#* 𝗖𝗛𝗜𝗖𝗛𝗜𝗡𝗖𝗢𝗟 : task.
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chichincol · 2 years ago
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( 🔔 ) ¡NUEVA NOTIFICACIÓN!:  habitación en doll house
detalles de la alcoba:  distribuida como si se tratara de dos escenarios distintos
001. a mano izquierda, es la habitación que le vio crecer: pegatinas y libros de Moomin (1990) frente a la cama. decoración de mi My Neighbor Totoro (1988) detrás de la misma. un escritorio repleto de cuadernos de tarea y libros. anteojos de grueso marco negro. un patito de hule regalo de su padre. fotografías familiares enmarcadas. 
002. posters de bandas de k-pop de la segunda generación y de simply red (banda escuchada por la madre) pegados en la pared junto al escritorio. 
003. a mano derecha, la habitación que tuvo en el orfanato. le correspondía un cajón del clóset, una mesita de noche con un portalápices hecho de cassette tapes y maseteros de Moomin (1990) que robó de un jardín a la distancia. 
004. en un rincón de la habitación, en un punto medio entre ambas mitades, polaroids pendidas de tres diferentes hilos. momentos de vacaciones, campings, juegos, piscinas y de su hermano pequeño al nacer. 
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chichincol · 3 years ago
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( 🔔 ) nueva notificación, TASK #007:
anuario, prom (app alew) en collins academy high school.
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chichincol · 3 years ago
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#1             
I got guns in my head and they won’t go      Spirits in my head and they won’t go
    And I don’t want a never-ending life, I just want to be alive.                  I don’t want to see another night lost inside a lonely life                      while I’m here
tw: violencia, persecución, armas, negligencia, abadono, maltrato infantil (o puede verse como tal).
La primera vez que es perseguido y tuvo miedo de ello, tenía cinco años, y se encontraba acampando con su padre y madre. El anochecer estaba cerca, ubicados alrededor de una fogata, con nubes en ramas de árboles y riéndose de una historia que su padre estaba contando. 
Lo siguiente que sabe es que hay un disparo cerca de los pies de su padre, un grito no sabe de quién, que lo toman en brazos y corren, Chichincol mirando el camino que recorren. Su padre es quien lo sostiene, diciéndole que no mire, que cierre los ojos, pero no puede evitarlo, no cuando siente su rápido palpitar y agitación. Visualiza a cinco personas corriendo tras ellos, tres de ellas con armas en las manos, pero sin apuntarles. Parece que gritan, realmente no logra enfocarlo. 
Sabe que están yendo a la cabaña del camping, porque lo ve de su madre que va a su lado, apuntando a la dirección. Cuando llegan a ella, se encierran, se recargan en la pared, bajo la ventana. Hay segundos de silencio antes de escuchar un fuerte “esta es solo una advertencia” que, supone, viene de estas personas. Busca en los ojos de su madre una tranquilidad que no encuentra en sí mismo y que tampoco halla en ella. Entonces, se derrumba en los brazos de su padre y llora: el pánico se siente en sus piernas, en sus manos hechas puños en la ropa del hombre. Siente la mano de su madre en su espalda y el “todo estará bien”, “estaremos bien” de ambos que se siente como una mentira.
La segunda vez que lo persiguen, tiene siete años y está volviendo de la escuela.
Lleva audífonos puestos, entonces, no siente los pasos. Sin embargo, por el rabillo de su ojo visualiza una figura; es alta y oscura. Se pone alerta porque desde hace dos cuadras, siente que no está caminando solo en esa calle poco concurrida. Piensa, al principio, que es uno de sus compañeros de clase, sin embargo, no concuerda con su altura. Cuando mira sobre su hombro derecho, es un hombre que le sonríe --- tiene dientes de algo que parece oro. Puede leer en sus labios huye antes de que haga un gesto con su mano derecha. 
Así que, comienza a correr. 
Sus audífonos caen en el camino por la prisa, y es cuando escucha la fuerte risa maniaca de este hombre y siente como sus piernas le tiemblan. Cuando mira su entorno, no hay nadie. Sin embargo, grita ayuda. Lo hace por diez metros hasta que no ve el desnivel de la acera y cae. Intenta incorporarse, huir de ahí, seguir corriendo, pero se ve frustrado por este hombre cuando lo detiene con una rodilla en el estómago y la cara frente a su rostro. Está tan cerca que huele su hedor, que se asemeja a la basura de días y solo quiere vomitar. 
Una de manos del hombre va a su cuello antes de susurrar un “dile a tu padre que no se olvide que hacemos advertencias”, para luego darle una mirada a todo su cuerpo que le pone la piel de gallina y las náuseas se intensifican. 
El hombre se va y Chichincol queda en el suelo, con el miedo en la garganta y las lágrimas cayendo por sus mejillas. Está seguro que es un ataque de pánico. 
La tercera vez que lo persiguen, va con su madre del mini-market de vuelta a casa y tiene diez años. 
Están a tres cuadras de su casa cuando detienen su caminar por un vehículo que sube a la acera, el lado del copiloto quedando frente a ellos. En el momento en que la ventana se baja, Chichincol reconoce al hombre de la sonrisa horrible que aún se cuela en sus pesadillas. Les dice algo que no alcanza a entender y lo siguiente que sabe es que su madre toma su brazo para halarlo en sentido contrario, de vuelta al mini-market. Escucha la misma risa fuerte y maniaca, de hace años, detrás de ellos y el chirrido de ruedas que le hacen flaquear las rodillas. No puede correr más rápido de lo que ya hace: el asma que tiene sin tratamiento lo ha hecho disminuir una habilidad de la que antes se enorgullecía. Entonces, se agita rápido, el aire faltando en sus pulmones, su madre gritando “corre porque no te puedo dejar atrás” y el vehículo siguiéndoles el paso por su costado. 
Lo demás es solo un borrón: llegan al mini-market y el auto se aleja; su madre se pone en cuclillas frente a él, ayudándole a regularizar su respiración. Pero no se siente suficiente. El miedo, como siempre, se ha alojado en su pecho, en sus piernas y en el temblor de sus manos. Piensa en su hermano pequeño, en el peligro en que están metidos y en cómo es probable que no puedan escapar de él. 
La cuarta vez no alcanza a ser perseguido, y es un año más tarde. Tiene once años y su padre lo aparta al patio de la casa. Le dice que están orgullosos de él, que lo aman como a nadie y que todo lo que pase de ahora en adelante es por su bien. Chichincol sabe que eso es basura apenas lo escucha. No le cree. Hay una mirada frenética en su padre que le da desconfianza y que le indica que no todo va a estar bien como lo está tratando de convencer, otra vez. Porque esta conversación la han tenido antes y siempre vuelve a suceder. 
También sabe que algo está mal cuando abraza a su madre llorando, y solo recibe una palmada en su hombro, como si no valiera la pena contenerlo. Mira a su hermano pequeño, que solo tiene tres años y le da un beso en la frente. Cuando su padre lo toma de la mano y lo insta a subir al vehículo, siente, muy en el fondo, que será abandonado, que será dejado atrás. 
Y es así.
Lo deja en un orfanato, nota. Está alejado de todo, en una zona que no conoce. Se baja engañado, y su padre arranca en el vehículo apenas nota la entretención de su hijo en las aves del lugar.
Esa vez, él persigue.
Su asma sigue sin tratarse y su respiración no tarde en agitarse, en sentirse pesada y se siente estúpido por seguir a un vehículo que va tan rápido que se tarda segundos en perderse de vista.
En una carta que se le es entregada por una de las personas del orfanato, su familia le explica que era necesario que se quedara atrás, porque los retrasaría. con su asma, los encontrarían pronto. “Todo es por tu asma” reposa, más de cinco veces en apenas cuatro párrafos. En la carta sale que tendrá un nuevo nombre, que eso está arreglado. Le dicen que olvide la existencia de ellos, que es mejor. Y Chichincol siente cómo su corazón se parte y el llanto sale ahogado y desordenado mientras se aferra a la falda de la encargada.
Las próximas veces que es perseguido, usualmente le acompaña un ataque de pánico, y los recuerdos de cómo por su asma fue dejado atrás. Aun cuando el tiempo le ha mostrado que tuvo padres negligentes, la herida es difícil de sanar. 
Entonces, esta prueba es un infierno. El asma ya no es problema, está con tratamiento desde los quince. Pero sí lo es su esguince, en cómo es probable que se vuelva una carga y sea dejado atrás, otra vez.
Porque sí, le asusta ser perseguido. 
Pero más le asusta el ser dejado atrás.
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chichincol · 2 years ago
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( 🔔 ) nueva notificación: retos cumplidos por @chichincol. 
1. Toma un shot con 3 personas diferentes. ( aquí ) ( aquí ) ( aquí )
2. Di todo lo contrario a lo que piensas mientras hables con una persona. ( aquí )
3. Finge vivir en los años 20s realmente con dos personas, asústate si sientes cosas tecnológicas sonar o pregunta cosas absurdas. ( aquí ) ( aquí ).
4. Haz que alguien se vaya contigo del casino. ( aquí )
5. Inventa un idioma, di palabras sin sentido. ( aquí )
6. Consigue dos prendas de alguna persona. ( aquí )
7. Susúrrale a dos personas al oído que eres un rey/una reina pero que escapaste de tu país por conflictos bélicos. ( aquí ) ( aquí )
8. Finge que te torciste el tobillo y convence a alguien de que te ayude a caminar. ( aquí )
9. Echa un montón de fichas en el bolsillo de otra persona y dile que corra, fingiendo que las robaste. ( aquí )
10. Obséquiale besos cortos en la boca a una persona que se encuentre cerca, si te pregunta por qué lo haces, dile que es el diablo el que te posee cada cierto tiempo. ( aquí )
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chichincol · 3 years ago
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( 🔔 ) nueva notificación: recopilación de datos @chichincol
* CHICHINCOL rememora el lugar donde creció (x)
* CHICHINCOL rememora una una anécdota de su infancia. (x)
* CHICHINCOL  comparte un momento feliz (x)
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