Este blog será mi diario del año completo. Con unos extras que seguramente subiré como desahogo.
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Jueves, 21 de julio de 2017. (12:17 a.m., en realidad ya es viernes, otra vez)
La princesa tiene problemas en la percepción del tiempo debido a su ocio prolongado. Para ella, el día en que fue al club con Estefahnia había sido ayer, pero en realidad fue el viernes, 14 de julio, de la semana pasada. Luego de trasnocharse en casa de la abuela, despertó apresuradamente a las 8 de la mañana, habiendo dormido sólo 4 horas. El hada de cabello purpúreo la había invitado al club Magnum desde la mañana para pasar todo el día allá puesto que se iba del país el domingo y no querían perder la oportunidad de conocerse en persona un poquito más, mientras aún podían. Así que se paró, bebió café, se despidió de los mosqueteros y decidió dejarles el play real, ya que se iría en transporte público y encima los veía bastante emocionados con poder jugar GTA V online en la misma habitación al mismo tiempo. Fue a palacio, fumó, se duchó y se hizo un revoltillo para no ir pasando tanta hambre frente a la aristocracia alta. Claro que Estrellas era una princesa, pero el palacio estaba en declive económico casualmente desde la llegada de los comandantes Chávez y Maduro; y eran muy pocos los que habían sobrevivido con el mismo nivel nobiliario. El grupo social de Estefahnia, era parte de ese grupo reducido, así que se vistió cómoda y con todo y regla hasta la plaza de la Castellana, ésa con el BOD donde fueron sus audiciones para fila, la entrega de premios a categoría de teatro y los conciertos de su academia.
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Jueves, 13 de julio de 2017. (01:31 a.m. en realidad ya es viernes, pero ajá)
Se odiaba. Era casi oficialmente la mitad exacta y precisa del año, es decir, seis meses de puro olerse el cebo. Estrellas llevaba desde el martes en el reino de la abuela, viviendo con los mosqueteros.
Todo empezó el lunes. Ella llegó al final de la tarde, como era costumbre, fumada. Los muchachos estaban sacando la cama del cuarto que toda la vida tuvo esa cama, doble, rota, en la que durmieron sus madres y tías; y luego sacaron también ese enorme mueble de madera que tenía muchas estanterías y calcomanías y que era la mejor pista para escalar en la infancia de la princesa. A Estrellas siempre le movía algún cable cuando cambiaban alguna parte de casa de la abuela. Era su especie de tesoro preciado; el sinónimo de calma y seguridad. La casa de siempre, en la que siempre se sentía bienvenida y cómoda, la que nunca cambia y que siempre estará ahí como siempre lo ha estado. Era prácticamente su dios, pero ella sabía que ni la casa ni la abuela eran inmunes al tiempo. Tan regias y sedentarias como eran.
El cambio es necesario, la variación es el principio de la evolución, y demás justificaciones lógicas que no ayudaban mucho a controlar su infante famélico. Luego pasaron la cama individual del otro cuarto, y su alteza vio cómo destruían el mueble al lanzarlo a la calle desde las escaleras. Era demasiado aparatoso para bajarlo cargando, y ya se estaba despedazando solo. Ella sabía que le dolía, pero pensó que al menos debían prender una hoguera con esa madera y hacer rituales de múltiples creencias a ver si su maldición existencialista se curaba por fin. Pasaron el televisor enorme con el play 3, y el chiquito con el play 2, conectado al otro televisor chiquito. Ella sabía también que no saldrían de ese cuarto desde entonces.
Al martes, Estrellas finalmente hizo sus labores de palacio que debía hacer el sábado y entonces llevó su precioso play 3 a caselabuela. Mosque V no estaba, así que esa noche fue una maratón de gta online fumados con mosque A, aunque cayeron dormidos a eso de la una de la mañana.
Al miércoles, se despertó tarde en la mañana y esta vez era A el que no estaba. Jugó con V (fumada, por supuesto) y fue a las 4 pm a una clase de recuperación improvista en la academia de música. El dolor de vientre la tenía agonizando, pero no había sangrado aún. Corrió a casa en transporte público, dopada entre la agonía física y la droga real. El mundo no parecía estar pasando, su mente parecía estar en estado de descanso mientras su cuerpo en piloto automático. Sentía las sensaciones, pero no las sensacionaba. No las experimentaba realmente, era como jugar un juego de rol pero sin poder hacer locuras suicidas o psicópatas que ayudan a liberar energía. Como cuando el personaje tiene sexo, bebe, fuma, es tiroteado, y tú sigues inmutable apretando los botones de ese control, porque es lo que hay que hacer, después de todo. También jugaron esa noche, pero cuando ella llegó ya ellos dos estaban instalados haciendo golpes.
Era fascinante observarlos de cerca, en su hábitat. Eran personajes de un juego de rol, estables e invariantes como la casa que los albergaba. Eran alegres, y rudos. Ambos tenían tiempo sin hablarse al uno al otro, porque en realidad no se llevaban tan bien hasta que se trataba de videojuegos, así que era genial verlos congeniando de nuevo, como de jóvenes. Ella había ido con intención de jugar spyro 3 con A, que habían arreglado el play 2 después de años creyendo que se dañaría si le quitaban una pieza y la reemplazaban con otra del otro play 2 (que ellos había traído del lejano puerto Ordaz). Porque eso los unió desde que ella tiene memoria, y eso hacían todas las tardes de vacaciones en caselabuela. Ellos siempre eran los jugadores profesionales, y ella los observaba y cuando era su turno de jugar, los imitaba. Si no estaban a la par, no era divertido, y sus insultos amistosos y su intensidad infantil le llenaban de un filtro anaranjado los flashbacks mentales.
Pero ya no eran niños, y ellos ahora vivían allí todo el año. Salían en la mañana a sus respectivos institutos, quizás salieran en la tarde por ocio y el resto del día jugaban play 3. Ellos no se preocupaban por el futuro o pasado, ellos no tenían rollos mentales de sueños frustrados u ocultos, o al menos no lo demostraban casi nunca. Terriblemente en escasas ocasiones hablaban de sus sentimientos, a menos que fuera en modo de queja sobre su estado económico actual, bromeando al respecto, riendo al respecto. No preguntaban tampoco por los sentimientos de los demás, ni siquiera los de ella, pero ya la princesa estaba a punto de caer en hueco nivel 2 (explicación de niveles de hueco próximamente), y al menos V lo notó. Ellos jugaban, concentrados en sus pantallas, ahorrando dinero virtual, y ella leía sobre economía venezolana porque empezó a pensar sobre su maldito mamagüevo maldito tres veces más hijo de puta futuro y no podía comentarles. Ella no podía ser pesimista con ellos, y mucho menos nihilista. No tenía sentido para ellos, pues la vida siempre consistió en oprimir esos botones sin importar qué. Ellos sabían que siempre seguirían jugando, y ésa era la diferencia.
Ella divagaba, se diversificaba. Ella leía las historias y los diálogos de los juegos, ellos apretaban X repetidas veces y dominaban los comandos de forma autodidacta y mediante el ensayo y el error. Ellos realmente tenían talento para los videojuegos, y realmente lo disfrutaban. Pero le daba miedo. Verlos frente a dos televisores en el mismo cuarto, sentados en un sofá (que por cierto trajeron de casa de abajo, otro mueble que siempre tuvo la vida entera allí. los huequitos por donde se veía el relleno fueron cosidos por V) totalmente hipnotizados, le recordaba a Joseito.
¿Para qué existimos? Ellos al menos son felices y se mueven mientras están frente a esas pantallas, pero ya la abuela y ella eran personas que usaban las pantallas para auto-hipnotizarse cuando no tenían más obligaciones. Joseito lo hacía todo el tiempo. Tal vez ella y los mosqueteros lo hacían todo el tiempo también, y eran todos una bola de zombies.
Claro que no era así. Ellos todos tenían una rutina, obligaciones; pero tenían también motivos para vivir. Ella no lograba entender cómo, por más días que pasara con ellos, es que nunca caían en hueco. Si ya eran vacaciones y ahora tenían más tiempo libre, significa que sus cerebros pensarían en cosas como qué quisieran en vida y eso los llevaría al ciclo inescapable del soñador. Ése, el de “quiero esto pero como es imposible dejaré de quererlo, pero como no puedo dejar de quererlo, me siento mal al respecto”. ¿Acaso no les pasaba? ¿será que estaban viviendo sus sueños? ¿o sí eran capaces de dejarlos ir? ¿no soñaban con nada?. Ella sabía que uno quería ser rapero o alguna figura callejera de reconocimiento y el otro era más difícil de descifrar pero seguramente quería una vida familiar con un trabajo agradable y una linda familia y mascotas. ¿Trabajaban por sus sueños? probablemente sólo trabajaban por la estabilidad que todos dicen que está bien, ya que están cómodos con eso. Y no tiene nada de malo. ¿pero qué fue de lo real? ¡¿dónde quedó el motivo?! Siempre y cuando tuvieran videojuegos, estarían bien.
Estrellas no sabía si eso era bueno o malo, pero sabía que no funcionaba para ella. Se aburrió de gta aquella noche. Quería volver a su madriguera en su palacio de atmósfera pesada y estresante. Su desastre la seguiría a donde fuera, porque allí acostada, mientras ellos jugaban con gran destreza mecánica, se sentía incomprendida y extra. Que ya no pertenecía.
Estrellas ya no pertenecía a ese tipo de personas; a los Zelda. Era netamente Zoe y no estaba segura de poder ser Zelda otra vez.
No podía sólo apretar botones. Ella no podía solo no pensar en sus malditos sueños que ya ni siquiera eran sueños del todo. Dejó de hablar en cuanto vio que decía datos intelectuales sobre los que quería divagar para descargar sus inquietudes mentales y fue ignorada por dos jóvenes que necesitaban completar una misión online. Tampoco podía, aparentemente, enfocarse en su aflicción de una manera positiva, alentadora, enérgica. Era lastimosamente laborioso ponerse a dibujar. No quería escribir poemas, no quería aprender a tocar canciones, ni intentar crear nada nuevo. Ni historias, ni personajes, ni escenas, ni cuadros, ni palabras, ni rimas ni armonía. Se sentía harta del arte. ¿qué vas a hacer, entonces? -Retumbaba la voz de su madre en su cabecita. Era verdad. ¿Y ahora qué? Ante el hecho innegable de que estaba huyendo del tatuaje porque no quería seguir cagándola y gastando dinero y esforzándose; porque sentía que era mentira. Todos le decían que tenía talento y que era buena, pero ella sabía que no era cierto. Apenas era una artista, a éstas alturas. Apenas dibujaba con lápiz 2 HB, el más conocido móngol; y sabía que se podía sacar más potencial estético de otros tipos de lápices y materiales. Seguía un montón de artistas que plagaban sus redes sociales, todos llenos de vida y obras y trabajo y estilo propio y creatividad e intención. Se dijo a sí misma que los seguiría para motivarse, intentar imitarlos (como ha aprendido todo en su vida), y hacer mejor arte en consecuencia; pero sólo lograban el efecto contrario.
La hacían pensar en sus frustraciones y en su tiempo perdido. En todas las actividades artísticas que tuvo que haber hecho de niña, como pintar. Siempre quiso pintar con acrílico, como enseñaban en art attack, pero mamá siempre decía que eso costaba mucho dinero, igual que todos los materiales para todas las cosas geniales que ella quería hacer, del mismo art attack. Tuvo que haber aprendido percusión o música apenas hubiera aprendido a leer porque la música siempre fluyó en sus oídos más profundamente que en el del resto de la familia, y lo sabía porque ella notaba el bombo y bajo en las canciones rock mientras todos solo notaban la polifonía general y el cantante publicitado. Tuvo que haber aprendido a esculpir, porque adoraba los legos y la pega blanca y las manualidades para los días festivos de la escuela. Tuvo que haber seguido dibujando en bachillerato, en lugar de trasnocharse por materias que actualmente no recordaba. Tuvo que haber desarrollado la artista que siempre supo que era, cuando tenía motivo. Cuando era feliz, y era la chama exagerada, bromista, enérgica, hiperactiva, social, polla, inocente.
Todos esos años hasta al menos su último en bachillerato, su mente se estuvo revolcando entre mojones y búsqueda de aceptación social. Buscando algún sueño más realista, algún oficio factible, alguna carrera universitaria, alguna alternativa que pudiera darle un apartamento y estabilidad económica a temprana edad para poder vivir su juventud con libertad radical y tener a la vez la aceptación y amor de su familia netamente conservadora. Ahora lo sabía, ahora lo tenía claro como el cristal. Ella no quería estudiar en la universidad, ella no quería un oficio regular, ella no quería la realidad. Siempre pensó que debía dejar de pensar y actuar más, pero ya no podía. Ya no tenía ganas de esforzarse por “su sueño” porque sabía que ya era literalmente imposible. De pequeña pensaba “cuando sea grande definitivamente encontraré la solución”, y la encontró; era enfocarse durante años en una pasión. Sentía que ya era tarde, y tuvo que haber hecho todas esas cosas de niña, porque era mentira que “aún era joven” y que “aún tenía tiempo”. Ya a los 20 los adultos esperan que trabajes, pero un salario mínimo no serviría de nada en la peor economía del puto mundo entero, además de que a esa edad las personas quieren salir y tripear la vida como jóvenes que son. Si no están trabajando están al menos cerca de empezar o preparándose con algo que los hará ganar más dinero que el promedio, y sí, ella quería tener más dinero que el promedio en la mitad de sus 20′s para entonces poder disfrutarlo. A los 30 finalizaba todo, ya eres un adulto a ese punto, ya se ve raro que vayas a hacer todo lo que no hiciste de adolescente por falta de dinero. Como pintar con acrílico. Como esculpir. ¿por qué no lo haces ahora, Estrellas? -Porque me tomaría hasta más de los 30 dominarlo bien.
Quería ser como los famosos de la farándula mundial. Los niños que salen en películas hasta que son ancianos, los cantantes de trap que tienen 18-20 y ya nadan en efectivo. Los cantantes que componen sus propias canciones y que surgieron poco a poco después de varios álbumes y reconocimiento; los músicos de orquesta juvenil, los que se van de la casa a los 18 a vivir en una residencia con amigos.
Empieza a pintar. Sigue tatuando. Siempre dejas todo a la mitad y por eso no tienes nada ahora. Si empiezas hoy, puede que el año que viene ya estés montada porque eres buena. Porque te gusta.
-Por favor, cállate de una vez. Ambas sabemos que no me esfuerzo. No le pongo. A esta edad ya debería ser capaz de dibujar comics propios o como Jacques o Estefania.
Estrellas, ellos estudian diseño. A ellos les compraban colores y pinturas en bachillerato.
-No es excusa. Si yo de verdad quisiera superarme, a pesar de la adversidad y la pobreza que no deja de merodearme, encontraría la forma de estar a su nivel. Son incluso menores que yo.
De ese modo, Estrellas y la miniprincesa discutían hasta que mosque A se acercaba para fumar. El vegetal mágico las callaba a ambas, y calmaba el tsunami emocional. Entraba de nuevo en su estado apático, y así como dejaba de sufrir, dejaba de sentir en general. Todo era música, sabores, masturbarse, y lo demás en cámara rápida de los sims.
Es jueves, y la princesa seguía en casa de la abuela. Siguió la misma rutina del miércoles, pero en la noche al volver de batería, deseó irse a su casa. Ellos le insistieron, y ella sabía que era por su play 3, así que accedió. A fue detenido por los policías de mierda, que le quitaron lo que quedaba de vegetal, así que la sobriedad la mantuvo despierta y estresada hasta las 3:24 a.m. Se había vuelto adicta sin remedio, fumaba al menos tres veces al día, porque en el momento en que dejaba de estar high, le daban ganas de llorar. Se aguantó unas tres veces, mientras los veía jugar esa noche, hablando aún menos que el día anterior. La abuela hizo sopa de auyama para la cena (una de las favoritas de la princesa) y comieron en silencio. Respondía sus whatsapps pero ralmente no conversaba casi, para evitar sacar el tema de sus sentimientos. Últimamente era de lo unico de lo que hablaba y sabia que todos lo odiaban porque era fastidioso, repetitivo y tóxico, lleno de oscuridad y pesimismo y razones para morir.
Se preguntaba en la madrugada entre lágrimas y moco si realmente llegaría el final feliz. Si encontraría conformidad, libertad radical en su juventud, y una pareja verdadera. Ella quería retroceder el tiempo, reiniciar su vida desde al menos los 8 años. Se preguntaba cuánto costaba una pistola, y cuánto tardaría en reunir para ella. Cuando la tuviera definitivamente sería el final. En el fondo ella quería el final feliz, porque era muy frustrante saber que desperdició un cuerpo y un corazón tan hermosos en la tierra. en ese sentido tenía autoestima, pero el conflicto iba más allá. Tal vez encontraría motivo en una pareja, pero vivir para alguien la haría caer en hueco de nuevo. Tal vez se curase milagrosamente, y ya no cayera más en huecos hasta sus exitosos 30 que podrá vivir realizada sin verse ridícula. Pero ese tipo de mentalidad la llevó hasta sus 20 sin nada, así que la cuenta no era tan complicada de resolver.
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La princesa, cuando Rayo intenta incansablemente apoyarla y entrar en su cerebro a espantar las nubes negras y ella simplemente no lo deja.
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Sábado, 8 de julio de 2017 (06:43 am)
"Te imagino aquí acostada, súper pegada, viendo hacia el techo así" sonaba con la voz de Rayo en su cabeza real, ya que, efectivamente se encontraba en la posición descrita. Acababa de regresar de una reunión, en la que el 90% de los invitados eran estudiantes de diseño, y a quienes no conocía en absoluto. Había hecho una amiga hada (llamada Estefahnia) gracias a Tinder, y como ella y su mejor amiga (otra hada) se iban del país, hicieron la reunión de despedida. La princesa ejerció un control mental impresionante para no caer en hueco, ya que ambas hadas eran fascinantes, de belleza rococó y dulces, su energía era cálida como la de un niño humano, y eran personas que se irían. Muy pronto. Se acordó de su grupo de teatro y una conversación en la que su director le explicaba lo efímero ergo maravilloso del teatro. Nunca podrás ver una obra hecha exactamente igual otra vez, vas sabiendo que tienes sólo ese momento para apreciar ese arte y para dejarlo que provoque catarsis. Vas, sabiendo que no podrás contárselo a nadie que no haya estado ahí, porque perdería el chiste; vas, sabiendo que quedará solo en tu memoria. ¿por qué no han inventado una cámara que capte recuerdos? Pero en el sentido mental, como si pudieras tomarle fotos a las imágenes mentales. Era todo tan surreal. Ya era mitad del año, el sol dura más tiempo despierto, hace calor y llueve con ganas, clima que deleitaba a la princesa. Cocodrilo y Fresa Negra cumplían éste mes, y la constituyente estaba pautada para el 30. Se sentía como si todo fuese una cuenta regresiva, el 30 se caería la luna sobre Caracas como en Majorask Mask y ni el héroe del tiempo, Donnie Darko, Rick o Doc eran capaces de evitarlo; entonces todos hacían sus maletas y se iban antes de que el dólar aumentara. Las protestas continúan, sorprendente y admirablemente, a la princesa le gustaba la temática nacionalista del Libertador que los guarimberos habían adoptado. Mosque A iba con la resistencia y guerreaba con pasión, más personal que patriota, mientras Mosque V aprendía cocina y se enfocaba en su relación con Ángel. El martes había sido su audición en el conservatorio musical Simón Bolívar, para batería. Se preparó sola ya que los últimos 3 jueves hubo protesta y cancelaron las clases en Audioline, practicando sing sing sing para dominar el jazz. Fue un buen día, pero ¿qué pasaría después? ¿Valdría algo la pena? La psicólogo dijo que debía irse, y ya hablaban con más confianza, groserías. Pirata dijo que luego su mamá podría enviarle la batería por partes, que algo se resolvería. Estrellas verdaderamente odiaba el comunismo. Odiaba tener que ser obligada a ver a gente genial montarse en un avión e irse. Odiaba tener que ver esas obras, porque al menos en el teatro hay cierta barrera de ficción, cierta aura de que no son humanos actores con vidas y existencialismos, sino los personajes. Vivirlo en cambio sin esa barrera resaltaba su hipersensibilidad. Y vienen y van. Pudiste conocer y conocerás, así como dejaste de conocer. La princesa a menudo se despersonificaba, y recordó a Algodón de Azúcar que hacía unos días también había caído en un hueco, pero uno fascinante. Ella sufría de ataques de pánico/paranoia, sentía que todo era una especie de holograma y que nada era real, por lo tanto nada importaba y su apatía se apoderaba de su cuerpo. Su alteza no parecía entenderlo al principio, pero cómo le gustaba pensar, con pequeños engranajes escarchados de oro girando a máxima velocidad, en su cerebro bola de cristal. Lo que pasaba era que el Fauno se iba del país el viernes, y ella llegó al entendimiento que Estrellas obtuvo esta mañana. Ella lo adoraba y él a ella, eran una pareja bella de ver. No de las que te daban celos y por ende te hacían lanzar mal de ojo, sino de ésas que de pronto, sin que tu envidia se dé cuenta, te hechizan con la magia que emanan abrazados y te dan ganas de dibujar. "Buscamos tanto al amor porque es lo más cercano que tenemos a la magia", como lo dijo la chica de Aquamarine. Estrellas veía muchísimas películas, pero todo parecía tan lejano. Ella se sentía lejana, más Estrella que nunca. Ya se habían dañado por completo las luces de navidad en su lecho así que poquitas estrellas la acompañaban en la noche. Ya era tiempo de dejarlo ir todo. Odiaba tener que mirar a su propia cueva, cuyo único propósito es ser habitada por y para ella. Amoldado a ella, esculpido por ella. Tendría que irse del país, ella lo sabía, y este año cumpliría 20 años humanos. Veía su gamecube, sus paredes pintadas. Escuchaba a las mamagüevas guacamayas, buscando frutas de los árboles de la parte trasera del edificio. Odiaba no tener que escucharlas más. El ruido de su avenida, el olor a juventud entre sus centenas de libros prestados, discos, videojuegos, animés y películas. Su maqueta de los poliedros que hizo en primer año y que sostiene toda la bisutería real. Su puff desinflado, sus persianas sostenidas con un gancho de metal, su tan preciosa cama rota. El sol que nunca entra directamente por la ventana, que baña el cuarto de salmón como el espíritu de la princesa. Se escuchaba a king krule y a dodie, y ya ella se consideraba oficialmente fan de la música independiente o poco conocida. Estaba tan llena de emoción, transmitía tantas sensaciones. La princesa no quería llorar más. Se metía su chococrispy todos los días al menos tres veces al día, no le gustaba la sensación de sobriedad. Era demasiado rasposa, y sus lagunas mentales no parecían importar más. Porque ¿quién estaría cuerdo por gusto? Ella lo veía más como algo de los Zelda. Era totalmente una Zoe, y yellow days la acariciaba tiernamente a través de su audición. Estrellas no sabía que pensar.
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17 de junio de 2017
La princesa se preguntaba por las personas, todas las demás. Fascinantes, incomprensibles, porque, ¿cómo era posible? Todos parecían sentir el mismo amor por la vida. Tantas ganas de vivir, de existir y continuar. La reina trabajaba en lo mismo desde hacía tres décadas, Cyborg estaba despierta cada madrugada, siempre demasiado ocupada para contestar los intentos de acercamiento de Estrellas. Rayo con su rutina agotadora, Dege con su solo existir sin preocuparse por el futuro, la familia real entera, los chicos de la universidad (a excepción de Algodón, que sí entendía los huecos), todos seguían con sus vidas.
En noches como ésta, dormían, mientras Estrellas no paraba de sentir. Se supone que todo estaba yendo genial, ¿cierto? Pero los pensamientos que dan vergüenza pensar correteaban desnudos por su sala cerebral. Estrellas no se sentía cómoda tatuando. Se sentía abrumada por la responsabilidad y dificultad que requería, pero entonces caía en la diatriba usual sobre su futuro. ¿De qué más iba a trabajar? ¿baterista? Apenas podía con algunos ritmos básicos, estaba lejos de ser un plan factible. ¿Sería asalariada? Inaceptable. ¿Actuar? La razón por la que en verdad no había vuelto al teatro era por esa sensación de incomodidad que le quedaba luego de cada obra. ¿Escribir? Las revistas no eran para nada lo suyo, y las probabilidades de que un libro fuera a triunfar eran enormemente arbitrarias.
Entonces debía vivir obligada, haciendo algo que ella misma se obligaba, porque era lo menos insoportable de la vida adulta. Todos los días despertaba esperando poder dormir otra vez, y cuando no estaba deseando dormir, estaba deseando estar acostada viendo netflix.
Pero en ese caso, ¿estaría viviendo? Creía que vivir se refería a hacer cosas, crear recuerdos, como pensaba de adolescente; intrépida y completa. Vivir era estar enamorada, porque sólo enamorada dejaba de pensar en el poco sentido que tenía seguir existiendo. Esa obsesión de todos insistente en que existir es algo bueno. No necesariamente, y no todos quieren hacerlo, no a todos les importa lo que podrían ser. A Estrellas no le importaba si todas las alternativas conllevaban esfuerzo y trabajo duro.
Ella sólo quería estar acostada, entonces, ¿no era lo mismo si sólo dormía por siempre?
La vida requiere de energía, juventud, esperanza. La vida requiere de ganas de vivirla, y Estrellas se sentía secuestrada por sus seres queridos, que la querían viva, así ella sólo se acostara, porque para ellos eso era suficiente. Que ella existiera era suficiente, no importaba si seguía brillando o no.
¿Qué clase de pensamiento mediocre y horrible era ese?
Pensaba en Life Is Strange y en cómo elegía matar a Chloe paralítica, porque la comprendía, porque no era tan egoísta. Cuando no hay manera, no hay. Abrazaba el osezno que Rayo le ofrendó como guardián contra la maldición, pero ya era demasiado tarde. Estrellas estaba sin estrellas, en su lecho real, deseando dormir y no despertar jamás. El amor es posesión, y a ella nadie la amaba porque nadie logró capturarla antes de que se fuera para siempre. Pensaba en Mamá Cocodrilo, y en sus palabras, y en el hecho de que la maldición era incurable. No tenía sentido, los amigos y personas ya no tenían nada de qué hablar sin reprocharle sus actitudes autodestructivas, oh, pero ellos no entendían que ese era uno de los pocos desahogos que la vida permitía.
Era Princesa de las galaxias lejanas, porque su brillo era apenas visible, apenas mayor que la iridiscencia del botón de encender del tv.
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This sunlight burns my eyes, But unfortunately doesn’t scorch Off the reminders of last night’sMistake made in desperate haste. My heart feels like it will revolt And maybe turn toward The one who had it and Turned it away cavalierly. Instead, I keep walking In shame that I ever believed You could love me… That anyone could. I walk alone, as it should be, Straight into the sun And I don’t even Shield my eyes.
The sun’s glare still isn’t as harsh as yours // Inkstay June word prompt #6 (via autumnsunshine10)
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Viernes, 26 de mayo de 2017. (4:42 p.m.)
Primero escucha un “¡Ajá!” de la voz del papá Hada, y al voltearse allí estaba ella, abrazándola y acariciando su cráneo real. Para sorpresa de la princesa, estaban afuera del edificio y venían entrando. Recibió los respectivos halagos por su nuevo look y subieron al apartamento.
El Hada se veía un tanto distinta de la imagen mental que Estrellas se hacía de ella, cada vez más desenfocada y borrosa; se veía preciosa indudablemente, con su cabello largo y sus anteojos estilo rayban, pero su energía no era tan mística ese día. Se sentía más humana, con rastros de espinillas en la cara y uñas largas y arregladas. Cumplía años el 27, pero decidieron reunirse el día anterior para poder felicitarla a la medianoche.
Al entrar; la mejor amiga del Hada la estaba esperando para darle una sorpresa, objetivo que cumplió. Juntas parecían hacer un dúo invencible, siempre enérgico y espontáneo. Su alteza saludó a la mamá Hada, quien le tenía aprecio y que terminó dando una opinión positiva sobre la calva, a forma de ligera magia.
(Nota para forasteros: la magia ligera es la que Estrellas emana como una seta haría con sus esporas; y funciona mediante pequeños detalles que rompen la rutina. Por ejemplo, cuando era muy probable que a mamá Hada no le gustaría el corte de Estrellas, le gustó. Es como cuando la probabilidad menor es la que ocurre, cuando el plan esperado es deprimente y cambia a ser optimista, ese tipo de sensaciones.)
La princesa entró con el dúo dinámico al cuarto, donde dieron sus ofrendas a la futura mayor de edad. La botella de vodka azul que Chino trajo unas semanas antes fue lo que aportó la joven para los brebajes, y decidieron esconderla por los momentos. Mientras esperaban a que llegaran los demás invitados, Estrellas se sentía astralmente proyectada; con su cuerpo allí pero su alma flotando alrededor. Un folleto sobre un festival de cine francés, una hoja con docenas de preguntas pegada en la pared colindante con la cama, los collages coloridos, la ropa lavada sobre el escritorio, la regleta vacía, las crocs rosadas. Estrellas tenía tiempo sin hablar o preguntarse sobre el hada, aún así podía imaginarse cómo había estado los últimos días por cómo tenía el cuarto; insegura, temblorosa, tal vez estresada, porque el lugar estaba completamente limpio de objetos que le recordaran su incertidumbre. No vio los cuadernos de poemas y dibujos llorosos, ni nada que pudiera evocar estudios. Su alteza comprendía, había pasado por lo mismo. El inquietante futuro.
No hablaron mucho directamente con la joven, sólo lo superficial, y ella lo agradecía. Finalmente llegaron los otros invitados; amigos del Hada que ya ella conocía pero que no recordaba nítidamente. Eran el chico de gestos delicados y tatuajes, el bajito con cara de adulto y la morena linda. Luego de fumar unos cigarros bajaron a comprar otra botella de vodka y con las otras dos de cocuy que trajeron ya tenían para durar la noche.
Acomodaron el sofá y las colchonetas frente al televisor, y ya el cielo estaba oscurecido. Mamá Hada había preparado un dip que sabía como el ideal de perfección, que con casabe no podían dejar de comer, amontonados alrededor de la mesa e ignorando a las cómodas colchonetas. Debido a los inconvenientes del internet, empezaron a ver la primera película como a las 8:30 p.m, y tenían reglas para beber shots cada vez que ocurrieran ciertas acciones; por ejemplo, cada vez que Finnigan explotase algo o que a Harry le doliera la cicatriz. Con este método indudablemente eficaz los niños ya estaban bajo efectos del alcohol a las 9:30, en especial Hada y Bff Hada, que nunca habían bebido lo suficiente como para dejar que les afectara.
Estrellas estaba bebiendo exactamente la misma cantidad, pero a penas se sentía ligeramente de buen humor, además, Bajito con cara de Adulto se sabía todas las líneas de la película y resultaba agradablemente gracioso que las dijera justo antes que los personajes. Cuando la película se quedó pegada cerca de la mitad, ya los muchachos estaban felices y riendo por lo que sea, así que pusieron youtube y cantaron canciones dignas de la cultura latina como las de Maná o los reguetones del 2000-2008. En este momento Estrellas no se sentía muy cómoda debido a que esas músicas sólo le traen una sensación de despecho y añoranza a la inocencia, así que bebió al menos cinco shots seguidos del cocuy con vodka y limón que ya tenían mezclado en una jarra. Luego fue un cigarro con Gestos Delicados y oficialmente la princesa estaba borracha, incluyendo el dolor estomacal y la sensación de pesadez que la hacía extrañar el creepy con todo su ser.
El hada sin embargo parecía estar bien y risueña, pero Estrellas no sentía la magia que solía desbordar con su risa. Estrellas sabía que el costo de la Escuela de Cine era impagable para ella, y que ésa era la espina que estaba absorbiendo la magia. Aún así no era el momento para eso, y ambas lo entendían con sus miradas que se cruzaban esporádicamente, nunca por demasiado tiempo. Llegó la medianoche, la felicitaron, y los padres se fueron a dormir. Jugaron yo nunca nunca un rato y a las dos horas se acomodaron para dormir, aunque la princesa no lo hizo antes de encerrarse en el baño y forzarse a vomitar. Solía usar ese truco para sobrevivir en las fiestas, debido a que en verdad odiaba la sensación que le producía el alcohol, pero era a la vez lo que estaba socialmente aceptado así que para olvidar sus penas ésa se convertía en su mousequerramienta.
Quedó noqueada hasta más o menos las cinco de la mañana, cuando el frío matutino y la luz colada del sol la trajeron de vuelta de sus inquietantes huecos oníricos. No recordaba el sueño, pero sabía que se sentían incómodos. Vio como el Hada se levantó del sofá y trajo sábanas para todos, acción profundamente agradable. Tener la regla era otra molestia más, y luego de pasar la noche en casas ajena, Estrellas sólo deseaba un baño y su cama. A las 6:00 a.m. ya algunos estaban sentados en la cocina, y finalmente se despertaron los demás, sin desperezarse, para conversar un poquito sobre los chistes y sobre lo bueno que estuvo todo. Su alteza fue la primera en irse, pues le esperaba un largo, largo día.
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Viernes, 26 de mayo de 2017.
Despertó temprano luego de haber pasado su arrechera de la noche anterior con su regular manía vegetativa. En el whatsapp decían que habría marcha hoy, de nuevo. Desayunó una arepa con cheesewiz y una taza de café con leche, y su hermano estaba en Palacio debido a que las calles trancadas impedían su traslado al colegio. Se sentía productiva, así que usaremos la analogía de popeye comiendo espinaca para ejemplificar a la princesa obteniendo concentración para dedicarse a la labor de aseo real. Era una labor rigurosa y complicada que consistía en barrer y pasar coleto, respectivamente cada semana, y Estrellas siempre lo evitaba o postergaba hasta que la suciedad la estresaba lo sufuciente. Al mediodía estuvo lista, se duchó y almorzaron chuleta con arroz. La princesa nunca se cansaría del arroz, las arepas y el café. Formaban su trifuerza alimenticia e imprescindible. Se dedicó a practicar la rosa en americano tradicional que su profesor de tatuaje le había asignado, y se sintió satisfecha al lograr hacer sombras decentes y no traspasar el foami en ningún punto. Se sentía algo nerviosa, sin embargo enterró la sensación o no duraría el resto del día sin su segundo intento de suicidio. Se esforzó por escoger un atuendo cool e incluso se maquilló con todo lo que tenía: base, corrector, polvo, sombra y rímel. No le gustaba mucho el maquillaje, sin embargo sabía que iría a terreno de jueces exigentes y quería reafirmar su sensación de seguridad mediante conseguir una sentencia positiva. Estúpida mentalidad dependiente y tercermundista, la princesa se maquillaba porque le parecía que sus ojos se veían bellos con sombra cobriza. Era el día antes del cumpleaños del Hada. Sí, aquélla. Y había invitado a su alteza a pasar una noche de películas de harry potter y brebajes espirituosos, algo no muy aparatoso. Estrellas no podía negarse, y nunca se atrevió a pensarlo conscientemente pero se debía a que disfrutaba verla. Feliz, bella. Ciertamente no era como antes; la economía había desmejorado y no le nació preparar un regalo construido o meditado, pero sí consiguió un panqué y una club social para entregar como ofrenda, puesto que las galletas y chucherías cargaban un profundo significado emocional para la princesa. Le parecían las mejores cápsulas de amor, sencillas y con personalidades variadas, cada una capaz de dar sensaciones distintas. Eran las 3:30 p.m. y Estrellas recibe una llamada de la susodicha, avisándole que no había transporte público hasta Bello Monte. Su alteza absorbió la cantidad suficiente de thc antes de salir para caminar largas distancias sin notar molestia física/climática. La caminata fue placentera gracias a los audífonos inalámbricos que había mandado la tía Ra desde Inglaterra; se escuchaban como el coro del olimpo. Al pasar por la bolivariana entendió porqué no habían camionetas pasando por farmatodo, había al menos un pelotón de guardias nacionales bloqueando el camino con sus cientos de motos verde con negro. Se sintió la presión visual al pasar frente a ellos, tal vez por los aretes, tal vez por la calva, tal vez por su chapa de pikachu con el traje de goku. Fue la primera en llegar, y en la fachada del edificio se dedicó a recuperar el aire antes de llamar al Hada.
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Cuando dicen que se van
Juro que mi corazón se acelera, presionando mi pecho, cada vez que escucho o leo frases como "estoy viendo si me voy" o simplemente "me voy". Se me acelera porque siempre que esas frases son dichas en primera persona, suelen ser dichas por gente que amo. Odio ese maldito cuadro en el maldito piso de Maiquetía. Que me perdone Cruz Diez, sé que él jamás hizo esa obra pensando que terminaría siendo el acto reflejo para llorar por un ser querido. Sé que parece que hablara de la muerte, pero en cierta parte lo hago... Llevo muerta un rato y cada día que pasa muero aún un poquito más. Para entenderme debes entender lo que es buscar tu hogar en otra persona, y entonces abrazarlo y ver cómo se aleja de ti a través de una puerta tan fría como el aire acondicionado que se mete por tus poros incómodos. Para entenderme tienes que llorar viendo las noticias nacionales. Odio al comunismo, y lo odio en verdad. Si no dejara a un país en ruinas, entonces una obra de arte no tendría por qué ser objeto de mi odio. Un sueño no tendría que estar roto sin antes siquiera dibujarlo; un amor sincero no tendría por qué pensar en estreses económicos antes de tiempo. Yo no tendría que ser tal llorona dizque "echada pa' alante", ni tendría que sentirme tan echada pa' atrás. Odio a los psicólogos, odio cómo me ven compasivos, intentando entender por qué soy tan lluviosa. Como si ellos no lo supieran, como si ellos no lo pensaran también. La muerte respira en nuestro pecho. Si escuchas con atención, la oyes. Todos cargamos nuestro pedacito de muerte. Odio que crean que sus libros memorizados de alguna manera los escuda, pero ¿quién puede escapar de sí mismo? Odio vivir rodeada de miedos y odio extrañar tanto. Odio extrañarme a mí. Que viva Venezuela, mi patria querida, la que me dio y quitó todo. La que me iba a asesinar, pero que prefirió dejarme sola en la carretera. Este océano está más salado de lo que sus gotas alguna vez fueron, las ínfimas gotas. Yo no tengo un colador de sal. Todos los que quiero, se van.
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Poema corto de despechada
Ningún artista se ha enamorado de mí Ya que el amor es poesía. No fui tuya ni tú fuiste mía, Con tus pestañas frías, Mi latir a mil, En una vida de fantasía Que un artista podría solo vivir. Tal vez el arte no me ame Porque no me amo yo Qué suave su color mate, Estandarte de mi corazón. quizás un artista me ame un día Tanto como me odio yo.
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Poema corto fósforo.
Soy cálida y me gusta el calor Porque soy un ser en llamas, Pero, Nunca estuve más en llamas Que cuando me llamaste amada Aún cuando olías el incendio
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Nubosa lluviosa
Pescadoras pesadas Apesadumbradas, Las nubes del día en que fue Tu partida apurada Y la pérdida de mi tecné. Abandonada por las musas, Por el sosiego y por ti Refugiada fugaz de las fusas Sin irme, me fui. Recuerdo esos días sin furor ¿o será que en verdad soy mayor? Cálidas, cambiantes, onduladas Las nubes del día de ayer En que añoranza me encontraba Y un vistazo nuestro que amé desvergonzada, me mostrara. Mi pecho arde en llamas Nunca supimos porqué te hallé Quizás lo encendiste un poquito, Porque solita me ahuyenté. Quiero serte franca, Esta noche es para fumar Humeante miseria Que escapa hacia alta mar. Fumo mi malestar Te oso pensar Te fumo incluso sin fumar. Ceniceros matices ceniles De las nubes del día aquél En que fuimos felices Sin entender ni encender Corazones dizque cómplices Dichosas las nubes del día ese En que mi alma te conociese.
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Días de calor
Arena deslizándose entre mis dedos resbalosos, Escurridizos tresillos de vaivenes de dolor de sien, Me encuentro perdida entre eslabones pretenciosos y Sin piedra ni sueños para encender. Así se siente el tiempo al crecer. Rastros y maneras de perseguir tus huellas que me ahuyentan Mil y por doquier Sin embargo austera a más no poder La vida en tirabuzón con sus uñas de sirvienta Me impregna sin toser De su virus de culpa violenta. No sé qué hacer. La vida ya no es la misma Solía ver a la rendonda Con su reír y su carisma Ahora sólo me ahonda En mi mente peculiar prisma. Amarilla la vi, Mientras cantaba la oía La luna, cálida, sí En la noche en que te llamé mía. Así se sentía mi mirada cuando no era fría. Delirios de abstinente en mi madriguera vacía. El fuego más ardiente sabe por ardor que con razón Mis lunares rugían, Tus pestañas subían Y el que alguna vez fue nuestro calor, Mezclote de furor y aflicción, Ya no crecía ni fundía Tu mano con la mía. Así es como yo moría, Los días de calor sin tus chucherías, Que yo como siempre guardaba, Resiliente ante tu manía, Mía.
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Carta a un mosquetero
Son las 5:30 a.m. exactas. Debo decir que pasé la noche en vela debido a una pareja que decidió acompañarme con unas cuantas copas y entremeses. Al volver a mis aposentos, me sentía un poco dispersa, pero no dormí ya que conversé toda la noche (hasta las 3:30 al menos) con mi dama de compañía. No te escribo en vano, mi fiel camarada; intenté conciliar el sueño pero así como Eros y la serotonina, Morfeo tiene tiempo sin visitarme. En busca de un consuelo amigable, hallé mi artefacto inquemable y agradecí ostentosamente el regalo que me dejaste antes de partir a tu viaje. No hace frío hoy, como en las noches en que fumábamos juntos, pero eso me hace sentir bien. Entre pistas y discos te tengo conmigo, ya sea en beats de trap o en letras de un arcángel. No sé cuántos días han pasado desde que te fuiste, pero finalmente se acabó aquél paquete que me entregaste; me alcanzará para la noche de hoy. Quería escribirte porque extrañamente expreso mi cariño hacia ti, y más ahora que nos vemos cara a cara todo el año sin tus dolorosos regresos a tu territorio. Dolorosos para mí porque realmente eran tú y tu hermano quienes hacían de mi tiempo infante, verdaderamente feliz, aprovechado. A veces me preocupo por ti sin estar chill, y aunque honestamente no tengo esperanza en el futuro para que ninguno de nosotros muera viejo, quisiera vernos intentar. Te extraño, porque te has convertido en mi compañero para fumar por excelencia. No haces preguntas ni buscas criticar, sólo escuchas o comentas de las cosas simples de tu rutina que me distraen con éxito abrumador. Quisiera saber si eres feliz, porque sé que en noches como ésta también piensas. Sé que en noches como ésta deberán darte ganas de llorar, de vez en cuando. Sé que piensas eso que no quieres hablar. Sólo quiero que sepas que eso es admisible y que mañanas como la de hoy, tan violetas, tan bonitas, siempre llegan. ¿Dónde estás, mosquetero? Esta semana estando sola me abruma, un poco más de lo que admitiría. El lazo que nos une no se rompe, y está hecho de terciopelo rojo, pero resulta una molestia vaginal que no tengas ningún ave mensajera que te permita comunicarte conmigo. Lacras for life, paz. La P.
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El tema de la princesa Estrellas y su novia Algodón de azúcar.
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