#Akeron: un mundo de mamíferos

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Cadentoceno: 55mil años después de la caída

Desde la seguridad de los árboles, un pequeño monito del bosque (Dromiciops celericaudis) observa con temor los movimientos frenéticos de una manada de comadrejas gregarias.

Permanece completamente inmóvil de manera instintiva, ya que el más leve movimiento podría alertar a las comadrejas, quienes irían tras él rápidamente.

Por suerte para el pequeño marsupial, el aire denso y húmedo, presagio de una fuerte tormenta, consigue ocultar su olor de los depredadores. Sin embargo, una de estas gira la cabeza, fijando sus ojos negros directamente en el monito del bosque.

Ambos animales permanecen completamente inmóviles, como si esperaran que el otro realizara el movimiento más sutil. Es entonces cuando un fuerte trueno resuena en el cielo, espantando a ambos animales, que huyen en direcciones opuestas.

El pequeño monito salta de rama en rama durante varios minutos sin detenerse, alejándose cada vez más, hasta que finalmente encuentra refugio dentro de un hueco en un árbol. Es entonces cuando las primeras gotas comienzan a caer desde las nubes, mientras el pequeño animal se acurruca para pasar la noche allí. Sin embargo, la lluvia torrencial trae consigo fuertes truenos y relámpagos que le impiden conciliar el sueño.

Por la mañana, la fuerte lluvia ha cesado, aunque no por mucho tiempo. Mientras el cielo continúa nublado, el monito sale del hueco con la intención de buscar algo de alimento antes de que la lluvia regrese. Por suerte para él, a pocos metros encuentra un gran árbol de nísperos amarillos (Eryobotrya aureus).

Estos nísperos, significativamente más grandes que los terrestres, son una excelente fuente de alimento para el hambriento monito, quien se acerca lo suficiente para tomar uno de los frutos y arrancarlo con sus extremidades anteriores. Luego se lo lleva consigo al pequeño hueco donde pasará nuevamente el día hasta que las fuertes lluvias vuelvan a cesar.

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Cadentoceno: 50mil anos después de la caída

Al adentrarse más y más en los densos bosques, es evidente cómo estos parecen extrañamente vacíos. El dulce canto de las aves desapareció hace miles de años, siendo reemplazado por incesantes chillidos producidos por cientos de miles de insectos gigantes, como saltamontes y grillos. En ausencia de competidores, estos insectos han aumentado drásticamente su tamaño, equiparándose a algunos de los insectos más grandes de la Tierra en pocos milenios. 

En un viejo árbol, una gran multitud de larvas de escarabajo mordisquean las partes putrefactas de la madera para alimentarse, ignorando que pronto se convertirán en el alimento de otro animal. 

El hocicón (Dromiciops longirostris) se ha adaptado completamente al clima cálido de los bosques de Arandolia, habitando en las copas más altas de los árboles. Presenta un pelaje ligero y corto de color marrón oscuro, lo que le permite camuflarse a la perfección entre los troncos de los árboles altos. Sus orejas han aumentado de tamaño, permitiéndole no solo escuchar de manera más eficiente, sino también regular su temperatura corporal durante los días más calurosos gracias a la extrema delgadez de estas. Su hocico, considerablemente alargado, le permite introducirlo en grietas y cavidades estrechas para capturar posibles presas como gusanos e insectos. La cola tiene un pelaje corto y fino, salvo en la punta, que carece completamente de pelo. 

Su comportamiento es generalmente tranquilo y asustadizo, prefiriendo permanecer en las copas de los árboles, lejos de sus depredadores la mayor parte del tiempo. Sin embargo, varias veces al día desciende al suelo, ocultándose entre la densa hojarasca. Allí, utiliza la punta de su cola como un señuelo, repitiendo movimientos circulares que imitan los de una lombriz, atrayendo así a insectos depredadores como escarabajos y saltamontes, que constituyen una importante fuente de proteínas. En estos momentos, el hocicón debe ser extremadamente sigiloso, ya que el suelo de los bosques está plagado de depredadores hambrientos. 

La comadreja gregaria (Mustela gregarious) es uno de los depredadores más efectivos de esta época. Mientras otros depredadores han desarrollado garras más grandes, cuerpos más robustos o un tamaño mucho mayor, la comadreja gregaria ha adoptado un comportamiento social, superficialmente similar al de los cánidos terrestres. Este comportamiento les permite mantenerse seguras, evitando enfrentamientos con depredadores más grandes. 

Generalmente, viven en pequeños grupos familiares de entre 10 y 20 individuos, organizados en una estructura jerárquica compleja liderada por una hembra experimentada (la alfa), quien se encarga de mantener el orden en el grupo, compuesto casi siempre por sus descendientes. Al alcanzar la adultez, algunos individuos optan por abandonar la manada para encontrar pareja y formar una nueva, mientras que otros prefieren unirse a manadas ya establecidas o permanecer en su grupo de origen, asumiendo el liderazgo cuando la alfa fallece. 

Al inicio del verano, las hembras dan a luz entre 2 y 4 cachorros, de los cuales se encargan de manera individual, cuidándolos y alimentándolos sin ayuda de otros miembros del grupo. Viven en madrigueras subteráneas compuestas por una única cámara central, cuyo tamaño depende del número de individuos en el grupo. 

Al ser animales nocturnos, los grupos salen a cazar tan pronto como se pone el sol. Como depredadores terrestres dominantes en su continente, cazan cualquier presa disponible, desde los escurridizos monitos de monte, a los que persiguen trepando rápidamente por los troncos gracias a sus extremidades y garras alargadas, hasta animales mucho más grandes, a los que atacan en conjunto.

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El Cadentoceno:

Mapa de Akeron durante el Cadentoceno temprano.

Mapa en máxima resolución

Los inicios de este período estuvieron en su mayoría marcados por un ajuste climático. Esto se debía a que, al momento de ser descubierto por la humanidad, el planeta tenía su superficie totalmente congelada. La terraformación cambió esto de manera muy brusca, aumentando su temperatura en un lapso de tiempo increíblemente corto, con el objetivo de hacer que el planeta fuera habitable lo más rápidamente posible.

Los casquetes polares, producto de las altas temperaturas, continuaron derritiéndose gradualmente desde los inicios de la terraformación, lo que aumentó significativamente el nivel del mar, sumergiendo los puentes de tierra que conectaban los continentes. Además, el derretimiento de los casquetes polares reveló la existencia de un nuevo continente, Altheris, que en todo momento se creyó que era una isla congelada de mucho menor tamaño.

Además, la gran cantidad de organismos fotosintéticos ocasionó una caída abrupta en la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, por lo que las temperaturas del planeta descendieron, lo que además provocó que las densas junglas, que durante los primeros cientos de años se consolidaron como el bioma dominante, retrocedieran hasta zonas más ecuatoriales, permitiendo el avance de biomas más templados.

El clima de Akeron, ahora notablemente más estable, era significativamente más seco que antes; sin embargo, los climas húmedos y cálidos aún predominaban en el planeta. Este clima más diverso permitió a los vertebrados expandir su territorio, migrando algunos hacia zonas más cálidas y colonizando nuevos biomas.

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Cadentoceno temorano:

0-1000 años después de la caída:

Adaptación humana

Las mascotas

50,000 - 75,000 años después de la caída:

Arandolia: los arboles frutales

Arandolia: los depredadores del bosque

Arandolia: noche de tormenta

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El prologo ya se encuentra disponible en mi nuevo canal de YouTube.

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Voy a ir subiéndo ahí cada uno de los post la par que creo nuevos acá (aunque probablemente tarde meses en subir cada uno)

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Cadentoceno: 50mil años después de la caída

Partiendo desde el oeste, los rayos de luz comienzan a brotar por la mañana, viéndose por primera vez después de una larga temporada de lluvias. El cielo está despejado, sin una sola nube a la vista. La luz de Aethera parte desde el lejano cielo azul, iluminando un bello paisaje primaveral y secando las gotas de rocío que yacen sobre las hojas. Grandes masas de hormigas voladoras emergen desde los hormigueros en el suelo, emprendiendo el vuelo para colonizar nuevas tierras. Una de ellas aterriza sobre una hoja para beber de una gota de agua que reposa allí, pero en menos de un segundo, dos enormes ganchos se disparan desde arriba, permitiendo que su asesino, una pequeña mantis de color rojo, se dé un festín con ella antes de esconderse entre las flores, flores que se cuentan por miles y tiñen de colores vibrantes las extensas praderas. Sobre ellas, cientos de abejas revolotean en círculos, alimentándose del dulce néctar en su interior.

A lo lejos, en un árbol cubierto de frutas, una pequeña figura peluda yace entre las ramas, alimentándose de los frutos.

Se trata de una comadreja de la fruta. Esta especie, al igual que todas las especies de Akeron, es extremadamente reciente, surgida como producto de la gran radiación adaptativa que experimentaron todos los seres vivos del planeta al exponerse a un ambiente con una enorme variedad de nichos ecológicos vacíos.

La comadreja de la fruta (Mustela promivora) es uno de los mejores ejemplos de esta radiación adaptativa. La dieta de este animal ha cambiado radicalmente, pasando de ser un cazador activo que ocasionalmente consumía frutas e insectos a basar su dieta en estos últimos. No obstante, todavía puede alimentarse de carne de manera ocasional, generalmente recurriendo a la carroña para complementar su dieta.

Su anatomía también presenta grandes cambios. Sus extremidades ahora son mucho más largas y robustas, al igual que su cola, que utiliza como contrapeso al desplazarse por los árboles en los que habita.

Siendo uno de los animales más grandes de esta época, su tamaño es cerca de diez veces mayor al de las pequeñas comadrejas de las que desciende. Esto permite a los adultos enfrentarse a los depredadores, quienes suelen evitarlas en busca de presas más fáciles. Esta ausencia de depredadores les ha permitido prosperar y colonizar prácticamente todos los bosques de Arandolia, así como muchas de las islas circundantes. Incluso algunos ejemplares lograron migrar hasta las costas de Nerovatria del Norte poco antes de la desaparición del puente de tierra que conectaba los continentes.

A pesar de todos estos cambios, su comportamiento no ha variado mucho. Extremadamente asustadizas, huyen saltando torpemente entre las ramas, enfrentándose solo cuando se sienten amenazadas o, más comúnmente, en disputas por el territorio.

Durante las estaciones frías, estos animales reducen levemente su metabolismo, lo que hace que su comportamiento sea más tranquilo y sus movimientos más pausados y lentos para ahorrar energía. En esta época, se alimentan mayormente de insectos, caracoles y carroña, aunque también tratan de depredar animales más pequeños, recurriendo casi siempre a emboscadas.

Al llegar las estaciones cálidas, su metabolismo regresa a la normalidad y su dieta vuelve a basarse mayormente en una gran variedad de frutas. Sin embargo, una fruta en particular constituye más del 40% de su dieta:

El durazno akeroniano (Prunus flavusakeronis) es una especie de árbol descendiente del durazno terrestre (Prunus persica) que ha tenido un enorme éxito.

El árbol en sí no presenta cambios significativos y es aparentemente idéntico a su antecesor. Sin embargo, su fruto tiene características que le han permitido prosperar enormemente.

La más distintiva de estas características es su color amarillo intenso, principal razón del éxito de esta especie. Mientras que la mayoría de las comadrejas conservan sensibilidad únicamente a los tonos de luz azul y verde, la comadreja de la fruta ha desarrollado una mayor sensibilidad a los tonos amarillos en lugar de los verdes. Esto es aprovechado por el durazno de Akeron, que utiliza sus colores llamativos para atraerlas y lograr que se alimenten de sus frutos, defecando sus semillas en lugares alejados.

El fruto es considerablemente más pequeño que su contraparte terrestre, con una semilla en su centro, pero proporcionalmente más pequeña, lo que permite que las comadrejas la engullan. Crece por cientos en las ramas del árbol, cubriéndolas por completo.

Su sabor es muy dulce, similar al de una piña, y su jugo es espeso, como una especie de almíbar.

Los pocos frutos que no llegan a ser consumidos caen y se acumulan en el suelo, pudriéndose y atrayendo una gran variedad de hongos, miriápodos, caracoles e insectos. Entre estos, destaca el caso de la mosca dragón.

La mosca dragón (Musca draconivertis), descendiente de las moscas domésticas, luce ahora radicalmente diferente a sus ancestros. Este aspecto peculiar deriva de una táctica de supervivencia muy común: el mimetismo. Esta especie ha alterado su apariencia para asemejarse a una libélula, uno de los artrópodos depredadores más grandes y un insecto que muchos insectívoros prefieren evitar. De esta manera, la mosca dragón también es evitada por sus depredadores al ser confundida con una libélula.

Este insecto tiene un tamaño gigantesco para su clase, con algunos ejemplares superando los 10 cm. Presenta colores variados, como azul, rojo y, más comúnmente, tonos verdes. Sus alas alargadas y fuertes le permiten volar a altas velocidades, aunque son considerablemente más lentas que las libélulas.

Atraídas por la fruta en descomposición, se posan sobre ella y depositan cientos de huevecillos. Las larvas se alimentan de la fruta podrida y luego emergen como nuevas moscas adultas.

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0-410 años después de la caída

Los gatos fueron, con mucha diferencia, la especie de mascota más exitosa. Su gran población, de casi 500 ejemplares, sumada a su increíble eficiencia para cazar animales de pequeño tamaño como las comadrejas y los monitos, les permitió prevalecer por muchas generaciones, tomando rápidamente el nicho de superdepredador al carecer de competencia tras la temprana extinción de los perros.

Muchos de ellos permanecieron junto a los humanos, siendo mucho más valorados que antes por su capacidad para depredar a las comadrejas, que constantemente saqueaban los recursos de las aldeas. Principalmente, los gatos se convirtieron en el último animal doméstico del planeta y, por ende, en la única compañía de la que la nueva humanidad podía gozar.

Sin embargo, la gran mayoría de los gatos prefirió alejarse de los asentamientos en busca de una mayor cantidad de presas, adentrándose en los ecosistemas salvajes y criando a su descendencia en la naturaleza. Durante el primer siglo, el número de gatos aumentaría exponencialmente, alcanzando su pico de 3,500 ejemplares cerca de la mitad del segundo siglo. Sin embargo, sus números comenzarían a descender lentamente a partir de este punto.

Pronto, gran parte de la población comenzó a exhibir problemas genéticos graves debido a la endogamia, que aumentaría la mortalidad gradualmente. Luego de tres siglos, los gatos domésticos se habían extinguido por completo, pero, en contadas ocasiones, aún era posible ver algunos gatos salvajes cazando a sus presas durante las cálidas noches. No pasaría mucho tiempo hasta que estos también cayeran víctimas de la endogamia.

El último gato:

En el año 402, uno de los últimos ejemplares, una hembra joven y débil, daría a luz a la que sería la última camada cerca de un asentamiento humano. La desnutrida madre únicamente pudo engendrar a un pequeño cachorro vivo, solo para fallecer de agotamiento poco después.

El pequeño gatito, aún mojado, maullaba solitariamente entre los cadáveres malformados de sus hermanos, hasta que fue encontrado por un hombre fornido y de abundante barba, quien al ver a la fallecida madre, lo levantó y lo llevó consigo.

El hombre cuidó del cachorro como si fuera su propio hijo, alimentándolo cada día con leche de comadreja y luego con carne de las mismas hasta que, finalmente, y después de mucho esfuerzo, el pequeño alcanzó la adultez. Sin embargo, el joven gato, ahora llamado Richard, era completamente incapaz de valerse por sí mismo y dependía casi al cien por ciento de los cuidados de su dueño. Los siglos de endogamia provocaron que presentara una gran cantidad de problemas genéticos, como inmunodeficiencia, infertilidad, defectos cardíacos, trastornos metabólicos, problemas neurológicos, esqueléticos y musculares, además de malformaciones congénitas. Todos estos problemas causaban gran sufrimiento y dolor a Richard cada día, quien, a pesar de todo, se aferraba a la vida, viviendo mucho más tiempo de lo que podría esperarse gracias a los cuidados de su dueño, quien también sufría al ver el deterioro del pobre animal que había criado desde su nacimiento.

El estado de salud de Richard empeoraba cada vez más, hasta que en el año 410 falleció a causa de una enfermedad viral, partiendo el corazón de su dueño, quien entre lágrimas enterró a su fiel compañero en el lugar donde, años atrás, se habían encontrado por primera vez.

Retrato de Richard en una de sus últimas noches junto a su dueño.

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0-144 años después de la caída

Tutu fue el nombre de la única especie de mascota exótica que alcanzó a pisar el suelo de Akeron. Durante la caída, apenas contaba con unos meses de edad, midiendo unos pocos centímetros, por lo que para su dueño no fue muy difícil llevarla consigo durante este evento.

Durante los primeros meses, prevaleció junto a su dueño, pero su diminuto tamaño ocasionó que se perdiera con facilidad, alejándose completamente de los asentamientos humanos y migrando hacia las grandes praderas de las Islas Sergis, donde rápidamente comenzó a crecer. En pocos años alcanzaría el tamaño adulto, aunque, como todo reptil, jamás dejó de crecer hasta su muerte.

La solitaria tortuga viviría sus días tranquilamente, con gran abundancia de alimento y un extenso territorio, sin preocuparse en lo más mínimo por los pequeños depredadores a los cuales superaba por decenas de veces en tamaño.

La ausencia absoluta de cualquier presión ecológica ocasionó que esta tortuga aprovechara al máximo todo su potencial biológico, superando con creces la esperanza de vida de su especie. Luego de décadas, alcanzó un tamaño gigantesco, comparable a un ejemplar pequeño de tortuga gigante de Galápagos.

Sin embargo, el final de Tutu llegaría después de 144 largos años. Falleció tranquilamente por causas naturales en las praderas que habían sido su hogar durante toda su vida.

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0-100 años después de la caída

humanos trajeron consigo una gran cantidad de aves domésticas, pertenecientes a 15 especies diferentes. Entre todas éstas, las más destacadas fueron las cotorras argentinas (Myiopsitta monachus), con 29 individuos; los canarios (Serinus canaria), con 27 individuos; y los periquitos comunes (Melopsittacus undulatus), con 20 individuos. Estas tres especies representaban más de la mitad de las aves del planeta. Las otras 12 especies, con poblaciones mucho menores, representaban en su conjunto apenas el 39% de la población total. Las especies eran las siguientes: 13 pinzones cebra, 13 gorriones, 8 agapornis, 7 pinzones de Bengala, 7 lavanderas blancas, 5 jilgueros, 5 picos de coral, 4 gorriones de Java, 4 verderones europeos, 3 pericos de collar, 2 cacatúas ninfa y 2 diamantes de Gould.

Extinción:

Las aves no tendrían grandes problemas para sobrevivir en este planeta, ya que el alimento era abundante y el amplio espacio disponible les permitía migrar largas distancias, alejándose de posibles depredadores como los gatos y las comadrejas. Sin embargo, estas migraciones ocasionarían que muchos individuos de una misma especie se dispersaran demasiado, dificultando el encuentro con otros de su especie y, por lo tanto, impidiendo la reproducción.

Las especies de paseriformes con poblaciones más pequeñas serían las primeras en extinguirse, ya que al estar a grandes distancias entre sí, no lograrían reproducirse y morirían de vejez durante las primeras décadas. Las especies más numerosas, como los canarios y los periquitos comunes, prevalecerían por mucho más tiempo, pero luego de 50 a 60 años, las nuevas generaciones presentarían problemas relacionados con la endogamia, lo que llevaría a su extinción en esas fechas.

La especie que más tiempo prevalecería serían las cotorras argentinas. Esto se debería a que todos sus ejemplares formaron una única gran bandada, manteniéndose juntas. Esta cohesión, sumada a su reproducción más lenta y a su larga esperanza de vida, ocasionaría que, incluso después de 80 años, aún fuera posible ver ocasionalmente en los cielos a estas aves. Sin embargo, casi 100 años después de su introducción, su reducida población finalmente sucumbiría a los problemas endogámicos, lo que impediría que sus últimos ejemplares dejaran descendencia. Así, al igual que la mayoría de las aves, los últimos ejemplares de esta especie fallecerían de vejez.

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0-34 años despues de la caída

Los perros fueron la especie de mascota más numerosa de todas; sin embargo, en este planeta, que para los humanos era un paraíso, para los perros resultaría un auténtico infierno. Al ser animales mayoritariamente carnívoros, necesitaban grandes cantidades de carne para mantener su población; no obstante, las pocas presas, como las comadrejas y los monitos de monte, estaban fuera de su alcance, ya que, al ser animales muy escurridizos, resultaba extremadamente difícil para los perros cazarlos. Como resultado, una gran parte de la población de perros falleció por desnutrición en los primeros meses, especialmente los perros de razas delicadas, que murieron rápidamente por problemas relacionados con sus características, como las dificultades respiratorias en razas como los pugs.

Muchos perros se alejaron de las comunidades humanas en busca de alimento, agrupándose en pequeñas jaurías. Durante los primeros años, no era extraño ver a estas jaurías atacando a los gatos, a los humanos e incluso a otras jaurías, para después alimentarse de ellos. Sin embargo, estas jaurías agresivas no duraron mucho tiempo, ya que los humanos, quienes ocasionalmente eran atacados por ellas, les dieron caza hasta acabar con ellos por completo.

El último perro, un ejemplar joven y débil, falleció de forma solitaria por desnutrición en el año 34, acabando así con la especie que, hasta no hace mucho tiempo, había sido llamada el mejor amigo del hombre.

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0-2 años después de la caída

Los conejos europeos fueron la especie más perjudicada, con amplia diferencia, ya que en Akeron su depredador natural, la comadreja menor, se convirtió en el depredador por excelencia en todos los hábitats. La población inicial, compuesta por solo 32 individuos, fue rápidamente diezmada por estas comadrejas, así como por los hambrientos perros y gatos traídos por los humanos. La depredación fue tan intensa que, en apenas dos cortos años, el último ejemplar pereció, poniendo fin a su fugaz linaje.

Es de resaltar que, durante todo su tiempo en Akeron, esta especie únicamente logró concebir dos camadas, de las cuales ninguna cría alcanzó la adultez.

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Cadentoceno: 0-500 años después de la caída

Durante la caída, una gran cantidad de los colonos se negaron a abandonar a sus mascotas en la estación, por lo que, al momento de abordar la gran nave rascacielos, muchos las llevaron consigo. Como resultado, además de los colonos, cerca de 1,400 animales domésticos aterrizaron junto a sus dueños sobre la superficie del planeta.

Sin embargo, las mascotas tenían poblaciones extremadamente reducidas, lo que significaba que, lamentablemente, estarían condenadas a desaparecer, ya que la endogamia a largo plazo sería un problema inevitable, causando graves problemas genéticos entre los pocos descendientes que aún fueran fértiles.

A continuación, se explica el proceso de extinción de estos animales, desde el primero en extinguirse hasta el último:

Conejos

Perros

Aves

Tortugas

Gatos

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Pre-Cadentoceno: 0 años antes de la caída

Han pasado cinco años desde la catastrófica desaparición de la humanidad. Este evento ahora es conocido como “El Gran Silencio”.

La estación, aún en pie, era una estructura exageradamente grande, por lo que era habitual que presentara pequeños fallos. Normalmente, estos serían reparados por Minerva, pero sin ella, serían los propios colonos quienes deberían arreglarlos. Sin embargo, la estación era inmensa, muchísimo más de lo que los pocos ingenieros eran capaces de reparar, lo que ocasionaba que los fallos, inicialmente pequeños, comenzaran a acumularse más rápido de lo que eran solucionados. Con el tiempo, la cantidad de fallos se hizo tan grande que algunos sistemas importantes, como los encargados de la producción de alimentos, reciclaje de oxígeno y agua, se vieron afectados, causando desnutrición e intoxicación en la población. Además, los sistemas de navegación, que mantenían constante la órbita de la estación, también se deterioraron gravemente, lo que provocaría que en apenas unos meses la estación se estrellara contra la superficie del planeta.

Los humanos supervivientes se encontraban divididos en dos facciones: el Movimiento de Transición, que pretendía evacuar la estación utilizando las antiguas y deterioradas naves rascacielos para descender al planeta. Esta facción controlaba en su mayoría los sistemas de navegación de la estación.

Por otra parte, el Movimiento de Preservación buscaba corregir la órbita de la estación para que los humanos pudieran seguir viviendo en ella, argumentando que la estación, al ser el último punto del universo con vida humana, era un lugar sagrado que debía perdurar. Esta visión casi religiosa provocó que los seguidores de este movimiento ocasionaran grandes disturbios en las calles, manifestándose en contra de los transicionistas.

No pasó mucho tiempo antes de que grupos de ambos bandos se levantaran en armas, iniciando una guerra civil que culminaría con los preservacionistas tomando el control de los sistemas de navegación. Sin embargo, fue inútil, ya que la estación se estrellaría inminentemente en apenas unas pocas horas.

Los transicionistas, quienes intencionalmente habían abandonado los cilindros, se encontraban ahora dentro de los hexágonos, rumbo a los gigantescos hangares donde reposaban las naves que serían su salvación. La falta de gravedad causó que cientos se perdieran en el camino, pero a pesar de todo, la gran mayoría logró abordar a tiempo una de las viejas naves.

La imponente estación, el último bastión de la humanidad en el universo, ahora descendía como una bola de fuego ardiente desde la órbita de Akeron. De ella, una pequeña nave se separó poco antes de que la estación se estrellara en el océano.

Esta vieja y deteriorada nave sufriría un aterrizaje forzoso sobre las Islas Sergis, estrellándose en uno de los grandes pastizales y quedando prácticamente inutilizable.

Las puertas de la enorme nave se abrieron para no volver a cerrarse, y los supervivientes, quienes en su mayoría estaban heridos, enfermos o hambrientos, caminaron lentamente hacia el exterior. Siendo recibidos cálidamente por los rayos de luz de la estrella, pudieron ver un paisaje que ni siquiera habrían soñado, un paraíso, que aunque incompleto, estaba hecho a su medida.

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Pre-Cadentoceno:

244-24 años antes de la caída:

La llegada de la humanidad

Terraformación

24-6 años antes de la caída:

Geografía de Akeron

Enfermedad

Primeros vertebrados

6-0 años antes de la caída:

El gran silencio

La caída de la humanidad

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Capítulos disponibles:

Prologo: Un nuevo mundo

Pre-Cadentoceno: (243-0 años antes de la caida)

El Cadentoceno (0-13millones de años después de la caída)

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Aclaración: a las imágenes que se vean borrosas o con poca resolución les agregaré un link de devianart para que las puedan ver en máxima resolución.

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Pre-cadentoceno: 6 años antes de la caída

Durante la noche, en un pintoresco vecindario, un grupo de niños corretea por las aceras. Una pequeña niña intenta esconderse en una plaza del vecindario. Al caminar, descubre un suelo hecho enteramente de cristal en el centro de la plaza. Al acercarse al mirador, queda asombrada y maravillada con la imponente imagen del planeta que sería su futuro hogar, Akeron.

Más tarde, ya en su casa, la pequeña y sus padres escuchan ruidos y gritos provenientes de las calles. Al salir, ven a todo el vecindario corriendo hacia el centro. Deciden seguirlos y, mientras avanzan, cada vez se encuentran con más personas; al principio solo unas docenas, luego cientos y, finalmente, miles, todos reuniéndose a las afueras del edificio principal del pueblo. Fue entonces cuando el dirigente explicó la situación. Minerva, la inteligencia artificial que operaba todos los sistemas de la estación, había dejado de funcionar de manera inesperada. La nave estaba operando en modo manual, gestionada por algunos de los científicos e ingenieros, pero la falta de experiencia y capacitación para manejar la estación sin Minerva era evidente.

La situación se agravó aún más cuando se descubrió que no había comunicación con el resto de la humanidad. Se habían intentado diversos métodos de comunicación, pero todos habían fallado, dejando a los colonos completamente aislados. Durante los primeros días, los colonos mantuvieron la calma, suponiendo que se trataba de un problema técnico temporal y que pronto recibirían ayuda. Sin embargo, a medida que pasaban las semanas sin noticias ni signos de ayuda, el pánico comenzó a apoderarse de la población.

Un pequeño grupo decidió tomar la iniciativa y viajar en una de las antiguas naves rascacielos hacia una colonia cercana para intentar enviar un mensaje de emergencia. Tras unos días de viaje, llegaron a la estación orbital, solo para encontrarla completamente vacía: sin signos de violencia ni huellas que indicaran un conflicto.

Desesperados, descendieron a la superficie del planeta, donde se encontraba una gran colonia. Pero allí también encontraron la misma ausencia de vida. Sin rastros ni explicaciones, parecía como si la población hubiera desaparecido sin dejar rastro.

Viajaron por meses, de colonia en colonia, repitiendo la misma escena en cada planeta que visitaban. Incluso después de semanas de viaje, llegaron a la Tierra, solo para encontrarse con enormes ciudades vacías y desiertas.

Un año después de su partida, regresaron a la estación de Akeron para comunicar la devastadora noticia: “La humanidad ya no existe. Somos los únicos que quedamos”. La noticia provocó un gran pánico entre los colonos, desencadenando disturbios, violencia y una ola de suicidios. Sin embargo, una facción decidió mantener la esperanza y retomó el proyecto de colonización de Akeron, esta vez de manera manual, con el objetivo de asegurar la supervivencia de la última colonia humana en el universo.

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