Tumgik
#11disney
laucha-posting · 4 years
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Distancia
One-shot. Editado a medias.
Aclaraciones: Garenzo; leve Marco/Dante.
De más está decir que no tengo los derechos sobre la serie, y que el plagio es malo.
Tumblr media
El mundial fue tanto una fuente de alivio como preocupación. Por fin podría reencontrarse con Gabo, y con sus antiguos compañeros. Al mismo tiempo, debía disimular lo difícil que había sido entrar en otro equipo, o el no haberse integrado con los demás jugadores. 
Abrazó al enganche del equipo argentino, lo había extrañado demasiado. Tenían mucho de qué hablar, la preocupación en los ojos avellanados le indicó la existencia de una sospecha que traspasaba sus mentiras. En las llamadas, no tuvo el valor de decirle que su sueño se había convertido en un infierno.
Hallaron un lugar tranquilo y alejado para hablar, lejos de miradas curiosas o alguien que los molestara. Gabriel fue amable, incluso al presionarlo para que dijera lo que estaba mal. Podía ver a través de él, sin ser una amenaza y aquello era algo que valoraba mucho. 
Cuando su fachada se quebró mientras le relataba sobre los difíciles primeros días, y la aversión que el equipo parecía tenerle, el más bajo lo atrajo en un abrazo apretado, de la clase que sólo él podía dar, esos que curaban cualquier dolencia.
Él conocía todos los puntos débiles, cada fibra sensible que podría dañar a Lorenzo. Y al parecer, era un secreto bien guardado.
Las palabras suaves y llenas de cariño fueron un bálsamo para su angustia.
—Ya vas a ver, Lorenzo. Vos no necesitas demostrarles nada, ellos se van a dar cuenta de lo bueno que sos. No sólo adentro de la cancha— limpió las lágrimas traicioneras, y se estiró para besarle la frente. 
—Te odio, siempre sabes qué decir—  no quería dejarlo ir, pero habían pasado horas y empezaba anochecer. La diferencia horaria los afectaba con cansancio. Se preguntó si Gabo sufriría de mareo cinético o jet lag, luego de tantas horas viaje. Esperaba que no.
Lo acompañó al cuarto, ayudando con su equipaje. Se despidieron, besó la frente del más bajo, quedándose de esa forma un instante. Gabo lo abrazó unos minutos más, antes de alejarse, con la promesa de verse al día siguiente.
La sensación cálida quedó instalada dentro de su pecho. Aunque fuera efímero, tenía al enganche con él, podrían estar juntos en el tiempo que tenían de campeonato. Sería interesante competir con su antiguo equipo, y aunque los extrañaba, no cambiaría la oportunidad que tanto le había costado conseguir. Aunque fuera un desafío. 
Además, no era como competir con los Halcones Dorados con el mismo plantel del que había formado parte. Sus amigos a veces hacían comentarios sobre lo diferente que era, con los ex Halcones Plateados. 
No se sintió afortunado en la repartición de los dormitorios. Sus compañeros serían Ezequiel y Dante. Al primero ya lo conocía, pese a la antigua rivalidad, le era familiar. Cuando las cosas resultaban difíciles, él estaba ahí como un amigo, Ezequiel era importante y durante el primer tiempo en el equipo italiano, su única contención. O algo así.
 Benedetto era un extraño, más allá de la broma en el vestuario y la convivencia en la cancha, no lo conocía bien.
Supuso que también era un recién llegado, o que tenía menos tiempo en el equipo que los jugadores destinados al campeonato de la Serie A. Aún así, parecía haberse integrado muy bien, a diferencia de él. 
Contrario a lo que esperó, no fue víctima de ninguna broma aquella noche, ni las siguientes. A decir verdad, el italiano había sido amigable, sin intenciones de fastidiarlo. Al menos no con malas intenciones. Era algo hiperactivo, moviéndose de un lado al otro o sacando temas de conversación con sus otros compañeros. 
Regresó de otra charla a corazón abierto, tenía los ojos enrojecidos pero se sentía aliviado. Halló horarios cómodos para hablar con su novio. Después del almuerzo o del desayuno, en el tiempo antes de entrenar o luego de la cena.
Como era usual desde que inició la convivencia, Dante ya estaba allí. A juzgar por lo que oía, estaba hablando por teléfono con alguien. No pretendía interrumpirlo, ni escuchar la conversación ajena, aunque lo último fue difícil.
Ezequiel estaba dormido, roncaba con un brazo cubriendo sus ojos, por lo que su idea de preguntar con disimulo se esfumó.
—Está bien. Te llamaré mañana, sogni d'oro— distinguió el tono afectuoso, aunque le restó importancia. La vida personal de sus compañeros no era su asunto, no eran amigos.
-
El bullicio hizo poco por advertirle. La puerta se abrió de golpe, dejando entrar a un apresurado Benedetto, quien sin siquiera mediar palabra, saltó sobre su cama para llegar hasta el armario, con la misma agilidad que usaba en un partido.
—Shh— acto seguido, se escondió dentro del reducido espacio, entrando con algo de dificultad entre la ropa colgada.
Un momento después, Aecio apareció. Con la cara, el cabello y parte de la ropa manchadas con pintura diluida. 
—¿Dónde está ese idiota?¡Voy a matarlo!— el portugués estaba enojado, tuvo que contener una risotada para evitar alimentar su ira.
—¿Qué pasó?— 
—Dante, ¿Quién más? Ese imbécil está tomando demasiada confianza— señaló su apariencia—¿Dónde está?— sopesó delatarlo y cobrar venganza por la broma en el vestuario. Al final, la voz de Gabo en su cabeza que decía que el rencor era malo, ganó.
—Entró un momento para distraerte, y se fue por el corredor, no sé a dónde— Aecio tampoco lo conocía bien, de modo que no captó los signos de su mentira. 
Esperó unos minutos después de que los pasos se alejaran para tocar la puerta del clóset con los nudillos.
—Ya se fue. Me debes una— 
Una vez que pudo salir del hueco del mueble, y acomodó las prendas que había desordenado para poder entrar, el italiano se desparramó en una silla cerca de la puerta. Detrás de ella, a decir verdad. Si alguien entraba distraído, supuso que lo voltearía o se asustaría.
—Gracias. De haber sabido que reaccionaría así, hubiera molestado a Enzo— aun así, no parecía asustado por las represalias de su compañero —eh, te debo una disculpa, por la broma en el vestuario — hubo un corto silencio.
— Y supongo que debería decir que no importa. Estoy acostumbrado a ser el que fastidia a los demás— 
— Entonces, puede que nos llevemos mejor— supuso que era una oferta de paz. Ya sin rencores de por medio, Dante no prometió dejarlo fuera de sus objetivos de bromas.
- - -
El partido de la serie A era importante, por lo que parte del plantel estaba reunido en uno de los dormitorios. Faltaba poco que cada equipo regresara a su respectivo país.
Dante, Ezequiel, Enzo, Aecio y  Agostino estaban allí. Gabo también, pegado a Lorenzo.
De alguna manera, Guevara se sentía más a gusto con el equipo, más allá de algunas asperezas. La presencia del argentino le daba más seguridad.
Gabo no hablaba italiano, pero compartía la misma clase de emoción que el resto. La pasión por el fútbol era algo que todos ellos tenían en común.
Las cosas iban bien, el partido dos a uno sobre el equipo rival. Intercambiaron opiniones y comentarios en el transcurso del mismo. Por lo que las muñecas fueron colectivas cuando uno de los rivales, en un intento de detener lo que podría ser un tercer gol, derribó a uno de los jugadores de camiseta blanca y negra, con más brusquedad de la esperada. 
Fue hasta que la cámara enfocó nuevamente al jugador, varios minutos después, que notaron la sangre escurriéndose por el rostro pálido y ensuciando el cuello de la camiseta. 
Tal vez se veía más grave de lo que en realidad era, pero la expresión angustiada que Dante trató de disimular permaneció allí el resto del partido. Si alguien más que Guevara y Morreti lo notó, no lo dio a conocer.
De acuerdo al reglamento, todo jugador con herida sangrante debía salir del terreno de juego, y no retornar hasta que el árbitro considere que la herida ha dejado de sangrar. Tampoco podía vestir ropa manchada de sangre, por lo que el afectado estuvo ausente el tiempo restante del encuentro.
En la noche, cuando todos se habían dispersado a sus propios dormitorios, Lorenzo y un adormecido Ezequiel llegaron a oír parte de la conversación por teléfono.
—¿Seguro de que estás bien? Ten cuidado, ¿Si? Te veré pronto— el tono angustiado disminuyó— lo sé. Sogni d'oro—
- - - - -
El regreso fue agridulce, al menos para él. Extrañaría terriblemente a su novio, pero estaba más que orgulloso del equipo y de sí mismo. Estaba encontrando su lugar, lo peor ya había pasado. Además, el enganche le prometió que se verían en un futuro cercano, aunque no sabía a qué se refería. Aún faltaba para que las clases en el IAD terminaran.
Despedirse fue tan difícil como la primera vez, no quería soltar a Gabo y marcharse, deseaba que el tiempo se detuviera para concederles unos instantes más. 
Besó los labios suaves, y se perdió en la sensación. Luego, las miradas expresaron el cariño que las palabras no podían.
—Nos vamos a ver dentro de poco, vos tranquilo— supuso que se refería al receso por las fiestas, cuando el año estuviera más cerca de acabar. Tratándose del enganche, no siempre estaba seguro de a qué se refería.
Tuvo que esperar a Ezequiel, quien casi perdió su equipaje, por lo que quedaron algo rezagados al llegar al J-College. Y, con su suerte, acabaron perdidos en los pasillos camino al dormitorio. 
La escena en el pasillo era inesperada, e irreal. El mexicano detuvo sus pasos antes de que los protagonistas de la misma se percataran de su presencia.
Podría haber alucinado a Marco abrazando a su compañero de rulos, con el rostro medio oculto por la mata de cabello oscuro. 
La única expresión que el rubio parecía conocer, era la de absoluta seriedad, o la mueca de superioridad y recelo cuando creía que alguien no estaba comprometido con el equipo. En cambio, esta vez reflejaba calma absoluta, y un poco de felicidad, diferente de la ocasional en los festejos de gol o al terminar el partido. Ambos ex Halcones sintieron que invadían un escenario íntimo. Ezequiel le hizo un gesto para que mantuviera silencio, y se quedó congelado un instante antes de retroceder para continuar en busca del dormitorio.
Dante dejó que la sensación agradable lo embargara, disipando su preocupación, y apretó los brazos en torno a la delgada figura.
— Me asustaste— 
— Te dije que estaba bien, ese mismo día—
— Eres un mentiroso—  había pasado menos de una semana desde la transmisión del partido— había mucha sangre— 
— Porque estaba mezclada con sudor—  replicó, sin despegarse del abrazo— no es grave, ya casi no duele— 
— El derrame en tu ojo no dice lo mismo— la mancha roja sobre gran parte de la esclerótica, y las manchas que variaban de tonos morados y rojizos delataban lo fuerte que había sido el golpe. La hinchazón se desplazaba hacia abajo con el transcurso de los días. Por eso no aceptó la propuesta de una videollamada.
— Vamos, ¿Nunca recibiste una patada en la cara? — Dante lo soltó para tomar su rostro y delinear las áreas no lastimadas, por lo que pudo apreciar la sonrisa burlona. Le gustaba la manera en que los labios se curvaban y los ojos turquesas le sonreían— fue sólo un corte pequeño—
—Fesso, debes cuidarte más— más allá del golpe, se veía algo ojeroso, y un poco demacrado. Tal vez, estaba a punto de resfriarse, el desgaste propio de una temporada importante se hacía presente. Aunque más experimentado que los nuevos, Marco no era un experto en todo. Mucho menos lidiando con un campeonato tan importante para él como lo era la serie A.
—Para eso te tengo a tí— el beso en la frente era significativo, al igual que la mano posada en su nuca.
El rubio no era particularmente afectuoso, al menos no de la manera tradicional. Los abrazos se limitaban a los festejos de gol, en pocas ocasiones y a la privacidad del dormitorio que compartían, o los pasillos vacíos. Las muestras de afecto eran distintas, pero demostraba que era importante.
Dante juntó sus labios, fue un contacto suave, delicado. Las manos encontraron su camino hacia el cuerpo del otro
—¿Qué dices si esta noche te llevo a ese restaurante que te gusta?— no compensaba el haberse guardado detalles o evitado las videollamadas para que no viera la apariencia cansada.
—Eso sería fantástico. Aunque, no quita que seas un fesso. Se supone que eres el responsable de los dos—
—Es relativo, Dante—
—¿No prefieres quedarte? Te ves cansado— era mejor si ambos disfrutaban la cena y el ambiente del restaurante.
—Lo que tú elijas está bien— tomó uno de los bolsos que el italiano cargaba, se encaminaron en dirección al dormitorio—Te extrañé—
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Sogni d'oro: "sueños de oro", equivalente de "dulces sueños", "que duermas bien", etc.
Fesso: tonto, imbécil, idiota o similar.
PD, la cara de Ezequiel en la última imagen, está harto o no entiende nada.
Gracias por leer.
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universosexy · 5 years
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