#¿Por qué Raúl Castro no fue a la Cumbre de Lima?
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latikobe · 7 years ago
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¿Por qué Raúl Castro no fue a la Cumbre de Lima?
(caraotadigital.com)
LA HABANA, Cuba.- Ha trascendido que el exgobernante Fidel Castro, cada vez que visitaba a otro país, sobre todo si se trataba de una nación  con un sistema de gobierno diferente al cubano, enviaba anticipadamente a una comitiva con la misión de captar el estado de la opinión pública con respecto a su visita. Y si la indagación no le resultaba satisfactoria, casi seguro el Comandante no se movía de la isla.
Al parecer, su hermano Raúl heredó esa costumbre. Porque todo hacía indicar que el General-Presidente viajaría a Lima para exponer las “verdades” de su revolución, y además defender a su aliado Nicolás Maduro de los cuestionamientos que seguramente recibiría el hombre fuerte de Caracas por la mayoría de los participantes en esta cita.
Sin embargo, esas vallas colocadas en lugares céntricos de la capital peruana que condenaban la represión y la violación de los derechos humanos por parte  del castrismo le hicieron comprender al gobernante que no habría complacencia con su régimen.
La prensa oficialista cubana, que armó un jolgorio cuando el presidente Donald Trump anunció su no participación en la Cumbre de las Américas, calificando la ausencia como un fracaso para Estados Unidos, este viernes en la tarde parecía desconcertada al constatarse que Raúl Castro tampoco estaría en Lima. Esa fue la imagen que mostraron los panelistas en la Mesa Redonda de la televisión cubana. A diferencia del mandatario estadounidense, que expuso las causas de su no asistencia, el menor de los Castro no dijo ni media palabra sobre su ausencia. Y, por supuesto, los “bravos” periodistas de la Mesa Redonda no conjeturaron al respecto.
Lo cierto es que esta Cumbre de las Américas debe de servir para convencer a la opinión pública de lo desacertado que resultó la invitación al gobierno cubano para que participara en estas reuniones hemisféricas. En primer término, se constata que la chusmería y la intolerancia  de la comitiva castrista que participó en el Foro de Sociedad Civil en la Cumbre de Panamá 2015 no fue un hecho coyuntural.
Ahora en Lima se repitió la deplorable escena. De mantenerse en el futuro la invitación a la “sociedad civil” castrista, se impone que los organizadores del evento sean más celosos en lo concerniente al mantenimiento del orden, y no vacilen en expulsar del escenario de la reunión a esos que solo cuentan en su arsenal con los gritos, las ofensas y la violencia.
Por otra parte, es de suponer que aquellas voces que durante tanto tiempo clamaron por que se permitiera la presencia de Cuba en las Cumbres de las Américas hayan experimentado cierta decepción ante la ausencia de Raúl Castro. Pero no solo su ausencia,  sino que envió a una delegación de bajo perfil, denotando un desdén por esta cita de Lima. No envió a ninguno de sus vicepresidentes, sino al canciller Bruno Rodríguez Parrilla.
Ya en el plano conceptual de la Cumbre, al General-Presidente tampoco le iba a agradar que buena parte de los mandatarios presentes en Lima ensalzaran mecanismos de integración económica como la Alianza del Pacífico, y se pronunciaran por respetar la Carta Democrática Interamericana.
¿Por qué Raúl Castro no fue a la Cumbre de Lima?
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latikobe · 6 years ago
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La chusmería, fase superior de la diplomacia (castrista)
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ESTADOS UNIDOS.- Los perros ladran porque tienen miedo. Los realmente agresivos y feroces atacan sin ladrar demasiado, y sus embestidas tienen consecuencias palpables; no son alborotos vacíos y sin demasiadas consecuencias como los de chihuahuas o pekineses.
La diplomacia castrista en tiempos del dengue y el chikungunya se comporta como perros con miedo. Por una razón muy sencilla: porque tiene miedo.
Querer imponer ideas por la fuerza no es nuevo en el fabulario castrista. Desde los primeros tiempos de “la revolución” lo que no se podía obtener por las buenas se hacía por la fuerza: movilizaciones masivas gritando “unidad, unidad” o “Fidel, Fidel”, turbas vociferantes dando golpes en mítines de repudio, o pelotones de fusilamiento haciendo “entrar en razones” a quienes no compartían el ideal de los hermanos Castro. Hasta tuvieron su conga a comienzos de los años sesenta: “somos socialistas, pa´lante y pa´lante, y al que no le guste, que tome purgante”. Porque la revolución cubana fue desde el comienzo un gran purgante nacional, algo así como el palmacristi revolucionario.
Entonces, la política exterior castrista y su diplomacia no podían ser ajenas a esa conducta fanfarrona y obscena típica de facinerosos en el poder, quienes se identifican a sí mismos como Cuba, la patria, la revolución, el socialismo, el partido y el pueblo cubano. Así, todo lo que no convenga a la dictadura no es antigubernamental, sino “anticubano”, “contrarrevolucionario”, “mercenario”, “antipatriótico”, o lo que se le ocurra decir a sus jenízaros.
Casi un año atrás el hoy presidente designado, hablando en una conferencia a diversos “cuadros” revolucionarios, cuyo video se “filtró” y fue conocido en Cuba y el extranjero, expresaba que él siempre decía que si no existiera dinero no existiría contrarrevolución en Cuba. Absurdo, pero él lo decía. Pues bien, y esto sí que es cierto, podría informársele al excelentísimo presidente designado que si no existieran disparates, adjetivos e insultos, tanto él como toda la pandilla del castrismo tendrían que ser mudos a tiempo completo, porque en realidad todos ellos solamente tienen dos canales para expresarse: uno es hablando boberías, repitiendo lugares comunes, dando “orientaciones” que no sirven para nada, reiterando consignas huecas, o haciendo promesas que nunca se cumplirán; el otro es insultando y denigrando a todo aquel que piense diferente a lo que el régimen opine en cada momento.
Una pena, después de Cuba haber contado, hasta 1959, con excelentes diplomáticos y profesores universitarios que fueron reconocidos en todo el mundo por su capacidad y prestigio, y que contribuyeron significativamente, entre otras cosas, a la creación de la Organización de Naciones Unidas y a la elaboración de la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros documentos clave de esa organización, así como a la creación de instituciones internacionales fundamentales.
Sin embargo, la “diplomacia” revolucionaria deja demasiado que desear si de cultura, elegancia o decencia se trata. Al comienzo, hubo un Raúl Roa ministro de Relaciones Exteriores (1959-1976) que sin dudas era ingenioso y sagaz, tal vez podría decirse que hasta simpático en ocasiones, aunque también grosero y burlón. Revolucionario de la generación de los años treinta y anticomunista de siempre, los soviéticos no lo resistían, y tanto insistieron para que lo sacaran del cargo que después del desastre económico tras el fracaso de la zafra de los 10 millones que nunca fueron, entre las condiciones que impusieron para ayudar económicamente a Fidel Castro fue que designara un canciller “aceptable” para Moscú; lo que se resolvió con el apparatchik Isidoro Malmierca (1976-1992), uno de los cubanos más grises que hayan podido existir en una nomenklatura castrista donde si algo sobran son personajes grises.
Posteriormente ocuparon el cargo Ricardo Alarcón (1992-1993), tal vez el único que habla más o menos un idioma extranjero, aunque tras más de 12 años en la ONU masculla el inglés con acento de Hialeah; “Robertico” Robaina (1993-1999), alias “patineta”, con su peculiar vestimenta y sus alardes, que en algún momento creyó que tenía poder de verdad, y voló como un siquitraque; Felipe Pérez Roque (1999-2009), más bruto imposible, cuyo primer y único trabajo serio en su vida fue el de Ministro de Relaciones Exteriores y terminó empalagado con las mieles del poder y tronado; y Bruno Rodríguez, definido maravillosamente por Luis Almagro, secretario general de la OEA, como una persona con un discurso de los años cincuenta del siglo pasado. A lo que yo añadiría que con una mentalidad de esa misma época.
Pero no se trata solamente de la mediocridad e indigencia intelectual de los cancilleres “revolucionarios”, sino también del estilo gangsteril de muchos de sus embajadores y “diplomáticos”: conocidos son los casos de los vinculados directamente al narcotráfico y expulsados del país que los hospedaba, como en Colombia; los que organizaron el golpe de estado en Zanzíbar para unirla con Tangañika y crear la República Unida de Tanzania; los que convirtieron la embajada cubana en Chile en un cuartel militar y un polvorín repleto de armas hasta que fueron expulsados al ser derribado Salvador Allende; los que intentaron secuestros y asesinatos de cubanos en Madrid y Londres y fueron expulsados por los gobiernos de esos países; los que intervinieron escandalosamente en asuntos internos de los países donde estaban acreditados, como en Congo Brazzaville, Etiopía y Angola; los veteranos oficiales de inteligencia designados embajadores no de carrera, sino a la carrera, como en la Oficina de Intereses de Cuba en Washington. Y todo esto sin contar al ministerio de relaciones exteriores paralelo, conocido como Departamento América del Comité Central del Partido, dirigido por el siniestro “Barbarroja”.
Con esa metralla funcionando como “diplomáticos”, conductas como en la ONU hace pocos días son la consecuencia normal de incluir “aseres” en los aparatos castristas de política exterior. En este caso se realizaría en Naciones Unidas un evento titulado “Jailed for what?” (Preso por qué), promovido por Estados Unidos, en defensa de los presos políticos cubanos, mientras en Cuba el opositor Tomás Núñez Magdariaga cumplía 60 días de huelga de hambre en protesta por su injusto encarcelamiento y podría fallecer en cualquier momento.
Cuando en el año 2010 el preso Orlando Zapata Tamayo falleció en Cuba por huelga de hambre, el entonces presidente brasileño Lula da Silva, junto a Raúl Castro, acusó al fallecido de “malandro” para justificar al régimen castrista. Pero ahora en 2018 el verdadero malandro es Lula, cumpliendo la cárcel que merece por sus delitos. Y la dictadura no podría presentar a Magdariaga como un delincuente común estando claro que era un preso político condenado en base a un falso testimonio fabricado.
Y por lo tanto se vio obligada a excarcelarlo, ante tanta presión internacional.
Por eso recurrió a la conducta habitual del perro con miedo. Ladrar y ladrar. Ya lo había hecho en la Cumbre de las Américas en Panamá, estilo guapetón de barrio, por lo que posteriormente lo repitió en la Cumbre de Lima. Y ahora quiso duplicarlo en New York, en plena ONU, donde según el régimen Estados Unidos organizaba ese evento para desviar la atención sobre el “bloqueo” contra la dictadura. La cantaleta de siempre. Para lo cual desató la chusmería habitual, el chancleteo socialista, la fase superior de la diplomacia castrista.
Pero en la ONU las cosas fueron diferentes. Los alborotadores debieron ser expulsados del local, porque personajes como esos no caben donde se reúnen personas decentes. El evento se celebró y se denunció a la dictadura. Y la embajadora de Estados Unidos dijo claramente que si así se comportaban en la ONU los diplomáticos del régimen frente a los que piensan diferente, ya podría suponerse como se comportaría la policía con los cubanos en la isla. Frase lapidaria.
Por su parte, el señor presidente designado, que ya tiene cuenta en Twitter, lejos de condenar la chusmería, dejó saber su sapientísima valoración del incidente protagonizado con típica conducta de solar por parte de sus “diplomáticos”: “Fracasó el ‘show’ anticubano orquestado por el Departamento de Estado de EE.UU. para justificar el bloqueo contra Cuba usando como coto privado los salones de Naciones Unidas”. Con lo cual no dijo nada nuevo ni significativo, claro está. Pero demostró su complacencia con el vulgar  chancleteo “revolucionario” y la chusmería “diplomática”, que es la fase superior de la diplomacia castrista.
Porque lo que le interesaba al presidente cubano de opereta era demostrar que él también sabe ladrar. Porque también tiene miedo.
La chusmería, fase superior de la diplomacia (castrista)
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latikobe · 6 years ago
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Díaz-Canel y Liz Cuesta se exhiben
Díaz-Canel y su esposa Liz Cuesta (Reuters)
LA HABANA, Cuba.- El titular del diario El Nuevo Herald de este viernes, me hizo recordar una anécdota de la vida del General en Jefe del Ejército Libertador. Ya terminada la Guerra de Independencia, se encontraba Máximo Gómez en un acto social cuando acudió a saludarlo un antiguo oficial mambí que, en plena contienda, se había acogido a uno de los indultos que de tiempo en tiempo otorgaban las autoridades coloniales.
“¡Usted se presentó!”, le espetó el Generalísimo. Sin amilanarse por el ríspido recibimiento, el hombre se puso a hacer una complicada historia de ribetes rocambolescos, en la que no faltaban el uso de un nombre falso, la simulación y el engaño a los españoles.
Tras escuchar la prolongada explicación con una paciencia que no era habitual en él, nuestro Libertador puso término al diálogo con otra de sus expresiones terminantes: “Tiene usted razón, señor. No fue con su nombre; ¡pero fue con su cara!”.
La asociación de ideas que me inclinó a recordar el antiguo relato se origina en que el diario miamense, junto a una foto en la que aparece Miguel Díaz-Canel Bermúdez acompañado por su esposa, expresa en su titular de primera plana: “Figura sin nombre junto al gobernante”.
El tema que desarrollan los colegas radicados en la Florida es que, para los no iniciados, resultaba desconocida la identidad de la mujer que acompañaba al nuevo Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba durante el recibimiento oficial realizado en Caracas por el dictador Nicolás Maduro y la “primera combatiente” Cilia Flores.
Parafraseando a Máximo Gómez podríamos comentar: En efecto, no aparece su nombre, ¡pero sí está su cara! Y creo que resulta justo reconocer algo obvio: A diferencia de sus mentores y predecesores en ese alto cargo, Díaz-Canel no esconde a la actual compañera de su vida.
Raúl Castro tampoco lo hizo con su primera esposa y madre de sus hijos Vilma Espín, pero sí con su actual pareja. A ésta todos la conocen como destacada reportera de la televisión, pero no como mujer del mandamás de turno. ¿Será porque él se apena de los muchos años que le lleva a ella? (Diferencia de edad por la cual, que conste, no los critico en absoluto).
Aquí viene al caso otra anécdota más breve y reciente, que prometo que será la última. En ocasión de encontrarse el licenciado Guillermo Fariñas en Lima para participar en la reciente Cumbre de las Américas, una periodista del oficialismo, hermosa castrista furibunda, le preguntó con una sonrisita de sorna: “¿Cuántos años de edad le lleva usted a su actual esposa?, señor Fariñas”. Respuesta del fraterno Coco: “No he sacado esa cuenta tan complicada, pero sí sé que son muchos menos años que los que le lleva Raúl Castro a su nueva mujer”.
Y ya que hablamos de los jefes comunistas que actúan como maridos vergonzantes, ¿qué decir del fundador de la dinastía! ¡El pueblo cubano sólo se enteró de que existía la señora Dalia Soto del Valle cuando el “Líder Histórico de la Revolución”, ya separado del poder por causas totalmente ajenas a su voluntad, rumiaba su impotencia ataviado con ropas deportivas del “Enemigo”!
Esto de esconder a sus compañeras y su vida familiar misma parece una manía de estos totalitarios. Sólo los muy iniciados sabían que el tirano José Stalin tenía esposa e hija. También la existencia de Eva Braun, la amante de Hitler, era tratada como un secreto de estado. Y así los demás.
El ocultamiento, visto desde los engranajes del control absoluto, parece lógico. Si el mandamás es un hombre (¡jamás una mujer!) entregado en cuerpo y alma a servir a su pueblo, entonces resulta absurdo suponer que él pueda tener una pareja e hijos, como si se tratase de un ser común y corriente. Eso resulta imposible para quien dedica todas sus fuerzas a “hacer el bien a los demás”, como diría el cantautor cubano Raúl Torres.
De manera que, a pesar de las críticas que le dirige El Nuevo Herald, me parece correcto que Díaz-Canel se exhiba en público junto a su actual esposa. Claro que habrá que dar a conocer que su nombre es Liz Cuesta Peraza. Y algún título habrá que asignarle.
El tradicional (y aceptado en todo el mundo) no parece apropiado en una “sociedad de obreros y campesinos”, donde el mismo concepto de “dama”  es rechazado. El título de “Primera Combatiente” que se inventó Maduro representa el colmo de la ridiculez. Convertirla en Vicepresidenta, como hizo el nicaragüense Ortega, es nepotismo puro y duro.
Por eso tal vez quepa esperar que la presenten simplemente como “esposa del presidente Díaz-Canel”. En cualquier caso, yo, que me opongo al régimen que él encabeza en el plano estatal, aplaudo que no esconda a su mujer y que los cubanos conozcamos al menos la cara de ella.
Díaz-Canel y Liz Cuesta se exhiben
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latikobe · 7 years ago
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Los términos de moda del castrismo
Un grupo de la delegación oficialista cubana protesta en la entrada del Foro de la Sociedad Civil marco de la celebración de la Cumbre de Las Américas en Panamá, 2015 (Telemetro)
LA HABANA.- En Cuba, el término sociedad civil solo se emplea una vez cada tres años. Incluso antes de la cumbre de la OEA celebrada en Panamá en 2015, apenas se le escribía o pronunciaba en la prensa financiada por el Gobierno cubano, donde el concepto casi siempre era asociado con los grupos de oposición.
Tal como sucedió con “derechos humanos”, “disidencia”, incluso con “periodismo independiente”, “elecciones” y “democracia”, la expresión fue intencionalmente cargada de rasgos negativos desde el aparato ideológico del Partido Comunista que ejerce un control total sobre los medios de comunicación.
Si examináramos los ejemplares del periódico Granma, con fechas anteriores al último trimestre de 2014, previo al anuncio del restablecimiento de relaciones con los Estados Unidos, descubriríamos que el término “sociedad civil” apenas aparece una docena de veces y siempre en un mismo párrafo donde se le termina asociando al terrorismo o al mercenarismo.
Un examen del mismo rotativo durante las décadas de los 80 y 90 revelará la ausencia total del concepto, pero, en cambio, arrojaría infinidad de pruebas documentales, irrebatibles, de que la UNEAC, la FEU, la ANAP, los CDR, la FMC más un extenso listado de agrupaciones que hoy se disfrazan de corporativas e independientes, se crearon bajo indicaciones directas y por voluntad expresa de Fidel Castro, que además aparece como “miembro de honor” de casi todas, incluidas aquellas que fueron acreditadas por ese comité organizador de la Cumbre de Lima que, al parecer, no se ha tomado el trabajo de, al menos, “googlear” un poco.
Casi el cien por ciento incluye en los estatutos y requisitos de membresía la obligatoriedad de rendir cuentas al Partido Comunista de Cuba, al mismo tiempo que aceptan circunscribir e incluso sacrificar los intereses gremiales en virtud de servir como fuerza de apoyo al poder y no como grupo de presión o de influencia en la esfera pública, aspectos que son esenciales en la idea más básica de sociedad civil.
El más reciente episodio de censura a un joven cineasta cubano, durante la llamada “Muestra Joven” del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), evidenció la postura oficialista de organizaciones “artísticas” como la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). La decisión de ambas de boicotear tanto la inauguración como la clausura del evento, es solo un ejemplo entre miles del carácter “utilitario” de tales estructuras, para nada autónomas y en realidad totalmente articuladas al aparato de Gobierno, quien funge como núcleo rector de todas.
Escribo “utilitario” y no “servil”. Porque lo segundo, aunque denota dependencia, proyecta una idea de separación o al menos de la existencia de más de una estructura, cuando en verdad se trata de una misma cosa estratégicamente articulada. Régimen cubano y organizaciones políticas y de masas (que no sociedad civil) fueron concebidos como un mismo cuerpo, modelable según las circunstancias.
Aunque el concepto es en extremo desconocido para los cubanos que viven en la isla, sean ciudadanos de a pie, empresarios o altos funcionarios del Gobierno, no existe un aparte en los medios oficialistas para definir qué cosa es en verdad la sociedad civil y qué funciones cumple en los sistemas democráticos actuales.
Sé que algunos periodistas —sobre todo jóvenes— lo han intentado, al menos en la radio y la televisión en manos del Gobierno cubano, pero la respuesta ha sido un NO rotundo. No se autoriza explicar el concepto.
Cualquier abordaje del tema desde la perspectiva aprobada por el régimen se circunscribe a una reformulación antojadiza, oportunista y tergiversadora del concepto para que sea capaz de englobar aquello otro que por su naturaleza se coloca en las antípodas y, en consecuencia, lo desvirtúa.
Ni durante la cumbre de Panamá, ni más recientemente cuando se desarrolló la de Perú, ningún comunicador o vocero al servicio del Gobierno cubano se le ha permitido ni por un segundo explicar cómo es posible conciliar “sociedad civil” con la idea de “organizaciones políticas y de masas” que maneja el antidemocrático Partido Comunista de Cuba.
No es que sea imposible hacerlo, es que casi nadie lo comprenderá. Sucede al igual que con el sistema eleccionario cubano. Su diseño es tan complicado y absurdo que nadie pierde su tiempo en intentar encontrarle una lógica que no existe. Tanto es así que, faltando solo unos días para que Raúl Castro abandonase el “gobierno visible” —en contraposición al “gobierno invisible” que continúa detentando—, a pocos preocupaba quién quedaría como presidente de la nación.
Aun cuando se les explicara lo que significa en verdad “sociedad civil”, a muy pocos cubanos, más interesados en subsistir o emigrar,  les interesaría saber si en la Isla existe o no algo similar.
A todos les costará trabajo hallar similitudes incluso entre esas tantas organizaciones “políticas y de masas” que integran más por obligación y costumbre (lo que algunos llaman “por no marcarse”, al estar conscientes de que viven en un estado policial) que por voluntad individual.
En 2015, cuando el término sociedad civil llegó a la prensa oficialista, intenté indagar entre la gente cuánto conocían sobre el tema y obtuve respuestas fabulosas como aquella en la que alguien me indicó el camino a la Sociedad de Ingenieros Civiles, en la calle Infanta. Tres años más tarde, cual la fruta de temporada, el dominio del concepto ha mostrado algunos avances también jocosos.
Esta vez, un señor al que pregunté por la sociedad civil en Cuba me respondió muy seguro: “En Cuba existe la sociedad civil, que somos nosotros, los que no tenemos nada, pero también existe la sociedad militar, que son los que mandan y tienen de todo. ¿Me entiendes?”. Más claro, ni el agua.
Los términos de moda del castrismo
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latikobe · 7 years ago
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Otra artimaña del Granma
Raúl Castro recibe a delegación que asistió a la Cumbre de Lima (telecubanacan.cu)
VILLA CLARA, Cuba.- Alguien recomendó una página que usualmente no leo, porque otras atendibles refieren mejor de los tiempos que corren.
El diario-sanitario del Partido, publicó este 9 de abril un panegírico cínico y circunspecto a propósito de la octava Cumbre de Las Américas y la doctrina colonizadora imperial (Monroe) que antepone al aventurero William Walker como gestor de la ira continental, mientras contrasta las “bondades” de la policía política castrista y las maldades de la “contra” —abortada por “el aparato” con inasistencias al cónclave— que pretendía tumbar a sus “intumbables” en aquel traspatio. Era asunto lapidario.
No hace falta ser seguidor del pasquín de marras, para darse cuenta que se trata de otro articulito por encargo, designio del presente despojo argumental que retoma viejas tretas propagandísticas como si estas fueran las eras de pragmáticos defensores de la obra de Quincy Adams, en lugar de fervorosos antitrumpistas.
En fin, alarde decimonónico para enmarañar “políticas de conquista” demasiado coincidentes con nuestras ideologías respectivas.
No podría, en plan actualizador, excluirse a la isla enferma de tal parodia: “Hagamos a Cuba grande otra vez” como si antes no hubiésemos reiterado: “Cuba para los cubanos”. Reexpidiendo por el mundo a maestros taimados, curadores pos neocolonizados del  “Tabaco Mejor”, y matasanos convoyados con asesores militares del ingente credo.
Raúl Capote (RC) escribe para la “Abuelita” que lo adoptó, como si nunca hubiese vivido en Cuba. Pero no debe tener vínculo alguno con el fértil locuelo de Truman, porque estaría disfrutando de mejores estipendios y reportando a sucesivos ahorcados.
No averigüé quién es, no es mi intención descreditar a alguien que hace su trabajo  bajo seudónimo tal vez, en la página que encabeza la Doctora Pogolotti, quien suele comentar acerca de nuevas –e igual de utópicas— políticas culturales, más allá de sus “gloriosos” textos sesentones. La ceguera, como la merced, puede llegar a ser contagiosa.
Agrega RC, en su ditirambo, que se vive libremente en país alejado del arrimo imperial, donde “jamás hemos sido reprimidos ni maltratados” por la delicada policía que él cataloga de benévola, en extremo humanitarista (sostenible hasta que le toque en carne propia o de allegados, y vayan a saberlo cuando saquen pata del corro aplaudidor o se les filtre desavenencia), la cual dignifica “nación que se levanta airada” contra La América Expansiva —porque el subcontinente inepto y pro-dictatorial que nos circunda, no merece su atención, ahora—.
La cosa es con el Revuelto, porque la prensa de sus empleadores anda revolcando documentos de uno u otro sesgo inmemorial para aturdir a ignorantes con imágenes del occiso en plena faena fundacional.
RC no desea enseñar las caquitas apilonadas en seis décadas de ingestas infecundas, ni hace notar por qué la CIA & Agregados dejó de poner bombas en Cuba, y no mantiene agentes adentro ni le importa, porque no hacen falta.
¿Olvidó acaso las palabras de su amo: “Esto lo vamos a tumbar nosotros y no ellos”?
La yerta “revolución” que él asegura sigue “viva” —aunque sea en el imaginario País de los Callos y exprimibles cayeríos—, tiene gente que chilla solo cuando se los pisan e inmediatamente la rematan de un disparo.
Evita también ahondar en las razones por las cuales los bravos y duros machitos del G2 (más los apendejados insectos que les traicionaron) siguen gozando de libertades elementales en cualquier geografía menos en Cuba, donde se proclaman “eternos defensores de la humanidad”, dizque su castro-y-anqui-losada-tiranía.
Si otro O’Sullivan —que no es el liberto británico— protagonista del relato, encontró repercusión publicitaria en su país para criticar a hegemónicos totalitarios sin que le expedientaran ni acosaran por ello ¿podría alguien nombrado Raúl, casi dos siglos después, intentar sembrar seguidores en Cubita la Bella?
Quizá RC mismo osara —infiel al falaz ideario adalid que propagó la “guerra de guerrillas” por ordenanza kremliniana—, escribirlo en el “democrático” papel que representa ¿O habría que prestarle obras de Vargas Llosa, para que luego, en Villa Marista, le entren a galletazos para que calle?
Una última indelicadeza suya: olvida que el Perú no es solo tierra de mártires citables cuando encajan a intereses bellacos. O sitio de antiguallas turísticas y terremotos movilizadores de sensiblería, como el espectáculo liderado por nuestro adorado cacique, cuando se extrajo sangre públicamente —primero que nadie, en mayo del 70, trepado en jeep y traje verdes con negra zafra fracasada por telón—, para luego retratarse como saltando del tanque en aquel Girón apagado, foto que repitió 15 veces hasta que quedó perfecta. Y después se zampara descomunal seviche junto al Gabo, compañero de correrías  gustativas que le repusiera del cruel desangramiento, antes que aquel albacea desembuchara en “El Olor de La Guayaba” sus exquisiteces con Plinio Apuleyo, el Mendoza colombiano. Ninguno de ellos evocó entonces a los Túpac Amaru u otro indígena.
Ese andino estado fue también asilo para miles de connacionales que —como RC— vagaban por las nubes. Decepcionados “gusanos” que asaltaron la embajada en el 80, cuando el caudillo mostró —fusiles enristrados sobre el mismo brazo dador—- muy inciviles argumentos, empujando a que se fuera –a joder al imperio— la isla entera, igual hiciera con sus inexcusables narcotraficantes: “No los queremos; no los necesitamos”. Porque RC no clasificó en aquella purga, pero yo sí, y tenía 20 años, y sigo aquí.
Entonces GGM, sin Nobel todavía, y el apoderado, palabrearon describir —ante la cobardía magnífica del pueblo— testamento común que titularían “La Soledad del Poder”. Pero no contaron con la réplica en agosto del 94, cuando decidieron torcer alineados rumbos. Ya tornados alienados.
Porque el comandante siempre calculó bien la presión dentro de “su” cafetera, pero mal el monumento al desprestigio que aparejado se le irguiera.
Otra artimaña del Granma
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latikobe · 7 years ago
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Zafarrancho de combate en la Cumbre de Lima
Mike Pompeo junto a Donald Trump (AP)
MIAMI, Estados Unidos- La Cumbre de Lima será para alquilar balcones. Por lo pronto, la cancillería peruana deberá tener una buena explicación a una pregunta clave que se hacen todos los periodistas y los míticos “observadores”: ¿por qué se le niega el acceso a Perú al dictador Nicolás Maduro (lo que está muy bien). pero se le expide una invitación al dictador Raúl Castro (lo que está muy mal)? Es lógico que se excluya al criado en virtud de los acuerdos de otras Cumbres, pero también habría que hacer lo mismo con el amo.
Donald Trump llegará a Lima a mediados de abril acompañado por su flamante canciller Mike Pompeo, un brillante italoamericano. Acaba de desembarazarse de Rex Tillerson. Lo despidió mediante un tweet artero y rápido. En la sección de sátira de The New Yorker se imaginan que el virtual ex Secretario de Estado –formalmente estará en el cargo hasta fines de marzo-, lanzó una maldición contra el Presidente cuando lo supo. Supuestamente declaró que espera que una madrugada Trump descubra que lo han destituido mediante otro tweet veloz e igualmente traicionero. Si non e vero e ben trovato.
Era evidente que los dos personajes no se llevaban bien. El algún momento Tillerson declaró que Trump era un idiota, y el Presidente le respondió retándolo a contrastar los respectivos índices de inteligencia. La ridícula competencia no se llevó a cabo, pero hubiera confirmado que los dos son personas con elevados IQ. Ningún cretino llega a presidir los Estados Unidos o la Exxon-Mobil, una de las mayores empresas de la nación.
Tillerson, un ingeniero civil, llegó a la compañía en 1975 y fue escalando hasta llegar a dirigirla. Eso no es nada fácil en un sistema en el que se suele ascender en zigzag. Cuando se retiró en el 2016 lo premiaron con 180 millones de dólares. No es cuestión de inteligencia. Por ahí no van los tiros. Las deficiencias no son de neuronas sino de carácter, conocimientos, experiencias, propósitos y visiones.
En todo caso, Pompeo es una selección más adecuada para el cargo de Secretario de Estado. Ha hecho muchas cosas y todas las ha hecho razonablemente bien, lo que no quiere decir que será aprobado por el senado sin dificultades. Ha sido capitán del ejército en una sociedad que respeta a sus militares. Ahí estuvo entre 1986 y 1991, los años clave de Gorbachov y del hundimiento de la URSS y del cinturón de satélites comunistas que la rodeaba.
Se graduó de West Point al frente de su promoción, donde se licenció como ingeniero mecánico. Peleó en la Guerra del Golfo. Obtuvo un doctorado en leyes de Harvard, tiene experiencia empresarial y llegó al congreso federal representando un distrito de Kansas. Una vez en esa posición se vinculó al grupo conservador llamado Tea Party hasta que la Casa Blanca lo designó como Director de la CIA. Estuvo diez meses en ese cargo.
Consecuentemente, Pompeo tiene una visión ideológica de los conflictos que enfrenta Estados Unidos. Cree saber cuáles son los valores y las posiciones que al país le interesa defender. No está con Dios y con el diablo. Por eso le parece que el acuerdo con Irán es catastrófico, dado que la teocracia de los ayatolas, si no la detienen, no tardará en poseer armas nucleares, con lo cual aumentará exponencialmente el riesgo de guerra en la región porque Teherán ha manifestado su deseo de destruir al Estado de Israel.
Tampoco se succiona el pulgar en los asuntos latinoamericanos. Como dirigió la CIA, sabe que Cuba no atraviesa un proceso de trasformación, según creía Obama ingenuamente, sino de ratificación del estalinismo. Lo demostró, otra vez en las últimas “elecciones”, con un solo partido y una sola voz, como denunció Rosa María Payá, la hija del líder opositor asesinado.
Pompeo, dicen quienes lo conocen, también está persuadido de que la Venezuela de Maduro no es sólo una molestia, sino se trata de un verdadero peligro para la estabilidad de la zona. Un estado forajido manejado desde La Habana, dedicado al narcotráfico con los militares del Cartel del Sol, y a auxiliar al terrorismo islamista de la mano de Tareck El Aissami, vicepresidente de Venezuela, acusado de corrupto y de lavado de dinero en beneficio de sus cómplices de Hezbollá, a quienes les habría entregado miles de documentos falsos, como si fueran oriundos de Venezuela, para franquearles el paso internacional.
El problema, pues, no es de diagnóstico, sino de terapia. ¿Qué se hace frente a estos estados malhechores? Lo veremos en Lima a mediados de abril.
Zafarrancho de combate en la Cumbre de Lima
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