedo hacer ese gasto. Él me dijo que sí podía hacerlo con lo que iba a recibir de aguinaldo. Ni me han dicho si me lo van a dar.
Dra. Linares: –A ver si he entendido bien, ¿su hijo tiene 40 años y depende completamente de usted?
Sara: –No cuando le sale algún trabajo, pero dura poco en todos porque le molesta el trato que le dan, porque los jefes no lo toman en cuenta o simplemente porque no le conviene el horario tan temprano.
Dra. Linares: –Si usted no le solucionara sus problemas, ¿Narciso sería tan exigente?
Sara: –No. Mi esposo Artemio me lo advirtió mil veces, pero no le hice caso y me arrepiento.
Dra. Linares: –Y ahora que ve la situación, su marido ¿qué opina?
Sara: –Nada. Ya no vive con nosotros: se hartó del hijo. Se fue a trabajar a León, donde su hermano Élfego es encargado de una talabartería. Me pidió que me fuera con él, pero Narciso se volvió loco porque iba a dejarlo solo y no me atreví a irme.
Dra. Linares: –¿Por qué?
Sara: –Porque una madre está obligada con sus hijos.
Dra. Linares: –¿No cree que hay límites? Comprendo que una mamá quiera proteger a sus hijos, pero hasta cierta edad.
Sara: –Es que usted no conoce a Narciso. Es muy sensible, no soporta que me aparte de él. Cuando me salgo a trabajar a cada rato me llama para saber a qué horas regreso. Ahorita, por ejemplo, vine de escapada. Si sabe que estoy aquí, planteando nuestros problemas, creo que se muere del coraje o del temor de que yo esté tramando algo en contra de él.
Dra. Linares: –Por ejemplo ¿qué?
Sara: –Pues que esté preparando mi huida de la casa o la forma de echarlo.
Dra. Linares: –¿Lo haría usted?
Sara: –La verdad, más de una vez he tenido ganas de hacerlo, de sentirme libre.
Dra. Linares: –En tal caso, ¿qué haría?
Sara: –Irme con mi marido si es que él aún me acepta.
Dra. Linares: –¿Por qué lo duda?
Sara: –Porque hace ocho años que vivimos separados para que yo pudiera consagrarme a Narciso.
Dra. Linares: –¿Le gusta vivir así?
Sara: –La verdad, no. Por eso vine: necesito salir de esto que veo como una trampa, una cárcel, una prisión al fin.
Dra. Linares: –Agradezco su sinceridad y su confianza, pero creo que en el caso concreto que me ha planteado la única que puede hacer algo es usted.
Sara: –Dígame qué y lo hago.
Dra. Linares: –Enfrentar la realidad, reconocer que Narciso ya no es un niño y que por su propio bien debe independizarse.
Sara: –¿Independizarse? O sea, irse de la casa, sostenerse por sí mismo, buscar una compañera. Las novias no le duran, por su carácter tan posesivo.
Dra. Linares: –Puede cambiarlo. Si lo hace le aseguro que él mismo se sentirá mejor, más fuerte, más seguro, más dueño de sí mismo.
Sara: –¿Y cómo sé que va a conseguirlo?
Dra. Linares: –Teniendo confianza en él.
Sara: –Le aseguro que sí tengo, pero no sé cómo expresársela sin que Narciso piense que estoy tratando de deshacerme de él.
Dra. Linares: –¿Puedo preguntarle si alguna vez se ha puesto a pensar que usted también necesita vivir su vida?
Sara: –Le temo a la soledad. ¿Tocaron?
Dra. Linares: –Voy a ver. (Abre la puerta con sigilo.) Señor, ¿en qué puedo servirlo?
Narciso: –Busco a mi mamá, la señora Sara Buenrostro. (Pierde el gesto adusto en cuanto ve aparecer a su madre.) Mami linda, hace rato vi que entrabas aquí. Vine a buscarte para que no regresaras solita.
Sara: –Hijo, espérame, nada más recojo mis cosas y nos vamos. (Regresa al consultorio y la doctora va tras ella.)
Dra. Linares: –En medio de todo su hijo es amable con usted.
Sara: –Pero no por lo que usted cree, sino porque temió que cumpliera mi amenaza de no volver a la casa y porque mañana nos toca pagar la renta. Si no la cubro yo, ¿quién más va a hacerlo?
Narciso: –Mami, apúrale. Tu pobre hijito ya tiene ganas de cenar.
8 notes
·
View notes
Text
Había sido hombre de poderes y misterios, era cosa de no creer. Su mirada abría o cerraba heridas y despertaba o desmayaba bichos y cristianos. En un clavar de ojos dejaba bobos al potro más bravío y al toro más toro.
Ventura, el vaquero andante de Minas Gerais, pasaba como viento. Tenía muchos rumbos y muchas mujeres y casa ninguna.
Se le conoció un solo amigo, que los dos fueron tientos del mismo lazo.
Deambulaban por el secarral. Llevaban varios días sin probar bocado. Defendiendo alguna causa perdida, se habían quedado sin caballo y sin rumbo. Nada para comer: lagartijas, espinas, arbustos sin fruto ni sombra. Ventura tenía costumbre, pero su amigo no daba más. Y cuando el amigo se tendió a morir en aquellas soledades, Ventura se hizo tigre para salvarlo del hambre. Antes de entigrarse, entregó al amigo una hoja azul, con puntas de estrella, que no era hoja de árbol conocido, y le dijo:
—Cuando vuelva, me pondrás esta hoja sobre la lengua.
Y le dijo que no había otra manera de desentigrarse.
Se fue lejos, pasó la noche cazando.
Regresó al alba, con la primera luz blanca, cargando un venado sobre el lomo. Cuando el amigo lo vio venir, cuando vio venir al tigre aquel con las fauces abiertas, huyó despavorido. El tigre lo miró correr. No lo persiguió.
Por donde él andaba, nada vivo quedaba. Partía las piedras, demolía los montes, desplomaba las barrancas. Echado entre los altos pastos, el tigre alzaba la cabeza y olía el viento y rugía su rabia triste; y nadie dormía.
Fue largo el acoso. Un ejército de buitres, que le seguía las huellas, delataba su paso al ejército de hombres que se lanzó tras él.
Y el cerco se fue cerrando, sudor de caballada, estrépito de avíos de guerra, trueno de voces y ladridos, hasta que una noche de luna el tigre pegó su último salto, en el aire alto, y bramó y cayó. Y ya estaba muerto de mucho balazo cuando el amigo de Ventura le hundió el caño del fusil en la boca y apretó el gatillo.
Muy lejos de allí, Ventura despertó. Despertó todo sucio de sangre seca y atormentado de dolores desde el sombrero hasta los pies.
Hasta respirar dolía. Caminar fue muy difícil, enorme sombra tambaleante, y recordar fue muy difícil. ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién? Luna alta, mala luna. Había caído la noche, dentro de él había caído la noche, y la noche ya no era la hora del amor ni de la guerra. Sus ojos habían perdido el habla, y sólo tenía oídos para las goteras de la muerte. Puta vida, vida sin fuego. ¿Sobreviviendo? Sobremuriendo. Quiera Dios soplar esta ceniza.
Blanco de polvo, negro de mugre, rojo de sangre, viene Ventura por el callejón. Pesado de dolores, arrastra los pies. Mal cargan las piernas este demolido cuerpo de gigante. Ventura atraviesa el mercado, sordo al clamor de las vivanderas, y pestañeando vislumbra, allá, al fin de todo, la cantina. La cal de la cantina brilla al pie de la cresta de dragón de los cerros, y más acá brillan de sudor los caballos atados a los palenques.
Bajo el portal, un ciego canta las noticias. La boca del ciego canta lo que han visto sus oídos, mientras una alcancía de lata va marcando el compás. El ciego canta las coplas del tigre del horror, maldición de estos campos, que ha muerto matando y que muchas muertes debía.
Con mano tembleque, Ventura alza el ala rota del sombrero, se limpia el sudor que le nubla la mirada y ve: ve la piel del tigre, colgada de un alambre, secándose al sol. Es imposible contar los agujeros. Poca comida han dejado las balas a las polillas.
Y entra en la cantina.
El amigo lo ve venir, ve venir esta piltrafa, y el vaso de caña le resbala de los dedos y se estrella contra el piso.
Todos callan, calla todo.
Historia del vaquero que fue tigre, Eduardo Galeano
11 notes
·
View notes
Text
BUSCANDO A SU EMINENCIA ZHAN EN MONFRAGANTE
Temprano viajo a un renombrado monte; monte lejano en el azul perdido. Leguas se extiende su arrumada bruma; cuando por fin lo alcanzo el sol tramonta. Boca del valle, oigo una campana; raya del bosque, siento olor de incienso. Fusta en la mano busco al viejo amigo; suelto la silla y me detengo un rato. Portal de piedra ataja la barranca; paso entre cañas tuerce en la espesura. Compañero en la Ley, se alegra al verme; en puro departir nos dan las claras. El retiro anhelé toda mi vida; día a día indagué lo trasmundano. Rústico viejo sale al campo al alba; monje serrano vuelve al claustro tarde. Fuente en los pinos dobla puros ecos; musgo en los tajos mueve viejo intento. Quisiera consagrarme a esta montaña; toda mi suerte abandonando junta.
Meng Haoran
di-versión©ochoislas
*
尋香山湛上人
朝遊訪名山 山遠在空翠 氛氳亘百里 日入行始至 谷口聞鐘聲 林端識香氣 杖策尋故人 解鞍暫停騎 石門殊壑險 篁徑轉森邃 法侶欣相逢 清談曉不寐 平生慕真隱 累日探靈異 野老朝入田 山僧暮歸寺 松泉多清響 苔壁饒古意 願言投此山 身世兩相棄
孟浩然
#Meng Haoran#literatura china#poesía de Tang#letrado#ascensión#encuentro#apartamiento#retiro#aspiración#di-versiones©ochoislas#孟浩然
0 notes
Text
Boca Barranca, Costa Rica
1 note
·
View note
Text
El Parque Colón : el río y la modernidad porteña
Marcelo Hidalgo Sola propone un recorrido en moto por el Parque Colón, lugar en donde estuvo situada la antigua Aduana Taylor. Un espacio tranquilo en el que se puede disfrutar hoy del aire que acerca el río y contemplar la ciudad desde una óptica diferente.
Uno de los Parques más solitarios de Buenos Aires es el Parque Colón. Un gran espacio abierto cercano a las barrancas del Río de la Plata que funciona como punto privilegiado para observar la Casa Rosada y el río desde un ángulo nuevo bastante lejos de la típica foto de postal que muestra a la Casa Rosada en primer plano cuando es vista desde la Plaza de Mayo.
Por donde circulamos con la moto hoy , podemos apreciar la vista de la Casa Rosada desde uno de sus flancos laterales . Allí también es el lugar donde se marca en el suelo un gran semicírculo que delinea los contornos del comienzo del Parque Colón . Esta forma particular fue así diseñada para cubrir lo que fueran los cimientos de la Aduana Nueva o Taylor, una construcción de mediados del siglo XIX. Un edificio que presentaba una boca semicircular que durante décadas fue parte de la fisonomía costera de la Buenos Aires antigua, y cuya construcción fue realizada sobre terrenos ganados al Río , a escasa distancia de la Casa de Gobierno.
El predio sobre el cual fue diseñado el Parque Colón fue ganado al Río de la Plata en la década de 1850. La razón del relleno de tierras se debió a que en aquellos días Buenos Aires necesitaba construir un nuevo edificio de Aduanas . Edward Taylor, el británico a quien se le encomendó el flamante proyecto, creyó conveniente el relleno de los terrenos de la zona costera del Río de la Plata para construir la nueva aduana, con un diseño -explica Marcelo Hidalgo Sola- de planta circular y con el contorno redondeado orientado hacia al este,de cara al río.
Buenos Aires, una ciudad imposible para el comercio de alta mar
Desde siempre, Buenos Aires se hizo famosa por carecer de una zona costera adecuada para permitir el fondeo de barcos de gran calado. Extensos bancos de arena y áreas poco profundas hacen imposible la llegada a las costas , por ello las embarcaciones debían anclar muy adentro del río. Para llegar a las costas, los barcos eran provistos de un servicio de botes que transportaba a los pasajeros o a las cargas hasta unas plataformas o muelles en los que eran subidos a carros tirados por caballos. Por ello, esto indica que hazaña tan grande constituía traer de Europa costosas vajillas o mercaderías ya que en más de una oportunidad el destino final de ellas era el fondo del río.
Las circunstancias poco propicias del puerto de Buenos Aires para el comercio hicieron que desde la mitad del siglo XIX se analizaran varios proyectos para levantar un nuevo puerto . Hecho que pudo concretarse de la mano del Ingeniero Eduardo Madero luego de largo tiempo de contemplar diferentes propuestas . La construcción del nuevo puerto fue aprobada en el año 1882, y entre 1887 y 1898 se llevó a cabo la ejecución de la obra , caracterizada por el particular diseño de una estructura con dársenas que son similares a las que posee el puerto de Liverpool, Inglaterra.
Para la construcción del nuevo puerto se llevaron adelante obras de relleno de los terrenos, hecho que produjo un alejamiento de los márgenes de la costa en relación al eje de la Av Leandro Alem (ex Paseo de Julio) . Por este motivo, la antigua aduana quedó ubicada lejos de la nueva construcción portuaria y por ello obsoleta por lo que debió ser demolida. Este espacio liberado fue motivo de debate en relación a su aprovechamiento y se decidió que fuera parquizado encomendándole la tarea al paisajista y botánico francés Carlos Thays.
El espacio que fuera embellecido siguiendo un estilo de corte francés, fue inaugurado el 9 de octubre de 1904 bajo el nombre de Parque Colón. El centro visual del lugar fue durante largo tiempo una fuente que luego fuera removida llamada Fuente Monumental, una pieza de catálogo de la distinguida casa Val D’Osne , traída especialmente de Francia para dar categoría al parque.
Un espacio para homenajear a Cristóbal Colón
Al momento de la conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910, fue donada a la ciudad por la comunidad italiana un monumento en homenaje a Cristóbal Colón. Por este motivo la gran Fuente Monumental fue removida por las autoridades municipales para emplazar la silueta de Colón. Hoy se pueden ver algunas de las piezas que pertenecieron a la gran fuente, engalanando distintos rincones de Buenos Aires. ]El Monumento a Colón tardó largos años en ser inaugurado, hecho que tuvo lugar recién en junio de 1921 . Desde entonces, el monumento de 6 metros de altura y 40 toneladas, puede visitarse para admirar su particular estructura que descansa sobre una columna de un solo bloque, cuyo peso ronda en alrededor de las 35 toneladas.
El Parque Colón lleva también algunas de las marcas difíciles y dramáticas de la historia argentina. Ello ocurrió durante los sucesos del 16 de junio de 1955 cuando los aviones de la Armada argentina bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo con el objetivo de asesinar al presidente Juan Domingo Perón . La gran balacera impactó de lleno sobre el monumento, dejando huellas visibles sobre su superficie y también en la memoria de la historia . Un hecho trágico en el que 65 civiles perdieron la vida en el mismo lugar del predio del Parque Colón, cuando el colectivo en que viajaban quedó en medio del fuego de la balacera cuando circulaba por el lugar.
Originally published at on https://viajeenmoto.com.ar March 29, 2023.
0 notes
Text
Crying whale calf rescued by surfing heroes in 6-hour salvage method - USAPhilomaths
Saving an animal doesn’t change the world, but it does change the animal’s world. True to this beautiful message, a group of brave Costa Rican surfers once showed courage and rescued a baby whale. Interestingly, the group managed the rescue effort without the help of cadets or other local authorities. In 2016, Costa Rican surfer Mauricio Camareno and his friends took a surf trip to Boca Barranca…
View On WordPress
0 notes
Text
Now I cannot presume to know what you are thinking at this moment. The weekend might peer into your tired noggin like a curious Italian man on a bike when Lisa and I cruise by. If, instead, a question surfaces about why I haven’t written more frequently it’s because–aspetta, wait. A picture says a thousand words, does it not? So a blog with pictures must say even more. Therefore–especially if you’re thinking what I think you’re thinking–I’ll step back and let the blog do its work. And then you’ll understand why I am saddled with the very best of predicaments: doing way too f*cking much to blog.
1. A Bologna Day
The first two weeks or so in July found me channeling a hermit crab–in a very hot shell, with an espresso machine nearby. Perfect conditions for a warm weather loving, aspiring author with gallons of time, an article to finish and a book to perfect. Many of you know it’s been a multi-year endeavor, this comic fantasy mystery of mine.
Having snatched the opportunity of free time in Italia, I decided to use July wisely and wrap up the novel like a happy mummy, primed for the afterlife. I’ve even spotted a publisher through the keyhole in the pyramid and I’ll ship the whole endeavor off on a pyre of hope come fall.
So, I dove headlong into the deep pool of editing, formatting, publishing research, cover letter writing and so forth. And then I needed a mini-vacation–both from the book itself and even from the lovely castle. I bought a 4.75 euro ticket and headed to Bologna to see about becoming happily lost in the lively, student-lined streets and well-preserved medieval center.
I also visited the covered walkway and steps (portico) to hilltop Santuario di Madonna di San Luca. I read there are 666 steps, but hell, what kind of devil wants to count them? From the official start of the portico walk in Piazza Saragozza, it’s about 3.7 km (2.3 miles) one way. But of course–to pre-compensate for the giant gelato devoured afterwards–I walked from the train station to the church and later, back (about 20 km total or 12 miles), not including getting lost…
At the Santuario, my stomach reminded me lunch was overdue like a library book. The day–of course–was toasty, and a shady pause wouldn’t hurt. I spied an excellent pit stop with an enviable view and sat down to rest, re-hydrate and stuff my face before heading down the way I came.
Walking in the city…
Still on the flats, heading towards where the stairs start up…
Turning the corner at Bonaccorsi Arch in Piazza Saragozza.
Only about 3.7 km (2.3 miles to go).
Reaching Santuario di Madonna di San Luca.
Lunch spot!
Back in the city again…
Churches. Neat.
Castles. Neater.
In the evening, I met up with Matteo (a Tinder find, hehe) and his friend Thomas we made short work of three bottles of sparkling, crisp local pignoletto wine.
We followed it up with piadine and a bottle of dry, sparkling red Lambrusco. And then I personally polished the night off by getting buzzed enough to almost-not-quite miss the last train back to Faenza at midnight. I’m a 33-year-old 20-year-old; what else can I say? 🙂
2. Notte Rosa (Pink Night), Rimini, Italia
On the train to Bologna, I met a friendly dude named James, from Nigeria. He got excited to hear me speaking English on the phone (probably an excuse to say hi) and asked for my number. Since I’m free as the breeze I so desperately wished would stir in that sweaty, stuffy train, why not? Less than a week later, he sent a message to say he was heading to Notte Rosa on the coast and would I want to come? I–the 20-year-old-33-year-old dancing machine–was basically already on scene.
I boarded the 2300 train from Faenza on a Friday night and arrived in Rimini’s warm air before midnight. With a sea of other youths (ewe-ths) sporting pink apparel, I met up with James and we headed towards the beach. Fireworks exploded merrily overhead; street vendors hawking pink wigs, pink leis, pink hats and pink scarves waved their wares from all directions. Closer to the crowded venue, dance music resonated from every corner, like a thumping, aural compass rose (compass rosa?).
Following the (pink) river of humans, we soon found the main stage, its metal spine parked over the sand like a neon snail, next to a phosphorescent gyrating ferris wheel. And then the music started up: it was a beat that rattled the bones and left no choice but to move to it.
For the next four hours (until the first train in the morning back to Faenza, around 4 a.m.) we and hundreds of our closest friends grooved to the rambunctious beats of DJs from venues in Miami, Italia and the (electronically) infamous Belgian Tomorrowland. I didn’t have any fun at all, as you can tell:
After the music stopped we shuffled out with everyone, queued up in front of the crescione stands and stuffed our faces with everyone and ran to the train (which was late) with everyone. As the sun oozed over the horizon like a freshly cracked egg, we made our way back on the train with everyone, too.
3. Beach Weekend, Part One (Part two, this weekend with Lisa)
What to do with a bike, a free weekend and a tent? Ride to Boca Barranca in Marina Romea of course!
First I hit the reset button from Pink Night and slept in until noon-thirty. Then I chucked swimsuit, sunscreen, sleeping pad, pillow, sheet, towel, flip-flops, bug spray, camera and a couple of dresses in panniers and took off in the sweltering heat. Except for a section of dirt, the asphalt road exacerbated everything; enough heat rose off it to cook an egg on my knee as I cycled along.
In Bagnacavallo, I made a pit stop at Igor and Sara’s to borrow their tent. Sara revived me with ice-cold water and mint syrup, some sort of nectar of the Gods. “Look even our ice works for ExperiencePlus!” said Sara (and we had a work-related laugh because the bicycle company we work for, ExperiencePlus!, employs arrows in its logo and each and every tour). These just pointed me towards the hammock, but still…
Refreshed, I bungeed the tent on, hopped a train in Bagnacavallo and got off in Ravenna. It was almost 1800 as I moved from the busy stazione (station) to the bike path. A steady stream of beach-goers beelined for the city, trailing dripping swimsuits, wreaking of sunscreen and casting curious glances at me, going the opposite direction with tent and panniers.
Having selected a leisurely pace and after taking the short ferry across the main canal, I arrived at Romeo Family Camping around 1930. First things first: a dunk of my slimy self in the cool waters of the Adriatico.
After the friendly hosts led me to my sandy pitch, I set up my tiny island among the skyscrapers of permanent bungalows and rented “tents” with fake windows, fridges, ceiling fans and blaring televisions. Curiosity followed me like a string of starved mosquitos. A single girl, arriving by bike with a small, simple tent: I suppose I was something to wonder about.
“Where does she sit?” I heard one older lady say to another as she shuffled by in her flowered mu-mu, flashing me a genuine smile with bright red lips, the lipstick just slightly off. Her friend shrugged.
I rode across the little canal to Lisa and my beloved Boca Barranca, where I dined on everyone’s favorite seafood platter and a Campari Spritz. Simultaneously, I enjoyed the smart ramblings of Tom Robbins and checked on our favorite employee, the artist formerly known as Hot Bartender. Now we refer to him as maybe Tito, because the one time he gave me his name the music (per usual) was loud enough I wondered if maybe my eardrums were real drums, played by an adderol-powered David Grohl.
Around 2200, I retired to my tent for a nap. Around 1130, as the rest of Romea Family Camping was brushing teeth, the kids snoring in bed, I was applying make-up in the Spartan, mosquito-infested bathroom (receiving curious glances from humans and hungry ones from mosquitos). Again, I rode my bike over to Boca Barranca and danced with the lights and fog machines until 3 a.m… 20s in my 30s, what can I say!
Sometime in the “night” (or very early morning) I had a vivid dream of floating in a warm lake inside a ziplock bag (with breathing holes). Not exactly… I awoke in a tepid sea of my own sweat inside the gray-green inferno of a tent. I got up–in my underwear–tore off the fly and fell asleep on top of my sheets.
At around 0800, I awoke to very young children circling my tent like training-wheel reinforced vultures. I cracked my eye-mask, shoved my earplugs back in, rolled over and returned to the quieter land of dreams. When I came to again around 11, the camp was crawling with people, my tent was crawling with ants and I had been sleeping splayed out in my underwear in broad daylight for more than long enough for anything crawling to see me…
So, I got my curious self up, pulled a dress on and went to the beach. After another Boca hamburger for dinner, I spent the evening journaling and reading on the beach, watching the sun high five the moon and applying bug spray liberally. I hadn’t planned to stay two nights, but I was lazy and living in the moment. After checking with the staff, I spent another eight hours splayed out in my underwear, dreaming about soaking in a cup of hot chocolate. In the morning, I packed up and rode back to Ravenna, boarded the (late) train and was back in Faenza by American dinner time.
4. Santarcangelo Film Festival (Santarcangelo/Torre Pedrera, Italia)
Again, the trusty steed and I hopped aboard a train in Faenza and departed in sunny Santarcangelo–about an hour on the tracks and very close to Rimini, where I danced my face off at Notte Rosa. I’d booked an airbnb room in Torre Pedrera, a shell’s throw from the beach. I spent the 10 km or so from Santarcangelo to b&b on back roads, rolling past churned fields and fruit-laden orchards, through tiny towns where farmers shaded their eyes to see who passed through. The room was in a clean, outdated hotel run by friendly Chiara and Barbara. My hosts set me up with stable for the steed and a voucher for an inclusive ombrello e lettino (umbrella and sun chair). My 20s-in-my-30s instincts told me I would be only too happy to make friends with un ombrello e un lettino (late) the next morning…
I showered and changed, just as a gesture to my fellow humans I suppose, because by the time I rode back to Santarcangelo I was dripping like a melting gelato. Nonetheless, I couldn’t be happier; there were people everywhere, seeping out of cafes like the sounds of music oozing around the corners. As the sun sunk down with a sigh, here and there flashed an open air exhibit or a black and white French movie playing on the giant screen in the main square. I followed the cobbled beehive streets up to the castle atop Santarcangelo’s medieval skull to find some (handsome) men setting up a stage for later.
Before finding a piadina and vino rosso and calling it dinner, I asked around and finally found the Imbosco–a word which, to keep on the PG side, I will not translate. In reality, it was a large red and white tent in a generous field in Parco dei Cappuccini.
After watching people over the top of my speck e formaggio piadina in the lower main square, I tried to visit a merman in the town pool, but he had retired for the day. Instead, I visited some of the underground caves…
… and then I wandered over to the Aussie-run Club EcoSex, where visitors were invited to “flirt with nature.” Having been in nature as a Forest Service employee and general outdoor enthusiast but having so far missed my chance to flirt with it, I had to see what my 5 euros would get me.
I walked in to find a sexy, eclectic mix of art and theater. In the first room a raised bed of orchids observed a large movie screen with a snake that wound around a woman’s torso and shots of men and women peeling some sort of glue off their bodies while laying in the grass. A naked woman wearing only a collar wandered around in the pink light. It was like a free, humid acid trip.
The next room was filled with fog, flashing lights and jungle beats. Three beds hung with lights and netting and surrounded by plants invited people to lay down and observe. I accepted, laid down and lost complete track of time, people watching and turning my mind off completely.
And I wasn’t supposed to take a video (bad Sylva) but by the time I was chastised I already had. Waste not, want not…
When I emerged, the sky was squid inky black. I wandered back into the center for a coffee and meandered back up to the top of the old city. There, I found an older woman with cropped blond hair, a black leotard, tights and high heels singing eclectic music with a strong soprano voice. After her last song melted into the night, I followed everyone back down to the flats. A techno beat pointed to a circular crowd, a parked car blaring the beats and a group of very committed youths. As they performed, everyone in the crowd looked at each other, wondered what was going on and giggled just a little…
At the Imbosco, a DJ played for an audience of blue lights and tropical potted plants and groups queued up at the bar or several food trucks scattered about like edible confetti. Lights sparkled overhead and groups of friends laughed in the shadows or at low tables. I waited awhile but the dance floor remained uninspiring. Although people streamed towards the Imbosco like Prosecco into a good Spritz, I still had a bike between me and my bed. By the time I wove back through the deserted streets, with the Big Dipper and the busty moon as my guides, it was after 0200.
And–as promised to my less hung over self the day before–I woke up late and spent the day reading and sunning at the beach before an afternoon train back to the castle.
5. The ABCs: Amici, Bici, Concerti
Although it seems all the adventures and editing and dancing would’ve eaten up all my free time like a hungry post-bike ride Sylva, I still had time for… well, just that. I managed to ride three to five times a week, visiting old haunting grounds and finding new ones to be ghastly around as well. I even got to accidentally haunt a dirt road on a road bike…
I also managed to get bit twice in one week by two idiotic insects- one wasp and one undetermined variety, both of which I hope will soon be extinct. They surely might be, based on their ability to fly straight into a jersey and not find a way back out…
Castle pit stop by Casale-Valsenio.
Curing wheat on San Mamante.
Just some of them really awesome, smooth, new Italian roads…
Ahhh Emilia-Romagna 🙂
I also attended an amazing concert with my buddies Igor and Sara. We enjoyed the unique music and endless antics of Devendra Banhart in 18th century, beautifully restored Villa Torloni. I took home the fond memories and a dozen ant bites in an unfortunate locale (enough said). As a friend recently told me, my bug bite frequency might be enough to try for a world record. As an unemployed outdoor enthusiast: one, I probably am already enrolled in the competition and two, I wonder if I might be able get paid for that? 🙂
I also took home some amazing videos of the concert and Devendra’s incredible ability to interact with the crowd. I didn’t quite capture when he ordered pizza for his hungry keyboardist and it was delivered on stage. But I did get the tail end of a running joke that began at the concert’s start when the bassist’s microphone was accidentally turned off:
A few days later, I stumbled over a free concert in Faenza’s centro, in starry-roofed Teatro Massini. Rock chords drew me in to listen to the last five or six songs of Alejandro Escovedo. Escovedo’s been around for some time, played with The Boss (Bruce Springsteen) among others and played some awesome, politically charged songs written to challenge Trump’s latest anti-immigration measures. Why? His father was Mexican.
The summer fun doesn’t stop there–but I am going to, for now. It’s evening in Italy and a Spritz is calling!
We’re excited, how ’bout you??!?!
On the next Sylva Lining, Sylva goes to Sofia, Bulgaria for the weekend and now, Lisa’s back… you know what that means… rivers, bikes, beaches and of course, Boca Barranca! And later still, girls, tents, more bikes and alps. Stay tuned!
Summertime and the Livin’s Easy Now I cannot presume to know what you are thinking at this moment. The weekend might peer into your tired noggin like a curious Italian man on a bike when Lisa and I cruise by.
#Adriatico#Alejandro Escovedo#Amici#aperitivo#Bagnacavallo#Bici#bike tour#bike travel#Boca Barranca#Bologna#Bulgaria#crescione#Devendra Banhart#Europe#foreign travel#Italia#Italian#Italy#Lambrusco#life#moving on#Notte Rosa#ocean#piadino#pignoletto#Pink Night#Rimini#Romea Family Camping#Santarcangelo Film Festival 2017#Santuario di Madonna di San Luca
0 notes
Text
No sé qué cosa ronda que como de spray rosa pareciera, rechoncha, salirle de la barbilla suya y que va y viene en apoyatura rítmica sobre la zona del fin o del principio de mi verga y del incierto primer pliegue de la bolsa de los huevos. De acá veo la cancha de Central, y se me figura activar algún tipo de estética al menos curiosa, al menos coyuntural a la cuestión y no entregarme como siempre al percibimiento que, mientras este muchacho casi muchachita en flor hace como se dice malabares para no delatarse como un lento aprendiz del pete clásico y rápido, da por cierto, quizás, que ésta sea ahora la primera vez que el putito en flor rubio casi rojo, oriundo de Fray Luis Beltrán, demasiado alto y estirado de brazos, que dijo en el chat tener 18 pero ahora le veo la mollerita roja y salta a la vista el 16, y que aceptó este pete rápido en la barranca de la Plaza Santos Doumont, está practicando toda la teoría junta y mal desplegada con un casi insoportable desborde de saliva entre colorada y blanca que al tiempo que no deja de chupar la verga, el coloradito cuela la lengua y se mete el jugo otra vez en su boca, para al rato volver a tirárselo a su barbilla y de ahí -ya lo siento- un delgado curso de spay rosa debe estar río abajo. Emite un sonido extraño mientras chupa, una especie de “Ajam”. Pasa un avión del ejército, creo.
1 note
·
View note
Text
Es que somos muy pobres (El Llano en llamas, 1953)
Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaván, viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada. Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río. El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño. Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el olor a podrido del agua revuelta. A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar donde no les llegara la corriente. Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años. Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río se había llevado a la Serpentina la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos. No acabo de saber por qué se le ocurriría a La Serpentina pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen. Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo. Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó patas arriba muy cerquita de donde él , estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que arrastraba. Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. Si así fue, que Dios los ampare a los dos. La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes. Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima. Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para dónde; pero andan de pirujas. Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quien se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita. La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere. Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Quién sabe de dónde les vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vueltas a todos sus recuerdos y no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: “Que Dios las ampare a las dos.” Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención. —Sí —dice—, le llenará los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo que acabará mal. Ésa es la mortificación de mi papá. Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella. Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.
Juan Rulfo (México, 1918-1986)
2 notes
·
View notes
Text
| Ría |
Desde revista Weekend
Los buenos piques se cosechan en los campos de Junín1
Un ámbito clásico que puede darnos un combo de lujo trabajando espejos no habituales para lograr carpas con mosca y tarariras en fly y bait.
Wilmar Merino
Solemos asociar a un ámbito con su espejo más famoso para la pesca deportiva. Así las cosas, Junín tiene en las lagunas de El Carpincho, de Gómez y Mar Chiquita a sus ámbitos más promocionados. Pero hay otro Junín, un Junín alternativo, que en esta ocasión fuimos a conocer de la mano del guía Daniel Ferreyra, experto mosquero, quien tiene acceso a los campos de Junín, una serie de pequeñas lagunas interiores de no más de tres o cuatro hectáreas, o a pequeños arroyos que desaguan al Salado, por donde remontan carpas que se pueden pescar con mosca. El plan resultaba de antemano muy atractivo, dado que podemos realizar ambas pescas en el mismo día, trasladándonos apenas unos pocos kilómetros desde un ámbito a otro.
El encuentro con el guía fue en la estación de servicio de La Agraria, paraje agrícola ubicado unos 20 km antes de llegar a la ciudad de Junín, hecho que nos acercaría al primer destino: un arroyo no mayor al tamaño de una calle de mano única, por donde remontan carpas desde el Salado a los campos vecinos. Tras arribar al primer encuentro con el arroyo, en un trayecto público, el guía bajó a mirar el agua y nos dijo que estaba turbia. No obstante el mal dato tratándose de una pesca con mosca, nos tranquilizó diciendo que había recodos del arroyo donde íbamos a poder pescarla igual.
Equipos sutiles
Tras ingresar a un campo ganadero saludando paisanos que vacunaban bovinos, dejamos la camioneta a la sombra y armamos equipos de flycast número 4, con un tippet que, a sugerencia del guía, debía ser de 4x. Me pareció débil para la fuerza de las carpas, pero no suelo contradecir a quien pesca un ámbito con frecuencia, por lo que dejé hacer a Daniel, quien también seleccionó las moscas de mi arsenal: pequeñas ninfas con ojitos de plomo, otras con más cuerpo y rubber legs e incluso algunas mopp fly.
El scouting carpero es muy particular y juegan un rol central los lentes polarizados, que permiten detectar pequeñas sombras en el fondo, de movimientos imperceptibles, cuando asoman bulos en superficie de carpas tomando insectos o alimentándose de bioderma en el fondo con la punta de la cola fuera del agua (acción que denominamos tailing).
El arroyo nos dio un par de ejemplares menores en el primer punto elegido. Es clave –dada la transparencia del agua– pescar algo retirados de las costas cuando hacemos el casteo, dado que si el pez ve algo raro, no va a tomar. Cabe considerar que el pique no es brusco como el de una tararira, sino apenas una probada que nos da un segundo para clavar antes de que el pez escupa esa no comida que acaba de llevarse a la boca. La lucha, aún en ejemplares pequeños, es muy disfrutable ya que la carpa tracciona con fuerza y parece retroalimentarse prolongando una lucha que a veces amaga no tener fin.
Camino al Salado
Recorrimos luego el tramo inferior de ese arroyo hasta dar con el Salado, sintiendo la exasperante indiferencia de carpas que ignoraron nuestros ofrecimientos olímpicamente. En ese trayecto sufrí el ataque en mi mosca de una tararira que, como era de esperarse, engulló la mosca y me cortó el tippet. Hasta que vi dos grandes ejemplares en una barranca del arroyo, taileando cerca de la orilla. Tiré pasándolos y empecé a strippear con mucha lentitud hasta que una giró y tomó el engaño: fue pincharla y sentir una corrida que duró segundos, pero para mí fue muy emocionante, hasta que mi tensión hizo estallar el débil tippet y el ejemplar huyó con mi mosca. Decidí poner fin a la jornada y pasar a la segunda parte del plan de pesca: las tarariras.
Tras un almuerzo bajo la sombra de añejos eucaliptos, Ferreyra nos llevó a unos campos a pocos kilómetros del arroyo carpero, donde nos encontramos con lagunitas de ensueño: lagos prístinos e intocados, con fondos duros, poca vegetación emergente, aguas cristalinas y marco de juncos. Vendedor de seguros además de dueño de su lodge de pesca, Ferreyra nos cuenta que muchos dueños de campo que son parte de su cartera de asegurados lo convocan para testear sus charcos y generar luego prácticas de turismo sustentable en pesca exclusiva con devolución e ingreso restringido bajo su responsabilidad. De ahí que no se ven orillas con basura, que haya buenas poblaciones estables de peces, y que no haya que temer por la ausencia de agua, dado que se trata de charcos alimentados por surgentes.
Momento de tarariras
Dado que el guía armó solo caña de mosca (un equipo número 6), opté por hacer lo propio, pero además sumar un equipo de bait, en la convicción de que con engaños grandes y hacia el centro del espejo –allí donde no llega la mosca– quizás podría lograr algún ejemplar mayor.
Mientras armaba la caña de bait, Ferreyra ya tenía clavada la primera taru en su Popper: se le tiró tres veces al engaño hasta que lo tomó. Pero curiosamente en un recodo de la laguna que le dio varios piques en los poppers, yo no tuve ataques en mis señuelos, ni en los de superficie ni en las gomas con cuchara.
Caminé unos 50 metros y logré mi primer ejemplar en bait, con una rana de goma blanda y de patas ondulantes montada en un anzuelo offset y con el agregado de una cuchara giratoria que permite intercambiar sus trailers.
Fueron un par de horas a pura acción, alternando las capturas y registros fotográficos de las tarus que mordían las moscas de Daniel, con las que lo hacían en mis señuelos. Como esperaba, el ejemplar más grande se tiró en mi engaño más voluminoso, concretando una captura de tararira, que atacó en el centro del espejo. Pesó unos 2,5 kilos, siendo con ello la mayor de una sucesión de capturas que en general anduvieron entre el kilo y los dos kilos. Lo bueno es que hay muchos de estos pequeños espejos que vale la pena testear, pudiendo cambiar de ámbito en una misma región recorriendo apenas pocos kilómetros entre los distintos puntos a relevar.
Sin duda, pescar carpas y taruchas en Junín es un gran plan. Y lo bueno es que puede hacerse todo el año, ya que el guía logra ambas especies aún en los momentos más fríos del invierno, donde suelen darse, irónicamente, los mejores ejemplares, en un tiempo en el que nadie los busca. Es cuestión de animarse a lo nuevo, predisponerse a renegar con alguna especie esquiva (como en mi caso con las carpas) y disfrutar cuando el pique se da.
________________________________
1 Tomado de: Revista Weekend, digital, 30-12-2019.
1 note
·
View note
Text
Imágenes y textos de T.R.I.P.A. - Tomo 1, de Maximiliano Masuelli
en: T.R.I.P.A. - Tomo 1, 2019
Raquel Palumbo expuso paisajes de La Boca en El Greco. Florencio Molina Campos pintó las tierras bajas de General Madariaga. Elena Hermitte retrató Tunuyán y las ruinas de San Francisco. Elba Villafañe reflejó en sus estampas las leyendas y tradiciones del norte argentino. En la búsqueda de atmósferas cristalinas, Luis Cordiviola se afincó en Cabalango. Cata Mortola expuso una serie de treinta y ocho grabados de paisajes de la provincia de Buenos Aires en Amigos del Arte. José Fontana realizó xilografías con evocaciones de la Pampa. Lía Gismondi mostró paisajes de Lanús, Quilmes y Alta Gracia en Witcomb. Dignora Pastorello pintó Visión de San Telmo. Mario Lozza prestó atención a los temas rurales de Entre Ríos. Luis Falcini organizó en librería Amauta la primera muestra de paisajes misioneros de Carlos Giambiagi. Lucrecia Moyano tomó apuntes en acuarela de las playas de Mar del Plata. Alberto Rossi fue pionero en los temas del Riachuelo. Eglantina Villagra envió Paisaje del Challao al Salón de Cuyo. Osorio Luque expuso veinticuatro motivos de Tucumán en Galería Diez. Lola de Lusarreta pintó Puente Pueyrredón. Fortunato Lacámera mostró por primera vez sus impresiones de la Isla Maciel en Salón Chandler. Gertrudis Chale contó: “Quisiera pintar inconfundiblemente imágenes de la tierra argentina en las que se vea algo de su tremenda realidad y de su misterio”.
Juana Lumerman viajó reiteradamente a las coloridas tierras del norte, donde realizó numerosos dibujos. Raúl Domínguez expuso visiones de las islas del Charigüé en Renom. Susana Aguirre recorría los barrios porteños en su pequeño auto buscando motivos para sus pinturas de frentes de casas. Eduardo Maglione definió a Américo Panozzi como el pintor solitario de los lagos del sur. Cesáreo Bernaldo de Quirós reflejó con precisión los rincones de su amada Selva de Montiel. Leonor Terry pintó calles y patios de Tilcara. Raquel Forner dibujó las playas de Miramar. Julio Suárez Marzal se distinguió por sus imágenes de la alta montaña. Laura Mulhall Girondo captó la fisonomía esencial de la Pampa. Anselmo Piccoli obtuvo una beca para estudiar el paisaje del Litoral. Andrée Moch pintó Tandil. Alicia Malinverno hizo viajes de estudio por el norte argentino. En sus idas a la costa atlántica, Yente realizó modernos paisajes de Reta. Alberto Pedrotti se instaló un tiempo en Tanti, donde tomó apuntes de las sierras chicas. Rosa Campanello tuvo como fuente de inspiración la precordillera mendocina. Estanislao Guzmán Loza plasmó su tierra natal de La Rioja. Elvira Rezzo expuso motivos de Talar de Pacheco en Müller y los separó en cinco series: El bosque encantado, Caminos líricos, Barrancas y llanuras, Viejos muros y Poesía de los troncos y del follaje. Beatriz Vignoli se pregunta: “¿Cómo no es más conocida la obra de Ada Tvarkos, quien al igual que sus contemporáneos masculinos pintó el paisaje urbano de Rosario en el lenguaje depurado de las paletas tonales y las formas puras?”.
#T.R.I.P.A.#paisaje#argentino#pintura#dibujo#grabado#investigación#artistas#sigloxx#ivanrosado#masuelli#arteargentino
1 note
·
View note
Quote
«No es por este mundo», André Velter. Hay seres perforados perforados en todo el cuerpo desde el fondo de los ojos hasta el fondo de los huesos por un grito más grande que sus bocas desolladas sobre el rostro llevan todos los desastres del mundo, promontorios tumultuosos barrancas donde se hunden las peores soledades un horror que no sabe de qué miedo nace Un día el cielo les pasó a la sangre con ese sabor de lo absoluto desahuciado que ningún color puede borrar que ningún canto puede calmar a falta de sacrificios acampan en la cruel orilla que los lleva a la desesperanza de un tiempo demasiado plomizo de un espacio que agoniza, sofocados alterados despojados triunfantes con una máscara de rostros enfrentados bajo la piel sin aliento en la mirada buscan tesoros al infinito entre ruinas sin fin y sólo saben inventar dioses salvajes Allí están, vivos y ya suicidas lúcidos y ya dementes en exilio y siempre cautivos un alterado rapaz se eleva sobre sus rostros sin levantar el vuelo, no se ve lo que ven o quizá sólo en la ebriedad de una noche feroz, lo que claman golpea los tímpanos pega en el abdomen en las vértebras en los nervios más aun que en el oído o en el corazón, profecías convulsas sofocamientos en pasta de volcán, para ellos las almas son esquirlas arrancadas a la cruz de luz que debería sostener el Gran Curandero Celeste, al que también llaman Curandero del Infinito que no deja de ser espejismo de espejismos traza perdida y promesa olvidada de un horizonte caritativo, La vida según ellos sería acabar con aquel hombre caído en lo bajo por nacimiento acabar con la era de la encarnación reino impuro reino torturador de carne indigna al sol. Autor: André Velter
2 notes
·
View notes
Text
El matadero
Esteban Echeverría fue un muy importante poeta del primer período romántico en el Río de la Plata. Fue también, quien utilizó la temática del indio y del desierto en la manifestación poética, y es considerado el autor del primer cuento argentino, "El matadero", aunque críticos posteriores señalan, que este escrito tiene dos temáticas o nudos paralelos.
Se ubicaba entre los años 1838 y 1840 (Durante los gobiernos de Rosas). El relato se basa en la descripción de la sociedad de la época, comienza con la descripción de un gran diluvio que duró 15 días y afectó la economía del país causando una crisis y la imposibilidad de utilizar el matadero en este período de tiempo, por lo que hubo falta de carne. Esta escasez, que iba acorde a las órdenes de la iglesia en lo referido a la abstinencia de carne por tiempos cuaresmales, produjo una subida en los precios de los otros productos como aves y pescados, y la muerte de mucha gente.Los hechos transcurren en el matadero de la Convalecencia o del Alto, sitio en las quintas del sur de la ciudad de Buenos Aires.
La llegada del realismo en latinoamérica
Esteban Echeverría con esta obra anuncia la llegada del realismo debido a su manera de describir y representar la cotidianidad con la veracidad de su obra; la manera que describe a sus personajes y los sucesos por los que ellos están pasando. Este realismo parece casi contraponerse al romanticismo de la obra, sin embargo, es admirable la forma en que se combinan.
Las siguientes citas demuestran temáticas importantes de la obra respecto al realismo y al romanticismo:
AMOR POR LA PATRIA
-La librea es para vosotros, esclavos, no para los hombres libres.
-A los libres se les hace llevar a la fuerza.
-Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas son vuestras armas; infames. El lobo, el tigre, la pantera también son fuertes como vosotros. Deberíais andar como ellas en cuatro patas.
-¿No temes que el tigre te despedace?
-Lo prefiero a que maniatado me arranquen como el cuervo, una a una las entrañas.
-¿Por qué no llevas luto en el sombrero por la heroína?
-Porque lo llevo en el corazón por la Patria, por la Patria que vosotros habéis asesinado, ¡infames! -No sabes que así lo dispuso el Restaurador.
-Lo dispusisteis vosotros, esclavos, para lisonjear el orgullo de vuestro señor y tributarle vasallaje infame.
-¡Insolente! Te has embravecido mucho. Te haré cortar la lengua si chistas.
-Abajo los calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien atado sobre la mesa.
FASCINACIÓN POR LO GROTESCO
“No quedó en el matadero ni un solo ratón vivo de muchos millares que allí tenían albergue. Todos murieron o de hambre o ahogados en sus cuevas por la incesante lluvia.”
DESCRIPCIÓN DE LO SUBLIME
El joven, en efecto, estaba fuera de sí de cólera. Todo su cuerpo parecía estar en convulsión: su pálido y amoratado rostro, su voz, su labio trémulo, mostraban el movimiento convulsivo de su corazón, la agitación de sus nervios. Sus ojos de fuego parecían salirse de la órbita, su negro y lacio cabello se levantaba erizado. Su cuello desnudo y la pechera de su camisa dejaban entrever el latido violento de sus arterias y la respiración anhelante de sus pulmones.
-¿Tiemblas? -le dijo el Juez.
-De rabia, por que no puedo sofocarte entre mis brazos.
-¿Tendrías fuerza y valor para eso?
-Tengo de sobra voluntad y coraje para ti, infame.
-A ver las tijeras de tusar mi caballo; túsenlo a la federala.
Dos hombres le asieron, vino de la ligadura del brazo, otro de la cabeza y en un minuto cortáronle la patilla que poblaba toda su barba por bajo, con risa estrepitosa de sus espectadores.
-A ver -dijo el Juez-, un vaso de agua para que se refresque.
-Uno de hiel te haría yo beber, infame.
PAPEL DE LA NATURALEZA
El Plata creciendo embravecido empujó esas aguas que venían buscando su cauce y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes, arboledas, caseríos, y extenderse como un lago inmenso por todas las bajas tierras. La ciudad circunvalada del Norte al Este por una cintura de agua y barro, y al Sud por un piélago blanquecino en cuya superficie flotaban a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y las copas de los árboles, echaba desde sus torres y barrancas atónitas miradas al horizonte como implorando la misericordia del Altísimo. Parecía el amago de un nuevo diluvio.
DESCRIPCIÓN DETALLADA, CUIDADOSA, CASI QUIRÚRGICA, Y DESPEGADA DEL NARRADOR
Atáronle un pañuelo por la boca y empezaron a tironear sus vestidos. Encogíase el joven, pateaba, hacía rechinar los dientes. Tomaban ora sus miembros la flexibilidad del junco, ora la dureza del fierro y su espina dorsal era el eje de un movimiento parecido al de la serpiente. Gotas de sudor fluían por su rostro grandes como perlas; echaban fuego sus pupilas, su boca espuma, y las venas de su cuello y frente negreaban en relieve sobre su blanco cutis como si estuvieran repletas de sangre.
-Átenlo primero -exclamó el Juez.
INTERÉS POR LAS CLASES MENOS PRIVILEGIADAS Y SU PAPEL SOCIAL
Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo buenos católicos, sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamiento, sólo traen en días cuaresmales al matadero, los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos dispensados de la abstinencia por la Bula y no con el ánimo de que se harten algunos herejotes, que no faltan, dispuestos siempre a violar las mandamientos carnificinos de la Iglesia, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo.
INTENTOS DE IMITAR EL LENGUAJE TAL Y COMO SE USA EN LA VIDA COTIDIANA
-Son para esa bruja: a la m…
-¡A la bruja! ¡a la bruja! -repitieron los muchachos-: ¡se lleva la riñonada y el tongorí! -y cayeron sobre su cabeza sendos cuajos de sangre y tremendas pelotas de barro.
-Hi de p… en el toro.
-Al diablo los torunos del Azul.
-Mal haya el tropero que nos da gato por liebre. -Si es novillo.
-Perro unitario.
-Es un cajetilla.
-Monta en silla como los gringos.
-La mazorca con él.
-¿Por qué no traes divisa?
BIOGRAFÍA
Echeverría, Esteban. El matadero. En Perusquia, Ana (2019). Antología de literatura latinoamerica del siglo XIX (Pp 33-42)
1 note
·
View note
Text
Terran Orbital secures $100 million funding from Lockheed Orange County Register
Terran Orbital Corp., a Florida-based maker of communication and imaging satellites for the U.S. authorities, has secured a $100 million funding from Lockheed Martin that can enable the corporate to increase its manufacturing operations in Irvine. Terran had initally deliberate to spice up manufacturing on Florida’s Area Coast. However with the brand new money infusion, the corporate opted as a substitute to focus on Irvine the place it has added greater than 140,000 sq. ft of house over the previous yr. The 2 aerospace corporations additionally entered into an settlement operating by 2035 that can enable Terran to pursue a greater variety of alternatives with Lockheed. The corporate stated it should use the funds to amass extra satellite tv for pc meeting house, improve manufacturing and meet capital wants whereas increasing its superior manufacturing skills. In February, Terran signed a 10-year lease for a 60,000 square-foot industrial facility in Irvine adjoining to its current plant at 15330 Barranca Parkway. A newer Irvine enlargement got here in September when the corporate acquired 88,930 sq. ft of house at 400 Spectrum Heart Dr. that can assist the design, engineering and growth of Terran’s small satellites and quickly rising workforce. Terran operates one other Irvine facility at 50 Expertise Dr., with extra places in Santa Maria, Atlanta, Virginia, Melbourne, Fla., Boca Raton, Fla. (the corporate’s headquarters) and Turin, Italy. Terran employs 450 employees companywide. Lockheed’s $100 million funding comes on prime of the $60 million it invested in Terran over the previous 5 years. Lockheed now owns 35% of Terran, which is supplying 42 satellites to Lockheed for the Area Improvement Company’s Tranche 1 Transport Layer of networking satellites. That helps a $700 million prototype contract Lockheed secured final month to construct the satellites. The Transport Layer is a community of “optically interconnected” satellites for a data-transport system. It helps the Nationwide Protection Area Structure — an ecosystem of lots of of communications satellites working on low-Earth orbit. “Consider it because the Web of house,” stated Marc Bell,Terran’s co-founder, chairman and CEO. Terran Orbital’s precision machining facility is Santa Maria is seen right here. (Photograph courtesy of Terran Orbital) Bell stated his firm will share its experience to advance applied sciences for army, industrial and civil prospects by specializing in mission assurance and delivering reasonably priced options on schedule. It should additionally transfer Terran towards profitability, he stated. Based in 2013, the corporate went public not lengthy after Russia launched its unprovoked conflict towards Ukraine. Terran’s SPAC (Particular Goal Acquisition Firms) IPO, like many house shares, has been hit exhausting by the shifting threat setting within the aerospace market. CNBC beforehand reported that Terran was among the many house SPAC shares in search of capital, with a number of firms dealing with a money crunch. Terran reported a internet lack of $103.6 million for the six months ended June 30, 2022, in contrast with a internet lack of $86.3 million for a similar interval in 2021. Bell stated he’ll talk about the corporate’s projections for profitability throughout a Nov. 9 name with traders. The battle in Ukraine — a nation coated by clouds more often than not — has highlighted the necessity for superior satellite tv for pc imagery. Terran plans to deal with that demand by a specialised product line primarily based on the corporate’s PredaSAR satellites, that are geared up with imaging techology to penetrate clouds and dangerous climate. By going public, Terran Orbital has opted to not pursue its personal line of synthetic-aperture radar (SAR) satellites and as a substitute be an Earth-imaging satellite tv for pc producer for industrial and authorities prospects, the corporate stated. Originally published at Irvine News HQ
0 notes
Text
Boca Barranca, Costa Rica.
0 notes
Photo
Un cuento más. No lo odien, sí comenten. Gracias por leer 💙
Perdida
Por Linette Cozaya Otto
No sé cómo empezar esto. Pensé que los muertos no hablaban. Yo sí hablo. Y bueno, ¡quién iba a pensar en un muerto escribiendo! Pero heme aquí, lista para contar lo que pasó, aunque nadie en el mundo lo lea. Tengo, bueno, tenía doce años cuando empezó todo. Era una niña feliz: tenía muchas amigas en el cole, con las que salía al cine, a la plaza y a pijamadas. Era parte del equipo de volibol y del grupo de coro. Me gustaba la escuela: tenía mucho sol y plantas, risas y juegos. El uniforme era lindo: una falda verde que repetíamos tres veces a la semana, con medias azules, zapatos negros, una playera blanca súper casual y suéter azul oscuro. Los dos días restantes usábamos pants azul marino con la misma playera.
Solía ser bonita, o así me consideraba yo. Tenía pálida piel con lunares, facciones finas, cabello oscuro y abundante, ojos grandes, dientes también, que a veces amaba y a veces odiaba: podía ser una conejita bonita e interesante o una ñoña y fea. Me gustaba peinarme de mil formas distintas, a veces me hacía coletas, luego lo llevaba suelto; el peinado preferido era trenzado. Sí, solía ser bonita. Ahora soy una piltrafa. Mi piel se cae a pedazos, mi cabello está seco. Me desmorono y lo odio. Estoy sola en un sitio tan frío como me figuro que es la Antártida. Escucho y siento roedores y gusanos y no puedo hacer nada para sacármelos. Seguro se preguntan cómo he llegado aquí. Se lo preguntarán aun cuando termine de contar la historia.
Todo comenzó con mi tío. Sí, leyeron bien. Mi tío. Era un hombre alto, guapo, gracioso y divertido. No había persona que no lo adorara. Cuando llegaba a visitarnos, me lanzaba a sus brazos para que me diera vueltas hasta casi vomitar. Vivía fuera de la ciudad, sus visitas eran de varios días, en los que nos desvelábamos todos jugando dominó y póker. Lo consideraba mi mejor amigo, le contaba mis sueños y pesadillas, mis juegos favoritos y lo que quería ser de grande. Él era lindo conmigo, me escuchaba con atención. Siempre fue tan cariñoso que no supe en qué momento dejó de ser el cariño de un tío. ¿Y cuál es el cariño de un tío? No lo sé, no sé ni entiendo nada ya.
Lo corrieron de su trabajo, cuando yo tenía, como les platicaba, doce. Vino a la ciudad y mamá le dijo que se hospedara en casa el tiempo que necesitara. Estábamos todos muy felices, imagínense, tener a un mejor amigo como roomie, nada más mágico que eso. ¿Verdad? Pues no. La primera vez que sentí que algo no andaba bien fue extraña y fugaz. Me alistaba para ir al colegio, era día de falda. Cogí una rebanada de pan y me paré al lado de mi tío, que estaba sentado a la mesa bebiendo café y mirando cosas en el móvil. O eso pensé yo. Me miraba a mí. E hizo más que mirar: puso la mano en mi pierna y la subió hasta rozar mi ropa interior. No dejó de sonreír mientras me deseaba un buen día en la escuela. Estaba congelada, confundida. ¿Por qué sonreía de esa forma si sabía que eso no estaba bien? ¿Papá no veía lo que estaba pasando? Y si lo veía, ¿no me iría peor a mí? Mamá gritó desde la puerta que era hora de irnos y salí volando como corredor que escucha el disparo. No miré atrás e intenté no pensar más en lo que había sucedido. Ese día no comí. No estaba segura de lo que había pasado, si había sido bueno o malo. Si yo había sido buena o mala. No llegué a ninguna conclusión.
Llegar a casa iba a ser difícil: quería que mamá o papá estuvieran presentes. Sabía que las probabilidades de que eso pasara eran pocas. Me quedé charlando un rato más con mis amigas después del entrenamiento, quizá si tardaba, llegarían antes yo a casa. Y no. Sonó mi teléfono. Que si ya había salido de clase, mi tío podía darme un aventón. Había ido a una entrevista cerca del cole y el acomodo de tiempos no podía haber sido más perfecto. Según él. Descubrí que estaba nerviosa, así que intenté calmarme pensando que había sido un malentendido. Él estaba como si nada, y así nos fuimos todo el rato: como antes, como si lo de en la mañana jamás hubiese pasado. En casa también estuvo normal, pasado un rato, me tranquilicé y fue como cualquier otro día: vimos pelis, comimos galletas y luego me fui a dormir.
Todo anduvo normal después de ese día. Me convencí de que había sido un error y que no volvería a pasar. No lo hablé con nadie, ni siquiera con él. Lo “normal” se fue al caño una semana después, cuando tocó mi espalda mientras leía en la sala. Se erizó mi piel y levanté la mirada bruscamente, para encontrarme con que se había puesto en cuclillas frente a mí, de manera que sus ojos quedaban al nivel de los míos. Preguntó si había besado a algún chico ya, me sonrojé y negué. ¿Cómo se atrevía a preguntarme esas cosas? Dijo que ya era edad para que habláramos de chicos y de las cosas que hacen. Quería levantarme y esconderme en mi habitación. Se rio echando la cabeza hacia atrás, se levantó y me dejó ahí. Como siempre, sin entender nada.
Pregunté a mis amigas, al otro día, si habían besado chicos ya. Algunas sí, otras no. Dijeron que no era la gran cosa y dejamos el tema de chicos a un lado. Esa tarde estuve muy distraída. Ahora que puedo analizarlo, me doy cuenta que fallé en notar cómo me miraba mi tío, cómo me seguía por la casa. Entró a mi habitación y se acostó a mi lado. No pude concentrarme más en el libro que tenía que terminar para el siguiente día. Tocó mi pierna, y como aquella mañana, intentó subir la mano. Lo detuve y pedí que se marchara. Sonrió y dijo que era sólo un juego, que me enseñaría cómo besar chicos para que no hiciera el ridículo. No quería y aun así me besó. Me tocó e hizo que lo tocara. Se fue después de un rato, recordándome que si decía una sola palabra, me iría terrible: papá sentiría asco de mí, mamá estaría tan decepcionada. No abrí la boca. Lloré en silencio hasta que me quedé dormida.
La siguiente tarde pasó por mí. Otra entrevista cerca. Ya no le creía. Me hizo cosas horribles. Estaba adolorida y triste. Me daba asco mi propia piel, y por más que apretara mis uñas contra ella, no podía arrancármela. Jamás había tardado tanto en un baño, no quería cerrar el grifo, no dejaba de estar sucia. Y era todo mi culpa, por ponerme falda para el cole, dijo mi tío. Yo lo había provocado con todas las sonrisas, por treparme en él y pedir que me cargara. El tiempo ya no pasaba. Dejé de entrenar. La comida ya no me importaba. Mi tío pasaba por mí justo después de clases y me hacía lo que quería. ¿Qué pensaría papá de todo esto? Seguro me desheredaba. Mi tío decía que me amaba, que era lo más importante en su vida y que entonces no podía dejarlo nunca. ¿Y qué pasaba si lo dejaba? Tenía miedo. Mamá y papá me odiarían por hacer tan infeliz al tío, y no quería que me odiaran.
Un día en clase decidí que ya no aceptaría más. Llevaba noches pensando que no quería seguir con esto. Pensé en lo mucho que me odiarían papá y mamá, pero no podía con el asco de mirarme al espejo antes de ir a dormir. Temblaban mis manos cuando mi tío pasó por mí. Le pedí en el carro que no me tocara más. Una bofetada fue la respuesta. ¿Cómo se me ocurría semejante tontería? ¿No sabía cómo me iría si mis padres se enteraban? La amenaza era clara: les diría en el segundo que yo no quisiera más estar con él. El camino a casa era sinuoso: justo después del último semáforo, pasábamos al lado de barrancas con frondosos árboles. Llegamos al último cruce, estaba en rojo. Bajé del auto y corrí.
Corrí como jamás lo había hecho. Me dolían las piernas y pensé que me explotarían del esfuerzo. No veía bien, las lágrimas nublaban el camino. Tropecé y caí. Sentí que fueron horas. Golpeándome aquí y allá, la rodilla, el antebrazo. Luego, el golpe mortal en la cabeza. Seguí rodando abajo, ya sin aire en los pulmones, sin pulso en la muñeca, ni señales en el cerebro. Y quedé escondida entre la naturaleza, disfrazada por el lodo y la sangre, la tierra y las lágrimas. No sé si mamá y papá me buscaron. No sé si alguna vez se enteraron. Los extraño y quiero volver a casa. Llegamos al principio: yo escribiendo esta historia para ustedes. ¿Aprendieron algo? Y si yo lo hice, ¿me sirve de algo? No hay nada ya que pueda hacer. Gracias por leerme. No sé tampoco cómo terminar.
xx linette
4 notes
·
View notes