Text
CAPÍTULO DIECIOCHO
Después de llegar al club, Donghyuck se metió en el almacén y empezó a hacer la tarea que normalmente no le importaba hacer, rellenar los estantes. Pero incluso un trabajo tan fácil y repetitivo como ese se le hizo imposible.
No era capaz de concentrarse en nada.
—¿Qué te pasa hoy, jefe? —preguntó Sana.
Donghyuck se encogió de hombros, mirándola de reojo.
—Nada.
Ella resopló.
—Si usted lo dice, jefe.
Cualquier día la despedía. Incluso sus “jefe” estaban cargados de burla, Donghyuck estaba seguro. No era que la culpara de burlarse secretamente de él, probablemente él también lo haría si estuviera en su lugar, con un perdedor como jefe.
Sana alzó ambas cejas, con una sonrisa traviesa.
—Pareces muy distraído, eso es todo —sus palabras fueron bastante ordinarias, pero había pocas dudas sobre lo que estaba insinuando.
Las mujeres eran jodidamente aterradoras. ¿Cómo lo sabía?
Donghyuck la miró con el ceño fruncido, y cuando habló, lo hizo con su voz más autoritaria (la que sospechaba que, en realidad, no era muy autoritaria).
—Vuelve al trabajo, Sana.
Sana lo hizo, no sin antes rodar los ojos.
Donghyuck…. Donghyuck lo intentó, pero todavía seguía sin poder concentrarse ni un poco. Siguió pensando en cosas más estúpidas y ridículas, como la boca de Mark, las manos de Mark, la mirada oscura de Mark, y el cuerpo musculoso de Mark… encima de él. Volvió a tener una erección solo al recordar todas las veces que se habían acostado la noche anterior, las cosas sucias que Mark le había susurrado al oído mientras se lo follaba con fuerza, su olor, la sensación del nacimiento de su barba contra su piel, sus brazos alrededor de él…
—Mantén el jodido control —se dijo a sí mismo, tras dejar caer otra lata debido a su despiste. Era un jodido desastre. Actuaba como una niña de quince años que había tenido por fin su primera polla, y que ahora actuaba como si no pudiera tener suficiente. Era ridículo. Necesitaba enfocarse en su trabajo, no soñar despierto sobre las distintas partes del cuerpo de su mejor amigo. Realmente estoy actuando así. Como una colegiala enamorada. Una colegiala muy cachonda y muy enamorada.
Suficiente.
Se asintió a sí mismo y alcanzó otra caja. La abrió y se preguntó qué estaría haciendo Mark.
Gimió. Aquello era simplemente absurdo. Habían pasado, como mucho, dos horas desde que se fue de la casa de los Lee, por el amor de Dios. Era como una de esas novias pegajosas que no podían vivir sin controlar a su novio cada media hora No era que Mark fuera su novio, lo que era el punto. Mark no era su novio, porque Donghyuck no era gay.
—Al menos dime si ella es caliente, jefe —dijo Sana sonriendo—. ¿La conozco?
Donghyuck la fulminó con la mirada.
—Te dije que volvieras al trabajo.
—Vamos, jefe. Es que tengo curiosidad. Nunca te había visto así.
—¿Así cómo?
Sana sonrió.
—Todo ojos soñadores.
Para su mortificación, Donghyuck sintió como se sonrojaba.
—No tengo ojos soñadores.
La sonrisa de Sana todavía estaba allí.
—Entonces, ¿quién es ella? Vamos, tal vez pueda ayudarte. También soy una mujer, así que puedo darte una perspectiva de mujer.
Donghyuck resopló.
—No necesito la perspectiva de una mujer —murmuró.
Sana abrió los ojos con sorpresa, haciendo que él se arrepintiera de haberlo respondido en vez de ignorarla.
—Woah, ¿estás en la Luna por un tipo?
—No estoy en la Luna.
—Pero sí es un tipo —replicó ella, con una sonrisa tímida—. Vaya. Pensé que eras totalmente hetero. El hetero más hetero de todos los heteros.
—No es gracioso —se quejó, apartando la mirada.
Extrañamente, no estaba en pánico porque alguien más se hubiera enterado. Fue raro. Esperaba volverse loco cuando pasara, si es que pasaba, pero no sentía más que una leve molestia y un poco de vergüenza. Quizá que Sana fuera lesbiana tenía algo que ver.
Por primera vez desde que la conoció, Sana parecía totalmente seria.
—Lo siento, tienes razón. ¿Estás bien? —su cara se tiñó de incomodidad—. Sé que tus padres son… conservadores.
—Ellos no lo saben. No hay razón para que lo sepan, porque soy hetero. —Odió cómo de a la defensiva sonó.
Esperaba que Sana lo llamara mentiroso, que se burlara de él. En lugar de eso lo que recibió fue una mirada comprensiva.
—Pero te gusta otro chico.
Se encogió de hombros.
—Es complicado.
—Siempre lo es.
—Yo solo… —se pasó una mano por el pelo—. Es mi mejor amigo. Se suponía que no tenía importancia, que éramos follamigos. Solo tenía que correrme. Nunca estuvo en el plan que me gustara, no sé cómo pasó. —Donghyuck se desinfló, y su cara se volvió roja—. Pero ahora pienso en él todo el maldito tiempo.
Sana hizo un sonido pensativo, con sus ojos oscuros un poco curiosos.
—¿Es tu primer hombre?
—Uhm, sí. Obviamente.
—¿Tal vez deberías intentar acostarte con otro hombre? Podría ayudarte a determinar si lo quieres a él en particular, o solo al sexo.
Donghyuck fue incapaz de detener la mueca asqueada ante la idea de tener sexo con otro hombre.
—Ya lo intenté —admitió, enfurruñado—. Me eché atrás en el último momento. —Sin mencionar que no se había sentido atraído por Heechul en lo más mínimo. Donghyuck se mordió el interior de la mejilla, evitando su mirada—. Y estoy bastante seguro de que lo quiero a él, no solo a su polla. —Era ridículo seguir negándolo, sobre todo después de haber pasado las últimas horas pensando en la boca de Mark sobre la suya—. No sé qué demonios está mal conmigo. Me gustan las mujeres, todo sobre ellas. No soy gay.
Sana suspiró.
—Donghyuck, mírame.
Lo hizo a regañadientes. La expresión de Sana era tensa, y sus ojos brillaban.
—También jugueteaba con mi mejor amiga cuando tenía dieciséis años —contó en voz baja—. Fue mi primera mujer, y yo… yo desarrollé sentimientos por ella, pero ella era heterosexual. Para ella no era algo tan serio, o al menos asumí que no lo era. Me convencí a mí misma de que no lo era para mí tampoco, así que fingí que no tenía importancia hacerlo, porque yo también era heterosexual. —Su sonrisa era amplia, pero había algo claramente triste y frágil en ella—. Unos años más tarde fui su dama de honor. Cuando volví a casa de su boda miré mi apartamento vacío y… —su voz vaciló y apartó la mirada—. Deseé poder regresar atrás en el tiempo. No haber sido tan cobarde. Tal vez si no lo fuera, podríamos haber estado juntas. O quizá no lo estaríamos, pero al menos no me habría mantenido pensando en y sies y tal veces y bebiendo vodka todo el día de su boda.
Donghyuck sintió como algo pesado y desagradable se le asentaba en la boca del estómago.
—Lo siento.
Ella sonrió con rigidez.
—Sí, bueno. Solo… No repitas mis mismos errores. Sé que da miedo, sé que es difícil aceptar lo que eres, pero hazlo antes de que sea demasiado tarde. Él no te esperará para siempre mientras te descubres a ti mismo. Si te quedas en negación, seguirá adelante. Eventualmente encontrará a alguien más y se enamorará de él. Si estás hablando de Mark…, él no es precisamente de los tipos que se quedan solteros mucho tiempo.
Donghyuck se lamió los labios secos, con la ansiedad empeorando a cada segundo en su interior.
—Él… Lo has entendido mal —aseguró—. No está esperando por mí, para que me descubra. No me quiere de esa forma, ni siquiera soy su tipo.
Sana se encogió de hombros.
—Quizá Dahyun pensaba eso mismo con respecto a mí.
—¿Lo era?
Sana se echó a reír mientras se daba la vuelta.
—Pero esa es la cosa. Ya nunca lo sabré.
Donghyuck vio como limpiaba el mostrador con más brusquedad de la necesaria, y sintió una oleada de lástima por ella. No saberlo a ciencia cierta era quizá la peor parte de la historia de Sana. Ella no tuvo ningún cierre y era incapaz de seguir adelante de verdad. Se preguntó si no sería esa la razón por la que Sana siempre había sido tan terrible en las relaciones como él, eligiendo a una nueva chica cada pocos días, sin poder comprometerse.
Pensó en Mark, se lo imaginó enamorándose de un hombre que sabía lo que quería, que sería capaz de hacerlo feliz. Ocurriría tarde o temprano. Sana tenía razón: un hombre como él, tan atractivo y seguro no iba a estar solo durante mucho tiempo. Mark inevitablemente conocería a alguien. Los Lee eran hombres de familia. Mark podía estar follando despreocupadamente ahora, pero tarde o temprano iba a querer estabilidad, amor y familia. Jaemin, o quien fuera, le daría gustosamente lo que quería. Y Donghyuck… Él probablemente seguiría siendo su mejor amigo, si Mark no se cansaba de él mucho antes de eso.
Algo caliente y desagradable le llenó el pecho. Su boca sabía como a ácido. Se sentía enfermo.
—Estoy bien con mi sexualidad ahora —dijo Sana, sin darse la vuelta. Su voz no se parecía en nada a su tono sarcástico habitual—. Pero no puedes volver atrás en el tiempo —se rio entre dientes—. Lo último que supe de ella era que tenía dos hijos.
Donghyuck sintió como si alguien hubiera puesto una tonelada de plomo en su estómago.
De repente quería a Mark. Mal.
Quería escuchar su voz. Cuanto antes.
Donghyuck salió del club por la puerta de atrás. Una vez fuera respiró el aire fresco con avidez, pero esto no calmó ni un poco el pánico en su pecho.
Sacó su teléfono.
Mark respondió al segundo timbre.
—¿Donghyuck?
Donghyuck cerró los ojos, recostado contra la puerta. No sabía cuándo la voz Mark había empezado a hacerlo sentirse tan cálido y mareado por dentro. Solo escucharlo hizo que se sintiera instantáneamente mejor, seguro.
—Oye, ¿sigues en casa de Taeyong?
—Sí, ¿por qué?
Se mordió el labio inferior, sin estar seguro de con quién estaba hablando. Si con su mejor amigo o con su amante el gilipollas. Aunque lo peor de todo era no estar seguro de a cuál de los dos prefería en ese momento. Quería la aceptación y el afecto fácil de su mejor amigo, pero también…
Joder, era un desastre.
—Te necesito —dijo, y luego rápidamente se corrigió—. Quiero decir, necesito verte.
Se formó un silencio en la línea.
—Me viste hace unas horas —dijo Mark cuando por fin volvió a hablar, con un tono cauteloso—. ¿Pasó algo?
Donghyuck se mordió la punta de la lengua.
—¿Pasaría algo si te dijera que solo quiero verte? ¿Sin ninguna razón en absoluto?
Mark volvió a quedarse en silencio unos segundos antes de maldecir.
—¿Qué estás haciendo, Donghyuck? —preguntó, con la voz cargada de reproche.
Se pasó una mano por el pelo, con el estómago revuelto por los nervios.
—No lo sé —admitió en un susurro—. Lo siento, yo solo… —Soltó una risa—. Olvídalo, perdona. Es estúpido. Estoy siendo estúpido. No sé en qué estaba pensando.
—Hyuck. ¿Estás en el club?
—Sí.
—Estaré ahí en media hora —dijo Mark, antes de colgar.
Donghyuck no se molestó en entrar, a pesar del viento. Esperó recostado contra la fría pared, pensando en lo que iba a decirle a Mark cuando llegara. No tenía ni idea. ¿Debería decirle que lo dejaran, lo de acostarse, y actuar simplemente como amigos? El corazón se le encogió solo ante la idea. No quería ser solo su amigo. Quería… Quería saber que no estaba solo en eso, que no era solo cosa suya. Que Mark también sentía algo. Pero Mark era tan difícil de leer. Donghyuck no sabía qué pasaba por su cabeza.
Joder, el simple hecho de estar tan nervioso por si a Mark le gustaba de esa manera o no lo estaba asfixiando. Era ridículo. Estaba siendo ridículo. Eran hombres, no niñas. ¿Por qué tuvo que hacer las cosas tan complicadas? ¿Por qué no podía haberse quedado satisfecho con que ambos se corrieran sin hacer innecesariamente complicado todo? ¿Qué tocaba ahora, querer tocarlo de las manos al caminar juntos por la calle?
Imaginó los largos, finos y fuertes dedos de Mark entrelazados con los suyos, y se sintió estúpidamente cálido por la idea. Mierda. Él era un hombre, se suponía que los hombres no querían cosas como esa. Y menos con otro hombre.
Sé que da miedo, sé que es difícil de aceptar lo que eres, pero hazlo antes de que sea demasiado tarde. Él no te esperará para siempre mientras te descubres a ti mismo.
No podía sacarse de la cabeza las palabras de Sana. Lo habían aterrado como el infierno. Aunque Mark le había dicho que ignorara las palabras de Jaehyun, y que no se sintiera presionado para hacer aquello para lo que no estaba listo, la historia de Sana hizo que se sintiera de nuevo inseguro.
¿Estaba en negación? ¿Siendo un cobarde?
Pensó en esa mañana, en lo bien que se había sentido al despertarse acurrucado contra Mark, con sus dedos entrelazados en su pelo, y su olor en su nariz. Toda esa piel cálida y desnuda contra la suya. Se había sentido más que bien, en realidad. Se había sentido… feliz.
Tan malditamente feliz. Como si perteneciera ahí. Quería eso, lo quería más que cualquier otra cosa en el mundo. Quería a Mark.
Volvió a sacar el teléfono y miró sus contactos.
No pudo encontrar a su madre entre sus últimas llamadas. ¿Cuánto tiempo hacía que no hablaban? Cuando por fin la encontró, le dio a llamar.
El teléfono sonó cuatro veces antes de que ella respondiera.
—¿Mamá? —preguntó, con la voz ahogada.
—¿Qué es, querido? —dijo ella, sonando distraída.
—Yo…
—¿Es urgente? Estoy bastante ocupada ahora mismo.
Cogió aire.
—Creo que podría ser bisexual.
Se formó un silencio mortal al otro lado de la línea.
—¿Perdón? —dijo al fin.
—Creo que soy bisexual —repitió, mirando hacia abajo, hacia sus zapatos, mientras esperaba su reacción.
Fue tan raro, decirlo en voz alta se sintió mucho menos intimidante de lo que había esperado. Se sintió… casi aliviado. Ya estaba hecho. Incluso si ella lo odiaba después de ello, ya no había nada que hacer.
—Donghyuck, no tengo tiempo para tus bromas tontas —dijo con sequedad—. ¿Cuándo vas a madurar de una vez?
Donghyuck parpadeó, sin palabras. Ella de ninguna manera pensaba que él estaba bromeando, ¿verdad? ¿Por qué fingía que lo estaba haciendo?
—Hablo en serio, mamá.
—Por supuesto que no —interrumpió ella—. Llámame cuando aprendas a ser un adulto responsable —y colgó.
Donghyuck miró aturdido su teléfono antes de que se le escapara la risa. Se rio y se rio, hasta que le dolió el pecho.
—¿Donghyuck?
Levantó la vista y ahí estaba Mark, de pie, con su chaqueta de cuero oscuro y un cigarrillo en una mano. Donghyuck no sabía qué tenía escrito en su cara, pero Mark tiró el cigarrillo al suelo con el ceño fruncido y se acercó.
—Oye —apoyó una mano en su hombro—. ¿Estás bien?
Donghyuck intentó sonreír, pero sospechó que había fallado, que parecía verdaderamente patético, porque el ceño de Mark se frunció incluso más.
—¿Hyuck?
A la mierda. Tal vez era débil, y no tan varonil, pero todo lo que quería en ese momento era estar en los brazos de Mark. Casi se cayó contra él, enterrando la cara en su cuello y oliendo su aroma familiar con tantas ganas como un hombre que se ahogaba respiraba por fin el aire.
Después de un momento, los brazos de Mark subieron y lo rodearon con fuerza.
—¿Qué pasa, Hyuck? —preguntó. Cuando no dijo nada, su tono de voz se suavizó—. Cariño, háblame. Vamos, amor.
Donghyuck se estremeció, retorciéndose más cerca de él. Aquella era la primera vez que Mark usaba los términos cariñosos fuera del sexo. Y sonaron como si realmente los hubiera querido decir.
—Mamá pensó que estaba bromeando —dijo con una risa. Sus ojos picaban, por lo que los presionó contra su hombro—. Jodidamente bromeando.
—¿Acerca de qué? —preguntó Mark, acariciando su pelo.
—Le dije que era bisexual, y ella me dijo que madurara.
Sintió como Mark se tensaba contra él.
—¿Le dijiste que era bisexual?
Donghyuck asintió.
Los dedos de Mark volvieron a acariciar su pelo, con su otro brazo todavía alrededor de su cuerpo.
—Fuiste muy valiente. Lo hiciste bien, amor.
El interior de Donghyuck se calentó, pero él negó con la cabeza.
—Fue una pérdida de tiempo —murmuró—. Ella no me tomó en serio. Nunca lo hacen.
—Porque tienen una mentalidad estrecha y son gilipollas dominantes —dijo Mark, con tono áspero.
Donghyuck vaciló, dividido entre la lealtad a sus padres y la necesidad de estar de acuerdo con él.
—Ellos me quieren.
—Tal vez lo hacen. —Había algo oscuro y agudo en la voz de Mark. Le pareció que estaba diciendo algo que llevaba reprimiendo durante mucho tiempo—. Pero eso no cambia el hecho de que quieren controlar tu vida. Te dicen que madures, pero al mismo tiempo no quieren dejar que tomes tus propias decisiones.
Donghyuck abrió la boca solo para volver a cerrarla.
—Tienes casi veinticinco años, Hyuck —dijo Mark, con un tono más suave—. No eres ningún niño pequeño. Ya no los necesitas para que aprueben tus elecciones de vida. Te criaron y son tus padres, pero tú eres una persona adulta y alguien increíble. No necesitas “madurar”. Ni tienes que hacerlos felices. Si no te aprecian como eres, si no ven lo buen hijo que eres, es su pérdida, no la tuya.
—¿Realmente crees que soy increíble? —murmuró contra su hombro.
Mark se echó un poco hacia atrás e hizo que levantara la barbilla, obligándolo a verlo a los ojos.
—No me quedaría con un “pavo real” tan ridículo durante tanto tiempo si no supiera que, debajo de toda esa mierda de macho, eres una persona increíble. Cualquiera que piense lo contrario simplemente no te conoce.
Donghyuck miró fijamente a Mark, lleno de una oleada de pura adoración. Se adelantó y le dio un beso con la boca con torpeza, o lo intentó. Mark lo tomó a tiempo por los hombros y lo apartó.
—Mira, ahora mismo estás confundido, y no creo que sea una buena idea que…
—Acabas de decir que no debería tener miedo a tomar mis propias decisiones —replicó, tratando de convencerse de que Mark no lo estaba rechazando. Solo fue exitoso a medidas. Su voz insegura en el fondo de su cabeza seguía susurrando que Mark nunca estaría con un perdedor como él.
—Sí, pero creo que primero debes descubrirte a ti mismo —dijo Mark con firmeza, con su expresión volviéndose indescifrable de nuevo.
Y de pronto, Donghyuck se enfadó, consigo mismo más que con nadie más. ¿Por qué se convirtió en alguien estúpido e inseguro en lo que a Mark se refería? Él no era para nada así. Tenía un cuerpo increíble, una polla más grande que la media, y unos bonitos ojos castaños. Las mujeres estaban locas por él. No había razón ninguna para que a Mark le gustara. De hecho, justo ayer, Donghyuck le había dicho que se olvidara de Jaemin, aun cuando era totalmente su tipo. ¿Así que, por qué ahora era un idiota inseguro?
—Tienes razón —dijo de pronto, retirándose e intentando no mostrar cuánto extrañaba ya el calor de su cuerpo. Bajó la mirada y lo vio por debajo de sus pestañas—. Probablemente debería experimentar un poco, averiguar qué me gusta, qué tipo de chicos y esas cosas.
Mark encendió un nuevo cigarro, con la cara inexpresiva. Para su decepción, a pesar de la extraña tensión en él, no parecía celoso.
—Pensé que habías dejado de fumar.
Mark hizo un gesto evasivo con los hombros y dio una larga calada, con su mirada oscura y concentrada en él.
—Así que ahora estás bien con estar interesado en los hombres. Es repentino.
Se encogió de hombros, tratando de medir las emociones de Mark.
—No estoy bien, no exactamente. Pero alguien me hizo darme cuenta de que en este punto es inútil negar que soy un poco gay. Así que debo ser bisexual, ¿no?
Los ojos de Mark se estrecharon.
—¿Me lo estás preguntando?
Donghyuck hizo un puchero.
—Tú tampoco me tomas en serio.
La expresión inescrutable de Mark no cambió, y él suspiró con exasperación.
—¡Deja de hacer eso! ¡Me está volviendo loco!
—¿Hacer qué? No estoy haciendo nada.
Donghyuck lo fulminó con la mirada, señalando hacia su cara ilegible.
—¡Eso! ¡No puedo entenderte para nada! Soplas frío y caliente todo el maldito tiempo. Pasas de ser mi mejor amigo el comprensivo a ser este gilipollas que eres ahora, que me mira como si quisiera follarme o pelear conmigo. —Se desinfló, harto—. Estás jugando con mi cabeza, Mark.
Mark dejó caer su cigarrillo y lo apagó cuidadosamente con su bota, mientras lo veía con esa extraña mirada incapaz de descifrar.
—Estoy “soplando caliente y frío” porque no sé qué diablos quieres de mí —dijo—. Un día dices que eres heterosexual y que todo lo que quieres es mi polla para correrte. Al día siguiente, dices que te pones celoso por mí y no quieres compartirme. Después de eso, dices que eres hetero, pero luego me besas. Luego que eres bisexual, pero que vas a experimentar con otros chicos. —Mark soltó una risa cansada—. ¿Quién está jugando con la cabeza de quién?
Donghyuck abrió la boca, pero no encontró nada que decir. Cuando lo puso de esa manera, podía ver a qué se refería. Probablemente él también estaría enfadado de estar en sus zapatos.
—No quise hacerlo —dijo con seriedad.
Un músculo se apretó en la mandíbula de Mark.
—Lo sé. Es la única razón por la que todavía estoy aquí. pero mira, debes decidir de una vez por todas lo que quieres que sea, y solo entonces a ninguno se le enredará la cabeza. Así que dime. ¿Quieres que sea tu mejor amigo?
Antes de que pudiera responder, Mark volvió a hablar.
—¿Solo tu mejor amigo?
Su estómago se revolvió. Incapaz de hablar, negó.
—¿Follamigos? —preguntó Mark, con el mismo tono demandante.
—¿Qué… qué quieres decir con follamigos? —preguntó con incertidumbre.
—Significa que te follaré, pero saldré con otros chicos y no podrás ponerte celoso.
Donghyuck bajó la mirada, frunciendo el ceño. Desearía poder estar de acuerdo con eso, pero le dolía la barriga solo con la idea de Mark follando, besando y tocando a otro hombre. Dios, no quería ni que mirara a otros tipos.
Negó con la cabeza.
—¿Es… es posible ser mejores amigos que follan y se besan, pero exclusivamente?
Ambos se quedaron en silencio. Finalmente, Mark volvió a sujetarlo de la barbilla, haciendo que lo mirara.
—¿Estás buscando la palabra “novio”, tal vez?
Donghyuck tragó.
—¿Quieres ser mi novio, Donghyuck? —preguntó, estudiándolo.
Donghyuck se lamió los labios secos, sintiendo como su cara se ponía roja. De repente, Mark sonrió de manera aniñada, luciendo más relajado y despreocupado de lo que lo había visto en meses.
—Lo haces totalmente, ¿no es así? ¡Mira ese rubor!
—Vete a la mierda —susurró, dando un golpecito en su pecho.
Mark dejó de sonreír y se inclinó, dejando un beso en su mejilla. Donghyuck se estremeció pero no se apartó, disfrutando de la piel caliente de Mark sobre la suya.
—¿Quieres ser mi novio, amor? —volvió a preguntar Mark, con su voz ronca e íntima. Dejó otro beso contra su mejilla—. Te trataré muy bien, lo prometo.
—Uhm, está bien —dijo Donghyuck, sintiéndose demasiado sin aliento ante un contacto tan inocente—. Me siento raro, Mark —murmuró, levantando los brazos y enterrando sus dedos en su pelo.
Mark le besó la oreja.
—¿Raro en qué sentido?
—Es como que todo me revolotea por dentro, y esa mierda —dijo él, gimiendo un poco cuando su lengua llegó al lóbulo de su oreja—. Como si hubiera tragado burbujas y me estuvieran haciendo cosquillas por dentro. Es jodidamente raro.
Mark se echó a reír, acercándolo más a su cuerpo.
—Eres tan idiota. Qué suerte que eres guapo.
—Eh —se quejó, haciendo un puchero.
Mark le besó en los labios, y él se lo devolvió felizmente. Se sentía tan, pero que tan bien. Los besos nunca se habían sentido tan bien hasta Mark, estaba seguro.
Se quejó en protesta cuando sintió que se retiraba.
—No me importa —dijo Mark con la voz ronca, mirándolo a los ojos y acariciando su mejilla—. Amo todo sobre ti.
Donghyuck sintió como si las burbujas en su pecho estuvieran a punto de hacerlo flotar.
—Como… ¿Como a un amigo?
Mark sonrió.
—No es como un amigo.
Donghyuck sonrió también, con vergüenza, antes de esconder su cara enrojecida de nuevo en su hombro.
—Uhg. Esto es tan asqueroso. Estamos siendo taaan chicas.
Sintió que Mark se reía.
—Eres una persona tan ridícula —dijo, y dejó caer un beso sobre su cabeza.
Donghyuck sonrió contra el hombro de Mark, sintiéndose tan mareado que no sabía qué hacer consigo mismo. Alzó un poco la barbilla.
—También te amo —murmuró, antes de besar su garganta y respirar su aroma limpio y masculino—. No como amigo —agregó, en caso de que no fuera obvio.
Los brazos de Mark simplemente se apretaron a su alrededor en respuesta. Donghyuck se permitió a sí mismo disfrutar de ese momento durante unos minutos antes de decidir que eso se estaba volviendo demasiado sensiblero y vergonzoso.
—Vamos a follar —dijo, levantando la cabeza para poder verlo a los ojos.
La risa de Mark en respuesta fue el jodido mejor sonido del mundo.
FIN
1 note
·
View note
Text
CAPÍTULO DIECISIETE
Normalmente odiaba las mañanas, no era una persona mañanera en absoluto. Pero esa estaba siendo muy agradable, decidió aún medio adormilado, mientras empujaba la cara contra su almohada cálida y que olía ridículamente bien. Alguien le acarició la cabeza.
—Ya son casi las diez, Hyuck. Despierta.
—No —murmuró.
Se escuchó una risa suave.
—Entonces al menos déjame ir.
Donghyuck frunció el ceño y abrió sus ojos todavía somnolientos. Se encontró a sí mismo viendo un amplio y musculoso pecho, que aparentemente había estado usando como almohada. Parpadeó, lo pensó por un momento y luego volvió a cerrar los ojos. Ya tendría tiempo para sentirse raro más tarde, ahora estaba demasiado bien y aun con sueño como para desperdiciar el tiempo sufriendo una crisis.
—Donghyuck.
—Vete, Mark —murmuró.
—Es un poco difícil cuando estás tirando sobre mí —dijo él, con la voz extremadamente seca.
Donghyuck suspiró antes de levantar un poco la cabeza. Mark lo miraba con una leve diversión.
—No sabía que eras un abrazador —comentó, con una media sonrisa—. Apenas podía respirar cuando desperté.
Quería darse la vuelta, pero eso requería un esfuerzo excesivo, además estaba ridículamente distraído por su piel dorada y su cabello desparramado por la almohada. Gimió y dejó caer de nuevo la cabeza sobre el pecho de Mark. Santa mierda, eso era horrible. Horrible. Una parte de él había esperado que su estúpido pseudo-enamoramiento desapareciera después de que le permitiera aflorar un poco, pero al parecer no. En todo caso, parecía ser peor.
—¿Qué pasa? —preguntó Mark, pasando los dedos por su cabello. Donghyuck estuvo a punto de gemir otra vez. Su toque se sintió tan bien, pero realmente no ayudaba a la situación.
—Me siento como una colegiala con un crush —confesó.
Los dedos de Mark se detuvieron.
—Donghyuck… —dijo, con la voz algo apagada. Sonaba tenso, vacilante.
—No digas nada. Lo sé. Sé que lo estoy jodiendo todo. Pero estoy tratando de arreglarlo, ¿vale? No quiero sentirme así por ti. Estoy seguro de que superaré esta mierda pronto. No quiero arruinarlo todo.
La habitación quedó en silencio por un tiempo.
—Está bien —dijo finalmente Mark, apartando la mano de su cabeza.
No fue rudo, pero tampoco particularmente amable, ya que salió por sí mismo de debajo suya para bajarse de la cama.
Donghyuck observó impotente la forma en la que los músculos de su espalda se movían bajo su piel, y apartó la mirada antes de que Mark se diera la vuelta y lo atrapara.
—Vamos, levántate —dijo Mark, alcanzando su ropa y lanzándosela encima—. Ya es bastante tarde.
Donghyuck lo miró con precaución. Parecía completamente a gusto, para nada enfadado con él. Supuso que debía haberse imaginado la repentina tensión en el aire.
Más relajado, se puso la ropa. Se sentía más que un poco adolorido, pero era del tipo de buen dolor que le recordaba el fantástico sexo que habían tenido. Su piel todavía se sentía algo sensible, pero no le importó. Lo único le molestaba era el hecho de que quería un beso de buenos días. O dos.
O tres.
—Entonces, ¿estáis juntos ahora? —preguntó Jaehyun en cuanto entró en la cocina, recién salido de la ducha.
—No —dijo Mark.
Donghyuck se tragó su café y empujó la taza hacia Mark, mirándolo de manera suplicante. Mark puso los ojos en blanco, pero le sirvió más.
Sus rodillas se rozaron por debajo de la mesa. Donghyuck parpadeó unas cuantas veces tratando de concentrarse en otra cosa. Esperaba no haberse sonrojado. Ugh, esto es lo peor. Se le ponía la piel de gallina con el contacto más inocente. Era su mejor amigo, por el amor de Dios. Solo su mejor amigo.
—Hmm —dijo Jaehyun, abriendo la nevera—. ¿Dónde está mi batido de col rizada?
Mark resopló.
—No puedo creer que casi me enamoré de alguien que bebe batido de col rizada.
Jaehyun le dio la vuelta al asunto.
—Es cosa de tu hermano. Me está poniendo en una nueva y “saludable” dieta. —Jaehyun hizo una mueca—. Al parecer, mis niveles de colesterol son tan altos que es un milagro que siga con vida.
Donghyuck se rio entre dientes.
—Tú eres quien se casó con él.
Jaehyun se encogió de hombros.
—Sí, lo sé. Sin embargo, no me arrepiento. Folla como un sueño.
—Demasiada información —se quejó Mark, dando a Donghyuck un trozo de pan tostado.
—No novios, ¿eh? —Jaehyun los miró a ambos, con las cejas levantadas.
Mark parecía muy absorto en hacer sus propias tostadas, por lo que era a él a quien le tocaba responder. Reprimió el impulso de afirmar que solo eran amigos y ya está, sería ridículo. Jaehyun probablemente los había visto besándose el día anterior, y además, se había quedado toda la noche, una noche en la que además no habían sido exactamente silenciosos.
Se sonrojó ante el pensamiento.
—Somos mejores amigos —murmuró. Hizo una pausa antes de agregar, con tono vacilante—: Solo follamos. Somos mejores amigos que follamos. A veces. Bueno, más bien casi todos los días. Pero sí. Amigos con beneficios. Solo eso. La gente lo hace todo el tiempo.
Mark no levantó los ojos de su tostada. Jaehyun le dio una larga mirada antes de volver los ojos a Donghyuck.
—¿Estás teniendo un enloquecimiento gay o algo así? Supéralo.
Donghyuck abrió la boca y luego la cerró.
—No es asunto tuyo, Jaehyun —dijo Mark, sin alzar los ojos—. No lo intimides.
Jaehyun hizo una mueca inocente.
—¿Quién, yo? Nunca. Solo creo que si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, es estúpido pretender que no es un pato.
En esa ocasión, ninguno dijo nada.
Donghyuck miró fijamente su raza otra vez vacía, tratando de encontrar algo que decir que no sonara a que estaba en negación. No lo estaba. Él y Mark no eran... Solo estaban… Simplemente estaban…
La tensión se rompió cuando Taeyong entró en la cocina, viéndose sudoroso y sonrojado. Parecía que acababa de correr una maratón.
—Buenos días, dormilón —dijo, agachándose a darle un rápido beso a Jaehyun antes de sacar el zumo de naranja de la nevera para beberlo.
Donghyuck observó a Jaehyun, este miraba con atención la garganta de su marido mientras Taeyong tragaba.
—Asqueroso —le susurró Donghyuck a Mark, quien solo soltó un bufido, acostumbrado a la escena.
—Alguien debe haberse bebido el batido que hiciste para mí —dijo Jaehyun, sin molestarse en fingir estar molesto por ello.
Taeyong le sonrió de lado y sacó un batido de col rizada de la nevera más pequeña, la que estaba bajo la encimera.
—Aquí está, cariño.
Jaehyun parecía abatido.
Donghyuck se rio silenciosamente y buscó con los ojos a Mark, con la intención de compartir su diversión, pero cuando lo miró, vio que no había ni rastro de una sonrisa en su cara. Mark se tomó un sorbo de su café, con los ojos duros, brillando con ese toque hostil y ya familiar en ellos.
Frunció el ceño, sin saber qué había causado aquel cambio. ¿Podría ser que Mark todavía estuviera interesado en Jaehyun? ¿Estaría celoso de su hermano? Odió lo mucho que le disgustó el pensamiento. Rayos. Aquello era tan asqueroso. Los celos eran horribles en general, pero estar celoso por su mejor amigo era simplemente asqueroso y estúpido.
Completamente molesto por la forma en la que se sentía con Mark, decidió que lo mejor era que se fuera.
Tratando de actuar lo más casual que pudo, lo pateó por debajo de la mesa.
—Oye, me tengo que ir. Acabo de recordar que el club se está quedando sin suministros. —Ni siquiera era una mentira, estrictamente hablando. Así que su voz sonó segura al decirlo.
Mark asintió y lo siguió fuera de la cocina. Donghyuck no sabía por qué, no era como si no supiera dónde estaba la salida. Mark normalmente no se molestaba en acompañarlo a la puerta.
Consciente de su presencia tras él, se deslizó dentro de su chaqueta y se palpó los bolsillos para asegurarse de que no olvidaba nada.
—Uhm… bien —dijo, esbozando una extraña media sonrisa mientras se daba la vuelta.
Mierda, no tenía ni idea de lo que estaba mal con él. Sus músculos se tensaron y su estómago estaba como raro, aleteante. Mark lo miró con la misma expresión ilegible y con sus hombros perfectamente relajados.
Cabrón.
También se veía tan jodidamente bien que quería lamerlo. Lo miró, haciendo muecas por dentro.
—Me voy, entonces.
—Donghyuck —dijo Mark, cuando empezó a girarse—. Sobre lo que dijo Jaehyun…
Se puso rígido y lo miró con cautela.
—Ignóralo —pidió—. Actúa como si fuera fácil superar un “enloquecimiento gay”. Nunca lo es, especialmente con tus padr… Con un fondo como el tuyo, y no debería haber sido tan frívolo al respecto. No tenía derecho a presionarte en algo para lo que no estás preparado, para algo que quizá nunca lo estés.
Donghyuck sintió que su garganta se cerraba y tuvo que apartar la vista por un momento para recuperarse.
—Gracias, hombre. Yo…, eres el mejor.
Mark le dio una sonrisa torcida y se frotó la mandíbula desaliñada con cansancio.
—Sí, lo que sea.
Le dio una palmada en la espalda y todo fue muy masculino y muy parecido a una situación típica entre amigos.
Así que por supuesto Donghyuck tuvo que arruinarlo.
Se abalanzó sobre él y lo besó de manera descuidada, enterrando una mano en el suave pelo de la nuca de Mark que lo había estado volviendo loco durante la última hora. Empujó su lengua dentro de su boca, suspirando un poco por el delicioso contraste entre su suave y húmeda boca y su mandíbula áspera y sin afeitar.
Después de un momento, Mark por fin le respondió. Subió su mano y acunó su cara mientras le devolvía el beso, profundo y duro. Donghyuck se escuchó a sí mismo gemir, y tras eso perdió la noción del tiempo, de sí mismo, de todo. No tenía ni idea de cuánto tiempo pasó antes de que Mark rompiera el beso. Mark se echó hacia atrás y lo miró con sus ojos oscuros, suaves e intensos a la vez.
—Maldita sea, Hyuck.
Sacudió la cabeza con una expresión frustrada y luego se dio la vuelta y desapareció dentro de la cocina, sin siquiera decir adiós.
Donghyuck se apoyó contra la pared, con todo su cuerpo temblando por el placer, sus labios adoloridos, y su mente estallando en pánico.
Mierda.
¿Qué estoy haciendo?
0 notes
Text
CAPÍTULO DIECISÉIS
Donghyuck no quería estar allí, en el vigésimo cumpleaños del hermano menor de Mark.
No era la primera fiesta familiar de los Lee a la que había sido invitado. Por lo general le gustaban un poco. Los Lee eran una familia ruidosa y unida, y siempre habían sido cálidos con él. Pero esa vez era diferente.
Después de lo ocurrido hacía unas semanas durante la noche de películas, Donghyuck había estado evitando aquella casa, queriendo olvidar la línea que Mark y él habían cruzado brevemente.
No era que ya no tuviera sexo con Mark al menos cada dos días, pero al menos se estaban comportando. O algo así. Después de lo de esa noche, Mark parecía incluso más decidido a no mezclar su amistad con su vida sexual, hasta el punto en el que a veces parecía una persona completamente diferente cuando se acostaban. Una persona que desaparecía tan pronto como el sexo terminaba.
Aquello realmente -realmente- estaba jodiendo su cabeza, haciendo que se sintiera de nuevo inseguro con respecto a su amistad.
Amistad. La palabra se sentía tan inadecuada. No creía que fueran ya amigos. Mark no parecía tener ganas de compartir sus pensamientos con él como antaño, solo lo miraba con su ya típica expresión ilegible, volviéndolo loco.
La mitad de las veces, Donghyuck echaba de menos a su mejor amigo y a su dinámica cómoda y amigable, la confianza entre ellos. El problema era que cuando Mark estaba en ese modo, aun así se sentía insatisfecho, ansiando cosas que un mejor amigo no le daría. Era una total jodida de mente.
Así que, considerando lo inestable y rara que estaba siendo su relación con Mark últimamente, no se sentía muy cómodo en la fiesta de los Lee, inseguro de su lugar entre ellos como nunca antes lo había estado. Como mejor amigo de Mark, había participado en muchos de los eventos familiares de los Lee a lo largo de los años, pero Donghyuck no estaba seguro de que siguiera siendo amigo de Mark, y mucho menos el mejor.
Sin mencionar que Donghyuck no estaba exactamente ansioso por finalmente conocer a Jaemin el imbécil. Mark siempre invitaba a más de uno a los eventos familiares si en el momento de estos estaba saliendo con alguien. Pero Donghyuck no había podido librarse: Jisung lo había llamado personalmente para invitarlo, y él no consiguió inventar ninguna excusa para no tener que ir.
Estaba jodidamente lamentándolo.
Donghyuck lanzó otra mirada de reojo al tipo que se reía junto a Mark. Al parecer, Jaemin el imbécil era muy real, y no alguien a quien Mark se había inventado, como él había empezado a sospechar. Le bastó un único y buen vistazo darse cuenta de que era todo lo contrario a él.
Se sintió extraño e incómodo en su propia piel, observando a Jaemin el imbécil compartir chistes de la escuela de leyes con Mark, los cuales volaban por encima de su cabeza sin molestarse en intentar darle la oportunidad de que los entendiera.
Lo odiaba. Odiaba cuán desgarbado y grande se sentía en comparación con ese delicado, pequeño y bonito idiota. Lo inculto que se sentía -era- comparado con él. Odiaba que a Mark claramente le gustara aquel imbécil, siempre sonriendo y prestando toda su atención a todo lo que decía.
Con los labios apretados, Donghyuck se dio la vuelta, dándose de bruces con Jaehyun, quien aparentemente lo había estado observando.
—¿Qué? —preguntó entre dientes.
Jaehyun simplemente se encogió de hombros, con sus ojos afilados y evaluadores todavía sobre él.
Donghyuck desvió la mirada. Las personas exitosas como Jeong Yuno siempre lo hacían sentirse incómodo alrededor de ellas. Jaehyun tenía prácticamente la misma edad que él, pero era multimillonario, una exestrella del fútbol, y dueño de su propia línea de moda. Donghyuck siempre se había sentido tan malditamente inadecuado a su lado que ni siquiera era gracioso.
Su disgusto por Jaehyun no tenía nada que ver con que Mark soliera estar interesado en él. Donghyuck no sentía ninguna enemistad hacia las citas de Mark. Nunca había intentado competir contra ellas. No había nada sobre lo que competir, claro: él era el mejor amigo, quien su único trabajo era poner los ojos en blanco y molestarlo por sus enamoramientos fugaces y su incapacidad por comprometerse con nadie.
Pero ahora se sentía fuera de balance. Intentaba asumir su papel de mejor amigo paciente y abnegado, pero encajaba todo mal, como si lo hubiera superado sin siquiera darse cuenta.
—Puedes irte si quieres, ya sabes.
Donghyuck se sobresaltó y giró la cabeza. Forzó una sonrisa cuando encontró a Jisung allí de pie, sosteniendo una cerveza.
—¡El cumpleañero! —Pasó la mano por el cabello oscuro de Jisung, ganando una mirada profundamente sin impresionar de él.
—Hablo en serio —dijo Jisung—. Parece que prefirieras estar en otro lugar. No me ofenderé si decides abandonar nuestra aburrida fiesta familiar. Aunque Mark podría.
Donghyuck miró hacia Mark, pero él todavía parecía absorto en su conversación con Jaemin.
—Bueno, ni se ha dado cuenta de que llegué, así que… —Estaba bastante orgulloso de lo indiferente y casual, casi burlón, que consiguió sonar.
Jisung resopló.
—Sí, claro. Sabes lo raro que es contigo.
Donghyuck frunció el ceño.
—¿Raro? Qué dices.
—Vamos, siempre ha sido raro contigo.
—¿En qué sentido? —preguntó, en contra de su buen juicio.
Jisung miró hacia Mark y Jaemin.
—Como, el hecho de que nunca ha salido con un castaño en su vida. Ha habido como quince tipos que se molestó en presentarnos a lo largo de los años, y todos ellos tenían el pelo oscuro o teñido de otros colores.
—Él tiene un tipo de chicos —respondió, sin saber muy bien qué insinuaba Jisung.
—Tal vez —respondió el cumpleañero, encogiéndose de hombros. No sonó muy convencido. Entonces, le dedicó una sonrisa torcida—. Sabes, ser el bebé de la familia tiene ciertas ventajas. Escuchas y notas mierda a las que los “adultos” permanecen ciegos. Estoy bastante seguro de que incluso Mark piensa que tiene un tipo, y tal vez lo tiene. —Volvió a encogerse de hombros—. Nuestro subconsciente puede ser así de gracioso. Siempre le ha disgustado el cliché de los hombres gays que van por ahí suspirando por su mejor amigo hetero.
Donghyuck abrió la boca y la cerró. Jisung no tenía ni idea de lo que estaba hablando. Mark no… Mark nunca había sido raro con él, al menos no hasta hace poco. La simple idea de que él había influido de alguna forma en la elección de sus novios era ridícula. Por completo.
Ellos solo eran amigos. Mark nunca lo había visto como nada más que eso, hasta que él lo obligó a ser follamigos.
—Estás equivocado. Te lo aseguro.
Jisung rodó los ojos, antes de mirar hacia su teléfono entre sus manos.
—¿Quieres apostar cuánto tiempo durará el chico nuevo antes de que Mark encuentre algún fallo en él y lo abandone? Una semana, dos como máximo.
—Creo que llevan un mes juntos.
—¿De verdad? —preguntó Jisung, tecleando algo en su teléfono—. Nos enteramos de la existencia de ese tipo hará una hora.
Donghyuck parpadeó.
—Vete a casa si te aburres, Hyuck —dijo Jisung, antes de alejarse.
Donghyuck vaciló. Quería irse, pero al mismo tiempo se sentía un poco paranóico. Si se iba, Mark podría llevar a Jaemin arriba, y…
—Ugh —se quejó en voz baja, frustrado consigo mismo. Estaba siendo ridículo. Su presencia allí no detendría a Mark de llevar a Jaemin arriba, o de besarlo delante de todos. Donghyuck no era nadie. Bueno, no nadie, pero…
Miró de nuevo a Mark y frunció el ceño cuando vio que Jaemin estaba apoyado contra él. Mark no lo estaba alentando, con las manos en los bolsillos de sus pantalones oscuros, pero tampoco estaba haciendo nada por apartarlo. Donghyuck quería, joder, realmente quería, gritar de frustración.
Se suponía que no debía sentirse de aquella manera. Mark era su mejor amigo. ¿Qué estaba mal con él? La mirada de Mark se desvió repentinamente hacia él, por primera vez en lo que iba de noche. Su expresión era rara, parecía enfadado. No podía ser con él. Donghyuck simplemente estaba ahí, ocupándose de sus asuntos.
Confundido, lo observó más de cerca.
Mark parecía prestarle mucha atención a Jaemin, aunque de vez en cuando cuando lo miraba a él, su mirada se oscurecía y su mandíbula se apretaba de esa manera claramente irritado. Pero irritado con quién. Donghyuck no tenía ni idea. ¿Con él? ¿Consigo mismo? ¿Tal vez Mark estaba irritado porque él no estaba haciendo ningún esfuerzo por hacerse amigo de su cita?
Donghyuck frunció el ceño. Si debía ser honesto, no quería hacerse su amigo. Pero tal vez debería. Si Mark iba en serio con él, querría que su mejor amigo se llevara bien con su novio, ¿verdad?
Ignorando la mala sensación carcomiendo sus entrañas, se dirigió lentamente a donde estaban.
—Oye —dijo Mark cuando se acercó a ellos. Algo cambió en su expresión antes de deslizar un brazo flojamente alrededor de sus hombros.
El gesto fue tan perfectamente amigable y casual que no había ninguna necesidad de que su cuerpo fuera tan consciente de él. Donghyuck respiró superficialmente el familiar aroma de la loción para después de afeitar de Mark, y fingió que no tenía ganas de empujar su cara contra su garganta para poder olerla en todo su esplendor.
—Jaemin, Donghyuck —dijo Mark—. No creo que os hayan presentado oficialmente todavía.
—Encantado de conocerte —dijo Jaemin, casi sin mirarlo. Sus ojos estaban solo en Mark. Prácticamente babeaba. Era repugnante.
Donghyuck murmuró algo no comprometido, tratando de reprimir el ridículo impulso de decirle a ese imbécil que dejara de comerse a su mejor amigo con los ojos.
—No me dijiste que vendrías —dijo Mark. Parecía distraído, con los ojos puestos en Jaemin.
Donghyuck estaba harto de eso. Del acto de Mark al más puro estilo Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Allí, rodeando por la extensa familia de Mark, sus amigos y Jaemin, Donghyuck quiso repentinamente una prueba de que el Mark que se había enterrado en él casi toda la noche anterior, que el Mark que lo había llamado cariño y luego le susurró cosas sucias al oído no era solo un producto de su imaginación. Así que, por primera vez, optó por apoyarse en el costado de Mark, convirtiendo el casual abrazo de amigos en una manifestación pública de afecto poco común, prácticamente acurrucado contra él. Sintió como Mark se tensaba un poco, pero su rostro no reveló nada. Lo que sí que hizo fue lanzarle una mirada extraña, al mismo tiempo en que levantaba un poco sus cejas.
Donghyuck notó como se sonrojaba, pero no se apartó.
Mark lo estudió por un largo momento, con su expresión levemente enfadada. A pesar de ello, el brazo que tenía a su alrededor se apretó un poco, acercándolo contra sí. Donghyuck no debería haberse sentido tan contento con ello, pero lo hizo. Miró a Jaemin, sintiendo una oleada de satisfacción cuando vio que este definitivamente se había dado cuenta de lo cerca que estaban. No podía leer bien su cara, pero saltaba a la vista que ya no estaba tan alegre como antes.
—¿Dónde está el baño, Mark? —preguntó Jaemin, dando a Mark una especie de mirada significativa que este no pareció notar porque seguía mirándolo a él.
—Por el pasillo a la izquierda —respondió Donghyuck.
Jaemin lo fulminó con la mirada y él hizo lo mismo. ¿Qué le pasaba? ¡Solo había respondido!
—Te ves terriblemente complacido contigo mismo —dijo Mark cuando Jaemin se marchó.
Donghyuck miró a cualquier parte menos a él.
—¿Te lo estás follando? —preguntó, antes de poder detenerse. Era algo que había querido preguntar hacía bastante tiempo, aunque al mismo tiempo, no quería saber la respuesta.
Mark lo miró con dureza por alguna razón.
—No.
Donghyuck asintió, sintiendo como el nudo en su estómago se aflojaba un poco.
—Hemos estado saliendo casualmente hasta ahora. Pero eso podría cambiar, está buscando una relación seria.
—¿Sabe sobre mí? Que somos…
—¿Follamigos? —completó Mark.
Donghyuck no estaba seguro de que le gustara esa palabra. Había algo en la forma en la que la dijo Mark que lo golpeó de cierta manera.
—No hay razón para que él sepa de ti, ¿verdad? —dijo Mark—. Solo sabe que él y yo no somos exclusivos todavía.
Todavía.
—¿Lo besas? —preguntó, otra vez sin querer.
Mark parecía tan sorprendido por esa pregunta como él mismo. Y con razón, ¿eso qué más le daba?
Donghyuck agachó la mirada.
—Es solo curiosidad.
—¿Curiosidad? —la voz de Mark sonó peligrosamente suave—. Pensé que lo único que te importaba era dónde ponía mi polla.
Donghyuck frunció el ceño.
—Creo que no deberías besarlo. ¿Y si tiene herpes? No quiero contraer herpes.
La expresión de Mark se volvió tensa.
—Eres jodidamente increíble. Averigua qué demonios está pasando en tu cabeza. Pareces confundido.
Se giró, con la intención de alejarse de él e ir hacia Jaemin. Pero Donghyuck lo agarró de un brazo.
—¡Pero es una preocupación legítima! —balbuceó, sintiéndose desesperado y posesivo. ¿Qué demonios estaba mal con él? ¿En qué lo había convertido Mark?—. ¡Se ve poco saludable! ¿No crees que se ve poco saludable?
Un músculo se contrajo en la mandíbula de Mark.
—Escucha, Donghyuck —dijo, bajando la voz—. Sigues diciendo que eres un hombre heterosexual. Pues bien por ti, pero yo soy un hombre gay. No quieres nada de mí, solo mi polla; estoy bien con eso, pero también necesito cosas que tú no puedes darme. Cosas que tendré que conseguir de alguien más. Somos amigos que ocasionalmente se acuestan, nada más. No jodas mi cabeza, ¿entendido?
—Pero te dejo besarme —dijo confundido—. ¿Qué más podrías querer?
Mark se echó a reír.
—¿Qué más podría querer? —sacudió la cabeza, con una sonrisa irónica—. Gracias por aguantar mis besos. Es muy sacrificado de tu parte. —Liberó su brazo de su agarre y volvió con su cita.
Jaemin sonrió a Mark y dijo algo, mientras sus dedos acariciaban sus bíceps. Algo explotó en la boca de su estómago. De pronto se sintió molesto, molesto y enfadado sin razón alguna.
Averigua qué demonios está pasando en tu cabeza. Pareces confundido.
Donghyuck suspiró, tratando de darle sentido a sus emociones. Mark tenía razón. Aquello no era normal. Estaba… Se estaba comportando muy raro últimamente. Junto con su reciente e inquietante comprensión de que se sentía sexualmente atraído por su mejor amigo, esa posesividad solo era otro síntoma del problema. Y el problema era que parecía haber desarrollado un… un gusto por todas esas cosas gay que Mark le había hecho.
¿Un gusto? susurró una voz al fondo de su cabeza. Un anhelo quizá sería un término más apropiado.
Donghyuck frunció el ceño. Entonces, ¿qué significa eso? ¿Era gay ahora?
El pensamiento era… inquietante. No tenía nada contra los gays, pero… él simplemente no podía ser uno. No se sentía uno. Su mirada todavía gravitaba alrededor de las mujeres hermosas -y Mark-. Parecía que solo había desarrollado un poco de algo por Mark en concreto. Probablemente era natural, considerando que le quería. Así que era totalmente natural que sus afectos platónicos, junto con todo el sexo caliente que habían estado teniendo, dieran paso a algún tipo de pseudo-enamoramiento. Debería pasarse pronto, ¿verdad?
No significaba que fuera gay.
Aliviado por finalmente haber encontrado una explicación para todos los sentimientos que tenía dentro, Donghyuck se dirigió hacia Mark y Jaemin, decidido a ser un buen mejor amigo y reprimir su intenso disgusto por el chico. Jaemin no tenía la culpa de que Donghyuck hubiera desarrollado aquello por Mark, así que iba a demostrarle que podía dejar de actuar como un bicho raro posesivo.
—¿Encontraste el baño? —preguntó, con su mejor voz.
Jaemin dejó de comerse a Mark con la mirada y lo miró.
—Sí —dijo con frialdad.
Donghyuck le dio su sonrisa más brillante y se deslizó entre ellos. Podía sentir la intensa mirada de Mark en su nuca, pero lo ignoró, enfocando su atención en Jaemin. Quería ser amable con el chico, pero se quedó en blanco cuando trataba de pensar en algo amistoso que decir.
—Yo…, ¿ves el fútbol? —preguntó al fin.
—En realidad no —dijo Jaemin con frialdad, viéndolo como si pensara que era estúpido.
—Mark me lo ha contado todo sobre ti —dijo alegremente, ignorando la punzada de inseguridad—, pero creo que necesitamos conocernos mejor y convertirnos en amigos si vais a ser algo. —Las palabras hicieron que quisiera vomitar, pero se esforzó por esbozar una sonrisa amistosa.
—Amigos —repitió Jaemin, con la voz cargada de escepticismo y sus bonitos ojos expresando su duda sobre si tendrían algo en común.
Había algo vagamente ofensivo en su mirada, pero Donghyuck estaba decidido a ignorarlo. En situaciones así tenía la piel bastante gruesa, además, estaba tratando de demostrar un punto.
Pero antes de poder decir algo, la mano de Mark le apretó el hombro, un toque vagamente tranquilizador.
—Donghyuck ha sido mi mejor amigo por mucho tiempo —dijo Mark, su voz acerada moviéndose más cerca de él. Donghyuck se encontró relajándose contra su cuerpo, sintiendo como los últimos remanentes de su incomodidad desaparecían—. Puede que sea un poco idiota, pero tiene buenas intenciones. Y bajo todo el pavonear, es un tipo auténticamente bueno.
—Oye —dijo él, con un intento de puchero—. ¡Yo no soy un pavo real!
Mark le dedicó una sonrisa torcida, con sus ojos brillando con diversión y afecto.
—Al menos los pavos reales son bonitos.
Para su mortificación, se sintió un poco halagado. Demonios. Esa cosa del pseudo-enamoramiento era jodidamente horrible.
Alguien se aclaró la garganta y Donghyuck apartó la mirada de Mark. Jaemin tenía los labios fruncidos.
—Creo que me iré a casa, Mark —dijo, con una voz bastante fría.
Mark le dedicó una mirada también fría.
—¿Quieres que te lleve?
Jaemin negó con la cabeza y se dirigió a la puerta, con esta bien alta.
Bueno, eso fue incómodo, pensó Donghyuck, pero no podía obligarse a que le molestara demasiado. Había algo acerca de estar apoyado contra el costado de Mark que hacía que se sintiera mareado por dentro. Fue absolutamente repugnante, pero no podía apartarse.
Solo un minuto más.
Mark arqueó un poco las cejas.
—Hoy estás muy sensible al tacto —observó. Donghyuck sintió arder su cara.
—Cállate —murmuró, obligándose a alejarse. Pero el brazo de Mark a su alrededor no se movió, y él se rindió tras un esfuerzo simbólico.
—Aprecio que hayas hecho el esfuerzo de entablar amistad con Jaemin —dijo Mark, con el rostro cuidadosamente neutral.
Donghyuck resopló.
—Bueno, parece que él no lo apreció. Me miró como si fuera un insecto a sus pies. Aunque tengo que felicitarlo por su habilidad de mirar hacia abajo a alguien dos cabezas más alto que él.
Los labios de Mark se fruncieron.
—Aunque no lo culpo. Me llamaste bonito delante de él —añadió, con una sonrisa torcida—. Probablemente supuso que estábamos follando.
Los ojos de Mark seguían fríos.
—Eso es irrelevante. Él y yo hemos estado en algunas citas casuales y ya. No nos debemos nada.
—Odio decírtelo, pero él parece estar en desacuerdo —comentó. Podía obtener con facilidad la perspectiva de Jaemin.
Mark se encogió de hombros.
—Eso es cosa suya, yo nunca hice ninguna promesa.
Donghyuck resopló.
—Puedes ser un completo gilipollas a veces. Engañas a la gente para que piense que eres agradable, pero en realidad eres un completo idiota.
—Soy agradable con las personas que se lo merecen —dijo Mark, con una voz inesperadamente dura—. Fue un imbécil contigo cuando intentabas ser amable con él. Pensé que era mejor persona que eso.
Donghyuck apartó la mirada, con el ceño fruncido. Pese a todo, no podía evitar pensar en que estaba siendo un poco injusto con el chico. Entonces recordó las palabras de Jisung. ¿Quieres apostar cuánto tiempo durará el chico nuevo antes de que Mark encuentre algún fallo en él y lo abandone?
¿Tendría Jisung razón? ¿Mark siempre había sido así y él no se había dado cuenta? Para alguien que decía estar buscando una relación sería, seguro que Mark no había hecho ningún esfuerzo por comprender a ninguno de los hombres con los que había salido. Era raro. Por su propia experiencia, Mark era genial en eso de la empatía. Lo leía como un libro abierto, siempre en sintonía con su estado de ánimo: como hacía unos minutos, cuando sintió su vergüenza e inseguridad, que inmediatamente intervino para protegerlo.
Era bastante raro que Mark no mostrara esa misma empatía hacia las personas con las que realmente estaba saliendo.
—Solo estaba celoso —dijo—. Lo entiendo.
Sintió los ojos de Mark en su cara.
—¿Qué?
Donghyuck vaciló. A al mierda, Mark seguía siendo su mejor amigo. Si no podía ser honesto con su mejor amigo, ¿con quién podría serlo? Le devolvió la mirada.
—Yo también me sentí así.
Algo cambió en los ojos de Mark, aunque su expresión permaneció cautelosa.
—¿Celoso?
Donghyuck se humedeció los labios.
—Simplemente… Parece que he desarrollado un poco de algo por ti —contó con una risita que sonó dolorosamente incómoda incluso para sus oídos—. No te preocupes, estoy seguro de que solo es un efecto secundario de todo el gran sexo, se me pasará. Sabes que soy heterosexual, pero yo solo… —se encogió de hombros, mirando a Mark sin poder hacer otra cosa—. Lo siento. Sé que me dijiste que no jodiera tu cabeza, pero estoy tan malditamente confundido, Mark.
Mark suspiró.
—Hyuck… —se inclinó hacia él y besó la comisura de sus labios.
Probablemente aquello estaba destinado a ser un beso amistoso y reconfortante, excepto que Donghyuck arruinó por completo todas las buenas intenciones de Mark al temblar y separar sus labios con impaciencia.
Pudo sentir la sorpresa de Mark, pero aún así lo complació, besándolo en la boca, mientras enterraba una mano en su pelo. Donghyuck suspiró de felicidad cuando la lengua de Mark se deslizó dentro de su boca. Chupó su lengua con avidez, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura para acercarlo más a él. Parecía que habían pasado meses desde la última vez que se habían besado, no un día. Estaba tan malditamente hambriento por eso que no sabía ni qué hacer consigo mismo.
Alguien silbó.
—Vosotros dos, conseguid una habitación. Hay niños aquí.
—Vamos —dijo Mark con la voz ronca, sacándolo de la sala llena de gente.
Donghyuck ni siquiera podía asustarse por la escena que probablemente acababan de causar. En el momento en el que entraron en la habitación de Mark, lo empujó contra la puerta y dejó un montón de besos por su garganta, mientras sus manos vagaban debajo de su camisa. Necesitaba tocarle la piel.
Mío. Esto es mío. Tú eres mío. Mío. Mío. Mío.
Casi le arrancó la camisa. Después de que los botones volaran por todas partes, Donghyuck empezó a salpicar besos por su amplio pecho, inhalando con ganas. Joder, olía y se sentía tan bien. Donghyuck no podía esperar a estar desnudo bajo él.
Desabrochó la bragueta de Mark y sacó su polla gruesa, dura y deliciosa. Se arrodilló y lo tragó con ansias, haciendo que Mark gimiera fuertemente sobre él. Donghyuck siempre había pensado que las mujeres fingían cuando gemían alrededor de una polla. Ahora parecía incapaz de dejar de hacer ruidos de felicidad mientras él mismo chupaba la de Mark, con su propia polla dura y goteante en sus vaqueros.
—Te ves tan jodidamente bonito con mi polla en tu boca —los dedos de Mark acariciaron su pelo y sus orejas, haciendo girar su cabeza—. Tan malditamente ansioso por ello. ¿Estás mojada por chuparme, cariño?
Donghyuck gimió de nuevo alrededor de su polla. La suya propia se contrajo.
—Mírate —volvió a hablar Mark, acariciando su mejilla—. Mierda, quiero correrme en tu cara. ¿Puedo hacerlo, cariño?
Donghyuck frunció el ceño, pero asintió. Se sintió un poco decepcionado de no tener a Mark dentro de él, pero eso también era bastante caliente, de una manera un poco humillante.
—No te preocupes —dijo Mark, masturbándose sobre su cara—. Voy a comerte el culo tan bien; te chuparé el clítoris durante horas hasta que ruegues por mi polla.
Donghyuck se estremeció y separó los labios, al mismo tiempo en que Mark empezó a correrse en su cara.
Después de unos minutos Mark cumplió su promesa. Lo acostó en su cama y le chupó la polla por lo que pareció una eternidad, todo el tiempo tocando y estirando también su coño para que estuviera listo cuando fuera a meterle la polla.
Mark estaba duro otra vez para el momento en el que él le empezó a rogar, follando su boca.
—Porfavorporfavorporfavor… Te necesito…
Mark le dio la vuelta hasta ponerlo en cuatro patas y se empujó dentro de él de un solo movimiento. Donghyuck sintió su aliento caliente e inestable instalarse junto a una de sus orejas, y su cuerpo pesado encima de su espalda. Gimoteó, amando la sensación. No sabía cómo había vivido sin él.
—Estás tan malditamente apretado —jadeó Mark, moviéndose en su interior lentamente—. ¿Cómo puede una puta obsesionada con las pollas estar tan apretada?
Jadeando sobre sus brazos cruzados en el colchón, Donghyuck arqueó la espalda y se empujó contra la polla de Mark. No había una sensación mejor en el mundo.
—Tan desesperado por ello —las embestidas de Mark se hicieron cortas, pero más profundas. Su polla no dejaba de golpear su próstata una y otra vez—. Apuesto a que harías lo que fuera por mi polla.
Donghyuck no podía hablar, apenas y podía respirar. Su cuerpo se sacudía ante cada embestida.
—Todo el mundo en la planta baja sabe que lo estamos haciendo —dijo Mark, envolviendo su mano alrededor de su polla, empezando a masturbarlo—. Incluso si no adivinaran que nos fuimos para follar, probablemente puedan escuchar los sonidos que estás haciendo mientras te la meto. Así de puta eres.
Donghyuck gimió, sintiendo una nueva oleada de excitación golpearlo con fuerza. El hecho de que todos los que estaban abajo lo sabían no deberían ponerlo tan cachondo -de hecho deberían haberle provocado como mínimo un ataque de pánico- pero ahí estaba, tan caliente que hasta le dolía. Estaba tan malditamente cerca…
Mark enterró su cara en su nuca, respirando con dificultad. Su polla no dejaba de entrar y salir de su coño.
—Apuesto a que si se esfuerzan lo suficiente, podrán escuchar lo mojada que estás alrededor de mi polla.
Donghyuck se corrió. Su orgasmo fue tan violento e intenso que sus ojos se humedecieron. Sintió como se derrumbaba, completamente agotado.
Lo último en que pensó antes de quedarse dormido fue:
No podré vivir sin esto.
Sin él.
0 notes
Text
CAPÍTULO QUINCE
Pero todo cambió.
Ahora que las compuertas estaban abiertas, Donghyuck no podía simplemente cerrarlas. Se había vuelto incapaz de ver a Mark solo como un amigo; sus ojos permanecían impotentes en la curva de su boca, en su mandíbula, y su cuerpo ridículamente en forma. Era jodidamente horrible. Lo peor. No tenía ni idea de qué hacer consigo mismo, cómo dejar de querer esas cosas gay, cómo volver a la normalidad y dejar de babear por su mejor amigo. En ese punto, estaba bastante seguro de que no elegiría ni de broma a una chica caliente y desnuda con una correa con una polla sobre un Mark desnudo, con su clara falta de tetas y su cuerpo duro y pesado. Era tan malditamente gay, y estaba tan confundido.
No se sentía gay. No había empezado a ver a otros hombres; no les miraba el cuerpo, ni las manos. Solo a Mark.
La peor parte era que Mark parecía completamente imperturbable e imposible de leer. Después de la paja en el baño de Ten, no había pedido más pajas no correspondidas, y no parecía actuar de manera diferente a su alrededor. Donghyuck se sintió… bastante decepcionado, y eso le molestó. Le molestaba sentirse tan gay y necesitado, mientras que Mark volvía a tratarlo solo como a su mejor amigo.
No era que no quisiera a su mejor amigo a su alrededor, pero… no podía dejar de pensar en follar. Claramente, a Mark no le pasaba lo mismo.
Donghyuck se obligó a centrarse en la televisión.
La pantalla de ochenta y cinco pulgadas que los Lee se habían comprado hacía nada era espectacular, y la película que todos ellos estaban viendo era entretenida. O debía serlo, porque todos los demás estaban absortos en ella. Donghyuck ya estaba empezando a arrepentirse de haber aceptado quedarse en la noche de películas familiar, pero habría sido grosero negarse teniendo en cuenta que apareció en la casa de Taeyong sin avisar. Mark ya se había tendido perezosamente en el sofá de la parte de atrás, y estaba dando unas palmadas en el espacio a su lado para que fuera a sentarse junto a él.
Así fue como terminó apretándose contra él en el sofá de dos plazas que era demasiado pequeño para dos hombres adultos. O al menos se sentía así. Era dolorosamente consciente del calor que irradiaba el cuerpo de Mark, de la mera pulgada que separaba sus muslos. Mark parecía recién bañado y afeitado, el aroma de su loción para después del afeitado hacía que su polla se marcara en sus pantalones de chándal sueltos. Aquello fue lo peor de lo peor. Particularmente enloquecedor porque Mark parecía estar en modo amigo esa noche, sin mostrar ningún interés especial en Donghyuck.
Se mordió el interior de una mejilla, tratando de decirse a sí mismo de que estaba perfectamente bien con pasar el rato como amigos. Eran amigos, ¿no? Podía vivir sin poner sus manos sobre Mark. Por supuesto que no quería deslizar una mano debajo de su camiseta y toquetearle la piel.
Ugh.
Era como si fuera otra vez un adolescente. Solo quería tocarle la polla. Ni siquiera le importaba que hubiera cerca de una docena de personas más en la habitación, todavía quería trepar hasta el regazo de Mark, empujar la lengua dentro de su boca y sentarse sobre su polla, no necesariamente en ese orden. Incluso sus pezones estaban duros y demasiado sensibles contra su camisa, ansiando la atención de Mark. De sus manos, de su boca, de cualquier cosa.
Donghyuck clavó los dedos en sus propios muslos, esperando que el dolor borrara los pensamientos totalmente insanos y gays que le estaban inundando la mente.
Alguien gritó en la pantalla y Donghyuck se sobresaltó. Junto a él, Mark se rio entre dientes.
—Vamos, no es tan aterrador.
Donghyuck miró de nuevo hacia la televisión. Hasta ese momento no se dio cuenta de que estaban viendo una película de terror. O eso esperaba que fuera, por lo del monstruo repugnante y peludo que se estaba comiendo en esos momentos a una rubia todavía viva.
—Asqueroso —masculló, acercándose cada vez más a Mark. No era que estuviera asustado, o algo así. Solo era jodidamente repulsivo.
Mark resopló.
—¿Quieres que te tome de la mano? —preguntó, haciendo que se sonrojara.
—Oh, cállate —replicó, y se estremeció de nuevo cuando el monstruo atacó a otra persona.
Riéndose en silencio, Mark echó un brazo por su espalda.
—Eres un bebé.
Donghyuck miró sin ver la pantalla, respirando lenta y lo más casualmente posible para que Mark no adivinara que estaba prácticamente temblando por el esfuerzo por no recostarse en él.
Mierda.
¿Qué estaba mal con él? ¿Qué era eso? Su estómago estaba revuelto, su polla, dura. Quería que Mark girara la cabeza y besara su mejilla, su boca, que lo besara por todas partes.
Mierda, repitió en su cabeza.
Aquello era gay. Definitiva e indiscutiblemente gay.
—Estás temblando —notó Mark, acariciando su hombro y girando la cabeza hacia él.
Donghyuck forzó una sonrisa.
—Ya sabes que las películas de terror no son lo mío.
No podía leer su expresión en la penumbra. La única luz en la habitación provenía de la televisión, y como era una película oscura y sombría, no hizo un buen trabajo en hacer que todo fuera lo suficientemente brillante como para poder ver las caras bien. Tal vez si se hubieran sentado más cerca de la pantalla, pero estaban demasiado lejos.
—No tienes que quedarte si no te gusta —dijo Mark, acariciando un poco su hombro.
Donghyuck esperaba que no fuera obvio cuánto le gustaba el toque.
—Estoy bien —mintió.
No estaba bien ni de broma. Estaba tan lejos de estar bien como podía. Pero no quería irse, es más, no estaba seguro de ser físicamente capaz de alejarse de Mark y marcharse. Se sentía demasiado caliente, su piel picaba, y su polla estaba tan dura que era incapaz de estar sentado con comodidad. Encima sentía que se moriría si Mark dejaba de tocarlo. Quería… Quería besarlo. Frotar su entrepierna contra la cara de Mark y que le chupara el clítoris.
Mierda.
Con el rostro en llamas, volvió a mirar la película, aterrorizado de sus propios pensamientos. No era su primera fantasía sucia con Mark, para nada. Había estado pensando en él durante meses, cuando se masturbaba. Las fantasías no habían sido nada preocupante al principio, solo había imaginado a Mark follando con él, imaginando que su polla se movía dentro de su culo. Aquella había sido su fantasía preferida para correrse desde hacía bastante. Pero últimamente aparecieron fantasías más preocupantes; Mark chupando su polla; Mark comiéndole el culo; la polla de Mark follando su boca; la lengua de Mark en su boca mientras su polla se hundía en su coño.
Todo aquello era confuso, vergonzoso y malditamente equivocado.
No estaba bien.
No estaba bien soñar despierto con su mejor amigo chupando su clítoris inexistente, mientras ese mismo mejor amigo estaba sentado a su lado, sin darse cuenta de sus sucios pensamientos anormales. Donghyuck se sentía como un completo pervertido.
—¿Crees que estoy enfermo? —preguntó, de manera apenas audible.
Sintió la mirada de Mark clavarse en él.
—¿Enfermo? —preguntó él, también en voz baja.
En la pantalla, alguien gritó otra vez.
Humedeciendo sus labios, volvió la cara hacia Mark.
—Por correrme con… ya sabes.
Sintió la respiración de Mark cambiar. Por supuesto, estaba sorprendido. Nunca habían hablado realmente sobre lo que hacían en la cama (y mucho menos cuando Mark estaba en modo mejor amigo). Donghyuck sintió como si estuviera rompiendo una regla tácita. Incluso sus orejas se sentían incómodamente calientes, pero no apartó la mirada de él. La penumbra ayudó, dándole el coraje para hablar de ello.
—Es un kink muy habitual —dijo Mark, con un tono cuidadosamente neutral—. Una vez salí con un chico al que le gustaba que fingiera que estábamos emparentados mientras teníamos sexo.
—Vaya —dijo Donghyuck.
Mark resopló suavemente.
—Es solo una fantasía sexual. En realidad no se sentía atraído por su hermano. Es solo una fantasía sexual para ti, ¿verdad? Aunque está absolutamente bien si no lo es.
Donghyuck no se había sentido tan incómodo en su vida.
—No soy transexual —murmuró. Estaba seguro, porque lo había googleado. Al parecer, había una gran diferencia entre el kink de géneros cruzados y la transexualidad, y uno nunca debía ser confundido con el otro. Donghyuck definitivamente no se identificaba como mujer. Solo se corría con la idea de tener las partes que solían tener las mujeres -pero en realidad no quería tenerlas-. Él estaba muy contento con su polla y sus pelotas—. Supongo que solo soy un fenómeno que está metido en esa mierda kink —murmuró, haciendo una mueca.
Mark se acercó a él y rozó sus labios contra su sien.
—Basta ya. No eres ningún fenómeno, Hyuck.
Donghyuck se estremeció ante el contacto inocente, anhelando al instante más. Cuando Mark comenzó a alejarse, Donghyuck no pudo evitar que un gimoteo escapara de su garganta. Mark hizo una pausa y lo miró. Donghyuck estaba bastante seguro de que no podía leer bien su expresión en una luz tan tenue, pero algo debía haberlo delatado. Mark inhaló bruscamente, con su mano apretándose en su hombro.
—Donghyuck —dijo, con una clara advertencia en la voz.
Mark no necesitaba decirlo en voz alta para que lo entendiera. Sabía que no debían cruzar más líneas de las que ya habían cruzado. Se suponía que estaban pasando el rato como amigos, no era el momento ni el lugar para otra cosa. Casi toda la familia de Mark estaba allí, a pocos metros de distancia, por el amor de Dios. Se suponía que su relación-sexual-sin-ataduras nunca se derramaría en su vida cotidiana, en su amistad.
Donghyuck frunció los labios, con el pánico creciendo en su pecho. Qué estaba haciendo, él era hetero. ¿O ya lo había olvidado?
—Sí, tienes razón. Lo siento.
Volvió a mirar hacia la televisión e hizo todo lo posible por prestar atención a la película, pero no pudo. No podía relajarse. Podía sentir a Mark también tenso a su lado.
Después de unos minutos, Mark gruñó.
—Maldito seas —y acarició con su boca su oreja, respirando con dificultad.
Donghyuck se estremeció, sus ojos se cerraron y su boca se aflojó cuando la lengua de Mark le lamió el lóbulo de la oreja. Volvió la cabeza, buscando su boca a ciegas, jadeando cuando por fin la encontró. Aquello era una locura. Estaban en una habitación llena de gente. Podían ser descubiertos en cualquier momento. Pero Donghyuck no se veía capaz de apartarse, ni aunque su vida dependiera de ello. Arqueó la espalda cuando la mano de Mark comenzó a subir por su muslo, subiendo y subiendo hasta que finalmente lo estaba acariciando sobre sus pantalones de chándal.
Gimió contra los labios de Mark. Afortunadamente, el ruido fue ahogado por los gritos que venían de la televisión.
—Mark… —susurró, con la voz ronca, salpicando su mandíbula con besos mientras descendía rumbo a su cuello.
Su teléfono empezó a sonar. Donghyuck se arrancó a sí mismo de su lado y buscó su teléfono antes de que los Lee pudieran mirar hacia atrás. El identificador de llamadas hizo que su garganta se cerrara.
—¿Papá? —preguntó, de manera estrangulada. El pánico se extendió por todo su pecho cuando se dio cuenta de lo que habían estado haciendo, de lo que casi habían hecho, en un lugar público, en una habitación con más personas.
Mierda. Mierda. Mierda.
—Tu madre pregunta si traerás a tu novia a la cena de Navidad —dijo su padre, con aquel tono tan serio con el que se le dirigía siempre, como si fuera otro de sus clientes y no su hijo.
Donghyuck se pasó una mano por la cara, tratando de conectar sus pensamientos.
—¿Cena de Navidad? Pero si todavía falta un mes.
—Exactamente. Tienes tiempo suficiente como para decírselo a tu novia.
—No tengo novia, papá —dijo Donghyuck con exasperación lanzando una mirada de reojo a Mark.
Mark se apartó y volvió su atención a la película, con el rostro inescrutable.
—Entonces consigue una —ordenó su padre con sequedad—. Estoy cansado de escuchar hablar a tu madre sobre ello.
—Pero…
—¿Cuándo vas a madurar, Donghyuck? —lo cortó—. Yo a tu edad ya tenía una carrera y una familia.
Donghyuck cerró los ojos, tenso.
—No soy tú, papá.
—Eso salta a la vista —replicó su padre, sin tacto—. Le diré a tu madre que lo harás. No nos decepciones de nuevo.
Y colgó.
Donghyuck apretó las manos contra sus ojos y respiró lentamente. No tenía sentido enfadarse, sus padres siempre habían tenido expectativas poco realistas que nunca podría cumplir. Estaba bien con ello, no era nada nuevo.
—¿Qué quería? —preguntó Mark, sin apartar la mirada de la pantalla.
Donghyuck ahogó una carcajada.
—Mis padres quieren que lleve una novia a la cena de Navidad.
Mark no dijo nada. Ni siquiera lo miró.
No importa, se dijo a sí mismo. La llamada de su padre resultó una ducha de agua fría que ambos claramente necesitaban para devolverlos a la realidad. Les recordó lo que eran el uno para el otro… y lo que no eran.
0 notes
Text
CAPÍTULO CATORCE
Alguien llamó a la puerta desde fuera.
—¿Donghyuck? ¿Estás ahí?
Donghyuck se puso en pie y fue hacia el lavamanos. Salpicó un poco de agua fría sobre su cara enrojecida, mientras detrás de él la puerta se abría y se cerraba.
—¿Estás bien?
—Estoy bien —mintió sin girarse.
Una mano le tocó el hombro.
—Mírame.
Donghyuck resopló una risa.
—Preferiría no hacerlo.
—¿Por qué?
Porque eres la jodida última persona a la que necesito ver ahora mismo.
—Solo vete, hombre —pidió, con la voz tensa. Se sentía tan frágil; había algo horrible construyéndose en su pecho, una necesidad desgarradora. Sabía que si miraba a Mark en ese momento haría algo estúpido, algo que sin duda alguna lamentaría.
—Mírame —insistió Mark con firmeza—. Donghyuck.
Contra su mejor juicio, lo hizo. En el reflejo del espejo.
Mark tenía el ceño muy fruncido, y su expresión se volvió imposible de leer cuando sus ojos se encontraron. No parecía haber nada amistoso en su cara, por no variar. Aunque volvía a no ser su mejor amigo, lo necesitaba.
No sabía qué había escrito en su cara, pero algo cambió en los ojos de Mark; apoyó las manos en sus brazos, y Donghyuck se estremeció y se recostó contra él, reprimiendo un gemido atascado en su garganta. Cerró los ojos mientras los brazos de Mark lo envolvían, abrazándolo con fuerza.
Aquello no debería haberse sentido diferente a los cientos de abrazos que habían compartido a lo largo de los años, pero lo cierto era que nunca se habían abrazado así, con Mark encerrándolo en sus brazos desde atrás. Los amigos no se abrazaban así. No se sentía amistoso en absoluto, sino mucho más íntimo incluso que su dinámica durante el sexo. Lo que era un problema, porque estaban en el cuarto de baño de su antiguo compañero de clase.
Donghyuck intentó obligarse a sí mismo a apartarse, pero no pudo. Sus rodillas se sentían asquerosamente débiles. Él solo… quería ser sostenido por un momento. Quería sentirse bien, y eso se sentía bien.
Una parte de él estaba disgustado y avergonzado por su comportamiento -realmente se estaba comportando como una novia necesitada-, pero no podía apartarse de la presencia sólida y tranquilizadora de Mark detrás él, a su alrededor.
—¿Alguien ha dicho algo? —murmuró Mark contra su oreja—. ¿Alguien te ha molestado?
Donghyuck negó con la cabeza, frotando su mejilla contra la de Mark. Olía tan bien. Donghyuck no sabía cuándo había dejado de sentirse asustado por la sensación de su barba fina contra su piel, pero en ese momento solo se sentía bien. Quería más. Se retorció contra Mark, tratando de estar más cerca de él, e hizo un sonido de satisfacción cuando los brazos de Mark se apretaron a su alrededor.
Sintió y escuchó como suspiraba.
—Hyuck —dijo con voz tensa—. ¿Disfrutas jodiéndome la cabeza?
—¿Qué quieres decir? —preguntó, frunciendo el ceño. Abrió los ojos y miró a Mark en el espejo.
Mark no lo estaba mirando, y su mandíbula estaba apretada.
—A veces realmente te odio —dijo en voz baja.
Donghyuck se quedó completamente confundido. Aquello no tenía sentido, considerando que sus brazos todavía estaban envueltos alrededor de él. Pero entonces se dio cuenta de que debía ser verdad. Él tenía razón, después de todo. Mark realmente se había hartado de él.
—Bien —dijo con torpeza, liberándose a sí mismo de sus brazos—. Mira, yo… lo siento por ser un desastre. Sé que debes estar cansado de lidiar conmigo. —Se rio débilmente mientras se giraba para estar cara a cara—. Sé que puedo ser odioso, y necesitado, y… sí. Lo entiendo.
Los ojos de Mark se estrecharon.
—¿De qué estás hablando?
Agachó la mirada.
—Que lo entiendo, soy un desastre, algo inmaduro, estúpido, y… Todos se cansan de mí.
—¿Qué diablos, Donghyuck? —Mark le levantó la barbilla e hizo que lo mirara—. Puede que seas un poco idiota a veces, pero no eres ningún estúpido. No hay nada malditamente mal contigo, ¿lo entiendes? —había una mirada familiar de exasperación en sus ojos, y era inconfundiblemente cariñosa.
Una sonrisa tiró de los labios de Donghyuck. Antes de que pudiera pensar dos veces en lo que hacía, se lanzó hacia adelante y le dio un beso en la boca.
Los dos se congelaron.
Lentamente, muy lentamente, Donghyuck se apartó y miró a Mark con los ojos muy abiertos. La expresión de Mark era muy rara.
—De acuerdo —dijo con una risita nerviosa—. Eso fue raro, ¿sí? Vamos a fingir que no lo hic-
Mark lo empujó contra el lavamanos y lo besó.
Donghyuck se quedó sin aliento y sus rodillas se volvieron gelatina. Se agarró al borde del lavabo y sus ojos se cerraron. Solo pudo aguantar y dejar que Mark devorara su boca, con pequeños sonidos escapando de sus labios mientras le chupaba la lengua.
Maldito infierno.��
Odiaba eso, lo abrumado e indefenso que se sentía. Solo era un beso. Un beso. Y él no era ninguna adolescente vírgen y delicada, era un hombre adulto como Mark. Pero su cuerpo se negaba a hacer otra cosa que querer más. Joder, estaba duro.
Duro solo por besar. Qué mierda.
Después de todo lo que le pareció una eternidad, pero al mismo no lo suficiente, Mark dejó de besarlo y lo miró con sus ojos oscuros y empañados.
—Saca mi polla.
—¿Estás loco? Hay gente ahí afuera —su voz ni siquiera sonaba como la suya, estaba ronca y sin aliento.
Mark apretó sus entrepiernas, haciendo que Donghyuck jadeara al sentir su erección contra la suya.
—La bloqueé al entrar. Sácala.
Donghyuck lo fulminó con la mirada, tensando el estómago.
—No hay manera de que me folles aquí.
—No voy a follarte —dijo Mark—. Vas a sacarme la polla, y a hacerme una paja.
Donghyuck lo miró con los ojos muy abiertos. Ese no era el trato. Cada vez que tenían sexo, siempre terminaba con la polla de Mark en su culo, que era la razón original por la que habían empezado a hacerlo. Darle a Mark una paja solo por él sería… sería enorme. Sería gay.
No habría vuelta atrás.
Donghyuck empezó a sacudir la cabeza cuando Mark se inclinó sobre él para poder susurrar contra su oído.
—Vamos, cariño. Sé que estás desesperada, pero puedes esperar hasta que lleguemos a casa, ¿verdad? Te prometo que allí te follaré bien y duro, hasta que tu coño esté empapado y adolorido por mi polla.
Donghyuck se estremeció, un gemido se escapó de su garganta. Deslizó una mano entre ambos y tiró de la cremallera de los pantalones de Mark hacia abajo con sus dedos temblorosos, hasta que su mano se cerró alrededor de su erección caliente. Lo acarició rápido y fuerte cuando Mark le susurró cosas sucias al oído, como lo buena chica que era, lo bien que se sentía su mano, y lo mal que quería extender sus piernas allí mismo y empujar dentro de su pequeño coño hambriento. Era humillante. Fue fascinante. Estúpidamente excitante. Donghyuck se encontró a sí mismo moviéndose impotente contra el duro muslo de Mark hasta que su visión se volvió blanca y se corrió dentro de sus pantalones. No se dio cuenta de si Mark se había corrido también, pero debía haberlo hecho: su mano estaba pegajosa, y la polla de Mark estaba empezando a ablandarse entre sus dedos. Ambos respiraban con dificultad envueltos en un medio abrazo, con Donghyuck contento por el duro lavabo detrás de él, porque si no fuera porque lo era probablemente se hubiera caído al suelo.
Un minuto más tarde, Mark se aclaró la garganta y dio un paso atrás. Se guardó la polla en los pantalones y se subió la bragueta antes de lavarse las manos. Entonces lo miró, con los ojos brillando.
—Estás hecho un desastre, Hyuck —dijo, con voz suave y divertida, como si no fuera el hombre que acababa de desarmarlo solo con palabras sucias.
Así que su mejor amigo estaba de vuelta.
Aturdido, Donghyuck miró la mancha mojada en sus pantalones e hizo una mueca. Era bueno que sus vaqueros fueran oscuros. Se volvió hacia el espejo y trató de ponerse lo más presentable que pudo, determinado a actuar como si no hubiera ocurrido nada raro mientras estaban allí adentro.
Porque no había ocurrido nada raro.
0 notes
Text
CAPÍTULO TRECE
—Por eso es tan importante comprender las tendencias del mercado de valores. No todos son capaces de detectar los signos de debilidad en el mercado, pero es un hecho que todo mercado alcista llega a un punto en el que la actividad de venta supera a la de compra.
Donghyuck miró hacia la puerta con nostalgia.
—¿Estás de acuerdo, Donghyuck?
—Claro, hombre —dijo, con una sonrisa forzada.
Esperaba que ese tipo tan aburrido no descubriera que ni siquiera recordaba su nombre. Pensaba que era Hendery, pero no estaba seguro, y no quería hacer las cosas incómodas si no lo era. En su defensa, Donghyuck siempre había sido terrible con los nombres de las personas, y además, habían pasado años desde la última vez que se habían visto. Cuando Ten le contó que haría una pequeña fiesta con algunas personas de la escuela, pensó que serían como diez personas con un poco de cerveza y patatas fritas, no cincuenta a las que él apenas recordaba y con las que tenía poco o nada en común.
No debería haber venido. Odiaba las fiestas como esa, se habían vuelto insoportables en los últimos años. Todos los demás parecían tener un gran trabajo. Donghyuck siempre salía de ellas sintiéndose un perdedor. Un intruso. Un tipo que todos conocían como aquel deportista popular en sus días de escuela, pero al que nadie respetaba como adulto.
Sacó su teléfono, dándose la vuelta mientras fingía que alguien lo llamaba. Se sentía patético, pero cualquier cosa era mejor tener que seguir hablando con aquel imbécil que se creía tan importante, con un traje que costaba más de lo que él ganaba en todo un año.
Todavía fingiendo estar al teléfono, se alejó del tal-vez-Hendery, mirando otra vez hacia la puerta. ¿Se ofendería Ten si abandonaba su lujosa fiesta tan pronto? Probablemente.
—¿Por qué estás fingiendo una llamada telefónica, perdedor? —se burló una voz familiar tras él.
Donghyuck se congeló un instante antes de darse la vuelta con lentitud. Mark le sonreía de medio lado mientras bebía un trago de su copa.
Sonrió, con una ola de alivio apoderándose de él. Mark lo estaba mirando, mirándolo como solía hacerlo, con gran exasperación y diversión. Se sentía como si hubieran pasado siglos desde la última vez que lo vio, a pesar de que había sido solo un día.
Mark alzó las cejas.
—¿Te sientes bien?
—Sí, ¿por qué?
—Parecías medio muerto, pero ahora sonríes como un idiota.
Donghyuck bufó. ¿Era ridículo que hubiera extrañado estar bajo el foco de sus bromas?
—Oh, vete a la mierda —se quejó, volviendo a sonreír y echando un vistazo por encima a su cuerpo. Mark llevaba puesta una bonita camisa de botones, más unos pantalones de vestir.
Quería molestarlo por ir demasiado formal, pero para ser honesto, no se veía muy diferente a los otros invitados. En realidad, si había alguien allí que destacaba era él, con su camiseta poco elegante y sus vaqueros. Era el único que se veía diferente al resto.
Su sonrisa se desvaneció, y cruzó los brazos sobre su pecho, luchando contra la repentina conciencia de sí mismo.
—¿Qué es? —advirtió Mark, frunciendo el ceño.
Donghyuck pensó en que era agradable tener de nuevo la mirada preocupada de Mark sobre él, prueba de que todavía le importaba. Había tenido un miedo apabullante porque ya no fueran realmente amigos, de que a Mark hubiera dejado de importarle. Pero también se le hizo raro lo bien que Mark podía actuar tan normal, tan despreocupado y amistoso, como si no fuera el mismo hombre de ojos duros que lo empujaba, follaba y le susurraba cosas horribles y humillantes al oído mientras lo hacía.
No sabía qué pensar. ¿Qué Mark era el real?
—Me siento un perdedor —confesó, cuando se dio cuenta de que Mark seguía esperando por su respuesta. Se arrepintió de decirlo tan pronto como las palabras salieron de su boca. No había tenido ninguna intención de contarlo, solo se le escapó.
Mark resopló.
—Me alegro de que por fin te hayas dado cuenta.
Donghyuck desvió la mirada.
—Espera, ¿es en serio? —el tono de Mark perdió momentáneamente su ligereza.
Se encogió de hombros y se pasó una mano por el pelo.
—Yo solo… Míralos, Mark. O mírate. Siento que soy el único que no está haciendo nada importante con su vida. Como que todos se han convertido en personas exitosas, o al menos han descubierto qué quieren hacer con sus vidas, mientras que yo solo…
—¿Mientras que tú solo qué? —le cortó Mark—. Estás administrando un club y te va lo suficientemente bien. Corta tu rollo un poco, Jesús. No se supone que todo el mundo tenga que ser el CEO de una gran empresa. Esto no es un concurso de medición de pollas, no le debes nada a nadie mientras estés feliz con tu vida.
Hizo una mueca.
—Donghyuck, mírame —ordenó. Lo hizo a regañadientes—. Solo porque no fuiste a la universidad o no tienes un trabajo importante, no significa que valgas menos que ellos, ¿vale? —terminó, mirándolo con una intensidad que hacía difícil apartar los ojos.
Asintió, forzando una sonrisa.
—Está bien.
Mark lo sondeó con la mirada, y después de un momento hizo un gesto hacia el grupo de personas que había al otro lado de la habitación.
—Vamos a hablar con Renjun. Ha estado tratando de conseguir nuestra atención.
Donghyuck siguió a Mark hacia su antiguo compañero de clase, acercándose a él cuando ya estaban llegando al grupo en el que estaba. No fue por timidez, porque no era tímido. Era que cerca de Mark se sentía más seguro. Mark tenía ese tipo de presencia que llamaba la atención sin intención de hacerlo: una postura erguida, la cabeza alta y una confianza bastante casual. Siempre parecía pertenecer al grupo en el que se encontraba, y en reuniones como esa, junto a él Donghyuck no se sentía tan fraude como estaba convencido que lo era.
Tardó casi una hora en poder empezar a relajarse, cuando el resto de los invitados lo hicieron también, comenzando a comportarse más como los chicos y chicas que recordaba. Pero no se dio cuenta de que estaba siguiendo a Mark como un cachorro hasta que Nayeon se lo señaló.
—Veo que seguís siendo tan pegajosos como en la escuela —bromeó, sonriendo—. Más aún, en realidad.
Donghyuck se paraliz��, sintiéndose como un ciervo que había sido atrapado por los faros de un coche. Solo después de decirse a sí mismo que era imposible que ella supiera que Mark y él estaban follando juntos, se obligó a sonreír.
—No puedo deshacerme de él, no importa cuánto lo intente —contó, con un suspiro exagerado.
Ella se rio entre dientes.
—Qué envidia —dijo con nostalgia—. Ojalá me mantuviera yo en contacto con mis amigos de la escuela.
Donghyuck hizo un ruido de simpatía, mientras trataba de no preocuparse. ¿Era raro que siguiera tan pegado a Mark? ¿De verdad eran tan pegajosos?
Miró a su alrededor, dándose cuenta de que las únicas personas que se movían en parejas eran… parejas. Joder.
Murmuró algo y se alejó de Nayeon y de Mark, decidido a dejar de comportarse como una novia y empezar a ser un adulto independiente.
Aguantó quince minutos. Ser un adulto independiente fue inesperadamente difícil, era consciente en todo momento de la distancia entre Mark y él, como si estuvieran atados por cuerdas invisibles que se tensaban en cuanto se alejaban más de lo estrictamente necesario
Ugh. En serio, ¿qué era eso? ¿Por qué estaba tan necesitado? Era horrible. Estaba empezando a asustarlo. Donghyuck tenía la sospecha de que todas esas cosas gay que Mark le había hecho hacer últimamente eran las culpables. Que no lo hubiera tocado en toda la noche, cuando estaba acostumbrado justo a todo lo contrario, lo estaba matando.
Tener a su mejor amigo de vuelta era genial, pero… Era raro no tenerlo invadiendo su espacio personal, forzando besos y otras cosas.
Es raro. Solo eso. Eso es todo.
—Oye, ¿Mark está soltero? —preguntó alguien de pronto, tocando su codo.
Donghyuck apartó la mirada de él y la dirigió hacia la mujer que se lo había preguntado.
—Es gay.
Tzuyu puso los ojos en blanco.
—Lo sé. Estoy preguntando por mi hermano. Está soltero, y Mark es justo su tipo.
—Sale con alguien —dijo con brusquedad, antes de fruncir el ceño.
Ni siquiera estaba seguro de haberle dicho la verdad, no había oído hablar de Jaemin hacía un mes. Por lo que sabía, podrían haber terminado ya, si es que habían llegado a estar oficialmente juntos. No era como si lo hubiera visto. Donghyuck se preguntó si Mark no se lo había inventado, porque, ¿cuándo se suponía que tenía tiempo para verlo, si, literalmente, quedaba todos los días con él para follar?
—Ah —Tzuyu sonó decepcionada—. ¿Y por qué no lo trajo?
Donghyuck se encogió de hombros, pero rápidamente se dio cuenta de que era una buena excusa -razón- para volver al lado de Mark. Debía ir y preguntarle por su novio para poder responder a Tzuyu, ¿verdad? Verdad.
—Iré a preguntar —contestó, antes de echar a nadar hacia Mark, que todavía estaba escuchando la tediosamente larga historia de Xiaojun sobre sus vacaciones en España.
—¿Dónde has estado? —murmuró Mark distraídamente, poniendo una mano en la parte baja de su espalda.
Donghyuck se quedó inmóvil, y sus ojos se ampliaron. La mano de Mark se sentía pesada y grande, y… probablemente se veía un poco extraño. Un amigo no ponía una mano en la espalda baja del otro de aquella forma. Pero él no la apartó. Se quedó allí, sin aportar nada a la conversación, un poco aturdido, confundido y abrumado solo por ello.
Era solo eso, una mano. Pero Donghyuck no podía respirar. ¿Nadie notó que la tenía ahí? ¿Ni pensó que era raro? ¿Se veía como un gesto amistoso? Porque él no lo sentía así. Debía alejarse. Debía… Debía… No puedo. Todos sus sentidos parecieran haberse intensificado, y el mundo a su alrededor se ralentizó. Se lo imaginó bajándola solo un poco, hasta que sus dedos rozaran la piel entre su camiseta y la cintura de sus pantalones. Entonces, tal vez los dedos de Taehyung se deslizarían debajo de ellos y acariciarían su abertura, frotando su agujero hasta que su coño estuviera mojado y palpitante.
Donghyuck quiso abofetearse a sí mismo. Su cuerpo podría estar estúpidamente metido en esa mierda rara, pero, a diferencia de las otras veces que Donghyuck estuvo ridículamente encendido cuando Mark lo trató como una chica, no estaban en la cama. Esa mierda kink y extraña no tenía lugar en el centro de la sala de estar de Ten, mientras estaban rodeados de sus amigos y Mark estaba actuando solo como un amigo estrictamente platónico. Donghyuck no entendía por qué estaba fantaseando con eso ahora. Por qué estaba fantaseando con eso, punto. No se consideraba una mujer, él era un hombre, y estaba feliz de serlo, muchas gracias. Todo era culpa de Mark, por supuesto, por poner esas cosas en su cabeza.
—¿Estás bien? —preguntó Mark en voz baja, inclinándose sobre su oreja.
Donghyuck respiró profundamente, tratando de ignorar el aroma familiar de la loción para después de afeitarse de Mark. No estaba bien. Aquello no estaba bien.
—Sí, ¿por qué?
—Estás terriblemente callado.
Donghyuck casi se rio. No era como si pudiera decirle la verdad, que estaba demasiado ocupado enloqueciendo por el hecho de que, aparentemente, estaba excitado por tener su vagina inexistente manoseada en público por un chico que ni siquiera era su novio. Un chico que probablemente tenía un novio.
—¿Dónde está Jaemin? —preguntó de pronto.
—¿Jaemin?
Donghyuck lo taladró con la mirada.
—El tipo con el que salías.
Algo cambió en los ojos de Mark.
—¿Qué pasa con él?
—¿Por qué no está aquí?
Mark se encogió de hombros, su rostro se volvió inexpresivo, y sus ojos se endurecieron. Donghyuck ya no estaba mirando a su mejor amigo, sino al hombre con el que se había familiarizado el último mes. En serio, ¿tenía algún trastorno de personalidad disociativa o algo por el estilo? Frunció el ceño, confundido. Era un misterio. ¿Se sentiría Mark culpable por estar engañando a su novio con él? Seguro que sí. Mark tenía la lealtad como un defecto, al menos el Mark que Donghyuck había conocido toda su vida. Pero no estaba seguro del Mark que tenía delante, que lo miraba con sus ojos oscuros y desagradables, cuyos pensamientos eran imposibles de leer.
Este nuevo Mark también tenía un efecto horrible, terrible, para nada bueno en el cuerpo de Donghyuck. La mano en su espalda de pronto pareció quemarlo. Su piel hormigueaba a pesar de la tela que los separaba. Llegados a ese punto, solo era un condicionamiento lógico. Su cuerpo asociaba a Mark siendo un gilipollas con estar desnudos. Sin embargo, el mero hecho de que quería estar desnudo con otro hombre era… un poco inquietante. Donghyuck se mordió el labio inferior, inseguro de cuándo había empezado a querer estar desnudo con Mark, en vez de querer solo la polla de Mark.
Lo miró con cautela. Sus ojos se movieron por sus mejillas delgadas y su fuerte mandíbula, sobre sus labios firmes y sensuales mientras se curvaban un poco para darle a Xiaojun una sonrisa fugaz.
Donghyuck se humedeció los labios y apartó la mirada.
Qué mierda.
Después de unos minutos de intentar autoconvencerse de que no se había comido a su mejor amigo con la mirada, se giró y volvió a mirarlo. Sus ojos volaron hacia abajo, hacia el cuello de Mark, deteniéndose en su manzana de Adán. Luego se deslizó hasta sus hombros y su pecho, que se veía completamente obsceno con esa camisa abotonada azul. La tela era tan delgada que su piel se veía a través del algodón. Si se fijaba bien, podría hasta ver sus pezones. Alguien debería arrestarlo por indecencia pública porque, en serio, qué era eso.
Más que un poco acalorado, Donghyuck miró hacia otro lado. ¿Se lo había comido de nuevo con los ojos? No, claro que no. Era la camisa. Cualquiera miraría cuando Mark estaba usando una camisa tan ridícula.
Relajándose un poco, se permitió volver a verlo de nuevo. En esa ocasión se quedó mirando las venas de sus antebrazos, y luego sus largos, finos y fuertes dedos alrededor del vaso de cristal.
Mark se llevó el vaso a los labios y Donghyuck observó impotente cómo se le movía la manzana de Adán al tragar. Era fascinante.
Con la boca seca, accidentalmente levantó la vista y se encontró la mirada de Mark en él. Enrojeció, y los ojos de Mark se estrecharon.
Mark se inclinó y murmuró, con sus labios rozando el lóbulo de su oreja.
—¿Te encuentras bien? Estás algo rojo.
—Sí —mintió, absolutamente mortificado por lo sin aliento que sonó. Él no estaba bien, aquello no debería estar ocurriendo. ¿Cuándo había sido? ¿Era eso algo nuevo o había sido demasiado tonto como para notarlo hasta ese momento?
No significa nada, se dijo a sí mismo. Era natural que empezara a encontrarlo atractivo en algún sentido. Miró a Mark y pensó en el sexo. Estar tan cerca, pero no tenerlo tocándolo de aquella manera, evidentemente estaba jodiendo su cabeza. Eso era, sí. Solo necesitaba poner un poco de distancia entre ellos.
Sí. La distancia suena bien.
Se obligó a relajarse. Fue mucho más difícil de lo que debería haber sido.
—Pero tal vez tengas razón —murmuró, evitando su mirada—. Empiezo a sentirme raro —y se alejó antes de que Mark pudiera decir algo.
Se metió en el primer baño que encontró y cerró la puerta tras él antes de mirarse al espejo. Su cara estaba verdaderamente roja, y sus ojos vidriosos. Joder, parecía que estaba drogado.
—Soy heterosexual —dijo a su reflejo. Decirlo en voz alta no ayudó. No hizo nada para matar la excitación que zumbaba bajo su piel, para que dejara de desearlo.
Se deslizó hasta el suelo, envolvió los brazos alrededor de sus rodillas y puso la cabeza entre ellas. Pensó en sus padres, ambos devotos cristianos. En lo que dirían si descubrieran que en realidad era una decepción mucho más grande de lo que ya pensaban.
Nunca habían conseguido ocultar lo desencantados que estaban con las elecciones que había tomado en su vida. Jamás aprobaron que no se molestara en ir a la universidad para así conseguir un trabajo “real”.
Potencial desperdiciado. Falta de ambición y de manejo. Crecerá algún día, y entonces será demasiado tarde. Esas y muchas cosas más que habían dicho a sus espaldas, pero que aun así había escuchado, y que lo habían hecho sentirse como el mayor inútil de la historia.
Y todo se fue al traste por completo cuando les admitió que en realidad estaba fingiendo, que no creía en Dios. Ellos ya pensaban que iría al infierno, no podía ni imaginar sus caras cuando descubrieran que quería poner su boca en el cuello -y también en la polla- de su mejor amigo.
Una risa histérica comenzó a burbujear en su garganta, y se le escapó con un sonido áspero que sonó completamente roto. Se echó a reír, y rio y rio hasta que le ardieron los ojos y tuvo que detenerse a respirar hondo, mientras las lágrimas seguían luchando para escapar de sus ojos.
Era tan patético. Un jodido perdedor.
0 notes
Text
CAPÍTULO DOCE
El siguiente mes fue el más raro de su vida.
La amistad entre Mark y él parecía haberse roto por completo, porque no había nada amistoso en la forma en la que lo trataba. No era exactamente malo, pero… tampoco era como siempre.
A veces atrapaba a Mark mirándolo con una intensidad abrumadora, como si fuera la cosa más interesante del mundo. Otras apenas lo miraba, y si lo hacía, sus ojos eran duros y un poco crueles. Todo era muy confuso, tanto que Donghyuck no tenía ni idea de qué hacer, de cómo manejarlo. Ni siquiera podía decir con seguridad que le gustara ese nuevo Mark; si debía ser honesto, se había vuelto un poco gilipollas. Pero su estúpido cuerpo seguía interesado en él, y en todas las cosas gays que le había forzado a hacer últimamente.
Mark ya no era cuidadoso ni considerado con su sensibilidad heterosexual. Parecía sentir algún tipo de placer perverso al obligarlo a hacer cosas totalmente gays, como besarse durante el sexo. Donghyuck lo soportaba, porque… porque estaba seguro de que, en realidad, Mark solo quería asustarlo y que así dejaran de hacer lo que estaban haciendo. Lo que Mark parecía haber olvidado era que su naturaleza solía impulsarlo a hacer lo contrario a lo que querían los demás.
El problema era que sus besos eran malditamente terribles. Donghyuck apenas podía soportarlos. Eran demasiado intensos, extraños y abrumadores.
A veces lo besaba por lo que llegaba a creer que eran horas, hasta que se sentía tan desesperado y tan sensible que su cabeza estaba totalmente desconectada de su cuerpo, y sus bolas parecían a punto de explotar. Otras veces, Mark se negaba a follarlo hasta que no lo acariciaba y besaba por todo el cuerpo, lo que era casi tan molesto y frustrante como los besos eternos.
También le había estado tocando la polla. Mucho.
—Vamos, esto es tan gay —trató de decir las primeras veces, pero Mark ni se inmutó.
—Esto no es más gay que tener mi polla en tu culo —replicó, acariciándole el miembro hasta que Donghyuck olvidó sus protestas, y su mente se volvió inútil.
Era bastante molesto que su cuerpo fuera un completo traidor. Al ver su erección en la mano grande y masculina de su mejor amigo se sentía increíblemente mal, pero al parecer, eso a su polla le daba igual.
Y luego estaba la otra cosa. Aquello en lo que Donghyuck estaba decidido a no pensar. En lo que a él se refería, no ocurría. Hasta que lo hacía, e incluso cuando ocurría, en realidad no contaba. Porque Donghyuck no era ningún rarito, era un tipo totalmente normal al que no le gustaban ese tipo de cosas. No era que tuviera nada contra la gente a la que le gustaba, simplemente él no estaba en ese grupo.
Excepto cuando lo estaba.
—¡Sí! Oh, oh. Mierda, sí. Reviéntame el coño. Amo tu polla. Dámela. ¡Sí, sí! ¡Así!
Al terminar, siempre quería que el suelo se abriera y lo tragara. Pero durante el sexo perdía completamente el control de su boca. No le importaba ser él quien escuchaba esas cosas, a poder ser de una chica caliente bajo su cuerpo, pero ser quien las decía mientras su mejor amigo le embestía desde atrás era absolutamente mortificante.
En general, en esos días Donghyuck sintió que su cabeza iba a explotar por la confusión. No entendía a Mark, ni tampoco a sí mismo.
A Donghyuck le gustaba pensar que era un tipo decente.
A pesar de todo eso de estar loco por la polla de Mark, en todo ese tiempo nunca se acostó con mujeres. No quería ser ese tipo de persona. Así que quería saber si Mark seguía saliendo o no con Jaemin, pero estaba demasiado asustado como para preguntar después de la reacción que había tenido la última vez que hablaron del tema.
Que le diera miedo hablar con Mark sobre su vida amorosa era solo una prueba más de lo raras que se habían vuelto las cosas. Sin mencionar que, en realidad, últimamente no hablaban mucho. Ni siquiera se enviaban mensajes. Mark simplemente aparecía en su apartamento y se lo follaba. Donghyuck había tratado que pasaran tiempo juntos como amigos unas cuantas veces, pero Mark no era muy receptivo. Sin embargo sí que parecía tener ganas de que se acostaran, ignorando sus débiles intentos por mantener una conversación, insistiendo hasta que la boca de Donghyuck tenía dentro su lengua o su polla.
Hablando de pollas, un día a principios de noviembre, Mark chupó la suya.
En su defensa, Donghyuck estaba demasiado cachondo como para decir que no. Fue en una de esas ocasiones raras en las que Mark se corrió antes que él, dejándolo tambaleándose al borde del orgasmo, frustrado y caliente. Así que cuando se deslizó por su cuerpo y se la metió en la boca, solo pudo mirarlo con los ojos muy abiertos. La boca de Mark se sentía increíblemente bien a su alrededor. Húmeda, suave y hábil. Pero al verlo… Al ver los labios de su mejor amigos estirados alrededor de su polla, sintió un pánico tan punzante que no sabía qué hacer consigo mismo.
—No —se las arregló para decir, mientras empujaba la cintura hacia la boca de Mark. No quería hacerlo, pero tampoco podía detenerse. Necesitaba… lo necesitaba.
Mark le rodó los ojos y comenzó a mover la cabeza de arriba abajo, con su dedo masajeando su agujero. Donghyuck gimió, movió la cadera un par de veces contra la boca de Mark y se corrió.
—Esto no es genial, hombre —murmuró después, incapaz de mirarlo a los ojos—. No te pedí que… que…
—¿Que te chupara la polla? —preguntó Mark, mientras cerraba su bragueta y alcanzaba su camisa. Su expresión estaba en blanco, imposible de leer.
Donghyuck se lamió los labios. Los sentía hinchados y adoloridos.
—Si. Quiero decir, no es que no lo hicieras bien, pero ya sabes. No soy…
—No eres gay, lo sé —dijo Mark, vistiendo su chaqueta.
Había un tono duro ya familiar en su voz, que últimamente no dejaba de irritar y encender a Donghyuck al mismo tiempo. Molesto con su cuerpo, asintió rígidamente, tirando de las sábanas para cubrirse.
—Nos vemos —se despidió Mark, y se marchó sin esperar por su respuesta.
—Nos vemos —susurró Donghyuck, a la habitación ya vacía.
Frunciendo el ceño, se dejó caer de nuevo en el colchón y dejó escapar un gemido de frustración. Odiaba en lo que se habían convertido. A pesar de que se veían a diario, era como si no hubieran hablado en siglos. Aunque seguía a su lado, Mark se estaba alejando cada día más y más y no sabía qué hacer para evitarlo.
0 notes
Text
CAPÍTULO ONCE
Donghyuck no supo cuánto tiempo tuvo que esperar. Llegado un momento incluso dejó de mirar su teléfono, no quería seguir revisándolo como una persona obsesionada.
Finalmente escuchó algunos ruidos que no eran los insultos de Heechul dirigidos hacia él.
—Vístete y sal —dijo Mark al otro lado de la puerta.
Sus hombros se hundieron de alivio.
Había ido.
—¿Quién te crees que eres? —gruñó Heechul, sonando todavía enfadado.
Donghyuck sintió una punzada de preocupación. Debido a la gran cantidad de hermanos, Mark era mucho mejor luchando que él, pero los puños de Heechul todavía podían causar un daño sustancial. Contempló la idea de dejar el cuarto de baño para ayudarlo, pero antes de poder decir nada, Mark volvió a hablar.
—Vete.
Debía haber algo convincente en su cara, porque por lo que oía, Heechul parecía estar dándose realmente por vencido, refunfuñando algo en voz baja. En poco tiempo, Donghyuck escuchó como la puerta de la entrada de la habitación se cerraba de un golpe.
—¿Donghyuck?
Se levantó y abrió la puerta del cuarto de baño, dando entonces a Mark su mejor mirada tímida.
—Gracias, hombre. Eres mi héroe.
Un músculo se contrajo en la mandíbula de Mark, y sus ojos castaños furiosos se clavaron en él con una mirada fulminante. Eso hizo que se pusiera nervioso. Molestar de verdad a Mark no era fácil.
—¿Qué era lo que pensabas que estabas haciendo? —preguntó Mark, acortando la distancia y agarrándolo de los hombros, empezando a sacudirlo—. Reuniéndote con un total extraño, un extraño borracho, en un lugar de mierda en el que a nadie le importaría si te violan o si te asesinan.
—¿Cómo se supone que iba a saber yo que vendría borracho? —se defendió.
Mark frunció el ceño.
—Podrías haberle dicho que se fuera cuando viste que no estaba sobrio. Ya sabes, antes de que se desnudara y se pusiera cachondo. ¿Tan desesperado estás?
Donghyuck sintió como le ardían las orejas.
—Estás empezando a cabrearme.
—¿Yo? —dijo Mark con incredulidad, con sus dedos aún clavándose en sus hombros con fuerza—. Son las cuatro de la mañana y tengo clase en unas horas. Debería estar durmiendo, pero en vez de eso tengo que estar aquí, rescatando tu culo de idiota porque estás loco por una polla, pero eres demasiado cobarde como para actuar como un adulto al respecto.
—Vete a la mierda —espetó Donghyuck, tratando de liberarse de su agarre—. No deberías haber venido si tanto te molestaba —odiando lo gruesa que era su voz, y esperando distraerlo, fue a la ofensiva—. ¿Por qué estás tan enfadado? Me has salvado de situaciones mucho más ridículas. Pensé que te burlarías de mí, no que me echarías la bronca. Qué demonios, ¿por qué estás tan enfadado?
La mandíbula de Mark se apretó.
—Estoy enfadado —dijo, lentamente—, porque eres malditamente descuidado. Podría haberte pasado algo, Donghyuck. Incluso si ese tipo no hubiera estado borracho, podría haberte hecho algo malo. Eres jodidamente ofensivo cuando empiezas a escupir tu mierda sobre no ser gay, como si ser gay fuera algo terrible. Yo no me cabreo porque sé que no lo dices de esa manera, pero eso gente al azar no lo sabrá. Estoy enfadado porque estaba preocupado, idiota.
Donghyuck frunció de nuevo el ceño, mientras su ira se desvanecía.
—Lo siento —masculló, bajando la mirada. No se había dado cuenta de que lo que solía decir sonaba así. Estaba acostumbrado a poder decir cualquier cosa frente a Mark.
Mark suspiró y tiró de él para darle un abrazo.
—Solo no lo hagas de nuevo —pidió.
Puso los brazos alrededor de su cintura, devolviéndole el abrazo. Fue raro, pero bueno. Justo lo que necesitaba después de semanas de incertidumbre. El olor familiar de Mark era extrañamente tranquilizante, y Donghyuck se encontró a sí mismo apretando los brazos a su alrededor, cerrando los ojos y relajándose. Sentía como si estuviera respirando libremente de nuevo después de mucho tiempo. Mark seguía siendo su mejor amigo, todo estaba bien con el mundo.
—Me hubiera acobardado incluso si no estuviera borracho —confesó en voz baja, presionando su nariz en la unión entre el cuello y el hombro de Mark.
Él resopló.
—¿Demasiado gay?
—Un poco —admitió, tensándose cuando las manos de Mark se deslizaron hacia arriba y abajo por su espalda desnuda. Suponía que era un gesto reconfortante, pero su cuerpo hambriento de sexo todavía asociaba a Mark con orgasmos alucinantes, por lo que el toque lo estaba poniendo un poco cachondo. Algo avergonzado por su excitación totalmente inapropiada, Donghyuck trató de mantener sus caderas separadas para que Mark no se diera cuenta de que se había puesto duro—. Bueno, ahora estoy seguro de que definitivamente no soy gay. No podía imaginar dejar que ese tipo me follara. En serio, ni siquiera quería su polla.
Durante un largo minuto Mark no dijo nada, manteniendo las manos en la parte baja de su espalda.
—Tú quieres la mía. —No era una pregunta, sino una declaración pronunciada en un tono extraño.
—No. Quiero decir… —Donghyuck se lamió los labios. Habían pasado semanas—. Lo echo de menos —murmuró, agradecido de que desde su posición Mark no pudiera ver su cara enrojecida.
—Mi polla —dijo Mark, aun con ese mismo tono ahogado.
Donghyuck asintió.
—Lo sé, estás saliendo con alguien —dijo de mal humor.¿Era una mala persona si le importaba una mierda Jaemin? Solo era un nombre al que ni siquiera le ponía cara. Era tan injusto. Jaemin había conocido a Mark hacía nada. Él había sido su mejor amigo desde que eran niños. ¿No le daba eso más derecho a la polla de Mark? Se mordió el labio inferior intentando no decirlo, porque se dio cuenta de lo ridículo que sonaba—. ¿Ya te lo has follado?
Mark rompió el abrazo y volvió a sujetarlo de los hombros, apartándolo para poder verlo.
—¿Y qué si sí? —preguntó, con sus ojos brillando de una manera que Donghyuck no pudo identificar.
Donghyuck se encogió de hombros, evitando su mirada. Él solo… no le gustaba pensar en la polla de Mark en un chico gay y bonito. Incluso imaginarlo hacía que sus puños se cerraran, y que los dientes le dolieran de lo fuerte que los estaba apretando.
Mark se echó a reír. Había algo en esa risa, un borde afilado que no le gustó ni un pelo.
—Eres jodidamente increíble. Eres totalmente heterosexual, así que no estás interesado en mí. Pero sin embargo piensas que mi polla es de tu propiedad, ¿no es así?
Donghyuck miró hacia abajo, con la cara ardiendo.
—Respóndeme —ordenó Mark, tomándolo de la barbilla y obligándolo a verlo a los ojos—. ¿Es eso, Donghyuck?
Lo miró con recelo, con su estómago temblando por los nervios. Era tan raro, el hombre que le hablaba era igual a su mejor amigo, pero al mismo tiempo no se parecía en nada. Era como mirar a una persona distinta, un completo desconocido. No había nada del exasperado y sufrido afecto con el que Mark solía verlo. En cambio, había algo malo y duro en sus ojos.
—Te hice una pregunta —dijo Mark con rotundidad.
—No me gusta tu tono —replicó, intentando ocultar su incomodidad—. Soy tu mejor amigo, ¿recuerdas?
Una sonrisa torcida y amarga apareció en los labios de Mark.
—Pero no quieres a tu mejor amigo. —Su mano se deslizó hasta su culo y lo apretó, haciendo que Donghyuck lo viera con sorpresa. Mark le devolvió la mirada con ojos oscuros e inescrutables—. Todo lo que quieres es una polla. No eres más que una puta obsesionada con las pollas.
—Te partiré la cara si no paras —avisó Donghyuck, mosqueándose. Por alguna misteriosa razón, tenía una erección, pero eso era totalmente irrelevante.
Mark sonrió de lado. No era una sonrisa bonita.
—¿Recuerdas la película porno que le robamos a tu primo cuando teníamos trece años? Acerca de una chica rubia que se pasó todo el tiempo tumbada sobre su espalda. Desesperada por ello, con su coño mojado e hinchado todo el maldito tiempo. Dejaba que cualquiera con una polla se la follara, sin importarle si era el chico del correo, el de la pizza, o su profesor. Le daba igual siempre y cuando tuviera una larga y gorda polla dentro de ella.
Donghyuck asintió, con su corazón latiendo con fuerza.
—¿Qué tiene que ver eso con esto?
Mark lo miró a los ojos y apretó sus dedos contra su agujero. La presión le revolvió el bajo vientre incluso a través de la ropa.
—Simplemente eres como ella. Una puta loca por las pollas. Todo lo que quieres es una polla dentro. Apuesto a que si tuvieras coño, estarías goteando todo el tiempo.
A Donghyuck se le escapó un pequeño gemido, y acto seguido miró a Mark con los ojos muy abiertos. Mark lo estudió de vuelta. Entonces deslizó un dedo debajo de sus pantalones y le acarició el agujero. Sus fosas nasales se ensancharon, como si estuviera conteniendo la risa.
—¿Ves? Estás jodidamente mojado.
Balbuceando, Donghyuck lo taladró con la mirada. Claro que lo estaba. Se había preparado antes de reunirse con Heechul. No. No estaba mojado, qué decía. ¿A qué jugaba Mark?
—Mírate —dijo Mark, frotando su dedo contra su agujero—. Ya estás todo mojado y ansioso, y apenas te toqué. —Empujó el dedo y Donghyuck se estremeció, con su dedo apretándose a su alrededor.
—¿Quieres mi polla en tu coño?
—Cállate, cállate, cállate —susurró Donghyuck débilmente, a pesar de que su cuerpo se estaba empujando él solo más y más contra su dedo. Joder, nunca se había sentido tan desesperado y asustado al mismo tiempo por nada en su vida. El dedo de Mark estaba en su culo. Por alguna razón, parecía más tabú incluso que tener su polla en él. Eso era sucio, equivocado, y sobre todo gay.
Mark se inclinó y susurró en su oído:
—¿Quieres mi polla en tu coño, Hyuck?
—Vete a la mierda —espetó, aunque le salió como un gemido. No entendía por qué Mark estaba haciendo lo que estaba haciendo, por qué estaba siendo tan malo con él, diciendo esas cosas, cosas que iban directamente a su polla, por alguna estúpida razón.
—Mira lo mojado que estás para mí —dijo Mark, deslizando su otra mano entre ellos y tocando el punto húmedo en sus pantalones, donde estaba goteado por culpa de su líquido preseminal. Comenzó a acariciarle la polla de una manera muy rara, como si… como si fuera un clítoris.
Donghyuck presionó la frente contra su hombro, con la respiración áspera y sofocada. No comprendía por qué aquello lo estaba poniendo tan cachondo. Él no era una mujer, no tenía un maldito coño. Era un chico, un hombre heterosexual. Aquello no debería ser tan malditamente caliente.
Mark sacó su dedo y él se quejó.
—Mark.
—¿Quieres mi polla?
—Por favor.
Los dientes de Mark le rozaron la oreja.
—¿La quieres en tu coño?
Donghyuck se mordió el labio inferior con fuerza, negándose a decir aquello.
—¿Por qué estás siendo tan idiota?
—¿Quieres mi polla en tu coño? —repitió Mark, más fuerte, empujando el dedo contra su perineo.
—¡Sí! —espetó. Iba a vengarse más tarde, cuando ya le hubiera dado lo que quería.
—Entonces se una buena chica y quítate la ropa, súbete a la cama y extiende las piernas para mí.
Rojo por la humillación y el cabreo -y también por la excitación-, Donghyuck hizo lo que le ordenó. Se tumbó en la cama y Mark lo observó desvestirse sin prisa, con los ojos fijos en su cuerpo. Todavía había algo oscuro y desconocido en su mirada, ese toque malvado que hacía que Donghyuck se sintiera nervioso y caliente como el infierno.
Donghyuck se lamió los labios cuando Mark se quitó por fin los pantalones y su polla salió libre. Se le hizo la boca agua nada más verlo. Mierda, quería chuparlo. Pero Mark no lo dejó. Fue desnudo hasta la mesilla de noche y alcanzó los suministros que él mismo había dejado allí. Donghyuck lo miró mientras se ponía el condón, los ojos de Mark recorrieron su cuerpo desnudo sin vergüenza.
Fue en ese momento en el que se dio cuenta de que Mark había terminado de interpretar el papel del mejor amigo indulgente. Había terminado de tratarlo con guantes. Mark estaba lo suficientemente enfadado como para no preocuparse por sus reservas sobre el sexo gay. Solo iba a acercarse a él y a tomar lo que le estaba ofreciendo.
Lo miró sin aliento mientras se lubricaba la polla. No podía ver para otro lado, dejar de mirar con avidez sus fuertes y largos dedos acariciando esa polla gorda y roja. Joder, tal vez sí que era una puta obsesionada con las pollas.
Mark se metió en la cama y Donghyuck se estremeció cuando su cuerpo cubrió el suyo. Su cara se alzó sobre él mientras lo miraba.
—Te voy a besar —avisó—. Y si quieres mi polla, me devolverás el beso.
Su corazón se aceleró.
—¿A qué estás jugando? ¡No!
Algo cambió en los ojos de Mark. Un destello de algo que podría haber sido remordimiento, pero que no lo fue.
—¿Es demasiado gay para ti? Entonces sal de la cama.
Donghyuck lo taladró con la mirada, pero no se movió. A pesar de la sensación en sus entrañas, la cual no dejaba de insistir en que todo aquello estaba mal -tenía un hombre desnudo y excitado encima de él que lo iba a besar-, no quería moverse. Saltó la mirada entre los ojos de Mark y sus labios y tragó. Su boca estaba cada vez más y más cerca, hasta que sus labios estuvieron a una respiración de distancia. Entonces Mark lo aplastó. Mark siempre había sido tan cuidadoso en mantenerse a cierta distancia de él, cuidando de no asustarlo durante el sexo. Ahora estaba haciendo lo contrario, casi como si eso fuera justo lo que pretendía.
Su lengua salió disparada y le lamió el labio inferior. Donghyuck se paralizó. La lengua de Mark se deslizó dentro de su boca, con sus dientes rozando sus labios, y sus finos rastrojos de barba le rasparon la barbilla.
Donghyuck se estremeció, con un gemido que le salió desde lo más hondo de la garganta. Mark sujetó su barbilla con una mano y lo besó fuerte y profundo, con su lengua explorando toda su boca, tan condenadamente seguro y contundente que lo abrumó al instante. A él no le gustó. No le gustó como el beso lo hizo sentir inmaculado, como si fuera una especie de chica -una chica virgen-, que nunca antes había besado a nadie. No sabía qué hacer con su boca, cómo se suponía que debía mover los labios. Solo podía separarlos y dejar que Mark hiciera lo que quisiera, mientras pequeños sonidos se deslizaban fuera de su boca involuntariamente. No, no le gustó. Era demasiado intenso y extraño, y los rastros de barba de Mark hacían evidente que estaba siendo besado por un hombre.
Pero se sentía como si su cuerpo se estuviera derritiendo, como si sus rodillas se debilitaran y sus extremidades se quedaran sin hueso. Era bueno que estuviera acostado; no sería capaz de mantenerse en pie. Su cabeza daba vueltas, y era incapaz de tener los ojos abiertos, abrumado por la fuerza del beso. Lo odiaba.
Donghyuck se quejó cuando el beso terminó, sintiéndose extraño, hambriento y confundido. Agarró los anchos hombros de Mark, necesitando… La boca de Mark bajó por su cuello, chupando su piel hasta llegar a su pecho. Lamió uno de sus pezones y él gimió, largo y vergonzosamente alto.
Mark soltó una risa ronca.
—¿Quieres que te chupe las tetas?
Donghyuck gimió, tan encendido que ni pudo ofenderse apropiadamente ante la mierda que Mark estaba diciendo.
—Dilo —ordenó, pasando su lengua sobre su pezón. Aunque el toque fue como para perder la cabeza, no fue suficiente.
—Chúpame las tetas —jadeó.
La boca de Mark se cerró alrededor de su pezón y lo chupó. Donghyuck se arqueó, con un sonido inhumano saliendo de su garganta.
—Oh, sí. Joder, más… —exigió sin aliento.
Mark obedeció, chupando suavemente su teta -su pezón, maldita sea-, mientras su mano le amasaba la otra.
—¿Estás lista para mi polla, cariño? —preguntó Mark. Su voz no sonaba para nada como siempre. Chupó con fuerza el otro pezón—. ¿Estás agradable y mojada para mí?
—Voy a darte un puñetazo por esta mierda más tarde —dijo Donghyuck débilmente, apretando su entrepierna contra el estómago de Mark. Estaba tan jodidamente duro—. Entra en mi… Tu polla.
Mark quitó la boca de su pecho, soltando el adolorido pezón, y se movió hacia arriba, hasta que sus caderas estuvieron entre sus muslos separados. Sus ojos vidriosos lo miraron desde su erección hasta su cara.
—No te ves muy ofendido —dijo, presionando la punta de su polla contra su agujero, burlándose de él—. No sé por qué te ofenderías, de todas formas. —La voz de Mark era ligera, pero tenía un borde desagradable—. Si no eres gay pero quieres una polla dentro de ti, eso te hace una mujer, ¿no? Es lo lógico.
Donghyuck no sabía qué decir a eso. Solo podía mirar a Mark aturdido, jadeando un poco cada vez que su polla chocaba contra su agujero.
—Estás siendo un completo gilipollas —logró decir.
—No —dijo Mark, separando más sus muslos con sus manos y presionando su polla contra él—. Solo estoy harto de buscar excusas para tu mierda.
Donghyuck puso los ojos en blanco cuando la polla de Mark por fin lo llenó. Aunque se había preparado, y aunque había estado usando juguetes sexuales, habían pasado semanas desde que tenía algo tan grande como Mark en él. Maldita sea, había echado tanto de menos aquello, ese sentimiento. Incluso le gustaba la forma en que sus muslos estaban estirados, extendidos para acomodar las caderas de Mark entre ellos. Se sentía tan cachondo e indefenso, amaba eso.
—¿Bueno? —preguntó en un tono cortante.
Donghyuck asintió débilmente, apretándose alrededor de su polla.
—Tan bueno —susurró sin darse cuenta—. Amo tu polla.
Mark lo miró sin sonreír.
—Di gracias.
—¿Qué? —preguntó Donghyuck, dejando escapar una risa.
—Di gracias —dijo, retirándose para luego ir directo y con brusquedad hacia su próstata. Llorando, Donghyuck arqueó la espalda, mientras sus uñas se clavaban en la de Mark cuando este le dio otra embestida corta y cruel—. Gracias por tu polla.
—¿Estás de broma? —preguntó, pero no se escuchó tan ofendido como le hubiera gustado considerando que la voz le salió como un gemido sin aliento.
Se sintió tan bien. La longitud dentro de él era simplemente perfecta, moviéndose justo de la manera correcta. Mierda, nada se sentía mejor que tumbarse y ser follado por la polla de Mark.
—Soy absolutamente serio —dijo Mark—. Extrañaste mi polla, así que te la estoy dando. Lo menos que puedes hacer es dar las gracias. Estoy esperando —el muy cabrón dejó de moverse.
Donghyuck lo miró, incrédulo y desesperado en igual medida. Cuando se hizo obvio que Mark no tenía pensado ceder, gruñó.
—¿Qué quieres que te diga, gilipollas?
—Di: Gracias por tu polla, Mark. Extrañé tenerla en mi vagina.
—Vete a la mierda —balbuceó—. ¡Estás loco si crees que voy a decir eso! —No entendía por qué Mark estaba tan decidido a humillarlo -al igual que tampoco entendía por qué no le disgustaba tanto como debería, ni por qué aquellas palabras hacían latir su polla-.
Mark solo lo miró fijamente. La gota de sudor que resbalaba por su frente era la única cosa que revelaba lo difícil que era para él estar tan quieto en su interior.
—Bien —dijo, empezando a salir.
—¡Espera!
Mark volvió a detenerse y lo miró. La punta de su polla le hacía cosquillas en su entrada. Iba a volverlo loco.
Mordiéndose el labio inferior, Donghyuck dirigió a Mark una mirada suplicante.
—Yo no… realmente no entiendo por qué estás tan enfadado conmigo, pero lo siento. Vamos, hombre…
Mark lo miró con el ceño fruncido.
—No, no puedes darme ojos de cachorro y simplemente esperar que te perdone. Ya no funcionará.
Pero… pero así era como ellos funcionaban. Donghyuck hacía algo tonto, le daba a Mark su mejor sonrisa tímida, y Mark le perdonaba todo con una mirada exasperante. Donghyuck no sabía qué se suponía que debía hacer si eso ya no funcionaba. ¿Cómo haría entonces que Mark lo perdonara hiciera lo que hiciera? Él no tenía ni idea de cómo manejar a aquel hostil y malvado ser en el cuerpo de su amigo.
Tal vez podría simplemente decir lo que Mark quería oír. No lo mataría, ¿verdad?
—¡Gracias! Gracias por darme tu polla… Extrañé tenerla en mi… —se sonrojó de la cabeza a los pies. Su polla sin embargo se endureció incluso más de lo que ya lo estaba—, en mi coño —susurró lo último, mirándolo a los ojos.
La nuez de Adán de Mark se sacudió. Entró de nuevo en su interior por completo y sus caderas se movieron con más fuerza que antes, golpeando su polla contra él. Donghyuck gimió de nuevo, con un tono vergonzosamente agudo. Mark se inclinó y lo besó, duro e intenso. Él separó sus labios con entusiasmo, demasiado ido como para preocuparse sobre cuán gay era aquello. Solo quería. Se retorció contra su cuerpo mientras Mark se hundía en él, duro pero lento, haciendo círculos con sus caderas y provocando todo tipo de sensaciones que no sabía ni cómo describir.
La polla de Mark se estrelló contra su próstata y Donghyuck se estremeció con la cabeza echada hacia atrás, con sus brazos rodeando los hombros de Mark. Se movían juntos, con gemidos y gruñidos acompañando los sonidos que hacían sus cuerpos al chocar. Donghyuck también podía oírse decir alguna mierda vergonzosa, pero no se veía capaz de frenarse ni un poco.
—Oh, oh, maldito infierno. Sí, sí, sí. Justo así. Más fuerte. Tan bueno…
Joder, estaba tan cerca, tan malditamente cerca…
Una mano firme se envolvió alrededor de su polla descuidada y la acarició solo una vez. Donghyuck se arqueó incluso más, y se corrió, gritando mientras su cuerpo temblaba por el placer, apretado alrededor de la polla de Mark.
Santa mierda.
¿Mark acababa de tocarle la polla? Donghyuck sintió que debía estar confundido, enfadado. Pero se sentía tan bien, como si cada uno de sus nervios cantara de placer. Solo fue vagamente consciente de que Mark también se corrió porque se quedó quieto, respirando con dificultad sobre él.
—Aun así te golpearé —murmuró cuando por fin recuperó la voz—. Ese tipo de dirty talk no es genial, hombre —le daba igual que le hubiera causado una excitación ridícula.
Mark gruñó algo y se giró sobre su espalda, saliendo de su interior. Cerró los ojos y Donghyuck le dio un codazo.
—¿Escuchaste lo que dije?
—Duérmete, Hyuck —dijo Mark, sin abrir los ojos.
—Pero es que fue realmente raro, hombre —insistió él—. No quiero que lo hagas de nuevo. No me gusta ese tipo de mierda.
Mark abrió los ojos y se encontró con su mirada fija.
—Al igual que no estás interesado en los hombres, ¿verdad?
Donghyuck se tensó.
—¿Es una pregunta capciosa? —preguntó con cautela.
Los labios de Mark se torcieron un poco.
—Que te duermas de una vez, Donghyuck —ordenó, cerrando los ojos de nuevo.
—Pero…
—No estoy de humor para esto —interrumpió Mark rotundamente, girándose sobre su estómago y hundiendo la cara en la almohada.
Donghyuck cerró la boca.
Permaneció despierto durante bastante tiempo, mucho después de que la respiración de Mark se volviera uniforme. Donghyuck se sentía demasiado asustado como para quedarse dormido. Pero no se estaba volviendo loco por todas las cosas gay que habían hecho esa noche, se estaba volviendo loco porque no sabía cómo manejar a ese desconocido Mark, de palabras erizadas y ojos duros.
Mark era aterrador, y la situación también. ¿Finalmente había logrado arruinar su amistad?
0 notes
Text
CAPÍTULO DIEZ
Su nombre era Heechul. Tenía cuarenta años, y le gustaba entrenar y follarse a chicos, o al menos eso era lo que le había dicho a Donghyuck cuando se mensajearon.
—Guau, estás buenísimo —fue lo primero que le dijo, cuando Donghyuck abrió la puerta de la habitación del hotel en el que habían quedado.
Donghyuck se alejó al ver que intentaba besarlo.
—Ya te lo dije, nada de besos —gruñó, cruzando los brazos sobre su pecho—. No soy gay, no me toques.
Heechul se echó a reír, mostrando sus dientes blancos y rectos.
—Será difícil si quieres mi polla dentro de ti, pero como sea. No eres el primero hetero sediento de pollas al que me follo.
Donghyuck lo miró, sintiéndose más incómodo a cada segundo. Pasó su peso de un pie a otro, mientras se desvestía lentamente, con Heechul haciendo lo mismo a su lado con más rapidez. A diferencia de él, Donghyuck no estaba excitado en lo más mínimo. No sentía absolutamente nada, a excepción de la creciente necesidad de echar a correr. ¿Qué estaba haciendo él allí? No era gay.
Ni siquiera la polla dura de Heechul le estaba provocando nada. Se veía rara. No era tan recta como la de Mark; estaba curvada hacia la izquierda. Y aunque era casi del mismo tamaño que la de Mark, no era bonita, y mucho menos apetitosa. Donghyuck trató de no darle vueltas al hecho de que eso de que la polla de su mejor amigo le pareciera apetitosa debía ser, como mínimo, un motivo de preocupación.
—Vamos —dijo Heechul, ya completamente desnudo. Se sentó en la cama, acariciando perezosamente su polla gorda antes de deslizar un condón sobre ella—. Sé un buen chico hetero y monta mi polla. Sabes que lo estás deseando.
Donghyuck se quedó mirando fijamente su polla, tratando de convencerse a sí mismo de que se sentiría bien una vez la tuviera dentro. ¿No era eso lo que quería? ¿Lo que había ido a buscar? Lo era. Habían pasado semanas desde que fue follado de verdad por última vez. Echaba de menos la sensación de tener una polla dentro de él, haciendo que se perdiera a sí mismo por el placer. Los consoladores ni se acercaban de ningún modo, en realidad. De cualquier manera, la polla de Heechul no se veía tan mal. Era gruesa. Donghyuck se imaginó siendo follado por ella y por fin sintió una sacudida de excitación.
Pero la excitación murió en cuanto cometió el error de levantar la mirada y ver al hombre desnudo al que estaba unida. No era que se hubiera comido a Mark con la mirada durante el sexo, o algo así. Su polla era lo único en lo que había estado interesado. Pero el cuerpo de Mark era… muy agradable de ver, objetivamente. Donghyuck no estaba ciego; podía apreciar sus músculos tonificados, y su cuerpo bien arreglado, incluso si este no lo encendía. Mark siempre había olido bien, y su piel era limpia y suave. Así que no, a Donghyuck no le importó mirarlo. En contraste, el acné en el hombro de Heechul, junto con su pecho velludo y su barriga cervecera, se le hicieron repugnantes.
Donghyuck frunció el ceño, más que frustrado consigo mismo. No lo entendía. Si era una polla lo que quería, el resto del cuerpo de su dueño no debería de importarle. No era gay como para estar interesado en el cuerpo de otros hombres. Pero por alguna razón, sí que importaba. No había estado menos excitado en su vida.
—Compañero, no tengo toda la noche —dijo Heechul, comenzando a sonar molesto—. ¿Eres uno de esos “heterosexuales” que no pueden decidirse? Me prometiste una follada, así que ven aquí, maldita sea.
Donghyuck retrocedió un paso, mirándolo con recelo. Hasta ese momento no se dio cuenta del arrastre en su voz, y de que su cara estaba sospechosamente roja. Está borracho. ¿Cómo se le había pasado eso?
—Yo… —balbuceó con duda, dando otro paso hacia atrás—. Mira, hombre. Lo siento, pero no quiero hacerlo.
—¿Es una jodida broma? —Heechul apretó los puños, mientras lo fulminaba con la mirada. Donghyuck notó que eran enormes—. ¿Conduje hasta el otro extremo de la ciudad a las cuatro de la mañana para esta mierda?
—Mira —repitió—, no hay necesidad de estar molesto…
—¡TE VOY A DEMOSTRAR LO QUE ES ESTAR MOLESTO, PEQUEÑO PROVOCAPOLLAS! —Heechul avanzó a zancadas hacia él, con expresión amenazadora.
Aquello fue instinto de supervivencia, no cobardía. Donghyuck corrió adentro del cuarto de baño y bloqueó la puerta. Heechul la golpeó, mientras maldecía y le seguía gritando.
—¡Tranquilízate! —dijo Donghyuck, tanto para Heechul como para sí mismo. Él no era ninguna chica; podía resistir a ese tipo, sin importar qué tan grandes parecieran sus puños. Iba al gimnasio, por el amor de Dios. Estaba en una forma estupenda.
Salvo que tener músculos no servía de nada si no se sabía cómo usarlos. Donghyuck no había estado en una pelea real desde hacía años; la última fue en la adolescencia, y ni siquiera entonces tuvo que pelear él. Mark lo había hecho en su lugar.
Mark.
Podía llamar a Mark. Él sabría qué hacer.
Increíblemente feliz de tener todavía puestos los pantalones, sacó el teléfono de su bolsillo y lo llamó.
—¿Estás bromeando? —preguntó Mark en cuanto le explicó la situación—. Dime que estás bromeando.
—Te prometo que no. Está aquí, fuera del baño, borracho, enfadado y cachondo —siseó, haciendo una mueca cuando Heechul se estrelló contra la puerta para intentar abrirla—. Ven aquí y ahuyéntalo. Luego puedes reírte de mí todo lo que quieras.
Mark colgó.
Donghyuck solo podía esperar que eso significara que tenía prisa por llegar allí y no que se había vuelto a dormir. ¿Habría escrito la dirección que le había dado?
—Mira, no hay necesidad de estar molestando —intentó de nuevo, alzando la voz.
—¡SAL, PUTA! —La puerta volvió a ser golpeada.
Donghyuck suspiró y se deslizó hasta sentarse en el suelo, pensando en que así estaría cómodo en lo que tardaba Mark en llegar. Casi esperaba que Heechul se aburriera y se fuera, pero como la gente borracha solía serlo, el tipo parecía empeñado en “enseñarle una lección”. Ni siquiera parecía que se hubiera vestido. Joder, Mark nunca iba a dejar que viviera en paz después de aquello -si es que aparecía-.
Frunció el ceño. Llamar a Mark -esperando que él se encargara del desastre- había sido una reacción instintiva, un hábito profundamente arraigado después de años de amistad, pero quizá no debería haberlo hecho. Todavía no se habían reunido desde la última vez que se acostaron, y después de aquella llamada telefónica en la que Mark había dicho que había conocido a alguien, los pocos mensajes de texto que habían intercambiado habían sido extrañamente tensos e incómodos. Donghyuck no tenía ni idea de cómo estaban las cosas entre ellos. Una parte de él todavía estaba enfadado con él por su desaparición, e irritado porque hubiera elegido a un tal Jaemin por encima de él.
Pero también le echaba de menos.
¿Y si no viene?
Intentó alejar el pensamiento, pero este se negó a abandonarlo. Después de las últimas semanas no se sentía exactamente seguro en lo que se refería a su amistad con Mark. Si no iba…
Bueno, eso respondería de una vez por todas a la pregunta de si estaba o no harto de él.
0 notes
Text
CAPÍTULO NUEVE
Cuando Mark por fin respondió al teléfono después de dos semanas ausente sin su permiso, Donghyuck no estaba de un humor demasiado indulgente.
—¿Dónde demonios has estado? —siseó, tan enfadado como herido.
Para ser justos, nunca habían estado atados por una cadena, así que no era la primera vez que estaban dos semanas sin verse, pero esa vez se había sentido tan diferente.
Además, Mark siempre había respondido cuando lo llamaba. Siempre. Incluso cuando por lo que fuera debían estar un tiempo sin salir juntos, generalmente se enviaban mensajes o se llamaban por teléfono. En esa ocasión era obvio que Mark lo había estado evitando.
—Lo siento, estaba ocupado con algo —dijo Mark.
—Con algo —repitió Donghyuck, con sorpresa. ¿Qué podría ser tan importante como para que Mark lo ignorara por completo?
—Alguien —corrigió Mark, con un carraspeo—. He conocido a un chico. Su nombre es Jaemin. También es estudiante de derecho.
Donghyuck se quedó mirando fijamente a la pared, sin verla realmente, conmocionado por la noticia.
—¿Jaemin? —musitó al fin—. Suena como un imbécil. Jaemin el imbécil. Jaemin está, como, en el top cinco de los nombres más sosos del mundo.
—Eres un niño, Hyuck —dijo Mark; sonaba como si estuviera sonriendo—. Es un amor. Ya hemos estado en algunas citas, y la verdad es que me gusta. Es totalmente mi tipo.
Donghyuck decidió que no le gustaba ese tal Jaemin. Por un momento, no estuvo seguro de por qué no lo hacía ni un poco, a pesar de que no lo conocía. Y entonces cayó en la cuenta. Si Mark estaba saliendo con alguien, eso significaba que tendrían que dejar de acostarse. Por lo general, los novios no solían estar de acuerdo con que sus parejas follaran con alguien más.
Frunció los labios.
—¿Pero qué hay de mí?
Se formó un silencio en la línea.
—¿De ti? —preguntó Mark.
Donghyuck arrugó la nariz. ¿No era obvio lo que quería decir? ¿Pensaba obligarlo a decirlo en voz alta?
—Esa persona, Jaemin, probablemente no te permitirá follarme a mí también.
—Probablemente no te equivocas —admitió Mark, con la voz extremadamente seca.
—Mark —Donghyuck estaba a punto de reprochar algo, pero su voz salió mal, quejumbrosa y con un puchero. ¿Cómo había conseguido Mark reducirlo a un niño total? Era tan desconcertante.
Mark se echó a reír.
—No, Hyuck. Simplemente no. Seguramente. No piensas de verdad que voy a poner mi vida personal en espera hasta que tú superes tu fijación con las pollas, ¿no?
Donghyuck frunció el ceño.
—Pero eres mi mejor amigo —dijo, con tono inseguro. Después de las últimas semanas ya no lo tenía tan claro.
—Estoy bastante seguro de que follarte no entra en mis deberes como mejor amigo —dijo Mark. Ya no sonaba tan divertido. Donghyuck no estaba seguro de qué había en su voz, pero fuera lo que fuera no le gustó.
—Por supuesto que no es tu deber —dijo con rapidez—. Yo solo… —sintió como su cara se ponía caliente. Se aclaró la garganta—. No importa. Tienes razón. Deberías salir con quien quieras. Voy… Voy a resolverlo.
Colgó, sintiéndose ridículamente molesto sin razón. Aquello era patético; no era ninguna especie de… zorra obsesionada con las pollas. Podía ser amigo de Mark perfectamente sin necesitar que se la metiera. Incluso si lo fuera, no era necesariamente por la polla de Mark. Cualquier polla valdría, en teoría.
Su teléfono volvió a sonar. Era Mark.
—¿Qué quieres decir con que vas a resolverlo? —le preguntó en cuanto descolgó.
Donghyuck apretó los labios. ¿Por qué era asunto suyo? Mark era libre de salir con ese imbécil suyo, ya había dejado claro que él le daba igual. Primero lo ignoraba durante semanas, y ahora eso.
—Siempre hay juguetes sexuales. —esperaba que su voz no sonara tan poco entusiasta como se sentía.
Un consolador no era lo mismo, no importaba cuán realista pareciera, porque no estaba ni cerca de una polla de verdad. Sin mencionar que follarse a sí mismo durante esas semanas le había costado mucho esfuerzo -hasta le dolía la muñeca-, y no era tan bueno como que lo hiciera Mark, cosa que no admitiría jamás. Mark era gay, tenía sentido que fuera mejor para follarse a otros hombres que un chico heterosexual como él.
—Y no eres el único hombre con polla, ¿verdad? —lo agregó con un humor bastante forzado, tratando de ignorar su inquietud. No podía imaginarse confiando en un extraño, un tipo gay al que no conocía de nada y que podría tener una idea equivocada de él, para follarlo en lugar de Mark.
—Cierto —dijo Mark, con un tono difícil de interpretar antes de volver a quedarse callado.
El silencio se alargó hasta que se volvió incómodo.
Donghyuck se mordió el labio, sintiéndose confundido por la tensión. Su amistad con Mark siempre había sido tan fácil. No había lugar en ella para ese tipo de silencios extraños.
Mark volvió a hablar, casi un minuto más tarde.
—Buena suerte, entonces.
Y colgó.
Sin más.
Donghyuck miró hacia su teléfono, con una desilusión desagradable que se agitaba en la boca de su estómago. Después de su ausencia, aquella no había sido la reunión que había tenido en mente. Pensó que Mark tendría una buena razón para ignorarlo. Jaemin el imbécil no era una buena razón, maldita sea.
¿Seguían siendo amigos de verdad?
¿O Mark realmente se había hartado de él?
Odiando cuán inseguro y molesto se sentía, Donghyuck se obligó a cortar ese tren de pensamientos. Con la mandíbula apretada descargó la aplicación de Grindr en su teléfono. No necesitaba a Mark para nada. Podría estar perfectamente bien sin él.
Y lo iba a demostrar.
0 notes
Text
CAPÍTULO OCHO
—Se cansó de mí.
—Creo que ya tuviste suficiente, amigo —dijo la bartender.
Donghyuck negó con la cabeza. No estaba borracho. Podía ser que estuviera un poco mareado, solo un poco, pero no borracho.
—Se cansó de mí —repitió.
La chica suspiró.
—Sí, ya lo has dicho. Como unas diez veces.
Donghyuck hizo un puchero.
—Tú también estás harta de mí. Admítelo.
La bartender se echó a reír.
—Lidiar con borrachos deprimidos es parte de mi trabajo. Confía en mí, no eres el más molesto con el que he tenido que tratar. Eres un poco lindo, de una manera patética.
Donghyuck frunció el ceño, sin estar seguro de si estaba siendo insultado. Además, él no estaba borracho. Estaba solo… estaba solo…
Se quedó mirando el líquido marrón en su vaso.
—Todos se cansan de mí.
—Y aquí vamos otra vez —murmuró la chica, exasperada.
—Lo hacen —replicó.
—Vete a casa, amigo.
—Mamá le dijo una vez a papá que no estaba sorprendida de que yo no tuviera otros amigos a parte de Mark —contó, sin apartar la mirada del vaso—. Lo escuché por casualidad.
Sintió sus ojos sobre él, pero aunque lo estaba mirando, no dijo nada.
—La gente se cansa de mí —musitó—. Siempre lo hacen. Estoy demasiado… demasiado necesitado.
Sabía que era agradable, al menos al principio. La gente siempre decía que era fácil estar junto a él. Era ruidoso, un poco arrogante, un poco puta para llamar la atención, pero siempre con buenas intenciones. Las personas en general no le importaban demasiado. Siempre había tenido muchos compañeros para pasar el rato, pero solo un amigo. Mark era el único amigo que se había quedado junto a él durante años, el único que eventualmente no se había cansado de estar a su lado, y el único a quien no parecía importarle sus bromas tontas, su inmadurez y su necesidad. Todos, excepto Mark, le decían siempre que debía madurar. Él era el único al que parecía gustarle tal y como era.
Pero resultaba obvio que finalmente también se había cansado de él. Estaba destinado a ocurrir. Si sus propios padres lo encontraban una total decepción, por supuesto que Mark también se cansaría de su mierda. Era inevitable. Así que no había razón para estar molesto. Estaba bien. Podría hacerle frente al asunto.
Donghyuck se mordió el labio inferior al notar como este empezaba a temblar, odiándose un poco por su incapacidad para ser fuerte. Joder. ¿Por qué estaba hecho un desastre? Se suponía que los hombres eran duros; su padre siempre lo decía. Si él ni siquiera había llorado en el funeral de su abuelo, de su padre, entonces Donghyuck podía sin ninguna duda lidiar con su mejor amigo evitándolo y negándose a atender sus llamadas.
—No le echo de menos —dijo con terquedad—. Que se joda.
La bartender suspiró, como si aquella no fuera la primera vez que le escuchaba decirlo.
Tal vez no lo era.
—Echo de menos su polla —admitió con nostalgia.
—De acuerdo, definitivamente has tenido suficiente —dijo ella, con una sonrisa torcida—. Ve a casa y duerme, chico bonito. Estoy segura de que tu novio responderá a tus llamadas pronto.
Donghyuck frunció el ceño, con el estómago contraído por la incomodidad.
—Él no es… no es mi novio. No soy gay.
—Ah.
La miró con recelo.
—¿Qué se supone que significa eso?
La chica se encogió de hombros.
—Lo que sea. De todos modos, mi consejo es el mismo: vete a dormir. Las cosas se verán mejor mañana.
—No funciona.
—¿Qué cosa?
—Dormir. Sigo esperando y esperando, pero no llama. Cuando despierto sigo siendo yo, el mismo perdedor del que se cansó.
La bartender dejó escapar un suspiro. Sus ojos adquirieron el mismo destello exasperado que solían tener los de Mark cuando lo miraba.
—Por el amor de Dios. ¿Estás seguro de que no era tu novio? Ni yo lo lamenté tanto cuando el mío me dejó hace un tiempo.
Donghyuck negó con la cabeza, con una débil risa.
—Te dije que no soy gay. Y no me estoy deprimiendo ni nada de eso. Solo estoy…
—Siendo destrozado —dijo ella secamente—. Sí, no te ves para nada como alguien deprimido.
Donghyuck la fulminó con la mirada, pero fue poco entusiasta en el mejor de los casos. No se sentía muy bien, ni física ni emocionalmente. Estaba tan malditamente cansado, de no saber qué quería hacer con su vida, y de su incapacidad para ser alguien con quien la gente quisiera quedarse.
Tal vez si fuera una mejor persona, alguien más organizado, más desinteresado y menos molesto, Mark no se habría cansado de él. Tal vez si no lo hubiera presionado para que se acostaran juntos, todavía seguiría siendo su amigo.
¿Tu amigo? dijo una voz en el fondo de su mente.
Sí, amigo, pensó con obstinación. Mark era más importante que unos cuantos orgasmos geniales. Podría sobrevivir sin su polla, más de lo que podría sobrevivir sin él, que era su mejor amigo, el que siempre había estado ahí para él. Mark tenía razón: mezclar el sexo y la amistad había sido un error. Pero no era como si pudiera decírselo, porque no respondía sus llamadas.
—Dame otra botella —le pidió a la bartender.
—No —dijo ella—. Has tenido más que suficiente. Mira, ve a casa. O llama a tu novio y dile que te lleve él.
—No es mi novio —dijo, con las cejas fruncidas por la confusión. Pensaba que ya se lo había dicho, ¿o no lo había hecho?—. Ni siquiera soy su tipo —murmuró—. Él no me quiere, al menos no de esa manera. Incluso si yo fuera gay, que no lo soy, no elegiría a alguien como yo —sus labios se torcieron—. Nunca elegiría a alguien como yo. Soy… yo soy yo. Él siempre va a por chicos interesantes y exitosos, no a por perdedores como yo.
—Creo que estás siendo demasiado duro contigo mismo, amigo. No te conozco, pero, ¿no dijiste que administras un bar?
Donghyuck negó con la cabeza.
—Era de mi abuelo. Y no es para tanto. Apenas hago lo suficiente como para cubrir mis cuentas. Alguien más inteligente tal vez podría hacerlo rentable. Mis padres ni siquiera piensan que sea un trabajo de verdad, pero de todos modos… creo que soy demasiado estúpido como para conseguir uno real. Probablemente Mark también lo cree. Él es… es inteligente. No como yo. No sé por qué se ha quedado tanto tiempo… Nadie lo hace —sonrió torcidamente, con ironía—. Incluso mis padres se dieron por vencidos cuando les dije que estaba aparentando; piensan que iré al infierno por no creer de verdad en su Dios. Tal vez a veces sí creo en él, tal vez, pero no. No creo, creo. Y ellos se lo toman como un insulto personal. —Resopló de la risa—. Aunque todavía piensan que es solo una fase, como si lo hiciera para molestarlos. No me toman en serio. Nadie lo hace.
La bartender le miró con el ceño fruncido.
—Está bien, tienes más problemas de los que pensé. ¿Por qué no pruebas a intentar lidiar con un problema a la vez? Eres una especie de desastre, sin ofender.
Donghyuck no se ofendió. Lo era; uno no se ofendía por la verdad.
—No sé cómo hacerlo —confesó, mirándola con los ojos abiertos de par en par y sin parpadear.
—Por favor, no hagas eso. Tu mirada de bebé es estúpidamente efectiva.
Donghyuck asintió.
—Siempre funciona. Incluso con Mark, a pesar de que él lo niega. —O al menos había funcionado en Mark—. ¿Por qué está ignorando mis llamadas?
La chica suspiró y se volvió hacia otro cliente. Donghyuck se inclinó sobre la barra, sintiendo lástima por sí mismo.
0 notes
Text
CAPÍTULO SIETE
—¿Nos vas a decir ya qué demonios te pasa?
Mark dirigió los ojos hacia su hermano y bufó al darse cuenta de su mirada severa.
—Sé que eres un anciano, pero yo no soy ningún niño, Taeyong. Así que no tengo por qué explicarte nada.
La expresión de Taeyong cambió. Sus cejas se fruncieron mientras lo miraba con curiosidad.
—Has estado empollando. Tú no empollas, nunca. No eres yo.
Mark sonrió débilmente. Era un chiste familiar que, si bien se parecían físicamente, sus personalidades eran bastante dispares. Taeyong era reservado y responsable, inclinado a ordenar a la gente a su alrededor. Mark era tranquilo y relajado, siempre y cuando no se tratara de algo o alguien por quien realmente se preocupara. Si lo era, entonces se volvía propenso a ser… demasiado intenso. Lo miró con atención. Pensándolo bien, tal vez sí que se parecía un poco a Taeyong también en la personalidad. Tal vez.
—No sé de qué estás hablando —dijo al fin, enfocando sus ojos en la partida al FIFA entre Jaehyun y Yuta. Yuta estaba dando una paliza a su cuñado, lo que era bastante gracioso, considerando que Jaehyun era una antigua estrella del fútbol.
Mark suspiró internamente. Sabía que aún tenía la mirada de su hermano sobre él incluso sin tener que girarse a comprobarlo.
—Apenas te hemos visto durante semanas, pero luego apareces en casa y prácticamente vuelves a mudarte aquí. Sin mencionar que tu mejor amigo nos ha llamado varias veces, y que nos has pedido que le mintamos con que no estás aquí. ¿Qué pasa? ¿Desde cuándo evitas a Donghyuck?
Desde que empecé a meter mi polla en él, pensó Mark, pellizcando el puente de su nariz. No, no era cierto. Las cosas habían estado bien al principio; ni siquiera había pensado en lo que hacía con Donghyuck como sexo real, eran solo compañeros que se corrían juntos, nada más. No lo veía como un objeto de atracción. Pero la última vez, Donghyuck lo había mirado con su estúpida cara, con una o de satisfacción en los labios, y en lugar de sentirse divertido o incluso cariñoso, sintió una punzada de puro deseo masculino.
Y eso lo había asustado.
Mark no quería a Donghyuck. Nunca lo había hecho, al menos de manera romántica. Siempre le había disgustado la idea de que los hombres homosexuales no podían ser buenos amigos de hombres heterosexuales sin desearlos en secreto. Tal vez evitar a Donghyuck no era la mejor idea que había tenido, pero no tenía otra mejor por el momento. Quería aclarar su cabeza, y no podía hacerlo si le seguía clavando la polla todos los días.
Maldita sea, no quería estropear su relación. Se había mostrado tan reacio a aceptar su loca idea de acostarse juntos por una razón: podían salir demasiadas cosas mal si las personas introducían el sexo en su amistad. Aún así, no esperó que fuera él el del problema, siempre pensó que si le pasaba a alguno, ese sería a Donghyuck. Parecía casi divertido en ese momento.
Taeyong dejó escapar un suspiro.
—Bien, no hables. Pero te advierto que si no me dices qué es lo que te hizo volver a casa, Jaehyun te lo sacará de todas formas, y será mucho más molesto que yo —sonaba exasperado, pero también infinitamente cariñoso, amoroso.
Mark no podía negar que una parte de él estaba celosa. No a causa de Jaehyun, había superado su enamoramiento por él hacía tiempo, sino de lo que tenían. Mark quería eso, quería conocer a un chico que lo hiciera sonar tan ridículamente enamorado cuando hablara de él. Tenía veinticinco años, no estaba avergonzado de admitir que quería algo estable. Los hombres Lee generalmente no hacían cosas “casuales”. Todos ellos eran gente de pareja y familia. Taeyong lo había conseguido, y cuanto más mayor se hacía Mark, más quería eso. Quería una relación. Solo que no parecía poder comprometerse con ninguna de sus parejas. Su amistad con Donghyuck había sido prácticamente la única constante en su vida durante años, y estaría condenado si la perdía por culpa de su polla.
—Creo que pude haber estropeado nuestra amistad —admitió con un suspiro.
—¿De qué manera? —preguntó Taeyong, mirando hacia la televisión.
Mark hizo una mueca, preguntándose cómo se suponía que le explicaría la situación sin hacer que pareciera una locura. Sin mencionar que no quería que Taeyong estuviera al tanto de las preferencias sexuales de Donghyuck.
Podía burlarse de él por su deseo totalmente hetero de ser follado, pero se sentía demasiado sobreprotector como para contárselo a nadie.
—Solo… Lo miré y tuve algunos pensamientos que estoy bastante seguro de que no debo tener sobre mi mejor amigo.
La mirada de Taeyong volvió hacia él, con las cejas levantadas.
—Está… en forma —dijo con torpeza—. ¿No es natural sentirse un poco atraído por un chico en forma si eres gay?
Mark casi se rio. Era gracioso que Taeyong estuviera casado con un hombre, pero no tuviera experiencia en sentirse atraído por otros hombres. Taeyong había sido tan recto como una flecha hasta que conoció a Jaehyun.
—¿Te sientes atraído por cada mujer hermosa? —preguntó Mark con sequedad.
—Está bien, lo pillo.
—Además, Donghyuck ni siquiera es mi tipo. —Lanzó una mirada de reojo a Jaehyun solo para molestar a su hermano—. Jaehyun lo es.
Taeyong resopló, sin molestarse.
—¿Entonces qué pasa con Donghyuck? ¿Te gusta él ahora?
—No —dijo Mark con rapidez—. Estoy bastante seguro de que ha sido cosa de una vez.
—Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Por qué lo evitas?
Mark hizo una mueca. Aunque estaba verdaderamente seguro de que sus pensamientos solo habían sido confusos debido al sexo y que no sentía nada por Donghyuck, solo un afecto amistoso cuando no estaba metido en sus entrañas, existía un temor subyacente de que no era cosa de una sola vez. Mierda. No quería querer a Donghyuck. Sentir algo por un hetero que encima era su mejor amigo estaba abocado al desastre. Aquello casi había arruinado la amistad de toda una vida de Yuta y Winwin. Claro, estaban juntos en ese momento, pero su relación había sido un infierno, un desastre mal manejado que por poco acabó con los dos. Por aquel entonces, su hermano le había confesado que los sentimientos no correspondidos de Winwin por él eran lo peor que podía haberle pasado. Solo su extraña codependencia les había impedido no volver a verse nunca más.
Donghyuck y él definitivamente no eran codependientes, por lo que cualquier atracción incómoda no correspondida eventualmente acabaría por terminar con su amistad. Mark no quería eso. Mientras que hipotéticamente podría funcionar bien sin él, le gustaba la idea de molestarlo y no quería perderlo. Habían sido amigos desde siempre.
—Solo necesito lidiar con esta mierda antes de ver a Hyuck de nuevo —murmuró.
—¿Y cómo piensas lidiar con ello? —preguntó Taeyong.
Mark sonrió tristemente. Lo primero era lo primero; debía poner fin a eso de ser follamigos. No sexo = no confusión. El único problema con ese plan era que no se veía optimista acerca de sus posibilidades contra los ojos de cachorro que sabía que pondría Donghyuck. Así que necesitaba una razón, una buena, para detener lo que habían estado haciendo.
—Me buscaré un novio.
0 notes
Text
CAPÍTULO SEIS
Mark Lee solía pensar que tenía una vida sexual saludable, pero le bastaron solo dos semanas acostándose con su mejor amigo para darse cuenta de lo equivocado que estaba. Había sido prácticamente un monje en comparación a la frecuencia con la que se estaba corriendo últimamente.
Donghyuck era insaciable. A Mark le gustaba pensar que los hombres con los que había tenido sexo en el pasado dejaron su cama perfectamente satisfechos, pero Donghyuck… él era diferente. Se ponía duro en el momento en el que lo veía desnudarse, retorciéndose impacientemente hasta que Mark le daba lo que quería: su polla. No había conocido nunca a alguien que estuviera tan jodido como él.
Aunque tenía que admitir que le ponía el ego por las nubes, sobre todo porque ni siquiera tenía que tocarle la polla para lograr que se corriera. No era como si Donghyuck quisiera que le tocara la polla. Eso sería demasiado gay. Donghyuck era así de ridículo. Aparentemente tener una polla en su culo no era gay en absoluto, pero Dios no quisiera que Mark lo tocara con las manos. Mark no sabía si reírse de él u ofenderse por su actitud. Por una parte quería sentirse ofendido, realmente lo quería, pero siempre había sido terrible para enfadarse por la ridiculez general de Donghyuck. Era como estar enfadado con un cachorro despistado y demasiado ansioso.
—Vamos, hombre —se quejó Donghyuck.
—Después del partido —dijo Mark, con los ojos puestos en la televisión. Los Osos estaban aplastando a los Pingüinos.
—Estoy caliente —se quejó, dejándose caer junto a él en el sofá.
Mark resopló.
—Siempre estás caliente —mantuvo la vista en la pantalla, fingiendo no darse cuenta de que los ojos de Donghyuck estaban fijos en su entrepierna—. Usa un consolador si no puedes esperar.
Lo vio de reojo; el labio inferior de Donghyuck estaba sobresaliendo en un puchero. Cristo, realmente era como un niño a veces.
—No quiero un consolador, quiero tu polla.
La polla en cuestión se contrajo. Mark lo ignoró; estaba viendo un buen partido y no iba a permitir que Donghyuck lo distrajera solo porque quería usar su polla para correrse.
—Maaark. —Donghyuck apoyó la cabeza en su hombro—. Vengaaa…
Mark dejó escapar un suspiro.
—¿Crees que ese tipo de actitud me enciende? Cuanto más te quejes, menos excitante es. Déjame ver el maldito juego.
—Bien —dijo él, de mal humor—. Aunque no sé por qué te molestas con este juego. Los Osos van a ganar, de todos modos. Namjoon y Jackson son imparables.
Mark tuvo que admitir que tenía razón. Los Osos habían tenido un comienzo increíble esa temporada, principalmente gracias a la química entre el novato, Jackson Wang, y el capitán de los Osos, Kim Namjoon. Su línea había estado en llamas, marcando en cada juego como si no les costara esfuerzo.
Como si escuchara sus pensamientos, Namjoon recibió un pase increíble de Jackson, y disparó con precisión el disco en la red, para regocijo de los fanáticos de los Osos.
—Apuesto a que están follando —dijo Donghyuck, viendo a Namjoon precipitarse sobre Jackson para abrazarlo.
—No seas ridículo. Namjoon es definitivamente hetero. Está saliendo con una famosa modelo… Olvidé su nombre.
Donghyuck se encogió de hombros.
—Está bien, quizá no estén follando. Pero apuesto a que Jackson quiere hacerlo. Mira cómo ve a Namjoon, como si pudiera caer de rodillas allí mismo si tan solo se lo pidiera.
Mark puso los ojos en blanco.
—Estás viendo cosas que no están ahí solo porque estás cachondo.
Donghyuck le dio un codazo.
—¡Tengo razón! Es bastante patético que incluso yo tenga mejor radar gay que tú.
—Sí, claro —dijo Mark, volviendo los ojos a la televisión—. Ahora cállate. —No necesitaba girar la cabeza para saber que Donghyuck estaba tan enfurruñado como el bebé gigante que era. Pero por una vez le hizo caso y se calló.
Observaron el medio tiempo, y Mark casi se quedó dormido cuando de pronto lo sintió: una mano en su polla.
Se estremeció y sus ojos se abrieron de golpe.
—Donghyuck.
—¿Qué? —preguntó él, con la voz cargada de inocencia.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, mirándolo con gesto aburrido.
Donghyuck se encogió de hombros, con los ojos en su entrepierna. Palmeó el contorno de su polla flácida antes de hacer un puchero. Mark se tragó un suspiro y le apartó la mano de un manotazo antes de volver la mirada al juego.
Pero Donghyuck volvió a poner su mano ahí, sobre él, y comenzó a tocarlo.
—¿Acaso toquetear la polla de otro hombre no es un poco gay? —gruñó Mark, exasperado, sintiendo como su polla empezaba a endurecerse contra su voluntad.
—No estoy toqueteando tu polla —dijo Donghyuck con seguridad, mientras sus ojos se clavaron de nuevo en su entrepierna, con una fascinación que le resultó desagradable y excitante al mismo tiempo—. Estoy… logrando que esté en un estado de funcionamiento. No es muy diferente a lavar y lubricar un consolador.
—Correcto —dijo Mark, dividido entre reírse y decirle que se jodiera a sí mismo, literalmente. También estaba algo sorprendido, para ser honesto. Sorprendido de que Donghyuck le estuviera tocando la polla. Era la primera que se la tocaba en las semanas que llevaban follando, aunque sí que no era la primera vez que Mark lo atrapaba mirándola.
—Me alegro de que estés bien con esto, hombre —dijo Donghyuck, desabrochando sus pantalones para sacar su polla ya medio dura—, porque no quiero que las cosas se pongan raras entre nosotros.
—Claro, Hyuck —dijo Mark. Era como si el sarcasmo le entrara por un oído y le saliera por el otro, tan rápido que a Donghyuck no le daba tiempo a procesar que estaba ahí.
Apretó la mandíbula; Donghyuck comenzó a acariciar su polla. Para su irritación, ni siquiera era la torpe paja lo que lo estaba poniendo duro, sino la mirada fija, en parte nerviosa, en parte hambrienta en la estúpida y bonita cara de Donghyuck.
Mark no tenía ni idea de por qué aquello era tan excitante. Quizá porque había algo bastante mal, casi inmoral, en Donghyuck tocando su polla. Se sentía como un tabú, porque en cierto modo lo era. Donghyuck siempre había estado en la categoría “Fuera de límites”, por lo que se sentía mal, casi incestuoso. No era que alguna vez hubiera visto a Donghyuck como un hermano, pero sí que era más cercano a él que, por ejemplo, a sus primos. Y le había dicho la verdad: realmente no era su tipo.
Él tendía a gravitar alrededor de chicos más bajos que él, musculosos y de pelo oscuro. El cuerpo alto y delgado de Donghyuck, y su cabello claro, le parecían un poco extraños, incluso sin tener en cuenta que Donghyuck era su mejor amigo heterosexual. Excepto que a su polla parecían importarle más bien poco sus dudas, porque se endureció por completo solo con un par de sacudidas de su mano.
—Me gusta —soltó Donghyuck, mirando su erección—. Tu polla, me gusta cómo se ve. Me enciende que esté dura. ¿Es raro?
Mark resopló.
—¿Acabas de darte cuenta de que te gusta mi polla?
Donghyuck lo miró.
—¿Qué quieres decir?
—Además de lo obvio, miras mi polla todo el maldito tiempo —respondió, sonriendo con burla.
—¡No lo hago!
—Claro que lo haces. Tú solo la miras fijamente. Incluso cuando no estamos follando.
Las orejas de Donghyuck se colorearon de rojo.
—Que no. Eso sería…
Mark decidió compadecerse de él.
—Supongo que es natural sentir algo de curiosidad. ¿Recuerdas que me acosté con Chaeyoung cuando teníamos quince años? Y no me hizo hetero.
La expresión de Donghyuck se iluminó.
—¡Es cierto! Tenías curiosidad.
—Solo quería asegurarme de que era realmente gay, no bi —dijo Mark, deseando que Donghyuck dejara de acariciar su polla. Lo estaba distrayendo mientras él intentaba tener una conversación y verlo como un amigo.
Donghyuck parpadeó antes de volver la mirada hacia su erección.
—Sí, tienes razón. Acostarse con un chico no significa nada.
Mark lo miró fijamente. Eso no era exactamente lo que había querido decir. Pero antes de que pudiera decir algo, Donghyuck se inclinó hacia adelante y le dio un lametón a su polla.
Donghyuck había tenido la genuina intención de solo probarlo, de saciar la curiosidad. Solo quería saber; saber cómo se sentiría la gran vena de la polla de Mark contra su lengua, eso era todo. Pero en el momento en que su lengua tocó la piel de su erección, él como que… se perdió en la textura y el sabor de la misma. Tuvo que lamerlo de nuevo, y otra vez, y otra vez. Mierda. Sabía bien. ¿Cómo podía una polla saber tan bien? Donghyuck lamió la hinchada cabeza roja y exhaló temblorosamente sobre ella cuando su sabor asaltó sus sentidos.
Joder.
Y si… ¿Y si se metía la punta en la boca? Solo la punta. No sería demasiado gay, ¿verdad?
Decidiendo que no sería demasiado gay, se llevó la cabeza de la polla a la boca y entonces se detuvo. ¿Tal vez otra pulgada? ¿O dos?
Se dio cuenta de que tenía mucho más que “solo la punta” en la boca cuando la polla de Mark se empujó contra su garganta. Sus muslos estaban rígidos por la tensión bajo sus manos, pero Donghyuck no le prestó atención. Solo podía pensar en la longitud dura en su boca. Tengo una polla en la boca.
—Dientes —gruñó Mark—. Cúbrelos con tus labios.
Hizo lo que le dijo lo mejor que pudo, pero aunque quería no podía concentrarse. Siempre le habían gustado las mujeres que besaban agresivamente, que sabían cómo usar sus lenguas. La polla de Mark estimuló su boca sensible de la manera correcta, haciendo que su cabeza girara de placer. Solo quería seguir chupando, sintiendo la polla frotándose contra las paredes de su boca. Se sentía tan bien. Pero la posición en la que estaba hacía que le doliera el cuello, así que se levantó del sofá y se arrodilló entre sus muslos separados.
Gimió un poco cuando volvió a meterse la polla en la boca. Sus ojos se cerraron involuntariamente.
—Joder —Mark se rio, sonando sin aliento—. ¿Te gusta esto?
La vergüenza se apoderó de él, y se negó a responder, repentinamente consciente de sí mismo pero al mismo tiempo incapaz de dejar de chupar.
—Sí, así —murmuró Mark, poniendo una mano sobre su cabeza—. Lo estás haciendo muy bien.
Donghyuck se relajó un poco; el cumplido borró un poco la vergüenza. Por supuesto que era bueno en ello; él era increíble en el sexo. Se sintió tan complacido que ni se molestó cuando la mano de Mark comenzó a guiar su cabeza, ni tampoco cuando sus caderas empezaron a empujar contra su boca. Para su confusión, aquello solo lo puso más cachondo.
Por un tiempo solo se escuchó la televisión de fondo, más el sonido húmedo y obsceno de la polla de Mark moviéndose en su boca. Pero cuando la respiración de Mark se volvió áspera y pesada, Donghyuck se detuvo y lo miró.
—Nop. No te correrás en ninguna parte que no sea mi culo.
Mark lo fulminó con la mirada.
—Pues date prisa, idiota.
Con una sonrisa triunfante, Donghyuck sacó un condón prelubricado de su bolsillo y lo rodó sobre la erección de Mark. Se quitó sus propios pantalones y los boxers y se sentó a horcadas sobre él, prácticamente temblando por la impaciencia. No podía creer lo caliente que estaba solo por chupar una polla. ¿Fue gay? Tal vez un poco. Pero él solo tenía una boca demasiado sensible.
—¿Te preparaste antes? —preguntó Mark, mientras su polla golpeaba su agujero sin llegar a meterse dentro.
—Por supuesto —respondió, tratando de alinearse. La verdad era que era un poco complicado prepararse y estirarse cada vez que quería ser follado.
Donghyuck hizo un pequeño puchero, las mujeres lo tenían mucho más fácil. Al menos últimamente no necesitaba mucha preparación, acostumbrado al tamaño de Mark, y siempre un poco estirado por la follada anterior. Mark solía ofrecerse a prepararlo, pero él se negaba siempre. Solo la idea de él metiendo los dedos en su culo hacía que quisiera morirse de vergüenza. Su polla era una cosa -sabía que Mark también se estaba corriendo con ello, así que no se sentía tan tímido- pero los dedos… Los dedos eran diferentes. Además, cuanto menos íntimo fuera, mejor. No quería arruinar su amistad.
Siseó mientras se hundía lentamente sobre su polla. No siempre le gustaba esa parte -la extraña sensación inicial de tener algo tan grande en su culo-, pero sabía que mejoraría. Y tanto que mejoraría.
—Tranquilo —murmuró Mark, apoyando las manos en sus caderas para estabilizarlo.
Sus ojos se encontraron y sus miradas se volvieron torpes. Algo cambió en la expresión de Mark.
Donghyuck sintió como su piel se calentaba. Debido a la posición sus caras estaban incómodamente cerca, y aquello se sentía… diferente. Más íntimo.
Desconcertado, cerró los ojos y comenzó a montarlo lentamente, concentrándose en la sensación de una polla moviéndose dentro de su agujero. Pero aún así no era suficiente. Eso podría hacer él solo, con un consolador. Lo que quería era ser follado. Ni siquiera era que no quisiera hacer la parte difícil, sino que quería recostarse y sentir como se lo follaban. Había algo al respecto que lo encendía hasta lo imposible.
Quizá era la parte tabú. Se suponía que los hombres eran los que hacían el trabajo, después de todo. O quizá era algo más. De cualquier manera, eso no era suficiente.
—Ugh, necesito algo diferente —dijo sin aliento, abriendo los ojos y enfocándolos en Mark con cierta dificultad—. Quiero estar debajo de ti.
La mirada de Mark se volvió oscura, al mismo tiempo en que saltó un músculo en su mejilla. Donghyuck estaba seguro de que no lo había mirado nunca de esa manera durante el sexo, con una intensidad casi palpable. Siempre bromeaban y reían mientras follaban, era lo que impedía que todo se volviera raro. Aquello era definitivamente extraño.
Pero antes de poder decir algo, Mark se movió y los tumbó.
Lo que siguió fue lo más intenso y brutal de su vida. Donghyuck solo podía jadear y mirar al techo con los ojos vidriosos, mientras su mejor amigo lo doblaba por la mitad y lo follaba con tantas ganas que cada empuje apuntó a golpear su próstata de lleno. Fue aterrador. Fue perfecto. Era todo lo que alguna vez había necesitado.
—Oh, Dios. Así, sí, sí, sí —murmuró incoherentemente. Había estado sosteniendo sus propias piernas levantadas y separadas hasta que no aguantó más y las apoyó sobre los hombros de Mark. Mierda, aquello era tan perfecto, la polla de Mark lo era.
—Eres una puta —dijo Mark, entre embestidas—. ¿Quieres que te llene? ¿Quieres estar tan lleno de mi polla que no puedas caminar derecho durante una semana? Y todos sabrán qué tan puta eres aun con tu apariencia de macho.
Donghyuck se corrió, tan repentinamente que lo cogió por sorpresa. Jadeó por respirar, tratando de recuperarse de la oleada de placer intenso y entender lo que acababa de suceder. ¿El simplemente… se había corrido con unas pocas palabras sucias?
Huh.
¿Por qué Mark le había hablado de esa manera? Estaba claro que no había querido decirle eso, pero, ¿cómo sabía que hacerlo haría que se corriera?
Cuando logró enfocar su mirada, se lo encontró mirándolo fijamente, con una expresión muy rara. Mark salió de su interior y se quitó de encima.
—¿A dónde vas? —preguntó con confusión. La polla de Mark todavía parecía lo suficientemente dura como para resultar doloroso.
—Tengo que irme —respondió, subiendo su bragueta con cierta dificultad. Su voz sonó un poco apagada, cortada. Y saltaba a la vista que estaba evitando su mirada.
—Es medianoche —replicó Donghyuck, con la confusión sonando evidente en su voz—. Puedes pasar la noche aquí.
Mark sacudió la cabeza.
—Tengo que irme —repitió.
Recogió sus cosas y se marchó.
0 notes
Text
CAPÍTULO CINCO
—De acuerdo, esto es incómodo —dijo Donghyuck.
—Cállate, fue tu brillante idea.
Donghyuck miró a Mark, seguro de que no parecía tan intimidado como se sentía teniendo en cuenta que estaba desnudo, que ambos lo estaban.
Había visto a Mark desnudo antes, claro. Pero de alguna manera eso se sintió muy diferente. Lo miró con cautela: su torso, sus hombros anchos y sus brazos torneados.
—Esto es tan raro, hombre.
Mark dejó escapar una carcajada, metiéndose en la cama.
—Me sorprende que folles en absoluto.
Donghyuck se lamió los labios secos.
—No me malinterpretes, pero todo ese músculo y la falta de tetas son un poco extraños para mí.
—Pero no son tetas lo que quieres, ¿no? —dijo Mark secamente.
Donghyuck se echó a reír y su mirada se deslizó por la polla de Mark.
—No en este momento —admitió, lamiendo sus labios de nuevo. No sabía cómo la polla de Mark podía verse tan condenadamente atractiva cuando el resto del cuerpo no le transmitía nada. ¿Era raro? Probablemente. Pero le encantaba mirársela. En realidad, lo ponía bastante cachondo; era gruesa y bonita, y eso que no estaba todavía completamente dura.
—Hazlo duro —pidió.
Mark suspiró con exasperación, pero parecía divertido en vez de molesto cuando tomó su polla en su mano y comenzó a acariciarla. Sus largos dedos la manejaban con facilidad y confianza. Donghyuck apartó la mirada y la centró en la cara de Mark. Estaba relajado. Los ojos de Mark entrecerrados recorrían su cuerpo, deteniéndose entre sus muslos musculosos y bien formados. Se sintió un poco aliviado al comprobar que Mark claramente no lo encontraba repulsivo, a pesar de sus continuas afirmaciones de que no era su tipo. Donghyuck volvió a fijarse en su polla, y extendió un poco sus muslos. Su agujero palpitó un poco por la anticipación.
—Vamos, ya está bastante dura —apremió—. Y yo ya estoy preparado.
Mark arqueó un poco las cejas.
—¿Quieres que solo lo meta?
—¿No es ese el punto?
Unas cuantas emociones atravesaron la cara de Mark.
—Nunca he follado a nadie sin al menos un beso antes.
Donghyuck arrugó la frente.
—¿Quieres besarme? De ninguna manera, eso sería muy raro.
Mark se echó a reír.
—Tienes razón: es mejor que solo meta mi polla en ti. Besarte sería demasiado gay.
—Deja de burlarte de mí —pidió con un puchero—. Siempre lo haces.
Mark le sonrió, e, inclinándose sobre él, dejó un beso en su frente.
—Porque eres ridículo. Bobo y ridículo.
—¡Oye!
Donghyuck lo empujó en una llave de cabeza, y lucharon por unos minutos, riendo. Al final Mark terminó encima de él, con sus brazos sujetándolo.
—Nunca ganarás contra mí, muñeco —Mark estaba sonriendo de manera odiosa—. Tengo cuatro hermanos. Soy un profesional en esto.
Donghyuck lo fulminó con la mirada.
—Apestas. ¡Suéltame, imbécil!
Mark se rio un poco.
—¿Pensé que querías que te la metiera?
Dunghyuck quería quitárselo de encima. Pero también quería follar, así que…
—Bien —separó las piernas—. Mételo.
Mark le dio una mirada rara.
—¿Así? ¿Cara a cara?
—¿El ángulo es malo para follar por el culo o algo así? —preguntó, confundido.
—No —dijo Mark, después de un momento—. Podemos hacerlo funcionar.
—Entonces hazlo ya —dijo con impaciencia. No había perdido su erección mientras luchaban y Mark tampoco. Estaban listos.
Mark suspiró, alcanzando el condón y poniéndolo con una mano. Se lubricó la polla y miró entre sus piernas.
—¿Estás seguro de que no quieres que te prepare?
—Te dije que ya lo había hecho yo. Vamos.
Mark no parecía convencido, pero puso una mano en su cadera, se alineó y finalmente empujó hacia adentro. Donghyuck cerró los ojos con fuerza mientras la gruesa longitud -una polla- lo llenaba lentamente. Joder. Jodido infierno. Eso se sentía…
—¿Todo bien? —preguntó Mark, mientras terminaba de meterse entero en su interior.
—Sí —dijo Donghyuck sin aliento, apretándose alrededor de su polla.
Mierda, nunca había estado tan lleno. Incluso su consolador más grande no tenía nada que ver con la polla de Mark. Pero no dolió. A diferencia de sus consoladores, lo que tenía dentro estaba hecho de carne y músculo, por lo que no se sentía tan incómodo como sus juguetes sexuales. Se sintió maravillosamente lleno, con las terminaciones nerviosas de su culo tintineando alegremente.
—Fóllame —pidió, tratando de no gemir por la sensación—. Me gusta duro —recordó.
Mark hizo un ruido extraño y estrangulado. Salió y luego volvió a entrar, golpeando su interior, apuñalando su próstata. Donghyuck lanzó un grito y arqueó la espalda, e inmediatamente Mark se detuvo y lo miró preocupado.
—¿Te hice daño?
Donghyuck nego.
—¡Hazlo otra vez!
Riendo, Mark repitió el gesto. Y luego otra vez, y otra vez, y otra vez. Donghyuck solo era distantemente consciente de que los sonidos que estaba haciendo ni siquiera sonaban humanos. Estaba medio gruñendo, medio gimoteando por cada embiste de la polla de Mark. Probablemente se veía y sonaba ridículo, pero no le importaba una mierda. Se sentía tan bueno, no podría retener aquellos sonidos incluso si su vida dependiera de ello. Solo era Mark, de todos modos. Mark lo había visto en situaciones mucho más embarazosas. Aún así, estar gimiendo como una puta por tener una polla en su interior seguro que estaba en el top tres, pero como fuera.
En algún momento Mark lo puso a cuatro patas y empezó a follarlo a lo perrito. La posición era algo humillante -estaba literalmente siendo follado como una perra-, pero, extrañamente, solo lo encendió más.
—Oh, mierda. Mierda, mierda, mierda —murmuró sin aliento cuando Mark lo embistió desde atrás, sintiendo sus caderas chocar contra su trasero en cada empuje.
—¿Bueno? —preguntó Mark. Su ritmo se volvió cada vez más rápido, con el sonido de fondo de su piel golpeando contra la suya.
—Sí. Tan bueno. No te detengas —suplicó, gimiendo en la almohada—. Eres el mejor, hombre.
Mark se rio de nuevo y lo hizo incluso más fuerte. A Donghyuck no le tomó demasiado tiempo correrse, medio sollozando por el placer intenso y tan abrumador. Su orgasmo parecía estar durando para siempre; el placer rodaba por su cuerpo, una ola tras otra mientras se retorcía alrededor de la polla de Mark.
Dios. Se sentía tan malditamente bien. Los orgasmos de la próstata siempre se sentían más alargados e intensos que sus orgasmos normales debido a la estimulación en la polla, pero eso era otra cosa. Incluso le gustaba que Mark siguiera moviéndose en su interior, buscando su propio orgasmo. Aunque se sentía sobreestimulado y adolorido, todavía se sentía bien de una forma un poco extraña. Saber que eso era placentero para otra persona hizo una enorme diferencia. Donghyuck no se sintió tan avergonzado y patético como solía hacerlo después de correrse. En realidad, se sentía genial. Incluso el gemido de placer de Mark cuando se desplomó sobre él fue bastante gratificante. Él había hecho eso, hizo que Mark se sintiera bien. Pero el hijo de puta era pesado como el infierno. Donghyuck lo aguantó por unos minutos, era lo más educado que podía hacer después de que su mejor amigo acabara de darle el mejor orgasmo de su vida, pero no podía respirar.
—Ugh —masculló—. Eres pesado.
Mark salió de su interior y rodó a su lado, dejándose caer de espaldas en la cama. Se veía sonrojado y agotado. Donghyuck resopló, imitando su postura junto a él.
—Necesitas trabajar en tu resistencia, hombre.
—Jódete —murmuró Mark, dándose la vuelta perezosamente.
—Ya lo hiciste.
—Eres hilarante, Hyuck.
—Gracias, lo intento.
La sonrisa en la cara de Mark se desvaneció y lo miró preocupado.
—¿Estás bien? ¿Estás teniendo un enloquecimiento gay?
Donghyuck miró al techo.
—No hay nada de qué asustarse. Que me guste una polla en mi culo no me vuelve gay. Solo significa que soy… un pervertido, o algo así. No estoy repentinamente interesado en los tíos, solo me gusta tener algo en mi culo.
Esperaba que Mark se burlara de él, pero para su sorpresa no lo hizo.
—He oído hablar de hombres que se identifican como heterosexuales pero aman las pollas —dijo neutralmente—. No se sienten atraídos por hombres, pero les gusta que los follen, y no les importa quién los folle siempre y cuando se corran.
—¡Sí, exactamente! —dijo Donghyuck, ridículamente aliviado de que hubiera otros bichos raros como él por ahí.
Suspirando, Mark cerró los ojos.
—¿Te importa si me quedo esta noche?
Donghyuck resopló.
—¿Desde cuándo necesitas mi permiso?
Mark por lo general solo se quedaba cada vez que quería. Donghyuck incluso le había comprado un cepillo de dientes para que el muy idiota dejara de usar el suyo.
—Desde que puse mi polla en ti —respondió Mark, ya medio dormido.
Donghyuck lo miró fijamente, con el ceño fruncido. ¿Qué tenía eso que ver? No había cambiado nada entre ellos.
—Espera, ¿en serio te vas a dormir? ¡Son apenas las diez!
—Follarte da mucho trabajo. Deja que un hombre duerma, Hyuck.
Frunció los labios y Mark se rio entre dientes.
—Deja de hacer pucheros. Ya no tenemos doce años.
—No estoy haciendo pucheros —mintió. Los ojos de Mark estaban cerrados, ¿cómo podía saberlo?
—Oh, por el amor de Dios. —Mark abrió los ojos—. Está bien. ¿Qué quieres hacer? ¿Jugamos al FIFA?
Donghyuck mordió su labio inferior antes de responder.
—Uhm, ¿follamos de nuevo?
Mark lo miró fijamente.
—¿Ahora? —preguntó, con la voz ahogada y la incredulidad escrita en toda su cara.
Donghyuck se negó a parecer avergonzado.
—¿Qué? Soy un chico joven con un deseo sexual saludable.
—Han pasado como cinco minutos. ¿No te duele? No soy exactamente pequeño.
Donghyuck sonrió de medio lado, levantando ambas cejas.
—¿Estás diciendo que no puedes ponerla en pie?
Los ojos de Mark se estrecharon.
0 notes
Text
CAPÍTULO CUATRO
Su nombre era Jeongyeon. Tenía veintisiete años, era alta, morena y deslumbrante. Con curvas para morirse y una sonrisa increíble.
Donghyuck la había elegido cuidadosamente entre las once mujeres interesadas en “tirárselo”, y hasta el momento no estaba lamentando su decisión. Estaba definitivamente interesado en ella. Olía bien, su piel era suave y tersa, y besaba genial.
Estuvieron magreándose por un tiempo, y todo fue perfectamente bueno. Luego, llegaron al evento principal.
El cinturón se veía increíble en ella; su dura “polla” quedaba genial entre sus suaves muslos. Sus grandes tetas temblaban atractivamente mientras empujaba dentro de él.
Pero mientras estaba bajo ella, con las piernas abiertas, Donghyuck se sintió… raro. Estaba dividido entre estar encendido y ser terriblemente consciente de sí mismo. Esto está mal, dijo una voz en el fondo de su mente. Un hombre normal sería el que estaría empujando su polla dentro de una mujer como ella. Un hombre normal no estaría siendo follado por una polla falsa que estaba llevando ella.
Seguro que se está riendo secretamente de mí.
Su polla se marchitó solo de pensarlo.
Jeongyeon comenzó a moverse más rápido, con su cara enrojecida y sus ojos medio cerrados. Parecía estar disfrutando de sí misma. Donghyuck… Donghyuck no tanto, si debía ser honesto. Mientras que tener un consolador en el culo siempre se sentía bien, el ritmo que ella estaba apagado, y sus empujes no eran lo bastante poderosos como para alcanzar su próstata. Cuanto más tiempo pasaba, más frustrado se sentía, sintiéndose al borde de la excitación, pero lo suficiente cohibido e incómodo para no ser capaz de llegar al clímax.
Apretando los dientes, Donghyuck comenzó a masturbarse. Prefería morirse a pedirle a Jeongyeon que encontrara su punto g. Eso sería tan embarazoso, más incluso de lo que ya lo era la situación.
—No pienso volver a hacerlo —soltó Donghyuck, con la vista puesta en la pared de enfrente, mientras seguía corriendo en la cinta.
A su derecha, Mark redujo la velocidad en su propia cinta y giró la cabeza hacia él.
—¿No salió bien?
Donghyuck hizo una mueca frustrada.
—Ella era genial, pero…
—¿Pero?
—Estaba demasiado cohibido como para disfrutarlo. No pude… No fui capaz de decirle que lo que quería era que me la clavara más fuerte. Simplemente no pude. Fue demasiado embarazoso.
Mark suspiró.
—Todo está en tu cabeza, Hyuck. Creo que solo necesitas confiar más en la mujer antes de dejarla follarte. Consigue una novia, no una aventura de una noche.
—Ya, claro. ¿Y qué pasa si mi novia no está interesada en ese tipo de cosas? No es exactamente una pregunta que se pueda hacer en la primera cita —Donghyuck frunció el ceño—. Ahora que lo pienso, Jeongyeon ni siquiera era tan buena. En realidad, tuve que masturbarme de la manera habitual para correrme, y no había tenido que hacerlo en semanas.
Mark se tropezó en la cinta de correr, y maldiciendo la apagó antes de girarse hacia él, con una expresión rara en la cara.
—¿Estás diciendo que has estado corriéndote solo con ser follado?
Donghyuck parpadeó, confundido.
—¿Qué pasa? ¿Es inusual?
Mark dejó escapar una carcajada, sacudiendo la cabeza.
—Sí, Hyuck. Es un poco inusual.
Se encogió de hombros.
—Supongo que soy así de increíble.
Mark resopló, limpiando el sudor de su frente con una toalla.
—¿Ya terminaste? Tengo que irme. Taeyong y Jaehyun vuelven hoy de su luna de miel, y hay una bienvenida que no puedo perderme.
Donghyuck saltó de la cinta de correr.
—Todavía no puedo creerme que tu hermano se haya casado con un chico. ¡Era hetero!
Mark se rio.
—Han pasado ya años desde que están juntos. Supéralo.
—¿Tú lo hiciste? —preguntó Donghyuck, pasando un brazo por sus hombros—. Recuerdo que estabas muy enamorado de Jaehyun.
Mark puso los ojos en blanco.
—No estaba muy enamorado. Ni siquiera enamorado. Jaehyun es ridículamente caliente, y yo soy un hombre gay con ojos. Eso es todo.
—Aún así. Debe haber sido raro para ti.
—Fue un poco incómodo al principio —admitió Mark, con una sonrisa irónica—. Taeyong todavía se pone un poco tenso cuando miro a Jaehyun durante demasiado tiempo. Es divertidísimo.
Donghyuck se rio, golpeando su pecho.
—Lo haces totalmente a propósito, imbécil.
Mark se encogió de hombros, con una sonrisa perezosa y sus ojos castaños brillando llenos de diversión.
—Soy su hermano pequeño. Es mi deber.
Donghyuck sonrió y sacudió la cabeza. Como hijo único, a veces envidiaba a Mark por su gran familia. Mark tenía cuatro hermanos y una hermana, y aunque en realidad todos vivían ya cada uno por su cuenta, eran muy cercanos, y a menudo se reunían en la casa del mayor, Taeyong.
—Pero no estás suspirando por el marido de tu hermano, ¿verdad? —preguntó, solo para asegurarse. A veces era difícil leer a Mark. A pesar de su actitud relajada, era bastante hermético cuando se trataba de sus sentimientos y de su vida personal.
Mark se echo a reír.
—No estoy suspirando por nadie. La vida es demasiado corta como para quedar atrapado en un hombre. Ya sabes lo que dicen, hay un montón de peces en el mar.
—Sí —dijo Donghyuck, totalmente de acuerdo, mientras lo seguía hacia las duchas del gimnasio.
Mark se desnudó y entró en la ducha.
—Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? —preguntó.
Suspirando, Donghyuck se desnudó también y se metió en la ducha de al lado para poder seguir hablando. Se lo pensó unos segundos, mientras empezaba a bañarse. No sabía qué decir. Sentía que prefería morir antes que repetir el fiasco de la noche anterior. El problema era que… él aún quería ser follado en lugar de tener que follarse a alguien.
—Supongo que el consolador servirá —dijo de mal humor. Minutos más tarde cerró el grifo y salió de la ducha—. Estoy seguro de que se pasará pronto, tiene que ser así, ¿no? Y luego volveré a “meterlo” como he hecho siempre.
Mark salió también de la ducha y fue hasta su bolsa, de donde sacó su ropa.
—Vivirás —dijo, rodando los ojos—. Hay muchas personas que no se acuestan con nadie durante meses y ahí están.
—Eh… Huh… —dijo Donghyuck, de manera distraída, mientras miraba la suave polla de Mark. Era… era algo grande. No era que no hubiera visto la polla de Mark antes, en realidad la había visto un montón de veces. Pero en ese momento realmente la miro. Debía tener por lo menos siete pulgadas y media de largo cuando estaba dura, tal vez incluso ocho pulgadas si Mark era de los que “crecía”. Era mucho más grande que cualquier cosa que Donghyuck había tenido dentro de él.
—Es un poco grosero mirar fijamente la polla de tu amigo. Solo para tu información.
Donghyuck se sonrojó y alzó la mirada. Mark tenía una expresión irónica, y sus cejas se alzaron ligeramente cuando él cruzó los brazos sobre su pecho desnudo.
—Estaba ahí. Cualquiera miraría.
—Parece que disfrutaste al hacerlo —dijo Mark secamente, mirando hacia su entrepierna.
Donghyuck frunció el ceño. Se había puesto un poco duro, sí. ¡Pero no fue por su culpa! Últimamente cualquier cosa con forma de consolador parecía encenderlo, y al aparecer la polla de Mark no era una excepción.
—Lo siento, hombre —murmuró, extremadamente avergonzado. Comenzó a vestirse—. No volverá a ocurrir. Sé que no es genial mirar fijamente la polla de otro hombre.
Mark no dijo nada, así que Donghyuck asumió que el incidente había sido olvidado.
Excepto que no podía dejar de pensar en la polla de Mark.
Donghyuck estaba más allá de avergonzado, se estaba volviendo loco. Una cosa era correrse al tener algo en el culo, pero era completamente distinto empezar a imaginar una polla de verdad dentro de él. Una polla de verdad no era un consolador. Y lo peor de todo, estaba pegada a otro hombre. No debería estar pensando en ello, ni tratando de imaginar cómo se sentiría.
Pero no podía evitarlo. La textura sería más suave, por lo que la penetración inicial probablemente no sería tan incómoda. No tendría que hacer nada de trabajo duro; no tendría que mover el consolador y podría simplemente acostarse allí y disfrutar de la sensación de ser embestido contra el colchón. Porque eso era realmente lo que deseaba, si era honesto. Ser embestido, follado. ¿Importaba tanto que lo que tuviera en su culo estuviera unido a otro hombre? Por supuesto que importa. Donghyuck no era gay. Pero Mark…
Seguro que Mark no importaba. Mark no era solo un chico, sino también su mejor amigo. Mark sabía que lo único que quería era tener algo duro embistiendo contra él, que no era gay. Entonces, el asunto no sería totalmente gay.
Contento de que todo finalmente tuviera perfecto sentido en su cabeza, Donghyuck sacó su teléfono y lo llamó.
—Quiero que me folles —dijo en cuanto respondió.
Se formó un silencio en la línea. Donghyuck frunció el ceño y miró la pantalla de su teléfono para asegurarse de que la llamada no se hubiera desconectado. Nop.
Mark se aclaró la garganta.
—¿Estás borracho?
—No —respondió rápidamente—. Mira, lo pensé un poco, y…
—Oh, Dios —murmuró Mark.
—Deja de burlarte de mí. Lo digo en serio. Tiene mucho sentido, hombre. Eres un hombre gay. Tu polla, mi culo. Tú te corres, yo me corro, todo el mundo es feliz y nadie se pone raro.
Mark dejó escapar una risa estrangulada.
—¿Se te ocurrió siquiera que podría no querer follarte, idiota?
Donghyuck parpadeó, desconcertado.
—¿Por qué no querrías follarme? ¡Soy caliente! ¡Y tú eres gay!
Mark resopló.
—Solo porque sea gay no significa que quiera follarme a todos los chicos guapos. Te lo dije: no eres mi tipo.
Donghyuck frunció el ceño, empezando a ofenderse. No era que quisiera que su mejor amigo lo deseara en secreto, pero fue algo un poco insultante que no lo hiciera.
—Soy del tipo de todos. Si fuera gay, me follaría sin dudarlo.
Se escuchó la risa de Mark al otro extremo de la línea.
—Llevas el narcisismo a un nivel completamente nuevo. —Entonces, la voz de Mark se puso más seria—. No es una buena idea, Hyuck. Confía en mí.
—¿Por qué no? —Donghyuck casi gimió. Su muñeca ya le dolía de todo el “ejercicio” que estaba haciendo últimamente. La ventosa del consolador también había estado trabajando duro. Pero a veces solo quería recostarse y disfrutar, en lugar de esforzarse por su orgasmo. Era una persona perezosa; que lo demandaran.
—Haría las cosas raras.
—No, no lo haría —insistió—. Me darás tu polla para que me corra, y tú también obtendrás un orgasmo. Es un ganar-ganar.
Mark se rio entre dientes.
—Sabes, no es demasiado caliente saber que quieres usar mi polla como un tipo de superconsolador.
Donghyuck frunció el ceño. Cuando Mark lo puso de esa manera, lo hizo sonar algo raro.
—Bien —espetó de mal humor—. Olvídalo. Adiós.
Colgó y se quedó mirando su teléfono.
Siempre pasaba lo mismo. Contó hasta seis antes de que empezara a sonar. Donghyuck sonrió triunfante, Mark era muy predecible. A pesar de todo lo que se metía con él, se doblaba como un sillón barato cuando necesitaba su ayuda.
—Eres un idiota —se quejó Mark con tono exasperado, cuando por fin respondió—. Algún día esto no te funcionará.
Donghyuck sonrió con alegría.
—Me amas.
—No sé por qué —dijo Mark con una risa—. Bien. Lo haremos. Pero solo una vez, y si me prometes no tener un enloquecimiento gay.
—¿Por qué tendría un enloquecimiento gay? Eres tú, por lo que no será algo gay. Sabes que no soy gay.
—Sí, Hyuck, lo sé —dijo Mark, sonando como si estuviera rodando los ojos. Donghyuck hizo un puchero. ¡Mark nunca se lo tomaba en serio!
—Entonces, ¿cuándo vendrás?
Mark pareció pensarlo unos segundos antes de responder.
—¿Quieres que lo hagamos ahora?
—Claro.
0 notes
Text
CAPÍTULO TRES
La palabra obsesión era malditamente adecuada, pensó Donghyuck mientras se hundía con desesperación de nuevo en su consolador de seis pulgadas de largo, pegado con una ventosa a la silla en su cuarto. Respiraba pesadamente, jadeando mientras se apretaba alrededor del grueso juguete que tenía dentro.
Joder. Se sentía tan bien.
La plenitud se sintió increíble, pero no fue suficiente. Había descubierto que le gustaba la sensación de una polla -consolador- moviéndose en su interior; era lo mejor que había probado nunca, pero, tener uno dentro de él simplemente no era suficiente. Él quería empujar. Quería ser follado.
Mordiendo su labio inferior con fuerza, comenzó a montar el consolador con más ímpetu, con pequeños gemidos deslizándose de su boca mientras rozaba su próstata. Joder, joder…
Sus ojos vidriosos captaron la foto de su familia en la mesilla de noche, y Donghyuck se sonrojó, imaginando cómo se vería, y lo que pensarían sus padres cristianos si lo atraparan así, montando un consolador como si fuera una puta. La vergüenza lo golpeó de nuevo, pero no pudo parar. Miró hacia abajo, a sus muslos temblorosos por el esfuerzo y su polla roja y dura. La cabeza reluciente del consolador lucía inquietantemente como la cabeza de una polla real que lo atravesaba.
Se corrió sin tocarse, gritando con una voz que ni siquiera sonaba como la suya.
Dios.
Donghyuck miró sin ver otra vez la foto de sus padres, sonrojado y sin aliento, con la falsa polla todavía apretada sobre su culo. Preguntándose también, qué dirían sus padres si supieran que aquello era lo más parecido a una experiencia religiosa que había sentido en toda su vida.
Mierda. Necesitaba ayuda.
—Creo que tengo un problema —dijo Donghyuck con gravedad, mirando atentamente su cerveza.
Podía sentir la atención de Mark agudizarse en él.
—¿Un problema?
Donghyuck tomó un gran trago de cerveza antes de dejarla en la mesa y mirarlo a los ojos.
—No he follado en tres semanas.
—¿En serio? —preguntó Mark, con las cejas arqueadas.
Asintió miserablemente. Sabía por qué Mark estaba sorprendido, por supuesto. Habían pasado años desde que no duraba tanto tiempo sin acostarse con alguien. Follar cada pocos días era la norma para él. Tres semanas era anormal, por decirlo suavemente.
—¿Y por qué no?
Donghyuck sintió que su cara se calentaba. Quería decir que era demasiado esfuerzo, pero mentir no ayudaría a la situación. Mark no podría ayudarlo si no sabía la magnitud de su problema.
—Si ligo con alguien, ella esperará que me la folle —murmuró.
—Estoy bastante seguro de que ese es el punto —replicó Mark, sonando divertido. Cabrón.
Donghyuck lo fulminó con la mirada y soltó un resoplido cansado. ¿En serio tendría que explicarlo? La sonrisa ladina en la cara de Mark se ensanchó.
—Espera. ¿Todavía sigues con tu problema de próstata?
Donghyuck lo calló, mirando a su alrededor inconscientemente.
—Sí, ¿no? —preguntó Mark, riendo entre dientes.
—Joder —masculló, pasando una mano por su pelo con frustración—. Sé que esto es gracioso para ti, ¡Pero para mí no lo es, hombre!
La expresión divertida finalmente se desvaneció de la cara de Mark.
—Lo siento. Pensé que experimentarías un poco y luego seguirías adelante. Ha pasado casi un mes.
—Exactamente —dijo con desesperación. Tomó un nuevo sorbo de su cerveza y se quedó mirando la mesa—. Todo es tu culpa, sabes. Tuya y del estúpido consolador que me compaste.
—Así que, ¿lo usas?
Donghyuck frunció el ceño.
—No te atrevas a reírte de mí.
—No me estoy riendo. Mírame, Hyuck. Donghyuck.
Donghyuck se obligó a mirarlo.
Mark lo observaba con seriedad, con esa mirada medio preocupada y medio cariñosa a la que estaba tan acostumbrado.
—Oye, puedes decirme cualquier cosa. Lo sabes, ¿verdad? Lo resolveremos.
Donghyuck asintió, relajándose un poco. Siempre lo hacían. De pronto volvieron a sus días de escuela, donde Mark estaba acostumbrado a encargarse de los líos de Donghyuck cada vez que este la jodía. A pesar de todo lo que usualmente se metía con él, Donghyuck sabía que las burlas de Mark eran de buena manera, y que le cubría la espalda cuando importaba.
—Háblame —dijo Mark firmemente.
Suspiró.
—No he ligado en semanas porque no quiero follar —miró hacia otro lado, con vergüenza—. Quiero decir, las mujeres son geniales, se ven y huelen muy bien, pero… Prefiero ser follado, para ser honesto.
Mark no dijo nada durante varios segundos, mientras Donghyuck se preguntaba si había alguna probabilidad de que el suelo se abriera y lo tragase si lo deseaba lo suficiente.
—Estoy seguro de que hay mujeres que están en eso —dijo Mark por fin, con su voz muy neutral.
Donghyuck hizo una mueca.
—Pero, ¿cómo se supone que voy a saber de antemano que la chica a la que me estoy tratando de ligar le gusta eso? Porque, por ejemplo, hace unas semanas elegí a una chica muy caliente y tragué de sugerir… ya sabes, y… —se encogió de hombros.
—¿No fue bien?
Donghyuck dejó escapar una risita.
—Podría decirse así. Ella se rio y me dijo que no era tan perversa. Ella se rio, Mark.
Nunca se había sentido tan humillado en su vida. Incluso pensar en ello hizo que su polla se marchitara y sus entrañas se apretaran con mortificación. Se había sentido tan pequeño. Todavía lo hacía.
—No significa que otras mujeres también se reirán —dijo Mark.
Donghyuck cruzó los brazos sobre su pecho.
—No tengo ganas de dar otra oportunidad para que suceda —dijo con una sonrisa débil.
—Donghyuck.
Algo en la voz de Mark hizo que lo mirara.
Mark tenía una expresión tensa, verdaderamente enfadada en su cara.
—No hagas eso —pidió—. No tienes nada de qué avergonzarte. Así que una mujer no estaba interesada en eso, ¿y qué? Es su pérdida, no la tuya. Lo que nos gusta sexualmente no nos define. Nunca deberías avergonzarte por algo como eso.
Donghyuck le dedicó una sonrisa torcida. Mark normalmente era despreocupado y relajado, pero cuando hablaba en serio sobre algo, tenía esa intensidad decidida en la que era difícil no involucrarse. Un día sería un gran abogado. Ridículamente, él se sentía bastante orgulloso de tener a Mark como su mejor amigo. No era que tuviera una baja autoestima, pero… A Donghyuck le gustaba pensar sobre sí mismo de manera realista. Él era un poco un perdedor, mientras que Mark era mucho más listo; tenía más motivación y era más decidido. Iría a otros lugares, mientras que él… Él era más bien el tipo de persona que seguía la corriente. Probablemente follaría por unos años más antes de sentar la cabeza con alguna chica bonita, tendría unos cuantos niños con ella y trabajaría en el club hasta el día de su muerte. No era que hubiera algo malo con ese tipo de futuro. Donghyuck estaba perfectamente de acuerdo con él. Solo que Mark tendría uno muy diferente, estaba seguro.
—No estoy avergonzado —mintió—. Simplemente no me siento con ganas de que me humillen de nuevo.
Mark le dirigió una mirada larga y escrutadora, con sus ojos aún tensos.
—Podrías registrarte en sitios de citas —propuso—. Sería bastante anónimo. Así que podrías ser directo con tus preferencias.
Donghyuck casi se burló de él, hasta que se lo pensó.
Era una solución perfecta, en realidad.
—Lo intentaré —dijo, con los hombros hundidos por el alivio—. Gracias, hombre.
Mark le sonrió.
—Para eso estamos.
0 notes