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Carta a mi madre
Te he tenido presente en estos días. He recordado detalles de mi infancia gracias a las preguntas incesantes de mi hija. Caí en cuenta del esfuerzo que tú y mi papá hacían por estar presentes en mis festivales de primaria, cómo me ayudaban a conseguir el material escolar que se pedía casi cada semana y otros recuerdos pequeños que sumaron mucho cuando era niña. Ahora que soy mamá soy consciente de lo que implica estar presente para elles y, de corazón, agradezco el esfuerzo que hiciste para estar ahí.
También estoy haciendo las paces con que tu presencia en mi vida, desde que era niña, fue muy negativa: tus cambios de humor repentinos que venían como tsunamis acompañados de golpes, gritos e insultos. Cómo buscabas cada oportunidad que tenías para hacerme sentir como si todo lo que hiciera estaba mal, como si todo lo que yo era estaba mal.
Estoy haciendo las paces con tu inhabilidad para establecer claramente tu rol de mamá y mi rol de hija desde que tenía 10 años, pues esperabas que yo entendiera tus nubes negras emocionales, las procesara y diera consejos como si fuéramos amigas, y no, yo era tu hija y no sabía cómo darle sentido a que me contaras dinámicas jodidas de pareja que tenías con mi papá.
Sanar tus reacciones violentas cuando yo "había cometido un error" mientras TÚ aventabas y YO esquivaba un cuchillo, tenedor o cenicero de cristal que se rompía en la pared detrás de mí. Éste ha sido uno de los recuerdos más dolorosos. Sigo sin darle sentido ni entendiendo por qué hacías esto, y que lo hiciste sin importar la edad que yo tuviera: 9, 12, 15, 18 o 26.
Fueron muchos años que te justifiqué, que intenté entenderte, que normalicé lo que hacías. Incluso te daba apodos cariñosos como “Mamá Soli” para, de una forma muy torcida, no sentir lo que realmente sentía por ti: enojo. Escuchaba historias de mis amigues donde buscaba ese detalle negativo que tuvieran sus mamás para justificarte y confirmar que “todas las mamás eran complicadas” y desechar el sentimiento de “mi mamá es agresiva y nociva”. Me tardé 28 años en abrir los ojos cuando alejaste a mi hermano y su esposa insultándolos y agrediéndolos irremediablemente. Me tardé 45 en alejarme sin vuelta atrás cuando hiciste lo mismo conmigo y mi esposo.
Hoy, a dos años de no saber de ti, puedo decir que estar cerca de ti me hacía mucho daño y que siento mucha paz desde que no estás. Ya no me da pena contar cómo eres pues me ha ayudado a sanar, y sobre todo a trabajar para ser una buena mamá para F. Te agradezco infinito todo el esfuerzo que hiciste por mi y por mi hermano. También agradezco por fin aceptar que no todes tenemos una buena relación con nuestra mamá, y que no por ser familia tengo que permanecer cerca para que me sigas haciendo sentir mal (o que yo, por mi enojo, te haga sentir mal).
Te perdoné hace mucho así que quédate tranquila. De corazón deseo que encuentres paz en tus heridas que, por lo que quiero asumir te llevan a lastimar a la gente a tu alrededor, incluyendo a tu familia.
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2024 = 8
¡Qué año más ecléctico ha sido este 2024! Estoy esperando las vacaciones de fin de año como si Santa realmente existiera (Santa Claus son los papás, para quien no lo sepa) .
Invertí mucho emocionalmente en cada paso y decisión que di en 2024.
Invertí mucho en mi, en entender qué necesitaba y por qué; llevo ya 2 años tomando terapia pero siento que estos 12 meses la aproveché más que nunca; tomar terapia para mi es un acto de cuidado a mi mente y emociones, de ninguna forma veo esa hora semanal como el momento para solucionar algo o solucionarme. Platicar de mi vida cada semana es un acto de autocuidado, autoaceptación y amor propio.
Este año me harté de hacerme la fuerte y jurar que todo lo podía sola, soy muy afortunada de tener un gran equipo que me respalda (les deseo un Diego en su vida) estoy agradecida por él y por la gente que está conmigo en las buenas y las malas. No tengo un círculo grande de amigues , de hecho cada vez se vuelve más pequeño y ¡así está bien! el vínculo que me une con aquellos que me acompañan en las buenas y las malas es sólido y profundo. Entre más vieja me hago, menos bullshit people acepto en mi vida y se me hace más sencillo soltar gente que fue importante en algún momento pero que el tiempo nos ha alejado (sin ningún rencor ni sentimiento negativo.. así pasa aveces, así es la vida).
Este año me di permiso de ser lo más vulnerable y transparente en todos los aspectos de mi vida. Cambié de puesto, de casa, de dinámica familiar, etc... y, pues si, me llevé algunos frentazos pero acerté más de lo que la cagué. Me siento sólida y tranquila para enfrentar lo que viene pues 2025 viene con muchos más cambios: nos mudaremos de país y, ahí si, todo será incertidumbre, aunque tengo el efecto Ana Bárbara (no.. no la nariz de pellizco sino el "me asusta pero me gusta") se que esto llega en el momento adecuado. Estados Unidos nos llamó y estamos listos para contestar la llamada :).
Faltan algunas semanas para las festividades (si, así con palabras domingueras) pero les mando mucho cariño y abrazos. ¡Que su 2024 cierre en paz y rodeados de amor y que 2025 venga CON MADRE!
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Enganchada y arrastrada
¡Cómo hay gente con la que nos enganchamos! ¿No?. Personas o situaciones que tocan fibras sensibles o felices y nos enganchan o arrastran como grúa a coche, como si tuvieran nuestro muñeco vudú rodeado de alfileres, fuego, bombones y vino (porque todo enganche debe tener su lado bittersweet para que sepa sabroso) y no tuviéramos escapatoria (aunque sea temporalmente). Al menos así lo vivo yo y, pues si, me confieso de enganche fácil.
Algunos enganches me han raspado las rodillas dejándome medio herida, sin poder dar pasos hacia adelante por periodos cortos de tiempo y a los que, en retrospectiva, ni era para tanto.
Algunos enganches me han nublado la vista pues juro que "algo está pasando" cuando realmente es puro reflejo de mis propias heridas o fibras sensibles y no tiene nada que ver con la otra persona.
Algunos enganches me han agarrado del cabello cual cavernícola que me arrastra, no me suelta por kilómetros y, mientras me voy raspando en el camino, no entiendo por qué chingados me están pegando tal arrastrada.
Sea cual sea el escenario de enganche casi siempre concluyo que dedico demasiado tiempo a ciertas personas o situaciones que no valían la pena cuando pude usar ese tiempo en algo más productivo como picarme el ombligo o sacarme los mocos y, a veces, me desespero conmigo deseando ser menos clavada e intensa pero mi naturaleza apasionada me atasca hasta que aprendo o, al menos entiendo, lo que debo aprender de esa experiencia y si bien los procesos son más cortos a esta edad, sigo reconociendo que el enganche me engancha y me urge desengancharme.
Estoy por iniciar un proceso personal que pinta enganchoso por eso estas letras a forma de catarsis y generar consciencia para fluir en el proceso con personas y situaciones lo más amable posible y recordar que nadie me arrastra, yo solita me engancho.
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Decidí bajarme de la montaña rusa
Adicta a las sensaciones intensas me sentía atraída por personas, situaciones y trabajos montaña rusa. Esos que emocional y mentalmente te traen de arriba abajo, de derecha a izquierda y de la calma a la chingada en 2 segundos.
El vértigo de montaña rusa me hacía sentir viva y muy presente en el día a día: “¿será que si le intereso y solamente no se atreve a escribirme?”, “tengo que dar más en mi trabajo porque siento que no todos valoran lo que hago”, “voy a hacer un reto de hacer ejercicio diario durante un mes aunque lleve mi cuerpo al límite” ¡ejemplos me sobran!. Se sentían tan intensos y con tanta pasión esos dolorcillos de panza, incertidumbres, escenarios posibles, destellos prohibidos, etc. ; sin embargo cada vez buscaba emociones (subidas) más grandes y, por ende, las caídas eran más fuertes y picadas.
En estos meses y, sin buscarlo, estoy rodeada de gente y situaciones que evidencian lo sabroso de las montañas rusas pero que también me recuerdan lo jodido de las caídas. Mi reacción ahora es alejarme y correr pa’l otro lado ¡No más pinche montaña rusa! Ya no encuentro sexy ni emocionante el misterio, la incertidumbre, los mensajes confusos, el cambio de dirección, etc… La vida es mucho más sabrosa desde la claridad, transparencia, honestidad. Aquello de “your love is like a roller coster pretty baby” ya no va conmigo.
La única montaña rusa que me atrae es saber si Jake Gyllenhall mató a su amante en “Presumed innocent” o qué le pasó al esposo de Rashida Jones en “Sunny” … el resto de ofertas misteriosas y/o inciertas ¡pueden ir a chupar faros desde ya!
Desde hace años decidí bajarme de las montañas rusas y no planeo volverme a subir
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Sobre los “no negociables”
La semana pasada alguien me preguntó: ¿Cuáles son tus no negociables?. Primero tuve que preguntar qué chingados implicaban los no negociables porque, en mi punto de vista, el significado puede ser tan personal y subjetivo como hora del día.
Una vez entendiendo que se refiere a aquellas personas, situaciones, lugares, etc que son indispensables y sin opción a negociación entendí que era un tema que, sin darme cuenta, llevaba pensando ya varios meses.
Desde que cumplí 40 he tomando decisiones a partir de mis no negociables:
1) Mi amor, respeto e integridad a y hacia mi familia (Diego y Fabi) son no negociables. Corté a mi madre por meterse con mi esposo y poner en riesgo las emociones de mi hija (La verdad se había ganado el cortón desde mucho antes pero eso es tema de otro post).
2) Mi paz y salud mental. No permitir drama, personas montaña rusa, ambigüedades emocionales, incertidumbres misteriosas entre otras cosas. Tengo ansiedad, me respeto y acepto así. Me alejo de situaciones y personas que no me generan paz o aportan negativamente a mi innecesaria revolución mental.
3) Retirarme joven y vivir por temporadas en otros países.
4) Asegurarle un futuro a Fabiana lleno de oportunidades que ella decidirá cómo usar.
Creo tener más no negociables o al menos metas que mi corazón necesita cumplir pero tampoco me llenaré de listas por hacer porque la vida fluye, las prioridades cambian y pues “Seasons change” como diría Future Islands. Pero estos 4 están escritos en piedra y guían mis decisiones diarias.
Defender los no negociables sin caer en extremos… de eso se trata la vida
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No hace falta que despierten a Cerati
Tener menos energía que antes, querer hacer mucho pero reconocer que el cuerpo está dispuesta a lograr 2 de las 100 actividades que tenía en mente es mi día a día.
Un viernes cualquiera, dos copas de vino, y ¡pum! sueño inmediato y profundo.
Puede ser que me hagan falta vitaminas pero please no despierten a Cerati.
A mis casi 47 estoy entrando al hermoso momento donde el cuerpo se relaja y pide ir más lento, probablemente no en velocidad de movimiento, pero si en quitar el “modo turbo” con que vengo funcionando desde siempre intentando lograr todo para todes y pues, por ahí, para mi (esto me ha ganado el apodo de cyborg entre algunes).
Al principio, no voy a mentir, sentí que ya me estaba “volviendo mayor” así que empecé a tomar vitaminas, hacer más visitas al gimnasio y volverme runner como Forrest. Aposté que las endorfinas harían su trabajo; y pues si, pero pues no pues después de cada workout mi energía podría enorgullecer a Nikola Tesla, pero 60 mins después me volvía influencer de Dormimundo. Frustada, estaba por resignarme a estar despierta 6 hrs del día y el resto dormida o en modo avión.
Intenté algo que no había hecho: entenderme a esta edad. Ha sido tanta mi exigencia por ir rápido, resolver “asertivamente” (o inserte palabra godín ahí) llenarme de listas, compromisos, tareas, etc. porque si hay energía y vida ¡hay que hacerlo! ¿no? Eso dicen todos los posts motivacionales de Instagram y si hay duda de cómo hacerlo Tik tok tiene el video.
Entonces ¿Qué más es necesario para vivir tu vida to the fullest?
MI RESPUESTA: Descansar, pausar y dejar de correr porque acá la única que decide qué y cómo disfrutar SOY YO. En el vértigo de querer experimentar todo, me quedo sin experimentar nada. No quiero aprender a hacer pasta en 1 hora para sacar video de IG y estar pensando ¿qué sigue?. ¡No quiero estar donde esté pensando donde debería de estar!.
¡Qué felicidad poder DECIDIR en qué usar mi energía y darme la oportunidad de DISFRUTAR sin prisas!
Y ojo, esto no es una oda millenial, sino una hermosa apropiación de lo lindo que es aceptar MI edad.
No es el viejazo, es mi edad, mis fabulosos 46. Y si, si me hacen falta vitaminas así que le seguiré haciendo caso a Cerati.
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¿Saben de qué quiero escribir?.. ¡de pinches nada!
Hay días en que no se alinean las piezas de mi rompecabezas interior. Días donde ni la estructura, ni el desmadre, ni el multiverso alinean chakras, chokros ni chocokrispis personales.
En días como hoy me caracterizo por : tener cara de fuchi (por no decir de huele pedos) , por evitar extremos (positivos o negativos) pero, sobretodo, por querer que pasen 24 hrs con la esperanza de que mañana será otro día.
El fuchi no se me quita escribiendo, ni hablando, ni respirando, ni andando, ni nadando... pero sin importar si ando o no ando me hago presente para al menos intentar aprender, sentir y escuchar lo que toca ese día sin mucha expectativa pero, sobretodo, sin intentarme desgastar.
La neta hay días que no estoy en mi centro ¡Hay otros que no me siento ni yo misma! Y aunque el entorno me pida coherencia pos... mejor que regrese otro día.
No busco ni me interesa justificarme o encontrarle sentido a lo que siento todos los días. Tampoco me interesa verle el lado amable a todo o el lado desastroso... lo cierto es que la vida (al menos la mía pero confirmen si estoy sola en esto) está llena de contrastes diarios. A veces la vida no sale como lo pensábamos. A veces sale mejor de lo que pensábamos.
Estar presente también es reconocerme más frágil, con miedo, gruñona y con ganas de ver trash tv hasta que me suba una dioptría (por cierto Next level chef... muy recomendable). Hoy estaré tan presente como Gordon Ramsey lo permita.
En fin, feliz lunes. Mañana empezamos con noticias a las 5:30 am. Mañana será otro día.
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Si no me preguntan, no respondo
Qué fácil se nos hace meternos en espirales de procesos de sanación y/o luchas internas que no nos corresponden. Y es que, en afán de ayudar a la gente que queremos, o ellos a nosotros, nos metemos hasta la cocina jurando tener la mejor herramienta de solución al problema cuando nuestras herramientas no funcionan en esa cocina.
Ayudar es hermoso. Ayudar queriendo solucionar es intrusivo sin importar con cuánto cariño venga la metichez; porque, aceptémoslo, hay muchas ganas de ser la persona que resuelva el problema o que, en soberbia absoluta, haga ver al otro lo fácil que es salir o solucionar su pendejez si "tan solo le dejara de dar vueltas" (tengo un sticker de Britney al que recurro cuando acepto que estoy girando más rápido que pirinola en Inception).
Nuestro proceso no es el proceso de los demás.
Nuestra solución no es la solución de los demás.
Nuestras limitantes no son las de los otros.
Me confieso haber sido en algunas ocasiones esa metiche con traje de señora soberbia sabelotodo, y la neta apenas me atiendo yo, así que ¿qué vergas voy a poder solucionarle el gira que gira a alguien más?
Ahora escucho, y solo si me piden opinión, ideas, porras, zapes o lo que sea, me aviento. Trato de simplemente escuchar o leer (a veces es por chat, pues) y entrego tiempo, escucha y presencia.
Si algún día me platican algo sin querer consejo y lo doy, con confianza díganme "solo escúcheme, seño". Les prometo callar.
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Cada quién sus cubas y sus duelos
Mi tema y sentimiento recurrente en las últimas semanas: el duelo. Duelo por tener que soltar la estabilidad de mi trabajo por la incertidumbre de no saber si en un mes tendré trabajo o no. Duelo por recordar la muerte de mi padre con su proceso de intestado que lleva 6 años torturándome y, de paso, tener que enfrentar a mi madre con quien ya no tengo relación desde hace un par de años. Duelo por ajustes y pérdidas de amistades. Duelo aquí, duelo allá… maquíllate, maquíllate.
Duelos muchos en mi vida (y me atrevo a decir que en la de cualquiera) con diferentes formas de abordarlos y afrontarlos, porque sí, afrontarlos es lo más cabrón de atravesar y aprender.
La bitácora de duelos y su atravesada se resumiría en:
• En la adolescencia. ¿Duelos? ¿cuáles duelos? *cries in teenager. Todo exagerado, sentimiento de ahogo, ¡esto es el fin del mundo!
• En mis 20s, copy-paste de la adolescencia, porque ¿a quién quiero engañar? Fui más inmadura a los 24 que a los 13… súmenle alcohol para entumecer el duelo
• En mis 30s cambié el alcohol por vino y un chingo de huevos para dejar de huirle a los duelos
• En mis 40s el vino ya no es tan constante porque pues: gastritis… y ha sido muy lindo reconocerme débil, vulnerable y con ganas de afrontar realmente el impacto de los duelos en mi vida. This part of my life is called: lloranding.
Lo que no cambia en la bitácora ni a través de los años es el sentimiento inicial: “Me lleva la chingada”. Esa chingada que es invocada recurrentemente y que no resuelve nada, pero qué sabroso y liberador es un “me lleva la chingada” con intención, intensidad, ademanes y boca chueca. Pedirle aventón a la chingada me ayuda a liberar la frustración inicial del duelo y anuncia un proceso de aprendizaje que en algunas ocasiones es sencillo y otras parece nunca terminar.
¡Me lleva la chingada!
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Tomar decisiones me abruma
Estoy acostumbrada a accionar diario. Tomar decisiones es parte de mi rutina, no lo pienso, solo lo hago. Pocas veces tomo el tiempo para hacer una pausa y entender cómo me siento ese día ¿estoy saturada? ¿ productiva? ¿me siento ansiosa? ¿estoy en paz? ¿siento que enero ya duró (como todos los años) 3648920 días y apenas es lunes?.
Hay días que la saturación me abruma, otros días me motiva a “querer resolver todo” porque ¿cómo chingados no voy a poder con todo? Y es que desde chamaca me aprendí a cuidar y resolver sola. Aprendí a cocinarme huevos cuando tenía 7 años y enchiladas al horno a los 10 (casi me explota el horno la primera vez que lo hice, pero esa anécdota la dejo para otro día) me “invitaron” a moverme sola por la ciudad desde los 15 y a madurar más rápido de mi edad cronológica desde que nací. Aprendí de TV, de mis amigas, de las mamás de mis amigas y de la música mi relación con el mundo. Desde chamaca entendí que el mundo se sobrevive y se afronta como viene, que soy responsable de todo y que sacarse los mocos en público no está bien.
Me eché mucha responsabilidad muy temprano en mi vida y creo que sigo resolviendo cosas pasadas, no sé, probablemente solo mantengo mi mente ocupada cuando no hay algo que resolver en el presente. Lo cierto es que resolver me ha dado un Edge brutal en mi trabajo y en tareas diarias de mamá. No puedo decir lo mismo para mi paz mental pues resolver implica pensar y pensar y pensar cómo afrontar el reto en cuestión, al menos para mi es así, porque, si no lo resuelvo, se vuelve otra cosa más que debo hacer y así una montaña rusa interminable que me impide tener esa pausa diaria que tanto anhelo para poder contestar LA pregunta que me quiero hacer todos los días… ¿cómo me siento hoy? .
Bueno, hoy hice una pausa y me liberé con estas palabras en el día 34567843 de enero… y apenas es miércoles
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¡Nadie me lo regaló!, ¡me lo gané!
Tengo jefa nueva: ella es mujer, mujer chingona, mujer chingona e inteligente, mujer chingona, inteligente construida en mentalidad old school pero con apertura a modernizarse. Su camino profesional ha sido difícil pues ha tenido que romper varios moldes y luchar unas cuantas batallas para llegar donde está. Hoy en la mañana tuve junta con ella para hablar de mi “plan de carrera” y sueldo en la compañía.
Hablar de temas monetarios y ambiciones de carrera funciona distinto para hombres vs. mujeres.. cosa que me incomoda de sobremanera. Justo en la junta mañanera abordé el tema: fui muy transparente con lo que busco dentro de la empresa y cómo esto se alinea con mi expectativa profesional y personal; también usé el tiempo para pedirle un muy merecido incremento de sueldo. Me comuniqué de forma clara y respetuosa pero en ningún momento me hice chiquita o asumí actitud de “lo que sea su voluntad está bien” porque NO… no es lo que quiera su merced, es lo que merezco por mi trabajo, desempeño, retroalimentación positiva, años de experiencia y etc’s que tengo. Esta actitud ha hecho que algunas personas (tanto hombres como mujeres) me cataloguen de petulante o “creída”, sin importar si eso sea cierto en mi forma de ser o no (quien me conoce sabe que no) pero me pregunto si la opinión sería la misma si fuera hombre, porque, a riesgo de sonar a canción de Taylor Swift – I’m so sick of running as fast as I can, wondering if I’d get there quicker if I was a man- pedir lo que te corresponde y/o saber tu valor puede opacarse por miedo a ser percibida como “difícil” y permitir que a la larga o duden del “lugar en la mesa” que claramente se han ganado o sean un manojo de frustración.
Esto no me llegó fácil, lo trabajé muchos años en terapia, meditación, rodeándome de mujeres fuertes (y aprender de ellas), soltar mis propios constructos y barreras tradicionales/ machistas con que me criaron y estuve rodeada buena parte de mi vida, aprender a ser humilde y cabrona al mismo tiempo. Y todavía me falta mucho por aprender.
En mis 20 años trabajando he intentado impulsar e inspirar a varies a pedir lo que les corresponde: más salario, mejorar propuestas económicas, luchar por una forma distinta de trabajar, respetar tiempos con la familia y/o personales sin tener miedo a “represalias”. Ojalá lo pueda seguir haciendo y ser más asertiva cada vez. El chiste es inspirarnos todos para que quede claro que: ¡no es queja, me lo gané y es lo que valgo!
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Personas en pausa
Hay gente que sin importar cuánto tiempo pase, te pausan o los pausas en un instante, temporada o lugar.
Para algunos estoy pausada como universitaria, lentes, en una relación tóxica sin mucha autoestima.
Otras pausas me ubican como profesionista lista pero de mal carácter.
Hay pausas que me ubican como la loca aventurera que renuncia al trabajo y viaja por India y Nepal.
Las pausas más recientes reconocen una buena oradora con ansiedad social sin entender cómo es esto posible.
Pero..
¿Por qué pausamos a la gente? ¿Queremos detenerles en un momento conveniente para nosotros? ¿Pausar es egoísta?.. Pienso que si porque siento que ponerles play (para mi) implicaría regresar a quien ya no soy o invertir tiempo en gente que ya no me es relevante, o, incluso, que des-pausarlos implicaría olvidar el aprendizaje que tuve de ellos (¿suena jodido?)... o ya neta ¿es pura hueva de pláticas incómodas o simplemente de volver a platicar con elles?...
¡Quién sabe!
Creo que seguiré con la duda mientras las personas en pausa no me pongan en pausa.
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SIN JEANS QUE TORTUREN
Hoy tiré a la basura unos jeans que llevan torturándome 4 años. Su slim - skinny fit talla 6 me recuerda que ya no tengo el mismo cuerpo que hace 4 años e inevitablemente estoy envejeciendo.
Esos jeans fueron un recordatorio diario de no estar en el peso que quisiera estar, asignándole, nuevamente, mucho valor al tamaño de mi cuerpo, a los rollitos del estómago, a la representación de éxito que tiene un cuerpo delgado vs. fracaso cuando cediste al antojo del momento, y es que la valoración de imagen corporal más el "anorexic chic" que debíamos tener siendo mujer en los años 90's y 2000's fue bien cabrón para mi la verdad; era normalísimo recibir comentarios de mi (nuestro como mujeres) cuerpo(s): "segura que estás flaca?", "no te enojes porque ellas tienen el cuerpo que tu no tienes", "está engordando demasiado y ya no se ve bien"... llegué a escuchar casos donde cortaban con una chica porque "necesitaba enflacar" o referirse a una chica como el "tumor maligno"; todo esto hizo que se me metiera un chip pendejo en la cabeza: "tienes que estar en cierto peso" y sin darme cuenta he tomado decisiones con mi cuerpo alrededor de esto... pero ¡PINCHES BASTA! ¡NO MÁS! ... me siento más sana que nunca, mi cuerpo es fuerte, tengo muy buena salud y voy a disfrutar (aún más) mi vida tomando decisiones saludables, los jeans torturadores ya no forman parte de ello.
Listo... esto es un gran statement para quien quiera y para quien no.. también... nunca me atrevería a generalizar entre contemporáneas pero sospecho de varios casos que coinciden conmigo.
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REALIDAD Y FICCIÓN INFANTIL
La familia no ayuda
Me ayudaban Chespirito, Sandy Bell y el Tío Gamboín
La familia no está siempre contigo
La familia es un invento de Hollywood.
La Familia Robinson eran mis papás y hermanos
El amor no existe, ni son los papás, ni los papás son amor
Candy, Candy moldeó mi cosmovisión del amor
Mi niñez estuvo llena de soledad e incredulidad,
Chabelo y Cablevisión llenaban mis huecos
Fingía realidades alternas con fines de elevar mi día a día.
Mostraba cartas ficticias de Benny Ibarra a mis amigas y me llenaba de importancia
Mi fuente de amor: las letras y las buenas calificaciones. Mientras saque 10 hay amor y ayuda
¡Que suerte ser tan buena estudiante!
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