#( encima iba de short ese día........ )
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One Piece 100 Days Challenge!
Day 88: Make a short story about anything but it must include One Piece characters.
I can’t write anything like that in english, I’m not that fluent, so I’m going to recommend you what I think it’s the best Zoro x Nami fanfic I’ve ever read: too close to see or step away, by julamei. They have done a beautiful job capturing Zoro and Nami’s relationship just the way I see it, being faithful to their personalities and touching a bit also on their relationships with other characters, especially Robin in this case. I love it so much.
I really want this person to write more One Piece fanfics because the other one they wrote is also one of my favorites.
I also like this one like... a lot.
Ahora viene la parte en la que me voy a dejar en evidencia y esto solo vale para la gente que sabe español, así que allá vamos. Esto va a ser larguísimo.
Si por algún casual alguna de las personas que ve mis amvs a día de hoy me lleva siguiendo desde que me abrí el canal hace como ocho o nueve años (aunque no lo creo porque durante unos años no subí nada y cuando empecé a hacerlo de nuevo tuve otro año más de parón), cabe la posibilidad de que me encontrara a través de mi cuenta de fanfiction.
Esa cuenta ha tenido varios nombres pero recientemente lo cambié al mismo que uso en todas las redes en las que me podéis encontrar: zonaenthusiast. Y, por supuesto, podéis encontrar un fic sobre Zoro y Nami que me da un poco de cringe leer ahora (y porque me he estado dedicando a corregir los capítulos porque había algunas frases y diálogos que... sencillamente un espanto). Si queréis leer algo que he escrito yo entonces encontraréis ese fic, un par más con otros personajes y otro más que pretendía ser un fic largo protagonizado por una oc pero para el que nunca tuve la imaginación suficiente para continuarlo de verdad (llegué a publicar cuatro capítulos pero ahora solo podéis encontrar el prólogo).
Lo de este último fic fue solo la primera idea de todo un universo de ocs dentro de One Piece que fue creciendo en mi mente y que, de haberlo escrito alguna vez, lo hubiera convertido en tres fics diferentes pero conectados entre sí. Creo que debo tener decenas de documentos escritos de escenas sueltas que nunca fui capaz de organizar en una historia con... ya sabéis, una trama que seguir.
El físico y las personalidades de estos ocs están claros en mi cabeza como si fueran literalmente mis hijos y los tuviera delante, sé cuáles son sus pasados, sus relaciones con otros personajes, lo creé prácticamente todo menos la trama así que al final solo podía escribir escenas sueltas. Vergonzoso, menos mal que esto siempre lo he hecho porque me entretiene y no porque quiera ser escritora porque entonces iba lista.
¿Sabéis que es lo más gracioso de todo? Que cada fic iba a estar protagonizado por una de mis ocs formando un dúo caótico y cuestionable con un chico de One Piece porque son mis dúos favoritos. Dos de esos chicos son Zoro y Law porque por supuesto que sí, pero el tercero es bastante random para mí... y es Kidd (la gracia que me hace esto ahora). Tened en cuenta que estas ideas se me ocurrieron en 2014/2015, así que imaginad mi cara cuando años después no solo aparece en Wano por la cara (Wano empezó en el manga en 2018), donde Zoro y Law están, sino que encima tengo la oportunidad de verlos a los tres al mismo tiempo en la cima de Onigashima ?????????? Es una cosa que no me puedo creer todavía que haya pasado.
Hay una pregunta de ocs, así que este tema lo retomaré más adelante.
PD: Aquí os dejo una de esas escenas perdidas en mi ordenador con personajes de One Piece, una de mis ocs y una mención a otra de mis ocs.
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Bellagio
- Los hechos en este relato son ficticios, exacerbados por el morbo de quien los describe -
Se subió a su auto y encendió el motor. Antes de echar a andar el vehículo se preguntó ¿qué acababa de pasar? ¿Había sido real? ¿Se había dejado llevar de tal forma? Entre todas sus preguntas algo era cierto, lo pasó increíble. Esta experiencia tiene que trascender, se dijo y llamó a su mejor amigo, sin darse cuenta que eran casi las una y media de la madrugada.
¡Ah que bueno, estás despierto! – su voz de entusiasmo, mezclado con un dejo de cansancio, asustó a su amigo.
¿Estás bien, te pasó algo?
¡Sí, estoy bien! Y sí, me pasó algo.
¿Tengo que ponerme cómodo? – la pregunta tenía un sabor a morbo y posible sospecha de lo que le iba a contar.
A ver si te puedo contar todo antes de que llegue a casa.
¡Maneja despacio y cuéntamelo TODO!
Ok, pero es de alto impacto.
¡Mejor!
¿Has tenido esos días donde ninguna wea te resulta y todo sale como el pico?
Constantemente.
Bueno, este fue un día así, hasta que llegué a casa y me di una ducha pa’ sacarme todo el día culia’o de encima ¡estuve como 30 minutos! Salí y ni hambre tenía, hoy todo el mundo me wevió: mi jefe, colegas, gerente, clientes, como si la luna se les alineó a todos y yo era el único weón para weviar - la exasperación en su tono de voz fue disminuyendo en la medida que se desahogaba.
Ok, entiendo, día pal pico, gente pal pico.
Sí, salí de la ducha y me puse a ver el celular, cuando un hombre con el que hace rato nos estamos reaccionando llamitas subió una foto y se veía bastante potable. Lo saludé y me recordó que teníamos una junta pendiente, le dije si tenía planes, y como yo, estaba libre. “Dame 20 minutos y vente”.
¡Aaaaaaaaaah! O sea te dijo “ven y dámelo papi”.
Algo así, pero menos caribeño – ambos rieron – Y yo no llegué con nada más que un cañito.
Igual hay que llegar con algo cuando se va de visita, tu madre te educó mejor que eso.
(…) Bueno, preparado para desquitarme por el día, perfumado, con ropa halagadora: una polera ideal para mostrar los brazos, ajustada en el pecho y de escote sinuoso para que se asomaran los pelos del pecho; shorts de esos que el poto se ve levantadito (aunque sabía que no lo iba a ocupar) y cortitos para que se vean los jamones peludos; calcetines blancos y largos con rayas horizontales negras; y zapatillas de plataforma alta que me hacen ver de un metro ochenta y dos.
¡Ah, sacaste a la maraka del closet y te la pusiste!
Tú me conoces bien – ambos rieron.
Llegué y nada po: abrió la puerta, entré y nos damos un beso de esos que, cuando lo estás dando, el mundo se detiene, dejas de escuchar el ruido de la calle, se te erizan la piel y se acelera la respiración, de esos en que se muerden los labios y succionas las lenguas y todo tiene un sabor y textura delicioso. Nos empezamos a pegar de a poco, él puso sus manos abiertas en mi pecho y presionaba suavemente con sus yemas la tela; juntó un índice y un pulgar para acariciar circularmente una de mis tetillas; yo lo tomé de la cintura y lo acerqué hacia mí, nuestros bultos empezaron a rosarse, nuestras panzas se pegaron, la respiración de ambos se hizo más profunda y la ansiedad de quitarle la ropa se hizo más grande. Bajó la mano con la que me acariciaba el pecho hasta la panza, levantó con un dedo mi polera y suavemente me jugó con los pelos en mi ombligo, noté que sonrió al hacerlo, y después siguió hasta mi paquete, lo agarró con la mano llena y dijo “¡ufff…!”. Yo lo tomé de su cintura, y mis dedos sintieron bajo su pantalón cuando lo sentí: ¡un jockstrap!
¡Ah pero iba listo para la batalla también!
Seguí avanzando hacia el centro de sus cachetes pero se separó de mí, afirmándome del cuello de la polera, mordiéndose los labios, con la mirada como si la tuviera nublada por la calentura del momento y dijo, con voz profunda y ronca: “Rico beso, oso”.
¡EEEEEEEEEEELLA! ¡La oso!
¡Obvio! Yo le ponía cara de macho-activo-dominante, él sonreía sensual y pícaro como un niño que está por hacer una maldad. Nos sentamos en el living, nos fumamos el cañito y conversamos, de la vida, lo humano y lo divino, sus ojitos se empezaron a volver chinitos y me dijo “Te tenía tantas ganas, weón” y yo no aguanté más. Me tiré encima de él, nos seguimos besando, pero más intensamente, las poleras salieron volando, los shorts igual, él quedó en jockstrap y yo en slip, nos apretamos todo, nos sobajeamos enteros, me lamió las axilas y respiró hondo en medio de mi pecho, entre los pelos como si quisiera drogarse con mí aroma. Lo tomé de la cara apretando con mi mano sus mejillas para que abriera la boca, mirándolo dominante le tiré un escupo en la boca, puso los ojos blancos y gimió como si estuviera en el desierto y mi saliva era lo más parecido al agua.
¡Ew! Pero me encanta que la gente sea cochina.
Nos seguimos besando, le tiraba más escupo y él feliz, hasta que le dije a su oído “muéstrame ese culito tan rico” y de un salto se puso en cuatro apoyando sus manos en el brazo del sofá, le abrí los cachetes peludos, era un túnel de pelos y carne, y le metí la lengua entera dentro del ojete; se puso a gemir y yo vuelto loco comiéndolo, el sabor de su carne era exquisito, su aroma de macho me tenía eufórico, todo impregnado en mi boca; hacía contracciones para apretarme la lengua y ¡más ganas me daban de ir más y más adentro! Le estrujaba las nalgas, se las mordía y nunca se quejó del dolor, yo subía la intensidad y me subía el morbo, me sentía durísimo; con una mano tocaba su espalda viajando desde sus omoplatos hasta el coxis; con la otra, su panza y tetillas por debajo de su torso robusto y moreno; puse mi brazo a la altura de su coxis, para que sintiera que con mi bíceps lo tenía a mi disposición y lo empujaba hacia mi cara para poder chuparlo más adentro. Me paré, él seguía en cuatro, me puse frente a su cara y me mordió suavemente el pico por encima del calzoncillo. Bajó el slip con ambas manos y se lo llevó entero a la boca. Yo estaba mojadísimo, se me había hecho una mancha y la tela se había pegado .
Siento que estoy entre asqueado y excitado – dijo mi amigo, quien realmente estaba más excitado de lo que podía admitir.
Yo lo miraba mientras me lo mamaba, él a veces también me miraba, su cara se veía brillante gracias a una delgada capa de sudor; lo tomaba con la mano, chupaba la cabeza, estiraba el cuerito con los labios, lamía las bolas y gemía cada vez que lo agarraba de la nuca y le daba una embestida hasta el fondo. Su cuerpo entero brillaba y al verlo en cuatro parecía un caballo musculoso, con pelaje fino y color caoba, sedoso, fornido en su musculatura pero atlético y definido. Acaricié su lomo, desde las posaderas levantadas hasta sus hombros robustos y fibrosos, cada centímetro de su afiebrada piel se estremecía con mi tacto. Lo agarré del culo, metiendo un dedo en su ano, como si lo quisiera levantarlo del sofá. Separé mi pene de su boca, él quedó con las fauces abiertas y la lengua afuera, le sostuve la mandíbula, dejé caer un bolo de saliva que lo recibió moviendo su colita como un cachorro feliz, y le volví a meter el pico en la boca, pero no se lo saqué, y se lo metí hasta chocar con sus amígdalas y lo dejé ahí, y le pujaba y pujaba más adentro, hasta el fondo sin soltarle la quijada, dándole palmadas cortas, firmes y duras, él hacía arcadas pero no se despegaba, le follaba la cabeza y le decía, con la misma voz profunda: “aguante perrito, aguante el pico del oso” ¡y empezó a mover el culito como si hubiese dicho la palabra clave!. Le saqué el pico, hizo una arcada fuerte y me miró para arriba con los ojitos llenos de lágrimas e hilos de saliva que aún estaban conectados a mi glande. Iba a metérselo de nuevo, pero se inclinó a la mesa de centro y tomó un frasquito de Popper, jamás noté que estaba ahí hasta que lo tomó. Le dio una buena jalada por ambos lados de la nariz y se volvió a meter el pico a la boca, esta vez él se mantenía solito con toda la carne adentro y algo empezó a pasar, porque sentía como si la verga se expandiera dentro de su boca, como si la estuviera inflando con un bombín. Yo estaba loco, no estaba seguro de lo que sentía, pero parecía que mi verga le rellenaba todo el hocico. Me dijo que me sentara en el sofá, se puso de rodillas en el piso y entre mis piernas, volvió a jalar y fue como verlo en cámara lenta, con su boca bien abierta devorándome por completo. No me di cuenta pero estaba gimiendo super fuerte con él enterrado su cabeza en mi ingle. Se separaba con hilos de saliva que cada vez se veían más gruesos y espesos, me sonreía y dijo “¿Te gusta?” y yo “¡Me encanta!”. Lo hizo varias veces más, me agarraba la panza y el pecho con sus dedos. Yo no le hice, pero sentía el aroma que subía hacia mí y creo que me drogó también.
Bueno, la expansión de tu (…) cosa, lo provocaba el popper.
¿Tú crees?
Sipo, porque si lo jalaba seguro botaba el aire por la boca con tu pico adentro, así que te dilataba los vasos sanguíneos.
¿Y tú cómo sabes eso?
(…) ¡Sigue con tu historia no más!
Bueno, entonces yo estaba sentado como Cara Cortada, con expresión de macho caliente, las piernas abiertas y el miembro apuntando al cielo, mientras se apegaba el frasquito negro y me lo chupaba y chupaba. Llegó el punto que ya no aguanté más del morbo, lo tomé de los brazos, nos pusimos de pie, juntamos nuestros cuerpos y nos besamos, yo sentía el sabor de mi pico en sus labios y el aroma del Popper en su bigote. Lo empujé hacia el sofá y cayó en sus rodillas con la espalda arqueada mirando la ventana y su culito moreno y peludo presentado hacia mí. Me mojé con saliva el pico y de a poquito se lo fui metiendo. Él gemía, decía “¡oh que rico, dame tu pico de oso!” mientras entraba de a poco. Se retorcía, agarraba el respaldo del sofá como si quisiera destripar el relleno bajo la tela, pero no opuso resistencia o expresó dolor, se lo comió como un campeón. Me alejaba de él, sintiendo como mi carne salía lubricada y volvía a fundirme con sus glúteos, mientras me deslizaba dentro y fuera de su cuerpo, sintiendo que mi verga se ponía viscosa. Veía en el reflejo de la ventana como se mordía los labios o levantaba la mirada al cielo con la boca abierta. Volví a metérselo y él movió su cintura de un lado a otro pegando su culo bien a mí. Empecé a darle más fuerte, más duro, yo sentía como me apretaba la verga haciendo contracciones con el ano; lo nalgueaba, le mordía la espalda, le metía dedos en la boca, y apegaba mi panza a su espalda para que me sintiera. Le empecé a dar más duro, yo ya estaba sudando mucho y las gotas de mi frente le caían en la espalda, gemía más fuerte cuando sentía la espalda mojada y lo embestía más fuerte. Me separé de él, saqué el pico entero y vi como estaba todo abierto, le volví a metí la lengua. Si los vecinos nos escucharon, yo creo que pensaron que lo estaba matando porque gritó super fuerte. Volví a meterle la verga y darle y darle y darle. Me separé porque llevaba como media hora de puro darle y estaba medio deshidratado. Tomamos agua y me miraba sonriendo, así como cabro chico malo y dijo entre su respiración agitada “¡que culiai rico oso!”. Igual ya como que sabía que le gustaba.
Claro, como no, con la gritadera que tenía.
Me dijo ¿vamos a la pieza?
Y yo lo seguí. Entramos a su pieza y me llamó la atención que la cama sólo tenía la sábana de abajo...
¿Cómo?
Así como te digo: no había cobertor, cojines, frazadas, sólo la sabana que se apega al colchón.
¿Sólo la que tiene los elásticos?
Sólo esa.
Esto me huele mal…
La pieza estaba iluminada roja y una pared estaba cubierta en espejos cuadrados grandes, como si fuera un mosaico, nos veíamos reflejados pero los cortes entre espejos nos distorsionaban. Él tenía algo en las manos y me lo extendió diciendo “Póntelo”.
¿Qué era?
Un singlet, un traje de luchador azul con los bordes blancos.
¡Ah pero el amigo estaba bien preparado!
¡Sí! Me lo puse y, casualmente, tenía puestos mis calcetines blancos con rayas azules que combinaban con el traje. Me miró de pies a cabeza y con cara picarona me dijo “¡Uff, qué oso!”, tomó uno de los tirantes del traje y me acercó a él. Nos acercamos sin besarnos, juntando nuestros ombligos, los pelos de los dos se concatenaban como el velcro, nos echábamos el aliento en la boca del otro, yo metía mi dedo en su culo agarrando la nalga con la otra mano, él me agarraba el pico debajo del traje y su otra mano la tenía enterrada en los pelos de mi pecho, era como si nos estuviéramos follando pero de frente y sin penetrarnos. Saqué de golpe mi dedo de su culo, gimió y lo agarr�� de los brazos, lo di vuelta y en cuatro a la cama. Me arrodillé frente a su culo, abrí las nalgas, tenía el ano super dilatado y olía a carne fresca, metí mi lengua entera y hasta el fondo afirmándome en sus cachetes. Lo escuchaba gemir y veía como apretaba las sábanas en sus manos. En el reflejo de los espejos veía su boca abierta gimiendo, a veces se mordía los labios y a veces sacaba la lengua y jadeaba como un perro. Me levanté y movía mi verga, que la asomaba por sobre la tela azul del traje y entre sus nalgas peludas, acariciando su ano que pedía más, golpeándolo con mi carne dura como luma. Sus ojos estaban negros como la noche afuera, su labio caía, estaba rojo, mojado, hinchado de tanto morderse. Se veía hermoso en cuatro, con su piel morena brillante como si hubiese estado nadando en el mar, cubierto en pelo, atlético pero robusto, ancho de piernas, aún tenía puesto el jocktrap que era de esos blancos con la parte de adelante como de toalla, los clásicos; hacía que sus piernas se vieran más gruesas. Brazos fibrosos, no hinchados como los míos, sino con musculatura natural, varias veces se los mordí y estaban duros. Bajé mi cara a su culo sin quitarle la vista en los ojos y tiré un escupo justo al medio, gimió suavecito, con ese nivel de estímulo el cuerpo se vuelve tan sensitivo, que podría haberle hecho cariño en el lóbulo de la oreja y se hubiese vuelto loco. Vi como mi cabeza, roja y mojada, entraba en él, luego el tronco por completo, su culito se veía hermoso pegado a mí, mi panza lo rozaba y podía ver que lo disfrutaba como si fuera un tierno cariño previo a la violencia que le iba a desatar. Empecé a embestirlo suave, como si estuviera iniciando un vals, me tomaba un segundo de más antes de metérselo para crearle ansiedad y que lo deseara más, ponía los ojos blancos cuando entraba con más fuerza y hacía rebotarle las carnes. Sentía como mi verga jugaba con sus entrañas y el calor de su carne comiéndome en su interior. Eso duró un par de minutos hasta que me entró la bestia y empecé a culiarlo como bestia, no me quitaba los ojos del torso y el pecho que sobresalía entre los tirantes del traje; el sudor hacía que los pelos se me apagaran y yo mismo brillaba con el reflejo rojo de la pieza, me decía “¡Que oso más rico! ¡Dame pico oso rico!” y lo nalgueaba fuerte mientras le seguía metiendo fuerte el pico. Me separé de él, me bajé los tirantes que estilaban de lo mojados, y lo puse patita al hombro, su ano seguía dilatado así que le metí la lengua entera, miró al cielo y gritó de placer, tenía un sabor que me puso como animal, entre su carne y el olor a su piel. Me levanté y le metí el pico fuerte, estaba todo sudado y las gotas caían en él mientras lo embestía, él habría la boca para que le callera alguna. Puso sus manos en mi torso y revolvía los pelos que ya estaban pegados por la humedad a mi piel. De pronto dijo algo como “¡Voy a acmerrrarr!”.
¿Qué? – me preguntó mi amigo.
“¡Voy a acmerrrarr!” – le repetí textual.
¿Y qué significa eso?
Yo pensé que me había dicho “voy a acabar” y le dije “¿Qué…?” y quedé con la pregunta en la boca porque empezó a hacer lo que me había dicho.
¿¡Qué hizo!?
¿Te acuerdas de que te dije que su jock era de esos clásicos, como de toalla?
Sí…
Bueno, de ahí empezó a salir agua como que fuera la fuente del Bellagio ¡Y MUCHA!
Mentiiiiiiiiiiiiiiiraaaaa…
No, se estaba meando escandalosamente.
Yo me habría ido de ese departamento en ese preciso momento.
¡Ah! ¿Estás loco? Yo ni me detuve, seguí dándole duro y sentía como me apretaba mientras se seguía meando, no era mi casa, no era mi cama así que seguí dándole mientras los dos nos mojábamos. El pipí no tenía olor ni color, era pura agüita y salía y salía. Tenía el abdomen firme, como si estuviera forzando para seguir meándose, la panza se levantaba dura y redondita, estaba mojada y le empecé a dar palmadas ¿te acuerdas cuando vimos ese espectáculo de tambores y pinturas de color neón en luces ultravioleta?
Sí, sí.
Bueno, así mismo estaba manchado sólo que no era pinturas, sino que era una combinación de orina, saliva, precum y sudor.
¡Qué asco!
¡Yo estaba en la gloria! Al medio de un torbellino de gemidos, placer, fluidos y morbo. Seguí dándole y dándole duro, la cama estaba toda mojada y una aureola se formaba a su alrededor en las sábanas. Me acerqué a él sin dejar de follarlo y lo besé, sentí el sabor a todo en nuestras lenguas, estaba a mil y le dije “te voy a preñar” – “¡lléname el culo, dame lecheeeeeee…!” y me fui dentro de él, puso los ojos blancos, echaba su cuello para atrás y enterraba la nuca en la cama, yo sentía escalofríos sobre la piel que la tenía caliente y mojada. Dejé que saliera hasta la última gota le mientras lo seguía embistiendo hasta que me detuve. Nos quedamos abrazados en silencio, sólo se escuchaban los autos y la locomoción a lo lejos por la ventana: la petite morte. Lo miré y se veía hermoso, todo mojado, el cabello pegado a su frente y expresión de cansancio y placer en su rostro. Me separé de él, me saqué el traje para estar sin nada y me ubiqué en la parte seca de la cama (no soporto estar acostado en algo mojado). Nos pusimos a conversar, él me contaba del placer que le producía mearse mientras le estaban dando, “es como un orgasmo muy prolongado”. Nos dimos una ducha después y me despedí con un besito y la promesa de volver a vernos, y ahora voy en el auto contándote esto.
(…) ¡Bueno! Me alegro de que hayas tenido una noche productiva, yo lavé ropa sucia de las últimas dos semanas.
El vehículo se perdió en la noche acompañado de la risa de dos
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Owned by Sánchez [Rick Sánchez x Reader/OC] Capítulo 5 : Con mis brazos alrededor de tu cuello.
JAJAJA Necesito una cerveza, ¿Tienes cerveza Kattie?-
Iba a volver a reírse con nerviosismo, pero lo callé inmediatamente con un beso húmedo el cual tardó en corresponder, pero lo hizo con la misma pasión que yo, me aferré fuertemente a él y él me sostuvo por la parte posterior de los muslos para tirarme contra el sofá y ponerse encima, estaba actuando con ansiedad, alterado, así que di el paso para transformar el beso en uno francés, introduciendo mi lengua en su boca para rozar la suya, a lo que él respondió abriendo más la boca para profundizar el beso y dominarlo.
-No, no bebas, me gustas así, me gustas sobrio, es la mejor versión de ti, así si te perdono. -
Era muy consciente del alcoholismo de Rick, era consciente de lo mucho que le consumía y de las cosas que le impedía, era la personas más inteligente y brillante del mundo según él, pero mentía, la persona más inteligente del mundo era la versión de Rick que no venía acompañada del vodka a todas horas, ni de la cocaína en el desayuno, ni de la heroína en la cena. La época en la que estuvimos juntos fue declarada por él mismo como la temporada en la que más se había drogado, quería pensar que había disminuido su consumo al volver con su familia, pero había visto que con el alcohol no fue sido así, sabía el daño que le hacía, pero no podía exigirle nada, ya bastante lucha libraba consigo mismo. Además, me había dado cuenta de que había dos conceptos sobre su sobriedad, en uno le necesitaba, en otro, le amaba. Ese día le necesitaba sobrio si quería que le perdonase, pero le amaba de todas las formas en las que estuviese, le amaba colocado, le amaba borracho, le amaba cuando le sabía la boca a Whisky, le amaba cuando se enfermaba por el abuso de sustancias, le amaba cuando se metía en peleas, le amaba en 2001, le amaba en ese momento, y sabía que le iba a amar toda mi vida, sabía también que eso me llevaba a necesitarle, y eso sería mi perdición.
Deje de pensar cuando dejé de besarle para respirar y le pregunté si se acordaba de ese regalo que me iba a dar en la fiesta de cumpleaños de 2002, respondió que si, pero lo cierto era que nunca me lo había llegado a dar.
-Dámelo ahora, aquí.-
-Pero...No sé si esto es...- Sabía que él quería hacerlo, pero que también quería hablar las cosas de una forma diferente para aclararlo todo, pero yo ya sabía que había caído otra vez y cualquier cosa que me dijera aunque fuese mentira iba a ser aceptada por mí. Además yo no estaba para hablar después de haberme controlado todos estos días quería demostrarle de otra manera que le había extrañado.
-Rick, mirame, tienes dos opciones, te vas ahora, no volvemos a hablar de esto, tú y yo acabamos, eres solo el padre de mi amiga. O me clavas contra este sofá, y ya hablamos luego.-
Intenté decir esto con una voz suave y sensual para encenderlo, aunque siendo honestos no hacía falta, estaba en llamas encima de mí. Al oír mi propuesta hizo una mueca y dio un gruñido al aire antes de enterrar su cabeza en mi cuello para empezar a morderlo.
-Al carajo.
...
Sentía que el mundo me daba vueltas, no recordaba a Rick tan intenso, pero me di cuenta de que ambos teníamos mucha tensión y como resultado de eso nos encontrábamos respirando fuerte en el sofá, él se había incorporado y sentado contra el respaldo mientras se arreglaba la ropa, solo se había bajado los pantalones así que no se complicó mucho, yo sin embargo seguía acostada totalmente desnuda y fatigada.
-En el cajón derecho de la nevera.- Se levantó instatáneamente al oír eso, entendiendo a la perfección a lo que me refería. Cuando se fue, me levanté a buscar mi ropa, me puse los shorts y la camiseta pero sin encontrar la ropa interior. Mientras seguía buscando entró Rick al salón desde la cocina con dos latas de cerveza, bebió de la que estaba abierta y me extendió la otra.
-Rick,¿Has visto mis bragas?- dije sin vergüenza, a lo que él metió la mano en el bolsillo de sus pantalones vaqueros y enrollo en su mano la fina tela que estaba buscando para mostrármela colgando de su mano. Cuando nos miramos a la cara, yo estaba sonrojada de excitación y él sonriendo con mucha más tranquilidad y confianza que cuando apareció en la puerta. Supuse que era por la satisfacción de habernos acostado, teniendo en cuenta que había vuelto a beber después de un estado de ansiedad por la abstinencia, cosa que le habría despejado la mente según yo, por mucho que quisiese empatizar con él no podía imaginarme lo que estaba pasando en su cabeza.
-¿Te las vas a quedar como en una peli de adolescentes?- pregunté casi fingiendo indiferencia, aunque me molestara bastante, ya que era una buena pieza de women's secret que combinaba con un bonito sujetador deportivo.
-Bueno...Beth quiere verte hoy para darte un estúpido regalo de cumpleaños. Si vas y te diviertes luego puedes venir a verme y te las devuelvo.
-¿BETH TIENE UN REGALO PARA MÍ?- Salté de emoción, sabía que Beth quería felicitarme, pero me esperaba un post de Facebook con fotos de pequeñas, no un regalo material.
-Si, pero no es lo importante de lo que he dicho...- Su voz seguía grave y entre sus palabras y el como se guardaba mis bragas en el bolsillo no podía prometer mantenerme alejada de él si no se iba pronto.
-Yayayaya lo oí, me tengo que ir a poner guapa para Beth, te veo luego, o no, lo que quieras bueno ya veré.- Me apresuré a echarlo de mi casa disimuladamente mientras le escribía un mensaje a Beth aceptandole el plan que me había propuesto, me sentía mal por no haberle respondido antes, quería excusarme de alguna forma pero sería raro decirle que me estaba tirando a su padre y por eso no respondía.
...
-Kat, ¿te puedo seguir llamando así?- Asentí con la cabeza.- 26 añazos, no puedo creerlo jajajaj, y yo en nada cumplo los 24 no me lo creo...- dijo Beth mientras le daba vueltas al vino en la copa.
-Te agradecería que dejases de mencionar mi edad, si no podría ponerme a llorar.- Dije riendo mientras me ajustaba el vestido a juego con ella que me había comprado para llevarme de fiesta, me había llevado a un bar/discoteca concurrido, estábamos en la barra pero aun así había muchísima gente de todas las edades y de todos los estilos.
-Pero no digas eso mujer, si estás maravillosa, mira el morenazo de la esquina no te quita ojo.-
Me giré según yo disimuladamente a ver al supuesto chico que me miraba, era el tipo de Beth, musculado, bronceado, pelo y barba pelirroja bien cuidada, bien vestido, un partidazo. Pero cuando encontré su mirada recé porque la estuviera mirando a ella y no a mi, igual en otra ocasión me hubiese parecido el hombre más apuesto del mundo, pero después de lo que había pasado por la mañana, estaba completamente satisfecha como para fijarse en un hombre aleatorio de un bar.
-Ay no sé, no es mi tipo, muy mayor.- Dije para intentar sentirme mejor conmigo misma.
-Ay porfavor Kat, tienes que dejar de buscar un niño y buscar un hombre de verdad.- Trague fuerte antes de responder.
-Si yo te contara.-
-Dale cuéntame, en estos últimos 10 años quien ha sido el dueño de tu corazón. ¿Y de tu culo?- Susurró la última parte riéndose. Tan sutil como...
Tu padre.
Ojalá pudiese responderle que su padre.
-Uhm nada del otro mundo, uy te acuerdas del chico ese de secundaria... ¡Jordan! si, estudiamos la carrera juntos y nos liamos durante un tiempo, sigo hablando con él.- Le saltaron los ojos ante el cotilleo y siguió preguntando, el tema culminó con que le llamaría algún día para tomar un café o algo.
-Ya sabes... para mantener contactos...Oye, oye oye oye tía está viniendo- le levanté una ceja como diciendo "¿Quién?".- El hombre de antes,tía está viniendo, ay caray yo me voy a dar una vueltaaa.- Se fué dejándome con el grito en la boca mientras me guiñaba el ojo, yo me sentía cada vez más incómoda cuando se acercó a hablar conmigo en inglés.
-Hola, ¿Por qué se va tu amiga? ¿Se encuentra bien?- Dijo el chico fingiendo un tono preocupado.
-Escucha, si vienes por ella, está completamente fuera de tu alcance, y casada, y con dos niños, y con una amiga como yo que te cortará el pito si le haces algo.-
-¿Hmm luchona? Me gusta, no vengo por ella, vengo por tí, te he visto desde lejos y me interesas.-
-Tú a mí no, no sé si lo captas.- Dije sin mirarle a la cara buscando a Beth con la mirada.
-¿Por qué estás siendo tan borde? Si no quisieras pasar un buen rato no te vestirías así, zorra.-
Ahí fue cuando me harté, me bebí mi copa de golpe antes de agarrar la suya que estaba llena y tirársela a la cara, se quedó atónito y empezó a gritar muchos insultos, a lo que simplemente hice una mueca de asco y me fui tranquila.
Encontré a Beth hablando con un chico bastante guapo cerca de la salida, le dí una mirada de que me quería ir y ella entendiéndolo a la perfección me siguió al exterior.
Llegué antes que ella y saqué un cigarro para relajarme un poco, si bien no me había preocupado por mis acciones en el momento, me di cuenta de lo avergonzate que había sido y de las miradas que me había dado la gente, incluidas risas que me hicieron sentir patética, "ya no era una adolescente para andar haciendo esas mierdas" me dije a mi misma cuando decidí que la noche ya había acabado para mi.
-Tía ¿Tan rápido has rechazado al otro?- Salió guardando su móvil en el bolso, quise preguntarle si había guardado el número de aquel chico, pero decidí que no era asunto mio.
-Meh, ya te dije que no era mi tipo, oye, realmente me quiero ir a casa...- Dije pero después caí en la cuenta de que habíamos venido en su coche y ambas habíamos bebido, es más, mentiría si no dijese que estaba algo mareada ya.
-Tranquila, conduzco yo, ese vino era malísimo no sube nada. - Seguía dudando sobre si era correcto dejarla conducir, pero parecía sobria y yo estaba rozando la parte de la noche en la que me ponía a llorar borracha.
-Oye Beth, ¿Sabes que te dije que no había nadie así importante en mi vida ahora mismo?- Ella asintió con la cabeza y siguió conduciendo mientras yo respiraba profundo en el asiento del copiloto.-Pues, uhm, hay un hombre, un antiguo conocido, hemos vuelto a quedar y creo que va todo bien, estoy ilusionada pero t-Tengo miedo a volver a equivocarme.
-It is, entendible, incluso es bueno que seas consciente de esa posibilidad, pero no dejes que te ocupe demasiado la mente, ya sabes, lo contrario de vivir es no arriesgarse. Si tu lo disfrutas y te trata bien, "pa' alante, y que te quiten lo bailao' " ¿Te acuerdas de eso? jajaja.- Me reí al escuchar esa frase tan española que había aprendido de mí antes de ni siquiera aprender español, con su acento estadounidense tan pronunciado.
-U're right... Tienesss razón, lo bailao' no me lo van a quitar y menos mal...- Dije recostando la cabeza hacia atras, cerrando los ojos y mordiéndome el labio para que ella entendiense de lo que hablaba.
-EEEEEESTOO ES LO QUE ME INTERESA A MI, ¿YA TE LO HAS TIRADO? PEROPEROPERO, ¿CUANDO, COMO, DONDE, Y CON QUIEN, QUIEN ESSS? - Se le salieron los ojos de las órbitas al darse cuenta.
-Beth no-no es por interrumpir la euforia, pero cualquiera que te oyese pensaría que estas un poco frustrada sexualmente.- Abrí un ojo desde la misma posición para mirarla.
-No me hagas pensar porque lloro y nos estrellamos, parecemos una familia cristiana de clausura.-
-Ay pues no lo parece, pareceis bastante fe-felices, tienes a tu macho-men americano, a tus niños y tu casa pagada, a veces incluso te envidio.-
-Pues es gracioso por que yo te envidio a ti, hmm no me malinterpretes amo a los niños, pero a veces Jerry es demasiado, y ahora con mi padre...- Hizo una mueca de disgusto.
-No se llevan na-nada bien ¿no?- Esta vez la miré con ambos ojos.
-Para nada, además que son idiotas los dos, uno, un padre sin aspiraciones en la vida y otro un viejo con el ego del tamaño de un aeropuerto. A veces me dan ganas de abandonarlos en una gasolinera.- Me hizo especial gracia y empecé a reírme, un poco por el alcohol.
-JAJAJA co-como a los perrosss.- Eso fue lo que le hizo reír a ella, y con ambas risas contagiosas seguimos hasta que me dolía la barriga de carcajear. Cuando nuestra respiración volvió a la normalidad se hizo un silencio cómodo en el que apoyé la cabeza en la ventana y me fui adormeciendo.
-Ey Beth.-
-¿HM?-
-Te he echado de menos.-
...
#rick sanchez x reader#rick sanchez#rick sanchez fanfic#rick and morty#rick & morty#rick sanchez x oc
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back to basics
El otro día pensé en qué pasaría si me hubiera plantado en el colegio con los baggy jeans que últimamente no me quito. Era la época del pitillo ajustado y de tiro alto hasta el esternón (y iba a un colegio de curas) así que lo más probable es que ese día hubiera sido el hazmerreír del colegio entero. Ahora ir en pitillos es bastante de choni creo, yo definitivamente me deshice de todos en cuanto las tendencias empezaban a apuntar hacia un futuro mejor en el que nuestras ingles y tripa ya no tendrían que ir embutidas como una butifarra.
Encima, he visto fotos y me quedaban fatal. Los calcetines hasta la rodilla con rayas deportivas de American Apparel (lo único que me podia permitir de la tienda con mi semanada de quinceañera) y los shorts vintage híper cortos de Levi’s con los que me planté a la fiesta de verano del colegio para hacerme la moderna, también me quedaban realmente mal. Creo que nadie me dijo nada así que igual sí que coló, pero lo mas probable es que se rieran de mi a escondidas durante toda la semana. Y menos mal que me compré esos calcetines y no las cangrejeras rosas (que eran mi primera opción), pero tengo que decir que al body negro de escote en V que me compré junto con los calcetines le sigo dando bastante uso.
Pues mi conclusión de esto es que hay que comprarse básicos en los que te sientas cómoda, clásicos y atemporales, e intentar no hacerse demasiado la moderna. Vamos, nada nuevo.
En la foto: una de las infames campañas de American Apparel que lo petaban en Tumblr en el 2015.
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“Carla”
Hola. Me llamo Hernán, tengo 34 años y soy un aficionado al gimnasio desde que tengo 14 años. Todo empezó cuando le dije a mi viejo: Papá podés acompañarme al gimnasio de acá la vuelta? Y terminé inscribiéndome el mismo día.
Mi interés despertó con la pubertad. Empecé a ver chicas de mi edad y por què no más grandes también y no me sentía del todo satisfecho con mi cuerpo. Es cuando decidí empezar el gimnasio.
Ahora tengo 34 años y el gimnasio al que iba de pequeño ya no existe. Cerró hace muchos años. Por el contrario estoy yendo al de un amigo que conocí hace algunos años atrás jugando al futbol y compartiendo salidas nocturnas. De paso me hace algùn descuentito en el gim.
Mi fanatismo por levantar pesas me llevó a pensar en por qué no hacerlo mi laburo. Sé que para eso necesito experiencia. Por ende se me ocurrió decirle a mi amigo que me ofrecía para empezar a hacer alguna changa en su gimnasio, que de paso, lo conocía de arriba abajo. Era como si segundo hogar.
Mi amigo aceptó y empecé a laburar por las mañanas abriendo el gimnasio con él, lubricando cada tanto las caminadoras, manteniendo el órden cuando los clientes/as dejaban las pesas mal ordenanas y además… limpiando los baños!
Yo la verdad con mi amigo me sentía un poco acomodado ya que al principio no era duro conmigo. Seamos sinceros, si nos conocemos de hace años, me considera como un hermano, obvio que estoy acomodado. Igualmente la paga no era nada buena. Debía esforzarme y agachar el lomo
Les voy a ser sincero… para mí el gimnasio es un placer para los ojos. No puedo estar allí sin mirar al menos una chica. El laburo y estar mirando cada tanto no se llevan bien. De esto depende mi poco salario… mi amigo es igual a mí pero con mentalidad un poco más de emprendedor. Me lleva 6 años y se preparó más que yo. La verdad se lo merece!
Volviendo al tema de mi placer por el gimnasio. Bo se trata de sólo levantar pesas. Desde que soy pequeño siento una atracción por el sexo opuesto y me gusta ver entrenar a ellas.
La debilidad absoluta: Zumba. Las clases que da una profesora llamada Carla con sus 32 años, me tienen siempre atento. Me excita ver a las mujeres bailando zumba al punto que a veces, dejo todo y me pongo a mirarlas. Suelen ser siempre alrededor de 15 chicas (con Carla 16) bailando y sudando al punto que las que usan calza (casi todas) las empiezan a mojar y eso para mi es un paraíso.
Las veces que me he tenido que tapar el bulto en el short por estas chicas es incontable. Aunque admito que me gusta que me lo miren. Mi amigo me entiende pero yo sé que esto tengo que tomarmelo enserio. Sino no llegaré a ningún lado…
Quiero volver a Carla un momento…
Con Carla siento algo especial. Me atrae mucho la pasión que pone en Zumba con sus alumnas (son casi todas mujeres). Y no voy a mentirles. Tiene una cola tan redonda que la calza negra que se pone siempre se lo marca increíblemente. Al punto que no sólo yo, sino casi todos los muchachos de ahí no tienen remedio que mirarlo. Cuando pone la música todas empiezan a moverse y las colas empiezan a descontrolarse, también mis ganas. A veces me dan ganas de meterme con ellas y hace un desastre…
Como sea… Era un Viernes y Carla terminó su última clase del día. Era Febrero por lo que hacía mucho calor y yo estaba entrenando ya que era mi día libre. Era imposible no observar que Carla estaba muy traspirada y necesitaba tomarse una ducha cuanto antes. Yo estaba esperando que cruce todo el gimnasio hasta el vestuario para verla desfilar.
Yo estaba en el press plano haciendo pecho cuando Carla empieza a acercarse. Iba a pasar justo por mi lado por lo que dejé la barra y me quedé sentado en el press esperando que pase. No podía quitarle los ojos de encima. Tenía el pelo morocho atado y un conjunto todo ajustado. No hace falta mencionar que la cola le marcaba y para colmo tiene muy buenas tetas. Ni grandes ni pequeńas. Tal como me gustan a mí. Lo que daba por vèrselas…
Se iba acercando y cada vez me latía más fuerte el corazón. Ahora mis ojos estaban posados en sus tetas y su cara. Trataba de no mirárselas tanto para no quedar como sexópata pero casi no podía. Cuando pasó a mi lado me miró y se puso en frente mío y empezó a observarme. Yo estaba con una musculosa y empezo a ficharme los brazos. Me dijo: Estás grandote, Her. Yo me puse muy colorado pero no me quedé con los brazos cruzados y le flexioné ambos brazos para que vea mi duro trabajo en el gimnasio durante todo estos años. Luego quise levantarme para darle un beso pero era tanta la calentura que se iba a dar cuenta de mi bulto al no traer calzoncillo y decidí quedarme sentado. Dejé que se fuera y me sentí un imbècil en ese momento….
Luego de algunos instantes Carla sale del vestuario de mujeres ya cambiada, duchada, perfumada y me saluda desde lejos. No pasó por mi lado pero su perfume se podía oler. Motivo suficiente para tener otra erección. Era obvio que necesitaba tener algo con Carla y no sabía si ella querría lo mismo que yo. Aunque pensaba averigüarlo….
Antes que se vaya aproveché que estaba fichando su salida en la oficina de mi amigo y decido hablarle ahí. Digo: Y Carla? Ya te vas? Vas a descansar este finde? (Ya que no hay Zumba ni los sàbados ni domingos) y me dice que iba a juntarse con unas amigas por la noche. En ese momento agarro a mi amigo del hombro y empecé a cancherearle diciéndole: Cuando quieras acá tenés 2 hombres para tu diversión. Claramente me salió del alma y luego de eso me dio mucha vergüenza. Sin embargo la respuesta de Carla fue aùn más audaz: Ya estuve con 2 hombres y puedo tranquilamente. Sólo que ahora no quiero. Gracias!
Esa respuesta nos dejó a mi y a mi compañero con la boca abierta. Al despedirse se dio la vuelta y se fue. Mi amigo y yo le miramos el culo de arriba abajo y luego nos reímos. Después cada uno siguió con lo suyo….
Ya eran las 11 pm casi y era hora de cerrar el gimnasio. Le di una mano a mi compa y le dije que él vaya a cambiarse que yo cerraba la puerta y las ventanas. Luego de hacer todo eso fui al vestuario y me saqué la ropa para ir a las duchas. Allí me encuentro a mi amigo y empezamos a recordar lo que nos dijo Carla. Estaba claro que los 2 sentíamos algo por ella, ya sea sexo o enamoramiento. Lo mío eran ambas. Como sea, Tomi terminó de ducharse antes que yo y se fue. No podía sacarme a Carla y sus palabras sensuales de mi cabeza… tampco de la cabeza de abajo… la tenía tan dura y parada que empecé a pajearla. Tomi ya estaba fuera del vestuario así que aproveché. Carla no salía de mi mente… empecé a gemir un poco. Mientras pensaba en ella, miraba el agujero del desagüe del piso de la ducha como si fuese su concha. Además lo miraba fijo para saber donde tirar el semen. Después de un minuto de tocarme duro y parejo me agaché un poco y lancé 4 chorros de guasca en honor a la belleza con la que que tan seductoramente había intercambiado palabras. Pocas palabras pero al menos fue un comienzo… después de limpiar con el pie, Salgo y me cambio.
Al momento de cerrar con llave la puerta principal, Tomi me confiesa que quiere conocer a Carla… no sabía qué decirle. No quería competir con mi amigo de tantos años y me callé…
Esa noche en casa me costó dormir. Muchas cosas pasaban por mi mente… Primero el no tener un laburo real, luego las ganas de volver a ver a Carla y por último el temor a pelearme de por vida con Tomás. Eran muchas cosas. Pero 1 me daba mucha gratificación. Vivir solo, dormir desnudo y con 30 grados no me dejó más que dedicarle otra a Carla.
Continuará…
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PACHECO Y LA TRIBU MANTIENEN EL ENFOQUE
Ciudad Juárez, Chih., jueves 3 de agosto de 2023.-Julio Pacheco, quien bateó para .400 milésimas, atizó dos jonrones e impulsó cuatro carreras contra los Mazorqueros de Camargo, en los juegos tres y cuatro de cuartos de final, afirmó que tras superar la primera ronda de la postemporada, los Indios de Ciudad Juárez están ahora más relajados, pero igualmente concentrados en el objetivo final: el título estatal
“Todos sabíamos que esa primera fase para nosotros iba a ser difícil porque teníamos la presión de hace años atrás (2021y 2022) que no pasábamos de la primera ronda, aunque hubiéramos tenido buena temporada”, expresó.
Pacheco Alday, parador en corto de 28 años y 1.72 metros, indicó que comentó este tema con sus amigos y compañeros de equipo, con quienes coincidió.
“Todos lo sabían, todos decíamos lo mismo, que la primera ronda era la más difícil de nosotros”, expresó.
Gracias a este triunfo sobre Camargo con el que el equipo se quitó un peso de encima, Julio afirmó que el grupo de jugadores indígenas está más liberado o relajado.
“Se podría decir que más relajado, pero igual de concentrado, igual, con la misma meta que tenemos bien clara”, apuntó.
Campeón bateador en el torneo regional de la Zona Uno el año anterior con .600 milésimas de porcentaje, Pacheco Alday habló acerca de la semifinal que sostendrán a partir de este viernes cuatro del mes en curso en el Estadio Juárez contra los Algodoneros de Delicias, quienes llegan a esta instancia con la etiqueta de tricampeones estatales.
“Ir juego por juego, como dije, vamos primero juego por juego y ya, si Dios quiere la siguiente semana o al día siguiente ya vemos lo que pasa”, expresó.
Julio destacó la calidad que poseen los Indios de Ciudad Juárez, líderes en el standing en el rol regular, en todos sus departamentos.
“Creo que es un equipo muy completo por donde lo veas, tanto en la defensa, ofensiva, claro como todo hay días malos, pero es un equipo muy completo”, apuntó.
Y como en el deporte la máxima establece que no hay mejor manera de regresar a las entrenamientos que hacerlos después de una victoria, esta semana, durante las prácticas de la tribu, la alegría, entusiasmo y la camaradería entre los integrantes del equipo han marcado la pauta en el Estadio Juárez.
“Un ambiente muy familiar como todo el tiempo aquí en el equipo, todos estamos muy convencidos de lo que vamos a hacer si Dios quiere”, externó.
Incluso, los jugadores se dan el tiempo para preparar algunas sorpresas para el público en lo que a festejos se refiere.
Los indígenas trabajarán bajo las órdenes del manager Heriberto ‘Talismán’ García hoy y mañana por la tarde y el viernes a las 19:45 horas recibirán a los Algodoneros de Delicias.
DE CERCA
Nombre: Julio César Pacheco Alday
Fecha y lugar nac: 13 marzo 1995. Ciudad Juárez, Chihuahua
Edad: 28 años
Estatura: 1.72 metros
Peso: 81 kilos
Posición: Short stop
Campañas en la Liga Estatal Chihuahua: 8
Logros: Tiene cuatro participaciones en torneos regionales en esta ciudad, a partir del 2019
Campeón de bateo en el torneo regional de la Zona Uno el año anterior con .600 milésimas
Subcampeón con Indios de Juárez en 2019
Jugó con los Mazorqueros de Camargo entre el 2015 al 2018
NÚMEROS POSTEMPORADA 2023
.412 en porcentaje de bateo
4 juegos en los que vio acción
18 apariciones en la caja de bateo
17 turnos oficiales
7 hits totales
2 jonrones
3 sencillos
1 doble
1 triple
5 carreras anotadas
5 carreras producidas
1 base robada
2 ponches
1 base por bolas
RÁPIDAS Y DIRECTAS
“Teníamos la presión de años atrás que no pasábamos de la primera ronda”.
“La primera ronda era la más difícil de nosotros”.
“Un ambiente muy familiar como todo el tiempo aquí en el equipo”.
“Todos estamos muy convencidos de lo que vamos a hacer si Dios quiere”.
(Por Sergio Arturo Duarte Méndez)
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MIS PRIMOS.
El fin pasado me dijeron que no fuera a trabajar, que mejor fuera algunos días de esta semana en la mañana, entonces pues me dediqué a lavar toda mi ropa y a hacer el aseo general de todo del departamento, mis primos se iban a ir a hacer unas cosas en la mañana, ir al gym y todo eso, entonces con toda la confianza me puse cómoda, me quede en tanga chiquita y en una blusa de tirantes.
Así me puse a hacer todo en el depa, puse música, puse la lavadora y no me di cuenta cuando entro mi primo Manu, que es mas chico que yo, habían estado jugando fútbol abajo había entrado con un short corto y una playera sin mangas se me había quedó viendo por la puerta, mientras tallaba la ropa en el lavadero, se paro junto a la puerta de la zotehula, yo no me habia dado cuenta, hasta que hizo ruido con su mano en el cristal de la ventana, me sobresalte un poco y le pregunte que, que estaba haciendo ahi, me dijo que se habia lastimado la rodilla y que subio, después me pregunto que, que hacia yo vestida asi, junto al barandal de la zotehuala, que si era mi plan que el me viera para que se le antojara mas mi culo.
"entonces ya se te ah antojado mi culo'" le dije, y el me respondió que también mis tetas, y se me acerco, me robo un beso casi obligándome y me comenzó a manosear, yo me quise quitar pero el es tan grande y fuerte que no me dejo, me empezo a lastimar un poco pero jamas le dije que parara, yo ya lo habia visto desnudo, y siempre se me antojo, se le marcaba que la tenia enorme.
Y si la tenia enorme, la sentí muy gorda y parada cuando me pego a su cuerpo, sin pensarlo dos veces, me dejo de besar y me tomo de la cabeza y me obligo a hincarme enfrente de el, se la saco de su short y me dijo que me la tragara toda, al primer pensamiento no pense que fuera una buena idea, pero después senti la precio de su mano en mi nuca y lo rica que se le veia, y no lo pense mas y me la meti toda a la boca, mi primo solo solto un gemido y me dijo "cometela toda primita" y comenzó a cogerme por la boca, me la metia toda, por mas que lo quería detenerlo, le valio madres y me la metia toda a la boca, el se estaba excitando demasiado y debes en cuando aja la mirada a verme como se la estaba chupando, después de un rato me pregunto que si quería sentirla en mi culo, le dije que si con la cabeza, seguí mamandosela un rato y después me levanto, me dio la vuelta, me empino en el barandal de la zotehuela, me metio algunos dedos y después su enorme verga, le media mas de 20cm y estaba muy gorda, ahora entendia porque tenia tanto éxito con las chavas, si siempre coge asi, era facil enamorarse de el.
Me cogio así, duro, pellizcándome las tetas, jalándome del pelo y fue la primera vez que se vino rápido, yo creo que se excito tanto de verme así, disponible, ofreciéndole mi culo a él listo a la hora que se le diera la gana… me empezó a dar de nalgadas y me cogio tan Rico que casi me hace terminar… después de unos 15 minutos, cuando termino, salió de mi y me dijo que se iba a bañar… y fue cuando mi otro primo subió, se llama Ricardo… y me vio asi, acomodándome la tanga y me dijo, que donde estaba su hermano… le dije que se había metido a bañar, y sin decir nada, se sentí en el sillón que tenemos en la sala.
Se bajo los short y así sudado me dijo que me subiera en el… le dije que no porque estaba su hermano, pero cuando vi que sacaba un condon de su mochila, lo abria mientras se la jalaba, sabía que no podía decirle que no, camine hacia el y me le subí… me hizo la tanga de lado, me echo saliva y me obligo a sentarme encima de el de un jalón, obvio casi grito pero le tapo la boca con la mano y comenzamos a coger… pero cuando nos dimos cuenta, mi otro primo ya estaba apunto de salir, rápido me baje y y fuimos a su recámara corriendo… cerro y escuchamos que salió de la ducha… Manuel, me estaba buscando pero vio que la puerta de mi a estaba cerrada y me tocó, me pregunto que si todo bien, le dije que si pero que necesitaba vestirme, después de que Enrique y yo escuchamos que Manuel se metio a su recamara, me puso en 4 en la cama, y me la metió toda, yo quise hacer ruido de nuevo pero me puso uno de sus bóxer en la boca, me cogio durísimo, tanto que al final la cama empezó a hacer ruido, ahí fue donde termine, encima de mis sábanas y el igual, se vino mas que su hermano, la sola idea que que tenia la leche de dos hermanos en mi culo, me estaba emocionando mucho. Despues el salio corriendo de mi recamara, y fingio que acaba de subir, Manuel salio de su recamara y yo me quede en la mia, vistiendome.
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El primer viaje con Rai
El sexo con Rai fue espectacular desde el primer día, claro desde la primera vez que tuvimos nuestro encuentro sexual.
Años atrás, ella era una adolescente tímida de grandes caderas, la espectacular vista de su belleza física era deslumbrante para cualquier época que se la viera. En ese entonces mi deseo carnal se trasmitía solamente en las fantasiosas noches de amor propio, me ganaba mucho más el miedo del embarazo o una enfermedad venérea que el contacto sexual. Además, así la eyaculación podía ser en el interior de sus caderas… pensar en esto desbordaba el placer que carecía de acción, se amortiguaba y hervía de deseo cada día más y más.
Pero todo acabaría por el concepto religioso de la unidad carnal, ella tan chiquita para el sexo, pero no para el deseo, fue llevada por las interminables urgencias que la iglesia mantenía ocupada.
Mi vivaz calentura, hacía perseguirla como un perro en celo por todas esas aburridas incursiones a lo espiritual, era el auténtico lobo en piel de oveja, y nada más bastaba ver mi cabellera esponjosa para confundirme como uno.
En una ocasión, solos en el último puesto de la furgoneta familiar, íbamos de regreso después de un viaje de la playa. Nadie nos había dejado compartir un solo momento a solas, no hubo oportunidad a un beso húmedo y largo, ni poder acariciarla por encima de la ropa esa silueta que dibujaba tan excitantemente. Pero curiosamente, su padre nos mandó al final, su madre con odio me miraba por el retrovisor cada 5 minutos, era increíble como quería protegerla hasta en su terreno visual, yo sin más pues me fui a un extremo del asiento dejando la larga distancia de nuestras piernas.
La imaginación no iba al acto, solo a la fantasía, por lo que curiosamente en ese momento, cuando ella jugaba con sus pies a tuyos, acarició con denuedo la pantorrilla desnuda que se visitaba por el short, ese toque, aunque con sus medias puestas, era una directa potencia de sangre y calor de excitación. Poco a poco también acariciaste sus piernas, y veías como ella cerraba los ojos apasionada por el deseo distante, por no poder tocarte, porque no podías tocarla.
Ese instante, con todos ahí sin saber que pasaba tras los asientos, cansados por el mar, por el ruido del motor, era la oportunidad perfecta… el dedo gordo del pie era quien sustituía un glande, recorría imperioso por toda su suave pierna, que delicia sentir esa cremosa piel, con ese aroma juvenil que su piel aguarda tan solo para ti, también cierras los ojos, no solo aparentas dormir sino que imaginas como si encima de ella desnudo la recorres con tu miembro erecto, palpitante, impaciente, solo el doblez que le da tu mano hacia la pierna calma ese adormecimiento de la excitación.
Sientes como ella va subiendo y la imitas, tocas sus nalgas por debajo de su vestido con tu pulgar, queriendo ir más allá, y sientes en su cáliz el calor de su deseo. Abre la boca por más, te mira de lejos con picardía, y te invita a sentir más. Solo rozas su interior, pero es como si tu pene estuviese ahí. No se necesita del cuerpo para sentir el alma, no tengo que penetrarla para sentir este placer que estoy sintiendo.
Ella te acaricia con su pie, como si fuera su mano que te masturba, hasta que… no aguanta más, se abalanza sobre ti y justo antes de besarla reacciona, están todos aquí, nos pueden ver, no tienen que saber. Y se va a su esquina frustrada.
Tragas fuerte, recorres nuevamente tu excitado sexo, y aprietas fuerte… no… ella… la agarras por la mano y le dices… shhh nadie ve… todos duermen… imaginas que catastrófico sería que los descubrieran, pero ese impulso salvaje no permitía pensar. Ella sin más se abrió de piernas para abrazarte por la cadera e impaciente empezó a acariciarte el pene, lo hacia tan frenéticamente sin masturbarte que era fácil eyacular… pero podría llegar a más, a tener mi primera experiencia sexual con ella… y ella conmigo… a tientas escudriñas sus bragas, metes escrupuloso un índice, unos dedos más, y con el pulgar de tu mano llegas a su vulva, que humedad, que calor, que pasión se ve en su rostro como si la quemara por dentro, se retuerce en su puesto moviendo sus caderas hacia atrás y delante, tu pene ve como es él quien la penetra con tu pulgar casi para eyacular, cuando pronto… “bueno donde te dejamos”, era el padre de Rai diciéndome que el viaje pronto llegaría su fin… pero ahí estaba Rai, mordiéndose el labio acostada en el mueble de la furgoneta mirándote con lujuria, se guardó sus piernas con su vestido y te dice al odio “porque me dejas así” y muerde el lóbulo izquierdo que deja estremecer todo tu cuerpo.
A pesar que ese no fue el primer encuentro de nuestros cuerpos y unir nuestras almas, me pude llevar el fragante aroma de su vagina en mis dedos, aun guardo ese aroma, deliciosa inocencia que no pude poseer, pero si desear.
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género: smut (novio!taehyung sub!reader, thigh fetish, dirty talk, daddy kink)
palabras: +1,6k
nota de la autora: pues es el primer escrito que publico!! espero que les guste<3 tqm tae.
habían pasado dos horas desde que Taehyung había arribado desde su oficina, tú habías estado deseosa de recibir una recompensa por tu buen comportamiento en su ausencia, pero por el momento, parecías un fantasma para él.
estabas triste, no podías mentir.
así que preferiste ignorarlo, así como él lo estaba haciendo contigo, encendiste el enorme televisor de su departamento y te enfrascas en las noticias del día. algo totalmente divertido.
sin embargo, Taehyung tenía otros planes en mente y desde hace algunas semanas se había dado cuenta de tu poco rendimiento en el tema sexual. últimamente te habías sentido algo cansada, no tenías ganas de hacer nada, ni de innovar el kamasutra con tu novio.
le había pedido a Seokjin una de esas pastillas azules, con las que los viejos hacían que se les parara la polla o algo por el estilo. Sabías las palabras de Seokjin. una vez en sus manos, Taehyung pensó en utilizarlas pero en tí.
no tenía idea de las consecuencias, pero sí una de ellas sería tenerte a tí pidiendo que te follen cómo una zorra, lo aceptaría.
“cariño, ¿qué te ocurre?” escuchaste su voz desde lejos y cuando giraste a verlo, ahí estaba Taehyung sin su traje formal de oficina: ahora vestía con unos shorts de basquetbol y una camisa blanca simple. “desde que llegué no me saludaste”
“nada…” murmuraste acomodándote levemente mientras observabas cómo tú novio se sentaba a tu lado. “¿me das agua?”
taehyung sonrió pasandote el vaso, mirándote fijamente mientras bebías todo el vaso de agua. había diluido una pastilla azúl en el agua, justamente para que cayeras en su plan.
te disculpaste con la mirada al tomarte por completo el agua, sintiendo como Taehyung pasaba su brazo por encima de tu hombro invitandote a recostarte junto a él.
unos minutos después comenzaste a sentirte diferente. sentías algo arder por dentro de tu cuerpo, haciendo que tragaras saliva algo incómoda por el cambio de temperatura tan drástica que tú cuerpo había sentido. tuviste la necesidad de quitarte el suéter rosa que traías puesto, dejándote en una blusa de tirantes, que se pegaba mucho a tu cuerpo.
“¿ocurre algo, cariño” escuchaste a Taehyung preocupado, pero en su rostro una sonrisa curva relucía.
“nada, Tae, hace algo de calor" él te preguntó sobre su querías que cambiara la temperatura del departamento, pero negaste fingiendo estar bien para que él no se alejara de tí.
mientras él volvía a fijarse en la televisión, tu mirada recorrió todo el cuerpo de taehyung. siempre pensaste que taehyung era una belleza extraña en tu mundo, era demasiado hermoso para ser real, se miraba bien en todo y en todas las posiciones. últimamente había comenzado a hacer ejercicio, quería ver sus piernas un poco más fuertes, entonces en eso se estaba enfocando y vaya que se veía resultados.
tu mirada se quedó repasando el crecimiento muscular de las piernas de taehyung. se veían tan atractivas desde tu punto de vista, ¿qué tanto podrías hacer ahora para probar qué tan fuertes se habían vuelto las piernas de tu novio? de repente, tu cuerpo estaba completamente en llamas, tu coño sentía esas familiares punzadas en tu clítoris y morías por hacer algo para apagar tu llama.
entonces te imaginaste montando a taehyung, montando su muslo con ferocidad, jadeando por cada vez que tu clítoris chocaba con algún músculo de tu novio, sintiendo sus largos dedos recorrer todo tu cuerpo; tu cintura, tus nalgas, tu espalda, rodeando tu cuello, tomando con fuerza tu mandíbula… pellizcando tus pezones.
te lamiste los labios excitada. querías hacer un movimiento, pero no sabías cómo taehyung iba responder.
juntaste tus piernas haciendo una presión entre ellas, cuándo taehyung abrió más sus piernas para acomodarse mejor en el sillón. si seguía haciendo las cosas parecidas, caerías en la tentación. fingiste no estar deseosa por su polla cuando él te miró de reojo, colocando su mano encima de tu muslo, comenzando a mover su mano de arriba hacia abajo, tentándote.
“a la mierda” no tardas en juntar tus labios con los de él, chocando sus labios y creando un beso descontrolado. subiste tus manos hacía su cabello, acariciando y jalando levemente, taehyung colocó sus manos en tus caderas, mientras tomabas impulso para pasar tu pierna derecha a un lado de la pierna izquierda de tu novio.
sus besos bajaron de tus labios, hacía tus mejillas, chupando el lóbulo de tu oído, dejando lamidas pequeñas que hacían que tú coño goteara con necesidad. jadeaste cuando una mano de taehyung comenzó a amasar una de tus nalgas, delicioso.
“t-tae…” lograste hablar cuándo él se alejó de tí, tratando de controlar tu respiración.
“¿cómo me llamaste?” te diste cuenta que habías cometido un error al llamarlo por su nombre. sentiste un golpe fuerte en tus nalgas, taehyung había dejado una nalgada al no escucharte.
“papi…" gemiste, comenzando a mover tus caderas en círculos sintiendo algo duro debajo de tu intimidad oculta entre tus shorts. “papi… q-quiero hacer algo”
taehyung, el cual comenzó a bajar uno de tus tirante, alzó su mirada hacía tí. “¿qué es lo que quiere mi bebé?”
antes de hablarle, volviste a darle un beso fugaz. estabas sentada en el regazo de tu novio, lo único que hiciste fue alzar tu pierna izquierda y dejarla en medio de las de taehyung. un movimiento en falso y tú rodilla golpearía la erección de tae.
taehyung al darse cuenta de lo que estabas a punto de hacer, tomó tu barbilla con dureza, logrando conectar tus ojos con los de él.
“quieres montar mi muslo, no lo había pensado” dió pequeñas palmadas de tu mejilla y cerraste los ojos como si fuera una caricia suya.“eres toda una zorra… tan necesitada que quieres montarme, ¿podrás esperar por tener mi polla dentro tuyo? oh, no lo debo de preguntar, una zorra como tú debe de aguantar como una campeona"
sus palabras te calentaban de una forma inhumana. así que te encargaste de quitar tu blusa de tirantes y taehyung te ayudó a despojarte de tus shorts junto a tus bragas, dejandote desnuda de tu parte inferior.
sentiste el frío correr por la raja de tu coño, gemiste ante lo rico que se sintió tu coño y bajaste hasta sentir el rígido muslo de tu novio.
“estás tan duro…” soltaste antes de comenzar a llover tus caderas, empapando la tela de los shorts deportivos de taehyung.
“te ves tan linda, pequeña” llevó una de sus manos a una de tus tetas, acariciándola por encima, enfocándose en tu pezón empitonado con cada caricia. rodeó un brazo por ti cintura, y te atrajo hasta él, escondiendo tu rostro en su cuello, aumentaste los movimientos soltando unos deliciosos gemidos justamente en el oído de tu novio, el cual le encantaba escucharte. “así es… moja el muslo de tu papi con tus fluidos, mi pequeña zorra"
“papi…” te separaste de él, clavando tus manos en los hombros de taehyung, ayudándote a seguir cabalgando. tomabas tu muslo tan bien que te daba terror gemir como realmente querías. “me d-duele mucho”
“¿te duele mucho, corazón?” acarició tu rostro, y abriste tus ojos con todas tus fuerzas posibles para no entrecerrarlos. “toma mi muslo, ¿si? si logras tener un orgasmo, solamente montandome, voy a hacer que te sientas llena por mi dura polla”
te gustaba, te gustaba sentir la gran y dura polla de taehyung en tu coño. sentir los roncos gemidos en tu oído halagando cada centímetro de tu coño, lo tomabas tan bien y lo ahogabas en cada embestida… te encantaba sentir su semilla llenadote, escuchar a tu novio cuando se jactaba de llenarte con sus hijos.
aumentaste tus movimientos, como si fuese posible, sintiendo un poco de dolor, pero seguiste en busca de tu liberación. taehyung volvió a tomar tus tetas, jugando con cada una de ellas y esta vez te encargaste de gemir más alto.
“ah, ah, ah, taehyung, mierda, sí… joder, como me encanta, oh, mierda, que rico se siente” sentías el movimiento endemoniado de tu clítoris, sin querer moviste tu rodilla y escuchaste a taehyung. “sacate la polla, ¿si?” miraste a taehyung con una mirada adorable, él te veía con su cabeza apoyada en el sofá, se sintió increíble sentir su polla ser movida por tí.
“¿q-qué gano yo con eso, cariño?” sus manos se dirigieron a tu cuello “en este momento tú eres la que esta disfrutando. más tarde puedo meterte mi polla en dónde quiera, ¿me vas a dejar, no?”
“sí papi… te voy a dejar follarme como quieras, pero… déjame ver tu polla, p-por favor ” apoyaste tu cabeza sobre su hombro, estabas comenzando a cansarte y solamente necesitabas un ligero desliz para poder correrte cómo una campeona.
sin esperar más, metiste tu mano por dentro de la ropa de taehyung y te llevaste la sorpresa de que no tenía ropa interior. gemiste al tan sólo imaginar lo dura que estaba en espera de tu coño para recibirlo tan húmedo. con tu mano, comenzando a masturbarlo taehyung jadeó desesperado ordenando que lo siguieras tocando.
“dale, nena, sígueme tocando como me gusta” acarició tu cabello, con una sonrisa “me encanta cuando me masturbas y al mismo tiempo te complaces. realmente eres buena en esto”
te encantaba que te halagaran en medio del sexo, te daba más energías, pero el este caso, las palabras de tu novio sirvieron para poder explotar en uno de los orgasmos más increíbles que habías tenido. sentías como la piel de taehyung estaba mojada por tus fluidos y él pudo sentir perfectamente el momento en el que tú orgasmo golpeó contra su piel.
“p-papi” lo llamaste entre un susurro, con tu rostro escondido en su cuello.
“¿si, pequeña ” él acarició tu espalda con una sonrisa victoriosa. sabía que después de esto, vendría una noche increíble.
“¿que tenía el agua que me diste?”
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ALFA 11
Notas del cap:
Con este seguro se ríen XD
¡A leer!
11 - Presentaciones… Peculiares
Mexica mira sus ropas con curiosidad, tratando de pensar que podría ser adecuado llevar ese día. Era viernes de fin de mes y no había clases. A España, su pareja, se le había ocurrido presentarla con un amigo muy cercano según sus palabras, un muchacho de nombre Urss, Mexica suspiro, seguro que era otro buen omega o tal vez un beta, sonio de un modo torpe al imaginarse a España hablándole tan emocionado de su idea
—¿Qué se supone que debería de llevar? —se preguntó, observando la ahora montaña de ropa sobre su cama, sin saber que ponerse para verse bien, pero no tan formal…— ¡Haaaaa! ¡No sé qué ponerme! —chillo con emoción, cubriendo su rostro entre una blusa y tratando de pensar en algo que llevar
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—¿Ya vienes verdad? —pregunta España emocionado al otro lado del teléfono, sentando en una plaza central justo detrás de una fuente, nervioso de poder concluir su maléfico plan— no llegues tarde tío —sonrió emocionado
—En serio España —gruñe Urss al otro lado de la llamada— cuando te pones de pesado, de verdad no hay quien te soporte —gruñe, avanzando tan rápido puede entre las personas— ¿Pues qué mierda se supone que es tan importante como para levantarme tan temprano un viernes? Sabes lo que pienso de los viernes —gruñe, luego de haber chocado su hombro con una mujer que hablaba por teléfono y que ni siquiera se ha disculpado por el choque, Urss soba sus sienes con enfado— lo único que es bueno de estos días es por la noche, así que —guardo silencio, para que comprendiera el contrario el enfado que ya traía encima
—¡Tu solo trae tu culo aquí! —gruñe España— te prometo que es una sorpresa que te va a dejar sin hablar —cambio su tono de voz por uno de emoción luego de explicarse. Aun cuando Urss bufo molesto al otro lado de la línea, le juro que ya iba en camino, colgando poco después la llamada
España suspira emocionado, mordiendo su labio inferior con emoción, hasta que alcanza a percibir a lo lejos las hormonas de su novia, ese característico aroma a ruda y rosas y, a lo lejos, ve a Mexica corriendo, con una mano alzada, saludándole. Sus piernas blancas hoy lucían más, gracias a un short corto de mezclilla y sus pechos rebotaban al avanzar, denotando más debido a la blusa de tirantes amarilla con degradado en verde que traía pareciendo más un vestido debido a los calores, pero que dejaba ver el short, además de un par de zapatillas negras a juego con el conjunto
España no tuvo oportunidad de decir nada. Mexica le había saltado encima, besándolo con deseo y amor, no le dio tiempo a la mujer decirle a su omega que estaba expulsando hormonas tan deliciosas que no había soportado y la necesidad de besarlo había sido demasiada para ella, además, solo era un beso. Un beso que se convirtió en un centenar más mientras esperaban la llegada del otro involucrado. Hasta entonces, Mexica continúa besando a España, olvidándose ambos de cualquier tipo de saludo formal, cualquier tipo de palabra de por medio. Solo eran ellos dos y sus labios necesitados de estar juntos y no separarse más tiempo que el requerido para respirar correctamente
—¿Tienes sed? —pregunta, luego de quince minutos besándose y por fin, sentándose en la fuente a la espera de que llegase el tan famoso Urss. España asiente y Mexica le entrega un beso en una de sus mejillas antes de ir hacia una tienda para comprar algo de beber y una botana para picar entre ambos
… … …
—Ya estoy aquí pedazo de mierda —suspira Urss intentando calmar el enfado en su voz. España gira a verlo con una gran sonrisa. Emocionado se pone de pie, lo saluda con alegría y de paso le enseña el dedo medio
—Vete a la mierda bastardo —se ríe España, Urss mira a todos lados curioso, no ha encontrado ningún objeto que pueda ver. A lo mejor es un regalo pequeño, se dice, mientras se cruza de brazos a la altura de su pecho con una pose superior
—¿Y bien inútil? —pregunta— ¿Para que una basura como tu ha osado malgastar mi valioso tiempo? —insiste, viéndolo con algo de enfado cuando otra persona lo ha empujado desde atrás y ni siquiera se ha disculpado, sin mencionar el calor que estaba haciendo que lo estaba asfixiando— Más vale que valga la pena porque si no te juro, pedazo de animal que yo-
No acaba su frase cuando un puñetazo le ha girado el rostro completo, y una patada en el estómago lo manda varios pasos lejos de España quien, asustado, descubre a Mexica enderezándose al haber sido ella quien dio el golpe, viendo con cólera a Urss nada mas
—Una simple disculpa no te va a salvar de esta —amenaza a Urss mientras se truena los nudillos— te voy a enseñar a respetar a los omegas —gruñe colérica. España mira a ambos alfas
Urss por fin se pone en pie, Mexica lanza su siguiente puñetazo, pero, esta vez es esquivado por Urss quien da una patada al estómago de la mujer, Mexica se ahoga, pero, ayudada del impulso del golpe de Urss, da medio giro y consigue llegar al costado de Urss, dando otro puñetazo en su rostro, lanzándolo esta vez al suelo, desde ahí, Urss da medio giro, tirando también a Mexica al suelo
Ambos se miran entre gruñidos de enfado, España mira con miedo la situación, negando. Las feromonas de miedo que despide, alertan a ambos alfas que, más guiados por su instinto de protección, ven al alfa contrario como potencial peligro para su omega
—¡Por favor deténganse! —suplica con miedo, parándose en medio de ambos. Logrando que ambos alfas reaccionen y miren a España que está llorando por el miedo
—¿Qué haces cielo? —pregunta nerviosa Mexica— hasta a un lado o te hará daño —gruñe molesta
—¿Quién mierda te crees para darle órdenes a España? —Pregunta igual de enfadado Urss, ambos se miran con odio, dispuestos a continuar la pelea, pero España se pone de rodillas delante de Mexica quien aún seguía en el suelo, cortando toda su visión del contrario. Mexica reacciona, viendo a España que, aun con lágrimas asomándose por sus mejillas, comienza a hablar
—Él es Urss —intenta razonar. Parece que a Mexica le cuesta un momento caer en cuenta de la persona, pero cuando por fin se da cuenta, sus ojos se abre, cambiando a un gesto confundido— Él y yo tenemos este trato, pero jamás nos hemos dicho esas palabras para insultarnos, así jugamos él y yo —se explica, girando su rostro para ver ahora a Urss—. Ella es Mexica, la alfa de la que te había contado —explica al soviético que ya comenzaba a ponerse en pie, viendo tanto a la mujer así como a su amigo
Urss puede ver como la mujer se pone en pie y al mismo tiempo, ayuda a España a ponerse en pie, viéndose con cariño. Urss rasca su cabeza con fastidio, intentando no demostrar que los golpes de la mujer de verdad le habían dolido. Fue molesto, pero, entre más callado se encuentra, observando a su preciado amigo y su mirada de cordero enamorado que muestra con la mujer, solo termina por suspirar con enfado
—Fue mi culpa —la primera en hablar, fue Mexica; sorprendiendo de paso a Urss quien, observa tanto a España con amor, como a el mismo de un modo serio. Tomando una pose más calma y derecha, ambos alfas se miran fijamente, siendo la mujer, que deje de lado a España para ver a Urss—. Me disculpo, pero creo que sabrás entender, que no es muy normal que se hablen con insultos entre “amigos” —responde, haciendo a Urss asentir por lo obvio de las palabras— así que lo primero que intuí, es que estabas amedrentando a mi pareja —gruñe molesta por el recuerdo, tomando un suspiro hondo antes de continuar hablando, intentando no sonar molesta— lamento por actuar por impulso, pero sentí la necesidad de protegerlo de un patán —muy bien, golpe bajo para Urss, pero sabía reconocer que se lo había ganado
—Hump —sonrió divertido aunque aún se podía apreciar ese brillo de enfado— es bueno saber que te preocupas así por el —Ambos alfas se miraron a los ojos, con suaves sonrisas de medio lado, amenazantes, sí. Pero, aunque se habían presentado de un mal modo, dejando en claro que eran alfas territoriales, también habían demostrado ambos, la determinación al omega que tenían en común. España
Eso ya era un increíble avance entre ambos alfas que pronto, habían comprendido solo con un par de ataques, que eran iguales en cuanto a poder
El resto de la tarde entre los tres countrys, consta de charlas de ambos alfas separados por España en medio de ambos, evitando que posiblemente se fueran a atacar otra vez. Comida de por medio y una extraña rivalidad entre Urss y Mexica en los juegos de una árcade. Para cuando finaliza el día, Urss y Mexica se despiden de España a las puertas de su casa, el country da un beso en la mejilla de Urss y uno en los labios de Mexica que, con un último beso en sus nudillos, lo despide por fin
Ahora que el omega se encuentra protegido en su hogar, Urss acompaña a Mexica. Puede que ella sea un alfa que no necesite cuidado alguno, pero por educación, Urss la acompaña el resto del camino charlando de cosas que Mexica no hablaría tan fácilmente con España. Una charla entre alfas donde, obviando de las múltiples amenazas de ambos alfas para con el contrario, con la condición de no hacerle daño alguno a España, ambos acaban de acuerdo que España es alguien preciado, que merece ser protegido
Notas finales:
Si bueno, estos capítulos son cortos pero bonitos en su mayoría ¿verdad? Lamento que sean cortitos pero, es lo poco que fui ideando en su momento…en fin
¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
Ahora sí, ya acabé las publicaciones por hoy
#countryhuman#countryhumans#countryhumans Mexica#countryhumans España#ALFA#Mexica x España#Mis Fanfics Yaoi#Omegaveerse#countryhumans méxico
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Hace cuatro años, tuvimos nuestra primera cita, bueno para fue eso, teníamos tiempo de no vernos y no escribirnos, semana tal vez, pero para mí se sentía una eternidad y te dije de ir al cine, a ver Hotel Transilvania 3, dijiste que no te gustan mucho las películas animadas, pero que viste los avances y se te hizo divertida.
Esa mañana en el trabajo estaba tan emocionada y ansiosa por verte que pase el día de pie y caminado en mi lugar mientras trabajaba en la computadora. Miraba constantemente la hora y sentía que el tiempo intencionalmente no avanzaba. Fue la mañana más larga de ese verano. Cuando por fin salí del trabajo tenía tanta prisa que saco me salté media escalera la bajar, corrí al paradero de autobús y entonces comenzó a llover tan fuerte que sentí que se me caía el mundo encima, por que tenía miedo de que me cancelaras, de que yo no pudiera llegar, miedo de no verte.
Sin pensarlo bajo l lluvia pedí un taxi y llegue al cine escurriendo de agua pues aún llovía. Entre al baño a tratar de escurrir mi ropa y exprimirla. Afortunadamente traía otra camiseta, me cambié, pero tenía los tenis empapados, los seque con la secadora de manos del baño lo más que pude. Al final me acomode el cabello, trate de darme ánimos frente al espejo y te envíe un mensaje para avisarte que ya estaba allí, me contestaste que ya estabas saliendo de tu casa y que nos veríamos en la entrada del cine. Mi corazón latía tan rápido y tan fuerte que sentía que iba a estallar, mi temperatura aumento tanto que mi ropa se termino de secar y comencé a sudar. Camine dando vueltas en la entrada, mirando esporádicamente por si te veía llegar. Creo que no cuando era adolescente me sentía tan emocionada como en ese momento, tan insegura y tonta, no es que alguien no me haya gustado antes, pero contigo todo es tan diferente que enserio me sentía como si tuviera 15 años otra vez, sin saber que decir, yo quien tengo carrera y dos posgrados, un diplomado en vinos y un curso de cata de cervezas, que además se de cine, literatura, historia, no podía pensar ni en la forma adecuada de decirte hola, o será mejor ¿qué tal?. Mientras yo deba vueltas hasta en mis pensamientos llegaste, traías un conjuntó de un short negro y una blusa de tirantes negra, ambos con una florecitas de colores pastel, tu cabello recogido en una cola y unas sandalias, tú bolsa grande negra igual. Te veías tan hermosa que me quede sin palabras cuando me saludaste, me preguntaste si me mojé en lluvia y te dije que poco cuando aún mi ropa estaba húmeda. Caminamos a la taquilla tu pediste tus cortesías y yo te seguía como un cachorrito, sentía que flotaba y que el mundo desaparecía, e preguntaste si quería algo y fuimos por una baguet, la verdad cuando te vi se me fue el hambre, la sed y el frío, cuando estoy contigo siento que estoy completa, que no necesito nada más. Creo que no le puse aderezos por que me dijiste que si no me gustaban y te dije que si pero que no mucho, la verdad es que estaba tan nerviosa y concentrada escuchándote que se me olvidó.
Cuando entramos a la sala y vinos los cortos platicábamos, me decías que películas querías ver, me contabas sobre la escuela y me dijiste que no habías visto la precíselas de la película pero que no importaba que seguro la entenderías, te dije que si que no haya mucho que saber. Y la película empezó, nos sentamos en la última fila al centro, me gusta ese lugar porque nadie te patea el asiento, vez toda la pantalla y la verdad quería la privacidad de ese lugar por si vencía mi miedo a tomar tu mano. Pero no pasó, conforme avanzaba la película te vi hacerte bolita en el asiento por el frío del aire acondicionado, me reproche no haber llevado una sudadera o algo para ti, ya sabía que eras friolenta pero hubiera siendo inútil porque mi mochila y todo su contenido seguía empapado por la lluvia de antes. Pude haberte abrazado pero no me atrevía, me moría de miedo de que te enojaras y me rechazaras. La verdad no sé cómo logre ofertar atención a la película si solo te miraba a ti. Ame verte bailar la Macarena en el final de la película y la caminata que tuvimos después, rodeamos la plaza y recorrimos todos los pasillos adentro mientras platicábamos, me contabas de la escuela de sobrecargos y el uniforme, amo verte emocionada. Cuando nos despedimos y me diste un beso rápido en la mejilla estuve a punto de decirte que me gustabas pero no pude porque me dijiste que “alguien te esperaba” y sentí como se me rompía el corazón y apenas pude contener las lágrimas, con un gran nudo en la garganta te dije adiós.
Nunca olvide ese día, tuvimos otras salidas pero esa fue la primera vez que saliste a solas conmigo, y un año después en navidad buscando que regalarte vi una mascada con los mismos colores de tu ropa, una tela negra con pequeños dibujos en colores, me transporto a ese recuerdo y todo lo que sentía. Sin dudarlo la compré y te la di en nuestra cita de noche buena, me encanto fue mío uno al verla.
Quise decirte que era mi piedra; bueno, los pingüinos cuando se enamoran van a la playa y buscan la piedra más bonita para regalarle a su pareja la ponen a sus pies si ella la toma estarán juntos para siempre, y ese día en la película yo supe que tu eras mi clik, la persona con quien yo quería estar siempre, por eso pase tanto tiempo buscando el regalo Perfecto que te expresar cuánto te amaba. Pero con el tiempo te alejaste y elegiste a alguien más, yo intenté acercarme y seguir tratando pero falle tanto que me frustre y te aleje más. Hoy solo te recuerdo y miro tu foto y deseo con todas mis fuerzas volver el tiempo y vivir esos momentos contigo una vez más
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Clases de Seducción, parte 29: Empatía
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23, Parte 24, Parte 25, Parte 26; Parte 27, Parte 28.
Rubén se devolvió a su habitación y se tiró sobre la cama, con la cara hundida en la almohada.
¿Había sido muy poco razonable?, ¿acaso Felipe tenía razón y estaba actuando de forma tóxica?
No sentía que su punto de vista era descabellado, e incluso, de alguna forma se sintió orgulloso de al fin decir lo que realmente sentía, pero al pasar los minutos, y mientras más vueltas le daba a la discusión en su mente, las dudas comenzaron a surgir.
“Quizás no debí insistir en que dejara de ver a Alan”, pensó. “Igual es una actitud tóxica decirle con quién debe juntarse y con quien no”.
“Al menos va a dejar de verlo, aunque diga que no es por mi”.
Estuvo por al menos una hora recostado, pensando, hasta que por fin se levantó solamente para salir a la cocina a buscar el teléfono fijo. Marcó el celular de Catalina (ya que él no tenía saldo en su celular), y se devolvió a su cama, estirando al máximo el cable del auricular.
—¿Crees que tiene razón en lo que dice? —le preguntó Rubén a su amiga después de contarle los pormenores de la discusión.
—Sí, igual tiene algo de razón Felipe —respondió Catalina después de pensarlo unos segundos—. Está feo eso de que le digas con quienes puede o no puede juntarse…
—Pero Cata, ¡es su ex! —insistió Rubén.
—Si sé, Rube, pero aunque sea su ex, sigue siendo su amigo de la infancia, y creo que no corresponde que le exijas que no lo vea nunca más. Yo entiendo que te den celos —agregó rápidamente, al escuchar que Rubén tomaba aire para responder—. Te entiendo, y sé que te duele que le siga teniendo aprecio, a pesar de que ya no son pareja, pero no por eso tienes que ponerte así. Yo sé que es difícil, sobre todo para ti, que es tu primera relación de pareja, y con el Felipe más encima, que se nota que tiene un poco más clara la película.
—O sea, yo soy el ahueonao…
—No es eso, Rube. Mira, creo que es bueno que le hayas expresado cómo te sentías realmente, pero creo también que es necesario que se sienten a conversar con calma, y que se escuchen, porque me da la impresión, por lo que me contaste, que no lograron conversar bien, no lograste que él entendiera cómo realmente te sentías, y tú tampoco lo entendiste a él.
Rubén se quedó en silencio por varios segundos, analizando las palabras de su amiga.
—¿Crees que la cagué y ya no quiera nada conmigo? —Rubén sintió cierta preocupación, al darse cuenta que probablemente había metido la pata.
—No creo —lo tranquilizó Catalina—. Según tú, dijo que hablarían cuando estuvieras más tranquilo, ¿o no?
—Más maduro —la corrigió—, si, algo así dijo.
—¿Viste?, no te preocupes por eso, Rube. Date el tiempo de conversar con él, con calma. Que ambos se pongan en los zapatos del otro. Al final eso creo yo que es el propósito de una relación.
Rubén se quedó nuevamente en silencio, asimilando las palabras de su amiga.
—¿Crees que deba ir a su casa ahora a conversar con él? —le preguntó Rubén.
—No lo sé, eso lo decides tú. Si quieres puedes venir conmigo y Marco al museo, para que te distraigas.
—¿Ahora? —Rubén no tenía muchas ganas de salir. Sentía que la discusión lo había agotado físicamente.
—Si, ahora —respondió Catalina, con una risita.
Rubén miró la hora en el reloj despertador que tenía en el velador.
—Pero Cata, son las seis y media, ¿crees que esté abierto cuando lleguen?
—Obviamente va a estar cerrado —se rió ella—, pero según Marco él siempre va al museo a esta hora.
—Es tan mentiroso ese hueón —murmuró Rubén, riendo internamente—. Lo dijo solo para impresionarte.
Catalina soltó una carcajada.
—Lo sé. Quiero ver su cara cuando vea que está cerrado —comentó ella.
—Sácale una foto —le pidió Rubén—. ¿Y qué harán entonces?
—No sé, lo que se nos ocurra. Ven, lo pasaremos bien.
—No, no quiero tocar el violín, menos ahora —respondió simplemente Rubén.
—¿Seguro? —insistió Catalina.
—Si, vayan ustedes nomas. Eso si, me avisas cualquier cosa, ¿ya?
—Obvio, Rube —lo tranquilizó ella, sabiendo a qué se refería.
—Y oye, no hagas sufrir mucho a Marco. No te aproveches de su inocencia —bromeó Rubén.
—Eso jamás —se rió Catalina, y luego de despedirse, colgó la llamada.
Rubén se levantó nuevamente de la cama y devolvió el teléfono a la cocina, justo cuando su padre volvía a la casa, acompañado de Sebastian, quien le ayudaba a cargar una caja con herramientas.
—¿Acaso saqueaste el taller? —le preguntó Rubén en broma a su padre.
—No, solo se las pedí prestadas a mi jefe para poder hacerle unos arreglos al Aska —respondió su padre—. Me encontré con el Seba cuando venía llegando y se ofreció a ayudarme.
Rubén ya estaba saludando a su mejor amigo con un choque de puños.
—Genial —dijo Rubén con una sonrisa en el rostro—. ¿Vas a quedarte a tomar once? —le ofreció a su amigo.
—Mi viejo quería mostrarme algo del servicio ahora —contestó Sebastian.
—Porfa —insistió Rubén—, quédate.
Rubén miró a los ojos a su amigo, y éste simplemente respondió con su hermosa sonrisa.
—Solo si te sacas un partido en el Fifa —Sebastian puso sus condiciones.
—Trato hecho —aceptó Rubén.
—Muy bien muchachos, vayan a jugar mientras preparo la once —les indicó el padre de Rubén, y los dos amigos se fueron al dormitorio.
Sebastián se sentó en la mitad de la cama, con la espalda apoyada en la pared mientras Rubén encendía la consola.
—¿Qué pasó Rube?, ¿por qué tanta urgencia con que me quede? —le preguntó Sebastian.
Rubén puso el disco del videojuego en la consola, y se sentó al lado de su amigo, entregándole un joystick. Ambos estaban apoyados en la pared, lado a lado. Rubén miraba a la pantalla del televisor, pero estaba seguro que Sebastian lo estaba mirando a él.
—No sé, no quería estar solo —respondió simplemente, haciéndose el tonto.
—¿Hablaste con Felipe? —adivinó Sebastian.
Rubén simplemente asintió, mientras escogía el uniforme de su equipo. Luego fue el turno de Sebastian.
—¿Y en qué quedaron? —inquirió.
Rubén le contó toda la discusión con Felipe, sin pausar en ningún momento el juego. Sabía que no estaba concentrado al cien porciento, pero aun así, Sebastian no se aprovechaba de eso (al parecer él tampoco estaba muy enfocado en el juego).
Por alguna razón, sentía que esa era la forma menos incómoda de contarle a su amigo cualquier cosa relacionada con Felipe, casi como cuando en las películas veía que en las citas con el psicólogo el paciente se recostaba y hablaba mirando el techo. Como si hablarle a la “nada” fuera más fácil que abrir tu corazón mirando a alguien a los ojos.
—La Cata me dijo hace un rato que tenía que volver a hablar con él, pero con más calma —concluyó Rubén—, ¿qué crees tu?
—La Cata es una mina inteligente, deberías hacerle caso —respondió Sebastian.
—Si sé que es inteligente, pero quiero saber qué opinas tu —Rubén le puso pausa al juego y miró a su amigo a los ojos.
Sebastian soltó una risita nerviosa, como si la mirada de Rubén lo hubiese desnudado.
—Yo creo que deberías hacer lo que tu corazón te diga —respondió muy lentamente Sebastian, como intentando escoger cuidadosamente sus palabras.
—¿Qué se supone que significa eso? —Rubén se rió, y Sebastian se sonrojó por un momento.
—A lo que me refiero es que, debes hacer lo que sientas que te haga feliz —respondió su amigo—. ¿Sientes que eres feliz estando con Felipe?
Rubén desvió la mirada hacia sus audífonos que estaban hechos un enredo de cables sobre el velador y respondió de inmediato:
—Si —volvió a mirar a los ojos a Sebastian un segundo después de responder, y luego volvió a desviar la mirada.
Un silencio incómodo se instaló entre los dos por unos segundos.
—Entonces si —dijo finalmente Sebastian—, creo que debes hacerle caso a la Cata y hablar con él. Si estar con él realmente te hace feliz. O sino después te vas a arrepentir de haber dejado pasar esa oportunidad de arreglar las cosas.
—Tienes razón —coincidió Rubén, y volvió a darle play al juego.
Se acomodó un poco sobre la cama y apoyó su cabeza en el hombro de su amigo. Luego Sebastian apoyó la suya en la cabeza de Rubén, y siguieron jugando por largo rato hasta que la once estuvo lista.
El día lunes durante la tarde Rubén fue a la casa de Roberto para poder conversar con Felipe, ya más calmadamente.
En todo ese tiempo, no volvieron a hablar, ni por teléfono, ni por MSN, y mucho menos en persona.
Rubén estaba nervioso, pensando incluso en que Felipe no iba a querer hablar con él, y que no lo dejaría incluso entrar a la casa.
Se bajó de la micro y caminó por la vereda hasta llegar a la casa de Roberto. Gritó “Aló” para hacer notar su presencia, y el dueño de casa salió a abrirle la reja.
—Hola Rube —lo saludó Roberto, con su amabilidad característica, y le dio un fuerte abrazo—, ¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú? —Rubén estaba aliviado por el buen recibimiento.
—Bien, cagao de calor nomas —respondió Roberto, sacudiéndose la musculosa para ventilar su torso—. Pasa —le indicó, para que entrara a la casa.
Rubén saludó a los padres y el hermano pequeño de Roberto, que estaban sentados en el living viendo una película de Disney.
—El Pipe está en el patio, por si acaso —le informó Roberto.
Rubén se puso nervioso al escuchar a Roberto nombrar a su pololo, como si hubiera sido sorprendido en las reales intenciones de su visita, como si no fuera obvio desde el inicio.
—¿Quieres algo para tomar? —le ofreció Roberto, dirigiéndose a la cocina.
—No, gracias, voy a —Rubén hizo un gesto indicando que iría a hablar con Felipe en el patio, y Roberto entendió sin agregar nada más.
Rubén salió al patio por la puerta de la cocina, y vio a Felipe que golpeaba el saco de boxeo con fuerza. Estaba solo con un short negro y una gorra azul con la visera hacia atrás. Cuando vio que Rubén se acercaba, le dio dos golpes finales al saco, y luego tomó su polera, que estaba sobre una silla cercana, y la usó para secarse el sudor de la cara.
—¿Cómo estás, Rubén? —le preguntó con seriedad Felipe, mirándolo a los ojos.
—Bien, yo —respondió Rubén, nervioso y atropellando las palabras en su boca—, venía a conversar…
Felipe se quedó mirándolo, esperando que comenzara a hablar. Respiraba agitadamente, y con las manos apoyadas en la cintura. A Rubén le parecía intimidante su actitud.
—Estoy así porque estoy cansado —aclaró Felipe, casi como si leyera la mente de Rubén—, no porque te quiera intimidar.
Rubén sonrió aliviado, y notó un esbozo de sonrisa en el rostro serio de Felipe.
—Quería conversar por lo del otro día —comenzó a decir Rubén, acercándose lentamente a Felipe—, quería pedirte perdón por ser tan inmaduro…
—No creo que seas inmaduro —lo interrumpió Felipe con su voz ronca, mientras tomaba su celular y una botella con agua de la mesita de terraza—. Vamos a conversar arriba —le indicó a Rubén, dejando en pausa la conversación.
Rubén le hizo caso, y lo siguió escaleras arriba, mirando atentamente su ancha espalda sudada.
—Tú me dijiste que era inmaduro, el otro día —le recordó Rubén, retomando la conversación, una vez Felipe cerró la puerta del dormitorio.
Felipe le indicó a Rubén que se sentara en su cama, mientras él acercó la silla del escritorio y se sentó en ella, frente a él.
—Si, lo sé. Y si, encuentro que fuiste inmaduro ese día —reconoció Felipe—. Lo que quiero decir, es que no creo que la inmadurez sea el problema. O sea, somos pendejos, apenas somos adultos. Yo tengo 18, tu ni siquiera eres mayor de edad aún. Somos inmaduros porque no sabemos nada de la vida.
¿Eso era una disculpa por parte de Felipe?
—¿O sea que tampoco crees que soy tóxico? —quiso aclarar Rubén, confundido.
—Eso es otra cosa, Rubén. Sí fuiste tóxico —recalcó Felipe, y Rubén bajó la mirada avergonzado—. Pero oye, creo que va de la mano con lo que dije recién —le dio un golpecito en la rodilla—. Somos pendejos, y sobre todo tu, estás recién experimentando lo que es estar en una relación de pareja. Estás recién aprendiendo lo que está bien dar y pedir de tu pareja. Y esa es una de las tantas cosas que me gustan de ti, que eres inocente en ese sentido, no estás “contaminado” por decirlo de alguna forma.
Los ojos de Rubén se le llenaron de lágrimas, y se sintió estúpido por eso. Levantó la vista, y aunque borrosa, pudo ver la sonrisa inclinada hacia la izquierda de Felipe.
—No digo que yo sea alguien tan experimentado, o algo por el estilo —aclaró Felipe—, pero sí he pasado por más cosas que tú, y quizás eso me da otra perspectiva de ver las cosas, no sé.
Felipe extendió su mano para tomar la de Rubén, y entrelazó sus dedos con los de él.
—Te ofrezco disculpas por haberte lastimado con mis actitudes —buscó la mirada de Rubén—, y por no haber sido más empático contigo. Parezco disco rayado, pidiendo perdón tan seguido, creo que no es una buena señal en una relación que está recién empezando —bromeó—. Entiendo lo mucho que te dolió toda la situación con Alan, y bueno, ya te dije que no lo volveré a ver —Rubén mantenía la mirada gacha—. A veces no me doy cuenta cuánto puede llegar a afectar a los demás mis actitudes. Y lo peor es ver que te afectan, y cómo te afectan a ti, que eres la persona que más me importa en este momento.
—Yo igual te quería pedir perdón, Felipe, por lo del otro día —dijo Rubén por fin, después de escuchar casi en completo silencio lo que decía su pololo—. No te lo voy a negar, aún siento celos cuando recuerdo todo lo que pasó con Alan, incluso ahora que lo nombraste sentí… algo. No sé qué, pero no te voy a mentir y decir que está superado —Rubén miraba a Felipe a los ojos, quien lo escuchaba atento y asentía cada par de segundos—. Quizás el hecho que me hayas dicho el otro día que ya no lo verías más me dejó algo más tranquilo, e incluso me hizo sentir algo de culpa…
—Ya te dije que no —lo interrumpió Felipe, con calma.
—Si sé. No me refería a esa culpa, sino a que quizás fui muy duro contigo.
—No fuiste duro conmigo, Rubén.
Rubén dio un suspiro.
—A lo que me refiero es que, independiente la razón, el hecho de que me hayas dicho que no lo verías más, quizás me hizo llegar a esta calma más rápido. No sé, solo estoy suponiendo, nunca había pasado por esto —Rubén bajó la mirada y notó que sus manos temblaban. Dio un largo suspiro para ordenar sus ideas en la mente, y luego continuó—. A pesar de que aún siento celos hacia él, y estaba furioso porque no me entendías ese día, creo que me equivoqué el otro día al exigirte que dejaras de verlo.
—Te entiendo, Rubén —confirmó Felipe—. El otro día igual creo que te entendí, pero me puse a la defensiva al verte tan… afectado, y por eso no llegamos a buen puerto.
—Estaba enojado —dijo Rubén, soltando un par de lágrimas.
—Me di cuenta —se rió Felipe, secándole las lágrimas de las mejillas con sus pulgares.
—No quiero excusarme en que es mi primera relación, y que hay muchas cosas que no sé, porque creo que hay cosas que sí debería saberlas…
—No, Rubén —lo interrumpió Felipe nuevamente—. Son cosas que vamos aprendiendo a medida que vamos creciendo. Ahora ya aprendiste esto, y no lo vas a volver a repetir a futuro; así como yo aprendí que no puedo pretender que mantener una amistad con mi ex no va a afectarte a ti o a nuestra relación.
Rubén asintió, sonriendo tímidamente, frente a Felipe que lo miraba serio, pero con un brillo especial en sus ojos.
—Ahora, ¿te puedo besar para sellar nuestra reconciliación? —le preguntó Felipe, sonriendo al fin, y Rubén simplemente asintió.
Felipe no esperó mayor respuesta y se abalanzó sobre Rubén para darle un largo beso apasionado, demostrando todos los días que llevaba esperando hacerlo. Rubén casi perdió el equilibrio y puso su brazo izquierdo en la espalda de Felipe, que seguía húmeda, y luego lo rodeó con ambos brazos, mientras su pololo lo acomodaba para recostarlo en la cama.
Felipe apoyó sus manos sobre la cama, a cada lado de los hombros de Rubén, y lo miró sonriendo, recorriendo con su mirada cada centímetro de su rostro, como si fuera lo más bello que había visto en su vida. Rubén le sonrió de vuelta, encantado de poder ver nuevamente de esa forma a su pololo.
—Extrañé esto —comentó Rubén.
—Yo también —coincidió Felipe—. Te extrañé.
Felipe se acercó nuevamente a besar a Rubén en los labios, pero esta vez lo hizo con aún mayor pasión que la vez anterior, y comenzó a mover su cuerpo, frotando su pelvis contra la de Rubén, quien como acto reflejo deslizó sus manos por debajo del short de Felipe, sintiendo el calor y la humedad de su cuerpo recién entrenado.
Rubén le quitó el short y la ropa interior a Felipe, y éste hizo lo mismo con Rubén, quedando ambos completamente desnudos. Acto seguido, Felipe recorrió con su boca cada centímetro del cuerpo de Rubén, y luego le hizo el amor con una mezcla exquisita de fuerza, delicadeza y pasión.
Ambos se recostaron en la cama, agotados después de largos minutos de intensidad. Se miraban frente a frente, completamente desnudos.
—¿Qué pasa si alguien entra? —le preguntó Rubén a Felipe, volteándose a mirar la puerta para asegurarse que tuviera puesto el seguro, aunque no recordaba hacia qué lado tenía que estar orientada la línea del pestillo.
—Que entren, da lo mismo —respondió con displicencia Felipe.
—Claro, como a ti no te van a ver el culo —respondió Rubén, riéndose.
—Déjalos que lo vean —insistió Felipe—. Que el mundo vea ese poto hermoso que tienes —le dijo a la vez que le daba un apretón al glúteo derecho de Rubén con su mano izquierda.
Rubén se sonrojó con las palabras de Felipe. A veces sentía que como era su pololo, era esperable que dijera esos comentarios, pero aun así, aumentaba mucho su seguridad y autoestima. Le gustaba sentirse lindo y atractivo.
—Aunque bueno, si insistes tanto —continuó Felipe, acercando su cuerpo al de Rubén, y luego lo tomó entre sus brazos para cambiar de posiciones.
Ahora Felipe le daba la espalda a la puerta, y Rubén quedó mirando la pared, siendo abrazado por Felipe.
—Que fome tener que estar preocupado de que no entre nadie a la pieza —comentó Rubén, acomodándose entre los brazos de Felipe—. No poder sentirnos cien porciento cómodos cuando lo hacemos.
—Yo me siento cómodo, ¿tu no? —Felipe frunció el ceño.
—No es eso, sabes que no me refiero a eso —Rubén acarició el brazo de su pololo.
—Igual podríamos ir a un motel algún día —ofreció Felipe.
—��Y me dejarán entrar siendo menor de edad?
—Buen punto —Felipe se quedó pensando.
—Bueno, por ahora esto me parece bien —concluyó Rubén, volteándose para ver a Felipe a la cara—. Igual le da un toque de adrenalina el peligro a que nos pillen.
Felipe se rió.
—Bueno, cuando seamos adultos, los dos profesionales, tendremos nuestra casa para poder tirar donde queramos, sin preocuparnos que nos vaya a ver alguien.
—¿Tanto te proyectas conmigo? —Rubén se sonrojó.
—Si po, si no me sintiera cómodo proyectándome no te habría pedido pololeo —respondió con seguridad Felipe—. Aparte si no es como pareja, podemos vivir juntos como amigos.
—¿O sea seré tu Alan? —bromeó Rubén sin pensarlo, y temió que Felipe se lo tomara a mal.
—No, tonto —Felipe se rió. Rubén respiró aliviado—. Serás mi Rubén. Siempre serás mi Rubén.
—¿Y si terminas conmigo y conoces a otro Rubén?
—Serás “Rubén Primero”.
—Qué impersonal —Rubén fingió sentirse ofendido.
—Bueno, entonces serás “Rubén el guapo”.
—¿Y si el nuevo es más guapo que yo?
—Imposible —respondió hábilmente Felipe.
—¡No es imposible! —se rió Rubén—, debe haber miles de Rubén realmente hermosos.
—Lo dudo —insistió Felipe—. Aunque en ese caso, serías Rubén el simpático, o el inteligente, o el que se tapa la boca para reírse porque no sabe que su sonrisa es lo más bello que hay, o el que susurra mi nombre con tanta dulzura cuando estamos teniendo sexo que hace que me derrita…
Rubén se sonrojó con las palabras de Felipe, y éste se acercó a besarlo en los labios.
—No te conocía esa faceta tan cursi —le dijo Rubén, provocando que Felipe se sonrojara esta vez.
—Son cosas que siento, pero que normalmente no digo por lo mismo —contestó Felipe—. Roberto me dijo que fuera más expresivo contigo, que era muy frío y eso se veía feo después de lo de Alan —admitió.
Rubén se rió.
—Me gustas como eres —le dijo a Felipe, mirándolo a los ojos.
—¿Así?, ¿poco expresivo y todo? —preguntó Felipe sorprendido.
—Si —respondió de inmediato Rubén—. Así te conocí, así me conquistaste —se sonrojó al decir la última frase.
—¿Incluso después de lo que pasó en Hornitos? —Rubén pudo ver que Felipe se avergonzaba de mencionar el paseo.
—Sí, o sea, sí sentí que me dejaste de lado, pero creo que no tiene nada que ver con que seas más expresivo o no… —Rubén se dio cuenta que Felipe bajó la mirada, y hacía circulitos con el dedo índice en su pecho, como si se sintiera culpable por algo—. ¿Qué pasa?
—Es que aún me siento mal por haber dejado que te fueras solo esa noche —le dijo Felipe, arrepentido.
—Ya está, ya fue —lo tranquilizó Rubén.
—¿Y si te hubiera pasado algo? —insistió Felipe.
—Pero no me pasó nada, estoy bien —Rubén le acarició el corto cabello en la nuca para darle confort—. Ya está todo arreglado, ya estamos bien.
Ambos se quedaron recostados por un buen rato, besándose, acariciándose, disfrutando su compañía, sin necesidad de conversar mucho más, hasta que Felipe se levantó y comenzó a vestirse.
—Voy a terminar el entreno, ¿te quieres sumar? —le ofreció mientras se ponía el short.
—Paso —respondió Rubén con una risita tonta—. Dudo que tenga la fuerza para hacer algo correctamente ahora después de… bueno.
—Al parecer hago bien las cosas —Felipe se llenó de orgullo.
—Yo diría que es por la falta de actividad física de la última semana —Rubén lo trajo a tierra.
—Bueno, eso lo cambiaremos en poco tiempo —respondió Felipe con confianza.
Rubén se tuvo que ir sin bañarse, ya que la familia de Roberto seguía en la casa, y no quiso delatarse de forma tan evidente. Se despidió de Felipe con un largo beso, y luego se despidió de la familia anfitriona con un gesto de la mano a la distancia, para no acercarse mucho a ellos (sentía que tendrían la capacidad de oler que había tenido sexo con Felipe).
De todas maneras, Roberto se acercó y se despidió con un abrazo, pero no dijo mayor cosa.
Rubén se fue muy contento a su casa. Tomó la micro, y se fue todo el camino pensando en que ya se había arreglado con Felipe y que las cosas volverían a ser como antes.
Apenas llegó a su casa, tomó una ducha y luego llamó a Catalina y le contó todos los detalles de su reconciliación.
—¿Y cómo te sientes con todo eso? —le preguntó su amiga, después de escucharlo.
—Bien, estoy muy feliz —respondió él, aún entusiasmado.
—Si así te escucho —se rió Catalina—, pero me refiero a si te sientes tranquilo con cómo resolvieron todo, si sientes que él entendió tu punto de vista, y si tú entendiste los de él.
—Si, siento que nos pudimos poner en el lugar del otro —confirmó Rubén—. Me siento tranquilo y feliz por eso.
—Creo que eso es lo más importante Rube, que hayan logrado ese punto común de entendimiento —le dijo Catalina desde el otro lado de la línea—. Me alegra mucho escucharte así de feliz.
—A mi igual me alegra volver a estar bien —confirmó Rubén—. Oye, a propósito de relaciones de pareja, ¿cómo te fue el otro día con Marco?
Catalina se rió con la pregunta.
—Se me había olvidado contarte —dijo ella entre risas—. Estuvo buena la salida. Como te había dicho, era obvio que iba a estar cerrado el museo, así que nos fuimos al Pizza Pizza a comer. Me dijo que no entendía por qué habían cerrado tan temprano si siempre iba a esa hora y estaba abierto —se rió nuevamente—. Pero mientras comíamos pizza fue muy entretenido, conversamos mucho y, creo que me está cayendo bien tu amigo.
—“Cayendo bien” —repitió Rubén, burlándose—. ¿Sólo te cae bien?
—Sí, me cae bien —confirmó ella—. No diré nada más, hasta que no pase nada más.
—¿Volverás a salir con él? —quiso saber Rubén.
—Si él me invita y tengo tiempo, sí. Está garantizado que la pasaré bien —respondió Catalina, y Rubén sintió en su voz que al igual que él, estaba muy entusiasmada por la situación.
Al día siguiente, Sebastian le pidió a Rubén que lo acompañara a comprar un par de zapatillas al mall, y en la ocasión, Rubén aprovechó de contarle de su reconciliación con Felipe.
—Me alegro que te hayas reconciliado con tu pololo, Rube —le dijo Sebastian, mientras ambos caminaban a lo largo de las terrazas del centro comercial, camino al faro del puerto.
Sebastian cargaba una bolsa con las zapatillas recién compradas, mientras que Rubén cargaba una bolsa de papel con un combo de hamburguesa, bebida y papitas fritas para cada uno.
Rubén notó que el tono de voz de su amigo no coincidía exactamente con la alegría que decía sentir. No pudo evaluar su mirada porque tenía puestos los lentes de sol.
—¿Seguro? —le preguntó a modo de broma.
—Si po, o sea, no —Sebastian se rió al ser pillado en su mentira—. Me alegra verte feliz, eso es lo que me importa —le dijo mirándolo a los ojos, a través de las gafas, mientras se sentaba en una banca cercana al faro—. No me gusta que hayas perdonado a ese hueón después de lo que te hizo —Sebastian se puso serio—, pero si eso te hace feliz, realmente feliz, yo me alegro por ti.
El par de amigos se repartió la comida en la banca y comenzaron a comer.
—¿Crees que sea un estúpido por haberme reconciliado con él? —le preguntó Rubén, sintiendo algo de inseguridad.
—No creo que seas estúpido. Creo que eres un imbécil de marca mayor —respondió en broma, provocando que Rubén le diera un empujón que le hizo derramar la mitad del vaso de bebida que estaba tomando.
—Ahuenoao —le dijo Rubén, riéndose.
Sebastian sacudió las manos y luego se limpió lo que pudo con una servilleta.
—Hoy me llamaron para decirme cuándo me voy al servicio —le informó Sebastian de repente.
—¿Cuándo te vas? —Rubén sintió un vacío en el estómago, como si le acabaran de decir que se iba a morir en cinco minutos.
—En un mes, el 13 de marzo —le informó Sebastian, y Rubén por alguna razón sintió que toda la alegría que tenía hasta ese momento había desaparecido.
Había estado tan absorto en sus propios dilemas y problemas personales que no había pensado en que faltaba tan poco tiempo para que su mejor amigo se marchara. Y ahora que conocía la fecha exacta de su partida, sentía que era aún más real la situación, como si recién ahora se diera cuenta que realmente su amigo se marcharía.
—No queda nada —comentó Rubén, ya sin apetito.
—Nada casi —coincidió Sebastian, notando el cambio de humor entre ambos—. Me van a mandar a Arica —le comunicó.
—¿Qué?, ¿por qué tan lejos?, ¿por qué no acá? —preguntó Rubén sorprendido.
—Porque acá no tenían más cupos. Como siempre, el ahueonao a última hora haciendo todo —contestó Sebastian cabizbajo—. Igual mi viejo me dijo que Arica igual era más entretenido. No sé por qué, pero tendré que creerle.
Rubén recordó por enésima vez el odio que le tenía al padre de Sebastian.
—No quiero que te vayas —le dijo Rubén, poniéndose de pie para darle un abrazo a su mejor amigo.
Sebastian se puso de pie también y lo abrazó con fuerza. Temblaba de pies a cabeza y comenzó a sollozar.
—Yo tampoco me quiero ir —respondió él con la voz temblorosa.
Rubén sintió como si con ese abrazo Sebastian por fin pudo liberar todo lo que sentía, toda la angustia acumulada por meses, que él, como su mejor amigo, había sido incapaz de verla.
No lo soltó, y lo abrazó aún más fuerte, como si así evitaría que se marchara en un mes más. Los dos amigos se mantuvieron abrazados por largos minutos, bajo el resplandor dorado típico de los atardeceres de febrero.
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amigos de gimnasio
No tengo amigos en el gimnasio. Primero, porque no los quiero. Y segundo, porque realmente voy de pascuas a ramos y, cuando voy, intento encontrar las horas más rocambolescas para ir, donde solo me cruzo a jubilados a los que no les intereso lo más mínimo. Es estupendo.
En Londres iba todos los días (lo tenía en la esquina de casa, y era un Soho House). Me atrevería a decir que era el gimnasio más cool de Londres. Todo el mundo iba impecable con sus conjuntos de Alo Yoga y sus Stanley Cups, y yo me sentía Lady Di cuando subía a la terraza a por mi piti après gym enfundada en mis biker shorts y mis Ray Ban Wayfarer (la versión para niños porque tengo la cara de un enano).
Era de esperar que, por mi frecuencia y por la media de edad un poco más cercana a la mía, algún orangután se me acercara de vez en cuando a intentar entablar charleta elogiando mi dedicación al deporte (camino media hora a paso de marcha atlética en la cinta y me voy directa a la sauna). Mi círculo de “amigos” de gimnasio de ese entonces acabó contando con: un hércules de metro cincuenta al que le acabé por decirle que era lesbiana, un gordete de piel color Patricio Estrella que se empeñaba en demostrarme que no era gay, y un rapero jamaicano que me intentaba seducir para que apareciera en alguno de sus videoclips, entre otros. Cuando desaparecí sin previo aviso para volver a Barcelona, a la semana recibí un mensaje de todos y cada uno “Hi love, I haven’t seen you at the gym for a while :(”. Solo respondí a Patricio Estrella con un sospechoso “I left de country” que le dejó aún más descolocado.
Pues esta semana, mientras hacia mi rutina mandatoria de marcha atlética en horario de jubilados, se me acercó el entrenador personal de mi hermano pequeño, con el que al parecer había coincidido hacía unos meses en una fiesta y habíamos comentado largo y tendido sobre lo fuerte que había puesto a mi hermano (llevaba 5 gin tonics encima). Creo que igual me desapunto.
En la foto: la Princesa Diana, la única mujer que sabia cómo llevar unos biker shorts con gracia.
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Él me invitó a su casa, el plan era pasar todo el día viendo pelis, tomando tragos y comiendo papitas. Estaba muy emocionada, yo llevaba puesto justo lo que tengo en la foto. Al llegar él abrió la puerta y me percate que estábamos completamente solos. Fuimos a la sala. Él empezó a besarme, yo estaba nerviosa pero iba totalmente lista y dispuesta a todo. Lo tomé del cuello y lo empecé a besar apasionadamente, él tomo mi cintura y empezó a acariciar mi piel bajo mi blusa. Estaba muy excitada, sus manos se sentían tan calidas, lo mire a los ojos, le quite la playera y me hinque. Le desabroché el cinturón y le baje el cierre, no antes de acariciar su verga bien dura y larga que se marcaba en sus jeans. Al bajar su pantalón, baje el boxer que tenía puesto y salió botando su verga, mmm se veía deliciosa, toda venosa y con vellos a su alrededor, era tan excitante verlo. Así que me acerque poco a poco sin quitarle la mirada de encima y la empecé a chupar, use mis manos y la empecé a estimular, baje un poco más y chupe sus bolas, toda deseosa regrese a su verga y empecé a chuparla más y más, hasta meterle completamente dentro de mi boca. Solo escuchaba sus gemidos y lo empecé hacer más rápido. Yo quería que se viniera en mi boca, pero el me levanto ansioso y excitado, me bajo el short, rompió mis medias de red, hizo de lado mi tanga, escupió mi ano y me la metió tan rápido que el dolor era insoportable, pero estaba tan excitada que solo me deje manipular por él. Me tiro al su sillón y me empinó, me dijo que me abriera las nalgas y empezó a penetrarme con muchas fuerzas, yo estaba gritando y lo disfrutaba tanto, empece a gritarle su nombre y pedirle que parara. Él continúo y lo empezó hacer más rápido, eso hizo que me mojara tanto que empecé a escurrir de mi verga. Sin sacar su verga de mi ano se acercó más a mí y empezó a masturbarme. Se sentía el paraíso. Estaba todos sudados. Y el dolor cada vez era más placentero. Besaba mi cuello y me volteaba para darle besos en su boca. Fue hasta que sentíamos que íbamos a terminar, saco su verga de mi ano, me hinque, él abrió me boca y se vino dentro de ella, mientras que yo me vine en mi mano. Fue tan excitante, el simple hecho de entrar e inmediatamente me empezará a coger, el haberlo hecho en su sala, el que me gusta tanto y la mejor parte... Es mi novio.
🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️
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Leonardo (3era parte)
Leo miraba a su celular y yo no podía sacar la vista de su bulto. A decir verdad, lo único que no había visto de su cuerpo ese día era su verga. Su culo mas o menos ya me lo imaginaba, el shortcito que tenia puesto no dejaba bastante a la imaginación. Me vino una oleada de One Million mezclada con el olor a cuerpo de hombre recién bañado, quizás el mejor aroma posible en la historia del mundo. Se había bañado para sacarse el olor a humo de la parrilla. —¿De qué querés hablar? Ya me imagino igual... —Es que estamos re contentos con lo que nos conseguiste boludo, posta que pueden salir cosas muy buenas si te venís a laburar full time con nosotros... —Si ya sé, pasa que es un toque arriesgado... —¿Por qué? Hasta podes no sé, comisionar si crees que te hace falta... "¿Por qué? Porque estas durísimo Leo, ni la ducha ni la comida ni las advertencias de Ale te hicieron bajar, apenas lo logra el whisky, no puedo dejar lo que tengo y arriesgarme por dos merqueros que apenas conozco" pensé. Pero no lo dije. —Pasa que estoy por renovar contrato en el departamento, es justo una época jodida... Tuve que dejar de hablar porque las notificaciones de Grindr no paraban de vibrar en la mesita. —Disculpame... —Nah todo bien, que te dicen? —Eh? —A ver, mostrame, quiero ver... —Bueno... Se sonrió mientras los mensajes de Act Masc24 desfilaban por sus ojos, la verga y la cola de ese anónimo y de otros tantos que me habian escrito en solo media hora. Pero no era una sonrisa burlona. Era una de curiosidad. —¿Foto de cara no te pasó? —Si pero la borró porque tiene novia. —¿En serio? —Si, bah eso dice... —No digo, lo de la foto, no sabia que se podían borrar una vez enviadas... —Si pagás mensualmente si se puede, creo... No pude, no pude seguir. Leo tenia la pija despertándose y formando una carpa en su short. Me rei y segui tomando, nervioso y colorado como un adolescente.
.—¿Que? —Nada... —¿Pasa algo? —No nada, solo que estás al palo boludo... —¿Y? Se sonrió como un nene travieso al que descubrieron haciendo algo indebido. Nos miramos a los ojos y ya descubrí que estaba pasando. Leo estaba haciendo el galanteo largo que le hace un hombre hetero a una mujer, el cual puede durar horas. Hay que comer, tomar, llegar a su corazón, hablar bien sin quedar como un degenerado. No Leo, entre varones es distinto. Podes ir al grano enseguida, pelas la verga y listo. —¿Pensas hacer algo con eso? —Y a vos que te parece que puedo hacer guachin? La música electrónica aburrida de Ale había terminado y el algoritmo de Spotify ya tiraba cosas parecidas. Leo dejó mi celular en el sillón, yo dejé el vaso en la mesita y comenzó a sonar Sexy Boy de Air. Me pareció muy loco, muy adecuado, muy para ese momento. Giré la cabeza hacia donde estaba el parlante. —¿Que pasó? —No boludo, esta canción...es muy loco. —¿Que? Lo sentí acercándose a mi. —No, que cuando yo estaba en la secundari-- Giré y ya tenia su cara a centímetros mío. Leo comenzó a besarme tímidamente. Nuestras barbas y nuestros labios se rozaron y se abrieron, dando paso a la punta de nuestras lenguas. No escuchaba otra cosa mas que su respiración sobre mis mejillas, no quería saborear otra cosa mas que su saliva por el resto de mi vida. No podía creer que finalmente eso estaba pasando, el corazón me latía de una manera bestial, me latía la cabeza al unísono, me latía la verga. Leo era mío. Me calentaba todo lo que estaba pasando, el ruidito de nuestras bocas separándose, la música acorde, la forma del sillón que nos invitaba a hacer 300 posiciones distintas. Agarré su nuca y lo sentí muy profundo en mi boca, su lengua queriendo penetrarme hasta el alma. Eso no era fingido, eso eran ganas que estaban dentro suyo hace rato. Los dos queríamos que esto pasara, yo no estaba loco. Él comenzó a tocarme el culo, a agarrarlo con fuerza mientras su lengua se encargaba del otro extremo de mi cuerpo. Por primera vez en mi vida, no sabía como seguir así que dejé a cargo a mi instinto por el resto de la noche. Sin dejar de besarlo, me subí encima suyo y comencé a sacarle la remera. Lo terminó de hacer él. El torso mas hermoso del mundo estaba adelante mío para que yo lo lamiera, me lo coma entero. Lo contemplé con la lujuria que un hambriento encara un buffet, no pude evitarlo. Todos esos músculos mas definidos que nunca, como formando una flecha hacia abajo, invitando a sus genitales. Pero Leo era de los míos, le gustaba besar. No me dejó hacer nada en su pecho y siguió trabajando en mi boca con su lengua. Yo acariciaba sus pocos pelitos del pecho y agarraba con fuerza sus pectorales mientras él estrujaba mi culo. Nuestras vergas al palo por encima del pantalón, se saludaban en el roce que daba el ritmo de nuestros besos. Arriba, abajo, arriba, abajo. Ahí estaba yo, ebrio en la madrugada porteña, cabalgando al hombre mas hermoso del mundo y cautivo de su aroma a One Million y whisky. Ahí estaba él, siendo oficialmente ¿bisexual? ¿bicurioso?, penetrándome con su lengua y obsesionado con apretar con fuerza mi cola. —Che... —¿Que? —Tenés re firme el culo... Me reí, no pude evitarlo. En otro momento ese comentario me hubiera hecho mierda, pero esa noche me pareció hasta tierno. —Pareces sorprendido... —Es que no sé, nunca me lo puse a pensar... —Gracias. Corté la charla para seguir con más besos. Leo era de los míos y además besaba excelente: la presión justa en los labios, el ritmo adecuado en la lengua y saber cuando usarla de manera profunda, respiración para estar presente, caricias.
Noté que nuestras vergas ya tenían las puntas demasiado mojadas, había llegado el momento de bajar. Ahora si me dejó recorrer su pecho con besos y más lengua. Me vi muy tentado por sus pezones, rosaditos y redondos, en el lugar correcto del pectoral. Los besé y funcionó, Leo lanzó su primer gemido. Di vueltas en uno con mi lengua, seguí chupando y besando pero no mordí. No quería asustarlo, quería tratarlo bien. Besé sus abdominales, los cuales admiraba en silencio desde hacía horas y también desde aquella vez cuando vino al trabajo ese día de lluvia y se veían a través de su remera, mojada y pegada al cuerpo. Finalmente bajé el short de golpe, no quería demorar más la revelación. Ahí estaba, la verga más hermosa de la ciudad. Gruesa y no muy larga, rosada y venosa, inclinada tímidamente hacia la derecha como pidiendo perdón por estar tan dura y tan babosa en la punta. Iba a comenzar a comerla cuando Leo se inclinó para agarrar el vaso de la mesita y seguir tomando. Aproveché ese momento para bajarme la bermuda y empezar a tocarme. Él se echó para atrás en el sillón, mirándome con aprobación y ofreciéndome su carne, abierto de piernas. Comencé lamiendo la cabeza, por encima de la piel. El gusto saladito del preseminal me llegó y me volvió loco, Leo tenia el glande lleno, brillante y baboso. Un gran chupetín de carne, todo para mi. La seguí besando, oliendo y Leo me miraba sorprendido de mi admiración hacia su falo. Momento de empezar a tragarla como solo yo sé, entonces vinieron más gemiditos de Leo. —Ufff...que hijo de puta. Seguí tragando y cabeceando, llenándome la boca de pija y mirándolo a los ojos. Chupando y tocándole los pezones, lamiendo y haciendo piruetas con la lengua en la punta de su cabeza. Sentí la piel de sus piernas volviéndose de gallina, sus pocos pelitos erizándose en esos cuádriceps hermosos que hubiera lamido enteros al mismo tiempo si tuviera dos lenguas. Hacía tiempo que no me sentía tan servicial, tan putito y tan sumiso con mi hombre. Quería que tuviera la mejor noche de su vida. Leo se inclinó un poco hacia adelante, agarrando mi cabeza con una mano y comenzó a sobarme el culo con la otra. Arrodillado y atorado con toda su carne, yo estaba extasiado, el cerebro me latía y todo me seguía dando vueltas. —Bancá, veni...veni un poquito mas para el medio...eso. Leo me movió como si estuviera calculando algo, una posición antes planeada. Como un plano que debía captar una cámara, una manera en la que siempre quiso verme, ya sea él...o cualquier otra persona que haya estado viendo esa escena? Siempre que chupo verga, comienzo con el entusiasmo de un becerro sediento y a los 5 minutos medio que me aburro y ya estoy pensando en otra cosa. Y ese gesto me hizo pensar en otra cosa, delirante y paranoica. "Ale no se fue. Ale sigue acá en el departamento." Lo miré a Leo y se lo pregunté con los ojos, temeroso de que todo esto fuera mentira y como en Carrie tangan preparado un balde lleno de sangre de cerdo para tirarme encima. No podía ser, nadie podía fingir estar pasándola tan bien, ni con el Viagra mas potente y todo el alcohol del mundo. A menos que una situación así sea justamente lo que lo excite... Como respuesta recibí un chirlo en la cola. Gemí como una puta de mierda. —¿Te gusta? Dije que si, sin dejar de comer verga. Otro chirlo más, otro gemidito mío. Otro. Y otro. Paf. Mi glúteo retumbando en todo el barrio. Con cada golpe me sentía mas lejos de ese mundo, flotando por encima del sillón y entregadísimo para que Leo me haga suyo en todas las posiciones posibles. —Uff...a ver esto como está... Se lamió dos dedos y empezó a jugar con mi agujero, separando mis nalgas que ya estaban calientes y rojas. Metió uno, luego el otro. Los chupó y los volvió a meter. Los volvió a chupar (si, chupar) y ahí dejó caer saliva para lubricar mejor. Mandó los dos dedos de una para adentro, no pude evitar dejar escapar un gritito. —Casi eh? Vení... Me agarró del pelo y me besó profundamente en la boca de vuelta. Yo ya no era una persona, ni quería serlo: yo estaba ahí para él, para hacer lo que él quisiera. Mi
placer no importaba y no importar era justamente mi placer. Este hijo de puta lo había logrado, me tenía como quería. Había insistido y ahí estaba, arrodillado en su departamento y entregadísimo a su lengua. Se detuvo y me miró fijo a los ojos 2 segundos, en silencio. —Paráte, guacho. Hice lo que me dijo y el también se puso de pie. También me hizo dar vuelta y ponerme de rodillas sobre el sillón, mientras me agarraba del brazo y decía esas ordenes con aliento a whisky y usando su voz seca. Me hizo alejar mi propia mano de mi verga. —No. No te toques ahora. Me arrodillé en el sillón y se ubicó atrás mío. Empezó a comerme el culo con pasión y fuerza. Su lengua penetraba mi agujero y enviaba calor hacia arriba de mi cuerpo, su respiración y el roce de su barba me hicieron gemir sin dudarlo ni un segundo. Me di vuelta para ver su cara enterrada en mi orto y no lo podía creer. Otro chirlo, esta vez seguido de un profundo beso de nuestras bocas. Me pude oler en su boca, como antes el olió su verga de la mía. Nuestras barbas por fin se hermanaban con el olor de ambos genitales, lo cual me volvió loquito y por inercia me empecé a tocar. —Te dije que no, no te pajees. Esperá. —Lo que vos digas, haceme lo que quieras. Me puse nuevamente dándole la espalda, de rodillas en el sillón. Enseguida empezó a lamer el final de mi espalda (no me animé a sacarme la remera, ni me dio tiempo tampoco), siguió con mis glúteos, los mordió, lamió, siguió lamiendo y lamiendo. Mi agujero, el perineo, mis huevos. Y mi verga, desde la base hasta la punta. Y de vuelta hacia arriba: mi verga, mis huevos, mi agujero. Y de vuelta hacia abajo, y así. Una descarga eléctrica me recorría todo el cuerpo cada vez que el ciclo con su lengua empezaba de vuelta. Lo alternaba escupiéndome el agujero, metiendo un dedo, una nalgada. Y volvía a empezar. —¿Te gusta guachin? —Mucho, mucho hijo de puta... —¿Como? ¿Qué me dijiste? —Hijo de puta. Otra nalgada. Si sigue haciendo esto voy a acabar sin tocarme... Mi espalda era un río de sudor y pude ver que Leo también tenía calor al ver los pelitos de su frente mojados. Cada gemido mío lo hacia aumentar el ritmo de su lamida y a la vez cada lamida aumentaba mis gemidos. Leo se puso de pie y pude sentir su glande en la puerta de mi culo.
—Pará, tenés un forro? —No tranqui, hoy no te la voy a meter. "Hoy" "Hoy no..." —¿Estas seguro? Yo no me había preparado del todo pero necesitaba esa carne adentro, ya no me importaba nada. —Si guacho, no doy mas, quiero largar. Por primera vez en un rato largo me sentí su par, yo sentía lo mismo y quería que me llene de leche cuanto antes. —¿Dónde la queres? —En el pechito me gusta pero donde vos quieras —Ah sos re morboso...dale. Me saque la remera y me quedé arrodillado en el piso, viendo desde abajo como este hombre sacudía su hermosa carne cerca de mi cara. —Uff...que lindo. No sé bien si le parecía lindo era yo o el momento. No me importaba. —Aahhh, ahí vengo ah, ahí vengo! Abrí la boca, de puta nada más. Todo su semen caliente, MUY caliente cayó sobre mi cuello y mi pecho. Lo atajé con la mano, en parte para que no se cayera sobre mi remera y en parte para juntar esa hermosa esencia de hombre. Leo siguió tirando leche un par de segundos más, el olor de su líquido ya me invadía entero y pude sentir como estaba sintiendo él con solo mirarlo. Sus ojos se clavaron en los míos mientras mi pija estallaba en leche, espesa y arrojada sobre el suelo y parte en sus zapatillas. Durante 2 segundos nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos. Después Leo se sentó en el sillón y bajó lo que quedaba del whisky de un trago. Me miró. —Uh, era el tuyo ese vaso! —Todo bien. Voy al baño. —Vaya nomás... Me miraba en el espejo mientras me limpiaba el semen con papel higiénico y fui enojándome poco a poco conmigo mismo. Otra vez en un baño, limpiándome los restos de algo que no es real ni lo será. Solo. "Soy un pelotudo, caí en todo como un tarado, que pelotudo, tan débil se puede ser? Todo por chuparle la verga al forro este, al pedo. Otro error, otro error como siempre". Ya no éramos compañeros pero otra vez era víctima de Leo: otra vez el estaba ganando y estaba haciendo lo que él quería que yo hiciera. No era un exageración, todo eso estaba calculado y yo entré como un idiota. "Ale no se fue del departamento, seguro." Presté atención a los ruidos que venían del living, espié por la cerradura otra vez paranoico, solo que ahora se le sumaba una enorme decepción conmigo mismo. Nada, Leo mirando su celular. Salí. Mis objetivos eran 3 y muy claros: ponerme la remera cuanto antes, irme y parar un taxi. —Bueno che, me voy. —¿No querés que te lleve? La puta que te parió, Leo. —Nah, bajamos y paro un taxi en la avenida. —¿Seguro? —Boludo, te bajaste una botella de Back Label casi y queres manejar?... Leo se rio alcanzándome mi remera y sinceramente parecía otra persona a la que fue durante todo el asado. Todo eso era parte del mismo teatro para hacerme renunciar y trabajar en su empresita nueva, no tenía que claudicar y otra vez caer en sus encantos de machito de barrio. Mientras nos preparábamos para bajar empezó a comentarme el día que lo esperaba en unas horas, con su mamá y el marido de su mamá y no sé que otras cosas. Claro, el dios sexual de recién tenía que ser alguien humanizado ahora, tenía que tratarme como a un igual para que el plan funcionara. Pero yo no era ningún idiota. Bajamos en el ascensor y siguió contándome sus cositas, preguntándome que horario hacia en mi trabajo, adonde me convenía tomar el taxi. Su seducción no paraba y el viaje de 14 pisos se hizo eterno pero no había forma, yo no iba a rendirme solo por un varón que esté bueno y chupe bien el culo. Por favor. Llegamos a la puerta del edificio y afuera había viento fuerte, olor a tormenta a punto de largarse. —Bueno, hablamos entonces. —Para guacho...vení. Su mano se posó en mi hombro y luego de 2 segundos se mudó a mi nuca. Leo miró para los dos costados, por si alguien venía. Y me besó con mucha fuerza, sonriendo. Respondí con mi lengua, por mas que fue muy breve. Su sonrisa cuando nos separamos fue de travesura, otra vez. —Ahora si, avisame cuando llegues. —Chau, boludo. Camine 3 cuadras y pude alcanzar un taxi antes de que se largara a llover. Durante el viaje cerré Grindr y merodeaba por Instagram, viendo una y otra vez las stories de Leo y las de Ale,
buscando detalles que se me hubieran escapado. Me inundaba una mezcla de decepción y vacío, la cual iba de la mano con una relajación extrema por haber tenido un sexo impresionante. Pero no, no hay chance. "Tan mal no me va en donde estoy ahora, no me puedo arriesgar...es plata segura versus plata incierta" Esto último rebotaba en mi cabeza porque me lo repetía a mi mismo como un mantra, iba y venia, chocando, subiendo y bajando. Ya en mi cama, escuchaba el agua caer y me dormía cuando sentí en el dorso de mi mano olor a la verga de Leo y un rastro de One Million. Firme y presente. Medio consciente, medio dormido, le di lugar a la otra cosa que rebotaba en mi cabeza, esa otra idea que chocaba con la anterior, eso que no llegaba a ser una idea, era nada. Entonces, adicto a la nada, le di lugar y la escuché. "...hoy no te la voy a meter." "...hoy no" "...te la voy a meter." Hoy no. ¿Mañana? "Hoy no se fía, mañana sí" me dije a mi mismo y me dormí, sonriéndole a la nada como un tarado. Ese mismo lunes, renuncié.
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⊰ Excited, huh? ⊱
❥ yoongi se encuentra con algo excitantemente inesperado cuando vuelve a casa luego de haber lanzado el Mixtape.
「pareja」 ⇢ yoongi ⇿ lectora
「género」 ⇢ idol au, relación establecida | smut, fluff
「words」 ⇢ 2,4k
「warnings」 ⇢ manos atadas, súplicas y nada más c:
“Okay,” te dijiste a ti misma con el ordenador en tus piernas, “es hora, es hora.”
Tus manos temblaban de la emoción que por tu cuerpo recorría, llevaste el mouse hasta donde estaba el link que llevaba al paraíso, en cuanto la pantalla te mostró el inicio del video le diste pausa.
“Oh Dios mío,” tus ojos se quedaron pegados en su figura, Yoongi con el cabello rubio, largo y sentado de la manera más caliente sobre un trono se había convertido en tu imagen favorita de toda la vida a partir de ese momento.
Suspiraste sabiendo perfectamente que terminarías de lo más arruinada con cada escena, volviste a presionar el botón de reproducción sigui��ndolo en cada ocasión.
Sus gruñidos y mirada fría te tenían lamiendo tus labios cada que estos se resecaban, la escena que te hizo perder la cordura fue cuando apareció con sus ojos vendados y con sus brazos atados a su cuerpo.
Ahí podías apostar a que tus bragas ya no tendrían solución.
Millones de pensamientos y nuevas cosas que te gustarían probar en el ámbito sexual te llenaron completamente, y para cuando el video había terminado tú ya habías emprendido tu camino a la cocina para tomar agua.
Mucha agua.
Necesitabas calmarte.
Yoongi planeó todo para que fuera una sorpresa para ti.
Le rogaste que te llevara al set, te lo negó.
Le rogaste que te dejara escuchar al menos una parte de alguna canción, te lo negó.
Y claro que te negó saber el color de su cabello, durante el conteo regresivo y la filmación del video permaneció en los dormitorios con los chicos, llamándote y mensajeándote todo lo que podía.
Una parte de ti estaba preocupada por él, solía tener momentos de ansiedad cuando iba a sacar música nueva y tú siempre estabas a su lado para recordarle que sus fans iban a enmarcar como obra maestra cualquier cosa que viniera de él, porque mentira no era.
Y es por esto que en cada llamada que habían tenido le habías recordado lo orgullosa que te sentías de él.
No estabas segura si él volvería hoy al fin, porque había una probabilidad de que decidiera salir a celebrar con los chicos.
Necesitabas buscar la manera de que tu cabeza dejara de reproducir el video una y otra vez, te sorprendía la imaginación que poseías.
Encendiste la televisión abriendo netflix para seguir viendo una de tus series favoritas que siempre decías que terminarías pero siempre encontrabas otras cosas que hacer dejando a mitad los episodios.
Poco a poco tu mente se concentró en la trama, permitiéndote dejar de apretar tus piernas para sentir algo de placer ya que te negabas a masturbarte, estabas tan necesitada que sabías que sin Yoongi no podrías correrte.
“¿Cariño?,” Yoongi entró por la puerta principal buscando por ti, dejó sus zapatos cambiándose a sus sandalias dejando su bolso a un lado. Por el momento lo único que le interesaba era verte.
Se sentía nervioso por tu reacción pero emocionado por haberle mostrado al mundo lo que llevaba trabajando, se sentía satisfecho porque lo había hecho por él.
Giraste tu cabeza para encontrarlo con una sonrisa nerviosa, “mi amor,” chillaste corriendo a sus brazos.
“Me ha encantado todo, cada canción, el video,” hablaste antes de que pudiera preguntarte, casi que leyendo su mente, “me encanta que te haya gustado.”
“Iré a cambiarme,” asentiste sonriendo en medio del beso que te dio antes de ir a la habitación.
Te acomodaste nuevamente en el sofá, esperando paciente a que él saliera y te contara un poco más de cómo habían sido estos pocos días.
Se sentó muy pegado a ti, incluso poniendo una de tus piernas sobre las suyas.
“¿Qu-qué tal estuviste estos días?,” dijiste intentando crear un tema de conversación por el cual dejaras de pensar en lo increíblemente caliente que Yoongi se veía en shorts y lo bien que sus músculos comenzaban a resaltar.
“Estaba nervioso porque sentía que le faltaba-,” trataste de prestarle atención, pero te fue imposible, no con sus largos dedos trazando círculos en tu pierna de manera inconsciente.
Te apartaste un poco disimuladamente, creyendo que así tu corazón se calmaría.
Pero lo único que lograste fue que Yoongi posara su mirada cuestionadora sobre ti, con sus cejas levemente fruncidas, listo para preguntar que ocurría.
Pero te conocía como la palma de su mano y fue ahí cuando la manera en la que apretabas tus piernas y cuantas veces lamías tus labios le llamó la atención.
Una de sus manos encontró lugar en medio de tus piernas sobresaltándote de manera inmediata, logrando así que se le facilitara empujarte a su cuerpo.
“¿Vas a decirme qué te tiene tan caliente?,” susurró dejando un casto beso en tu cuello, causando un revuelo difícil de detener en ti interior.
Había dos cosas que lo encendían de la situación.
Que no habían estado juntos en una semana por lo que te extrañaba demasiado.
Y lo otro era que le encantaba ver cómo te deshacías en sus brazos haciendo peticiones mudas que él y tú sabían perfectamente que no cumpliría hasta que éstas salieran de tu boca.
“Sabes que la única manera de conseguir algo conmigo es usando las palabras,” gemiste cuando su mano bajó a tu área publica enviando corrientes a tu necesitado clítoris, “dime lo que quieres.”
“Te quiero a ti,” susurraste contra sus labios una vez tus manos estuvieron en su cuello y tu centro presionado al suyo, “quiero que me hagas tuya una y otra vez, que me ates, Yoongi,” pausaste levemente para rozar tus labios con los suyos susurrando en estos, “quiero que me destruyas y me arruines como solo tú sabes.”
Presionó sus labios con los tuyos desesperado por sentirte, gimieron cuando sus lenguas se encontraron y subió sus manos a tu cuerpo dejando que vagaran por cada rincón apenas dejándote pocos segundos para respirar entre beso y beso.
Se separó con un chasquido de labios en el proceso, dándote un momento para componerte y la imagen frente a ti te hizo querer devorarlo vivo.
“Vamos a la habitación, ¿te parece?,” te preguntó no dejándote tiempo para responder, pues ya se encontraba cargando tu cuerpo y cuando quisiste analizar todo, yacías en la comodidad de la cama, “desnúdate para mí.”
Asentiste aún no en todos tus sentidos, mientras te ocupabas de desnudar tu cuerpo él salió de la habitación en busca de algo desconocido para ti.
Tus ojos se quedaron fijados en lo que sus manos cargaban cuando volvió, era una soga, “¿de dónde has sacado eso?”
“No eres la única que pensaba en usarlo,” sonreíste por lo tímido y el color carmesí en sus majillas, “la conseguí en el set de grabación.”
Le ofreciste tus manos sin pensarlo dos veces, te sonrió a la vez que se encargaba de juntarlas y enrollar la soga en tus muñecas asegurándose de que no te resultara incómodo, pero para ser sinceros, con lo excitada que estabas hasta el dolor te resultaría placentero.
La respiración se te trabó cuando de sorpresa empujó tus brazos por encima de tu cabeza, añadiendo otro pedazo de soga al nudo pero esta vez asegurándolo al cabecero de la cama.
Entreabriste tu boca pero nada más que un suspiro entrecortado salió.
Poco tiempo después más suspiros salieron de ti, cuando bajó a tu cuello dejando un camino de besos, sus labios hacían quemar tu piel.
Sus ojos se posaron en los tuyos cuando con la punta de su lengua traveseó a tu pezón erecto, que suplicaba por un poco de atención. Yoongi sabía que para tenerte relajada y a su merced tus senos eran la clave.
Fue cuestión de unas cuantas lamidas, apretones y el haber succionado para que te empaparas tanto que él podía olerte, “por favor,” susurraste en las nubes.
Entendió tu comando palmeando una de tus piernas para que las abrieras y así él poder tener acceso, se bajó de la cama arrodillándose, de manera que se le facilitara el poner tus piernas en sus hombros.
“Uh, pero mira esto,” te sonrió con malicia, “¿es para mí?”
Asentiste incontables veces, lamiendo tus labios anhelando que ya pusiera los suyos en ti, sollozaste cuando su pulgar entró en contacto con tu clítoris de una manera no muy amable, “te he dicho que uses tus palabras,” gruñó.
Le encantaba molestarte, no solo por el hecho de verte toda frustrada, sino porque él sabía que te excitaba el que no fuera condescendiente, que te hacía perderte en el placer y disfrutar cada cosa que te diera.
“S-sí, señor.”
“Oh,” dos de sus dedos entraron con facilidad en ti, los dobló donde recordaba perfectamente se encontraba tu punto dulce, tiraste de tus manos desesperada cuando sus labios succionaron tu parte externa sin delicadez.
Trataste de mantener tus ojos abiertos, observar cómo te devoraba sin pausa y sin disgusto, disfrutando cada gota que salía de ti- Yoongi te disfrutaba.
“Ju-justo ahí,” gemiste moviendo tus caderas para encontrarlas con sus toques, el cosquilleo indescriptible se formó en tu vientre, tus piernas buscaban cerrarse y él te dejó ser a pesar de que el aire le faltara un poco.
“¿Te vas a correr?,” su tono burlón fue tu límite, tu cuerpo tembló y buscaste sostenerte de algo pero solo encontraste tus manos vacías y un poco adoloridas por el jaloneo.
Pero él no paró, sus dedos se movían sobre tu clítoris esta vez. Sollozaste por la sensibilidad y el ardor de ser tocada luego de un orgasmo tan intenso, “por favor, no.”
“Relájate y déjalo ir, sabes que no voy a parar,” tus protestas se volvieron gemidos un poco después, un orgasmo nuevo se construía en ti. Presionó una de tus piernas al colchón para que dejaras de moverte y él poder llevarte al límite.
Pronto tus dos piernas eran dominadas por sus manos mientras que con su boca jugaba contigo, “voy a…” las palabras se atoraron en ti y las reemplazó un gemido demasiado agudo para tu gusto, pero para ese entonces a tu cuerpo solo lo controlaba Yoongi.
Se mantuvo succionando para ayudarte a terminar dejándote sin aire, lo observaste por debajo de tus pestañas encontrándote con su sonrisa.
“Yoongi, por favor fóllame,” suplicaste entre suspiros, tus paredes se contraían al imaginarlo muy dentro de ti, su sonrisa se ensancho.
“¿Qué pasó con la chica codiciosa que me estaba pidiendo que la destruyera antes?”
Sabías que no debías responder, entre más te distrajera, más oportunidades le dabas para molestarte.
Su mirada lasciva lograba enloquecerte, el repentino deseo de arrodillarte y rogarle porque te follara taladraba tu pecho volviéndote impaciente. Se acariciaba a sí mismo provocándote, sabiendo que no soportarías sin su toque.
“Sobre tus manos y rodillas para mí.”
¿Cómo demonios ibas a lograrlo con tus manos atadas…?
“¿Me harás esperar?,” presionaste tus labios.
“No, señor.”
Insolente, con la poca fuerza que a tus piernas les quedaban, giraste tu cuerpo de manera que la soga se tensionara obligándote a presionar tu pecho y cara contra la cama. No ibas a negar que en las muñecas te incomodaba un poco, pero sin un poco de dolor no hay placer y lo que más te importaba era Yoongi.
“Te ves tan bien así,” murmuró delineando con su mano la figura de tu trasero, “estoy seguro de que duele mucho, ¿cierto?”
Querías gritarle a la puta cara que se apurase y aliviara el dolor, si no te tocaba pronto ibas a empezar a llorar, “por favor, te necesito tanto que no puedo más” susurraste como último recurso.
Te tomó por detrás, sosteniendo tu cadera temblorosa por la poca fuerza en tu cuerpo. Con una de sus manos apretó su pene alineándose para entrar en ti, para ese entonces ambos se encontraban sosteniendo la respiración, tú saltando por dentro con anticipación.
Tu entrada se contrajo alrededor suyo cuando te molestó con su punta, te sobresaltaste por la sensibilidad cuando recogió tus flujos para esparcirlos sobre él, te mantuvo firme abriendo tus paredes con gentileza cerraste tus ojos con tu boca abierta por lo delicioso que sentía tenerlo al fin en ti.
“Joder, me tomas tan bien,” gruñó moviéndose de manera circular, gemiste dejando caer tu cabeza sobre tus brazos estirados. Llevó una de sus manos a tu cabello, levantando tu cabeza y a la vez sosteniéndose de ahí, perdiéndose en el placer.
Supiste que perdió el control cuando sus embestidas llegaron más profundo, golpeando diferentes puntos logrando que de manera inmediata se formara un nudo dentro de ti.
“Mierda,” gemiste sin cesar sintiendo tus ojos humedecerse, soltó su agarre enfocándose en sostenerte notando que tus piernas estaban a punto de caer.
“¿Te gusta eso?,” sus palabras sonaban con eco en tu cabeza razón por la cual optaste por no responder, mejor dicho, no pudiste salir con ninguna respuesta, “tan apretado.”
Pegó su pecho a tu espalda dejando besos sonoros en ésta, probando lo salado de tu piel por la capa de sudor debido al cansancio, tus paredes lo oprimieron deliciosamente que no pudo evitar sentirse cerca.
Deslizó sus dedos vagamente por tu vientre hasta encontrarse con tu clítoris, sus caricias lograron que tus gemidos incrementaran y que tu espalda se arqueara dándole el completo control, como si no lo tuviera antes.
“Yoongi,” jadeaste en busca de aire, “no pu-edo.”
“Puedes y lo harás,” gruñó haciendo sus movimientos bruscos y fuertes, determinado a hacerte sentir bien, a volverte un desastre y que tu garganta termine doliendo de lo que mucho que ibas a gritar.
Tu garganta se cerró debido al bullicio que por tus venas pasaba, tus nervios perdiéndose y haciendo que todos tus sentidos se nublaran llegando a tu orgasmo. Yoongi te sostuvo cuando las convulsiones llegaron a ti, “justo así, preciosa.”
Tu mente estaba perdida en tus gemidos, sus gruñidos y el sonido de sus pieles chocando. Sonreíste bajando de tu nube, Yoongi te soltaba cumplidos que a tus padres no le gustarían oir, pero te encantaban.
Salió de ti, dejando que el líquido blanco cayera en tu espalda. Se quedaron así un tiempo, recuperando la respiración.
Buscó su bóxer y toallitas para limpiarte, desatando después el nudo en tus muñecas, riendo tiraste de él hasta acomodarlo débilmente sobre tu pecho, acariciando su cabello porque él era del tipo de dormir después del sexo.
“Si vamos a follar así cada que saque un mixtape, lo haré más seguido,” te sonrió coqueto y le golpeaste la espalda avergonzada.
“Estoy orgullosa de ti.”
“¿Por qué te hice venir como nadie más podrá?”
“Yooongiiiiii,” te quejaste haciéndole reír.
“Gracias por todo,” suspiró besando tu hombro.
“Solo es porque te amo demasiado,” susurraste viéndole a los ojos.
“Lo sé,” sonrió, “yo también te amo.”
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