#🕊️┊ VERSE 。( sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear )
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Su nueva amiga es silenciosa y precavida, como un gatito acorralado dispuesto a arañar ante la mínima provocación. La imagen de Jisu, cabello negro como el cielo nocturno, transformada en un felino, enternece el corazón de Ayame; quien, a decir verdad, no sabe por qué ese pensamiento ha cruzado su mente, pero tampoco es como si pensara en cosas muy lógicas cuando la emoción invade por completo su ser. No obstante, poco a poco regresa sus sentidos al momento, a los cambios de humor que se expresan en el bello rostro contrario. Y tanto ella como su lobo interno comienzan a preocuparse más de lo normal, de tan solo pensar en la clase de escenario que le es relatado escuetamente. Pero de todo esto, obtiene información crucial para entender el porqué encontró a ambos muchachos heridos en el bosque. Al venir de Ciudad Central, es obvio que desconocen el territorio y lo dificultoso que es poner un pie en las sagradas montañas que los aldeanos ocultos protegen de intrusos. Si a eso le sumas algunas trampas muy bien colocadas, hechizos de protección e incluso, por lo que escuchó una vez, ilusiones implantadas en los alrededores, un escape a través de estos bosques distantes y solitarios no suena como la opción más lógica a tomar. "Cuanto lo siento..." Alcanza a susurrar, una mano extendiéndose sobre su propio pecho y presionando suave en el corazón. Es realmente lamentable que lobos tan jóvenes pierdan no solo su manada, sino también a sus padres. Ayame se estremece al escucharlo, su mano libre apretando en un puño que descansa sobre su regazo. Es tan joven, tan llena de optimismo, que odia pensar en las cosas malas que existen allá afuera, cuando en su cabeza ha idealizado las pocas historias e información que recibe del exterior, estimulando su curiosidad y ansias de conocer ese mundo que siempre lució inalcanzable para ella. "No tenía idea de que Ciudad Central podía ser, ya sabes... ¿Un desastre?" Incapaz de encontrar forma adecuada de expresarse, mueve los brazos frenética, recuperando con ello cierta energía que la abandonó mientras esa tristeza la percibía con demasiada crudeza. "¡Pero no te preocupes, Jisu-chan! Quiero decir... Por supuesto que estás preocupada y además, herida. Me refería a que puedes descansar en esta aldea todo lo que sea necesario, ¿sí? Puede que no lo aparentemos, porque no estamos acostumbrados a recibir visitantes, pero este es un pueblo tranquilo y acogedor. Y cuando te sientas mejor, yo misma te mostraré los alrededores". La sonrisa regresa, llenando de luz el semblante oscurecida por la bruma. El sonido de su suave risa acompaña los siguientes actos, tomando de manos ajenas lo que queda del pastel herbal y depositándolo sobre la mesa de noche; así como acomodando los almohadones tras el cuerpo contrario y mejorando su postura. "Mira quién habla de chicas bonitas, teniendo ese rostro de muñeca". Siempre honesta, sin pelos en la lengua, la omega responde con naturalidad; no sin antes dejar en claro que el comentario hace efecto, cuando sus mejillas se colorean en rosa y el aroma del melocotón endulza la sala una vez más. "¿Te sientes hambrienta? Puedo buscar algo ligero para que cenes. Ah, si te estoy molestando, no dudes en comentarlo, ¿sí? Dicen que puedo ser un poco pesada, a veces".
Ayame es muy expresiva. Es el primer pensamiento que se le cruza en la mente, una que estaba tormentosa y un poco a la defensiva con todo lo que estaba viviendo ahora luego de sobrevivir a un ataque que pudo matarla si efectivamente, no hubiese estado cerca de un mago de vida, un sanador o un curandero. Jisu también piensa que la castaña es muy diferente a ella, es como un rayo de sol muy penetrante, de esos que hacen doler los ojos si como ella, tonta y cabezona, se les quedaba viendo demasiado. A pesar de que Jisu era sombras y oscuridad, por un momento tiene el pensamiento intrusivo de que la sombra no puede existir si no hay luz. El pastle ofrecido le hace fruncir el ceño y la nariz, el aroma era penetrante y honestamente, por su cara y como su estómago hace un movimiento raro, pero no de hambre, asume que no le va a gustar mucho. - —Sin ofender, pero tu madre cocina un poco… muy mal — -no obstante, que la otra le dijera que sabía horrible consigue hacerle reír un poco, aunque luego se queje por el movimiento, optando por dejar de respirar cuando da el primer pellizco al pastel y se lo mete en la boca. Escucha, como nunca lo hace, la explicación que se le da del lugar donde estaban y hace un poco de sentido puesto que Jisu no conocía mucho más allá que la Ciudad Central y los bosques aledaños, algunas zonas desérticas aledañas y cuevas húmedas, pero nunca las montañas. Se decía que había de todo, desde magos poderosos ancestrales desterrados de sus clanes, hasta aquellos clanes que una vez fueron desterrados de Ciudad Central. Recuerda a Sakmin, el hielo y la nieve, los poderes de luz propios de los Generales y de ahora sus herederos que atacaron su hogar, su manada, a toda su gente. Se muerde el interior de la mejilla, saliendo de cavilaciones y soltando una maldición para alcanzar el cuenco de agua, pasando el sabor del hierro con un trago. - —Nosotros venimos de Ciudad Central, que está bajo ataque justo ahora por los antiguos gobernantes, por los antidemócratas — -opresores, sexistas y mentirosos escondidos detrás de magias puras para creerse mejores que todos los demás. No sabe si aquellos habitantes de la Aldea Kon se regían por las mismas normas que su hogar, pero imagina que conoce la historia y como la opresión volverá a buscar tener control en todos los clanes y todas las aldeas, errores del pasado volviendo a suceder. No le dice su apellido ni su casta, porque honestamente cree que eso es ponerse una soga al cuello ahora, pero tal vez después pueda hacerlo. - —Perdimos a nuestros padres… — -su esencia se vuelve un poco más agría, apagada, el dolor consumiéndole las venas y las arterias. Estaba lejos de su pequeña manada, de sus amigos, de su soulmate platónico que le hacen sentir tan sola, notándose en como al parecer quiere hablar con alguien que no sea Eunho porque odiaría cargarlo con sus penas. Ella es la alfa, la mayor, es quien debe cargar con tod. - —Gracias por cuidar de mi hermano, y evidentemente de mí, aunque siento que tu madre quiere matarme con este panqué — -trata de aliviar un poco la tensión que está segura volvió a colocar, echando un vistazo a la castaña para sonreírle suavemente. Algo en su interior da un brinco, un éxtasis que no conoce y un ronroneo no propio de si misma vibra sutil en su pecho. - —El universo es sabio, me ha puesto una chica bonita y no un hombre, es exactamente el tratamiento que deseaba.
#❝ ┊ INTERACCIÓN 。( fujiwara ayame )#❥ ┊ ROMANCE 。( ayame & jisu )#🕊️┊ VERSE 。( sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear )#mikrokosmcs#llego un año tarde PERO HEY ;; no me había olvidado de esta maravilla de rolecito#estoy muy soft porque son tan bonitas y preciosas mis niñaaaaaaaaaaaaas
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Cuando el aroma a cerezas, aunque tenue, se libera lentamente en el ambiente, el corazón de Ayame da un brinquito de emoción. No entender nada, no saber nada, es una realidad que tiene presente desde el momento en que encontró al par de alfas en el bosque. No preguntar más allá de los límites de cortesía permitidos es otra realidad a la que se aferró; no porque la situación deje de interesarle o provocar su curiosidad, sino porque no tiene el derecho a cuestionar. Y aun así, incluso cuando la distancia que debería imponer es más clara que el agua, la omega no puede dejar de entrometerse, sutil y dulce, camuflando las dudas y mil preguntas dentro de la cabeza con sonrisas. Es por eso que aprecia el perfume de la cereza, lo considera su pequeña victoria personal, pues ha sido ella quien consiguió (aunque sea mínima) forjar cierta comodidad entre ella y la misteriosa chica que no abandona sus pensamientos. “Soy Ayame”. Responde en el acto, sin ápice de recelo para revelar su preciado nombre. Si hay algo que la define a la perfección es su extroversión. Adora conocer personas nuevas, forjar vínculos y, en resumen, ser amiga de cuanta criatura pueda. Un primer paso, no proveniente de sí misma, la entusiasma; si un halo de luz pudiera formarse alrededor de su rostro, seguramente resplandecería en cálido amarillo, iluminando también la sonrisa de oreja a oreja que porta. La castaña rebusca en los bolsillos del viejo delantal que usa, extrae un objeto pequeño en forma cuadrada que es revelado tras desenvolverlo de la tela protectora. Es un pastel herbal, opaco y con bordes irregulares, de coloración verde oliva y tintes pardos, el fuerte olor a plantas medicinales revela sus características aromáticas, aunque eso no lo convierte en un bocado apetecible. “Primero, come esto”. La medicina es colocada en el regazo ajeno, una mirada de aliento le es dedicada a Jisu, como indicándole que se lo lleve a la boca lo antes posible. “Mamá dijo que te lo entregara en caso de que despiertes. Tiene un sabor horrible, pero te hará sentir mejor”. Los ‘pasteles energéticos’ de su madre son realmente apreciados por la comunidad, nadie sabe a ciencia cierta la combinación exacta de plantas (ni la cantidad a usar), pero funcionan y eso es lo importante. Tras rellenar el cuenco con agua, consciente de que la foránea lo necesitará para que esa masa de hierbas resbale mejor por la garganta, regresa al taburete en el que estaba, procurando no hostigar más a la paciente herida. “Bienvenida a la aldea Kon, en las estribaciones de la cordillera del Norte. Las personas normalmente no han escuchado de este lugar, podríamos decir que es un poblado ¿secreto? ¿oculto entre las montañas? Hay muchos médicos por aquí, así que quizás el universo sabía lo que hacía cuando te encontramos, y a Eunho-kun también. ¡Es el lugar perfecto para recibir tratamiento médico exprés!” Orgullosa de su explicación, infla un poco el pecho, luciendo como un pajarito a punto de piar.
El dolor es constante y punzante, honestamente desea volver a dormir para no sentirse como si estuviese siendo apuñalada cada que respira, pero también debería estar agradecida de que sigue con vida. Nunca se había separado de su grupo de amigos, con quienes creció y entrenó durante años, pero ahora que sus caminos se separaron y sus ideales cambiaron, no podía seguir dependiendo de ellos. Ella siempre ha sido de las más fuertes entre todos, ¿cómo estarán ellos si ella se encuentra en tan deplorable situación? No quiere pensar en la muerte de ninguno de ellos, porque viene la culpa y solo amarga aun más el sabor de su boca, aquella que se siente como hierro y tiene que obligarse a cerrar los parpados para dejar de pensar. Se concentra mejor en una dulce voz, que, acompañada de un agradable aroma, le relajan y le tranquilizan, obligándose a abrir los parpados de nuevo para fijarse en la muchacha. - —¿Jisu-chan? — -repite, ladeando un poco la cabeza en cuestión. Si había conseguido su nombre, quería decir que se ganó la confianza de Eunho y aunque Jisu lo sobreprotegía, el otro era un alfa que se estaba aclimatando a una guerra y sabía cuando y cuando no, confiar en alguien nuevo. Que no estuviese ni él u Orza, indicaban que ambos confiaban en la muchacha como para dejarla sola con ella. Está cansada de pensar cada movimiento por lo que se relaja, neutralizando su esencia amenazante y dejándola en la buena combinación de caoba y cerezas dulces, menos acidas que las anteriores. - —Está bien, me has salvado la vida, creo que es lo de menos un nombre — -no comenta más sobre la clara imagen de vergüenza en las facciones redondeadas, porque a pesar de sentirse agobiada por lo que dijo, no deja de cuidarla y pensar en su bienestar conforme sigue enumerando cosas que podrían hacer, que debería hacer. Debe lucir asquerosa, tal vez una ducha no sonaba tan mal si solo le habían dando baños de esponja, no tiene hambre, aunque sabe bien que debería probar bocado. Levanta una mano para detener el tren de pensamientos y vocablos de la otra, negando con la cabeza. - —Tengo más curiosidad que cualquiera de las otras cosas, estoy en desventaja contigo porque desconozco tu nombre… — -hace una pregunta implícita, queriendo ahora entablar conversación, aunque ella no fuese muy sociable. - —Y también me gustaría saber dónde estamos.
#❝ ┊ INTERACCIÓN 。( fujiwara ayame )#❥ ┊ ROMANCE 。( ayame & jisu )#🕊️┊ VERSE 。( sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear )#mikrokosmcs#no importa que vaya lento#mientras más tiempo tenga con la jisu diciéndole dos palabras#más se enamora (??? ALKDFLDFJLDFJFDLLKAD#cualquier silencio incómodo#ayame lo rellena con su parlanchín ser(?)
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La visión ante sus ojos no es tan desastrosa como creía. Incluso con raspones y golpes que dejan marcas de color sobre la piel, a pesar de la profunda herida encajada a un costado, la paciente ha despertado; y ante todo, esas son muy buenas noticias, maravillosas. Sinceramente, Ayame temió haber llegado demasiado tarde. Cuando el rojo de la sangre cubrió el suelo y percibió la angustia latente en el pequeño Eunho, creyó que no podrían salvarlos a ambos. Pero su madre es una médico de admirables habilidades y una férrea determinación, quien atendió a la joven herida en un santiamén, tomándose toda la noche hasta estabilizarla. El resto fue esperar, uñas mordisqueadas por la ansiedad que presionaba en su pecho, sonrisas gentiles que se tambaleaban, pero intentaban infundirle confianza y seguridad al menor de los alfas, quien tampoco se despegaba del lado de su hermana. Y ahora, finalmente, puede saludar a la pelinegra, su mirada recuperando poco a poco el brillo con cada palabra pronunciada por la contraria; se siente en mucha sincronía con su loba, ambas desbordantes de emoción frente a la tan ansiada situación, el aroma de las flores y duraznos tiernos emanando naturalmente de Ayame, quien apenas se percata de su propia condición. “¿Cuatro o cinco días? Pero se sintió como una eternidad”. Asegura, reacomodando las almohadas para favorecer una postura adecuada, de ese modo, el cuerpo no resbalará y tampoco dolerá demasiado una vez se acostumbre a la nueva posición. El agua del cuenco es rellenada nuevamente, esforzándose por atender todas las necesidades de la muchacha y haciendo gala de lo buena enfermera que puede llegar a ser. “Mi mamá dijo que podría tomarte más tiempo el despertar. Una semana, dos… ¡Pero, vaya que eres increíble, Jisu-chan!” Es la primera vez que pronuncia ese nombre y su corazón se acelera, encantado con un detalle tan simple. Por supuesto, esa información también la consiguió gracias a Eunho, con la excusa de que no estaba bien desconocer lo más básico de una paciente. Sin embargo, no es más que una mentira piadosa, pues la muy curiosa Ayame nunca sintió una necesidad tan inmensa, casi insoportable, que aquella aquejándola en el desconocimiento. Quizá habría disfrutado más de ese momento si el aroma que percibe a continuación fuera la ácida cereza que encantó sus sentidos; al contrario, el fuerte olor a ébano altera su tren de pensamiento y la criatura en su interior se siente igual de consternada, casi puede imaginar como gimotea al no comprender. “¡Perdón! Qué malos modales, llamarte por tu nombre de pila sin permiso”. El sonido de una risa forzada e incómoda hace eco en la pequeña habitación. Nunca se consideró una jovencita fácil de avergonzar, mas sus mejillas redonditas se encienden en carmín, recordando la voz de su madre al decirle que lucen como un par de manzanas. Voltea hacia un lado, intentando pasar desapercibida, pero primero, acomoda las mantas sobre las piernas ajenas para que no pierda el calor que la cobijaba al dormir. “¿Tienes hambre? Puedo pedir que te preparen algo ligero. ¿Sed? ¿Estás cómoda? ¿Quieres asearte?”
Jisu es como un animal herido, uno que fue apaleado y dejado a su suerte a morir en medio de la nada, por ende, observa cada movimiento y detalle de la otra muchacha con un ojo tan clínico que pareciera que pronto, saldrán cuchillas de sus ojos negros y apuñalan a cualquiera cerca. No alcanza a ver demasiado bien porque se limpia la cara, pero asume que es polvo o simplemente el descontento de ella con respecto a la esencia que apenas nota, está dejando soltar. Atenúa su olor, la cereza se esconde completamente y solo deja el ébano al alcance, queriendo lucir más amenazante que dócil. Sus hombros dejan de estar tiesos como lapidas cuando escucha que Eunho está bien, que no le ha pasado nada. Podía olerlo, podía sentir su estrés por medio del vinculo de hermanos que tenían, pero asumía que era por haberla visto dormir por quien sabe cuanto tiempo. No estaba tampoco muerto, así que se da por bien servida y confía un poco más en la otra cuando se acerca para ayudarla a ponerse más recta. Jisu se queja inicialmente, cerrando los parpados con fuerza ante el dolor y se muerde la parte interna de la mejilla para no ser vocal, apretando la zurda en torno a las sabanas donde descansaba y casi puede sentir la tela desgarrándose como lo hizo su piel, quizá hasta un órgano, cuando la espada de aquel soldado de la luz atravesó su cuerpo. - —Gracias — -alcanza a pronunciar, puesto que recuerda a su padre Ryeohee que le decía que no tenía modales, que debía ser agradecida con los que le ayudasen. Podía casi escuchar su voz y eso fragmenta su corazón, la pesadilla no se detenía ni siquiera despierta. Jisu se observa, las piernas desnudas muestran raspones y moretones, al igual que los nudillos de sus dedos están lastimados, el torso completamente vendado por la herida. - —Me han cuidado — -asume por lo que ve, girando la cabeza hacia donde estaba la otra y con cuidado, se inclina para olfatear sutilmente el agua ofrecida y bebe, sintiendo el primer trago como manantial fresco y luego, como hombre famélico, toma con ansias hasta que una pequeña tos le detiene y se desploma de nuevo contra las almohadas. - —¿Cuánto tiempo ha pasado? — -Jisu era directa, atacando los temas de importancia antes que cualquier otra cosa. Observa de nuevo a la castaña por el rabillo del ojo, sin detectar hostilidad o un deseo de venderla a los soldados de la luz, por ende, asume que no la conoce o simplemente no tiene interés en eso. Era bueno, era excelente, podrían ocultarse un tiempo y luego escabullirse en las sombras cuando estuviese mas sana y partir sin decir adiós. El pensamiento parece despertar a la bestia en su interior, que se queja y reniega ante la idea de simplemente marcharse y Jisu frunce el ceño, ¿qué mierda le pasaba?
#❝ ┊ INTERACCIÓN 。( fujiwara ayame )#❥ ┊ ROMANCE 。( ayame & jisu )#🕊️┊ VERSE 。( sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear )#mikrokosmcs#la jisu que ya quiere agarrar sus maletas y marcharse de la escena#pero ayame de 💓💓💓#sólo quiere mostrarle que ella la puede cuidar y tratarla bonito y darle sopita en la boca si quiere TTTT
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Mientras el sol cae en el horizonte y la hora de cenar se aproxima, Ayame se ofrece a cambiar de turno temporalmente con el joven que conoció hace poco. Un cargamento de medicinas, vendajes e incienso es lo que trae consigo, tras haberle realizado una visita a su madre, la médico a cargo en esta inusual situación. Una sonrisa enternecida se forma al ver salir de la habitación al muchacho, le llama por su nombre, Eunho; uno que se esforzó mucho por descubrir y así, poder entrar en cordial confianza, la suficiente como para recordarle que tanto él como su inconsciente hermana no tienen nada que temer en esta lejana y olvidada aldea, que su única intención es verlos sanos y salvos. Intenta captar su atención ofreciéndole una manzana que tomó del huerto, roja y brillante, dulce y lustrosa, perfecta para levantar el ánimo; aprovecha para recordarle que debe llenar el estómago con algo nutritivo, pan recién horneado, té de hierbas y sopa caliente de verduras que, al husmear en la cocina, se enteró que preparaban. La castaña le promete que ella cuidará a la pelinegra en su ausencia y luego de recibir una respuesta positiva, su característica sonrisa no hace más que ampliarse, asegurándole nuevamente que esperará por su regreso. La alta figura se pierde al girar el pasillo, mientras ella, con delicadeza, ingresa en la silenciosa habitación, sólo para encontrar la misma triste imagen de todos los días. Con mirada entristecida escanea el cuerpo que yace inmóvil, pero mientras respire y la herida no presente signos de infección, todo estará bien; después de todo, el enfrentamiento parecer haber sido frenético, tiene claros indicios de ello.
Hace un par de lunas, el viento trajo consigo una caótica variedad de sonidos, dos voces comunicándose en murmullos, el frío metal de lanzas y espadas chocando entre sí, la sinfonía de pasos presurosos pisoteando hojas y hierbas. Curiosa como siempre, Ayame desobedeció las órdenes de su madre, envió a Tsuruko a investigar; más las noticias que la grulla trajo consigo no auguraban nada bueno. De pronto, el aroma en el aire cambió, hierro, tierra y sangre, bandadas de aves volaron lejos del peligro y ni el más prudente de los sabios fue capaz de fingir que no pasaba nada; menos aun cuando, apresurada como un rayo, la castaña se precipitó hacia el bosque, guiada por su acompañante espiritual, obligando a unos cuantos a seguirla.
La diestra se dirige hacia la frente ajena, buscando tomar su temperatura mas se detiene a mitad de camino, en seco. Su corazón se estruja ante el gruñido y lo siente palpitar de nuevo cuando claras señales de movimientos voluntarios aparecen. Ha visto a la joven sufrir en sueños, no es difícil deducirlo; aunque intentó cantar para ella día tras día, cada canción surtía menos efecto que la anterior, incapaz de alejar esa mente de cualquier pesadilla acongojándola. Es natural, entonces, sentir alegría con algo tan simple como el fruncimiento de su nariz al respirar o los párpados que se separan de par en par. Es natural, repite, aunque por una extraña razón, siente que es ella quien podría conmoverse hasta las lágrimas al ver a una enferma levantar cabeza. Un sutil escozor le pica en la punta de la nariz, mirada se nubla ante dos inminentes gotas de agua que planean escaparse y su pecho se contrae con fuerza, en angustia y dicha al mismo tiempo. ¡No puede esperar a contarle a Eunho!, curiosamente, sus piernas no hacen el esfuerzo por levantarse y sentada en la butaca, como si estuviera pegada a ella, su lobo testarudo ni siquiera contempla la opción de moverse un solo centímetro del lado ajeno, disfrutando en demasía la calidez del olor amaderado, la marcada acidez de la cereza que se mezcla a la perfección con su contraparte endulzada. “Hola…” Saluda como una boba, odiándose un poco tras esas escuetas palabras, pero aprovechando el momento para fregarse los ojos con puño cerrado, apartando cualquier señal de lágrimas. “No temas, tu hermanito se encuentra en perfectas condiciones. Ahora está cenando, pero volverá apenas termine”. Haz algo, Ayame, ¡algo coherente! Como impulsada por un resorte, se levanta, dirigiéndose hacia la jarra de agua fresca que siempre dejan sobre la mesa; entonces sirve un cuenco entero, ofreciéndoselo a la pelinegra. “¡Oh, lo siento! Primero debes sentarte un poco. Yo te ayudo”. Cada palabra es más afectuosa que la otra, y tras depositar el cuenco de regreso en la mesita de noche, la castaña acomoda una pila de almohadas contra la cabecera de la cama, con la esperanza de que su invitada pueda incorporarse lo suficiente.
La oscuridad era su amiga, es la primera enseñanza que le dieron cuando sus poderes se manifestaron en una rabieta cuando tenía apenas cinco años, refunfuñando y desobedeciendo; escondiéndose en esas mismas sombras hasta que fue localizada por su padre y traía de nuevo a la luz. La oscuridad era una aliada y lo había visto, puesto que todas las semanas posteriores a haberse separado del resto de sus amigos y comenzar su travesía en búsqueda de los monjes de sombras que la entrenaron no hace mucho tiempo, solo la noche les ayudaba tanto a ella como a Eunho para camuflarse, esconderse y no perderse. La magia negra era más poderosa en ese momento, tanto la Shadow Walker como el nigromante, habían logrado sobrevivir de soldados de la luz y personas que les estaban persiguiendo por sus poderes. Pero Jisu deseaba más que nada, poder volver a ver la luz, que Taehwa le sacara de las sombras y le llevase de regreso a los brazos de su padre Ryeohee, que le acunara entre ellos y el dulce aroma a menta combinado con frutos del bosque, le durmiera. Pero eso no iba a pasar, no cuando la pesadilla se repita una y otra vez cada que cierra los ojos, como la tierra se abrió, grandes y esqueléticos brazos salieron del abismo y se tragaron a sus padres y tíos, desapareciendo frente a sus ojos y el lazo que los unía como familia se cortó. No podía sentirlos, no podía percibirlos más, estaban muertos.
Una lagrima escapa de la comisura de sus ojos y el cuerpo tendido de la muchacha se estremece en sueños, las costillas le duelen y está segura de que ha sido magullada por una pelea, una donde salió victoriosa si estaba viva pero no puede asegurar si su hermano estaba bien y completo. Su cuerpo no responde y reniega, gruñendo como lo hacen los de su clase e intenta concentrarse en otro de sus sentidos, el olfato. Siente la tenue esencia de eucalipto con ébano y puede respirar tranquila, Eunho está bien y estaba no hace mucho, ahí a su lado. No obstante, son otros aromas desconocidos los que le hacen enfocarse en el dulzor de las flores y las frutas, algunos aromas fuertes como antisépticos y pócimas alcoholizadas. Recuerda a su tío Taeim, quien curaba sus raspones con el solo soplido de su magia rosada y blanca, el mismo aroma del cuidado y la delicadez que estaba percibiendo ahora. Inspira más fuerte, llevándose un golpe directo a todos los sentidos gracias a la flor de iris y el dulzor exquisito del durazno, puede prácticamente saborear la fruta en su boca como si estuviese clavando los colmillos en ella, su cuerpo reacciona por fin y los parpados se abren para dejar entrever un par de pupilar rojizas, un impulso meramente salvaje del animal que habitaba en su interior, tal vez intentando lucir atemorizante, tal vez y simplemente, una reacción natural de un alfa hacia un omega de espectacular aroma. Está desconcertada, se nota en lo frenético de su vista tragándose cada cosa que ve, el lugar desconocido, una cama que no le pertenece, el sonido de personas y risas en el exterior hasta caer en la muchacha que estaba al costado de su lecho. El corazón le martilla ridículamente en el centro del pecho y no es por miedo, es por algo que no puede ponerle nombre y es entonces que el golpe de realidad vuelve a azotarle la mente cuando un oleaje del mismo aroma vuelve a calarle en la nariz. Recuerda a su enemigo, una espada encajada en su costillar, el grito de Eunho y el descontrol completo de su instinto abriendo un agujero negro en el piso, tragándose al soldado de luz para llevárselo a dios-sabe-donde, salvándolos. Jisu se desplomó en un paramo verde e iluminado por la luna, cayendo de rodillas alcanzando solo a levantar la vista cuando lo que parece una ninfa, un hada o una criatura mágica hermosa aparece en su campo de visión. El mismo aroma de durazno y flor de iris estrujándole el alma antes de caer en un profundo sueño, su cuerpo cayendo rendido cuando sintió que podía confiar en aquel extraño ente. - —Fuiste tu — -menciona, las cuerdas vocales apretadas y secas hacen que su voz salga grave y apenas audible por el desuso, ¿cuánto tiempo estuvo dormida? Jisu traga saliva, incomoda por la sensación, pero vuelve a hablar. - —Fuiste tu quien apareció ahí… ¿dónde está mi hermano? ¿está bien?
#❝ ┊ INTERACCIÓN 。( fujiwara ayame )#❥ ┊ ROMANCE 。( ayame & jisu )#🕊️┊ VERSE 。( sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear )#mikrokosmcs#nunca en mi vida he escrito tanto para una respuesta#o al menos; no en los últimos cinco años (??)#SI ESTÁ FEO NO ES MI CULPA OK ???#btw dile a la gaby que pido perdón por usar a eunho para esto#yo sólo escribí desde el alma y eso resultó (?)#LET'S GO LESBIANS#LET'S GOOOOOOOO#QUE EL AMOR VERDADERO SE DEBE CONSTRUIR
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